HISTORIA DE LA mODA

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El cambio de moda es el impuesto que la industria del pobre carga sobre la vanidad del rico. SĂŠbastien-Roch Nicolas, (Chamfort),


INDICE

Introducción

1

La moda según Gilles Lipovetsky

1

Historia de la moda

2

La moda como plataforma para la proyección del yo: la moda abierta

5

Gadget, objeto y sujeto: Sobjetos

6

Imágenes de moda

8

Conclusión

14

Bibliografía

15


La moda, más allá del vestido Marcelino Cerón Soria Introducción “Entre la intelectualidad la moda no se lleva”. Esta es la frase con la que el filosofo francés Gilles Lipovetsky comienza su libro “El imperio de lo efímero”. Y es cierto. La moda es despachada por la esfera académica tras un primero vistazo como un grupo de tendencias más o menos constantes y de marcado carácter frívolo. Eso es todo. Y es eso precisamente lo que convierte esta obra de Lipovetsky uno de sus ensayos más brillantes y contundentes. El autor francés deja de lado los prejuicios de la elite intelectual sobre la moda que, como iremos viendo, es mucho más amplio y complejo de lo que se podría pensar en un principio, y se adentra en él para ofrecernos un análisis agudo, original y certero. “La moda provoca el reflejo critico antes que el estudio objetivo, se la evoca para fustigarla, marcar distancias, deplorar la estupidez de los hombres y lo viciado de sus asuntos: la moda son siempre los demás” (LIPOVETSKY, 2004, pag 9) Lo que nos proponemos en este breve ensayo es realizar una reflexión sobre la moda y la extensión de su dinámica más allá del terreno del vestir, para ello realizaremos un breve recorrido sobre la trayectoria histórica de la moda, luego intentaremos comprender como la moda se sitúa como plataforma por excelencia de la postmodernidad, es decir, como agente clave de la espiral individualista y de la consolidación de las sociedades liberales. Mostraremos como la moda se extiende más allá de la vestimenta sobre artilugios tecnológicos y finalmente haremos una recopilación de imágenes que reflejen, en la medida de lo posible, las distintas formas del fenómeno moda.

La moda según Gilles Lipovetsky Pero ¿qué es la moda?, ¿por qué Lipovetsky centra su atención en un fenómeno marginado por el resto de intelectuales?. La respuesta viene dada por el mismo: la moda es asociado normalmente como un fenómeno vinculado estrechamente a la vestimenta, de manera exclusiva, y por lo tanto es un fenómeno liviano, plano y de poco interés científico. ¿Solamente?. “la historia del vestido es, sin duda, la referencia privilegiada de esa problemática. Es, sobre todo, a la luz de la metamorfosis de los estilos y los ritmos precipitados de la transformación de la indumentaria como se impone nuestra concepción histórica de la moda (LIPOVETSKY, 2004, pag 24)” Pero la moda es eso y mucho más, “…la moda no se ha mantenido, ni mucho menos, limitada al terreno del vestir. Paralelamente, con distinto grado y rapidez, otros sectores –el mobiliario y los objetos decorativos, el lenguaje y las formas, los gustos y las ideas, los artistas y las obras culturales- han sido ganados por los procesos de la moda, con sus caprichos con sus caprichos y sus rápidas oscilaciones. En este sentido resulta cierto que desde que se ha instaurado en Occidente, la moda no tiene contenido propio (LIPOVETSKY, 2004)”.


Lipovetsky entiende así la moda como una “forma especifica del cambio social que no se haya unida a un objeto determinado sino que es ante todo un dispositivo social caracterizado por una temporalidad particularmente breve, por virajes más o menos antojadizos, pudiendo afectar a muy diversos ámbitos de la vida colectiva. Pero hasta los siglos XIX y XX, no cabe duda de que la indumentaria fue lo que encarnó, más o menos ostensiblemente, el proceso de la moda” (LIPOVETSKY, 2004) En este sentido Lipovetsky esgrime el fenómeno de la moda asociado a su contexto y significado social que despliega mucho más ampliamente en la segunda parte de su obra. Historia de la moda En un principio puede suponerse que la moda es un fenómeno inseparable del mundo moderno occidental. No lo es tal. Lipovetsky establece el punto de partida de la moda a finales de la Edad Media. “Durante decenas de milenios la colectiva se desarrollo sin culto a las fantasías y a las novedades, sin la inestabilidad y temporalidad efímera de la moda, lo que no quiere decir sin cambio ni curiosidad o gusto por las realidades de la externo”, sin embargo, continua Lipovetsky, “hasta la Edad Media no es posible reconocer el orden mismo de la moda, la moda como sistema, con sus incesantes metamorfosis, sus sacudidas, sus extravagancias” (LIPOVETSKY, 2004, pag 45). Con anterioridad, aunque algunas civilizaciones habían sido más o menos abiertas o conservadoras al cambio, el margen de maniobra estaba muy limitado por un respeto hermético a la tradición, el prestigio de la antigüedad, la imitación de los antepasados y las férreas convenciones sociales. Es entonces a finales de la Edad Media cuando el paradigma de inmutabilidad sobre las tradiciones, que había prevalecido hasta entonces, comienza a resquebrajarse y el germen de la moda puede comenzar a brotar. Es aquí cuando entendemos por que el vestido es el elemento originario de la moda. El vestido proyectaba un determinado estatus social. Incluso estaba prohibido que las personas que no perteneciesen a determinada clase social luciesen trajes o vestimentas propias de estratos superiores. Con la aparición de la burguesía, y de nuevos valores, la inmutabilidad en el vestir comienza a desaparecer. Nuevas clases sociales que aspiraban, en un principio, a ostentar vestimentas propias de las clases nobles, para más adelante establecer sus propios símbolos ornamentales acorde a los valores esgrimidos por ellos mismos. Lipovetsky acepta solo parcialmente este razonamiento que vincula desarrollo social y económico a la moda. El “consumo demostrativo”, es decir, aquella ostentación que tiene como objetivo mostrar el estatus social al que se pertenece no explica totalmente el origen de las innovaciones en cadena y la ruptura con la valoración inmemorial del pasado que encontramos en la moda. Lipovetsky añade como factor clave para el desarrollo de la moda la celebración de la individualidad: “Al final de la Edad Media la individualización de la apariencia conquisto su carta de ciudadanía; no ser como los demás, ser único, llego a ser una pasión y una aspiración legitimas en el mundo cortesano… Con la nueva actitud de la unidad social respecto a la norma


colectiva se intuyo una nueva relación social respecto a la dinámica: la legitimidad de la innovación y del presente social fue pareja a la aparición de lógica estéticoindividualista como lógica de la diferencia y la autonomía” (LIPOVETSKY, 2004). También debemos de tener en cuenta la aparición del homo frivolus, aquel ciudadano que busca los placeres terrenales, ahora accesibles gracias a la sociedad cortesana, así como a la nueva sensibilidad moderna en la que desapuntan ya la melancolía del tiempo y la angustia por abandonar la vida. A estos tres elementos, se le suma la moda como herramienta clave en el juego de la seducción, es decir, el vestido como factor de cortejo en su papel de exaltación de la figura humana, “el atavió de la moda testifica que se esta en la era moderna de la seducción, de la estética de la personalidad y la sensualidad” (LIPOVETSKY, 2004) Podemos así concluir que formula que da lugar al nacimiento de la moda moderna esta sustentada por la combinación de cuatro elementos

Es conforme al desarrollo y la ampliación de estos elementos cuando la moda comienza a confeccionarse hasta llegar a mediados del siglo XIX donde la moda comienza a darse en su sentido moderno-institucional con la creación de las casas de Alta Costura francesas, que fue pareja a la confección industrial, su funcionamiento combinado derivo, por un lado, en la democratización de la moda y por otro, en su regulación, en forma de temporadas. A lo largo del siglo XX esta dinámica alta costura-confección industrial encuentra su epicentro en Paris, y se extiende sobre los mercados europeo y americano, pasando a su vez por distintas tendencias en el vestir propuestas por las grandes focos de alta costura parisina como Chanel o Patou. Sin embargo es aproximadamente a mediados del siglo XX cuando la moda va a vivir una explosión conceptual y va a fundirse con los valores de la postmodernidad impregnando todas las capas sociales y, en consecuencia, parte de la lógica del funcionamiento social. Es lo que se conoce como la moda abierta. La Alta Costura sigue funcionando pero pierde gran parte de su poder como foco de influencia, la moda se transforma en una adaptación de los valores postmodernos. Siendo uno de ellos la exaltación de la individualidad, la personalización de las formas, y el ansia de diferencia que da lugar una eclosión de formas acorde con la identidad individual.



La moda como plataforma para la proyección del yo: la moda abierta

Lipovetsky nos hace reflexionar sobre la dimensión personal que adquiere la moda en esta etapa de la historia. La apariencia personal, y como extensión, el vestido, el atuendo, siempre ha tenido una función comunicacional enraizada en el Yo. Este manifestación externa del Yo ha desprendido unos valores que han sido más o menos libres y tenían asociados unos significados u otros en función del contexto histórico y que se expresaban con cierta limitaciones a través del atuendo. En la sociedad de consumo, con el estallido narcisista y el culto al yo, la apariencia se torna la máxima expresión significante del ego mucho más libre y creativo que en épocas anteriores. “La moda no solamente ha permitido mostrar una pertenencia de rango, de clases, de nación, ha sido además un vector de individualización narcisista, un instrumento de liberación del culto estético del Yo” (LIPOVETSKY, 2004) Globalización, culto del Yo, ecología, redes sociales, cambio, mundialización, Internet, caída de los metarelatos, perdida de fe en las ideologías, descrédito hacia la política, perdida de punto de referencia con respecto al pasado, tiempo unidireccional (lo que Baudrillard denomina “el tiempo real”), sociedad de consumo, seducción, psicologismo, narcisismo, ausencia de clases y bienestar son algunos de los valores que encontramos en la postmodernidad, donde la moda ha encontrado su perfecto caldo de cultivo. Las características de la postmodernidad ensalzan la individualidad como el centro del sistema consumista. El hombre es ahora la medida de todas las cosas y la medida, a su vez, de si mismo. La dinámica mediática, y la imagen como elemento clave de esta mediación, se extiende al atuendo. Es decir, la imagen es predominante, también en la proyección individual, por lo que el atuendo se transforma en una imagen que pretende ser el reflejo de ese Yo interno. La moda más institucional había tenido (y en menor media, sigue teniendo), la misión de configurar significaciones que “condensaba” en una vestimenta y que otorgaban al individuo unos valores que iban asociados a esa prenda. Con la primacía del yo, el individuo ha generado sus propios mensajes, su propia moda: la moda abierta. Una moda que tiene la particularidad de reflejar todas las singularidades de un individuo, o un grupo de individuos y que puede seguir, o no, los cánones dictados por una moda más institucional. “Con la moda las personas van a observarse, a apreciar sus apariencias reciprocas, a calibrar los matices de corte, colores, motivos del traje. Aparato que genera juicio estético y social, la moda ha favorecido la mirada critica de la gente mundana, ha estimulado las observaciones más o menos agradables sobre la elegancia de los demás, ha sido un agente de automatización del gusto, cualquiera que haya sido la amplitud de las corrientes miméticas que lo han suscitado .” (LIPOVETSKY, 2004, pag 41) La moda abierta es entonces mucho más libre, mucho más caótica si se prefiere que los conceptos de moda que se habían dado con anterioridad. Es cierto que siguen existiendo patrones de conducta en el vestir (se sigue calificando de elegante una determinada


forma de vestir, o se sigue concibiendo ropa de chica y ropa de chico, etc) y una moda institucional que sigue lanzando con regularidad estándares de forma y comportamiento en el vestir, sin embargo, si nos alejamos un poco de la moda más institucional, al otro extremo de la Alta Costura, encontramos un movimiento que acoge las singularidades y los matices propios de cada individuo. Una moda liberada, que acoge incluso lo grotesco, lo feo o lo estridente. Una moda que puede acoger su propio contrario: la antimoda. Una moda que adquiere tantas formas como sus egos portadores. Gadget, objeto y sujeto: Sobjetos La dinámica cambiante y frenética de la moda se extiende a toda la postmodernidad: la norma de lo efímero es lo que rige la producción y el consumo de los objetos. Lipovetsky llega a afirmar que más allá de todas las características de la postmodernidad anteriormente mencionadas, estructuralmente lo que define nuestra era es la generalización del proceso de moda. Se impone la dinámica de la renovación acelerada, de la diversificación y la estabilidad de los modelos que se mueven en una variación tan rápida como regular en sus formas. La lógica económica ha desechado toda idea de permanencia y ha adoptado la norma de lo efímero como sistema en la producción y consumo de objetos. Lo nuevo se impone en una esfera comercial dominada por la innovación, lo que Lipovetsky señala como la economía-moda, que sucumbe a la seducción del cambio. La expresión máxima de esta económica frívola es el gadget. El gadget llega también como ejemplo clave de objeto significante. De objetos que tienen adherida una personalidad que envuelve a su portador. El objeto personaliza al sujeto y el sujeto se ve reflejado en el objeto. Es lo que Vicente Verdú acuña como sobjeto. Cada sobjeto es una reproducción en miniatura de la relación general que la humanidad y los artefactos mantienen entre sí: “cruzándose mentalidades y emociones, ha nacido un espacio general donde crece la subjetividad del objeto y la objetividad del sujeto, ambos emitiendo y recibiendo partículas del otro y, en el proceso, construyendo la criatura híbrida de los sobjetos” (VERDU, 2006, pag 197) Los sobjetos se hermanan con la figura del vestido en tanto en cuanto se revelan como elementos cargados de un significado dirigido a proyectar ese Yo interno. Observamos incluso como algunos de esos gadget adquieren la forma de complemento indumentario El ejemplo clave de gadget que asume estas características de sobjeto y que además hace las veces de complemento la encontramos en el Ipod.


Por otro lado observamos como el Ipod responde a ese proceso desestandarización de los productos que se manifiesta en estrategias de gamas consistentes en proponer un amplio abanico de modelos construidos a partir de elementos estándar.

En esta línea, encontramos también las pulseras USB, gadget y complemento. Tecnología y diseño


Imágenes de moda Como señalábamos con anterioridad, la convivencia de sociedad mediática y exaltación del ego, transforman a cada individuo en emisor y receptor. El fenómeno blog sería quizá la máxima expresión de este individuo creador de su propio contenido, emisor de su propio yo. Como hemos visto la moda estructura la era consumista, lo cual no deja significar que la dinámica frívola y superficial se extiende a esferas tan importantes como la economía, la política o la forma de comunicarse. Sin embargo el fenómeno que consideramos más visual, y a su vez más vistoso y amplio, es la absorción individuad de esa frivolidad, es decir, la indumentaria personal como reflejo de ese yo. Una indumentaria que no deja de ser la emisión de unos valores, de unas convicciones y de unos estilos de vida. La imagen se torna vestido, y este, a su vez, en el mensaje de las personalidades postmodernas. La variedad en la indumentaria como reflejo de la personalidad nos ofrece una amplia gama de imágenes, cargada de matices. Tantas, como distintas personalidades podemos encontrar. Seria prácticamente imposible reflejarlas todas, sin embrago intentaremos ofrecer aquí un extracto de las más comunes.

- Moda callejera


-La antimoda


-Alta Costura


-Pret a porter


-Indumentarias sociales asociados a tendencias musicales



Conclusión A lo largo de las páginas del imperio de lo efímero descubrimos como se hace patente la primera impresión de Lipovetsky: la moda es ha sido un fenómeno marginado por los académicos, pero, ¿esta justificada esta marginalidad? Tras leer a Lipovetsky descubrimos que los valores de la moda estructuran gran parte de los fenómenos contemporáneos. Manifiesta una estructura social estrechamente relacionada con el consumo, en una era en la que, precisamente, el consumo es el motor del sistema económico, a la vez que la proyección de la imagen del Yo. Política y economía, razonamiento e imagen, personalidad y sociedad. Todo parece vivir acorde a la frivolidad propia de la moda. Una dinámica efímera y novedosa que lo impregna toda aplanando definitivamente el tiempo en una espiral que no tiene ni principio ni fin.

El imperio de lo efímero desgrana con brillantez el funcionamiento de una sociedad hecha a imagen y semejanza de la moda, por que, ya sin duda, la moda es el vestido y mucho más.


BIBLIOGRAFÍA BAUDRILLARD, Jean. (2002): Cultura y simulacro. Barcelona, Editorial Cairos

LIPOVESTSKY, G. (2004): El imperio de lo efímero: la moda y su destino en las sociedades modernas, Barcelona, Editorial Anagrama

VERDU, V. (2006): Yo y tú, objetos de lujo: el personismo, la primera revolución cultural del siglo XXI. Barcelona, Debate


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