Siglo XVII_MARCO

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Tournament book, late 16th/early 17th century. German (Nuremberg). Pen and colored wash on paper, leather

Europa en el siglo XVII Los primeros años del siglo XVII fueron tiempos de paz en Europa, pero esa situación cambió a partir de 1618, fecha en la que dio comienzo la Guerra de los Treinta Años, con la que se iniciaron una serie de conflictos bélicos que jalonaron todo el siglo. Los grandes protagonistas fueron España y Francia, que se disputaban el predominio sobre Europa. Mientras tanto los Países Bajos, Holanda, los territorios italianos y los pequeños estados alemanes por un lado, e Inglaterra por otro, ni deseaban una potencia preponderante, ni dejaron de ser causa de disputas y enfrentamientos, con frecuencia planteados como una problemática de índole religiosa. En este sentido puede decirse que la Paz de Westfalia de 1648 (al final de la Guerra de los Treinta Años) dividió el siglo XVII en dos etapas, poniendo fin a la supremacía española y dando paso al esplendor de la monarquía francesa de Luis XIV. Al finalizar el siglo y con la muerte, en 1700, de Carlos II de España (que no tenía hijos) se planteó de nuevo el problema, al tener que elegir como aspirante al trono español entre un francés y un alemán, pero como para entonces Europa buscaba ya una política de equilibrio, la solución vino dada más por el compromiso diplomático que por la guerra, que enfrento a los partidarios de estos. En el seno de cada país, el siglo XVII tampoco fue un periodo tranquilo. España tuvo que resolver, en 1640, el conflicto de la separación de Portugal y Cataluña y más tarde, diversos levantamientos revolucionarios en otras regiones. Francia sufrió, de 1648 a 1653, la rebelión de La Fronda. Alemania se vio sometida a constantes conflictos político-religiosos, protagonizados por los príncipes y el emperador. Y en Inglaterra, tras la muerte de Isabel I en 1606, los conflictos religiosos y políticos entre la tendencia absolutista de los monarcas y el Parlamento se prolongaron hasta 1688, con el triunfo final del parlamentarismo. En gran medida, estos conflictos internos fueron fruto del choque entre las actitudes absolutistas de los monarcas y los intereses de grupos sociales (nobleza o burguesía) o de regiones enteras que veían en peligro sus antiguos privilegios (fueros). Frente a los restos del feudalismo y a los problemas de política internacional, las monarquías autoritarias del Renacimiento pretendieron instaurar la fórmula del absolutismo, que no logró imponerse sin ser causa de muy diversos conflictos. Dejando a un lado el caso de Holanda, que ya 1


había logrado su independencia como una república, sólo Inglaterra terminó el siglo con una fórmula política diferente a la absolutista, al lograr imponerse allí los principios parlamentarios que fundamentaron una monarquía constitucional. Todo ello permite afirmar que, durante la época del Barroco, los europeos parecieron buscar, en política internacional, un ordenamiento definitivo de las nacionalidades y, en política interna, un sistema de gobierno que se ajustara a las necesidades y deseos de cada nación, pero tanto una cosa como la otra estaban lejos de ser algo definitivo. De todos modos, el alejamiento de las fórmulas del pasado (feudalismo, imperio, etc.) era el primer paso para sentar las bases de la Europa moderna. En ese sentido, la puesta en práctica de nuevas teorías económicas como el Mercantilismo y el Proteccionismo, supuso una completa adecuación a los tiempos, aunque ello trajera consigo un notable estancamiento de la agricultura, a la que se prestó menos atención. Por otro lado, la enorme actividad comercial y la creciente industria, no sólo significaron una línea económica más amplia, en la que la intervención estatal era, en algunos casos, determinante, sino también la consolidación de la clase burguesa y la aparición de un nuevo grupo social, el proletariado que, aunque tímidamente, ya empezó a dar muestras de su importancia.

Princess Elizabeth, Later Queen of Bohemia, ca. 1606. Robert Peake the Elder. Oil on canvas

La herencia de la sociedad estamental era muy fuerte y los grupos privilegiados tardarían aún en desaparecer, pero la época del Barroco también fue anunciadora del nuevo orden social que habría de imponerse a lo largo de los dos siglos siguientes. El estado de la religión en la Europa del Barroco En el aspecto religioso, la Europa del siglo XVII introdujo un cambio fundamental, aunque sutil, que demuestra cómo el interés nacionalista terminó arrinconando la influencia que la Iglesia había venido ejerciendo en el terreno de la política. El cisma protestante había causado guerras a lo largo del siglo XVI, pero en el XVII los problemas entre católicos y protestantes fueron meras disculpas para enfrentamientos bélicos en los que se solventaban otras cuestiones más estrictamente políticas.

The Lam entation, 1603 Domenichino (Domenico Zampieri) Oil on copper

La pérdida de la hegemonía imperial española supuso también olvidar la idea de Imperio de la cristiandad. Los papas perdieron gran parte de su influencia y, mientras tanto, en Francia, cardenales como Richelieu o Mazarino no dudaron en anteponer los intereses de Estado a los de la Iglesia y Luis XIV se consideró jefe de la iglesia católica francesa (galicanismo).


El mundo del pensamiento y de la ciencia irrumpió en el siglo XVII con concepciones nuevas y descubrimientos revolucionarios. Descartes planteó su filosofía racionalista y Spinoza se acercó al ateísmo a través de su análisis panteísta. Galileo, Kepler y Newton impusieron definitivamente el heliocentrismo y le dieron a la ciencia fuerza suficiente como para romper definitivamente con el argumento de autoridad que hasta entonces la había mantenido sujeta al credo religioso y al pensamiento eclesiástico. El racionalismo y la experimentación fueron logros definitivos de la época del Barroco, así como lo fueron docenas de inventos, leyes de física, principios matemáticos o conocimientos de medicina. El nuevo papel de la ciencia El avance científico-técnico del siglo XVII fue de tal envergadura que, con frecuencia, se hace referencia a él con el calificativo de "Revolución científica". Ciertamente se trató de una época particularmente fructífera en concepciones teóricas (leyes, teoremas, principios, etc.) y en inventos. Esto fue posible gracias a que en el siglo del Barroco confluyeron una serie de circunstancias favorables, como no se habían dado nunca. En primer lugar, la ciencia, tras las crisis religiosas y el desarrollo del pensamiento racionalista, pudo independizarse definitivamente del principio de autoridad impuesto por la Iglesia. Por otro lado, la difusión de la imprenta posibilitó una comunicación de ideas entre los hombres de ciencia, que enriqueció sus tareas y que permitió una cierta especialización del científico que, a través de los libros, podía contar con el apoyo y las ideas de otros colegas de otros campos. Los descubrimientos geográficos , por su parte, ofrecieron, además de notables datos de interés científico, la sensación de que el mundo no era algo imposible de conocer.

Galileo Galilei, Domenicho Tintoretto. 1635

Todo ello parece que despertó el ansia de saber y el deseo de conocer las leyes que rigen el universo hasta en sus más mínimos sucesos. En términos generales puede decirse que el desarrollo científico fue más fuerte y encontró más apoyo en los países del área protestante. Así, Holanda fue, coincidiendo con su momento de más esplendor, un importante foco cultural y científico que supo acoger algunas de las ideas más avanzadas de la época; allí, por ejemplo, publicó Galileo su última obra, las Consideraciones y demostraciones matemáticas sobre las nuevas ciencias. En Inglaterra, a finales del siglo, se fundó una de las más importantes sociedades científicas, la Royal Society, que apoyaría inmediatamente las ideas de Newton. Las dos ciencias de la época fueron las matemáticas y la física, muy unidas se desarrollaron ciertas técnicas de construcción de aparatos de ciencia y de inventos que demostraron teorías o que permitieron establecerlas. En física, a comienzos de siglo, Johannes Kepler (1575-1630), siguiendo la teoría heliocéntrica de Copérnico, estableció la teoría elíptica de la trayectoria de los planetas. Kepler, que fue un apasionado de la observación (Tycho Brahe le facilitó los datos obtenidos en su observatorio), no pudo llegar por el camino de la física a la teoría de la gravitación (de la que estuvo cerca) y, replegándose al campo de la matemática, al que consideraba más real y menos hipotético, se ocupó de formular cuantitativamente las observaciones que, mediante el primer telescopio astronómico construido por él, pudo realizar. Tras Kepler, Galileo Galilei (1564-1642) realizó sus geniales aportaciones de mecánica (leyes del péndulo y de la caída de los cuerpos) y dio un paso más


hacia la teoría de la gravitación, al tiempo que, con su telescopio, confirmaba la teoría heliocéntrica y descubría algunos de los satélites de Júpiter. Todos los descubrimientos relacionados con el sistema astronómico culminaron, a finales del siglo XVII, en las investigaciones de Newton (1642-1727), pero, las nuevas concepciones que se derivaron de su obra "Principios matemáticos de la filosofía natural", aparecida en 1687, en la que se exponía su teoría de la gravitación universal, tuvieron ya su repercusión en el siglo XVIII. En matemáticas los avances fueron continuos. En 1614, el inglés John Neper descubrió los logaritmos; algo más tarde, Descartes sentaba las bases de la geometría analítica. A lo largo del siglo se extendió el uso de las reglas de cálculo y, hacia 1645, el francés Blas Pascal inventó la primera máquina calculadora, además de descubrir los sistemas de integrales. De todos modos, el gran paso lo dieron Newton y Leibniz, al descubrir simultáneamente (uno en Inglaterra y el otro en Alemania) el cálculo infinitesimal, pues con él se abrió un nuevo mundo para las matemáticas. Otras muchas aportaciones se produjeron a lo largo del siglo, en forma de descubrimientos o inventos que afectaron a muy diversas ciencias: Torricelli descubrió la presión atmosférica e inventó el barómetro; Gasendi evaluó la velocidad del sonido; el inglés Boyle y el francés Mariotte establecieron las leyes de la presión de los gases y realizaron estudios básicos de química; Harvey explicó definitivamente la circulación sanguínea; Galileo fabricó el microscopio, que permitió estudiar los insectos y descubrir los protozoos y los espermatozoides a Leenwenhoek; y, antes de acabar el siglo, Papin hizo los primeros experimentos con máquinas que utilizaban la fuerza del vapor de agua, además de inventar una marmita de vapor, precedente de la olla a presión. Por otra parte, filósofos y hombres de ciencia encontraron en la matemática un saber modélico por varias razones: a) los resultados de sus conocimientos son exactos; b) las verdades que ofrece son necesarias, es decir, todo en matemática es como es (necesariamente), porque no puede ser de otro modo; c) el conocimiento necesario se impone con evidencia y veracidad absoluta, siendo que se afirma algo que no podría ser de otra manera; d) el lenguaje formal matemático es objetivo, ya que no es posible introducir subjetividades en él; e) tanto el lenguaje matemático como sus resultados son universales, ya que es común a todos y carece de subjetividades; y, por último, f) la ciencia matemática es útil y aplicable a la realidad circundante. Con estas características era lógico que la matemática lograra imponerse sobre las demás ciencias y, gracias a ello, la física salió del estancamiento en que se encontraba desde hacía siglos. Colonialismo europeo de los siglos XVII y XVIII En los siglos XVII y XVIII hubo una carrera colonialista entre los países europeos occidentales: Portugal emprendió desde principios del siglo XV la exploración hacia el sur. Los portugueses rodearon África y conquistaron varios puntos de su recorrido; se apoderaron de Angola, de Mozambique y de algunos lugares en la India. En el siglo XVII y XVIII, ingleses, holandeses y franceses entraron a la India. Los ingleses vencieron en su predominio y finalmente se apoderaron de toda la península hindú. Un siglo después de iniciada la colonización española, los ingleses llegaron a América, apropiándose de las islas de Jamaica y Barbados, y fundaron su primera colonia en la costa oeste de Norteamérica.

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Los franceses también conquistaron territorios en Norteamérica: colonizaron Canadá, se apropiaron de la región de los Grandes Lagos, llegaron al Valle del Misisipi y fundaron la ciudad de Nueva Orleáns. Después de algunos intentos fracasados de establecerse en América del Sur, poblaron algunas islas del Caribe. Los holandeses, por su parte, conquistaron Indonesia. En América fundaron la ciudad de Nueva Amsterdam, después llamada Nueva York, que perdieron ante los ingleses.

La Nueva España El primer explorador europeo en llegar al territorio que ahora llamamos México fue Francisco Hernández de Córdoba, quien en 1517 se topó con las costas de Yucatán y recorrió el litoral hasta Campeche. Un año después, Juan de Grijalva llegó por la costa hasta Veracruz y, finalmente, en 1519, Hernán Cortés se aventuró tierra adentro y conquistó el imperio mexica. La época colonial de la historia de México abarca de 1521, cuando los españoles tomaron la ciudad de Tenochtitlán (el 13 de agosto, día de San Hipólito), hasta 1810, con el descubrimiento de la conspiración de Querétaro y el inicio de la guerra de Independencia. Oficialmente, el virreinato de la Nueva España se fundó en 1534. Esta colonia comprendía un enorme territorio que se extendía desde Norteamérica (a la altura de Nuevo México) hasta Guatemala. Aquí, los españoles encontraron una gran variedad cultural y social: desde grupos primitivos y nómadas de organización tribal, hasta pueblos de una gran complejidad cultural (sedentarios agricultores, con división social y organización estatal, comercio, conocimientos astronómicos, matemáticos, etc.). La diversidad cultural y social determinó diferentes tipos de conquista, colonización y evangelización: En el norte del territorio hubo una conquista lenta que implicó una destrucción, no asimilación; hacia el centro sí se asimilaron algunos patrones prehispánicos, y se dieron fenómenos como el sincretismo y mestizaje.

Triptych (Sacring Tablet): Institution of the Sacrament of the Lord's Supper, 16th century Mexican. Feathers and colored paper laid down on wood, in gilt wood frame

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FUENTES

Asociación Española para la Cultura, el Arte y la Educación. Manifestaciones artísticas en el Barroco. http://www.cultureduca.com/histart_eurobarro_introd03.php Rodríguez Mortellaro, Itzel. «Colonialismo Europeo». SEPIENSA. http://sepiensa.org.mx/contenidos/h_mexicanas/colonia/colonia.htm Imágenes http://www.metmuseum.org/toah/works-of-art/22.229 http://www.metmuseum.org/toah/works-of-art/51.194.1 http://www.metmuseum.org/toah/works-of-art/2008.72 http://www.metmuseum.org/toah/works-of-art/88.3.1

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