La Gaceta del FCE. Mayo 2018.

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PENSAR LA DEMOCRACIA

ADEMÁS

Reformas electorales en México

de leonardo valdés zurita


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Pensar la democracia

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a incertidumbre de muchos, el desencanto de otros y la preocupación de algunos por el futuro inmediato de la democracia mexicana parecen síntomas de que podríamos estar viviendo nuestro primer momento realmente democrático. No sólo por el hecho de que tales síntomas se han presentado en todas las democracias a lo largo de la historia, sino sobre todo porque forman el ambiente de la democracia como ejercicio cívico y deliberación informada de los asuntos públicos. Es justamente en estas disposiciones o malestares y su cauce político donde se pone a prueba la superioridad de esta forma de gobierno sobre cualquiera otra, pues es la única capaz de promover, proteger y alentar la libre manifestación de las ideas para solucionar asuntos públicos y de la vida en común, sobre todo en los momentos más críticos o caóticos. Esto va más allá del periodo electoral en curso, por supuesto. La democracia no se reduce a las urnas, ni siquiera a una forma de gobierno; entraña la aspiración a un modo de vida basado en la libertad y la dignidad de las personas, y en el constante mejoramiento cívico, moral y material del pueblo (Constitución Política de México, no está de más recordarlo ahora). La democracia no prescribe un modo de vida individual, sino de vida en común, que puede rozar y hasta alojarse en nuestras vidas privadas, como en las disputas de libertad e igualdad individuales, de modo que, a fin de cuentas, el sistema democrático es también el más afín al propósito de llevar una vida personal libre y digna. En perspectiva de los siglos, el momento mexicano actual es un parpadeo que parece anunciar el fin de la forma democrática negociada entre cúpulas y partidos, la cual ha regido nuestros últimos treinta años de vida política. Los estudiosos empiezan a dar noticia de sus indagaciones al respecto, como lo muestra este número de La Gaceta. Tienen mucha tela para cortar, pues todas las opciones de revisión crítica están abiertas. Por ejemplo, la prevalencia de la forma democrática anglosajona como verdad última. ¿No estamos dando la razón a Tocqueville y otros sobre una discordancia fundamental entre democracia y cultura no sajona? ¿Estamos forzando la realidad para encajarla en el molde? o bien, ¿puede un molde de horma democrática cualquiera inducir la democracia efectiva? FranÇois-Xavier Guerra dice que sí, y la prueba es la revolución maderista, cuyos actores se educaron en el molde de la simulación democrática porfirista (México. Del antiguo régimen a la revolución, fce, 1988). En democracia, simulación es pedagogía. Un debate abierto concebiría la posibilidad de que el modelo anglosajón, sobrepuesto a la práctica de la negociación a-nuestromodo entre partidos y élites, habría reforzado y añadido al paisaje nuevos intereses de tipo oligárquico, escrupulosamente disfrazados de republicanismo. Mucho marco y poco lienzo, como se dice por ahí. Ajustar esta tendencia podría llevarnos a preguntar qué forma de democracia queremos. Podemos buscar en el variopinto presente en las culturas más distantes y en el pasado más remoto. Por John Keane sabemos que hubo incluso formas protodemocráticas o “asambleísmo” en Levante, Sumeria y más allá antes que en Grecia, donde también hay evidencias arqueológicas y documentales de asambleísmo arcaico (Vida y muerte de la democracia, fce, ine, México, 2018). La propensión a la democracia ha acompañado a la civilización humana por mucho más tiempo de lo que se ha creído. No hay un modelo democrático griego puro, por admirable que sea. Por ser abierta, la democracia, igual que la libertad individual, entraña las tendencias de mejora y corrupción. Es una forma de cooperación cuya persistencia hace eco a otras formas de cooperación en la evolución de la especie humana. •

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14˚40’ 35.5” n 92˚08’ 50.4” —(Suchiate, Chiapas) balam rodrigo

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Pensar la democracia dossier

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Democracia: incertidumbre, apertura y sorpresa lorenzo córdova vianello

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Marta Lamas y la interrupción del embarazo armando navarro

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La política en México: ¿consolidación democrática o deterioro? carlos martínez velázquez

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En el Homenaje a Jesús Reyes Heroles, académico de la historia javier garciadiego

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Movilidad urbana y ciudad sustentable jaime lerner y natalia escudero peña

José Carreño Carlón Director general del fce

15 Susana López, Socorro Venegas, Octavio Díaz y Juan Carlos Rodríguez Consejo editorial Rocío Martínez Velázquez Editora de La Gaceta Ramón Cota Meza Redacción León Muñoz Santini Arte y diseño Andrea García Flores Formación Ernesto Ramírez Morales Versión para internet Jazmín Pintor Pazos Iconografía Impresora y Encuadernadora Progreso, S. A. de C. V. Impresión

alejandro moreno

16 Suscríbase en www.fondodeculturaeconomica.com ⁄editorial ⁄ laGaceta ⁄ lagaceta@fondodeculturaeconomica.com www.facebook.com ⁄ LaGacetadelFCE La Gaceta es una publicación mensual editada por el Fondo de Cultura Económica, con domicilio en Carretera Picacho-Ajusco 227, Bosques del Pedregal, 14738, Tlalpan, Ciudad de México. Editor responsable: Rocío Martínez Velázquez . Certificado de licitud de título 8635 y de licitud de contenido 6080, expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas el 15 de abril de 1995. La Gaceta es un nombre registrado en el Instituto Nacional del Derecho de Autor, con el número 04-2001-112210102100, el 22 de noviembre de 2001. Registro postal, Publicación periódica: pp09-0206. Distribuida por el propio Fondo de Cultura Económica. ISSN: 0185-3716

El cambio electoral Votantes, encuestas y democracia en México Peligro de suerte norma muñoz ledo

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Reformas electorales en México leonardo valdés zurita

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La democracia en América alexis de tocqueville


poema

14˚40’ 35.5” n 92˚08’ 50.4” —(Suchiate, Chiapas) Balam Rodrigo Éste es el origen de la reciente historia de un lugar llamado México. Aquí migraremos, estableceremos la muerte antigua y la muerte nueva, el origen del horror, el origen del holocausto, el origen de todo lo acontecido a los pueblos de Centroamérica, naciones de la gente que migra. Vine a este lugar porque me dijeron que acá murió mi padre en su camino hacia Estados Unidos, sin llegar a ver los dólares ni los granos de arena en el desierto. Bajé de los Cuchumatanes, desde los bosques de azules hojas de la nación Quiché, desde la casa en donde habitan la niebla y los quetzales hasta llegar, cerca de Ayutla, a la orilla del río Suchiate. Abandoné el olor a cuerpos quemados de mi aldea, la peste militar con sus ladridos de “tierra arrasada” mordiendo hueso y calcañar con metrallas y napalm, su huracán de violaciones y navajas que aniquilaba a los hombres de maíz con perros amaestrados por un gobierno que alumbra el camino de sus genocidas con antorchas de sangre y leyes de mierda. Hui del penetrante olor a odio y podredumbre; caminé descalzo hasta el otro lado del inframundo para curarme los huesos y el hambre. Nunca llegué. •

El éxodo centroamericano a través de México, con su cauda de muerte, sufrimiento e injusticia, sigue tocando la fibra de los poetas. El título del poema parece decirlo todo: las coordenadas geográficas sustituyen el nombre de los pueblos, que es como despojarlos de su identidad.

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PENSAR LA DEMOCRACIA Contribuimos al ambiente democrático con varios títulos de interés mediato e inmediato. Vida y muerte de la democracia es la primera historia general de este tema en más de 150 años. El capítulo “Democracia monitorizada”, imprescindible para activistas de la sociedad civil. ¶ Roderic Ai Camp, autor veterano de esta casa, examina la deriva de la democracia mexicana, que habría fortalecido o creado nuevas oligarquías. Leonardo Valdés Zurita describe las consecuencias de las reformas políticas en la conducta electoral de los mexicanos. Y si de estadísticas se trata, Alejandro Moreno hace un minucioso estudio donde rescata la utilidad de las encuestas políticas, dado que facilitan un mejor conocimiento del comportamiento electoral de los ciudadanos. ¶ Reseñamos un libro de Marta Lamas, testimonio de una lucha constante y de avance gradual por los derechos de la mujer, cuya importancia sigue siendo imprescindible para #PensarLaDemocracia. ¶ De la pluma de Javier Garciadiego rendimos Homenaje a don Jesús Reyes Heroles por su contribución al surgimiento de la democracia en México. m ayo d e 2 01 8

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n nov ov i em b r e de 2016 2 016

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Democracia: incertidumbre, apertura y sorpresa Este libro viene a arrojar nueva luz sobre los orígenes, evolución, formas, triunfos y derrotas de la democracia en más de 2 600 años. Sus ideas y datos sorprendentes podrían energizar el debate político en México ahora que es tan vital. lorenzo córdova vianello

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uando el presente se nos mues- ción histórica como por la profundidad de sus retra confuso o demasiado com- flexiones. Además de ser un proyecto intelectual plejo, la revisión del pasado de gran calado, este libro es un proyecto vital en puede ser un faro para por lo menos dos sentidos. Por un lado, transitar entre la niees el resultado del tesón intelectual y de bla del hoy hacia un la curiosidad académica y de investigafuturo más claro. Dación de su autor; ésta es quizá la faceta dos los tiempos por los que transcurre vital más evidente del libro. Por otro la democracia en la actualidad, de deslado, nos ofrece elementos para comafección y desencanto con la vida púprender el proceso de construcción de blica, Vida y muerte de la democracia una institución política y de una idea de John Keane (fce, 2018) sirve como de comunidad que han sido columna veruna linterna que nos ayuda a comprentebral de la humanidad desde hace más Vida y muerte der por qué las prácticas, las instituciode dos milenios. de la democracia nes y la lógica misma de la democracia, Sin pretender agregar mucho más a lo john keane forjadas en una historia de 2 600 años, que ya constituye una obra rica en extodavía importan y son centrales en la ploraciones históricas y argumentaciofce, méxico, 2018 vida pública de nuestro presente. nes sobre el devenir y perspectivas de la Como lo apreciarán los lectores, Vida democracia, quiero aprovechar la opory muerte de la democracia es un protunidad de presentar este libro para yecto intelectual de amplio alcance, subrayar algunas reflexiones que nos tanto por las dimensiones de su indagasuscita y que me parecen relevantes en

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la coyuntura actual de la democracia en México —país que acoge la primera edición en español de esta obra—, pero también en otras latitudes. Son cinco reflexiones básicas: 1. La democracia es mucho más que elecciones, pero no hay democracia auténtica sin voto libre, secreto e informado. La historia que John Keane nos narra confirma que la democracia es mucho más que acudir periódicamente a ejercer lo que ahora es —y no desde hace mucho tiempo— un derecho ciudadano universal: votar de forma libre y secreta por nuestros representantes. La vitalidad de la democracia, en su sentido más amplio, se observa también en una diversidad de espacios sociales: en las relaciones entre los géneros, en el combate a la discriminación, en el respeto a la identidad, entre muchos otros. Dicho en una frase, una sociedad democrática es aquella en la que todas las personas tienen derecho a tener derechos. Desde otra óptica, el voto también es clave no sólo por la posibilidad de elegir en libertad a los

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de mocraci a: i ncert i d um br e , a p e rt ur a y s o r p r es a

gobernantes de una comunidad política. El voto es importante en la medida en que conduce a otros procesos y prácticas que son consustanciales a la democracia y que, en cierta medida, le dan sentido y fuerza al voto mismo. En efecto, los procesos electorales, que culminan en el sufragio ciudadano, permiten al mismo tiempo abrir espacios y oportunidades para la deliberación pública, dar cauce pacífico a las diferencias y divergencias presentes en sociedades plurales; y son además un instrumento privilegiado, acaso no el único pero sí uno de los más poderosos y efectivos, para la exigencia y el control ciudadano de los gobernantes. Hay que insistir en ello: la democracia no se agota en el ejercicio del voto, pero es impensable si se carece de él, si no se puede ejercer en libertad, con garantías de secrecía, y si los votos no se cuentan bien para hacerlos efectivos. Se trata de una condición necesaria, si bien no suficiente. Recordar lo anterior no es menor en tiempos en los que cada vez es más insistente la búsqueda de pretendidas soluciones alternativas a la vía electoral para designar a los gobernantes. Ello ocurre en medio de un generalizado menosprecio a las elecciones, olvidando que se trata de un momento privilegiado de la vida democrática que resume la expresión de la autonomía individual de cada una de las y los ciudadanos. La lectura de Keane es un buen antídoto, pues, para las tesis que tienden a reducir el momento electoral a un mecanismo meramente instrumental que puede ser eventualmente sustituido por otros menos farragosos, más “sencillos” y más prácticos. Estas posturas olvidan que las elecciones son algo más que un procedimiento: un espacio que permite igualar a todos los individuos en el ejercicio de sus derechos políticos —de hecho son el momento más igualador de la vida pública— y logra que la voluntad individual de los ciudadanos incida en la construcción de la voluntad colectiva que anima a las políticas públicas. Se trata justamente de aquello que la larga tradición democrática que viene de Kant y pasa por Kelsen define como autonomía y que constituye el valor que le da fundamento a la democracia. 2. La democracia es un concepto que congrega múltiples significados y expectativas, lo que tiene ventajas y desventajas. En su devenir histórico, nos muestra Keane, la democracia ha adquirido un amplio número de significados. Esto ha facilitado en ocasiones la movilización ciudadana en favor de sociedades más plurales, tolerantes y libres. Víctima de su propio éxito como fórmula de convivencia política, en particular a partir de su “triunfo” a finales de la década de 1980 y de su expansión en los pasados 30 años, la democracia también ha llegado a sobrecargarse de expectativas y de la más amplia diversidad de preocupaciones de la vida pública. En el espejo de la democracia vemos reflejada, sólo por mencionar un puñado de preocupaciones, lo mismo la libertad de expresión y la rendición de cuentas que el empoderamiento ciudadano y la transparencia en el ejercicio de los recursos públicos, la participación ciudadana o la división de poderes. Hay cosas que las instituciones de una democracia representativa están diseñadas para atender, pero no todo puede ser resuelto por la democracia y, en particular, por su dimensión electoral. Es positivo que la democracia condense anhelos y por ello mueva a la acción pública, pero la sobrecarga de expectativas, en especial en un contexto con problemas de alta sensibilidad social (corrupción, inseguridad) y complejidad (desigualdad, violencia), corre el riesgo de extender el desencanto en la democracia al desencanto con la democracia, sobre todo si las autoridades electas se convierten, como ha sucedido en más de una ocasión, en obstáculo para la solución misma de esos problemas. 3. Al ser altamente sensible y contingente al juego político, la democracia demanda responsabilidad y validación constantes para su recreación. El recorrido histórico que John Keane hace en Vida y muerte de la democracia es una llamada de alerta sobre el carácter contingente, vulnerable incluso, de la democracia y sus instituciones a las ambiciones políticas de todo tipo y origen. Hasta hace relativamente poco tiempo, quizá hasta el periodo previo a la explosión de la burbuja financiera de 2008 y la consecuente crisis económica de aquellos años, la democracia se presentaba como el destino al que toda comunidad política llegaría en algún momento, la meta inescapable de una sociedad en progreso. Pero lo que hemos visto en la década

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pasada, en especial en años recientes (además de la vasta evidencia que Keane aporta en su análisis histórico de siglos), es que si bien es probable que no haya forma de gobierno más favorable al desarrollo humano incluyente que la democracia, tampoco hay ninguna que sea tan frágil y vulnerable, desde dentro y fuera, a su propia continuidad. Dicho con brevedad, la democracia no puede darse por sentada. Si algo debe quedar claro con la lectura de este texto es que la democracia es el arreglo organizativo más demandante para cualquier comunidad política que decida tomar esa ruta. La democracia exige la responsabilidad de todos los que participan en su recreación, acaso de formas diferenciadas, en función del espacio que cada uno ocupa: de partidos y candidatos, de legisladores y gobernantes, de medios de comunicación, de servidores públicos y, por supuesto, de la ciudadanía. 4. El surgimiento de prácticas antiliberales, incluso autoritarias, dentro de regímenes nominalmente democráticos es un recordatorio de por qué debemos revalorar algunos de los componentes básicos de la democracia. Éste es uno de los fenómenos descritos por John Keane en su obra: países que eligen por vías democráticas a sus líderes y representantes, quienes, sin embargo, al paso del tiempo, vulneran los derechos y libertades que la democracia liberal se supone debe garantizar. Con el fin de mantenerse en el poder, autoridades electas por la vía de las urnas buscan imponer una visión única que desplaza disidencias y diferencias, avivando sentimientos populares de seguidores acríticos. Ilustro el punto de forma muy breve con ejemplos conocidos por algunos. En Birmania (Myanmar), el proceso de democratización de años recientes ha ido deteriorándose de tal forma que ha favorecido la incitación a la violencia en contra de una minoría: los rohinyás. Como medio para “cortejar” el voto popular, algunos políticos electos han proyectado una imagen de las minorías de ese país como las culpables de sus problemas. Se trata de un recurso que también fue empleado en las elecciones presidenciales en los Estados Unidos en 2016, donde los migrantes, los mexicanos y los musulmanes se convirtieron en los “enemigos favoritos” de candidatos y políticos para obtener el favor de algunos segmentos del electorado. En Turquía, las autoridades democráticamente electas han ido coartando en años recientes las libertades de la oposición y de la prensa con el argumento del control al terrorismo. En Europa occidental, partidos populistas de extrema derecha, como Alternativa para Alemania, han propuesto instaurar una versión de la democracia que relaja o trastoca los controles que establecen las instituciones de un Estado democrático liberal, incrementando, por ejemplo, el uso de instrumentos de la democracia directa como el referéndum. Se trata, en mayor o menor medida, del resurgimiento y la difusión de la lógica schmittiana de concebir la democracia y la política como un ámbito (como el ámbito, diría Carl Schmitt) para identificar las diferencias y, paulatinamente, negar la “otredad”, erosionando con ello las bases de una convivencia pacífica y tolerante de la diversidad ideológica y política. Hoy vivimos una acentuación de la paradoja que es intrínseca a las democracias: llevar el germen de la antidemocracia latente en sus entrañas y tener que convivir con él. Todos estos procesos y eventos históricos enfatizan por qué es preciso revalorar la democracia representativa y liberal, y qué sucede cuando abandonamos los componentes básicos que le dan sentido y razón de ser: el ejercicio del voto libre y secreto, los pesos y contrapesos entre poderes públicos, la libertad de prensa y de expresión, la tolerancia y el respeto a quienes piensan distinto como base de la convivencia civilizada, y el papel que tienen los ciudadanos y los partidos políticos como actores en cuyos comportamientos y prácticas se cifra la consolidación y permanencia de una democracia liberal. 5. La redefinición de los partidos políticos como instrumentos de agregación de preferencias e identidad ideológica. En un contexto de laxitud ideológica y de pragmatismo electorero de los partidos, lo que parece definir la identidad partidista no es tanto el apoyo ciudadano a propuestas, plataformas y políticas de partido, sino el rechazo y la oposición, con frecuencia más emocional que racional, a las opiniones y prácticas de los contrarios. En tiempos recientes, lo que define el clivaje político entre partidos depende cada vez menos de la defensa de una postura ideológica o programá-

tica. En la era de la fragmentación política, de la indefinición ideológica, del pragmatismo a ultranza, lo que parece definir más una identidad partidista es “contra qué (o peor aún, contra quiénes) me opongo” que “a favor de qué me movilizo”. El mecanismo de identidad opera enfatizando los defectos del otro (de lo otro) más que construyendo opciones y alternativas de futuro. El resultado tiende a ser la polarización política que, por cierto, termina por ser a la larga un caldo de cultivo ideal para que la lógica schmittiana germine y madure. Quizá es en parte por ello que en años recientes, y cada vez más, la política se asemeja a una contienda deportiva. Preguntar “¿por quién votarás? o ¿por qué partido se simpatiza?” se asemeja mucho a lo que un aficionado desea saber de los otros como punto de partida de un encuentro deportivo: “¿A quién le vas?” Bajo esta lógica se desarrolla otra peligrosa práctica en la contienda político-electoral reciente. Cunde la sensación de que el foco de atención, el objetivo principal de la contienda se desplaza del triunfo del “equipo propio” (léase partido político) a evitar a toda costa el triunfo del “equipo adversario”. Impugnar los resultados electorales como “práctica sistemática” (la judicialización de la política) o no reconocer el triunfo bien obtenido del contendiente son evidencia de esta forma de entender la política como deporte, del énfasis en evitar el triunfo del adversario más que buscar el triunfo propio como objetivo. Paradójicamente, a pesar del pragmatismo de políticos y partidos en el escenario electoral, este desplazamiento en la atención de los objetivos de la contienda hace difícil encontrar posiciones de negociación, puntos de acuerdo —conceder y obtener algo a cambio—, práctica que, por cierto, caracteriza la vida en democracia, donde ninguna de las partes contendientes gana siempre o en todo y quien pierde tampoco lo hace en todos los temas y posiciones. Hay muchos otros temas que surgen de la lectura de Vida y muerte de la democracia y que ameritan discusión y análisis. Por ejemplo, la idea de la democracia monitoreada y las crecientes demandas ciudadanas para establecer nuevos mecanismos de control que complementen y en algunos casos compensen la disfuncionalidad de órganos de representación que no pueden o no quieren ejercer sus facultades de contrapeso frente a otros poderes públicos. Se trata de una idea sugerente, por cierto, que podría —debería— convertirse en el cauce institucional del creciente descontento e insatisfacción con los resultados insuficientes y hasta precarios que, a juicio de muchos, hoy ofrecen los sistemas democráticos. La democracia monitoreada como idea para encauzar el descontento actual en un mayor involucramiento político representa una interesante alternativa para rescatar a la democracia en tiempos de desafección, alejamiento e indolencia. En suma, Vida y muerte de la democracia es una lectura estimulante, vasta en introspecciones y sugerente en desmitificaciones sobre los antecedentes y las perspectivas de la democracia. Como titular responsable del organismo de Estado que tiene a su cargo la organización de los procesos electorales en México, como académico e investigador interesado en los problemas que afectan la vida democrática en nuestro país y en otras latitudes, y como ciudadano, agradezco a John Keane su disposición para publicar Vida y muerte de la democracia por primera vez en español y, al mismo tiempo, por ser el primer intelectual extranjero en participar, en el verano de 2017, en el ciclo de Conferencias Magistrales Estacionales que organizó el Instituto Nacional Electoral. Extiendo también mi más amplio reconocimiento al Fondo de Cultura Económica por la edición de esta obra que permite a los estudiosos de la democracia y la política, y a la sociedad mexicana toda, acercarse a un texto que habrá de enriquecer nuestra comprensión de los orígenes de la democracia, su larga historia y entender qué debemos hacer para recuperar y mantener su vitalidad. •

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reseña

Marta Lamas y la interrupción del embarazo No hay emancipación sin lucha de la sociedad dad civil. Las élites políticas, económicas y religiosas poseen poderes fácticos que facilitan la conservación de su estatus y sus privilegios; las oposiciones, casi siempre desposeídas de dichos recursos, sólo cuentan con la posibilidad de la organización, el debate y, en ese proceso, con la reconfiguración y ruptura afortunada de discursos hegemónicos sobre determinados temas. El aborto, como su ejecución legal, es uno de ellos. armando navarro

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arta Lamas lo ha hecho de nuevo: la publicación de La interrupción legal del embarazo. El caso de la Ciudad de México por el Fondo de Cultura Económica y el Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la unam, constituye en sí misma un acontecimiento. Se trata de un estudio minucioso de lo que llevó a instaurar la interrupción legal del embarazo en la Ciudad de México. Lamas despliega, con fortuna, un cúmulo de datos sobre los antecedentes, dificultades, logros y efectos de la despenalización en la capital del país. Y no sólo eso: a partir de un desmenuzamiento agudo de las posturas que se jugaron en el debate, la autora logra una reflexión notable sobre las ideas tradicionalistas acerca del aborto; la forma en que se construyen discursos alternos menos nocivos en torno al tema; las operaciones fácticas que cada bando ejerce para proteger su posicionamiento y el efecto de todo esto en la realidad. La lucha entre las cúpulas de la Iglesia católica y los grupos feministas de México es un capítulo imprescindible en la historia de los activismos en este país. Por si fuese poco, en ella se cuela otro factor indispensable para comprender a cabalidad el funcionamiento de nuestra democracia actual: las operaciones de los partidos políticos, siempre dispuestos a implicarse en temas de derechos civiles, ya sea de manera legítima u oportunista.

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Historia sin hegemonía, reconstrucción libre Cuando se busca desarticular la forma y el contenido de un discurso hegemónico, más vale posicionarse en un terreno de honestidad intelectual. Lamas lo sabe bien. En el libro que ahora comentamos dice: Reconozco de antemano que la mía es una visión parcial, y no pretendo neutralidad alguna. Mi función fue la de una pieza en un esfuerzo colectivo que condujo a la despenalización del aborto en 2007, pero me resulta imposible dar cuenta de todas las intervenciones que hicieron posible que el aborto voluntario se transformara en un servicio gratuito y seguro.

or lo Es posible identificar por mentativas menos cinco líneas argumentativas en su nuevo libro: hos, 1. Una historia de los hechos, procesos, activismos y represiones en torno al debate de la despenalización del aborto en México. 2. Una problematización de las ideas eministas y en conflicto entre las feministas rvadores y los sectores ultraconservadores poderosos. d la l élite élit 3. La incidencia específica de de la Iglesia católica en la vida pública del país. 4. La manera en que los partidos mexicanos han empleado el tema del aborto como un nicho de capital político. 5. Los efectos que ha traído la despenalización del aborto en la Ciudad de México en términos dee salud pública y de disminución dee la estigmatización social.

Los discursos conservadores y tradicionalistas sobre el aborto, esos que provienen de una postura específica de las altas esferas económicas y eclesiásticas, son un ejemplo claro de la tendencia a la totalización, la El aborto, aunque ilegal o misma que lleva al acto moralmente inconcebible concreto de la intolerancia. para algunos, es una Combatir el germen de la práctica a la que siempre imposición consiste primese ha recurrido; de otra ro en conocer la estructura manera, las mujeres no de su relato; después, y sólo podrían liberarse de una después, es preciso posimaternidad no deseada cionarse en otra esfera: la o impuesta. La historia del diálogo, la problematide la despenalización es zación, el debate no impotambién la historia de La sitivo pero estratégico de la clandestinidad y sus interrupción las ideas propias y las de los efectos. legal del embarazo otros. Desde este terreno, En este tipo de temas, El caso de la Lamas hace un repaso que resultan inaceptables Ciudad de México histórico detallado de las para los círculos más marta lamas os acciones y los movimientos conservadores y poderosos que llevaron a la despenade las sociedades, la fce, méxico, 2018 lización del aborto en la producción de cambios Ciudad de México. sustantivos es efecto de

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m a rta lamas y la i nt e r r up c i ó n d e l e m ba r a zo

una lucha larga y paciente. Durante la primera mitad del siglo xx la pelea por el sufragio de las mujeres fue la prioridad del esfuerzo de las feministas. Sólo hasta la década de 1970 se emprendió el debate sobre la interrupción, protagonizado por feministas de la segunda ola. Ellas buscaron instalar un llamado público sobre el derecho al cuerpo propio, hablar de lo que estaba estigmatizado y excluido de la agenda política. En 1977 y 1980 la Coalición de Mujeres Feministas propuso dos proyectos de ley sobre el aborto, que fueron llevados a la Cámara de Diputados para su revisión, debate y eventual puesta en vigor. En ambas ocasiones, las iniciativas fueron congeladas. Más allá de la cerrazón de la Cámara, un hecho específico ocasionó el enfriamiento y la desilusión del movimiento. Las mujeres feministas del Partido Comunista Mexicano fueron sistemáticamente perseguidas por el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (muro), es decir, por un brazo fáctico de la Iglesia católica y de los empresarios conservadores para hacer eso que tan bien saben hacer: amedrentar a los no creyentes. Lamas es particularmente aguda al narrar la historia del conflicto y del debate público. Nos cuenta, por ejemplo, los choques que el Vaticano tuvo con grupos activistas en congresos internacionales durante la década de los noventa. Como los Estados Unidos, la Santa Sede se quedó sin enemigo después de la caída de la Unión Soviética. Allí donde la jerarquía católica se quedó sin un comunismo diabólico que combatir, asumió que los “excesos de la modernidad” serían la nueva amenaza a la palabra de Dios. El aborto se convirtió en un renovado paradigma del Mal. Tal vez esto haya motivado uno de los últimos movimientos de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile: el almirante José Toribio Merino prohibió, en 1989, el aborto terapéutico, que antes estaba permitido en el Código de Salud. La despenalización del aborto en la Ciudad de México tiene antecedentes concretos. Durante su campaña a jefe de Gobierno del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas se comprometió con la Red por la Salud de las Mujeres a hacer una consulta pública sobre una reforma posible. Sin embargo, el entonces nuevo Código Penal de la Asamblea Legislativa no incluía previsiones sobre la interrupción del embarazo. El primer cambio legal vino hasta que Rosario Robles asumió la jefatura interina: el objetivo era ampliar la no punibilidad en casos de malformación fetal o riesgo de salud para la madre. A pesar de un juicio de inconstitucionalidad interpuesto por Acción Nacional y el Partido Verde Ecologista de México ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Ley Robles permaneció vigente. Hacia 2004 el prd emprendió una reforma importante. La legislación vigente dictaba que, en ciertos casos, no se castigaría el delito de aborto. El trato era, pues, perdonar un delito. Por ello se introdujo un artículo según el cual, en los mismos casos, la interrupción dejaría de considerarse eso, un delito. La interrupción legal del embarazo, tal como la conocemos hoy en la Ciudad de México, se despenalizó en 2007, después de un

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largo debate jurídico y mediático. El proceso fue protagonizado, una vez más, por grupos de feministas, intelectuales, científicos, activistas, abogados aliados y, del otro lado, por sectores conservadores, devotos de las élites católicas y empresariales de México. Marta Lamas reconoce y aplaude la actuación del Colegio de Bioética en la despenalización de la interrupción del embarazo en la ciudad. Su trabajo, dice, consistió en ofrecer información actualizada y confiable, sin tergiversaciones religiosas. Esto es una acentuación de la importancia de la laicidad en México. El mismo colegio lo planteó en esos términos: es inaceptable, en un Estado laico, que las creencias religiosas influyan en las leyes que regirán la vida de los creyentes y los no creyentes. México es un caso particular de injerencia eclesiástica: el enorme poder de la Iglesia católica y sus capacidades financieras y de dominación subjetiva la colocan como un actor importante en el juego político-electoral del país. En periodos de votación nadie quiere que una institución como el clero católico se vuelque contra los proyectos propios. Y esto tiene un costo. Derechos, piezas de ajedrez Marta Lamas sitúa la despenalización de 2007 en un contexto de polarización política. En efecto, la reforma a la ley fue producto del trabajo arduo de organizaciones feministas y otros participantes, pero ésta halló cabida en un ambiente en que cada proyecto de ley debía acentuar su especificidad, su supuesta ventaja sobre los otros. El año 2006 fue el escenario de un turbulento proceso electoral: Felipe Calderón ganó con un margen muy bajo sobre Andrés Manuel López Obrador. El Partido de la Revolución Democrática, que se proclamó víctima de un fraude electoral, necesitaba acentuar su vena vanguardista en la ciudad en que sí se le reconoció su triunfo, uno importante. Luego de la aprobación de la ley, Felipe Calderón promovió un juicio de inconstitucionalidad ante a la Suprema Corte. Después de más de un año de discusiones públicas, la scjn optó por no abolir la ley recién aprobada. Ello ocasionó un contraataque de la derecha católica: gestar una estrategia para reformar las constituciones estatales y, con esto, conseguir legalmente la protección de “la vida desde el momento de la concepción”. Los ja congresos de Sonora, Morelos, Baja des California y de otras trece entidades gobernadas por el pri o el pan reformaron la ley de interrupción del embarazo en la línea deseada por el Vaticano. Lamas identifica que el sar Revolucionario Institucional, a pesar de su talante autoritario, manteníaa cierta tradición liberal. ¿Por qué, pues, adoptar una iniciativa tan reaccionaria? La hipótesis no es descabellada: para el pri, tan lastimado entonces, el alejamiento de la jerarquía católica constituía un costo político importante. El 22 de enero de 1999 Juan Pablo II dijo en el Estadio Azteca que ningún mexicano debería so atreverse a vulnerar el don precioso —¡sagrado!— de la vida en el vientre materno. Esta declaración vino en una época en que las elecciones presidenciales estaban va muy cerca. La Asamblea Legislativa

del Distrito Federal optó entonces por no promulgar la legislación sobre el aborto: estaba en juego el porvenir del prd y su candidato en las elecciones presidenciales del año 2000. Sólo hasta que Cuauhtémoc Cárdenas perdió la votación, el partido amarillo recuperó su agenda de reformas sobre el aborto. Se le unió el pri en una especie de juego político contra el recién electo Acción Nacional en la presidencia. En las líneas anteriores hay una verdad amarga: los derechos civiles, aunque sean un tema importante para algunos políticos, pueden fungir como un activo partidista en la disputa del poder. El tema se convierte de pronto en una lucha al margen de la sociedad civil y sus intereses. De imposiciones La postura del Colegio de Bioética es clara: la laicidad del Estado se pone en riesgo cuando ciertos valores religiosos tienen cabida en las leyes que regirán para todos, creyentes o no. En México, el enorme poder fáctico de la Iglesia católica vulnera la laicidad del país. Existen estudios que abordan la forma en que los jerarcas católicos crean, para sí, un circuito de relaciones de influencia. Bernardo Barranco, por ejemplo, sostiene que colegios y universidades de congregaciones poderosas funcionan como centros de posicionamiento: los sacerdotes se inmiscuyen en la vida de sus estudiantes más acaudalados y en la de sus familias (“Legionarios de Cristo, ‘empresarios de Dios’”, Aristegui Noticias, 8 de abril de 2018). La propia Lamas habla de una estructura de poder en términos de discusión mediática sobre el aborto: cuando el tema adquirió relevancia pública, algunos empresarios amenazaron a las televisoras con retirar su publicidad y su pago. Buscaban el buen trato con la Iglesia. Serge André, psicoanalista belga, dictó la conferencia “La significación de la pedofilia” en 1999. En ella, con el afán de remediar la simplificación mediática sobre la palabra “pedófilo”, establece lo que, a sus ojos, constituye la especificidad de la fantasía perversa, del fantasma perverso. Dice: Para el perverso, el fantasma sólo tiene sentido y función si es puesto en acto o enunciado de tal modo que consiga incluir a un otro, con o sin su consentimiento, en su escenario […] Por ejemplo, el sádico exigirá de su víctima que ella misma le pida, acusándose de una u otra falta, el castigo que va a infligirle, castigo que aparecerá entonces como merecido. ¿Por qué esta necesidad de obtener la complicidad forzada del otro? Porque en la perversión el fantasma tiene una función demostrativa.

prevalezcan sobre los intereses reales de las personas de carne y hueso, al mismo tiempo que permanece indiferente frente a los enormes daños que su actuación ocasiona a millones de seres humanos.” La complicidad forzada, o actuación sin consentimiento, tiene un solo nombre: imposición, mecanismo primordial del patriarcado, de la cultura de la violación, de todas las dictaduras. Pero Lamas evita generalizar: no todos los católicos son ultras, existen feministas católicas que velan por los derechos de las mujeres, como la asociación Catholics for a Free Choice. Además, una encuesta presentada por la autora revela que el 74 por ciento de la feligresía católica apoyaría que la Iglesia permitiera el aborto bajo determinadas circunstancias. Lo importante aquí es que, si existe coerción por parte de un sector social concreto, ésta suele provenir generalmente de sus altos mandos, no de sus miembros menos poderosos y a lo mejor más sinceros. Legal No hay estigma sin simplificación. Impedir el debate público entraña el peligro de señalar, violenta y arbitrariamente, a las mujeres que abortan, sea cual sea su razón. No hay estigma sin mandato hegemónico. El patriarcado lo dice así: un hombre es rígido, viril, proveedor y por tanto dueño; la mujer es abnegada, dedicada a sus criaturas, subordina su deseo. En el mundo, informa Lamas, mueren unos cincuenta millones de mujeres por abortos ilegales. Las muertas son mujeres pobres de Asia, África y América Latina, principalmente. Esto podría cambiar si se percibieran más ampliamente los efectos de la despenalización. Entre todos sus beneficios de salud, jurídicos y políticos, está ese cambio que abarca no sólo la concepción misma del aborto, sino también la concepción de quien recurre a él: ya no ser una delincuente, sino la usuaria de un servicio legal, incluso público. Marta Lamas, repito, lo ha hecho de nuevo: si habíamos olvidado que la interrupción legal del embarazo es una reafirmación del carácter laico de nuestro Estado, ella nos lo recuerda. Una vez más. •

Con las pertinentes reservas, es posible identificar una similitud estructural entre la fantasía del perverso, su función psíquica y el proceder de la Iglesia: el contenido de su creencia, para funcionar a su gusto, debería regir incluso para los que no compartan el dogma. Que sus valores nos rijan a todos, pues, queramos o no. Al respecto, Marta Lamas recupera el juicio de Richard Hare sobre el fanatismo. Para Richard Hare, el fanatismo es “la actitud de quien persigue la afirmación de los propios principios morales dejando que éstos

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pensar la dem oc rac ia

reseña

La política en México: ¿consolidación democrática o deterioro? ¿Va la democracia mexicana al deterioro? Más aún, ¿puede hablarse de democracia en México? La añeja imbricación de la política con los negocios, la desigualdad del ingreso y la impunidad siguen gravitando sobre la vida política mexicana. carlos martínez velázquez

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nes. A través de un enfoque eclécste año electoral tico que mezcla historia, cultura, muchos estructuras y relaciones exteriores ciudadanos lleva al lector por los momentos acabarán más trascendentales de la política hartos de la nacional para evaluar si nos hemos propaganda de consolidado como un régimen demotodos los partidos crático o no. Además, la constante y candidatos, otros se sentirán comparación con los Estados Unidos decepcionados de que una y otra vez se promete lo mismo, otros y otros países de Latinoamérica tantos tendrán la ilusión del cambio. permite al lector confrontar la idea Cualquiera que analizara desde de la excepcionalidad mexicana. fuera una campaña electoral en Una de las preguntas clásicas de México difícilmente entendería el la literatura y la filosofía políticas entramado de reglas, los cruces es cuál es el mejor régimen político ideológicos o partidistas, las para una vida en sociedad. Por ejemreferencias históricas y las pocas plo, Aristóteles, en La República, ganas de construir narrativas. plantea que el mejor régimen posible Quizás le sorprendería la es aquel que permite una vida plena vehemencia con que cada candidato a sus habitantes y que es electo por defiende que, de triunfar, habrá más el hombre de la clase media. Otros igualdad, menos corrupción y que se teóricos han abonado a esa pregunta vivirá bajo el imperio de la Ley. primordial y han añadido complejiSin embar embargo, esto es algo que dades como la división de poderes, no sorprend sorprende a Roderic Ai Camp las fórmulas de representación (Estados Un Unidos, 1945), uno de los política y los alcances de la partici“mexicanólogos” más importantes “mexicanólo pación del ciudadano común. de la ciencia política americana. Lo que parecería obvio es que, Prácticamente Prácticamen la totalidad de sus para plantear una respuesta, es más de 30 libros están dedicados li necesario conocer el concepto del a estudiar la política en que hablamos. Este no es México o algunos de sus alg el caso de los mexicanos. temas más relevantes. El r Roderic Ai Camp muestra Fondo de Cu Cultura Econóla vaga definición que tenemica tradujo uno de los mos de democracia, razón más reciente recientes: La política por la que se puede explicar en México: ¿consolidación ¿ la falta de entendimiento democrática o deterioro? entre las élites, entre los (fce, 2018), en el que aborciudadanos y en la interacda los procesos políticos proce ción de ambos. Mientras La política en el país de desde la Indeque en los Estados Unidos en México pendencia hasta la elección h 64 por ciento de las perso¿Consolidación democrática presidencial de 2012. nas definen la democracia o deterioro? Este libro no es lo más como libertad, en México ortodoxo de la ciencia sólo es 25 por ciento; sólo 8 roderic ai camp política estadounidense, esta por ciento de los estadoufce, méxico, 2018 cuya tenden tendencia parece ser nidenses la definen como rivalizar con las matemátiigualdad, contra 26 por cas por número de ecuacionúm ciento de los mexicanos.

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La definición del concepto tiene consecuencias directas sobre lo que se espera de él. Por ejemplo, México es unos de los países del continente que muestra menor apoyo a la democracia, de acuerdo con el Estudio de Cultura Política en las Américas realizado por el Proyecto de Opinión Pública de Latinoamérica (lapop, por sus siglas en inglés) de la Universidad Vanderbilt. Lo anterior se debe principalmente a que, a pesar de la reciente transición política (año 2000) y el establecimiento de una democracia electoral con competencia, los mexicanos no han visto satisfechas sus demandas por mejores condiciones de vida. De hecho, el mismo estudio de lapop muestra que México está entre los países que tenderían a apoyar más un golpe militar en contextos de alta criminalidad o corrupción, tan sólo por debajo de Jamaica o Perú. Lo anterior para Ai Camp sería muestra de que el régimen no está del todo consolidado, pues para él lo estará cuando “se libere de factores de los cuales puede demostrarse que clara y directamente conducen de nuevo a un régimen no democrático”. Lo que hay que entender entonces es la razón del descontento con el régimen. En el libro Por qué fracasan los países (Deusto, 2012), Daron Acemoglu y James Robinson conceptualizan dos tipos de instituciones: extractivas e inclusivas. Las primeras son aquellas que excluyen de lo público a la mayoría, mientras que las segundas promueven la participación de tal manera que se maximiza el uso de los talentos y las habilidades ciudadanas. De acuerdo con los autores, una de las consecuencias de la conquista española fue el establecimiento de instituciones extractivas y la formación de una

estrecha relación (perversa) entre las élites políticas y económicas, las cuales se benefician del statu quo en detrimento del bienestar de la mayoría, por lo que difícilmente se pueden esperar cambios radicales. Roderic Ai Camp llega a una conclusión similar. Por ejemplo, una institución colonial como el Virreinato fue sustituida por el presidencialismo. Contrario a la inspiración federalista de algunos de los liberales mexicanos del siglo xix, las estructuras políticas en México tienden a la centralización excesiva del poder en una élite que ha evolucionado en sus formas de relación, pero que impone altas barreras a la participación ciudadana en la democracia. Sin embargo, la influencia del capital internacional, la democracia electoral y el surgimiento de nuevos actores sociales han erosionado esa centralidad. Como resultado, el sistema político genera una contradicción entre lo moderno y lo tradicional, o más claramente, entre la democracia y el autoritarismo. ¿Cómo se resuelve esta contradicción en beneficio de la democracia? Lo primero es identificar los tres principales obstáculos: la desigualdad del ingreso, la corrupción política y el débil Estado de derecho. El reverso de cada uno nos llevaría a un país distinto. Sin embargo, hoy la impunidad es noticia de todos los días; ésta alienta las prácticas políticas de corrupción que acaban en una mala distribución del ingreso y propicia que los beneficios de cualquier crecimiento económico sean capturados por los más beneficiados. Por la realidad descrita no debería de sorprendernos, entonces, la insatisfacción ciudadana con la democracia. Actores intermedios como los partidos políticos tienen una gran responsabilidad para llegar a un equilibrio óptimo. Estos son los vehículos democráticos típicos para la participación de la ciudadanía en la vida pública. Sin ser una premonición, el autor señala que “ningún partido tiene seguro el futuro político en el país” y deja claro que uno de los efectos de la competencia electoral es que el desempeño de los servidores públicos en sus cargos y la rendición de cuentas son fundamentales para la viabilidad de los partidos. A cinco años del análisis de Ai Camp podemos ver cómo los partidos tradicionales se desdibujan, se cierran a la ciudadanía, se coaligan por el poder y abandonan una oferta programática coherente, lo que ha dado paso a candidaturas independientes y a la irrupción de nuevos partidos. Como corolario, hoy parece más plausible el deterioro que la consolidación democrática en México. Hasta ahora, el sistema político no ha brindado respuestas claras a los ciudadanos que buscan espacios de participación en lo público para que los beneficios de la democratización y la apertura económica lleguen a ellos. Parece que la lucha es por arrebatarle a una élite el control de los recursos políticos y económicos que han mantenido por décadas. Desde ya, hace falta pensar en una actualización del libro para entender el desenlace al que nos dirigimos. •

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homenaje

En el Homenaje a Jesús Reyes Heroles, académico de la historia A partir del discurso y circunstancias del ingreso de Reyes Heroles a la Academia Mexicana de Historia durante los primeros días del movimiento de 1968, el autor subraya la contribución del personaje a la democracia en México. javier garciadiego

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a noche del 7 de agosto de 1968, hace 50 años, Jesús Reyes Heroles leyó su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Historia. Había sido electo como miembro de número poco más de ocho meses antes, el 28 de noviembre de 1967. Aunque la reglamentación dispone que las propuestas a favor de cualquier aspirante pueden ser firmadas por sólo dos miembros de la corporación, la postulación de Jesús Reyes Heroles fue firmada por ocho académicos de número. De éstos, seis firmaron plenamente, con firma y nombre, y dos más agregaron su firma presumiblemente el día que se hizo la propuesta. Aquellos que lo hicieron con su nombre y firma fueron Arturo Arnaiz y Freg —acaso el promotor de la propuesta—, Alfonso Caso, Manuel Carrera Stampa, Ignacio Dávila Garibi, José López Portillo y Weber y José Joaquín Izquierdo; los que sólo estamparon su firma fueron Ignacio Rubio Mañé y Edmundo O’Gorman. Más interesante resulta saber que Reyes Heroles fue electo por ocho votos contra uno a favor de Justino Fernández, colega y amigo de varios miembros de la corporación. Como se acostumbra, la carta de propuesta fue escueta, sin juicios valorativos ni adjetivos calificativos, tan solo afirmaba que el postulado reunía “todos los requisitos que marca el artículo séptimo de nuestra Academia”. Como lo exigía el reglamento, la propuesta fue acompañada por una carta del propio Reyes Heroles, expresando su “anuencia previa para figurar como candidato”. Por esta carta nos enteramos de que, en caso de ser aceptado, ocuparía el sillón dejado vacante por don Ángel María Garibay Kintana, cuya “dolorosa pérdida... hemos sufrido todos los mexicanos”. Como lo marca el reglamento, el curriculum vitae del historiador propuesto se envió al presidente de la corporación, Manuel Romero de Terreros. Por cierto, la carta se le dirigió usando su apelativo nobiliario: “Marqués de San Francisco”. Aunque aparentemente trivial, pues se acostumbraba anteceder el título nobiliario al dirigirse a Romero de Terreros, es indudable que el uso reflejaba la naturaleza conservadora que entonces tenía la Academia Mexicana de la Historia. Seguramente, al connotado liberal mexicano le pareció anacrónico, contrario a los usos republicanos, que así se presentara al director de la Academia a la que estaba ingresando. Para colmo, el uso público de títulos nobiliarios era anticonstitucional: desde que México rompió su vínculo político con España, y para dejar claro que ya no era parte de un gobierno monárquico, se prohibió aquí el uso de títulos nobiliarios desde la Constitución de 1824. En el mismo sentido, para Reyes Heroles debió haber sido una ironía de la historia que llegara a ocupar el sillón de un cura, el padre Ángel María Garibay. En su discurso, Reyes Heroles se refirió a él como “ilustre” y “doctor”, sin reconocer su título sacerdotal. En todo caso, se refirió a la religiosidad de Garibay sólo para marcar sus hondas diferencias: si éste llego a la historia “por la teología”, “camino distinto seguí” —dice de sí mismo Reyes

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Heroles—, pues lo hizo “buscando explicaciones al mundo en que vivía”. Por ello su pregunta inicial se refería más a su presente que al pasado: “¿Podría la Revolución en que nací —en 1921— y me desarrollé ser producto de generación espontánea? Al margen del carácter disruptivo y el ingenio de Reyes Heroles, conviene comenzar preguntándose por los méritos que éste tenía para ingresar a la Academia de la Historia. Todavía joven, con poco más de 45 años, había obtenido el grado de licenciado en derecho por la unam en 1944, para luego hacer estudios de posgrado en las universidades de Buenos Aires y La Plata. Desde su regreso a México, en 1946, impartía el curso de Teoría General del Estado. Así, al ingresar a la Academia era profesor de la unam. Además, entre 1957 y 1961 había publicado los tres volúmenes de su obra más importante: El liberalismo mexicano. Poco después colaboró en la importante obra conmemorativa, Méxicocincuenta años de Revolución, con el capítulo “La Iglesia y el Estado”. También había ya recopilado, anotado y prologado las Obras de Mariano Otero, publicadas en 1967. Por lo que se refiere a su experiencia profesional, durante la presidencia de su paisano Adolfo Ruiz Cortines —1952 a 1958— había sido jefe de la Comisión de Estudios de la Presidencia de la República: luego —entre 1958 y 1964— había sido subdirector técnico del Instituto Mexicano del Seguro Social, con Adolfo López Mateos; finalmente, durante el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz había sido nombrado director de Petróleos Mexicanos. Así, al momento de ingresar a la Academia Mexicana de la Historia era el director de la empresa pública más importante del Estado mexicano posrevolucionario, de su emblema más significativo. No era el primer alto funcionario que ingresaba (allí estaba Alfonso Caso) pero sí sería el último. Su inmensa responsabilidad político administrativa —dirigir Pemex—, junto con sus antecedentes de hombre público, explican que el tema de su discurso fuera el de las relaciones entre la historia y la acción, y en términos más generales, el de la disyuntiva “entre el conocer y el hacer, entre la teoría y la práctica”. De hecho, éste fue el dilema que marcó toda su vida y obra, no sólo cuando estudiaba y analizaba la historia sino también cuando se ocupaba de la ciencia política y el derecho. Nunca concibió disciplina académica alguna como un conocimiento inerte, o autosuficiente. La posibilidad de combinar teoría y práctica fue el reto de su vida; de allí su gusto por la historia como disciplina, pues “pertenece al conocer” pero “se ocupa de describir el hacer”. Esto también explica su auténtica fascinación por nuestro siglo xix, que tenía el “singular atractivo” de “tratar con hombres que hacían la historia y también la escribían”. Conocer y hacer no fue su única directriz biográfica. Para Jesús Reyes Heroles, la historia, ya fuera su conocimiento o su construcción, implicaba necesariamente otra amalgama, entre el pasado y el presente, el ayer y el hoy. Siguiendo a uno de los historiadores más importantes del momento, el inglés Edward H. Carr, quien había vivido y padecido las dos guerras mundiales, Reyes Heroles

estaba convencido de que escribir historia obligaba a ocuparse del pasado desde el presente, pero no desde un mirador inerte, desde una atalaya aislada, con un diálogo entre “individuos aislados de hoy y de ayer”, sino entre hombres que forman parte de sus tiempos, que los hacen interactuar. Es más, Reyes Heroles estaba convencido de que el historiador que sólo se ocupa del pasado está condenado a ser un historiador mediocre. Su frase fue directa y precisa: en pleno discurso de ingreso sentenció que quien estuviera alejado de la acción carecería de profundidad para entender el pasado. Hoy que se conocen los nombres de los académicos que estuvieron presentes en aquella ceremonia se puede afirmar que más de uno debió sentirse incómodo con tamaña afirmación, empezando por el director de la institución, el experto en arte colonial don Manuel Romero de Terreros, con sus ridículas pretensiones de nobleza, con las que trataba de ubicarse en un pasado irrecuperable. Cierto: algunos miembros de la Academia Mexicana de la Historia de entonces confundían la historia con la heráldica, mientras otros la confundían con la nostalgia. No fue ésta su única crítica al gremio y a la disciplina tal como se practicaba entonces. Pensando también en los historiadores que se ubicaban en el otro extremo del abanico ideológico, en los que podrían ser definidos como historiadores de “izquierda”, Reyes Heroles descalificó tanto a los deterministas como a los voluntaristas: a unos por ver todo hecho “como fruto de la necesidad”; a los otros por atribuir todo “a la voluntad del hombre”. Como era previsible, también hizo severas críticas al providencialismo y a la otra corriente historiográfica entonces en boga, el historicismo. Sus reparos eran varios: para comenzar, a la tendencia del historicismo a dar un carácter individual a todo hecho histórico, lo que impedía aventurar cualquier tipo de generalización y conducía al relativismo. Acaso lo más grave fuera que este relativismo produce a su vez una actitud conformista, totalmente inaceptable para Reyes Heroles, pues el siguiente paso sería caer en la santificación del pasado y en el fatalismo. En síntesis, el historicismo le parecía enemigo de la acción. Hombre sabio, experimentado, Reyes Heroles también era contrario a la otra tendencia humana, la que sólo se afana en la acción, que busca la utopía prescindiendo del pasado, abjurando del ayer; o sea, puro y simple voluntarismo. No hay duda: para Reyes Heroles la acción atinada exige “estar al tanto de la historia”. Su conclusión era contundente: el determinismo es tan paralizante como el relativismo. En cambio, la visión de la historia por la que se empeñó era muy clara: “dedicarse a la historia no es vivir en el ayer, hacer necrología, sino encontrar en el pasado acicates para transformar, para modificar el mundo en que se actúa”. Rico pensamiento binario el suyo, compaginaba historia y acción, pasado y presente, historia y política. Para Reyes Heroles estas dos no sólo están “estrechamente unidas”, sino que son la misma cosa a la larga, aunque obviamente deben distinguirse los hechos históricos de los actos políticos, que se dan siempre en el tiempo presente. Basado en el gran historiador inglés Lord Acton, Reyes Heroles siempre estuvo convencido de que “lo que ha ocurrido, lo que ocurre y lo que va a ocurrir no pueden ser separados radicalmente”. Tanto para el político culto como para el historiador atento al presente y al futuro, el tiempo no tiene interrupciones, es un devenir constante. Sin embargo, esta continuidad no es lineal ni se basa “en armonías forzadas”, pues en verdad se nutre “de la concordancia y el contraste”, de “la afirmación y la contradicción”. Así, estudioso del liberalismo mexicano y habitante de la etapa posrevolucionaria, Reyes Heroles no podía ignorar el periodo porfiriano, pues comprendía “las diferencias de las fases históricas”. Para él la historia consistía en la continuidad de “etapas coincidentes y divergentes”. Sobre todo, para él el cambio, la transformación, era la culminación del proceso histórico. Ajeno a toda versión estática del pasado y contrario a toda concepción involutiva de la política, Reyes Heroles buscó siempre el “prolífico terreno” que daba cauce y significación a “la influencia de la historia en la acción”. Reyes Heroles siempre estuvo convencido de la necesidad de conocer la historia, pero como instrumento, no como simple curiosidad. Tampoco la consideraba como una perspectiva estética, y menos como erudición. Para él la historia debe darnos explicaciones, otorgar sentidos. Aceptado esto, debe atenderse en seguida un segundo tema:

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en el h omena j e a j esús reyes heroles, aca démico de la historia

la cantidad adecuada de conocimientos históricos requeridos, la densidad de fundamentación histórica. Sus conclusiones al respecto son igualmente claras e iluminadoras. Para comenzar, en cada colectividad o país el pasado desempeña distintas funciones: hay pueblos, por ejemplo, “abrumados por la historia”, que llevan a cuestas un fardo excesivamente pesado, añorando glorias “que ya no existen pero que se sobrevaloran”. Es tal el peso del pasado que los hace “ignorar su presente y —peor aún diría yo— no vislumbrar el futuro”. En estos casos, el excesivo pasado inmoviliza y disminuye su capacidad creadora como país. Más que una enfermedad incurable, es una maldición para dichas colectividades, en las que los muertos terminan por enterrar a los vivos. Igualmente dañino es padecer de “amnesia histórica”, pues los países que la sufren, sea por ignorancia, o por desdén, no comprenderán su presente y carecerán del impulso necesario para construir su porvenir, del imprescindible punto de apoyo construido por sus antecesores. En efecto, cualquier obstáculo sin consejos ni ejemplos para enfrentarlo crece en demasía. No hay opción en los extremos: ni herederos inútiles ni huérfanos desamparados. Por lo mismo, Reyes Heroles confrontó directamente a quienes negaban la utilidad de la historia, a quienes desprecian su estudio, “convencidos de que la historia únicamente enseña —me pregunto si lo dijo primero Hegel— que no puede enseñar nada”. En lo concerniente a la historia, Reyes Heroles fue un rotundo optimista que siempre recomendó “aprovechar el ayer para construir el mañana”, para lograr que el pasado no fuera un lastre sino un imprescindible “impulso creador”. Claro está, Reyes Heroles se apoyaba —otra vez— en un historiador optimista, para quien comprender el pasado permitía incrementar el dominio sobre el presente. En uno de los párrafos más reveladores y hermosos de su discurso, Reyes Heroles abandona el análisis teórico sobre la historia y se vuelca en México. Con absoluta confianza en el país aseguró que éste “no tiene en su historia un lastre por abuso, ni le aqueja la amnesia por desuso”. Sin embargo, su optimismo distaba de ser ingenuidad o complacencia. Nuestra historia del siglo xix le parecía rica por sus propuestas pero dolorosa por sus reveses. Aludiendo claramente a 1848, reconocía que algunas de las derrotas sufridas fueron más bien “autoderrotas”; asimismo, sin mencionar la batalla del 5 de mayo de 1862 contra los franceses, advierte que nuestros mayores triunfos lo fueron “de supervivencia”. Obviamente, Reyes Heroles aprovechó la tribuna que la Academia de la Historia le ofreció la noche del 7 de agosto de 1968 para hacer una evaluación de sus investigaciones sobre nuestro liberalismo. En concreto, según él, los liberales mexicanos de mediados del siglo xix dejaron de lado, o al menos matizaron, una serie “de principios doctrinales inaplicables”; en concreto, aceptaron los principios políticos del liberalismo, no así su propuesta económica. En cambio, y sobre todo, le introdujeron un claro contenido social. Permítaseme terciar en el debate. Igual de válido que llamarlo liberalismo social, la versión mexicana también puede ser definida, aunque parezca una antinomia, liberalismo estatista, o incluso liberalismo jacobino. Me explico: el tradicional liberalismo europeo fue un movimiento filosófico y político de los siglos xviii y xix, que buscaba acotar y reducir el poder absoluto de las monarquías imperantes en toda Europa. También buscaba secularizar la cultura; esto es, reducir el dominio de la Iglesia en la educación y el pensamiento. Por último, en términos sociológicos las clases medias emergentes buscaban desplazar a los grupos aristocráticos que rodeaban y colaboraban con las monarquías. La diferencia, no menor, del liberalismo mexicano consistía en que en México no existía, desde la consumación de la Independencia, aquel poder absoluto dominante en Europa. Así, no se requería acotar o reducir el poder de una monarquía inexistente. Al contrario, los liberales mexicanos tenían que construir un Estado que condujera la vida pública del país. Más aún, en ausencia de dicho Estado, la Iglesia católica había asumido algunas funciones que no le correspondían, como la impartición de la educación, el fomento de la economía y el registro de las estadísticas, entre otras. De allí que la oposición de los liberales fuera dirigida contra esa Iglesia, buscando secularizar la política nacional y responsabilizarse de dichos servicios. No hay duda: el nuestro fue un liberalismo social, es-

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tatista y jacobino. Quien descubrió y definió estas particularidades fue Jesús Reyes Heroles. Es decir, caracterizó a nuestro Estado desde una perspectiva histórica. La suya fue una de las principales definiciones historiográficas del país. No sólo esto lo hizo merecedor de un sillón en la Academia. Lo convirtió en uno de los principales intelectuales de la segunda mitad del siglo xx. Las últimas páginas de su discurso las dedicó al tema de la acción, vinculada siempre a las labores intelectuales. Resulta comprensible que quienes pudieran ser vistos como sus principales adversarios políticos fueran notorios hombres de pensamiento y acción, políticos e intelectuales ambos. Me refiero obviamente a Manuel Gómez Morin y a Vicente Lombardo Toledano. Sobre todo el primero, puso el concepto de acción en el centro de su vocabulario político y de su propuesta estratégica. En efecto, Gómez Morin estaba convencido de que lo que el país requería políticamente era que el ciudadano procediera a la acción, pero a una acción positiva y concertada, muy diferente a simplemente actuar, o a meramente moverse; a una acción que tuviera un objetivo predeterminado. Difícilmente Reyes Heroles rechazaría estas afirmaciones. Sin embargo, entre Gómez Morin y él había notorias diferencias, comenzando por el peso y el valor que cada uno asignaba al Estado. Casi 25 años mayor, Gómez Morin había vivido la violencia revolucionaria; por eso se permitió condenarla. En cambio, Reyes Heroles había llegado a la adultez cuando México pasaba del rupturismo cardenista a la moderación constructiva de Ávila Camacho, periodo que siempre consideró como muy positivo para el país. Reyes Heroles concluyó su discurso reiterando su confianza en la posibilidad de que hubiera muchos hombres que simultáneamente conjugaran el pensar y el actuar, el analizar y el obrar. La explicación es fácil de entender. No se trata de que existan hombres que puedan ser intelectuales y políticos. Lo que se necesita es que haya intelectuales políticos, sin conjunción alguna, sin esa “y” que estorba y anula. Fue con este motivo que dirigió varias críticas severas a José Ortega y Gasset, campeón de muchos intelectuales mexicanos de entonces, especialmente de los que se identificaban con una ideología conservadora e idealista. Pues bien, Ortega y Gasset subrayaba la dicotomía de talentos, la existencia de “dos dimensiones”, pensar y actuar, a las que veía como “compartimientos estancos”. Reyes Heroles dijo rechazar tajantemente la concepción de Ortega: más aún, dijo rebelarse contra ella. Es comprensible: Reyes Heroles justificaba así su existencia, legitimaba sus dos oficios. Obviamente, no estaba conforme con ninguna de las dos visiones de Ortega: ni con “la imagen desmembrada del político sin ideas, sólo apto para la transacción oportunista, en el más miserable o valioso de los sentidos”, y menos aún con la del intelectual, “inepto” profesionalmente para ejecutar sus ideas. Claro está, si Reyes Heroles se pensaba como modelo, Ortega y Gasset hacía lo propio, reconociendo su incapacidad de asumir compromisos públicos o de establecer liderazgos políticos. En España esa doble función yuxtapuesta estaba reservada, aunque por caminos distintos, a Manuel Azaña y Enrique Tierno Galván: si el primero fue del triunfo a la derrota, el segundo pasó del anonimato forzado al reconocimiento universal, pues luego de ser el “viejo profesor”, murió como alcalde del Madrid de la transición. Casi contemporáneo suyo, Reyes Heroles se identificaba mucho con él, quien también sentía una predilección recíproca por el intelectual político mexicano. Ambos estaban convencidos de que “la actuación requiere del pensamiento y que el pensamiento se amplía con la actuación”. Dos reflexiones finales: primero, recuérdese que el discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Historia fue leído por Reyes Heroles el 7 de agosto de 1968, dos semanas después de que a escasos 100 metros de distancia, frente a la Ciudadela, diera comienzo el movimiento estudiantil más importante de nuestra historia. Sin duda ni discusión alguna, la vida y obra de Reyes Heroles y el movimiento estudiantil de 1968 son parte esencial de la genealogía de la transición a la democracia en México. Cuando leyó su discurso ya había habido algunas represiones violentas de la policía, y ya había sido destruido el histórico portón de San Ildefonso; a pesar de ello, todavía la movilización estudiantil tenía un carácter doble, festivo y propositivo. Por eso Reyes Heroles pudo ser el mejor intermediario, por no decir el único, entre las partes en conflicto,

pero es evidente que faltó voluntad de negociación en ambos contingentes: un mes después vendría la ocupación militar de la Ciudad Universitaria y luego la fatídica jornada sangrienta de Tlatelolco. Como país, se nos vino encima una noche larga, sin amanecer. Sobrevino el silencio: a falta de diálogo sólo hubo descalificaciones. Me complace pensar que la de Reyes Heroles fue entonces una voz única. En un discurso suyo ante el presidente Díaz Ordaz y el secretario de Educación Agustín Yañez, claramente recomendó “aprender de aquellos a quienes pretendemos enseñar”. También propuso que se mantuvieran “en actitud abierta a lo que proponen las avanzadas de nuestra contemporaneidad”. No cabe duda: hablaba un visionario, de los pocos que hemos tenido en los últimos años, el intelectual político —así, sin conjunción copulativa— Jesús Reyes Heroles. No hay la menor duda: se refería a los estudiantes y se dirigía a los políticos tradicionales mexicanos. Oigámoslo otra vez decir que se debía tener presente “que quienes niegan o afirman rotundamente, quizá estén inquiriendo o preguntando”. Claramente se dirigió a la clase política mexicana, presente en la ceremonia y encabezada por el propio presidente del país; a ella le advirtió del riesgo de proferir “palabras que emanan de un mundo cansado, en los linderos de periclitar”. Su recomendación era obvia y atinada: propuso adoptar una actitud “que no busque perpetuar convicciones, sino comprender las influencias filiales, de los hijos de la cátedra a los hijos de la acción”. ¿Necesito insistir que se estaba refiriendo al movimiento estudiantil? No; son palabras transparentes, apegadas a las convicciones que siempre tuvo don Jesús: sólo con una acción concertada de ambos, políticos y jóvenes, se podría “contribuir a configurar un mundo siempre antiguo y nuevo”. Por sus muchas lecturas y su aguda visión, Reyes Heroles sabía que la historia tiene continuidades y rupturas. Su camino es más sinuoso que plano y lineal, y esto explica que, desde sus distintas posiciones, los estudiantes del 68 y Reyes Heroles hayan resultado ser constructores del sistema político contemporáneo. Lo hicieron desde espacios enfrentados, desde la oposición y el poder. Luego de su ingreso a la Academia Mexicana de la Historia se rompió el balance de su vida. La acción superó a la reflexión; la política rebasó a la historia. Parafraseando a don Arturo Arnaiz y Freg, encargado de responder su discurso de ingreso, a partir de entonces los minutos y las horas fueron más importantes en la vida de Reyes Heroles que los años y los siglos. Aunque siguió siendo un permanente y agudo lector, sus escritos históricos serían reducidos. De 1972 a 1975 fue presidente del pri, recordándose aún sus “discursos”: elegantes sin cursilería ni ampulosidad; profundos sin vaguedades, además, breves. Como lo bueno y lo breve es dos veces bueno, estoy seguro de que su oratoria política lo debió haber llevado también a la Academia de la Lengua. Luego sería, por cosa de dos años, director del Seguro Social. Entre 1976 y 1979 fue secretario de Gobernación, desde donde inició lo que hoy llamamos nuestra reforma política. Finalmente, entre 1982 y 1985 fue secretario de Educación Pública, hermosa forma de terminar una vida comprometida y útil. Murió siendo lo que siempre fue: un educador. Un solo error, fácil de detectar, contiene el discurso aquí analizado. En efecto, un confiado Reyes Heroles creía, siguiendo a Leopold von Ranke, que todo historiador está destinado a ser longevo, pues “el tiempo parece ser más considerado con los que dedican sus vidas a desentrañarlo”. Claro está, a los 45 años es fácil ser optimista, al grado de decir que “hacer historia exige años y ayuda a tenerlos”. Qué pena: se equivocaba rotundamente. Su salud comenzaría a menguar una década después. Acaso la doble responsabilidad de pensar y actuar resultó agotadora. Si conocer a fondo la realidad exige grandes esfuerzos, dedicarse a transformarla es seguramente extenuante. Jesús Reyes Heroles murió el 19 de marzo de 1985 —ayer hace apenas 33 años—, pero sigue presente en México. Tenía la edad bisagra que poetizaron unos jóvenes melenudos de allende el mar, 64 años. Es probable que juntas, reflexión y acción, pesaran demasiado y redujeran su vida. Sin embargo, le dieron nuestra cabal admiración y, sobre todo, le garantizaron su indeclinable prestigio histórico. • Leído en la librería Rosario Castellanos el 20 de marzo de 2018.

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Movilidad urbana y ciudad sustentable Las ciudades no deben ser obstáculos sino soluciones a la movilidad, la coexistencia, la identidad, la solidaridad y la sustentabilidad, argumenta este libro de Natalia Escudero Peña. Presentamos el prólogo del arquitecto brasileño Jaime Lerner y la introducción de la autora.

Prólogo jaime lerner*

as ciudades son creaciones humanas por excelencia. Tienen la propiedad de materializar en su arquitectura, en sus infraestructuras, en sus espacios públicos, el paso del tiempo y las diversas formas de organización, valores y prioridades que ha producido una sociedad. La mayor parte de la población mundial vive en ciudades, y el proceso de urbanización continúa vigoroso. Si, por un lado, el medio urbano es hoy responsable de los mayores impactos ambientales, también es en él donde se pueden realizar las mayores ganancias en calidad de vida. Dentro de esa óptica, las ciudades no son problemas, son soluciones: un laboratorio vivo para la búsqueda consciente de avances en movilidad, sustentabilidad, identidad y coexistencia. En este libro, Movilidad urbana y ciudad sustentable (fce, Santiago de Chile, 2017), la arquitecta Natalia Escudero Peña, doctora en urbanismo, explora en profundidad la dimensión de la ciudad como construcción social y el modo en que esa construcción social se refleja en las diversas lógicas de producción espacial —o sea, en las estructuras morfológicas de la ciudad—, con especial énfasis en el papel de las redes de movilidad como ejes estructurantes de la urbe. Es de fundamental importancia considerar la sustentabilidad como la mejor ecuación para evaluar las necesidades de cambio y las formas que éstas asumen en el espacio de la ciudad. El libro aborda detallada-

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mente la interfaz entre los desafíos de movilidad urbana y de sustentabilidad, enfatizando los resultados que trae la elección del automóvil como opción preferencial de cambio en términos de elevado consumo de recursos —energéticos, financieros, ambientales, espaciales— y de generación de externalidades. Reflexiona también sobre el concepto de desarrollo urbano sustentable y su conexión con el medio físico, los ciclos naturales, las relaciones sociales y las referencias históricas imbricadas en el tejido de la ciudad. Una ciudad es —y precisa ser— una estructura integrada de vida, trabajo y movilidad. Todas deben tener un diseño que oriente su crecimiento en forma sustentable, valorizando la escala humana, los espacios públicos, el transporte colectivo y el espacio del peatón, el patrimonio ambiental y cultural, el escenario de encuentro y coexistencia de diversidades. Los estudios de caso presentados —Curitiba y Nantes— buscan retratar la experiencia de ciudades que optaron por seguir ese camino. Anhelan evidenciar aquello que la autora resalta en sus conclusiones: que una ciudad es un proyecto colectivo, una construcción que precisa ser compartida por todos —al abrigar la diversidad y fomentar la coexistencia—, transformándose en un refugio de solidaridad y en el cimiento de la sustentabilidad. * Arquitecto-planificador urbano brasileño. Fundador del Instituto Jaime Lerner. Presidente de la Unión Internacional de Arquitectos (uia) de 2002 a 2005. Tres veces alcalde de la ciudad de Curitiba, Brasil (1970-1974, 19791983, 1989-1992). Guió la

revolución urbana que le otorgó renombre a Curitiba a partir de un modelo de desarrollo basado en el transporte público eficaz, programas sociales y medioambientales. En 2010 fue nombrado entre los 25 pensadores más influyentes del mundo por Time Magazine.

Introducción natalia escudero peña

ste libro se basa en la tesis doctoral que desarrollé en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, entre los años 2001 y 2004. Por este motivo, algunos de los ejemplos empleados se refieren a la ciudad europea y a sus procesos de desarrollo espaciales, históricos, sociales, culturales y económicos que, si bien se sitúan en contextos diferentes a las urbes latinoamericanas, pueden dar luz sobre el futuro de estas últimas. Para la presente publicación se han realizado múltiples actualizaciones de datos y se ha profundizado en el análisis de las temáticas centrales tratadas a partir de las experiencias profesionales y académicas adquiridas en los últimos Movilidad años. urbana y ciudad El tema del libro se sustentable Las experiencias centra en el desarrollo de de los casos la ciudad contemporánea, de Curitiba y destacando cómo la moNantes desde la perspectiva de la vilidad urbana ha sido un sustentabilidad factor estructurante en el proceso de transformación natalia escudero peña de sus morfologías y cómo fce, méxico, 2018 ha cambiado en forma

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acelerada sus espacios en las últimas décadas, modificando la vida cotidiana de las personas y, por consiguiente, su calidad de vida. Se constata, a través de la historia, la coproducción existente entre las formas urbanas y los modos de desplazamiento, es decir, que las redes de movilidad intervienen en la producción del espacio de la ciudad y, más específicamente, en la producción del espacio público. A partir de las ideas de la Modernidad, la aplicación de políticas públicas que incentivan el uso masivo del automóvil y la visión neoliberal del desarrollo de la urbe, entre otros factores, se ha producido una ruptura en la producción espacial y la producción de significado de la ciudad. Es así como el modelo de desarrollo dominante de la ciudad contemporánea ha alcanzado una crisis sustancial, dando cuenta de un proceso de insustentabilidad que se traduce en la pérdida del sentido de lugar en la arquitectura y en el urbanismo contemporáneos y, por consiguiente, en la pérdida de identidad de los espacios arquitectónicos y urbanos y del proyecto colectivo de ciudad. Es por ello que los objetivos principales de esta publicación son: a) Explicitar la coproducción existente entre los modos de desplazamiento y el proceso de desarrollo de las morfologías urbanas, y analizar cómo las políticas que promueven un tipo de movilidad urbana basado en la primacía del uso del automóvil en la ciudad han transformado el desarrollo de ésta y han propiciado un proceso de insustentabilidad que es necesario superar. b) Analizar los componentes de un desarrollo urbano sustentable y presentar un concepto actualizado de éste. c) Presentar y analizar dos estudios de caso de ciudades: Nantes en Francia y Curitiba en Brasil, con poblaciones cercanas a los 600 000 habitantes —la primera— y a los 2 000.000 —la segunda—, cuyos modelos de desarrollo se han basado en una política pública de movilidad sustentable. d) En términos de los crecientes problemas de movilidad urbana, es necesario tener en cuenta la progresiva importancia que adquirió la ciudad desde el siglo xx, lo que se ve reflejado claramente en el aumento de las tasas de urbanización en el mundo. En el año 2008 la mitad de las personas del planeta (3 300 millones aproximadamente) vivía en ciudades. e) Nos parece esencial recordar que la ciudad nació como lugar de encuentro e intercambio para el desarrollo humano. Esta condición determinó la necesidad de producir espacios públicos de calidad, concepto que está especialmente presente en la historia de la ciudad occidental. f) En el contexto de desarrollo de la ciudad contemporánea, es urgente recuperar la ciudad como un proyecto colectivo en el cual la urbanidad, como la entendemos hoy, sea esencial para legar urbes sustentables a las generaciones futuras. Es decir, ciudades en las cuales se desarrolle el vínculo social, la identidad, la equidad, se equilibre la calidad de vida de sus habitantes y se disminuya el impacto de los sistemas urbanos sobre el entorno natural. •

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El cambio electoral Votantes, encuestas y democracia en México Contra la impopularidad de las encuestas, este libro sostiene que gracias a ellas podemos conocer mucho mejor al votante mexicano y los factores que influyen en su voto, mas no nos permiten saber si la indiferencia ciudadana actual es parte de la “normalización” de la democracia o el preámbulo a formas de participación más decisivas. alejandro moreno

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esde la elección presidencial de 1988 hasta la antesala de la elección presidencial en 2018, la conducta político-electoral de los mexicanos ha cambiado profundamente. Han sido tres décadas de cambio electoral, resultado de varios procesos: un sistema de partidos en evolución diversas y continuas modificaciones a las reglas e instituciones electorales el acelerado surgimiento de nuevas formas de comunicación política el desarrollo de un ambiente de competencia e incertidumbre electoral y los vaivenes en la consolidación de un sistema político democrático. Por si fuera poco, también ha habido una rápida incorporación al electorado de nuevas generaciones de mexicanos nacidos en las décadas de 1980 y 1990, así como ilusiones y desencantos distintos a los de sus padres y abuelos. En consecuencia, la cultura y los valores políticos de los mexicanos se han reconfigurado, modificando la manera en que la sociedad percibe y evalúa el desempeño de los partidos, los candidatos, los gobiernos, las ofertas políticas y las instituciones. El cambio electoral, así entendido, en singular, como un conjunto de diversos cambios específicos que se describen en esta obra, ha redefinido la forma de hacer política y de vivir y construir la democracia en el país. Pero la forma en que vemos la democracia también ha cambiado. En 1988, la democracia se veía con ojos aspiracionales, después de la alternancia en 2000 con ojos más críticos, y tras las elecciones de 2012 con una gran indiferencia. Según datos del estudio Latinobarómetro, el porcentaje de mexicanos que opina que “A la gente como uno, nos da lo mismo un régimen demo-

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crático que uno no democrático” promedió 21 por ciento entre 1995 y 2005, 34 por ciento entre 2006 y 2016 y 43 por ciento en la encuesta de 2017. Este significativo aumento en la actitud de indiferencia hacia la democracia es un rasgo muy sintomático del cambio electoral. ¿Hasta qué punto los mexicanos hemos asimilado la democracia con todas sus virtudes y defectos? ¿Qué nos sigue fascinando y qué nos desilusiona de ésta? ¿Acaso hemos entrado en un proceso de “normalidad democrática” sin darnos cuenta, en la cual la premisa de Churchill de que la democracia es “la peor forma de gobierno excepto todas las demás” se ha vuelto una realidad, o seguimos pensando que algún día una democracia ideal podrá materializarse en el país? En este libro se documenta y analiza el cambio electoral con base en una vasta colección de encuestas realizadas a lo largo de casi tres décadas, tanto por el autor como por varias organizaciones y medios de comunicación. A través de las encuestas, la investigación académica ha podido adentrarse en la psicología, la racionalidad y las emociones del votante, en su conducta, sus opiniones, sus actitudes, sus creencias y en los aspectos que influyen en su decisión de voto […] La construcción de esa literatura es un gran logro, considerando la juventud de nuestra democracia y los hábitos relativamente nuevos de medir las actitudes y las opiniones del electorado de manera regular. También es admirable si se le compara con la literatura que se ha desarrollado en otras democracias jóvenes de la misma generación de la mexicana. Los estudios sobre el comportamiento electoral en México documentan diversas facetas del votante, mostrando aspectos de continuidad y, sobre todo, de cambio. Los aspectos más notables del cambio electoral que se documentan

en este libro tienen que ver con tres fenómenos: uno de ellos es la gradual despartidización del electorado mexicano, la cual se refiere a un doble proceso que incluye el desalineamiento partidario y el debilitamiento del partidismo como influencia en el voto. Otro aspecto es la gradual ideologización del electorado mexicano, que se ve reflejada en una mayor cristalización ideológica de las preferencias electorales, así como en una creciente polarización política. El tercer aspecto es la rápida internetización de una buena parte del electorado mexicano, lo que ha generado una brecha digital generacional que comienza a traducirse en una brecha política. La internetización y el uso de las redes sociales parecen también relacionarse con el fenómeno de la polarización ideológica. El cambio electoral tiene que ver con el papel que juegan los partidos políticos en la mente y los corazones de los electores, con la creciente importancia de las identidades ideológicas, y con el advenimiento de las nuevas tecnologías de información. Se trata de tres procesos de cambio notables, quizá no los únicos, pero sí muy importantes para entender las nuevas dinámicas del apoyo electoral en México. Si el electorado mexicano ha cambiado tan profundamente durante las últimas tres décadas, el cambio se ha podido documentar, en buena medida, gracias a la realización y disponibilidad de encuestas de opinión pública. Éstas han sido testigos documentales de la evolución del electorado en el país. Ya sea a través de trabajos académicos, de notas periodísticas o de reportes estratégicos, las encuestas han generado un cúmulo de conocimiento acerca de los electores, de su comportamiento y de sus decisiones. Como instrumentos de observación de las actitudes y conductas de la sociedad, las encuestas son como un “telescopio social” por el cual observamos el

universo de acción y de percepción políticas.1 Como instrumentos de medición, las encuestas han registrado con gran precisión y claridad las creencias y las conductas sociopolíticas de los mexicanos, ofreciendo los elementos para comprender mejor la evolución política en el país. Sin embargo, las encuestas también son actores protagónicos de los procesos electorales y juegan un papel eminentemente político en la sociedad, no sólo académico. Su destacada presencia en los medios de comunicación, su influencia en la narrativa electoral y su peso en las decisiones de los líderes políticos son razones de sobra para tratar de entender mejor las encuestas. La observación de que “las elecciones y las encuestas se relacionan de tal manera que en la actualidad es muy complicado poder imaginarse unas sin las otras”2 se aplica muy bien al caso de México, donde las encuestas tienen una alta visibilidad, ejercen una gran influencia y suelen ser objeto de álgidas controversias. Sus usos e influencia tienen varias facetas que iremos discutiendo poco a poco en el libro, pero no es exagerado adelantar que sus resultados pueden moldear el tono de las contiendas electorales, ayudar a definir a los candidatos ya sea como un mecanismo formal o informal de selección, servir como herramientas para el diseño de estrategias y mensajes de campaña, asistir la cobertura de los medios de comunicación y formar parte de la retórica y los esfuerzos de movilización de los políticos. La publicación de resultados de encuestas puede afectar el ánimo político, motivando a las bases de algún partido o candidato, pero también a diversos actores sociales, económicos y financieros. Debido a su enorme peso político, las encuestas deben ser analizadas de una forma exhaustiva y crítica, neutral y justa, que nos permita entender sus características, sus usos, sus alcances, sus limitaciones, su contribución y, por supuesto, su desempeño, incluidos sus aciertos, sus fallas y la métrica para evaluarlas. En suma, los dos objetos centrales de estudio que aquí nos ocupan son los votantes y las encuestas, ambos en una constante interacción con los partidos, los candidatos y los medios de comunicación. El estudio de los votantes a través de encuestas nos ha permitido documentar la evolución de sus actitudes y de su conducta, y con base en ello plantear interpretaciones acerca de la profundidad y el significado del cambio electoral en los últimos 30 años. En otras palabras, las encuestas nos ayudan a comprender mejor lo que ha pasado. Pero ¿hasta qué punto nos permiten prever? También vistas como un barómetro social, las encuestas registran la dirección y la presión de los vientos de la opinión pública, del sentir ciudadano. ¿Nos permite eso prever las condiciones de la ruta a seguir? En teoría, sí. Desafortunadamente esos barómetros sociales no los hemos aprendido a leer y entender bien, y solemos descalificarlos 1 Véase una descripción detallada del desarrollo de las encuestas como instrumento de observación social, política y económica en James S. House, F. Thomas Juster, Robert L. Kahn, Howard Schuman y Eleanor Singer (comps.), A Telescope on Society: Survey Research and Social Science at the University of Michigan and Beyond, Ann Arbor, The University of Michigan Press, 2004. 2 D. Sunshine Hillygus, “The Evolution of Election Polling in the United States”, Public Opinion Quarterly, vol. 75, núm. 5, pp. 962-981, 2011.

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por lo que muestran y a no valorarlos por lo que son. Eso se debe, en parte, a que las encuestas son instrumentos científico-metodológicos, pero también instrumentos políticos. Como algunos expertos han señalado, “después de la segunda Guerra Mundial, las encuestas sociales tomaron un papel como herramientas científicas en las manos de cientistas sociales que hacían análisis objetivos”, pero una vez que son de “dominio público, los datos de encuesta están expuestos a muchos objetivos analíticos diferentes —algunos partidarios y políticos, y otros más de curiosidad científica—”.3 Las encuestas son objeto de discusión académica y, a la vez, de promoción y descalificación política. Ante sus fallas recientes en diversas elecciones y plebiscitos, se ha planteado tirar esos instrumentos por la borda y sustituirlos por otros que aún no han probado su efectividad. Esa actitud no es nueva, y ciertamente responde a la dualidad de las encuestas, al hecho de que son instrumentos de observación científica, objetiva y analítica, pero también instrumentos políticos con tintes partidarios, ideológicos y propagandísticos. Las encuestas están inmersas en esa dualidad, de ser los barómetros que asisten la navegación y, a la vez, tripulantes acusados de provocar amotinamientos. La dualidad de los sondeos como instrumentos de investigación y protagonistas políticos puede generar fricciones, pero eso no necesariamente los demerita. Se trata de una dualidad que podríamos ver como un continuo donde un polo es de carácter científico, de generación de conocimiento y con expectativas racionales de precisión y exactitud, y el otro polo es de carácter político, de uso estratégico, con expectativas motivacionales de persuasión y apoyo, así como de descalificación y conflicto. Uno de los propósitos de este libro es ofrecer al lector los elementos necesarios para evaluar la importancia de los ejercicios demoscópicos en toda su diversidad, y de valorar el papel que juegan en la vida política y en la construcción democrática. […] se revisan a detalle la naturaleza y el desempeño de las encuestas electorales, no solamente porque han sido protagonistas de las elecciones, sino porque a través de ellas hemos podido conocer y documentar mejor la conducta del electorado. El libro se divide en dos partes, en la primera se analizan los votantes y en la segunda las encuestas. Los capítulos de la primera parte se enfocan a cómo ha cambiado el electorado y, con ello, su conducta. En primer lugar, se documenta el fenómeno de la despartidización del electorado mexicano. Esto se refleja en dos fenómenos: el declive de la identificación partidista y el debilitamiento del partidismo como factor explicativo del voto. En segundo lugar, se analiza el proceso de ideologización del electorado. Contrariamente a lo que suele pensarse de que la ideología va desapareciendo, las orientaciones ideológicas han tomado un papel más importante en el apoyo político en México, a la vez que han suplido el debilitamiento partidario. La fuerza de los candidatos de izquierda ha sido fundamental para recalibrar los factores explicativos 3 David Featherman, “Foreword”, en Jaumes S. House et al. (comps.), A Telescope on Society, op. cit., p. xiii-xiv.

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del voto, entre los cuales cada vez destaca más la identificación ideológica. En tercer lugar, se discute la internetización del electorado y el ascenso de las redes sociales como una fuente primordial de información política, sobre todo entre las nuevas generaciones de electores. Estos tres aspectos del cambio electoral no son los únicos, pero sí de los mejor documentados y de los más significativos para describir cómo ha evolucionado la competencia política en México. En la segunda parte el enfoque se pone en las encuestas. Primero se describen su naturaleza y características, tratando de que el lector las entienda a detalle y las juzgue con esas bases. En segundo lugar, se hace un recuento histórico del desarrollo de las encuestas, tanto en los Estados Unidos, país que vio nacer a los sondeos modernos, como en México, donde las encuestas se han realizado desde mucho antes de lo que se cree. Finalmente, se plantea una evaluación de la exactitud y la precisión de las encuestas electorales, discutiendo las métricas usadas para ello. El libro concluye con una reflexión acerca del cambio electoral y del papel que han jugado las encuestas en documentarlo. Como muchos libros, éste es el resultado de una construcción de argumentos en distintos foros y espacios, de una recolección de datos a lo largo de mucho tiempo, y del intercambio de ideas con diversas personas. Es producto de la interacción con académicos y amigos interesados en temas electorales; de trabajo con periodistas, editores y diseñadores gráficos en medios de comunicación; del encuentro con encuestadores y colegas de la profesión demoscópica en el país y a nivel internacional; de la retroalimentación con entrevistadores y supervisores de campo que recopilan la información y se vuelven expertos en la manera como la gente recibe y responde a las encuestas; de la oportunidad de escuchar a políticos, líderes partidarios, candidatos y asesores de campaña que diseñan estrategia política y que usan las encuestas en sus cálculos políticos; del contacto con profesionales de los institutos electorales a nivel federal y local encargados de la organización de elecciones y de la regulación en materia de encuestas, con estudiantes talentosos que cada vez expresan más desconfianza hacia las encuestas en sesiones de clase y fuera de ésta, con lectores que se toman el tiempo para hacer observaciones, sugerir, criticar y mejorar la calidad de la presentación de los sondeos públicos, y conmigo mismo, revisando las posturas que he vertido en el camino a lo largo de casi tres décadas de utilizar los instrumentos de investigación de opinión pública. Espero que el resultado sea de gran interés y utilidad para quienes gustan de pensar y vivir la democracia, de usar y criticar las encuestas y de conocerse mejor como electores, votantes y ciudadanos. •

adelanto

Peligro de suerte La empatía graciosa con los hijos del infortunio y la comicidad de las situaciones cotidianas, descritas en una prosa ágil para el lector infantil, disfrutable también por el lector adulto. Presentamos un adelanto del próximo libro de esta prolífica autora en el fce. norma muñoz ledo

Mala suerte La cosa era, simplemente, que Rodolfo tenía pésima suerte. A veces, incluso, le daba por pensar que una especie de maldición pesaba sobre él. Y en sus momentos más oscuros, llegaba a creer que la mala suerte era una bacteria contagiosa que él había traído a su familia y por ello

su vida, que no estaba nada mal, se había ido como el jabón en la regadera: justo al caño. La mala suerte de Rodolfo era legendaria, tan parte de su adn como el color de su pelo. Su hermana Catarina solía decirle que, en esta vida, unos nacen con estrella y otros nacen estrellados. Su mamá lo

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miraba seria y luego explicaba que, si tuviera que aventarse al pajar). en la rueda de Fortuna —la diosa Era algo inusual pero súper efectiromana de la suerte— su canastilla vo y Rodolfo lo usaba pese a las crísufría penurias para subir. Su papá, ticas de su familia: unos calzones. por otro lado, tenía la idea de que Ya estaban reviejos, el dibujo de dila suerte no existía, ni la buena ni nosaurios que originalmente tenían la mala. Sin embargo, la evidencia estaba casi borrado y le quedaban de su mala ventura era apabullanmuy apretados, pues eran talla seis. te: en su corta vida, se había roto Sin embargo, cuando una ocasión cuatro veces el brazo derecho. En era realmente importante —y en su una de ellas, tuvieron que operarlo caso, de alto riesgo, como subirse y lo tuvo enyesado ocho semanas. a un avión—, los usaba sin dudar. Por supuesto, Rodolfo no era zurdo Una vez, su mamá había querido —en su caso, eso hubiera sido buena tirarlos a la basura, pero Rodolfo suerte—, así que tooodo le costalos defendió heroicamente: le dijo ba muchísimo trabajo. Además de que hacerlo sería como firmar su eso, le había dado rubeola, roseola, sentencia de muerte. Deshacerse varicela y un brote de sarampión: de esos calzones sería como perder cada vez, justo cuando la familia se su seguro de vida. Entonces su disponía a salir de vacaciones. mamá sugirió recortar los dinosauEn su antigua escuela, todos rios y coserlos en otros calzones los años revolvían a los grupos, de su talla, antes de que la prenda supuestamente para conocer amisle cortara la circulación. Rodolfo tades nuevas. Algunos se quedasabía que, algún día, tendría que ban con uno o dos amigos, pero a someter los calzones a esa tortura; Rodolfo no le fallaba: siempre lo pero mientras llegaba el momento, separaban de todos. En materia de los usaba sólo cuando la situación mascotas, tuvo un gato que murió lo ameritaba. Y si no fueran tan atropellado por el repartidor de la incómodos, en los últimos meses se farmacia con su bicicleta; luego le los hubiera puesto a diario. Quizás compraron un par de pericos que así no hubiera pasado nada de lo doblaron los barrotes de la jaula que pasó. y escaparon hacia la libertad. La Calzones limpios… adquisición más reciente fue un perro: cuando era pequeño, Rodolfo de mala vibra Lo primero en que pensó Rodolfo llegó a pensar que, al menos en ese cuando se despertó el domingo fue asunto, su suerte había mejorado, en sus calzones. Según sus cálcupero el can, un beagle llamado Walos, ya estaban limpios de toda mala sabi, creció para convertirse en un vibra pasada y listos para cumplir ladrador profesional marca monde nuevo con la obligación de ser su serga, un can incontinente, rebelde amuleto oficial. El único detalle era ante la autoridad y con un sentido que no le subían más arriba de las de la territorialidad más allá de rodillas. todo lo imaginable. Todos los días, —Mamá —la interrumpió en voz varias veces al día, al perro le daba baja, mientras ella estaba leyendo por personalizar todos los objeen la mesa del comedor. tos de la casa que estuvieran a su —¿Mmmh? —contestó ella, sin altura: camas, sillas, sillones, cajas, levantar la vista. baúles, lámparas, cajoneras, jugue—Tengo que pedirte un favor. tes… Lo peor era cuando llegaba —¿Qué necesitas? —preguntó, alguien que era de su agrado y el con los ojos fijos en el libro. animal expresaba su felicidad con —¡Hazme caso! Esto es impordescontrolados chisguetes que, a tante —dijo él, impaciente. veces, mojaban los zapatos. Ella volteó a verlo. Pero para Rodolfo, la demostra—¿Te acuerdas de mis calzones ción más contundente de su falta de la buena suerte? de buena fortuna, era su nombre: —¿Los de dinosaurios? Rodolfo Pachón. Aquello era un —Ajá. designio del destino, sin duda. Ni —Mmmh… pues sí, me acuerdo sus papás podían explicar por qué que existían. le habían puesto Rodolfo si ya con —Existen. Aquí los tengo —los el Pachón tenía. Lo peor fue que la puso sobre la mesa. pubertad abrió el paso a algunos Su mamá abrió mucho los ojos. kilitos extra que lo hacían verse —No estarás pensando que todaun tanto gordito. Nada muy grave, vía te quedan, ¿verdad? sólo un poco rechoncho. O, como —Obvio no. Y no estoy gordo. le decía su tío Luis: “Rodolfo, estás —Nadie dijo eso. echando barriga”. Y también trase—El asunto es que los necesito. ro y cachete. Eso, combinado con Son la única cosa en este mundo su nombre, le desagradaba mucho. Lo peor fue cuando un día, una niña que me libra un poco de mi mala suerte. que había sido su amiga cuando Su mamá no dijo nada, sólo asineran chicos, antes de que ella se tió levemente. volviera popular, le cantó: “Rueda, —Mañana entro al Wisconsin Rodo, rueda, estás bien pachón”. —continuó Rodolfo—. Necesito un Su papá le dijo que él también había amuleto. Por favor, recorsido regordete a su edad, ta los dinosaurios y luego pero que luego se le había cóselos en los calzones quitado. Eso se llama teque tengo ahora. ner la autoestima en alto, Lucía lo miró, considepues su papá no era esbelrando la situación. Lentato desde ningún ángulo mente subió una ceja. que se le viera. En fin, la —Sí sabes que esto es lista de infortunios sería una superstición tonta, demasiado larga como ¿verdad? Y que si hago para mencionarla toda. Peligro de suerte eso, estaré alentando Basta con decir que Rodolun montón de creencias fo tenía sólo una certeza norma muñoz ledo, con ilustraciones inútiles. en esta vida: si se aventaba de alberto montt Rodolfo dijo que sí, a un pajar, se picaba con la aunque no estaba nada aguja. fce, méxico, 2018 convencido de eso. Lo único bueno, dentro —También sabes que de todo, era que tenía un mañana empiezo a trabaamuleto que no le fallaba jar y tengo que dar clases (y por supuesto, lo usaría

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a grupos de seres humanos de 16 y 17 años, ¿verdad? Y que todavía no sé ni cómo voy a hacerle, ¿sabes? —Y tú sabes que yo tengo la peor suerte de todo el universo, ¿verdad? Su mamá torció la boca. Era claro que admitía que eso era más verdad que nada. —Yo creo que tú puedes, perfectamente, recortarlos y coserlos —sugirió. —¡Yo no sé hacer eso! —se defendió Rodolfo. —¡Yo tampoco! ¿Cuándo me has visto coser? —Pero tú tienes un costurero. —Sólo sé ensartar la aguja y pegar botones —alegó su mamá—. Y no tengo tiempo de nada. Rodolfo comenzó a sentir que unos vientos iracundos se formaban en su estómago. —Papá se volvió otra persona, ¿y tú también? —chilleteó. —¡Rodolfo! —replicó su mamá con los ojos como limones—. ¡Seguimos siendo los mismos! —¡No es cierto! —¡Tú puedes hacer lo de tus dinosaurios tan mal como yo! —¡No es eso! —dijo Rodolfo, con un par de lágrimas rodándole por los cachetes—. Es que siento que con todo esto de tu trabajo, ya ni me pelas. Y cuando seas maestra y todo, menos nos vas a pelar. Su mamá soltó un suspiro y no pudo evitar poner ojos de sufrimiento. Las palabras de su hijo habían salido de su boca con puntería de cazador para dar justo en el centro de su culpa. Ella sabía que con el trabajo, apenas tendría tiempo para sus hijos. —Está bien —suspiró de nuevo—. Pero tú recortas a los dinosaurios, ¿ok? Y sólo voy a coser un calzón, nada de que todos. —Sí. Mamá… —ahora era Rodolfo el que torcía la boca— ya sabes que esto es un secreto entre los dos, ¿verdad? Su mamá asintió cerrando los ojos y suspiró. Rodolfo fue a su cuarto, cerró la puerta y se puso a recortar los dinosaurios. Sus tijeras no tenían mucho filo, así que no estaban quedando tan bien. Algunas patas, orejas y colas murieron en el intento. Cuando los tuvo listos, los contó: eran 38. Fue a la cocina por un tupper para guardarlos, no fueran a perderse. Pese a las buenas intenciones de su mamá, el día avanzaba y el momento de coser no llegaba. A eso nchindel mediodía, Rodolfo fue a enchinlla charla. Apenas se acercaba, ella es que decía: “Ahorita no, ¿qué no ves vo con estoy muy ocupada?” Él estuvo iemcara de pocas pulgas todo el tiemrmar po. Lo peor es que no podía armar unto: mucho escándalo sobre el asunto: ina no quería que su papá y Catarina maba la supieran nada de eso y, si armaba gorda, se enterarían. Así que sufrió n al en silencio. En la tarde fueron súper. Antes de salir, su mamáá le n al informó que coserían el calzón regresar. —¡Uno no es nada! —bufó Rodolue se fo—. ¡Me va a servir para lo que le unta al queso! a, así —Te va a servir para un día, que no te quejes. aurios —Pero yo quiero los dinosaurios distribuidos entre todos mis calocan zones. Ya hice la cuenta y le tocan como tres a cada uno. —Bueno, te propongo algo: me ves mientras coso estos tres dinosaurios. Así aprendes y luego tú haces el resto, ¿de acuerdo? Pero des ya no quiero que me lo recuerdes

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¿ok?, porque como puedes ver, no tengo tiempo ni de ir al baño. Ella lo miró con ojos de ciclón, así que a Rodolfo no le quedó de otra que asentir con la boca de lado. Las clases de costura ocurrieron hasta la noche, cuando Catarina ya se había acostado y su papá estaba en su cuarto leyendo algo. Rodolfo y su mamá fueron a la mesa de la cocina. Ella le enseñó a ensartar la aguja y sacó un huevo de madera de su costurero, que servía para zurcir. Puso el huevo bajo la tela del calzón y ahí se apoyó para coser al primer dinosaurio. Rodolfo se fijó lo mejor que pudo, pero el sueño iba poniendo diminutos trozos de arena en sus ojos y pronto sintió que le picaban. Entre bostezos observó a su mamá coser al pequeño triceratops, que algún día fue verde. Para cuando Lucía terminaba al segundo, que era un tiranosaurio azul, Rodolfo se había dormido sobre la mesa. Ella sonrió y le hizo un cariño en la cabeza. —Bueno, ya viste cómo se hace. Vete a dormir, lo dejo en tu buró. Rodolfo le dio un beso y se fue a su cama. Se durmió de inmediato; sin embargo, no fue una noche tranquila: le preocupaba la fauna que se encontraría en el Wisconsin. Se pasó la noche dando vueltas y despertándose a cada rato. La última vez que le echó un ojo a su despertador eran las tres de la mañana. La alarma sonaría a las seis treinta, ¡todavía faltaba! Con la luz del reloj vio que en su buró no había ningunos calzones. De un brinco se levantó y fue a la cocina, si su mamá los había dejado ahí y Catarina los veía, lo iba a fastidiar con eso hasta que tuviera noventa años. Y sí: ahí estaban, sobre la mesa, junto al huevo, la aguja —todavía con hilo blanco— y unas tijeras. El tercer dinosaurio era un diplodocus. Se sentía enojado con su mamá por semejante descuido, pero también estaba agradecido porque lo había hecho. Tomó el calzón y regresó sigilosamente a su cuarto. Se durmió en cuanto su cabeza tocó la almohada y ya no despertó hasta que sonó la alarma. •

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a d emás

Reformas electorales en México Consecuencias políticas (1978-1991) ¿México vivió ya, o vive aún, un proceso de transición a la democracia? ¿Hacia dónde apunta el intenso reformismo electoral mexicano? Estas son las cuestiones principales que el autor, ex presidente del otrora Instituto Federal Electoral, busca responder. Presentamos fragmentos de la introducción. leonardo valdés zurita

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Han tenido consecuencias políticas las leyes electorales del México contemporáneo? Esa es la pregunta básica que intenta resolver esta investigación. Y la hipótesis de trabajo es una respuesta afirmativa a tal cuestionamiento. El reformismo electoral mexicano, el proceso cada vez más frecuente de modificaciones a la legislación electoral, ha sido uno de los ingredientes en la transformación del sistema de partidos y de los partidos mismos. ¿Cómo han influido las leyes electorales en la conformación del sistema de partidos de México? ¿Cuáles han sido las consecuencias de los sucesivos códigos electorales? Ese es el tema de investigación. […]

1. El reformismo electoral mexicano: una definición general Las elecciones han sido un fenómeno regular e ininterrumpido en México. Desde la elección presidencial de 1934, el régimen político mexicano ha asistido puntualmente, cada seis años, a la realización de procesos comiciales para renovar su poder ejecutivo. Desde entonces, con idéntica periodicidad se han elegido senadores y, cada trienio, diputados federales.1 En el ámbito local, salvo contadas excepciones, ha sucedido lo mismo: con regularidad se eligen gobernadores, legisladores locales y gobiernos municipales. Todos los presidentes mexicanos a partir de Lázaro Cárdenas han terminado el periodo para el cual fueron elegidos y han entregado el poder a un sucesor legalmente reconocido. Esto distinguió al régimen mexicano, en el contexto del convulso subcontinente latinoamericano, durante buena parte del siglo xx. Meyer y Reyna destacaron la estabilidad política mexicana como hecho singular en América Latina2. Para McDonald y Ruhl, el que los presidentes mexicanos terminen su mandato representa un hecho poco usual en Latinoamérica3. A pesar de su regularidad, las elecciones en México se caracterizaron, durante un largo periodo, por sus limitadas consecuencias. No sirvieron entonces, en sentido estricto, para elegir gobernantes, y no sólo se construyó una historia ausente de alternancia, sino que los programas de los gobiernos en turno poco tuvieron que ver con la elección que los llevó al poder. Como en muchos otros países, las decisiones fundamentales de gobierno se adoptaban en esferas distintas a la de la lucha por el voto ciudadano. Por ambas razones, las elecciones mexicanas, si bien regulares, carecieron de importancia durante buena parte del siglo xx. No obstante, el régimen mexicano desarrolló una impresionante capacidad para modificar los ordenamientos legales que regularon sus elecciones. No es exagerado decir que se vivió un reformismo electoral más o menos permanente. La ley que normó la primera elección presidencial, de acuerdo con la Constitución de 1917, tuvo una vida efímera. Fue promulgada el 6 de febrero de ese año y el 2 de julio del siguiente quedó derogada. De 1918 a 1991 se realizaron 16 reformas electorales de diversos tipos: decretos que adicionan o modifican el articulado de las leyes vigentes, o bien nuevos ordenamientos que dejaron sin vigencia los anteriores. En numerosos casos las reformas estuvieron acompañadas de modificaciones constitucionales. Las elecciones en el México del siglo xx se rigieron por siete leyes, entre las que se aprecian importantes diferencias. […] Desde su inicio, la lógica histórica del reformismo electoral mexicano estuvo signada por una compleja combinación de voluntad de controlar los procesos electorales desde el poder central y, a la vez, hacer de las elecciones una fuente de legitimidad gubernamental. Ese binomio desem1 En 1986 se incorporó a la Constitución una reforma que estableció la renovación por mitades del Senado de la República. En 1991, en la elección intermedia —en la que tradicionalmente se renovaba únicamente la Cámara de Diputados—, se eligió también a un senador por entidad federativa. La reforma de 1996 modificó la integración del Senado, al incluir las fórmulas de mayoría relativa para la elección de dos senadores por entidad, de primera minoría, para un senador por entidad y de 32 senadores de representación proporcional, en una circunscripción nacional. La elección del Senado volvió a ser completa cada seis años. 2 Lorenzo Meyer y Jose Luis Reyna, “México, el sistema y sus partidos: entre el autoritarismo y la democracia”, en Lorenzo Meyer y Jose Luis Reyna (coords.), Los sistemas políticos en América Latina, Siglo xxi Editores, México, 1989, p. 305. 3 Ronald H. McDonald, y J. Mark Ruhl, Party Politics and Elections in Latin America, Westview Press, Colorado, 1989, p. 50.

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reformas electorales en méxico consecuencias políticas (1978-1991)

peñó un papel protagónico en la evolución de las normas que regularon a) el reconocimiento legal de los partidos, b) la conformación de la representación política, y c) la constitución de los cuerpos encargados de la organización y calificación de las elecciones. Esas reglas, expresadas en el contenido de las normas electorales, se modificaron sustancialmente durante los últimos años del siglo xx. ¿Cuáles han sido —si es que ha habido— las consecuencias políticas de las reformas electorales en México? […] Lo anterior conduce a pensar que los efectos inmediatos de las leyes electorales son más significativos que sus posibles efectos a largo plazo. En este sentido, se puede afirmar que al final de cuentas las consecuencias políticas de los sistemas electorales se producen fundamentalmente en el nivel de los resultados inmediatos de una elección: en la transformación de los votos en curules. Esas consecuencias, al parecer, tienen que ver sólo de manera marginal con las transformaciones de largo plazo de los sistemas de partidos […] Así, las reglas de la competencia —que evidentemente incluyen el sistema electoral— y el estado de la competitividad —que se mide en términos de los votos obtenidos por los partidos políticos— permiten analizar y entender la dimensión y el grado de estructuración de cualquier sistema de partidos. Tamaño y situación que, evidentemente, se encuentran en constante movimiento. Cada elección es una oportunidad para que el sistema se redimensione y, si así lo quieren los ciudadanos, se modifique el nivel de estructuración. […] En términos generales, el modelo de relaciones que se construye es el siguiente: la proporción de votos que obtienen los partidos en una elección determinada se transforma en proporción de curules para cada partido, pero esa transformación se encuentra mediada por las reglas de distribución y por la magnitud de los distritos electorales; se trata del llamado efecto mecánico del sistema electoral, en el sentido de Duverger. En el mismo contexto aparece el efecto psicológico, como producto de las proporciones de votos obtenidas por los partidos y de la aplicación del método de escrutinio. Este efecto influye en el número de partidos que se presentan en los procesos, lo que a su vez se encuentra relacionado con la diferenciación de puntos de vista, pues de alguna manera los partidos tienden a representar, en la esfera política, las principales diferencias de opinión que existen en el seno de la sociedad. Estas diferencias de opinión también inciden en el número de partidos que obtienen representación parlamentaria, en la medida en que los partidos parlamentarios expresan las posiciones de opinión más significativas de la sociedad. Son, en este sentido, los partidos electorales que luego de pasar por las elecciones se transforman en parlamentarios. En esa transformación interviene la mecánica del sistema electoral, que puede establecer cierta desviación con respecto a la proporcionalidad de la presencia de los partidos en el órgano parlamentario. Esa desviación se encuentra relacionada con la existencia de un punto en el cual se rompe la equidad en la transformación de los votos en representación parlamentaria. El punto de ruptura es el porcentaje de votación a partir del cual el sistema electoral ejerce la función destacada por Douglas Rae: tratar de manera desigual a los partidos en función del monto de votación obtenida. Así, se trata de un porcentaje de la votación a partir del cual los partidos reciben una proporción de curules superior o inferior a su proporción de votos, incluso en los sistemas de representación proporcional. Por tanto, el punto de ruptura de la equidad desempeña un lugar destacado en la conformación del órgano legislativo. […] 3. Los propósitos y alcances de este estudio Este trabajo aplica algunas de las ideas reveladas por el debate teórico al caso mexicano. Las escasas y marginales referencias que es posible encontrar en la bibliografía comparada sobre la experiencia mexicana tienen que ver con la insuficiente relevancia de las elecciones en ese país, pero también con la limitada producción de investigaciones en ese campo; limitación que, por cierto, se va

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salvando poco a poco. Si las elecciones se investigaban escasamente en el pasado, desde la reforma política de finales de los años setenta su estudio se ha desarrollado. A partir de la competida elección presidencial de 1988 se ha producido una especie de auge de los estudios mexicanos en materia electoral.4 La pregunta central de esta investigación sobre las consecuencias políticas de las leyes electorales en México se puede responder afirmativamente. Durante largo tiempo existió un sistema reducido de cuatro partidos, en buena medida como producto de un método restrictivo de registro legal. Los requisitos que las organizaciones debían cumplir eran tales que ninguna de las que pretendió incorporarse al espectro partidista después de la segunda mitad de los años cincuenta logro satisfacerlos. Con la reforma política de 1977, cuando se modificó sustancialmente la norma para el registro de partidos, el sistema parti-

Como cuestión histórica, la cosa no es nada ambigua: los datos señalan, de forma aplastante, hacia una discontinuidad. No se me puede ocurrir ni un solo paso de una comunidad política competitiva a otra no competitiva que se haya producido sin violar el orden constitucional —es decir, los convencionalismos de la constitución vigente […] Si el paso de una estructura competitiva a otra no competitiva es, sin excepciones, discontinua, la norma parece ser menos estricta en la otra dirección, esto es, en el paso de una comunidad política no competitiva a otra competitiva.

dista mexicano inició su crecimiento, hasta llegar a contar con los 10 partidos que compitieron en la contienda legislativa de 1991. Sin embargo, ese efecto político directo de la legislación no ha sido el único. La evolución de la fórmula de escrutinio, los cambios en la magnitud de los distritos y la estructura de la boleta son las principales variables del sistema electoral, las cuales se analizan en este texto. Otros elementos importantes son: las reglas para el registro de los partidos políticos, los procedimientos de organización de las elecciones, el proceso de conformación y calificación de los resultados y el espacio reservado para la resolución de los conflictos en los comicios. El objetivo es estudiar las relaciones de esas variables y elementos con la evolución del sistema de partidos mexicano. […]

Reformas electorales en México Consecuencias políticas (1978-1991) leonardo valdés zurita fce, méxico, 2018

de Sartori sobre el conjunto de los sistemas de partidos. Según su perspectiva, no se trata de un continuo indiferenciado por el cual los sistemas de partidos existentes puedan transitar sin sufrir grandes transformaciones. Una frontera sólo invisible para quien no quiere verla separa el conjunto de sistemas competitivos de los que no lo son.5 A los lados de esa frontera, según la cartografía diseñada por Sartori, se encuentran el sistema de partido predominante (ese en el que un partido gana sistemáticamente elecciones básicamente libres) y el llamado sistema de partido hegemónico (en el cual la regla fundamental de su funcionamiento implica la no competencia por el poder). Por tal motivo, nuestro autor argumenta: Como ya sabemos, la coyuntura critica se halla entre, por una parte, los sistemas hegemónicos y, por la otra, los sistemas de partido predominante. De ahí que la cuestión pertinente sea la de si estos dos sistemas pueden convertirse el uno en el otro sin ruptura, esto es, de forma continua, mediante una transformación interna [...] Como cuestión histórica, la cosa no es nada ambigua: los datos señalan, de forma aplastante, hacia una discontinuidad. No se me puede ocurrir ni un solo paso de una comunidad política competitiva a otra no competitiva que se haya producido sin violar el orden constitucional —es decir, los convencionalismos de la constitución vigente […] Si el paso de una estructura competitiva a otra no competitiva es, sin excepciones, discontinua, la norma parece ser menos estricta en la otra dirección, esto es, en el paso de una comunidad política no competitiva a otra competitiva.6

Las experiencias de tránsito de sistemas competitivos a situaciones autoritarias han sido muchas y se encuentran bien estudiadas. Alemania, Italia, los golpes militares latinoamericanos son, quizá, los casos mejor conocidos. La transición contraria ha sido menos frecuente y más reciente. Sartori analizó la experiencia turca de mediados de los años cuarenta, y señaló a España, México, Portugal y Túnez como los “cuatro países que llevan mucho tiempo en observación como posibles democracias futuras”.7 Las dos naciones europeas —¿quién lo puede dudar?— han completado su exitosa transición democrática, mientras que la joven república africana ya se considera un sistema democrático. Muchos otros países que se podían definir como no competitivos, e incluso de partido único cuando Sartori terminó su libro, han dejado de serlo. ¿Qué ha sucedido con México? ¿Vivió ya, o vive aún, un proceso de transición a la democracia? Las transformaciones de sus reglas de competencia y de sus niveles de competitividad electoral ¿hacia dónde apuntan? ¿Hacia la consolidación del sistema de partido hegemónico-pragmático o bien hacia su sustitución por alguna variante de comunidad política competitiva? Estas son las preocupaciones profundas que animaron la investigación. •

Conclusiones De acuerdo con la teoría sartoriana de los sistemas de partidos, un nudo metodológico fundamental se encuentra en el análisis del cambio de un tipo de sistema a otro. ¿Cuándo y cómo una comunidad política democrática competitiva deja de serlo? ¿Cuándo y cómo un sistema no competitivo se hace democrático? Estas cuestiones, planteadas así, en términos abstractos, se fundamentan en la visión 4 Al respecto, véanse Elke Köppen, “Bibliografía electoral”, Nueva Antropología, vol. VII, núm. 25, 1984; Juan Molinar, “La costumbre electoral mexicana”, Nexos, vol. 8, núm. 85, 1985, y Álvaro Arreola y Juan Molinar, “Procesos electorales en México. Bibliografía”, Revista Mexicana de Sociología, vol. L, núm. 2, 1988.

5 Sobre el particular, véase Giovanni Sartori, Partidos y sistemas de partidos, vol. 1, Alianza, Madrid, 1976, pp. 320-332, y el capítulo i de este volumen. 6 Ibid., p. 324. 7 Ibid., p. 329.

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N OVEDADES

pensar la democ racia

FOND O DE CULT UR A ECO NÓ M ICA M AYO D E 2 018

De la gran transformación a la gran financiarización Sobre Karl Polanyi y otros ensayos

Las capitales olmecas de San Lorenzo y La Venta

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Los salvajes en el cine Notas sobre un mito en movimiento

ann cyphers

Ritmo y rumbo de la salud en México germán fajardo dolci (coord.)

roger bartra kari polanyi levit

Kari Polanyi recopila ensayos y textos de conferencias acerca de la obra y el pensamiento de su padre, el economista austro-húngaro, Karl Polanyi y reflexiona sobre la aplicación de sus ideas hacia los fenómenos económicos actuales. Su padre forjó sus ideas en torno a la relación entre el Estado, el mercado y los seres humanos y, desde la crisis de 1929-1933, advirtió los efectos devastadores de la desregularización del mercado capitalista, lo cual quedó demostrado con la crisis de 2008. Además, la autora se concentra en describir los principales conceptos y las herramientas teóricas que surgieron de la obra de su padre para analizar lo que ella considera la otra de la economía mundial, misma que denomina . La autora estudió economía en la London School of Economics, con especialidad en estadística. Es profesora emérita en la McGill University y miembro fundador de la Canadian Association for the Study of International Development. Por su destacada trayectoria profesional, en 2008 recibió el doctorado por la University of the West Indies. economía 1ª ed., 2018

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En esta visita guiada, Ann Cyphers ofrece un análisis detallado del auge, desarrollo y decadencia de dos de las capitales más representativas de la cultura olmeca: San Lorenzo, Veracruz y la Venta, Tabasco. Una de las preguntas más importantes que se plantea es la siguiente: ¿en qué medida influyó el declive de la primera capital en el esplendor de la segunda? Este título ofrece un panorama sobre el estudio de los vestigios materiales realizado por arqueólogos, historiadores del arte y estudiosos de disciplinas afines del sitio arqueológico de San Lorenzo y La Venta. Es importante mencionar que desde 1990 a la fecha, Cyphers es la responsable del Proyecto Arqueológico San Lorenzo Tenochtitlán, en el cual se descubrieron numerosas esculturas de piedra, entre las que se encuentran una cabeza colosal y figuras antropomorfas y zoomorfas de más de tres mil años de antigüedad. economía 1ª ed., 2018

Mediante una mirada antropológica, Roger Bartra muestra cómo el mito del salvaje ha estado enraizado profundamente en la cultura occidental desde que el cine ofreció nuevos recursos para la recreación de los míticos personajes. El cine ha recogido y reciclado los mitos del salvaje y con ello ha contribuido a legitimar una idea ingenua de progreso, a exaltar la necesidad de acciones brutales e ilegales, a desplazar la responsabilidad de los males sociales a las máquinas inteligentes, a recordarnos que hay un lado primitivo, animal o natural en los humanos, y a justificar la lucha contra otredades que son consideradas una amenaza. Roger Bartra estudió etnología en México y obtuvo su doctorado en sociología en la Sorbona. Desde 1971 trabaja en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde desde 2004 es investigador emérito. Ganó el Premio Universidad Nacional en 1996; el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural “Fernando Benítez” en 2009; el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Historia, Ciencias Sociales y Filosofía en 2013 y en 2015 la unam le concedió el título de doctor.

Con una presentación escrita por Enrique Graue, rector de la unam, las nueve entrevistas presentadas en este volumen son un importante testimonio para la historia de la ciencia y de la administración pública en México. La gestión del Estado mexicano por la salud de sus ciudadanos es una de las que ha tenido mayor continuidad a pesar de los avatares sociales, económicos y políticos a los que se ha enfrentado el país en las últimas décadas. Desde 1982 se ha ido desarrollando una transformación del sistema de salud mexicano: de uno donde el acceso a la salud era posible mediante la seguridad social —es decir, por medio de un empleo formal— a uno de protección universal, donde la salud es considerada un derecho fundamental garantizado por la Constitución. Estos ocho secretarios de Salud y un subsecretario: Guillermo Soberón Acevedo, Jaime Sepúlveda Amor —a nombre de Jesús Kumate Rodríguez—, Juan Ramón de la Fuente Ramírez, José Antonio González Fernández, Julio Frenk Mora, José Ángel Córdova Villalobos, Salomón Chertorivski Woldenberg, Mercedes Juan López y José Narro Robles, son protagonistas de esta transformación.

tezontle 1ª ed., 2018

biblioteca de la salud 1ª ed., 2018

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{ novedades }

noveda des mayo de 201 8

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FO ND O DE CULT UR A ECO N ÓM ICA AB R I L D E 2 0 14

Peligro de suerte norma muñoz ledo, ilustrado por alberto montt

Bonaparte 1709-1802

Libro centroamericano de los muertos

patrice gueniffey

balam rodrigo

La historia de Napoleón es tan breve como abundante, enigmática, multifacética. Estratega sin par, Bonaparte fue maestro del arte de gobernar, pero también figura del individuo moderno que se construye piedra por piedra según los designios de su voluntad y que con su propio trabajo convierte la vida en destino. Este libro explora la infancia de Bonaparte en Córcega, su juventud y educación en Francia, sus destacadas campañas en Italia y en Egipto y su apropiación de la escena política francesa en el cambio de siglo, lapso en el que el caudillo se convierte en cónsul vitalicio y figura máxima de la Revolución. Gueniffey es director del Centre de recherches politiques Raymond Aron en la École des hautes études en sciences sociales de París.

Ganador del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2018, este poemario permite “ahondar en la comprensión de la condición humana y dar testimonio de una experiencia vital que refleja el presente”. Balam Rodrigo, concede la voz poética a los centroamericanos que realizan un éxodo desde el río Suchiate hasta el Río Bravo, haciendo de este un poemario de carácter social. Esta obra es, en cada una de sus secciones, un libro de memoria, el cual muestra “altas cualidades poéticas que alcanzan tal intensidad en su lenguaje que abre diversos registros literarios”. Respecto a la obra de Balam Rodrigo, Jair Cortés expresa lo siguiente: “La palabra poética se basta a sí misma no sólo para nombrar al mundo sino para designar lo que se oculta en él; una vez consumado el poema, los claroscuros del espíritu humano y la naturaleza hacen evidente el sentido que tienen para comprender la vida. Balam Rodrigo […] ha asumido con total compromiso la búsqueda de ese ‘sentido’ a través de la escritura poética”.

historia 1ª ed., 2018

La familia Pachón pasa por momentos difíciles: Fernando, el papá, acaba de perder su empresa millonaria de jugos, por lo que se ve obligado a dejar la vida de lujos y comodidades que su familia y él disfrutaban; Rodolfo, su hijo mayor, piensa que las cosas no podrían ir peor y que todo es culpa de su mala suerte; Catarina, la menor, está aterrada por tener que abandonar su escuela y cambiarse de casa; mientras que Lucía, la mamá, deberá regresar a trabajar como profesora en la misma escuela en la que inscribe a sus hijos. Dentro de este cambio radical, se encontrarán con amigos entrañables, como Mofeto y su papá Segismundo, pero también con personas que les harán más difícil esta transición. Entre reflexiones de vida y muchas peripecias, la familia Pachón intentará salir de esta situación, aunque a su alrededor sucedan terribles hechos. En esta novela la autora trata varios problemas sociales contemporáneos: la discriminación, el clasismo y la lucha de poderes. A través de los ojos de la familia protagonista el lector disfrutará de una narración fluida y del característico humor que acompaña la pluma de Muñoz Ledo. Además, las hilarantes ilustraciones estilo cómic de Alberto Montt nos permitirán conocer mejor a los personajes de esta historia. a la orilla del viento 1ª ed.., 2018

poesía 1ª ed., 2018

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pensar la democ racia

t ras f ond ondo

La democracia en América Alexis de Tocqueville le Nueva reimpresión de este ento político clásico del pensamiento uya sabiduría, (1ª ed., fce, 1957), cuya ncia lo hacen de penetración y elegancia nuevo indispensablee para el debate os los países. democrático en todos entos Presentamos fragmentos de la introducción.

ntre las cuestiones novedosas que durante mi estancia en los Estados Unidos llamaron mi atención, ninguna me impresionó tan vivamente como la igualdad de condiciones sociales. No tuve dificultad en descubrir la portentosa influencia que ejerce este hecho primordial sobre el funcionamiento de la sociedad; dota al espíritu público de una cierta dirección, a las leyes de un cierto giro, a los gobernantes de máximas inéditas y a los gobernados de hábitos particularizados. No tardé en constatar que ese mismo hecho extiende su influencia bastante más allá de las costumbres políticas y de las leyes, y que no ejerce menos dominio sobre la sociedad civil que sobre el gobierno: crea opiniones, hace surgir sentimientos, sugiere formas de proceder y modifica cualquier otra esfera que no haya sido producida directamente por él. Así pues, a medida que estudiaba a la sociedad americana, notaba cada vez más que el hecho generador del cual parecían emanar todos los hechos particulares lo constituía la igualdad de condiciones sociales, que aparecía continuamente ante mí como un punto central al que iban a parar todas mis observaciones. Entonces volví mi pensamiento hacia nuestro hemisferio y me pareció que en él distinguía algo análogo al espectáculo que me ofrecía el Nuevo Mundo. Vi cómo la igualdad de condiciones sociales, sin que hubiera alcanzado, como en los Estados Unidos, sus límites extremos, se aproximaba cada vez más a ellos; y me pareció que esa misma democracia que reinaba en las sociedades

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americanas iba avanzando rápidamente en Europa hacia el poder. Desde ese momento concebí la idea del libro que se halla ante la vista del lector. Una gran revolución democrática se produce entre nosotros: todos la ven, pero no todos la juzgan de la misma manera. Hay quienes la consideran como algo nuevo y, confundiéndola con un accidente, aún esperan poder detenerla; mientras que otros la juzgan como algo incontenible, pues les parece el hecho más constante, antiguo y permanente que se conozca en la historia. Vuelvo por un momento a lo que era Francia hace setecientos años: la encuentro repartida entre unas cuantas familias que son dueñas de la tierra y gobiernan a sus habitantes; el derecho a mandar se transmite entonces mediante las herencias, de generación en generación; el único medio que tienen los hombres para actuar unos sobre otros es la fuerza; no hay otro origen del poder que no sea la tenencia de la tierra. Pero surge entonces el poder político del clero que no bien acaba de fundarse, pronto irá a extenderse. El clero abre sus filas a todos: al pobre y al rico, al plebeyo y al señor. La igualdad comienza a introducirse por obra de la Iglesia en el seno del gobierno, y quien hubiese vegetado como un siervo en una eterna esclavitud se coloca como sacerdote en medio de los nobles y, a menudo, estará sentado por encima de los reyes. Con el tiempo, al irse civilizando y estabilizando la sociedad cada vez más, las diferentes relaciones entre los hombres se hacen más complicadas y se multiplican. Las leyes

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la democracia en a mérica

civiles se vuelven sumamente necesarias. Surgen entonces los legistas, que salen del recinto sombrío de los tribunales y del cuchitril polvoriento de las escribanías, y van a tomar asiento en la corte del príncipe, codeándose así con los barones feudales envueltos en hierro y armiño. Los reyes se arruinan en grandes empresas, los nobles se agotan en guerras privadas, los plebeyos se enriquecen con el comercio. La influencia del dinero comienza a hacerse sentir en los asuntos de Estado. Los negocios abren un nuevo sendero que conduce al poderío, y los financieros se transforman en una fuerza política a la que se desprecia y se adula. Poco a poco van difundiéndose las luces: surge la afición por la literatura y las artes; el ingenio se transforma en uno de los ingredientes del éxito; la ciencia es un medio de gobernar, y la inteligencia, una fuerza social; la gente culta tiene acceso a los asuntos públicos. Conforme van descubriéndose nuevas vías para llegar hasta el poder, vemos que el linaje es menos valorado. En el siglo xi la nobleza era preciada como algo inestimable; en el xii se la compra. El primer título de nobleza es conferido en 1270, y la igualdad finalmente es introducida en el gobierno por la propia aristocracia. Durante los setecientos años que acaban de pasar, a veces ocurría que para luchar contra la autoridad regia o para quitarles el poder a sus rivales los nobles daban poder político al pueblo. Fue más frecuente aún ver a los reyes hacer que las clases inferiores del Estado participaran en el gobierno para rebajar el ascendiente de la aristocracia. En Francia los reyes mostraron ser niveladores sumamente activos y constantes. Cuando fueron ambiciosos y fuertes, se esforzaron por elevar al pueblo al nivel de los nobles; y cuando fueron moderados y débiles, permitieron que el pueblo se colocara por encima de ellos mismos. Unos ayudaron a la democracia con sus talentos, y otros con sus vicios. Luis XI y Luis XIV pusieron mucho cuidado en igualar todo lo que estaba por debajo del trono, y Luis XV cayó al abismo junto con toda su corte. En cuanto los ciudadanos empezaron a poseer la tierra de otro modo que no fuera el de la posesión feudal, y la riqueza mobiliaria, una vez conocida, pudo a su vez crear influencia y otorgar poder, ya no hubo descubrimiento en las artes ni se introdujeron más perfeccionamientos en el comercio y en la industria sin que se crearan nuevos elementos de igualdad entre los hombres. A partir de ese momento todos los procedimientos que se descubren, todas las necesidades que van surgiendo, todos los deseos que requieren satisfacción, constituyeron pasos encaminados hacia la nivelación universal. La afición por el lujo, el amor por la guerra, el imperio de la moda, tanto las pasiones más superficiales del corazón humano como las más profundas, parecen conjuntarse para empobrecer a los ricos y enriquecer a los pobres. Desde que los quehaceres de la inteligencia se volvieron fuentes de fuerza y de riquezas, se debió considerar cada avance de la ciencia, cada nuevo conocimiento, cada nueva idea, como un germen de poder que se ponía al alcance del pueblo. La poesía, la elocuencia, la memoria,

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las gracias del ingenio, los fulgores de la imaginación, la profundidad del pensamiento: todos esos dones distribuidos al azar por el cielo beneficiaron a la democracia y, aun en los casos en que se encontraron en manos de sus adversarios, siguieron sirviendo su causa al poner de relieve la grandeza natural del hombre. Sus conquistas se extendieron, pues, con las de la civilización y de las luces, y la literatura fue un arsenal abierto a todos, al que los débiles y los pobres acudieron día a día en busca de armas. Al recorrer las páginas de nuestra historia, no encontramos prácticamente ningún magno acontecimiento que, desde hace setecientos años, no haya beneficiado a la igualdad. Las cruzadas y las guerras contra los ingleses diezman a los nobles y dividen sus tierras. La institución de las municipalidades introduce la libertad democrática dentro de la monarquía feudal. El descubrimiento de las armas de fuego iguala a villano y noble en el campo de batalla; y la imprenta les ofrece los mismos recursos a su inteligencia. El correo va a llevar la luz hasta la cabaña del pobre y hasta las puertas de los palacios. El protestantismo sostiene que todos los hombres son igualmente capaces de encontrar el camino del cielo. América, que se descubre al mundo, presenta a la fortuna mil caminos nuevos y entrega al oscuro aventurero las riquezas y el poder. Si a partir del siglo xi examinamos lo que ocurre en Francia por periodos de cincuenta años, al cabo de cada uno de ellos no podemos sino advertir que se ha producido una doble revolución en el estado de la sociedad. En la escala social el noble ha descendido, mientras que el plebeyo se ha elevado; uno baja y otro sube. Cada medio siglo los acerca entre sí, y pronto van a tocarse. Y esto no es solamente privativo de Francia. Dondequiera que fijemos la mirada, distinguimos la misma revolución que sigue adelante en todo el universo cristiano. Por doquier se ha visto que los diversos incidentes de la vida de los pueblos concurren en provecho de la democracia. Todos los hombres le han prestado ayuda con sus esfuerzos: los que llevaban la mira de contribuir a sus triunfos y los que no pensaban servirla; quienes combatieron por ella y quienes se declararon enemigos suyos. Lo quisieran o no, todos fueron impelidos indistintamente hacia el mismo camino, unos a pesar suyo, otros sin saberlo, instrumentos ciegos conducidos por la mano de Dios. Así pues, la evolución gradual de la igualdad de condiciones sociales es un hecho providencial, según lo revelan sus principales características: es universal, es durable y día a día le resulta inapresable a todo poder humano. Todos los acontecimientos, así como todos los hombres, son útiles para su desarrollo. ¿Sería sensato creer que un movimiento social que viene de tan lejos pueda ser interrumpido por los esfuerzos de una generación? ¿Es imaginable que, tras haber destruido el feudalismo y vencido a los reyes, la democracia retroceda ante los burgueses y los ricos? ¿Se detendrá ahora que se ha vuelto tan fuerte y sus adversarios tan débiles? […] Si la prolongada observación y la meditación sincera condujeran a los

hombres de hoy en día a reconocer que la expansión gradual y progresiva de la igualdad es a la vez el pasado y el futuro de su historia, tan sólo este descubrimiento daría a esa expansión el carácter sagrado de la voluntad del amo soberano. Querer parar la democracia parecería entonces luchar contra Dios mismo, y a las naciones no les quedaría otra opción que conformarse con el estado social que les impone la Providencia. […] Aleccionar a la democracia, reavivar sus creencias si es posible, purificar sus costumbres, acompasar sus movimientos, ir reemplazando poco a poco su inexperiencia con la ciencia de los asuntos públicos, sus ciegos instintos con sus verdaderos intereses; adaptar su gobierno a épocas y localidades, y modificarlo según las circunstancias y los hombres: tal es el deber primordial impuesto hoy en día a quienes dirigen la sociedad. Es precisa una nueva ciencia política para un mundo enteramente nuevo. Sin embargo, en ello apenas si pensamos: estando en medio de un río rápido, fijamos obstinadamente la mirada en algunos escombros que aún distinguimos sobre la orilla mientras la corriente nos arrastra hacia atrás en dirección al abismo. No hay pueblos de Europa entre los cuales la gran revolución social que acabo de describir haya hecho progresos más rápidos que en el nuestro. Pero aquí siempre ha marchado a la buenaventura. Nunca han pensado los jefes del Estado en preparar nada con antelación a dicho movimiento; éste se ha hecho a pesar suyo o sin que lo sepan. Las clases más poderosas, inteligentes y morales de la nación no han tratado de apropiársela con el fin de encauzarla. Por tanto, la democracia ha sido abandonada a sus instintos salvajes, creciendo como esos niños que, privados de todo cuidado paterno, se crían por propia cuenta en las calles de nuestras ciudades y sólo conocen de la sociedad sus vicios y sus adversidades. Parecía que aún se desconocía su existencia cuando, de improviso, se apropió del poder. Cada cual se sometió entonces con servilismo a sus menores deseos y fue adorada como la imagen de la fuerza. Cuando se hubo debilitado por sus propios excesos, los legisladores concibieron el imprudente proyecto de destruirla en vez de tratar de aleccionarla y enmendarla, y, sin querer enseñarle a gobernar, sólo pensaron en expulsarla del gobierno. De ello resultó que la revolución democrática se quedó incrustada dentro del tejido de la sociedad, sin que en las leyes, las ideas, los hábitos y las costumbres se diera el cambio que hubiese sido necesario para que la revolución fuera útil. Así es que tenemos la democracia, pero sin lo que debe atenuar sus vicios y hacer resaltar sus ventajas naturales. Y ya teniendo presente los males que acarrea, desconocemos todavía los bienes que nos puede aportar. Cuando el poder regio, apoyándose en la aristocracia, gobernaba pacíficamente a los pueblos de Europa, la sociedad, en medio de sus desventuras, gozaba de varios tipos de felicidad que hoy en día apenas podemos concebir y apreciar. El poderío de algunos súbditos ponía barreras insalvables a la

tiranía del príncipe. Y los reyes, que además se sentían investidos a los ojos de la muchedumbre de una naturaleza semidivina, derivaban del respeto mismo que imponían la voluntad de no abusar de su poder. Situados a una inmensa distancia del pueblo, los nobles no por ello dejaban de tomar en cuenta la suerte del pueblo, con esa especie de interés benevolente y apacible que concede el pastor a su rebaño. Y sin ver al pobre como un igual suyo, velaban por su destino, como por algo que la Providencia hubiera depositado entre sus manos. No habiendo concebido el pueblo la idea de otro estado social que no fuese el suyo, no imaginando que pudiese igualarse nunca con sus jefes, recibía sus beneficios y no discutía sus derechos. Los amaba cuando eran clementes y justos, y se sometía sin dificultad y sin bajeza a sus severidades, como a males inevitables enviados por el brazo de Dios. Por lo demás, el uso y las costumbres habían marcado límites a la tiranía y fundado una especie de derecho en el centro mismo de la violencia. […] No es el ejercicio del poder o el hábito de la obediencia lo que hace depravados a los hombres, sino el uso de un poder que éstos tienen por algo ilegítimo y la obediencia a un poder que consideran como algo usurpado y opresor. Por una parte estaban los bienes, la fuerza, el ocio, y aparejado a ello la búsqueda del lujo, los refinamientos del gusto, los placeres del intelecto, el culto de las artes; por otra, el trabajo, la tosquedad y la ignorancia. Mas en el seno de aquella muchedumbre ignorante y tosca, había pasiones enérgicas, sentimientos generosos, creencias profundas y virtudes bárbaras. Organizado de este modo, el cuerpo social podía gozar de estabilidad, de poderío y sobre todo de gloria. Pero he aquí que se confunden los rangos; desaparecen las barreras entre los hombres; se dividen los patrimonios, se reparte el poder, se diseminan las luces, se nivela la inteligencia de todos; el estado social se vuelve democrático y por fin se establece pacíficamente el dominio de la democracia en las instituciones y en las costumbres. Concibo entonces una sociedad en la que todos, al considerar que la ley es obra suya, le tendrían gran apego y se someterían a ella sin dificultad; una sociedad en la que al ser respetada la autoridad del gobierno como algo necesario y no divino, el afecto que se le profesara al jefe del Estado no sería una pasión sino un sentimiento razonado y sereno. •

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Con el propósito de fomentar la lectura y la escritura de textos de divulgación científica, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y el Fondo de Cultura Económica convocan al XV Concurso Leamos La Ciencia para Todos, 2017-2018. Esta convocatoria va dirigida a jóvenes entre 12 y 25 años de edad, así como a profesores en activo, de acuerdo con las siguientes BASES El concursante deberá redactar un texto a partir de la lectura de uno de los 250 títulos de la colección La Ciencia para Todos publicada por el Fondo de Cultura Económica. Los libros están a disposición de los participantes en la Red Nacional de Bibliotecas Públicas del país y también se hallan a la venta en librerías y plataformas electrónicas. I. Consideraciones generales Todo trabajo debe: • • • •

Enviarse a través del sitio: www.lacienciaparatodos.mx/concurso Basarse exclusivamente en alguno de los títulos de La Ciencia para Todos Cumplir con los requisitos especificados en el apartado II Pertenecer a alguna de las siguientes categorías:

Categoría A. RESUMEN (de 12 a 15 años de edad) Los participantes elaborarán un resumen, de 2 a 4 cuartillas, que incluya un breve párrafo final en el que precisen qué les aportó el libro. Categoría B. RESEÑA (de 16 a 18 años de edad) Los participantes elaborarán una reseña, de 4 a 7 cuartillas, que describa el contenido de la obra, destaque las ideas principales y opine sobre ellas. Categoría C. ENSAYO (de 19 a 25 años de edad) Los participantes elaborarán un ensayo, de 5 a 10 cuartillas, sobre alguno de los temas presentados en la obra. Se deberá incluir una bibliografía que comprenda todos los libros, artículos o páginas web efectivamente consultados para la redacción del ensayo. Categoría D. ENSAYO DIDÁCTICO (profesores en activo de cualquier nivel) Los participantes elaborarán un ensayo didáctico de 20 a 40 cuartillas, en el que se realizará una valoración crítica del contenido de la obra y se describirá la experiencia de su lectura en el aula como recurso didáctico. Se deberá incluir una bibliografía que comprenda todos los libros, artículos o páginas web efectivamente consultados para la redacción del ensayo. En el portal del concurso se incluyen algunas definiciones útiles para la elaboración del trabajo, así como vínculos a distintos manuales que ejemplifican ampliamente las características de cada una de las categorías (géneros discursivos) arriba mencionadas. II. Requisitos indispensables para presentar los trabajos 1. Todo trabajo debe incluir los siguientes datos en la parte superior: Datos generales del participante • Categoría en la que participa • Nombre completo: apellido paterno, apellido materno, nombre(s) • Fecha de nacimiento • Teléfono • Correo electrónico • Nombre de la escuela (en su caso) • Dirección de la escuela (calle, número, colonia, delegación o municipio, entidad federativa, código postal) Ficha bibliográfica de la obra • Autor(es): apellido(s), nombre(s) • Título (y subtítulo) del libro • Editorial • Lugar • Año • Número de páginas 2. Todo trabajo debe cumplir las siguientes características mínimas de formato: • Documento de Word o PDF en español, en tamaño carta, utilizando mayúsculas y minúsculas (no escribir sólo en mayúsculas) • Tipo de letra Times New Roman de 12 puntos • Párrafo a doble espacio • No se deberán incluir imágenes en las categorías A, B y C

Datos de la escuela (en su caso) • Nombre de la escuela • Grado que se cursa o imparte • Domicilio: calle, número, colonia, municipio o delegación, código postal y entidad federativa • Teléfono con clave lada • Nombre del asesor Los participantes en la categoría D deben además presentar en formato PDF o JPG un comprobante que los acredite como docentes en activo de cualquier nivel frente al aula. 2. El participante entrará al sitio www.lacienciaparatodos.mx/concurso y deberá realizar las acciones siguientes: • Seleccionar la opción “REGISTRO Y ENVÍO DE TRABAJOS” • Llenar todos los campos solicitados • Adjuntar el trabajo en Word o PDF Al término del registro se asignará un número de folio que llegará automáticamente al correo electrónico registrado. De no obtener el folio, favor de entrar a la opción “CONTACTO” o comunicarse (entre 8:30 y 15:30 horas) a los teléfonos: 52 (55) 5227 4631; 52 (55) 5449 1819; 52 (55) 5449 1822. V. Evaluación El jurado estará integrado por destacados científicos y divulgadores de la ciencia. Para la evaluación se tomarán en cuenta, entre otros, los siguientes criterios: • Cumplimiento de las características especificadas en II.1 y II.2 más arriba • Sintaxis • Ortografía • Vocabulario • Originalidad • Estructura • Claridad y precisión de las ideas • Autenticidad (los trabajos copiados parcial o totalmente de internet u otra fuente serán eliminados) El fallo del jurado será inapelable. VI. Premiación Primer lugar • Bono con valor de $10 000.00 (DIEZ MIL PESOS 00/100 MN) • Vale por $1 000.00 (UN MIL PESOS 00/100 MN) para adquirir libros en la red de librerías del Fondo de Cultura Económica • Diploma Segundo lugar • Bono con valor de $ 8 000.00 (OCHO MIL PESOS 00/100 MN) • Vale por $1 000.00 (UN MIL PESOS 00/100 MN) para adquirir libros en la red de librerías del Fondo de Cultura Económica • Diploma Tercer lugar • Bono con valor de $6 000.00 (SEIS MIL PESOS 00/100 MN) • Vale por $1 000.00 (UN MIL PESOS 00/100 MN) para adquirir libros en la red de librerías del Fondo de Cultura Económica • Diploma Menciones • Vale por $1 000.00 (UN MIL PESOS 00/100 MN) para adquirir libros en la red de librerías del Fondo de Cultura Económica • Diploma VII. Estímulos adicionales • Para todos los ganadores se organizarán convivencias con autores de la colección La Ciencia para Todos y visitas a diferentes centros de investigación científica o museos en la Ciudad de México • En la categoría C, los ganadores recibirán una beca para el Verano de la Investigación Científica que otorga la Academia Mexicana de Ciencias VIII. Dudas En caso de duda, el participante puede:

III. Convocatoria Queda abierta la presente convocatoria a partir de su publicación y hasta las 16 horas del lunes 25 de junio de 2018 (hora del centro de México).

• Escribir al correo electrónico lacienciaparatodos@gmail.com • Comunicarse a los teléfonos: 52 (55) 5227 4631; 52 (55) 5449 1819; 52 (55) 5449 1822 • Consultar la página electrónica www.lacienciaparatodos.mx y seleccionar la opción “CONTACTO”

IV. Registro y envío de trabajos El registro y el envío de los trabajos se realizará únicamente en línea a partir del 1 de marzo de 2018 de la manera siguiente:

IX. Ganadores • Los nombres de los ganadores se darán a conocer el 1 de octubre de 2018 en redes sociales, diarios de circulación nacional, página electrónica del FCE y en www.lacienciaparatodos.mx • A los ganadores se les notificará por correo electrónico

1. El participante debe tener a la mano el trabajo concluido en Word o en PDF y la información siguiente: Datos personales • Nombre completo: apellido paterno, apellido materno, nombre(s) • Fecha de nacimiento • Lugar de nacimiento • Nacionalidad • Domicilio particular: calle, número, colonia, municipio o delegación, código postal y entidad federativa • Teléfonos: particular con clave lada y celular • Correo electrónico

X. Asuntos generales • La participación en este certamen implica la aceptación total de sus bases • Cualquier caso no considerado en estas bases será resuelto a criterio del Fondo de Cultura Económica • No se devolverá ningún trabajo Ciudad de México a 15 de noviembre de 2017

www.lacienciaparatodos.mx www.fondodeculturaeconomica.com

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