ANALDEX, 50 AÑOS CRECIENDO JUNTOS
1971-2021
Primera edición, diciembre de 2021
Presidente ejecutivo
Javier Díaz Molina
Vicepresidente técnico
Diego Rengifo García
Directora administrativa
Diana Godoy Cedeño
Director de proyectos especiales
Álvaro Forero Martínez
Directora de comunicaciones y eventos
Mónica Sierra Gómez
Director de asuntos económicos
Nicolás Rincón Munar
Director de asuntos legales
Juan Diego Cano García
Directora comercial
Magda Johanna Guativa Villada
Gerente Regional Caribe
Luis Eduardo Blanco Camacho
Gerente Regional Antioquia
Rodrigo Patiño Correa
Gerente Regional Suroccidente
Juan David Castaño Urrea
Gerente Regional Eje Cafetero
Jesús Saldarriaga Gaviria
JUNTA DIRECTIVA
Presidente
Ronald Bakalarz
Primer vicepresidente
Yaneth Londoño Diosa
Segundo vicepresidente
Marcela Carvajalino
MIEMBROS DE JUNTA
Nicolás Sierra
Alejandro Ángel
Gonzalo Cuervo
José Luis Múnera Posada
Luis Carreño Pombo
Jaime Ignacio Gutiérrez Bernal
José Felipe Jaramillo Mejía
Guillermo Ramón Daw Álvarez
Juan Pablo Rivera Cabal
Roberto Carlos Martínez García
Pedro Francisco Aguilar Niño
Roberto Botero
Sebastián Pinzón González
Allan Cornejo Retana
Mauricio Gutiérrez
COMITÉ DE REDACCIÓN
Javier Díaz Molina
Diego Rengifo García
Mónica Sierra Gómez
Esperanza Giraldo Loaiza
Nathali Peña Bermúdez
Edinson Fonseca Correa
REDACCIÓN
Germán Enrique Núñez
EDICIÓN
Mauricio Sojo Vásquez
FOTOGRAFÍA
Unsplash, Shutterstock, Archivo Analdex
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN
Rodrigo Ospina Castro
ILUSTRACIÓN
Federico Neira
IMPRESIÓN
Panamericana Formas e Impresos S.A.
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS
© Analdex. Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización expresa del autor. Primera edición, diciembre de 2021. Impreso en Colombia / Printed in Colombia
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Índice
Analdex, 50 años de trabajo por el comercio exterior
Humanidad y comercio: Relación, necesidad y simbiosis
1970-1980: Trabajos trascendentales de cara al nuevo comercio
Jorge García Hurtado: Un fundador con corazón, verticalidad y coraje
Alfonso Rojas Llorente: La internacionalización era el camino
1980-1990: La década perdida
Fernando Barberi: Comercio con visión y transformación
Ricardo Sala: Un salto al comercio mundial
Ronald Bakalarz: Una historia empresarial hecha a mano
1990-2000: El comienzo de la transición
Jorge Ramírez Ocampo: Del credo católico a la fe exportadora
50 años de comercio internacional entre la Unión Europea y Colombia
2000-2010: Tecnología, comercio y mucho más
Santiago Rojas: El comercio exterior se sintetiza en una palabra, Analdex
Santiago Pardo: Analdex es sinónimo de progreso y evolución
2010-2020: Entre crisis, clima, libre comercio y pandemia
María Claudia Lacouture: el proceso de exportación mejoró sustancialmente
Regiones: La provincia colombiana, un paradigma de empuje exportador
Javier Díaz Molina: Colombia teme a los grandes proyectos
8 10 22 48 50 52 76 78 80 82 120 122 124 154 156 158 188 190 198
7 ÍNDICE
Analdex, 50 años de trabajo por el comercio
exterior
Durante décadas el comercio exterior le brindó a Colombia la oportunidad de un desarrollo sostenible que incluyó crecimiento económico permanente, generación de empleo, tejido social, inclusión y todo un cúmulo de divisas determinantes para el buen funcionamiento del Estado y la nación.
Desde el 10 de febrero de 1971, cuando vio la luz en la vida gremial, la Asociación Nacional de Exportadores, Analdex, firmó un acuerdo loable con Colombia y el mundo. El compromiso con el país productivo fue total: a través de la agremiación fueron acompañados procesos comerciales que hicieron transición a las grandes ligas del intercambio de mercancías y servicios, todo dentro de una tónica propositiva, atiborrada de compromiso, disciplina y responsabilidad.
En estos 50 años Analdex ha estado presente en los grandes capítulos de la economía colombiana, afortunadamente como protagonista en unos cambios que le dieron al sector empresarial y al país un estatus superior dentro del comercio mundial.
Hoy el gremio totalmente actualizado conmemora cinco décadas de ardua labor, unas bodas de oro con un país diferente que dejó las huestes del proteccionismo y la economía elemental para dar el gran salto a la producción
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a escala con clientes por todo el mundo en el maravilloso esquema de globalización, un escenario desafiante, de alta exigencia productiva y competitiva.
Ayer la Colombia productiva sobrevivía con un comercio local complejo, totalmente alejado de las normas productivas de gran calado y obviaba la ambiciosa mirada internacional en donde flotaban todas las oportunidades para vender mejor, ganar más y proyectar país desde otros contextos con laudables oficios en competitividad, innovación, tecnología, conocimiento y perspectiva. Del Pacto Andino firmado el 26 de mayo de 1969, la puerta al comercio regional y de vecindario, el país fue rastreando opciones y llega a la Apertura Económica de 1991, al parecer la gran palestra del gran comercio porque, con la desgravación arancelaria del momento, el país empezó a buscar nuevos socios, los cuales consiguió con los tratados de libre comercio firmados el 22 de noviembre de 2006 con Estados Unidos y con la Unión Europea el 26 de junio de 2012.
Los empresarios y exportadores han visto en Analdex un gremio dedicado que cumple con su mandato de fomentar y fortalecer la actividad exportadora del país, todo bajo el diseño de políticas para la exportación eficiente de corto, meDiano y largo plazo. El mundo y sus cambios permanentes demandan acompañamiento y respaldo, y Analdex sigue siendo la voz de las compañías exportadoras e importadoras, pero igual representa desde la tribuna gremial agencias de aduana, zonas francas, puertos y todos los instrumentos facilitadores del comercio exterior.
El país logró la transformación, y en 50 años Analdex estuvo a la vanguardia de los cambios y acontecimientos. En medio siglo el
comercio internacional avanzó de manera rauda de cara al devenir. Fueron muchos los episodios ecuménicos y bastante movida la agenda nacional, empero con una bizarra gestión, fruto del estudio y la constancia, el gremio exportador, luego de trasegar por caminos difíciles, consolidó esfuerzos y siempre de la mano de la institucionalidad construyó puentes de entendimiento y negociación para llevar el comercio a instancias superiores, al gran mercado, en donde solo los grandes juegan y quienes van a la retaguardia aprenden, porque finalmente y por la realidad mundial, todos están llamados a reforzar sus producciones y a trabajar en mejoras y excelencia.
Los mercados están abiertos para todos, especialmente para quienes tienen tan buena prospectiva como Colombia, sus industrias, sus gremios, Gobierno, trabajadores y una tribuna exportadora que trabaja y mira a futuro, sin dejar de hacer labor y sin apartarse de los mejores sueños, esos que va cristalizando poco a poco y de manera acertada.
Retadores y laboriosos 50 años. Gracias Colombia.
9 PRÓLOGO
Hoy el gremio, totalmente actualizado, conmemora cinco décadas de ardua labor, unas bodas de oro con un país diferente que dejó las huestes del proteccionismo y la economía elemental, para dar el gran salto a la producción a escala.
Humanidad y comercio:
Relación, necesidad y simbiosis
Desde tiempos lejanos el ser humano ha recurrido al comercio para subsanar falencias y satisfacer necesidades, posiblemente porque algunas culturas han contado con productos que no estaban en el acopio de otras. El comercio ha hecho presencia en todas y cada una de las facetas del desarrollo humano. La actividad comercial conocida como el movimiento económico que intercambia o traslada bienes y servicios entre personas, entidades o naciones, ha mostrado una evolución bastante sugestiva que coincide con las diversas maneras de concebir el manejo económico, el abastecimiento y la adquisición de materias primas.
La historia dice que el comercio tiene sus raíces en el ocaso del periodo neolítico, en pleno florecimiento de las actividades agrícolas, que pasaron de una labranza de subsistencia a una siembra de mayor escala por la incorporación de técnicas y fuerza animal, elementos esenciales en la producción excedentaria. Es allí cuando el hombre decide diversificar las actividades, dejando la agricultura a un grupo especializado para dedicar esfuerzos en otras tareas; un ejemplo: minería, alfarería, cría de animales destinados a la alimentación y una siderúrgica que arrancó con mucha fuerza ante la necesidad de herramientas, armas y todo tipo de utensilios derivados del todo “poderoso” hierro, antes del cobre y la aleación de cobre y estaño, el bronce.
Con las generosas cosechas llegaron los intercambios de mercancías y empiezan a dinamizarse los negocios, ya que unos ofrecían gra-
INTRODUCCIÓN 11
no y alimentos, en tanto que otros entregaban material de defensa, elementos básicos y utensilios; pero con el tiempo el comercio abarcó telas, cueros y especias.
La creciente oferta de alimentos y productos agrícolas obligó a los pueblos aún primitivos, a pensar en almacenamiento y a negociar nuevos instrumentos para las labores agrícolas, como azadones y otras soluciones en hierro, negocio que fue acompañado por joyas, pendientes y hasta espejos. El comercio o intercambio local fue creciendo, pero paralelo a él, llegaron invenciones, productos novedosos y avances científicos y tecnológicos que les fueron facilitando la vida a los hombres.
El depósito arrancó en las útiles ánforas, los enormes recipientes de barro de cuello largo, bastante utilizados por griegos y romanos en las unidades productivas agrícolas, de fácil uso para el transporte de grano, oleaginosas, vinos, productos de mar, río y distintas cosechas. Este jarrón de
grandes proporciones facilitó las recolecciones y la comercialización, y cabe anotar que aparte de ser una vasija, el ánfora fue una medida griega y romana de cantidad, equivalente a 24 litros.
La globalización es de vieja data, razón por la cual fue relativamente fácil integrar culturas con desarrollos vitales en hierro, bronce y prácticas agrícolas como también mineras, pero igual con la aparición de la rueda en la edad del bronce, creación de los sumerios 3.500 años a.C, empezó a crecer una actividad mercantil que literalmente iba sobre ruedas en los pueblos inquietos de Mesopotamia.
La rueda fue el gran descubrimiento para el desarrollo económico que vino acompañada de los animales de tiro, básicamente caballos de gran tamaño, los mismos que hicieron posible entrar de lleno en grandes explotaciones. Determinante en el comercio fue la navegación, la escritura, un urbanismo más comercial y ordenado y muchos otros desarrollos e innovaciones que sumadas le aportaron al planeta de manera importante. El hombre paulatinamente fue haciendo el curso de dominar la naturaleza y aprender sobre sus bondades para dar pasos agigantados y lograr metas que en principio le fueron trazadas.
Los cronistas aseguran que oriente fue trascendental en el desarrollo humano, ya que esta parte del mundo aportó desde tiempos milenarios con descubrimientos y técnicas que maravillaron a propios y extraños, a tal punto que dieron origen a la cultura ibérica.
El hierro, que empezó a usarse 7.000 años después del cobre y 2.500 posterior al bronce, fue ampliamente conocido e inclusive más apreciado que cualquier otro mineral, sin embargo, se trataba de hierro meteórico, muy usual en Eurasia, región que hoy muestra a Armenia, Rusia, Chipre, Azerbaiyán, Georgia, Kazajistán y Turquía como países en donde fue común este elemento. Igual este tipo de hierro hizo parte de los metales ignotos de América.
El comercio fue concluyente en el cambio de las sociedades que conoció la riqueza,
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la almacenó y la intercambió. Con la actividad mercantil llegan las grandes concentraciones de tierra, un capitalismo creciente y las clases sociales las cuales a comienzos de las civilizaciones estaban reducidas a las poblaciones y el linaje del gobernante. Con el tiempo el estrato surge, se instala y le da prelación a la realeza, pero igual a soldados, artesanos, agricultores… y comerciantes, desde luego.
Algo por algo, un buen comienzo
Los pueblos antiguos encontraron la cuota inicial al gran comercio en el trueque, en esos tiempos era importante contar con suministros y herramientas que no estaban a la mano, unas civilizaciones eran fuertes en una industria y otras igual mostraban capacidad en otros desarrollos, de tal manera que los productos eran intercambiados al margen del valor, se trataba de subsanar necesidades y falencias. El trueque halló un inconveniente y fue la serie de intermediarios que fueron saliendo, una figura igual vetusta o milenaria
que restaba confianza en los actores del cambio, un dolor de cabeza que alivió el gran mecanismo económico: la moneda.
La moneda es un medio de pago el cual resultó muy práctico a la hora de adquirir bienes o contratar servicios, a la fecha el que tiene un recorrido más vasto es el oro que sigue respaldando emisiones de dinero. De todas maneras, es bueno precisar que dentro de los mecanismos de pago hubo varios por demás atípicos a la hora de sumar valor. A través de la historia hubo todo tipo de monedas pues se conocieron desde conchas marinas, cerdos y cacao hasta dientes de ballena, sal y pimienta. Los bancos centrales como se dijo se inclinaron por el recurso aurífero.
INTRODUCCIÓN
Con las generosas cosechas llegaron los intercambios de mercancías y empiezan a dinamizarse los negocios, ya que unos ofrecían grano y otros alimentos.
Los romanos que optaron en tiempos del imperio por monedas bosquejadas, determinaban el valor de acuerdo con la cantidad de oro o plata que tuvieran los arcaicos cambios, el lío estaba en que la moneda tenía tan solo valor local, pero le dio apertura a un sistema de compra más generalizado. De manera lenta pero acertada, el comercio y la economía fueron tejiendo su croché. Fue tan solo con el oro y otros sistemas que pudo imponerse la divisa como un medio de pago mucho más universal.
Comercio en ruta
Desde el siglo I a.C se le dio rienda suelta a las rutas comerciales que fueron consolidándose por la cantidad y el volumen de suministro que ofrecían, tanto en Oriente como en Occidente. Las rutas totalmente internacionales e intercontinentales abastecían con productos de todo tipo los mercados más exigentes de Europa
antes y después de los imperios que demandaban lujo y productos exóticos.
En ese primer siglo hubo un episodio que marcaría un hito en la historia comercial del universo, puesto que las dos civilizaciones dominantes en el momento coincidieron en la hoy moderna Uzbekistán: los pueblos de Grecia y China. Del fortuito encuentro propiciado por un protagonista anónimo para las culturas occidentales, Zhang Qian, se motivó la Ruta de la Seda.
La legendaria ruta consistió en una red interconectada de trayectos comerciales que abarcaron toda Asia, por donde viajaron mercaderes y empresarios de la sutil y colorida seda. Desde el siglo I a.C estas rutas entrelazaron a China con Asia Central, India, Persia, África, Turquía, Siria, Arabia y Europa.
Este puente entre dos mundos usaba frecuentemente transporte animal, quizás el más común en la ruta, por tal motivo era habitual ver camellos y elefantes atiborrados de seda y otras mercancías de gama alta. Tan solo irrumpió a caballo Alejandro Magno, exhibiendo la fiereza y poder de Bucéfalo, su fiel y querido corcel. Ese recorrido por territorio indio fue fugaz y trágico.
Los arqueólogos descubrieron vestigios de la trajinada ruta, restos de animales y algo de cerámica, una manufactura china también muy apreciada.
Los estudios hechos sobre la Ruta de la Seda apuntan que 200 años antes que los recorridos terrestres entraran en furor, ya había existido una vía marina que fue hecha en el navío Nanhai I, de fabricación china.
En este punto del comercio es bueno aclarar que la seda no fue el único bien que convocó a los capitales al lejano oriente y a las costas de Asia-Pacífico. De igual forma, China era un país importador y para sus comerciantes era esencial la compra de oro, plata, piedras preciosas, marfil, cristal, perfumes, tintes y todo tipo de textiles de origen europeo y de los lugares por donde pasaba la ruta.
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China, también conocida como el Imperio del Centro, le vendía al mundo incipiente en globalización, seda, bronce, hierro, lacas, jade, pieles, cerámica, porcelanas y especias. Paralelo a la Ruta de la Seda llegaron otros ejes de comercio de gran importancia y que se consolidaron en plena Edad Media: la seda jamás perdió dinamismo, pero llegaron travesías complejas para el comercio, era el momento de la pimienta, la sal y los tintes.
Estas rutas difícilmente se hacían de manera directa. En cambio, las mercaderías iban quedando en unas estaciones en donde eran adquiridas, hasta terminar, luego de varias correrías, en los palacios o en manos de familias adineradas. Ese apogeo fue afectado por una serie de regulaciones que prohibieron la seda para las confecciones masculinas, ya que era muy alto su flujo y valor.
En el comercio también la religión fue importante, pues ni más ni menos que Las Cruzadas llegaron a ser decisivas en la reactivación de la economía europea, ello por el comercio de armas, la movilización de tropas, abastecimientos varios, el trabajo artesanal especializado y muchas otras ofertas y soluciones que fueron inyectándoles dinámica a los pueblos que permanecían estancados. No se puede olvidar que precisamente el rey Ricardo I Corazón de León, al entrar de lleno en la Tercera Cruzada retomó mercados y opciones económicas como la Ruta de la Seda y las rutas de la pimienta.
La inmarchitable Ruta de la Seda, la gran vía al desarrollo y el comercio, el TLC de los primeros siglos, sigue siendo motivo de estudio. Hay teorías que apuntan a una comercialización entre los extremos de Euro-Asia, igual afirman los expertos que las mercancías que salían del Este al Oeste, y otros bienes que eran importados en tierra asiática, se habrían dado en el periodo neolítico, es decir, que en pleno desarrollo de la economía productiva, el comercio exterior, se imponía.
China fue siempre protagonista en la historia, inmortalizada por el italiano Marco
INTRODUCCIÓN
Polo quien arrancó su aventura asiática en 1271 tras los viajes de su padre, muy aferrado a la Ruta de la Seda. En el siglo II a.C el comercio chino da un giro con la llegada del emperador Wu en el 141 a.C. El mandatario miró con ambición a Occidente y emprendió una expansión comercial de enormes proporciones. No fueron mínimas las medidas adoptadas al interior de su imperio que al centralizar políticas dio un salto mercantil decisivo. Nada diferente a lo de hoy.
Asia, espectacular, enigmática, rica, colorida y sorprendente, llamó siempre la atención de Occidente, sus historias, su literatura, pero igual la magia de sus genios, las alfombras voladoras y la infinita gama de colores que manan de palacios con estructuras dougong, dragones y techos curvos en barro cocido y con aleros en forma de cuerno, para darle plácida morada a los espíritus del agua y el aire. Esa región del mundo, pionera del comercio, fue el principio de muchas cosas, y quizás por ello oriente mantiene un liderazgo antiquísimo y especial.
ganización económica al cristianismo en todas sus latitudes. Aportaron instrumentos de corte bancario como los pagarés y fueron ellos los primeros en establecer la letra de cambio a manera de respaldo económico.
Con métodos primitivos transportaban dinero y los creyentes pudieron en ese periodo consignar dinero en un sitio y hacer el respectivo retiro en otro. Todo, para asegurar el patrimonio. El mecanismo fue tan versátil y confiable que operó entre países.
La letra de cambio resultó magistral para adelantar operaciones de comercio exterior y, por la facilidad de hacer viajes sin efectivo, el empresario que la usaba encontró un aliado estratégico en el documento.
El comercio internacional, la industria y la manufactura vieron grandes progresos en la despedida de la Edad Media y en la plenitud del renacimiento los bancos ya eran entidades con un portafolio dinámico, diseñados para las operaciones de importación y exportación. Habían dejado la actividad cambista para ofrecer servicios financieros mucho más sólidos.
Aún domina en el globo el lapislázuli extraído en Badahsan, esa localidad antigua ubicada al nororiente de Afganistán que desde el tercer milenio a.C empezó con una explotación de gemas azules que llevó su comercio al Valle del Indo.
Los Caballeros Templarios, también la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón, aportaron en el desarrollo del comercio y pusieron la primera piedra del sistema financiero. Durante los siglos XII y XIII los ordenados le dieron forma a una rígida or-
En el año 1400 la geopolítica lleva el comercio a dar un giro, Oriente pierde fuerza, se atomizan los mongoles, crece exponencialmente el imperio otomano y se le pone punto final al imperio bizantino. Los grandes capitales mercantes y la curiosidad por una economía mucho más universal, llevaron a Europa a lanzarse al mar en búsqueda de nuevas oportunidades. En ese propósito fue trazada la ruta de la India, todo con la intención de retomar el comercio de especias, y fueron España y Portugal quienes lideraron la gran aventura.
No era para menos, habida cuenta que las naciones nombradas tenían grandes navegantes, robustos y curtidos lobos de mar. Era el momento de Cristóbal Colón, Vasco da Gama, Fernando de Magallanes y el mismo Juan Sebastián Elcano, por citar algunos destacados almirantes entre tantos experimentados en aguas marinas.
En 1492, con el descubrimiento de América, el comercio cambia de tercio y es así como
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El comercio internacional, la industria y la manufactura vieron grandes progresos en la despedida de la Edad Media y en la plenitud del renacimiento.
INTRODUCCIÓN 17
crecen los capitales europeos, y no era para menos: del nuevo mundo salían cargamentos de oro, plata, esmeraldas y una variedad interesante de productos que potenció las finanzas, dándole vida a reconocidas casas de banca en Inglaterra, Suecia y Ámsterdam. El dominio ibérico hizo que otros países del Viejo Mundo probaran suerte en el Pacífico e inclusive en la franja de países ubicados en el océano índico, una apuesta que terminó potenciando a Gran Bretaña, reino que logró crear toda una supremacía en esas tierras.
La revolución industrial y sus bondades
Las épocas del comercio son todas muy interesantes y con la llegada de las máquinas a vapor cambiaron los conceptos productivos, el transporte y la manera de ver el mundo.
Los comerciantes pasaron del barco de vela o carabela, las mismas que se hundieron
en las bravas aguas del Caribe a finales del siglo XVIII, a barcos potentes impulsados por vapor. De ese modo, viajar y hacer comercio no solo fue más rápido y eficaz, sino seguro. Atravesar el Atlántico fue la meta y el destino de muchos, fenómeno que explica por qué creció la migración a Estados Unidos, el flujo de mercancías hacia ese país y puntualmente a Nueva York, metrópoli que se convirtió en la más importante del mundo.
El momento fue ideal para la industria de los astilleros, que fabricaron enormes embarcaciones para carga y pasajeros, muchos caracterizados por el lujo y exclusividad, aunque de igual manera hubo cupo para los inmigrantes que viajaban en las partes bajas de los inconmensurables buques.
Otro modo de transporte que incursiona con la revolución industrial es el ferroviario, ya que con la invención de la locomotora el comercio dio otro giro, permitiendo fabricar a grandes distancias. En el siglo XIX muchos productos, básicamente de la industria de alimentos, debían manufacturarse metódicamente en los centros de consumo, pues resultaba imposible elaborar o transformar perecederos desde sitios lejanos.
El hombre nunca fue conformista y por ello siguió explorando formas de transporte, encontró facilidades en los ríos –como lo hizo Estados Unidos– y finalmente, en 1886, llegó al automóvil que asombrosamente dio enormes pasos en capacidad, confort y utilidad.
En comercio hizo carrera el modelo económico que en principio enfrentó dos teorías: la neoliberal, que tiene como fundadores a Milton Friedman y a Friedrich von Hayek, con la del profesor John Maynard Keynes, uno de los economistas más prestigiosos del siglo XX. La primera tesis, la neoliberal, es una teoría que busca al máximo reducir la intervención del Estado, y que al apoyar las libertades económicas y el ahorro, defiende tajantemente el libre mercado, una corriente que abre las economías facilitando la privatización, la inversión y la desregulación.
Por su parte, el profesor Keynes habló de la demanda agregada que se sintetiza en el gasto de hogares, empresas y gobierno. Ese tipo de demanda –argumentó el economista británico– es el motor más importante de una economía. Criticó el libre mercado al estimar que adolecía de mecanismos de auto-equilibrio que condujeran decididamente a la generación de empleo.
Resulta todo un homenaje a las escuelas económicas más encomiables la cita, porque permite entender la globalización, que a partir de las zonas de libre comercio, inserta los países y los aparatos productivos en un sistema mundial de intercambio, comercio y suministro. La globalización llega en momentos apremiantes de la economía, puesto que aparece precisamente cuando se hace necesario abaratar los costos de producción y facilitar la competitividad, un ítem vital en el contexto global.
La globalización no se quedó estrictamente en el intercambio de mercancías o la venta de servicios, habida cuenta que el término impactó otros semblantes esenciales de la vida, así que hoy vemos internacionalizados temas culturales, sociales, políticos y educativos. Con la globalización, las naciones empezaron a hablar un solo idioma, trazaron una agenda común y basaron sus éxitos en la disciplina, la innovación, la competitividad y el conocimiento.
Todas las actividades de comercio redundan en mayores ingresos para factorías y países, con la globalización el mundo cambió su forma de adquirir bienes y servicios, productos que anteriormente costaban sumas importantes bajaron de precio, todo porque muchas empresas empezaron a fabricar esos productos y la mayor oferta desinfló los precios.
Entrar en la competencia mundial fue significativo en materia de desarrollo porque los países afinaron en competitividad, construyeron o mejoraron puertos y aeropuertos e hicieron inversiones en sistemas ferroviarios, vías modernas y otras inyecciones de capital en comunicaciones, educación y conectividad digital.
Las empresas entraron en la era de producción a escala, mejoraron los sistemas de negociación y adquisición de materias primas. Algunas multinacionales decidieron trasladar su mano de obra a países en vía de desarrollo, bajando los costos de producción al debate mundial que se generó por la pérdida de empleos y el impacto en las economías.
El nuevo esquema de comercio exige herramientas, pide condiciones y una legislación estable porque uno de los talones de Aquiles de la globalización han sido las reglas de juego, la tranquilidad y la seguridad jurídica, inquietud no menor de la inversión.
Todas las modalidades de comercio en la escala global necesitan celeridad, sistematización y maneras más rápidas de internar las mercancías, todo porque en los países en vía de desarrollo, las demoras son de largo aliento ocasionando inconvenientes y pérdidas. El sistema aduanero logró grandes avances en el planeta; sin embargo, hay países que siguen di-
INTRODUCCIÓN 19
latando inversiones perentorias en adecuación tecnológica, demorando la puesta en marcha de las nuevas plataformas y tecnologías para hacer del comercio una experiencia afable y no un tormento.
Las épocas van devorando almanaques, el mundo gira y los progresos mercantiles son cada vez más notorios. El comercio exterior es hoy la columna vertebral del desarrollo, por tal razón fue creada la Organización Mundial del Comercio, OMC, en 1995, un organismo rector del comercio mundial que erigió su sede en Ginebra, Suiza. Su misión es velar por el fiel cumplimiento de las reglas internacionales de comercio, revisar la normatividad y percatarse del buen funcionamiento de los acuerdos comerciales.
Hoy, al hablar de comercio internacional, el mundo empresarial, exportador e importador, deja claro que las metas son fácilmente alcanzables cuando un país logra especializarse en lo que mejor sabe hacer, de tal manera que en un mundo globalizado las naciones tienen el espacio para las sociedades y las alianzas, pero igual para la competencia.
El comercio ha permanecido con el hombre, es inherente al ser humano y a las diferentes sociedades.
En Colombia, el comercio resultó concluyente en tiempos prehispánicos, las culturas precolombinas fueron agricultoras, alfareras, pescadoras y mineras. El trueque fue el común denominador de la época en territorio colombiano como en América Latina. Con la conquista y la colonia llegan periodos complejos de adaptación, puesto que con Cristóbal Colón y sus acompañantes llegaron muchas especies desconocidas tanto en plantas como en animales domésticos.
La dinámica productiva cambió, la minería fue la base de la nueva economía, totalmente extractiva y generadora de enormes riquezas tazadas en oro, plata y piedras preciosas.
La economía colombiana del siglo XIX reportó cambios radicales con la independencia y
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fueron apareciendo negocios incipientes como el del tabaco y el añil, productos que eran exportados dándole ingresos al fisco con una actividad rentable y necesaria. Los indicadores de crecimiento mejoraban tibiamente en tanto crecía la labor temprana de comercio exterior.
El café se impone como el producto estrella del siglo XIX, y gracias al trabajo de personas tozudas y pujantes llega la primera exportación de grano excelso en 1835, una venta que fue creciendo de manera importante y que tan solo encontró freno con la Guerra de los Mil Días, conflicto interno que acaeció entre 1899 y 1902, cuando el choque de fuerzas asoló el campo y destruyó la economía. Por fortuna, más de 300 años de historia cafetera han dejado ver la capacidad de sus productores y de la Federación Cafetera fundada en 1927.
No menos importante fue el petróleo, recurso descubierto por indígenas yariguies y luego encontrado y comercializado gracias a dos grandes concesiones, De Mares y Barco. Colombia perforó su primer pozo petrolero en 1918 cuando prometían las reservas del famoso campo Cira-Infantas de donde brotaban 2.000 barriles de crudo por día. Con el tiempo se crea la primera refinería en Barrancabermeja, exactamente en 1921.
La economía colombiana ha tenido varios escenarios, pero con la aparición del papel moneda en 1885 y con unas políticas proteccionistas, el país fue encontrando firmeza y seguridad. A partir de las nuevas políticas Colombia empezó a proyectar un mejor comercio y una economía más confiable y sostenible. Fue trascendental la Colonización Antioqueña, esa conquista de las selvas y el desarrollo de una economía agrícola construida a lomo de mula, caminando a la deriva entre malaria y enfermedades tropicales, unas poblaciones hechas con máximo esfuerzo a donde se llegó descuajando monte, a punta de machete y con el apoyo de familias numerosas que enfrentaron geografía, clima y maraña.
Economía y comercio han tenido que soportar embates naturales, enfermedades y pan-
demias. En 1918 arribó la peste española y un siglo después, en 2019, hace su incursión el Covid-19, dos epidemias graves por los saldos en vidas humanas y en la economía. Sin embargo, hubo resiliencia, aguante y los números positivos volvieron a brillar.
Estas actividades pasaron por guerras mundiales, conflictos internos, desencuentros y calamidad, pero siempre encontraron la forma de seguir adelante porque el país demanda una economía dinámica, así como un comercio exterior fortalecido y dispuesto a asumir los retos que vengan en geopolítica, lo cual incluye nuevos competidores, China, competencia desleal, dumping, contrabando e informalidad.
Durante siglos en Colombia ha pasado de todo. Sin embargo, el sector primario y los empresarios hacen su mejor esfuerzo por mantener un aparato productivo en movimiento, capaz de abastecer el país y líder a la hora de venderle productos al mundo.
Todo es comercio, y por eso desde la Asociación Nacional de Comercio Exterior, Analdex, resulta grato mirar al pasado, sus comienzos y sus cuitas, pero igual el momento que hace más amable al trazar el derrotero del comercio que ya deja ver nuevos desafíos, los que asumió el gremio desde hace 50 años. Hoy, en medio de la cuarta revolución industrial, del apogeo digital y la inteligencia artificial, los encargados del comercio ven con esperanza un devenir que puede hacer de Colombia y sus capacidades, un país protagonista con un comercio en constante crecimiento.
Esta es nuestra historia
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El café se impone como el producto estrella del siglo XIX, y gracias al trabajo de personas tozudas y pujantes llega la primera exportación de grano excelso en 1835.
1970-1980 nuevo comercio
Trabajos trascendentales de cara al
La economía colombiana en la década de los años setenta venía de heredar un compendio de hechos que fueron dándole forma a una nueva manera de proyectar riqueza. Aún se hablaba de la Gran Depresión de los años treinta, del guayabo ocasionado por el Bogotazo, de la Segunda Guerra Mundial y un escenario complejo para el desarrollo económico por el proceso de violencia de los años 50. Precisamente por toda esa estela de ignominia llegó el golpe de estado al presidente Laureano Gómez. El general Gustavo Rojas Pinilla, asumió el gobierno desde el 3 de junio de 1953 hasta el 10 de mayo de 1957, año en el que el país retomó la democracia con un acuerdo bipartidista sellado por liberales y conservadores, llamado el Frente Nacional.
Del General Rojas Pinilla se puede decir que dejó huella por el desarrollo que le dio al país, en su mandato llegaron grandes obras que siguen siendo determinantes hoy. El militar construyó el aeropuerto El Dorado en Bogotá, los funcionales puentes de la calle 26, el Centro Administrativo Nacional CAN y el Hospital Militar Central.
Con Rojas Pinilla la mujer tuvo derecho al voto y llegó la televisión, puesta en funcionamiento el 13 de junio de 1954. Ese invento le había quedado en la mente al General cuando fue agregado militar en la Alemania nazi.
En materia de comercio exterior hubo alguna dinámica porque Colombia pudo tener mayor protagonismo con el final del conflicto internacional que desintegró la cruzada de Hitler. Al dejar su mandato, la Junta Militar
1970 - 1980
de transición le apostó a mejores opciones comerciales para Colombia y es cuando incursiona el sonado Plan Vallejo, instrumento empresarial que facilitó la importación de materias primas y bienes de capital sin el pago de impuestos o derechos aduaneros; la condición fue hacer con ese beneficio exportaciones equivalentes.
La idea del eficiente régimen fue del empresario y economista Joaquín Vallejo Arbeláez, ministro de Fomento de la época, quien aportó de manera importante con otras herramientas y estratagemas para darle mayor relieve a las exportaciones. El señor Vallejo fue ministro en cuatro ocasiones durante la Junta Militar y el Frente Nacional.
El comercio se matriculaba en una liga especial con la firma del Acuerdo de Cartagena, el 26 de mayo de 1969, que le dio vía libre a la Comunidad Andina, otrora Pacto Andino o Grupo Andino. Con la integración del bloque regional, la economía logró mayor dinámica y empezaron a darse unas exportaciones interesantes a los países del llamado vecindario.
Pastrana Borrero, un gobierno de exportación
En 1970 asumió la Presidencia de la República Misael Pastrana Borrero, el cuarto y último presidente del Frente Nacional. En su mandato fue creada la Unidad de Poder Adquisitivo Constante, UPAC, vital para el negocio de la vivienda; modernizó el campo; creo líneas especiales de fomento para los labriegos y fue trascendental en el comercio exterior porque en su administración crecieron las exportaciones. El presidente Pastrana alcanzó un determinante apogeo exportador, habida cuenta que las ventas al exterior pasaron de 93,8 millones de dólares a 426,1 millones de dólares, un repunte de 460 por ciento.
De ese inicio de década hay un dato nada menor y es que en el mandato de Pastrana Borrero el café logró, después de una larga hegemonía, pasar al segundo puesto en importancia a la hora de hacer sumas y restas en comercio internacional, permitiendo que otros sectores productivos reportaran un comportamiento importante, como aconteció con las exportaciones no tradicionales y con alto componente de valor agregado.
Este acuerdo, que quiso fortalecer el comercio regional, nació al amparo del derecho en aras de lograr un desarrollo integral, equitativo e independiente, totalmente soberano, para unir a la población Andina.
Los países miembros de la Comunidad Andina suman más de 109 millones de habitantes, un mercado destacado y vigente que está llamado a rehacerse ante la firma de nuevos acuerdos comerciales rubricados en los últimos años.
En el plano exportador, el presidente Pastrana, en línea con la política de su antecesor Carlos Lleras Restrepo, ofreció facilidades a la inversión extranjera en sectores fundamentales, como textiles, químicos, cementos, asbesto. Igual fue estricta y firme la política en hidrocarburos, ya que en ese tiempo hubo una serie de convenios que incorporaron campos productivos en favor del Estado, acción que vino de la mano con desarrollo en infraestructura, de procesamiento y distribución.
El Gobierno Pastrana es recordado por hacer la devolución del 100 por ciento de los derechos de la multinacional Shell, y 50 por ciento de los de Colpet y Sagog; y fue adquirido 50 por ciento de los proyectos de la Gulf. En su gestión se hizo visible el trabajo en explotación carbonífera, ya que se firmó el
En esta época se le apostó a mejores opciones comerciales para Colombia y es cuando incursiona el sonado Plan Vallejo, instrumento empresarial que facilitó la importación de materias primas y bienes de capital.
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contrato para el comienzo de explotación del Cerrejón en la Guajira.
La reforma agraria tan esperada quedó en veremos y el final de su Gobierno imprimió una marcada diferencia con los pequeños y meDianos propietarios de la ruralidad. En el frente energético, la generación eléctrica aumentó a razón de 55,4 por ciento.
Antes de un enorme acontecimiento para el empresariado colombiano con actividad exportadora, fue llevado a cabo en 1968, el Primer Congreso Nacional de Exportadores, organizado por el Departamento de Coordinación y Desarrollo de la Cámara de Comercio de Bogotá y el Fondo de Promoción de Exportaciones. Con ocasión del evento que se cumplió en la capital del país, fue perceptible la consciencia por parte del tejido empresarial
colombiano frente a la trascendencia del sector externo en la economía local.
Varios agentes coincidieron en afirmar que resultaba importante fundar un gremio que representara los intereses de los empresarios con vocación exportadora.
El escenario cronológico no pudo ser mejor: en febrero de 1971 se materializó la aspiración de los empresarios, el sueño se hizo realidad puesto que nació la Asociación Nacional de Exportadores, Analdex, una entidad perteneciente al sector privado, que trabajaría de manera positiva por inclinar la balanza en la definición del dilema que se había planteado el país: “Exportar o morir”.
Los años 70 fueron decisivos para perfilar el nuevo comercio, ya que China, el gran mercado, salía de un comunismo y de la corriente
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Paisaje cafetero colombiano.
maoísta para entrar de lleno en el capitalismo y así mostrarle al mundo que no iba a ser cualquier jugador. Ese episodio puso a pensar a más de uno, pues el gran dragón no sería únicamente fabricante de juguetes o valijas de fina porcelana, no, sino que abarcaría prácticamente todos los sectores productivos, incluyendo la vertiginosa tecnología.
Entra a escena Deng Xiaoping, el llamado arquitecto general de reforma y apertura de China. En 1977 el gigante asiático, de la mano del impulsor, se lanzó al ruedo de los negocios, dejando ver una transición económica basada en el capitalismo y el sistema de producción a escala.
Así las cosas, en la vida de la Asociación se pueden tipificar varias etapas que han marca-
do su desarrollo. En principio y como se nota, hubo una herencia histórica que fue llevando la iniciativa para una gestión gremial exitosa que estuvo matizada por el trabajo, la investigación y la lectura presente y futura de los mercados, pero igual de las diversas coyunturas y ciclos inherentes a la economía. Una primera etapa podría identificarse como aquella que transcurre desde su creación hasta 1985.
Podría señalarse que en esta primera fase la Asociación, si bien fue fundada por empresas, descansa su representatividad en agremiaciones sectoriales, hasta el punto que en 1985 buena parte de la base de afiliados fueron gremios y no necesariamente empresas individuales. Esos tiempos no eran fáciles, desde
Foto: cortesía El Cerrejón
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Puerto Bolívar, Guajira.
1975 el mundo no ocultaba un consecuente nerviosismo por los niveles de deuda pública y privada, pero igual el comienzo de unos acontecimientos complicados que afectaron las economías de América Latina y el mundo: nuevamente se hacía más fuerte la tesis de la prosperidad, no obstante, los efectos de la concentración, los ciclos y las burbujas.
En 1986, en la plenitud de la “Década Perdida”, la nueva Junta Directiva, a la cual se incorporan empresas individualmente afiliadas, decide darle un nuevo aire e impulso a la Asociación buscando que la base de afiliados fuera conformada mayoritariamente por empresas y no necesariamente por gremios sectoriales. Con este nuevo enfoque, la Junta Di-
rectiva decide efectuar un cambio en el equipo que dirige y administra el Gremio. Termina la Presidencia Ejecutiva de Alfonso Rojas Llorente y asume Fernando Barberi.
La gestión de Barberi estuvo encaminada en consolidar el gremio a través de la prestación de servicios a las empresas afiliadas. En este sentido cabe destacar la labor que desarrolló la Asociación en la defensa del sector textil-confección, en la investigación por Dumping y subsidios que abrió el Departamento de Comercio de los Estados Unidos en contra de las exportaciones de textiles y confecciones de Colombia a los Estados Unidos.
La renuncia a un porcentaje de los Certificados de Reembolso Tributario, CERT, y la definición de un piso a la tasa de interés de los créditos que Proexpo, el banco de fomento creado en 1967 para impulsar las exportaciones, permitió cerrar la investigación sin la imposición de derechos antidumping o de compensatorios a las exportaciones de Colombia.
Al margen, es preciso señalar que, con los recursos de los certificados de abono tributario, CAT - CERT, pertenecientes a los exportadores para no reclamos, se erigió un Fondo que permitió contar con el capital semilla para la creación de INEXMODA.
Fernando Barberi retoma la realización de los Congresos de Exportadores y genera con ellos nuevamente la discusión alrededor de la política pública que debe regir en materia de exportaciones. La publicación de Exponotas, como medio de expresión de la Asociación, es igualmente una de las realizaciones de la administración de Barberi.
En junio de 1987 ingresa a Analdex, a desempeñar el cargo de vicepresidente técnico, Javier Díaz Molina, cargo que hasta ese momento estuvo en cabeza de Carlos Enrique Pardo.
Con el ingreso de Díaz, se diseñaron nuevos servicios de consulta y asesoría para los afiliados. Igualmente se creó el Premio Nacional de Exportaciones, que en sus primeras versiones estuvo patrocinado por Coltejer, y que
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posteriormente contó con la alianza Proexport- Analdex, que permitió consolidar el premio como un reconocimiento público-privado a la labor de los exportadores. Desde siempre, el Premio Nacional de Exportaciones ha sido entregado por el Presidente de la República en el marco del Congreso Nacional de Exportadores.
En esta época, igualmente, se dio inició al Seminario de Periodistas, como un ejercicio de capacitación orientado a lograr que los comunicadores manejaran de la mejor manera los conceptos y temas relacionados con el sector externo de la economía.
Para el desarrollo de estas tareas se empezó a estructurar un equipo que en principio contó con Andrés Zuluaga Camacho como asistente de la Vicepresidencia Técnica, y Dilia Robinson como directora administrativa de la Asociación.
Al término de la exitosa y fructífera gestión de Fernando Barberi, que logró consolidar a la Asociación como representante y vocera de los intereses de los exportadores colombianos, lo sucedió Ricardo Sala Gaitán, quien estuvo aproximadamente un año al frente de la Asociación.
En esta fase se sigue consolidando el equipo profesional en la Asociación. El economista Andrés Zuluaga Camacho hace frente a la Dirección de Asuntos Nacionales, y José David Marín Enríquez, igualmente economista de los Andes, asume la Dirección de Asuntos Internacionales. También integra el equipo Jorge Mejía y en la Dirección Administrativa se desempeña Mónica Barrera.
Esta época fue muy rica en la discusión de política pública. A finales de la administración Barco se empieza a estructurar lo que después se conocería, en el gobierno Gaviria, como la apertura económica y para la Asociación fue muy enriquecedora la discusión alrededor de lo que debería ser la nueva institucionalidad de Comercio Exterior.
La extinción de Proexpo se da para darle paso a tres instituciones nuevas: Bancóldex como el organismo encargado de la promoción financiera de las exportaciones, Proexport tendría a su cargo la promoción no financiera y Fiducoldex como la fiduciaria que entre otras cosas tendría dentro de sus funciones el manejo administrativo de Proexport.
Durante el proceso, el gobierno nacional invita a la Asociación a ser accionista de Fiducoldex, conjuntamente con otros gremios y cámaras de comercio, ello para lograr que la nueva entidad fiduciaria fuera una compañía de capital mixto, de forma tal que funcionara bajo el régimen de contratación privada.
Enestaépocavalelapenaresaltareltrabajoyapoyodela JuntaDirectivadelaAsociación,quedestacóalosdirectores Alfredo Carvajal Sinisterra, Hernán Cortes, Fer-nando Delgado, Jorge Urrutia Montoya, Richard Perlman, Rafael Pavia y Guillermo Valencia Jaramillo (q.e.p.d.)
A Ricardo Sala lo sucedió el exministro de Desarrollo Jorge Ramírez Ocampo. Al nuevo Presidente de Analdex le tocó enfrentar el inicio de la apertura económica en 1991,
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acompañada de un fuerte proceso de revaluación del peso colombiano que postró empresas y generó todo tipo de apuros.
La apertura comercial estuvo asistida por la liberación del mercado de capitales, provocando un fuerte ingreso de dólares a la economía y una alta apreciación del peso colombiano.
trasquilados”, fue la frase con que la cual Jorge Ramírez Ocampo, resumió los resultados de aquel Congreso.
La bonanza de los precios del petróleo llevó a que el país viviera una especie de enfermedad holandesa, que benefició el desarrollo de los sectores no transables internacionalmente, impidiendo que los sectores transables jalonaran el crecimiento de la economía como se suponía debía hacerlo en desarrollo del proceso de apertura económica.
Se esperaba que la apertura económica condujera a una mayor inserción de la economía colombiana en los mercados internacionales. Sin embargo, rápidamente el gobierno nacional se dio cuenta que una apertura unilateral no garantizaba que ello fuera así: mientras Colombia disminuía sus aranceles, eliminaba la lista de prohibida importación y reducía la nómina de productos que requerían licencia previa para su importación, los socios comerciales mantenían inalterada su estructura arancelaria.
Se planteó entonces la necesidad de negociar acuerdos comerciales que permitieran abrir la economía y obtener recíprocamente acceso al mercado de los socios para los productos colombianos.
Este proceso se inicia con la Comunidad Andina y particularmente con Venezuela, país con el cual se logró perfeccionar el Arancel Externo Común, es decir, se armonizó y estableció el mismo arancel frente a terceros países.
Ante la situación que enfrenta el sector de bienes transables internacionalmente, Jorge Ramírez, convocó a un Congreso Extraordinario de Exportadores y planteó la problemática al gobierno. El ministro de Hacienda Rudolf Hommes Rodríguez, no solo ratifica la política comercial y cambiaria, sino que frente a los asistentes al Congreso de Exportadores anuncia un recorte del CERT. “Fuimos por lana y salimos
La armonización del arancel y de algunas políticas con Venezuela, posibilita que se inicie el proceso de integración del G-3, la creación de una zona de libre comercio entre Colombia, Venezuela y México. En la negociación del arancel externo con Venezuela y en todo el proceso del G-3, la Asociación participó de manera muy activa.
El vicepresidente Técnico de Analdex, Javier Díaz, colaboró activamente en la negociación hasta el punto de hacer parte del denominado grupo de “los 7 sabios”, que conformó
Las ventas al exterior pasaron de 93,8 millones de dólares a 426,1 millones de dólares, un repunte de 460 por ciento.
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el ministro de Comercio Juan Manuel Santos, y como asesores del sector privado en este grupo hacían parte también Hernán Puyo, vicepresidente de Comercio Exterior de la Andi; Ana Rita Cárdenas, vicepresidente de Acoplásticos; Gustavo Tobón Londoño, presidente de Fedemetal; Camilo Llinás Angulo, presidente de Acolfa; entre otros.
Se suponía que este convenio dejaría a Colombia en condiciones de negociar con Estados Unidos, y México era el ‘sparring’ que prepararía a los colombianos para la negociación con el principal socio comercial.
La negociación del G-3 exigió del sector privado la concertación de posiciones frente al gobierno Nacional. “Díganme cuál es el teléfono del sector privado, porque todos llegan a proponer cosas diferentes a nombre del sector privado”, dijo el viceministro Juan José Echavarría, y obligó a los empresarios a organizarse para unificar posiciones.
El modelo fue el esquema de organización que tenía el empresariado mexicano. Así se dio inicio en Colombia al organismo cúpula: el Consejo Gremial Nacional, partiendo de la base existente que era el frente empresarial, un club de amigos que años atrás había creado Fabio Echeverri Correa, presidente de la Andi.
La estrategia para lograr una negociación con Estados Unidos se vio frustrada con la elección como Presidente de Colombia de Ernesto Samper, cuya campaña fue infiltrada por los dineros del narcotráfico.
La alternativa es, entonces, no aparecer como país individual sino mimetizarse dentro de los bloques que juegan en el proceso de creación del ALCA, el Área de Libre Comercio de las Américas, lanzado por Estados Unidos para integrar los 34 países del hemisferio americano en una gran Zona de Libre Comercio.
Este asunto resulta relevante en la historia de Analdex, porque la Asociación no solo participa en los diferentes grupos de negociación sino porque el Presidente Samper le solicita a Jorge Ramírez Ocampo que sea la cabeza para
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la organización de la Cumbre del ALCA a realizarse en Colombia en 1996. Ramírez Ocampo asume este compromiso en calidad de presidente de Analdex, comprometiendo a la Asociación en este propósito.
Fueron creados entonces dos equipos de trabajo para el desarrollo de esta tarea. Un equipo encabezado por Jorge Ramírez Ocampo, y conformado por Andrés Zuluaga, Jaime Suárez, Carmenza Porras, Mónica Sierra, Luisa Fernanda Santamaría, Patricia de la Cruz y con Graciela Linares en cafetería.
En Analdex, el equipo que seguía al frente de las tareas de la Asociación encabezado por Javier Díaz Molina, y acompañado por Camilo Casas, Miguel Camacho, Martha Patricia Ávila, Amanda Granados y César García.
El éxito de la Cumbre en Cartagena fue total: más de 3.000 empresarios y funcionarios de los gobiernos de 34 países del hemisferio deliberaron y disfrutaron en La Heroica.
Es de recordar que el proceso del ALCA no corrió con similar suerte, pues terminó fracasando en la disputa entre Estados Unidos y Brasil. Los estadounidenses querían que el proceso incluyera la agricultura, pero no los servicios, mientras Brasil pretendía lo opuesto.
Tras el éxito de la Cumbre del ALCA y al sufrir algunos quebrantos de salud, Jorge Ramírez Ocampo, decide retirarse de Analdex en 1997, quedando encargado de la presidencia de la Asociación Javier Díaz Molina. El encargo duró muy poco, tan solo tres meses, al cabo de los cuales renunció para ir a trabajar en Proexport. La Junta Directiva no le aceptó la renuncia y lo nombró presidente en propiedad. En septiembre de 1997 designó a Camilo Casas Mantilla como Vicepresidente Técnico de la Asociación por tres años.
La negociación del TLC con los Estados Unidos fue tal vez el proceso que demandó mayor esfuerzo y dedicación de la Asociación por estos años.
En el plano interno, las tareas estuvieron dedicadas a transformar la Asociación en un
gremio que representara no solo a los exportadores, sino a los importadores, todo el Comercio Exterior, dando cabida dentro de los afiliados a las empresas importadoras en una primera instancia y posteriormente a las empresas de logística también.
De igual manera, el presidente Díaz se comprometió con el fortalecimiento patrimonial del gremio, proceso en el cual consiguió para la Asociación, meDiante un Leasing con Bancóldex, las oficinas de Cali, localizadas en el centro empresarial Chipichape, y la oficina de Bogotá, en el piso 10 del Edificio UGI. Más reciente fue la adquisición de las oficinas de Medellín, ubicadas en el Edificio Fórum.
De igual forma, para fortalecer las finanzas de la Asociación, se trabajó en un programa de diversificación de recursos, de tal manera que la Asociación no dependiera exclusivamente de las cuotas de sostenimiento de los afiliados, sino que se generaran recursos meDiante la realización de eventos y asesorías en comercio exterior. Este programa ha continuado y la Asociación hoy en día tiene un presupuesto en el cual el origen de los recursos proviene en 50% de las cuotas que pagan los afiliados y 50% de la realización de actividades propias.
Pasaron cinco décadas y con ellas todo tipo de acontecimientos, tras los oficios y gestiones del gremio exportador por excelencia. Las efemérides fueron quedando en la mente como lo más sublime en la construcción de país y gremio, pero también en
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“Díganme cuál es el teléfono del sector privado, porque todos llegan a proponer cosas diferentes a nombre del sector privado”, dijo el viceministro Juan José Echavarría.
el corazón, porque muchas de estas acciones representaron pasos determinantes en la edificación de la nueva Colombia, la que empezó a catapultarse en el siglo XX para dar el gran salto en el siglo XXI.
Gobierno de Alfonso López, altas y bajas para el comercio
Retomando la década de los 70, no puede dejarse en el tintero la gestión del presidente, Alfonso López Michelsen, quien creó un plan para contrarrestar el déficit fiscal del momento por medio de la disminución del Certificado de Ahorro Tributario, CAT, una medida contraria a la dinámica exportadora, así como también la supresión de otros subsidios necesarios para incentivar la actividad de comercio exterior.
El Gobierno de López conllevó a muchas contrariedades en la gente, porque en su reforma tributaria creó tres mecanismos que no dejaron un buen sabor en el público: en primer lugar, implantó el impuesto de ganancia ocasional, un gravamen sobre liquidación de sociedades y el impuesto sobre herencias, donaciones e indemnizaciones por despido injustificado, una iniciativa que fue asumida como injusta por parte de algunos contradictores.
Este mandato reportó un hecho sumamente favorable en 1977 para el país agrícola y las finanzas del Estado. Como consecuencia de la sextuplicación de las cotizaciones internacionales del café, el precio del grano subió en un solo año a razón de 40 por ciento. El alza en el precio del café en las bolsas del globo fue gratamente visible,
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puesto que pasó de 50 centavos de dólar a tres dólares la libra, ello en la alborada del inolvidable 1977.
El inmejorable momento cafetero hizo que los ingresos en dólares a causa del histórico precio pasaran de 600 millones a 3.300 millones de dólares, toda una bonanza cafetera, sin duda. De ese apogeo vino una mejora ostensible para los productores que recibieron un generoso precio interno de compra. La remuneración cafetera dio un salto con garrocha, porque de 2.350 pesos por carga de café de 125 kilos, ésta pasó a 7.200 pesos: toda una bendición, sobre todo porque regía en ese tiempo el Pacto Cafetero o Acuerdo de Cuotas vigente desde 1962.
A raíz de la bonanza cafetera, los ingresos por café medidos en pesos pasaron de 13.000 millones a 37.000 millones. La nueva riqueza trajo sus consecuencias porque
llevó a un enorme aumento de los medios de pago, básicamente del circulante que estaba en poder del público para la adquisición de bienes y servicios.
Al haber tanto dinero frente a la producción del café, vino un fenómeno económico que jalonó los precios del café. Colombia llegó a exportar más de lo que adquiría en el exterior. Igual, el recordado momento condujo a un encarecimiento de los bienes básicos y de la misma canasta familiar.
Estos tiempos fueron trascendentales en la economía, permitieron la fiesta de las vacas gordas, pero de alguna manera dejaban en el ambiente un presentimiento de mercado, con matices geopolíticos, que años más adelante corroboraría un nefasto anuncio, cambio de tercio y un escenario cafetero que pasaría de extremo a extremo, un tema de los complicados años 80.
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Administración Turbay Ayala, demasiado por hacer
El Gobierno del presidente Julio Cesar Turbay Ayala que comprendió el cuatrienio 19781982 centró su gestión en producción, seguridad y empleo. En su gobierno las cosas no fueron fáciles porque la agenda empezaba a afectarse por líos de índole social y de seguridad. El país abandonaba la “bonanza marimbera” para entrar en un dolor de cabeza de largo plazo: el narcotráfico y todo el armazón de carteles y rutas que arrinconaron al país. A esta administración se le abonan los avances en infraestructura, básicamente las que tienen que ver con el sector eléctrico. En su gobierno fue forjado el Plan de Integración Nacional, PIN, que tuvo como fines la descentralización económica y mejoras en la población con la unificación de país.
Según los registros de la Casa de Nariño, Turbay Ayala vio un fortín en el sector eléctrico y por ello impulsó obras del calibre de Chivor II, Paipa II, la térmica de Chinú, Zipaquirá IV y las termoeléctricas de Barranquilla y Cartagena. También fueron construidas las centrales de San Carlos, Paraíso, la Guaca, el Cerrejón y Zipaquirá.
Los registros palaciegos dicen que ese gobierno acrecentó la búsqueda de yacimientos petroleros y fue así como se exploraron 100 pozos, destacándose hallazgos interesantes como Andalucía, Tocaría, Arauca I y II, Palogrande y Apiay.
En ese gobierno fue elaborado el proyecto minero que facilitó la exploración de las minas de carbón del Cerrejón en la Guajira y las de níquel en Cerromatoso, importante plan extractivo de Córdoba.
En vías fueron hechas algunas inversiones, como la construcción de la carretera que unió a Bucaramanga con la Costa Norte y más de 50 por ciento de la autopista Medellín-Bogotá. En ese periodo se construyeron los aeropuertos de Barranquilla y Cartagena, y también avanzaron obras en el Tapón del Darién.
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Foto: cortesía El Cerrejón
Las políticas económicas no tuvieron mayor brillo, en ese periodo presidencial hubo un desplome alarmante en los precios del café, el ambiente macroeconómico preocupaba en vista que aumentaron los niveles de inflación y deuda externa. Los puestos de trabajo no se contaron de manera importante y el recuerdo que queda en empleabilidad es una cifra elevada en la informalidad.
No cabe duda de que si algo no funcionó como un relojito fue la economía, la situación llegó a tal punto que gremios de la importancia de la Asociación Nacional de Industriales, Andi, y la Federación Nacional de Cafeteros amenazaban con paro cívico.
Las cifras no ayudaban, la economía que venía a velocidades extremas se ralentizaba y los precios de los commodities seguían deprimiéndose. En ese orden de ideas, el presidente de la Andi, Fabio Echeverri Correa, y el vocero de los caficultores, Arturo Gómez, le esbozaban al ejecutivo volver a poner en orden la economía con carácter urgente, ya que pese a un crecimiento de ocho por ciento en 1978 y un indicador que rodeaba el siete por ciento en 1979, era tildado de “unilateral” y tremendamente favorable a la concentración de capital en el sector financiero.
Un servicio que llegó en el mandato de Julio Cesar Turbay Ayala fue la televisión a color, instituida el primero de diciembre de 1979, el regalo navideño para los colombianos y la novedad con la que se despidió la década de los 70. Hay que aclarar que con ocasión del Mundial de Fútbol Alemania 74, fue posible hacer una primera transmisión.
Analdex, un sueño cumplido para el comercio exterior
El comercio, como se dijo, llegó a la década de los 70 luego de una serie de acontecimientos que refundaron la economía y los mercados por todo el tema de las guerras mundiales y los conflictos internos.
Sin duda alguna, la reconstrucción de Europa gracias al Plan Marshall en 1947, le dio impulso a la economía mundial y generó un aliciente en aquellos que veían en la devastación bélica, un muy largo plazo para reactivar los mercados en el Viejo Mundo.
Los años 70 estuvieron muy matizados por la geopolítica, eran momentos complicados entre árabes e israelíes, pero igual sirvieron de contexto a la guerra de Vietnam. En el campo político la atención se centraba en Washington con el escándalo del Watergate y sus repercusiones.
En el plano económico el petróleo fue crucial, por cuanto vino un remezón en el mercado de crudo que puso a la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP, contra la pared, razón por la cual se tomaron
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al seno del organismo una serie de medidas. En 1973 se presentó el embargo del bloque árabe que generó grandes problemas en occidente, ya que los precios se cuadruplicaron ocasionando crisis económica, una inflación muy seria, así como un desempleo con indicadores de alarma.
Colombia atravesó múltiples etapas en el proceso de apertura al comercio exterior durante el siglo XX. La primera etapa se enmarca desde el fin de la Guerra de los Mil Días, en 1904, hasta los años veinte, en los cuales el país estuvo relativamente cerrado al intercambio comercial, postura que cambió con el crecimiento de las ventas de café a finales de esta década. No obstante, se dio un fuerte cambio luego con la Gran Depresión, cuando se disminuyeron los términos de intercambio y el flujo de financiación desde el exterior, de manera que las reservas del país se minaron haciendo también caer el patrón oro y estableciendo controles de cambio en el país.
Desde el primero de enero de 1970 hasta el 31 de diciembre de 1979 el globo estuvo sumido en conflictos, religión y terrorismo. Terminaba una década difícil, de Guerra Fría, que se iba abriéndole la puerta a una época aún más complicada.
Los detalles
En el siglo XX, Colombia experimentó y vivió un sinnúmero de periodos en los cuales diferentes pensamientos hicieron mella en el desempeño económico. Es así como el comercio exterior fue uno de los más importantes, si no el más importante aspecto que estuvo en las discusiones económicas y políticas sobre el futuro del país. En Colombia, al igual que en América Latina, el crecimiento durante esta época estuvo estrechamente relacionado con el comercio exterior, pues en esencia dependía de las fluctuaciones de los términos de intercambio y los volúmenes de producción disponibles para exportación; no obstante, el nivel de apertura se mantuvo bajo, incluso pese a la reducción de los costos arancelarios, en transporte y comunicaciones que se produjo a finales de la década de los 90.
La falta de divisas que registró el país entre los años 30 y 60 marcó la política de comercio exterior, que se vio impactada por la fuerte caída que sufrieron las exportaciones, en gran parte endilgadas a las políticas comerciales proteccionistas, la ineficiencia del aparato productivo, la baja competitividad y la sobrevaluación cambiaria, que mantuvieron a las exportaciones e importaciones como porcentaje dentro del PIB en un 10% promedio cada uno durante esta época (Villar & Esguerra, 2007).
En 1934 inició la flexibilización de los controles cambiarios establecidos luego de la Gran Depresión, especialmente para los insumos y bienes de capital que requería la industria. Posteriormente, mientras tenía lugar la Segunda Guerra Mundial, disminuyó significativamente la demanda externa, aunque luego se recuperaría al finalizar la guerra. En la década de los cuarenta se estableció un tipo de cambio preferencial para el café, y entre 1953 y 1954 se produjo la bonanza cafetera que, entre otros, tuvo efecto sobre las flexibilidades en las importaciones que se extendieron incluso hasta los bienes de consumo.
Entre 1956 y 1967 luego de la bonanza cafetera se endurecieron los controles de cambios y con el fin de desestimular la demanda por divisas, en el país se establecieron sistemas de trueque y compensación con países específicos,
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A raíz de la bonanza cafetera, los ingresos por café medidos en pesos pasaron de 13.000 millones a 37.000 millones.
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depósitos previos a las importaciones, certificados de cambio y listas de licencia previa y prohibida importación, consolidando un sistema formal de controles a las importaciones.
A finales de los cincuenta es cuando la visión sobre el comercio exterior empieza a dar un gran giro. En 1959 el gobierno de la Junta Militar introdujo el sistema especial de importación y exportación denominado Plan Vallejo, que consistía en la liberación de aranceles sobre insumos importados para empresas que efectuaran contratos de exportación con el gobierno, de forma que se intensificó su uso y para 1965 contaba con 127 contratos bajo esta modalidad.
En 1967 se continúa con una muy parsimoniosa apertura, en la que se complementó la legislación relacionada con el Plan Vallejo, excluyendo de aranceles sobre insumos importados y utilizados en exportaciones ya efectuadas (Plan Vallejo Junior) y se permitieron, entre otras modalidades, la exportación parcial, en el caso de las importaciones de maquinaria. Además, en 1967 bajo el gobierno de Carlos Lleras Restrepo se expidió el Estatuto Cambiario (Decreto 444), en el cual se introdujeron subsidios directos a las exportaciones no tradicionales con el Certificado de Abono Tributario (CAT), que consistía en un documento al portador, negociable, que era expedido por el Banco de la República por un monto equivalente en pesos a 15% del valor total del reintegro en el mismo momento de la entrega por exportaciones distintas del petróleo y sus derivados, cueros crudos de res y café.
A partir de ese mismo año también se inició la política de devaluaciones graduales y pequeñas (crawling peg), que se mantuvo hasta principios de la década de los noventa, y que en conjunto con el Estatuto Cambiario generaron estabilidad en el ambiente del país luego de las grandes turbulencias que había sufrido en lo corrido del siglo XX.
En función de estos esfuerzos, se inició la reducción de los controles a las importaciones y una lucha contra las presiones inflacionarias de la época. Posteriormente, en 1971, una nueva legislación permitió al Congreso de la República cambiar la estructura arancelaria en 1973, proceso que se profundizó en 1978 durante el Gobierno de Julio César Turbay, con el plan de obras públicas en infraestructura en pro del comercio exterior.
Gremio con denominación de origen
En estos detalles de la fundación de Analdex es bueno recalcar que luego del renacimiento de la conciencia exportadora en
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puente Pumarejo en Barranquilla.
Colombia, a finales de los cincuenta, la creación de Proexpo y los demás incentivos para las exportaciones del Decreto 444, en el país empezaron a surgir las iniciativas empresariales con fines de exportación. Fruto de esto, en la década de los setenta las exportaciones finalmente pasaron el umbral de los 1.000 millones de dólares.
Como consecuencia de la realización del primer Congreso Nacional de Exportadores en 1968, los avances fueron muy grandes a fin de cristalizar el sueño empresarial con metas exportadoras.
El evento tuvo una excepcional concurrencia de participantes y despertó en el tejido empresarial colombiano la conciencia respecto a la trascendencia del sector externo en la economía nacional. Algunos industriales y personalidades de la época manifestaron que varios empresarios hablaron de la importancia de contar con un gremio que representase los intereses de los empresarios exportadores, conciencia que se materializó y prevalece hasta hoy en cabeza de la Asociación Nacional de Comercio Exterior, Analdex.
La Cámara de Comercio de Bogotá y el Fondo de Promoción de Exportaciones, organizaron en el congreso cuatro comités de trabajo relativos a los sectores de industria, comercio, servicios y agropecuario, además de una coordinación regional que se desempeñó en las ciudades de Barranquilla, Bucaramanga, Cali, Cúcuta, Cartagena, Manizales, Medellín, Pereira, Pasto y San Andrés. Así, se configuraron entonces cada comité y su correspondiente secretario permanente. El coordinador general fue Fernando Sanz Manrique, de la Cámara de Comercio de Bogotá, y el secretario general fue Rodrigo Niño, de Proexpo.
En su desarrollo, el congreso se dividió en cinco comisiones a las cuales asistían miembros de cualquier comité mencionado anteriormente, y el presidente del congreso fue el señor Rodrigo Uribe Echavarría, pre-
sidente de Coltejer. En la Comisión Primera resultó elegido presidente Enrique Roldán, quien anteriormente se desempeñaba como coordinador de la delegación del Valle del Cauca; el vicepresidente fue Luis Eduardo Fonseca, de la Universidad Gran Colombia; y el coordinador, Alberto Navas, de la Cámara de Comercio de Bogotá.
En la comisión II fue elegido como presidente Rodrigo Isaza, quien se desempeñó como coordinador regional de Antioquia; el vicepresidente fue Alfonso Uribe, de Industrias Metalúrgicas Apolo y Consejero de la Embajada de Colombia en Londres. Esta comisión estuvo coordinada por Hernando Ospina, del Fondo de Promoción de Exportaciones.
La Comisión Tercera tuvo como presidente a Juan Francisco Morales, de Index; como vicepresidenta estuvo Azucena Daza, de la Federación Nacional de Ganaderos; y fue coordinada por Raúl Gutiérrez, de la Cámara de Comercio de Bogotá. La Comisión Cuarta estuvo presidida por Ariosto Manrique, de Confitería Colombina de Cali; el vicepresidente fue Alberto Añez, de la Federación Metalúrgica Colombiana; y su coordinación estuvo a cargo de Rodrigo Niño, del Fondo de Promoción de las Exportaciones.
La Comisión Quinta eligió presidente a Julio Gerlein, de la Zona Franca de Barranquilla; la vicepresidencia la ostentó Gastón Abello, funcionario de la Cámara de Comercio de Barranquilla; y fue coordinada por Enrique Ordóñez, del Fondo de Promoción de Exportaciones.
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El 10 de febrero de 1971 en la Cámara de Comercio de Bogotá fue constituida la Asociación Nacional de Exportadores, Analdex.
En el Congreso Nacional de Exportadores de 1968, las diferentes comisiones comentaron las múltiples preocupaciones que existían en el ámbito empresarial a la hora de enfrentar el mundo en expansión, y entre estas se abordaron los problemas de financiación para las actividades, Proexpo era una entidad naciente que apenas cubría unas necesidades básicas y la banca comercial tenía altas tasas de interés, lo cual era un obstáculo competitivo.
Se hicieron manifiestas las dificultades en materia de transporte nacional e internacional, especialmente sobre los costos entre los centros de producción y los puertos, además de los derechos portuarios, bodegaje, cargue y descargue, y los inconvenientes dados por la prohibición de paso de camiones en las fronteras terrestres de la región. Los problemas se agudizaron ante un escenario realmente complejo, los sistemas de transporte carretero y ferrocarril no estaban preparados para manejar los volúmenes de carga que planteaban los objetivos del Gobierno Nacional.
Como si fuera poco, al problema se sumaba la pobre presencia de navieras internacionales, el desconocimiento de sus rutas, cronogramas y precios, además de la ignorancia sobre el uso de los contenedores, dificultades frente a las cuales el comité de transporte, o miembros de éste, realizaron grandes aportes como capacitaciones e investigaciones.
En lo relativo a la inseguridad, se mencionó en el comité de servicios que ésta generaba grandes pérdidas para los exportadores en las carreteras nacionales, aspecto que se recrudecería durante los años ochenta y noventa. Entre otros problemas, también se comentaban los relacionados con los seguros, la comercialización, la entonces falta de fortalecimiento del Estatuto Cambiario y la Superintendencia de Comercio Exterior, y Plan Vallejo. Sobre este último, indicaron que desde el Congreso Nacional de Exportadores se solicitaría mayor agilidad en los trámites y controles mucho más racionales para aportar al desarrollo del sector exportador colombiano.
Dentro del relicario de inconvenientes estuvo también la oferta exportable, una situación que preocupaba a los empresarios en la época, de acuerdo a las experiencias de algunos afiliados de la Asociación Nacional de Industriales (Andi) y la Federación Colombiana de Industrias Metalúrgicas (Fedemetal), donde quedó en evidencia que las empresas que iniciaron su proceso de internacionalización, identificaron que para el fortalecimiento de la oferta exportable era necesario intervenir la mentalidad empresarial, de forma que se dejara de lado el pensamiento de exportación de los excedentes.
Por el lado de las exportaciones agropecuarias, el café, que fue el producto exportable por definición, era el único que contaba con la infraestructura, calidad y volumen para salir a competir en el extranjero, pues productos como algodón, banano, azúcar y tabaco tenían grandísimos problemas por calidad, cantidad de producción, financiamiento y transporte. Como resultado de este Congreso Nacional de Exportadores, el Departamento de Coordinación y Desarrollo de la Cámara de Comercio de Bogotá y el Fondo de Promoción de las Exportaciones, publicaron el documento “Algunos aspectos de la política comercial nacional y su marco institucional”, de donde surge la iniciativa para robustecer una estructura institucional alrededor del comercio exterior en el país.
Sobre esto, precisamente, trató la propuesta que de allí se desprende, referente a la diversidad de instituciones, específicamente las de nivel normativo y las de actividades especializadas, encargadas de la implementación en tres frentes: promoción y agremiación, financiación y comercialización. Concretamente, en el primer frente, en lo atinente a agremiación, fue donde a partir del congreso se hizo manifiesta la necesidad y las recomendaciones del sector privado para crear una junta de política comercial, reestructurar la Superintendencia de Comercio
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Exterior y llevarla a nivel de Departamento Administrativo, entre otros.
Mientras, por el lado del sector privado, se estructuraría un gremio que reuniera y liderara a los exportadores del país, de forma que se complementara la labor del Estado con la desarrollada por los privados, mejorando la relación público-privada presente y futura. De allí surge la iniciativa para fundar la Asociación Nacional de Exportadores Analdex.
Posteriormente, durante el Congreso Nacional de Exportadores de 1969, que tuvo lugar en la ciudad de Cali, se confirmó por parte de sus patrocinadores y participantes la voluntad de crear una agremiación que estuviera conformada por los exportadores
del país, esta tarea fue encomendada a Iván Amaya, Rafael Espinosa Gray, Jafet Morales, Hermes Núñez, Germán Tabares, Jaime Victoria y Juan Vieira.
Este congreso nombró Coordinador Nacional a J. Alberto Navas Sierra, del Fondo de Promoción de Exportaciones, y a Jaime Victoria como secretario general en la ciudad de Cali, y secretario auxiliar en Bogotá a Álvaro Arciniegas. Esta versión se desarrolló alrededor de seis comisiones: marco institucional y política fiscal, financiación y seguro a las exportaciones, agremiaciones, problemas estructurales, comercialización y fomento de exportaciones y zonas francas, de igual manera integración económica y fomento turístico y artesanal.
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Playas del Caribe colombiano.
Constitución de la Asociación Nacional de Exportadores
Con la situación de la época y con la iniciativa de un nutrido grupo de precursores entre los cuales se cuentan cerca de 70 representantes de las más prestigiosas empresas en todos los sectores, como Algodonera Colombiana, Artesanías de Colombia, Federación Nacional de Ganaderos, Icasa, Levapán, Publicar, Coltabaco, Coltejer, Peldar, Carvajal, Lafrancol; e incluso bancos, entre los cuales se cuentan el Banco de Caldas, Banco Cafetero, Banco Popular, Banco de Colombia, Banco National City, entre otros, empezó a dársele forma a una idea.
En compañía de ellos, el diez de febrero de 1971 en la Cámara de Comercio de Bogotá fue constituida la Asociación Nacional de Exportadores, Analdex; además, con la compañía del director de Incomex, Raúl Arbeláez, y una delegación de importantes entidades conformada por Álvaro González, de la Asociación Nacio-
nal de Industriales, Andi; José Vicente Triana, de Fenalco; Ignacio Chiappe, de Acoplásticos; Manuel Quijada, representando el Instituto de Comercio Exterior de Venezuela; Carlos Daniel Frontado, consejero comercial de la Embajada de Venezuela; y Alberto Galofre, presidente de la Junta Directiva de Confecámaras y la Cámara de Comercio de Bogotá.
En el encuentro, que se llevó a cabo en el salón de conferencias de la Cámara de Comercio de Bogotá, se eligió a Gastón Abello, representante de Fundiciones y Máquinas (Funymaq), como presidente de la Asamblea, quien en su intervención a los asistentes hizo hincapié en que la creación de la asociación representaba un gran paso para los adelantos en materia de comercio exterior del país, como resultado de los congresos que se realizaron en 1968 y 1969.
Gastón Abello, fue uno de los más importantes representantes de la clase empresarial colombiana. Su labor, especialmente desde el sistema cameral, fue encomiable, ya que
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luego de sacar las cámaras de comercio de un letargo de 50 años en que desempeñaron un rol meramente notarial, sin ir más allá de sus preocupaciones, las hizo realmente versátiles. Durante los setenta, Gastón Abello hizo parte de la transformación que convirtió a las cámaras de comercio en actores relevantes del desarrollo del país, especialmente con su gestión en la Confederación Colombiana de Cámaras de Comercio, Confecámaras, desde donde se convirtieron en un ejemplo nacional de gestión y representación de varios intereses legítimos, diversos entre sí.
También fue esencial la intervención de Régulo Campo Martínez en representación de la Asociación Venezolana de Exportadores, AVEX, manifestando su felicitación por la formación de la asociación nacional de exportadores en el país, y dando fe de la necesidad de asociaciones de exportadores en la región, como la que él representaba. El doctor Régulo Campo, falleció en junio de 1999, fundó la Asociación Venezolana de Exportadores, e hizo parte de la naciente conciencia exportadora de bienes y servicios no-tradicionales en la región, que se fundamentaba en la tesis de sustitución de importaciones. Además, participó activamente en la creación del Instituto de Comercio Exterior, ICE, de su país. En su trayectoria igualmente acuño la célebre frase de “producir para exportar, exportar es prosperar”.
Posteriormente, en esta reunión tomo la palabra el ministro de Desarrollo Económico Jorge Valencia Jaramillo, y allí recalcó la importancia de la constitución de Analdex, e hizo votos por los éxitos futuros de la naciente asociación.
De esta manera se constituyó la Asociación Nacional de Exportadores como una organización privada cuya finalidad sería promover y defender los principios de la empresa privada, responsables y socialmente solidarios con la nación, basados en la democracia política, en la justicia social, en la propiedad privada y en la libertad que constituye el aporte esencial para el
desarrollo económico y progreso social del país. Según los fundadores, unos días después, el lunes 22 de febrero de 1971, se llevó a cabo la primera sesión de la Junta Directiva de la Asociación, en ésta se eligieron por unanimidad como presidente de la Junta Directiva a Miguel Santamaría Dávila, y como vicepresidente a Álvaro Uribe Pereira, quienes luego de tomar posesión de sus responsabilidades se hicieron cargo de la dirección de la sesión. En esta sesión se nombró por unanimidad de la junta a Jorge García Hurtado como el primer director ejecutivo y representante legal de Analdex, donde además presentó su plan de trabajo en materia organizacional y servicios prestados a los afiliados de la asociación, con una prioridad especial en organizar el siguiente Congreso Nacional de Exportadores en la ciudad de Barranquilla.
Los estatutos y su esencia
En sus estatutos, la Asociación Nacional de Exportadores nace como una entidad sin ánimo de lucro, de carácter privado, conformada por sus afiliados, que comparten entre sí múltiples fines, a saber: difundir y mantener los principios políticos, económicos y sociales de un sistema sano, de libre empresa, basado en la dignidad de la persona, en la democracia política, en la justicia social, en la propiedad privada y la libertad.
Cooperar en el fomento de la expansión económica del país, en la elevación del progreso social y en el aumento de la producción nacional con miras al mejoramiento del nivel de vida de los colombianos, y en consecuencia promover las exportaciones como fuente primordial de divisas y generación de empleo.
Velar porque los intereses del comercio de exportación sean tenidos en cuenta por el Estado como una de las principales actividades económicas del país.
Impulsar el intercambio comercial del país, con el fin de promover la venta de nuestros productos en el exterior.
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Orientar, representar, coordinar y defender los intereses de los exportadores nacionales ante el Estado o cualquier entidad pública o privada. Actuar en defensa de los legítimos intereses de sus afiliados y prestarles los servicios de la institución definidos por la Junta Directiva.
Colaborar con el Estado en todo cuanto se considere necesario para lograr el mayor desarrollo del país en general y de comercio exterior en particular. Intervenir ante las ramas legislativa y ejecutiva del poder público en búsqueda de la expedición de normatividad conveniente para la nación, los sectores económicos que la asociación representa y sus propios afiliados.
Buscar la solidaridad de los sectores y gremios que representa para el mejor cumplimiento de los objetivos trazados. También, representar los intereses de los exportadores en las entidades oficiales, semioficiales y privadas.
Celebrar acuerdos, convenios y contratos con entidades nacionales y extranjeras con el propósito de estimular el intercambio comercial.
Participar en ferias, congresos, exposicio-
nes nacionales o internacionales, y otros certámenes con el propósito de fomentar la exportación de productos colombianos, y hacer parte en el país o en el extranjero de entidades de carácter nacional e internacional cuyo objetivo sea el incremento del comercio.
Adelantar todas las campañas que la conveniencia del comercio exterior requiera.
Designar árbitros o servir de amigable componedor de todos aquellos litigios que le fueren sometidos a su consideración.
Juntas directivas de Analdex
Principales 1971: Oscar Baquero, Jorge Cárdenas, Alfredo Carvajal, Samir Camilo Daccach, Rafael Espinosa Gray, Jorge García
Hurtado, Jaime Rodríguez, Juan Manuel Ruiseco, Miguel Santamaría, Rodrigo Uribe Echavarría, Álvaro Uribe Pereira.
Suplentes: Juan Villa, Ariosto Manrique, Manuel Viera Ortiz, Carlos Ceballos, Saúl Glottman, Alirio Castillo, Gastón E. Abello, Jafet Morales, Javier Suárez, Eduardo Orozco.
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Refinería de Barrancabermeja, en Santander.
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La máquina del tiempo, esa que se instaló en lo más profundo de la mente para ir y venir con imágenes, momentos y situaciones de admiración, angustia, felicidad y posiblemente llanto, aplica para viajar a los albores de Analdex y ver la tozudez, el acierto y escuchar con gusto superlativo el discurso siempre brillante de Jorge García Hurtado, un hombre con registro civil de Jericó, Antioquia, pero con un enorme corazón caldense, bien tratado y cautivado en esas tierras amables, más exactamente en la carnavalesca Riosucio, una población de montaña que hace parte del paisaje cultural cafetero.
Graduado como abogado en la Universidad de Caldas, García Hurtado, recibió de manera paralela el título de so-
Jorge García Hurtado Un fundador con corazón, verticalidad y coraje
cioeconomista, un valor agregado y de enorme connotación del alma mater.
Jorge García Hurtado fue un hombre que recargó su vida en los principios y la probidad, término que pronunció en mayúscula y en negrilla. Este prominente abogado contrajo nupcias con Alicia, tan especial y fantástica como aquella doncella del país de las maravillas. Sus cuatro hijos –Elsa Victoria, Jorge Eduardo, Gloria Esperanza y José Fernando–, fueron el combustible de su alma, la inspiración de su obra y todo el ejemplo de verticalidad, hogar y calor familiar.
García Hurtado fue juez en Manizales, contralor de Bogotá, asesor y superintendente de Comercio Exterior.
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Gracias a esos conocimientos y al concebir el comercio como una palestra para el desarrollo, el brillante jurisconsulto pasó a la historia económica de Colombia como uno de los fundadores de Analdex, gremio que concibió como un reto, una necesidad y la mejor opción para institucionalizar, en compañía de la academia y el Estado, un balcón de mirada conocedora para entrar al comercio colombiano como un actor principal, justo en momentos en que el país demandaba mercado, porque el Andino era importante más no suficiente.
Quienes compartieron y tuvieron la dicha de platicar con García Hurtado lo evocan como una persona inteligente, temperamental, estricta y dueña de una nobleza ilimitada y consecuente.
Vio en el estudio el mejor legado y herencia para sus hijos porque, en su concepto, alimentar la cabeza y proyectar futuro era lo único que valía la pena, a tal punto que despertaba a sus hijos a las cuatro de la mañana para que empezaran sus lecturas y le dieran rienda suelta al conocimiento. Fue de ideas inamovibles; tanto, que cuando una de sus hijas le manifestó su gusto por los idiomas, la respuesta fue tajante: “Ya está matriculada en la Javeriana para que estudie Derecho”.
Su dirigencia gremial fue un reflejo de la vida impecable que llevó. Nunca faltó a misa a no ser que tuviera gripa y aún retumba su amable frase en distintos escenarios: “Dios está por encima de todo”.
En vida expresaba que entre la política y vivir bien se quedaba con la segunda opción. Eso, porque amaba viajar, tener comodidades, escuchar música y enseñar un tema que lo desvelaba: el presupuesto público.
Analista del poder y la controversia, llenó su cabeza de libros y sabiduría, una costumbre espectacular que lo llevó a hacer parte de la terna de la Veeduría del Tesoro, un organismo, en el momento nuevo, que tenía por función cuidar
los dineros públicos y evitar desvíos malsanos. A ese cargo llegó por pedido expreso del Presidente de la República, César Gaviria Trujillo.
Los que vivieron el momento dicen que, desde el primer día, García Hurtado se convirtió en el dolor de cabeza de los políticos, del mismo Gobierno y de organismos como la Procuraduría.
El gran patrimonio intelectual de Analdex acopió la ética y la moral como un credo, fue un hombre sin tacha que no sabía delegar. Algunos de sus colaboradores lo recuerdan como intenso, comprometido y absorbente. Y, a pesar de rodearse bien y contar con gente muy buena, dicen los colaboradores de la época que no les soltaba nada.
Las cosas con García Hurtado eran firmes o no eran. No en vano, demandó dos veces el Presupuesto Nacional, y les hizo la vida imposible a los políticos con el tema de las partidas globales porque eran, desde su perspectiva, auxilios disfrazados. No le tembló la voz para tildar a varios congresistas de pícaros, controló de manera milimétrica y obsesiva cada peso que entró a las campañas y fue el primero en advertir que las acciones políticas en 1994 habían violado los topes de gastos.
Políticamente ha sido conservador de ideología, pero no militante. Jamás aspiró a un cargo de elección popular, a pesar de haber sido cercano a hombres como Álvaro Gómez, Misael Pastrana y el liberal Carlos Lleras; y siempre resaltó que el mejor estadista del país fue Alberto Lleras Camargo. García Hurtado fue un ser humano hecho para el servicio y la vigía moral. Con su partida, fue al camposanto un ser de luz, una persona amiga del conocimiento, un benefactor del país y un defensor de la honestidad. Los exportadores vieron en el estricto abogado una guía perfecta para darle camino al comercio exterior de Colombia; le ayudaba su pasión por los libros y el saber, pero también su espíritu arriero, que jamás olvidó.
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Alfonso
Rojas Llorente
La internacionalización era el camino
El 13 de mayo de 1931 nació en Popayán el ingeniero químico Alfonso Rojas Llorente, un hombre de libros y conocimiento que concibió el comercio como un vehículo expedito para el progreso y el óptimo desempeño de las empresas.
Fue un noble profesional, con la cabeza llena de mundo y crítico agudo de la poca ambición a la hora de concretar futuro. Orgullosamente, Analdex lo recuerda y guarda con reconocimiento pleno su imagen en el preferencial cuarto de las espectaculares remembranzas, porque ese carácter vertical, inteligente y sagaz fue trascendental en la fundación y en el perfilamiento de la institución como gremio.
Quienes lo conocieron vieron en Alfonso Rojas Llorente un precursor, pero igual un heraldo de grandes inquietudes que supo atinar con sus hipótesis y poner los primeros
ladrillos para la construcción del gran comercio que alcanzó Colombia, totalmente fundamentado en las exportaciones, en el fortalecimiento de las empresas y en la especialización del sector primario para que entrara sin temor alguno a competir con los grandes jugadores del mercado.
Qué gran profesional formó la Universidad Nacional de Colombia, en la época la institución educativa de mayor prestigio, en donde se instruían los grandes hombres que necesitó Colombia en esos momentos incipientes del comercio, cuando el Grupo Andino –hoy Comunidad Andina– se afianzaba como la gran oportunidad de Colombia en comercio exterior.
Al egregio Alfonso Rojas Llorente se le recuerda por su brillante y magnífica presidencia en Analdex, cargo que
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supo llevar con altura, brío y venturosa tozudez. No cabe duda de que sus luces le dieron relieve a un gremio que nacía tímidamente para defender con capacidad, propuesta y argumento el derecho de los exportadores y los empresarios dedicados al comercio exterior.
Rojas Llorente fue también miembro de la Junta de Importaciones y acertado consultor en temas de comercio exterior. El expresidente de Analdex, monumental hombre del comercio y formidable persona, fue uno de los primeros faros de brillante luz que tuvo la agremiación. En los tiempos que ejerció su mandato frente a la cofradía de exportadores no le tembló la voz para exponer y defender sus tesis, inclusive generó distancia en el debate con algunos presidentes, básicamente sobre el modelo económico que debía tener Colombia: muy fuerte en la producción interna, generando oferta exportable, pero igual importando y abasteciendo al país de lo que adolecía y le resultaba extremadamente costoso.
Siempre abogó por la liberalización del comercio y la apertura del país a la inversión extranjera, temas que quedaron sonando con cierto eco en el ambiente y que finalmente terminaron siendo el gran salto de Colombia hacia los grandes mercados, los TLC y la globalización.
Su vida fue agradable, adornada por su bonita familia y acompañada por los infaltables libros –casi que se hace también fundador del término “lector empedernido”–. De igual forma, tenía otra gran pasión, la música clásica.
Alfonso Rojas Llorente sostuvo grandes discusiones en torno al escenario que para Colombia debería tener el comercio internacional, un tema que lo llevó a discrepar con los gobiernos de turno, todo buscando que se tomaran una serie de medidas regulatorias que facilitaran el nego-
cio, que abrieran a Colombia hacia el mundo. Fue un convencido de que debería permitirse una mayor liberalización comercial y atracción a la inversión, pues en esa época no era fácil que una empresa se instalara en el país, hubo reglas que limitaban la llegada de capital exógeno y por eso su lucha fue por una mayor apertura económica que mejorara los indicadores.
Su querella fue recurrente, la apertura terminó para Rojas en un asunto de largo plazo que finalmente tuvo que darse, y allí Analdex, la que fuera la tribuna desde donde defendió sus ideales, terminó siendo un protagonista importante que logró poner sobre la agenda pública, discusiones fundamentales y, como se dijo, de largo plazo para el país.
Analdex le rinde homenaje de manera preeminente al célebre Alfonso Rojas Llorente, el conocedor, defensor de principios y aliado de la honestidad, el conocimiento y el trabajo. Su mente, como sus ideas comerciales, no conocieron barreras. Entre lecturas y documentos, fue siempre el prominente dirigente gremial que hizo escuchar su voz en medio de una sinfónica de agremiaciones.
Cualquier día partió el directivo, el profesional, el amigo, el adalid de una economía con comercio abierto y con oportunidades; el maestro, quizás agotado y con su mente pletórica, dio un paso al costado, se fue, no miró atrás y avanzó hacia la eternidad, pero por fortuna sigue viviendo en la mente de sus hijos, de su familia y de quienes reconocen que fue capaz de hacer cosas imposibles cuando apenas se movía en su cuna la naciente Analdex, agremiación a la que le dejó mucho más que un legado, su corazón, lealtad e inteligencia. Siempre entre los exportadores y los valientes que hacen patria con el comercio exterior, Alfonso Rojas Llorente.
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La década perdida
Nuevamente la historia se ve impactada por la geopolítica en los mercados y en las naciones, como pasó con la Guerra Fría: el mundo no se imaginó que en medio de las enormes e irreconciliables diferencias entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, estaba por ocurrir lo impensado, algo parecido a un milagro, gracias a la audacia de los líderes que se atrevieron a dar el paso
y devolver al mundo algo de optimismo, pues todos sufrían por un posible conflicto nuclear que borraría naciones enteras del mapa.
Este decenio estuvo marcado por el precario comportamiento de la economía colombiana que caía a unas tasas históricas, puesto que el PIB de la década de los sesenta fue del 5.1 por ciento, el de los años setenta alcanzó el 5,5 por ciento en tanto que los opacos ochenta dejaron ver un lánguido 3.2 por ciento. El me-
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nor ritmo de la economía lo tuvo la industria, que abandonó los crecimientos promedios del 6 por ciento anual de la década anterior para ir a un raquítico 2,4 por ciento en los ochenta.
La contracción económica de la llamada “década perdida” encontró su causa en el elevado nivel de endeudamiento de América Latina, en donde algunos países declararon su imposibilidad de honrar los compromisos. Un dato del momento deja todo más cla -
ro: la deuda externa aventajaba los ingresos de las naciones.
La crisis fue gestada 20 años atrás, pues en las décadas de los 60 y 70 los países de América Latina, y con mayor énfasis México, Brasil y Argentina, optaron por acudir a los grandes empréstitos con la banca internacional porque necesitaban financiar programas de industrialización que demandaban infraestructura. El error, según algunos analistas, se dio cuando
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El puerto de Cartagena con el cerro de La Popa al fondo.
los prestamistas, aún advirtiendo que se trataba de economías en crecimiento, desembolsaron más recursos, a tal punto que entre 1975 y 1982 las acreencias de Latinoamérica con la banca comercial reportaron un crecimiento anual acumulativo de 20,4 por ciento.
El término ‘cuadruplicar’ se hizo famoso en la época, pues la deuda externa de la región que se ubicaba en 75.000 millones de dólares en 1975, paso a 315.000 millones de dólares en 1983, nada más y nada menos que la mitad del PIB de Latinoamérica. El problema fue de grueso calibre en vista que el servicio de la
deuda llegó en 1982 a la nada despreciable cifra de 66.000 millones de dólares, algo inaudito si se compara con el desembolso de 1975, que llegaba a los 12.000 millones de dólares.
Los países de América Latina fueron dinámicos años atrás, antes de que el almanaque mostrara el primero de enero de 1980, el inicio de la pesadilla para muchos.
Los planetas estaban alineados, la economía mundial se encontraba en plena recesión económica en los años 70 y fue tal su fuerza que siguió vertiginosamente hacia la década de los 80 con la ayuda de los precios interna-
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Sede del Parlamento Europeo en Bruselas, Bélgica.
cionales del petróleo, que hicieron colapsar las economías de varios países en la región porque no tenían liquidez, un problema que tibiamente se solventó con unos préstamos nuevos provenientes de los bancos del mundo, que recibieron nuevos socios y millones y millones de dólares por el auge petrolero.
Como se dice popularmente, el palo no estaba para cucharas, y como si la deuda en divisa no fuera poco, llegó una noticia lapidaria para los latinoamericanos: las tasas de interés en Estados Unidos subieron, haciendo mucho más traumático pagar las deudas adquiridas. Las obligaciones se encarecieron, siguió perdiéndose poder adquisitivo y la cereza del pastel fue el desplome de los precios de las materias primas, una respuesta adicional a la contracción del comercio, con el agravante que los bienes básicos conformaban la gran oferta exportable regional.
En agosto de 1982 el secretario de Hacienda de México, Jesús Silva-Herzog Flores, reveló que era imposible que su país pagara la deuda dentro de los términos pactados. Paralelo a ello anunció una moratoria de 90 días. El funcionario no escondió su angustia y pidió una reestructuración de las obligaciones y nuevos préstamos, el camino era más que oscuro. Desde ese momento los mercados internacionales de capitales asumieron que Latinoamérica entraría en un periodo de incumplimiento y profunda crisis, ello por la analogía que hicieron con México, que sugería endeudarse para pagar deudas.
Para calmar los ánimos y evitar un pánico financiero los banqueros les dijeron sí a nuevos empréstitos, los cuales iban sujetos a unos términos exactos, dentro de los cuales iba implícita la intervención del Fondo Monetario Internacional.
América Latina quedó marcada por la crisis financiera de 1982, en efecto la más complicada en la historia regional. El contexto se hizo muy difícil porque los ingresos cayeron de manera dramática, los indicadores de crecimiento quedaron estáticos y los de empleo
por el piso. La incontenible inflación redujo el poder de compra en las capas medias de la sociedad, sumando inconvenientes al relicario de efectos.
Los países, ante la realidad de la dura crisis, le salieron al paso a la coyuntura con múltiples medidas. En principio se acudió a la sustitución de importaciones, trastocando los procesos industriales y virando el modelo económico. El tema era crecer, pero sobre la base de mayores exportaciones, una directriz entregada por el FMI. Algunos decidieron recurrir a las reformas tal y como pasó en Chile y Costa Rica.
Las medidas eran acatadas y todos hacían lo posible desde los gobiernos y el sector real por enderezar las finanzas y sanear la economía, pero el panorama se complicaba con una masiva fuga de capitales que tenía como destino Estados Unidos. Ese fenómeno fue lamentable, ya que llevó a agudizar la devaluación o depreciación en el tipo de cambio, que a su vez encareció el interés de la deuda externa. Los saldos fueron terribles. Solo por citar una cifra, entre 1982 y 1985 Latinoamérica desembolsó 108.000 millones de dólares. La crisis financiera también repercutió en la política de la región, y fue vital en la caída de dictaduras en Brasil y Argentina.
Los ministros de Hacienda y Crédito Público que lidiaron con la década de los 80 fue-
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En 1980 la bonanza externa se acabó con el desplome de los precios internacionales del café, un hecho que ocurrió en plena vigencia de las estipulaciones del pacto de cuotas que, entre otras cosas, obligó a escindir el volumen de grano exportado.
ron Jaime García Parra, Eduardo Wiesner Durán, Edgar Gutiérrez Castro, Roberto Junguito Bonnet, Hugo Palacios Mejía, Cesar Gaviria Trujillo y Luis Fernando Alarcón Mantilla.
No sobra decir que de aquel complejo contexto fue Colombia posiblemente el país menos afectado de la región, aunque eso no significa que los mercados se libraron de la contracción y que el crecimiento no fue estrecho.
En Colombia la década de los 80 trajo, además, noticias amargas. Por ejemplo, la empresa Aerovías Cóndor de Colombia, Aerocondor, creada el 3 de febrero de 1955, anunció el final de su existencia el 16 de junio de 1985. En 1980 fue ordenada su liquidación tras muchos esfuerzos, pero la crisis financiera pasó factura, nada se pudo hacer y la empresa, que llegó a operar Airbus A300, le dijo adiós al mercado.
Según el exministro de Minas y Energía Carlos Caballero Argáez, quien escribió un análisis detallado sobre las crisis financieras en los ochenta, hubo una economía frágil producto de la crisis petrolera de los 70, igual que unas bonanzas externas que dejaron el país totalmente expuesto a los choques del entorno. En su ensayo, Caballero Argáez, habla de los comportamientos poco ortodoxos que adoptaron los actores financieros a la hora de tomar decisiones en el frente monetario, cambiario y de vigilancia financiera.
Caballero Argáez, quien fuera director del Fondo de Promoción de Exportaciones, Proexpo, y presidente de Bancóldex, manifestó que puede hablarse perfectamente de un lastre o de una bomba que estaba activa desde los años 70 y que estalló en menos de diez años, tomando como referencia los buenos momentos económicos, como el del café en 1975. El autor menciona una economía paralela a nivel internacional: las exportaciones ilegales agrícolas y manufactureras a países del vecindario como Venezuela y Ecuador, un mercado que fue creciendo a raíz de la crisis fomentada por el disparo en los precios del crudo en 1973. En ese momento, por su solvencia económica,
Venezuela se afianzó como un gran comprador de productos colombianos.
Un factor que arrancó en los años 70, pero que marcó un camino lamentable en la economía colombiana, fue el tráfico de marihuana, que tuvo su bonanza en esta época y luego el comercio espurio de cocaína. Las divisas que ingresaron por el narcotráfico hicieron que el impacto para el capítulo Colombia no fuera tan grave en lo económico. La famosa Bonanza Marimbera fue el negocio internacional de marihuana registrado entre 1975 y 1985.
En síntesis, para entender la Década Perdida de los 80 hay que ir años atrás y deducir cómo se fue gestando el gran problema del decenio. El
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reciclaje de los recursos financieros de los países petroleros por medio de los bancos comerciales aportó enormemente a las dificultades. Una cita de Mauricio Avella revela que en el periodo 1978 y 1982 la deuda externa se duplicó, luego del aumento en 20 por ciento en el compromiso público. Los préstamos bancarios externos crecieron en 50 por ciento, diligenciados por el país para apalancar otras obligaciones. En aquel tiempo la deuda privada reportó un crecimiento significativo que la llevó a duplicarse, encontrando financiación a niveles del 43 por ciento con la banca comercial.
“La bonanza externa y la política monetaria que se adoptó para manejarla tuvieron una
profunda repercusión en el sistema financiero colombiano. Se buscó frenar una revaluación nominal de la tasa de cambio, por lo cual el control de la inflación recayó sobre el control de los agregados monetarios y se utilizaron una variedad de instrumentos para contener la expansión de los medios de pago. Entre estos el encaje marginal del 100% sobre los depósitos en cuenta corriente de los bancos y la fijación de topes a las tasas de interés para tratar de impedir que la contracción monetaria elevara excesivamente el costo del crédito. Todo el arsenal de instrumentos se mantuvo por tres años, lo cual distorsionó la operación y cambió el comportamiento del sistema financiero”, explicó el señor Caballero Argáez.
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En su artículo, el también exdirector de la Junta Directiva del Banco de la República anotó que el desorden en la operación financiera institucional, legal y formal, se reflejó en dos hechos novedosos en Colombia. Uno de estos se conoció como la “desintermediación financiera”: en vez de fluir hacia las entidades bancarias tradicionales, el ahorro se canalizó al denominado mercado “extrabancario”, administrado por sociedades no vigiladas por la Superintendencia Bancaria, en el cual se ofrecían rentabilidades más altas que en las entidades sujetas a vigilancia. Otro fue el surgimiento de “innovaciones financieras” o “prácticas no ortodoxas”: el sistema bancario formal se organizó para eludir los controles y desarrolló mecanismos que no se ceñían a las normas vigentes.
En el artículo “Una visión retrospectiva de dos crisis financieras”, su autor, Carlos
Caballero Argáez, indicó que la autoridad monetaria perdió el control sobre el manejo de la liquidez en la economía. Aseguró que la Superintendencia Bancaria fue de lejos superada por los hechos, ya que ni la ley, ni su orientación, ni su capacidad en términos de personal idóneo, como tampoco su independencia frente al sistema financiero y al Gobierno, eran las necesarias para enfrentar semejante situación.
En su momento, narró Caballero Argáez, el exgerente general del Banco de la República Hugo Palacios Mejía, reconoció en la Memoria de Hacienda que presentó al Congreso en julio de 1986, que hubo falencias y errores. El responsable del Emisor en la época habló de conductas que permitieron los abusos de los banqueros, procederes que no eran tipificados como delitos o contravenciones. Fue enfático al decir que era necesario hacerlo.
Según Palacios Mejía, entre las prácticas estaba la concentración de crédito a favor de empresas que pertenecían a los administradores o propietarios de las entidades prestamistas, también se reportó falseamiento de registros y documentos. El funcionario denunció que inclusive se presentó en Bogotá captación de ahorros en moneda extranjera que fueron depositados en entidades insolventes del extranjero.
En su análisis, Caballero Argáez anotó que las circunstancias fueron propicias para la organización de grupos financieros con una diversidad de entidades filiales. Así, fue fácil ver que algunas entidades que pertenecían a los bancos captaran depósitos, cuando en principio rechazaban esas operaciones. En ese tiempo fue usual que los bancos o entidades financieras compraran acciones de las empresas para tener control sobre una parte importante del sector productivo. Bancos, compañías de financiamiento comercial y financieras, entraron en la práctica conocida como autopréstamos, método que con el tiempo fue regulado.
No solamente bancos o sus socios compraban empresas, igualmente muchos empresarios e industriales decidieron invertir en el
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sector financiero y así asegurar con ello el flujo de crédito necesario para sus planes de expansión. Muchos de estos préstamos se hicieron a través de filiales de los bancos en Panamá, que reportaban excedentes de liquidez por el mecanismo de deuda a corto plazo con la banca internacional. Los análisis panameños no fueron exactos, porque los empréstitos a las empresas de Colombia y de América Latina, así como a los gobiernos de la región, al ser de plazos más extensos, condujeron al caos porque los prestamistas se fueron quedando sin liquidez.
En 1982 llegó el cierre del crédito externo en momentos en los que estalló la crisis de deuda latinoamericana. Cabe recordar que en 1980 la bonanza externa se acabó con el desplome de los precios internacionales del café, un hecho que ocurrió en plena vigencia de las estipulaciones del pacto de cuotas que, entre otras cosas, obligó a escindir el volumen de grano exportado. Eran las reglas de juego existentes entre los países productores y las naciones consumidoras.
Al caer el valor de las exportaciones de café vino un hecho consecuente y fue la desaceleración en la economía, un lío que se profundizó en 1982 y 1983, cuando era preocupantemente visible el desequilibrio en la cuenta corriente de la balanza de pagos. El presidente Julio Cesar Turbay Ayala, expidió la Ley 32 de 1979 con la cual autorizó la creación de la Comisión Nacional de Valores, todo con la finalidad de organizar, vigilar y promover el mercado de capitales. La reglamentación de dicha legislación quedó perfeccionada en mayo de 1980, una medida tardía, puesto que ya había irregularidades en el sistema financiero.
En 1982 las cosas eran muy complejas porque el país estaba sumido en un desequilibrio macroeconómico en donde bancos e industrias mostraban situaciones inestables e inseguras. Entre 1978 y 1982 las deudas directas del sector empresarial con los bancos internacionales se habían multiplicado.
Con una realidad apremiante, las tasas de
interés internacionales en el techo y el exagerado valor del peso, apareció apenas entendible una exposición al riesgo en entidades de crédito tanto nacionales como internacionales, el nerviosismo era excesivo.
En junio de 1982, unas semanas antes de la posesión del presidente Belisario Betancur, estalló el sistema bancario de Colombia después que la Superintendencia Bancaria interviniera las entidades del Grupo Correa, que tenía como eje el Banco Nacional, para su liquidación, una situación que llevó a la pérdida de confianza en el sector financiero del régimen privado. El público optó por dar un giro y reemplazar los depósitos por compra de títulos del Banco de la República.
Los ahorros experimentaron una migración de la banca privada a los bancos estatales, los de economía mixta o con participación internacional y las corporaciones de ahorro y vivienda. A tal punto llegó la situación, que el Banco de la República actuó como prestamista de última Instancia. En el comienzo de octubre de 1982 el ejecutivo procedió y declaró el estado de emergencia económica por un término de dos días y por decreto les puso punto final a los autopréstamos. Con este hecho aparecieron nuevas determinaciones, como la nacionalización de entidades financieras.
De inmediato y apalancado en la norma, el Gobierno nacionalizó el Banco del Estado, activo del Grupo Mosquera; la operación hizo que la deuda fuera asumida conjuntamente con el Banco de la República.
Argáez narra en su ensayo que en agosto de 1982 se originó un evento internacional
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Entre 1978 y 1982 las deudas directas del sector empresarial con los bancos internacionales se habían multiplicado.
que desataría la crisis de la deuda externa de América Latina durante los años 80 en pleno siglo XX: México pidió el aplazamiento en el servicio de deuda.
En febrero de 1983 Venezuela le dio el visto bueno al programa de ajuste económico, el cual traía implícita la devaluación del bolívar y el establecimiento de tasas de cambio diferenciales. Lo propio, atendiendo la situación, hizo Ecuador.
En 1983, luego de padecer la consecución de un crédito por 210 millones de dólares, se hizo más visible el cierre de los mercados internacionales, algo totalmente inevitable. El Banco de la República perdió a una velocidad aterradora las reservas internacionales. La
Superintendencia, con gran oficio, intervino en 1983 el Banco de Colombia, la entidad de mayor tamaño en el país y eje del Grupo Grancolombiano. Ahora el escenario era más complejo, ya que la crisis mostraba una nueva etapa con dos ingredientes alarmantes: dimensión internacional y quebrantamiento patrimonial. Las entidades del Grupo Grancolombiano fueron viéndose afectadas por una situación que se deterioraba día a día, alcanzando picos en 1984 y 1985. El asunto estaba en su máximo punto de calor cuando, en mayo de 1984, la nueva administración del banco, sin consultar a las autoridades, suspendió el pago de sus deudas con los corresponsales del exterior. Esa situación dejó un mal sabor en los bancos acree-
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Embalse de Bucaramanga en el río Tona.
dores del Gobierno, igual con el grueso del sector financiero y el empresariado colombiano.
“La posición de estos bancos se endureció frente a Colombia: se recortaron drásticamente las líneas de crédito que financiaban el comercio exterior, se intensificó el drenaje de las reservas internacionales y se complicó, aún más, la consecución de créditos para el Gobierno y para aquellas empresas y entidades públicas que lo requerían con urgencia. La solución del problema de la deuda externa del Banco de Colombia se convirtió en una condición de los bancos para el otorgamiento de nuevos préstamos a la nación”, puntualizó Caballero Argáez.
El tremendo problema que reportó el Banco de Colombia, comentó Caballero, sacó a la
luz las dificultades que enfrentaban algunos bancos y otras entidades financieras debido a la cartera morosa, que representaba, en julio de 1984, una tercera parte de la cartera total de los bancos sin incluir la Caja de Crédito Agrario. El hecho puso en peligro la liquidez de los bancos y el ahorro del público, que vieron amenazada la protección de sus cuentas.
El economista, al analizar la crisis de los 80, expuso que para el momento era urgente adoptar medidas que apoyaran la capitalización de los bancos, mejoraran su rentabilidad y facilitaran la relación con la banca extranjera. En ese instante se habló de evitar demoras en los pagos que agravaran la situación y agudizaran la crisis externa.
En julio de 1984 hubo relevo en el Ministerio de Hacienda. Dentro de los retos estaba potenciar el ajuste externo, reducir el déficit fiscal y reforzar el sector financiero.
El entorno macroeconómico fue difícil y por ello el Gobierno decide incrementar los impuestos y ejercer control al gasto público. En segunda instancia, aceleró el ritmo de la devaluación, conservando el sistema de ajuste gradual vigente desde 1967.
Con un trabajo aplomado y una disciplina fiscal exigente se abrieron conversaciones formales con los representantes de la banca internacional, con el fin de obtener recursos frescos de crédito externo. Fueron robustecidas las políticas de restricción de las importaciones, de control de los giros al exterior, de estímulo a las exportaciones y de aceleración de los reintegros de divisas al Banco de la República.
De otro lado, y volviendo al redil de la credibilidad y la confianza, las conversaciones con la comunidad financiera internacional buscaron, aparte de obtener nuevos préstamos, diseñar una vía “a la colombiana” para acceder a nuevo crédito externo.
En esos apremiantes años resultaba fundamental la financiación de los grandes proyectos mineros, el fortalecimiento del sector financiero y mantener la reputación de buen deudor del país.
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De la negociación emergió el esquema de monitoría que realizaría el Fondo Monetario Internacional sobre el cumplimiento del programa económico del país en 1985 y 1986. Una vez se acordó la monitoría, vino la contratación del que se conoció como crédito “jumbo” de 1.000 millones de dólares, firmado en diciembre de 1985.
Belisario Betancur Cuartas, un Gobierno en el que pasó de todo
Entre 1982 y 1986, en plena crisis financiera y con todos los problemas internos habidos y por haber, gobernó Belisario Betancur Cuartas.
Cabe anotar que, al avanzar la década gris, el mundo reportó todo tipo de circunstancias: paralelo a las dificultades financieras la comunidad médica internacional prevenía por la propagación del SIDA, al tiempo que se hacían más fuertes los choques por la Guerra Fría y la ola de terrorismo mundial. En medio de tanta adversidad la tecnología hizo sonreír
a muchos porque se socializó el PC y la misma Internet, la enorme solución para la humanidad, un sistema que acercó al mundo con solo oprimir una tecla.
Los años ochenta fueron para Colombia un problema de grandes magnitudes. Inicialmente hubo un crecimiento desmedido de la población, un aumento tenaz en las estadísticas de desempleo y de la pobreza extrema, y las primeras señas de la pesadilla que traería el flagelo del narcotráfico. Muchos hablan de una mezcla atroz: debilidad institucional y corrupción. Antes de continuar con las políticas económicas del presidente Betancur, hay que señalar que para algunos analistas los años 80 no fueron tan dramáticos. Caso opuesto, el crecimiento económico según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, fue notable, básicamente en la segunda mitad del decenio, por cuanto fue evidente el proceso de desinflación.
El crecimiento, según José M. Pérez, quien firmó el ensayo “La economía mundial en los años 80”, da cuenta de que ese asunto vino acompañado por problemas y desequilibrios, todos reflejados en los mercados financieros. Según el autor, el problema de la deuda internacional emergente, a principios de los ochenta, el ascenso y descenso vertiginoso de la tasa de cambio a mitad de la década, así como de las agitaciones bursátiles de los años 1987 y 1989, generó mini-crisis que hizo pensar en la necesidad de replantear el camino de la política económica.
Para José M. Pérez, los 80 fueron años ricos en acontecimientos toda vez que muestran logros entre luces y sombras, pero igual el panorama se ve inacabado, invadido por el devenir político y económico de los años 90.
Decisiones económicas en Colombia
La campaña hacia la Casa de Nariño del presidente Belisario Betancur, tuvo una base
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Panorámica de Manizales, Caldas.
de política económica complementada con una amnistía que buscaba a toda costa reducir el creciente número de pobres en Colombia.
Con la crisis financiera encima y los pasos de animal grande que implicaba manejar con eficacia la economía, resultaba difícil realizar o cristalizar las metas económicas, sin embargo, tras decretar la emergencia económica un par de veces, al finalizar el primer semestre de 1983, el Gobierno Betancur dio a conocer por medio del Departamento Nacional de Planeación, el plan Cambio con Equidad trazado para la vigencia 1983-1986, que fue la plataforma central de su mandato.
Ese proyecto tuvo dos objetivos: el primero, reactivar la economía y darle rumbo a Colombia a partir de la búsqueda de estabilidad, crecimiento y equidad. En hipótesis se muestran tres grandes objetivos que apuntaban a la reactivación económica, consolidación del desarrollo económico y el ordenamiento del cambio social.
El Gobierno del presidente Betancur, en medio de las aguas turbulentas, esbozó estrategias de corto plazo que iban encaminadas a recuperar la economía. En su hoja de ruta estaban la protección del trabajo y la industria, el crecimiento con estabilidad como también un impulso a la vivienda, un elemento de crecimiento de corto plazo. Betancur propuso un proyecto de construcción sin cuota inicial. Este Gobierno sometió la economía a un rígido ajuste fiscal y cambiario justo en la mitad de su mandato.
A todo señor, todo honor: Belisario Betancur Cuartas salió de su administración con una economía depurada y en franca recuperación. Los expertos aseguran que los logros son importantes en medio de la coyuntura, ya que fue posible articular el cambio político como también el social.
Datos históricos dicen que algunos sectores fueron contrarios a la política de Betancur, y es así como el jurista y exministro Alfredo Vásquez Carrizosa aseguró que al examinar el Plan se tiene la sensación de que las dos pri-
meras metas eran las de mayor importancia, en tanto que la última aparece con menos precisiones y llena de términos generales y objetivos difíciles de cumplir. Es decir, en opinión de Vásquez Carrizosa, el Plan fue concebido con criterio empresarial sin que promoviera ninguna reforma estructural en el campo agrario o en el urbano para modificar la injusticia en el reparto desigual y la mayor concentración de utilidades en un solo sector de la población. “Se ha trazado una estrategia para aumentar la producción y no para facilitar el reparto del beneficio nacional”, expresó el abogado.
Para algunos, el diagnóstico fue acertado ya que dio muestras de la poca realización de las metas abocadas en la campaña presidencial. Empero, todo lo anterior quedó impreciso por cuanto el presidente Betancur no aplicó jamás los correctivos necesarios para evitar la salida de dinero de Colombia, que se hacía a través de las compras de productos importados que las clases más favorecidas hacían.
En vista de un problema que estaba in crescendo, el país recurrió a los organismos multilaterales: Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional.
Este hecho se produjo, según los cronistas, cuando el presidente Betancur confesara que “el Estado colombiano no tiene como cumplir las obligaciones adquiridas legalmente con sus empleados y contratistas nacionales, ni cómo realizar los gastos en moneda nacional que demanda el correcto funcionamiento de los servicios públicos. Por este motivo, el Gobierno tendrá que recurrir al expediente de emergencia de pedir autorizaciones al Congreso para pagar los faltantes con créditos del Banco de la República en 1984 y 1985”.
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El debilitamiento en el PIB ocurre con más tenacidad en los años 80 y 90.
Los emisarios nacionales, en cabeza del ministro de Hacienda y Crédito Público, Roberto Junguito Bonnet, y por los funcionarios del equipo económico del Gobierno, viajaron a Washington, a la sede del FMI, para plantear ante la entidad la delicada situación del país que cada vez se hacía más crítica. De este modo los consejos obtenidos, tanto del FMI como del BM, los mismos que fueron seguidos a la letra, recomendaban un crecimiento con restricción de la demanda interna, limitación del alza de salarios, incremento en las tarifas de los servicios públicos, liberación de las importaciones y aumento en el precio de los combustibles. También, el Gobierno recibió un empréstito por valor de 273 millones de dólares con el Banco Mundial y luego otro por 1.000 millones de dólares con la banca privada internacional.
De esta forma, el plan Cambio con Equidad se relegó definitivamente para darle paso a un plan de ajuste que sometió a Colombia a los pagos de los compromisos y amortización de la deuda externa. Cabe agregar que, gracias al estímulo de las importaciones, el peso colombiano reportó una devaluación en 1985 con relación al dólar por encima de 50 por ciento de su valor. Finalmente, el Gobierno Betancur se despidió con muchos desafíos y logros asistidos, por decirlo de alguna manera. Dentro de sus logros se suman la campaña de alfabetización “Camina”, la vivienda sin cuota inicial, la Ley Emiliani que trasladó los festivos a los lunes, la universidad abierta, el Impuesto al Valor Agregado IVA, el inicio de las explotaciones carboníferas en el Cerrejón y sus respectivas exportaciones, así como la creación de los canales regionales. En ese Gobierno bajaron las reservas internacionales, aumentaron las tarifas de los servicios públicos, la inflación trepó preocupantemente, se hizo un manejo de devaluación acelerada y la Corte Suprema de Justicia declaró inexequible casi que en su totalidad las medidas de la emergencia económica declarada a finales de 1982.
Hay que entender las circunstancias, pero el Gobierno Betancur tuvo que hacerle frente a la crisis, razón por la cual subió la tasa de desempleo y los indicadores de deuda pública, aspectos que le costaron su popularidad al Presidente nacido en Amagá, Antioquia.
Más adelante veremos aspectos históricos de gran trascendencia que también influyeron y matizaron la administración Betancur.
Virgilio Barco Vargas, retos y dificultades
La década de los 80 llega a su final en medio de grandes y complejos problemas económicos que hicieron parte del decenio perdido, pero por encima de esas dificultades Colombia enfrentó con arrojo la guerra que había declarado el narcotráfico y que a la postre dejaría luto en los hogares, desolación, desesperanza y un país alejado del mundo, con inversiones tibias y en una lista roja nada conveniente.
Entre 1986 y 1990 Colombia fue gobernada por el ingeniero Virgilio Barco Vargas, un cucuteño formado en economía y con doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Desde antes de su posesión se notaba que habría un Gobierno muy enfocado hacia la parte internacional, terreno perdido por los aconteceres con los carteles de la droga.
Las posiciones de Barco en materia de política exterior estuvieron encauzadas en las relaciones económicas internacionales, abriendo espacios a los mercados comerciales con los países de la llamada Cortina de Hierro, pero igual con aquellos del eje caribeño.
En momentos en los cuales el país esperaba mayor impulso a la bilateralidad, el Gobierno se unió en 1986 a trece países, también con vocación agrícola, bloque más conocido como el Grupo Cairas. La idea en su momento fue la obtención del funcionamiento homogéneo en el frente del comercio agrícola durante la recordada Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio GATT.
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En esta administración las acciones de comercio exterior tuvieron puntos altos y bajos, ya que se acentuó la exportación de productos colombianos, haciendo posible que el café, que en 1989 representaba 39 por ciento de las exportaciones nacionales, pasara a ser únicamente 19 por ciento de las mismas en 1991, otorgando con ello una mayor opción a otras ofertas exportables que le darían a Colombia un mayor flujo de divisas, tal y como pasó con los productos no tradicionales como petróleo, ferroníquel, carbón y derivados.
Es de ingrata recordación que esa rígida política económica exigía algunas condiciones económicas, tecnológicas e industriales que no fueron suplidas. Amén de todos los esfuerzos, los comentaristas aducen que el desarrollo económico fue inconcluso.
Para esta época fue notorio el diferendo colombo-venezolano por las aguas marítimas en el sector de Los Monjes, después Coquibacoa. En 1987 los dos países estuvieron cerca de un conflicto bélico por el recordado incidente de la corbeta Caldas, que ingresó a aguas internacionales, más exactamente en el Golfo de Venezuela, el 9 de agosto.
Barco fue quizás el Presidente que mayor interés tuvo por las comunidades indígenas, fue tan determinante su compromiso que inclusive les otorgó más áreas, firmando así un generoso derecho de posesión sobre los territorios ancestrales. El plan vino acompañado con programas educativos y de salud pública, ello procurando no alterar las costumbres arraigadas en las familias nativas, todo para que equipararan al resto del país en condiciones.
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Foto: Gualberto Becerra / Shutterstock.com
Los derechos fundamentales de los aborígenes fue la más destacada meta indigenista que demandó en gestión, medidas y una vigilancia extrema para garantizar el cumplimiento de los compromisos. Fue entregada tierra de manera importante a manera de resguardo y hubo un avance legislativo que contribuyó con la entrega de terrenos baldíos y los que hacían parte del Fondo Nacional Agrario. Este traslado de tierras tuvo como condición el trabajo y una responsabilidad a toda prueba sobre el manejo de sus propósitos.
Durante este Gobierno al país le tocó enfrentar los embates criminales del narcotráfico. En la fatídica y fría noche soachuna del 18 de agosto de 1989 cae asesinado el dirigente político del Nuevo Liberalismo, Luis Carlos Galán Sarmiento, una promesa política que ofrecía cambios sociales y económicos, eso sí, sin los palos en la rueda o las dificultades que implicaba la espuria industria del tráfico de estupefacientes.
que llevó al Gobierno Betancur a firmar la Ley de Extradición, rubrica que significó el inicio de la guerra contra el narcotráfico, un episodio de diez largos años con consecuencias económicas, sociales y judiciales.
Antes de asumir las riendas de Colombia, Barco ve cómo en 1985 el país retoma un crecimiento económico que superó el tres por ciento, era notoria una reactivación y un clima propicio para la inversión incentivada con la reforma tributaria de 1986 –casualmente, en ese año el PIB crece a razón del cinco por ciento, cifra que logró mantenerse hasta 1988, cuando la curva nuevamente empezó a descender–.
A finales de la década cayó la tasa de desempleo, hubo mayor ocupación, sin embargo, no ayudaban las cifras lánguidas de la industria y el comercio, que dejaban ver un marcado deterioro. Caso opuesto, el agro creció poderosamente.
El presidente Barco puso en marcha un plan de economía social, hizo una inversión destacada en capital humano sin que se lograra el objetivo de crear el empleo suficiente, una situación que desplazó mano de obra a países del vecindario, especialmente a Venezuela.
El hecho inspiró a las juventudes democráticas, que lanzan la Séptima Papeleta, con lo cual llega la reforma constitucional. Este mandato vio asesinados a varios dirigentes políticos, como Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro Leongómez. Igual cayeron por accionar del narcotráfico funcionarios de gran labor, como sucedió con el ministro de Justicia Enrique Low Murtra y Carlos Mauro Hoyos Jiménez, procurador, secuestrado y ultimado en 1987. Ya la cruzada contra el terrorismo había iniciado con el asesinato del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla el 30 de abril de 1984, hecho
Entre julio y agosto de 1988 los indicadores económicos eran lamentablemente raquíticos, ya que se desplomó el mercado internacional del café, creció el terrorismo hacia los oleoductos y aumentó el precio de los combustibles líquidos.
En ese año, las maromas no fueron pocas: hubo freno en el gasto público y alza en los salarios para incentivar la demanda de bienes y servicios. En ese instante el Banco Mundial estima conveniente diligenciar profundas reformas a la economía, fundamentalmente hacia la apertura con el resto del mundo.
Como consecuencia de las restricciones cuantitativas a las importaciones, estas cayeron a niveles abrumadores. Basta con recordar que el arancel pasó de 43.7 por ciento
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La caída del Pacto Cafetero fue liderada por Estados Unidos a nombre de los consumidores, a lo cual se unieron países de Europa.
en 1989 a 11.7 por ciento en 1992, ya en el Gobierno Gaviria.
Los conocedores aseguran que el desempeño en términos per cápita es muy parecido a los de las décadas del 60 y 70, en donde fue mayor la dinámica. El debilitamiento en el PIB ocurre con más tenacidad en los años 80 y 90. En ese medio siglo la tasa media de crecimiento del PIB real per cápita estuvo rondando 1.7 por ciento, mientras que entre 1950 y 1980 el indicador fue de 2.2 por ciento, pero entre 1980 y 2000, llegó tan solo a uno por ciento.
El asesinato de Galán hizo que se cambiaran las prioridades, en 1989 se fomenta una lucha declarada al narcotráfico y el flagelo se plantea en esferas internacionales, un oficio útil que recuperó la imagen perdida de Colombia ante el mundo. Como es apenas perceptible, los años 80 fueron lóbregos y retadores, pero hubo unos capítulos engorrosos que pusieron a Colombia en la órbita mundial porque redundaron en muerte, dificultad económica y pérdidas trascendentales, como la caída del Pacto Cafetero.
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La Perestroika, un relevo económico y social en la URSS
El 23 de abril de 1985 el mundo empezó a cambiar: se registró el acontecimiento global de mayor repercusión en la nueva era de la economía, la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, daba el paso hacia la transformación social y económica, entrando de lleno en el capitalismo y dejando atrás un compendio comunista que devastó el país y lo llevó a la tragedia humana por cuenta del empobrecimiento y el freno a las actividades mercantiles.
Esta política reformista ocurrida en la Unión Soviética fue posible tras la llegada al poder de Mijaíl Gorbachov, en 1985. En ese momento el Gobierno de Moscú abre sus puertas hacia los países de occidente, con lo que llegó una liberalización de la economía y una notable nitidez en la información. Con la Perestroika llega el final de la URSS y hace su incursión una economía socialista de mercado; de hecho, la Perestroika fue una reforma económica que tuvo como meta el desarrollo de una revolucionaria organización que fue puesta en marcha en todo el territorio. Este fenómeno político y económico vislumbró cambios en la sociedad, trasladando
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Centro Internacional de Bogotá.
unas iniciativas que le dieran forma a una nueva manera de concebir la economía. El tema fue madurando y gestó inquietudes en los soviéticos y en el mismo Kremlin porque abordaba un aterrizaje hacia la democracia. La Perestroika fue ajustándose como la nueva realidad, hasta terminar con la evaporación de la URSS y la partida de Gorbachov.
Luego de encuestas y sondeos, en el año 2020 las regiones que hicieron parte de la URSS consideraron la Perestroika un error imperdonable, y 65 por ciento de los rusos deploró la transformación.
En sus albores, la Perestroika expuso un programa que contemplaba la conversión de la Unión Soviética en una economía de mercado, todo en un término de 500 días. En ese tiempo se abrían paso unas aperturas económicas ambiciosas y el retorno a las relaciones con occidente. Uno de los pasos grandes que dio el proceso fue el aceptar, por lo menos en productos básicos, la propiedad privada.
Algunos analistas rusos aseguran que la Perestroika llegó en un tiempo de relativa calma económica, totalmente por fuera de la crisis, pese al momento mundial de las finanzas. Aseguran que el nuevo modelo cambió el modo de vida y llevó el país a unas prácticas de corte neoliberal, como la desindustrialización y la privatización. Fue común la venta de activos de la nación que pasaron a manos del sector privado, que en 1994 contaba con el 70 por ciento de empresas anteriormente de manejo estatal.
La bautizada “terapia de choque” de Boris Yeltsin, el primer presidente ruso tras el marchitamiento de la URSS, consistió en el cambio de un sistema económico solidario a uno capitalista liberal, muy a lo occidente.
No pocos quedaron atónitos en Rusia, después de la Guerra Fría y de los extremos que llevaron a la confrontación y a una amenaza de guerra de corte nuclear, los inamovibles soviéticos terminaron en el capitalismo, haciendo el bosquejo de la nueva forma de producción,
ahora a escala y con conceptos muy estrictos de competitividad.
Matriculados en una economía de mercado en donde cobran valor términos como oferta y demanda, la floreciente Rusia autorizó una regulada autonomía interna y determinó la liberalización de los precios. Dentro de los planes de la Perestroika estaba combatir la corrupción, el elevado consumo de alcohol y la deserción laboral. En ese tiempo llegó un cambio fundamental en las industrias, con lo cual quedó sustentado el sector privado con libertades en Rusia. Las empresas que experimentaran inconvenientes o que quisieran potenciar portafolio, podrían tomar medidas sin tener que acudir a las autoridades.
Con ese nuevo aire la inversión no se hizo esperar y paulatinamente fueron llegando empresas de varios sectores. Los reparos siguieron porque para muchos ciudadanos, un alto porcentaje de la industria había perdido dinámica productiva y denunciaron un oprobio en contra de la agricultura. La queja tuvo su reacción y el sector privado ganó espacio con la llegada de nueva inversión que pudo optimizar los rendimientos laborales, mejorar productos y estar en un escenario capitalista cada vez más abierto, pues se hicieron contratos individuales en algunas factorías.
Rusia estaba en la onda capitalista y para ello vendió un grueso número de empresas y adelantó reformas a la banca, pasando por revisar la fuerza de su moneda, el rublo.
De todas maneras, los cambios fueron pasando factura, así como la falta de conocimien-
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Los años ochenta fueron para Colombia un problema de grandes magnitudes. Inicialmente hubo un crecimiento desmedido de la población y las primeras señas que traería el flagelo del narcotráfico.
to y la ausencia de una estrategia para mantener un libre mercado. Sin las empresas de antes y con una agricultura disminuida, Rusia colapsó, quedó estática y con una inflación de grandes proporciones, la pobreza igual creció, pero los líderes luchan, siguen en el negocio petrolero, fortalecen sectores productivos y apuestan por grandes hazañas en la nueva realidad.
Colombia y los hechos destacados de los ochenta
Retomando el plano local, el 13 de marzo de 1988 Colombia celebra la primera elección de alcaldes, jornada que habilitó a 11.7 millones de colombianos para elegir a 1.009 alcaldes por un periodo de dos años.
De esta manera, se acaba el sistema de elegir alcaldes por mandato presidencial o departamental por parte de los gobernadores. La Constitución de 1991 extendió el periodo de los alcaldes a tres años y respaldó la elección popular de gobernadores. El mandato de tres años pasó a cuatro años desde las elecciones de octubre de 2003, empezando la respectiva gestión desde el primero de enero de 2004.
Uno de los hechos que marcó al país y al gobierno de turno fue la caída del Pacto Cafetero en 1989, acuerdo que estuvo activo desde 1962. Después de 30 años de beneficios, el acuerdo de cuotas fue dado por terminado, un hecho que reportó consecuencias inmediatas porque la economía cambió radicalmente, tal y como sucedió con la agricultura.
Mientras los cafeteros atendían sus cafetos en las montañas colombianas, el lunes 3 de julio de 1989, los representantes de los países miembros de la Organización Internacional del Café, OIC, le ponían los santos oleos en Londres al Pacto Internacional del Café.
Después de varias discusiones fue imposible salvar el acuerdo y el sistema de mercado que les dio la mano por treinta años a los productores, se desmoronaba. Como un castillo de naipes caía ese día el pacto de cuotas, un
instrumento que le puso orden a la oferta del bebestible, asegurando para los productores mejores precios y un mercado justo.
Un dato que suministró el gerente de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, Jorge Cárdenas Gutiérrez, a la desaparecida cadena Radionet, fue la “periquera” que se armó en la sede de la OIC en la capital del Reino Unido, en donde todos hacían lo posible por salvar el acuerdo. Detalló que el movimiento al interior del edificio era impresionante, cargado de nerviosismo y con una serie de pláticas en los corrillos. Era lo más parecido al último día de un enfermo grave, todos lo quisieron salvar desde la tribuna de la producción, pero el hecho no tenía revés.
La caída del Pacto Cafetero fue liderada por Estados Unidos a nombre de los consumidores, a lo cual se unieron países de Europa, en especial Alemania, y de manera increíble los productores de Centroamérica que alegaron que pasaban de andén porque para ellos el Pacto Cafetero se apartaba de una realidad, ya que el mercado estaba buscando más que volúmenes, calidades y valores agregados.
El siempre recordado Néstor Osorio, hombre del café y comprometido con los pro-
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ductores, sentó una constancia en términos fuertes sobre las secuelas que dejaría la liberación del mercado del café, una medida defendida a capa y espada por el estadounidense John Rosenbaum, quien llegó muy decidido a la nefasta reunión. Después de unas votaciones casi adelantadas, el Pacto Cafetero pasó a la historia triste en vista que fueron 30 años de apalancamiento en favor de la economía colombiana y del resto de los países productores.
Para Cárdenas Gutiérrez, con el final del Pacto Cafetero o Acuerdo de Cuotas entró con mayor ímpetu el cambio en la forma de manejar la economía global, una iniciativa del presidente de Estados Unidos Ronald Reagan que propició las libertades en el comercio y cambios profundos en la banca, la que vislumbró como más moderna, ágil y presta.
En 1989 los acontecimientos fueron trascendentales, pero acabar con unas reglas claras del juego para el mercado cafetero, resultaba contundente en el proceso de liberalización comercial a nivel mundial. Ese día fue derribado con sus efectos siguientes uno de los productos del agro más relevantes, y un nuevo capítulo económico se empezaba a escribir.
Las medidas de alguna manera inexorables no tuvieron ningún tipo de consideración, el mundo cafetero estaba contristado con una medida letal para el mercado, la única sonrisa tímida fue la de los representantes cafeteros de Centroamérica que después lamentarían el monumental error.
Al igual que en todos los sectores, las decisiones tienen efectos, y en cuestión de 24 horas el mercado contabilizaba aproximadamente 25 millones de sacos de café. Al año, la libra de café se remuneraba en la bolsa de Nueva York a niveles de 0,69 centavos. Un precio del inicio de los 90 que dejó huella, una terrible e inolvidable huella.
La actividad cafetera sufrió hasta más no poder, había perdido su activo más preciado, la estabilidad en precios, y en adelante cambiaba el panorama de los caficultores que empezaron a dejar la actividad para dedicarse a otros renglones económicos. Fue usual en ese periodo vender las fincas, algunos redujeron el área sembrada, pero muchos más optimistas vieron en la adversidad una oportunidad y un momento, seguramente el de cafés especializados y un impresionante valor agregado. No todo fue caótico.
Zona franca de Bogotá 1980 - 1990 71
Foto: cortesia Zona Franca Bogotá
En cifras, el derrumbe del Pacto Cafetero fue casi inmediato porque la caficultura, que representaba 10 por ciento del PIB del país, bajó a niveles lamentables. Para colmo de males, llegaron nuevos competidores de bajo precio en el sudeste asiático, como Vietnam e Indonesia, por citar algunos. Pasaron 32 años y la caficultura colombiana sigue viviendo sin pactos o acuerdos, continúa por el derrotero de la competitividad, la calidad y la diferenciación. Hoy los productores saben que su café de enormes propiedades puede valer hasta diez veces lo que marca el mercado de Nueva York, porque el consumidor no quiere café, ya está buscando grano colombiano especial, diferente a todos, un producto único y tremendamente exclusivo en taza, sin duda toda una experiencia.
El muro de Berlín y su caída, el fin de la Guerra Fría
También en 1989, más exactamente el 9 de febrero, se produjo una noticia que tuvo varias connotaciones geopolíticas: había caído el Muro de Berlín, con lo cual se unificaba Alemania, que estuvo por espacio de 28 años dividida por la ofensiva pared. Había de por medio una motivación, y era la apertura de fronteras entre Austria y Hungría, un hecho acaecido en mayo de 1989. La separación de familias y allegados generó todo un sentimiento de pena en la Alemania oriental, y con los años llegaría a su fin la pesadilla del aislamiento, una consecuencia de la Guerra Fría.
Los historiadores se han ocupado con mucho ahínco de este capítulo, el cual surgió con el fin de la Segunda Guerra Mundial, conflicto que dejó dividida la ciudad de Berlín en cuatro fracciones en las que hicieron convergencia soviéticos, franceses, estadounidenses e ingleses. Las diferencias eran extremas entre los adeptos al comunismo y los aliados. Con el tiempo no solo hubo dos monedas o tipo de cambio sino dos Alemanias.
Los tres países de occidente –Francia, Inglaterra y Estados Unidos– le dieron origen en 1949 a la República Federal Alemana. RFA, La Alemania del este, en poder de los soviéticos, pasó a ser la República Democrática Alemana, RDA. La ciudad de Berlín finalmente fue dividida y tan solo hubo espacio para 81 pasos entre las dos partes de la ciudad. Ante la precarización de la economía soviética y el progreso en Berlín occidental, cerca de tres millones de alemanes dejaron en 1961 el costado comunista para matricularse en el capitalismo, y advirtiendo la recurrente fuga de gente la URSS determinó levantar un muro transitorio en horas de la noche el 12 de agosto de 1961. La nueva tapia clausuró automáticamente 69 pasos de control y tan solo habilitó 12.
Los habitantes de Berlín oriental se levantaron y previo al desayuno los recibió la noticia: había un muro de 155 kilómetros que dividía la pujante ciudad. Ese día todo fue traumático porque los pasos fueron cancelados y el transporte perdió radio de acción en las dos partes.
Después de un arbitrario desalojo en los días venideros empezó a construirse el muro de ladrillo. La serie de fugas que se fueron dando con el pasar de los años hicieron que el murallón fuera extendido de manera exagerada. Los encargados de construir el muro terminaron por elevar una pared de concreto que llegó a medir cuatro metros de altura.
Los soviéticos apelaron a todo tipo de técnicas y una de ellas era incrustar en el muro superficies semiesféricas de tal manera que nadie pudiera escalar por ellas.
En el muro muchos alemanes perdieron la vida, esa infausta obra estaba dotada con los sistemas más modernos de seguridad y vigilancia. Las alarmas estaban por todas partes y junto a ellas torres de vigilancia que apoyaban patrullajes las 24 horas del día. Los perros también intimidaban y hacían más complicado huir. Intentar salir de Berlín oriental era el equivalente a un suicidio, pero muchos optaron por un final fatal.
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Según datos estadísticos, entre 1961 y 1989 más de 5.000 individuos quisieron atravesar la intimidante fortaleza. De ese número, 3.000 almas fueron retenidas. Lamentablemente en el muro murieron aproximadamente cien personas. El último deceso por ese motivo se produjo el 5 de febrero de 1989.
El número de alemanes se desbordaba para llegar a Hungría, en donde diligenciaban asilo en la Alemania Federal. El asunto se fue poniendo más candente y se presentaron las protestas en la emblemática plaza Alexanderplatz, en el centro de Berlín.
Finalmente, el 9 de noviembre de 1989 al añejo mercado del buey llegó la noticia: la República Democrática Alemana dio su consentimiento para pasar al oeste, la espera había terminado y con ello se anotaba el fin de la Guerra Fría.
El abandono fue masivo, nadie detuvo a los alemanes que cruzaron hacia la libertad por los reducidos puntos de control. Otra historia en la década de los 80 empezaba a narrarse. Al día siguiente el muro tenía grandes fisuras, las personas lograron el anhelado reencuentro y el muro finalmente fue destruido.
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Aeropuerto de Rionegro, en Antioquia.
Armero, una tragedia que conmovió al mundo
Al escribir sobre Armero llega a la mente el recuerdo de Omayra Sánchez Garzón, la niña que flotaba sobre agua y barro, una imagen que rodó por el planeta mostrando la dimensión de la tragedia que había provocado el volcán Nevado del Ruíz. Finalmente, la niña falleció hablando con un reportero y expresando su optimismo y ganas de vivir, el sueño de la pequeña después de muchos esfuerzos se hizo eterno. Literalmente, la desventura marchitó trece inocentes primaveras.
La tragedia del municipio de Armero, en el Tolima, ocurrida el 13 de noviembre de 1985, dejó a Colombia en una situación de pesar, llanto, luto e impotencia. Nadie podía dar crédito a las imágenes que mostraba la televisión, Armero había desaparecido del mapa, tal y como lo narró el piloto de Avianca al periodista Yamid Amat.
Según los testigos desde la cuatro de la tarde caía de manera incesante ceniza de las alturas. Nadie se imaginó que el infortunio viniera de 5.321 metros arriba, al occidente de la próspera municipalidad de Armero, un sitio destinado para los cultivos de algodón y la cría de ganado.
Después de advertencias, a las nueve de la noche un pueblo sin luz sintió los rigores de la naturaleza que había avisado con una increíble lluvia de piedras y mucha ceniza. Del cráter Arenas brotó lava y ocasionó una avalancha que bajó de la montaña arrasando con todo lo que encontró. Varios edificios fueron destruidos y en medio de la carrera por la vida, muchos “armeritas” fueron absorbidos por el lodo y la brutal fuerza del alud.
En la tragedia de Armero más de 25.000 personas perdieron la vida, una suma muy grande para una población de 40.000 habitantes. El hecho afectó a muchas personas que perdieron
Cultivo de piña en el Caribe colombiano.
familias enteras y que debieron enfrentar el reto de la vida prácticamente solos. La del Ruíz es la tragedia natural de mayor envergadura en la historia de Colombia y un recuerdo eterno por todo lo que el hecho significó.
La población, con uno de los potenciales agrícolas más grandes de Colombia, quedó arrasada, arrancada de su geografía con toda la fuerza de la naturaleza. Los olores penetrantes a azufre, el calor intenso y una oscuridad llena de gritos y lamentos, terminó con un episodio luctuoso de unas proporciones inimaginables.
Según los expertos que han dedicado tiempo a Armero, la tragedia estaba demorada, estaba escrita y el tiempo era clave. Las erupciones se dieron siglos atrás, una en 1595 en plena conquista y otra en 1845, cuando empezaban a llegar las primeras familias de la colonización antioqueña. La tragedia estaba anunciada, la comunidad científica alertó y lo propio hicieron personas que llegaron a la
cima y notaron actividad volcánica. Tristemente hubo oídos sordos y caso omiso.
Palacio de Justicia, una imagen lamentable
Dentro de los hechos de los años 80 está sin duda la toma del Palacio de Justicia por parte de 35 guerrilleros del M-19. Una tragedia que pudo evitarse; pero se registró, entrando a los oscuros capítulos de la historia de América Latina y el mundo. Después de este insuceso y Armero, algunos aseguraban que la suerte del presidente Belisario Betancur, invitaba al análisis.
El miércoles 6 de noviembre de 1985 se llevó a cabo la toma del Palacio de Justicia, hecho que cobró la vida de cerca de 100 personas, entre ellas 11 magistrados de la Corte Suprema de Justicia. El llamado holocausto del Palacio de Justicia conllevó a la retención indebida de 350 personas, entre las que estaban magistrados, consejeros de Estado, trabajadores y servidores del aparato de justicia.
La tragedia empieza con la retoma del edificio, en donde hubo cruce de balas y el ingreso de tanques Cascabel. La operación terminó 27 horas después con un saldo trágico. En la toma murió el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alfonso Reyes Echandía, quién exhortó en la Cadena Caracol de Colombia por la vida de todas las personas al interior del Palacio.
Muy compleja fue la década de los 80, el tema financiero golpeó los indicadores económicos y sociales, igual el entorno internacional fue difícil y Colombia fue protagonista por dos hechos sumamente tristes. La época fue dura, pero igual las exportaciones de café siguieron, como las de petróleo, banano, flores, carbón, azúcar, carne y tabaco entre otras. En manufactura había un movimiento importante con los países de la región que compraban confecciones, textiles y marroquinería, incluido calzado. Es cierto: hubo problemas, pero también empresarios valientes y muy comprometidos.
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Fernando Barberi Comercio con visión y transformación
Hablar de Analdex implica historia económica, evolución, innovación, trabajo y anécdotas. Dentro de esas historias está la de Fernando Barberi, uno de los patricios del gremio encomiable del comercio exterior y un empresario dueño de sólidos conceptos sobre la manera de hacer empresa y exportar país.
Antes de arribar con sus conocimientos a Analdex, el economista Fernando Barberi, un destacado bogotano nacido en 1947, estuvo en la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo, Fedesarrollo, fundada en 1970. También fue economista del Fondo Monetario Internacional, consejero económico de la embajada de Colombia en
Washington y al regresar a Colombia fue acogido por el Fondo Financiero Agropecuario. Tiempo después retornó a Fedesarrollo y luego incursionó en el tema de comercio exterior al aceptar la subdirección general del Fondo de Promoción de Exportaciones, Proexpo.
Barberi fue, por espacio de tres años, vicepresidente económico de la Asociación Nacional de Industriales, Andi, y tiempo después se dedicó a la consultoría, por lo que creó la firma OCMT Consultores Asociados.
Recordó que durante sus menesteres en Proexpo poco sabía de Analdex, pero tenía contactos con prominentes exportadores. En ese entonces, “Analdex no aparecía en
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nada. Cuando ya estaba en OCMT se me acercó Ronald Bakalarz acompañado por Richard Perlman y me ofrecieron la presidencia. Yo dije que sí. En ese momento Eduardo Gómez era el presidente de la Junta”, especificó Barberi.
En su charla, Barberi dijo que el presupuesto del incipiente gremio del comercio exterior era ridículo. Para hacerlo simple, a Analdex le tocó funcionar en la oficina que en su momento tenía el empresario, no había ningún empleado de la asociación, motivo por el cual Barberi puso a disposición de la colectividad el personal que trabajaba con él en OCMT, cumpliendo doble función. Así empezó a narrarse la gran historia de un gremio que marcó y sigue marcando pautas.
Entre las gestiones que adelantó Barberi estuvo el Seminario de Periodistas, un espacio para acercar la Asociación a los medios de comunicación. Se le reconoce el haber retomado el Congreso Nacional de Exportadores, que hacía mucho tiempo no se hacía.
Los problemas financieros fueron abordados con prontitud. Fernando Barberi, aprovechó su estrecha amistad con Rafael Gamma, exdirector de Proexpo y exgerente del Banco de la República. En un momento grato, el buen amigo le sugirió revivir la Medalla al Mérito. A partir de esa charla, Analdex hizo los movimientos necesarios y condecoró al expresidente Carlos Lleras Restrepo. Con ese evento, indicó Barberi, se empezaron a sanear las finanzas de la asociación.
Colombia necesita exportar valor agregado
A criterio de Fernando Barberi, en exportaciones Colombia sigue igual, habida cuenta que las menores o aquellas que están por debajo de café, minería y derivados del petróleo, nunca crecieron debido a que se cambió el café por mineroenergéticos como carbón y crudo.
“Además, durante la revaluación las exportaciones decrecieron bastante. El problema estuvo en que al empresariado colombiano le faltó competitividad, todo porque dejó crecer
un gran problema por el simple hecho de confiar en el Estado. Una tesis cierta es que las exportaciones tienen que aumentar independientemente del Gobierno de turno”, dijo.
Hubo un pecado del cual se puede hablar y en el que incurrieron los exportadores colombianos: sencillamente –argumentó Barberi– estaban contentos, cómodos con el mercado interno; muchos empresarios del comercio exterior eran más importadores que exportadores, entonces era difícil tocar temas como la devaluación. Recuerda que en las reuniones de negociaciones importantes en las que participó, lo que le recomendaban era trancar la entrada, en lugar de promover la salida de productos.
Hacer negocios para los empresarios en esa época no era asunto fácil. Barberi afirmó que había quejas que persisten hoy, como el transporte. De todas maneras, puntualizó, no existía tanto problema con los seguros y el crédito estaba cubierto por Proexpo, era todo subsidiado, porque esa entidad cubría hasta 90% de las exportaciones y ofrecía créditos de capital de trabajo.
El expresidente de Analdex defendió profusamente el Certificado de Reembolso Tributario, CERT, porque consideró que era un mecanismo útil cuando el país no podía devaluar al ritmo que requería. Eso, precisó el empresario, pasó durante la bonanza cafetera.
Admite que se robó a Javier Díaz Molina de la Andi de Fabio Echeverri, y sonríe con la tranquilidad del deber cumplido, porque sabe que entregó un gremio fortalecido y con forma. Aparte de la rivalidad con los industriales, recuerda la lucha por simplificar el Plan Vallejo, las batallas que dio al interior del Incomex para conjurar los problemas de los exportadores y el aumento de afiliaciones. “Otro de los proyectos que saqué adelante fue el premio Coltejer-Analdex, que en la actualidad es el Premio Nacional de Exportaciones, una idea que trabajamos con Javier Díaz”, dijo. Finalmente, trae a su mente una frase con la cual resume lo mejor de haber sido presidente de Analdex: “Enseñarles a los empresarios a entender el problema macro y al Gobierno el problema micro”.
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Ricardo Sala Un salto al comercio mundial
En 1989, el ingeniero industrial Ricardo Sala, llegó a la presidencia de Analdex con ideas de avanzada y con el firme propósito de ayudar en esa transición del comercio local y regional al entorno internacional. Sus acercamientos al gremio se dieron por la amistad con empresarios de marcada vocación exportadora. Cuando asomaba la década de los noventa fue invitado a contemplar opciones por sus conocimientos y apego al comercio exterior. En ese tiempo, apuntó Sala, el país necesitaba –mucho más que ahora– una mayor inserción en el entorno internacional.
“Hablar de comercio exterior y de globalización en esos tiempos era imposible, resultaba una tarea extravagante”,
afirmó. Hubo acciones fallidas por parte del Estado y del empresariado a la hora de impulsar las exportaciones menores y de alto componente de valor agregado, la apuesta del momento fue tan solo por las exportaciones tradicionales como café, banano, esmeraldas, oro y otras; para ese periodo de la historia colombiana, el país era extractivo de chispazos, recordó el expresidente de Analdex.
En su gestión, el gremio mejoró su capacidad económica, hubo supervivencia financiera con la puesta en marcha de nuevos servicios, eventos y otras estrategias que potenciaron el portafolio, dejando de depender de las cuotas de los afiliados. Dentro de lo esencial estuvo igualmente la
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interacción con la prensa económica con el fin de ayudar a entender los temas comerciales y poder divulgar el mensaje de internacionalizar la economía. Estas mejoras que redundaron en mayores ingresos fueron potenciadas con éxito por Jorge Ramírez Ocampo y después la tendencia siguió con Javier Díaz Molina.
Desde su análisis, Ricardo Sala, dijo que Analdex empezó siendo un gremio pequeño, pero con una particularidad: desde sus albores concitaba el interés de muchos, empezó a crecer como asociación, pero nació con credibilidad. Aseguró que en esa frontera entre los 80 y los 90 hubo temas de relevancia como mirar a Centroamérica y el Caribe, con algunos países pequeños supremamente activos en el tema exportador. Por citar un ejemplo, República Dominicana vendía pantalones de jean a Estados Unidos por más de 1.000 millones de dólares, mientras Colombia tan solo exportaba 50 millones de dólares.
Jamás olvida la reunión que hubo en la única mesa que tenía en esos tiempos Inexmoda, el instituto generador de herramientas para los sectores textil-confección. Allá, en cercanías de la plaza de El Poblado en Medellín, en un trabajo muy consecuente con Roque Ospina, se logró sentar a los industriales del sector textil y a los fabricantes de confecciones para concretar una cadena de beneficio, es decir, que los creadores de prendas de vestir usaran telas nacionales apropiadas en precio, calidad, diseño y oportunidad, todo un acuerdo gana-gana.
Esa reunión tuvo sus frutos. Después de un tiempo, tras la cumbre de finales de 1989, el país pudo exportar más de 1.000 millones de dólares en confecciones nacionales con telas colombianas. “Alguien había dicho que era imposible reunir a los dos sectores y comprometerlos… Pues el tiempo demostró lo contrario, algo que Colombia no logra hoy, lo que me lleva a evocar con tristeza que demasiada gente
trató de hacer mucho y fueron pocas las cosas de relevancia que se conquistaron”.
Anotó que también fue amplio el trabajo que se hizo en aquel periodo con Proexport, pero en todo lo que lleva la promoción de exportaciones con discurso, dinero, propuestas e iniciativas, “la cosecha es muy pobre”. Sobre ese punto en particular, Sala dijo que al país le está haciendo falta una evaluación seria, profunda, independiente, objetiva y crítica sobre el verdadero aporte de ProColombia y los mecanismos de promoción, ya que se han invertido fortunas y los resultados, con el nombre que sea, son precarios.
Sobre su tiempo al frente de Analdex, Ricardo Sala indicó que el escenario gremial, que resultó todo un privilegio, le ayudó a profundizar conocimientos, a entender mejor al Estado y a los mismos empresarios. En su presidencia logró avanzar en el afianzamiento, ampliación y profundización del conocimiento y la lectura del comportamiento mundial de cara a un mejor comercio, ello le mostró la importancia de la inserción del país en el esquema de globalización.
En su remembranza, Sala manifestó que Analdex ha hecho llamados de atención, en algunos casos sin éxito, sobre la necesidad de adoptar políticas macroeconómicas que no golpeen de manera negativa el comercio exterior. “A muchas personas les cuesta entender que para exportar bien hay que ser también buen importador, y eso lo ha hecho la asociación de manera acertada”, precisó.
Desde su punto de vista, con los nuevos componentes y con el empuje de los últimos presidentes, el gremio tuvo mayor presencia y contundencia en Colombia y fuera de ella. Resaltó la importancia del Premio Nacional de Exportaciones, al que se le dio todo el aire posible, y de una labor por un mejor país, por una Colombia próspera y metida de lleno en una globalización que amplía el vademécum de oportunidades.
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Ronald Bakalarz Una historia empresarial hecha a mano
El empresario Ronald Bakalarz, tiene unos orígenes exógenos, pero es la prueba fehaciente de que el destino está marcado. En medio de lágrimas cercanas, angustia, recuerdos a la distancia y la vetusta añoranza, igual hay espacio para amar a la tierra que abre las esclusas de las oportunidades y al sitio en donde, pese a las dificultades, la lucha, el esfuerzo, las ideas y la empresa, siguen siendo derechos inamovibles.
Desde niño, el inquieto Ronald estuvo en el negocio de calzado. Bakalarz, hace parte de una familia de inmigrantes que llegaron a Cuba, buscando la plena salvación de la cruel y terrible Segunda Guerra Mundial. La tranquilidad no fue
plena, porque en Cuba las cosas se hacían difíciles y lo que traían ahorrado de Europa se esfumó en la isla, pues Fidel Castro les confiscó todo. Los padres de Ronald Bakalarz deciden viajar a Colombia y el ambiente fue sin duda otro al llegar a la tierra de la cumbia, las montañas y el café.
El espíritu artesanal y el amor por la manufactura no se hicieron esperar: la familia inició una industria de sandalias playeras, con tanto éxito que en menos de nada se convirtió en una organización de calzado.
“Empezamos con pantuflas, hoy hacemos todo tipo de calzado, tenemos dos fábricas en Colombia, un par de fábricas en China y una organización comercial muy gran-
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de; entonces, son dos grandes negocios, uno de industria y otro de comercio, además de inversiones en finca raíz. En el ejercicio del calzado, hace muchos años vimos que, si uno quiere crecer, no puede depender únicamente del mercado interno, sino que fue y es importante buscar otros horizontes para poder ampliar la base”, apuntó Ronald Bakalarz.
Analdex, una gran experiencia
Después de mucho trabajo, de fundar empresas y afianzar el potencial familiar, Bakalarz fue nombrado tesorero del gremio en 1986. Luego, al ser elegido como presidente de la Junta Directiva, empieza una reforma estatutaria y logra un acuerdo tácito de no priorizar más gremios como afiliados, sino fundamentalmente empresas individuales.
Los gobiernos, aseveró, tenían en cuenta al gremio para los procesos decisorios, como invitaciones a negociaciones: primero el G3, el acuerdo que se hizo con Venezuela y México, después las negociaciones del Grupo Andino y posteriormente se llevó a cabo el Consejo Empresarial Estados Unidos.
Su voz se escuchó dinámica y alegre al interior de la asociación. Sin embargo, en momentos de crisis financiera, era él como presidente de la Junta quien se comunicaba con los afiliados para pedir una ayuda extraordinaria y reunir dinero, incluso él mismo prestó dinero al gremio.
Ronald confesó que desde el sector real de la economía siempre hubo mucho miedo por el proceso de apertura económica, temor que se observó en Analdex, pero igual desde todos los frentes industriales y productivos en general.
Cuando se habló de apertura económica, rememoró Bakalarz, hubo prevención porque reducía de manera sustancial el CERT y paralelo a ello se eliminaron por completo las financiaciones a las tasas bajas, convirtiéndolas en tasas de mercado. En ese tiempo se le dio inicio al proceso de desmontar la tasa de cambio gota a gota, primero se propuso un rango, de dejarlo mover en un nivel determinado y
con el tiempo fue eliminado del todo. Eso causó un proceso revaluativo en el país, porque las exportaciones empezaron a caer y las divisas a escasear.
“A finales de los 80 y arrancando los 90 empezó un crecimiento gigantesco del narcotráfico y el dólar paralelo tuvo un precio completamente diferente al dólar oficial. En ese momento se hizo una reducción de aranceles muy importante y se le dio la bienvenida a una apertura que a nuestro juicio era más comercial que estructural, porque no se hizo una apertura financiera, se protegió la banca, quitándole a la empresa la capacidad de financiación económica en el país. Sin permitir una apertura para buscar financiación en el exterior, entonces todavía tenemos que financiarnos a través de la banca nacional, las tasas de interés se disparan y no nos abren la financiación al exterior, nos bajan los aranceles sometiéndonos a una competencia brutal, nos quitan los apoyos de crédito, no nos abren el mundo del seguro, se mantiene el control cambiario, entonces no hubo una apertura total, sino parcial”, manifestó Ronald Bakalarz.
Desde su perspectiva, ve en Colombia un país con una clase empresarial extraordinaria, advirtiendo que hacer empresa en todo el territorio es una maratónica y compleja carrera, que podría ser más sencilla si no hubiese tantas barreras operativas y legales, impuestos elevados, desbordado contrabando y tanta ineficiencia estatal.
Aseguró que el empresario tendría un gran futuro por cuanto está dentro de los más eficientes de América Latina, y reconoció también que la clase trabajadora colombiana es muy buena. El problema, señaló, es que no hay carreteras, logística eficiente y energía competitiva. Como si los líos no fueran suficientes, hay reforma tributaria cada dos años: en el análisis de Bakalarz, no hay país que aguante eso.
“Yo creo que, si dejamos de hacer tantas reformas y ampliamos la base tributaria, Colombia puede ser muy competitiva en exportaciones. Hay unos obstáculos realmente absurdos para hacer comercio en el país, y eso es lo que tenemos que superar”, concluyó el empresario.
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comienzo de la El transición
La Asociación Nacional de Comercio
Exterior, Analdex, llegó a su tercera década con toda la expectativa, porque si bien a nivel internacional, foco esencial de la agremiación, el ambiente llegaba con más optimismo por el fin de la Guerra Fría, estaban por definirse nuevas situaciones de índole geopolítica.
En esta década hubo toda clase de eventos y fueron muchos los anuncios, desde la evaporación de países y la calamidad en Yugoslavia, hasta la llegada de tecnologías como Windows 95, un sistema operativo que catapultó la imagen y atiborró las cuentas bancarias del magnate Bill Gates. No menos tenaz fue la promulgación de la Constitución Política de Colombia en 1991, una nueva hoja de ruta que le daría a los colombianos nuevas herramientas económicas, sociales y legales.
Colombia debió desarrollar su economía entre el pavor y la amenaza, ya que la guerra contra los carteles de la droga hizo que gran parte de los oficios del Gobierno se centraran en una lucha extrema que dejó saldos lamen-
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tables y hechos de violencia sin precedentes en la historia de América Latina. El negocio de las drogas les costó la vida a policías, soldados, hombres de bien, mujeres y niños… Ese conflicto no tuvo consideración por edades, estratos o cargos, el conflicto fue literalmente a muerte y el país no la pasaba bien porque los efectos de la guerra y el narco impactaron la inversión, los negocios y el turismo –en esa década Colombia era el destino más prohibido en el planeta, entre otras cosas, porque reinaba el secuestro, la extorsión y las masacres–.
En los noventa el término crisis volvió al escenario internacional, una situación compleja que acompañó un contexto difícil para Colombia y sus instituciones. Los años 90 llegaron con un déficit fiscal que crecía exponencialmente, un nivel de deuda externa que empezaba a intimidar y un déficit adicional en las cuentas internacionales de Colombia.
Todo ese escenario debió meterse en cintura con una serie de medidas bastante fuertes para
ponerle freno a la salida masiva de capital, una devaluación preocupante y unas tasas de interés muy elevadas.
Al ver la economía con juicio es notorio que entre 1990 y 1995 hubo un crecimiento de 4,5 por ciento aproximadamente, toda una proeza frente al pésimo ejercicio económico de 1992. Los empresarios aún recuerdan el drama que empezó en 1996 cuando el PIB, desde la perspectiva del sector privado, no creció. En ese año, que ya veremos, la economía alcanzó 2,1 por ciento de crecimiento, empujado por la expansión del sector público. El indicador del PIB tampoco reportó crecimiento en 1998 y, caso contrario, se desplomó 4,5 por ciento en 1999.
En 1990, en la alborada de la década, ocurrió un hecho muy especial para el mundo: después de años de sufrimiento, expectativa e incertidumbre, se logró la reunificación de Alemania. Un primero de julio de 1990 quedó marcado en el almanaque del recuerdo en el que dos estados acordaron la unión económi-
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Valle de Cocora, en Quindío.
ca, monetaria y social. En principio fue diluida la República Democrática Alemana, RDA, y de esta manera sus habitantes obtuvieron la ciudadanía de la República Federal Alemana, todo después de la notificación hecha en los dos parlamentos.
Daba sus frutos el histórico Tratado 2+4 sellado en Moscú un fresco 12 de septiembre de 1990. Los países firmantes fueron Francia, Inglaterra, Estados Unidos y la Unión Soviética, los señalados de propiciar la división alemana en 1945, país que terminó con el martirio de la Segunda Guerra Mundial y entró a un mundo grisáceo y sin sentido tras un fraccionamiento absurdo si se quiere. Las potencias le dieron su bendición a una nueva Alemania, país que demostró su resiliencia para dar inicio a nuevos tiempos de prosperidad y desarrollo.
En 1990 la fallida gestión del presidente Alan García, quien no pudo conjurar la complicada situación de la economía peruana, termina fortaleciendo a un fuerte opositor, Alberto Fujimori, el creador del movimiento Cambio 90, propuesta política que lo llevó a la Presidencia de la República de Perú, derrotando en segunda vuelta a Mario Vargas Llosa. Con Fujimori llegó al poder de manera indirecta la dinastía japonesa, una administración que le cambió la cara al Perú en todos los aspectos, pero muy eficientemente en la economía por los manejos en comercio internacional y nuevas propuestas productivas.
En 1991 tuvieron lugar varios hechos, pero quizás dos marcaron la geopolítica e hicieron que no todo fuera color de rosa. En ese año estalla la Guerra del Golfo cuando el 17 de enero se dio inicio a la operación Tormenta del Desierto, un ataque aéreo descomunal por parte de las fuerzas aliadas que igual sorprendieron con embates navales. Fueron 40 días de hostigamientos en los que resultaron totalmente destruidos centros de control, puestos de comunicaciones e instalaciones químicas en Irak, pero también en Kuwait.
La geopolítica marcó al mundo: en ese año, en 1991, la humanidad asistió a la desintegración de Yugoslavia, un proceso complicado y sangriento. La desaparecida Yugoslavia se caracterizó por tener multiplicidad étnica al igual que religiosa. Esa condición fue un inllevable inconveniente en las seis naciones que la conformaron: Croacia, Eslovenia, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Macedonia. Desde la década de los 70, la Federación Yugoslava mostró desencuentros, pero con el deceso de Tito, en 1980, los líos crecieron.
Eslovenia y Croacia decidieron dar inicio al proceso de separación en los últimos meses de 1989 y en plena época veraniega de 1991, declararon su autonomía frente a un mandato federal en cabeza de Serbia, país que se fue lanza en ristre contra los estados insurrectos. Después de choques entre fuerza pública y minorías de Serbia, además de otros hechos condenables que rodearon el conflicto, el 12 de noviembre de 2001, luego de once interminables años de apremio y beligerancia, se dio por terminada la Guerra de los Balcanes o las también conocidas como Guerras Yugoslavas.
También en 1991 se le puso punto final a la Cortina de Hierro, como consecuencia de la caída del Muro de Berlín, que hizo que la URSS se hiciera a un costado de las decisiones de Europa Oriental. De esta forma se cierra el ciclo de los gobiernos comunistas de Polonia, Hungría y Checoslovaquia en 1990, a la par con la unión alemana.
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En la década de los 90 Latinoamérica acepta la propuesta de Estados Unidos en materia de modelo económico, y entra al escenario el Consenso de Washington.
Gorbachov, capitalismo y fin de la URSS
En febrero de 1990, cuando la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, entró en una crisis que terminaría con la fisión de las mismas, vino, en medio de esa disgregación, la separación de Lituania el 11 de marzo. Lo que iba quedando de la URSS experimentó reveses, en agosto de 1991 se dio el golpe de Estado a Gorbachov, quien fue retenido y puesto en arresto domiciliario. El comunismo estaba desecho y sus intentos por retomar el poder fueron ineficaces. Tan solo fueron necesarios tres días para que los reformistas, en esta ocasión liderados por Boris Yeltsin, acabaran con la toma, deslegitimando una corriente política que no reaccionó y que ya estaba metida en las reformas económicas y sociales.
Por voluntad de los habitantes rusos, representados por el Congreso de Diputados del Pueblo, desde el 5 de septiembre entró a regir los destinos del país de los zares un Gobierno temporal, guiado por Gorbachov, quien estaba a la cabeza del Consejo de Estado.
Las cosas fueron mejorando y en cuestión de horas el Consejo determinó la independencia de Lituania, Estonia y Letonia. Vinieron los cambios que desembocaron en la Federación Rusa. Según los registros históricos, la Unión Soviética fue disuelta y dada por borrada el 21 de diciembre de 1991, sin embargo, el fin a esa historia se dio con la renuncia de Mijaíl Gorbachov el 25 de diciembre, pues el 26 del mismo mes fue revalidada la impensada dispersión. Fueron doce repúblicas las que hicieron parte del bloque soviético: Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Kazajistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán, Ucrania, Uzbekistán, Bielorrusia, Moldavia y Kirguistán.
Estos hechos fueron trascendentales porque pusieron a Rusia y a otras repúblicas en una ola de cambios que involucraron el manejo económico, el intercambio de bienes y servicios, la apertura a la inversión y una produc-
ción a escala que les permitió a los países exsoviéticos exportar y abrirse más ampliamente al mundo, estableciendo representaciones diplomáticas y mostrando el potencial de cada país en occidente, por hablar de las tres américas, Oceanía, Asia y Europa.
Estados Unidos y sus cambios
El presidente de Estados Unidos entre el 20 de enero de 1989 y el 20 de enero de 1993, fue George Bush, un hombre comprometido con la política exterior, una labor que lo desvió de los asuntos internos, hecho que le pasaría factura. Pese a haber salido airoso en la Guerra del Golfo, la situación compleja de la economía y una recesión aguda lo puso por fuera de la órbita del electorado. El proceso electoral le dio la Presidencia a Bill Clinton, quien gobernó entre enero de 1993 y enero de 2001.
En su mandato, Clinton apostó por la expansión de la economía y bajo su Gobierno se rubricó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, NAFTA. Igual reportó un superávit en el presupuesto que no se conocía desde 1969.
Bill Clinton es recordado en Colombia, básicamente por su afecto al país y por trabajar decididamente por la paz, un anhelo que quiso ayudar a construir. En su Gobierno fue lanzado el Plan Colombia o Plan para la Paz, un convenio bilateral al que llegó Estados Unidos con el entonces presidente de Colombia, Andrés Pastrana Arango en 1999. Tanto la Casa Blanca como la Casa de Nariño, se fueron por la vía de la inversión para contener el narcotráfico, pero igual dinamizando actividades que movieran la economía en favor de los indicadores sociales.
La llamada Iniciativa Andina contra las Drogas, ACI, fue el bordón del Plan Colombia y en ese pacto hubo apoyo financiero para las Fuerzas Militares. El tema era disminuir el tráfico de drogas desde Colombia hacia Estados Unidos, un ejercicio que iba acompañado de
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impulso a la economía, seguridad, promoción de la paz. El Estado colombiano modernizó su equipo militar, innovó y fue más contundente en la lucha contra el flagelo del narcotráfico.
Según los expertos, el Gobierno estadounidense invirtió en Colombia entre 2001 y 2016 una suma superior a los 10.000 millones de dólares, una ayuda militar cuantiosa y tan solo superada por el presupuesto de asistencia castrense otorgado a Israel.
Los noventa son recordados por los complejos momentos de la banca, por disposiciones trascendentales en materia comercial y por decisiones tan sustanciales como la Ley de Preferencias Arancelarias Andina, ATPA, una herramienta para luchar contra el narcotráfico promulgada el 4 de diciembre de 1991. Este régimen garantizó ingreso libre de aranceles a por lo menos 5.600 productos, incluidos calzado, manufacturas en cuero, textiles y confecciones, provenientes de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. La nueva Ley incentivó las exportaciones para que fueran creadas más empresas y así la generación de empleo fuera mayor, sacando gente de las actividades inde-
bidas a la formalidad laboral.
El ATPA expiró el 4 de diciembre de 2001, siendo renovado bajo la denominación de Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de la Droga, ATPDEA, una decisión que mantuvo los productos amparados por la Ley anterior, solo que la nueva ordenanza dispuso que a partir de 2002 nuevos bienes entraran al listado de ingreso sin arancel.
Con esta determinación se le da vía a un mecanismo de preferencias comerciales a través de las cuales el Gobierno de Estados Unidos les concedió a cuatro países del Área Andina –Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia–, acceso libre de aranceles a un número importante de productos. Todo se dio como una compensación por la lucha contra los cultivos ilícitos.
El 31 de octubre de 2002 fue promulgada la ley que sustituyó a la Ley de Preferencias Comerciales Andinas, ATPA. Con esta dispensa Washington buscaba incentivar el desarrollo económico en las naciones de la región Andina, una opción económica legal para dejar atrás la siembra de hoja de coca y la producción de cocaína.
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Esa narcotización de la agenda económica tuvo en sus inicios unos impactos que dieron muy buen insumo para los analistas: en un principio el ATPDEA jalonó el intercambio en el comercio entre los cuatros países y Estados Unidos. La región reportó un aumento ostensible, pues pasó de 6.463 millones de dólares en 2002 a 11.636 millones de dólares en 2006. Pero la medida no fue gratis, ya que el mercado Andino importó o absorbió en igual periodo 22.510 millones de dólares, antes del ATPDEA sumaban 9.611 millones.
Con este convenio, muchos productos primarios y manufacturados del Área Andina llegaron a los puertos de Estados Unidos, aumentaron las exportaciones de aceite, calzado y manufacturas en cuero, flores, confecciones, joyería, azúcar, espárragos y polos negativos en cobre.
En 2006 el ATPDEA impulsó sin duda el desarrollo y el comercio, el acuerdo significó 60 por ciento de las ventas a Ecuador, 36 por ciento a Colombia, 24 por ciento a Perú y apenas uno por ciento a Bolivia. En ese tiempo los estudios decían que el impacto del ATPDEA había tenido resultados muy por debajo de lo esperado; de igual manera, en materia de producción de narcóticos el impacto no fue el esperado: el flagelo, contrario a la finalidad del instrumento, aumentó. Este beneficio terminó en 2013 para Colombia y Perú una vez rubricaron el Tratado de Libre Comercio, TLC.
En la década de los 90 Latinoamérica acepta la propuesta de Estados Unidos en materia de modelo económico, y entra al escenario el Consenso de Washington. Así pues, el país del norte les dio rueda suelta a los convenios comerciales
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de perfil bilateral con determinadas naciones. En el amanecer del decenio entran en boga las privatizaciones, básicamente en las empresas de servicios públicos, pero igual entraron empresas y bancos de propiedad de los estados.
Los primeros efectos fueron aceptables en Argentina, México, Venezuela y Brasil, las economías dejaron ver dinámica, hubo crecimiento y se movió el consumo; sin embargo, la fiesta no duró mucho porque vino un endeudamiento desbordado que terminó con el Efecto Tequila en México y el Caipiriña en Brasil. Los problemas financieros no fueron exclusivos de América Latina, también se reportaron líos económicos en la refundada Rusia, pero igual en el Sudeste Asiático, que escalaba en progreso y perspectiva.
En el ensayo “La economía colombiana en la década de los noventa: dilema entre el mercado interno y el mercado internacional”, firmado por Ramiro Restrepo Uribe, son varias las aristas del nuevo modelo. El autor señala que la economía colombiana no es ajena a los retos y a la “Apertura y Modernización”, un esquema que constriñó a la producción agropecuaria y a la industria manufacturera, a una mayor competencia internacional, pero no a una transformación hacia los sectores o subsectores más dinámicos de la economía global.
En uno de los cuadros que tienen que ver con el crecimiento económico, es claro que la apertura no fue la panacea o posiblemente debió hacerse con unos métodos más adecuados. Las cifras muestran que el periodo comprendido entre 1967 y 1974, la economía creció en 6,3 por ciento, el crecimiento
1985-1990 llegó a 4,6 por ciento, en 19811990 a 3,4 por ciento y el lapso entre 1991 y 1999 reportó un endeble crecimiento de 2,67 por ciento. Quizás por ello los analistas y algunos empresarios aseguran que el modelo fracasó de entrada.
Las escuelas económicas dividen opiniones y por ello mientras unos defienden la nue-
va economía, en la que ven eficiencia y mayor dinámica, otros aseguran que el mercado interno perdió porque gran parte de la producción nacional fue sustituida por importaciones, un fenómeno que se dio con mucha fuerza hasta 1997. En ese año el estancamiento exportador fue el común denominador, un ejercicio que fue visible en crecimiento como en la misma composición de las exportaciones.
La economía colombiana dependió por siglos de un mercado interno importante, pero que no llenaba expectativas de crecimiento ni de los desafíos futuros, ello en medio de un intercambio Andino que pese a las dificultades fluía y a unas ventas de café, flores, banano, carbón y petróleo que tuvieron matiz internacional, mejorando la oferta exportable, pero con alguna deuda en valor agregado porque todo se quedó en commodities, amén de las exportaciones de textiles, confecciones y manufacturas en cuero, incluido calzado.
En las reuniones gremiales de aquel entonces, tanto empresarios como presidentes decían que Colombia venía quedada, lamentaban el poco jugo que se le sacaba a las preferencias arancelarias –que en paz descansen–, y hubo una serie de inconvenientes por el lastre del narcotráfico que le estampaba una marca de tragedia al bello país del café.
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A juicio de los expertos, hubo una tremenda equivocación, pero el Gobierno decidió seguir por la senda de la apertura, desoyendo advertencias y consejos. El asunto fue no parar con un modelo que dejaría, sustentado con números, grandes fisuras en el aparato productivo.
César Gaviria, apertura y cuota inicial de la transición comercial
Entre 1990 y 1994, Colombia fue gobernada por el heredero de las banderas galanistas, César Gaviria Trujillo, un presidente que tuvo todo tipo de retos y que, finalmente, con medidas audaces cambió los derroteros sociales y económicos del país.
En su Gobierno la lucha contra el narcotráfico encuentra puerto final con la muerte del capo de capos, Pablo Escobar, el flagelo de una sociedad y, por qué no, del mundo.
En su mandato fue famosa la Revolución Pacífica, en donde la participación prioritaria del sector privado fue el postulado más importante del Plan Nacional de Desarrollo y Social.
En la recordada Revolución Pacífica el Gobierno se apartó de las decisiones económicas nacionales, con el fin de concentrar sus acciones en otros sectores. De todas maneras, hay que decir que Gaviria mantuvo estables las condiciones fiscales y macroeconómicas, lo cual incluía el equilibrio fiscal y monetario.
Este plan fue visto como el intento de transformar la economía para satisfacer las necesidades más básicas del pueblo colombiano, todo a través de una reforma estructural que lograría el incremento de la producción y la mejoría en la calidad de vida de los nacionales. Con esta reforma, el Ejecutivo vislumbró una mejor distribución de los ingresos y toda una generación ambiciosa de puestos de trabajo.
El revolcón en la economía conllevó a una serie de medidas de modernización y privatización que dejaron unos resultados bastante cuestionables para los economistas y el público, también en buena parte del sector productivo que cambió de actividad, salió del país o entró en bancarrota. Las medidas tuvieron unos resultados macroeconómicos importantes, tales como la reducción en la inflación en ocho puntos porcentuales en el cuatrienio.
Durante este periodo el sector productivo rural no tuvo el apoyo crediticio necesario y se vio seriamente afectado, habida cuenta que las exportaciones agropecuarias prácticamente se
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desplomaron, una situación difícil porque con la desgravación arancelaria hubo espacio para disparar las importaciones, agudizando la crisis campesina.
La ley 9 de 1991 autorizó a las entidades bancarias para hacer compra y venta de divisas, así como para hacer trámites de giros. El Banco de la República quedó facultado para intervenir en los reintegros por ventas al exterior y en la oferta y demanda de divisas en el mercado libre. Con la expedición de papeles, el Gobierno pudo recaudar liquidez, pero esa determinación impactó los tipos de interés hasta un 45 por ciento efectivo anual, unos niveles sumamente altos que redundaron en mayores ganancias para las empresas, unas utilidades históricamente altas.
El escenario propició la llegada excesiva de divisas que dispararon la demanda interna y aumentaron en 2.000 millones de dólares las reservas internacionales colombianas. El alza en el dólar obligó al Gobierno a adoptar medidas tajantes. El 28 de octubre de 1992 se presentó la revaluación del peso y con ello el Ejecutivo
optó por eliminar la oficina de control de cambios del Banco Emisor, decisión que produjo un tremendo golpe en los sectores básicos de la economía, como pasó con los exportadores ante la liberación de las divisas locales.
Después de la Constitución de 1991, que le dio total independencia al Banco de la República, entraron en vigencia nuevas y perentorias determinaciones. La coyuntura hizo que el cuerpo colegiado, en representación de la banca central, adelantara el control de la inflación. En ese instante de la historia económica de Colombia, el responsable de la política monetaria y cambiaria era Miguel Urrutia Montoya, quien a la par con María Mercedes Cuellar, Roberto Junguito Bonnet, Carlos Ossa Escobar, Néstor Humberto Martínez y Francisco Ortega, adelantaron cambios en la política monetaria y de inflación, como también en el control de divisas, una tarea infructuosa ya que la devaluación del peso colombiano siguió de largo.
El mercado para los productos colombianos experimentó un momento afable porque pudo ampliarse gracias a los procesos de in-
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Panorámica de Medellín en la noche.
tegración económica. No hay que obviar que entró un racionamiento de energía eléctrica en 1992, que no solamente le restó imagen a la administración, sino que impactó al sector productivo que fue, junto con las comunidades, víctima del apagón.
Ese racionamiento dejó al desnudo las enormes falencias del sector eléctrico que hizo vulnerable la competitividad ante la carencia de oferta energética, proveniente de las hidroeléctricas, un problema que conllevó a una revolucionaria política generadora, la cual le abrió las puertas a las termoeléctricas y carboeléctricas.
El racionamiento duró 13 meses y le pasó a la economía nacional una factura de 1.600 millones de dólares, flagelo que representó para el país una aguda inflación. Parte de la solución al problema llegó con las barcazas: un contrato cerrado con la empresa HSM Global Corporation que le vendió a Colombia dos barcazas generadoras, un escándalo de marca mayor porque estas embarcaciones jamás entraron al sistema interconectado colombiano, un error que le costó a los nacionales seguir en medio de la oscuridad.
De un momento a otro entró a regir otra medida que generó sobresalto en los colombianos con el Gobierno Gaviria, pues el horario se adelantó en el conocido solsticio de verano, es decir la vigencia del astro rey durante el día. Esa fue la siempre recordada Hora Gaviria, en donde las seis de la mañana eran las cinco.
Luego entró un plan de emergencia a apagar el incendio y fue la generación de 10.528 nuevos megavatios, lo que significó un aumento de 28 por ciento de energía para empresarios y hogares. La consecuencia de poner más oferta eléctrica implicó asumir las deudas de ICEL, Corelca y la Central Hidroeléctrica de Betania. El apagón terminó el 7 de febrero de 1993 y dejó todo tipo de problemas, entre ellos pérdida de competitividad en las empresas, inflación y una deuda considerable. Si bien a Colombia se le fueron las luces, hubo margen
de maniobra, y el gobierno, en medio de todo, no colapsó. Muchos debieron correr horarios laborales, aplazar trabajos y sacrificar las novelas. Cabe decir que, en ese tiempo, por iniciativa del periodista Hernán Peláez, nació el programa La Luciérnaga de Caracol, el que se inmortalizaría con humor y sátira.
Apertura Económica, risas y llantos
La Apertura Económica, una política que generó adeptos y críticos, fue mostrando saldos que ya habían advertido analistas, gremios y trabajadores. A juicio de los expertos, hubo una tremenda equivocación, pero el Gobierno decidió seguir por la senda de la apertura, desoyendo advertencias y consejos.
El nuevo orden económico fue trascendental en la economía porque generó problemas en las pequeñas y medianas empresas, que vieron dificultades para articularse con el mercado mundial. Los productos colombianos no prosperaron en su meta de conquistar más y nuevos mercados por los bajos volúmenes en la producción. En esa cesación de 1992, los trabajos del Gobierno por lograr una estabilidad macroeconómica no cumplieron cabalmente con las metas fijadas en un principio.
La política monetaria y los ajustes no fueron políticas efectivas para acompañar el proceso de apertura, empero hubo logros en la modernización y expansión del aparato productivo, que finalmente quedó aislado como consecuencia de la falta de apoyo estatal, es decir, quedó faltando el centavo para el peso.
En las variables, se supone, debieron influir decisivamente la calidad de la inversión pública y las medidas institucionales. Como quien dice, una mejora en iniciativas tales como políticas arancelarias y tributarias, de tal manera que, con la puesta en marcha de la Apertura Económica, hubiese espacio para las empresas y la misma industrialización que tenían que competir en el proceso de implementación de la desgrava-
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ción arancelaria. La idea fue entrar en el mundo económico, pero salvaguardando el sector productivo, algo que lamentablemente no se presentó. Los entendidos dijeron que a la Apertura Económica le faltó selectividad y reciprocidad, ya que –según los críticos– se calculó erróneamente la elasticidad de la oferta, un fenómeno que la competencia no pudo reformar tal y como lo esperaba la administración.
La quieta estructura y el monopolio de sectores como textiles, cervezas, gaseosas, cemento, comunicaciones, petróleo y minas, no permitieron un desarrollo integral del comercio porque solamente pudieron subsistir algunos con la musculatura financiera requerida.
De igual forma, la liberación unilateral del mercado doméstico impactó a los sectores agrícolas e industriales, eso sí, dándole la mayor bonificación a la banca y al comercio. Los expertos anotan que la crisis estructural del sector agra-
rio se agudizó debido a la apertura de importaciones sin ninguna contraprestación.
Lo anterior explica por qué en ese periodo se dejaron de sembrar más de 400.000 hectáreas, un fenómeno que arrasó con aproximadamente 800.000 empleos de la ruralidad. Una información que trabajó la institución María Cano, ISMAC, publicada en el diario La República, reveló que la importación de alimentos y materias primas deprimió el precio de algunos productos del campo y otros bienes básicos. El dato no es menor, por cuanto el ritmo de crecimiento del sector agropecuario pasó de 5,8 por ciento en 1990 a 2,7 por ciento en 1993.
Como contrasentido resultó el hecho que mientras la Comunidad Económica Europea y Estados Unidos subsidiaron su agricultura por no menos de 300.000 millones de dólares, en Colombia fueron borrados todos los aportes para la economía agropecuaria.
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Foto: Sebastian Delgado C / Shutterstock.com
Otra damnificada por la apertura fue la industria manufacturera, que debió resistir el pulso que significaba el producto extranjero sin la previa preparación, una situación que cerró empresas y llevó a muchos a la quiebra: sin el cobro de aranceles, no había manera de enfrentar la más cruda competencia.
El bajo nivel de la producción doméstica mantuvo los precios elevados, en tanto que las mercancías, fruto de la mega-producción, se amoldaban a las tasas acostumbradas, haciendo que el producto internado fuera más barato. Las ventas del producto importado repuntaron inmediatamente, dejando en un profundo limbo a los fabricantes nacionales.
Adelgazando el presupuesto
Las políticas neoliberales impuestas por el presidente Gaviria no se quedaron estrictamente en la Apertura Económica: igual hubo un cambio en el manejo de la economía, así
como en las finanzas públicas. En ese orden de ideas, bajó la participación de los recursos en el frente social, un rubro que representó en 1991 10,4 por ciento del total de gastos de la nación, en 1992 dicha cifra decae a 9,4 por ciento y en 1993 alcanzó un flaco 8,2 por ciento del presupuesto.
Cuando arrancó la década de los 90 la franja de pobreza cubría 40 por ciento de los colombianos, mientras que en 1993 este grupo social llegó a ser la mitad de la población. En ese tiempo, el desempleo alcanzó niveles de 10 por ciento, cifra que el Gobierno calificó como un logro de su gestión. Dicho logro, anotan los expertos, se explica en la informalidad y el trabajo temporal que en 1990 representaba 14 por ciento del empleo total, en dos años la tasa de temporales llegó a 21,2 por ciento, y el trabajo informal por su parte estuvo bordeando el 70 por ciento de la población trabajadora.
En 1993 el Gobierno, preocupado por la seguridad social, consiguió la aprobación de la
Ley 100. En diciembre, el Congreso Nacional le dio su espaldarazo a una iniciativa que le abría espacios al sector privado para manejar pensiones y salud, toda una disyuntiva porque muchos grupos que llegaron a Colombia terminaron yéndose, generando un gran problema de equilibrio ya que la Ley le heredó las enfermedades terminales –cáncer, VIH y otras de gran complejidad– al moribundo Seguro Social.
La excusa para darle vida a una Ley de Seguridad Social era amortiguar la inminente quiebra del Seguro Social. Con el tiempo, el ejecutivo llegó a un acuerdo en el que la Ley 100 excluyó a los profesores, miembros de las Fuerzas Armadas y a los trabajadores de Ecopetrol.
Las carreteras de la apertura
En pleno desarrollo de la Apertura Económica, el Gobierno decidió financiar un plan vial para darle espacio al flujo de mercancía que se daría como consecuencia de la desgravación arancelaria. El Plan Vial propuesto en un comienzo fue ejecutado en un 23 por ciento de lo previsto, pues tan solo fueron pavimentados 150 kilómetros anuales, rehabilitados 1.200 kilómetros y construidos 558 kilómetros. Infortunadamente, el excesivo ingreso de automotores provocado por la apertura duplicó el parque automotor del país, con lo que las pocas vías mejoradas terminaron hechas añicos.
De los doce proyectos viales esenciales para dinamizar el proceso de apertura y la entrada y salida de mercancías, vías contempladas en el Consejo Nacional de Política Económica y Social, CONPES, como determinantes para garantizar la nueva movilidad, no fueron concluidos ni siquiera la mitad.
Las fallas en infraestructura fueron la gran mácula del revolcón, porque mientras el Estado exigía competitividad a los empresarios, los oficios por adaptar el país a la nueva realidad eran prácticamente nulos.
En ese Gobierno, el ministro de Hacienda y Crédito Público, Rudolf Hommes Rodrí-
guez, dijo que el caos en infraestructura obedeció no a la falta de recursos sino a un desentendimiento administrativo.
Con el retraso en los proyectos de entrega a los departamentos en 1993 hubo grandes inconvenientes, ya que eran esperados en el presupuesto general de la Nación 130.000 millones de pesos para construir 20.000 kilómetros de carretera: tristemente llegaron 17.000 millones de pesos y, como era de esperarse, la plata no alcanzó.
Igual suerte corrió el pueblo colombiano en 1994, porque mientras esperaban 81.309 millones de pesos para mejorar 4.060 kilómetros de vía, llegaron recursos por 40.564 millones para mantener 8.171 kilómetros y 8.130 millones de pesos para trabajos en otros 8.000 kilómetros. El presupuesto de 67.679 millones de pesos para esas obras también fue una partida que se quedó corta.
En ferrocarriles no hubo grandes avances y quienes conocen el sector ferroviario aseguran que al tren le fue peor. No hay que olvidar que el 15 de enero de1993 culminó la liquidación de los empleados de los Ferrocarriles Nacionales de Colombia. Después de ese trámite nace Ferrovías, una empresa que no alcanzó a ponerse sobre rieles. Y en el tema aéreo, el desarrollo corrió por cuenta de un sector privado que optimizó las flotas y le imprimió valor agregado a ese tipo de transporte, que mostró una ostensible mejora.
Los puertos fueron privatizados, y con los muelles en manos del sector privado vino una mayor eficiencia y un panorama halagüeño
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Los primeros años de neoliberalismo económico no le representaron a Colombia ninguna utilidad. De todas maneras, el país dejó listas las bases para entrar en las grandes ligas del comercio en el inmediato futuro.
que le dio celeridad y oportunidad al comercio exterior del país. Los procesos judiciales que valían 22.500 millones de pesos, no quedaron resueltos en su totalidad en la desaparecida Colpuertos, unos 7.000 trabajadores empezaron el proceso que dio mucho de qué hablar.
Alrededor del proceso de Apertura Económica y sus consecuencias inmediatas para la economía, se fueron tejiendo un sinnúmero de versiones al interior del empresariado y de la tribuna económica colombiana, y una gran mayoría de críticas no avalaban el proyecto aperturista.
El Gobierno inmediatamente le salió al paso a las críticas y argumentó que tanto embate venía de algunos gremios totalmente quedados y negados a los lineamientos de competitividad.
Ministerio de Comercio, una apuesta por la internacionalización
La idea de contar con un Ministerio de Comercio Exterior empezó con la Ley 7 de 1991, en ese instante el Ejecutivo quería internacionalizar la agenda comercial del país, entregando herramientas y facilidades a la economía colombiana que con exportaciones e importaciones encontraría mayor dinámica, todo en mejoras del desarrollo.
La nueva Cartera tenía previsto que el comercio de productos, servicios y tecnología se diera dentro de un contexto de plena libertad frente a los costes en el mundo, pero todo en la medida que hubiese condiciones en la economía local y global. Finalmente, fue expedida la Ley 790 de 2002 que permitió la fusión de los Ministerios de Desarrollo Económico y de Comercio Exterior, dándole paso, después de un tiempo, al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
Este Ministerio, creado en 1991, es igual fruto de la Constituyente, que propicia toda una reestructuración del comercio exterior, lo cual incluye la apertura de instituciones paralelas para apalancar los negocios internacionales, como fue el caso de Bancóldex, el Consejo
Superior de Comercio Exterior, la Dian y los intermediarios del mercado cambiario.
El ministro de Comercio Exterior, la entidad creada como parte primordial del proceso de Apertura Económica, Juan Manuel Santos, así como su homólogo de Hacienda Rudolf Hommes Rodríguez, hicieron recurrentes defensas del modelo económico y confrontaron a los empresarios afectados. Culparon a las precarias relaciones internacionales de mercado, que nada tenían que ver con la Apertura Económica en boga.
Con el nuevo esquema de comercio llegaron los pactos de liberación de fronteras con Venezuela, limitados por los enfrentamientos internos en esa nación, pero igual en México, Ecuador, Bolivia y Chile, además de alianzas de cooperación con países asiáticos, del Caribe y de Centroamérica.
Pese a los impases surgidos y abordados por César Gaviria y su equipo económico, el Gobierno de turno se mantuvo firme porque sabía que Colombia experimentaba un retraso importante frente a otros países de la región, en lo que tenía que ver con la implementación del modelo.
La Apertura fue vista por algunos como un proceso de realización a largo plazo y que sus bondades o equivocaciones podrían salir a flote con el tiempo, una medida compleja que no necesitó mucho tiempo en las empresas o en la ruralidad, en donde la quiebra llegó como por arte de magia.
Los primeros años de neoliberalismo económico no le representaron a Colombia ninguna utilidad. De todas maneras, el país dejó listas las bases para entrar en las grandes ligas del comercio en el inmediato futuro.
Guerra contra el narcotráfico, un punto adverso en imagen y comercio
Para nadie es un secreto que el gran reto de Gaviria fue enfrentar al capo del narcotráfico Pablo Escobar Gaviria, a quién capturó y
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luego vio escapar de la cuestionada y lujosa cárcel de La Catedral, para finalmente darle de baja con el Bloque de Búsqueda, una fuerza especial creada expresamente para perseguir y acabar con la pesadilla del narcotráfico, totalmente apoltronado en lo más profundo de la institucionalidad. Eran tiempos lamentables, días de coches-bomba, secuestros y asesinatos. En conclusión, se le puso punto final a la peor pesadilla de Colombia en las últimas décadas, una coyuntura que cerró al país, lo metió en una lista lóbrega y complicó muchos negocios, porque se veía a Colombia como un destino de alta vulnerabilidad por cuenta del sicariato, el hampa y otros actores generadores de violencia que dificultaron las buenas relaciones del país.
Las autoridades habían devuelto la tranquilidad, no solo a Colombia sino a una comunidad internacional que expresaba toda su angustia por la manera como el narcotráfico había permeado hasta lo incorruptible. Con la muerte de Escobar se fue el capo de la cocaína que empezó su carrera delictiva hurtando lápidas y carros en la ciudad de Medellín.
El accionar de los carteles, los grupos de autodefensa y las guerrillas habían hecho de Colombia un sitio nada apetecible para los turistas e inversionistas, lamentablemente Colombia fue vista como un sitio de alta peligrosidad para los extranjeros, visitantes o empresarios. Es por ello que se crea una mesa imparcial en Caracas, ciudad a donde no fueron los actores involucrados en delitos de lesa humanidad.
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Mientras tanto, la Unión Europea
Según la Unión Europea, UE, hay un listado de líderes visionarios que inspiraron la creación del bloque común, en plena validez actualmente: sin la energía y motivación de los patricios, no existiría en Europa una zona de paz y estabilidad, hoy plenamente admitida en medio de las vicisitudes.
Desde los miembros de la resistencia hasta los legistas y parlamentarios, los pioneros de la UE fueron un grupo de personas de distintas procedencias que compartían los mismos ideales: una Europa pacífica, próspera y unida.
Aparte de esos precursores, muchos otros han trabajado sin descanso y han servido de inspiración al proyecto de Europa.
Inmarchitables son los nombres de Konrad Adenauer, Joseph Bech, Johan Beyen, Winston Churchill, Alcide De Gaspire, Nicole Fontaine, Walter Hallstein, Ursula Hirschmann, Nilde Lotti, Marga Klompé, Anna Lindh, Sicco Mansholt, Melina Mercuori, Jean Monnet, Robert Schuman, Paul-Henri Spaak, Altiero Spinelli, Simone Veil, Louise Weiss, Helmut Kohl y Francois Mitterrand. Un cuadro de honor que tuvo un sueño gestado desde 1945 y que finalmente se volvió una realidad: la integración europea.
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Cultivo de caña en el Valle del Cauca.
Quienes han escrito o hablado sobre la UE, afirman que en esos diez años que iniciaron en 1990, llegando al filo de cambio de siglo en 1999, los sucesos terminaron consolidando la articulación regional. Los documentos de la UE narran que, con la caída del comunismo en Europa Central y Oriental, los europeos se sienten más cercanos. En 1993, dicen los oficios, culmina la creación del mercado único con las “cuatro libertades” de circulación, es decir, mercancías, servicios, personas y capitales.
La década de los 90 encarna los acuerdos regionales, por lo que resulta fácil recordar el convenio de Maastricht o Tratado de la Unión Europea rubricado en 1993, igual se firmó el de Ámsterdam en 1999.
El decenio sigue siendo de enorme preocupación por el medio ambiente y por un trabajo conjunto en seguridad y defensa. En 1995 ingresan otros tres países a la UE: Austria, FinlAndia y Suecia. En ese mismo año, los acuerdos firmados al amparo del acuerdo de Schengen, pequeña localidad de Luxemburgo, permiten progresivamente a los ciudadanos viajar sin tener que presentar el pasaporte en las fronteras. Así, millones de jóvenes pueden educarse en otros países con la ayuda de la UE.
Hablar de los 90 implica hacer un viaje rápido por la máquina del tiempo y saber de los orígenes de la UE, que en el periodo 20002009 dio un salto trascendental porque llegan decisiones que marcan un derrotero económico y monetario en medio de las dificultades.
El euro como moneda fue bautizado el 16 de diciembre de 1995 en la ciudad de Madrid y fue encajado en los mercados financieros del planeta el 1 de enero de 1999. Este sistema monetario circuló el 1 de enero de 2002 en los doce estados de la Unión Europea. Los países que le dijeron sí a las monedas y billetes de la zona Euro fueron Alemania, Austria, Bélgica, España, FinlAndia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxem -
burgo, Países Bajos y Portugal. En la actualidad el euro es la moneda de mayor uso y por ello es oficial en 19 de los 27 países que conforman la UE.
Samper, el presidente de los dilemas
Uno de los momentos más confusos del país, por lo que significó para la economía y las relaciones internacionales, fue el Gobierno del presidente Ernesto Samper Pizano, quien comandó los destinos de Colombia entre 1994 y 1998. Empresarios y exportadores vieron una patria desmoronada, con una presión norteamericana que hizo casi imposible tener un aparato productivo tranquilo, ya que Washington exigió categóricamente la renuncia del mandatario, la que nunca fue presentada.
Samper, un jurista y economista formado en la Universidad Javeriana, tuvo una inteligencia encomiable a la hora de abordar el debate económico, en eso ayudó su paso por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras, ANIF, en donde logró grandes debates políticos y económicos; y hay que recordar que Samper era experto en mercado de capitales, una especialización conseguida en México.
En su mandato, y tras las investigaciones adelantadas por el Proceso 8.000, Colombia fue descertificada en dos ocasiones. La situación se hizo cada vez más tensa, a tal punto que hubo un clamor popular en favor de la renuncia presidencial, ya que reinaba la desconfianza y una mácula en la institucionalidad. Esa imposición fue hecha por empresarios e industriales, pero básicamente por grupos de presión encabezados por la banca, unos personajes a los que se les llamó “conspiradores”.
Todos dijeron que para Samper y para el país, hubiese sido más conveniente asumir la responsabilidad por el ingreso de dineros provenientes del narcotráfico a su campaña presidencial.
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Estados Unidos y su distancia con Colombia
Entre la negativa de la Corte Constitucional en 1994 de aprobar de manera retroactiva la extradición de nacionales colombianos a Estados Unidos y el juicio en el cual el Congreso a través de la Comisión de Acusaciones absolvió al Primer Mandatario, las relaciones entre Colombia y Estados Unidos terminaron de resquebrajarse.
En opinión de los analistas, debido a todo lo que rodeó la campaña del presidente Samper, resulta complejo hacer un análisis equilibrado de los resultados para Colombia en esa administración; empero, fue un Gobierno que tuvo una hoja de ruta en materia económica y un Plan Nacional de Desarrollo, conocido como el Salto Social.
Un análisis de Fedesarrollo dice que el Gobierno del presidente Samper tuvo tantos elementos de continuidad como de discontinuidad frente al mandato Gaviria. Samper, dice en su escrito el economista y exministro de Hacienda José Antonio Ocampo Gaviria, mantuvo la apertura comercial y la inversión extranjera adoptada desde comienzos de los 90, y la política de apertura a las inversiones del sector privado de áreas tradicionalmente reservadas al Estado. Según el señor Ocampo, una de las conclusiones es que procurar una combinación audaz, en el sentido de mezclar una economía más liberal con política social activa, no ha sido una terea fácil.
Algunos analistas apuntan que en el Gobierno de Ernesto Samper crecieron los índices de pobreza con la crítica adicional que concentró el poder, así como la riqueza. Algunos allegados a ese Gobierno defienden su gestión al decir que durante el cuatrienio mejoró la condición de vida de las personas y la tasa de cobertura en seguridad social creció, así como las optimizaciones en educación y servicios públicos. Cuando Samper deja la Casa de Nariño el Salto Social quedó a mitad de camino, las
políticas sociales no dieron resultado y por ello en 1998 el indicador de pobreza fue uno de los más elevados, 43 por ciento, todo conexo con una ingobernabilidad alarmante y un distanciamiento nacional e internacional agudo.
El Gobierno de Samper le dio vida al Ministerio de Cultura y avivó el programa Plante para atacar los cultivos ilícitos. También gestionó la aprobación de los protocolos I y II de Ginebra en lo que reza a los Derechos Humanos, hubo entrega de tierras indígenas y afrodescendientes y creó el SISBEN.
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La era Pastrana, un cambio de rumbo hacia el nuevo milenio
La Casa de Gobierno recibió entre 1998 y 2002 al presidente Andrés Pastrana Arango, el mandatario encargado de despedir el siglo XX y darle la bienvenida al nuevo milenio. La llegada de Pastrana al poder generó todo tipo de expectativas por cuanto el país venía de tiempos difíciles, de un alejamiento e indisposición con la comunidad internacional que refleja en Colombia un país espurio, repleto de proble-
mas y necesitado de un orientador sensato y con credibilidad.
El Plan de Desarrollo de Andrés Pastrana, Cambio para Construir la Paz, fue la síntesis de su postulado “paz y un paso hacia la innovación”. Su Gobierno planteó dos temas que definen su cuatrienio: un saneamiento económico, por demás perentorio, y una política estructurada en el frente de la paz. En esa labor el equipo de Gobierno no reparó, y fueron intensos los trabajos por darle viabilidad a una paz duradera y a unas finanzas públicas que
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El centro histórico de Cartagena.
garantizaran el buen comportamiento de las variables económicas y sociales.
Entra a escena su ministro de Hacienda estrella, Juan Camilo Restrepo Salazar, quien tuvo la no fácil misión de bajar el déficit fiscal, el que estaba en niveles inmanejables (llegó al uno por ciento del PIB, algo realmente retador).
En busca de la conciliación nacional, Pastrana traza un plan que consistió en despejar municipios con fuerte presencia guerrillera: San Vicente del Caguán en Caquetá, y La Uribe, Mesetas, La Macarena y Vista Hermosa, en jurisdicción del Meta. Dicha área, conocida como la Zona de Distensión, tuvo vigencia desde el 7 de noviembre de 1998, y con activi-
dad desde enero de 1999 con la instalación de las mesas de conversación.
Eran funcionarios de grueso calibre el ministro de Defensa, Rodrigo Lloreda Caicedo, y el Comisionado de Paz, Víctor G. Ricardo. A la anhelada cita, transmitida para el mundo entero, no asistió el legendario subversivo Manuel Marulanda Vélez, más conocido como Tirofijo; sin embargo, ese incumplimiento no conllevó a rupturas o problemas mayores y el proceso de paz en la Zona de Distensión siguió su rumbo.
En el frente económico, las determinaciones del Ejecutivo con Pastrana a la cabeza, motivan un enorme desencanto entre el elec-
torado porque en campaña prometió que no crearía nuevos gravámenes y que bajaría gradualmente el IVA de 16 a 12 por ciento. El asunto terminó mal porque nunca explicaron desde el equipo económico que se trataba de una pequeña rebaja de uno por ciento anual, arrancando desde 1999.
La decepción fue mayor cuando los colombianos, aún embargados por la promesa, se enteraban que dicha rebaja era a cuenta gotas y que incluía a más de 100 productos que estuvieron exentos, gran parte de estos de consumo básico o de la canasta familiar. El tema llegó a ser de tal complejidad que el Ministerio de Hacienda incluyó productos como
jabones, sopas, embutidos, aceites, enlatados y salsa de tomate. Fueron muchos los productos y los servicios incluidos, entre ellos el corte de cabello, arriendos comerciales, pasajes aéreos y vigilancia. Las medidas castigaban a los empresarios y generadores de puestos de trabajo, mientras que en ese tiempo muchos pedían atacar la evasión que para el momento llegaba a 35 por ciento, pero igual a la corrupción que iba creciendo.
Como si fuera poco, se establecen gravámenes impopulares, como el dos por mil para movimientos al interior de la banca, un problema de caja para los ahorradores de bancos y corporaciones de ahorro y vivienda. La meta era canalizar recursos por valor de dos billones de pesos hasta diciembre de 2000, un tributo que solamente iba a tener validez por un año.
Por el problema que generó en el sistema financiero, el Gobierno llegó a contemplar el desmonte del 2 x 1000. Las perspectivas económicas estaban encaminadas a eliminar ministerios y hacer un recorte sustancial en la nómina del Estado. En 1999 las medidas de recorte son vistas como alarmantes porque desaceleran la economía, sin dejar de reconocer que conllevó a un tremendo malestar en las centrales obreras, que se sumaron a paros y protestas de los trabajadores del sector público en pleno despegue de la administración.
Un indicador que llevó al apuro fue el de desempleo, que a finales de 1998 se ubicó en 17 por ciento con el riesgo de que la cifra subiera al 25 por ciento, una lectura entregada por el jefe de las finanzas públicas.
El 2 de febrero de 1999 será recordado en Venezuela y Colombia porque marcó la historia política, social y económica de dos pueblos de manera trascendental. Ese día asumió el poder el coronel Hugo Chávez Frías, un personaje controvertido, explosivo y autoritario que acabó con una integración bicentenaria. La última venta de Colombia a ese país hermano fue superior a los 7.000 millones de dólares.
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Si bien Chávez, en medio de sus políticas socialistas, quería una integración y un intercambio de bienes y servicios, hubo choques que tuvieron la frontera hermética por lapsos caóticos, si se tiene en cuenta el fuerte movimiento económico en la zona de frontera. Los líos fronterizos no fueron solo con Venezuela, pues también hubo alerta en las zonas limítrofes de Ecuador y Perú.
todo el peso de la ley para los responsables, básicamente de autopréstamos encubiertos.
Otro problema que sale a flote es el de los deudores de las corporaciones de ahorro y vivienda, que explotan porque no pueden asumir el desmesurado aumento de los compromisos y las cuotas de liquidación. En aquel entonces el Ejecutivo creó mecanismos de refinanciación que no tuvieron el mejor recibo, ya que provocaron incertidumbre.
El año 1999 también es recordado por la muerte del sistema UPAC (Unidad de Poder Adquisitivo Constante), luego de un fallo de la Corte Constitucional, una medida que redireccionó el ahorro de vivienda en Colombia. La Unidad de Valor Constante, UVR, fue su reemplazo y recibió el visto bueno del Congreso a través de la Ley 546 de 1999, una disposición que empezó a operar el 1 de enero de 2000.
En el frente económico hubo dos hechos regionales que pusieron a los gobiernos en calzas prietas: primero, la devaluación del real en Brasil; y luego, en marzo, el desplome de la economía ecuatoriana, una situación durísima que obligó al presidente Jamil Mahuad a semi-congelar los ahorros de los ecuatorianos. Aparte de ello, los precios de los combustibles fueron incrementados a tal punto que el ajuste en la gasolina alcanzó 165 por ciento, una medida que hizo explotar al país del sur.
En medio de las coyunturas como la del Sudeste Asiático que generó pánico en los mercados, Colombia tuvo hasta los tres primeros meses de 1999 un buen manejo en las finanzas.
Corrupción, un problema que demanda mano dura
Al inicio de 1999 empieza a volverse realidad una advertencia hecha de vieja data, y era la corrupción que campeaba en los bancos estatales, incluido el Central Hipotecario. El 18 de febrero el Presidente Pastrana pide que caiga
Según el Banco de la República, al igual que la UPAC, la UVR se utiliza para la actualización de los créditos de largo plazo. Esta unidad, dice el Emisor, permite ajustar el valor de los créditos en el tiempo de acuerdo con el costo de vida del país (índice de precios al consumidor o IPC). Estos ajustes están más de acuerdo con el aumento de la capacidad de pago de los colombianos por mayor ingreso, porque dicha capacidad se extiende también con el IPC.
La Ley facultó al Consejo de Política Económica y Social, Conpes, para establecer la metodología de cálculo del valor de la UVR. El valor de la UVR es calculado, actualmente, por el Banco de la República para cada uno de los días del año.
Es importante anotar que los bancos, además de actualizar el valor del crédito por medio de la UVR, cobran una tasa de interés, también conocida como tasa de interés real. Si no cobraran esta tasa, los bancos no estarían ganando nada por el préstamo, sino tan solo manteniendo el poder de compra del dinero a través del tiempo.
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Las presiones revaluacionistas no habían cedido, generando grandes preocupaciones sobre la tasa de cambio. Además, había preocupación por el crecimiento de la deuda externa, tanto pública como privada.
El empalme de dos siglos
El tiempo comprendido entre 1990 y 2000 fue bien movido por el lastre de la economía en los 80. Hubo en Colombia un Gobierno que recibió enormes problemas, pero en este periodo el comercio empieza a mirar con mayor ambición las posibilidades dentro de un entorno de globalización, algo más allá de la Apertura Económica.
Durante este periodo el comercio exterior se hace vital para el desarrollo del país, pero llegan con este nuevo entorno algunas dificultades que ya existían, pero que encuentran lugar en el territorio nacional: hablamos de contrabando, dumping y todo tipo de prácticas para internar mercancías a costos verdaderamente irrisorios.
Los empresarios cuentan historias increíbles de los momentos del contrabando, una palabra que inclusive en Colombia sonó legal, a tal punto que hasta tema musical tuvo con la apología al Almirante Padilla.
La articulación de siglos trae medidas expresadas en CERT, Plan Vallejo y algunos retoques, Congreso de Exportadores, el inicio de los acuerdos comerciales y un contexto económico muy diferente, toda vez que los puertos y las zonas francas son las grandes protagonistas.
Los años 2000 llegan atiborrados de tecnología, entra la era digital y con ella la cuarta revolución industrial. La inteligencia artificial se impone y las plataformas entran a facilitar las operaciones financieras y de pagos en general.
Con el gran salto tecnológico hacen su aparición las redes sociales y los motores de búsqueda, así las comunicaciones fluyen de mejor manera y entra una era de Facebook, Messenger, Google y otras firmas. También prosperan la Internet de las Cosas y los correos electrónicos que desplazan la correspondencia convencional.
En este entorno, la vida empieza a cambiar, las ciudades entran en conceptos inteligentes, velocidad en comunicación y eficacia
en los mensajes. Hay un revolcón total en la música, la cultura y la moda. En esos diez años el mundo asistió a catástrofes naturales, embates del terrorismo, hecatombes financieras y una marcada recesión que le dio un giro de 180 grados a la economía global. En medio de todo, los mercados tuvieron su espacio y el mundo siguió abasteciéndose, gracias al comercio exterior.
Certificado de Reembolso Tributario, apertura y contexto
Cabe precisar que, en las primeras luces de los años 90, el proceso de apertura se materializaba cada vez más, y el papel de la economía internacional se hacía igualmente preponderante. A raíz de esto, la Asociación Nacional de Exportadores tomó la bandera del desarrollo con una postura liberal. Al sector exportador le preocupaba la gravísima situa-
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ción financiera por la cual atravesaba el Fondo de Promoción de Exportaciones, de allí que se tuvieran algunos acercamientos con la ministra de Desarrollo, María Mercedes Cuellar, con el fin de prestar su asesoría y presentar sus perspectivas al gobierno, en pro del fortalecimiento del sector desde todos los flancos, pues no lograba materializarse la voluntad del gobierno de apoyar a los exportadores.
Dentro de las primeras dificultades estaba el cobro que la Aeronáutica Civil había decidido cargar a las exportaciones e importaciones, una medida considerada arbitraria e incluso fuera de cualquier ordenamiento jurídico. Por ello Analdex, con el apoyo de otros gremios, se pronunció en rechazo a esta medida.
Dado que la apertura ya era una realidad, se inició entre otras medidas la revisión de la composición arancelaria y su régimen administrativo, la reestructuración del sistema de adquisición de divisas y el mecanismo de financiamiento y apoyo a las exportaciones. Analdex estuvo siempre presente desde las mesas de trabajo convocadas por el gobierno y siguió acompañando este proceso con sus comentarios, sugerencias y recomendaciones sobre las medidas adoptadas.
Como parte del proceso de reestructuración, en el Ministerio de Desarrollo se creó la Dirección de Comercio Exterior, que tuvo como primer director a Clemente del Valle, con quien la asociación sostuvo una reunión para plantear las preocupaciones que, en materia de Plan Vallejo, comercializadoras internacionales y seguros de crédito, aquejaban a los empresarios asociados en Analdex.
Este año, Analdex realizó el primer comité regional para el Eje Cafetero en la ciudad de Manizales, un espacio donde los empresarios de esta zona mostraron sus preocupaciones sobre el proceso de apertura y las dificultades en los procesos de comercio exterior, para que la asociación llevara a las instancias necesarias sus preocupaciones. Ejemplo de esta interlocución, a finales de abril y por gestiones de la asociación, se logró la exención del impuesto de retención en la fuente para compras hechas por las comercializadoras internacionales.
Con la Resolución 40 del 25 de julio, de la otrora Junta Monetaria del Banco de la República, se suspendió el Sistema de Cuenta Especial de Acreedores Varios, haciendo gran daño a los exportadores, sobre lo que Analdex abogó especialmente por la defensa de la cuenta especial que eliminaría el depósito previo para la obtención de las licencias de cambio para los usuarios de Plan Vallejo.
En la medida que estos cambios sucedían, también se dio la flexibilización del régimen de reintegros en beneficio del sector exportador al eliminar el reintegro anticipado. Además,
Cargue de material en la mina de El Cerrejón, en La Guajira.
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Foto: cortesía El Cerrejón
desde el Consejo Directivo de Comercio Exterior del Incomex se modificó la estructura organizacional del instituto y la expedición del estatuto antidumping. Analdex participó vivamente en muchos de estos avances, entre los que se destaca la Comisión Mixta de Comercio Exterior, que para entonces no estaba sesionando, de forma que desde la asociación se buscaba reactivarla nuevamente.
Con la elección de César Gaviria como Presidente de la República y Ernesto Samper como nuevo ministro de Desarrollo, la asociación sostuvo los primeros acercamientos con este gobierno para hacer llegar su posición respecto al proceso de apertura por el que atravesaba el país.
Posteriormente, Analdex adelanta la propuesta de convertir a Proexpo en un banco de segundo piso para la financiación de las exportaciones, conservando la posibilidad de establecer contratos de exportación entre las empresas y el gobierno.
En el gobierno de César Gaviria, desde el Consejo Directivo de Comercio Exterior se plasmaron los lineamientos empresariales que pretendía emprender el proceso de apertura económica. En este consejo, Analdex participó como representante del sector privado.
Para entonces, la dirección de Proexpo estaba a cargo de Carlos Caballero Argáez, con quien se realizaron varias reuniones para sustentar la necesidad del CERT hasta que las causas que lo hacían ineludible disminuyeran, para lo que se convino adelantar un estudio de actualización del CERT, de tal manera que este estuviera acorde con las necesidades que atendía y las limitaciones que implicaba.
Pese a los vientos de apertura, la Junta Monetaria publicó la Resolución No. 38 sobre la forma de realizar reintegros anticipados, dificultando cada vez más la actividad exportadora. Posteriormente, la asociación tuvo acercamientos con la Junta Monetaria para dar a conocer los puntos de vista de la asociación y las dificultades que la nueva resolución
provocaba, de allí que consecutivamente fuera expedida la Resolución No. 61 de la Junta Monetaria para eliminar las complicaciones en el proceso de reintegro.
Más adelante se profundizó el desmonte de las listas de comercio administrado con los países del Pacto Andino, decisión rechazada por Analdex, pues muchos países estaban cometiendo faltas contra los compromisos adquiridos, de allí que para Analdex incluso se debiera reestructurar el Tribunal Andino de Justicia.
La asociación logró que el CERT no fuera eliminado, sino que se estableciera de manera responsable, de acuerdo con los criterios fiscales, de promoción y apoyo al sector exportador, aunque se produjera un incremento de las tasas de financiamiento por parte de Proexpo a las exportaciones colombianas.
Como venía sucediendo décadas atrás, los exportadores padecían por la falta del transporte aéreo de carga, lo que limitaba las exportaciones a Estados Unidos, la Comunidad Económica Europea y otros destinos; además, desde la Aeronáutica Civil se había impuesto un gran sobrecosto a los fletes aéreos, complicando definitivamente cualquier actividad de exportación.
Dado que ya tomaba su curso la Asamblea Nacional Constituyente, Analdex decidió participar de este espacio a través del estudio que adelantaron los gremios en cabeza de Carlos Alberto Garay de Acoplásticos, con el fin de presentar a la Asamblea Nacional sobre las perspectivas y sugerencias del
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Dado que la apertura ya era una realidad, se inició entre otras medidas la revisión de la composición arancelaria y su régimen administrativo.
sector privado, en lo relativo al desarrollo económico del país.
Durante la asamblea de afiliados que se llevó a cabo, el presidente de la junta de la asociación, Ronald Bakalarz, presentó el informe sobre las actividades de Analdex, mientras los consultores Rafael Gama y Gustavo Tobón explicaron los desarrollos de la nueva Ley marco de comercio. Durante la clausura, el ministro de Desarrollo, Ernesto Samper, se comprometió a fortalecer la acción en apoyo de las exportaciones. Dentro de este espacio también estuvo presente el director del Fondo de Promoción de Exportaciones, Carlos Caballero Argáez, presentando los avances de Proexpo. Días seguidos a la asamblea, la Junta Directiva de la asociación se reunió con Gaviria para conversar sobre el cambio de mentalidad del gobierno respecto a las exportaciones del país, y la necesidad de mantener el CERT como un incentivo fundamental para promover las exportaciones y no que sea visto como un costo fiscal. En relación con la creación del nuevo Banco de Comercio Exterior, su crecimiento patrimonial sin perjuicio de las condiciones de los créditos y su impacto sobre la banca comercial; y mucho menos dejar de lado las preocupaciones sobre la promoción de las exportaciones.
Retoques al Plan Vallejo
En este año 1991, desde la dirección del Incomex se inició el proceso de modificación del Plan Vallejo, del cual participó Analdex, tanto en los diálogos adelantados, como en las negociaciones, esto en procura principalmente de simplificar las operaciones y garantías que implicaban en el momento. Además, participó del proceso de modificación de los conflictos que presentaban las nomenclaturas NABAndiNA y NAndiNA a través del Gobierno Nacional. Igualmente, se estableció una alianza con la Comunidad Económica Europea para establecer un programa de cooperación técnica
para Colombia, dirigido a los sectores textiles y de confecciones por dos años. En esta alianza Analdex fungió como contraparte en el país para el desarrollo de este proyecto, más adelante, esta experiencia le sirvió al gremio para desarrollar nuevos convenios de cooperación en el marco de los llamados All Invest que se desarrollaron con mayor intensidad en la década de 2010.
En materia de negociaciones internacionales, Analdex participó de la naciente iniciativa comercial entre los Estados Unidos y América Latina, la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas, ATPA, por sus siglas en inglés. En su participación, el presidente de la asociación, Jorge Ramírez, presentó la preocupación de los exportadores colombianos sobre el estigma nacional por la tragedia de la violencia en el país, además del acceso de los productos colombianos al mercado de Estados Unidos, de forma que, si el país quería participar de los beneficios del Sistema General de Preferencias, el cumplimiento de las normas de origen era un asunto perentorio.
El Gobierno Nacional también iniciaba los acercamientos con Chile y Canadá para la firma de acuerdos comerciales, con miras a aprovechar el potencial de estos mercados. Analdex hizo llegar un informe sobre la oferta y sensibilidad de productos con el propósito de ayudar a establecer un panorama claro en las negociaciones que se adelantarían con estos países.
Con las modificaciones del Pacto Andino, Analdex participó del establecimiento del arancel común sectorial, dejando pendiente el desmonte restante de las listas de excepciones del Grupo Andino, pese a que se buscaba armonizar las políticas económicas.
Más tarde, Analdex apoyó y participó de la creación del Consejo Gremial Colombiano, esto “con miras a evitar incumplir compromisos adquiridos ante los Estados Unidos en materia de creación del Consejo”. Esta creación quedó protocolizada el 23 de julio en la reunión con el ministro de Desarrollo en el Pa-
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lacio de Nariño, además se mantendría el Consejo Empresarial Colombia - Estados Unidos, subordinado al Consejo Gremial.
Analdex participó activamente en los comités reglamentarios de la Ley marco de comercio exterior, Ley 7 de 1991, donde se promovió que el Banco de Comercio Exterior debía canalizar sus utilidades en beneficio de las exportaciones, además de ser un establecimiento público y no una empresa social y comercial del Estado, que implique pago de impuestos y transferencia de utilidades al Estado.
El vicepresidente de la asociación participó del programa de ‘Economías orientadas al mercado’ que desarrolló el gobierno de los Estados Unidos, en el cual estudió el desempeño macro y microeconómico de ocho ciudades de la unión americana, experiencia que aportó bastante en el desarrollo de sus posteriores actividades en la asociación.
En agosto del mismo año, se publica el Documento CONPES por el cual el gobierno, en el marco de la Apertura Económica, anticipaba la desgravación arancelaria y anunciaba la aceleración de la devaluación, lo que se materializaría con los decretos.
Dados los múltiples inconvenientes que generaba la aplicación de la Resolución 57 de la Junta Monetaria del Banco de la República, entre la asociación y el banco se mantuvieron acercamientos para el posterior envío por parte de la asociación de un documento que contenía las sugerencias, observaciones y posibles modificaciones.
A final de año 1991, se discutía el futuro de los incentivos a las exportaciones, de forma que el CERT, el Plan Vallejo y el crédito serían homologados como política común.
Analdex participó de una reunión en Montevideo (Uruguay) entre las delegaciones de
la sabana de Bogotá.
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Industria de floricultura en
Colombia y Chile que buscaban modificar el Acuerdo de Alcance Parcial que existía en ese momento, con el fin de profundizar los lazos comerciales que se tenían.
El Ministerio de Hacienda propuso en el congreso la reducción del presupuesto del CERT para 1992, pues solo buscaba asignar 44 mil millones, cuando desde la asociación se estimaba que la cifra demandada sobrepasaría los 140 mil millones. Atendiendo a esta preocupación se programó una reunión con el ministro de Desarrollo Jorge Ospina Sardi, con quien, si bien se mantuvieron profundas diferencias, se buscó llegar a acuerdos.
El año 1991 cerró con grandes cambios, y grandes inquietudes, principalmente por el manejo de los TIDIS, la demora en la devolución de los CERT, el impuesto de timbre al que estaban sujetos los créditos de Proexpo a corto plazo, los servicios públicos ineficientes para los empresarios exportadores, la política de manejo de regalías, la ineficiencia de la Superintendencia de Industria y Comercio y la demora en los trámites de los documentos de exportación.
Entre el 22 y 23 de septiembre de 1992 se llevó a cabo en Cartagena el Congreso de Exportadores en cooperación con Proexport. En este encuentro se discutió específicamente el estudio contratado por Analdex a Fedesarrollo titulado ‘Plan de Acción Exportadora’ que contó con la participación de 10 gremios. Desde allí se iniciaron los debates alrededor de la simplificación del arancel entre 5% y 10%.
El momento de los acuerdos comerciales
Continuaba en ese momento la preocupación sobre la admisibilidad de las frutas a los Estados Unidos y la CEE, en materia de cuarentena y procesos asépticos. En el Consejo empresarial colombo-estadounidense se adelantaron conversaciones para la promoción del comercio entre los dos países, especialmente en lo relacionado con propiedad intelectual.
El presidente de la asociación participó de múltiples sesiones de la comisión accidental en el Congreso de la República sobre la apertura económica, donde Jorge Ramírez Ocampo dio las perspectivas de la asociación frente a este proceso, y de manera exitosa fueron acogidas bastantes de las sugerencias manifestadas por la asociación.
El Consejo Gremial, sostuvo la primera reunión con el Presidente de la República, en la cual entregó un documento que contenía el pensamiento gremial sobre el manejo económico, el sector agrícola y la preocupación sobre el orden público y la seguridad. Además, se realizaron reuniones con el ministro de Minas y Energía discutiendo la crisis energética.
El Ministerio de Comercio Exterior presentó al Consejo Superior de Comercio Exterior, el documento sobre el programa de Comercio Exterior 1992-1994, que procuraba por el incremento de las exportaciones, especialmente las no tradicionales, el sesgo anti-exportador y las presiones revaluacionistas, conservar el CERT y el Plan Vallejo como
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elemento vital, además de actualizar la legislación de zonas francas.
Con las negociaciones con México, el Consejo Gremial, y en particular Analdex, coadyuvó sus esfuerzos en estas conversaciones, particularmente en lo que corresponde a los salarios industriales, las tasas de cambio y los sectores competitivos de los dos países. El aporte de la asociación se concentró particularmente en el estudio de los obstáculos no arancelarios.
Con la aprobación de la reforma tributaria, Analdex contribuyó en la revisión del estatuto antievasión, así mismo se logró la exención del impuesto de timbre en la utilización del Plan Vallejo. En general, la gestión de Analdex logró modificaciones importantes tratando de minimizar los costos de la reforma tributaria para el sector exportador.
Con la aprobación de la Iniciativa Andina para Colombia, Analdex adelantó los primeros estudios sobre los alcances y beneficios para el sector exportador, así como productos y sectores excluidos, además de las negociaciones del Grupo G-3 que tuvieron lugar en Paipa.
Luego de la reunión entre el presidente de Bancóldex con 10 gremios para la conformación del componente privado en el Fondo Fiduciario del Banco de Comercio Exterior, Fiducoldex, sobre esto, luego de una reunión sostenida a mediados de octubre entre el ministro de Comercio Exterior, Juan Manuel Santos, y el vicepresidente de promoción de Bancóldex, Bernardo Vargas, manifestaron la necesidad que la asociación participara de la fiduciaria; asunto que fue apoyado por Ronald Bakalarz y Jorge Ramírez Ocampo.
En cuanto a las conversaciones adelantadas en el marco del G-3, se tuvieron reuniones, aunque no versaron sobre los cronogramas de desgravación, no obstante, el vicepresidente técnico de la asociación trabajó con el ministro de Comercio Exterior definiendo las nóminas que conformarían el cronograma de desgravación. Además, desde Analdex se buscaba promover este mismo paso con Venezuela en la medida de preservar los alcances logrados en la unión aduanera con este país.
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Se llevó a cabo la primera reunión de la renovada Comisión Mixta de Comercio Exterior, en la cual participó Ronald Bakalarz, Jorge Ramírez Ocampo, Sergio Hugo Amaya y Guillermo Valencia. En esta se trataron los procesos de negociación internacional que se estaban adelantando, mostrando un particular interés en el G-3. Se discutió con el Presidente de la República la preocupación de salir perjudicados con la apertura, principalmente por la competencia proveniente de México, frente a lo que el gobierno consideraba que, si bien podría no ser conveniente negociar un acuerdo con consideraciones para algunos sectores, él se comprometía a brindar apoyo interno a estos. Además, se comentó la preocupación sobre el contrabando, la falta de estadísticas actualizadas, el CERT, la necesidad de estabilidad jurídica, el manejo cambiario y los riesgos que vienen con los procesos de revaluación.
Con las exportaciones en consignación, las aduanas estaban poniendo bastantes trabas a las mismas, de forma que el vicepresidente técnico adelantó una serie de reuniones en las cuales la aduana atendió sus preocupaciones de forma ejecutiva. A finales de 1992, se presentó la nueva legislación de la aduana, por la cual se modificó el régimen de importaciones, se eliminaron el aforo y los trámites previos a la importación, además se hablaba de fortalecer el control posterior basado en la información cruzada entre la aduana e impuestos nacionales.
Desde la asociación, esta legislación debilitaba aún más el poco control que ya había sobre el contrabando, por lo que se presentaron los reparos que se tenían a esta reforma: no obstante, se consideró oportuno un seminario con los funcionarios de la aduana.
En el seno del Consejo Gremial se discutieron los problemas del ajuste por inflación, además del representante del sector privado en la Junta Directiva del Banco de Comercio Exterior, y la Junta Administradora de la fiducia de promoción de exportaciones.
Otro aspecto visto con bastante preocupación fue la posible suspensión de la devolución del IVA de las exportaciones de las comercializadoras internacionales, por lo cual se adelantó una reunión con el señor Julio Roberto Piza.
Ya a inicios de 1993 se hacía clara la intención de eliminar el CERT para 1994, y reemplazarlo por el sistema de draw-back. Para Analdex era del mayor interés que se usara el concepto más amplio posible en este proceso, esto pese a que el compromiso del gobierno era disminuirlo gradualmente hasta que llegara a 4,8%, el nivel aceptado por el GATT.
En las negociaciones internacionales, particularmente en las de Chile donde hubo pocos avances en la lista de desgravación, fue adoptada la misma medida del acuerdo de alcance parcial con este país, pues se tenía la percepción que Chile no estaba interesado en la firma de este acuerdo. A pesar de la labor de Analdex con el sector textil, las negociaciones con el grupo de G-3 tampoco mostraban avances destacados, principalmente porque el enfoque de México se encontraba en el estancamiento del NAFTA en el congreso de los Estados Unidos. Ahora, Analdex ya hacía parte de la Junta Administradora de la fiduciaria de promoción de exportaciones.
Por otro lado, hubo muchos problemas a la hora de adelantar la liquidación de Colpuertos, de forma que desde la representación del sector privado se tuvo que hacer un llamado al gobierno nacional para que intermediara con el sindicato, que era el principal impedimento para la liquidación de la empresa.
Se le otorgó un crédito por parte del Banco Mundial por 50 millones de dólares, de allí que se buscara la forma de establecer un mecanismo de coordinación entre el Banco Mundial y Proexport, con este sistema se financiaron la apertura de mercados, adecuación de productos, y consultoría para asistencia técnica en la comercialización. Parte de este dinero se gastó en la capacitación de bancos y exportadores en materia de financiamiento, se apoyó la moder-
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nización de la aduana y se realizaron estudios sobre mejoras en el mercado de capitales bajo el contexto de una economía abierta.
Los años 90 fueron muy dinámicos en Analdex. En una reunión con el ministro de Comercio Exterior se planteó que la posible eliminación del CERT no iba a ser la mejor opción para la devolución de impuestos, mucho más cuando un mecanismo como el draw-back aún no estaba preparado, e implicaba un costo burocrático adicional, en momentos en los que los argumentos de tipo fiscal no le resultaban favorables.
Desde el gremio exportador en esta época se analizaron los modelos de internacionalización de Argentina y México, concluyendo que no eran sostenibles a largo plazo, dada la intervención del Estado para respaldar algún sector en la economía, esto debido a los problemas cambiarios y con déficits comerciales crecientes.
Entre otros estudios, desde Analdex se reconoció que los lineamientos de política no
correspondían al nivel de desarrollo, es decir que el gobierno estaba tomando medidas para economías en un estadio muy superior. El gremio participó en una reunión con la Sociedad de Transporte Ferroviario, donde fue anunciada la puesta en marcha de una vía de comunicación férrea para el país.
Además, la asociación recibió una visita del FMI, que se encontraba en el país realizando la evaluación de la economía, abordando las problemáticas cambiarias y de promoción de exportaciones. Los representantes de esta institución estuvieron perceptivos frente a las observaciones de Analdex, particularmente en lo referente a la política antinflacionaria, respaldada por la austeridad fiscal.
En el Congreso de la República, la asociación adelantaba varias reuniones en las que presentaba sus propuestas para la ley de concertación; además, fueron plantados por la comisión negociadora mexicana, de forma que, en contacto con el sector privado mexicano, estuvieron
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convencidos de la desgravación de productos con Colombia, más no con Venezuela. Seguido a esto, hubo una reunión sobre la desgravación arancelaria y las normas de origen. La situación del momento era acerca de la posición mexicana sobre la salvaguardia, en la cual se establecía una cláusula de tipo general que durara solamente el periodo de desgravación. Se discutió una posición intermedia meDiante la cual se mantendría la salvaguardia unos años después de haber culminado dicho proceso. Colombia cedió ante la negativa de México en el sentido de aceptar una salvaguardia cambiaria.
Tras la firma del Acuerdo de Alcance Parcial con Panamá, Analdex manifestó al Ministerio de Comercio Exterior la preocupación ante este acuerdo por la triangulación de comercio y dificultades en el establecimiento del origen, dando espacio al contrabando en el país.
Sobre el acuerdo con Chile, ellos insistían en mantener la lista de excepciones, aunque con la posibilidad de retirar productos textiles
y el sector automotor; Colombia de igual manera presentó una lista de excepciones, para que luego de llegar a un acuerdo no hubiese ningún otro obstáculo para la firma del acuerdo.
Finalmente, las negociaciones en el marco del Grupo del G-3 se aceleraron en búsqueda de su firma. Se estableció un sistema de desgravación lineal de 10% y una cláusula de adhesión, de allí que el centro del debate se ubicara en la definición del punto inicial de desgravación, el tratamiento de los productos incluidos en el acuerdo parcial y el manejo de la Preferencia Arancelaría Regional. Así mismo, se tenía la expectativa sobre la finalización de las negociaciones con Chile antes de terminar el año.
En la Comisión Mixta de Comercio Exterior el presidente Gaviria comentó la necesidad de que las negociaciones con el G-3 cerraran a favor de Colombia. Por lo tanto, se suspendieron las negociaciones con Panamá, Centroamérica y el Caribe, atendiendo los llamados de atención de Analdex y otras partes del sector privado.
En el caso de las negociaciones con Chile, estaban ya finiquitadas, a espera de pulir algunos detalles y hacer la firma protocolaria, había una lista de desgravación inmediata para los productos dentro del acuerdo de alcance parcial, otra de desgravación a tres años y una última a cinco años.
Las negociaciones con el Grupo de los Tres al parecer estaban entorpeciendo las negociaciones de México en el NAFTA, mientras había prisa para una refrendación en Venezuela ya para el próximo gobierno. Entretanto, aún no había arancel de partida, y México presionaba para que los bienes no producidos dentro del grupo entraran con desgravación inmediata. Además, solicitaban una norma de origen demasiado favorable a México, el desmonte o salvaguardia por el Plan Vallejo, la posición en materia agrícola, del jugo de naranja, el café, las listas del acuerdo parcial, entre otras. Durante estas negociaciones el vicepresidente de la asociación
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participó en calidad de asesor del gobierno colombiano, realizando una labor destacable.
A pocos días de la firma del acuerdo del G-3, cada uno de los países llevó a la mesa temas diferentes, como es el caso de Colombia que llevó uno relacionado con el calzado, Venezuela sobre la industria textil, y México cuestionó los productos que estaban por fuera del acuerdo. La principal preocupación de los negociadores estaba en que el próximo gobierno venezolano exigiera una revisión detallada del acuerdo y el proceso retrocediera.
Recién iniciado el año 1994, la Junta Directiva del Banco de la República eliminó el Certificado de Cambio, y estableció una nueva banda de intervención del emisor. Sobre esto, Analdex realizó diferentes pronunciamientos públicos. Entre los principales inconvenientes que se evidenciaron se encontraban los efectos de la política del gobierno y cómo este perjudicaba, no solo a la producción nacional con destino al extranjero, sino a la destinada al mercado interno al favorecer todo tipo de importaciones, incluidas las ilícitas; además, orientaba la economía al consumo de bienes no transables, y dada la cantidad de divisas en la economía colombiana, era una preocupación si se podía mantener un mercado cambiario abierto sin soslayar las presiones revaluacionistas, afectando las exportaciones.
Desde muchos flancos se tenía previsto que el buen desempeño de la economía dependía de las exportaciones. La región volvió a ser importadora de recursos financieros externos, ello con la creciente brecha externa, que dejó a la economía expuesta al vaivén internacional.
Posteriormente, se profundizó la crisis bancaria en Venezuela, en la que se predijo una devaluación de 100%, lo cual tuvo un gran impacto sobre la inflación, luego de asumir el alto costo político de la implementación del IVA, se cambió por un sistema con impuesto a las ventas, lo que renunciaba a solucionar el problema por vía tributaria.
Sobre los problemas de la aduana, lo que se preveía era que no había nadie dispuesto a
cambiar las condiciones establecidas. Las negociaciones comerciales con México y Venezuela dentro del G-3 se vieron suspendidas por las partes hasta que fuera elegido el nuevo secretario general de la Organización de Estados Americanos, OEA, en igual situación estaban las negociaciones con Centroamérica.
Entre los eventos que organizó Analdex, se cuenta el Seminario sobre el Programa Bolívar, el cual trató la articulación de instrumentos financieros especializados de fomento a la innovación tecnológica, esto con la intervención de Alejandro Ceballos –Leonisa– y Hugo Tulio Rodríguez –Finep–.
Posteriormente, se cerraron las negociaciones en el Grupo de los Tres, durante las conversaciones de 1994 se lograron negociaciones más concertadas, amplias y eficaces que en oportunidades anteriores.
En síntesis, los aspectos generales sobre los cuales Analdex tenía reparos estaba la definición del marco jurídico aplicable, GATT y ALADI. En el caso del acuerdo del G-3, se estableció que estaría por fuera del GATT, y a pesar de que se invocó la ALADI, hay apartes que se encuentran fuera de este marco, de allí que pudiera ser necesario que pasara por el parlamento colombiano, aunque desde la asociación se reconocía mucho más cercano al NAFTA.
Desde la asociación se notificó a los afiliados de los detalles sobre este acuerdo. Mientras se seguían definiendo los acuerdos con Centroamérica y la Comunidad del Caribe, Caricom, en cuanto al Grupo Andino, luego de no abarcar todos los productos, se había creado el ‘Anexo 4’, que contenía una lista para la que cada país
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Desde muchos flancos se tenía previsto que el buen desempeño de la economía dependía de las exportaciones.
mantendría su arancel nacional, de forma que aún se seguía discutiendo el Arancel Externo Común. Colombia proponía retirar dicha lista, mientras Ecuador solicitaba incrementarla en mil posiciones más. Además de estar pendiente por lograr la armonización de las franjas de precios para los productos agrícolas. La asociación abogaba por la inclusión de temas como el contrabando y el lavado de activos. Meses más tarde, las diferencias aún no estaban resueltas, pese a la existencia de una comisión del Acuerdo de Cartagena en Caracas.
Después de la Ronda de Uruguay, se crea la Organización Mundial del Comercio, OMC; además, la Unión Europea extendió los beneficios para los países golpeados por el narcotráfico. Se levantaron grandes incógnitas sobre la capacidad de Colombia para competir en el ingreso a la Unión Europea, las barreras arancelarias y no arancelarias, además de la afectación de comercio con Colombia.
Se hacía preocupante la situación cambiaria, la revaluación estaba causando bastante daño. Además, la situación de Venezuela era una gran alarma para el sector exportador colombiano, dado su desenfrenado gasto, incremento de deuda externa y un tipo de cambio múltiple, lo que significó una gran salida de divisas y la pérdida de confianza en el sistema. El comercio binacional se estaba viendo gravemente afectado. Las exportaciones a este país se paralizaron en el tercer trimestre, principalmente por el control de cambios en Venezuela, dejando bastantes problemas por las deudas atrasadas.
Un año atrás se había firmado un acuerdo con la Trade Facilitation Office de Canadá, con quienes se desarrollaron diferentes actividades para estrechar los lazos comerciales entre Colombia y Canadá. Además, Analdex seguía siendo la contraparte privada de la Europalliance para la realización de un gran encuentro de negocios en Cartagena.
Dado el tesón de la situación de Venezuela, entre la Andi, Fedemetal, Acopi y Analdex se le solicitó al ministro de Comercio Exterior, Daniel
Mazuera, que se cierren las importaciones desde este país hasta que la situación no sea solucionada, o se den visos de recuperación. Luego de esta reunión, el ministro se reunió con los gremios para discutir su posición, en esta los gremios indicaron que no era la no firma lo que buscaban, sino que con base en el artículo 44 del Tratado de Montevideo (Nación Más Favorecida) se presentaba una preocupación por las condiciones más favorables que ofrece el TLC con respecto a lo ya negociado en el G-3. Aunque para el momento no era claro qué sucedería con el G-3 en la medida que México negoció con anterioridad el NAFTA, y el gobierno de Colombia no tenía una posición clara sobre las preferencias.
Con la expedición de la Resolución 22 de la Junta Directiva del Banco de la República se modifican las reglas para el acceso a crédito externo, incluso para los exportadores, sus-
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pendiendo el crédito de capital de trabajo a tres años. Se pidió a Bancóldex que elevara la relación entre exportaciones y crédito, además modificó el plazo de giro de importaciones a 120 días, por lo cual, la junta de Analdex se dispuso a objetar la disposición sobre el crédito de capital de trabajo a tres años, solicitar a Bancóldex que la nueva medida sobre la ratio de exportaciones y crédito aplique a los incrementos del cupo actual, y que se mantuvieran las reglas del juego para los cupos de crédito asignados.
Con relación a exceptuar al Plan Vallejo del periodo para reembolsar importaciones, hubo una reunión por parte de varios miembros de la Junta Directiva de la asociación (Jorge Ramírez Ocampo, Javier Díaz, Richard Perlman, Ronald Bakalarz y Ana Gabriela Mejía) con el ministro de Hacienda Guillermo Perry, a quien compartieron las preocupaciones, pues él las
llevaría a la junta del Banco de la República, de forma que fueran aceptadas la ampliación del plazo de crédito de capital de trabajo para exportaciones y la extensión del cupo de Bancóldex, mientras rechazó la modificación del término de pago de las importaciones bajo el esquema de Plan Vallejo.
Para agosto de 1994, el Consejo Gremial Nacional presentó al ejecutivo, el documento “Hacia una política de desarrollo colombiano”. En ese momento el consejo agrupaba 14 gremios y buscaba ampliar su representatividad.
El Gobierno expidió el Decreto 1740 de 1994, por el cual se adoptó el nuevo régimen para las comercializadoras internacionales, gracias al trabajo de algunos afiliados y funcionarios de la asociación. Entre las modificaciones, las comercializadoras se encargarían de expedir el ‘Certificado al proveedor’, y se ini-
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Cultivo de palma en los Llanos Orientales.
ciaría el desarrollo de un software por parte del Ministerio y Analdex.
En el mandato de Ernesto Samper se creó el Consejo Nacional de Competitividad, cuya secretaría técnica la ejercía el Departamento Nacional de Planeación. Desde la asociación, este nuevo espacio era considerado como un importante foro de concertación alrededor de la competitividad del país. Como representante del sector empresarial fue escogido el presidente de la Junta Directiva de Analdex, Ronald Bakalarz.
Por esta época se veía con gran preocupación desde la asociación las recientes trabas puestas por los Estados Unidos a las flores colombianas, que empezaban a tener gran acogida en el mercado estadounidense. Desde Colombia era una medida con carácter político, por lo que desde la asociación y a través del Consejo Gremial se hizo una declaración pública de apoyo a los exportadores de flores.
Se realizó un debate en la Comisión Tercera del Senado de la República, donde el do-
cumento del sector privado fue preparado en conjunto por la Andi, Acopi, Fedemetal, SAC y Analdex. Fue presentado por el presidente de la Andi, Carlos Arturo Ángel, mientras el ministro de Comercio Exterior, Daniel Mazuera, defendió el acuerdo incluso en la renuncia de Colombia en la salvaguardia cambiaria.
A finales de 1994 se avanzó en gran parte de la solución de los problemas que tenían los pagos con Venezuela, a través de unas operaciones específicas.
Las presiones revaluacionistas no habían cedido, generando grandes preocupaciones sobre la tasa de cambio. Además, había preocupación por el crecimiento de la deuda externa, tanto pública como privada, lo anterior en conjunto al incremento en los medios de pago, la oferta monetaria, y el incremento de la tasa de captación y colocación.
Luego de una reunión con el ministro de Hacienda Guillermo Perry, quien dio el apoyo al sector exportador, la asociación presentó su preocupación sobre el presupuesto nacional
Foto: Ricardo Vallejo Vieira / Shutterstock.com
que estaba inflado; y en reunión con el CGN, el gobierno no estaba dispuesto a recibir recomendaciones o debatir este tema.
La asociación tenía la preocupación sobre las exportaciones con menor valor agregado nacional, además de las exportaciones ficticias y las que son usadas para el lavado de dólares, sumado a una crisis de pagos que podía tener el país.
Para estrechar los lazos con las instituciones del sector, se realizó un almuerzo con el ministro de Comercio Exterior, Daniel Mazuera, el presidente de Bancóldex, Víctor Manuel Hoyos, y el nuevo director de Proexport, Lázaro Mejía, donde se reafirmaron las posiciones para aunar esfuerzos alrededor del sector exportador del país.
Sobre las negociaciones internacionales, desde la asociación se tenían ciertas precauciones frente a las condiciones finales del acuerdo, esto por la velocidad del cierre de las negociaciones, además teniendo en cuenta que México ahora estaría en el NAFTA, lo que afectaría a Colombia de facto. Durante la ponencia en el Senado de la República, a la cual asistió el presidente de la asociación, se comentó a la comisión que para futuras negociaciones sería deseable concertar realmente, en lugar de simplemente dialogar.
Posteriormente, en una reunión con la Dian, se evidenció, además de la capacidad del director, su preocupación e intención por combatir el contrabando. Se discutió que los importadores tradicionales gozaran de beneficios por su buen comportamiento, por ejemplo, que tuvieran control ex post, además que los certificados de origen no fueran emitidos por los consulados sino por alguna entidad del sector privado, esto en miras de disminuir la corrupción.
Además, se tuvieron reuniones en el Ministerio de Trabajo y el Sena, esto para comunicar las preocupaciones sobre esta última entidad y las necesidades del sector privado en cuanto a la formación de las personas. También se tuvo contacto con el ministro de Defensa, Fernando
Botero Zea, para buscar apoyo en la lucha contra el contrabando.
Continúa la abundancia de dólares en el mercado, acercándose a la banda; las exportaciones reportadas por el Dane mostraban un crecimiento de 13,2%, tanto, que desde la asociación se consideraba que era debido a las exportaciones ficticias. Desde Analdex se hicieron verificaciones de empresas que registraban exportaciones por un mismo valor todos los meses y por productos que tienen una gran fluctuabilidad de sus precios, incluso se llegó a identificar lavado de dólares y narcotráfico a través de nombres símiles de empresas de reconocida trayectoria exportadora.
Más tarde, se llevó a cabo el seminario de proyecciones económicas. En este el director del DNP, José Antonio Ocampo, el gerente del Banco de la República, y el director de Fedesarrollo Eduardo Lora, mostraron sus perspectivas respecto al desempeño de la economía para 1995. En el caso del gerente del banco, se presentó la pendiente de la banda cambiaria para 1995, desde allí se señaló que la intervención del Banco en este mercado fue onerosa.
Telefonía celular, novedad de la década
El gran salto tecnológico de la década fue la llegada a Colombia de la telefonía móvil celular. Las licencias para operar este novedoso servicio fueron otorgadas el 22 de enero de 1994. En ese momento hubo necesidad de dividir el país en tres zonas: Oriente, zona en la cual estaba Bogotá; Occidente, con Cali, Pereira y Medellín; y Norte, con Cartagena y Barranquilla.
El ministro de Comunicaciones del momento, William Jaramillo Gómez, direccionó todo el proceso para que la telefonía móvil celular llegara al territorio, aportando en desarrollo y avance hacia los nuevos retos tecnológicos y digitales.
La llamada inaugural la hizo Celumóvil desde Barranquilla en junio de 1994 y logró enlazar a la capital del Atlántico, Bogotá y Nueva York. Ese día hablaron a través de la nueva opción telefónica Julio Mario Santo Domingo, Carlos ‘el Pibe’ Valderrama y la presidenta de Celumóvil, María Cristina Mejía.
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Jorge Ramírez Ocampo Del credo católico a la fe exportadora
Por fortuna, Analdex ha logrado contar, sin temor a exagerar, con la mejor gente y con unas directivas de lujo. Una de esas gratas personas que le dieron relieve al gremio es Jorge Ramírez Ocampo, un bogotano de pura cepa, nacido en 1936.
Luego de estudiar en Bogotá y en Francia, Ramírez vio en la iglesia católica su lugar, estuvo siete años con la Comunidad Jesuita y en medio de su noviciado estudió Filosofía y Letras. Siempre agradece ese momento de su vida porque le enseñó que la disciplina y la rigurosidad son necesarias además de útiles, principios que lo hicieron notable al frente de Analdex.
Luego de formarse como economista en la Universidad de los Andes, al amparo de una escuela que admira y evoca, tras cumplir egregias tareas en el sector público y privado, incluida su brillante gestión en el Ministerio de Desarrollo Económico, la Organización Internacional del Café y la Federación Nacional de Cafeteros, Ramírez Ocampo, tiene acercamientos con Analdex, gremio del cual aprendió por los contactos con Alberto Schlesinger.
En 1991 Ramírez Ocampo llega a Analdex, en donde toma el toro por los cuernos pues le correspondió una época muy dura, pero a la vez interesante. En ese momento gobernaba César Gaviria Trujillo, mandato en el que el
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directivo vio la oportunidad del siglo, ya que Colombia se volvería un país exportador.
La promoción de exportaciones había iniciado, era la especialidad del economista, pero casi que de manera paralela apareció la revaluación del peso, un fenómeno tenaz para la economía, el cual llevó a una batalla feroz con el Gobierno. Las diferencias fueron abismales con el ministro de Hacienda de la época, Rudolf Hommes, a quien Ramírez le dijo sin reparo que los empresarios fueron por lana y salieron esquilados.
Al retomar sus cuitas, Ramírez dijo que en ese momento tuvo que pelear con la Junta Directiva del Banco de la República y con los ministros de Hacienda, porque la revaluación prácticamente mató las exportaciones.
Al llegar Ramírez Ocampo a Analdex, el comercio exterior no contaba con los instrumentos necesarios, tan solo existía Proexpo, pero una ley le dio vida a Bancóldex, Proexport, Fiducoldex y Segurexpo. En esas entidades nacientes, pero eficientes, Analdex tuvo voz y siempre dio las mejores orientaciones en favor de un país que empezaba a cambiar el chip comercial dentro de un nuevo modelo económico.
El divertido y siempre añorado dirigente gremial participó con ideas en el diseño de la nueva Constitución Política y recuerda todo el trabajo que demandó la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas, ATPA, a través de la cual Estados Unidos concedió entrada de mercancías libres de impuestos a Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú.
“A eso le dedicamos mucho tiempo, era el acceso al mercado de Estados Unidos, importantísimo. Tanto esfuerzo invertimos, casi como a la reforma cambiaria que no nos era muy favorable porque facilitaba la revaluación”, comentó Ramírez Ocampo.
El experto en economía debió luchar por las dificulta-
des con el transporte binacional, específicamente con Venezuela, y en 1992 vio cómo se marchitaba el CERT debido a la corrupción, exportaciones ficticias y otras prácticas indebidas, totalmente por fuera de las políticas del gremio de comercio exterior por excelencia.
En su mente siguen las largas jornadas para sacar adelante el G-3, accidentadas y complejas por la posición mexicana de imponer su voluntad, un país que había abandonado el tema por las negociaciones con NAFTA. Ramírez, una persona sobria, capaz e inteligente, lamentó el desplome de la economía venezolana y los efectos sobre los exportadores colombianos que perdieron un mercado natural.
Siguen frescos en su mente extraordinaria los momentos claves del ALCA y la organización aplicada del segundo Foro Empresarial de las Américas, un encargo hecho a Colombia y puntualmente a Analdex. Igual destaca los instantes del Mercosur en donde el overol se lo puso Javier Díaz Molina.
Sostuvo que, con el desarrollo del ALCA, Analdex tomó mucha relevancia en Colombia. Por todo el trabajo y el empeño puesto, dijo, el gremio fue protagonista de la política económica colombiana y latinoamericana, y las oportunidades y mercados se abrieron gracias a una labor inmensa hecha de común acuerdo. Después vino la negociación del TLC, pero el avance que logró Colombia con el ALCA resultó demasiado importante porque recuperó el terreno perdido con Estados Unidos; tanto, que ya al país lo tenían en cuenta.
“La labor que ha hecho Javier Díaz es magnífica, ha mantenido el gremio en una posición muy destacada, me parece que ha sido un excelente presidente de Analdex. Cuando yo salí, dije que él debía ser mi sucesor”, concluyó Jorge Ramírez Ocampo.
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internacional entre la Unión Europea y Colombia
La relación oficial de la UE con Colombia data del año 1996. En un principio, las relaciones se limitaron al aspecto comercial, pero con la evolución de la región, y el nacimiento de nuevas dinámicas y nuevos intereses, la relación se tornó más compleja, comprendiendo un nivel regional y abarcando no sólo el aspecto comercial y económico, sino el cultural, las acciones de cooperación regional y el establecimiento del diálogo político. La relación comercial se consolidó oficialmente en 2013, con la entrada en vigencia del acuerdo comercial que la UE firmó con Colombia y Perú, y al que Ecuador se sumó en 2017.
Este acuerdo abrió gradualmente los mercados de ambas partes y aumentó la estabilidad y previsibilidad del entorno comercial y de inversión. Además, es uno de los primeros acuerdos comerciales de “nueva generación” de la UE, caracterizado por su amplio alcance que abarca, además de la liberalización del comercio de bienes y servicios, la inversión, la contratación pública, la competencia, los derechos de propiedad intelectual y el desarrollo sostenible.
Así, la UE es en estos momentos el primer proveedor de inversión extranjera directa en el país, demostrando
que Colombia es un destino atractivo para las empresas europeas, que se benefician de la política de atracción de inversiones, del marco de seguridad jurídica creado por el acuerdo comercial y de las condiciones positivas generadas por el Proceso de Paz. Una inversión que, por cierto, se ha mantenido estable durante la crisis de la Covid-19.
Por otra parte, desde la firma del acuerdo comercial, las exportaciones desde Colombia a la UE se han diversificado. Las cifras muestran un aumento en la venta de productos agrarios, que representaban 18% de la canasta exportadora de Colombia a la UE en 2012 y en la actualidad alcanzan 46%. Esta diversificación de las exportaciones es importante, ya que contribuye a la generación de oportunidades económicas en zonas del país donde es necesario romper las brechas de desigualdad.
La alianza estratégica que la UE ha construido con Colombia permite enfrentar los desafíos globales a través de una cooperación reforzada, con el fin de que todos sean ganadores de los beneficios del comercio, en especial los consumidores, las pyme, los trabajadores y la sociedad civil en general. Para ello, la UE ha desarrollado múltiples pro-
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años de comercio
gramas y proyectos para apoyar a Colombia en su desarrollo y mejor aprovechamiento del acuerdo comercial.
Desde hace más de quince años, es decir, incluso antes de la firma del acuerdo con Colombia, la UE lanzó la estrategia Al-Invest (American Latin Investment), un programa horizontal y de cooperación descentralizada que sigue las directrices de cooperación de la UE para la región, y se enmarca en el objetivo de “promover el desarrollo económico social y duradero de los países en desarrollo y, particularmente, de los más desfavorecidos, y la inserción armoniosa y progresiva de los países en desarrollo en la economía mundial”.
En el marco de este exitoso programa, más de cien mil pymes en 18 países de Latinoamérica han recibido capacitaciones y asistencia técnica y comercial para su fortalecimiento e inserción en los mercados internacionales y el desarrollo de las capacidades productivas, empresariales y asociativas, impulsando procesos de integración, inclusión social y oportunidades de empleo digno.
Además, desde el inicio de las relaciones bilaterales, la UE se ha comprometido con Colombia a acompañar las reformas estructurales y regulatorias que fomenten un clima más favorable a los negocios y un aumento de la competitividad. En ese sentido, la UE viene acompañando desde hace varios años las políticas del Gobierno para promover el desarrollo rural, incluyendo los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) con los que se implementa el Acuerdo de Paz, la promoción de las pymes colombianas y el fortalecimiento de la competitividad de sectores estratégicos para el país, como el sector lácteo.
Sin embargo, ni Colombia ni la UE están exentas de los cambios que durante los últimos años se han venido dando en términos de consumo, de las nuevas tendencias hacia estilos de vida conscientes sobre la necesidad de producir y consumir de una manera más sostenible y, sobretodo, de la necesidad imperante de luchar contra el cambio climático y hacer un uso más eficiente de los recursos. Esta tendencia ha conllevado una reducción de las exportaciones colombianas de productos como los minero-energéticos, que han disminuido significativamente desde la entrada en vigor del acuerdo, afectado por la situación económica global, y que son usados en ocasiones como argumento de una contracción de las cifras totales de exportación de Colombia hacia la UE.
No obstante, la necesidad de luchar contra el cambio climático generando un modelo económico sostenible es una realidad mundial que llegó para quedarse y que debe
convertirse en uno de los ejes fundamentales tanto de las políticas internas como de las relaciones internacionales. Es por ello que el Pacto Verde es hoy una de las políticas emblemáticas de la UE.
Dentro del Pacto Verde, la estrategia “De la granja a la mesa” ofrece la oportunidad de avanzar y hacer del sistema alimentario de la UE una fuerza motriz para la sostenibilidad, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Junto con la estrategia de Biodiversidad, “De la granja a la mesa” contribuirá a una producción de alimentos más ecológica. Ambas estrategias fijan objetivos concretos y mesurables, que incluyen reducir el riesgo y el uso de plaguicidas y antimicrobianos en 50%, reducir las pérdidas de nutrientes y aumentar la proporción de la agricultura orgánica a 25%, todo ello para el año 2030.
Esto, sin duda, será un reto no solo para los agricultores de la UE, sino también para los exportadores colombianos de productos agrícolas hacia la UE. Al mismo tiempo, sin embargo, se abrirán nuevos mercados para aquellos que sepan aprovechar esta oportunidad y transiten hacia un modelo de agricultura sostenible. Es en esto donde Colombia y la UE tienen que trabajar conjuntamente para asegurar que el sector agrario del país, que ya se ha beneficiado ampliamente del acuerdo, siga aumentando su capacidad de exportación, creando riqueza y empleo en las zonas que más lo necesitan.
En definitiva, la UE y Colombia deben seguir afianzando su relación económica y comercial de distintas formas: a través de inversiones europeas que generan empleo y aportan tecnología, y también meDiante un comercio que lleva a las mesas europeas los ricos y variados productos fruto del trabajo de los campesinos colombianos. Desde la UE seguiremos apostando e invirtiendo en una relación cada vez más estrecha con nuestro socio colombiano, pues la historia la escriben quienes persisten en objetivos y enfocan sus esfuerzos en cooperar y crecer de la mano de sus aliados.
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Desde el inicio de las relaciones bilaterales, la UE se ha comprometido con Colombia a acompañar las reformas estructurales y regulatorias.
Tecnología, comercio y mucho más
Entre el primero de enero de 2000 y el 31 de diciembre de 2009 el mundo asistió a la mayor afrenta terrorista de la historia reciente. De hecho, el 11 de septiembre de 2001 fueron registrados los atentados contra diferentes blancos estadounidenses que contristaron a la humanidad; ese día hubo ataques con aviones comerciales contra las famosas e icónicas Torres Gemelas
en Nueva York, el Pentágono y el poder americano. No la pasó bien el presidente de Estados Unidos, George W. Bush. Al parecer, una facción islamista le pasaba cuenta de cobro por la guerra en Afganistán, así como en Irak, porque dichos enfrentamientos habían tumbado el régimen talibán y derrocado al Presidente de Irak, Saddam Hussein.
Quedaba como herencia furtiva el terro-
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rismo de Al-Qaeda, que arremetió también de manera violenta y cobrando más vidas en Bali, Madrid, Londres, Mumbai e igualmente en Afganistán e Irak. Sin duda, era el decenio del terrorismo, del pánico y de los envíos al camposanto de miles de inocentes.
Esta década es importante desde el punto de vista económico por el posicionamiento de China como potencia ecuménica. Sus pasos en
las grandes ligas del comercio fueron a gran velocidad, puesto que en 2001 se matriculó en la Organización Mundial del Comercio, OMC, y en 2010 el dragón de oriente se afianzaba como la segunda potencia económica a nivel mundial. En ese año dieron saltos tremendos en crecimiento y desarrollo naciones como India y Brasil.
En este periodo la política de Estados Unidos sentó un precedente al poner en la Casa
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Blanca a Barack Obama, el primer presidente de raza negra. Entre tanto, la Unión Europea crecía con la llegada a la liga de diez países, puntualmente de Europa del Este.
América Latina igual fue primera página con los cambios geopolíticos que suscitó la llegada al poder en Venezuela de Hugo Chávez Frías, demostrando que en las urnas el coronel sí tenía quién le escribiera. Con Chávez aterriza el socialismo a la patria de Bolívar y se fortalece como la tendencia política del siglo XXI en el Palacio de Miraflores. El movimiento no fue nada tibio, ya que otros países fueron dándole el espaldarazo a Venezuela y su nueva manera de gobernar, y esto condujo a cambios y tendencias en contra de la globalización en Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador y Uruguay.
En Colombia el decenio fue de comportamiento mixto: la gente aún recuerda la prolongación del impuesto de 2 x 1000 a través de Ley del Plan Nacional de Desarrollo, de igual forma las capturas y judicializaciones de los implicados en el recordado desfalco a Puertos de Colombia.
La década tuvo tufillos de paz y vino el famoso despeje para negociar con la guerrilla de las Farc, labor que no llegó a buen puerto por la serie de burlas y abusos en una zona que sirvió para todo, menos para dar muestras de paz. En los inicios del nuevo siglo, la primera tranquilidad llegó con la normalidad en los sistemas y la banca con el Y2K. Finalmente, quedó descartado el inconveniente informático, llevando un respiro profundo a los gobiernos y a las empresas. Previo al cambio de siglo, el mundo –básicamente, las grandes potencias–, inyectó una cifra cercana a los 214.000 millones de euros para contrarrestar el también llamado efecto 2000.
En este periodo nacen la Unión de Naciones Suramericanas, Unasur, y se gesta un movimiento totalmente opuesto al Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA. Perú igual dio noticias: la más fuerte, la renuncia del Presidente Alberto Fujimori tras diez años en el poder.
Al otro lado del planeta termina la disolución de Yugoslavia con la independencia de Montenegro y Kosovo. Timor Oriental, después de una lucha literalmente a muerte, logra su independencia de Indonesia, un hecho que se escribió en 2002.
El 2002 dejó una evocación lamentable con las más de 240.000 muertes que dejó el tsunami, un fenómeno que llegó súbitamente al Sudeste Asiático, dejando lágrimas, luto, dolor y grandes pérdidas.
Le correspondió saludar el nuevo milenio al presidente Andrés Pastrana Arango, quien gobernó entre 1998 y 2002. Bajo las circunstancias de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el Presidente Pastrana tuvo que alinearse en un escenario internacional de guerra contra el terrorismo, no solo por lo acaecido en Nueva York sino por los trances bélicos en Irak y Afganistán.
Al margen de los hechos desafiantes de los grupos terroristas, el nuevo siglo llegó con una agenda internacional muy vigorosa para Colombia. Después de un divorcio a la brava de Estados Unidos, la Casa de Nariño retomó las relaciones afables con Washington. Fue un periodo de mucho movimiento en la política exterior, puesto que estaba en carpeta la integración con América Latina y el fortalecimiento de las relaciones con socios importantes como Estados Unidos y Venezuela. Por tal razón, la política de fronteras y los asuntos regionales estuvieron a niveles superiores frente a otros bloques políticos y comerciales.
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El 13 de agosto de 2001, los avances registrados por el país en materia de exportaciones fueron seriamente amenazados por la contracción de la demanda internacional y una revaluación del peso.
La década 2000-2010 puede calificarse como de avance en la política exterior, el país empezaba a mirar más allá de la región y por eso vio en el libre comercio oportunidades únicas, las que ya estaba capitalizando Chile, un país modelo de apertura en América Latina.
Esta década estrenó el doble periodo presidencial siendo el Primer Mandatario de Colombia Álvaro Uribe Vélez, en el periodo comprendido entre el siete de agosto de 2002 e igual fecha de 2010.
Un momento empresarial de cara al futuro
Los primeros diez años de la nueva era estuvieron asistidos por el interés del empresariado por desarrollar una agenda de acuerdos
internacionales. Igual, la atracción de inversión extranjera y de las adecuaciones normativas que procuraran mejorar las condiciones socioeconómicas del país.
Desde el Plan de Desarrollo denominado “Cambio para construir la paz”, se les otorgó a las exportaciones un rol preponderante con base en el cual se plantearía la primera política de meDiano plazo: el Plan Estratégico Exportador 1999-2009, que sentó las bases de la estrategia para el desarrollo del sector productivo. Con directiva ministerial se propuso la Política Nacional para la Productividad y la Competitividad, que se materializó a través de los convenios de competitividad de cadenas productivas. Este era un paquete de herramientas fruto del diálogo público y privado alrededor de la competitividad de las cadenas, que se materializó en 32 Comi-
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Rivera del río Magdalena.
tés Público-privados Regionales (CARCES) y 34 Convenios de Competitividad Exportadora de Cadenas Productivas.
En 1991, Colombia tenía acuerdos comerciales con países que representaban 0,5% del PIB mundial y acceso a una población de 60 millones de personas, mientras que para el final de esta década estaban vigentes tratados de libre comercio y acuerdos comerciales de alcance parcial con 10,8% del PIB mundial y acceso a 529 millones de personas. Para Analdex era un primer paso importante de cara a contribuir en la internacionalización de la economía colombiana.
El inicio del primer gobierno de Álvaro Uribe (2002-2006) estuvo enmarcado por las negociaciones del TLC con los Estados Unidos, las cuales dieron origen al tratado que se implementó una década después. En ese contexto, y con miras a preparar el aparato productivo nacional a las condiciones y exigencias del mercado estadounidense, el Departamento Nacional de Planeación desarrolló el proyecto de la Agenda Interna bajo el CONPES 3297 de 2004. La formulación de una Ley de Cadenas Agropecuarias fue fruto directo de esta Agenda Interna, y apostaba por la inclusión de valor
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agregado y el desarrollo de cadenas regionales de valor bajo las cuales se articularan propuestas competitivas del sector agropecuario para la exportación.
Año 2000, el nuevo renacer
En el año 2000 la asamblea de Analdex es bastante consciente de la situación del país en materia de seguridad y busca analizar escenarios sobre el proceso de paz y reiterar el apoyo por parte de los empresarios a la iniciativa, recalcando la necesidad de un cese de acciones violentas por parte de los grupos armados con-
tra la sociedad civil. Para Javier Díaz Molina, el proceso de paz está perdiendo credibilidad por la falta de tolerancia frente a las posiciones expresadas por el empresariado, pero dijo que ello no era un obstáculo para lograr la tranquilidad nacional.
La atracción de inversión extranjera directa al país, mostró una cifra negativa en petróleo, alcanzando los 809 millones de dólares, mientras que en el 98 se había registrado una cifra positiva de 120 millones. En portafolio de inversiones, la cifra de inversión extranjera alcanzó los 763 millones de dólares, ya que hubo una desinversión en el corto plazo por 27 millones de dólares.
Sin lugar a dudas, la caída en la inversión extranjera está directamente relacionada con la percepción que tienen afuera los empresarios sobre el problema de la inseguridad. Para un inversionista extranjero es muy difícil entender que en un país se paralice el transporte durante 22 días, al señalar que las protestas sociales y el clima de inseguridad están generando ciertas turbulencias en los negocios.
Pero no sólo la inseguridad tuvo efectos negativos. El presidente de Analdex explicó que también la recesión que afectó la economía colombiana durante el año 1999 provocó una mayor cautela por parte de los inversionistas foráneos.
Dentro del plan estratégico exportador planteado por el gobierno, la inversión extranjera es considerada como punto fundamental, pero para hacer más atractivo el país a los ojos de los inversionistas, deben mejorarse aspectos como la estabilidad jurídica y tributaria, y la seguridad.
En el discurso de apertura del Congreso Nacional de Exportadores, el 6 de octubre de 2000, Ronald Balakarz, presidente de la Junta Directiva del gremio, reiteró que como el crecimiento y desarrollo futuro del país estaba ligado al desempeño exportador, se debía trabajar en una estrategia para fortalecer justamente esta actividad.
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Llamó la atención sobre la necesidad de que el gobierno continúe mejorando la deficiente infraestructura física del país para lograr los dividendos del proceso de internacionalización y justificar el costoso esfuerzo modernizador adelantado por el sector privado. Instó, además, a los empresarios a mantener el esfuerzo exportador y llamó la atención por el alto potencial que ofrece el mercado de Estados Unidos y la escasa participación que tiene Colombia en momentos en que los dos países mantienen las mejores relaciones en su historia reciente.
Comercio exterior, la salida
Frente al paquete de reformas presentadas al Congreso por parte del Gobierno Nacional en el mes de septiembre con mensaje de urgencia, Analdex manifestó en cabeza de su presidente que esta reforma sí es la del sudor y las lágrimas: sudor por el esfuerzo que hay que hacer para cubrir los nuevos impuestos y lágrimas al ver cómo se roban el presupuesto, refiriéndose al tema de la corrupción.
Aunque señaló que todos los empresarios están de acuerdo en que hacer un esfuerzo por sanear la crisis fiscal, el proyecto presentado por el gobierno es incompleto y no hay seguridad de que a la vuelta de dos años volviera a hacerse una nueva reforma. El gremio explicó que, desde luego, se trataba de una reforma porque si bien hubo claridad en la manera como se incrementarían los ingresos, el ejecutivo no explicó de manera exacta cómo se atacaría la corrupción, que en su opinión seguía siendo la gran responsable del desangre al presupuesto nacional.
También expuso sobre la necesidad de hacer claridad en el tema de las transferencias territoriales y en el recorte que tendría que adelantarse en algunas entidades del Estado para complementar el ajuste.
A los exportadores tampoco les cayó bien la propuesta del ministro de Hacienda en ma-
teria tributaria, pues existieron varios temas que podrían agravar la situación del sector.
El primero estaba relacionado con la eliminación de un tajo del CERT, que fue calificada como una decisión contradictoria por el presidente de Analdex en momentos en que el sector exportador era el único que mostraba buenos resultados. La eliminación de este certificado de reembolso tributario implicaría que los empresarios iban a exportar impuestos, una situación que se mostraba en total contravía de lo que todos los países hacen de cara a mejorar las condiciones tributarias para estimular las ventas externas.
Adicionalmente, se quejó de la eliminación de deducciones del IMA para la importación de maquinaria cuando se trata de procesos de modernización, ya que esto podría retrasar los objetivos de competitividad que se están persiguiendo.
Finalmente, el directivo puso en duda el beneficio que traería al gobierno conseguir esos nuevos ingresos frente al costo de poner tributos que en algunos casos resultan regresivos y que podrían afectar considerablemente la reactivación que, dicho sea de paso, comenzaba a notarse.
Analdex estuvo de acuerdo con la fusión de los ministerios de Comercio Exterior y Desarrollo, siempre y cuando a la cabeza de esta nueva entidad quedara el primer ministerio, que en su opinión cumplía una labor ejemplar y que tendría una ejecución muy destacada. El presidente del gremio apuntó, además, que una eventual fusión de los bancos de segundo piso debería tener a Bancóldex como la entidad líder, pues se trataba de un banco con desempeño extraordinario, que llegó a tener un papel preponderante para apoyar a los exportadores y que no tuvo problemas políticos o de otra índole como en efecto ocurrió con otras entidades similares.
En cuanto al tema de las oficinas comerciales, expresó que no está de acuerdo en que éstas se suprimieran, aunque se mostró a favor
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de que se analizara detenidamente el tema de si Proexport debía continuar en forma independiente o simplemente anexarla como una dependencia de Bancóldex.
Comercio regional internacional
EL 12 de enero del 2000 los negocios con Ecuador seguían congelados a raíz de la incertidumbre generada por problemas inflacionarios y devaluaciones exponenciales. Por esos días el presidente de Analdex, Javier Díaz Molina, sostuvo que la quietud en las ventas afectaba el ritmo de las exportaciones, que insinuaban la misma tendencia a la baja de 1999. Los vehículos, productos químicos, plásticos, textiles y artes gráficas se vieron seriamente impactados.
Por tal razón propuso, para evitar que se presentasen problemas en los pagos a los exportadores colombianos, hacer uso del convenio de pagos de la ALADI, que establecía que si un país tenía problemas para cumplir con sus pagos el Banco de la República solventaba la acreencia con sus exportadores y después arreglaba con el Banco Central de la nación en problemas. Esta coyuntura hizo que apareciera un problema de riesgo político para lo cual Segurexpo quedaba en el limbo al cubrir el riesgo político, mientras que la aseguradora vio incrementado en 200 por ciento el pago de siniestros procedentes de ese país.
Acuerdos bilaterales, la carta por jugar
El Gobierno Nacional buscó el aval de Analdex como miembro de la Comisión Mixta de Comercio Exterior, que en la sesión del 11 de febrero decidió acompañar la estrategia nacional del entonces presidente Andrés Pastrana Arango, para potenciar la planificación de integración de negociaciones regionales y bilaterales meDiante tres premisas: en un comienzo, la creación de un grupo de negocia-
dores de acuerdos comerciales que permitiera asumir la solicitud formal de Colombia para incorporarse al acuerdo comercial de México Estados Unidos y Canadá (NAFTA). La segunda hipótesis fue complementaria, ya que generaría una estrategia de negociación para poder iniciar el proceso de participación en el Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA. La tercera presuposición apuntó a preparar un grupo de lobistas que se encargaran de cabildear en el Congreso de los Estados Unidos la ampliación de las preferencias arancelarias de Andean Trade Preference Act (ATPA).
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Tras la visita del Presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, a nuestro país en agosto de 2000, Analdex y demás gremios de la producción confeccionaron una agenda económica cuyo propósito fue crear conciencia de la necesidad de ir más allá de los temas de política y paz contemplados en el Plan Colombia y procurar un mayor acercamiento en los temas económicos para fortalecer al aparato productivo legal.
repercutiría en 50.000 empleos directos que generan más de 250 empresas maquiladoras.
El proyecto a favor de Colombia estuvo a punto de ser aprobado, pero no logró el asentimiento, y para que resultara beneficioso a los empresarios colombianos debería estar listo antes de septiembre de 2000, cuando clausuraban las sesiones del Congreso norteamericano.
Aún está en el recuerdo la posición de Analdex frente al Atpa, el gran puente de las exportaciones con destino a Estados Unidos: su presidente puntualizó que era fundamental prorrogar ese acuerdo, que vencía en diciembre del año siguiente.
La propuesta contenía tres temas básicos: el primero, lograr la aprobación de preferencias arancelarias para ingresar confecciones a Estados Unidos. Un segundo tema, avanzar en la prórroga del Atpa; y por último, lograr un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.
La vigencia del acuerdo con Centroamérica, según las cifras de Analdex, haría que los empresarios colombianos dejaran de vender unos 400 millones de dólares anuales, lo cual
En cuanto al acuerdo comercial, los empresarios hicieron énfasis en la necesidad de avanzar en un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, o a través del Nafta, con el fin de recuperar la participación que en los últimos años habían perdido.
De otro lado, se destacó el trabajo hecho conjuntamente con el Ministerio de Comercio Exterior para mejorar la situación de competitividad de los empresarios locales. Los exportadores habían evidenciado que el buen desempeño del sector encontraba explicación en el comportamiento de la tasa de cambio, como
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A 31 de enero de 2005 las exportaciones colombianas llegaron a 186 destinos.
también en la estrategia diseñada por el gobierno para apoyar a las empresas dedicadas a vender en el exterior y que planteaba que antes de terminar el mandato presidencial era factible duplicar las exportaciones.
En definitiva, desde el seno de la Asociación fueron varias las acciones y total el acompañamiento a la institucionalidad. Ante los mensajes de advertencia que realizó el Departamento de Estado de Estados Unidos para que los ciudadanos norteamericanos no visitaran en plan de turismo a Colombia, se planteó levantar tal veto, puesto que los empresarios de los sectores hoteleros, agencias de viajes y aerolíneas se encontraban en jaque.
Economía política
En el preclaro 6 de enero de 2001, día de Reyes en el almanaque, el Gobierno entregó a los exportadores 170.000 millones de pesos, correspondientes a los Certificados de Reembolso Tributario (Cert). Hasta el 31 de diciembre del año 2000, los Cert por ventas al exterior sumaban 250 mil millones de pesos, de los cuales se habían pagado 80 mil millones de pesos. Uno de los sectores más beneficia-
dos fue el bananero. Javier Díaz, presidente de Analdex, le dio la bendición a la medida y anunció para ese año la creación de cerca de 200.000 nuevos puestos de trabajo.
El 25 de septiembre 2001 fue trascendental: el Ministerio de Comercio Exterior notificó una serie de medidas para disminuir el efecto de la caída en la demanda de Estados Unidos para la economía colombiana y las exportaciones nacionales. Analdex reconoció la alarmante caída en la demanda estadounidense, una situación apremiante que se podría compensar con la inyección de recursos del gobierno, pues si bien hubo sectores perjudicados en Colombia, otros estaban en posición de potenciar su demanda, como servicios, seguridad y construcción.
Las comisiones económicas del Congreso de la República de Colombia aprobaron el 21 de noviembre 2001 la adición presupuestal por 4,9 billones de pesos presentada por el Gobierno, dentro de la que se incluyó el aumento salarial retroactivo para los empleados estatales.
Javier Díaz señaló que de los 160.000 millones de pesos que se debían incluir para el pago del Certificado de Reembolso Tribu-
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Panorámica de Bocagrande, en Cartagena.
tario, sólo se dispondría de 60.000 millones, situación que obligó a subir los precios de los productos colombianos en el exterior.
Las cosas cambian favorablemente en materia de comercio exterior, y el 30 de noviembre de 2001 el Comité de Finanzas del Senado de Estados Unidos aprobó la extensión, hasta 2006, de la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas (Atpa). Con esa determinación se abrió un gran horizonte exportador, principalmente en confecciones, textiles, calzado, manufacturas de cuero y atún enlatado.
Como no todo es dicha, el 13 de agosto 2001 los avances registrados por el país en materia de exportaciones fueron seriamente amenazados por la contracción de la demanda internacional y una revaluación del peso. Analdex le pidió al gobierno evitar esta situación, permitiendo un mayor margen de devaluación sin afectar otras variables de la economía.
Comercio regional, la apuesta de crecimiento
El 5 de abril 2001, la CAN decidió acelerar la integración comercial entre los 34 países del hemisferio excluyendo a Cuba, para que la región tenga libre comercio a partir de enero de 2005. Para el vicepresidente de Analdex, Camilo Casas, Colombia no logró obtener un tratamiento diferencial en las negociaciones tras haberse integrado con países de mayor grado de desarrollo, pero también con otros de menor desarrollo.
Llega entonces el momento de los acuerdos bilaterales ante los escenarios geopolíticos que empezaban a brotar en el hemisferio. Un 16 de agosto 2001, el gobierno venezolano anunció la medida del recorte en 20 por ciento sus importaciones. Javier Díaz Molina, presidente de Analdex, sostuvo que la aplicación de esta restricción implicó un golpe muy fuerte para los empresarios que encontraron en el vecino país un mercado adecuado para sus productos y una salida a los problemas que registraba la demanda interna; finalmente, era un mercado natural con una frontera sumamente dinámica.
Un momento dulce para el comercio exterior
El 7 de agosto 2002 el Senado de los Estados Unidos aprobó la ley que amplió y extendió las preferencias arancelarias Andinas. Con esta ley, más de 6.000 productos procedentes
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de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú ingresaron a ese país con cero aranceles. El presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior consideró que era responsabilidad de los empresarios con vínculos comerciales en el exterior, trabajar y ampliar su participación en el mercado de los Estados Unidos.
La difícil situación de orden público que vivió el país el 14 de diciembre 2002, y su impacto sobre la economía fue el argumento decisivo para que la Organización Mundial de Comercio (OMC) le mantuviera a Colombia sus programas de apoyo a las exportaciones industriales hasta diciembre de 2006. Los exportadores, con Analdex a la cabeza, afirmaron que la decisión es el resultado del compromiso que el Gobierno tuvo con el tema.
El comercio internacional seguía dinámico. El 18 de marzo 2002 se dio inicio a la discusión para desmontar los aranceles o los impuestos aduaneros que cada país cobraba a las importaciones, y así conformar una especie de gran supermercado continental de 800 millones de personas y 11 mil billones de dólares. Sería una competencia de todos contra todos, es decir empresas y organizaciones empresariales grandes, medianas y pequeñas, que tendrían que ajustar sus sistemas operativos para hacerse a una porción de los 800 millones de consumidores que en ese tiempo tuvo América. Siempre se dirá –expresó el presidente de Analdex, Javier Díaz– que el país no estaba preparado para el Alca.
El 16 de octubre de 2002 vienen nuevas movidas en el mercado regional. Los cinco países de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) dieron uno de los pasos más importantes en su proceso de integración al definir el Arancel Externo Común (AEC), con el cual irían en bloque a las negociaciones del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (Alca). Como fue apenas consecuente, el gremio exportador celebró el acuerdo y dijo que profundizaría el proceso de integración Andina y reforzaría la posición negociadora.
Igual fuerza tomaron los acuerdos bilaterales. El 25 de mayo 2002 el Senado de Estados Unidos aprobó el Acuerdo de Preferencias Arancelarias Andinas (Atpa). Las demandas contra los fallos arbitrales que obligaron a la Nación a pagarles más de 130 millones de dólares a Nortel y TermoRío, filial de la estadounidense Siethe Energies –caso que llegó a instancias del Consejo de Estado–, fueron un escenario que complicó las cosas y por ello Colombia no recibió la declaración de elegibilidad por parte del presidente Bush para recibir los beneficios del Atpa. Analdex le pidió al Alto Tribunal que fallara en derecho rápidamente sobre esos complicados casos.
En 2003 la economía política estaba al rojo vivo. El conmemorativo primero de mayo 2003, la Junta del Banco de la República elevó sus tasas de referencia en uno por ciento, y con esto, la provisión de recursos al sistema financiero por medio de las operaciones de mercado abierto (OMAS) tendría un costo de 7,25 por ciento. Afortunadamente, el presidente Uribe, su equipo económico e incluso algunos gremios, como Analdex, Anif, Camacol e Icavi, concurrieron con la idea de realizar ajustes para frenar las expectativas de devaluación, mantener la competitividad internacional del peso y preservar el ahorro, todas condiciones básicas para consolidar el crecimiento sostenible y la generación de empleo.
El Gobierno eliminó la exención del impuesto a la renta y remesas que tienen las empresas que funcionarían en las zonas francas con el fin de cumplir los compromisos con la Organización Mundial de Comercio (OMC). Como esta organización prohibía los subsidios a las ventas externas, dentro de los cuales estaban la exención al impuesto sobre la renta de los exportadores y a los giros al exterior –35 y 7 por ciento, respectivamente–, fue necesario eliminar esos beneficios. “Sobre esto no hay discusión”, dijo el presidente de Analdex.
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Medidas venezolanas que alborotaron el cotarro
La decisión del gobierno de Venezuela, anunciada el 22 de enero 2003 y que estaba dirigida a eliminar aranceles para un grupo de productos de la canasta básica, no fue bien recibida en Colombia, ya que perjudicaría el comercio binacional al facilitar el ingreso de bienes de terceros países sin pagar aranceles y violando la normatividad contemplada en la Comunidad Andina de Naciones, un detrimento inmediato para el aparato productivo nacional. El presidente de Analdex señaló que se hacía perentorio mirar con sumo cuidado esa medida, ya que colocaba en desventaja a los países Andinos, con los que Venezuela llegó a tener libre comercio durante años.
En medio de las vicisitudes, el país hizo la tarea
Colombia tenía el ojo en los mercados internacionales, sabía que solo traspasando fronteras y ampliando la opción exportadora con nuevos destinos el panorama iba a mejorar ostensiblemente. El 5 de noviembre 2003 fue organizada la macrorrueda impulsada por Proexport con el apoyo de Analdex y desde luego con compradores de México, Centroamérica y el Caribe. Los pequeños y meDianos empresarios fueron favorecidos porque, con un costo calificado como bajo por ellos mismos, pudieron exhibir y mostrar sus productos, y tener contactos directos con sus potenciales compradores.
La articulación en la región seguía fortaleciéndose, y el 17 de diciembre 2003 fue firmado un acuerdo político para consolidar el libre comercio entre los países del Mercosur y los de la Comunidad Andina. En mayo del siguiente año debería estar definido el tema de las salvaguardias, y para esta misma fecha se esperaba que hubiese acuerdo sobre las listas de productos y las respectivas canastas para determinar los períodos de desgravación. El presidente de
Analdex, Javier Díaz, dijo que el acuerdo alcanzado era positivo porque los negociadores tendrían tiempo adicional para buscar convenios que dejaran satisfechos a todos.
Los calendarios eran determinantes, las hojas de final de mes caían en casas y oficinas como en un otoño apremiante porque se acercaban compromisos y retos que marcarían el futuro económico y comercial de Colombia, la bilateralidad estaba a la vuelta de la esquina. Inolvidable resultó el 19 de noviembre 2003, día en que las negociaciones para un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Estados Unidos y Colombia, al que se le sumaron Perú, Ecuador y Bolivia, se encarrilaban. De hecho, fueron anunciadas aquel día en que el año ya partía. Analdex lo dijo con mucho entusiasmo: era un objetivo que estaban buscando.
Llegó la parte más difícil, que era nada más y nada menos que la negociación, porque los empresarios y en esencia los exportadores, esperaban un convenio bilateral. El anuncio de que sería con los Andinos le introdujo mayor dificultad al proceso en la medida en que Colombia tenía que coordinar las posiciones gremiales y empresariales con los colegas vecinos, pero finalmente el asunto posibilitó una mayor fortaleza como mercado en la negociación, reconoció Analdex.
Aún los empresarios recuerdan el 23 de enero 2004, día en el que fue anunciado un subsidio cambiario para los productores del algodón. El gobierno, de manera decidida, comenzó a adoptar medidas para proteger a los empresarios colombianos de los efectos de la revaluación. La Junta Directiva del gremio de comercio exterior consideró que el problema de la tasa de cambio era una cuestión circunstancial, que obedecía a la percepción de los agentes económicos y no culpa del Gobierno, ni del Banco de la República, menos del Euro.
En la región se venían presentando inconvenientes que rayaban en la competencia desleal y otro tipo de circunstancias bastante delicadas. Fue a raíz de esa situación que el 5
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de noviembre 2004 los exportadores y los empresarios no estaban nada dispuestos a apoyar ningún proceso de integración comercial con Panamá, hasta tanto se hiciera claridad sobre los temas relacionados con contrabando y lavado de activos.
A criterio del presidente de la Junta Directiva de Analdex, Ronald Bakalarz, el ingreso masivo de productos provenientes de la zona libre de Colón estaba impactando al aparato productivo nacional y con ello la generación de empleo.
Al contexto de mercado y prácticas poco ortodoxas en el exterior se sumaba el tema cambiario. El 10 de agosto de 2004, pese a los esfuerzos del Gobierno por contener la caída en el precio del dólar, esta llegó al mismo nivel que tenía en julio de 2002, pues la tasa promedio del mercado interbancario cerró en
2.597,62 pesos. Javier Díaz empezó a buscar una reunión con el Ministerio de Comercio: en su concepto, se requería de una solución urgente, pues el nivel del dólar era “dramático”.
La década, como es apenas visible, fue muy movida; el país y el mundo, incluida la región, experimentaban todo tipo de contratiempos, algunos que demandaban trabajo y acción.
La decisión de crear la Comunidad Suramericana de Naciones fue oficializada. El 8 y 9 de diciembre, una cumbre presidencial que se cumpliría en Cuzco, Perú, sirvió de escenario para la rúbrica del acuerdo. El presidente de Analdex dijo que la creación de este bloque le daría sin duda una mayor fortaleza política a Suramérica.
El tiempo corrió y 2004 era un año clave en el Tratado de Libre Comercio. El 25 de
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Viaducto César Gaviria Trujillo, en Pereira.
mayo, el TLC que se negociaba con Estados Unidos implicó, a partir de su aplicación, una reducción de ingresos arancelarios para el Gobierno colombiano, algo previsto porque igual fenómeno ocurrió en Chile. El presidente de Analdex, Javier Díaz Molina, apuntó que la situación no era tan grave, ya que compensaría esos recursos gracias a que en varios frentes de la economía habría reactivación importante y por ende se canalizaría un mayor volumen de dinero con destino al fisco, bien necesitado en ese entonces.
Llegó el año 2005 y las negociaciones del TLC prosperaban. La importancia geopolítica de Colombia y su papel estratégico en la estabilidad del hemisferio fueron considerados como la munición pesada para obtener un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos más favorable. Por consiguiente, comenzaron a utilizarse dichos instrumentos, justo cuando las negociaciones estaban en la recta final, pero parecían enredarse.
El ministro de Comercio, Jorge Humberto Botero, anunció en ese marco una ofensiva di-
plomática y política en Estados Unidos, abarcando el congreso, el ejecutivo, el sector privado y organizaciones sociales, para ir generando presiones positivas en su equipo negociador a favor de las posiciones colombianas.
A juicio del ministro Botero, ello obedeció a que, mientras los intereses colombianos no llenaran las expectativas, “las negociaciones no podrán avanzar”. Javier Díaz afirmó que parte de la respuesta estaba en las dificultades existentes en Estados Unidos para la aprobación del Cafta: el equipo negociador estadounidense estaría a la espera de lo que ocurriese con el Cafta en el Congreso para decidir qué tratamiento les dan en el TLC Andino a temas como el azúcar, de gran sensibilidad en Estados Unidos.
Recalcando con la iniciativa macrorrueda
El 18 de mayo de 2005 más de 1.000 empresarios de 24 países latinoamericanos mostraron su voluntad de hacer negocios durante el primer día de la macrorrueda organizada por Proexport, Bancóldex y Analdex.
Para el presidente de Analdex, Javier Díaz Molina, el esquema de macrorruedas era fundamental para promover cultura exportadora y beneficiar especialmente a las pequeñas y medianas empresas colombianas, que no contaban con capital suficiente para salir a participar en ferias internacionales por el alto costo que estos procesos implicaban.
La rueda de negocios que se realizó en Medellín fue el evento con el cual se inauguró oficialmente el nuevo centro de convenciones Plaza Mayor, que buscaba convertirse en sede de actividades empresariales, culturales y sociales de gran envergadura a nivel nacional e internacional. Hay que subrayar que desde mayo del 2003 se efectúan en el país las macrorruedas de negocios, y en su novena versión el evento buscaba promover los negocios para nuevos y antiguos exportadores colombianos.
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El trabajo y la estrategia no se hicieron esperar, ya que el 31 de enero de 2005 las exportaciones colombianas llegaron a 186 destinos. Cuatro de cada diez dólares facturados se concentraron en un solo mercado: Estados Unidos, así que el vigor o decaimiento de la economía de este país determinaba en gran medida el desempeño de las exportaciones y la actividad productiva colombiana, lo que de tiempo atrás había inquietado al Gobierno y a los analistas. Pero, aun así, el gigantesco mercado de Estados Unidos es el que ofrece perspectivas de corto y mediano plazo totalmente positivas para los productos colombianos.
El Gobierno estaba convencido de esto, así que a la par con la Comunidad Andina, firmó el TLC con Mercosur –Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay–, y mostró interés en un tratado de libre comercio con la Unión Europea y Canadá, así como en mayores acercamientos con Centroamérica y el Caribe. Igualmente, quiso explorar posibilidades con China como destino para los capitales de ese país en la elaboración de textiles, confecciones y otros productos para ser exportados a Estados Unidos, aprovechando el TLC que estaba a punto de firmarse.
El sector exportador manifestó que el acuerdo con Mercosur tomaría un tiempo en desarrollarse, aunque afirmó que hubo expectativas positivas entre empresarios colombianos, algunos de los cuales estaban mirando con atención proyectos de exportación hacia el sur del continente.
En mayo 28 de 2005 la jornada se tornó gris: las negociaciones entre Colombia y Estados Unidos para concretar el TLC han encontrado un obstáculo, que para los expertos podría ser definitivo para el éxito de esta iniciativa. El punto neurálgico fue la agricultura, en donde el gobierno estadounidense no tuvo en cuenta las propuestas del equipo negociador colombiano en esa materia, por lo que el ministro de Agricultura de Colombia sugirió que se firmara el tratado sin incluir el sector agropecuario.
Es indiscutible: el tema agrícola fue uno de los más espinosos, porque los gremios colombianos temieron que, una vez firmado el tratado, los productos estadounidenses entraran al mercado de Colombia desplazando a los nacionales.
La preocupación de los principales gremios –como Analdex, que agrupa a los exportadores, y la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC–, se originaba, entre otras cosas, por la competencia que se pueda originar. La mayor intranquilidad de los productores y de los gremios era que los productos de Estados Unidos ingresaran al país con precios más bajos, lo que llevaría a los consumidores colombianos a comprar lo gringo y a dejar a un lado la oferta nacional, sinónimo de quiebra, cierre de fábricas, abandono del campo y un mayor grado de desempleo.
Agricultura en la mesa
En enero 15 de 2005 los agricultores colombianos tuvieron la oportunidad de obtener ciertas ganancias concretas, si estos lograban que Estados Unidos se comprometiera a abrir más su mercado a los productos nacionales. El presidente de Analdex, Javier Díaz, esperó que se cerraran la mayoría de las tareas pendientes en el grueso de temas de las nueve mesas de negociación, para avanzar en temas sensibles como el agrícola, las medidas sanitarias y fitosanitarias, propiedad intelectual y normas de origen en los textiles.
Sobre las discusiones agrícolas, Javier Díaz dijo que el acceso real al mercado de Estados Unidos seguía siendo primordial, motivo por el cual los gremios reiteraron su posición
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Las exportaciones de bienes industriales representaron 39,1 millones de dólares el año 2005.
por hacer una negociación integral. Después de eso se indicó que se debe mantener una posición intermedia; es decir, seguir con la protección, pero no a toda costa, y defender la legislación que tiene Colombia en materia farmacéutica.
Diez días después, el 25 de enero de 2005, gremios y exportadores de productos colombianos hacia Venezuela optaron por guardar un prudente silencio frente al radicalizado discurso del presidente Hugo Chávez, ya que este amenazó con llevar las relaciones comerciales bilaterales a su mínima expresión.
Frente a la situación, el presidente de Analdex insistió en decir que Venezuela era un mercado muy importante para Colombia, pues no resultaba fácil sustituirlo con terceros países, y así mismo consideró que se hacía necesario diseñar un plan de contingencia para sortear de la mejor manera posible cualquier eventualidad. Con la novedad, hubo que confiar en la gestión de las cancillerías de Colombia y Ve-
nezuela para alcanzar una solución por la vía diplomática, apreciación compartida por gremios como Acolfa y Fedegán.
Acuerdos con Centroamérica
El 4 de abril de 2006 el Tratado de Libre Comercio de Colombia con tres países de Centroamérica –Guatemala, Honduras y El Salvador–, se dividió en seis rondas de negociación. Los presidentes de Colombia y El Salvador, Álvaro Uribe y Elías Antonio Saca, firmaron algunos acuerdos de cooperación en el campo del turismo, con el fin de compartir la experiencia desarrollada por Colombia y replicarla en El Salvador. Otra actividad se llevó a cabo con Proexport para apoyar el diseño de un programa de atracción de inversión extranjera, en el cual esta entidad transferiría conocimiento. También se incluyó un punto para el diseño de ferias inmobiliarias en Estados Unidos dirigidas a los emigrantes salvadoreños que quisie-
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Cultivo de papa en la sabana de Bogotá.
ran adquirir vivienda propia en su país.
El vicepresidente técnico de Analdex, Santiago Pardo, destacó la decisión del Gobierno colombiano en el sentido de iniciar esas negociaciones, y sostuvo que para los empresarios resultaba muy importante ver resultados concretos en la apertura de nuevos mercados en el exterior. En 2005 las exportaciones colombianas hacia El Salvador alcanzaron los 51,5 millones de dólares, cifra superior en 11,5 por ciento a la de 2004, cuando registraron 46,2 millones de dólares.
Más compromisos, mayores oportunidades
El 30 de mayo de 2006 se llevó a cabo la firma de un acuerdo recíproco de promoción y protección de las inversiones entre Colombia y Guatemala, y este fue uno de los aspectos que permitió a los dos países profundizar sus relaciones y lograr que el
tratado comercial fuera más allá de la simple liberalización de bienes.
En las reuniones del Gobierno con el sector privado ha quedado claro que en acceso a mercados la negociación partirá de las preferencias negociadas y bajo ningún punto de vista las podrá disminuir. Este tema tubo dos grupos de trabajo, uno para bienes agrícolas y otro del sector industrial, según confirmó el vicepresidente de Analdex, Santiago Pardo.
La negociación del tratado comercial de Colombia y de los países del Triángulo Norte de Centroamérica –El Salvador, Honduras y Guatemala–, arrancó el 5 de junio en Bogotá, todo dentro de un ambiente de camaradería, bajo un sol resplandeciente que iluminaba rostros y perfiles empresariales, con ese clima especial de nuevas oportunidades para la economía colombiana y, claro está, para las de los países centroamericanos. La segunda ronda inició el 10 de julio con el análisis de los temas que hacían parte del proceso.
Hacia el mes de septiembre de 2006, la internacionalización generó nuevas oportunidades a Colombia, pero al mismo tiempo exigió condiciones más propicias a la inversión, entre ellas, la estabilidad jurídica y las reglas claras, aseguró el presidente de Analdex, Javier Díaz Molina: “Si queremos tener en el futuro infraestructura de calidad, debemos ser claros en las concesiones”.
En un aniversario oscuro, el 11 de septiembre de 2006 el Gobierno calificó la atracción de Inversión Extranjera Directa, IED, como un tema estratégico para promover el crecimiento del país. La propensión internacional es adversa y los anuncios de reformas al régimen tributario se convierten en factores desfavorables.
El presidente de Analdex dijo que el impacto negativo de estos cambios en las reglas de juego, siempre en acertijo, o la existencia de condiciones menos ventajosas en Colombia, fueron básicas en la toma de decisiones sobre inversión por parte del capital foráneo.
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Después, indicó que el caso colombiano dejaba ver oportunidades perdidas, que los centroamericanos tomaron una importante delantera sencillamente porque ofrecieron unas condiciones más propicias en el tema impositivo. Las inversiones se fueron para allá porque los capitalistas pensaban más en las opciones externas y en la llegada de recursos para el desarrollo que en el mercado doméstico.
Negociando y en la jugada
El 15 de septiembre de 2006 un grupo de funcionarios del Gobierno colombiano se desplazó a Washington para hacer lobby por la aprobación del Tratado de Libre Comercio y la ampliación de las preferencias arancelarias otorgadas bajo la Ley Atpdea. En ese momento, el presidente de la Junta Directiva de Analdex, Ronald Bakalarz, planteó la necesidad de readecuar la política comercial colombiana, al expresar que el TLC era uno de los principales retos que proyectaba la mayor introducción de la economía colombiana en el contexto internacional. Analdex, en representación de la institucionalidad exportadora, recalcó sobre las amenazas que se desbrozan sobre la inversión extranjera debido a la inestabilidad en materia jurídica y trazó su posición, la cual estuvo soportada en un pensamiento de largo plazo y en tomar con mayores argumentos un conjunto de decisiones en áreas prioritarias para el país.
Medellín, tejiendo ideas entre montañas
El 7 de septiembre de 2007, la ciudad de Medellín acogía el XIX Congreso Nacional de Exportadores, el escenario propicio para mirar alternativas que le permitieran al país consolidar y diversificar sus ventas al exterior y, especialmente, hacerlas invariables y consistentes en el tiempo.
En ese encuentro de la familia exportadora, Analdex puso a consideración del
sector un documento titulado “Iniciativas para la modernización competitiva del comercio exterior colombiano”, que exponía ideas concretas y prioritarias para el desarrollo del comercio exterior en el país. El dictamen que adelantó Analdex fue más allá de presentar el estado actual de los factores, habitualmente señalados como los causantes del ambiente de incertidumbre en el sector: desplegó los caminos que deben transitarse para salir a flote en el propósito de conquistar mercados, un inventario de propuestas dirigidas al sector público, principalmente, pero también al privado. Muchas de esas teorías fueron debatidas públicamente en diferentes instancias, pero no lograron cristalizarse de la manera anhelada.
Antes de señalar las propuestas, el documento expone las vulnerabilidades del comercio exterior colombiano y destaca la ubicación del país en el contexto internacional. Por ejemplo, reseña cómo el Producto Interno Bruto del país en 2006 representó el 0,6 por ciento del PIB mundial.
Tras este panorama, Analdex considera que los factores en los que se deben priorizar esfuerzos para alcanzar el mayor desarrollo exportador son: facilitación y desburocratización; infraestructura, transporte y logística; atracción de la inversión; exportación de servicios; entorno cambiario; articulación del andamiaje institucional sobre la política de productividad y competitividad; y negociaciones comerciales.
Los instrumentos de la UE
El Eurocentro fue un instrumento que la Comunidad Europea habilitó en Colombia en febrero de 2007 para promover la participación de las pymes en el Viejo Continente a través de diferentes estrategias comerciales, y fueron acordadas unas posibilidades de negocios, pues se tuvo encuentra que eran 27 países con un alto poder adquisitivo y 485 millones de personas en ese momento.
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Los empresarios con vocación exportadora encontraron en el Eurocentro la posibilidad de presentar proyectos para participar en eventos feriales, los encargados estudiaron las propuestas, seleccionaron los perfiles más apropiados para subsidiar la participación, incluyendo los costos del viaje, el envío de muestras y el montaje de los puestos en las ferias.
En Colombia, las Cámaras de Comercio de Medellín y de Bogotá manejaron los otros Eurocentros que se caracterizaban por desarrollar sus tareas sin límites de tiempo, porque este tipo de acuerdos eran indefinidos y permanecieron, siempre y cuando los objetivos se cumplieran al pie de la letra.
En ese tiempo, Analdex se postuló al nove-
doso proyecto y resultó electo por el programa AL-Invest III, de la Comisión Europea, para desarrollar negocios, promover la imagen del país y apoyar el diseño y ejecución de políticas de exportación hacia Europa.
El presidente de Analdex, Javier Díaz Molina, aseguró que, así como en este siglo Colombia se había volcado hacia los países de Latinoamérica para ampliar sus fronteras exportadoras, 2007 sería el año en que Europa adquiriría un lugar especial dentro del destino de las exportaciones nacionales. También aseveró que los empresarios interesados en hacer parte del programa podían presentar sus proyectos en la sede de Analdex y contar con la información necesaria para aprovechar el instrumento.
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Frutas colombianas financiadas para el exterior
Al llegar el 27 de agosto de 2007, con un aporte de 6.875 millones de pesos, el Fondo Nacional de Fomento Hortofrutícola (FNFH) y el gremio de los hortofruticultores pusieron en marcha cinco proyectos que contaron con el respaldo del Instituto Colombiano Agropecuario (Ica), el Sena, Analdex y la Universidad Nacional, y que, en general, buscaban mejorar la competitividad del sector agrario. Con este plan se quiso generar cultura de calidad entre los productores, lo que brindaba la oportunidad de acceder a los mercados gracias a los tratados comerciales y protocolos sanitarios firmados por Colombia.
El primer proyecto, de buenas prácticas agrícolas (BPA) y de poscosecha para 36 productos, tenía como objetivo la transferencia de tecnología para los procesos de producción y poscosecha. El segundo proyecto tuvo que ver con la plaga conocida como picudo de los cítricos, e instaba a estructurar una propuesta para dar un manejo integrado al insecto, para lo cual sería necesario conocer su hábitat y evaluar la eficacia de diferentes prácticas de
control en los cultivos. El último proyecto que se elaboró pretendía generar cultura fitosanitaria entre los viveristas, asistentes técnicos, gremios y fruticultores, con el fin de producir y utilizar material de propagación certificado sanitariamente. Esto benefició enormemente a los cultivadores con mayor producción y productividad.
Un gremio con iniciativa
El 12 de septiembre de 2007, el Congreso Nacional de Exportadores organizado por Analdex presentó siete iniciativas para la modernización competitiva del comercio exterior colombiano, que ameritaban juicioso análisis. Fundamentado en un preocupante diagnóstico, Analdex comprueba la excesiva dependencia de 50 por ciento en las exportaciones de combustibles, café y productos del sector de la minería; de 51 por ciento en dos mercados, Estados Unidos y Venezuela; y de 55 por ciento en 32 empresas que exportan más de 100 millones de dólares.
Analdex planteó siete estrategias en facilitación de comercio, infraestructura, inversión, exportación de servicios, tasa de cambio,
Proceso de descarga de atún en planta de proceso en Cartagena.
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Foto: cortesía de Seatech International Inc.
tributación, competitividad, productividad y agenda de negociaciones comerciales.
Al recordar que eran requeridos cinco documentos y 20 días en 10 entidades diferentes para procesar una exportación, Analdex propuso la creación de un grupo de expertos que permitiera simplificar la normativa de comercio exterior, que incluyera la sistematización de procesos de las entidades involucradas, fortalecimiento de aduanas y unificación de controles antinarcóticos en aeropuertos y puertos nacionales.
Competitividad, la gran apuesta
Al verificar la pobre calificación del país por parte del Foro Económico Mundial en infraestructura en 2007 –puesto 82 entre 125 países–, y que la distancia promedio de los centros de producción a los puertos de embarque era 3,2 veces la de Chile, Analdex insinuó priorizar los corredores de comercio exterior, adecuar las concesiones, incentivar la inversión meDiante asociaciones público-privadas y promover el transporte multimodal en ferrovías, navegación fluvial y aeropuertos, con énfasis en la concesión de El Dorado.
Al reconocer que Colombia se ubicaba por aquel entonces en el puesto 172 de 175 en materia de carga impositiva, que existen 68 trámites para el pago de impuestos, que las regulaciones internas como las zonas francas enfrentan cambios constantes, que solo se tenían tres tratados de doble tributación y pocos acuerdos bilaterales de protección de inversión, Analdex apoya una estructura tributaria competitiva a nivel internacional, que juegue con un marco de estabilidad jurídica y una renovada red de acuerdos de inversión y tratados que eviten la doble tributación y promuevan la competitividad.
Al analizar el paupérrimo desempeño nacional en la promoción efectiva de exportación de servicios distintos del turismo y el transporte, Analdex recomendó la diversificación de
productos y mercados con altos componentes de valor agregado en el sector de telecomunicaciones, electricidad, acueductos, transporte de pasajeros y logística, a través de la promoción de fondos de capital semilla y de riesgo, alianzas estratégicas, capacitación y fomento de redes gremiales y empresariales del sector.
Al mostrarse de acuerdo con el hecho incontrovertible de que la competitividad de largo aliento no se construye con tasa de cambio, Analdex manifiesta que las exportaciones tampoco pueden tener éxito con una revaluación de 30 por ciento, como la registrada entre comienzos del 2003 y agosto del 2007; proponen, en consecuencia, reducir el gasto, incentivar el uso de las coberturas cambiarias y el prepago de la deuda externa.
Al evaluar nuestro Sistema Nacional de Competitividad, Analdex sugiere el desarrollo de una arquitectura institucional que garantice la coordinación público-privada y que articule las entidades responsables y promueva la competitividad.
Al evaluar la agenda comercial, Analdex pidió fortalecer el equipo negociador, definir la política comercial y promover un acercamiento con las economías de Asia-Pacífico. A lo mejor era menos afortunado cuando Analdex pretendió que el TLC con Estados Unidos fuera el modelo único a seguir en la recordada agenda comercial, por la elemental razón que cada negociación es diferente, tal y como se demostró en los TLC de Colombia con Centroamérica, la Asociación Europea de Libre Comercio y Canadá.
Analdex le dio su espaldarazo a una estructura tributaria competitiva a nivel internacional que encajara en un marco de estabilidad jurídica.
Aumentaba el relicario de compromisos
Colombia alistaba la negociación de cuatro nuevos Tratados de Libre Comercio en febrero 12 de 2007. Tras una reunión de varias
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horas con su colega venezolana María Cristina Iglesias, el ministro colombiano de Comercio, Luis Guillermo Plata, anunció la creación de una comisión de alto nivel que se reuniría a finales de marzo para comenzar a definir las bases del acuerdo bilateral.
También quedó determinado que habría una reunión con autoridades de los dos países para llegar a un acuerdo que eliminara la doble tributación, ya que, tras la salida de Venezuela de la CAN, quedó sin piso jurídico la norma Andina que protegía a las empresas en esa materia. Sobre la cuestión, se buscó negociar la manera como se manejarían los ocho meses de 2006 en los que quedó sin vigencia la norma y un acuerdo binacional para eliminar la doble tributación a partir de ese año.
El anuncio era esperado por muchos empresarios colombianos que tenían negocios e inversión en Venezuela, país que desde mayo del año anterior decidió retirarse de la Comunidad Andina de Naciones, CAN, quedando pendiente de definir las condiciones preferenciales que concedería a sus vecinos en materia comercial.
El ministro de Comercio, Luis Guillermo Plata, dijo que se buscará un acuerdo equilibrado. Sin embargo, mientras los industriales del país buscaban que se abrieran mercados y se eliminaran restricciones, los empresarios del agro lanzaron señales de alerta para no hacer concesiones que pudieran poner en riesgo la producción del país.
Caso opuesto sucedió con Canadá, país con el que se esperaba que antes de que terminara marzo se conociera la estructura de rondas y temas que se abordarían en la negociación. Santiago Pardo, vicepresidente de Analdex, aseguró que con Canadá existió gran interés porque hubo productos que no se producían allá y que tuvieron un importante potencial.
Tras el anuncio del ministro de Comercio Internacional de Canadá, David Emerson, el 14 de noviembre de 2006, de explorar el interés de Colombia y Perú para adelantar una
negociación para un Tratado de Libre Comercio, se dio inicio a un trabajo en firme. Los días 14 y 15 de diciembre hubo reunión en Bogotá para revisar temas que podrían estar incluidos, entre ellos acceso a mercados, inversión y servicios. Canadá sumaba en ese tiempo 32 millones de habitantes, un PIB per cápita de 34.000 dólares y sus importaciones llegaron en 2005 a unos 319.000 millones de dólares.
Los problemas por fuera de la economía
La parapolítica, un hervidero que en abril de 2008 salpicó a más de 60 congresistas y puso en duda aspectos como la moralidad y la institucionalidad, no tuvo consecuencias en la economía, porque los empresarios mantuvieron tranquilidad en la relación con el presidente Uribe, que no solamente les había garantizado seguridad, sino muchas ayudas tributarias. En lo que hubo consenso fue en rodear a las instituciones como la Fiscalía y las Cortes para ir a fondo en un problema que entró en el radar del mundo.
El presidente de Analdex estaba convencido que, si este tema se manejaba apropiadamente, no habría consecuencias en la economía, pues una muestra de eso era que la parapolítica no se había reflejado en la tasa de cambio, que sería un primer síntoma de los efectos negativos de la crisis política, pues los agentes económicos percibieron que en Colombia había una institucionalidad sólida y en pleno funcionamiento. Si bien es cierto que la situación llegó a ser extremadamente preocupante, era consecuente dejar que la Corte Suprema actuara y respaldara sus decisiones sin buscar atajos de ninguna naturaleza.
Confianza en el producto nacional
Luis Guillermo Plata, ministro de Comercio, consideró en abril de 2008 que antes de mirar hacia otros sectores potenciales, era necesario tener en cuenta que los tradiciona-
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les todavía podían producir más y mejor. Sin embargo, admitió que se identificaron posibilidades de exportación en producción de software, call centers, cosméticos, farmacéuticos, autopartes y aparatos domésticos, entre otros.
Aunque el país estuvo registrando cifras récord de exportaciones, todavía no se pudo cantar victoria, pues gran parte de esos resultados obedecen más al incremento en los precios de las ventas tradicionales (café, petróleo o carbón) que a un incremento en el volumen exportado, Algunos especialistas piensan que Colombia sigue rezagada en diversificación de exportaciones e insistían en otros sectores que, bien trabajados, a futuro podrían convertirse en las nuevas estrellas exportadoras.
Para Javier Díaz, presidente de Analdex, el país contaba con un espacio importante por desarrollar en el área de servicios, que estuvo maltratada en materia tributaria y que incentivaba solo a vender bienes, pues los servicios de salud y los de ingeniería civil para construcción debían tener mayor proyección. Quizás para florecer se necesitaba más musculatura financiera que la misma mano de obra que, por
cierto, ya no era barata.
Hizo afortunada aparición la innovación, un elemento que acompañado de creatividad, inventiva y capacidad influyó en mercados como el de confecciones, que contaban con materiales inteligentes. En el frente de servicios hubo una meta muy clara, abastecer tercerización a las siempre demandantes multinacionales.
En materia agrícola hay que recordar que en abril de 2008 fueron socializadas unas recomendaciones para exportar de manera fácil productos primarios desde Colombia. Quedó claro, entonces, que la actividad exportadora establece una opción sin límites de crecimiento y afianzamiento para una empresa con verdadera vocación. Exportar, como es apenas natural, proyecta las empresas y los cultivos al comercio internacional desde la exigente palestra de la competitividad, eso sí, bajando riesgos por la dependencia de un solo mercado. Exportar, sin duda, implica existir en el mercado a muy largo plazo.
Una serie de recomendaciones del presidente de Analdex, Javier Díaz, bastante útil para tener éxito en la venta internacional de
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Foto: cortesía ProColombia
productos agrícolas a los distintos mercados, tiene que ver con ventas profesionales con visión de largo plazo. Dejó claro que no se gana con la primera exportación: ese indicador se hace visible después de muchas exportaciones.
Otra directriz consiste en cumplir con todos los requisitos legales exigidos en el exterior, básicamente en lo atinente a Buenas Prácticas Agrícolas, BPA. En ese punto dijo que, con BPA y certificaciones, se puede abrir nuevos mercados con facilidad. Indicó que hay buenas perspectivas, pero aclaró que debe hacerse la tarea internamente. Es necesario llegar a los canales adecuados, directamente a los consumidores, a los supermercados, a los importadores mayoristas.
monetaria contó con la autonomía. Las medidas fueron del Emisor: sin espacio para la duda, al prestamista de primera instancia se le fue la mano.
Analdex expuso que los indicadores mostraron que evidentemente el país se vio afectado por la recesión internacional y en su momento confió que el tema no pasara a mayores. Los indicadores de desempeño de la industria y el comercio se vieron trastocados y el país se aferró a una pronta recuperación.
Fue indiscutible que el sector exportador tuvo una caída significativa en sus ventas. En el primer trimestre reportó una reducción de 13% en las exportaciones y la situación no mostró el doble efecto de caída de los precios internacionales de los productos básicos y de caída de los mercados, particularmente el de Estados Unidos.
El 25 de junio de 2009, los gremios y analistas se pronunciaron y coincidieron, mayoritariamente, en que el Gobierno no ahorró cuando pudo en la época de vacas gordas, pues al Banco de la República se le fue la mano con las tasas de interés. El Gobierno en materia
El Gobierno cometió errores que costaron. Por una parte, en el periodo de bonanza, no hizo el ajuste para ahorrar para la época de las vacas flacas, por lo tanto, cuando llegó la recesión no había músculo financiero para desarrollar una política contra cíclica. De manera paralela, hizo un anuncio de obras de infraes-
El ahorro en tiempos buenos es importante
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Foto: raw_spring / Shutterstock.com
tructura por 55 billones de pesos, pero lo que se vio fue que más allá del anuncio, no hubo hechos reales.
El vecindario, cuando quiere, vende
Arrancando 2009, en el mes de enero, los empresarios colombianos lograron en medio de la incertidumbre unas exportaciones al vecindario que dejaron ver cifras record. La mayor dinámica se dio en Venezuela y Ecuador, los principales destinos de las ventas no tradicionales. Los empresarios aprovecharon las oportunidades que ofrecieron esos mercados, pero asumiendo riesgos e incertidumbre. Luego de ese buen momento pasó más de un año de desencuentros políticos con Venezuela; sin embargo, esa coyuntura no se vio reflejada en los flujos de comercio con el vecino: caso opuesto, en 2008 las exportaciones, según cálculos de los expertos, llegaron a 6.000 millones de dólares, 15 por ciento superiores a las de 2007.
Con las trabas administrativas aparecieron las dificultades, puesto que Venezuela restringió la compra de vehículos, con lo cual Colom-
bia pasó de vender 45.000 unidades, a una cuota anual de 15.911 carros. Un caos. Las diferencias entre los presidentes Álvaro Uribe Vélez y Hugo Chávez eran cada vez más grandes, de por medio existieron posturas irreconciliables, una situación que le puso al comercio binacional freno de mano.
Los empresarios nacionales enfrentaron aprietos en los pagos, y no hubo solución inmediata. El delegado comercial de Colombia en Caracas presentó ante el gobierno venezolano el inventario de la cartera morosa, que ascendía a 260 millones de dólares. Con todos estos inconvenientes, la principal lección que le quedó a las empresas fue aprovechar al máximo el cuarto de hora de la demanda en Venezuela, pero buscar alternativas en otros mercados, ante la incertidumbre de que se acentuaran las trabas.
El año no fue fácil. Si bien Colombia no restringió las exportaciones, Brasil decretó la exigencia a los permisos de importación, lo que se conoció como licencias previas, para 17 sectores, entre los que se contaban plásticos, hierro, acero, textiles, autopartes, automóviles y bienes de capital. El susto duró
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Puerto de Buenaventura, en el Valle del Cauca.
poco, en vista que la medida fue desmontada en cuestión de horas.
Ante la crisis económica, el presidente de Analdex, Javier Díaz, indicó que la reacción primaria de los países es enconcharse y restringir el acceso a sus mercados. De igual manera, mencionó que en la década de los 80 los brasileros también acudieron a esas medidas, lo que significó una amenaza para la CAN que casi se atomiza.
Los tiempos de recesión fomentan las demandas de proteccionismo en todo el mundo y Colombia no será ajena a este fenómeno, advirtió el ministro de Comercio, Luis Guillermo Plata. Una mala respuesta a la recesión internacional es imponer barreras proteccionistas, dijo el funcionario.
El 3 de septiembre de 2009, Ronald Bakalarz, vocero de los exportadores, le pidió al Gobierno colombiano adoptar las medidas que considerara necesarias con Venezuela, sin preocuparse por el comercio bilateral. Enfatizó que
Colombia no tenía nada en común con Venezuela, un Gobierno dictatorial con Chávez a la cabeza, y cuestionó la intromisión de Venezuela en los asuntos colombianos usando el chantaje económico y comercial. “Ya es suficiente”, enfatizó el dirigente gremial, quien agregó que Colombia tiene una dignidad que ha sido muy pisoteada por Chávez: “Deseamos comerciar, pero no a cualquier precio”. El fuerte pronunciamiento del señor Bakalarz se produjo durante la instalación del XXI Congreso Nacional de Analdex, que se llevó a cabo en Bogotá.
Cuando septiembre de 2009 llegaba a su día 14 se produjo el congelamiento del TLC con Estados Unidos, y su triste destino, lamentó el presidente de la junta directiva de Analdex, Ronald Bakalarz, llevó al gobierno y a los empresarios colombianos a pedir otra prórroga del Atpdea. El presidente del Consejo Gremial y de la Asociación Nacional de Industriales, Andi, Luis Carlos Villegas, señaló que dos adiciones de Atpdea eran suficientes, pues, al
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Puerto Industrial de Aguadulce, en Buenaventura.
igual que el Gobierno, estimó que en ese tiempo ya debería aprobarse el TLC.
El Atpdea, según el consenso de los analistas, favoreció las ventas colombianas en el mercado de Estados Unidos, pero no estimuló la inversión originaria de este país en Colombia diferente a la del petróleo. Por tal razón, Javier Díaz anunció la renovación del contrato con la firma que hacía cabildeo por el TLC y la Cámara Colombo Americana, presidida por Miguel Gómez. Sin embargo, dado que el Atpdea se vencía al finalizar 2009, lograr su renovación se convirtió en una empresa urgente, y por eso con prisa el sector privado adelantó el cabildeo.
Los TLC, la nueva era del comercio
Para Javier Díaz, presidente de Analdex, con la llegada de los nuevos Tratados de Libre Comercio resultaba vital que la administración entrante se concentrara en mejorar la infraestruc-
tura vial del país. Deploró que, con los avances, el país tenía que salir del atraso en materia de infraestructura. El presidente Juan Manuel Santos respondió que los principales proyectos de su Gobierno implicarían la construcción de 1.600 kilómetros de dobles calzadas, fortalecer puertos marítimos e integrarlos con centros regionales de actividad logística y transporte intermodal, al igual que los ferrocarriles. Dijo, igualmente, que en su agenda estaba avanzar en la conexión entre el Caribe y el Pacífico con el centro del país, un propósito fundamental para las exportaciones.
La revaluación del peso, agudizada en septiembre 2010, alcanzó 11,57 por ciento en lo corrido del año. La caída de 7,8 por ciento en las exportaciones no tradicionales, y los ingresos actuales y previstos de miles de millones de dólares para proyectos minero-energéticos, les apretaron la soga a los exportadores colombianos. Demandaron del Gobierno central y del Banco de la República acciones decididas para detener la apreciación del peso y evitar un mayor descalabro empresarial-exportador por la pérdida de mercados.
En la década de 2000-2010 corrió mucha agua por debajo del puente. No puede quedar en el olvido que el 17 de agosto de 2010 el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina decretó que Ecuador, Perú y Bolivia podían aplicar un sobre-arancel hasta de cinco por ciento a cinco productos agropecuarios colombianos que ingresaran a sus territorios. El presidente de Analdex, Javier Díaz, comentó que eso equivalía a pegarse uno mismo un tiro en el pie, y explicó que con una determinación de ese calibre se encarece el producto al que se le aplica el sobre arancel.
En 2005 las exportaciones colombianas hacia El Salvador alcanzaron los 51,5 millones de dólares, cifra superior en 11,5 por ciento a la de 2004.
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Foto: cortesía Puerto Industrial Aguadulce
Teniendo en cuenta la forma como mejoró la perspectiva de comercio internacional y de inversiones de Colombia, el país se convirtió en un importante socio comercial para las empresas neerlandesas. Esta dinámica ha hecho que el comercio bilateral se haya multiplicado por más de seis en los últimos ocho años y que los Países Bajos se constituyan actualmente en uno de los inversores más grandes de Colombia.
Álvaro Uribe Vélez, un Gobierno de seguridad y cambios
Durante el decenio 2000-2010, Colombia estuvo marcada principalmente por los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez, de quien en el sector real se esperaba mucho, y posiblemente a algunos les fue bien, sin embargo, algunos sectores dijeron que faltó más decisión para poner al país en las grandes ligas, más teniendo en cuenta que fue el primer presidente en tener dos mandatos consecutivos, pues estrenó el sistema de reelección.
social a Juan Manuel Santos. El análisis de desarrollo humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, de 2007 anota que, si se mira hacia atrás, el crecimiento económico promedio con Uribe fue levemente superior a cuatro por ciento anual, parecido al de otros países de la región, eso sí, muy por debajo de Brasil, Perú y Chile.
Cuando Uribe llegó a la Presidencia de la República en 2002, más de 53 por ciento de los colombianos estaban en la pobreza, un indicador que bajó a 46 por ciento, empero no pudo cumplir su promesa de bajarla a 35 por ciento. En esos años de gobierno hubo precaria calidad de empleo y una informalidad elevada.
Una de las grandes desilusiones de su mandato fue no lograr llevar a 8,8 por ciento la tasa de desempleo que, si bien bajó, no alcanzó para cumplir la meta al parecer por la crisis económica de 2007 y 2008. El presidente Uribe hizo una reforma laboral que redujo sustancialmente los pagos de las empresas en materia de horas extras, nocturnas y días festivos.
Un asunto que generó inconformidad en la sociedad es que la famosa ley crearía medio millón de puestos de trabajo; sin embargo, los empresarios tan solo emplearon a 120.000 personas. En ese periodo creció la informalidad económica y laboral de manera importante porque la gente necesitaba vivir de algo.
En ocho años de gobierno de Álvaro Uribe, Colombia se volvió líder en inversión extranjera, pero también en desempleo. Si bien el país creció a buen ritmo con un control admirable de la inflación, no pudo dejar el lastre de ser el país más desigual del mundo. El Gobierno afirmaba que las cosas iban por buen camino, destacó que la economía colombiana era en su momento la cuarta más grande de América Latina, inclusive argumentó que el ingreso por habitante creció 2,3 veces.
Algunos críticos de su Gobierno dijeron que, por culpa del desempleo, la informalidad laboral y la pobreza, Uribe le dejó una bomba
El gran logro de Uribe fue sin duda la inversión extranjera, que creció a razón de 50 por ciento en los ocho años de mandato, muy por encima de la media latinoamericana, que se ubicó en 20 por ciento. El incremento obedeció a una de las tres políticas impulsadas por el mandatario desde su llegada a la Casa de Nariño, la confianza inversionista, un total éxito.
Según Fedesarrollo, el buen desempeño de la inversión obedeció a los contratos de estabilidad jurídica que mejoraron la exploración de crudo y carbón, se notó una política sólida con el fabuloso crecimiento de las zonas francas y de igual forma con los beneficios a la inversión de capitales.
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En ocho años de gobierno de Álvaro Uribe, Colombia se volvió líder en inversión extranjera, pero también en desempleo.
En los dos periodos del Presidente Uribe, Colombia logró firmar acuerdos de inversión con 55 países y con otros 29 selló alianzas de doble tributación. Una mácula en el manejo de las finanzas públicas fue la revaluación que afectó a los exportadores por la pérdida obvia de competitividad.
Finalmente, en los años de gobierno la economía tuvo un comportamiento de altas y bajas. Durante el periodo 2005-2007 el crecimiento llegó a 6,7 por ciento, un logro que se fue al traste por la crisis financiera mundial, pues se desplomó hasta llegar a 2,5 por ciento.
Pero lo más grave fue el indicador de 0,4 por ciento en los años 2008 y 2009.
Este Gobierno pasó por momentos difíciles que según los conocedores tienen que ver con la complicada situación de la región, pero también por un agotamiento del modelo económico que podría entrar a revisión para retomar el término equidad y sostenibilidad, pues es mejor tener más gente con plata, demandando bienes y servicios, que demasiados pobres esperando una oportunidad laboral sin la mínima opción de tomarse un café.
Foto: cortesía TCBUEN 2000 - 2010 153
Maniobras con grandes cargueros en Buenaventura.
Santiago Rojas El comercio exterior se sintetiza en una palabra: Analdex
El abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, diplomático y versado en comercio internacional, aduanas, derecho tributario e inversión extranjera, Santiago Rojas Arroyo, es parte del inventario de afecto y de las remembranzas afables de Analdex. Su currículo muestra la capacidad de gestión y el voto de confianza que recibió a lo largo de su carrera. Fue ministro de Comercio Exterior en tiempos del presidente Juan Manuel Santos, director de la Dian, presidente de Bancóldex y actualmente es representante del banco de desarrollo de América Latina, CAF, en Argentina.
Desde su punto de vista, Analdex fue un actor fundamental en los grandes cambios comerciales y económicos de Colombia. Gracias a todo el trabajo hecho desde el Estado y con el apoyo del gremio exportador, Colombia logró una concluyente transformación, principalmente en lo que tiene que ver con su inserción en el mundo y en el comercio
internacional. Anotó que las exportaciones ayudaron a fortalecer la industria y la producción local, pero indicó que Colombia tenía que entender que ampliar mercados podía tener unas ventajas y unos beneficios importantes.
En esa evolución, afirmó Rojas, Analdex siempre estuvo presente impulsando la buena toma de decisiones dentro del Ejecutivo. Hoy, el comercio muestra una metamorfosis admirable, y todo porque la institucionalidad contó con el concurso y la voz instruida del gremio de los exportadores.
“Por todo lo hecho, le tengo un gran aprecio a Analdex, porque fue testigo esencial en el proceso de transformación, y es una asociación que articula y aviva el consenso”.
El también último director del Incomex conoció a Analdex muy pequeño porque su padre, Alfonso Rojas Llorente, fue presidente del gremio en la década de los 70. En los instantes en los que visitó la asociación,
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pudo ver el movimiento de los mercados y notó que la economía estaba demasiado cerrada, algo que lo llevó a reflexionar sobre la necesidad de permitir mayor inversión en Colombia y la urgencia de arrancar con algunas medidas de flexibilización.
Entre las décadas de los 70 y 80 vio a su padre cavilar, pero igual alimentando las discusiones que apuntaban a la apertura de la economía. Con el mandato del presidente Virgilio Barco Vargas hubo asomos, y con la llegada de Cesar Gaviria a la Casa de Nariño se consolidó el proceso de Apertura Económica y ahí Analdex, dijo Santiago Rojas, jugó un papel fundamental.
Con la creación del ministerio de Comercio Exterior en 1991, el primer discurso de quien fuera el primer jefe de la Cartera, Juan Manuel Santos, se dio en el foro de Analdex; una alocución de enorme importancia puesto que fijó la política comercial del país para los años siguientes. En ese tiempo, recuerda Rojas, la categoría del gremio era enorme, ya que el evento más importante para un ministro era ir al Congreso de Analdex a fijar su posición.
En la primera década del milenio “llegaron los temas comerciales con Estados Unidos, después vino la Unión Europea, Canadá y unos convenios rubricados con países de América Latina. Había socios, un nuevo comercio y la expectativa de los acuerdos comerciales, y era necesario sacarle el mayor provecho a la coyuntura. A Analdex llegaron dos temas diferentes: uno, el objetivo de lograr que Bancóldex apoyara a las empresas para que sacaran los mayores beneficios de los TLC, una apuesta que contemplaba créditos de largo plazo para las pymes y todas las figuras de soporte para el sector exportador, con ayuda de Fiducoldex, Proexport y todo el andamiaje del comercio internacional en Colombia”, expuso Rojas.
El segundo tema se dio desde la Dian, en donde trató de llegar a un entendimiento sobre un régimen aduanero que fuera más eficiente, un trabajo que contó con el respaldo y las ideas de Analdex, a tal punto que hubo un entendimiento en muchos aspectos en materia del estatuto aduanero.
En materia de comercio se ha escrito muchísima historia en los últimos 50 años, y por ello Santiago Rojas ratificó que Analdex ha sido un actor fundamental que participó activamente en el proceso de transición comercial.
“Todos hemos puesto un grano de arena en aras de modernizar la entidad, de sacar adelante un régimen aduanero eficiente, que respete los derechos, ágil y que controle a quien no quiere hacer las cosas verticalmente”, expresó Rojas.
En su observación sobre las falencias que hoy aquejan al sector exportador, indicó que gran parte del problema pasa por infraestructura, ya que faltan carreteras, vías secundarias y terciarias, un ferrocarril potente… Sumado a los altos costos que impactan al sector empresarial, pues las carencias competitivas impiden la facilitación de un comercio fluido y sostenible.
Consideró importante fomentar las cadenas exportadoras, porque exportar es complicado, pues quien lo hace compite con los grandes jugadores del comercio mundial que aterrizan con sólidos conceptos de calidad y precio.
“Analdex no ha sido un simple espectador: el gremio jugó un rol fundamental en las transformaciones, acompañó las negociaciones comerciales, exploró salidas al cierre de Venezuela, fue vital su diálogo respetuoso con el Gobierno para buscar mejoras regulatorias. Destaco sin vacilación alguna la actitud proactiva del gremio, pero igual su talante constructivo, dos palabras que a mi manera de ver resumen la visión de Analdex, un aporte proactivo y constructivo al país”, concluyó Santiago Rojas.
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Santiago Pardo Analdex es sinónimo de progreso y evolución
El embajador de Colombia en Japón, Santiago Pardo Salguero, ha ocupado muchos cargos de tremenda importancia, pero un cargo que siempre lleva presente es el de Analdex, en donde se desempeñó como vicepresidente técnico entre 2004 y 2007. Recuerda con especial aprecio su gestión como director en la Federación Nacional de Cafeteros, las intensas jornadas como negociador internacional del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, los momentos del Consejo Gremial, la consultoría –que incluye la OEA–, pero indiscutiblemente quedó marcado afectiva y profesionalmente por el gremio exportador.
Dijo que casi nace con Analdex, porque el gremio inició
sus operaciones en 1971, mientras que él llegó al mundo en 1973. Destacó la función de una asociación que presenta credenciales en otro momento económico, justo cuando el país miraba con celo hacia adentro, queriendo crecer económicamente con el mercado interno y dejando de lado el entorno internacional, un escenario en donde solo cabía el café.
Cuando llega en 2004, reemplaza en la vicepresidencia técnica de Analdex a Camilo Casas y asegura que no olvidará jamás el espectacular ambiente de trabajo, el tremendo equipo humano y desde luego el reto que traía la ampliación regional de la asociación, labor que a su juicio se logró consolidar de la mejor manera.
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En las últimas décadas Analdex fue la niña bonita del sector gremial, por cuanto resultó una asociación vital en la transición comercial y en la enorme evolución de Colombia en el plano de internacionalización de la economía. Los gobiernos vieron en Analdex el gremio obligado a consultar para aclarar aspectos de la globalización y para orientar las agendas que redundaron en los tratados de libre comercio y en otros convenios.
Analdex estuvo y está de moda, fue esencial en la Apertura Económica, en la negociación de los TLC en donde fue el interlocutor principal y, por la naturaleza del gremio, terminó siendo el apoyo de las administraciones en la internacionalización de los mercados. Claro está que ya había marcado la pauta en temas como el ALCA, el G-3 y en lo atinente a la Comunidad Andina.
Aseveró que Analdex tiene una cobertura nacional, pero igual multisectorial, ya que no solamente atiende los sectores de bienes, que son muchos, sino los de servicios. En opinión de Santiago Pardo, un cambio que le dio mayor jerarquía al gremio fue llevarlo al plano de comercio exterior en donde la actividad se da en dos vías, porque se exporta para poder importar.
Sobre el derrotero a seguir, Pardo estimó necesario continuar abriendo mercados de manera permanente y estable por todo lo que pasa en lugares como Asia y otras latitudes, que pueden ser buenas opciones para Colombia. El embajador expresó satisfacción por el indicador de las exportaciones agroindustriales colombianas con destino a la Unión Europea, porque aparte de que vienen en aumento se han diversificado, un logro en el que Analdex ha jugado un rol importante.
Vio con buenos ojos que Colombia siga avanzando hacia nuevos mercados gracias a la apertura y a la liberación de barreras arancelarias, y celebró, más allá de ser funcionario público, que el Gobierno haya puesto esos temas en la
agenda pensando en el futuro, pues Colombia no se puede quedar –en su opinión– por fuera de esa ola.
Con la Cuenca del Pacífico es claro que Colombia llegó tarde. Hoy está ahí pero, para el embajador, es necesario hacer más, porque si bien el país es miembro de la Alianza del Pacífico, que fue concebida en tiempos del Foro Arco, justamente cuando Jorge Humberto Botero era el ministro de Comercio, Industria y Turismo, las metas deben ser mayores.
Un hecho tangible es que hoy Asia mira a Colombia por mercados e inversión, algo visible con Japón, China, Corea y la misma India, países que a raíz de la pandemia de Covid-19 buscan descentralizar o distribuir mejor las cadenas de valor y para eso contemplan otras regiones.
Siempre se ha dicho desde Analdex, la tribuna estatal y otros sectores, que Colombia es una plataforma de exportaciones en donde las inversiones que se hagan no solamente estarán para el mercado colombiano sino para el mercado ampliado, teniendo en cuenta los acuerdos comerciales y las preferencias que tiene el país. En el caso de Japón, declaró el embajador, tiene en Colombia casi un centenar de empresas y las principales organizaciones niponas invierten cada vez más en nuevos sectores.
Pardo reconoció un trabajo gremial juicioso por espacio de cinco décadas, y resaltó el liderazgo de Javier Díaz y de la Junta Directiva, que coadyuvaron en la construcción de un mejor país, facilitando acercamientos y abriendo las puertas de las oportunidades.
“En Analdex solo han pasado cosas positivas, el gremio siempre ha sabido para dónde ir y ha tenido una visión económica y geopolítica muy fina que le permitió ser acertado y oportuno. Hay que seguir despertando la necesidad de invertir afuera, mostrar que el comercio es un escenario para todos, para bien de los países y su actividad productiva”, concluyó.
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Entre crisis,
clima, libre comercio y pandemia
2010-2020
Este periodo es, por lo que se observa, un apéndice de crisis pasadas, con una marca geopolítica puesta por la llegada de Donald Trump a la Presidencia, en 2017. El mundo venía expectante desde 2008 por la crisis de la zona euro, un lapso de alertas encendidas porque impuso los rescates financieros –Grecia, Irlanda, Portugal y Chipre, y también estuvieron en ascuas España, Italia y Bélgica–.
Europa fue la región a mirar en el decenio. En 2016 luego de un referéndum, el Reino Unido renunció a la Unión Europea, una decisión que tuvo mal recibo en los comunitarios, por cuanto significaba la partida de uno de los socios de gran peso.
La crisis económica se extendió impactando las materias primas, que fueron perdiendo valor en desmedro de China, Rusia y Brasil. En este periodo el precio del petróleo se vino a pique afectando las economías de los países productores, una situación que golpeó a Colombia. El fracking, que llevó a una bonanza, deprimió el valor del oro negro, haciendo que los productores entraran en una complicada crisis fiscal por menor ingreso petrolero.
Otro actor principal en la década fue el cambio climático y el caso omiso que se hizo a las recomendaciones de las cumbres del clima. A esta altura del siglo XXI las emisiones crecieron y los efectos en el medioambiente siguieron agravándose. El asunto iba en serio, pero el desdén por las advertencias pasaba de agache.
2010 - 2020
Juan Manuel Santos, el cambio de tercio
El gobierno de Juan Manuel Santos empezó el 7 de agosto de 2010 y, tras dos periodos, terminó el 7 de agosto de 2018; un mandato lleno de retos, metas y logros en donde la paz fue el estandarte, partiendo de un principio consecuente: un país sin guerra está llamado a prosperar y crecer.
Durante su primer cuatrienio, los analistas aseguran que el manejo de la economía no reportó mayores problemas. Hay que decir que el Primer Mandatario recibió un PIB en plena expansión, con unos indicadores tranquilos que redundaron en que el país lograra el grado de inversión.
Ese acierto se vio cristalizado en marzo de 2011, en momentos en que Colombia,
gracias a una buena administración, recuperara el grado de inversión que había partido con la crisis económica de 1999. La reseña no es de poca monta, ya que con ese avance los créditos externos se abarataron para Colombia.
En esa administración hubo un interés marcado por la inversión extranjera directa que llegó y apostó por un país democrático, con una sólida institucionalidad y pensando en cosas grandes en aras de conjurar problemas graves de perfil histórico.
En 2012 Santos lanza el proyecto de Vivienda Gratuita, entregando 100.000 unidades en el primer año. Implementó el subsidio a la tasa de interés para los créditos hipotecarios, dándole mayor dinámica al sector de la construcción, una iniciativa que aportó para bajar el déficit habitacional.
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Cali, en el Valle del Cauca.
Entre 2010 y 2014 el presidente Santos redelineó el marco jurídico para propender por un verdadero cambio en el manejo del desarrollo y el transporte. Fue así como dejó atrás el Instituto Nacional de Concesiones, INCO, para darle cabida a la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI.
Con la nueva y fresca agencia, fue puesto en marcha un programa de autopistas de última generación, las 4-G, que demandaron inversiones superiores a los 50 billones de pesos. La iniciativa en obras fue extendida a aeropuertos, puertos y otras soluciones. Esta política, bajo un esquema blindado, fue de alguna manera un favor para el Gobierno siguiente, que tendría una herramienta de progreso a la mano.
En el primer mandato, el índice de pobreza cayó de 40,2 por ciento en 2010 a 26,9 en 2017. La política económica y social de Juan Manuel Santos le dio oportunidad de ingreso a unos 500.000 compatriotas. Al final de sus dos periodos, el presidente Santos sostuvo que en su administración fueron creados 3.5 millones de empleos.
Santos fue un presidente inquieto por la integración comercial y política, tuvo claro el concepto de globalización y oportunidad de mercados. En su gestión empezó a gestarse la Alianza del Pacífico, un instrumento de articulación política y económica que incluía la cooperación y la integración entre países del eje Pacífico como Chile, Colombia, México y Perú. Si bien el nuevo grupo fue creado en abril de 2011, fue formalmente constituido el 6 de junio de 2012, al amparo del convenio o acuerdo marco de la Alianza del Pacífico.
El segundo mandato tuvo una mácula, desde luego ajena a los manejos de la política, por cuanto vino un desplome en el precio del petróleo que puso a tambalear la política fiscal. El crudo pasó de cerca de 100 dólares por barril a 27 dólares, una tragedia para los exportadores de crudo, que pasaron las verdes y las maduras entre 2014 y 2015, si se tiene en cuenta
que los despachos petroleros significan 34 por ciento de los ingresos estatales.
El Gobierno la vio negra con el petróleo y otros commodities, puesto que dejó de canalizar recursos por 25 billones de pesos en los tributos provenientes de los hidrocarburos. Con esos hechos los críticos expresaron su preocupación por matices de Enfermedad Holandesa y por una dependencia en ingreso por las exportaciones de petróleo, demostrando que era necesario diversificar la canasta exportadora.
Con todos los inconvenientes que fueron apareciendo, no puede negarse que, gracias a la estabilidad en los indicadores macroeconómicos, hubo un apogeo en inversión y un cambio total en la percepción de país.
Los inconvenientes en la economía fueron, como si fuera poco, la consecuencia de los fenómenos climáticos, pues entre repetidos ciclos del fenómeno de la niña y el niño, los males fueron demasiados para un aparato productivo, empezando por el primario.
Hubo factores complejos, como cuatro reformas tributarias y una regla fiscal. La primera, movida en el estatuto tributario, se hizo para reponer la caída en los ingresos que se presentó por la falta de ahorro de unas ventas petroleras bastante generosas. En síntesis, con las reformas del presidente Santos hubo decisiones como el ajuste del IVA de 16 a 19 por ciento, alivio a los costos laborales para las empresas y reducción de los beneficios impositivos a las personas naturales. Nace el impuesto de la renta para la equidad, CREE, redujo la renta corporativa de 33 a 25 por ciento y son creados dos sistemas presuntivos de determinación de la base gravable para el impuesto de renta de las personas naturales, el IMAN y el IMAS.
Muchos empresarios coinciden en afirmar que el CREE no fue determinante en la formalización laboral, dejando una deuda en generación de nuevos puestos de trabajo. El sistema IMANIMAS colapsó en 2016, ya que debió eliminarse. Los conocedores aseguran que la ley de Finan-
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ciamiento diligenciada en 2014, no fue otra cosa que una reforma tributaria exprés.
En esos procesos de cambio en el cobro de gravámenes se mantiene el tedioso 4x1000 y deja de existir el impuesto al patrimonio para reemplazarlo con el impuesto a la riqueza. En 2016 hace curso en el Congreso la cuarta reforma tributaria, la misma que subió el IVA de 16 a 19 por ciento, elimina el CREE y unifica el impuesto de renta. Unos dicen que mientras las reformas atacaron el ciclo económico, otros aseguran que fueron recesivas y poco funcionales.
La paz, una política por la esperanza
La paz fue el enorme logro del presidente Juan Manuel Santos. Al firmar el acuerdo con las FARC, una guerrilla de vieja data, el primer mandatario envió mensajes de optimismo a la comunidad internacional, que celebró el fin de la guerra fratricida en Colombia. Con la consecución de la anhelada paz vendría inversión, agricultura, empresas y todo un escenario para la prosperidad. El mundo saludó el gran trabajo del Ejecutivo, que al fin sacaba a flote una política compleja, construida con argumentos, pensando en unir país y, claro está, con gigantes componentes de paciencia y fe.
El presidente Santos entregó un país diferente, totalmente oxigenado. Desde la firma del acuerdo de paz cayeron los índices de confrontación armada y se redujo ostensiblemente el número de homicidios, y algunas empresas de transporte afirmaron que ya era posible desplazarse con buses a zonas que anteriormente estaban vetadas y afectadas por el impacto del orden público en las regiones.
Lamentablemente, un gran logro fue llevado a la reyerta política, con el único fin de polarizar un país que urge de lograr consensos, apaciguar los ánimos y reencontrarse con el fin de fomentar hermandad, propuestas y una nueva Colombia, sin violencia, manejando su economía con tacto, abriendo
oportunidades y haciendo del territorio un sitio amable para vivir.
El Presidente se despidió ofreciendo educación gratuita en los colegios oficiales, dejó 2.100 kilómetros de dobles calzadas en plena operación, construyó o amplió 56 aeropuertos y aumentó la conectividad en favor de los niños y jóvenes.
La ola invernal aguó las ilusiones de crecimiento
Un hecho que no olvidará Colombia fue la ola invernal de 2010, un periodo de aguaceros muy fuertes y sin precedentes. La temporada de lluvias empezó en junio de 2010 y cedió en mayo de 2011, dejando deslizamientos, inundaciones y caos en diferentes regiones del país.
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El fuerte invierno inundó fincas, acabó con las cosechas y produjo una situación económica delicada, habida cuenta que aparte de los daños ocasionados a las grandes explotaciones agropecuarias, hubo afectaciones inconmensurables en viviendas y en la gente del común.
Los chaparrones, acompañados con tormenta eléctrica y pavor, fueron desnudando un problema económico de grandes magnitudes, porque Colombia no estaba preparada para una temporada invernal por fuera de los niveles históricos. Los damnificados fueron muchos y los líos en salud no se hicieron esperar. El panorama fue desolador: en Boyacá y Cundinamarca la escena común fue el agua literalmente hasta el techo en las viviendas rurales, las vías empantanadas y una hecatombe económica que dejó a muchos con sus inversiones no simplemente anegas, sino totalmente cubiertas de agua. La situación fue apremiante, a tal punto que
el presidente de la República, Juan Manuel Santos, debió apelar a la declaratoria de “Emergencia Económica, Social y Ecológica”.
Las lluvias, las más fuertes en 40 años, ocasionaron una calamidad por la exagerada pluviometría y los derrumbes que no permitieron el desarrollo de las actividades básicas. El asunto resultó tan agudo que inclusive los ganados tuvieron que ser trasladados a otras regiones con menor impacto.
Los problemas fueron desesperantes en Antioquia, Arauca, Atlántico, Bolívar Boyacá, Caldas, Caquetá, Casanare, Cauca, Cesar, Chocó, Córdoba, Cundinamarca, Huila, La Guajira, Magdalena, Meta, Nariño, Norte de Santander, Quindío, Risaralda, Santander, Sucre, Tolima y Valle del Cauca. En total, 575 municipios afectados y un área inundada que alcanzo 1’642.108 hectáreas.
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Aparte de los préstamos diligenciados con la banca multilateral para conjurar el tremendo inconveniente, hubo manos amigas, y por ello, países como Estados Unidos, Israel, Ecuador, Brasil, Chile y la Unión Europea, serán recordados con gratitud por su generosidad y ayuda.
Una de las consecuencias de la ola invernal de 2010 fue la desaparición de Gramalote, un municipio en Norte de Santander que registró avalanchas y fallas geológicas, una situación delicada que obligó a sus habitantes a salir del lugar para esperar que el Estado definiera un sitio diferente en donde sería erigida la nueva población, pues a la original la devoró la cordillera oriental.
El crudo invierno pasó una factura elevada y llevó a un frenazo económico. El costo de los daños, según la CEPAL y el BID, superó los 11.2 billones de pesos y puso al presidente Santos a sudar, pues hubo que atender a más de 2.3 millones de personas damnificadas.
Al medir la catástrofe por núcleos, según el DANE el agua de la época impactó 647.017 hogares, generó detrimento en 603.895 empresarios y afectó 557.377 viviendas.
Una década digital
Los avances tecnológicos son vertiginosos, la Internet sigue consolidándose y el uso de la red repunta a niveles astronómicos. La explicación a esta tendencia está en la llegada de nuevas tecnologías, el procesamiento de datos, la expansión de la banda ancha y desde luego el boom de las redes sociales que permitió mensajes instantáneos y una comunicación fluida e inmediata (con el paso de los meses, el dolor de cabeza de muchos, incluidos los gobiernos). Llega el almacenamiento de información en la nube y aparecen los desarrollos en telefonía móvil celular que dejaron con la boca abierta a quienes se mofaban de la tremenda imaginación de los creadores de los supersónicos.
Con el smartphone o teléfono inteligente la humanidad experimenta un cambio de 180 grados. También se masifican otras tecnologías, como los drones, útiles en la sociedad para vigilancia y seguridad, pero igual estratégicos en las maniobras militares.
Esta década dispara la cuarta revolución industrial, la era digital se posa en lo más alto de la cúspide, a tal punto que la tecnología les abre paso a las criptomonedas, el nuevo medio de pago y la amenaza al dinero convencional.
Aduanas, llamadas a acelerar en innovación
En materia de aduanas, y en relación con la modificación de la normativa que hizo ajustes en operaciones de comercio exterior a través del decreto 2685 de 1999, ya se contaba con un texto definitivo, que vio frustrada su expedición por temas de cambio de gobierno, en el que se pensó que, si Juan Manuel Santos era presidente, en la medida en que conocía de los asuntos de comercio exterior, su trámite y expedición sería muy sencillo. Sin embargo, con la llegada de Juan Ricardo Ortega a la Dian, a mediados de septiembre de 2010, esto no pudo estar más alejado de la realidad: descartó de plano el proyecto que estaba suficientemen-
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te concertado entre el sector público y privado, porque –en su concepto– era inconveniente, lo que significó un arduo camino para lograr lo que fue el Decreto 390/16.
Largas jornadas de trabajo y mesas de discusión se llevaron a cabo, sin embargo, fue realmente con Santiago Rojas como director de la Dian, quien asumió su cargo en agosto de 2014, con quien se tuvo un ánimo de construcción conjunta, dando una amplia participación al sector privado.
En las mesas con la Dian se mencionaba que el propósito de trabajo era fortalecer los temas de facilitación al comercio y realizar una armonización a los estándares internacionales de la Organización Mundial de Aduanas, OMA, y lograr un régimen sancionatorio que diera una claridad entre lo formal y sustancial para aplicar un modelo más justo y equitativo.
Aunque en las discusiones se seguía avanzando, todavía quedaban temas sin definir que preocupaban a los empresarios, en especial con las propuestas de modificación o eliminación de los UAP y ALTEX, el régimen sancionatorio y el exceso de obligaciones y requisitos que afectarían las renovaciones, homologaciones y las calificaciones de los distintos usuarios. En ese sentido, se esperaba que el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo utilizara su participación para revisar de fondo lo que ya se veía venir. Como el Ministerio entendió las dificultades y manifestó estar de acuerdo con Analdex y otros actores del sector privado, eso generó tranquilidad en el alcance que podría tener la legislación aduanera. También, con el proyecto de Decreto de Zonas Francas se pedía al Ministerio evitar que la normativa se expidiera sin su aval, pues había sido más receptivo a los comentarios del sector empresarial.
Los debates sobre los instrumentos de promoción entre la Dian y los ministerios de Hacienda y de Comercio se hicieron evidentes. Los asuntos de control, fiscalización y recaudo parecían estar ganando la batalla frente al fortalecimiento de estas herramientas. Fue-
ron momentos difíciles, durante los cuales los asuntos técnicos parecían estar por encima de una clara política de aprovechamiento, no solo de los instrumentos de promoción, sino también de los tratados de libre comercio.
Avanzaba el tiempo y continuaban concertándose temas, pero la preocupación por los sistemas informáticos de la Dian no se había disipado y la adquisición del sistema coreano se veía inviable por los altos costos para el Estado, y también para las empresas, dados los desarrollos internos que esta nueva herramienta implicaría.
El año 2014 arrancó en el gremio con la misma preocupación de años atrás, ya que había sido interpuesta una tutela ante el Tribunal Administrativo de Cartagena, que ordenaba suspender el proyecto hasta tanto no se realizaran consultas previas con las comunidades negras y demás estudios respectivos en relación con el fondeo y aligeramiento de la carga. Para ese entonces Juan Ricardo Ortega estaba como Director General de la Dian, con quien se había conversado para saber si había ánimo de incorporar los temas pendientes, además de fortalecer y dar mayor dinamismo al OEA, que no había evolucionado como todos esperaban.
Como la Dian seguía con la idea de expedir el decreto sin solucionar los puntos gruesos, el asunto se llevó al Consejo Superior de Comercio Exterior. Previo a eso, Javier Díaz Molina le había escrito al ministro de Comercio, Industria y Turismo, Santiago Rojas, exponiendo su preocupación por el fallo del Tribunal de Cartagena, además de comentarle los temas expuestos en distintas oportunidades que aún no habían sido resueltos. El ministro se reunió con Juan Ricardo Ortega y concerta-
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La política económica y social de Juan Manuel Santos le dio oportunidad de ingreso a unos 500.000 compatriotas.
ron varios de los puntos. A pesar de las reuniones y los aparentes acuerdos, la Dian publicó en su página web una versión del proyecto de regulación aduanera sin modificación alguna, respecto de los puntos discutidos y acordados.
Según las cuitas de la entidad, el año 2015 llegó con la noticia que en el momento entregó la Corte Constitucional, en el sentido de que se podía continuar con la expedición de la normativa aduanera, siempre y cuando se retirara la operación de fondeo en el entendido que correspondía a la DIMAR regular el asunto. Lo anterior permitió reiniciar las mesas de trabajo con la autoridad aduanera, particularmente sobre los instrumentos de promoción al comercio exterior, y se acordaron algunos artículos relacionados.
En ese sentido, la Dian en el mes de febrero publicó la última versión del proyecto de estatuto sin los artículos de fondeo acordados, e incluso, retomando asuntos que habían sido superados en versiones anteriores. Ante esta situación, el Consejo Gremial Nacional decidió remitir una carta al presidente de la República relatando lo sucedido; sin embargo, antes de enviarse Santiago Rojas se enteró y llamó a los gremios integrantes del CGN para reabrir las discusiones sobre temas como homologación de usuarios UAP y ALTEX, instrumentos de promoción, cumplimiento voluntario de las obligaciones y régimen sancionatorio.
El presidente de Analdex, Javier Díaz Molina, habló con el director de la Dian, a quien le propuso abrir nuevamente las mesas de concertación del estatuto y canalizar el trabajo a través del CGN, propuesta que fue aceptada. Así las cosas, fueron invitadas las asociaciones gremiales y se acordó abordar las reuniones bajo una metodología de acuerdo con su importancia.
Con José Andrés Romero, como director de la Dian, se conversó respecto a los servicios informáticos electrónicos aduaneros, señalando que, al momento de su llegada, los funcionarios aseguraron que el sistema se encontraba en un desarrollo de 90%, que entraría en fun-
cionamiento de manera gradual y había decidido realizar un estudio a cargo de una firma especializada, la cual finalmente indicó que los servicios informáticos solo tenían un estado de avance de 30%, por lo que tomó la decisión de detener el desarrollo propio y abrir una licitación con participación de la banca internacional y organismos multilaterales.
La falta de servicios informáticos confirmó que el Decreto 390/16 resultó ser inviable de aplicar desde el punto de vista tecnológico –especialmente–, razón por la cual el sector empresarial debió reconocer la inoperancia y expedir una nueva normativa, el decreto 1165/19, que pretendía corregir los graves problemas de vigencia escalonada y otras dificultades advertidas.
Para atender la coyuntura aduanera, y tal y como se había prometido, se expidió el decreto 360/21, con el que se corrigieron algunos yerros y se realizaron precisiones que mejoraron la normativa aduanera. Sin embargo, el régimen sancionatorio se mantuvo como la gran deuda pendiente, ya que empresas ALTEX, agencias de aduana e importadores, seguían siendo sancionados por temas formales como si fueran sustanciales, sin que exista una real proporcionalidad entre la infracción que se comete y la sanción que se impone. Desde el gremio, durante la década se insistió en que es necesario tener un procedimiento aduanero y unas sanciones que no castiguen severamente a los formales, asunto que deberá ser objeto de un análisis y revisión profunda dentro de la modernización de la entidad.
OEA, las siglas de la expectativa
El Operador Económico Autorizado, OEA, generó gran expectativa en el mundo, la región y por supuesto en Colombia. Así las cosas, y como gremio siempre vinculado a la evolución del modelo, Analdex logró que el país fuera un referente. Sin embargo, esta ilusión no duró mucho, porque los países que arran-
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caron después lograron consolidar el instrumento de mejor manera, claro ejemplo de ello fue México, que incluso hoy es paradigma en Latinoamérica.
En esa fase inicial, el gremio participó en la construcción de los estándares del país, pero principalmente insistió en la importancia de incorporar al ICA, al INVIMA y a la Policía Antinarcóticos en el modelo, lo que para el país y el mundo aduanero fue un gran acierto, pues si de entidades de control se trata, fue bueno que las que más intervienen participaran en el proceso de manera integrada, a través de la inspección simultanea y la utilización de la tecnología.
Para fortalecer el uso de la herramienta y la consolidación del modelo, Analdex se dio a la tarea de crear un comité de OEAs con el propósito de que las empresas contaran sus experiencias y evidenciaran los pros y contras de la figura, lo que fue de buen recibo según la gran convocatoria lograda. Producto de estas reuniones, se fortaleció el diálogo entre aduana y empresa, pero además se inició la gran tarea de asesorar a las que querían ser autorizadas como tales.
Si bien fueron varios gremios y algunas empresas las que figuraron como miembros del equipo consultivo, lo cierto es que las entidades de control, salvo la Dian y en pocas oportunidades, han pedido apoyo para seguir avanzando en la construcción del OEA.
Pasaron varios años en los que se apreciaba un serio estancamiento en los trámites de certificaciones de empresas y no había un claro entendimiento de la figura y de los beneficios y tratamientos especiales. Fue realmente con José Andrés Romero como director de la Dian e Ingrid Díaz como directora de Aduanas, con quienes despegó el tema de mejor manera, pues se dio cabida a exportadores, importadores, agencias de aduana, puertos y depósitos, además de proponer la modernización de su reglamentación.
Es necesario seguir avanzando en la consolidación del modelo, en especial en los acuer-
dos de reconocimiento mutuo y en dar un salto a lo que debería ser los OEA 2.0, que deberá darse con el proceso de modernización de la Dian y la participación del ICA, INVIMA y la Policía Antinarcóticos, para llegar a un modelo más sencillo, más tecnológico y en general que dé cabida a mas sectores y empresas que hacen parte de la cadena de suministro del comercio exterior.
Acuerdos comerciales, el gran salto
El acuerdo con los Estados Unidos acaparó toda la atención de empresarios, academia, importadores y exportadores; por supuesto también la del Gobierno Nacional y sus distintas instituciones, para tratar de explicar su alcance y beneficios, en especial lo que se conoció como la “agenda interna” de cara a cumplir algunos compromisos asumidos, como asuntos laborales, regulatorios, propiedad in-
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telectual, entre otros. Como gremio, Analdex siempre apoyó la apertura económica y, por supuesto, la celebración de acuerdos.
El TLC con Estados Unidos se convirtió en un referente para los demás tratados de libre comercio en proceso y los que serían negociados. Sin embargo, la firma del tratado no fue cosa sencilla. Señalaba Javier Díaz Molina, después de una reunión con el embajador de Estados Unidos en Colombia, P. Michael McKinley, que no se veían posibilidades cercanas a la firma, con la preocupación del vencimiento de la Ley de Preferencias Arancelarias o ATPDEA el 31 de diciembre de 2010, recordando que el Gobierno Nacional estaba buscando una prórroga por cinco años.
Sin embargo, hubo optimismo en la renovación del ATPDEA, aunque se observaba un cuestionamiento filosófico a los tratados y su utilidad. Entre los temas, incluso llegó a plantearse una renegociación por parte del gobierno norteamericano, pero Colombia fue enfático en manifestar que no aceptaría una renegociación.
Producto de las preocupaciones que se generaban por el trámite del TLC con Estados Unidos, se invitó en abril de 2011 al embajador de Colombia en Washington, Gabriel Silva Luján, quien informó sobre las distintas acciones que se estaban desarrollando para garantizar la aprobación del ATPDEA y la radicación en el Congreso Norteamericano del TLC. Colombia había elaborado un plan de acción con el que se pretendía garantizar la aprobación del tratado y disipar dudas manifestadas por parte del sector sindical norteamericano. Era tan complejo el problema político y de disputas partidistas internas, que el presidente Obama solicitó a Colombia compresión frente a la demora.
El acuerdo de asociación con la Unión Europea, que se firmó en junio de 2012, no dejó contento al sector lechero, aunque lo cierto era que ellos no se habían pronunciado previamente frente al desmonte del sistema Andino de Franjas de Precios de la leche y sus derivados, el cual ya se había pactado en el TLC con Estados Unidos a finales del año 2006, enten-
diendo, como se mencionó, que lo allí negociado se había convertido en un referente para las negociaciones comerciales posteriores, y que por tal razón ningún país aceptaría un tratamiento inferior al pactado con Estados Unidos en la suscripción de un acuerdo.
También a comienzos de la década se intentó perfeccionar un acuerdo comercial con Panamá, en el que inicialmente los negociadores colombianos propusieron excluir al sector agrícola y al de servicios; sin embargo, la idea era que no se incluyera ningún tipo de exclusiones. Los sectores de interés eran energía, construcción y servicios de hotelería, aunque quedó truncada la iniciativa debido a la falta de consenso en los aspectos aduaneros, que no habían sido aceptados por Panamá y que estaban relacionados con el intercambio de información, especialmente en lo relacionado con contrabando y subfacturación.
En cuanto al TLC con Corea, se presentaron dificultades con sectores como el automotriz, origen en la cadena plástica y la metalúrgica, así como algunos temas de textiles.
Posesionado Juan Manuel Santos como presidente de los colombianos, se dio una importante reunión en el marco del Consejo Gremial, en la que se realizó la entrega formal de la Agenda Empresarial, documento que contenía las diferentes propuestas articuladas por parte de los gremios. Un gran número de estas propuestas fue incorporado en la ley del Plan Nacional de Desarrollo.
En abril de 2011 comienza la Alianza del Pacífico, como un modelo de integración regional conformado por México, Perú, Chile y Colombia, en el marco del Foro del Arco Pacífico y calificado como un acuerdo de última generación, que integró bienes y servicios, y que prometía ser el mejor instrumento de integración en Latinoamérica y el Caribe. También fue significativo este año porque entraron en vigor varios TLC para Colombia: por ejemplo, en junio, el Congreso aprobó el Tratado de Libre Comercio con Suiza y en julio aprobó
el TLC con Canadá. El Congreso de Estados Unidos, en el mes de octubre y después de un arduo trabajo, le dio luz verde al TLC, el cual terminaría de entrar en vigor en mayo de 2012. Mientras tanto, en el acuerdo con la Unión Europea se había realizado la protocolización; sin embargo, hubo algunos problemas sobre requisitos del bioetanol para los vehículos, así como con bebidas alcohólicas y monopolios departamentales. El acuerdo con Canadá ya estaba cerca de la entrada en vigor, y después del pronunciamiento de la Corte Constitucional sobre su legalidad vendría la fase de implementación.
Frente a la extensión del Programa de Preferencias Arancelarias ATPA-ATPDEA, mencionó Javier Díaz Molina que había sido aprobado en octubre por el presidente Obama. Para tranquilidad del gobierno y del sector empresarial, la aprobación fue de carácter retroactivo y la extensión de la ley concedió 180 días para el trámite de reembolsos. De igual manera, se estableció que los procesos los deberían tramitar los importadores de bienes colombianos en Estados Unidos, quienes quedaron como los únicos habilitados.
El TLC con Estados Unidos implicaría la modificación de un alto número de normas, para lo cual se creó un grupo de trabajo que revisaría las reformas requeridas. Es así como a comienzos de 2012, también pensando en el aprovechamiento de los tratados, se nombra a Hernando José Gómez y Olga Lucía Lozano, dos expertos en materia de comercio exterior, quienes fueron invitados a la Junta Directiva de Analdex a explicar su labor.
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La temporada de lluvias empezó en junio de 2010 y cedió en mayo de 2011, dejando deslizamientos, inundaciones y caos en diferentes regiones del país.
Dijeron que las instituciones que debían adecuarse a la implementación del TLC eran el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos, INVIMA (laboratorios de certificación); el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA; el Ministerio de Transporte, en cuanto a infraestructura, chatarrización y pólizas para la adquisición de camiones; y el Ministerio de Comercio, concretamente en lo atinente a los reglamentos técnicos.
Se identificaron alrededor de 50 acciones que debían implementarse para un mejor aprovechamiento del TLC. Entre ellas se encontraban, por una parte, temas aduaneros para facilitar las exportaciones a Estados Unidos; y, por otra parte, flexibilización y simplificación de exigencias en materia de visado, que buscaban facilitar las relaciones comerciales y la prestación de servicios a extranjeros en Colombia, como por ejemplo el de salud. También se incluyeron las inspecciones no intrusivas y el desaduanamiento en 48 horas.
visión de constitucionalidad, así que había un camino largo por recorrer.
El gobierno, a través del ministro de Comercio, Industria y Turismo, hizo un importante anuncio en relación con el cambio de política en cuanto a la negociación de acuerdos comerciales: señaló la necesidad de reforzar los mecanismos para el aprovechamiento de los acuerdos ya negociados e informó que era interés del gobierno no iniciar nuevas negociaciones.
Analdex propuso en el Congreso de Exportadores de 2012 triplicar las exportaciones no mineras, medida que fue adoptada como propia por parte del Ministerio de Comercio, quien le solicitó al gremio aportar ideas de cómo hacer un mejor seguimiento al cumplimiento de esa meta.
Nuevamente se llevó a cabo una reunión del Consejo Gremial Nacional, y Juan Manuel Santos propuso realizar un gran pacto con el sector agrícola que sería lanzado el 2 de septiembre de 2012, en el que se dejaría claro que los TLC no son la causa de la situación del agro, aunque los gremios manifestaron al presidente que hacía falta una política agrícola y una institucionalidad adecuada, como sucedía con el sector pesquero.
También, el gobierno propuso la conformación de un grupo de trabajo interinstitucional de alto nivel en el que participó la Dian, el Vice Ministro de Hacienda y Javier Díaz Molina por parte de Analdex, y que tenía como propósito dar solución a temas de interés del sector de comercio exterior, como reducir costos de transporte y solucionar dificultades en puertos.
En relación con el acuerdo con Corea del Sur, estaba pendiente la realización del segundo debate en el Senado de la República y faltaba además la aprobación de la Cámara de Representantes, la sanción presidencial y la re-
Con tanta y tan variada problemática, se mencionaba la importancia de tomar medidas de corto plazo para mejorar la competitividad, porque no había cambios ni resultados con base en los compromisos adquiridos con Presidencia de la República. En ese sentido, se señaló la necesidad de retomar las mesas de trabajo ofrecidas por el gobierno.
En el mes de noviembre, la tasa de cambio volvió a ser una preocupación para los empresarios. El gremio solicitó en un mensaje tomar medidas de intervención. Con toda la situación de los paros y en especial el hecho de que se había señalado a los TLC como los grandes responsables de las dificultades en el sector agrícola y la afectación en el empleo, Javier Díaz Molina comentó que el gobierno no había avanzado en la implementación del acuerdo con la UE, para
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En abril del año 2011 comienza la Alianza del Pacífico como un modelo de integración regional conformado por México, Perú, Chile y Colombia.
evitar seguramente mayores críticas y la posibilidad de que se presentaran nuevos paros.
El Centro de Aprovechamiento de los Acuerdos Comerciales, en cabeza de Eduardo Muñoz, realizó una serie de estudios de oferta y demanda hacia y desde los cuatro mercados definidos como prioritarios, además de trabajar en la identificación de los cuellos de botella, que impedían que muchos productos llegaran a los mercados internacionales identificados, y las entidades responsables de solucionar esos impases.
Se siguió hablando de la agenda de competitividad, que incluía temas como el costo de la energía y el gas, infraestructura, bilingüismo y competencias laborales, en los que, si bien el Centro de Aprovechamiento no tenía injerencia directa, sí era catalogado como un interlocutor válido en la ayuda, porque se trataba de identificar y abordar todos los temas que afectaban el aprovechamiento de los acuerdos comerciales. En ese sentido, se construyó lo que se llamaba la agenda interna. Es decir, que el Centro se había convertido en un canalizador de todas las problemáticas: aspectos relativos al estatus sanitario y fitosanitario del país, mejorar en la política de calidad y en la política aduanera, capacitar en materia de etiquetado y compras públicas bajo los acuerdos comerciales, identificar clusters y cadenas productivas, entre otros.
En la agenda también estaban los asuntos del acuerdo de la Alianza del Pacífico, del que se recibieron los textos para revisión y se advirtieron algunas dificultades en materia de origen –era el caso del sector textil-confección–. Sin embargo, el trabajo de armonización continuó. Al final se logró 92% de desgravación, quedando solo 8% de productos sensibles en un programa de desgravación a 17 años, con el compromiso de continuar trabajando en la unificación de las reglas de origen y la acumulación, que permitiera una mayor integración económica y comercial entre los países firmantes.
A mediados de junio la Corte Constitucional declaró inexequible el acuerdo marco de la
Alianza del Pacífico por un vicio de forma en su procedimiento, pues en la Gaceta del Congreso se publicó el proyecto de ley pero le faltaron dos hojas, por lo que el Gobierno debió presentar un nuevo proyecto de ley con mensaje de urgencia y se convocaron a las Comisiones Segundas, tanto de Cámara de Representantes, como de Senado, al cual votaron positivamente.
El TLC con la Unión Europea también tenía dificultades, pues el decreto que le dio aplicación provisional fue declarado inexequible por la Corte Constitucional y otorgó un término de seis meses al gobierno para subsanar el tema. La Corte argumentó su decisión en la falta de un acuerdo marco por el cual se pre-
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sentó el TLC con Europa, pues no era posible hacerlo bajo el acuerdo del GATT de la OMC. Dicha decisión de la Corte se fundó igualmente en un vicio de forma.
Afortunadamente, el 9 de junio la Alta Corporación se pronunció de manera favorable, a excepción de un salvamento de voto. Esta situación preocupó mucho al sector público y privado en el sentido de que se estaba enviando un mensaje negativo a la comunidad internacional, pues se estaban negociando acuerdos que posteriormente son incumplidos por vicios de procedimiento y errores formales en el manejo del tema. El gobierno tuvo que revisar las causas por las cuales se estaba fallando en el enlace con el Congreso, para evitar este tipo de inconvenientes.
El acuerdo con Corea también anduvo con dificultades, pues quedo por fuera de la Comisión y por tal motivo no se votó, de tal forma que se tuvo que presentar nuevamente y surtir todo el proceso desde el inicio.
Para agosto de 2014, nuevamente el gobierno manifestó la intención de poner freno
al proceso de negociación de nuevos tratados de libre comercio, con el fin de enfocarse en el aprovechamiento de los suscritos. Sin embargo, reconoció que algunos de ellos, importantes para el país, se encontraban pendientes, como el caso del de Corea y el de Japón, que se encontraban en plena negociación.
María Claudia Lacouture, como ministra de Comercio, Industria y Turismo, fue invitada a las reuniones de Junta Directiva, explicando la preocupación del gobierno por la caída de los precios del petróleo y los commodities: contrario a lo esperado, la tasa de cambio no impulsó las exportaciones, y afirmó que la facilitación al comercio debería ser la agenda en los próximos años.
Con José Manuel Restrepo como ministro de Comercio, Industria y Turismo se definió como estrategia trabajar en el aprovechamiento y facilitación de los tratados de libre comercio, política que se fue articulando con Procolombia, Innpulsa y Bancóldex, con proyectos estratégicos como fábricas de internacionalización, apoyo a las pequeñas y medianas
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empresas, líneas de crédito, además del fortalecimiento regional a través de las Cámaras de Comercio e instituciones públicas y privadas (incluyendo a Analdex como gremio y a través del club Pymex).
En agosto de 2020 entró en vigor el último tratado suscrito por Colombia, el celebrado con Israel, que además de lo arancelario, permitiría negociar servicios y regular el importante tema de las inversiones y la contratación pública, completando así 17 acuerdos comerciales suscritos y con la posibilidad de llegar a cerca de 1.600 millones de compradores.
Venezuela, el triste fin de un mercado natural
En la década 2010-2020 los temas con Venezuela no fueron sencillos. Las cosas comenzaban a complicarse por virtud de la desvinculación de Venezuela a la CAN, pues se venció el marco normativo que regía la actividad comercial entre los países. También preocupaba el alto número de empresas que no re-
cibían sus pagos por las exportaciones a pesar de tener aprobado el Cadivi.
Al gremio se le informó, por parte del gobierno, que había intención de realizar una prórroga por noventa días del Decreto de obligaciones de Comunidad Andina. Aunque este fue un importante anuncio, lo cierto fue que hubo serias diferencias frente al enfoque del acuerdo, ya que en Colombia se pretendía una negociación por sectores de común interés, y se propuso la continuidad de los lineamientos que se llevan hasta el momento.
Se informó igualmente que, para la época, la cifra adeudada por Venezuela a empresarios colombianos se estimaba en 800 millones de dólares, que comprendía entre 2006 a 2009, monto al cual posteriormente se le adicionaron las deudas de las aerolíneas y los seguros.
El relacionamiento comercial con Venezuela continuó siendo motivo de seguimiento especial por parte de Analdex y fueron varias las reuniones en las que se participó a solicitud del ministro de Comercio. Sin embargo, eso no duró mucho, porque el gobierno bolivariano era renuente a la participación del sector privado y formalmente se había solicitado la exclusión de los representantes gremiales: lo cierto es que las adquisiciones se daban por parte del Estado venezolano, quien escogía directamente a quiénes les compraba.
Al inicio del año 2013, Javier Díaz Molina advirtió sobre la situación de desabastecimiento que se presentaba en Venezuela, con una alta probabilidad de agudizarse. Explicó que algunas entidades estatales de ese país habían propuesto la realización de compras con pagos anticipados o compras locales para la exportación a Venezuela por parte del mismo comprador, como mecanismo para lograr hacer transacciones con empresas colombianas y así evitar que el desabastecimiento se agudizara.
En materia de pagos, se propuso la entrega de dólares de gobierno a gobierno, pero esta solución no fue viable debido a que Venezuela no contaba con esta divisa. También, incluso, llegó
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a estudiarse la opción de que Venezuela entregara a Colombia pozos de petróleo en concesión para pagar a los empresarios colombianos con las divisas que generara el petróleo; o que se pagara con urea, después de que se detuvieron las negociaciones a causa de la muerte del presidente Chávez, en marzo de 2013.
Con la elección de Nicolás Maduro la situación política y económica se volvió más compleja, se rompieron relaciones diplomáticas, se cerró la frontera y se perdió un comercio importante entre los dos países, afectando a muchas empresas colombianas cuyas exportaciones estaban centradas exclusivamente en ese mercado.
Reformas tributarias, más de lo mismo y nada estructural
En la década se aprobaron seis reformas tributarias: 2010, 2012, 2014, 2016, 2018 y 2019; y aunque siempre se hablaba de hacer una reforma estructural, lo cierto es que en este periodo no fue. Tal cantidad de estas lo que evidenció es que no ha existido una buena planificación para llevar a cabo las reformas, lo que conduce a un sistema complejo, inequitativo y con serios cuestionamientos sobre su eficiencia en materia de control y recaudo.
Varios estudios, en especial el de la OCDE, señalaron que la tributación y el recaudo eran insuficientes en el país para atender muchas de las necesidades que demandan los ciudadanos, razón por la cual se debía trabajar en asuntos de eficiencia: las tasas nominales de impuestos son altas y restan competitividad a las empresas, y es necesario trabajar en evitar todo tipo de distorsiones y en general en establecer criterios técnicos para lograr una tributación más equitativa, pues la estructura tributaria en Colombia es una de las más desiguales del mundo, ya que recae sobre unos pocos y la evasión es un problema generalizado.
Este tema ha sido motivo de análisis y amplios debates al interior del gremio y de cara a defender los intereses de los exportadores y en general del sector del comercio exterior, en el que se ha propuesto una estructura mucho más simple, clara y transparente, es decir, con un Estatuto Tributario breve y sencillo.
Proceso de paz: necesario, pero con pocos amigos
En los asuntos del Proceso de Paz, el gremio tuvo la claridad de que se necesitaba la salida política, pero no se les veía ritmo a las negociaciones, e incluso a veces daban la sensación de estar estancadas en cuanto a resultados concretos. En 2014, Analdex contó con la participación del Jefe Negociador del Gobierno, Humberto de La Calle, en la reunión de Junta Directiva, quien relató de primera mano el estado de los diálogos con la guerrilla de las Farc y se manifestó sobre el futuro de estas negociaciones.
“Tenemos la convicción de que realmente hay una oportunidad para la paz, aun cuando en este tipo de conversaciones siempre puede haber reveses y frustraciones, pero sinceramente creemos que hay una oportunidad y que ambas delegaciones están trabajando seriamente para obtener el resultado que los colombianos desean”, expuso el negociador.
En su intervención hizo un llamado al sector privado para focalizar su visión en el postconflicto, señalando que no era solo una tarea del gobierno. Explicó que no era simplemente un cese al fuego: “La paz requiere de un proceso de construcción largo y complejo que pertenece a la sociedad colombiana como un todo, es necesaria una movilización de toda la sociedad en torno a la materialización de los acuerdos que se suscriban para dar paso a la reconciliación y el reencuentro en un esquema de nuevo país que permita borrar divisiones, odios y fronteras, para de esta manera trabajar en el futuro y mejorar la calidad de vida de todos los colombianos”.
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En 2016 el presidente de Analdex comentó que el gobierno presentía que la Corte Constitucional se pronunciaría sobre el plebiscito entre junio y julio. A través del Consejo Gremial Nacional se monitoreó el desarrollo del Proceso de Paz, particularmente en temas sensibles como lo rural, los proyectos productivos y de inversión extranjera, los proyectos agroindustriales, entre otros.
En la reunión de agosto de 2016 y antes de la realización del Congreso de Exportadores, que siempre contaba con la presencia del presidente de la República, varios ministros y altas personalidades nacionales e internacionales, se contó con la participación del equipo negociador de La Habana para compartir con el público los acuerdos alcanzados con la guerrilla de las Farc y abrir espacio a discusión.
El sostenimiento del cese al fuego era una gran preocupación, teniendo en cuenta que los guerrilleros, aproximadamente seis mil, se encontraban pre concentrados en bases, lo
que implica una logística de abastecimiento y alimentación, entre otros costos. Entonces, si el proceso lograba destrabarse de forma rápida se podían mantener, pero si no lograba solucionarse, se decía que probablemente el grupo regresaría a ejercer las actividades ilegales.
El Centro Democrático presentó dos demandas contra el plebiscito, una de ellas interpuesta por Iván Duque y la otra por Paloma Valencia. Entonces, la posibilidad de caída del plebiscito se veía como otro problema, porque podrían alegar que el Gobierno estaba desconociendo los resultados. Ahora bien, sí hay un nuevo acuerdo, tendrían que refrendarlo. Se presenta entonces un embrollo que podía golpear a la economía. Sin duda alguna, la coyuntura no era fácil y era evidente su efecto en el país.
Javier Díaz Molina explicó en febrero de 2019 a la Junta Directiva las objeciones que realizó el presidente de la República, Iván Duque, sobre la ley estatutaria de la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, por considerarlas inconvenien-
Descargue de la pesca de atún en muelle Mamonal en Cartagena
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Foto: cortesía Seatech International Inc.
tes. Señaló que, en primera instancia, el Gobierno objetó el artículo 7 de la ley, el cual trata la reparación integral de las víctimas del conflicto armado, y explicó que en consideración del presidente Duque no se establecía de forma clara la obligación principal de los victimarios.
Por su parte, el jefe del partido liberal, César Gaviria, rechazó de manera tajante las objeciones del presidente Duque a la ley estatutaria de la JEP, y aseguró que las mismas no correspondían porque la Corte Constitucional se pronunció. Sostiene el exmandatario que “esta decisión presidencial pone en riesgo lo avanzado en materia de terminación del conflicto con las Farc, se constituye en un incumplimiento grave
por parte del Estado, de las obligaciones derivadas del acuerdo que permitió la desmovilización y el desarme de casi 10.000 excombatientes”.
Frente a esta situación, Javier Díaz Molina expuso que posiblemente habría un escenario de polarización que iba a impactar la recuperación de la economía, a la vez que desviaría el foco del legislativo de proyectos normativos tan importantes como el Plan Nacional de Desarrollo. Por estos motivos, los miembros de la Junta Directiva aconsejaron a Díaz Molina, no pronunciarse sobre el tema para evitar discusiones políticas que desbordan el ámbito de acción del gremio, considerando que debía resolverse por los juristas en los Altos Tribunales.
Logística, el mundo y Colombia en movimiento
Otro de los temas importantes para el gremio, fue el relacionado con una propuesta formulada por la empresa Sala Logística de las Américas, con su evento Expo Logística Colombia, el cual sumaba para entonces 10 ediciones. La idea era que Analdex operara los eventos durante tres años. Aunque la propuesta generó dudas en un comienzo, las explicaciones dadas por Javier Díaz Molina a la Junta Directiva, permitieron desarrollar más adelante la feria logística y abrir una nueva unidad de trabajo con grandes posibilidades de articular el trabajo gremial.
El asunto logístico en Analdex iba evolucionando de buena manera. El Departamento Nacional de Planeación, DNP, invitó a Javier Díaz Molina para ser parte de la Junta Directiva de la Misión Logística, donde se inició con el diagnóstico de la problemática y la priorización de temas que debía realizar Colombia para aumentar su competitividad. Igualmente, invitaron al gremio a la mesa del Observatorio de Transporte de Carga por Carretera, liderado por el Ministerio de Transporte. Lo anterior motiva la búsqueda de alianzas internacionales, iniciando con México a través de la feria Expo Carga.
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El trabajo de la Misión Logística se centró en desarrollar una logística eficiente y sostenible para reducir los costes del transporte como un factor del desarrollo económico y social, mejorar el uso de la infraestructura y el aprovechamiento del potencial de la diversificación productiva e innovación, y potencializar el impacto de los servicios de logística en las mejoras de productividad y sostenibilidad.
En los últimos años se hizo un trabajo juicioso en aras de fortalecer este gran capítulo dentro de la asociación, con el ánimo de integrar toda la cadena del comercio exterior, en el que está evidenciado que el transporte, el almacenamiento y en general el movimiento de carga, son fundamentales en una economía.
En ese propósito, además de haber generado escenarios académicos y eventos, a través de los comités técnicos se logró fortalecer la participación de esos actores dentro del gremio. En 2020 el gremio se vinculó a la Asociación de Agentes de Carga y Operadores Logísticos Internacionales de América Latina y el Caribe – ALACAT, con lo que se espera seguir trabajando en una verdadera integración del comercio exterior, de cara a tener una agenda no solo local, también internacional en estos foros de discusión.
Reforma estructural arancelaria, a menores tarifas mayor eficiencia
En diciembre de 2014 el economista Juan José Echavarría, quien trabajaba en el Ministerio de Comercio, había elaborado una propuesta de modificación estructural arancelaria en la que planteó establecer un arancel plano o con algunas pocas tarifas para acabar con la dispersión, como lo utilizan algunos países de la región.
Después de una amplia exposición, Echavarría concluyó que se debería migrar a unas pocas tarifas en el sistema arancelario, aplicando las más altas para los productos sensibles en el mercado colombiano, y explicó que el
modelo propuesto es un vehículo para combatir el contrabando y atacar la informalidad de las empresas. No obstante, los miembros de la Junta argumentaron que la sustentación no era suficiente, pues además debía darse una reforma estructural de la autoridad de control y vigilancia, es decir la Dian, de forma que tuviera la competencia y capacidad de sancionar a los evasores sin afectar al sector privado que actuaba en debida forma.
El momento de los instrumentos de promoción
En 1979, meDiante la Ley 067, el gobierno creó las sociedades de comercialización internacional y les otorgó unos incentivos relacionados con las compras o adquisiciones de bienes en el mercado nacional, exentos de IVA y el no pago de retención en la fuente. Producto de la mala utilización en algunos casos de la figura, pero también por la falta de control, se advirtieron exportaciones ficticias y devoluciones de IVA improcedentes, entre otros casos, lo cual llevó a proponer su eliminación. En 2012 se ajustó la reglamentación de manera excesiva, castigando a quienes venían utilizando el instrumento en debida forma y haciendo más complejos los procesos desde el punto de vista administrativo y operativo.
Es pertinente recordar que en 2015 el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo retomó la competencia para autorizar a las sociedades de comercialización, las zonas francas y los sistemas especiales de importación-exportación, después de 10 años de haber estado bajo la tutela de la Dian. Con esto hubo preocupación, ya que los usuarios se redujeron: los controles, obligaciones y carga administrativa hicieron compleja la utilización de estas herramientas para apalancar de mejor manera el comercio exterior, y especialmente las exportaciones.
En 2017 se realizó un ajuste normativo al instrumento de las comercializadoras interna-
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cionales, con énfasis en las micro, pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, no se realizó ningún cambio de fondo que permitiera consolidar a las mismas en la búsqueda del fortalecimiento de la política exportadora, a través de la eliminación de trabas y barreras, como desde Analdex se había propuesto. Así que no solo el número de empresas disminuyó, tampoco el instrumento se concibe como la solución a modelos de asociatividad o promoción para llegar a mercados externos.
En materia de zonas francas, se reconoció que era un instrumento importante para el país, pero que no habían logrado satisfacer las necesidades de los usuarios, empresarios y operadores que en general venían reclamando un ajuste estructural. Hay que recordar que esta figura fue avalada por la OMC, ya que Colombia había modificado la normativa en 2005 a esos estándares.
nueva normativa, en la que desde el gremio siempre se plantearon las dificultades para integrar la normativa aduanera y el régimen franco. Especiales comentarios se realizaron desde el gremio en distintos escenarios para buscar una legislación que promoviera la facilitación al comercio, la simplificación y la necesidad de contar con un régimen sancionatorio más proporcional y equitativo.
Otro tema relevante en el que Analdex propuso precisión por parte del gobierno se dirigió a las varias solicitudes que sobre prórrogas se radicaron ante el Ministerio de Comercio, y ante lo cual no existía claridad de la manera como se iban a tramitar las peticiones. Esto motivó la expedición de una nueva normativa en 2019, el Decreto 1054, por medio del cual se establecieron las reglas para las prórrogas de las zonas francas permanentes y especiales. Sin embargo, aunque se agradecía la claridad y el avance, era claro que esta disposición dejaba aspectos sustanciales sin reglamentar o precisar, mientras la Dian seguía, vía conceptos, definiendo temas que sin duda alguna escapaban a la órbita de la entidad.
En el año 2016, además de ajustarse la normativa aduanera, también se logró reforma a la de zonas francas, con el decreto 2147. Sin embargo, su entrada en vigencia fue suspendida parcialmente en los asuntos de operación y procedimientos aduaneros, ya que gran parte de la aplicación de la normativa estaba condicionada a la puesta en funcionamiento de los servicios informáticos electrónicos, situación que no se dio en los términos y condiciones por todos esperados. Así las cosas, y a través del decreto 659/18, la Dian y el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo en un esfuerzo por corregir los problemas, emitieron esta
Es decir que, expedido el Decreto, continuaba siendo necesario trabajar en una normativa que precisara aspectos de acceso al régimen y asuntos aduaneros que dificultaban hacer operaciones de manera ágil y eficiente, pero también bajo un contexto de inseguridad jurídica. En razón de lo anterior se convocó al gremio a realizar aportes, y fue así como se logró una mejor normativa en materia de zonas francas, aunque advirtiendo que ningún asunto aduanero podría ser objeto de discusión.
Sin embargo, algunos temas, como comercio electrónico transfronterizo, principio de exclusividad y áreas no adyacentes, lograron incorporarse en el Decreto 278/21. Los temas aduaneros, como siempre lo ha reclamado el gremio, continúan siendo una tarea pendiente de cara a simplificar y facilitar el comercio.
El otro instrumento de promoción al comercio exterior, los sistemas especiales de im-
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En esta década se aprobaron seis reformas tributarias, en 2010, 2012, 2014, 2016, 2018 y 2019, y aunque siempre se hablaba de hacer una reforma estructural, lo cierto es que en esta década no fue.
portación, exportación o Plan Vallejo, también fue objeto de traslado, como los demás instrumentos de la Dian, al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, en 2015.
Este instrumento, al igual que los demás mencionados, también necesitó un ajuste de cara a facilitar el acceso, la administración y en general la manera de demostrar los compromisos, que para entonces se habían vuelto rigurosos con el traslado a la Dian. Fueron varios años de trabajo y propuestas presentadas desde Analdex, tratando de recuperar lo que en algún momento había sido el Plan Vallejo para los exportadores.
Después de muchas discusiones en las mesas de trabajo convocadas por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, se logró en febrero de 2020 la expedición de los Decretos 285 y posteriormente el 1371, llamado “Plan Vallejo Express”, con los que se reorganizó el instrumento, se incluyó con fuerza el tema de servicios y en general se aceptaron propuestas del gremio que enriquecieron, no solamente la discusión, sino también generaron un escenario la reactivación económica y el crecimiento de las exportaciones.
Aunque con la normativa se avanzó de buena manera en materia de Plan Vallejo, lo cierto es que el número de exportadores no ha presentado crecimiento en la última década y hace falta trabajo en materia de aprovechamiento de los tratados de libre comercio.
Un comercio mucho más fácil
A mediados de la década el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo realizó un trabajo que le permitió identificar cerca de 1.500 obstáculos al comercio, de los cuales se trabajó en la solución de cerca de 500, aunque se reconoció que no tuvieron el impacto esperado en el aparato productivo. Esto motivó el rediseño de la estrategia para identificar los problemas que realmente impactan al bolsillo de los empresarios, como son el arancel y acceso
a mercados, el modelo fiscal y de pago de impuestos, la evasión y el contrabando, la falta de información oportuna en materia de comercio exterior, etc.
En febrero de 2017 se realizó un importante evento con la participación del presidente de la República y la ministra de Comercio, Industria y Turismo, denominado Colombia Repunta, donde se presentaron los avances en comercio exterior, las tareas que se estaban desarrollando y los retos que aún debían ser de atención por el Gobierno Nacional. Entre los últimos, en materia de comercio exterior se señaló la persistencia de problemas logísticos representando cerca de 15% del costo de producción, la aprobación por parte del Congreso de la República del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, también se mencionó el ajuste a la regulación aduanera y los servicios tecnológicos que la implementación implica, además de intervenir efectivamente los cuellos de botella en el proceso de exportación.
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Santa Marta, en Magdalena.
También se destacaron algunos avances como la certificación electrónica de origen, la inspección simultánea y el reconocimiento mutuo de Operadores Económicos Autorizados, OEA, la Ventanilla Única de Comercio Exterior, VUCE, el traslado de los instrumentos de promoción al comercio exterior de la Dian al Ministerio, junto con la eliminación permanente de arancel a materias primas y bienes de capital no producidos en el país a través del programa Colombia Repunta.
Nuevamente, el Mincomercio propuso trabajar para eliminar los trámites innecesarios y obstáculos en procedimientos o formalidades normativas. En este orden de ideas, Analdex presentó un trabajo en el que se identificaron más de 400 medidas no arancelarias que afectan a los empresarios y sobre los cuales se esperaban cambios sustanciales.
Otra de las preocupaciones del sector
privado fue en relación con la expedición de normas, pues, según cifras del Departamento Nacional de Planeación, en los últimos 16 años fueron emitidas 94.748 normas, para un promedio diario de 2,8 decretos, 11,2 resoluciones y 0,3 circulares, lo que representaba un amplio riesgo para los empresarios, además de la dificultad de conocer el contenido de estas, dado el número de entidades intervinientes en el proceso de producción normativa. Si bien se pudo adelantar en la publicación de los proyectos de regulación, en concordancia con las recomendaciones para ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, el panorama de incertidumbre del sector privado aumentó, producto de los constantes cambios legales.
Se destacó que, en los asuntos regulatorios, las autoridades debían considerar los tiempos para los ajustes internos de las empre-
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sas de las nuevas medidas normativas impartidas, se citaba como ejemplo la nueva regulación aduanera para entonces, que incorporaba un gran componente de desarrollos de los servicios informáticos electrónicos, sin embargo, se explicaba que para la fecha no era clara la estructura ni los ajustes que se debían realizar por parte de los operadores de comercio exterior y declarantes. Igual sucedía con el régimen franco, que no tenía ni reglamentación ni servicios informáticos electrónicos.
El presidente de Analdex, Javier Díaz Molina, mencionó que la preocupación por las medidas que se pretendían adoptar, es que el trabajo a desarrollar se había hecho en anteriores ocasiones, pero que después de un tiempo los mismos obstáculos resueltos aparecían de nuevo.
En 2019 la mesa de facilitación se reunió en varias ciudades, entre otras, Bogotá, Buenaventura, Cartagena, Barranquilla y Santa Marta, con representantes del sector público como el ICA, el Invima, la Dian y la Policía Antinarcóticos, con el liderazgo del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Desde el sector privado se evidenció que las mesas no arrojaban los resultados esperados debido a varios factores, como por ejemplo que la periodicidad de las mesas no permitían cerrar los temas trabajados en la sesión anterior; los tópicos a tratar eran locales, por lo que los problemas transversales no se abordaban en las regiones; las entidades de control no cedían su autonomía, por lo que faltaba colaboración entre las entidades públicas; y se diagnosticaron en varias ocasiones los problemas pero las soluciones no se ejecutaban a la velocidad que las empresas lo necesitaban.
Por lo anterior, Díaz Molina solicitó a la viceministra de Comercio Exterior, Laura Valdivieso, una reunión para exponer las preocupaciones de Analdex y presentar una propuesta que permitiera la alineación de las entidades públicas de control bajo un esquema de ‘red de colaboración’, entendida como el modelo en donde todos los actores contribuyen con
información, de tal forma que permita reducir los costos en los eslabones de la cadena logística, lo cual permitió una mejor evolución de la problemática.
Durante 2020, y en razón de la emergencia sanitaria, se fortalecieron los diálogos público privados y se realizaron numerosas sesiones para atender la coyuntura. Desde Analdex se participó en temas de transporte, logística y, en general, en solucionar cuellos de botella y atender de mejor manera los asuntos de comercio exterior, lo que sin lugar a dudas fue un buen escenario para plantear la problemática y encontrar oportuna ayuda en materia de facilitación y simplificación al comercio.
Asoexport, un capítulo con sabor a café
Al inicio de las reuniones en febrero de 2017, Javier Díaz Molina anunció a la Junta Directiva que desde el año anterior la Asociación Nacional de Exportadores de Café de Colombia, Asoexport, se acercó con el objeto de abrir el capítulo de cafeteros en Analdex, sin perder su personería jurídica e identidad. En total fueron 19 empresas las que se afiliaron y se iniciaron operaciones de Asoexport dentro de Analdex con el nombramiento del director ejecutivo, Gustavo Gómez.
Pasaporte para aguacate y uchuva
También en 2017, en Analdex se desarrollaron proyectos en el marco de AL Invest con recursos de cooperación internacional de la Unión Europea, se apalancó el proyecto de Corpohass y el Programa de Transformación Productiva para buscar la admisibilidad del aguacate a los Estados Unidos.
Para Analdex era claro que se debía seguir el modelo implementado con los exportadores de uchuva, en el que se creó un comité especial al interior del gremio que reunió a los produc-
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tores y comercializadores, y donde se realizó un trabajo mancomunado con el ICA, sobre normas de acceso al mercado estadounidense a través del control a los predios, demostrando que dichas zonas son libres de la mosca de la fruta e incluso que la uchuva no es hospedera del insecto. Analdex logró la admisibilidad en un año, a través de la adopción de buenas prácticas y un gran trabajo de diplomacia sanitaria.
Los procesos de formación en Analdex 2016 - Club Pymex
El otro frente de trabajo realizado por el gremio fue un programa de formación con el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA, con quien se realizó un diplomado de 120 horas en Habilidades Gerenciales y Modelos de Gestión dirigidos a directores, gerentes y profesionales de alto perfil que hacían parte de la cadena productiva de las empresas afiliadas y no afiliados al gremio. El curso se realizó en colaboración con la Escuela de Negocios Internacionales ADEN de Argentina, que contaba con una alianza estratégica para convalidar los títulos con las universidades George Washington y el Politécnico de Barcelona.
Javier Díaz Molina, en nombre de la Asociación y en el marco de AL Invest 5.0, financiado por la Unión Europea, desarrolló el proyecto denominado Mi Club Pymex, con el objetivo de realizar un trabajo con pequeñas y medianas empresas con potencial en el comercio exterior, en el que se adoptaría una nueva forma de acercamiento entre instituciones para la promoción del comercio exterior de las pymes.
El club se constituyó en un espacio que canalizó servicios de apoyo empresarial, plazas de diálogo para la construcción de políticas públicas y productos (bienes y servicios) para las actividades misionales a través de entidades aliadas, permitiendo dar respuesta a las necesidades de estas pymes en diferentes aspectos y con cooperación empresarial en la misión de internacionalizar la economía.
Javier Díaz Molina explicó que el Consejo Internacional de Asociaciones de Bebidas, ICBA (por sus siglas en inglés), organización internacional no gubernamental que representa los intereses de la industria mundial de bebidas no alcohólicas, la cual incluye asociaciones de bebidas nacionales y regionales, así como compañías de bebidas internacionales que operan en más de 200 países y producen, distribuyen y venden una variedad de bebidas no alcohólicas, buscó a Analdex con el propósito de celebrar un acuerdo de servicios que le permitiera desarrollar sus actividades en la región. En ese sentido se realizó un acuerdo de servicios en el que Analdex prestaría los servicios de back office, que comprende las actuaciones administrativas, contabilidad, secretaría, entre otras.
Industria del cannabis, actividad legal con fines médicos
Otro tema que llamó la atención del gremio fue el de la industria del cannabis, ya que a partir de la expedición de la Ley 1787 de 2016, Colombia empezó a contar con un marco jurídico integral que regulaba el acceso del cannabis con fines medicinales y científicos. En la normativa participaron cuatro Ministerios y otras entidades de control, y a través de la misma se permitía el cultivo de plantas de cannabis psicoactivo y no psicoactivo, la fabricación de productos derivados de cannabis y el uso de la semilla de cannabis cuyo propósito sea medicinal y/o científico, así como las actividades asociadas (exportación, comercialización, almacenamiento, disposición final). Dos empresas que se habían afiliado solicitaron apoyo del gremio para construir los protocolos de exportación y los estándares que debían cumplir en su proceso de internacionalización.
Se permitía entonces la elaboración de productos psicoactivos y no psicoactivos, y el
ICBA y Analdex, un acuerdo refrescante
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gremio –informaba Javier Díaz Molina–, se enfocaría en la producción de los primeros, esto es, aceite a base de cannabidiol (CBD), que serviría como materia prima para la manufactura de medicamentos y cosméticos. Las autoridades habían otorgado un gran número de licencias, pero las entidades de control comenzaron a cancelarlas, pues algunos empresarios no dimensionaron la inversión necesaria para garantizar la seguridad de la planta y la maquinaria requerida en el proceso productivo: una de las empresas afiliadas comentó que su inversión gira alrededor de los 100 millones de dólares y cuenta con más de mil socios, ya que cotiza en la bolsa de valores de Canadá.
Aranceles, equilibrio o contrabando
El Plan Nacional de Desarrollo incluyó artículos que buscaban, por un lado, establecer un arancel de 37,9% a los productos clasificados bajo los capítulos 61 y 62, cuando su valor declarado sea igual o inferior a 20 dólares; y por el otro, fijar un arancel mixto para estos productos cuando su valor declarado sea supe-
rior a 20 dólares, imponiendo un arancel ad valorem de 10 por ciento más tres dólares por cada kilogramo a importar.
Analdex consideró que la propuesta era antitécnica e ilegal y aseguró que podía incrementarse el contrabando, pues genera un aumento cercano a 60% del costo para la importación, lo que abre una oportunidad al comercio ilícito para ingresar mercancía a bajos precios.
De otro lado, explicó que se habían demandado ante la Corte Constitucional los artículos 274 y 275 de la ley 1955 de 2019, por la cual se expide el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, que imponía un sobre arancel a la importación de textiles y confecciones. Se presentaron cuatro demandas en el mismo sentido por parte de Fenalco, Andi, el Centro de Estudios Empresariales Ignacio Sanín Bernal y Analdex, las cuales atravesaron un proceso de admisión. Consistió en una discusión netamente jurídica y, por consiguiente, se argumentó que en virtud de las leyes marco, se transfiere la soberanía de la Rama Legislativa a la Ejecutiva para definir objetivos y principios para asuntos cambiantes y de carácter técnico, sobre los cuales se desarrollan actividades ta-
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les como el comercio exterior y el régimen de aduanas; y que existe una distribución de competencias entre el legislativo y el ejecutivo. Al primero le corresponde determinar, por medio de la ley, las pautas generales para que las enunciadas materias sean reguladas, mientras que el segundo debe precisar y completar esas disposiciones legales meDiante decretos.
Finalmente, la Corte Constitucional falló declarando inexequibles los artículos 274 y 275 del PND, porque el legislador excedió sus competencias al establecer tarifas arancelarias y por no tener ninguna conexidad con los objetivos del mencionado Plan Nacional de Desarrollo, acogiendo los argumentos esbozados por el gremio.
Institucionalidad amenazada por paros
En 2019, como en repetidas oportunidades, se presentó un paro nacional en el que se evidenciaba un trasfondo político de cara a las
siguientes elecciones presidenciales. Fueron muchos los destrozos y los enfrentamientos entre encapuchados y miembros de la fuerza pública, que complicaron el mensaje que se quería dejar en las marchas. Se advertía la existencia de una señal de descontento por parte de la sociedad civil, cuando desde las ventanas o en las calles la gente empezó a movilizarse con lo que se le llamó el “cacerolazo”, en un acto que inició en la localidad de Chapinero de Bogotá hasta el resto de la ciudad e incluso otras ciudades.
Estas marchas se venían dando en toda la región, en países como Chile, Perú o Bolivia, contra el manejo que los Estados han dado a las situaciones sociales, económicas, políticas, entre otras, en las últimas décadas.
Al interior del gremio se acordó respaldar al Gobierno en sus decisiones, pues era importante en estas circunstancias mantener la institucionalidad. Era innegable que las movilizaciones habían generado un detrimento económico considerable en los comercios, con
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caídas de hasta 40% durante la época navideña, además, afectando empleados y empresarios en general. En ese sentido, se pedía mejorar el diálogo con la sociedad civil.
En abril de 2021 nuevamente el escenario económico, político y social se complicaba producto de las marchas. Vandalismo, bloqueos, restricciones en la movilidad y una especial afectación en el sur del país, complicaban la situación del comercio exterior colombiano. Cerca de 600.000 toneladas de carga, miles de vehículos represados y un golpe al suministro de la cadena alimentaria, generaron pérdidas de empleos, cierres de empresas y sobrecostos.
Esta parálisis afectó el comercio exterior, en especial a importadores y exportadores, por cuanto se encarecieron los costos de transporte interno y de almacenamiento en puerto, y esto se sumaba a las dificultades que ya se venían dando con las líneas navieras por los altos fletes y por problemas en las frecuencias y las reservas.
Como gremio, Analdex lideró distintas reuniones con los ministerios de Transporte y de Comercio, Industria y Turismo para revisar cómo se podrían tomar medidas para afrontar la coyuntura en cuanto a temas de seguridad, sobrecostos y continuidad de las operaciones de importación y exportación.
Covid-19, la pandemia que arrinconó el mundo
Arrancaba el año 2020 y se vaticinaba un crecimiento de 3,3% para 2019. Con la aparición de la pandemia el país enfrentó dos grandes retos: minimizar el riesgo de contagio y mantener la economía a flote.
Al inicio se tomaron medidas de alivio para los sectores más afectados, como el turismo y el aeronáutico. En este sentido, el Gobierno Nacional anunció una prórroga en el pago de los parafiscales para las actividades que quedaron totalmente detenidas, como las aerolíneas, los operadores turísticos, los restaurantes y los
encargados de la realización de eventos.
Explicó Javier Díaz Molina que el comercio internacional de China cayó en los dos primeros meses del año en 9,6%, debido en parte al cese de actividades al que el país asiático se había visto sometido derivado de las medidas de prevención y control de la epidemia de coronavirus.
Frente a la sucesión de cuarentenas y limitaciones a la movilidad que trajo la pandemia, Analdex logró migrar rápidamente a la virtualidad. Desde el comienzo del aislamiento se realizaron numerosos comités y eventos no presenciales para mantener un acercamiento con los afiliados. Los eventos más exitosos hasta la fecha fueron el Foro Nacional de Importadores y la Ruta Virtual Logística. El primero se realizó durante tres días y contó con la participación de más de mil asistentes. Para junio ya también se habían realizado cuatro webinars de la Ruta Virtual, con una participación de más de 1.600 empresarios de diferentes países, como Alemania, Estados Unidos, México y Perú, entre otros.
En el congreso de exportadores realizado de manera virtual, el presidente de Analdex, Javier Díaz Molina, señaló que el comercio exterior debía ser el “apalancador” de la reactivación económica, particularmente de las empresas que se estaban relocalizando desde China, para lo cual era importante contar con un marco jurídico estable para los inversionistas y garantizar reglas de juego claras y sostenidas en el tiempo. Mencionó también que se realizaban muchos anuncios, pero poca ejecución.
El Ministro de Salud presentó el panorama nacional de infectados y decesos y estaba en
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Del total de las empresas que contemplaron reducir su nómina, 19,12% lo haría al 100%, es decir, cerrar operaciones.
trámite la adquisición de pruebas instantáneas serológicas para conocer más rápidamente la evolución del virus. El presidente Iván Duque mencionó que el país tendría que aprender a convivir con el fenómeno, por lo menos durante los próximos seis meses, pues Colombia solo podría retomar las actividades cotiDianas una vez la ciencia encontrara la vacuna, por lo que fue necesario identificar con prontitud a los positivos asintomáticos y así proceder con su aislamiento.
A su turno, el ministro de Hacienda afirmó que la crisis humanitaria y de salubridad había demandado más de 15 billones de pesos, me-
Diante giro a los programas de salud. Explicó que las perspectivas de crecimiento económico eran desalentadoras y que habría una desaceleración generalizada de la mayor parte de los sectores de la actividad productiva.
Las medidas implementadas, como los períodos de gracia para los préstamos, las garantías de crédito, las líneas de crédito blandas, entre otras, fueron un alivio para los hogares y las empresas. Sin embargo, se consideró que este apoyo debía continuar durante la fase de estabilización y recuperación, estimada a diciembre de 2020, a fin de reducir al mínimo los impactos que podrían generar la reducción de la inversión y las pérdidas de empleo durante esta crisis. Finalmente, la plata no fue suficiente y el virus seguía causando estragos.
Resulta oportuno precisar que cuantificar los costos y saldos de la pandemia a nivel global o nacional es tarea difícil y casi imposible en las postrimerías de 2021, ya que la enfermedad sigue vigente para la fecha de edición de este libro, los casos aún son frecuentes y asoma un nuevo pico.
Lo cierto es que al cumplirse un año del primer caso de Covid-19, reportado el 6 de marzo de 2020, la economía había caído en 6,8 por ciento. Miles de empresas cerraron sus puertas, muchos se fueron a la bancarrota pues, por citar una cifra, la coyuntura pandémica cobró la vida de 509.370 micronegocios. Desde el punto de vista económico, los sectores más impactados fueron comercio y turismo, a causa del cierre de establecimientos ordenado el 21 de marzo de 2020, en principio como simulacro, luego como aislamiento obligatorio preventivo. Bogotá cerró en ese tiempo más de 58.000 locales comerciales. La Federación Nacional de Comerciantes, Fenalco, calificó el año 2020 como el peor para las actividades comerciales, porque 31 por ciento de los establecimientos formales debieron cerrar concluyentemente.
Los restaurantes y bares del país vivieron una tragedia: más de 60.000 negocios le dijeron
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adiós a la actividad comercial, pues el daño fue tan grande que no hubo margen para el retorno.
La pandemia, que castigó ferozmente la economía y la sociedad, dejó 4.2 millones de desempleados formales e informales en su primer año. De todas maneras, el reporte entregado por las Cajas de Compensación Familiar a octubre de 2021 da cuenta que de los 700.000 puestos de trabajo formales que se habían perdido, ya se había recuperado el 100 por ciento de las plazas, más exactamente de las personas que devengan menos de dos salarios mínimos. El problema se focalizó en aquellos individuos que tuvieron ingresos entre dos y cuatro salarios mínimos, evidenciando que en esa capa siguen cesantes entre 200.000 y 300.000 personas.
Cumplidos 12 meses de sobrellevar la pandemia, los daños fueron reportados en todos los frentes: salud, comercio, industria, educación, agro, transporte, turismo y prácticamente en la totalidad del sector real. El desplome en las cifras no fue únicamente en crecimiento, sino además en confianza del inversionista y del consumidor; igualmente, hubo hundimiento en la manufactura y creció el indicador de inflación.
Esta tragedia atomizó los planes de desarrollo del Gobierno, ya que dejó de lado las obras de infraestructura y todo lo concerniente al desarrollo, para atender la emergencia sanitaria, económica, social y ecológica. El asunto fue más allá y obligó a la adopción de medidas excepcionales. El Fondo de Mitigación de Emergencias, que tenía 40.5 billones de pesos, vio cómo se gastaba en un año más de la mitad de los recursos. De ese rubro salieron los dineros de Ingreso Solidario y los subsidios a la nómina a través del Programa de Apoyo al Empleo Formal, PAEF; también transferencias para cubrir planes de asistencia como Familias en Acción, Jóvenes en Acción y Colombia Mayor.
Después de un tira y afloje entre Gobierno y nación, fue aprobada una reforma tributaria
bautizada como Ley de la Solidaridad Sostenible, que finalmente logró canalizar recursos por valor de 15.2 billones de pesos, con los cuales se garantiza la financiación de los programas adoptados al amparo de la emergencia sanitaria.
La situación es compleja: solo a 22 de octubre de 2021, el número de fallecidos alcanzaba la cifra de 126.944 y los contagios llegaron a 4.9 millones de casos. Los expertos aseguran que los problemas seguirán, por lo que esperan un primer trimestre de 2022 espinoso.
Iván Duque, el Gobierno de la pandemia
El 7 de agosto de 2018 asumió la Presidencia de la República Iván Duque Márquez, un experto en temas económicos, amigo del empresariado, del emprendimiento y de la economía naranja –cree que hay un gran capital en la diversidad cultural y en la creatividad–.
Su Gobierno no ha resultado fácil por cuenta de la pandemia de Covid-19, que lo llevó a fortalecer la política de salud y a buscar recursos por la vía tributaria para poder atender las necesidades que surgieron con la presencia de una enfermedad que cerró empresas, acabó empleos y puso en jaque al país. Al igual que Marco Fidel Suárez, que gobernó con la gripe española que acabó con 50 millones de vidas, al presidente Duque se le recordará por una coyuntura sanitaria compleja.
Contra viento y marea gestionó y arrancó el perentorio plan de vacunación, con el que se busca la inmunidad de rebaño para hacer menos traumático el impacto de la patología viral, responsable del frenazo en la economía mundial, regional y desde luego nacional.
Los nacionales esperan un cierre de gestión positivo en agosto de 2022, donde el sector real, los trabajadores, industriales, campesinos, inversionistas y el país en general, puedan dar un parte de normalidad y así entrar de lleno por el sendero de la reactivación económica y social.
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Juan Manuel Santos
Con
la llave de la globalización en la mano
En 1991, gracias a la ley 7 del mismo año, nació el Ministerio de Comercio Exterior, y fue al expresidente de la República Juan Manuel Santos el encargado de la naciente cartera, con la cual, según dijo, se trazó la política de la llamada “apertura económica”, es decir, la inserción de Colombia a un mundo cada vez más globalizado.
En opinión del propio Santos, Colombia fue un país muy cerrado, muy protegido y sin instituciones que le permitieran en lo comercial relacionarse con el mundo. Fue por eso –aseveró– que se le dio vida al Ministerio y a entidades como Bancoldex, Fiducoldex y Proexport.
“Iniciamos la negociación de los primeros acuerdos de libre comercio. El primero fue con
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Foto: Alexandros Michailidis _ Shutterstock.com
Venezuela y en sus inicios fue muy exitoso. También participamos en la negociación para crear la Organización Mundial del Comercio”, anotó Santos.
Analdex, un aliado estratégico
Con ocasión del aniversario número 50 de Analdex, Santos Calderón expuso que, desde el primer día del Ministerio de Comercio Exterior, hubo una relación muy fluida con el gremio del comercio exterior por excelencia, ya que hubo articulación, entendimiento y una línea afín con los objetivos trazados.
“Siempre he sido un convencido de la importancia de trabajar de la mano del sector privado. Fue así como, por ejemplo, en muchas de las instituciones mencionadas anteriormente incluimos una importante representación del sector privado. Solo con una política de concertación, en lugar de enfrentamiento, entre el empresariado y el sector público puede cualquier país ser exitoso en su política comercial. Eso lo aprendí en mis años con la Federación de Cafeteros”, apuntó Santos.
Desde la perspectiva del expresidente, el paso hacia el libre comercio fue uno de los ingredientes de la política económica, pero no aclaró que no puede decirse que fue determinante. Indicó que, por fortuna, Colombia se caracterizó, y se caracteriza, por tener unas instituciones económicas serias y eficientes y, a partir de la nueva Constitución, la independencia del Banco de la República fue otra particularidad importante.
Al analizar el comercio exterior de hoy, el exmandatario sostuvo que aún hacen falta medidas y políticas para hacer de las exportaciones y las importaciones un ejercicio amable, fácil y sin trabas, por cuanto hay temas por revisar, una situación que deja ver que se adolece de instrumentos y dinámicas que faciliten las ventas y compras internacionales.
Sobre el asunto, Santos aseveró que hay inconvenientes y carencias debido a varios
factores. El primero de ellos, señaló, es una infraestructura muy ineficiente que eleva los costos de transporte y de transacción. Precisó que justo por ese factor su gobierno le dio tanta importancia a mejorar las vías y todo lo que facilitó la logística.
Cuestionó igualmente la mentalidad proteccionista del aparato productivo que, en su opinión, ha logrado en muchos casos impedir un verdadero libre comercio.
“Adicionalmente, mencionaría como otro obstáculo el sesgo anti exportador de buena parte del sector productivo que se concentra en el mercado interno y no en conquistar mercados internacionales. No se han aprovechado los acuerdos de libre comercio”, dijo el Nobel de Paz.
Al analizar el elemento geopolítico, Santos expuso que, en este momento, uno de los grandes interrogantes que tiene el globo es el futuro del llamado multilateralismo. Expresó su desencanto con algunos hechos que trastocaron la articulación de los mercados, ya que señales como las enviadas por la administración Trump resultaron infortunadas para el resto del mundo al desconocer la importancia de la Organización Mundial de Comercio, un tema que generó muchas incertidumbres.
Finalmente, el exmandatario puntualizó que el enfrentamiento entre Estados Unidos y China tiene hoy una repercusión especial en el comportamiento del comercio internacional. Todo esto indica, concluyó Juan Manuel Santos, que efectivamente la geopolítica seguirá definiendo la nueva agenda comercial.
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Iniciamos la negociación de los primeros acuerdos de libre comercio. El primero fue con Venezuela y en sus inicios fue muy exitoso.
María Claudia
La profesional en finanzas y relaciones internacionales, María Claudia Lacouture Pinedo, ha tenido una loable vocación, servicio al país y gestión para mejorar los indicadores comerciales. La nacida en Santa Marta presidió ProColombia y fue ministra de Comercio, Industria y Turismo, en donde cumplió una labor impecable y caracterizada por el compromiso, así como por propiciar sinergias y aproximaciones con el sector productivo. Hoy es la directora ejecutiva de la Cámara de Comercio Colombo Americana, Amcham, lugar desde el cual fortalece y promueve las relaciones comerciales entre Colombia y Estados Unidos.
La egregia financista afirmó que con los tratados de libre comercio Colombia ha venido avanzando de manera importante, pero aclaró que la dinámica en comercio exterior, indudablemente, llegó con la Apertura Económica de 1991.
Apuntó que en medio de los avances, hay un contexto interno que limita mucho el proceso de internacionaliza-
ción, porque hace que la mayoría de las empresas y el desarrollo deban buscarse alrededor de las acciones al interior de Colombia. Expuso que entidades como Analdex han hecho una gran labor para que cada vez más se puedan conocer las oportunidades, pero igual destacó su ayuda en el proceso de facilitación del comercio para lograr que todas esas barreras vayan cayendo y así darle mayor fluidez a las exportaciones e importaciones con las que el país finalmente puede reportar crecimiento y empleo con unas empresas mucho más solventes.
“Colombia tiene que verse en su proceso de exportación en un contexto inicial en el que a pesar del interés y las oportunidades, el escenario interno no permitía generar esos métodos por los costos tan importantes. No nos podemos olvidar que cualquier empresario que tuviera la intención de exportar, tenía unos retos enormes como el traslado, logística y lograr una seguridad en el camino para
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Lacouture El proceso de exportación mejoró sustancialmente
poder llegar a los puertos y despachar mercancías al mundo”, enfatizó la dirigente cameral.
Señaló que ese asunto ha venido solventándose, por lo que se puede decir que hoy en día el proceso de exportación ha mejorado sustancialmente. Acentuó también que se ha diversificado en productos colombianos para llegar a los mercados internacionales y dijo que el país cuenta con nuevas empresas que están conquistando el mundo con bienes de reconocida calidad, el resultado de una labor público-privada que se viene dando desde hace varios años.
En materia comercial –según Lacouture– el avance es significativo y los resultados se están viendo. Adicionalmente, los procesos están acompañados de acuerdos comerciales que se han venido trabajando conjuntamente con el sector privado, una labor que permite tener ventajas competitivas frente a otros países para poder alcanzar la internacionalización y aprovechar mejor las oportunidades que brindan los mercados.
Analdex, la mano amiga del comercio
Desde su análisis, la directora de Amcham Colombia indicó que la gestión de los gobiernos es muy importante desde el entorno del comercio internacional, cuando se cuenta con el acompañamiento de Analdex y su consejo tan sabio como oportuno. En ese orden de ideas, expresó que los diferentes mandatos encontraron en el gremio ese interlocutor ideal para tejer las nuevas políticas de comercio y proyectar a partir de la actividad mercantil un nuevo y próspero país.
“Creo que Analdex ha sido un actor vital e indispensable en el proceso de la facilitación del comercio, es un gremio que aporta y suma de cara a mejorar las actividades tanto de exportación como de importación, y resulta un interlocutor importante ante el Gobierno para poder tener esa comunicación constante que permita saber así de las oportunidades, los obstáculos y las necesidades del sector”, expuso María Claudia Lacouture.
Actualmente, el empresariado colombiano tiene más claros conceptos como productividad, competitividad, alianzas y encadenamiento productivo. De todas maneras, para muchos el país adolece de soluciones, principalmente competitivas. Apelando al término cervantino, amén de las críticas o los reclamos, para la dirigente cameral, de cara a la excelencia expor-
tadora, el país ha avanzado considerablemente, pero reconoció que hay un camino por recorrer, y en ese sentido hay varios temas para mejorar en el proceso de la cultura exportadora.
De otro lado, dijo que se hace urgente trabajar en procesos de productividad y competitividad que permitan seguir creando ventajas comparativas a nivel internacional y al mismo tiempo reducir la búsqueda de proteccionismo interno que de una u otra forma han impedido plenamente la internacionalización. Dijo que aún se ven ayudas, subsidios, incentivos y protecciones en el contexto interno, política que impide la globalización del empresariado.
Un punto igualmente importante –manifestó Lacouture–, es todo el trabajo para facilitar y mejorar el costo país, porque hay unas tarifas que, si bien han venido moderándose, siguen siendo muy altas. En ese frente, Analdex ha sido un gran actor en el proceso para mejorar el indicador costo país, que abarca logística, infraestructura, energía y todo lo relacionado con obras y servicios que han obstaculizado la mayor introducción de Colombia en el mercado mundial.
“Colombia es muy joven en su apertura de tratados comerciales; hemos avanzado de forma importante, pero al mismo tiempo tenemos que acomodarnos a las necesidades de los consumidores y a las políticas de los países. Hay una variable sustancial que va de la mano del factor competitividad y es ajustar el país a los temas de calidad a nivel internacional, es decir, que cumplamos con las normas de cada nación a la cual queremos llegar. En ese sentido hay un camino por recorrer, ya que tenemos normas antiquísimas que no fueron actualizadas y que en el momento en que una empresa quiera exportar y adolezca de la regla de mercado, se verá el ejercicio como un costo, más no como una oportunidad”, puntualizó la dirigente.
Amcham ha detectado, a septiembre de 2021, 108 partidas arancelarias con oportunidades que tienen ventaja comparativa revelada, y por eso desde 2019 la Cámara viene trabajando con las empresas. Esto permite decir que 53 partidas arancelarias aumentaron sus ventas a Estados Unidos en 26 por ciento, generando opciones de negocio en más de 225 productos que anteriormente no tenían ese repunte. El crecimiento de las partidas en mención, según los seguimientos que hace Amcham, fue superior a 240 por ciento. Un dato nada menor es que el sector agrícola colombiano crece de manera interesante en Estados Unidos, mostrando un repunte que alcanza 14 por ciento.
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La provincia colombiana:
REGIONES un paradigma de
empuje exportador
Analdex Antioquia, compromiso exportador con empuje paisa
Dentro del ejercicio gremial siempre es prioridad trabajar en la facilitación y promoción de las principales actividades del comercio exterior, como lo son las importaciones, las exportaciones y los servicios logísticos, y de su monitoreo constante, no solo a nivel país sino a nivel regional. Antioquia ha demostrado, bajo esta premisa, ser el principal departamento en participación sobre las exportaciones colombianas. La competitividad exportadora de la industria antioqueña se da específicamente por el reglón que ocupan productos tradicionales, como oro, banano, café, plátano, flores y confecciones, por nombrar algunos de sus principales bienes de exportación. Antioquia es entonces elegida, junto a la Regional Suroccidente y a la Regional Caribe, para ser en conjunto las oficinas regionales que abre Analdex, como resultado de la decisión de afianzar el gremio, para que se acercara más a las necesidades de sus afiliados y de las empresas que están asentadas en estas regiones. Esta estrategia de apertura e ingreso directo del gremio a nuevas ciudades productivas del país, necesitaba de grandes esfuerzos para hacerlo realidad y además contar con el apoyo de la Junta Directiva. Fue entonces cuando el presidente de Analdex, Javier Díaz, inicio esta articulación junto a sus afiliados más cercanos en la región antioqueña –y en ese entonces miembros de Junta–, el grupo Crystal, empresa reconocida del sector textil, quienes tenían a uno de sus representantes en la Junta Directiva del gremio, Luis Fernando González.
REGIONES
También se contaba con la representación antioqueña de miembros como Jaime Ignacio Gutiérrez, de CIIGSA; Ana Gabriela Mejía, de Caribbean Exotics; Guillermo Valencia (q.e.p.d.), de Confecciones El CID; y Andrés Berdugo (q.e.p.d.), por parte de C.I. Jeans; miembros que además articularon temas importantes para la región y que marcaron hitos para el gremio, como haber participado en las negociaciones de los TLC con Estados Unidos, Europa, Canadá, Centroamérica y Pacto Andino.
Fue ahí, justo en ese momento de gran dinámica internacional y de una gran labor gremial junto al gobierno nacional, donde se dio esa primera reunión entre Javier Díaz y Luis Fernando González, para discutir sobre el proyecto de apertura de la Regional Antioquia de Analdex. El 2 de mayo de 2008 formalmente inicia la operación de la oficina regional del gremio en Medellín, en el edificio Forum, así como ya lo había hecho la Regional Suroccidente, seguida de la Regional Caribe, y por último se abriría la oficina del Eje Cafetero, siendo en total cuatro regionales que soportan la estrategia nacional de Analdex y que permiten trabajar sobre las particularidades de cada región.
En Antioquia se comienza con la implementación y desarrollo de grandes esquemas de capacitación y actualización, y diferentes seminarios en materia aduanera, cambiaria y de comercio exterior. Además, se presentó el Foro Nacional de Importadores, evento que ya gozaba de reconocimiento en Bogotá y llegó a Medellín con una respuesta empresarial muy satisfactoria, tanto para el sector privado local, como para el sector público.
Desde sus inicios, la Regional Antioquia ha orientado sus actividades a ser pieza fundamental en la búsqueda de soluciones a las dificultades que los empresarios antioqueños enfrentan en sus operaciones de comercio exterior. Adicional a esto, Analdex se ha convertido en un aliado efectivo para las empresas meDiante el mejoramiento continuo de sus procesos. En este sentido, la Regional Antioquia viene cumpliendo con el ob-
jetivo de hacer parte de alianzas público-privadas encaminadas a potenciar el sector de comercio exterior y al mejoramiento de la logística como articulador de servicios, se han establecido alianzas con el gobierno local (alcaldía y gobernación), con entidades descentralizadas, con cámaras de comercio y con la academia.
También desde esta Regional se han hecho ingentes esfuerzos por apoyar proyectos enca-
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Foto: Echeverri Urrea / Shutterstock.com
minados principalmente a incentivar al empresario pyme en sus procesos de internacionalización. Han sido muchos escenarios, tales como proyectos de régimen franco, levantamiento de restricciones de importaciones en Urabá, apoyo a proyectos de terminales regionales, facilitación y difusión de la operación aduanera, programas de Plan Vallejo, programas especiales de importación y exportación, sistemas de gestión
de riesgo y programas de operador económico autorizado OEA, entre otros.
La regional Antioquia ha realizado una ardua tarea con otras entidades departamentales y nacionales en el proyecto ‘Antioquia Exporta Más’, espacio que tiene como meta, no solo involucrar a los empresarios de la región en la cultura exportadora, sino lograr que la base empresarial crezca más y se mantenga en el tiempo.
REGIONES 195
Analdex Suroccidente, una necesidad en el Pacífico
La iniciativa de establecer un contacto más cercano y permanente con Analdex por parte de varios afiliados de Cali, Yumbo y Palmira, aunada a la necesidad de tener una mayor cobertura y llegar a más empresas, llevó a la creación de la Regional Suroccidente en 2008.
Uno de sus objetivos fue desarrollar un relacionamiento con autoridades locales, lo cual incluía a Cali y Buenaventura. La realización de reuniones periódicas y la visibilidad que le dio la oficina regional a Analdex, le permitió participar de varias iniciativas muy importantes para el comercio exterior a nivel nacional.
Después de una extensa gestión y lograr convencer a los usuarios del Parque Industrial y Comercial del Cauca, quienes se beneficiaron de la Ley Páez (ley 218 de 1995) hasta el año 2005, finalmente en 2009 se logró consolidar el proyecto de la Zona Franca del Cauca, para darles continuidad a estas empresas asentadas en los municipios de Caloto, Puerto Tejada y Santander de Quilichao.
Desde la Regional Suroccidente de Analdex y la dirección central se continúa con el acompañamiento y apoyo al proyecto, y hoy en día la Zona de Libre Comercio del Cauca se consolida como una de las principales a nivel nacional.
Desde sus inicios, la regional ha procurado mantenerse cerca a las actividades acadé-
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micas, en apoyo de los nuevos ejecutivos del comercio, y es así como en el año 2016 se firmó un convenio con la Universidad Autónoma de Occidente para unificar esfuerzos, con el fin de mejorar las capacidades del sector del comercio exterior.
En este primer año de desarrollo del convenio se realizaron dos actividades muy relevantes: la primera fue una investigación que logró caracterizar de manera formal la preparación académica y las competencias de los líderes de las áreas de comercio exterior de las empresas en el suroccidente colombiano.
Una de las grandes conclusiones fue que, si bien la dirección de estas áreas cuenta con profesionales de alto nivel, se evidenció que faltaban conocimientos específicos para mejorar la competitividad, lo que llevó a la segunda actividad: la estructuración de la Especialización en Comercio Exterior, a la cual, gracias a la participación de Analdex, se le dio un enfoque muy práctico, se incluyó metodología de casos y se estructuró para profesionales de todas las áreas que quieran mejorar sus competencias.
Un gran aporte de la Regional al sector empresarial es el acompañamiento con los afiliados a nivel micro, evaluando al interior de las empresas cuáles son las acciones que se pueden mejorar y cómo desde el gremio se puede potenciar la competitividad de las empresas. Producto de este trabajo fueron los comités de acercamiento con autoridades, especialmente la Dian, para facilitar sus operaciones.
Es así como, en resumen, las actividades de la Regional Suroccidente de Analdex son la confirmación del compromiso que tiene el gremio con la región. Valle del Cauca, Cauca y Nariño, con una oferta exportable altamente sofisticada, con una agroindustria de alto valor agregado y productividad, con un puerto que le da acceso a 70% de las importaciones del país, confirman la importancia que tiene la región para el comercio exterior.
Costa Atlántica: pionera, pujante y exportadora
Las Oficinas Regionales de Analdex fueron indudablemente la reorientación visionaria de mayor proyección para el gremio, iniciada en 2008 con la misión de representar y atender los intereses y servicios directos a empresarios de las provincias. Probablemente el galopante deterioro de las relaciones políticas con la República Bolivariana de Venezuela, dirigida en su momento por el presidente Hugo Chávez, impulsó los requerimientos para fortalecer la Regional Caribe.
Los cambios geopolíticos en la región y los nuevos escenarios comerciales, constituían
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para los empresarios del país –y de la Región Caribe en especial–, un cúmulo de incertidumbres, y la esperanza de apertura de nuevos mercados, que hicieron más consecuente contar con Analdex en la Costa Norte colombiana.
Pronto, el acompañamiento con un número importante y representativo de empresarios de la región fue la fórmula ganadora, por asesorarles y guiarles oportunamente sobre las aplicaciones normativas y procedimentales. Estos menesteres, desde el análisis de Analdex, fueron fundamentales en la misión gremial. Para lograr una mayor y mejor eficiencia en la presencia regional fue planteada la iniciativa, para 2010 y 2012, de apertura de oficinas alternas y dependientes de Barranquilla en Santa Marta y Cartagena, en alianza con las universidades Sergio Arboleda y Jorge Tadeo Lozano.
Los comités técnicos con temas de interés empresarial son el mayor tesoro para fortalecer las relaciones con afiliados y la comunidad en general. Cada año, y en condiciones normales, la regional Analdex Caribe desarrolla en promedio veinte eventos. Durante 2020 el escenario físico de las ciudades de la región, donde se comparte el conocimiento y experiencias, cambió al medio virtual con mejores y mayores expectativas, incrementando inclusive el número de participantes.
Con éxito Analdex Caribe logró tres versiones del evento ‘Misiones Académicas y Comerciales a Panamá’ entre 2011 y 2013, con el ánimo de afianzar conocimientos, experiencias y búsqueda de mercados. Adicionalmente, a partir de 2012 y con visión anual, fue concebido el evento regional de mayor impacto empresarial en Santa Marta, el “Encuentro Portuario e Industrial del Caribe”.
El sistema de gestión en la prevención del riesgo de lavado de activos, financiación del terrorismo y proliferación de armas de destrucción masiva LAFT-ADM, exigido a empresas que realizan actividades de comercio exterior, presentó otra oportunidad en asesorías y capacitaciones, que sigue aprovechando la Regional Caribe de Analdex.
Analdex también florece en la Región Cafetera
Con el propósito de acercarse con mayor interés y vocación de servicio a los empresarios y actores del desarrollo en los departamentos de Caldas, Quindío y Risaralda, Analdex anunció en febrero de 2020 la apertura de la Regional Eje Cafetero, como una apuesta estratégica para aportar positivamente a la economía y a las cadenas de valor del comercio exterior y la logística de esta importante zona del país.
Analdex consideró vital abrir la Regional Eje Cafetero porque el gremio tiene y ha tenido muchos retos para trabajar con los actores del desarrollo en la economía regional. En su momento, el presidente de Analdex Javier Díaz Molina expuso que en especial, era necesario impulsar estrategias para la diversificación de la canasta exportadora, dependiente en más de 50% del café verde. Igual, articular esfuerzos para buscar nuevos destinos internacionales para los bienes y servicios de la región, y apoyar estrategias para la facilitación del comercio exterior de la región.
Con la oficina se trazaron metas como mejorar los procesos para dar mayor eficiencia a las actividades de importación y exportación de bienes, aumentar el valor agregado de las exportaciones no mineroenergéticas (NME), mejorar las cadenas de suministro y llevar más empresas a las tendencias del comercio electrónico.
Analdex, con su nueva oficina en el corazón del café, dio pasos importantes en la articulación con instituciones públicas, privadas y académicas de los tres departamentos de la región Eje Cafetero, gracias a un trabajo proactivo encaminado a fortalecer el tejido empresarial y ayudar a las empresas para que se inserten positivamente al comercio internacional.
La tradición exportadora del Eje Cafetero es de vieja data. En 1931 operaban en Manizales 25 exportadores, en Belalcázar seis, en Manzanares seis, en Riosucio tres y en Salamina cuatro. Entre los extranjeros sobresalía
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American Coffee Co, Steinwonder S. Co, Grace y Co, y Haul and Rand Inc. Entre los exportadores nacionales se contaban Eduardo Trujillo, Miguel Ángel Hoyos, Pedro Bernal, Rafael Jenaro Mejía y Ricardo Ángel.
La Federación Nacional de Cafeteros de Colombia es una empresa afiliada hoy a Analdex, y lo está desde noviembre de 1993. Con el impulso del sector cafetero a otros sectores productivos aparecen, sobre todo en las zonas urbanas, actividades pro -
ductivas en cadena como las confecciones, prendas de vestir, agroindustria, comercio, servicios, metalmecánica, máquinas y herramientas, entre otros.
En 1975 nace Nicole en Manizales y Pereira, una empresa insignia durante varias décadas del sector de las confecciones del Eje Cafetero para los mercados mundiales. Otras factorías icónicas afiliadas a Analdex son Incoco, Magnetrón, La Meseta, Comercializadora Santander, Textiles Omnes y Zona Franca de Pereira.
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Javier Díaz Molina
Colombia teme a los grandes proyectos
El presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior, Analdex, Javier Díaz Molina, nació en Ibagué en 1956 y ha dedicado 34 años de su vida al gremio que lo acogió en 1987, cuando el presidente de entonces, Fernando Barberi, lo llamó para que hiciera parte del equipo. Como muchos empresarios de la época, notó en Díaz Molina visión, inteligencia, disciplina y aplomo. Antes de hacer su arribo, estuvo un quinquenio en la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia, Andi, en donde su labor estuvo centrada en el comercio exterior y las exportaciones, por encargo de Fabio Echeverri Correa.
Díaz Molina estuvo vinculado durante un año con la Universidad Nacional, donde hizo parte del equipo que
diseñó el Parque Simón Bolívar, encargado de la parte financiera. En Analdex hace parte ya del inventario, habida cuenta que fue durante diez años vicepresidente y hoy lleva 24 primaveras como presidente.
Para Javier Díaz Molina resulta muy satisfactorio mirar en retrospectiva lo que se ha hecho, porque permite ver la transformación del gremio, un proceso de éxito que trabajó con Fernando Barberi y con otros presidentes de Analdex. “Con la Junta Directiva siempre se logró que todo lo que dijera el gremio estuviera soportado, es decir, que cualquier pronunciamiento de Analdex tuviera la certeza de las cifras, un asidero técnico, y eso permitió que el gremio tuviera credibilidad”, expuso el directivo.
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El proceso, en 50 años –dijo Díaz Molina– no fue fácil. Caso opuesto, resultó un asunto complejo porque implicó e implica convencer a la gente para que se agremie y se organice, ya que solo así puede defender unos principios y unas causas. El tema no fue tan sencillo, recalcó, pero de manera afortunada se logró.
Agregó que al mirar el proceso de exportación o de comercio exterior en Colombia, hay elementos satisfactorios, el país avanzó y modernizó su comercio, pero también hay frustraciones, porque Colombia debería exportar el doble de lo que despacha actualmente. Hay sinsabores, ya que no se ha logrado incidir realmente en los empresarios para que se vuelquen hacia la exportación y tampoco se consiguió convencer al Gobierno para que vea las actividades de comercio internacional como un propósito nacional, para los empresarios sigue siendo más rentable vender en el mercado local que exportar.
“Esa es una frustración que llevo, pero que me impulsa a seguir trabajando, porque estoy convencido de que Colombia tiene que volcarse al mercado internacional, tener una mayor vinculación, y ese propósito está a medias todavía”, señaló.
En opinión del dirigente gremial, hace falta aprovechar mejor los mecanismos de comercio, como los TLC y otros instrumentos facilitadores, porque la indiferencia por los retos hace parte de la idiosincrasia colombiana, el país que le tiene miedo a los proyectos grandes.
“En mis tiempos de estudiante en Bogotá se habló de la Avenida de los Cerros y mucha gente se opuso, y finalmente terminamos haciendo, a las escondidas, una circunvalar que tan solo unió unas cuantas cuadras, pero finalmente no dejó ver el proyecto grande que demandaba la ciudad y que hoy sería una tremenda solución. Lo propio pasó con el Mundial de Fútbol, como de costumbre vino el pavor y
el país renunció a semejante privilegio porque la plata que exigía la organización del evento iba a ser invertida en hospitales y escuelas, y al final no se hizo ni lo uno ni lo otro. El país sufre de vértigo por las iniciativas de gran tamaño y un propósito superlativo es lograr que Colombia logre vincularse con la economía internacional, convertirse en un país moderno, de avanzada. Seguimos en la tónica del poco a poco, en síntesis, por eso no hemos logrado grandes cosas”, apuntó Díaz Molina.
Al presidente de Analdex le correspondió un tremendo privilegio: hacer parte de la historia y de la transición del comercio, ese que dejó el mercado regional, el negocio de vecindario para llegar a las grandes ligas mercantiles.
Dijo que al mirar la economía colombiana y su comercio con espejo retrovisor y ver de dónde viene y en qué sitio está, es notable que el país logró avanzar, sin que ello diga que todo está hecho, porque hace falta mucho trabajo para articular el mercado colombiano con la economía internacional. En su análisis, no hay que darse por vencidos pues después de la pandemia, cuando se rompen las cadenas globales de valor, surgen cadenas regionales y ahí Colombia puede y debe vincularse.
Los momentos en materia de defensa gremial y negociación de los TLC lo han llevado a sentarse a la mesa con varios presidentes de Colombia y compartir ideas, discrepar y apostar por los consensos, siempre y cuando sean en favor del país.
Finalmente, señaló que en la construcción del gremio hay que agradecer a muchas personas que han contribuido en el proceso: A Ronald Bakalarz, a los miembros de la Junta Directiva, a quienes se fueron enarbolando la bandera del libre comercio: Juan Gilberto Moreno, Guillermo Valencia Jaramillo y Andrés Berdugo.
A todas las empresas afiliadas, gracias, muchas gracias.
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Agradecimientos
Agradecimiento especial a las empresas y organizaciones que con su aporte hicieron posible la publicación de este libro.
ALMACAFÉ
CARIBBEAN EXOTICS
COMFAMILIAR
GRUPO ÉXITO
PROCAPS
RACAFÉ
GRUPO PUERTO DE CARTAGENA
TENARIS
UNIÓN EUROPEA EN COLOMBIA
VIDRIO ANDINO
WESTFALIA FRUIT COLOMBIA
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Nuestras Oficinas
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