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Memorial de Tlatelolco rosario castellanos
Persistencia del movimiento estudiantil de 1968
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onmemoramos el 50 aniversario del movimiento estudiantil mexicano de 1968, aquella explosión de libertad que duró tres meses y terminó en la matanza del 2 de octubre, dicho esto último sin ánimo de restregar heridas, ni explotar el victimismo, sólo para advertir los extremos destructivos a los que el abuso de poder y la impunidad pueden llegar. El 68 mexicano presenta varios aspectos, uno global, pues movimientos similares ocurrieron en universidades de Francia, los Estados Unidos, Alemania, Italia, Japón y otros países, todos los cuales fueron objeto de la represión estatal, mas no en el grado de abuso extremo que se hizo sentir en México. La rebelión de los estudiantes parecía incomprensible y hasta ingrata a los gobiernos por considerarlos beneficiarios de la ola de expansión económica y movilidad social desatada en la posguerra. ¿Cómo era posible que aquellos jóvenes educados —el futuro de los países— desafiaran a la autoridad con vociferaciones y símbolos comunistas mezclados con demandas democráticas convencionales? En el contexto de la guerra fría, esta mixtura de época fue vista por los gobiernos como una conspiración comunista internacional. El presidente Díaz Ordaz fue sin duda el gobernante más persuadido por este parecer, acaso por su personalidad autoritaria, la inminencia de los Juegos Olímpicos y las presiones de la sucesión presidencial. Pero lo que pasaba en la mente de los estudiantes era mucho más complejo. Dicho en bruto, aspiraban a mayor libertad no sólo en política sino en costumbres, igualdad económica y social, ejercicio de vocaciones, experimentación, opciones de vida adulta, libertad sexual… Necesitamos estudios de mentalidades para comprender mejor la combinación de estos anhelos y sentimientos, su contagio y energía que hicieron posible un movimiento tan explosivo y de efectos subterráneos tan duraderos. Después de la represión, el impulso político del acontecimiento se dispersó en varias direcciones, algunas muy violentas y aventureras, otras dogmáticas y sectarias, pero el sedimento de la libertad experimentada no se diluyó, siguió fortaleciéndose lentamente en aulas y laboratorios, en el activismo en el campo y los sindicatos, en una vida social, individual, intelectual y artística más libre, todo lo cual terminó influyendo decisivamente en la educación, los medios de comunicación y otras instituciones públicas. No es gratuito, pues, que las generaciones subsiguientes hayan tomado y sigan tomando al 68 como referencia histórica de sus propios anhelos de libertad, realización personal y justicia. Enhorabuena y sólo recordar que la historia no se repite, sólo enseña lecciones. •
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Mañana viene mi tío fernanda álvarez
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El 68 y sus rutas de interpretación héctor jiménez guzmán
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xxiv. Palinuro en la escalera o el arte de la comedia fernando del paso
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Autopista Sanguijuela juan villoro y rafael barajas, el fisgón
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La guerrilla literaria y otras escaramuzas faride zerán
José Carreño Carlón Director general del fce Susana López, Socorro Venegas, Octavio Díaz y Juan Carlos Rodríguez Consejo editorial Rocío Martínez Velázquez Editora de La Gaceta Ramón Cota Meza Redacción León Muñoz Santini Arte y diseño Andrea García Flores Formación y diseño Ernesto Ramírez Morales Versión para internet Jazmín Pintor Pazos Iconografía Impresora y Encuadernadora Progreso, S. A. de C. V. Impresión Suscríbase en www.fondodeculturaeconomica.com ⁄editorial ⁄ laGaceta ⁄ lagaceta@fondodeculturaeconomica.com www.facebook.com ⁄ LaGacetadelFCE La Gaceta es una publicación mensual editada por el Fondo de Cultura Económica, con domicilio en Carretera Picacho-Ajusco 227, Bosques del Pedregal, 14738, Tlalpan, Ciudad de México. Editor responsable: Rocío Martínez Velázquez. Certificado de licitud de título 8635 y de licitud de contenido 6080, expedidos por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas el 15 de abril de 1995. La Gaceta es un nombre registrado en el Instituto Nacional del Derecho de Autor, con el número 04-2001-112210102100, el 22 de noviembre de 2001. Registro postal, Publicación periódica: pp09-0206. Distribuida por el propio Fondo de Cultura Económica. ISSN: 0185-3716 Ilustración de portada: Teresa Guzmán
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Memorial de Tlatelolco Rosario Castellanos La oscuridad engendra la violencia y la violencia pide oscuridad para cuajar en crimen. Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche para que nadie viera la mano que empuñaba el arma, sino sólo su efecto de relámpago. Y a esa luz, breve y lívida, ¿quién? ¿Quién es el que mata? ¿Quiénes los que agonizan, los que mueren? ¿Los que huyen sin zapatos? ¿Los que van a caer en el pozo de una cárcel? ¿Los que se pudren en el hospital? ¿Los que se quedan mudos, para siempre, de espanto? ¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie. La plaza amaneció barrida; los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo. Y en la televisión, en la radio y el cine no hubo ningún cambio de programa, ningún anuncio intercalado ni un minuto de silencio en el banquete. (Pues prosiguió el banquete.) No busques lo que no hay: huellas, cadáveres, que todo se le ha dado como ofrenda a una diosa: a la Devoradora de Excrementos. No hurgues en los archivos pues nada consta en actas. Ay, la violencia pide oscuridad porque la oscuridad engendra el sueño y podemos dormir soñando que soñamos. Mas he aquí que toco una llaga: es mi memoria. Duele, luego es verdad. Sangra con sangre. Y si la llamo mía traiciono a todos. Recuerdo, recordamos. Ésta es nuestra manera de ayudar a que amanezca sobre tantas conciencias mancilladas, sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta, sobre el rostro amparado tras la máscara. Recuerdo, recordemos hasta que la justicia se siente entre nosotros. •
Conmemoramos la fatídica fecha del 2 de octubre de 1968 con este poderoso y directo poema de la gran Rosario Castellanos. Hacemos nuestras sus últimas líneas: “Recuerdo, recordemos / hasta que la justicia se siente entre nosotros.” o ct u b r e d e 2 01 8
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1968 explicado a los jóvenes es reseñado por Ezra Alcázar, quien sigue las huellas de la impunidad y el abuso de poder en la historia de México, idea profundizada por Jorge Volpi. Un libro escrito e ilustrado en Uruguay sobre el vacío dejado por la desaparición forzada de personas encuentra emotivo eco en Fernanda Álvarez. ¶ Desde otro ángulo, El 68 y sus rutas de interpretación hace una reconstrucción de las narrativas cambiantes del 68 a lo largo del tiempo, mientras que la indignación, impotencia y estupefacción por los hechos del 2 de octubre son patentizadas por el poema “Memorial de Tlatelolco” de Rosario Castellanos. Un fragmento de Palinuro de México transmuta en literatura la perturbación provocada por la matanza en un estudiante de medicina. ¶ Presentamos un adelanto de la edición aumentada de La guerrilla literaria, en esta edición aumentada donde a las clásicas querellas entre los grandes poetas chilenos, se suman nuevos combatientes ¶ Del ingenioso Juan Villoro ofrecemos un avance de Autopista Sanguijuela, relato de aventuras ilustrado por El Fisgón. Más de literatura infantil y juvenil, además de títulos de derecho, computación, zooética y administración pública, en la sección Novedades. ¶ Un reportaje sobre escritores portugueses prepara el camino para la xxxii fil de Guadalajara, cuyo invitado de honor es Portugal.
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Portugal, invitado de honor a la fil de Guadalajara, 2018 Una literatura cercana a la gente La literatura posee una fuerte tradición en Portugal, especialmente la poesía, que ocupa un lugar decisivo en su historia. Filósofos romanos, poetas árabes y novelistas de los siglos xix y xx han marcado, por medio de la palabra, la identidad y la conciencia social de los habitantes de ese país ibérico. virginia bautista
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os campos donde crecen la vid y el olivo y las costas con riscos y desfiladeros que se abisman frente al mar, castillos árabes, ciudades romanas amuralladas, la música de fardo y la melancolía o saudade que envuelve a los pobladores de esta esquina occidental de Europa, han inspirado a grandes escritores como Luís de Camões (ca. 1524-1580), Fernando Pessoa (1888-1935) o el nobel de Literatura José Saramago (1922-2010). Las letras portuguesas no sólo hablan de la naturaleza, el amor y las mujeres. La historia de la desigualdad social de la región de Alentejo, que ocupa un tercio del territorio de ese país, ha motivado las obras de Manuel da Fonseca (1911-1993) y del mismo Saramago. El paisaje del Algarve (Portimão, Silves y Loulé) estimuló la creación de Manuel Teixeira Gomes (1860-1941), João de Deus (1830-1896) y António Aleixo (1899-1949), cuya memoria sigue presente en sus comunidades.
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Esa es la tradición cultural y literaria que traerá Portugal como invitado de honor de la xxxii edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, la más importante del idioma español, que se realizará del 24 de noviembre al 2 de diciembre próximos en la capital jalisciense. Los autores António Lobo Antunes (1942), Manuel Alegre (1936), Nuno Júdice (1949), Ana Luísa Amaral (1956), Francisco José Viegas (1962), Filipa Leal (1959), José Luís Peixoto (1974), Lídia Jorge (1946), Pedro Mexia (1972) y João Tordo (1975), entre otros, encabezarán el programa de conferencias, presentaciones de libros y talleres literarios abiertos a los asistentes. En conjunto, más de 40 escritores lusos practicantes de diferentes géneros literarios, —desde la novela negra hasta la poesía, el ensayo, la crónica y el cuento—, que acudirán al encuentro librero más importante en idioma español. Ciudad literaria Los libros tienen fuerte presencia en la vida cotidiana de los portugueses, lo cual es notorio para los
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turistas. En Óbidos, designada Ciudad Literaria por la Unesco en 2015, se encuentra el hotel The Literary Man, que ofrece a sus huéspedes y visitantes una colección de 60 000 ejemplares de distintas temáticas, diseminados en recámaras, corredores, cocina y salas de estar —“experiencia única en materia de hospitalidad”, dice la publicidad de establecimiento—. En esta localidad de 3 100 habitantes, ubicada en el centro del país, a 70 kilómetros de Lisboa, hasta los templos, como la iglesia de Santiago, se han convertido en librerías, y los títulos se venden en las tiendas, junto a las artesanías, plantas y verduras, o en cualquier esquina. Inés Bernardino, gerente de The Literary Man, explica que el propietario de este recinto es el ex alcalde Telmo Faria, quien recibió de Londres los primeros 30 000 volúmenes en inglés; el resto son títulos en portugués donados por instituciones, empresas y particulares locales. La idea, explica Bernardino, es que los huéspedes se familiaricen con los libros, que duerman, coman y descansen
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a su lado, que les pierdan el miedo. “Por supuesto, las personas pueden entrar al hotel y leer los libros aquí, sin necesidad de pernoctar. Además, los cocteles de nuestro bar tienen el nombre de diversos escritores famosos. Proponemos un acercamiento singular a la literatura”, agrega. Entre el acervo creciente de The Literary Man figuran la obra completa de Agatha Christie (18901976), especializada en el género policial, y libros en hebreo donados por el Estado de Israel. Así que, además de visitar las casas coloniales y la fortaleza amurallada de Óbidos, los turistas pueden dedicar horas a recorrer las singulares librerías de esta antigua fortaleza. En Lisboa se encuentra la librería Bertrand, fundada en 1732, la más antigua del país. Pobreza inspiradora El arduo trabajo rural, el amor a la tierra, los agravios de la desigualdad, la vida del campesino y su lucha por la libertad han sido recreados en dos novelas fundamentales de la literatura portuguesa: Cerromaior (1943), de Manuel da Fonseca, y Levantado del suelo (1980), de José Saramago. La acción de estas novelas transcurre en el pueblo de Santiago do Cacém y en las aldeas Santa Susana y San Cristóbal, respectivamente, en la región alentejana. Las calles vacías, la gente silenciosa que cierra la puerta por temor a los extraños y las casas blancas con tejados rojos parecen no haber cambiado en muchos años. El carácter adusto, serio y amargo de los ancianos, que acostumbran reunirse por las tardes en la cervecería o el café, es producto de una larga historia de carencias. Manuel da Fonseca, poeta, cuentista, novelista y cronista, es una de las principales figuras del neorrealismo portugués; el campesino pobre es el arquetipo de su obra y ha relatado como pocos la dura vida del Alentejo. Es autor de Rosa dos ventos, Aldeia Nova y El fuego y las cenizas. “Su origen es burgués, pero se preocupó por la gente del pueblo, sus luchas y las contradicciones sociales. Fue miembro del Partido Comunista Portugués. Es un escritor o muy amado o muy odiado”, comenta la promotora cultural Celia Suárez, quien detalla que el ayuntamiento de Santiago do Cacém, tierra natal del poeta, prepara una ruta literaria que permita conocer mejor las calles y los lugares que éste frecuentaba. Manuel da Fonseca “tuvo una relación conflictiva con su ciudad, por eso decidimos hacer la ruta para que la gente se acerque a él y a su obra. La ruta es el vaciado de un libro que escribió, un trazado de historias y acontecimientos que transcurren en el patrimonio edificado del centro histórico”, explica Suárez, quien recuerda que Cerromaior fue adaptada al cine por Luís Filipe Rocha en 1980, y añade que la obra de Fonseca, miembro del grupo Novo Cancioneiro, forma parte de los programas de lecturas de las secundarias; aunque, advierte que hace falta reeditar varios de sus títulos. Levantado del suelo de José Saramago, relata la historia del pueblo de Lavre de 1910 a 1979, que incluye el episodio de la Revolución de los Claveles de 1974. En esta narración, la lucha de clases se entremezcla con la lucha por la libertad y contra la dictadura. Para Pilar del Río, viuda del autor, Levantado del suelo es la primera gran novela de Saramago, autor también de Ensayo sobre la ceguera, en la que define su compromiso con la defensa por los derechos humanos. La primera edición de este título está resguardada por la Fundación Saramago, creada en 2007 en Lisboa, y se exhibe junto con cerca de 10 000 piezas, entre libros, manuscritos, fotografías, audios, videos y cartas del autor. Los habitantes de Santa Susana y San Cristóbal saben que sus aldeas inspiraron historias del Nobel pero prefieren no comentar sobre temas como la desigualdad, que aún les duelen, y guardar el misterio de cómo se vive ahora en estos solitarios lugares. El poeta pedagogo João de Deus (1830-1896) es un poeta singular que ejemplifica lo que un creador comprometido puede hacer por su pueblo. Además de su obra que recrea temas como la naturaleza, el amor y la mujer, legó a los portugueses el método de lectura Cartilla maternal (1876), que continúa usándose. “Él crea la cartilla para enseñar al pueblo a leer. Es un método de aprendizaje que inventó. Funciona con sílabas fuertes y débiles. Cada letra tiene un valor. Sin embargo, los niños no aprenden las letras solas, sino a partir de las conjunciones del silabario”, explica Hélia Coelho, conservadora de la casa-museo dedicada al autor de Flores del campo. Nacido en Silves, San Bartolomé de Messines, donde vivió hasta los 19 años, De Deus estudió dere-
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cho en la Universidad Coimbra y en 1849 fue electo diputado de las cortes por el Partido Republicano. “Estudió la lengua portuguesa durante siete años. Su preparación como jurista y su conocimiento del latín lo habilitaban a inventar este método, que pretende ser intuitivo. Empieza por la letra ‘i’ y sigue con una secuencia donde se juntan más letras. Las sílabas débiles están en gris y las fuertes en negro. Quería que se entendiera cómo se juntan las letras por su valor fonético, no por su lugar en el alfabeto”, dice la investigadora. El método tuvo éxito porque se aplicó en la red de escuelas que el hijo del poeta formó y se fue perfeccionando. “Hoy se usa en niños con síndrome de Asperger porque los obliga a estar permanente atentos a lo que están aprendiendo.” A João de Deus también se le recuerda por sus fábulas y sonetos de vena ultra romántica. “En su literatura usa un lenguaje sencillo, fácil de entender, por eso tuvo éxito, la gente se aprendía de memoria sus versos. No se podía esperar menos de alguien que volcó su vida a intentar que un pueblo con tasas del 90 por ciento de analfabetismo aprendiera a leer”, señala Coelho. En 1996, a cien años de la muerte del también autor de Ramo de flores, el Ayuntamiento de Silves adquirió el inmueble donde vivió sus últimos años, y lo adaptó como casa de memoria. “No es una casa habitación, sino un memorial”, afirma la especialista en su vida. Cuando esto sucedió, cuenta, la gente del pueblo se organizó y consiguió las piezas para amueblar la casa, según las costumbres de la época. Destaca la habitación del poeta, donde se reproduce un largo poema suyo sobre el crucifijo en uno de sus muros. “El segundo piso está dedicado a su obra”, informa Coelho. “Hay retratos y obras de arte que han sido donados por la asociación Jardines y Escuelas João de Deus, medallas y primeras obras. Una de las piezas clave es la primera edición de su obra publicada hace 150 años exactamente”, especifica. Destaca la antología Campo de flores, que reúne los papeles sueltos recopilados por un amigo, donde escribía sus versos, que tiraba por doquier mientras tocaba su viola y recitaba poesía. A la muerte de João de Deus, la gente se volcó a las calles para despedirlo. “Le hicieron un funeral de Estado. Su cuerpo quedó embalsamado en capilla ardiente durante siete días y le entregaron un tapiz de flores. El pueblo pidió que su cuerpo se quedara en el monasterio de Jerónimos. Pero en 1968 otro movimiento popular exigió que lo trasladara al Panteón Nacional, junto a otros grandes de la Patria”, señala. Hedonista y burgués “El norte para el negocio y el sur para el ocio”, solía decir el escritor y político Manuel Teixeira Gomes (1860-1941), autor de una obra íntima y de viajes que aún es el orgullo de Portimão. Este puerto, que produce 14 millones de toneladas de sardina anuales, vio nacer al autor de Agosto azul (1904), Gente singular (1909), Regressos (1935) y Carnaval literário (1938); su pueblo lo siguió como séptimo presidente de la primera república portuguesa (1923-1925) y lo despidió cuando se autoexilió en Argelia. En la actualidad, el Museo de Portimão, que abrió sus puertas en 2008, dedica una sección a ese hombre bohemio, viajero y diplomático, quien también fue ministro de negocios extranjeros de Portugal en Inglaterra. “Fue un hombre que buscó mucho la cultura y el arte. Viajó por Inglaterra, Francia, Italia, Holanda, Bélgica, Alemania, como representante comercial. Trabajaba la mitad del año, y la otra mitad viajaba por el Mediterráneo”, explica Pedro Branco, promotor cultural del museo. Tras estudiar de manera incompleta leyes, letras y arte, Teixeira Gomes escribió Inventário de Junho hacia 1899. “Su obra es una saudade de cómo era su infancia, las playas que conoció; es hedonista, de placer, sexualidad y cierto erotismo”, agrega. Se casó a los 38 años con una chica de 17 y hacia 1910 nació la primera de sus dos hijas. “Nunca dejó su vida burguesa, sus viajes. Renunció a la presidencia en un contexto de gran perturbación política y social y se embarcó a Argelia, donde vivió hasta su muerte. Envió muchas cartas y postales. Todas están publicadas”, destaca Branco. Los restos mortales de Teixeira Gomes fueron regresados por su familia a Portugal en 1950. “Es un personaje fundamental, pero la historia oficial de la literatura portuguesa no le da la importancia que debería tener”, concluye el estudioso. La casa del padre del escritor —empresario que comerciaba frutos secos, principalmente almendras e higos—, donde nació Teixeira Gomes, ha sido convertida en un museo de sitio, donde se exhiben
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sus libros, algunos objetos y muebles. La comunidad puede visitarla y conocer el estilo de vida de la época. La voz crítica El caso de António Aleixo (1899-1949), uno de los poetas más populares del Algarve, famoso por su ironía y crítica social, es singular. A pesar de su procedencia humilde y de haber sido casi analfabeto, dejó una poesía única en la escena literaria portuguesa de la primera mitad del siglo xx. “Toda su vida luchó contra la pobreza, para sobrevivir con su familia y con sus hijos. Fue pastor, guardador de ganado, policía por un día y vendedor de bonos de lotería”, narra la historiadora Luísa Martins. Agrega que también vendía sus poemas en hojas sueltas, lo cual le ayudó a conseguir el sustento diario. “Cuando un joven quería dedicar un poema o cuadra de amor a su amada, él lo hacía y se lo cantaba a la ventana y así comenzaban los noviazgos”. La historiadora comenta que todo lo que Aleixo escribía llevaba una crítica social muy fuerte. “Eso conllevaba una alerta a las clases pudientes, ante la posibilidad de una revuelta de los pobres. Pero la sociedad le toleraba porque era un pobre diablo que hacía versos, que hablaba a la conciencia de los ricos, pero no un agitador.” Autor de Quando comenzo a cantar (1943), António Aleixo frecuentaba el Café Central, que luego se llamó Carioca y ahora Café Calcinha, donde se reunía la burguesía local. “Pero también era un café donde la gente pobre se acercaba a buscar trabajo, a que le dieran un vaso de vino o una patata dulce, siempre merodeaban por acá”, cuenta la investigadora en el mismo recinto donde el vate vendía sus versos. “Aquí la gente se dividía en dos bandas: la burguesía por un lado y los pobres por el otro; no se mezclaban. Él conocía muy bien a la sociedad de Loulé de esa época. Por eso era crítico. Por ejemplo, les decía con rimas que no iban a las procesiones por su fe, sino para presumir sus ropas”, agrega. Autor de Auto da vida e da morte (1948), Aleixo contrajo tuberculosis y se atendió en Coimbra. Durante la convalecencia, detalla Martins, la gente lo ayudó a publicar su primer libro. “Hoy los portugueses lo leen, usan sus versos. Su obra ha tenido sucesivas reediciones y se estudia en las universidades porque permite conocer las costumbres y las ideas de la sociedad del Loulé de entonces”, concluye. Estos autores forman parte de la rica tradición literaria de Portugal, cuyos exponentes actuales podrán ser conocidos y escuchados por los asistentes a la fil xxxii de Guadalajara. •
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Gilberto Guevara Niebla explica a los jóvenes los hechos del movimiento de 1968 y su significado en la historia moderna de México. Presentamos una reseña y extrapolación de su significado al México actual por un joven lector.
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éxico es un país que ha sido marcado por el autoritarismo, desde la Colonia y hasta la actualidad, éste cifra la historia del país creando ciudadanía; indígenas en condiciones de esclavismo, campesinos ahorcados a la pobreza, el centralismo avasallador, trabajadores sin derechos, sindicatos charros, médicos maltratados, estudiantes reprimidos. La historia de México puede ser en parte la cronología de eventos de autoritarismo brutal, que se suman y marcan más que los éxitos de sus gobiernos que, a modo de monarquía sexenal, deja el presidencialismo. Ese es el caso de 1968, el estallido del movimiento estudiantil y juvenil que logró capitalizarse de tal forma que sus magnitudes alcan-
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zaron sindicatos y ciudadanía. El 68 en general no fue el resultado de azares, sino de una larga suma de agravios contra los miembros de la sociedad civil: ferrocarrileros y médicos, estudiantes del interior de la república. El 68 se ha contado tantas veces y de tantas formas que a veces podría parecer innecesaria la existencia de otro libro al respecto. Hoy día aún hay varios testigos vivos del movimiento estudiantil de 1968 y escuchar sus historias no es difícil, el libro La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska es tal vez uno de los más reeditados y vendidos de la ganadora del Premio Cervantes, al igual que Los días y los años de Luis González de Alba, y Gilberto Guevara Niebla —líder del movimiento— ha publicado al menos dos libros sobre el tema, pero ¿por qué hacer uno nuevo? 1968 explicado a los jóvenes,
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no es un título más, sino que intenta ver el tema desde una nueva perspectiva, la de unos chicos que nacieron al menos 20 años después del movimiento. Es fácil, cuando se llega a cierta edad, después de la universidad, o con los medios digitales, que casi todos tengan una idea de lo que fue el movimiento estudiantil de 1968, que al mencionarlo surjan en el imaginario palabras o ideas como “sindicato”, “manifestación”, “comunismo”, “Vietnam”, “boteo”, “pintas”, “Tlatelolco”, “2 de octubre”, “Díaz Ordaz”, “hocicón”; pero esas ideas claves para contar el 68 ¿son en realidad descifrables para todos? No. Hay una brecha generacional muy amplia hacia lo sucedido hace 50 años, el mundo y el país han avanzado en tecnología, derechos humanos, y retrocedido —tal vez— en idearios políticos. 1968 explicado a los jóvenes se desenvuelve de una forma dinámica, pues es la memoria, recuento o transcripción de una clase donde el mismo Guevara Niebla explica a sus alumnos —que se pueden imaginar nacidos en la década del 2000— paso a paso cómo se fueron desenvolviendo los hechos del movimiento. Dejar claro que el 68 no fue solamente el 2 de octubre parece ser una máxima en las páginas de este libro. Explicar el 68 —con todo lo que eso implica históricamente— a una generación así no es tan fácil, hay que identificar bien quiénes son ellos. La “generación Y”, o también conocidos como millenial, es una generación que se puede caracterizar por su capacidad de acoplamiento al desarrollo tecnológico, es una generación —en el sentido más amplio— que pasó de usar en el video el Beta, al VHS, al DVD y al Blue-Ray y que hoy día navegan con soltura por los servicios de streaming, que publican su vida en Instagram y cada opinión es dicha por Twitter, que en sus mínimos 20 años han cambiado de teléfono celular unas tres o cuatro veces, y que, según estudios, pasan al menos ocho horas diarias frente a la pantalla de un celular, su avance tecnológico es veloz, pero para esta misma generación abierta, entender el contexto del México de hace 50 años puede ser difícil. En esta narración del movimiento estudiantil de 1968 elaborada a modo de diálogo por Gilberto Guevara Niebla suele haber participaciones de sus alumnos en donde se sorprenden, por ejemplo, de la inexistencia de la píldora anticonceptiva, de las lecturas o de los medios de comunicación de la época. A pesar de las dificultades que supone contar toda una época completamente distinta, Guevara Niebla lo hace con la soltura de quien ha escrito en múltiples ocasiones sobre el tema. El autor fue dirigente estudiantil durante el movimiento, pasó tres años en prisión y sufrió un corto exilio en Latinoamérica. A lo largo de su formación como profesor impartió clases en secundaria, preparatoria y educación superior, y ha sido cercano a múltiples agrupaciones sindicales aledañas a la educación. En este libro logra recuperar, reestablecer o, mejor dicho, establecer en el ideario de los millenials con rigor y precisión documental la historia del movimiento, los testimonios de los líderes, de los militantes y los adversarios del movimiento, y logra hacer un balance objetivo del año en que México estuvo a las puertas de esta realidad, la de la democracia que apenas se alcanza a ver en los albores de la transición actual. Cincuenta años después del movimiento, muchos de los puntos del pliego petitorio del movimiento de 1968 siguen siendo demandas que se mantienen o se han resignificado:
vimientos como el médico, el electricista, el petrolero, el de telegrafistas y el magisterial; encarceló a Demetrio Vallejo y Valentín Campa, David Alfaro Siqueiros, Filomeno Mata y José Revueltas, decenas de estudiantes, dirigentes políticos, sociedad civil e intelectuales con el único pretexto de la “disolución social”. Aunque los artículos 145 y 145 bis fueron derogados en 1970 como una de las demandas cumplidas del 68, en 2012, 2015 y 2017 cientos de maestros disidentes del sindicato fueron encarcelados con los mismos argumentos por manifestarse contra una reforma educativa que ellos sentían como un agravio hacia sus derechos laborales. Destitución del jefe y subjefe de la Policía Preventiva del Distrito Federal. Obviamente los jefes ya no son los mismos, es más, la ciudad ya ni siquiera se llama así, sin embargo, la demanda sigue siendo válida. Manuel Mondragón y Kalb fue responsable de la brutal represión en la Ciudad de México el 1 de diciembre de 2012 donde un hombre fue asesinado por la policía capitalina, cientos de heridos y encarcelados por artículos penales extintos; él dejó el cargo después de otra muestra de brutalidad policiaca contra el magisterio en el Zócalo de la Ciudad, pero ahora es uno de los asesores del nuevo gobierno de transición. También en los recientes diálogos por la paz establecidos por el equipo de transición, una de las demandas más persistentes de las víctimas ha sido la destitución y juicio a Alfonso Navarrete Prida, actual Secretario de Gobernación por entorpecimiento del trabajo que hacen los familiares de desaparecidos, así como revictimización y agresiones hacia quienes hacen el trabajo que las autoridades no han logrado hacer. Indemnización a las víctimas de los actos represivos. ¿Cómo se indemniza a las familias de desaparecidos? Muchas víctimas lo han dicho, un desaparecido o un asesinado no puede ser indemnizado, no se puede valuar la vida de las personas, pero la única forma de reparar los daños es con justicia, una justicia que ha sido y es ausente en las múltiples violaciones de derechos humanos. Supresión del Cuerpo de Granaderos. El actual cuerpo de granaderos de la Ciudad de México cuenta con más de 6 mil elementos, y aunque el pretexto a la demanda de Morena para desaparecerlo en 2015 fue que no querían afectar el ingreso de miles de familias, dicho cuerpo policiaco ha sido utilizado para disolver manifestaciones con violencia en más de diez ocasiones en el último sexenio.
Castigo a los funcionarios responsables de actos de violencia contra los estudiantes. Además, el establecimiento de un diálogo público entre las autoridades y los alumnos, para la negociación de las peticiones. Así como los actos represivos han sido huella en la historia mexicana, la subjetiva interpretación de las leyes es motor de la impunidad recurrente. Las masacres del 2 de octubre de 1968 y del 10 de junio de 1971 han sido empañadas por la impunidad, pues, aunque el delito de genocidio está demostrado, — también la desaparición forzada—, y aunque según la ley mexicana no puede existir un delito sin culpables, nadie ha sido castigado por dichos crímenes de Estado. El diálogo ha sido mínimo e infructífero. Libertad de todos los presos políticos. Ahora, ¿para qué hacer este recuento por los Esta demanda del 68, aunque válida y cumplida en puntos del pliego petitorio del 68? Una pregunta los años 70 con algunos de los miembros del movi- recorre a 1968 explicado a los jóvenes y es si un miento, se ha resignificado un sinfín de veces: la movimiento como el de entonces se puede dar en primera en el 71 después del “Halconazo”, hasta nuestra época. La respuesta no es fácil, y da para un los detenidos el 1 de diciembre de 2012 en texto más largo que el actual, sin embargo, la Ciudad de México, y que en los meses se puede ver que las demandas de entonanteriores ha avanzado en la Asamblea ces siguen siendo tan válidas como en el Legislativa del Distrito Federal una am68. Como lo dijo Carlos Monsiváis en su linistía para los presos políticos. bro El 68: la tradición de la resistencia, si se tuvieran que resumir las demandas del Supresión de los delitos de disolución 68 en pocas palabras sería simplemente social, contenidos en los artículos 145 y con algo a lo que México se supone sujeto 145 bis del Código Penal. por acuerdos internacionales, derechos Dichos artículos surgieron con el presihumanos. El pliego petitorio del 68 exigía 1968 dente Manuel Ávila Camacho en la décaun respeto a los derechos más fundamenExplicado da de los cincuenta en el contexto de la tales, y 50 años después, el Estado Mexia los jóvenes cano no ha sido capaz de garantizarlos, y segunda Guerra Mundial y establecían el gilberto guevara cada año hay un agravio más, y más fuerdelito de disolución social que criminaliniebla te, algo que parece que detonará un gran zaba los movimientos sociales: sirvió para méxico, 1ª ed., 2018 movimiento. reprimir el movimiento ferrocarrilero y el estudiantil. Con ello se dotó de autoriYa se apuntaba hace seis años en la redad judicial para perseguir y encarcelar a edición de La noche de Tlatelolco la podisidentes políticos; así reprimieron mosibilidad de un movimiento parecido en
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la actualidad a las luces del 2012 y el movimiento #YoSoy132 y que estaba formado en su mayoría por jóvenes estudiantes, esta vez con la exigencia de libertad de expresión en los medios de comunicación en el contexto de las elecciones presidenciales. Ese movimiento generó y degeneró en distintas fuerzas políticas expresadas en las elecciones de 2018. Ahora no son pintas en los camiones ni hojitas de mimeógrafo, los jóvenes tuitean y comparten memes; los mítines relámpago se transformaron en conferencias en streaming por Facebook, YouTube o Periscope. La resistencia es en realidad parte de la tradición de la sociedad mexicana, así como la impunidad y los agravios lo han sido por parte de los gobiernos sin importar el color que esté en el poder. Sucede que al tenor de la lectura de 1968 explicado a los jóvenes se entiende que el 68 no es solamente un momento en la historia de México, sino una huella profunda de los problemas del país, en los comentarios y preguntas que los alumnos hacen a Guevara Niebla a lo largo del relato, se puede ver que las inquietudes no son simplemente académicas, sino una apropiación de la historia que deja ver que el México actual, por muchos cambios de partidos, tecnologías integradas y demás avances, sigue padeciendo el tufo del autoritarismo presidencialista responsable de los acontecimientos de 1968 y 1971, y para esto basta con ver el acoso a las normales rurales, los trabajadores —de cualquier sector— reprimidos cuando defienden sus derechos, los crímenes cometidos en Ayotzinapa, Nochixtlán, Tlatlaya y más en el último sexenio y que no han tenido responsables. A la luz de estudiar el 68 se ven los miles de desaparecidos en la “guerra contra el narcotráfico”, los muertos que intentan ser invisibilizados como “daños colaterales”, como “balas perdidas” para esconder la corrupción del ejército que como en 1968 asesina civiles. Todo está demostrado, ante cortes internacionales México ha aceptado muchos de esos eventos, pero sigue sin haber culpables, sin juicios. Este nuevo libro de Gilberto Guevara Niebla publicado por el Fondo de Cultura Económica, 1968 explicado a los jóvenes, se divide en 21 capítulos, desde la revisión del México previo al movimiento hasta el ocaso y final de tal, las ilusiones perdidas y masacradas después del 2 de octubre. Es de celebrar la objetividad con que el autor conduce el tema, pues, aunque fue partícipe y dirigente del movimiento, es algo imperceptible y dota de fidelidad al relato que transmite a los jóvenes sorprendidos y maravillados por el tema. Los estudiantes de Guevara Niebla se maravillan por la alegría que también tuvo el movimiento, por la fraternidad y los logros, y se sorprenden por la brutalidad, la censura, la época tan distinta a la que ellos conocen. Es este libro un buen iniciador para explorar el tema, pues da un panorama amplio y sencillo de entender para cualquier persona, después de su lectura quien quiera puede iniciar con los otros libros del autor sobre el tema o cualquier otro, ya que las bases históricas habrán sido establecidas. Al final del libro, Guevara Niebla explica cómo se fue desvaneciendo el movimiento, qué pasó después del 2 de octubre, y se entienden las diferencias del contexto social de entonces con lo que sucede en la actualidad, así los jóvenes y los movimientos sociales, la actividad política, y se intuye la comparación que dichos estudiantes habrán hecho como la que pueden hacer los lectores. ¿Es necesario otro libro sobre el 68? Sí, los libros sobre el 68, sobre el 71, sobre el 86, sobre el 88, sobre la matanza de Aguas Blancas en el 95, sobre la Matanza de Acteal en el 97, sobre Ayotzinapa. Mientras la historia de México siga siendo la historia del autoritarismo y la impunidad, los libros sobre el tema seguirán siendo necesarios. 1968 explicado a los jóvenes se suma a la larga lista de libros contra la impunidad y en pro de la memoria, un libro que explica y da cuenta, esta vez para los millenials, la forma en la que se ha tenido que construir la sociedad civil en un país donde los derechos humanos existen —la mayoría de las veces— solamente en el papel. •
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reseña
Mañana viene mi tío Un niño espera a un tío que nunca habrá de llegar, tema de este breve libro ilustrado con escuetos dibujos en blanco y negro y pensamientos inocentes que mueven la emoción solidaria del lector y hacen eco en quienes sufren la desaparición de seres queridos. fernanda álvarez
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l día que se robaron a Paula, (Mike) apagó su iPod y lo sepultó en lo profundo del bolsillo delantero de sus pantalones de mezclilla. Ese día lo único que todos podíamos oír era el silencio de los celulares. Nada más. Era la tonada del rapto de Paula. Ésa era su canción. Ladi, Jennifer Clement. ¿Cómo dibujar la ausencia, la espera, la esperanza? México, un país que se ha convertido en una lucha por la memoria y la materia: ¿olvidar la voz de quien un día dejó de volver? ¿Desdibujar su figura conforme pasan los días para negar que alguna vez estuvo a nuestro lado? ¿Sacar su ropa del armario, reacomodar la habitación o mudarse de casa? Territorio que nos exige la resignificación constante: verdad, legalidad, consecuencias. Palabras que antaño tenían un peso en la sociedad y que hoy pareciera que viven en un limbo o, sencillamente, en el lado opuesto de su significado. Además, uno va aprendiendo que esas consecuencias llegan desde un ángulo ciego: por salir a la calle con aire despreocupado o sin compañía; por hablar en voz alta y que a alguien, a los de allá, a los otros, no les guste oír lo que dices; o, por qué no, el banal argumento de estar en el sitio equivocado en el momento erróneo. Ésta es una narrativa que poco a poco vamos interiorizando. Sabemos, desde hace años, que México atraviesa una crisis de seguridad, de impunidad, de cinismo, que no sólo se ha definido por la violencia y la constancia de altos índices de asesinatos, feminicidios, extorsiones o robos, sino por el oxímoron que usan muchas veces, conocido
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como “levantón”. Una pequeña distracción, un paso dado en el camino de siempre y puede ser que no volvamos al lugar conocido. Tristemente, nada de esto es nuevo para nosotros. Estas condiciones han ido tejiendo lentamente, a través de los años, esta realidad que nos apuñala. Nos hemos convertido en números: más de 35 000 desaparecidos, afirmó para la BBC en junio de este año Jan Jarab, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en este país. Cuarenta y tres es nuestro número emblemático, hace ya cuatro años. Ellos tienen nombre: Abel García Hernández, Abelardo Vázquez Peniten, Adán Abrajan de la Cruz, Antonio Santana Maestro, Alexander Mora Venancio, Benjamín Ascencio Bautista, Bernardo Flores Alcaraz, Carlos Iván Ramírez Villarreal, Carlos Lorenzo Hernández Muñoz, César Manuel González Hernández, Christian Alfonso Rodríguez Telumbre, Christian Tomás Colón Garnica, Cutberto Ortiz Ramos, Dorian González Parral, Emiliano Alen Gaspar de la Cruz, Everardo Rodríguez Bello, Felipe Arnulfo Rosas, Giovanni Galindes Guerrero, Israel Caballero Sánchez, Israel Jacinto Lugardo, Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa, Jhosivani Guerrero de la Cruz, Jonás Trujillo González, Jorge Álvarez Nava, Jorge Aníbal Cruz Mendoza, Jorge Antonio Tizapa Legideño, Jorge Luis González Parral, José Ángel Campos Cantor, José Ángel Navarrete González, José Eduardo Bartolo Tlatempa, José Luis Luna Torres, Julio César López Patolzin, Leonel Castro Abarca, Luis Ángel Abarca Carrillo, Luis Ángel Francisco Arzola, Magdaleno Rubén Lauro Villegas, Marcial Pablo Baranda, Marco Antonio Gómez Molina, Martín Getsemay Sánchez García, Mauricio Ortega Valerio, Miguel Ángel Hernández Martínez, Miguel Ángel Mendoza Zacarías, Saúl Bruno García. Sin nombrar a los asesinados ese día. ¿Cuántos sinnombre nos quedan aún? ¿Qué hemos escuchado una y otra vez con portavoces como noticiarios, gobernadores, algunos periodistas? ¿Dónde quedó la seguridad de andar por las calles, de acabar con la desesperación
de unos padres que esperan el regreso de su hijo tras salir de la escuela? ¿Cómo conseguir que deje de suceder que unos hijos deban crecer sin madre porque el trabajo al que se dedicaban las obligaba a salir de madrugada y ese era su peor pecado? ¿Cómo no volverlos culpables porque ante todo “algo habrán hecho” para no haber vuelto, pues “seguro se lo merecían”? En pocas palabras: ¿en verdad se investigan las desapariciones forzadas?
Y entre todas estas tristezas, llega este bellísimo libro: Mañana viene mi tío, de Sebastián Santana Camargo. Y me atrevo a decir bellísimo, porque tiene una sutileza que sólo a través de las imágenes se puede transmitir. El lenguaje, como decía al principio, se ha tornado en algo hueco, vacío, viciado. Así que la imagen y las breves líneas que lo acompañan, demuestran el camino solitario de esa esperanza, de ese deseo de querer que un día se abra la puerta y cruce ese ser querido. Esa persona que nos dirá: perdona, todo fue una broma; perdona, sólo me había perdido. Santana Camargo nos toma de la mano con sumo cuidado, como si todos fuésemos niños pequeños y asustados, y conforme pasamos las páginas sabemos el final, pero como le sucede al personaje al que vamos acompañando, queremos, con todo el corazón, que esa puerta se abra, su tío cruce el umbral, tome asiento, y escuche todo lo que su sobrino quiere contarle desde hace tantos años. Dice el autor: “Este libro es para todas las personas quienes, a causa de las dictaduras militares, nunca pudieron llegar. Y es para quienes siguen, seguimos esperando a la gente querida que falta. Y que siguen, seguimos, pidiendo Verdad, Justicia y Memoria. Los días siguen
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pasando. Los años siguen pasando. Se nos van muriendo las personas que esperan y piden, y las personas que saben y se callan. Ya sabemos que es difícil conseguir la verdad, y mucho más la justicia, que hay una orden de silencio, y una práctica política, demostrada en los hechos, de hacer más bien poco, de no mover el estanque, de dejar que la cosa se hunda de a poquito. El dolor, la injusticia, la mentira sigue, pero por eso mismo la lucha sigue, para que la memoria siga viva. Porque ya se sabe lo que pasa con los pueblos y las personas sin memoria. Mañana viene mi tío nos comparte la ilusión de la espera, la tristeza del tiempo, la empatía de estar en los zapatos del otro a través de los trazos discretos y contundentes de un gran artista. Un libro que conmueve y que no deja tranquilo al corazón. Que se pensó en Uruguay pero que podría estar en cualquier lugar el mundo. “Se llama desaparición forzada. (…) Cuando estas cuatro palabras se incorporen al Código Penal Federal y salgan en los periódicos, México posiblemente empezará a reconfigurarse como el país que ha dejado de ser”, dijo Jaime Avilés al prólogo del libro de Federico Mastrogiovanni, Ni vivos ni muertos, publicado en 2014. Han pasado cuatro años… y cada vez nos faltan más. •
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El 68 y sus rutas de interpretación Introducción del libro del mismo título, una exploración y sistematización de las diferentes historias del movimiento según las condiciones e intereses de su escritura y los cambios de perspectiva en el tiempo. héctor jiménez guzmán
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uien preste atención a las siguientes páginas no va a encontrar aquí un relato puntual de aquellas jornadas, entre finales de julio y principios de diciembre de 1968, cuando miles de jóvenes estudiantes pararon las universidades del país y se volcaron a las calles para protestar contra una serie de circunstancias que definían la relación asimétrica entre gobierno y gobernados en el México de esa época. Mucho se ha escrito y dicho ya sobre aquellos acontecimientos. No voy a revelar nada nuevo de lo que sucedió entonces porque no estuve ahí y porque una profusa historiografía, que va de lo analítico a lo testimonial, ha tratado el tema hasta la saciedad. Ésta no es una historia del 68 en México, sino una historia sobre sus historias. A partir de lo que he definido como rutas de interpretación pretendo revisar la manera en la que el movimiento estudiantil
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de 1968 fue analizado, interpretado, referenciado, usado y significado en las décadas siguientes. Este trabajo fue guiado por una serie de preguntas: ¿cuáles son las diferentes perspectivas con las que se ha interpretado el 68 mexicano?, ¿qué fue propiciando los cambios en la manera de interpretar aquel episodio?, ¿quiénes son los actores que han ido animando el proceso de construcción de la historia sobre el 68?, ¿qué relaciones de poder guardan entre sí las distintas interpretaciones que se han ido manifestando a lo largo de los años?, ¿cómo fue que ciertas versiones e interpretaciones se consolidaron, mientras que otras se quedaron prescritas a su propia época?, ¿cómo se construyó un relato genérico que sintetiza en una versión verosímil y coherente los acontecimientos de 1968?, ¿bajo qué referentes ideológicos, políticos, de sentido se fue configurando la idea que hoy las jóvenes generaciones tienen sobre lo que ocurrió en México en aquel año?
Para responder a estos planteamientos, me di a la tarea de revisar una muestra representativa de lo que se ha escrito y dicho sobre el 68 en México. Hago tal distinción porque mi revisión no sólo se enfocó en los libros sino también en otro tipo de materiales textuales que consideré relevantes en la construcción de las interpretaciones sobre el 68 (artículos de opinión y ensayos aparecidos en publicaciones periódicas, declaraciones a la prensa, manifiestos y documentos políticos, por ejemplo). De este modo, la columna vertebral de esta investigación la constituyen materiales documentales de diverso orden. Así, la historia reconstruida a partir de un ejercicio de escritura constituyó mi materia prima. Me di a la tarea de atender un universo considerable de fuentes textuales, con la intención de sistematizarlas para dar cuenta de los cambios y continuidades en la manera de entender el episodio histórico que nos ocupa. No entrevisté a nadie, puesto que los testimonios de muchos de
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los protagonistas de aquella historia son profusos. Lo que me interesó siempre fue hacer un balance de las distintas miradas del episodio y confrontar perspectivas y versiones. Aquí hay que precisar que con escritura histórica no me refiero exclusivamente a aquella producida desde los márgenes disciplinares e institucionales de la historia, entendida ésta en las múltiples formas que pueda adquirir el conocimiento sobre el pasado desde alguna variante del método científico. La escritura que he buscado mirar es de orígenes, herramientas argumentativas y paradigmas ideológicos y éticos diversos. Si intentara definir la identidad de este trabajo diría que se trata de una investigación sobre la escritura de un tema histórico que, de algún modo, es compatible con lo que Rico Moreno llama crítica historiográfica: una labor equiparable a la crítica literaria porque constituye “una experiencia de lectura especializada de la que resulta un saber que permite descubrir en las obras que estudia una expresión de la conciencia de la historicidad a través del relato del pasado”.1 El estudio de la cultura escrita sobre el pasado conduce a plantear un problema teórico específico: ¿desde dónde se escribe la historia? Este asunto constituye uno de los principales debates de la teoría histórica y la reflexión historiográfica. Michel de Certeau señalaba que uno de los aspectos centrales de lo que él llamaba la operación historiográfica era precisamente el analizar las condiciones en las cuales se escribe el discurso histórico. En este sentido, el investigador de la “escritura de la historia” debe identificar aquellos rasgos inherentes que la producen pero que no se encuentran explícitamente en el discurso escrito. Decía De Certeau que la tarea debería de consistir en precisar las leyes silenciosas que organizan el espacio producido como un texto y reconocer las condiciones que la hacen posible. La escritura histórica, nos dice el autor, se construye en función de una institución cuya organización parece invertir.2 ¿Quiénes escriben, por qué lo hacen, desde qué condiciones sociales se posibilita la emergencia de cierto tipo de escritura? De Certeau afirma que es indispensable el reconocimiento del lugar social desde donde se escribe. “Ciertamente, no hay consideraciones, por generales que sean, ni lecturas, por más lejos que queramos extenderlas, que sean capaces de borrar la particularidad del lugar desde donde hablo y del ámbito donde prosigo mi investigación. Esta marca es indeleble.”3 La operación historiográfica, dice el autor, implica tres circunstancias: las prácticas que constituyen la institución social y organización que hace posible la recuperación del pasado, la escritura sobre éste y un lugar social desde donde se escribe. En función de este lugar “los métodos se establecen, una topografía de intereses se precisa y los expedientes de las cuestiones que vamos a preguntar a los documentos se organizan”.4 En lo referente a las obras y escritos sobre el 68, mi interés radica en precisar ¿cómo ciertos lugares determinan las interpretaciones sobre el pasado? Leyendo una cantidad considerable de escritos sobre el movimiento estudiantil de 1968, pude identificar seis lugares específicos desde donde se construyó la historia de ese episodio: las voces de la burocracia gubernamental; la opinión pública opuesta al régimen; los estudiantes que, perseguidos por la represión, intentaron contar su versión de la historia; los intelectuales que vieron en aquellos acontecimientos la marca de su identidad; los actores políticos que fueron configurando la oposición de izquierda de las últimas décadas; los llamados líderes del 68, que hegemonizaron el debate público sobre el tema; los académicos, periodistas e historiadores de generaciones posteriores; la política gubernamental que pretendió, tibiamente, castigar a los responsables de los abusos de poder en contra de aquel movimiento estudiantil. Desde estas coordenadas distintas se fue construyendo la historiografía del tema. De todo este universo más o menos amplio desde donde se ha escrito la historia del 68, es posible identificar seis caminos (rutas) que ha tomado la interpretación de aquellos hechos. Estas distintas maneras de mirar un mismo acontecimiento fueron surgiendo en función de las
1 Javier Rico Moreno, Pasado y futuro en la historiografía de la Revolución mexicana, Conaculta/inah/uam Azcapotzalco, México, 2000, p. 74. 2 Michel de Certeau, La escritura de la historia, Universidad Iberoamericana, México, 1999, p. 68. 3 Ibid., p. 67. 4 Id.
contingencias que imponía el presente para cada uno de los actores que tomó parte en este complejo proceso de narrar y significar ese pasado. Es posible identificar las rutas de interpretación mediante un corpus textual, es decir, mediante un grupo de obras escritas y debates sostenidos en la opinión pública con explicaciones, enfoques, argumentaciones, significaciones comunes que le dotan de una identidad muy clara, respecto de otros corpus textuales anteriores o simultáneos. Algunas de estas rutas se comunican y establecen convergencias y rupturas entre sí. Las rutas de interpretación intentan relacionar determinados hechos entre sí para dar una explicación de lo que aconteció. Para ello recurren a estrategias argumentativas de diverso orden cuyo fin general es sintetizar una toma de postura que dotará de sentido la explicación y la comprensión sobre aquel acontecimiento del pasado. Así, viejas interpretaciones se reencuentran en algún momento de la historia para replantearse y cuestionarse sobre las posiciones planteadas en un inicio. Asimismo, hay otras que abrieron una brecha que ya nadie continuó, puesto que el lugar social desde donde fueron producidas se transformó. Por otro lado, la emergencia de ciertas formas de interpretar el 68 tiene que ver con un rompimiento o una desviación respecto de cierta manera de interpretar que le antecede. Esta fisura, sin embargo, no es tan sencilla de identificar, pues no se trata, necesariamente, de un acontecimiento visible que marque abiertamente el fin de una ruta de interpretación y el inicio de otra. Se trata más bien de procesos lentos que, poco a poco, van detonando el surgimiento de una nueva sensibilidad en la manera de interpretar los acontecimientos. Para decirlo en términos de Foucault, de una suerte de cambios de episteme. Dicho de otro modo, no hay una constante en las rupturas que median la emergencia de distintas interpretaciones. Los factores que influyen son de amplio espectro: lo mismo intervienen circunstancias inherentes al campo de discusión propios a la historia del 68 como circunstancias ajenas a la revisión, reflexión y recuperación de la memoria sobre dicho pasado. Así, las rupturas se generan por situaciones de orden coyuntural o transformaciones de largo alcance tanto en el horizonte cultural y social como en la correlación de fuerzas del sistema de poder imperante. Por otra parte, no hay que dejar de lado la repercusión de los recambios generacionales en los ámbitos políticos y culturales en los que han transcurrido estas interpretaciones. De igual manera, no hay que soslayar las polémicas entre los actores-autores implicados en la recuperación del pasado. Ésta última, situación siempre difícil de desentrañar por la dosis de polémica que transcurre en el ámbito privado de aquéllos. Una vez planteadas las coordenadas conceptuales desde donde se escribe esta historia, es necesario relatar un poco cómo fui construyéndola. De acuerdo con los materiales que revisé para la realización de este trabajo, se podría decir que el corpus historiográfico sobre el 68 agrupa una amplia diversidad de formatos que podrían clasificarse de la siguiente manera:
criterio sustancial para delimitar los materiales de mi revisión historiográfica. No me interesó enfocarme en algún tipo de obras, autores o temáticas en específico. Cuando comencé a observar que había cierto número de fuentes que compartían ciertas características en su manera de abordar los acontecimientos del 68, decidí agruparlos en las sagas que delinearon las rutas interpretativas a las que hago referencia. Una vez identificadas éstas, busqué caracterizarlas en función de sus formatos, autores y énfasis temáticos de cada una. En este sentido, delimité el material enfocándome de manera exclusiva bajo dos criterios centrales: que hubieran sido publicados y que hubieran aparecido en México. Esto significó dejar fuera tesis académicas (que de por sí, prefiguran una ruta de interpretación aparte), así como materiales publicados en otros países. Es claro que, en el ámbito académico anglosajón, existe una profusa producción de títulos relacionados con el 68 mexicano. Así, después de leer con detenimiento casi dos centenares de títulos (entre libros, artículos y escritos diversos) y revisar de manera general otro tanto, comencé a construir mi propuesta de sistematización historiográfica tomando como eje las rutas interpretativas. Es importante señalar que, a pesar de que partí del supuesto de que me iba a encontrar enfoques diversos, la delimitación de cada una de las rutas no fue a priori, sino que fue construyéndose en la medida en que me adentré en la lectura de los diversos materiales que iba teniendo a mi disposición.5 Así, la variable central a través de la que miré los materiales escogidos fue la interpretación general sobre los acontecimientos del 68, independientemente de que se tratara de ensayos, narraciones u otro tipo de documentos. Incluso a lo largo del trabajo se hará referencia a algunas obras literarias propiamente dichas (novelas o testimonios) que han sido significativas en la configuración de alguna u otra ruta interpretativa sobre los acontecimientos. Comparto la idea de Rico Moreno cuando plantea la viabilidad de las obras literarias en los estudios historiográficos, pues a pesar de “que estas obras no tienen una pretensión de verdad […] comparten con la historiografía tanto la textualidad del discurso, es decir, el lenguaje escrito, como el hecho de emprender una descripción de la condición histórica del hombre”.6 Asimismo, también he documentado declaraciones, discursos públicos y opiniones de actores que, de uno u otro modo, han estado relacionados con el campo de interpretaciones del 68: aparte de los protagonistas de los acontecimientos, se recogen los usos e interpretaciones de actores políticos diversos o de intelectuales que fueron abonando a la discusión del tema. Finalmente, aunado a las obras y escritos sobre el 68, he recurrido a otras referencias bibliográficas, hemerográficas y audiovisuales que dan cuenta del contexto político y cultural de México durante los últimos 50 años. De algún modo, la reconstrucción de la historia de las interpretaciones sobre el 68 ha significado también seguir la línea del tiempo de las principales transformaciones de la vida pública de este país. De hecho, como se verá a lo largo de los capítulos, las condiciones de cada época han ido impactando, de una u otra manera, en la forma en la que se piensa el movimiento estudiantil de 1968. •
• libros enfocados exclusivamente al 68. Sus estilos y versiones son diversos, aunque predominan ensayos y narraciones testimoniales; • artículos con ensayos interpretativos que generalmente aparecen en publicaciones periódicas, libros o números monográficos que ciertas publicaciones dedican al tema; • libros enfocados a algún otro tema pero que abordan el 68 en alguno de sus capítulos o apartados; • artículos de opinión y notas periodísticas que hablan sobre el 68 pero que generalmente aparecen en el contexto de una coyuntura determinada en la que el tema ocupa algún lugar en la agenda de la opinión pública; • documentos audiovisuales (películas y documentales de divulgación), así como recursos de información disponibles en línea; • resultados de investigaciones académicas que han generado productos como El 68 y sus libros, tesis, artículos en revistas cienrutas de tíficas, memorias de encuentros acadéinterpretación Una historia sobre micos, registros y catálogos hemerolas historia del gráficos; movimiento • folletos, documentos y panfletos de nahéctor jiménez turaleza política o ideológica. guzmán
Aun con lo anterior, el formato o estilo literario de los escritos no constituyó un
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5 La mayor parte de ellos son de fácil acceso y pude consultarlos, esencialmente, en tres bibliotecas de la Ciudad de México: la Biblioteca Central de la unam, la Biblioteca Daniel Cosío Villegas de El Colegio de México, la Biblioteca del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. 6 Javier Rico Moreno, op. cit., p. 79.
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xxiv. Palinuro en la escalera o el arte de la comedia A propósito del 68 global y mexicano, reproducimos un fragmento de Palinuro de México (1977), novela donde ese movimiento es engullido y parodiado en esta farsa exuberante, considerada una proeza del lenguaje por la crítica, premiada en Francia y Venezuela y publicada por el fce en 2013. fernando del paso
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(obra en cuatro pisos con un prólogo en la planta baja, un epílogo en un desván y varios intermedios sorpresivos.) (La realidad está allá, al fondo. La realidad es Palinuro, que comenzó arrastrándose en la Cueva de Caronte y nunca más se levantó. La realidad es Palinuro golpeado, en la escalera sucia. Es el burócrata, la portera, el médico borracho, el cartero, el policía, Estefanía y yo. El lugar que le corresponde a esta realidad es el segundo plano del escenario. Los sueños, los recuerdos, las ilusiones, las mentiras, los malos deseos y las imaginaciones, y junto con ellos los personajes de La Commedia dell’Arte: Arlequín, Scaramouche, Pierrot, Colombina, Pantalone, etc.: Todo esto constituye la fantasía. Esta fantasía, que congela a la realidad, que la recrea, que se burla y se duele de ella y que la imita o la prefigura, no ocurre en el tiempo, sólo en el espacio. Le corresponde el primer plano del escenario.) Prólogo (Una calle. La fachada del edificio de la Plaza de Santo Domingo en la ciudad de México. Es de noche. Se apagan, una tras otra, las luces de las ventanas. Se oyen las campanadas de un reloj que da las tres de la mañana. Entra La-MuerteRopavejera con un gran sombrero de plumas y con sus ojos luminosos y su esqueleto color de rosa, arrastrando una carreta llena de faldas, medias, sombreros, capas y otras prendas de ropa y pedazos y miembros de maniquíes, lámparas y fierros viejos…) La-Muerte-Ropavejera: ¿Camisetas? ¿Quién quiere camisetas con la “U” de la Universidad? ¿Quién quiere unos calzones verdes? Señoras y señores, secretarias y sargentos:
fe r nando de l paso
¿Quién quiere una nariz de escritor? ¡Vendo chalecos de futbolista! ¡Vendo orejas de aviador, codos de corista! ¡Compro bufandas de pistolero! Señoras y señores, titiriteros y geólogos, lingüistas y afanadoras: ¡Vendo abrigos de psiquiatra, compro muslos de acróbata, vendo nalgas de director de orquesta, compro máscaras de traidor…! ¡Señoras y señores, diputados y albañiles, lecheros y marmolistas, arquitectos y enfermeras: vendo todo, compro todo! ¡Compro vidas usadas, vendo muertes nuevas! ¡Compro vidas tristes, vidas fracasadas, vidas famosas, y las cambio por muertes de colores, por muertes heroicas, por muertes desconocidas! ¡O se las vendo al contado, señores; se las vendo a plazos y con descuento, señoras! ¡Las vendo al mejor postor! ¿Quién da más, señoras y señores, diputados y pintores, veterinarios y ciclistas? ¿Quién da más por una Muerte-en-el-Plaza? ¡Vendo axilas de industrial y botas de granadero! ¡Compro domingos de oficinista! ¿Quién da más por una MuerteSorpresa? (Se quita el sombrero y se pone una peluca de bucles rubios.) ¿Quién da más por una Muerte-Niña? (Se quita la peluca y se pone unas pestañas postizas.) ¿Quién da más por una MuerteBella? (De la boca le salen moscas azules; de los ojos, mariposas de gusanos de seda. Se va gritando su pregón milenario. Por un lado entra Scaramouche disfrazado de estudiante, aunque lo denuncian su antifaz y su larga cola de lentejuelas negras. Por el otro lado entra Arlequín, también disfrazado de estudiante, aunque lo denuncia su máscara negra de diablo michoacano.) Scaramouche: ¡Ustedes, Los Arañas: chinguen a su madre!
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El 6 8 y su s ru ta s de interpretación
Arlequín: ¡Ustedes, Los Ciudadelos: chinguen a la suya! (Se traban en una pelea a colazos y sombrerazos. Entra Pantalone, con su casco de granadero y su máscara de diablo blanco.) Pantalone: Entro yo, disfrazado de granadero… (Entra El Capitano Maldito, con casco de granadero y su máscara de diablo verde.) El Capitano Maldito: Entro yo, también disfrazado de granadero. Los dos: ¡Y los dos, juntos, les damos a los estudiantes hasta por debajo de la lengua! (Les sacan de la boca, a Arlequín y a Scaramouche, unas larguísimas lenguas de seda roja, y les pegan por abajo. Con cada golpe brotan chispas y fuegos artificiales. Entran Colombina y Pierrot. Colombina tiene un vestido de paloma blanca hecho de plumas. Pierrot, un traje de papel crepé color de rosa.) Colombina: ¡Vean ustedes cómo les pegan a los estudiantes! ¡Vean cómo les brotan chispas que plasman helechos en el cielo! Pierrot: ¡Vean cómo les descalabran el remolino ardiente del pelo, cómo les desquician el perfil! (Salen Colombina y Pierrot. Salen también Pantalone y El Capitano Maldito, arrastrando a Arlequín y a Scaramouche.) Arlequín (mientras lo arrastran): ¡Sí, sí: vean, vean, para que después no digan que no vieron! (Entra La-Muerte-Autor con su carreta y sus anteojos de intelectual. Llega hasta el centro del escenario y le hace una reverencia al público.) La-Muerte-Autor: Lo que acaban ustedes de ver, señoras y señores, damas y caballeros, verduleros y costureras, ingenieros y monjas, es un avance de la obra Palinuro en la Escalera. Este pequeño episodio se titula a su vez “La Pelea entre dos Escuelas”. Gracias a esta pelea, tuvimos conflicto estudiantil, tuvimos personaje y tuvimos obra… (hace una reverencia). Y lo que están viendo ustedes en este preciso momento, de cara a cara, es la muerte. Porque yo, señores, soy La-Muerte-de-Todos (señala al público), soy La-Muerte-de-Usted. La-Muerte-de-un-Estudiante. LaMuerte-de-un-Coronel. La-MuerteCalaca. La-Pálida-Enlutada. LaPutilla-del-Rubor-Helado que tarde o temprano me los voy a llevar, a todos al diablo (un escalofrío azul recorre el escenario). Pero mientras tanto, mientras les llega la hora, señoras y señores, oculistas y almirantes, locutores y tenderos, mientras les llega la hora de irse conmigo al diablo, los invito a ser personajes de esta obra, en el momento en que se atrevan, se les antoje, o no tengan más remedio… ¡Ah! No se preocupen por los vestuarios: aquí, en mi carreta y como ustedes ya han visto, tengo todo lo necesario para que se disfracen: ¡tengo pantorrillas de filántropo, tengo sombreros de optometrista, bigotes de esquizofrénico! (se pone su sombrero de Muerte-Ropavejera). ¿Quién me compra casacas de ministro? ¡Vendo sudarios de estudiante! (Comienza a salir del escenario.) ¿Costillas que vendan? ¿Gabardinas de Agente de la Secreta? (se detiene por uno instantes)… Y por supuesto, señoras y señores, hacendados y prostitutas: de lo que tienen que decir, ¡hay que preocuparse todavía menos! ¡Todo se inventa! ¡Todo es improvisado! Lo único que hay que saberse,
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Y después nos vinimos para acá directamente. Nunca nos hubiéramos imaginado encontrarte aquí. Pensábamos que a estas horas estabas en la Plaza, celebrando nuestro triunfo: porque vamos a triunfar, Palinuro, ¡estamos triunfando! Nunca hubo en México una manifestación tan gigantesca. ¡Lo vas a ver, Palinuro, vamos a lograr que el Gobierno haga reformas radicales! Y ahora, por favor, déjame ayudarte: apenas puedes con tu alma. damas y caballeros, cartógrafos y traductores, es el argumento… Palinuro en la escalera… Palinuro golpeado por un tanque: ¡eso es todo! ¡así de simple! (Sigue saliendo.) ¡Compro vidas usadas! ¡Vendo muertes nuevas! (Se pone unos guantes y un monóculo.) ¿Quién quiere una Muerte-Elegante? (Se lleva a la boca un espantasuegras y lo sopla.) ¿Quién quiere una Muerte-en-Broma? (Sale.) (Entran de nuevo Pantalone y El Capitano Maldito disfrazados de granaderos, cargando una escalera portátil. En ella, bocabajo y con los brazos y las piernas colgando hacia afuera, va Arlequín, con su traje de rombos hecho con retazos de sarapes y colchas. Pantalone y El Capitano Maldito dejan la escalera en el suelo, con todo y Arlequín, y salen. Entra Colombina, con su antifaz de plumas de paloma.) Colombina: ¡Oh, pobre de ti, Emperador de la Luna! ¡Pobre de ti, Arlequín, Servidor de dos Patrones! ¿Qué fue de tu astucia y de tus acrobacias? (Baja una media luna colgada del techo y queda suspendida arriba de Arlequín. Sentado en ella está Pierrot con su antifaz violeta de papel lustre, y un laúd.) Pierrot: ¿Qué fue de tu lealtad y de tu carácter mercurial? ¡Oh, pobre de ti, Arlequín, Rey de los Leones, Príncipe Travestista! (Sale Colombina. La luna sube y desaparece junto con Pierrot. Entra Tartaglia con su gorra de cartero y su máscara de diablo azul en un monociclo, cargando un gran sobre blanco.) Tartaglia: ¡Una caca! ¡Una cacarta papa! ¡Papara! ¡Para Arlequín! Arlequín: ¿Me la puede leer, por favor? Estoy muy débil… Tartaglia (arrojándole la carta): ¡lele! ¡lala! ¡Léela tutu! ¡Léela tú, huevón! (Tartaglia sale en su monociclo. Arlequín, resignado, se incorpora y se sienta en la escalera. Tiene unos enormes testículos de rombos a colores. Abre el sobre, el cual explota. Un humo negro cubre toda la escena.)
El primer piso (Nos encontramos en la realidad. El escenario es el interior del viejo edificio de la Plaza da Santo Domingo en la ciudad de México. Está oscuro. En la penumbra se distingue apenas el descanso del primer piso y la escalera —de dieciséis tramos— que sube hacia el segundo piso. Al fondo, las puertas de los departamentos numerados del 1 al 4. La fecha de la acción es un miércoles 28 de agosto. El año, considerando que Palinuro vivió simultáneamente en varias épocas, pudo haber sido cualquier año perteneciente a un pasado conocido o a un futuro invisible. Digamos —pero esto es sólo un decir— que es 1968, el año en que la ciudad de México se vistió de albercas olímpicas y de palacios de cobre… el año en que el polvorín de la Revolución de Mayo de París cundió por el mundo como un río galvanoplástico…) Palinuro: Te digo que he venido arrastrándome por calles enteras, así que no veo por qué no pueda arrastrarme unos cuantos pisos… Y ustedes, díganme: ¿adónde diablos fueron mientras a mí me apaleaban en el Zócalo? ¿En dónde estaban? (Se quedan congelados bajo una luz azul. En primer plano, entra Colombina con su vestido blanco de paspartú. La persigue Scaramouche, con traje de lentejuelas negras, y con una larga cola de gato negro.) Scaramouche: ¡Dame un beso, Colombina! Colombina: ¡Arriba los estudiantes! Scaramouche: ¡Dame un beso, Colombina! Colombina: ¡Abajo los granaderos! (Por fin, Scaramouche alcanza a Colombina y le da una nalgada. Colombina lo sienta de un bofetón. En la nalga de Colombina queda pintada la mano negra de Scaramouche. En la mejilla de Scaramouche queda pintada la mano blanca de Colombina. Ésta hace una reverencia al público.) Colombina: ¿Qué dónde estábamos? ¿Que qué hicimos mientras Palinuro se quedó en el Zócalo? ¡Nos divertimos como locos! Organizamos un baile de disfraces en la Escuela de San Carlos. Claro que eran disfraces humildes, improvisados… ¡Cuéntales, cuéntales, Scaramouche, cómo nos divertimos en el baile! ¡Si lo sabes contar bien, te premiaré con un beso! Estaba allí todo el mundo… (Entra al escenario una caja de madera que alguien empuja con un palo largo. Scaramouche se sube a ella.) Colombina: Estaba allí el Presidente… bueno, estaba un estudiante disfrazado de Presidente… estaba Napoleón Bonaparte… Scaramouche: ¡Ejem! ¡Ejem! (Colombina empieza a bailar al compás del vals Dios nunca muere.) Scaramouche: ¡Ejem!, ¡ejem! Comenzaré por decirles cómo nos fue: ayer en la tarde, doscientas cincuenta mil personas, ¡sí, así como lo oyen!, trescientas cincuenta mil personas… Colombina (continúa bailando): Estaba yo, disfrazada de Estefanía, y el primo Walter, disfrazado de Pierrot… ¡y cómo bailamos, bailamos toda la noche! Había estudiantes disfrazados de Agentes de la Secreta… Scaramouche: ¡Sí, señores, una gigantesca manifestación contra La Miseria, La Ignorancia y El Hambre: ésos son los verdaderos agitadores, señores, y no los estudiantes!
(Aplausos y rechiflas.) Colombina: … Y Agentes de la Secreta disfrazados de estudiantes. ¡Cómo bailamos, bailamos toda la noche! Scaramouche: ¡Imagínense! Hagan un esfuerzo y traten de imaginarse a quinientas cincuenta mil personas en una manifestación en la que hubo de todo: y no sólo estudiantes y maestros… Colombina: Maestros disfrazados de Agentes de la cia… Scaramouche: Sino también canciones y bailes… y obreros, ¡y padres de familia! Colombina: ¡Y Agentes de la cia disfrazados de obreros, disfrazados de vecinos y vecinas, de bomberos, de curas y maestros! (Scaramouche, agotado por el esfuerzo, se sienta en la caja, pero la caja se rompe con gran estruendo y Scaramouche se da un sentón en el suelo. Colombina saca del pecho un pañuelo de muselina y le enjuga el sudor de la frente.) Colombina: ¿Y te acuerdas, te acuerdas, Scaramouche, quién se llevó el premio? (Scaramouche se levanta y toma del brazo a Colombina. Salen juntos.) Scaramouche: Y así, juntas y cantando, juntas y tomadas del brazo, seiscientas cincuenta mil personas marchamos hacia la Plaza Mayor: el Zócalo… (Se asoma el Dottore, con su birrete y su máscara de diablo amarillo y su larga capa de brocado color violeta de cuello alechugado.) El Dottore: ¿El Zócalo? ¿El Zócalo? Ubi Gentium est quadra Zocallina? O sea: ¿dónde diablos está el Zócalo? (La escena se oscurece. Por unos segundos continúa escuchándose Dios nunca muere.) (Volvemos a la realidad. Palinuro en la escalera. Con él, Estefanía y yo.) Yo: Y después nos vinimos para acá directamente. Nunca nos hubiéramos imaginado encontrarte aquí. Pensábamos que a estas horas estabas en la Plaza, celebrando nuestro triunfo: porque vamos a triunfar, Palinuro, ¡estamos triunfando! Nunca hubo en México una manifestación tan gigantesca. ¡Lo vas a ver, Palinuro, vamos a lograr que el Gobierno haga reformas radicales! Y ahora, por favor, déjame ayudarte: apenas puedes con tu alma. Palinuro (todavía en el escalón número doce): ¿Cómo te atreves a decirme eso? Yo siempre he podido con mi alma. A veces me pesa mucho porque se parece demasiado a sí misma. Pero otras veces, como ahora, reconquista otras edades y se vuelve a reír de mí… casi no la siento, es como un cabello de ángel… •
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Autopista Sanguijuela juan villoro, ilustrado por rafael barajas, el fisgón
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El azar obliga a los Martínez Delgadillo a emigrar lejos de la ciudad. los padres se adelantan, y los niños deben alcanzarlos viajando en camión por una autopista donde ocurren cosas muy extrañas. Fragmento de un nuevo relato de Juan Villoro, ilustrado por El Fisgón. Una delicia para niños y adultos.
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Terribles ronchas Los hermanos Tere y Pepe Martínez Delgadillo vivían en una hermosa casa color limón. Dormían en una litera con colchones de la más alta tecnología, tenían un cuarto lleno de juguetes y en la cocina los esperaba un refrigerador con delicias, como las paletas de mantequilla de cacahuate y el sorbete de mandarina. Todo parecía perfecto en casa de la familia Martínez Delgadillo. Sin embargo, había un pequeño problema: cada nueve minutos el metro pasaba por debajo de la sala. Las ventanas crujían, las lámparas temblaban, la televisión parecía a punto de estallar. El efecto era terrible, como si la casa estuviera en el lomo de una ballena acatarrada. La sopa se salía del plato y los cuadros se ladeaban. —No se preocupen: a todo se acostumbra uno—decía el señor Martínez. La verdad sea dicha, Pepe y Tere vivían contentos en la casa. Su papá tampoco estaba muy molesto, entre otras cosas porque llegaba muy tarde de la oficina, cuando el metro ya había dejado de circular. ¿Y la mamá? Encarnita Delgadillo de Martínez era una mujer nerviosa, pero muy nerviosa. Le tenía miedo a las hormigas rojas y a los ratones chicos, medianos y grandes. Cuando encontraba una telaraña había dos posibilidades: si estaba vacía, pegaba un grito; si estaba ocupada por una araña, se desmayaba hasta el día siguiente. —¡Soy tan sensible!—suspiraba Encarnita Delgadillo de Martínez. Su nariz respingada parecía hecha para descubrir olores apestosos. Dos veces al día, trapeaba el piso con alcohol y rociaba desodorante de eucalipto en los rincones de difícil acceso. No podía ver la tele sin sollozar por emoción, por tristeza o tan sólo por costumbre. —Todo me afecta. ¡Soy tan sensible!—y hundía su pequeña nariz en el pañuelo, húmedo de tanto llanto. Aunque tomaba un té para relajarse, en las noches soñaba que la empanizaban como si fuera una milanesa. —¡Siento cada migajita en mi piel! —gritaba a medianoche, y sus hijos bajaban de la litera a decirle que no, que todo estaba bien, que ella era su mamá y no una milanesa. —¿Por qué no ves a un doctor especializado, Encarnita linda?—le preguntaba su esposo. —¿Dónde voy a encontrar un especialista en mujeres empanizadas? La verdad, parecía difícil encontrar un doctor de ese tipo. Así, la familia Martínez Delgadillo se acostumbró a vivir con las sacudidas del metro cada nueve minutos y con los nervios de punta de la mamá. Lo malo era cuando las dos catástrofes se juntaban. Imaginemos a Encarnita en la sala, bebiendo su té antinervios o fumándose un cigarrito. De repente, oye el rumor del metro, cierra los ojos, infla las mejillas y se tapa los oídos, como un astronauta rumbo a la Luna. Es difícil pensar en un astronauta con escoba, pantuflas y tubos en el pelo, pero el rostro de Encarnita era, inconfundiblemente, el de un astronauta en apuros. Tarde o temprano, tanto nerviosismo iba a ocasionar consecuencias. Una mañana la casa color limón se estremeció con un alarido: —¡Dios mío! ¿Qué le ha pasado a mi piel sensible?
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¿Encarnita había vuelto a soñar que la empanizaban como una milanesa? Algo mucho más grave. La familia fue al baño y encontró a la mamá frente al espejo. Lo que vieron fue horrendo: —¡Mi piel, mi piel sensible! Encarnita tenía la cara llena de ronchas. De ronchas francamente rojas. —¡No puede ser! ¡Si siempre he tenido cutis de porcelana, terso, suave, bastante mullido!—Encarnita empezó a llorar sobre su pañuelo—. ¡Mi cutis, mi fino cutis! El señor Martínez se asustó con el aspecto de su esposa, pero fingió calma: —Encarnita linda, te ves tan hermosa como siempre, yo te quiero aunque tengas la cara horriblemente picada de ronchas—se dio cuenta de que no iba por buen camino y agregó—: ¡Tenemos que ver a un médico especialista! —Todo lo quieres solucionar con especialistas. ¿Quién puede devolverme mi rostro de princesa?—protestó Encarnita, y puso su cara de astronauta. El señor Martínez buscó en internet y aunque no encontró a expertos en princesas, dio con un anuncio que le pareció conveniente: Dr. Jerónimo Williams Ronchas de toda clase. El señor Martínez fue al piso de arriba para que nadie lo escuchara, marcó el número del médico y le comentó: —¿Doctor Williams? Mi esposa parece un perro dálmata, sólo que sus manchas son color rojo. —Debe ser un caso de alergia. Tráigala de inmediato—ordenó el doctor con voz fuerte y confiable. Encarnita no creía tener curación; para ella, sus sufrimientos eran los peores en la historia de la humanidad. —No puedo ir con un médico. —¿Por qué?—preguntó su esposo. —¿Y si me pide que le enseñe la panza? —¿Qué tiene de malo? —Es que… estoy un poco gordita —dijo ella con coquetería—, no soportaría que pensara que soy una de esas señoras que se la pasan tragando. No, de mi panza ni hablar. —Basta con que te revise la cara, mi amor. Te lo prometo. Así fue como Encarnita Delgadillo de Martínez aceptó ver al especialista en ronchas de toda clase. Sin embargo, al llegar al consultorio se puso nerviosa y le preguntó al doctor: —Con todo respeto, ¿usted es médico de panza o médico de cara? —Soy médico de la piel, señora, y como usted sabe, la piel abarca el cuerpo entero. —¡¿El cuerpo entero?! ¡Jesús bendito! ¿Quiere decir que tiene que verme todo el cuerpo? ¿Todito? —Bueno, en este caso no creo que sea necesario. —Si desea puedo enseñarle mis pies. ¡Son tan hermosos! Tengo un cuello sutil, como habrá apreciado, y nariz pequeña. Pero a últimas fechas he engordado un poco, lo admito. Tal vez por soñar que soy una milanesa se me abre el apetito. —¿Sueña que es una milanesa? —preguntó el doctor, muy asombrado. —Sólo a veces, no se preocupe. —¿Y qué otras molestias tiene? —Para decirlo en pocas palabras: la casa, las travesuras de mis hijos, el metro que pasa por debajo de la
sala, los olores de la calle, la vecina que me ve feo y la vecina que nunca me mira, los días de lluvia, las telarañas (incluso las deshabitadas), el ladrido de los perros, el carácter de mi marido… —Creo que es suficiente—dijo el doctor. —¡Soy tan sensible!—suspiró Encarnita. El doctor acercó una lupa a las ronchas y sacó unas pinzas. —¿Me va a pellizcar?—preguntó la paciente. —Necesito tomar una muestra para verla en el microscopio. —Está bien, maltráteme. Todo sea por la ciencia. —No le va a doler. El doctor desprendió un pellejito con las pinzas, lo estudió en su microscopio y después de reflexionar un rato se acercó a Encarnita. —¿Sobreviviré?—preguntó ella, muy afligida. —No se preocupe. Su problema es nervioso. La curación resulta fácil pero no sé si puedan llevarla a cabo. —Si el problema es de dinero, no se preocupe—dijo el señor Martínez con tanta generosidad que su esposa sollozó de la emoción. —Bueno, hay que hacer algunos gastos, pero no los que usted se imagina. Le resumiré la situación. La señora tiene una alergia muy profunda. —¿Una alergia qué? —preguntaron al unísono los esposos Martínez. —Eso es lo curioso. Su esposa tiene alergia a la ciudad. —¿A la ciudad? —En efecto. El aire contaminado, los ruidos del metro y las tensiones de la vida urbana le han producido esta neurodermatitis—la última palabra era tan complicada que el diagnóstico pareció indiscutible. —¿Y cuál es la solución? —Salir de la ciudad, naturalmente. Aire fresco, vida tranquila y natación, de ser posible. —¿Una casa en el mar? —preguntó entusiasmada Encarnita. —Veo que comprende mi diagnóstico, señora —dijo el especialista. —¿Y mi trabajo? —preguntó el señor Martínez. —Usted debe escoger entre cambiar de trabajo o tener una esposa con ronchas —la voz del doctor era muy firme. —¡Siempre ha sido tan egoísta! —sollozó Encarnita. —Está bien, buscaré otro trabajo. —¡Siempre ha sido tan generoso! —festejó Encarnita. —Eso sí, deben salir cuanto antes. Estas ronchas progresan muy rápido. Le voy a recetar una pomada para el camino. El doctor Jerónimo Williams les dio la receta y cobró una cantidad exagerada por la consulta. Encarnita Delgadillo de Martínez estaba tan feliz que cantó una extraña canción: Mis hijos nadarán como delfines Tendremos hortalizas con jazmines Tomaremos el sol como las focas Nunca más soñaremos cosas locas.
Así llegó a su casa. Y los niños se alegraron de verla tan animada. —¡A empacar se ha dicho! —gritó el señor Martínez. Sólo entonces se dio cuenta de que no era fácil
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mudarse a otra ciudad. Primero que nada, tenía que saber adónde iban a ir, luego debía vender la casa, cambiar de trabajo, buscar otra escuela para los niños, en fin, un montón de cosas. El señor Martínez pasó la noche despierto, pensando en cómo solucionar tantos problemas. Lo más sencillo era enviar a su esposa a la playa y arreglar los asuntos poco a poco. Al día siguiente supo que esto era imposible: —¿Me vas a mandar sola, como si fuera un paquete de correo? Hace tanto que no viajamos y quieres que me vaya con gente desconocida. —Iré contigo, Encarnita linda. —Al fin vuelves a ser el mismo. ¿Qué significaba que el señor Martínez volviera a “ser el mismo”? Que se comportara como en los tiempos en que era novio de Encarnita y le daba flores y bombones a cada rato. El problema es que entonces no tenían hijos. ¿Qué iba a pasar con Tere y Pepe? —No te preocupes, ellos son muy maduros. Ya tienen doce y diez años —dijo Encarnita. —Yo tengo trece años—corrigió Tere. —Y yo once—agregó Pepe. —¡Los que sean! Ya están grandecitos para ayudarnos un poco, ¿no es así, Chuponcito? Tere y Pepe supieron que estaban perdidos. Cada vez que su mamá le decía a su papá Chuponcito, él la obedecía ciegamente. —Creo que ya me salió otra roncha—dijo Encarnita. El señor Martínez habló a su oficina para renunciar y a la agencia de viajes para reservar boletos de avión. Empacaron todo de prisa, le dejaron dinero a Pepe para los gastos más urgentes y pusieron un letrero en la casa color limón: “SE VENDE”. A los pocos días, Pepe hizo el primer negocio de su vida. Vendió la casa a un señor de grandes bigotes, en la cantidad que su papá dejó escrita en una servilleta de papel. Luego guardó el dinero en una alcancía con forma de vaca loca. Los niños Martínez Delgadillo ya no tenían dónde vivir; por suerte recibieron el siguiente mensaje: Estamos en Puerto Sirena. Casa con alberca. Mamá sin ronchas. Vengan de inmediato. Seremos felices. Dirección: Avenida Calamar 501. Firma: Papá Martínez.
Tere y Pepe se despidieron de sus amigos en la escuela, compraron ropa de playa, empacaron sus juguetes favoritos, guardaron muy bien su alcancía y entonces se hicieron la siguiente pregunta: ¿cómo se llega a Puerto Sirena? El encuentro con sus queridos padres iba a ser más difícil de lo que pensaban. •
Autopista Sanguijuela juan villoro, ilustrado por rafael barajas, el fisgón a la orilla del viento 1ª ed. 2018 fce, méxico
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La guerrilla literaria y otras escaramuzas faride zerĂĄn
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Presentamos un extracto de la edición revisada y aumentada de este libro sobre las querellas políticas, estéticas y personales de tres grandes poetas chilenos. En este fragmento suben al ring Nicanor Parra y Roberto Bolaño.
E
n mayo de 1991, vino a Chile el poeta español, y fiel exponente de la famosa generación del 27, Rafael Alberti. Pese a sus intensos 89 años, su memoria está fresca. Visita las casas de su amigo Pablo Neruda. Va a Isla Negra. Recita “el mar, la mar…”, y las campanas de la isla tocan por él. Pero fiel también a su época acude a la Fundación Huidobro e improvisa unas breves palabras que dan cuenta de que la guerrilla entre poetas trascendió las fronteras y se mantiene en el recuerdo: Quiero darle las gracias más conmovidas de verdad, que yo esté aquí en la Fundación Huidobro, sin tenerle que ocultar a Neruda que haya venido a la Fundación Huidobro, cosa que hoy no sucedería. Pero en aquella época en que yo era amigo de Huidobro, desde antes de Neruda —porque lo conocí en España en la época del ultraísmo—, yo no podía decirle a Pablo que había estado viendo a Huidobro hace un minuto, porque en ese momento la enemistad era muy grande. Hoy me parece maravillosa la idea de esta fundación, y creo que Pablo Neruda no se enfadaría absolutamente nada por escuchar estas palabras, ya que a Huidobro le tenía una gran admiración. En España le tenían una admiración muy grande, porque él llegó en la época del ultraísmo y dejó una gran huella. Conocíamos a Huidobro mucho antes que a Pablo Neruda y le estimábamos, a pesar de la presencia de Pablo Neruda. La gente que procedía de la vanguardia primera española conocía perfectamente la obra de Huidobro, y era un poeta profundamente admirado. Así que era una cosa puramente personal y ocasional que hoy no existiría, con toda seguridad, esa enemistad entre Pablo Neruda y Huidobro. Estoy completamente de acuerdo con esta fundación, encantado de estar aquí, y creo que está sentado en una silla Pablo Neruda.1
No hay constancia del momento exacto en que Huidobro y Neruda se conocen. Pero en 1924, Pablo Neruda publica un artículo, “Defensa de Vicente Huidobro”. Sin embargo,
refiriéndose a esos años, Neruda cuenta en una conferencia dictada en la Biblioteca Nacional en la década del cincuenta: Admiraba profundamente a Vicente Huidobro, y decir profundamente es decir poco… Pero el Huidobro que yo conocía y tanto admiraba era con el que menos contacto podía tener. Basta leer mi poema Tentativa del hombre infinito, o los anteriores, para establecer que, a pesar de la infinita destreza, del divino arte de juglar de la inteligencia y de la luz y del juego intelectual que yo admiraba en Vicente Huidobro, me era totalmente imposible seguirlo en ese terreno, debido a que toda mi condición, todo mi ser más profundo, mi tendencia y mi propia expresión, eran la antípoda de esa destreza intelectual de Vicente Huidobro.2
Años después en Confieso que he vivido, el poeta profundiza: Me es difícil hablar mal de Huidobro, que me honró durante toda su vida con una espectacular guerra de tinta. Él se confirió a sí mismo el título de “Dios de la Poesía”, y no encontraba justo que yo, mucho más joven que él, formara parte de su Olimpo. Nunca supe bien de qué se trataba en ese Olimpo. La gente de Huidobro creacionaba, surrealizaba, devoraba el último papel de París. Yo era infinitamente inferior, irreductiblemente provinciano, territorial, semisilvestre.3
Las diferencias personales y las estéticas ya están planteadas en la década del veinte. Las primeras no son tan profundas, pero se adivinan tiempos de guerra. Tres personalidades fuertes inundan el ambiente literario y tras ellos se van alineando sus seguidores. Por amistad, empatía o afinidad literaria, se configuran tres ejércitos que en su momento serán irreconciliables. Algunas figuras del ambiente podrán permanecer neutrales. Son las menos. Otras se cambiarán de bando por unos instantes. La infidelidad quedará registrada en los anales de esta historia. Pero al huaso de Licantén [Pablo de Rokha], al hijo La guerrilla del ferroviario de Temuco literaria y otras y al señorito educado en escaramuzas Pablo de Rokha, París también los separan
Vicente Huidobro y Pablo Neruda faride zerán
1 Palabras de Alberti pronunciadas el 5 de mayo de 1991 en la Fundación Huidobro. Grabación facilitada por dicha fundación.
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tierra firme fce, chile, 2018
2 Margarita Aguirre, Las vidas de Pablo Neruda. México, Grijalbo, 1973. 3 Pablo Neruda, Confieso que he vivido. Santiago, Planeta, 1988.
concepciones estéticas, pese a que los tres se plantean como ateos — Huidobro y De Rokha, de formación jesuita, rompen con la religión desde el origen de sus obras—, y a que tienen un desarrollo político similar. De las ideas del anarquismo, en boga a inicios del siglo pasado, llegan a la esfera del Partido Comunista: escriben para su prensa clandestina, hablan y actúan en nombre de él, y más tarde pelearán por mantener sus favores. Detrás de todo esto subsistirán visiones diferentes del quehacer literario, de la escritura, de la poesía. A las figuras colosales de personalidades que opacan a su entorno, se une la clara percepción de cada uno de ellos de ser únicos en su género. Los tres se sienten maestros de escuelas literarias. Se saben grandes. Luego, excluyentes. Pablo Neruda expresa en sus memorias que él usó del idioma como vestido o como la piel en el cuerpo, con sus parches, y sus manchas de sangre y sudor revelan al escritor y marcan su estilo. Y agrega: Yo encontré mi época trastornada por las revoluciones de la cultura francesa. Siempre me atrajeron, pero de alguna manera no le iban a mi cuerpo como traje. Huidobro, poeta chileno, se hizo cargo de las modas francesas que él adaptó a su manera de existir y expresarse, en forma admirable. A veces me pareció que superaba a sus modelos. Algo así pasó, en escala mayor, con la irrupción de Rubén Darío en la poesía hispánica. Pero Rubén Darío fue un gran elefante sonoro que rompió todos los cristales de una época del idioma español para que entrara en su ámbito el aire del mundo. Y entró.4
en la Clínica Santa María. Su lucha contra el cáncer está llegando al final. Al día siguiente, le dice a su esposa que vaya a Isla Negra por unos libros. El teléfono suena mientras ella recoge algunos encargos. Es Neruda; le pide que regrese urgente. —Están matando gente —me dice—, entregan cadáveres despedazados. La morgue está llena de muertos, la gente está afuera por cientos, reclamando cadáveres. ¿Usted no sabía lo que le pasó a Víctor Jara? Es uno de los despedazados. Le destrozaron sus manos. Horas más tarde el poeta entra en estado febril. Tiene los ojos espantados, y de tanto en tanto dice que él no se irá del país, que debe estar con los que sufren. Poco antes de entrar en un estado de sopor total, se despierta sobresaltado y se desgarra el pijama gritando: — ¡Los están fusilando! ¡Los están fusilando!5
Fueron sus últimas palabras. El 23 de septiembre de 1973 muere Pablo Neruda. Hay sólo tres personas al lado de su cama: Matilde, su mujer; Laura Reyes, hermana del poeta, y Teresa Hamel, amiga de ambos. Tenía 69 años. •
5 Matilde Urrutia, Mi vida junto a Pablo Neruda. Barcelona, Seix Barral, 1987.
Panda, la perra chow chow mascota cota de Pablo Neruda y Matilde, está hecha un ovillo. Se niega a moversee de la cama donde descansa el poeta. En la mañana del 19 de septiembre de ada 1973, fue la primera en oír la llegada ntrade la ambulancia, que hacía su entrasla da a la casa de Pablo Neruda en Isla tes Negra. Sus gemidos eran diferentes tía en esa ocasión. El animal presentía que era la última vez que vería a su gra amo. En el trayecto entre Isla Negra y Santiago, una patrulla militar dende tiene el vehículo de la clínica donde u van el chofer, el premio Nobel y su n baesposa. Piden documentos, hacen ncia jar a Matilde, revisan la ambulancia y luego se marchan. ente Cuando Matilde sube nuevamente uda, para acomodarse al lado de Neruda, leéste tiene lágrimas en los ojos. Llenado gan a Santiago, el poeta es internado
4 Ibíd.
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N OVEDADES
movimientos sociales: a 50 años del 68
FOND O DE CULT UR A ECO NÓ M ICA O CT UB R E D E 2 018
Manual de derecho económico
Breve historia de la computación
ricardo ramírez hernández
paul e. ceruzzi
El actual sistema económico, dentro y fuera de México, es sumamente dinámico, por lo que parece imposible tener un solo cuerpo de normas fijo que lo regule. Ricardo Ramírez, uno de los abogados más destacados en materia económica, presenta en esta obra los fundamentos del derecho económico, analiza las dinámicas en su regulación y explica su intervención en cada uno de los sectores que cubre, tal como la competencia económica, la contratación pública, la inversión extranjera, la propiedad intelectual, el derecho energético, entre otros. Demuestra la necesidad de la normatividad para garantizar la equidad y el eficiente aprovechamiento de recursos públicos.
¿Qué sería de la vida en el siglo xxi sin computadoras? Es difícil imaginarlo, ya que una parte considerable de las actividades humanas hoy en día se realizan con ayuda de estas máquinas multifuncionales y las herramientas a las que accedemos a través de éstas como internet. Paul E. Ceruzzi muestra en esta obra los momentos fundamentales que han configurado el campo de la computación y por lo tanto una parte importante de la historia de la tecnología y de la humanidad. Gracias a estos hechos el mundo funciona como lo hace actualmente y el texto relata el origen de algunos de los fenómenos que están transformando a la sociedad día con día como es internet y los teléfonos inteligentes.
política y derecho, serie textos para el derecho 1ª ed., 2018
breviarios 1ª ed., 2018
Zooética Una mirada filosófica a los animales
La Comunicación de la Administración Pública Para gobernar con la sociedad
paulina rivero weber (coord.)
maría josé canel crespo
A partir del hecho de que los seres humanos somos capaces de generar empatía con los demás seres vivos y de entender que éstos poseen, en mayor o menor medida, un lenguaje y la capacidad para sentir dolor y placer, la lucha animalista busca replantear la convivencia entre la humanidad y los animales, y propone maneras de relacionarnos con ellos con un sentido ético. Este libro pone sobre la mesa temas insertos en un fuerte debate contemporáneo, tanto en la filosofía como en la creación de políticas públicas. Algunos de éstos son el problema del antropocentrismo, los derechos de los animales, su definición ontológica y la propuesta para tratarlos como fines en sí mismos. Zooética. Una mirada filosófica a los animales es un compendio de propuestas éticas conformado por 11 ensayos que imprimen, desde diferentes estilos y puntos de vista —el ecofeminismo, la biopolítica, las propuestas de Derrida y Kant—, una reflexión cuya finalidad compartida es lograr una relación equilibrada con todas las otras especies que habitan el planeta.
El estudio de la comunicación de la administración pública ha cobrado vital importancia en la actualidad. Los constantes cambios en las políticas de administración pública, acompañados de un contexto de crisis global económica y financiera, de desconfianza y de falta de legitimidad dentro de los gobiernos, han traído consigo importantes retos a la disciplina. Ante este escenario, María José Canel, una destacada académica, quien además posee una amplia trayectoria en el ámbito administrativo, nos presenta una obra encaminada a hacerle frente a este contexto. A la pregunta de “¿cómo hay que comunicar para gobernar la sociedad?”, la autora busca dar una respuesta abordando la dimensión teórica y práctica de la Comunicación de la Administración Pública. Comenzando por un pormenorizado análisis del ámbito conceptual, la autora va adentrándose en problemas específicos que enfrenta la disciplina, presentando casos en concreto que sirvan como puntos de análisis para proponer problemas y respuestas concretas a los mismos.
filosofía 1ª ed., 2018
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comunicación 1ª ed., 2018
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Autopista Sanguijuela
Una canción que no conozco
¡Ya no hay lugar!
juan villoro, ilustrado por rafael barajas, el fisgón
micaela chirif, ilustrado por juan palomino
malika doray
Una terrible alergia obliga a los padres de Tere y Pepe a salir con urgencia de la ciudad. Ahora los hermanos deben viajar solos en el autobús Estrellita Marinera para reunirse con ellos hasta el otro extremo del país, en Puerto Sirena. Pese a los diez días que durará el trayecto, Tere y Pepe están emocionados con las aventuras del viaje, hasta que llegan a la Autopista Sanguijuela, la cual está controlada por un grupo de hombres vestidos de blanco que han inventado un sistema de cobro en el que todos los que atraviesan la autopista deben dar un poco de su sangre, la cual, aparentemente, es usada para ayudar a enfermos. Aunque no todos están dispuestos a soportar los piquetes, al final aceptan; pero luego de que el conductor y el maestro de ceremonias desaparecen una noche, se dan cuenta de que esa autopista no es lo que parece. Ahora, Tere y Pepe, junto con los pintorescos pasajeros que viajan con ellos, entre los que se encuentran una famosa cantante romántica que rompe con su voz cualquier cristal, un ex campeón de boxeo que levanta el peso de un camión como si fuera un juguete, un valiente torero que se ha enfrentado a 5 479 toros bravos, una condesa y su ama de llaves que hablan un idioma muy extraño, tendrán que idear un plan para rescatarlos. Sin embargo, entre los viajeros se encuentra también el más ambicioso y villano de todos. ¿Resistirán el resto del viaje? ¿Podrán llegar a su destino?
Hay llamadas que nos hacen reír e incluso llorar; llamadas que nos llevan a recordar algunas cosas o a soñar con otras; llamadas que nos hacen cosquillas o que nos llenan de nervios. Pero también, cualquier tarde, recibimos la llamada de alguien que se ha ido hace tiempo, y la conversación, a pesar de lo que podría pensarse, es bastante normal: nos decimos todo, incluso cuando no decimos nada. Hasta que llega el momento de cortar… Y, sí, siempre llega. Un álbum lleno de emociones que giran alrededor de la pérdida, como una experiencia nueva, una melodía desconocida. Con breves textos llenos de poesía, Micaela Chirif explora la relación que se entabla con esa persona que ya no está, después de que se ha superado el duelo, como una visita que irrumpe de pronto y con quien seguimos conversando de un modo distinto. La narración gráfica que propone Juan Palomino está llena de simbolismos y juega con dos paletas de color que representan esos dos mundos por los que los personajes se mueven; así consigue imágenes poderosamente emotivas, muy en el tono melancólico del texto. Esta obra, coeditada con la Secretaría de Cultura, se integra a la nueva colección Resonancias.
La aventura empieza con dos amigos que van de paseo en un pequeño bote; entonces llega Conejo y deben hacer espacio para que suba. Luego viene Gato, Rana… Todos van haciendo un poco de espacio para caber, aunque vayan muy apretados. Luego aparece Dinosaurio, quien, en su intento por subir, rompe el barco; pero no por esto se acaba la diversión; los pequeños amigos encuentran la forma de hacer un lugar para todos. Este título forma parte de la oferta de libros para bebés del fce; con él, los padres podrán explorar las formas, los colores y la historia, todo ideal para los primeros lectores. A través de los trazos sencillos y las peculiares expresiones de los personajes que Malika Doray plasma en el libro,, los bebés arán de un primer gozarán rcamiento a la lectura. acercamiento los especiales peciales de a la orilla del viento 1ª ed., 2018
resonancias 1ª ed., 2018
a la orilla del viento 1ª ed., 2018
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mali ka dor ay
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t ras f o n d o
t ras f on ondo
50/68 Jo Jorge Volpi Estudioso del 68 mexicano, E an nalista del acontecer nacional analista y escritor, el autor encuentra similitudes entre el estado de excepción del gobierno de Díaz Ordaz y la deriva hacia la militarización de los últimos diez años.
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jonathá jonathán n movimientos sociales: a 50 años del 68
ste año se s cumplirán 50 años del d movimiento estudian estudiantil de 1968 y México se s desangra. Más de cien mil homicidios homicid y un número incalculable de d desaparecidos y desplazados des desde que se inició la gguerra contra el narco están ahí paraa recordárno recordárnoslo. Éste no es el país que imaginaron imagin —por el que se ba atieron y por po el que algunos batieron mur ieron— los jjóvenes que cinco murieron— déca adas atrás se alzaron contra la décadas repr resión. Tampoco Tamp represión. el que ansiaron cons struir al lado de maestros, construir artis stas, intelec artistas, intelectuales y ciudadanos que los l acompañ acompañaron en su aventura dem ocratizador y crítica. democratizadora Lu uce, más bien, bie como su Luce, reve erso: si algunas algun de las escenas reverso: más dramáticas de entonces corr responden a las semanas en corresponden que los l tanques ocuparon Ciudad Univ versitaria o el ipn, hoy los Universitaria vehí ículos milita vehículos militares, con sus sofis sticados arm sofisticados armamentos y sus tripu ulantes asid tripulantes asidos a sus rifles de asalt to, se han convertido co asalto, en el pais aje habitual en un sinfín de paisaje com arcas en la República. R comarcas Y, si reme emoramos eel 2 de octubre como rememoramos uno de los episo episodios infamantes de nues stra historia, historia apenas en 2014, en nuestra Igua ala, otros est Iguala, estudiantes volvieron a serr asesinados o desaparecidos por una u alianza entre criminales y nues stras fuerzas fuerza de seguridad. nuestras Naadie, en 196 Nadie, 1968, hubiera podido prev ver esta deriva. deri El relato que nos prever emp eñamos en eescribir era otro: el empeñamos de u n paréntesis en nuestra historia un recie ente, en la que q la ceguera de reciente, unoss siniestros políticos —Díaz Orda az, Echeverría— Echeverr Ordaz, provocó que nuestro n extr extravagante modelo polít tico oscilase durante unos meses político haci ia la dictadu hacia dictadura. Conjurado el pelig gro, poco a poco p peligro, —muy poco a poco o— los ciuda poco— ciudadanos conquistaron nuev vos derechos nuevos derechos, así como una suce esión de reformas refo sucesión políticas nos llevó ó primero a la alternancia y luego o a la democracia democ en pleno. Tllatelolco com Tlatelolco como mito fundador y lue ego un ascen luego ascenso pausado pero sost enido hacia un mejor futuro. sostenido Sólo o que ese futuro futu terminó por ser el M México de 2018, 201 con sus saldos prop pios de una guerra g propios civil. Nunca, desd de 1968 —co desde —con sus secuelas en la gu uerra sucia d guerra de los setenta—, se habí ían producid habían producido tantas violaciones a loss derechos h humanos; tantos abus sos por part abusos parte de las fuerzas de se eguridad; ta seguridad; tantos asesinatos
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andrea and r e a garcía ga rcí a fflores lo or es
de periodistas; tanta colusión entre el crimen organizado y las autoridades. ¿Cómo pudo ocurrir esto? ¿No se suponía que la democracia y la defensa irrestricta de los derechos humanos, por los que luchamos desde el movimiento estudiantil, nos garantizarían un país próspero, equitativo, libre, seguro? Si resulta imposible entender el México de hoy sin Tlatelolco, se impone revisar el juicio para detectar en el autoritarismo de entonces un anticipo de nuestro actual desastre. Si por una parte no puede negarse que los derechos arduamente ganados en estas cinco décadas encuentran su origen en el 68, tal vez habría que detectar otros ecos del 68 en el militarismo, la corrupción y el desdén hacia los ciudadanos que dominan a los líderes de nuestra época. Tal vez la decisión de Díaz Ordaz de emplear al ejército para enfrentar la que a su juicio era la mayor amenaza para el régimen de la Revolución (los estudiantes) encuentre cierto paralelismo en la decisión de Calderón, continuada por Peña Nieto, de enfrentar la que a su juicio es la mayor amenaza para nuestra democracia (los narcos) valiéndose de los mismos instrumentos. No pretendo equiparar los dos casos —Díaz Ordaz reprimió a ciudadanos pacíficos, Calderón y Peña Nieto persiguen a criminales—, sino resaltar la coincidencia de sus estrategias: instaurar un estado de excepción —de unos cuantos meses, en el caso de Díaz Ordaz; de más de una década, en el de CalderónPeña Nieto— que concede un lugar preponderante en nuestra vida pública a las fuerzas armadas. Si queremos que en 2018, decisivo año electoral, el espíritu de 1968 renazca o resucite, se necesita que nuestros jóvenes volteen a mirar a sus predecesores de entonces y se contagien de un renovado espíritu revolucionario y crítico que los impulse a cambiar drásticamente el ineficaz sistema que hemos construido en estos 10 o 20 años con el anhelo de construir una democracia que se parezca más a la que empezamos a imaginar hace 50 años. • @jvolpi
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