La Gaceta del FCE. Julio 2018.

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Historia, paz y democracia

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Democracia y paz

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as tensiones políticas y comerciales a lo largo y ancho del mundo democrático han puesto sobre la mesa, una vez más, la cuestión de si la democracia es garantía de paz. Con esta interrogante, el fce anuncia la próxima publicación de La paz. 1876, del historiador Mauricio Tenorio Trillo, que describe y analiza los vínculos entre ambos conceptos a partir del año 1876, cuando el mundo entró en un periodo de paz por la emergencia de regímenes “democrático liberales” en muchos países, incluido México. No que éstos hayan sido democráticos de verdad, aclara Tenorio: simulaban serlo porque “les era imposible parecer otra cosa” frente a la revolución socialista o anarquista, la dictadura popular o el caudillo autoritario. En ese entonces, “por doquier se guardaron las estructuras democráticas y sistemas de representación, siempre violados, pero siempre ahí.” La palabra clave es “pacificación.” La mayoría de los estudios al respecto subrayan el progreso económico como factor principal de esa nueva era. Tenorio matiza este supuesto con abundante información: la pacificación —sostiene— “fue capaz o más capaz que lo que se había conocido a lo largo del siglo xix de controlar lo que era inevitable: el crimen […] Los Rurales de Porfirio Díaz pacificaron caminos y disminuyeron los cuatreros y bandidos […] A la larga, la capacidad de controlar la violencia desmedida dio más legitimidad a esos regímenes de pax x post-1876 que su progreso económico.” Hoy en día, la persistencia de la violencia homicida por bandas criminales en México suscita de nuevo la cuestión de si el régimen democrático vigente, o la democracia misma, son garantía de paz. Ciertamente, esta violencia no es producto de conflictos políticos, étnicos o religiosos, su lógica es económica y gira en torno al enorme mercado de las drogas, pero el régimen democrático permanecerá en entredicho mientras no logre controlarla. La democracia mexicana puede contribuir a disminuirla en forma indirecta mediante la creación de un ambiente preventivo que desaliente las opciones individuales criminales, persistiendo en imbuir cultura y civismo en las nuevas generaciones. Cultura cívica en el sentido de “campos de experiencia donde aparecen horizontes de expectativas y memoria” (R. Koselleck, Le future passé, 1990): expectativas de un futuro mejor; memoria de lo que nos constituye como pueblo. “… la paz es un ideal humano, no un hecho. El valor práctico y moral de pensar la paz no debe medirse por el alcance del ideal, sino por el impacto de ese pensar en distintos aquí y ahora”, nos recuerda Mauricio Tenorio. •

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Al monumento de un poeta alí chumacero

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Historia y democracia La paz como hilo conductor dossier

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Alí Chumacero, un poeta gitano virginia bautista

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Vengo del norte francisco álvarez velasco y juan carlos mestre

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De la paz, sueño y figura mauricio tenorio trillo

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Hacia una cultura de paz del fce carlos antonio de la sierra

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La utopía campesina de Chayanov jaime labastida

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La ciudad de Cristo alejandro heredia

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Aline Pettersson rosa beltrán

José Carreño Carlón Director general del fce

18 Susana López, Socorro Venegas, Octavio Díaz y Juan Carlos Rodríguez Consejo editorial Rocío Martínez Velázquez Editora de La Gaceta Ramón Cota Meza Redacción León Muñoz Santini Arte y diseño Andrea García Flores Formación Ernesto Ramírez Morales Versión para internet Jazmín Pintor Pazos Iconografía Impresora y Encuadernadora Progreso, S. A. de C. V. Impresión Suscríbase en www.fondodeculturaeconomica.com ⁄editorial ⁄ laGaceta ⁄ lagaceta@fondodeculturaeconomica.com www.facebook.com ⁄ LaGacetadelFCE La Gaceta es una publicación mensual editada por el Fondo de Cultura Económica, con domicilio en Carretera Picacho-Ajusco 227, Bosques del Pedregal, 14738, Tlalpan, Ciudad de México. Editor responsable: Rocío Martínez Velázquez. Certificado de licitud de título 8635 y de licitud de contenido 6080, expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas el 15 de abril de 1995. La Gaceta es un nombre registrado en el Instituto Nacional del Derecho de Autor, con el número 04-2001-112210102100, el 22 de noviembre de 2001. Registro postal, Publicación periódica: pp09-0206. Distribuida por el propio Fondo de Cultura Económica. ISSN: 0185-3716 Ilustración de portada: “Alegoría de la paz de Westfalia”, grabado de Václav Hollar, 1648, color digital de Laura Esponda.

Dos cuentos de Amparo Dávila amparo dávila

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Sal·hepática edson lechuga


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Al monumento de un poeta Alí Chumacero Sobre el mármol unánime, el presente su juventud prolonga. No recuerda elegías del bien ni vaticina el fin de la catástrofe. Indeciso ante el vuelo del pájaro y la bruma, a la simple materia condenado, deja que el sol lo bañe y su ademán apenas interrumpe la distancia. Dormita la ciudad y de su orilla apártanse hartos de salud los hombres, plumas desordenadas por el viento. El desvelado en busca de la puerta, el mendigo y sus alucinaciones, la adúltera que vuelve temerosa a la hora del bronce desbordado en huerto sobre el día: hermanos míos semejantes al ruido que se vuelve para mostrar el dorso iluminado, lleno de escamas frías que organizan la huella de la sierpe que esperaba. Indiferentes pasan los ciclistas moviendo la hojarasca, y el poeta vigila allá en lo alto, testimonio en exilio que no participara, luna insensible a honores, implacable a placeres ahora interrumpidos mientras alguien devora una manzana ignorante del mal que lo consume. Dejó al morir unos cuantos papeles caídos de la mano. Hoy su inocencia afluye a quienes juran o se alegran llamando vida a esto que es la vida. A veces al leerlos una frase desencadena ecos sucesivos, yesca para el cortejo que camina paso a paso, de rastro a albor, detrás de la cercana imagen precedente. Vestigio de la paz, su canto ordena la trágica armonía y niega el mundo que a solas levantó con la palabra.1 •

Poeta difícil por perfeccionista, sus versos demandan varias lecturas antes de que penetren la conciencia y la emoción del lector. Una palabra los define: equilibrio. Presentamos esta muestra en homenaje a los 100 años de su natalicio. 1 Alí Chumacero, Palabras en reposo, México, Fondo de Cultura Económica, 2007, pp. 54-55.

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Persistimos en el propósito de pensar la democracia, compartimos un adelanto de próxima publicación de La paz. 1876, que describe las condiciones y consecuencias de las democracias simuladas de fin del siglo xix, lección para el presente. Informamos del avance de nuestro proyecto “Una cultura de paz.” La serie -topías presenta novedad y reseñamos otro de sus títulos. ¶ Recordamos a Alí Chumacero, el poeta y editor, en el primer centenario de su natalicio, rendimos homenaje a la escritora Aline Pettersson por su fructífera carrera literaria a los 80 años de vida, y publicamos dos cuentos de Amparo Dávila, de próxima aparición. ¶ La sección Trasfondo “le trae, le contiene” el pregón de un merolico. Pura poesía popular.

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5 “alegoría de la paz de westfali a”, grab ado de vá clav hollar, 1648.

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historia, pazz y de d moc rac ia

Alí Chumacero,, un poeta gitano En el primer centenario del nacimiento de este notable poeta, hombre de letras y editor legendario, sus cofrades recuerdan al hombre en su sencillez, integridad, gusto por la vida y sentido del humor. virginia bautista

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os recuerdos del poeta y editor mexicano Alí Chumacero Lora (1918-2010), contados por sus amigos, pasan de la risa a la carcajada. La evocación de su constante buen humor, su trato informal pero respetuoso, su honestidad, el sarcasmo con que recibía la vida y su conocimiento de la literatura mexicana compartido a través de graciosas anécdotas, aun provocan en ellos preciosos momentos de felicidad. Tras casi ocho años de ausencia física —murió a los 92 años el 22 de octubre de 2010—, Chumacero y sus enseñanzas, sus bromas y sus versos siguen frescos en la memoria de quienes lo conocieron y, sobre todo, de sus lectores. Este 9 de julio se conmemora el centenario de su nacimiento en Acaponeta, Nayarit. El traductor Juan José Utrilla y el corrector Marco Pulido trabajaron con él durante tres décadas y fueron sus amigos más fieles y compañeros de correrías. Ahora recuerdan, a sus 86 y 80 años, respectivamente, la forma de trabajar del editor y sus recorridos por calles y bares de la ciudad. “Era un hombre íntegro, la negación de la pedantería. Era bromista. Nunca hablaba de cosas

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serias. Tenía un anecdotario fenomenal. Era muy gitano, no le preocupó el dinero. Como escribió su poesía de joven, no tenía enemigos. Supo de lo intelectual y del relajo. Tuvo una vida larga y buena”, comenta Utrilla, quien lo conoció en el Fondo de Cultura Económica, donde el autor de Páramo de sueños (1940) laboró de manera intermitente desde 1950. “Fue un maestro excelente, aprendí mucho de él. Le encantaba corregir, se divertía mucho buscando erratas. Nos contaba sus vivencias con Xavier Villaurrutia, con los Contemporáneos, conocía a medio mundo. Su poeta favorito era Amado Nervo. Sus pasiones fueron los toros, las mujeres, el whisky y la carne asada. Es difícil que vuelva a existir alguien como él”, afirma Marco Pulido, quien trabajó con el bardo en la colección sep 70 y posteriormente en fce desde 1977. El autor de los poemarios Imágenes desterradas (1948) y Palabras en reposo (1956) se sentía orgulloso de su origen humilde. Si Acaponeta fue su cuna, Guadalajara fue la urbe donde terminó sus estudios de primaria, secundaria y preparatoria; y la Ciudad de México, a la que se mudó en 1937, a los 19 años, con el propósito de ingresar a la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, sig-

i zqui e r da: león muñoz santi ni; arriba: archivo fce

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alĂ­ chumacero, un poeta gitano

nificĂł su consolidaciĂłn como poeta, corrector y editor. Chumacero Lora no pudo entrar de inmediato a la unam porque habĂ­a reprobado algunas materias en Guadalajara. Por este motivo se dedicĂł a pasear por las calles del centro de la capital, donde vivĂ­a (en RepĂşblica de Costa Rica 118) y tuvo tiempo de leer lo que querĂ­a. AĂąos despuĂŠs, cuando entrĂł a la universidad y conociĂł al filĂłsofo espaĂąol JosĂŠ Gaos, comenzĂł a leer la obra de los escritores refugiados en MĂŠxico a raĂ­z de la Guerra Civil espaĂąola, a quienes despuĂŠs conocerĂ­a o con los cuales trabajarĂ­a. En 1940 fundĂł la revista Tierra Nueva junto con Jorge GonzĂĄlez DurĂĄn, Leopoldo Zea y JosĂŠ Luis MartĂ­nez, cuando todos ellos estudiaban en la unam. A pesar de dar vida a tres poemarios considerados fundamentales en la historia de las letras mexicanas, AlĂ­ fue mĂĄs conocido por su trabajo editorial y por su cuidado de la ediciĂłn y revisiĂłn de las novelas icĂłnicas Los de abajo y Pedro PĂĄramo. Por sus manos pasaron los originales de libros d La fundamentales como El laberinto de la soledad, regiĂłn mĂĄs transparente y Muerte sin fin, entre otros. En los 58 aĂąos que laborĂł en el fce como corrector, redactor, tipĂłgrafo y editor, ayudĂł a formar a varias generaciones de oficiantes. â€œĂ‰l y don JoaquĂ­n DĂ­ez-Canedo Manteca hicieron el estilo del Fondo. Decidieron quĂŠ tipografĂ­as deberĂ­an llevar los tĂ­tulos de las colecciones Breviarios, Popular y Letras Mexicanas. Nos decĂ­a ‘esto se hace asĂ­ y esto no debe hacerse’â€?, agrega Pulido. DespuĂŠs de publicar Palabras en reposo, Chumacero decidiĂł silenciar su voz poĂŠtica. Sin embargo, siguiĂł hablando el maestro, el tutor, el guĂ­a y el amigo. Dichos y puntadas Juan JosĂŠ Utrilla y Marco Pulido fueron dos de sus mĂĄs cercanos amigos, interlocutores y cĂłmplices, entrevistados por separado, el traductor y el corrector, ambos jubilados, evocan un sin fin de anĂŠcdotas, dichos y puntadas que les compartiĂł AlĂ­, quien bromeĂł, coinciden, incluso cuando le amputaron una pierna (hacia mayo de 2009) y dĂ­as antes de su muerte. “Las mujeres son lindas, hasta sin ropa se ven bien.â€? Era una de las frases favoritas de quien en 1987 obtuvo el Premio Nacional de Lingßística y Literatura, recuerdan entre risas sus dos amigos. Cuando escuchaba por la radio que los representantes de alguna empresa especificaban: “Necesitamos hombres dinĂĄmicos, emprendedores, agresivosâ€?, ĂŠl respondĂ­a: “Pues les voy a mandar a mi mujer.â€? Una vez, aĂąaden, llegaron del Canal 22 a hacerle una entrevista en el fce. “HabĂ­a una escalera lateral que estaba mojada. Los muchachos le dijeron con respeto que tuviera cuidado. Y AlĂ­ les contestĂł: ‘SĂ­, aquĂ­ la otra vez se cayĂł una viejita y se dio en toda la madre’. Siempre inventaba este tipo de cosasâ€?, detallan. Pulido evoca que, en una ocasiĂłn, la Universidad Iberoamericana lo invitĂł a dar una conferencia sobre literatura mexicana. “RegresĂł enojado porque como pago le dieron un osito de peluche. Dijo que no tenĂ­an vergĂźenza, pues era una universidad privada. Pero luego se echĂł a reĂ­r.â€? Utrilla narra dos anĂŠcdotas que echan luz sobre cĂłmo era Chumacero con sus compaĂąeros de trabajo. “HabĂ­a un seĂąor peruano llamado TomĂĄs. MĂĄs que viejo estaba acabado porque llegaba a la oficina, se acomodaba en su sillĂłn y se dormĂ­a inmediatamente. Y tenĂ­amos a otro seĂąor, Navarro, que siempre andaba muy movido. Un dĂ­a llegĂł la noticia de que lo atropellĂł un coche y muriĂł. Cuando se lo comuniquĂŠ a AlĂ­, me dijo: â€˜ÂĄNo’mbre! Si yo le iba a TomĂĄs, ĂŠse era mi gallo’.â€? El traductor detalla tambiĂŠn el caso del seĂąor VĂĄzquez. “Era un empleado modesto, fundador del Fondo pero muy latoso, de todo se quejaba. Un dĂ­a se enojĂł porque no le hacĂ­an caso. Y le contĂł a un desconocido que llegĂł en ese momento: ‘AquĂ­ yo soy un trapeador de la compaùía’. Y a partir de ahĂ­, cada vez que entraba, AlĂ­ exclamaba: ‘Ya llegĂł el trapeador’.â€? Otro dĂ­a, prosigue, “pasamos por una pulquerĂ­a y el maestro nos ordenĂł: â€˜Ă“rale, vamos pa’dentro’. Nosotros Ă­bamos de saco y corbata. Cuando entramos, hasta los cantantes se sorprendieron. Pero ĂŠl no se inmutĂł y pidiĂł curados de NescafĂŠ para todos. Se terminĂł el suyo y empezĂł a robar del mĂ­o. En un momento se dirigiĂł a los asistentes y los exhortĂł: ‘SeĂąores, convĂŠnzanse, hay que volver a las mujeres’. AsĂ­ era ĂŠl.â€? Recuerda que “en el homenaje que se le rindiĂł cuando cumpliĂł 90 aĂąos, en 2008,

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una persona le preguntĂł que cĂłmo le hacĂ­a para no olvidar las cosas, pues a ella, a sus 75 aĂąos, ya se le iban las ideas. Y el escritor respondiĂł: ‘Cuando la memoria falla, hay que inventar’. Era un genio para improvisarâ€?, apunta. DespuĂŠs de que le amputaron la pierna, cuentan, una de sus bromas a raĂ­z de que le encontraron una pequeĂąa mancha en la pierna sana era: “Me quieren cortar la otra pata, Âży ahora con quĂŠ voy a escribir?.â€? Entre cafĂŠ y whisky La personalidad de AlĂ­ atrapĂł a Utrilla y a Pulido de tal manera que lo buscaban en su oficina desde las nueve o 10 de la maĂąana para compartir el cafĂŠ y la charla matutina. El poeta siempre tuvo un lugar de trabajo especial, subrayan. “Cuando el Fondo estaba en Avenida Universidad, lo ubicaron en un anexo, en la parte superior del segundo piso. Él lo llamaba El Palomar. Y en Picacho lo cambiaron de planta en diversas ocasiones. Él era feliz donde lo pusieran.â€? Recuerdan que la mayor parte del tiempo hablaba de literatura, de los autores y pintores que conocĂ­a, de los momentos que pasaba con ellos. “Puro relajo. No se ocupaba de temas tristes. LĂĄstima que todas esas anĂŠcdotas hayan muerto con ĂŠlâ€?, lamentan. Cuando terminaba la jornada laboral, los tres solĂ­an tomar unas copas en La Capilla de Salvador Novo en CoyoacĂĄn, en el TĂ­o Luis de la Condesa o en algĂşn hotel que tuviera un buen bar. Luego, cuando estaba ya delicado de salud, Ă­bamos a su casa todos los viernes. Nos recibĂ­a siempre con un whisky escocĂŠs Johnnie Walker etiqueta roja y comĂ­amos sĂĄndwichesâ€?, relatan. Hacia el final de sus dĂ­as Chumacero tenĂ­a dos enfermeras, una de dĂ­a y otra de noche. “La de la noche se espantaba porque de repente AlĂ­ le agarraba la mano. Él contaba que veĂ­a fantasmas y que los espantaba diciĂŠndoles ‘ya vete, ya vete’.â€? El Ăşltimo viernes que lo vieron, detallan, llegaron a su casa y no estaba. “Nos informaron que lo habĂ­an llevado al hospital. Lo fuimos a ver y platicamos todavĂ­a con ĂŠl. Se veĂ­a bien y se despidiĂł de nosotros. Entonces dijo: ‘Lo Ăşnico que lamento es que no voy a ver al Zotoluco’, un torero que seguĂ­a mucho. Y muriĂł a los dos dĂ­asâ€?, recuerdan. Marco Pulido estĂĄ convencido de que, si no le hubieran amputado la pierna, AlĂ­ hubiera festejado lĂşcido sus cien aĂąos. “Era muy fuerte. TenĂ­a mucho aguante. Nunca se enfermaba. Estaba escribiendo un libro en el que reunĂ­a todos sus recuerdos sobre los toros, los toreros viejos y nuevos que le gustaban, explicaba las suertes y los pases. Lo dejĂł inĂŠdito.â€? Los amigos agradecen a los hijos de Chumacero, Luis, Guillermo, MarĂ­a, Alfonso y Jorge, que les hayan permitido acompaĂąarlo hasta sus Ăşltimos dĂ­as. “TodavĂ­a lo extraĂąamos bastante. Es de esas personas que nunca se olvidan, que siempre hacen faltaâ€?, confiesan. Domador de palabras A sus 90 aĂąos, despuĂŠs de sumergirse a sus anchas en el ocĂŠano de la lĂ­rica, AlĂ­ Chumacero definiĂł la poesĂ­a como “una oleada del inconsciente que sale a flote mediante un esfuerzo en ocasiones violento, que el poeta ejerce sin restricciĂłn al desnudar sombras latentes en el olvido.â€? En el homenaje que se le rindiĂł en el Palacio de Bellas Artes, el 15 de julio de 2008, comentĂł que el poeta era en cierta forma su Ă­ntimo psicoanalista. “La poesĂ­a constituye entonces una descarga, un ir mĂĄs allĂĄ de represiones psicolĂłgicas. Es comprender que, frente a los demĂĄs, su persona es un acusado sin mejor defensa que su propia conciencia.â€? Ese dĂ­a, la poeta Dolores Castro subrayĂł que todas las palabras en la obra de Chumacero son de amorosa raĂ­z. “Es una poesĂ­a oscura porque brota de preguntas fundamentales cuyas respuestas expresan claramente la oscuridad de donde proceden. Al romper el silencio, brotan esas imĂĄgenes poderosas como eco, como movimiento apenas perceptible de alas, pĂŠtalos o pĂĄrpados; imĂĄgenes poderosas de lo inasible o inaprensible o inefable.â€? La escritora definiĂł a AlĂ­ como “un domador de palabras.â€? Estos comentarios han quedado plasmados en los papeles, folletos y programas de mano que resguarda el Archivo HistĂłrico del fce en el pequeĂąo expediente dedicado al maestro. Abundante en fotografĂ­as en blanco y negro —en las que se puede ver al poeta de niĂąo, adolescente, en su juventud y hasta sus Ăşltimos dĂ­as, en compaùía de diversos escritores—, en el expediente figura el billete nĂşmero 38799, que la LoterĂ­a Nacional lanzĂł el 15 de julio de 2008 para festejar los 90

aĂąos del bardo, con el premio mayor de 10 millones de pesos. Una carta manuscrita de Carlos Fuentes a Arnaldo Orfila desde Praga, el 14 de julio de 1961, conservada en versiĂłn digital, evidencia el reconocimiento internacional del que ya gozaba en esa ĂŠpoca quien fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Fuentes solicita a Orfila que le envĂ­e nueve tĂ­tulos que sugiriĂł a una editorial de Praga para que fueran traducidos al checo, entre ellos, en el cuarto lugar, pedĂ­a Palabras en reposo de Chumacero, sĂłlo precedido por Pedro PĂĄramo y El llano en llamas de Juan Rulfo, BalĂşn CanĂĄnâ€? de Rosario Castellanos y Libertad bajo palabra de Octavio Paz. El mayor tesoro Integrada por mĂĄs de 50 000 volĂşmenes, entre libros, folletos y publicaciones periĂłdicas, la biblioteca personal de AlĂ­ Chumacero, adquirida por 24 millones de pesos por el cnca en 2011, es el tesoro que el poeta legĂł a la posteridad. Libros de culturas antiguas, historia, filosofĂ­a, arte y, sobre todo, literatura, asĂ­ como diversos facsĂ­miles, integran el acervo que cuenta con ejemplares como Obras espirituales de San Juan de la Cruz (ed. 1703); la obra clĂĄsica de derecho testamentario De primogeniorum hispanorum origine, ac natura de Luis de Molina (ed. 1727), o el Diccionario de gramĂĄtica de Antonio de Nebrija (ed. 1792). Cuenta asimismo con ediciones del siglo xix como Manifiesto de la naciĂłn espaĂąola a la Europa, publicada en 1809; La armonĂ­a del universo de Juan Nepomuceno Adorno (1862-1882); la novela costumbrista El hijo prĂłdigo: PĂĄginas del libro de la vida de RamĂłn Ortega y FrĂ­as, editada en 1889; y la obra de teatro Una escena estudiantil: Juguete cĂłmico en un acto de Narciso Bassols, de 1894. Destacan algunas rarezas como “Libros que publicĂł Victorino AgĂźeros a principios del siglo xxâ€?, la primera ediciĂłn de las Obras Completas de El Nigromante, primeras ediciones de Jorge Luis Borges, tĂ­tulos de Bioy Casares que nunca se reimprimieron, primeros volĂşmenes de Alfonso Reyes, MartĂ­n Luis GuzmĂĄn, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Gilberto Owen y AgustĂ­n YĂĄĂąez. Cuidador de las obras de los escritores mexicanos mĂĄs reconocidos de la pasada centuria, AlĂ­ coleccionĂł ejemplares dedicados por Octavio Paz, JosĂŠ Vasconcelos, RĂłmulo Gallegos, Carlos Pellicer, Gilberto Owen, Xavier Villaurrutia, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Salvador Elizondo o JosĂŠ Emilio Pacheco. Este acervo puede ser consultado en el recinto ubicado en la Biblioteca de MĂŠxico de La Ciudadela, que forma parte del proyecto La Ciudad de los Libros, junto con las colecciones de JosĂŠ Luis MartĂ­nez, Antonio Castro Leal, Jaime GarcĂ­a TerrĂŠs y Carlos MonsivĂĄis. Una buena forma de conmemorar el centenario del natalicio de este editor legendario es adentrarse en su biblioteca, que muestra una faceta diferente del creador, pues comenzĂł a formarla desde los 10 aĂąos de edad, en su natal Acaponeta. Su padre, llamado tambiĂŠn AlĂ­, gran lector, le heredĂł algunos de los “libros verdesâ€? (por el color de la portada) que hizo Vasconcelos, entre los que destacan autores como Esquilo, EurĂ­pides, Goethe y Dante. En medio de este universo de libros, cuando los tenĂ­a en su casa de la colonia San Miguel Chapultepec, donde se le instalĂł una cama para dormir, AlĂ­ Chumacero pasĂł el Ăşltimo aĂąo de su vida, leyendo sin cesar. •

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adelanto

Vengo del norte Libro de poemas del astuuriano Aurelio González Ovies (Premio Hispanoamericano de Pooesía Juan Ramón Jiménez 1992, entre otros), con su palabra esmeradaa, ritmo, canto y creación de un mundo propio. Presentamos el prólogo y la n de 2017. introducción a la edición francisco álvarez velasco y juan carlos mestre

La palabra (prólogo) Vengo del norte fue accésit del Premio Adonáis en 1992, con un jurado donde estaba, entre otros, Claudio Rodríguez. Se publicó al año siguiente y, veinticinco años después de aquel galardón, el Fondo de Cultura Económica nos ofrece una nueva edición, lo que significa reconocer la importancia de un libro de poesía viva que no ha envejecido y que sobrevive con fuerza a la derrota del tiempo que a tantos libros deja en el olvido. En el texto de las solapas que acompañaba a la primera edición de Rialp se subrayaban dos notas bien visibles: la actitud de profundo arraigo en la tierra que le vio nacer y la de una poesía universal, que trasciende localismos y regionalismos. Tiene, pues, nuevamente el lector en sus manos un poemario que podrá releer y saborear como pan recién salido del horno. Aquí están los temas y motivos que el poeta

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nunca ha abandonado: la memoria impreegnada de melancolía, el doloroso sentir de que el tiempo huye os «náufragos» suyos), el amor (somo a la naturaleza y a los que le rodean y ayu udan al poeta a hacerse como bre y como poeta. homb La naturaleza es naturaleza domestiicada por la mano del hombre; o bien es naturaleza libre, indomable. Imággenes, símbolos, metáforas con much ha fuerza, a través del prisma de un na mirada siempre atenta a la bellezza del mundo. Naturaleza metamorfo foseada a través de procesos de antro opomorfización o, a la inversa, uralización» de la realidad hu«natu manaa. De Baudelaire ha aprendido que el poeta pasa «entre bosques de símbo olos / que lo observan atentos con mirada familiar». Veengo del norte supuso, en cierta medida, un paréntesis en la trayecto oria del poeta asturiano, con una poética marcada siempre por la sob briedad en el decir, como ya

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veían José Hierro y María Elvira Muñiz en el libro En presente, de 1991. Vengo del norte parece escrito a vuela pluma, sin pausas, desde la abundancia del corazón, como una purga de la emotividad rebosante. El resultado son veinte poemas; o mejor, un solo poema en veinte tramos, en que los únicos respiros para tomar aliento están marcados por el estribillo «vengo del norte». Aurelio González Ovies nunca abandona la melancolía, que ya descubría José Hierro en 1991: «Evocación melancólica, más aún si el cronista de la evocación actúa desde el Norte peninsular, donde reina la Musa del Septentrión, Melancolía». Leemos en estas páginas: me mandan los patrones de la melancolía, me mandan los barqueros de lo inolvidable, los sabios cirujanos de las desilusiones, los curtidos carabineros del ensueño […] Vengo del Norte, de la isla de los desaparecidos, de la locomotora del olvido, de los abedules de la melancolía, de los antepasados del saúco. Empeñado siempre en parar las aguas del olvido, rescatando los momentos luminosos de su memoria o proyectándose a un futuro donde pueda encontrar un locus amoenus donde levantar una casa y un entorno idílico. Y contra la fugacidad del tiempo, el empeño del poeta en pararlo en la eternidad (palabra recurrente en el poema): Quiero vallar aquí la eternidad para todos los míos. […] Algún día tendremos una casa, algún día seremos dueños de una pomarada donde la eternidad despierte con los gallos y te ayude a peinar a nuestros dos mil hijos. Por aquellos años de fin de siglo, y desde mucho tiempo atrás, en el imaginario occidental se buscaba el eu-topos en el horizonte que llevaba a los «mares del sur». González Ovies, en cambio, exalta el Norte, lo norteño y la mar cantábrica: Vengo del Norte, de donde las sirenas siguen llamando a Ulises, de donde los recuerdos se borran con la lluvia, de donde los destinos se reman con los brazos muy abiertos.

Nunca abandonará la celebración de la belleza, ni siquiera en su libro — más duro y existencial —Nada (2000)— donde se enfrenta a la realidad de los manotazos duros, de los golpes helados que propina la muerte («yo amaba a mi madre por encima de todo, / por encima de dios, sobre todas las cosas, / y quería abrocharle al cuello un arco iris»). En estos poemas no falta la presencia de la muerte («sé un poco del trayecto de la muerte»), pero con otra mirada: que la muerte es la vida en otra parte con el mismo manzano, la misma casa al norte, los mismos rostros gratos y el mismo perro.

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En sus dos últimos libros, Entonces y Estancia fugitiva (2017), hay un poeta estoico al que los años le han curtido en aceptar que la vida es como es y que un día termina. La belleza se corporeiza en la mujer, ese «tú» insistente a quien parece dirigirse el discurso en forma de monólogo interior: Serás tú la heredera del rocío y de las lunas llenas, tú la que cure con hierbas los dolores del mundo y la que más entienda del vuelo de los pájaros y el croar ensordecedor de las tristezas.

¿Qué le puede decir Vengo del norte a un lector del siglo xxi, ya próximo a terminar el segundo decenio, cuando masas de turistas aquejados de la prisa del consumismo sustituyen la mirada directa por el objetivo de la cámara, que no puede ofrecer más que instantes muertos? Lo expresan estos versos: «Quisiéramos quedarnos en este amor vallado, / acariciar la vida templados como un clima». Y, sobre todo, le dice que la poesía es palabra cuidada y ritmo y canto y creación de un mundo propio que nos ayudará a sus lectores a entender el nuestro. Así es, lector, la que tienes en tus manos y te ofrece un poeta desde una voz personal inconfundible que sigue, cinco lustros después, en plenitud creativa. El lugar (introducción) Hay un lugar en las palabras para la fundación de la memoria, como hay en la filosofía de la tierra un sitio para la presencia súbita de una lejanía que deviene en verdad, en otra de las formas de conocimiento que donan su voz al recuerdo: la poética imperecedera del mundo. En ese espacio existe la cifra de este libro, la reflexión sobre un espacio remoto donde la voz articula el canto de un ayer, el eco de la blancura y de la profundidad donde anochece el misterio nunca oscuro de la tierra. Habitan este idioma los ritos que hacen de la vida una celebración de la existencia, el vértigo espiritual que atraviesa los valles del exilio, el canto de la tierra ingenua que Mallarmé oía en los élitros que pueblan las cárcavas, la lluvia de meteoros sobre los agostamientos del olvido y los perturbadores conceptos del curso del tiempo. Viene esta voz a resucitar otras voces, a echar pan a los pájaros primordiales de la imaginación, a retallecer las infancias en la propiedad sin dueño de la ensoñación. Es el agua que brota de la biografía del mundo, los valles inventados por la luz de un génesis laico, la voz sin boca que nomina los paisajes donde la felicidad tuvo algún día el sonido esencial de las cosas, la lágrima de laurel de los aprendizajes, el color de los castaños y las vacas, de los seres persuadidos por la transparencia de los manantiales, los entregados al elogio de la dignidad humana como un único destino ético del habla. El poeta ofrece, entrega su visión del universo a quien fue su dador, no a las arduas mareas de la historia, sino al cómplice sin otro amo que el azar de los astros y la intemperie pura de lo azul, la república donde todos los mitos de la sombra, todas las figuraciones de la caverna se resumen en uno: la verdad donde no anochece, el ámbito solar regido por la exactitud armónica, una, otra

¿Qué le puede decir Vengo del nortee a un lector del siglo xxi, ya próximo a terminar el segundo decenio, cuando masas de turistas aquejados de la prisa del consumismo sustituyen la mirada directa por el objetivo de la cámara, que no puede ofrecer más que instantes muertos? Lo expresan estos versos: «Quisiéramos quedarnos en este amor vallado, / acariciar la vida templados como un clima».

hermosura desconocida por los arquetipos de lo bello. Son las huellas de los dioses huidos por el camino que se bifurca hacia su nada, el rastro que conduce a la aldea gramática del caminante visionario, del soñador, del enamorado y el santo, todos aquellos vulnerados por el resplandor, quienes ya en la extranjería de la existencia, frente a la esclerosis de la rutina, eligen un emplazamiento para resistir, un nuevo espacio donde preservar los lenguajes de la delicadeza humana y su visión del cosmos, el poema como una casa de acogida ante el abismo, una construcción vocálica contra la muerte. Partir, volver, no otro es el máximo ejercicio de la libertad humana, el de enfrentarse a la duración con el único artificio que aún salva, la esperanza opuesta al miedo, con la resolución de quien ha hecho de su voz un acto de creencia y con ella se opone a la finitud, y soporta, también, la destrucción de lo imaginado entre el atavismo de lo mortal. El poeta se hace aquí memoria sonora del tiempo, la viva presencia de un ser abandonado al solitario aullido de las tristezas del origen. Cuanto el poeta evoca al instante su imaginario lo cumple, como designación y ventura de una realidad paralela, como balizamiento de un rumbo cuyo principio desconocemos pero que se nos revela en lo arcano, acaso el domicilio espiritual del nómada, de la criatura sin otra posibilidad de existencia que su viva unidad en el lenguaje, ya uno mismo el individuo y el que asume su lugar en la otredad del prójimo. Éstas son las tierras honradas de Aurelio González Ovies, siglos de signos grabados sobre el barro emocional de la cultura y las rocas de la decencia que todavía cimientan las cabañuelas y el faro del lenguaje, sobre las páginas de madera del carpintero y las extensiones azules de los nautas. Páginas donde elevar los címbalos que atraerán palabras, donde soplar los vilanos de la flor nocturna de las utopías, páginas

donde el crepúsculo huele a carburo y manzanas, y llevan los seres esclarecidos un silbido de estrellas sobre la frente. Viene del Norte este viento que entra por debajo de la puerta a secar las prendas del lamento, las vestiduras de octubre, esta brisa de otoño en el rostro de las madres que desgranan guisantes bajo los epitafios romanos, este vendaval que levanta la techumbre de las chozas y trae una fragancia violeta a la humildad de las cuadras. Es la restauración de lo digno sobre las zonas clausuradas a la necesidad de lo bello, una paz contemplativa que vuelve a pronunciar, ante venerados padres, el conjuro de la tribu. El atardecer es un acto de justicia para los amantes como es toda aurora una audacia hacia el nuevo misterio. Con la necesidad de esas aguas está hecho el río de este pensamiento, la escritura del lar, lo que no ha nacido para morir como el ruiseñor de Keats sigue siendo la perduración de un milagro, el acogimiento de lo real en el lugar donde echa el prodigio sus raíces simbólicas, el suelo de la muerte sobre el que granan las promesas estacionales y las sílabas que articulan la conciencia del mundo. Éste es el libro que necesita un pueblo, una asamblea de dialectos en la evocación de los antepasados, la promesa en busca de rostro, la memoria como otra forma de justicia. Poemas más allá de las fronteras de la finitud y los linderos del pensamiento crepuscular, al otro lado del cansancio ontológico y del horizonte donde los campesinos curan con malvas las heridas de la nieve. Poemas como manos oferentes de los modestos príncipes de las brañas, los pastores de la sal ante los inviolables hielos, últimos confidentes del ardor y el olvido. Como recién nacido, derrama el sol sus cántaros sobre el relato enfermo de las aldeas, sobre las vegas de helechos y la sangre nocturna de las herrerías del sueño. Como recién escrita, mancha esta tinta de leyenda las manos de quien sostiene las razones de su vida como un campesino el arado, un surco para las simientes de la luz futura, una más alta existencia en el territorio de las ensoñaciones. Está aquí la presencia de los anónimos que siguen roturando las tierras baldías con la herramienta moral de los bienaventurados, la misericordia como conducta, la afinidad ante los semejantes como ratificación de una alianza con los desafíos de la igualdad. Muere aquí la guerra, calman sus heridas los silenciados, nacen aquí, contra todo poder que desprecia a las víctimas, los recién nacidos ojos compasivos del mundo. Hay vértigo y hay relámpago, hay una altísima revelación del alma sobre estas apacibles praderas de escritura. Hay un río verbal que desemboca en el cielo, el zumbido de los predecesores en el colmenar de los fugaces, el rastro sidéreo de los que aún caminan hacia otro azar, hacia otra más reveladora elevación del canto. Nunca amanece sin bondad, por eso hay soberanía de claridad en estas páginas hechas con la misma materia aérea del carbón y la sustancia mineral del pájaro, la matemática silvestre sobre la ruina de los viejos relatos, la fértil venganza de una primavera marina sobre el desierto de la melancolía. No hay culpa junto a esta belleza, sólo justicia. •

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fragmento

De la paz, sueño y figura La Paz. 1876, próxima publicación del fce, describe el estado político del mundo en ese año para desenredar la madeja de d acontecimientos que desembocaron en hitos como la primera Guerra Mundial y la Revolución mexicaana. Presentamos un fragmento. mauricio tenorio trillo

¿Hemos sido sembrados para la fibra o para la semilla? víktor shklovski, La tercera fábrica/É /Érase una vez

De la larga trayectoria de la palabra paz para entender el cacharro pax A fines del siglo xix, un trozo del Mahãbhãrata, el Bhagavad-Gita (circa siglo iii a.C.), fascinó a medio mundo: a Schopenhauer o a Francisco I. Madero, a Herbert Spencer o a Friedrich Nietzsche. El texto abre con los preparativos para la batalla en Kurukshetra entre dos ejércitos, los kurus y los pandavas, dos clanes emparentados. Los versos son memorables: comienzan con Arjona, el joven dirigente de los pandavas, presto a emprender la batalla en compañía del cochero de su carruaje que es nada menos que la encarnación de Visnú, Krishna. Arjona duda, se angustia ante miles de soldados “tan urgidos de guerra”; son clanes hermanos, son la misma gente: la guerra parecía insostenible. Arjona quiere la paz, o al menos no se muestra dispuesto a la guerra que está a punto de comenzar. Deja caer su arco al suelo. Y entonces comienza el legendario diálogo del Bhagavad-Gita entre Arjona y Krishna. Después de 700 versos en sánscrito, se lee que Arjona ha recogido su arco y se lanza, decidido, a la guerra, y así continúan las historias de guerras y dinastías del Mahãbhãrata… como en la Ilíada o como en toda la historia del mundo. A pesar de la reputación de la India cual mística tierra de la no violencia y la paz (ahimsa), como ha mostrado Richard Salomon, en la historia antigua de la India “la guerra era la regla y la paz era prác-

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ticamente la excepción.” La legendaria historia del subcontinente está repleta de guerras y de pensadores de la guerra como el texto del siglo iii a.C., redescubierto a principios del siglo xx, Arthashastra de Chanakya, asesor del imperio maurya. El texto describe las artes de la guerra y de la paz, así, cual Maquiavelo. Todo el diálogo del Bhagavad-Gita es sobre la guerra; ese coloquio de hace más de 2 000 años ya era sobre el sentido y el sinsentido de la guerra, sobre la posibilidad de la paz. “No pelearé”, dice Arjona a Krishna; no encuentra sentido en la muerte, en matar a sus amigos y parientes, en arriesgar la vida por poder y honor. “Una persona verdaderamente ilustrada”, responde Krishna, “no padece ni por los muertos ni por los vivos.” Krishna enseña la importancia no del triunfo sino del deber; hacer lo que hacer toca cuando toca, el Karma: apego al deber con disciplina (Yoga). Hace miles de años, Krishna convenció a Arjona de lo vital e inevitable que tiene la guerra: tarde o temprano toca porque toca y en ella, instruye Krishna, “considera Arjona que son iguales éxito y fracaso”; el equilibrio es Yoga, es desapego a los fines de la acción, fidelidad al deber que es sopesar y aprender a vivir con lo que produce, en sus límites, la existencia humana: miedo. La historia, medieval o moderna, o el arte y la literatura, del siglo xv vo xix, cuentan y cantan este sentido del deber, tan esencial, que la guerra ha representado en la historia humana.

Independientemente de la crueldad * y maldad de la guerra, más allá de Pensemos la paz más allá de 1876. Al la justicia o injusticia de una u otra guerra, de victorias o de derrotas, la ser lo otro de la guerra, la violencia, guerra ha sido lo que toca, un deber la inestabilidad y el desorden, el demasiado frecuente. Y el miedo concepto de paz parece de claridad ha guiado las acciones porque en envidiable, si comparado con otros resumidas cuentas los extremos de conceptos del mismo jaez (soberanía, Estado, felicidad o amor). Es un la valentía o de la cobardía son resultados del miedo. Los atributos de término tan viejo y tan sin mistenobleza, heroicidad, hombría o sario que asombran las mutaciones crificio, de reyes o de gente común, —importantes— de significado a eran y son resultados de la guerra. Y través de la historia. La claridad es, no obstante, engañosa: “paz”, como ese armatoste moderno por excelencia, el Estado-nación, fue la paz del Dios, apela a algo clarísimo pero futuro soñada en el deber de una u inexistente; su nitidez semántica otra guerra, en las trece colonias en deriva de evocar un sentimiento 1776 o en Haití en 1804 o en México no de describir una realidad; es al en 1821 o en Alemania en 1871. mismo tiempo un nombre sin cosa Este es el punto: en la historia de que nombrar, y un afán humano por la vida de casi todo Estado-nación lograr algo tangible que quepa en su moderno la paz ha sido una excepnombre: “paz.” ción; lo normal ha sido la guerra. La voz latina pax pasó a varias ¿Qué es la paz en la histovernáculas del latín —paz ria? ¿Cómo sabemos que (portugués y español), paix la vivimos? ¿Cómo se ha (francés) o pace (italiano)—. El inglés peace logrado históricamente? Ni viene también del término Krishna ni Arjona respondieron a las preguntas. latino, pero no los concepDisecaré el término, paz, y tos de Friede en alemán o sus connotaciones, pero no mirr en ruso (paz por mir espero dar con la fórmula es trasunto de intricada de la paz eterna, porque r traducción porque mir, La paz he aquí la moraleja que el dicen los filólogos, tam1876 historiador se abstiene de bién nombra “campesino” mauricio tenorio pronunciar: si ha de aleco “comunidad”) o las dos trillo palabras chinas que, según cionar en el presente con el cómo se conquistó la paz Thomas Hippler y Miloš fce, méxico, 2018 en el pasado, el historiador Vec, significan dos ideas de corre el riesgo de converla paz: heping (paz ententirse en Maquiavelo antes dida filosóficamente) y wu (paz como tratado, tregua que en Arjona o Gandhi.

“alegoría de la paz de westfali a”, grab ado de vá clav hollar, 1648.

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o fin de guerra). Y ahĂ­ la no latina y noble palabra sĂĄnscrita shantii (paz, tranquilidad, calma, resignaciĂłn, estrategias para evitar la guerra). T. S. Eliot la hizo famosa en las Ăşltimas lĂ­neas de The Waste Land d (“Shantih, shantih, shantihâ€?). (El poeta mexicano JosĂŠ Gorostiza remata “Muerte sin finâ€? (1939), una suerte d a la mexicana, de The Waste Land sin shantii pero con igual y rotunda paz: â€œÂĄAnda, putilla del rubor helado, / anda, vĂĄmonos al diablo!â€?). No obstante, en muchas lenguas pax, asĂ­, en latĂ­n, es de uso mĂĄs o menos comĂşn como orden imperial ((pax romana, pax hispĂĄnica, pax x britĂĄnica, pax x americana). Este uso ya desnuda que la paz no es una realidad sino una escala moral y polĂ­tica: hoy pax x (romana o americana o soviĂŠtica) insinĂşa que no hubo paz, que en realidad fue paz fingida, violencia, guerra y poder pero con fachada de tranquilidad. Es, pues, intrincado el significado de paz; parece nombrar algo obvio aunque a ciencia cierta no estĂĄ claro quĂŠ designa. De comĂşn, paz refiere no a una presencia, sino a una ausencia; a saber, la de la violencia y la guerra. Ausencia que es la de algo de alguna manera siempre presente, si consideramos la vida cotidiana de muchos en todo momento. El Oxford English Dictionary (oed) define peace como “liberaciĂłn de (freedom from) revuelta civil o desorden; orden pĂşblico y seguridad.â€? Es decir, de ya la definiciĂłn incluye, con lo de orden y seguridad, eso que declara ausente: algĂşn gĂŠnero de violencia. En inglĂŠs, que no necesariamente en las lenguas romances, paz, precedido del artĂ­culo the, dice el oed, denomina en exclusiva la dimensiĂłn estatal y polĂ­tica de la paz, el orden pĂşblico producido por la ley. En espaĂąol, desde el siglo xvi, se registra paz como pĂşblica tranquilidad, un tĂŠrmino que, segĂşn SebastiĂĄn de Covarrubias (1611), “es lugar comĂşn en el qual los oradores fe eftienden contando los bienes que fe figuen della, y los males de la guerra su contraria.â€? Es el fin de la guerra o la tregua en la guerra. La EncyclopĂŠdie (1751) decĂ­a que, en religiĂłn, “esa palabra [paz] tiene un significado muy extenso y siempre favorable en las Escrituras. Se entiende como alianza, amistad, concordia, alegrĂ­a, prosperidadâ€?, y en su versiĂłn jurĂ­dica paz era La tranquilidad de la que dispone una sociedad, ya sea en su interior, por el buen orden que reina entre sus miembros, o bien hacia afuera, por el buen entendimiento en el que convive con las otras naciones [‌] En estos imperios, establecidos anteriormente por la fuerza de las armas o por el remanente de la barbarie, la guerra sĂłlo conduce a los honores, al ser tomado en cuenta, a la gloria; prĂ­ncipes y ministros pacĂ­ficos estĂĄn constantemente expuestos a la censura, al ridĂ­culo, al odio de un montĂłn de sanguinarios cuyo interĂŠs es el desorden.

La paz, pues, fue la inocentada preilustrada que la IlustraciĂłn hizo principio ĂŠtico, no realidad histĂłrica. Una definiciĂłn reciente en francĂŠs recoge estos aĂąejos significados (Nicolas Offenstadt): la paz “es similar, dependiendo del contexto, a una situaciĂłn de reposo, a una disposiciĂłn interior, a una armonĂ­a social, al orden social‌ a la ‘concordia cĂ­vica’, a la ‘ausencia de guerra’, al cese de las hostilidades, para no mencionar mĂĄs connotaciones y las

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combinaciones y repeticiones entre un sentido y otro.â€? En inglĂŠs y en todas las vernĂĄculas del latĂ­n, paz tambiĂŠn quiere decir ausencia de pleitos, de violencia, en el individuo o entre individuos. Y en este sentido paz tambiĂŠn implica disciplina y resignaciĂłn, como en “dejĂł el alcohol y encontrĂł la paz interna.â€? Paz, pues, siempre aparece en concupiscencia conceptual con guerra y violencia que, por seguro, no parecen necesitar definiciĂłn. Por siglos, sin embargo, el ius ad bellum (derecho a declarar la guerra) y el ius in bello (reglas de enfrentamiento en la guerra) han servido para determinar criterios semĂĄnticos de la guerra que, de cualquier forma, sucede porque sucede. La violencia tampoco parece necesitar definiciĂłn, siendo cosa tan evidente y comĂşn, aunque sea enmaraĂąado abarcar en una lĂ­nea los muchos tipos, frecuencias y cualidades de la violencia. Recientemente, con todo, Johan Galtung aventurĂł una definiciĂłn breve y envenenada: violencia es “la diferencia entre lo potencial y lo real, entre lo que pudo ser y lo que es.â€? La idea de paz, en cambio, como remedia tanto (al fin y al cabo la guerra ha sido la escena prevalente de la historia humana), ha hecho las de imĂĄn de connotaciones positivas que, desde mi punto de vista, no pertenecen necesariamente a los esenciales de la paz. A partir de Kant, distintas escuelas filosĂłficas y polĂ­ticas han adherido a paz cosas como “el estado de derechoâ€?, aunque el hecho de que la paz florezca en el estado de derecho no significa que no haya sido paz; x romana o la paz por ejemplo, la pax pactada corruptamente entre clanes x post 1876. La mafiosos o la pax guerra tambiĂŠn tiene una historia de “leyes pactadasâ€? y de no ley. Porque la paz en la historia revela que, para quien la ansĂ­a o la vive, ella en sĂ­ es un fin que hace olvidar el cĂłmo. TambiĂŠn se han pegado a la idea de paz las de cooperaciĂłn, solidaridad y filantropĂ­a. De la guerra, claro, tambiĂŠn puede decirse lo mismo, tanto o mĂĄs que de la paz. Sin cooperaciĂłn no hay ni paz, ni guerra. Y no ha habido forma mĂĄs profunda y humana de la hermandad que la que las guerras inspiraron en soldados, cronistas, pintores o memorialistas. En esencia, y a pesar de los Ăşltimos 200 aĂąos de pacifismo, la idea de paz difĂ­cilmente se descarga de su connotaciĂłn de forma legĂ­tima, controlada, de la violencia humana. (La pax x post 1876, asĂ­, al mismo tiempo pierde y gana su calidad de impresentable; la gana porque ÂżquĂŠ paz no ha sido tramposa, no ha sido al mismo tiempo guerra y paz? y la pierde porque ante los ojos del siglo xx y xxi la pax x post 1876 resulta inaceptable moralmente). •

crĂłnica

Hacia una cultura de paz del fce Este proyecto sigue avanzando con actividades sustantivas en diversas partes del paĂ­s. Presentamos el informe mĂĄs reciente (mayo de 2018), una crĂłnica de uno de los animadores del seminario. carlos antonio de la sierra

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n 2013 el Fondo de Cultura Económica decidió crear en Apatzingån, Michoacån, un centro cultural que permeara la cultura de la paz a travÊs de talleres, intercambios comunitarios y reflexiones. Así, con la participación de gestores locales y el apoyo de los tres órdenes de gobierno, nació el centro cultural La Estación en la vieja estación del ferrocarril de esa ciudad. Inaugurada oficialmente en marzo, La Estación y los compaùeros que la conforman y animan han sido la punta de lanza de un proyecto mayor de esta casa, propuesto en el libro Cultura de paz, palabra y memoria. Un modelo de gestión cultural comunitario (MÊxico, fce, 2016, 2017, 2018). La idea principal es que las pråcticas ejercidas en este espacio correspondan al modelo de cultura de paz formulado en el libro. Para ello se diseùó una propuesta pedagógica, un seminario que, a travÊs de compartir nociones y conceptos claves sobre la cultura de paz, sirviera como referencia conceptual, metodológica y pråctica para los mediadores que integran el proyecto. DespuÊs de largas sesiones de trabajo con especialistas en el tema de la violencia, con gente de Apatzingån que nos hizo conocer su realidad, problemåtica, necesidades y exigencias y, sobre todo, por el trabajo inicial de nuestra querida Luz María Chapela (q.e.p.d.), pudimos concluir un primer esquema del contenido de la capacitación. El objetivo fue diseùar un trazado compacto de cuatro módulos que

permitiera un curso ågil y propositivo en el que, a partir de conceptos y pråcticas específicas, reflexionåramos sobre la cultura de paz. Partimos de una noción sencilla pero categórica: cultura de paz es un conjunto de valores, conductas, comportamientos e inclinaciones de los seres humanos que aspira a respetar la vida y la dignidad humanas. Con esa orientación puntual pudimos cimentar los módulos y el contenido del seminario. El modelo de cultura de paz y su estructura pedagógica descansan en cuatro ejes: la palabra (a travÊs de la lectura y la mediación lectora); la resignificación y la generación de registros vía la vindicación de la memoria; las expresiones artísticas como fuente inagotable para el desarrollo de la sensibilidad humana y las relaciones comunitarias, diseùadas para formar e impulsar habilidades de gestión cultural. Los cuatro módulos giran en torno de estos ejes, aunados al contenido y los objetivos particulares de cada uno de ellos. El nombre del seminario es Hacia una cultura de paz: la palabra, la memoria y las pråcticas comunitarias, y los cuatro módulos son: 1 ) Modelo de gestión para una cultura de paz. 2 ) Cultura propia, memoria e identidad comunitaria. La literatura como construcción de uno mismo. 3 ) Mediación lectora. Creatividad, expresión artística interdisciplinaria y capacidad lúdica. 4 ) Cultura de paz y convivencia. La empresa central es que los temas sugeridos tengan causalidad para generar una reflexión cualitativa

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vinculada al entorno de los mediadores y sus conflictos e intereses particulares. Tanto el modelo como el seminario, al ser contingentes, pueden ser adecuados y adaptados a realidades acotadas. También por ello, después de varios ejercicios de capacitación, se han reforzado los tópicos y los conceptos fundamentales mediante el trabajo de campo y el contraste de nuestra propuesta con los requerimientos, necesidades y aportaciones de los habitantes de esos territorios. Ricardo Lugo y yo impartimos por primera vez el seminario en Apatzingán. La experiencia fue reveladora y sumamente provechosa. Si bien Apatzingán es uno de los municipios con mayor índice de violencia del país, su gente es trabajadora, orgullosa de su lugar de origen y dispuesta a participar comunitariamente para darle vuelta a la infortunada página que han vivido. Esto es, y aunque se lea como una perogrullada, no todos los habitantes de Apatzingán son violentos o forman parte del crimen organizado. Es importante subrayarlo, pues el nuestro ha sido un primer ejercicio crítico para ir cambiando las miradas prejuiciosas y unívocas sobre esta región. No vamos a tapar el sol con un dedo: la violencia existe ahí, por eso se comenzó el proyecto en este lugar. Nuestra apuesta es contribuir positivamente para dimensionar el conflicto desde otra perspectiva y con herramientas de reflexión y diálogo. Dicho de otro modo: resaltar las cualidades afirmativas y esperanzadoras de las subjetividades. Apatzingán es un territorio de una inmensa riqueza natural y pertenece a un estado vastísimo en expresiones cultura-

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les. Entre otros muchos detalles, los michoacanos se vanaglorian, por ejemplo, de tener la comida más sabrosa y variada del país. Y puede ser. De ahí la apuesta por el cambio de horizontes y visualizar esas comunidades desde otra óptica, rutas esperanzadoras apegadas a ese concepto digno y en constante movimiento que denominamos cultura de paz. Después de esta experiencia concluimos que el seminario es una propuesta pertinente, reflexiva e incluyente, que puede ser compartida con otras comunidades que no necesariamente entren en la nomenclatura de territorios violentados. Cultura de paz no es sólo una actitud o comportamiento que ayuda a mitigar la violencia o el dolor en lugares devastados por el crimen; tenemos que verla como una forma digna y ennoblecida de vida. Esto es: un proceso inacabado que no busca un objetivo último (la paz) sino una sucesión de ejercicios, abstracciones y maneras de vivir que motiven versiones distintas en nuestras relaciones con los otros y el mundo. En resumen, ver estas ideas y prácticas como una parte ineludible y necesaria de la vida cotidiana de los seres humanos. Por eso el fce propuso reproducir el seminario en otros espacios —donde se ha desarrollado con éxito— porque claramente atiende una necesidad, la de comenzar a hacer una pedagogía de la cultura de paz. Así, compartimos el seminario en la Biblioteca México de la Ciudad de México con bibliotecarios, gestores culturales, funcionarios de la cultura, talleristas y mediadores de lectura. Junto con el Instituto Cultural de Aguascalientes (ica), lo

trabajamos con directores de casas de cultura de los municipios de ese estado. Ambas fueron gratísimas experiencias por la diversidad de saberes de los participantes. Mención aparte merece el gran proyecto que se gestó con las escuelas normales rurales del país mediante una alianza del fce y la dgespe de la sep. De esta manera, llevamos el seminario a algunas normales de la República donde alumnos y maestros interesados tuvieron oportunidad de participar y nosotros de conocer algunas de las problemáticas puntuales de la educación en México. Estuvimos en la Normal Rural R Carmen Serdán de Teteles, Puebla, en la Superior Federal de Aguascalientes, José Santos Valdés, en la normal rural “Benito Juárez” en Panotla, Tlaxcala, en la Normal Experimental Rafael Ramírez y en la del Valle de Mexicali, estas dos últimas en Baja California. Para nosotros fue una experiencia sustancial y significativa porque pudimos cotejar visiones distintas del modelo de cultura de paz, pues las dinámicas en escuelas tan distantes tienen peculiaridades. Por las evaluaciones cualitativas que hicimos, nos dimos cuenta de la trascendencia que el seminario había tenido en la vida académica, escolar y cotidiana de los participantes. También tuvimos la oportunidad de compartirlo en Cali, Colombia, con bibliotecarios y gestores interesados en la cultura de paz. La experiencia fue ilustrativa en términos de diferencias con nuestro proyecto, pues en Colombia suele hablarse de “paz” y no de “cultura de paz.” El seminario, gracias a los testimonios, la retroalimentación y el trabajo de campo, ha sido objeto

omar domíngue z de los santos

de adecuaciones para bien. Se han incorporado nuevos temas que le dan mayor alcance y mayor impacto al trabajo en las comunidades. La aspiración de quienes hemos participado en su construcción y tratado de compartirlo no como un esquema impositivo sino horizontal, abierto e incluyente, es que pueda ser replicado en todo el país, no sólo en las comunidades golpeadas por la violencia; llegar, pues, al mayor número de lugares posibles. El desafío es incentivar procesos y cavilaciones que se enraícen como formas de vida para potenciar comunidades resilientes. Por último, quisiera destacar la labor de mis compañeros docentes del seminario: Ricardo Lugo, Erika Burgos, Verónica Macías y Beatriz Soto, y dar la bienvenida a dos colegas que recién se integran al equipo: Bárbara Martínez, de Cuautla, y Adriana Álvarez, de Aguascalientes. Todos hemos estado apoyados por el equipo del fce. Nuestra búsqueda es enaltecer y honrar la vida, y sugerir que los encuentros entre las personas pueden sobrellevarse mejor si reivindicamos ideales últimos de los seres humanos como esperanza, respeto, solidaridad y amor. •

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polis, o sea, en una pequeña ciudad, cerrada. Las utopías se sostienen sobre la base de una serie de reglas impuestas, que exigen el equilibrio. La Ciudad de Dios es el preludio para alcanzar la verdadera ciudad divina, la celestial. Las utopías están hechas sobre la base de la supresión del otro y anulan, por lo tanto, toda contradicción posible. En la república platónica, por ejemplo, poetas y poesía, en tanto que no dicen verdad, deben ser alejados de la vida en común. En la Ciudad de Dios no tienen cabida los herejes ni quienes lleven vidas disipadas. El demonio es el enemigo: es decir, el otro, el disidente, el que anuncia la contradicción, el que se opone al orden establecido. En la utopía de Vasco de Quiroga, o sea, los Hospitales de Santa Fe, se advierte que están prescritas las horas del sueño y la comida, el tiempo de la oración y el del trabajo: no hay espacio para el arte ni para la música ni para, hélas, la poesía. Hegel dice que todo pensamiento nuevo aparece bajo la forma del mal y asume una connotación demoniaca: el diablo es el enemigo. Sin embargo, Antonio Machado dijo que “en una república cristiana, democrática y liberal conviene otorgar al Demonio carta de naturaleza y de ciudadanía”, es decir, que al prescribirle sus deberes, se le habrá de otorgar también el derecho específicamente demoniaco: el derecho a la libre emisión del pensamiento. En las utopías ¿se establece este derecho? ¿Existe el derecho a la expresión libre del pensamiento? ¿Cabe la disidencia? ¿Tiene lugar el diferente? Los ateos, los herejes, los paganos ¿son ciudadanos de la Ciudad de Dios? Si el paraíso ha sido alcanzado, al que no esté confordel tejido de lana, el lucro, desplaza me con él, ¿qué destino le espera? Quien discrepa del reino de los a los campesinos de su tierra y los cielos que el dictador ha construido lanza a la mendicidad y el crimen. aquí, en la Tierra, ¿qué puede haLas utopías muestran, desde otro cer? En el mejor de todos los casos, ángulo, el deseo casi patológico por encontrar la perfección. Desde esta guardar silencio. Si no lo hace, es desterrado a Siberia, recluido en alperspectiva, constituyen un modelo gún hospital psiquiátrico, asesinado extremo de gobierno, el deseo en su con un tiro en la nuca. estado puro, la búsqueda de la felicidad absoluta. Para existir, exigen por La utopía es el diseño de un estado perfecto de la sociedad. La socienecesidad la supresión del enemigo, dad utópica se divide en dos grandes del diferente, del Gran Otro. Las utopías difieren en muchos de segmentos: en uno (el superior, desde luego) se hallan los gobernantes sus rasgos: algunas fueron dictadas (sabios, prudentes, dulces, ejercen por el ideal de pureza que la doctriel poder con ternura); por otro están na cristiana contiene; otras porque suponen que el desarrollo de la cienlos gobernados, quienes trabajan y cia y la tecnología podrá resolver aceptan con sumisión las leyes y las órdenes superiores. La condición de los problemas que la nueva sociedad provoca (así, en Bacon). La utopía su existencia es precisamente esta de Chayanov se inscribe en este sumisión, el acatamiento (acaso consciente) del orden (y las órdenes) último sendero: diseña una sociedad agrícola apoyada en una tecnología que asumen como si fuera absolutamente racional. rudimentaria. Hay un problema que surge al En La Ciudad del Sol, de Tomaso examinar las utopías: su origen. Campanella, existe un Libro de la Se trata, en todos los casos, de la Sabiduría en el que están escritas descripción de una sociedades que con claridad todas las ciencias: todas las estrellas, todas las existe, de hecho. Jamás se dice cómo se llegó a ella. El figuras matemáticas, toda la Tierra, todas las piesoñador utópico las diseña de acuerdo con el deseo, su dras, todos los animales, deseo. Se localizan en lutodas las plantas, todas las gares que no existen (salvo lenguas, todas las posibles invenciones mecánicas. en la mente de su creador). Una vez más, cabe la preQuiere decir que todo se sabe ya, que no hay lugar gunta, ¿cómo se sostienen? Examinadas con atenpara la innovación ni para Viaje de mi ción, las utopías son el cambio. hermano La utopía de Chayanov rígidas y reclaman el Alexei al país de la utopía equilibrio, el orden, la perfue escrita en los primeros campesina años del segundo decenio fección. No son dinámicas del siglo xx, en el momento ni es por casualidad que se alexander chayanov sitúen en islas: el viento del en que Lenin había dicho exterior las contamina y que el socialismo consistía fce, méxico, 2018 las destruye. La utopía de en el poder soviético (el Platón se localiza en una poder de los consejos del

La utopía campesina de Chayanov

Nuestra serie –topías tiene nuevo título Viaje de mi hermano Alexei al país de la utopía campesina, de Alexander Chayanov; presentamos el epílogo de Jaime Labastida contenido en la obra. Compartimos también una reseña de otro libro de la serie, Cristianópolis, de Johann Valentin Andreä. jaime labastida

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topía es el neologismo creado por Tomás Moro en 1516 para designar la isla en la que situó una sociedad ideal. Formó la voz con dos raíces griegas: ού, no, la pura y simple negación objetiva, y τόπος, lugar o región: un sitio que sólo existe en la imaginación, sin duda en el deseo. Tomás Moro, que luego fue declarado santo por la Iglesia católica, escribió su libro en latín. El descubrimiento de América, por una parte; la insatisfacción profunda con el estado de cosas en que se hallaba la Europa finimedieval y protorrenacentista, por otra, produjeron otras utopías un siglo después: La Ciudad del Sol, de Tomaso Campanella, también escrita en latín, y Nueva Atlántida, de Francis Bacon, escrita en lengua vulgar (inglés). Podemos considerar utopías la polis que Platón diseñó en Πολιτεία; Civitas Dei, de Agustín de Hipona, algunos monasterios, los hospitales para los amerindios de Vasco de Quiroga o los sueños siniestros de los ingenieros civiles que intentaron í sobre la Tierra, el construir aquí, reino de los Cielos. (Hablo de los regímenes totalitarios del siglo xx, espacios de hielo y acero.) Varios rasgos deben destacarse en los sueños utópicos. Son, sin duda, una crítica despiadada de la situación social existente: denuncian una clara y profunda insatisfacción con el estado de cosas. Moro dice, por ejemplo, que en Inglaterra “las ovejas, que eran mansas y se alimentaban con poco, se han vuelto voraces y devoran a los hombres”, es decir, que el afán económico de la industria

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pueblo) más la electrificación. Es de suyo obvio que Lenin deseaba una Rusia soviética industrializada y moderna, en la que la ciudad dominara al campo. La utopía de Chayanov va en sentido opuesto: es una utopía en la que el campo domina a la ciudad (las ciudades se transforman en aldeas). Apenas si se hace mención del desarrollo científico y tecnológico (sólo en la medida en que el clima puede ser controlado de modo total para borrar así las amenazas de catástrofes naturales: sequía, lluvia en exceso, nevadas, tormentas). El control del clima es llevado a tal extremo que la aviación alemana enemiga, que ha invadido el suelo de la Rusia campesina, puede destruirse en unas cuantas horas. Chayanov sitúa el viaje de su hermano Alexis sesenta años después de los años en que escribió, es decir, hacia el octavo decenio del siglo xx. ¿Se cumplió su profecía? ¿Rusia transformó las ciudades en aldeas y comunas? ¿El campo predominó sobre las ciudades? Todo lo contrario. ¿Qué revela este breve análisis del carácter que encierran las utopías? A mi juicio, y por encima de todo, la contradicción implícita en ellas: son el deseo de un cambio necesario y profundo de la sociedad existente, una crítica de la situación social y, como tales, un anhelo fundado en favor de la justicia. Llevan en su interior el deseo de un futuro mejor. Al propio tiempo, como su nombre lo indica, jamás pueden asentarse en ningún lugar. Cuando lo hacen se convierten en lo contrario de sí mismas, es decir, en sociedades rígidas, inmóviles, amenazantes, que destruyen todo cambio posible. La sociedad se desarrolla a base de cambios. Los más profundos tienen por motor a las fuerzas productivas. La innovación tecnológica es inexorable, no puede ser detenida. Este cambio también se produce por medio de contradicciones: las fábricas modernas desplazan a las antiguas, los viejos capitalistas son sustituidos por los audaces, miles de obreros son lanzados a la calle. A un mismo tiempo, esos obreros son empleados en nuevos complejos tecnológicos; la industria, incluida la agrícola, nos provee de cantidades mayores de satisfactores a un valor cada día más bajo ¿Qué indica todo esto? Tan sólo que la ley del desarrollo del capitalismo, prevista por Marx bajo la fórmula del crecimiento de la composición orgánica del capital (mayor cantidad de capital constante y fijo, en contra de menor cantidad de capital vivo, entendido como fuerza de trabajo), es una ley implacable, demostrada científicamente a todo lo largo del siglo xx y lo que va del siglo xxi. La utopía tiene que ser siempre desplazada, es un deseo infinito de justicia que mueve a los hombres a resolver los problemas que la sociedad actual ofrece. Nunca será real (no hay tal lugar, r tradujo Quevedo la palabra inventada por Tomás Moro). Hay que luchar por la utopía, que es una pura nada, es decir, el futuro al que debemos aspirar, nunca el presente logrado. En esta contradicción, nunca resuelta, se halla el aspecto generoso de todas las ideas utópicas. Hay que inventar utopías constantes, buscarlas con pasión, pero con la conciencia de que jamás podrán pisar el suelo de la realidad, para no convertirse en jaulas de acero y de hielo. •

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reseña

La ciudad de Cristo alejandro heredia

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n laa m misma nidad, la naturalezza, la razón y el línea de los lín bienestar público. grandes textos Se puede recono ocer en el texto de civilizatorios (Los ( Johann Valentin Andreä A la simiente trabajos y los del porvenir de la filosofía f natural días, de Hesíodo; alemana, la cual, a diferencia de su La República y contraparte anglossajona, establece Leyes, de Platón; La Política, de una tendencia filossófica sobre las diversas ciencias de d la naturaleAristótoteles; Ciudad de Dios, de za, con una perspeectiva holística San Agustín; Utopía, de Tomás Moro), el libro de Johann Valentin de sus finalidades.. Mientras que la posición anglosaajona la aborda Andreä dicta las prescripciones básicas que siguen los habitantes de desde un punto de vista meramente un islote triangular ubicado cerca técnico-científico, la perspectiva de Andreä —donde po odríamos señalar de la Antártida, el cual tiene un el tropiezo en conffundir la física con perímetro de 30 millas de longitud; la biología, contrattiempo observado territorio en donde se establece un bastión de la profilaxis espiritual en la presente edicción— confirma el configurada a partir de la enseñanza carácter enciclopéédico de las huesde Martín Lutero. tes cristianopolitaanas. Fechada su edición en 1619, a La espiritualidaad que exhudan las ideas religiosass esgrimidas en el poco menos de la centuria de haber texto no delatan do ogmatismo ni ceaparecido la versión completa de rrazón hacia el otrro, sino un camino la Biblia traducida al alemán por de apertura y de co onocimiento. Lutero (1534), el texto de Andraë —Reipublicae Christianopolitanae — A pesar de que el p plano urbanístico descriptio, castellanizada como de la polis asemejee las urbes amuralladas de la Edad Media, M sus habiCristianópolis— representa una descripción de una sociedad constantes encuentran el ánimo para tituida bajo los principios de la búsexplorar otras regiiones del mundo, queda de la verdad, la templanza y la otras realidades qu ue puedan aquilamiento de su ciulaboriosidad. Este apetito por la ver- tar para el mejoram dad no proviene de una relación de dad. Lo anterior taambién nos da una idea del nivel de so ofisticación social superioridad moral, sino es entendida como el resultado de vivir con trazado en la obra;; cada cuadrante de Cristianópolis tiene t una funciosencillez y espontaneidad, haciendo uso de la palabra en forma breve, sin nalidad específica que convive en njunto. ser beligerante en el convencimiento armonía con el con del prójimo. El fascinante deescubrimiento del viajero no consistee en ser testigo de En esta utopía tienen cabida las la riquezaa material de una ciencias y los oficios, los sociedad, sino en regocicuales se describen como fuente de virtud de los jarse en laa observación de individuos y la sociedad. las virtud des morales de sus anfitrriones, las cuales En continuidad con la le convenccen de planificar tradición, se enfatiza la importancia de la división su regreso o a la ínsula. La del trabajo como piedra obra de A Andreä, clérigo angular del desarrollo de luterano, quien también mostró in nterés por los una sociedad, destacándoCristianópolis se las funciones del clérigo conocimieentos herméticos y por el teatro, es una y el juez como actividades johann valentin andreä coadyuvantes del gobiermagníficaa utopía desde el no de una población. El luteranism mo, una didáctica fce, méxico, 2017 de la teleo ología cristiana, la conocimiento, mientras no genere conflictos con cual inclu uye dentro de sus virtudes, la frugalidad. • la ortodoxia, es atendido y promovido como un factor de cohesión con la divi-

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aline p ettersson en su s 80 aĂąos

homenaje

Aline Pettersson La autora rememora su relación personal y literaria con la homenajeada, reconocida por escribir sólo a partir de su experiencia propia, dejando uir la conciencia, como toda poeta autÊntica. rosa beltrån

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onocĂ­ a Aline a principios de la dĂŠcada de 1980, en una presentaciĂłn de mi primer libro de cuentos, La espera, a cuya lectura acudiĂł con Josefina Vicens, amiga suya muy prĂłxima. Ignoro porquĂŠ feliz azar estuvieron ambas ahĂ­, escuchando a algunos autores jĂłvenes, entre ellos a MĂłnica LavĂ­n y a mĂ­, leer nuestras primeras obras editadas por sep-Crea. Recuerdo la emociĂłn de ser oĂ­da por dos autoras consagradas; recuerdo el agitado latir del corazĂłn cuando Josefina, “La Pequeâ€?, comentĂł que habĂ­a una voz autĂŠntica, que respondĂ­a a la experiencia propia, en lo que yo escribĂ­a. Casi volando, casi sin poder tocar el suelo, vivĂ­ el siguiente aĂąo entregada a las actividades que serĂ­an centrales en mi vida: terminar mi carrera, cuidar a mi hija de tres aĂąos, y acudir hasta la editorial Grijalbo, en la estaciĂłn Panteones del Metro, donde trabajaba como editora de medio tiempo. AhĂ­ me tocĂł a mĂ­, por azar tambiĂŠn, leer una novela de Aline que originalmente se llamaba Las capas de la cebolla y que terminĂł titulĂĄndose Los colores ocultos, y descubrir la autenticidad de una voz en una obra que segĂşn creĂ­ entender “respondĂ­a a la propia experienciaâ€?, la experiencia de su autora. Recuerdo que me cautivĂł la maestrĂ­a de esa voz que recurrĂ­a al monĂłlogo interior para hablar del cautiverio interior de la protagonista, Elena Bernal, la heroĂ­na en crisis quien escudriĂąa las causas del vacĂ­o en que vive, sin dejar tema o situaciĂłn intocada, en un persistente ritornelo donde los elementos van revelando detalles desconocidos y la repeticiĂłn sirve para acentuar la monotonĂ­a de la protagonista. Cuando dĂ­as despuĂŠs hablĂŠ por telĂŠfono con la autora para sugerir unos mĂ­nimos cambios (serĂ­a un alarde en una prosa tan cuidada hablar de “correccionesâ€?), Aline me invitĂł a su casa a comentar con ella los cambios, acompaĂąados de una taza de cafĂŠ. La invitaciĂłn me sorprendiĂł por dos motivos: que me invitara la autora a su propia casa y que aceptara con sencillez mis sugerencias. Lo mismo me pasĂł con JosĂŠ AgustĂ­n, en esos mismos aĂąos. Los grandes, comprendĂ­, no sĂłlo tienen oĂ­do para escuchar la voz que dicta sus novelas. Tienen oĂ­do excepcional para escuchar a sus lectores. A raĂ­z de ese encuentro, Aline me invitĂł a asistir al taller de escritura que conducĂ­a como nadie su Ă­ntima amiga, “La Pequeâ€?, Josefina Vicens, a quien sus aĂąos de lectora y su ceguera casi total otorgaban el oĂ­do

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mĂĄs fino y la atenciĂłn mĂĄs depurada que yo recuerde. Estar en ese taller era en muchos sentidos como estar en misa. Una misa donde, es cierto, “La Pequeâ€? le pedĂ­a a una tal Lula que le acercara una medida de vodka puro de vez en vez. DespuĂŠs, me fui a Estados Unidos a hacer una maestrĂ­a y un doctorado y mi vida transcurriĂł en inglĂŠs. Al poco tiempo de haberme ido, me enterĂŠ de la muerte de “La Pequeâ€? por la nota del periĂłdico que aĂşn guardo. Fue un golpe terrible saber que volverĂ­a a mi paĂ­s y la gran autora de El libro vacĂ­o ya no estarĂ­a. Y no supe de Aline sino hasta volver de aquel largo periplo en que la literatura en espaĂąol era en eu el secreto mejor guardado. Eran los aĂąos del crossover. Eran aĂąos en que a GarcĂ­a MĂĄrquez y a Borges se los encontraba en las librerĂ­as en el anaquel de “ethnic literature.â€? Entre la cantidad de autores y autoras que descubrĂ­ y otros muchos que revisitĂŠ al volver a mi paĂ­s a mediados de la dĂŠcada de 1990 estuvo el poemario Cautiva estoy de mĂ­, de Aline Pettersson, a quien descubrĂ­ como poeta. Ya habĂ­a percibido la tendencia mĂ­stica o la mistificaciĂłn a que la literatura de Aline llevaba la menciĂłn del cuerpo, de los cuerpos. Pero en este poemario se hizo evidente, de un lado, la tradiciĂłn de la poesĂ­a de los Siglos de Oro, y de otro, uno de sus temas mĂĄs recurrentes, el amor visto como sacralidad: SueĂąo que soy el viento cuyo viaje no se agota, que soy el retorno del mar, la profundidad de un barranco, que en el desierto me encuentras en cada grano de arena. No te acerques a mi orilla y desnudes mi secreto. TĂłmame lentamente sin dominar mis aristas para que nunca vislumbres mi pequeùísima talla.

Dice Alberto Ruy SĂĄnchez en el bello prĂłlogo al disco de Voz Viva de la unam que en esta obra de Aline hay “en gran parte una forma de ritual creador: el tacto del amante sobre el cuerpo de la amada es equiparable al descubrimiento universal del fuego. Y el letargo de la amada antes de ser tocada es como la noche eterna, la nada.â€? Dice tambiĂŠn AngĂŠlica Gorodischer que la obra toda de Aline consiste en “darle palabras a esa ansia que impulsa la mano (que) no por inalcanzable es menos urgente.â€? Para muchos de sus lectores, incluida una de sus mĂĄs exhaustivas crĂ­ticas literarias, Luz Aurora Pimentel, Aline es la autora de las

tĂŠcnicas de la representaciĂłn de la conciencia, de los mundos internos expresados en voces internas, en diĂĄlogos propios, en diarios, cartas, y hasta mensajes cibernĂĄuticos para decir “esta soy soyâ€?, “esto me pasaâ€?, este es mi tiempo subjetivo y mi espacio subjetivo y el de mis personajes, y a fin de cuentas Âżno todo tiempo y todo espacio al ser percibidos por un sujeto son inevitablemente subjetivos? ÂżNo necesita la ciencia en sus definiciones la posiciĂłn de un observador? Hay algo objetivo, sin embargo, algo de “visto desde fueraâ€?, en la obra de Aline, si es que asĂ­ se puede llamar a lo leĂ­do y lo extraĂ­do de otros autores. Influencias que abundan en su obra y que hablan tanto de su voracidad lectora como de su afĂĄn fagocitĂłcico. La literatura de Aline surge de la vida, “de la experiencia propiaâ€? que decĂ­a Vicens, a condiciĂłn de que esa experiencia pase antes por la literatura. La historia de la literatura es la historia de la apropiaciĂłn hecha a partir de subjetividades. “Entonces, cerrĂł la puertaâ€?, dice una de las protagonistas de Aline, y toda la novela transcurre en ese instante, como si Aline hubiera tomado la decisiĂłn de Nora en Casa de muĂąecas a fin de hablar de sus causas, las otras causas; a fin de salir y cerrar la puerta para siempre, para habitar la noche de otros dĂ­as. La voz de Aline estĂĄ hecha tambiĂŠn de otras voces. La de Virginia Woolf, la mĂĄs explĂ­cita, en varias novelas; la de Oscar Wilde, en la obra infantil de nuestra autora El papalote y el nopall y de modo muy claro La muerte de Virgilio, de Hermann Broch, en la novela de Aline que encierra el guiĂąo desde su tĂ­tulo Las muertes de Natalia Bauer, aunque tambiĂŠn se encuentran varias otras como la de William Dunne, T. S. Eliot, Rilke, entre otros. AdemĂĄs de los triĂĄngulos literarios (por ejemplo el que forman la autora, su obra y la historia de la literatura), Aline tambiĂŠn recurre a los triĂĄngulos narrativos: el otro, sea el marido, el hijo, las amigas o el amante; y ese es otro de sus mĂĄs importantes ejes temĂĄticos, quizĂĄ porque para hablar de uno, y aun de dos, no hay como visitar al otro que irrumpe, y hace virar la perspectiva. En esos casos, cuando acude a cambiar de voz, la autora echa mano de recursos tipogrĂĄficos, como han observado sus crĂ­ticos. La mezcla de redondas y cursivas es la pauta del lector para viajar de una subjetividad a otra. Aline dice que fue una niĂąa muy tĂ­mida, silenciosa y callada, y a eso quizĂĄ se debe que sus personajes se exploren desde ese mundo interior

javi e r narvĂĄe z

que se hace evidente asĂ­ cambie el punto de vista. ÂżQuĂŠ pasa dentro?, parecen decir todos o casi todos los personajes de su obra, o ÂżquĂŠ nos pasa adentro? Y esto tambiĂŠn quizĂĄ responda a que la primera vocaciĂłn de Aline no fue la escritura sino la medicina. Vernos por dentro, hacer un diagnĂłstico. Curar, si se pudiera. A lo largo de su ser escritora, Aline ha sido prolĂ­fica como novelista, poeta y cuentista, pero tambiĂŠn ha sido traductora. En este Ăşltimo rubro destaca, entre otras obras, La fĂşnebre gĂłndola, del autor Sueco Tomas Transtromer, publicado por la DirecciĂłn de Literatura de la unam. En ĂŠl, la poesĂ­a se conjuga con la mĂşsica y el sutil decantamiento de las emociones se entrelaza (se entreteje, dirĂ­a Aline) con el homenaje que Transtromer hace a Liszt y Wagner. Una escritura “tan pulida y desnuda que estremeceâ€?, como dice su traductora. En mĂĄs de un aspecto creo que la poesĂ­a de Transtromer seduce a Aline porque ĂŠl es sueco y ella tiene ascendencia sueca por parte de su padre y porque comparte con ĂŠl la necesidad de lo inefable, del misterio cotidiano y el desdoblamiento de significados que no estĂĄn en la superficie de los hechos y las cosas. “Eso que quiero decir / refulge fuera de mi alcance / como la plata con el prestamistaâ€?, cita Aline a Transtromer y aĂąade: “Pienso que ahĂ­ se resume su ars poĂŠtica: la bĂşsqueda perenne para acercar la necesidad de expresiĂłn independiente al resultado mismo.â€? Exactamente lo mismo podrĂ­a decirse de la literatura de Aline en sus distintos gĂŠneros. AdemĂĄs de sus personajes femeninos (Adelina, Ana, Elena, Virginia, Elisa, Leonor, Natalia), y su exploraciĂłn de la soledad, el cautiverio del propio cuerpo, del gĂŠnero o de la necesidad de huir, la literatura de Aline es leĂ­da por niĂąos y jĂłvenes que disfrutan de la fantasĂ­a como soluciĂłn, en libros como Clara y el cangrejo, El papalote y el nopal, El tesoro del mar, La princesa era traviesa y la saga de Renata, entre otros. Su conocimiento literario ha servido ademĂĄs para formar a quienes asistieron a sus talleres en la sogem impartidos por mĂĄs de 25 aĂąos, y en el taller que imparte en su casa, reservado para los escritores mĂĄs avezados en literatura. En algĂşn lugar leĂ­ que cuando le preguntaron cĂłmo querĂ­a que la recordaran sus lectores, Aline dijo: “Como alguien comprometida con el ansia de poner la palabra por escrito y asĂ­ buscar la comunicaciĂłn con los otros.â€? Me pareciĂł una pregunta excesiva para alguien que como Aline sigue y seguirĂĄ escribiendo sin remedio con el placer apremiante con que lo ha hecho; para una autora que continuarĂĄ sorprendiĂŠndonos con sus obras aunque tambiĂŠn con sus irĂłnicos comentarios, siempre llenos de malicia, inteligencia y humor negro. Una compaĂąera de viaje con quien es mĂĄs que placentero compartir lecturas, anĂŠcdotas, reflexiones, complicidades, chismes propios y ajenos, y quien ha honrado a algunos —no a tantos como parece pero me cuento entre ellos—, con el privilegio enorme de su lectura y su amistad. Felicidades Aline y que vengan muchos mĂĄs aĂąos de literatura. • LibrerĂ­a Rosario Castellanos 7 de junio, 2018.

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Dos cuentos de Amparo Dávila Como adelanto de la publicación de El huésped y otros relatos siniestros, presentamos dos cuentos que patentizan el prestigio de la autora como consumada maestra del rrealismo fantástico de horror en linde con lo siniestro. El volumen contiene ilustraciones de Santiago Caruso.

El huésped y otros relatos siniestros

Griselda

amparo dávila, ilustrado por santiago caruso

Para acercar al público joven a la obra de autores clásicos mexicanos, llega esta selección de cuentos de una de las máximas representantes de la literatura fantástica en México. El lector encontrará aquí los relatos más incitantes y perturbadores de las diferentes etapas narrativas de esta autora zacatecana. A través de historias fantásticas y una pluma diligente, la autora cautivará a nuevas generaciones con relatos como “El huésped”, en el que una criatura acecha la tranquila vida de una mujer; o “Alta cocina”, una breve narración de la agonía de diminutos seres enfrentados a su inevitable destino. Las ilustraciones del artista argentino, Santiago Caruso complementan la lectura y enriquecen la interpretación de cada historia mostrándonos sus facetas más oscuras con una versátil paleta de color que ambienta los cuentos transcurridos a mediados del siglo xx. clásicos 1ª ed., 2018

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a muchacha rubia se detuvo unos instantes, indecisa, frente a la puerta entornada, pero se decidió por fin a entrar. No dejó de extrañarle el total abandono del jardín, donde apenas se podía caminar por la maleza que todo lo invadía, hasta el sendero que llevaba hacia la casa, que se veía al fondo entre los altos árboles. Las plantas crecían desordenadamente: sin duda hacía tiempo que no habían sido podadas. El sol de las cuatro de la tarde era abrasador, deslumbrante, y la muchacha tenía que colocarse las manos a modo de visera para poder caminar. Un pájaro que voló a su paso la hizo sobresaltarse, y el suéter negro se quedó prendido entre las ramas espinosas de un rosal de Castilla. Lo desprendió con todo cuidado para no romperlo y resolvió llevarlo sobre el brazo. Se sentía nerviosa por haber penetrado en esa finca de una manera tan incorrecta; pero no había resistido la tentación de conocer la vieja residencia que ella siempre veía cerrada y probablemente sola, cuando pasaba en su diaria caminata hacia el correo de San Jerónimo. Ésa, si se la podía llamar pequeña aventura, era algo por lo menos novedoso. Algo que rompía aunque fuera por breves instantes la monotonía de su existencia, reducida a oír las eternas

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lamentaciones de su madre. En eso pensaba la muchacha rubia cuando llegó hasta la orilla de una alberca que las plantas y los árboles ocultaban. Una mujer vestida también de negro se encontraba sentada en una banca bajo la sombra de un álamo. Al descubrirla, la muchacha pensó regresarse; pero la mujer ya se había percatado de su presencia, a causa de la ruidosa hojarasca. —Perdone usted, señora, que haya entrado así, pero no resistí la curiosidad de conocer esta finca, que siempre me ha intrigado por su soledad. —Desde hace años está abandonada, yo soy la única que viene de vez en cuando pero, no se vaya, quédese un momento a platicar; por favor, siéntese usted. La joven titubeó y quiso inventar alguna disculpa. “Sería bastante descortés no aceptar, después de haber entrado así…”, y se sentó en el extremo de la banca. —Me llamo Griselda —dijo por toda presentación la mujer que usaba unas gruesas gafas oscuras. —Yo, Martha —correspondió la muchacha, y comenzó a observarla de reojo. Debía tener cincuenta años o más. El cabello canoso conservaba aún algunos mechones negros. No usaba maquillaje y las gafas impedían apreciar bien sus facciones. Sin embargo, se podía advertir que aún era una mujer guapa, una mujer que debió ser muy hermosa. —Uno siempre vuelve al sitio de sus recuerdos —dijo Griselda, como

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si tratara de explicar su presencia en aquella finca abandonada. —Es verdad —contestó Martha—. Nosotros, es decir mi madre, se empeña en buscar los recuerdos de papá. Él murió hace poco tiempo. —Cuánto lo lamento. —Mi madre está inconsolable y quiso que nos viniéramos una temporada aquí, en donde pasábamos siempre las vacaciones y que a papá tanto le gustaba. Pero, más que otra cosa, yo sé que mamá quiere estar lejos de la ciudad y de todos. Usted sabe, yo a veces temo que ella… —Sí, es duro y muy difícil resignarse a esas pérdidas, yo lo sé. —Yo también he sentido mucho a papá, pero…, yo tengo esperanzas, proyectos, planes, en cambio, ella… —Se termina todo para siempre, no queda nada ni nadie. Yo también perdí a mi marido. Martha no supo de pronto qué decirle, conmovida por aquel tono de voz estremecido, y la desolación total que las palabras revelaban. Recordó la noche cuando su prima telefoneó para avisarle que Ricardo había muerto en Nueva York. Todo se había detenido en aquel instante, como si el tiempo y la vida misma se pararan de golpe. Se había quedado anonadada, sin saber qué hacer, qué pensar… Reparó entonces en el largo silencio en que había caído y trató de disculparse: —Mi primer novio murió, murió repentinamente. Nos conocíamos desde niños y fue un golpe terrible. —También él murió cuando yo menos lo hubiera creído. Era aún bastante joven, y nos queríamos de una manera tan… —¿Fue hace mucho tiempo? Griselda no la oyó. Se había quedado ensimismada. —Le voy a mostrar su retrato —dijo de pronto, como si volviera de muy lejos, y se quitó con manos temblorosas un medallón. Al abrirlo, Martha encontró dos miniaturas notablemente logradas. El retrato de un hombre y el de Griselda. Los dos eran jóvenes y hermosos; sobre todo ella, con enormes ojos de un extraño color, azul, gris, verde. Un color increíble de humo verde azul. El cabello oscuro le caía sobre los hombros enmarcando un óvalo perfecto, y los extraordinarios ojos que Martha no podía dejar de admirar. —Una bella pareja, y las copias muy fieles —y sintió que algo, por dentro, le dolía al contemplar a la mujer de ahora. —Él fue muy guapo. Tanto, que las mujeres se volvían en la calle para mirarlo. —Y usted también, señora, y qué ojos más increíbles los suyos, con un color como no he visto otros —dijo Martha al regresarle el medallón. —A él también le encantaban. —¿Fue hace mucho tiempo? —y al terminar la pregunta Martha reparó que era la segunda vez que la hacía. —Sí, hace años. Estábamos aquí en esta finca, a donde veníamos a pasar el verano. Entonces había muy pocas residencias y no existía carretera; se sentía uno en pleno campo, lejos de la ciudad. —Así me siento yo ahora, desconectada por completo de mis amigos y de mis actividades; en un aislamiento que me deprime terriblemente. —Yo fui muy dichosa en este lugar, nunca lo olvidaré… —En cambio para mí ha sido una verdadera tortura, sin tener qué hacer ni adónde ir; oyendo todo el

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día las constantes lamentaciones de mamá, o mirándola llorar sin consuelo. Hay veces que no soporto más, y me desespera no poder hacer nada, nada… Por eso salgo por las tardes, aprovechando que ella duerme un poco después de comer y son las únicas horas en que descansa, porque pasa toda la noche en vela, recorriendo la casa entre sollozos. Cuando salgo voy al correo a dejar las cartas que le escribo a mi novio que está en Mérida. —¡Pobrecita!, es muy pesado a su edad pasar por estas situaciones. Cuando se es viejo, uno vive ya sólo de sus recuerdos, los persigue queriendo recuperarlos, como si fueran los pedazos de un objeto roto que se quisiera reconstruir. Martha la escuchaba hablar y pensaba en la injusticia que su madre cometía con ella, al condenarla a ese aislamiento absurdo. Ya tenía bastante con haber perdido a su padre; y miraba el estanque invadido de lirios acuáticos. —Por eso mismo no me he hecho el ánimo de vender esta finca. Aquí lo vi por última vez, aquí quedaron tantas cosas. —Mi padre murió en México, pero mamá dice que en este lugar tiene muy bellos recuerdos y, además, como no quiere ver a nadie… —Mi único deseo sería quedarme aquí. Sin embargo… —¿Nunca más ha vuelto a vivir en este lugar? —Nunca más. Sólo en tardes como ésta en que me escapo sin avisarle a nadie. —Deben de haber sido muy duros todos estos años. —No se puede usted imaginar cuánto —dijo la mujer con voz entrecortada—. Cuando lo vi muerto pensé que ya no sería posible sufrir más; después… —¿Y no hay posibilidad de olvidar, que con el tiempo la memoria sea menos persistente y aminore la intensidad del dolor? —No, eso sería lo más terrible de todo, lo inadmisible. Esta búsqueda continua de recuerdos, de pequeñas cosas como un olor, un sonido, o una palabra, que reconstruyan dentro de uno lo que se ha ido, es lo único que nos queda, lo único que sostiene y ayuda a seguir viviendo. —Así piensa también mamá. —Siempre que vuelvo aquí regreso deshecha, casi muerta. Es por eso que no me dejan venir. Cada vez revivo todo lo que pasó aquella tarde, escucho sus palabras de despedida, lo veo partir. —¿Se fue lejos? —No, a México solamente. Hacía el trayecto a caballo, era un estupendo jinete. Esa vez…, esa vez yo me pasé la tarde aquí junto al estanque, bordando, hasta que anocheció. Después me fui a la casa a disponer la cena para esperarlo. Comenzó a llover. Llovía torrencialmente como llueve siempre en este lugar, y él no regresaba… El sol estaba ocultándose; se iba la tarde. Martha miró el reloj con disimulo. Eran pasadas las seis. Su madre ya debía de haber despertado de la siesta, y la estaría esperando muy intranquila. Nunca tardaba tanto, pero, ¿cómo irse ahora? No podía interrumpir el relato de la mujer. —… yo estaba muy inquieta, como nunca lo había estado antes, con una extraña nerviosidad, como si presintiera algo. Dieron las diez, las once, habíamos recalentado la cena varias veces. Él no llegaba y seguía lloviendo, lloviendo sin cesar…

El viento refrescó la tarde y traía el perfume de los jazmines y las madreselvas. El crepúsculo se desmadejaba entre los altos árboles. —… los relámpagos surcaban el cielo ennegrecido; no se oía el galope de su caballo, aquel galope que yo conocía hasta en sueños. Esperaba impaciente, cada vez más agitada, con un desasosiego que me roía las entrañas. De pronto entraron los mozos con él, bañado en sangre… La voz de Griselda se deshizo en sollozos que estremecían todo su cuerpo. Martha la contemplaba muy perturbada. Hubiera querido estar ya de regreso en casa con su madre. Hubiera querido no haber entrado nunca en aquel lugar. El olor de los jazmines y de las madreselvas comenzaba a ser demasiado fuerte, tanto que, de tan intenso, se iba tornando oscuro y siniestro, como la tarde misma y los árboles y el agua ensombrecida del estanque. —El caballo se había asustado con un rayo —dijo Griselda recomponiéndose un poco—, y lo estrelló contra un árbol. —¡Qué terrible! —fue lo único que supo decir Martha. —Aquella noche decidí arrancarme los ojos…— y se llevó el pañuelo a la boca ahogando un grito. También Martha había pensado hacer muchas cosas aquella noche, cuando se enteró de que Ricardo había muerto en Nueva York: tirarse por la ventana, tomar pastillas, aventarse al paso de un tren… —En esos momentos uno piensa en hacer tantas cosas absurdas. Es natural. —… me arranqué los ojos y los arrojé al estanque para que nadie más los viera —decía Griselda quitándose las gafas y cubriéndose el rostro con el pañuelo para sollozar sordamente. Así permaneció minutos o siglos, una eternidad, mientras el viento movía las hojas de los árboles y era como otro largo sollozo que la acompañaba. Martha no deseaba ahora sino huir cuanto antes de aquella mujer, del trágico jardín ya en sombras y del denso perfume que la envolvía. —Debo irme, señora, ya es muy tarde —dijo poniéndose de pie y tocando suavemente el hombro de Griselda—, mi madre ha de estar preocupada por mí. La mujer dejó de llorar y alzó la cara. Martha contempló entonces un rostro transfigurado por el dolor y dos enormes cuencas vacías; mientras los ojos de Griselda, cientos, miles de ojos, lirios en el estanque, la traspasaban con sus inmensas pupilas verdes, azules, grises, y después la perseguían apareciendo por todos lados como tratando de cercarla, de abalanzarse sobre ella y devorarla, cuando ella corría desesperada abriéndose paso entre las sombras vivas de aquel jardín.

Alta cocina uando oigo la lluvia golpear en las ventanas vuelvo a escuchar sus gritos. Aquellos gritos que se me pegaban a la piel como si fueran ventosas. Subían de tono a medida que la olla se calentaba y el agua empezaba a hervir. También veo sus ojos, unas pequeñas cuentas negras que se les salían de las órbitas cuando se esta-

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ban cociendo. Nacían en tiempo de lluvia, en las huertas. Escondidos entre las hojas, adheridos a los tallos, o entre la hierba húmeda. De allí los arrancaban para venderlos, y los vendían bien caros. A tres por cinco centavos regularmente y, cuando había muchos, a quince centavos la docena. En mi casa se compraban dos pesos cada semana, por ser el platillo obligado de los domingos, y con más frecuencia si había invitados a comer. Con este guiso mi familia agasajaba a las visitas distinguidas o a las muy apreciadas. “No se pueden comer mejor preparados en ningún otro sitio”, solía decir mi madre, llena de orgullo, cuando elogiaban el platillo. Recuerdo la sombría cocina y la olla donde los cocinaban, preparada y curtida por un viejo cocinero francés; la cuchara de madera muy oscurecida por el uso y a la cocinera, gorda, despiadada, implacable ante el dolor. Aquellos gritos desgarradores no la conmovían, seguía atizando el fogón, soplando las brasas como si nada pasara. Desde mi cuarto del desván los oía chillar. Siempre llovía. Sus gritos llegaban mezclados con el ruido de la lluvia. No morían pronto. Su agonía se prolongaba interminablemente. Yo pasaba todo ese tiempo encerrado en mi cuarto con la almohada sobre la cabeza, pero aun así los oía. Cuando despertaba, a medianoche, volvía a escucharlos. Nunca supe si aún estaban vivos, o si sus gritos se habían quedado dentro de mí, en mi cabeza, en mis oídos, fuera y dentro, martillando, desgarrando todo mi ser. A veces veía cientos de pequeños ojos pegados al cristal goteante de las ventanas. Cientos de ojos redondos y negros. Ojos brillantes, húmedos de llanto, que imploraban misericordia. Pero no había misericordia en aquella casa. Nadie se conmovía ante aquella crueldad. Sus ojos y sus gritos me seguían, y me siguen aún, a todas partes. Algunas veces me mandaron a comprarlos; yo siempre regresaba sin ellos asegurando que no había encontrado nada. Un día sospecharon de mí y nunca más fui enviado. Iba entonces la cocinera. Ella volvía con la cubeta llena, yo la miraba con el desprecio con que se puede mirar al más cruel verdugo, ella fruncía la chata nariz y soplaba desdeñosa. Su preparación resultaba ser una cosa muy complicada y tomaba tiempo. Primero los colocaba en un cajón con pasto y les daba una hierba rara que ellos comían, al parecer con mucho agrado, y que les servía de purgante. Allí pasaban un día. Al siguiente los bañaban cuidadosamente para no lastimarlos, los secaban y los metían en la olla llena de agua fría, hierbas de olor y especias, vinagre y sal. Cuando el agua se iba calentando empezaban a chillar, a chillar, a chillar… Chillaban a veces como niños recién nacidos, como ratones aplastados, como murciélagos, como gatos estrangulados, como mujeres histéricas… Aquella vez, la última que estuve en mi casa, el banquete fue largo y paladeado. •

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N OVE DAD ES FOND O DE CULT UR A ECONÓMICA J U L I O D E 2 018

Cholula patricia plunket nagoda y gabriela uruñuela ladrón de guevara

Un viaje a través de los hilos dispersos de la historia espiritual de una de las ciudades más importantes del altiplano de México durante el Clásico, junto a Teotihuacán, se dibuja en estas páginas que, además, retratan los hallazgos más relevantes de ese impresionante centro de peregrinaje mesoamericano. Las autoras ponen énfasis en la geografía del lugar como factor preponderante para entender el carácter religioso de este sitio, cuyo poder de atracción fue creciendo con el paso de los siglos. Las diversas fuentes del estudio van desde la exhaustiva investigación documental sobre el registro escrito de quienes atestiguaron el esplendor de la urbe en el siglo xvi hasta la exploración de la evidencia arqueológica material. Así, la obra tiene el mérito de rescatar un tema tratado no pocas veces de los centros ceremoniales del México antiguo con una perspectiva holística y documentada profusamente. Gabriela Uruñuela Ladrón de Guevara fue directora del Museo de la Ciudad de Cholula hasta su cierre; Patricia Plunket Nagoda realizó excavaciones con el inah en Cholula.

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Derechos humanos Cien años de la evolución de los derechos en la Constitución mexicana héctor fix-fierro y jaqueline martínez uriarte

Los autores de este libro hacen una minuciosa revisión de la génesis y la evolución del modelo de derechos en la Constitución, el cual ha pasado de las “garantías individuales y sociales” de 1917 a los “derechos humanos”, se relata así la transición democrática pero también los retos pendientes en la materia. Héctor Fix-Fierro es doctor en derecho por la Universidad de Bremen, Alemania, e investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la unam. Jacqueline Martínez Uriarte es licenciada en ciencias sociales por el itam. Ha sido investigadora asociada de cidac y ha ocupado varios cargos en el Poder Judicial de la Federación. política y derecho, serie constitución 1917 1ª ed., 2018

Las ciencias sociales y el Estado nacional en México oscar f. contreras y cristina puga (coords.)

Las ciencias sociales han desempeñado un papel central en la construcción de la nación mexicana. Desde distintas épocas, los pensadores sociales mexicanos —provenientes de diferentes disciplinas como la antropología, la sociología, la economía o la ciencia política— interpretaron los problemas de su tiempo e incidieron en la construcción de instituciones, leyes y políticas públicas. Sin embargo, el principal desafío de estas disciplinas es la búsqueda de reconocimiento institucional, autonomía intelectual y la formalización de sus métodos y fundamentos teóricos. Este título recopila una serie de ensayos realizados por científicos sociales destacados, quienes en catorce capítulos exploran la conformación del Estado mexicano, desde el México antiguo, la independencia, los movimientos revolucionarios, hasta llegar al siglo xx. sociología 1ª ed., 2018

fideicomiso historia de las américas, serie ciudades 1ª ed., 2018

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noveda des j u lio de 2018

Acoso Denuncia legítima o victimización

La sociedad de los primates

marta lamas

“Encuentro mucho más interesante al mono que hay en el hombre, que al hombre que pueda haber en el mono”, dice Julia Fisher, quien muestra en esta obra cómo el estudio de los monos ha permitido ampliar el conocimiento sobre las etapas de la evolución humana, tales como la vida en sociedad, el desarrollo del lenguaje y las capacidades cognitivas. La autora toma como punto de partida los estudios que realizó sobre los protagonistas de este libro: los macacos de Berbería , los babuinos chacma y los babuinos de Guinea. Su eje de investigación lo funda en tres pilares: las dinámicas sociales de algunos primates, relatadas gracias a las experiencias de la autora como investigadora de campo; la cognición de estos animales y la cercanía de su inteligencia con la de los humanos, y la comunicación entre los monos y su posible vínculo con el origen del lenguaje. La autora defiende la tesis de que las afinidades entre los monos y los humanos son más cercanas en el ámbito del comportamiento social.

El acoso ha adquirido una dimensión prioritaria en la sociedad contemporánea; ante un contexto violento y desigual surge la urgencia ética por erradicarlo. Mediante un análisis discursivo, muestra la importancia de buscar una definición para trazar un límite entre las prácticas calificadas como acoso de otras que no lo son, con el objetivo de evitar difamaciones y persecuciones injustas. La autora toma como punto de referencia diversas corrientes de la teoría feminista para rastrear y comprender los orígenes del problema; además, cuestiona posturas como el victimismo y el “mujerismo” ligadas al actual discurso hegemónico sobre el acoso. Revisa las leyes del país y revela que para frenar el acoso se debe apelar al orden jurídico, cuya finalidad es lograr la homologación de las definiciones en los distintos códigos penales. Finalmente, distingue piezas clave para ofrecer una nueva perspectiva interpretativa del problema y abre el debate en busca de una sociedad más justa e igualitaria.

julia fischer

ciencia y tecnología 1ª ed., 2018

Derecho electoral comparado de América Latina

Temas clave de la evaluación de la educación básica Diálogos y debates

dieter nohlen, leonardo valdés y daniel zovatto (comps.)

maría de ibarrola (coord.)

Reconocidos especialistas escriben sobre los desafíos que enfrentan los países latinoamericanos para lograr un ambiente democrático efectivo, pues existen límites, como un largo historial de corrupción en materia electoral o un alto grado de desconfianza en las autoridades, que causan efectos contraproducentes. Por lo tanto, los autores reconocen que el derecho electoral no sólo puede ser garantizado por distintas reformas para la regulación de instituciones, también necesita incluir aspectos organizativos y administrativos. De este modo, se realiza un análisis comparativo sobre temas fundamentales como el voto, las candidaturas, las campañas y la representación política para proponer resoluciones prácticas. Además, se visibiliza la relación entre las elecciones y la democracia, pues si se parte de un proceso electoral justo y efectivo, se trazará un camino práctico que legitime y consolide la democracia. política y derecho 1ª ed., 2018

A modo de diálogo entre investigadores de renombre mundial en el campo de la educación, este texto comprende un amplio análisis de las perspectivas sobre la evaluación de la educación básica, con la finalidad de elaborar propuestas que impulsen la calidad educativa en México. Derivado del simposio que tuvo lugar en México en septiembre de 2016, el libro reúne las colaboraciones de miembros de la Academia Internacional de la Educación, comentadas por investigadores mexicanos con una destacada trayectoria y que forman parte del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Los autores, miembros de la Academia Internacional de la Educación son Lorin Anderson, David C. Berliner, María de Ibarrola, Kadriye Ercikan, Denis C. Phillips, Richard J. Shavelson, Sylvia Schmelkes del Valle, William H. Schubert, Servaas van der Berg, Mustafa Asil, Raman Grover y Felipe Martínez Rizo. educación y pedagogía 1ª ed., 2018

centzontle 1ª ed., 2018

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t ras f ond o

Edson Lechuga El habla del merolico trasplantada tal cual al texto literario. Sonoro, rítmico y divertido. No se lo pierdan. *La puntuación es parte del estilo del autor.

n atento saludo desde esta garganta de acá a todos los oídos de allá. el día de hoy le estoy recomendando a usted y a toda su familia la sal·hepática: un compuesto natural hecho a base de extractos de plantas de la herbolaria más ancestral y mística de las regiones boscosas de las estepas inhóspitas donde el hombre aún no ha puesto el pie, la planta. sí, la planta del pie y la planta de donde se extrae este bebedizo para que usté se cure enfermedades que tenga de la bilis, el hígado, los riñones. ¿es usté una persona que sufre de la úlcera o sufre de la gastritis o tiene el reumatismo? dénselo a tomar a esa persona que está diabética o a la gente enferma de los nervios. la sal·hepática no le guarde dieta y puede comer de todo lo que dios le socorra, no le hace mal. ¿es usté una persona que sufre de los riñones? ¿es usté una persona que orina a gotas, a pausas? ¿es usté una persona que orina con dolor o con ardor? ¿le cuesta expulsar la orina gruesa, grumosa? ¿le pica el olor de su orina como de cosa echada a perder, agria? ¿le espumea mucho la orina y le lloran los ojos?...: tómese la sal·hepática, le digo. tómeselo como tratamiento, como debe de ser: diecinueve gotitas mero antes de que amanezca y diecinueve gotitas cuando ya no haiga sol.

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l a gac g ac e ta

¿le duelen los riñones, le arden los riñones, le queman los riñones, le fermentan los riñones? ¿ya no soporta el dolor en la cintura, tiene inflamados los riñones, tiene el ácido úrico, sufre de los cálculos renales, se agacha, se incorpora y ya no puede levantarse porque le duele bastante la cintura? para eso le estoy recomendando que se tome la sal·hepática: aquí en el frasco le dice cómo se toma; aquí en el frasco le dice a qué hora se toma y de lo que está hecha. no le guarde dieta de nada, le digo, puede comer y beber de todo lo que dios le socorra, no le hace mal. ¿tiene el reumatismo, ya no soporta el dolor en los huesos, el dolor en las piernas? ¿siente que se le echaron a perder las coyunturas, siente que se le truenan, se le trozan, se le rompen, se le desmoronan? ¿ya se untó pomadas, ungüentos y esa, la reuma, ese, el dolor, no se le quita? ¿le arden las plantas de los pies, se le descascaran? hay personas que caminan poco y se cansan bastante las piernas. se le hinchan, se le inflaman, se le engordan, se le ponen las patas de tamal. las piernas se le congestionan, le digo, como chorizo mal amarrado, como zacahuil, le digo. el excesivo ardor que siente en la planta de los pies. ¿siente como que camina sobre brasas, sobre el rescoldo de los rencores o de la lumbre donde echan tortillas?

¿cómo que le dan ganas de orearse las patas, de meterlas en una palangana de agua con hielo? tómese la sal·hepática, le digo. aquí en el frasco le dice cómo se toma; aquí en el frasco le dice a qué hora se toma de lo que está hecha: un compuesto natural a base de extractos de plantas de la herbolaria más ancestral y mística de las regiones boscosas de las estepas inhóspitas donde el hombre aún no ha puesto el pie, la planta. sí, la planta del pie y la planta de donde se extrae este bebedizo para que usté se cure enfermedades que tenga de la disociación, la deseperanza, la ingravidez, la respiración ovárica, la esquizofrenia y le dé por pensar que es usté otra que no es la que es. tómese, le digo, la sal·hepática y vuelva a ocupar el cuerpo que le corresponde. vuelva a respirar por el pulmón y deje en paz a sus ovarios. ¿anda usté todo suato, pazguato, amonigotado, pensando en las quijadas de lo que no tiene quijadas? ¿anda usté todo floriado, todo escocido, todo abierto por las diarreas? ¿anda usté todo espantado, se le sube el muerto noche a noche y no puede reconciliar el sueño?...: tómese, le digo, la sal·hepática y regrese a la paz: duerma como si no debiera nada. usté que tiene el reumatismo alcohólico; esas crudas que le dan los temblores de la muerte;

a ndr e a garcía flor es

esas crudas donde siente usté que el culo lo abandona; esas crudas donde amanece sin calzones; esas crudas donde la consciencia muerde…, tómese, le digo, la sal·hepática y sienta como se le aplanan los remordimientos. hay personas que empiezan con un dolor de articulaciones o de brazos y terminan con los huesos todos chuecos, deformes por el mentado artritis: ese reumatismo deformante. ¿anda usté todo torcido como charamusca?...: tómese la sal·hepática, le digo, no le guarde dieta de nada, coma y beba de todo lo que dios le socorra, no le hace mal. tómeselo como tratamiento, como debe de ser: diecinueve gotitas mero antes de que amanezca y diecinueve gotitas cuando ya no haiga sol. ¿es usté una persona que anda toda nerviosa, exaltada, alterada de los nervios, ya no puede dormir, ya no puede reconciliar el sueño, el agua ya no le sube al tinaco? ¿le hormiguean las palmas de los pies y las plantas de la manos? ¿le pica el sisirisco? ¿ya le duele bastante el cerebro, ya sufre de fiebres y punzadas nerviosas? hay personas que andan con esas preocupaciones. siente miedo, ansiedad, angustia, se exalta de los nervios, se come las uñas, va notando como pierde manojos de pelos en la regadera...: tómese, le digo, lo que viene siendo la sal·hepática y verá cómo con esto se va a curar.

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sa l·hepá tica

le digo porque hay personas que andan todas temerosas, todas temblorosas, todas exaltadas, alteradas de sus nervios que no pueden dormir ni reconciliar el sueño. no le guarde dieta, le digo, coma y beba de todo lo que dios le socorra no le hace mal. tómeselo como tratamiento, como debe de ser: diecinueve gotitas mero antes de que amanezca y diecinueve gotitas cuando ya no haiga sol. si está enferma del hígado, si le duelen los riñones. si es usté una persona que tiene reumatismo, si es usté una señora que está diabética o está enferma de la sangre, tómese la sal·hepática. aquí en el frasco le dice cómo se toma; aquí en el frasco le dice a qué hora se toma, de lo que está hecha: un compuesto natural a base de extractos de plantas de la herbolaria más ancestral y mística de las regiones boscosas de las estepas inhóspitas donde el hombre aún no ha puesto el pie, la planta. no le guarde dieta, coma y beba de todo lo que dios le socorra, no le hace mal. hay personas que hacen muchas bilis. ¿es usté una persona que hace muchos corajes, se levanta usté arrojando flemas, la boca amarga, reseca o desabrida? ¿la boca le sabe a caldo de tuercas, la boca le huele a trapo de fonda del centro? ¿de todo se enoja, de todo se exalta? a esa persona neurasténica o biliosa, enferma de la vesícula biliar.

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hay personas que por tantos corajes hasta reumatismo bilioso…, dénselo a tomar a esa persona que tiene la úlcera, que sufre de la gastritis. hay personas que les dan agruras, les dan cólicos, vómitos, estreñimiento, tómese usté lo que es la sal·hepática y cague en santa paz. no le guarde dieta, le digo, coma y beba de todo lo que dios le socorra, no le hace mal. aquí en el frasco le dice cómo se toma; aquí en el frasco le dice a qué hora, se toma de lo que está hecha: un compuesto natural a base de extractos de plantas de la herbolaria más ancestral y mística de las regiones boscosas de las estepas inhóspitas donde el hombre aún no ha puesto el pie, la planta. esa persona que está diabética enferma de la sangre. hay diabéticos que orinan a cada ratito, no pueden aguantarse, tienen pérdidas, pequeños derrames de orina, les gotea el pito todo el santo día, a la de gota y gota todo el mentado día, andan todos húmedos de los calzones y les da mucha sed. van perdiendo la vista por la dibetis los diabéticos; se les apoca la mirada por la diabetis a las diabéticas; a pesar de que les da apetito adelgazan de su cuerpo, bajan de peso, se les van colgando los pellejos de su cuerpo. a esa persona que ya la ve usté toda pellejuda denle a tomar la sal·hepática y cúrese le digo. haga que le regrese el vigor. tómeselo como tratamiento, como debe de ser: diecinueve gotitas mero antes de que amanezca

y diecinueve gotitas cuando ya no haiga sol. ¿se mancha de su cara? ¿¿tiene usted ese paño negro, esas manchas cafeses en la cara? ¿¿viene usté notando ese mal aliento en la boca? ¿¿tiene usté ese cólico hepático y sufre de malas digestiones? hay personas que andan hasta todas amarillas, denles a tomar la sal.hepatica. esa persona que anda en bastón, en muletas, en bordón porque ya ni aguanta el peso de su propio peso. ¿se dobla usté, se pandea, siente que le borbotea el pensamiento nomás por tanta muina y tanto coraje que no puede usté dejar de hacer? ¿le vienen las regresiones? ¿¿trasuda nomás soñando idioteces?...: tómese, le digo, la sal·hepática y sea feliz. alegre sus mañanas. deje de echar flemas sanguinolentas. orine usté donde debe y a sus horas. tómese, le digo, la sal·hepática aquí en el frasco le dice cómo se toma; aquí en el frasco le dice a qué hora se toma, de lo que está hecha. no le guarde dieta de nada, puede comer y beber de todo lo que dios le socorra, no le hace mal. venga y conozca cual es la verdadera sal·hepática. ¿es usté una persona diabética, apocada, que ya la familia la arrinconó como mueble viejo?

¿el perro come mejor que usté porque usté tiene el esófago todo descarnado? ¿es usté una persona que nomás no se cura, nomás no levanta cabeza? ¿pomadas y pomadas y las reumas ahí, a la de chingue y chingue? esa persona que tiene la mentada diabetis en la sangre; o la mentada diabetis en el orín; o esa mentada diabetis insípida…, denle que se tome la sal·hepática. ¿en su casa ya ni lo miran, nomás lo mueven de un lado para otro como quien mueve una silla? ¿tiene usté que hacer esfuerzos para que los nietos se den cuenta que sigue vivo? ¿tose y tose y sus tosidos no sirven ni para espantar las moscas de la fruta? tómese el bebedizo de la sal·hepática , le digo, pero tómeselo como tratamiento, como debe de ser: diecinueve gotitas mero antes de que amanezca y diecinueve gotitas cuando ya no haiga sol. •

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PENSAR LA DEMOCRACIA

O

CO

UR NC S

ESTAS SON LAS RESEÑAS GANADORAS Y SUS AUTORES De lector a lector, aquí sus recomendaciones:

UMBRALES

ESTADOS

En un contexto de confrontación ideológica

novedosa alrededor del Estado para enfatizar

—con la Guerra Fría como fondo—, Montenegro

las dimensiones y los componentes materiales

hace una distinción conceptual de las distintas

y simbólicos que lo configuran. Desde esta

corrientes y doctrinas de pensamiento,

perspectiva analiza las interacciones

disociando la democracia de la apropiación

Estado-sociedad y sus consecuentes moralidades.

liberal y su pretendida hegemonía política.

#PensarLaDemocracia ensarLaDemo

#P PensarLaDemocracia

Estados débiles, estados ados fuertes, f

Introducci cción a las doctrinas político-económicas, BREVIARIOS

Joel S. Migdal

Joel S. Migdal presenta una epistemología

Joel S. Migdal

UTOPÍA TOMÁS

MORO

Walter Mont ontenegro

@carralb_

@MiguelGBanda

Utopía de Moro, más que un ideal imposible, le

¿Cuál es el papel de los tr tribunales en una

es un análisis comparativo que destaca

democracia? Breyer apunt de nta al control

la necesidad de planear y concebir un Estado

constitucional onstitucional de las leyes y actos de otros

con el fin de dotarlo de las instituciones

poderes deres públicos. Así, As defienden los principios

necesarias para lograr el fin supremo

que dan sentido al co onstitucionalismo:

del mismo: orden, seguridad y felicidad.

la protección de dere rechos y la división

#PensarLaDemocracia

de poderes. deres. #PensarLaDemocracia #Pen

Utopía, Tomás Moro

Cómo ha hacer funcionar nuestra democracia,

@atilaelhuno16

Stephen Breyer

PRÓLOGO ROGER BARTRA EPÍLOGO JORGE F. HERNÁNDEZ IMÁGENES FERNANDO CARABAJAL

TEZONTLE

EDICIÓN CONMEMORATIVA 1516-2016

@AurelianoBndia Mediante un ejercicio hermenéutico de la antigua

Con un análisis áli contemporáneo

El gobierno de sí y de los otros

democracia ateniense, Foucault desarrol rolla

de la economía global, bal, Solim Solimano explica e

MICHEL FOUCAULT

la parresia como un modo exacto de decir d

el desarrollo esarrollo del neoliberalism neoliberalismo a partir

la verdad que, e, a su vez, implica liberta libertad de palabra,

de un actor clave: las élites económicas. eco Mediante

permitiendo así #Pens PensarLaDemocracia

la propuesta puesta de democracia económica, econ esta obra

El gobierno de sí y de los otros, otro Michel Fouc Foucault

nos invita ita a #PensarLaDemocracia en tiempos

@RickEXED

de profunda d desigualdad. i

SOCIOLOGÍA

Élites económicas, crisis y el capitalismo del de siglo XXI. Alternativa de la democracia económica,

Andrés Solimano La obra cubre una laguna en la historiografía

@L_F_Rguez

polític ítica del México decimonónico. Las elecciones eran comu munes. Contrario a lo que se pensaba, los

Apoyado en un sólido marco teórico

caudillos no llegaban al poder autoritariamente;

que condensa años de estudios electorales,

Porfirio Díaz see legitimó y perpetuó een el gobierno

el libro indaga las consecuencias políticas de las

por medio de ellas.. #PensarLaDemo #PensarLaDemocracia

reformas electorales entre 1978 y 1991.

Las elecciones y el gobierno bierno representat representativo

Las reglas del juego democrático dan forma La

en México (1810-1910), JJosé Antonio

al sistema de partidos y al comportamiento

Aguilar Rivera

polític lítico. #PensarLaDemocracia

@jasmhistor

Reformass electorales en México. M Consecuencias políticas (1978-1991), Leonardo Valdés Zurita rita

¿Cómo sería una sociedad completame letamente justa?

@RobertoGMostajo

Esta reflexión desde la equidad y la pluralidad ad lleva al filósofo político John Rawls a proponer

Consecuencia reflexiva del autor de un viaje

una idea de la justicia capaz de fundamentar

por EE. UU., la obra estudia la constitución del

la estructura básica de las sociedades

Estado y la forma de vida estadunidense evalúa

democráticas modernas. #PensarLaDemocracia

las causas y efectos de la democracia y cómo ésta

Teoría de la justicia, John Rawls

posibilita y descansa en la igualdad y la libertad.

@AkimErives

#PensarLaDemocracia La democracia en América, Alexis de Tocqueville @MithLo29

www.fondodeculturaeconomica.com


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