El tesoro de Punta Herminia y otros textos sumergidos

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BALADA DE LOS MARES DEL NORTE Poemas, cuentos y ensayos (1942-1973) URBANO LUGRÍS

El Tesoro de Punta Herminia y otros textos sumergidos nos brinda la impagable oportunidad de internarnos, de nuevo, en ese mundo de tesoros ocultos, grutas y naufragios. Escenarios escritos y pintados a un tiempo por la pluma y el lienzo inigualables de Urbano Lugrís. E dición aL cU i dado de O li vi a Rodrígu ez gonzález

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Urbano Lugrís El tesoro de punta herminia y otros textos sumergidos

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U rbano Lugr ís e r a un poeta pi nto r. Y el único pintor del mundo capaz de escribir bajo el agua, en palabras de otro gran escritor y poeta, Manuel Rivas. Este libro rescata once textos “sumergidos” de Lugrís. Prosas y poemas –en castellano y gallego– muy poco conocidos hasta hoy (incluso, algún inédito) que nos internan en su fascinante universo narrativo y lírico. Son textos dispersos que han ido apareciendo desde la edición, en 2008, de aquella primera Balada de los mares del norte (Alvarellos Editora), único volumen de Lugrís hasta ahora, pues el artista fallecía en 1973 sin ver publicado, en libro, su rico y abundante trabajo literario, esparcido y olvidado, durante décadas, en periódicos y revistas...

«Tengo recogidas numerosas

URBANO LUGRÍS

El tesoro de Punta Herminia y otros textos sumergidos

leyendas y tradiciones del país y, de vez en cuando, escribo cuentos fantásticos. Esta producción, también copiosa, está esparcida en diversos periódicos y revistas. Puede que algún día se me ocurra recopilarla» declaraciones de Urbano lugrís a emilio quesada en 1961.





El tesoro de Punta Herminia y otros textos sumergidos


Libros do Sarela Esta publicación recibió financiamiento del proyecto de investigación "Eco-ficcións" (MINECO_FEDER FEM2015-66937-P).

© ALVARELLOS EDITORA, 2017 Sempre en Galiza, 4 15706 Santiago de Compostela correo@alvarellos.info www.alvarellos.info © Textos e ilustraciones: herederos de Urbano Lugrís © Introducción y edición de textos: Olivia Rodríguez González © Diseño capa: Xacobe Neto [Alvarellos Editora] Diseño y producción: Alvarellos Editora Impreso en Podiprint Depósito Legal C 1093-2017 ISBN 978-84-16460-24-3 Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.


URBANO LUGRÍS

El tesoro de Punta Herminia y otros textos sumergidos (1929-1965) Edición al cuidado de Olivia Rodríguez González



ÍNDICE

INTRODUCCIÓN: "Vuelve la literatura de urbano lugrís", por Olivia Rodríguez gonzález.................................. 7 No mosteiro e na noite (1930).. ....................................... 19 La Florida (1942)............................................................... 23 Retablo de Navidad (1943). . ............................................... 27 Una cama hecha con madera DE LOS galeones de Rande (1945)........................................................... 39 Vuelven los monstruos marinos (1945). . ......................... 43 Las Campanas de San Eriko, Sirenas del aire (1949)..... 49 Verídica historia de la fantasma de Goán (1949). . ........ 55 Los celtas de ayer (1950). . ............................................... 73 El tesoro de Punta Herminia (1952-1953)....................... 77 SONETO PARA LUÍS SEOANE (1963)....................................... 101 “Ay, como oubean á Terra...” (1965)................................ 103

 Urbano Lugrís abraza al también pintor José Otero Abeledo 'Laxeiro'. En Vigo, 1965. (Archivo: Familia Laxeiro).



I ntroducció N

VUELVE LA LITERATURA DE URBANO LUGRÍS

Este libro representa un nuevo rescate de la original y atractiva literatura de Urbano Lugrís. Comentaba el pintor en 1960 que disfrutaba escribiendo, pero que la pereza mental le impedía trabajar más esta faceta artística. Urbano Lugrís Vadillo, que en 1962 presentaba su primera exposición individual con 20 años, señalaba en esa ocasión que el hecho de ser un poeta pintando era lo que más admiraba del trabajo de su padre. El propio Lugrís afirmaba a principios de los 50 haber elegido los pinceles como mejor cauce para su talento creativo, a pesar de que la poesía y la música iban a acompañarle siempre. Lugrís escribía sus cuadros, como sus amigos se lo habían visto hacer en alguna ocasión; y como documenta, al menos en esbozo, un proyecto de mural para la iglesia de San Pedro de Visma de A Coruña. Su escritura es descripción y narración de carácter teatral de un mundo reconocible como propio de quien fue adscrito al surrealismo por 7


la crítica de arte. En todo caso, se trataría de un surrealismo que toma tierra, y mar, en la Galicia real. Él mismo negaba este encuadramiento y su relación con Dalí más allá de la similitud de oficio y manera en una entrevista de 1952: Soy un pintor puramente imaginativo, pero a través de una realidad concreta. Urbano Lugrís amaba los barcos hundidos y la búsqueda de tesoros, y quizás por eso, aunque de un modo inconsciente, se dedicó a esparcir su obra literaria en revistas y papeles pronto olvidados y perdidos. La primera vez que se publicaron como libro fue en 2008 en esta misma editorial, con el título Balada de los mares del norte. Han pasado nueve años y tenemos la satisfacción de presentar en este libro once nuevos textos*. Comenzamos con un poema fechado en 1929, “No mosteiro e na noite”. Lugrís lo dedica a su musa Carmiña Suárez Guerra, amiga que seguramente lo animó a lanzarse a la profesión artística. Descubrimos dos obras olvidadas de Lugrís después de 2008, y a ellas se sumaron cinco más, facilitadas por Ramón Lorenzo, Xosé Luis Méndez Ferrín y su amigo Corpas, Xabier Maceiras, Rodrigo Osorio y Miguel Anxo Seixas. Vaya nuestro agradecimiento a estos insignes lugrisianos. Tuvimos noticia de cuatro textos más por el libro de Antón Patiño de 2009. Aparte de dos poemas manuscritos, los textos proceden de las publicaciones Céltiga, El Pueblo Gallego, La Noche, La Coruña y La Voz de Galicia.

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Ilustración publicada en Vida Gallega en agosto de 1956. Dedicada a Álvaro Cunqueiro con un texto manuscrito de Lugrís que aparece compuesto al revés, y dice así: "As leises do equilibrio universal descubriunas o Grande Señor Don Álvaro Cunqueiro nos seus Pazos de Mondoñedo, en loubor de Nosa Señora da Asunción, que nos dé saúde e Paz. Laus Deæ". 54


V erídica historia de la F antasma de G oán (1949) En el nombre de María, que moita virtude ten, que nos leve da súa man pola banda de Goán. Fuxe, fuxe, arrenego, que xa non che teño medo; en el nombre de María y en el de Jesús tamén, que por nós murió, amén.

A

Casa Grande de Goán –que otros dicen Torre de los Faramellos, o Pazo de Leiroas–, yergue todavía, cara al Oeste de la mar atlántica, sus viejas piedras heridas, derrotadas, solas. Fue en verdad grande esta casa de Goán; y aún lo es hoy en su desolada grandeza de ruina sin pausa, de melancólica desintegración inexorable, fatal. La flora laocoóntica de las ruinas, cincel y ornamento de la muerte, abraza, pinza y derrumba los sillares, abate los muros, invade puertas, saeteras y ventanas; y se adentra por las desiertas estancias, nidal de chochas, búhos y murciélagos. También el lagarto, amigo de las tristes des55


trucciones, levanta aquí su cabeza expectante, y arrastra su cola por los cuarteles del roto blasón. Nada resta del patín, montón informe de piedra y jaramago, donde silba la sierpe, y tose, al claro luna, el sapo filosofal. Algún torso de estatua derrumbada –¿Flora, Ceres?– nos dice, entre ortigas, entenas y zarzamoras, que aquí fue el jardín, y que en este foso cegado, donde crecen la umbela del hinojo, y el frágil diente de león, se miró en otro tiempo la torre de Goán y la serena gracia neoclásica de los cisnes. ¡Oh, Pazo de Leiróns, cómo te vas, cómo te derrumbas! Nadie ya, sino el viento marino, el largo viento del Oeste, circula tus estancias; y su queja es tu propia pesadumbre hecha voz. Es tu voz, que llora tu desastre final. Casa grande de Goán. alta torre de Leiróns; como o mar nos farallóns feríndote os tempos van. Quérote pola mañán que, polas noites noitiñas, tristeiras estadeíñas en ti saloucando están. Casa Grande de Goán!

La noche del veinticuatro de diciembre de 1826, se le apagó la pipa a mi venerable y des56


venturado bisabuelo, don Leoncio Alborelle de Goán y Arneiros, trigésimocuarto Conde de Goán y sabio comentador de Homero. Exactamente a las doce de la noche del glorioso disanto, la larga mano pálida de mi antergo dejó caer, con chisporroteo final, la pipa da espuma en el entarimado de roble del salón de respeto de su Pazo de Leiróns. La mano señoril, blanca como una golondrina de mar, osciló un instante, paralizándose después en la serena quietud de la muerte. (Como péndulo de reloj cuya cuerda rompe y para siempre se acaba, así su mano se detuvo, exacta, lívida, puntual, a las doce en punto de la noche del veintitrés de diciembre de mil ochocientos veintiséis). Apagóse, pues, la pipa del último conde de Goán, y, con ella, una larga vida de desventuradas aventuras y raros y heroicos acaeceres, que trataré de contaros con voz de clavecín, doblar de campanas funerales y fragor de mar; música de fondo en el romántico diorama de su existencia, con luces y sombras desmedidas, lanzales, como el siglo que le vio nacer. Como naciera mediado el XVIII, en 1751, tenía a su muerte el señor de Goán edad de setenta y cinco años. Su padre, hombre complejo y atrabiliario, buen cazador y mejor bebedor, 57


pero cristiano viejo, vio nacer a su hijo cuando la desesperanza de perpetuar las glorias del linaje entristecía una senilidad prematura. Cuando, entre los marchitos esplendores de su otoño, surgió este fruto de una unión infeliz, mas llena de dignidad, sintió que un gozo nuevo le llenaba el corazón, y, dando gracias al Cielo por la póstuma ventura que le deparaba, ordenó grandes fiestas en su larga heredad, y durante tres días y tres noches, marineros, labrantines y menestrales bailaron, comieron y bebieron cuanto les vino en gana. Corrió alegre y jocundo el agrillo del Cela, y el viejo espadeiro, como sangre de toro; y todas las lenguas loaban la Casa Grande de Goán, en interminables, ditirámbicas regueifas y pandeiradas; y el patín señorial vio, estupefacto, cómo mozos y mozas, al son de flautas, conchas y gaita grileira, danzaban las antiguas Danzas rituales del celta y del suevo, buenas para el pálido fulgor de la luna en el tiempo alegre del buen vino nuevo. ¡Casa de Goán, Casa de Goán!, De entre as túas ruínas, que sombras malsinas carantoñas fan? (No cabo da terra bergantiñán.) 58


Cuando el Rey Nuestro Señor don Fernando el Sexto subió al Trono de las Españas, en el año de gracia de mil setecientos cuarenta y seis, contaba nuestro héroe seis de edad. Sucedió entonces algo cuyas desastrosas consecuencias se proyectaron, con indeleble signo fatal, a lo largo de toda su existencia, marcándola con el hierro de las grandes desventuras. Fue en una tarde de invierno; y el mar, que coronaba de lívidas dalias de espuma los acantilados de Albáns, y atronaba en las furnas de la punta de Soón, llenaba la casa de un como sordo rumor de caracola; fuera, la lenta lluvia incesante bruñía los magnolios antañones y tornaba más negro el viejo ciprés. Un olor a algas, a tierra húmeda y laurel fluía sutil por rendijas de puertas y ventanas, que el viento sin hogar, el triste vagabundo clamante, golpeaba con tenaz energía. Pronto sería la noche. Sombras más densas que las danzantes del jardín zarandeado del viento, descendían por laderas y cañadas de la sierra de Bundián, como lenta lava del volcán celeste. Era la hora en que doña Carolina, como quien cumple un ritual milenario, prendía devotamente las bujías de olorosa cera en la hornacina del zaguán, donde una bella y dramática Virgen Dolorosa mostraba, entre encajes y terciopelos, los siete puñales de plata clavados en el corazón. 59

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