Revista Rosa+Cruz Nº. 71, Primavera 2011

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ROSACRUZ REVISTA TRADICIONAL DE LA ANTIGUA Y MÍSTICA ORDEN DE LA ROSA-CRUZ Esta revista trimestral se publica por la Gran Logia española de la Antigua y Mística Orden de la Rosa-Cruz, conocida mundialmente bajo las siglas de “AMORC”. En todos los países en los que puede ejercer sus actividades libremente, está reconocida como una Orden Tradicional e iniciática que, desde hace siglos, perpetúa de forma oral y escrita el conocimiento que le han transmitido los sabios del antiguo Egipto, los filósofos de la Grecia antigua, los alquimistas de la Edad Media, los esclarecidos pensadores del Renacimiento, y los más eminentes espiritualistas de la época moderna. La Antigua y Mística Orden de la Rosa-Cruz, que también se denomina “Orden de la Rosa-Cruz AMORC”, no es una religión, ni un movimiento político. Y tampoco es una secta. De acuerdo con su divisa “La mayor tolerancia dentro de la más estricta independencia”, no impone ningún dogma, pero propone sus enseñanzas a todos aquellos que se interesan por todo lo que el misticismo, la filosofía, la religión, la ciencia y el arte, pueden ofrecer a la humanidad para su regeneración física, mental y espiritual. La AMORC es la única entre todas las organizaciones filosóficas y místicas que tiene el derecho de utilizar la Rosa-Cruz como símbolo. En este símbolo no hay ninguna connotación religiosa, la cruz representa el cuerpo del hombre y la rosa la evolución progresiva de su alma. Publicación trimestral Dirección: Irene Regidor Diseño y maquetación: Gran Logia de España Salvo mención especial, los artículos en esta revista no representan el pensamiento oficial de la AMORC, sino únicamente el de sus autores.

NUESTRA PORTADA: La Basílica del Pilar en Zaragoza.

ANTIGUA Y MÍSTICA ORDEN ROSAE CRUCIS Flor de la Viola, 16. Urbanización “El Farell” 08140 CALDES DE MONTBUI (Barcelona) Teléfono:938 655 522/ Fax: 938 655 524 e-mail: amorcgle@amorc.es

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Impresión: Publidisa Depósito Legal: B-40599-1997 Impreso en España


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Suma rio A r ag贸n En La Historia ...................................................................................................................... 3 por Unicornio La Fundaci贸n De Za r agoza.......................................................................................................... 20 por Unicornio La Bas铆 l ica De l Pi l a r De Za r agoza ..................................................................................... 25 por Miguel Espinar E l I-Ching Y E l Pi l a r De Za r agoza ..................................................................................... 38 por Tanhauser La Ca tedr a l De l Sa l v ador O La Seo De Za r agoza ............................................. 42 por Tanhauser Misticismo Y Re l igiosidad En A r ag贸n ............................................................................... 50 por Tanhauser

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Desde d que ell h hombre b convino con la Consciencia Universal en que el mejor medio para llegar a la perfección es una mayor libertad, en armonía con el orden y con la equidad, encuentra reproducida en sí mismo toda la serie de sentimientos que por largos siglos ha desarrollado la humanidad; ve renovada en los poderes individuales la lucha de los poderes políticos y observa que cada hombre, lo mismo que cada nación, se perfecciona con rapidez proporcional al breve tiempo que vive sobre la tierra. Un sentimiento profundamente arraigado por siglos es el amor que cada ser humano tiene al terruño donde nació o donde se desarrolla su vida. Todo sentimiento bien fundamentado sale del corazón.

Aragón, A ó en ell ttranscurso del tiempo, ha configurado un paisanaje muy variopinto que bulle en este espacio que forma parte de la Península Ibérica y, en conjunto, de Europa. El ser humano es enteramente sociable con lo que constituye su entorno. Salvando los grupos de poder que se han alternado en la historia, en la Edad Media se configuró una unidad de regiones en que cada una salvaguardaba su identidad y cultura. En la Corona de Aragón se unieron Aragón y Cataluña y, más adelante Castilla con los Reyes Católicos. Haremos un bosquejo de cómo está todo interrelacionado. La historia En la Península Ibérica,

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desde los primeros tiempos se produjo un trasiego de personas y de ideas, formándose distintos grupos humanos que la fueron ocupando paulatinamente. Warron supone que los primeros habitantes fueron los celtas y los íberos. Entre los pueblos primitivos, encontramos a los vascos que conservan un idioma que quizá provenga de los indo-germanos y que tal vez sea el idioma más antiguo que se habló en la Península. De la mezcla de los celtas y los íberos surgieron los celtíberos, raza guerrera. Las primeras materias como el oro, la plata, el estaño, el ganado, etc., atrajeron a los fenicios, grandes navegantes que fundaron ciudades como Cádiz, Málaga, Córdoba, Sevilla y otras en el litoral, difundiendo con el comercio el alfabeto y los elementos de su civilización. Los griegos establecieron colonias en el Mediterráneo. Las poblaciones indígenas no terminaron de someterse, y acaso para reprimir una sublevación de los turdetanos, las colonias fenicias acudieron a los cartagineses quienes fundaron numerosos

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enclaves, ocupando la península al ir venciendo toda resistencia. Más adelante hubo una confrontación entre cartagineses y romanos, venciendo los segundos y haciéndose con el tiempo con todo el control del territorio. Hicieron divisiones administrativas del mismo y una de ellas formaba un vasto territorio llamado Tarraconense. En este territorio fundaron ciudades como Caesar Augusta (Zaragoza).

Siglos más tarde el imperio romano se desmembró y la península fue invadida por suevos, vándalos y alanos y más tarde por los visigodos. Estos últimos fueron derrotados, hacia el año 711, por los musulmanes que provenían del norte de Áfri-


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ca, siendo el último rey visigodo Recaredo, que fue derrotado en la batalla del Guadalete.

En el valle del río Aragón, así como en el norte de la Península, se refugiaron un grupo de cristianos insumisos a los nuevos conquistadores. Allí se organizaron con la población local bajo la dirección de los emperadores carolingios. Fundaron iglesias, monasterios y fortificaciones en la lenta lucha contra los invaso-

res musulmanes. A principios del siglo XI los condes aragoneses, aprovechando el desconcierto en que se encontraba el imperio carolingio, fueron ganando autonomía y, con el tiempo, el condado de Aragón fue anexionado por el reino de Navarra. A la muerte del rey navarro Sancho III el Mayor se repartió el reino entre sus hijos, correspondiéndole a su hijo Ramiro en herencia el condado de Aragón, convirtiéndose en el primer rey de Aragón con el nombre de Ramiro I. Este reino se fue expandiendo a través de los siglos conquistando tierras a los musulmanes durante un largo periodo que se denominó Reconquista. El nombre de Aragón se debe al río pirenaico del mismo nombre. No voy a hacer en este escrito, que debe ser breve, un relato exhaustivo de la historia de Aragón pues resultaría farragoso, por lo que me atendré a dar pinceladas de hechos significativos quizá no demasiado conocidos. El Reino de Aragón Aragón es en la actua-

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orden rosacruz amorc lidad una vasta región de unos 47.668 Kilómetros cuadrados y, como dice una copla “es tierra de extraña belleza”, configurada por un territorio que ofrece los más variados contrastes, desde el desierto de los Monegros a los Pirineos, pasando por sierras espectaculares y mágicas como el Moncayo, donde se halla la cumbre del Sistema Ibérico, el pico de San Miguel de 2.316 metros de altitud. En los Pirineos aragoneses se encuentra el segundo pico más elevado de la Península, el Aneto. Como hemos dicho, el primer rey de Aragón fue Ramiro I a quien sucedió su hijo Sancho Ramírez, que se hizo vasallo del Papa por temor a su pariente el rey de Navarra, estando obligado por este vasallaje a pagar a la Santa Sede un estipendio importante en monedas de oro. El rey de Navarra falleció siendo proclamado rey Sancho Ramírez. Le sucedió Pedro I que conquistó Huesca a los musulmanes, venciendo a estos en la batalla de Alcoraz donde se dice que San Jorge combatió al lado de los cristianos. A la muerte de éste le sucede su hermano Alfonso I

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el Batallador que conquistó Zaragoza en el año 1118. Fue el último rey de Aragón y de Navarra. A su muerte, en su testamento repartió el reino entre las órdenes militares, entre las que se encontraba la de los templarios. No estando de acuerdo con el testamento del rey, los nobles impugnaron el mismo y sacaron del monasterio Pedro el Viejo (Huesca), donde era abad, a su hermano para que fuera proclamado rey con el nombre de Ramiro II el Monje. Fue excusado de sus votos para casarse y concebir a su heredera Petronila de Aragón que a muy temprana edad fue comprometida con el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, siendo el hijo de ambos Alfonso II el Casto, el primer rey de la Corona de Aragón. No iremos mencionando a todos los reyes de la Corona, tan solo diremos que Aragón fue anexionando amplios territorios como Rosellón, Cerdaña, Provenza, Montpellier, Valencia, Baleares, Córcega, Cerdeña, Sicilia, Nápoles y los ducados de Atenas y Neopatria. Se decía que hasta los peces en el Mediterráneo, llevaban impresa en el lomo la bandera de Aragón.


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El Temple Un rey muy importante en la historia de la Corona de Aragón es Jaime I el Conquistador. Al morir su padre Pedro II el Católico en la batalla de Muret frente a las tropas cruzadas mandadas por el cruel Simón de Monfort, el Papa Inocencio III ordenó a éste, que tenía en custodia a Jaime, a la sazón de 5 años de edad, que lo entregara al maestre del Temple Guillén de Montrodón, para recluirlo y educarlo en el castillo templario de Monzón (Huesca). Jaime I en sus memorias relata lo siguiente: “Uno de los aspectos que siempre a lo largo de mi azarosa vida me intrigó de mi estancia en el castillo de Monzón, fue el no saber lo que realmente hacían los freires y el maestre en la cripta del castillo. Aunque en alguna ocasión tenía que ordenar y limpiar por mandato de mi maestre, recuerdo (cuando mi mente está serena de las obligaciones de mi cargo) momentos a los que entonces no daba importancia; no solo bajaban a la cripta templarios, sino que de vez en cuando, también lo hacían musulmanes, árabes y otros que me eran desconocidos. Como niño que

fui intenté colarme en estas reuniones y saciar mi curiosidad. Escuchaba desde un orificio o respiradero sin poder ver nada de lo que hacían, aunque por las voces pude identificar a los que conocía. Un gran silencio se produjo, roto por la voz que mejor entendí y conocía del castillo, la del maestre, que dijo: - Que la Luz de la más Antigua Fe alumbre nuestra reunión, Hermanos.

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Otro ba:

contesta-

- Que la Luz invisible del oculto saber contenido en la TAU que preside nuestro templo, guíe nuestros pasos. Al poco respondía:

otro

- Que la Luz del Arquitecto Universal nos alumbre el camino que debemos seguir. El maestre de vez en cuando decía: - El Temple es una vía para que la humanidad obtenga la espiritualidad necesaria a su deseo. En otras ocasiones también decía: - Será difícil que todos los hombres vivamos bajo un mismo credo si no tenemos contactos con la divinidad a través de una armonía con nosotros mismos y con nuestro entorno.

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A menudo me recordaba: - Ten cuidado con aquellos que te endulzan el oído. Aprendí, sobre todo una cosa que no he olvidado; que el hombre, sea rey o sea siervo, está fundamentalmente solo en este mundo y que si una sola vez logra en su vida encontrar un amigo o un ser amado, no debe dejar que nada ni nadie puedan separarle de él. Cuando conquisté Valencia y hube de indicar el símbolo para esa ciudad, no pude por menos que recordar por un instante lo que me dijo mi maestre del murciélago: - Maestre, le dije, ¿por qué vuelan en la oscuridad y no se golpean contra los muros ni contra los árboles? Él me respondió: - Eso sucede porque ven más allá de donde alcanza nues-


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tra vista. La luz del día los deja ciegos, pero lo que para nosotros son tinieblas y misterio para ellos es luz. Lo mismo ocurre con los ojos del alma: que un día podrán ver todo el misterio de la muerte que para nosotros es tan oscura. En otra ocasión me dijo: - El tiempo es una mentira en la mente del hombre y una idea en la de Dios que todo lo tiene presente. Escucha el rumor de la corriente en cualquier río, él te enseñará a oír cómo has de contemplar la vida y juzgar a los hombres; sin embargo por tu situación a lo largo de tu reinado, te verás obligado a dañar a unos para favorecer a otros. Recuerda cuando visites Tierra Santa, que allí encontró el Temple a Maestros sufíes que nos abrieron de par en par los ojos del alma para ver más allá de nuestro pobre cuerpo mortal. En otra ocasión le dije: - Maestre, cuando sea rey ¿estaréis a mi lado para que mi espíritu no desfallezca? - Quizás cuando me necesitéis habré pasado la frontera del Jardín, sin embargo, hay un cruzado que destaca para estar a

vuestro lado. Os pido por vuestro bien que lo tengáis en gran estima por ser de corazón puro. Más adelante lo necesitaréis, será un erudito, médico, filósofo cristiano, alquimista llamado……………. Me dijo al oído su nombre para que no fuera expuesto a oídos indiscretos. Salir de Monzón, fue para mí entrar definitivamente en mis reinos, sabiendo que era rey y que como rey debía actuar. Era una noche muy fría en el castillo de Monzón, recordé estas palabras del gran maestre Guillén de Montrodón, y abrí mi corazón con gran sentimiento. Por unos instantes creí vislumbrar su figura, me imaginé como un templario, contemplando la cruz paté. Saqué mi espada y rendí mi más cariñoso homenaje

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a aquellos iniciados del pasado. Abajo, en Monzón, las luces de los faroles iluminaban sus calles a la vez que la luna estaba en su apogeo”.

lla de Poitiers en el año 732. La región sur del Pirineo se islamizó muy rápidamente, mientras que

Los reyes de Aragón eran coronados en la catedral de la Seo de Zaragoza con la siguiente fórmula dicha por el Justicia. “Nos, que cada uno de nosotros somos igual que vos, pero todos juntos somos más que vos, os hacemos rey si cumplís y hacéis cumplir nuestros fueros, si no, no.” Los musulmanes Vamos a hacer un paréntesis y hablar un poco de los musulmanes y el palacio de la Aljafería de Zaragoza, que es uno de los palacios musulmanes que más o menos se conservan bien con la restauración realizada en los últimos años. Los musulmanes, que habían salido de Arabia, penetraron por el valle del Ebro en el año 714, tras haber sometido Sevilla, Córdoba y Toledo. Dicho avance siguió hasta Europa y no se detuvo hasta que los francos triunfaron en la bata-

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en el norte surgían los primeros conatos de resistencia. La mayoría de los pobladores de los territorios conquistados por el Islam eran llamados muladís, término que recibieron los convertidos a la nueva religión. El resto procedía del Yemen, así como de bereberes de Marruecos. Cuando los musulmanes conquistaron el valle del Ebro, solo había dos núcleos urbanos: Zaragoza y Tarazona. Luego fueron creados Calatayud y Daroca, y hacia el año 900 refundarán Ejea. Se construyeron numerosas mezquitas, siendo la más importante la de Zaragoza. Se atribuía su fundación a los venerados Hanas al Sanani y Alí al Lajmi, discípulos directos de los compañeros del profeta Maho-


El califato cordobés se desintegrará en pequeños reinos de taifas; el primero en crearse fue precisamente el de Zaragoza, cuyo primer monarca será Mundir I. Esta dinastía fue sustituida por la de los Banu Hud en 1038. La taifa zaragozana se convirtió en una de las más prósperas y extensas de España, sobre todo bajo el reinado de Ahmad al Muqtadir que ordenó construir el palacio de la Aljafería, derivado de Abu Jafar, uno de los nombres del al Muqtadir,

dentro de una antigua fortaleza de murallas y torreones ultrasemicirculares a base de sillares de alabastro. El palacio causaba asombro al visitante y fue idóneo para la brillante corte de Zaragoza. En la penúltima década del siglo XI se instaló en tierras de la taifa de Zaragoza Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid Campeador. Este caballero cristiano fue desterrado de Castilla y recorrió los valles del Jalón y del Jiloca, donde dejó restos de su paso como los castillos del Otero del Cid, frente a Ateca, y del Poyo del Cid en el valle del Jiloca. El Cid se puso a las órdenes del rey Al-Muqtadir de Zaragoza, al cual apoyó en sus luchas contra los cristianos aragoneses y catalanes. Paradojas de la historia mal contada, el Cid era realmente un mercenario. Presionados los musulmanes por los cristianos, tuvieron que realizar grandes pagos sobre todo al rey navarro. Para acabar con esta situación llamaron en su auxilio a los almorávides del norte de África, quienes se apoderaron de los reinos de taifas y depusieron a los Banu Hud ocupando Zaragoza y nombrando a nuevo gobernador.

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ma. En los años siguientes a la conquista, Al Andalus se convirtió en una provincia más del imperio islámico dependiente del gobernador del norte de África. Pero en el año 756 un príncipe llamado Abderramán, de la dinastía Omeya que fue depuesta en Damasco, cruzó el estrecho y ocupó el poder en Córdoba, fundando el primer emirato independiente. Son años de lucha entre los propios musulmanes que llegarían a alcanzar cierta estabilidad con Abderramán III que se proclamó Califa en Córdoba. Entretanto muchas regiones de la Marca Superior fueron conquistadas por los cristianos, a veces, aprovechando las disensiones entre los mismos musulmanes.


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La Aljafería, por tanto, es un palacio fortificado construido en la segunda mitad del siglo XI, en época de Al-Muqtadir, en Zaragoza como residencia de los reyes hudíes, y refleja el esplendor alcanzado por el reino taifa de Saraqusta en el momento de su máximo apogeo político y cultural. Su importancia radica en que es el único testimonio conservado de un gran edificio de la arquitectura islámica hispana de la época de las Taifas. De modo que, si conservamos un magnífico ejemplo del Califato de Córdoba, su Mezquita (s. X), y otro del canto de cisne de la cultura islámica, la Alhambra de Granada ya del s. XIV, deberíamos incluir en la tríada de la arquitectura hispano-musulmana la Aljafería de Zaragoza (s. XI) para conocer las realizaciones del arte taifa de esa época intermedia de reinos independientes, anterior a la llegada de los almorávides. Tras la reconquista de Zaragoza en 1118 por Alfonso I El Batallador, pasó a ser residencia de los reyes cristianos de Aragón, con lo que la Aljafería se convirtió en el principal foco difusor del mudéjar aragonés.

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Fue utilizada como residencia regia por Pedro IV el Ceremonioso y posteriormente, en la planta principal, se llevó a cabo la reforma que convirtió estas estancias en palacio de los Reyes Católicos en 1492. En 1593 experimentó otra reforma que la convertiría en fortaleza militar, primero según diseños renacentistas (que hoy se pueden observar en su entorno, foso y jardines), y más tarde como acuartelamiento de regimientos militares. Sufrió reformas continuas y grandes desperfectos, sobre todo con los sitios de Zaragoza en la Guerra de la Independencia, hasta que finalmente fue restaurada en la segunda mitad del siglo XX. En su origen, la construcción se hizo a extramuros de la muralla romana, en el llano de la Saría o lugar donde los musulmanes desarrollaban los alardes militares,


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conocido como la Almozara. Con la expansión urbana a través de los años, el edificio ha quedado dentro de la ciudad. Se ha podido respetar a su alrededor un pequeño entorno ajardinado que le aísla incluso de la autopista que pasa a escasos metros de allí. Actualmente acoge a las Cortes de Aragón. La torre del Trovador La edificación más antigua de la Aljafería es la llamada “torre del Trovador” que recibió este nombre a partir del drama romántico de Antonio García Gutiérrez, El Trovador, de 1836. Este drama fue convertido en libreto para la ópera de Giuseppe Verdi, Il Trovatore, de 1853. Se trata de una torre defensiva, de planta cuadrangular y cinco pisos que data de finales del siglo IX, en el periodo gobernado por el primer Tuyibí, Muhammad Alanqar, que fue nombrado por Muhammad I emir independiente de Córdoba. La torre mantiene vestigios del arranque de los gruesos muros de aparejo de sillería de alabastro en su parte inferior y continuaba con otros de encofrado de hormigón simple de yeso y cal,

algo más delgados al ganar en altura. El exterior no refleja la división en cinco pisos interna y aparece como un enorme prisma macizo apenas roto por vanos en aspillera. El acceso al interior se efectuaba a través de una pequeña puerta en altura a la que solo se podría acceder mediante una escala portátil. Su función inicial era meramente militar. La primera planta conserva la estructura constructiva del s. IX, que alberga dos naves y seis tramos separados mediante dos pilares cruciformes, de los que parten arcos de herradura rebajados. A pesar de su sencillez, conforman una estancia equili-

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al-Surur” (Palacio de la Alegría) y a la sala del trono que él presidía en recepciones y embajadas, “Maylis al-Dahab” (Salón Dorado) como se atestigua en los siguientes versos del propio monarca.

b d que ritma brada it ell ttecho h all modo d de las mezquitas califales y que pudo usarse como baños. Su función en los siglos IX y X era la de torre vigía y bastión defensivo. Estaba rodeada por un foso. Fue integrada después por los Banu Hud en la construcción del castillo-palacio de la Aljafería, constituyéndose en una de las torres del entramado defensivo del lienzo norte exterior. A partir de la conquista cristiana siguió usándose como torre del homenaje y en 1486 se convirtió en prisión de la Inquisición. Como torre-prisión se usó también en los siglos XVIII y XIX, como demuestran los numerosos “graffiti” inscritos allí por los reos. El palacio taifal La construcción del palacio fue ordenada por Abú Ya’far Ahmad ibn Sulaymán al-Muqtadir Billah, conocido por su título honorífico de Al-Muqtadir, (El poderoso), segundo monarca de la dinastía de los Banu Hud, como símbolo del poder alcanzado por la Taifa de Zaragoza en la segunda mitad del siglo XI. El rey en persona llamó a su palacio “Qasr

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“¡Oh Palacio de la Alegría!, ¡Oh Salón Dorado! Gracias a vosotros llegué al colmo de mis deseos. Y aunque en mi reino no tuviera otra cosa, para mi sois todo lo que se puede anhelar”. El nombre de Aljafería se documenta por primera vez en un texto de Al-Yazzar as-Saraqusti (activo entre 1085 y 1100) y otro de Ibn Idari de 1109, como derivación del prenombre de Al-Muqtadir, Abu Ya’far, y de «Ya’far», «Al-Yafariyya», que evolucionó a «Aliafaria» y de ahí a «Aljafería».


Ya en el interior del oratorio hay un espacio reducido de planta cuadrada, pero con esquinas achaflanadas, que lo convierte en una falsa planta octogonal. En el sector sureste, orientado hacia la Meca, se sitúa el nicho del mihrab. El frontal del mihrab se conforma mediante un arco de herradura muy tradicional de formas cordobesas y rosca de dovelas alternadas, unas decoradas con relieves vegetales y otras lisas (aunque en origen estuvieron adornadas con decora-

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En el extremo oriental del pórtico de entrada al Salón Dorado se encuentra una pequeña mezquita u oratorio privado para uso del monarca y sus cortesanos. A ella se accede a través de una portada que acaba en un arco de herradura inspirado en la Mezquita de Córdoba pero con salmeres en forma de S, una novedad que imitará el arte almorávide y nazarí. Este arco se apoya en dos columnas con capiteles de hojas muy geometrizantes en la línea de las realizaciones del arte granadino de soluciones en mocárabe. Su alfiz está profusamente ornamentado con decoración vegetal y sobre él se dispone un friso de arcos de medio punto entrecruzados.

ción pictórica), que recuerdan la rosca del mihrab de la Mezquita de Córdoba, a excepción que lo que allí fueron materiales ricos (mosaicos y alarifes bizantinos), en Zaragoza con mayor pobreza material que la Córdoba califal, son estucos en yeso y policromía, habiéndose perdido esta última en casi todo el Palacio. Siguiendo con el arco de la portada, un alfiz enmarca su trasdós, en cuyas albanegas aparecen rehundidas dos rosetas gallonadas, como también lo es la cúpula del interior del mihrab. El resto de los muros de la mezquita están decorados con arcos ciegos mixtilíneos enlazados y decorados en toda la superficie con atauriques vegetales de inspiración califal. Estos arcos se apoyan en columnas rematadas en capiteles de esbel-

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to canastillo. Un zócalo de losas cuadradas de mármol recubre la parte inferior de los muros de la mezquita. Tras la toma de Zaragoza por Alfonso I el Batallador en 1118, la Aljafería fue habilitada como palacio de los reyes de Aragón y como iglesia cristiana, no siendo modificado sustancialmente hasta el siglo XIV con la actuación de Pedro IV el Ceremonioso. Este rey amplió las dependencias palaciegas en 1336 y mandó construir la iglesia de San Martín en el patio de ingreso al alcázar. En esta época está documentado el uso de la Aljafería como lugar de partida del recorrido que llevaba a la Seo, donde los monarcas aragoneses eran solemnemente coronados y juraban los fueros. Época moderna y contemporánea A comienzos de 1486 la zona del Patio de San Martín se destina a sede del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición y se habilitan dependencias aledañas al patio para alojar a los oficiales de este organismo. Es probable que sea éste el origen

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del uso como prisión de la Torre del Trovador. Pero la transformación decisiva como acuartelamiento se produjo en 1772 por iniciativa de Carlos III, en la que se remodelaron todas las fachadas al modo en que se presenta actualmente la occidental, convirtiendo los espacios interiores en dependencias para los soldados y oficiales que se alojaban en el edificio. En el tercio oeste del palacio se configuró un amplio patio de armas al que vierten las habitaciones de las distintas compañías, realizadas con sencillez y funcionalidad, siguiendo el espíritu racionalista de la segunda mitad del XVIII y el fin práctico a que se destinaron las zonas construidas entonces. Solo quedó pendiente


Fue precisamente a mediados del siglo XIX cuando Mariano Nougués Secall dio la voz de alarma por el deterioro que presentaban los restos islámicos y mudéjares del palacio en su informe de 1845 titulado Descripción e historia del castillo de la Aljafería, un riguroso estudio en el que se instaba a preservar este valioso conjunto históricoartístico. Incluso la reina Isabel II aportó fondos para la restauración, y se creó una comisión en 1848 para emprenderla; pero en 1862 la Aljafería se traspasó como propiedad del Patrimonio Real a manos del Ministerio de la Guerra, lo que abortó su restauración y agravaría los daños producidos. El deterioro continuó hasta que en 1947 el arquitecto Francisco Íñiguez Almech

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la adición en 1862 de cuatro torreones neogóticos, de los que han llegado a nuestros días los situados en la esquina noroccidental y suroccidental.

emprendiera, prácticamente en solitario, la tarea de su restauración integral, en la que estuvo ocupado hasta su muerte en 1982. Pero su monumental esfuerzo tuvo recompensa, pues tras las sucesivas actuaciones de Ángel Peropadre y Juan Antonio Souto (en labores arqueológicas) por un lado, y a partir de 1985 de Luis Franco Lahoz y Mariano Pemán Gavín por otro, que asumieron la integración del Parlamento de las Cortes de Aragón en su recinto, la Aljafería fue inaugurada como monumento histórico-artístico en su actual esplendor en 1998 por el príncipe Felipe de Borbón. El Santo Grial La leyenda cuenta que el Santo Grial es el cáliz o la copa que se utilizó en la última cena en Jerusalén, antes de la pasión de Cristo. También se dice que esta copa fue el recipiente donde se guardó la sangre de Jesucristo que manó de su costado al ser lanceado por Longinos.

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orden rosacruz amorc Existe una tradición que asegura que el Santo Grial, por el que tantos caballeros templarios dieron su vida, permaneció durante siglos en Aragón, y que estuvo en San Juan de la Peña, monasterio que fue germen del Reino. Sería guardado por los mejores caballeros, de espiritualidad y comportamiento sin tacha. El vaso con el tiempo se trasladaría a la capilla de la Aljafería de Zaragoza, de allí a Barcelona años después, para terminar en la catedral de Valencia. Cuenta la leyenda que fue Titurel quien salvó la copa que contenía la sangre divina, quien con otros caballeros se convirtió en su guardián en la cumbre del Monsalvat, en el pirineo aragonés. El Parcival de Eschembach recogería también que esa tradición tiene lugar en Aragón y se describe el cáliz como una copa

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hemiesférica de cornalina oriental, unida a un pie de calcedonia por un vástago de rica labor aúrea, en engarce de piedra y perlas que otros llaman engaste y dos asas de oro. Según otros, en Borao, en San Juan de la Peña, habría estado durante siglos la sagrada copa (aseguran que existen razones arqueológicas para afirmarlo), vinculada según la tradición a la familia real aragonesa, que fue enterrada durante siglos en este lugar. La entrega del Santo Grial al rey Martín el Humano la hallamos en un texto del siglo XVII. Se dice que fue San Lorenzo quien había entregado este cáliz a algún amigo y fue a dar a San Juan de la Peña. En 1399 el rey Martín el Humano recibía el cáliz, ya en Zaragoza, en el palacio de la Aljafería. El cáliz se instaló en Zaragoza donde permaneció muchos años en un lugar preeminente de dicho palacio. Al morir Martín el Humano la reliquia pasó a Barcelona, allá por el año 1410. En 1437 representantes del rey Alfonso V entregaron el cáliz en depósito a la catedral de Valencia. Hasta aquí la historia y la leyenda, aunque sabemos que el


De esta maravillosa tierra, me queda mucho por compartir contigo, querido lector. Me hubiera gustado ofrecerte más datos y contarte más historias. Un poeta que estuvo por estas tierras en siglo XIX, Gustavo Adolfo Bécquer, escribió Cartas desde mi celda en el monasterio de Veruela, inspirándose en varias leyendas aragonesas que fue plasmando en sus libros. En cada piedra hay un signo diferente de los canteros que marcaban las piedras pulidas para cobrar su salario. Hay signos masónicos y cátaros. En el claustro se

encuentra la cruz cátara, lo mismo que en el Pilar de Zaragoza. Hubo un cátaro huido de Francia, que se camufló como monje de Veruela hasta que fue descubierto y fue condenado a morir en la hoguera. Las llamas, por tres veces, le respetaron a pesar de que los inquisidores avivaban el fuego. Como el elemento fuego no le hacía el menor daño, el “elemento” hombre se encargó de ahorcarlo. A pocos kilómetros de Veruela se encuentra el pueblo de Trasmoz, donde fue muerta la última bruja de Aragón, la tía Casca. Sería un placer contar algún día con tu presencia para compartir experiencias que a todos nos enriquecerán.

Bibliografía: Historia de Aragón de Santiago Lorén

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Santo Grial es cosa bien distinta a lo expuesto, pero esa es otra historia que ya tendremos tiempo de analizar con mayor rigor.


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