cuen toce dario Ricardo ChĂĄvez CastaĂąeda Ilustraciones de Irma Bastida Herrera
Cuentocedario de bolsillo Primera edición en español: 2013 Coedición: C.E.L.T.A.Amaquemecan, A. C. Consejo Nacional para la Cultura y las ArtesDirección General de Publicaciones D. R. © Ricardo Chávez Castañeda D. R. © Irma Bastida Herrera, por el diseño y las ilustraciones D. R. © 2013, C.E.L.T.A. Amaquemecan, A. C. Bolívar Sierra 29 Fraccionamiento Las Delicias, Atlautla, Estado de México, C. P. 56982 D. R. © 2013, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Dirección General de Publicaciones Av. Paseo de la Reforma 175 Col. Cuauhtémoc, C. P. 06500 México, D. F. www.conaculta.gob.mx ISBN: 978-607-8196-08-1, CELTA Amaquemecan ISBN: 978-607-516-279-9, Conaculta Todos los Derechos Reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la autorización previa y por escrito de los coeditores. Impreso en México / Printed in Mexico
cuentocedario Ricardo ChĂĄvez CastaĂąeda Ilustraciones de Irma Bastida Herrera
Por Mor Cardori
Mor Cardori
Miembro de la Real Academia de Su Lengua Española, de la C. Academia Mexicana de Letras Mayúsculas, de la Academia de Nuestra Señora de Guadalupe de Ciencias y Bellas Artes, y del equipo de fútbol Inter Padilla.
Contiene: 29 cuentos Un compendio de gramática Algunos textos de reserva Ningún mapa La revelación del truco
Prรณlogo
La profusión actual de la narrativa breve ha incrementado tanto el caudal de cuentos en nuestra literatura, que nos hemos visto obligados a poner a disposición del hombre de nuestra época un útil que satisfaga el espíritu de síntesis vigente. Ediciones Tia Urka ofrece, en una obra de fácil manejo y consulta, un Cuentocedario donde el lector obtendrá el máximo glosario de cuentos realizado hasta la fecha. Por razones de respeto hemos eliminado de cada cuento las moralejas más usuales, así como los sentidos familiares, figurados o neológicos. Con frecuencia las interpretaciones de los lectores gozan de una lucidez que difícilmente podríamos aportar nosotros. Mezcladas alfabéticamente con el repertorio cuentístico teníamos previsto insertar reseñas de orden biográfico de connotados autores literarios. Por desgracia, a última hora, los connotados autores se aliaron con la competencia en proyectos que esperamos de todo corazón fragüen alguna vez. Nos referimos al Poetixicón y la Novelopedia. Lo que sí insertamos en las últimas páginas de nuestro Cuentocedario es un compendio de gramática que expone con cierto detalle las estructuras fundamentales y carnavalescas de nuestra lengua. Pecaríamos de ingratitud si al concluir estas líneas no citásemos la valiosa colaboración que nos han prestado. Sin ellos esta obra no sería lo que es. El autor
ÍNDICE
instrucciones para el uso del Cuentocedario
21
tabla de abreviaturas
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los cuentos del cuentocedario
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A destiempo
37
BANDERA BLANCA
38
CAPERUCITA TERCERMUNDISTA
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CHINGADA VíA DIRECTA
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DE A PRENDAS
42
ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
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FáBULA DEL LIBRO QUE SE SUICIDÓ
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GÉNESIS 48 HINCONCLUSO CON HACHE
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INCESTUM PECATORUM
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JUICIO FINAL
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KAMIKASE 57 LUGAR COMÚN
57
LLAMADA DE LARGA DIsTANCIA
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MASIOSARE 59 NO, HIJA MÍA
60
ÑACANINÁ 63 OBRAS KAFKIANAS
65
PSICOANÁLISIS CELESTIAL
66
¿QUIÉN SABE?
68
REBELIÓN DE LAS PALABRAS
69
SOLILOQUIO A TRES PIES DEL PISO
72
TERMINADOR 74 UN SAN LUCAS 18.25 POR…
76
VEREDICTO 76 WWW Y JJR
76
X: BIOGRAFÍA DE UN PERSONAJE CELEBÉRRIMO
79
Y 81 ZAPATA Y EL PLAN DE AYALA
83
compendio de gramática española
85
apÉndices 115
instrucciones para el uso del Cuentocedario
* Por lo general el libro se lee. Es respetable, sin embargo, cualquier otra decisión. * Los textos del Cuentocedario siguen un riguroso orden alfabético que de ninguna manera impone un riguroso orden de lectura. * Se pide a los creyentes que, por su bien, se abstengan de leer los cuentos de la G, la J, la LL, la P, la U, la V; que los Edipos, por su bien, se abstengan de leer los cuentos de la A y la I; los aprendices de escritores, los cuentos de la K, la L, la Y; los niños, los cuentos de la C y la CH; los agraristas, el cuento de la Z; los futuristas, el cuento de la Q; y mejor aquí le paramos, no vaya a ser que por el bien de todos se torne obligado desaparecer el libro. * La sección de cuentos de reserva –o comodines, técnicamente hablando– está pensada como una alternativa para aquellos remotos casos en que los textos titulares de cada vocablo desencanten al lector. Para comodidad del usuario los textos de reserva carecen de encabezamiento. Se elige el relato de su preferencia, se le inventa un título acorde con la letra repudiada y se le sustituye sin más. Siempre pendientes de cualquier posible percance se anexa al final de la sección una lista de títulos para los lectores poco agraciados en el arte de rotular un cuento.
advertencia Antes de pasar al apartado de revelación del truco, léase el Cuentocedario de cabo a rabo. No deseamos que los lectores sufran decepciones precipitadas que pudieran poner en riesgo su equilibrio mental, y nuestra economía con devoluciones puntuales (después de tres meses no se acepta la devolución del libro). El presente volumen corresponde a la última edición (revisada y corregida) de esta obra.
tabla de abreviaturas
A.d.J. Antes de Jesucristo Abul. Abulabá
Et. etimologías E.F. En fin
A.R.C. ah, Rey Cabrón
Fam. Familias
Ac. acechó
Fon. fonéticas
Adj. adjetivos
Fra. fraseologías
Adv. adverbios
Fro. frondosas
Alf. ALFABETOS Ban. ¡Bandido! Bar. Barbarizó
Fue. fueron Ful. fulminadas G.S.C. ¡Gacha su calaca!
Best. bestialmente
Gal. Galicismos
Conj. conjunciones
Ger. gerundios
Dañ. Dañó
Gen.Gent. genealogías gentilicias:
Dicc. diccionarios
Ger. germanos
Electr. Electrocutó
Gin. ginebrinos
Elip. elipsis Enm. Enmudeció
Gor. gorgoritearon Graf. grafías
En. enormes
Gram. gramáticamente
Esp. espacios
Grav. graves
Est. estilísticos Est. Esterilizó Est. estetas Est. estrofas
HF.C. ¡HISPANÓFOBO CABRÓN! HOP. ¡HIJOEPUTA! Hosp. Hospitalizó I.Q.D.G. ideografías que dio gusto
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(Int.Dol.) (Interjecciones de dolor: ¡Ay! ¡Uy! ¡Auch!) J.N.C.D. Jeringó, no cabe duda JE.JE. Je,je J.O.L. Junta de Ofensiva Lingüística L.Q.N.S.A. (Lo que no supo Abulabá)
Ñil. ñilbosa! (O.J.O.) (OJO) O.O. ¡Os orcaré! (O.O.) (Oh oh) O.D. ¡O, Diozes! O.P. ¡Ojaldras de pescado!
L. L (o sea la letra “ele”)
Op. Oposiciones
Lan. lanzó
Ort. ortográficas
Lem. lemas
Ort. ortológicas
Len. lenguaraces
P.T.L. por todos lados
Let . ¡Letra, letrero, letrilla
P.A.F. ¡Paf! ¡Paf! ¡Paf!
L . lidiemos con la ladilla!
P.S.M. ¡Pa’ su mecha!
Leñ . ¡Leña, leñazo, leñoso
Pab. Pabellones
L . librémonos del leproso!
Pad. padroteados
L.L.L.J. Literal la leyenda, lo juro
P.P. por palabritas
Mal. ¡Maldita
Pal. palabrotas
Man. manoletina
Pal. palabrejas
Mas. más Mat. matrera! Mug. Mugió M.A. Mustafá Abulabá Nov. ¡Novillera
Pat. ¡PATAPLUM! Pat. patentaron P.D.A. paronomásico-disléxico-agramático… Patr. patricidio P.P.A. ¡PERDIÓ LA PALABRA, ABULABA!
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Per. “Perdónenme P.F. por fabor”
Rui. ruido Rui. ruinoso:
Pid. pidió
Rum. ¡rumores!
P.M.A. Pío Mustafá Abulabá
Run. ¡runrunes!
Prof. profanando Prog.M. progresivamente más
S.P.E.I. SACA PA’ ESTAR IGUAL Sal. ¡Salbénme!
Prop. proposiciones
S.S. ¡Señorra Semantiká!
Q. ¡Qué
S.S. ¡Señorr Zignificado!
Queb. quebrantamiento Ret. retórico! Ret. ¡Retráctome Rev. reberendizimoz
S.S. ¡Zoy Sabulavá! Soc. ¡Zocorró! S.O.S. S.O.S. Ssssh. Sssssh
Rev. rebolucionarioz!
S.S. Su Señoría
Rev.Rev. Rev revorón
Sup. suplicamos
Rey. ¿Reyezuelo Rez.A. rezas acaso?
Susp. suspenda Tan. tanta
Rid. Ridículo.
Tar. tarabilla
Ris. Risotadas (JA, JI, JO)
Tar. Tarareé
Ro.Ro. Roíste el rollo Ron. Ronzaste Rot. rótulos Rub. Rubricas
T.TRRR.TT. ¡Tá tararará tatá! Tar. ¡Tarrugos! Tre. ¡Trepanadoz! Tot. ¡Totórkulos!
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U. ยกUbalabรก Vol. Volberรก! War. ยกWarto Xan.Xan. xanadre xanadre Xai. xaipeto Y.D.A. Yjos del alfaveto Z.T.Z.M. ZINGUEN TODOZ ZU MADRE! Zay. Zayonara
33
los cuentos del Cuentocedario
37
A
A destiempo
palabras vulgares ni se ganó un apodo nunca. Mamá era mamá y eso bastó para que el día del terremoto, por fin, nos
A mamá la mató el temblor, gracias
sintiéramos correspondidos. Tanta ora-
a Dios. La encontraron en la casa vie-
ción, tanto sacrificio, tanta ofrenda, y la
ja bajo fierros retorcidos y planchas de
Virgen mandó sacudir la tierra; y la sa-
cemento; una montaña de cascajo a mi-
cudió no una sino dos veces, quizás por
tad de la sala, las vidrieras rotas, toda su
el exceso de fervor que demostramos o
vajilla convertida en mil pedazos, y los
quizás para no errar, y media ciudad se
peritos se preguntaban cómo nadie más
vino abajo.
sintió los estremecimientos de la tie-
La Virgen quiso corresponder, sí,
rra. Porque mamá fue la única víctima
pero no conocía la morada de mamá.
del tercer temblor, el del veinticinco de
Tiró los edificios de los alrededores,
septiembre, el que sólo estragó la planta
mató montones de personas más buenas
baja, allí donde vivíamos ella y yo.
que mamá, y mamá volvió a la mecedo-
En el edificio no queríamos a mamá.
ra. Por eso prendimos una fogata en el
Es más, nos turnábamos para ir a la Basí-
techo del edificio, día y noche, para guiar
lica a rogar por un accidente pequeñito:
el nuevo intento de la Virgen. Pero a lo
un traspié en la escalera de caracol, un
mejor la Virgen estaba cansada o herida
automóvil sin frenos. La Virgen bien sabe
por la vergüenza de habernos fallado y
cuánto y cómo le pedimos. Y no, mamá
no mandó ni siquiera un zangoloteo chi-
seguía ocupando su odioso lugar en el
quito para remediar su falta.
espacio: la silla de ruedas, la ventana, el
Entonces el veinticinco de septiem-
primer sitio en la fila de las criaturas que
bre cogimos fuerzas… y carretadas de
no necesitan hacer nada para ser aborre-
piedras y fierros y lozas e hicimos tem-
cidas. A mamá no la adjetivábamos con
blar por tercera vez; y aunque después
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los peritos miraban el techo sin grietas, sin hendiduras ni agujeros, y luego veían con ojos entre sorprendidos y asustados las vidrieras rotas, los pedazos de vajilla, los zapatos azules de mamá debajo de la montaña de cascajo, pues mejor se callaron sus preguntas. Era una época de muchos muertos como para ponerse a jugar al detective.
B
BANDERA BLANCA
“Los tiempos cambian” –había reflexionado para atreverse a salir aquella noche con la bandera blanca– y ni las prostitutas ni los borrachos, ofreciéndo-
minente alborada no pudo reprimir un
le cada cual los elíxires del olvido y del
castañeteo inusual.
posible aplazamiento del encuentro, le enturbiaron el camino.
Al llegar al punto más alto del pueblo, del terror sacó la prestancia para
Callejuelas cuesta arriba fue anu-
mirar el horizonte. Supo que era tarde
dando el discurso con palabras como
para cualquier arrepentimiento. Ya cla-
libertad, respeto, justicia terrestre y ce-
reaba.
lestial, y, aunque iba ensimismado en
A un tris del síncope aspiró hondo
sus ideas, cuando el gallo anunció la in-
y, aunque su ateísmo rayaba en la blas-
39
C
CAPERUCITA TERCERMUNDISTA
(DISPERSIONES) * Con un sayal negro y la célebre caperuza roja, la niña se puso en huelga de hambre. No le habían pagado las últimas tres mil representaciones del cuento. * Apenas aparecía el lobo en el cuento, Caperucita y sus diez hermanos se lanzaban contra el animal al grito de ¡carne a la vista...! * Camino a casa de la abuela, el señor Lobo fue asaltado por la banda de femia, musitó un “me pongo en tus ma-
la “caperuza roja”. Se desconoce su
nos”, justo al levantar los brazos donde
paradero.
columpió el símbolo de la paz. Hoy, y en virtud de la ley de la trans-
* “Quizás comerte no sea lo mejor”
formación de la materia, es tan sólo un
–dijo el lobo en un lapsus y desde
número más en el cuadro de los vampi-
entonces el cuento es para adultos.
ros pacifistas que cada mañana mueren dejando como único rastro una bandera blanca sobre la tierra.
* “Caperucita, lleva estas galletas a la abuela”
40
CH
“¡Ni madres!” –contestó Caperucita. Y el lobo se quedó esperando. * —“¿Resultó?”
CHINGADA VíA DIRECTA
Como siempre, fue la obsesión por esca-
—“¡Auuuuuuuuu!”
par de la ley del menor esfuerzo (entonces
Y el lobo y la abuela vivieron felices.
ya había entablado juicio contra la compañía “No mueva un dedo” y su último
* —Porque el verdadero enemigo no
invento, el endiablado limpia-culos auto-
es el lobo sino el capitalismo –con-
mático) el motivo por el cual me propuse
cluyó la roja de Caperucita, y la des-
llegar a la Chingada sin ayuda y por mis
aparecieron del cuento.
propios méritos. La familia se escandalizó y a poco estuve de compartir la celda con mi suegro en el manicomio La Castañeda. “Nadie en sus cabales” –me repetían– “va a enfrentar peligros gratuitos (y a exponer la vida, agregaba tía Concha) en esa loca empresa, cuando en la actualidad (y gracias al progreso, intervenía tío Neto) se puede arribar a la Chingada por vía directa”. ¿Cómo hacerles comprender que exactamente ése era el problema? Ahora todo está resuelto de antemano. Hemos perdido el gusto por ganarnos el pan con el sudor de la frente. Y para
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qué hablar de la necesidad del riesgo
necesaria y empecé la búsqueda que me
y la aventura en el desarrollo humano.
deparó las muchas peripecias que aun
Vamos a terminar peor que brutos sin
cuando ahora quisiera relatarlas no po-
hacer nada más que apachurrar botones
seo ni la lengua ni la memoria suficiente. Baste con saber que hace muchos lle-
y jalar palancas. Por eso me escapé.
gué a la Chingada y aquí estoy desde hace
Atrás quedaron mi hermano To-
otros tantos.
bías, quien perjuraba que un simple
Perdonen la curiosidad y permítan-
“¡chinga tu madre!” (por supuesto, de
me preguntar antes de darles la bienveni-
la parte de mamá que me correspon-
da: ¿vinieron ustedes por vía directa?
día) bastaba para llevarme a aquel sitio. Papá Juan, que apenas me veía, lanzaba
D
el brazo sobre el hombro con todo su ca-
DE A PRENDAS
riño (siempre cerré los ojos antes de que terminara el medio giro), en la muestra más fehaciente del sacrificio paterno
Claro que me acuerdo, cómo no.
por sus vástagos –no exagero, cada vez
Con el full, la corrida y la tercia le saqué
que pá me la mentó tuvo fenomenales
sendos huaraches y el paliacate. Luego
broncas con má–, y la abuela, quien me
hasta se me escurrieron dos gotas de su-
bendecía con un “¡vete a la Chingada!”
dor desde la frente cuando descubrí que
que si no hubiera sido por los tapones de
no llevaba anillos ni pulseras ni nada de
algodón en mis oídos habría significado
eso.
el pasaporte instantáneo al reducto de los hombres despreciados.
—¡Pokar de ases! –grité‚ y ella sin inmutarse se quitó la blusa.
Atrás quedaron ellos con sus buenas
Dos senos pequeñitos quedaron a la
intenciones de evitarme una odisea in-
intemperie, y en la siguiente partida tres
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Esta vez sin tanta flema corre el cierre de la falda y aparecen la pantaleta rojo infierno que difícilmente puede contener el vello púbico, y el par de piernas largas y torneadas de estatua griega. De tal explosión de carne no volví sino en calzones. Eso significaba que estábamos igual y en la partida decisiva. Ella reparte. Vuelvo las cartas y –¡perra suerte!– ni siquiera un par. Mi turno. Cambio todo mi juego. Sin esperar a que yo mire lo que tenveces tiré el comodín de tan embobado
go, ella toca y planta su full de reyes en la
que estaba con las aureolas morenas.
mesa.
Fue después de dejar zapatos, calce-
“Estoy perdido” –pienso, mas no
tines, reloj y anillo que me zafé del he-
por eso me amilano, y en una escena pu-
chizo y volví a la carga.
ramente “pedroinfantiana” coloco cara
—¡Flor color! –dice ella entonces, y apenas comienza a dibujar la sonrisa con sus labios carnosos, cuando le planto las cartas en la nariz. —¡Flor imperial! –aúllo cual hombre lobo.
abajo las cinco cartas, a un costado de las suyas. Descubro la primera... dos de corazones. Yo hago un puchero y ella sonríe. La segunda... rey de tréboles.
44
E
Ahora ella hace el puchero y yo sonrío.
ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
La tercera... dos de diamantes. “Al menos un par” –murmuro mien-
Odiaba al gato pero más ver llorar a mi
tras ella recobra el buen humor.
madre, así que abrí la ventana y busqué al
La cuarta... dos de tréboles.
animal a lo largo de la cornisa. Allí esta-
—¡Viste! –le digo, ingenuo. Claro
ba, en el recodo, una estatua estúpida de
que vio. Ni parpadea por mirar la tercia que ya se formó junto a su full. La quinta... —¡¡Pokar!! –comienzo a gritar apenas vuelvo el dos de lanzas. “¡Pokar!”, y ya la estoy imaginando desnuda frente a mí. Claro que me acuerdo, cómo no. Fue cuando me senté para esperar a que ella se quitara su última prenda. ¡Pero qué bruto fui! Mas yo qué iba a saber. Entonces ella todavía no empezaba con ese regadero de dedos y manos. Con decirles que hasta me desmayé cuando desatornilló su primera pierna. Como sea. Ahora estoy bien y yo creo que nada más pierde la cabeza y no le va a quedar otra que quitarse la tanguita. ¡Sí, señor!
pelambre erizado. Por mi parte tenía la venia para tirarse al vacío, pero mamá pensaba diferente.
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“Psssss”, “Picho picho”, “Kirikirikiri”, lo
El libro salió volando y antes de que
llamé de mil maneras y el asqueroso ni
yo llegara a la ventana una de las hojas
siquiera se dignó a mirarme.
me alcanzó la cara.
¡Que se meta como pueda! –grité
La bestia peluda seguía donde la
furioso y regresé al sillón con el libro de
dejé‚ con la misma postura idiota. Tiré la
Canneti.
pluma con ganas de atinarle pero quiso la
Si los sollozos de mamá me resulta-
mala suerte que sólo le rasurara el hocico.
ban insoportables, más tortura era su si-
Mi única pluma se estrelló treinta metros
lencio. Ya sin llanto permanecía clavada a
abajo, el gato chilló, yo aplaudí como loco
mitad de la sala, mirándome.
y mi madre nuevamente comenzó a llorar. —No puedo hacer nada... –empecé a explicarle, pero mamá no entendía razones. —¿No querrás que arriesgue mi vida por el maldito gato? –y mamá callada. “¡Carajo!”, pensé‚ con una pierna fuera de la ventana; y ya después, de plano, me seguí diciendo “carajo, carajo” como si fuera un sortilegio. La cornisa no tenía ni treinta centímetros de ancho y los carros parecían cucarachas de colores. Al fin se dignó a mirarme el animal. ¿A mí? No, claro que no. Una paloma ingenua había escogido la esquina opuesta
Tiene en sus manos un posible recetario, un libro interactivo que le permitirá modificar finales o intercambiar las historias que pudieran desencantarle. Contiene 29 cuentos, un compendio de gramática, algunos textos de reserva (originalmente se incluía un conjunto de títulos para que el lector pudiera renombrar los cuentos a su gusto, pero desaparecieron antes de cerrar la edición de éste su Cuentocedario), ningún mapa para moverse dentro del libro pero sí algo inesperado: a contracorriente de la consigna de todo escritor –no develar el secreto que guarda su proceso creativo– aquí encontrará, lector, lectora, la devela-
9 786078 196081
ción del truco de la escritura...