El ultimo amante de Marilyn (Alvarellos Editora), de Xavier Navaza

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La historia aún no había sido contada del todo. Hasta ahora. Sucedió en México. Hace medio siglo...

30 gramos

Xavier Navaza (Lalín-Pontevedra, 1948) es un periodista de raza, cronista y reportero, con más de treinta años de profesión. Inició su carrera en Barcelona a comienzos de los años 70 en el desaparecido diario Tele/exprés. Luego, en la Transición, realizó grandes reportajes para algunas de las revistas más influyentes del momento como Interviú, La Calle, Actual o la gallega Teima, entre otras. Decidió regresar a su Galicia natal y desde entonces ha ejercido el oficio como guionista y documentalista de televisión, cronista político y columnista de prensa.

El libro de los besos y la niebla Xosé Carlos Caneiro «Este es un libro de besos y de niebla. De pasiones, tedio, literatos y literatura, deseos, abrazos y pellizcos en el alma». (X. C. Caneiro).

El periodista Xavier Navaza reconstruye los últimos meses de vida de la actriz Marilyn Monroe (1926-1962) y su relación con el productor de cine de origen gallego, José Bolaños. Como si se tratase de uno de aquellos impactantes reportajes que Navaza elaboraba para las revistas Interviú o La Calle en los años 70 y 80, El último amante de Marilyn tiene todos los ingredientes de una potente crónica periodística y también los atractivos de una gran novela. Y va más allá de Marilyn. Huye del mito y regresa constantemente a él en una trama de historias entrelazadas. Aparecen Luis Buñuel, Richard Nixon, Al Capone, Jean Leon, el Che Guevara, Fidel Castro... A su lado, seres anónimos —emigrantes y exiliados gallegos y españoles— seducidos por los neones de aquel gran «sueño» americano.

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el Último amante de Marilyn

La original novela/manifiesto del artista conceptual portugués Leonel Moura. Una reflexión irónica sobre el arte más subversivo del siglo XX.

Xavier Navaza

Leonel Moura

Es autor de los libros Disparos (1991), Sumud. Conversa con Palestina (2003) y los dos primeros volúmenes de El laberinto gallego, su trilogía sobre la transición política en Galicia, titulados La guillotina del centro (2005) y La conjura de Raxoi (2007). En El último amante de Marilyn el agudo cronista, el experto documentalista y el mitómano se dan la mano para crear una obra realmente original y atractiva.

Xavier Navaza

© Ramón Escuredo

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El Ăşltimo amante de Marilyn



El Ăşltimo amante de Marilyn XAVIER NAVAZA


Diseño colección: Xacobe Neto/Alvarellos Editora Maquetación: Uzkiaga [diseño y comunicación] Supervisión lingüística: Iker Castro Ruiz Fotografía de portada: Marilyn Monroe y José Bolaños en marzo de 1962. Ceremonia de los Globos de Oro. Hotel Hilton de Beverly Hills. © Hulton Archive/Archive Photos/ Getty Images Fotografías interiores: Hulton Archive/Archive Photos/Getty Images, págs. 18, 44 y 136 Fundación Juan Rulfo de México, pág. 78 Archivo personal de Carlos Velo (agradecimiento a M. A. Fernández), pág. 75 James Kavallines (Biblioteca del Congreso de los EE. UU.), pág. 164 Diario ABC, págs. 188 y 190 Bodegas Jean Leon, págs. 216 y 244 Cecil Stoughton/TIME&LIFE Images/Getty Images, 224 © Xavier Navaza Blanco © ALVARELLOS EDITORA, 2012 Sempre en Galiza, 4 15706 Santiago de Compostela correo@alvarellos.info www.alvarellos.info ISBN: 978-84-89323-78-0 Depósito Legal: C 12-2012 Impreso en Tórculo Artes Gráficas, S.A.

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A Adriรกn y Eloy, mis hijos



INTRODUCCIÓN

El éxodo y la nebulosa

T

odo empezó a raíz de las conversaciones que este cronista mantuvo, entre el verano de 1976 y el otoño de 1981, con dos de las personalidades más genuinas del exilio gallego en Latinoamérica: Luis Soto Fernández (Podentes, A Bola, Ourense 1902-México DF 1981) y Carlos Velo Cobelas (Cartelle, Ourense 1909-México DF 1988). De aquellas reuniones, en ocasiones realizadas a lo largo de tardes enteras y durante varios días, surgió un buen puñado de las páginas de un libro titulado Disparos y publicado a comienzos de la década de los años 90 en la ciudad de Vigo. Fueron conversaciones que dieron mucho de sí y que giraron en torno a numerosas vivencias, propias y ajenas, de dos personas dotadas de una energía vital y de una memoria extraordinarias. Así fue cómo, en una de

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aquellas tardes, dialogando con Velo en el hall del hotel Compostela, en Santiago, otoño de 1981, surgieron los recuerdos de las dos intempestivas semanas que la actriz norteamericana Marilyn Monroe pasó —durante un viaje que todos interpretaron como una fuga de sí misma— en la capital mexicana, entre finales de febrero y comienzos de marzo de 1962. Ambos, Luis Soto y Carlos Velo, recordaban aquellos días con una cierta nostalgia bañada en sentimientos de compasión hacia la actriz. «Pobre Marilyn», decía Soto: «Aquella mujer tan guapa, tan joven, con el mundo rendido a sus pies los días que estuvo en México dio muestras de estar sumida en el abismo de alcohol y drogas que en poco tiempo la llevarían al infierno». Con Velo, además, apareció la figura de José Bolaños, el fugaz amante que sirvió de refugio circunstancial a Norma Jean Baker durante aquellos días de locura y desmadre que escandalizaron a los puritanos ejecutivos de la poderosa industria cinematográfica de los EE. UU. Allí, en aquellas conversaciones con Soto y, sobre todo, con Velo, nació el hilo germinal que daría lugar a estas páginas. Tras Bolaños y a lo largo de tres décadas de seguimiento, roto en ocasiones, entraron en escena otros personajes, figuras que de una u otra forma estaban vinculadas entre sí y que, en conjunto, ofrecían una imagen tan singular como colectiva de algunas de las múltiples caras del éxodo gallego hacia dos de los países que les habían acogido: México y los Estados Unidos. Dicho esto, El último amante de Marilyn requiere una justificación. Se trata de una crónica de gentes que, si algo posee, es un cierto interés humano. Sus páginas constituyen

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un reportaje que recupera la memoria de personas que, nacidas en Galicia o con orígenes familiares en su abigarrada geografía, se vieron obligadas —tanto por razones políticas como económicas— a emprender los caminos de la diáspora al otro lado del océano Atlántico, a la busca de un medio de vida que su país les negó. Su peripecia vital carece de documentación escrita y el relato se basa en fuentes orales. Es decir, en el recuerdo de quienes les conocieron antes de que emprendiesen el viaje hacia el sueño americano, lo que a menudo instala la narración en una nebulosa condicionada por la imprecisa y a menudo cambiante memoria de esas personas. La mayoría de cuantos sufrieron el éxodo y ahora forman parte de estas páginas, estaban destinados a morir en el más absoluto anonimato. Jamás serían conocidos por nadie, aunque en algún momento de su peripecia hubiesen trabajado o estado en contacto con figuras muy conocidas a escala mundial. Si la memoria periodística no hubiese salido en su rescate, toda su vida habría quedado atrapada en un manto de silencio. El azar les tocó levemente con sus alas. Son los más, gente de orígenes muy humildes, a los que la vida les permitió gozar de un golpe de suerte y salir a escena en momentos que el resto de los mortales jamás ha podido experimentar. Citemos, por ejemplo, a José Bolaños, aquel ambicioso joven que nació en la populosa macrociudad de México y que fue literalmente abducido por Marilyn Monroe en el último viaje que la actriz realizó al universo mágico de los aztecas. Como la mayoría de los emigrantes de segunda y tercera generación, Bolaños —nieto de gallegos, cuyo ape-

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llido original, Bolaño, el tiempo y la diáspora pluralizó como si así abarcase mejor a la extensa camada de seres humanos que surgió de su tronco primario— hizo tabla rasa de la rama paterna de su linaje y olvidó que algunos de los suyos procedían de un pequeño pueblo marinero llamado Burela, a orillas del Cantábrico. Restos de una gran familia feudal que en la Edad Media gozó de predios y de haciendas interminables y que, durante varios siglos, ejerció un poder de tal magnitud que en ocasiones le permitió echarle un pulso a los mitrados de Compostela e incluso medir sus fuerzas con la dominante Corona de Castilla. Restos de una saga de sementales que sembró la península Ibérica y varios países de Latinoamérica con hijos bastardos que jamás heredarían nada, sino miseria y olvido en la inmensa marea del éxodo emigrante que vació comarcas enteras de la Galicia interior durante décadas y décadas de horizontes cerrados a cualquier atisbo de dignidad humana, económica y social. José Bolaños, en cualquier caso, no fue el único en alejar de sí la memoria de sus orígenes familiares. La mayoría de los hijos, nietos y bisnietos de aquellos centenares de miles de hombres y mujeres que dejaron atrás su tierra para siempre, asumieron sus nuevas nacionalidades con profunda y legítima naturalidad, para no volver a tener jamás contacto alguno con la postergada tierra de sus precursores. El cineasta Carlos Velo, uno de los ejes narrativos de este libro, lo admitía sin reservas a finales de la década de los años setenta en Compostela: «Mis hijos son mexicanos, eso es así y nadie lo puede evitar: es ley de vida». Velo, sin embargo, jamás olvidó los lugares en que había

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crecido, los prados y los viñedos de Cartelle que fueron testigos de su infancia y de su juventud, hasta que la guerra fratricida que en 1936 dividió a España en dos bandos le obligó a buscar un refugio y un futuro vital y profesional en la tierra de uno de los presidentes más solidarios que jamás haya tenido Latinoamérica en toda su historia: Lázaro Cárdenas. Y si muchos decidieron cerrar a cal y canto la puerta de sus orígenes, también se han dado casos de hijos o nietos de emigrantes gallegos que, al final de sus vidas, decidieron emprender una búsqueda apasionada de las raíces familiares. Es una tendencia creciente. Así lo ha hecho, por ejemplo, el actor norteamericano Martin Sheen, protagonista de Apocalipse Now, extraordinario filme de Francis Ford Coppola sobre la guerra de Vietnam. En este caso fue su hijo Emilio Estévez, es decir, el nieto de un emigrante gallego llamado Francisco Estévez, quien le indujo a ello después de convencerle para que participase en 2010 en un proyecto de cine documental sobre el Camino de Santiago: The Way, se titula. Escrita y dirigida por Emilio, el rodaje de la película fue algo parecido a un renacimiento para ambos. Hoy, Ramón Antonio Gerardo Estévez Sheen, filiación real y completa de Martin Sheen, ha hecho las paces con sus orígenes paternos y la aldea de Parderrubias, en Salceda de Caselas (Pontevedra), se ha convertido en su propio e intransferible Grial: «Me siento extremadamente orgulloso de ser gallego», dijo ante los medios de comunicación de Nueva York el día en que The Way llegó a las carteleras norteamericanas.

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La búsqueda de datos para la producción de aquel documental llevó a los Sheen, es decir, a los Estévez, a contratar a expertos genealogistas y a diseccionar centenares de archivos en humildes parroquias y monasterios olvidados. El resultado de esa búsqueda forma parte de una serie para la televisión: Who Think You Are. Es decir Quién crees que eres, en castellano, lo que en su traducción casi literal al gallego refleja la esencia de una frase muy popular en las míticas tierras de Santiago: E ti quen vés sendo? La serie se emitirá a través de una de las mayores cadenas de la televisión norteamericana y será una buena forma de explicarle a los telespectadores de los Estados Unidos por qué, en la mayoría de los países de Latinoamérica, se conoce como gallegos a todos cuantos proceden de esa especie de mosaico de pueblos y de culturas llamado España. Martin Sheen, con todo, solo es una afortunada excepción. De momento, la mayoría ha cancelado toda comunicación con su tierra original y los que han establecido algún contacto, ya con muchos años a sus espaldas, han procurado mitigar sus fracasos personales al otro lado del Atlántico con la elaboración de fantásticas autobiografías que hacían realidad virtual algunos de sus más caros y jamás alcanzados sueños. Ese es el caso de José Iglesias, por ejemplo, quien a su regreso a casa era conocido entre sus vecinos de la comarca del Deza como el chófer de Al Capone. Y fue verdad, en cierto modo, que trabajó durante una temporada para el conocido y temible gánster norteamericano, pero jamás le llevó a bordo mientras él estuvo al volante del flamante Chevrolet que la empresa puso

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a su cargo. Sencillamente porque, mientras estuvo a las órdenes de los empleados de Frank Nitti, lugarteniente y albacea de Capone, este ya estaba en la cárcel y solo dejaría atrás los gruesos y fríos muros de su celda sentenciado a muerte —esta vez, sí— por una larga y dolorosa enfermedad que le acompañó y torturó durante los últimos años de su vida en una soleada mansión de las costas de Florida. La imaginación es libre y todos, sin excepción, tienen derecho a construir sus propios sueños, aunque estos nunca hayan tenido contacto alguno con la verdad. Sobre todo si la realidad, lejos de ser generosa, se ha empeñado casi siempre en endurecer todavía un poco más las frustraciones que trae consigo la cruda y dolorosa aventura de la diáspora. A cambio, Iglesias, el imaginario chófer de Al Capone, durante el tiempo en que ejerció su oficio en Chicago tuvo la ocasión de conocer a otras personalidades, como aquel joven y ambicioso actor de teatro que pocos años después sería uno de los más prestigiosos y afamados directores de cine en Hollywood: Elia Kazan, a quien Pepe paseó por las calles de la enorme y caótica ciudad a la busca de mujeres, alcohol y restaurantes de postín, en locales que a finales de los años treinta estaban en manos del grupo de empresas que Capone alzó sobre las redes del crimen organizado: la llamada Cosa Nostra. Buena parte de los personajes de esta historia estuvieron en otros países antes de llegar a Los Ángeles, Nueva York o México DF. Con frecuencia, Caracas, Buenos Aires o La Habana sirvieron de puente hacia Estados Unidos. Otras veces sucedió exactamente al revés y quienes

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empezaron su vida en la díaspora en USA acabaron viviendo en Montevideo. Todo eso, hablando de gente nacida en un país como Galicia, donde la búsqueda de datos, nombres y lugares de origen suele estar mediatizada por la bruma de la que hablábamos antes —que los gallegos denominan brétema—, y que ha complicado un poco más la selección de la documentación oral que ha servido de base a este libro. Un lugar, una fecha y un hecho concreto citado en las hemerotecas del siglo XX, fuese en Washington o en Madrid, han servido en ocasiones de enlace para construir el relato más aproximado posible a la realidad. No ha sido fácil. Uno de los tópicos más utilizados describe a los gallegos en medio de una escalera, siendo imposible saber si suben o están bajando: «Por una parte, usted ya sabe y, por otra, ¿qué quiere que le diga?»; otro de los lugares comunes de quienes sostienen que uno de los deportes predilectos de los gallegos es responder a una pregunta con otra pregunta. Al joven Ramón María del Valle Inclán, intrigado por algunas de las cosas que a diario hacía la mujer que había sido su ama de cría en la casa paterna de Vilanova de Arousa, jamás se le olvidaría una frase de aquella buena y misteriosa mujer: «Haberlas, haylas, señorito Ramón, pero no hay que creer en ellas». El ama hablaba de las meigas, esa figura femenina que habita en el imaginario colectivo de los gallegos y que es capaz de curar una enfermedad insalvable por los médicos tradicionales o, por el contrario, condenar de por vida a un desdichado con su maleficio: el meigallo. Con su frase, llena de precauciones y de escepticismo, profundamente

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irónica, aquella señora daba cuerpo y expresaba al mismo tiempo una forma de ser que aún subyace en las raíces culturales de Galicia y que Valle Inclán supo incorporar a parte de su extraordinaria obra literaria. En fin, sirva todo lo anterior para explicar que, siendo este un libro basado en su mayor parte en una documentación oral, las imprecisiones y la posible confusión de lugares, casas o parentescos que pueda haber en el relato forman parte de la propia naturaleza de sus páginas. En cualquier caso, los errores, todos los errores, sin excepción, se deberán —siempre y sin duda de ninguna casta— a este cronista. Sus fuentes, casi tantas como personajes se pasean por aquí, han sido generosas y dignas de fiar en todo momento. Aunque nunca se sabe.

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Principios de marzo de 1962. José Bolaños y Marilyn acuden juntos a la ceremonia de los Globos de Oro que se celebra en el hotel Hilton de Beverly Hills. La artista recibirá el premio concedido por la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood a la «Mejor actriz del mundo de 1961». © Hulton Archive/Archive Photos/Getty Images



Esta incripción en latín, «Cursum perficio» («Aquí acaba el viaje»), figuraba así, compuesta sobre cuatro baldosas, a la entrada de la casa que Marilyn Monroe adquirió pocos meses antes de su muerte, en 1962, en el barrio residencial de Brentwood (California). Fue la única casa que la actriz compró en su vida.


CAPÍTULO PRIMERO

La imposible Lolita que jamás conquistó el mar



CAPÍTULO PRIMERO

«E

s como un gran pipí», fue la frase que —con un toque gamberro e ingenuo al mismo tiempo— le vino a la mente la primera vez que vio el mar. Y así lo recordaba ella, tiempo después, cuando todavía era Norma Jean Baker y comenzaba a recrearse a sí misma como una Lolita anticipada a la fabulación de Vladimir Nabokov y aún no había conocido a aquel joven policía local llamado Jimmy Dougherty, con el que se casó con apenas 16 años. La unión con Dougherty, cinco años mayor que ella, estaba condenada al fracaso desde el mismo día en que se llevó a cabo, pero a Norma Jean la salvó del orfanato en el que estuvo a punto de ingresar hasta que cumpliese la mayoría de edad. La inseguridad fue el sino de su vida. Así que, con frecuencia, como método de autodefensa elemental, respondía a una pregunta con otra pregunta: «Comunistas ¿no son esos que están a favor de los pobres?», le dijo al periodista Guido Gerosa en 1956, cuando este se interesó por sus simpatías políticas, sobre las que se especulaba en

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La historia aún no había sido contada del todo. Hasta ahora. Sucedió en México. Hace medio siglo...

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Xavier Navaza (Lalín-Pontevedra, 1948) es un periodista de raza, cronista y reportero, con más de treinta años de profesión. Inició su carrera en Barcelona a comienzos de los años 70 en el desaparecido diario Tele/exprés. Luego, en la Transición, realizó grandes reportajes para algunas de las revistas más influyentes del momento como Interviú, La Calle, Actual o la gallega Teima, entre otras. Decidió regresar a su Galicia natal y desde entonces ha ejercido el oficio como guionista y documentalista de televisión, cronista político y columnista de prensa.

El libro de los besos y la niebla Xosé Carlos Caneiro «Este es un libro de besos y de niebla. De pasiones, tedio, literatos y literatura, deseos, abrazos y pellizcos en el alma». (X. C. Caneiro).

El periodista Xavier Navaza reconstruye los últimos meses de vida de la actriz Marilyn Monroe (1926-1962) y su relación con el productor de cine de origen gallego, José Bolaños. Como si se tratase de uno de aquellos impactantes reportajes que Navaza elaboraba para las revistas Interviú o La Calle en los años 70 y 80, El último amante de Marilyn tiene todos los ingredientes de una potente crónica periodística y también los atractivos de una gran novela. Y va más allá de Marilyn. Huye del mito y regresa constantemente a él en una trama de historias entrelazadas. Aparecen Luis Buñuel, Richard Nixon, Al Capone, Jean Leon, el Che Guevara, Fidel Castro... A su lado, seres anónimos —emigrantes y exiliados gallegos y españoles— seducidos por los neones de aquel gran «sueño» americano.

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La original novela/manifiesto del artista conceptual portugués Leonel Moura. Una reflexión irónica sobre el arte más subversivo del siglo XX.

Xavier Navaza

Leonel Moura

Es autor de los libros Disparos (1991), Sumud. Conversa con Palestina (2003) y los dos primeros volúmenes de El laberinto gallego, su trilogía sobre la transición política en Galicia, titulados La guillotina del centro (2005) y La conjura de Raxoi (2007). En El último amante de Marilyn el agudo cronista, el experto documentalista y el mitómano se dan la mano para crear una obra realmente original y atractiva.

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