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Gilberto Rendón Ortiz dibujos: Trino color: Martha Avilés
Tuíiiiii, el murciélago
Tuíiiiii, el murciélago Primera edición, C.E.L.T.A. Amaquemecan / Conaculta, 1990 Segunda edición, C.E.L.T.A. Amaquemecan / SEP, 2007 Tercera edición, Juan José Salazar Embarcadero (Amaquemecan) / Conaculta, 2014 Coedición: Juan José Salazar Embarcadero Consejo Nacional para la Cultura y las ArtesDirección General de Publicaciones © © © ©
Gilberto Rendón Ortiz, por el texto Trino Camacho, por los dibujos Martha Avilés, por el color Juan Carlos Cué, por la portada
D. R. © 2014, Juan José Salazar Embarcadero (Amaquemecan) Insurgentes Sur 4411, edif. 33, depto. 504, int. 1 Col. Tlalpan Centro, C. P. 14000 México, D. F. amaquemecan@telmexmail.com D. R. © 2014, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Dirección General de Publicaciones Av. Paseo de la Reforma 175 Col. Cuauhtémoc, C. P. 06500 México, D. F. www.conaculta.gob.mx ISBN: 978-607-95917-8-6, Juan José Salazar Embarcadero ISBN: 978-607-51689-4-4, Conaculta Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la autorización previa y por escrito de los coeditores. Impreso en México / Printed in Mexico
Tuíiiiii, el murciélago Cuento de Gilberto Rendón Ortiz Dibujos de Trino Color de Martha Avilés
Primero fue el aire frío que empezó a correr por todo el desierto; después, la luna, grande y amarillenta, f lotando en el espacio y, finalmente, la dorada claridad que es preludio del alba. El caso es que Coco Cabogh no lograba conciliar el sueño por un pretexto u otro. Pero lo que acabó por despertarlo completamente fue el violento vuelo de un enorme gavilán. Pasó muy bajo, casi rozando las ramas espinosas de los arbustos, graznando rabioso algunas majaderías en su idioma, porque adelante de él iba una sombra voladora en acrobático zig-zag-zug imposible de alcanzar. De un salto, Coco Cabogh se puso de pie y pudo contemplar la insólita persecución: un murciélago daba vueltas vertiginosas en un intento desesperado por escapar del ave de rapiña. ¡Oh, y había algo más! El murciélago llevaba una cría agarrada al pecho. De pronto, al evadir el murciélago el renovado ataque del gavilán, el cachorrito se desprendió del regazo materno y cayó sobre unas hierbas. —Ahora irá el gavilán sobre la cría —pensó Coco Cabogh. Pero la madre, f ingiéndose herida, atrajo al gavilán hasta alejarlo más allá del Cerro Jorobado que dominaba el paisaje.
El sol, en tanto, comenzaba a salir y Coco Cabogh comprendió que el murciélago hembra no podría regresar a buscar a su hijito. Pobre. Todavía se alimentaba de leche materna, por eso lo cargaba en su pecho. ¿Podría sobrevivir solo en un medio hostil? Coco Cabogh se compadeció de la cría y la fue a buscar. Por suerte, unos días antes el cachorrito había empezado a probar el perfumado jugo de los frutos maduros del desierto y a incursionar su lengüecilla en el corazón dorado de las f lores de las plantas espinosas. Así, pudo ser alimentado por Coco Cabogh con frutas que encontraba en el largo camino que tuvo que recorrer de regreso a casa: primero pitayas dulces y pitayas orejonas del dorado desierto; luego, conforme avanzaban al sur: higos, ciruelas, nanches, zapotes… Coco Cabogh había nacido en el territorio colindante con el Cerro Jorobado y las Siete Cuevas; pero, el mismo día de su nacimiento, la tribu se había puesto en marcha a la búsqueda de tierras mejores para fundar una gran ciudad. Después de vagar siete años, por distintos lugares, alcanzaron la selva, un hermoso territorio que lo mismo daba para la agricultura que para la caza, la pesca o la recolección.
Coco Cabogh vive en la aldea de los chanes. Una noche, se hace de un pequeño murciélago al que adopta como mascota y le pone el nombre de Tuíiiiii. En el centro de la aldea crece una ceiba a la que cada año, en primavera, le crece una flor. Sin embargo, nunca ha dado fruto, una señal de los dioses para establecerse en ese lugar. Un día, atraído por el dulce olor del néctar, Tuíiiiii se acerca a la flor… Y sucede algo inesperado.