La Edad Media En términos generales, lo que se conoce en historia como Edad Media es el periodo de tiempo en Europa comprendido entre el final de la antigüedad clásica y el inicio del Renacimiento o el periodo que va desde el siglo V al XV d. C. Esto es, desde la caída del Imperio Romano de Occidente (se toma como referencia la fecha de 476), hasta el Renacimiento (se toma como fecha de referencia 1492, el año del Descubrimiento de América y de la expulsión de musulmanes y judíos de la Península Ibérica). Este gran periodo se subdivide en otros: § § § §
Reinos germanos (s. V – IX). Una serie de pueblos del norte de Europa (visigodos, ostrogodos, francos, etc.) fueron progresivamente invadiendo los territorios del Imperio Romano de Occidente y estableciendo en ellos una serie de reinos independientes. Alta Edad Media (s. X – XII). Baja Edad Media (s. XIII – XV). En la Península Ibérica hay que considerar, además, un periodo paralelo en el tiempo pero con características diferenciadas que es el correspondiente a la dominación musulmana (711 a 1492 d. C.).
El Imperio Romano entra en crisis a partir de finales del s. II d. C. Algunas causas de esta crisis fueron las siguientes: § § § § § § §
Se producen levantamientos en las provincias contra el poder central de Roma. El ejército necesitaba cada vez mayor número de hombres para controlar la situación, por lo que se restaba mano de obra para el trabajo. Se tuvo que recurrir a mercenarios bárbaros. Aumentaban los impuestos para hacer frente a esta situación de grandes gastos. La moneda se devaluaba. El comercio se retrajo por la inseguridad de los caminos. Las ciudades estaban cada vez más desabastecidas y empezaron a perder importancia. Los propietarios huyeron al campo, abandonando las ciudades y asentándose en sus propiedades. Los pobres buscaron la protección en los ricos, debido a la debilidad del Estado.
En medio de esta crisis, dos momentos fundamentales contribuyen al fin definitivo del Imperio Romano de Occidente: 1.- A mediados del siglo V. d. C. el emperador Teodosio dividió el imperio en dos partes. 2.- Los pueblos germanos invadieron la parte occidental, que se fragmentó en numerosos estados.
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El poeta italiano Petrarca creía que lo que él llamaba “La Edad Oscura” había sido un periodo de oscuridad intelectual debido a la pérdida del conocimiento clásico greco-romano, al cual él veía como “la luz”. Los historiadores de periodos posteriores tomaron esa misma idea y el término de “La Edad Oscura” para referirse a la Edad Media. No obstante, caracterizar a la Edad Media como un periodo intermedio entre dos grandes periodos de la historia de la humanidad es incorrecto. La Edad Media no fue un periodo de ignorancia y atrás, sino el periodo en el que el Cristianismo floreció en Europa. El Cristianismo, y específicamente el catolicismo en el oeste latino, trajeron nuevas perspectivas sobre la vida y el mundo que rechazaban las tradiciones y el conocimiento obtenido en el mundo antiguo. Sin embargo, entre el siglo VII y el VIII el antiguo Imperio Romano se fragmentó lentamente en numerosas entidades políticas. Fue así como los límites de los países europeos se establecieron durante la Edad Media. También es el periodo en el que se formaron las primeras universidades como centros para la investigación y la producción de conocimiento, el establecimiento del derecho, numerosos periodos de reforma eclesiástica, y el nacimiento de la industria del turismo.
La cultura medieval • El latín es la lengua oficial de la cultura y la Iglesia la utiliza para su difusión. • En la literatura, se dan dos vertientes: la culta, en latín y la popular, en lenguas romances. • A la caída del Imperio Romano (Siglo V d. C.) le sigue el abandono del paganismo y la imposición de la religión cristiana. • La Iglesia juega un papel preponderante como fuerza difusora de la cultura y como poder político. La literatura se vuelve más nacional y surgen las diversas literaturas europeas. • Sobrevive la influencia grecolatina. • Lo más selecto de la cultura se centra en las bibliotecas de los conventos. • Es una sociedad teocéntrica (centrada en el culto al Dios cristiano) y de visión cristiana de la realidad. • Su sistema de gobierno es el sistema feudal. Además, el Rey otorgaba tierras a los que le servían. Los nobles juraban fidelidad al rey y eran sus vasallos. • La sociedad estratificada en clases sociales: nobleza, clero y campesinos.
Características del Feudalismo en Europa El feudalismo europeo coincidió con un profundo debilitamiento del Estado, en particular en cuanto a su función protectora. La sociedad feudal no sólo era diferente a una sociedad de parentelas y a una sociedad dominada por la fuerza del Estado. El feudalismo europeo se presenta como el resultado de la disolución de sociedades más antiguas. Sería inexplicable sin el gran trastorno de las invasiones germánicas que, obligando a fusionarse a dos sociedades originariamente colocadas en estadios muy diferentes de evolución, rompió los cuadros de ambas e hizo volver a la superficie muchos modos de
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pensar y hábitos sociales de un carácter singularmente primitivo. Se constituyó de forma definitiva en la atmósfera de las últimas incursiones bárbaras. Las causas principales que favorecieron la implantación del régimen feudal fueron: § § §
El retorno a una economía agraria de subsistencia. El debilitamiento del poder real. La inseguridad provocada por las invasiones. El feudalismo suponía una profunda disminución de la vida de relaciones, una circulación monetaria demasiado atrofiada para permitir la existencia de funcionarios asalariados, y una mentalidad apegada a lo sensible y a lo próximo. Cuando esas condiciones empezaron a cambiar, llegó el comienzo del fin. Más que jerarquizada, la sociedad feudal fue desigual; de jefes, más que de nobles; de siervos y no de esclavos. Si la esclavitud no hubiera desempeñado un papel tan débil, las formas de dependencia auténticamente feudales, en su aplicación a las clases inferiores, no hubieran tenido razón de existir. Sin embargo, el régimen feudal suponía la estrecha sujeción económica de una multitud de gente humilde hacia algunos poderosos. Habiendo recibido de edades anteriores la villa ya señorial del mundo romano y el sistema de gobierno germánico de las aldeas, extendió y consolidó estás formas de explotación del hombre por el hombre y, sumando en inseparable haz el derecho a la renta de la tierra con el derecho al mando, hizo de todo ello el verdadero señorío. En la sociedad feudal, el lazo humano característico fue la vinculación del subordinado a un jefe muy próximo.
Arm adura, 1400. Italia Acero, malla y tela (168.9 cm)
Sin embargo, a partir de la mitad del siglo XIII, las sociedades europeas se apartaron definitivamente del tipo feudal. No obstante, un sistema social no podría morir por completo y de un solo golpe. El feudalismo tuvo sus prolongaciones. A excepción de Inglaterra, donde la primera revolución del siglo XVII abolió toda distinción entre los feudos de caballeros y las otras tenures, las obligaciones de vasallaje y feudales, inscritas en la tierra, duraron tanto como el régimen señorial –como en Francia– o hasta que se procedió a la alodificación general de los feudos –como en Prusia en el siglo XVIII.
Las Cruzadas La Primera Cruzada En noviembre de 1095 el Papa Urbano II predicó un sermón en Clermont-Ferrand en Francia para lanzar la Primera Cruzada. El objetivo era ayudar a los cristianos del este y devolver a los cristianos el control del Santo Sepulcro con la iglesia de Jerusalén, que se decía contenía el sepulcro de Cristo. Absolución del pecado y gloria eterna fueron prometidas a los Cruzados, quienes también esperaban ganar tierras y riqueza en el Este. Los nobles y los vasallos respondieron en gran número al llamado y marcharon a través de Europa hasta Constantinopla, la capital del Imperio Bizantino. Con el apoyo del emperador bizantino, los caballeros fueron guiados con los cristianos armenios y marcharon a través de los territorios Seliuq en la moderna Turquía y Siria hasta alcanzar a Jerusalén. En junio de 1099, los Cruzados comenzaron un sitio a Jerusalén. Que se rindió en julio de 1099. Entonces los Cruzados
tomaron varias de las ciudades de la costa del Mediterráneo y construyeron un amplio número de fortalezas a lo largo de la Tierra Santa para proteger sus nuevos territorios.
Segunda y Tercera Cruzada Entre 1147-1149 se emprendió la Segunda Cruzada, cuyo campeón era el abad Bernardo de Clairvaux, que pretendía retomar Damasco en Siria. La campaña fue un fracaso debido a que los musulmanes se habían agrupado desde su derrota en Jerusalén. Dirigidos por Salah al-Din (Saladino, como fue conocido en Europa), los musulmanes avanzaron a través de Siria y finalmente retomaron Jerusalén en octubre de 1187. Sin embargo, hacia el final de la Tercera Cruzada (1180-1192), los Cruzados ganaron Chipre y Acre. Con cada Cruzada la relación entre los habitantes del Imperio Bizantino y los occidentales se volvió más complicada.
Cuarta Cruzada La Cuarta Cruzada se ubica en 1202 y Egipto era su meta. Luego de escoger bandos en una disputa dinástica en el Imperio Bizantino, los Cruzados establecieron sitio a Constantinopla para obtener el botín que se había prometido más de cien años antes por su apoyo a la defensa de Bizancio. Finalmente, la ciudad fue saqueada en 1204 y sus tesoros fueron divididos entre los venecianos, los franceses y otros Cruzados. El Imperio Latino de Constantinopla fue establecido con Baldwin de Flandes como emperador. En 1261 los bizantinos recuperaron la ciudad. Sucesivas Cruzadas tuvieron lugar en la Tierra Santa. La Séptima y Octava Cruzada en 1248 y 1270 fueron emprendidas por Louis IX, quien murió en Tunisia. En 1291 la ciudad Cruzada de Acre cayó y la era de los reinos latinos de la Cruzada terminó. Las llamadas a Cruzadas en siglos posteriormente fueron cada vez más ignoradas.
Stained-Glass Panel, ca. 1245–1248 France, Tours, Ambulatory of the Cathedral of SaintGatien. Pot-metal glass and vitreous paint 21 x 13 1/2 in. (53.3 x 34.3 cm)
La cultura visual en la Edad Media Las artes visuales prosperaron durante la Edad Media y crearon valores estéticos propios. Los miembros más ricos de la sociedad comisionaron la construcción de catedrales, iglesias, esculturas, pinturas, textiles, manuscritos, joyería y artefactos rituales a diversos artistas que vivían en las cortes. Muchas de estas comisiones eran de naturaleza religiosa, aunque los artistas medievales también produjeron arte secular. Pocos de sus nombres sobreviven debido a que en la Edad Media existía una extendida creencia de que la creación artística no era personal, sino un instrumento de la divinidad, y a que la convención de la originalidad artística individual es un concepto cultural que nacería hasta los siglos del Renacimiento. Sin embargo, estos artistas anónimos dejaron un legado artístico vasto. En el Oeste Europeo, el arte medieval es comúnmente fragmentado en subdivisiones. Estos periodos varían según la ubicación geográfica.
c. 500-800 – Arte Medieval Temprano Durante el largo periodo de tiempo que transcurre desde la implantación de las monarquías germánicas hasta que la Europa feudal alcanzó su máximo apogeo (aparición del románico), se desarrollaron diferentes estilos artísticos. Algunos de ellos nunca superaron un ámbito estrictamente localista, como fue el caso del arte vikingo en el Báltico, el irlandés en las Islas Británicas o el asturiano y el mozárabe en España. Otros, como el arte carolingio o el otoniano, consiguieron una mayor implantación y un desarrollo más grandioso por ser el fruto de unas monarquías más poderosas. Todos ellos, no obstante, fueron el camino preparatorio del futuro románico, al que condicionaron con sus peculiaridades en cada zona de Europa. Por otro lado, este conjunto de estilos recogió un amplísimo mundo de influencias, entre las que cabe destacarse las siguientes: § § §
La herencia clásica romana en el uso de arcos y bóvedas y en el mantenimiento de algunos elementos como las columnas y capiteles derivados de los órdenes clásicos. La influencia del cristianismo, sobre todo en lo referente a la temática iconográfica procedente de la Biblia. Las influencias bizantina y musulmana, puestas de manifiesto en el gusto por las plantas centrales y por algunos elementos decorativos.
c.780-900 – Arte Carolingio El Imperio carolingio supuso uno de los momentos de mayor esplendor de la Alta Edad Media. Carlomagno logró una unidad territorial en la que, a través del poderoso influjo de la Iglesia, se comenzaron a dar las primeras muestras de estandarización de formas constructivas. Si el proceso no llegó a consolidarse fue debido a la corta duración del esplendor carolingio y al proceso de feudalización que siguió a esta etapa. No obstante, muchas de las tendencias de este periodo se continuaron en la época del Imperio germánico de los Otones. Las producciones más importantes del arte carolingio se encuentran en la arquitectura, pues la pintura (fundamentalmente miniaturas de libros) y la escultura (tallas de marfil) siguen modelos anteriores de tradición germánica. Por lo que respecta a la arquitectura, fue casi en su totalidad religiosa y son pocas las obras que han perdurado.
Plano de San Gall
Las construcciones más frecuentes fueron los edificios de tipo basilical caracterizados por tener techumbre plana en la nave central y bóvedas en las laterales. El arco usado fue el de medio punto y, como materiales, alternaron la sillería con el ladrillo. Algunas de estas obras disponían de nave de crucero, con lo que se estableció un tipo de planta de gran influencia posterior. Cabe destacar también la gran actividad constructiva de los monasterios benedictinos. Estos grandes conjuntos monásticos se conocen gracias al plano del proyecto de reconstrucción del monasterio de San Gallen (San Gall). Este documento, cuya fecha aproximada es el año 820, fue enviado por un obispo al abad del convento; muestra, además de la complejidad de estos centros religiosos, una gran iglesia con atrio semicircular (réplica de la cabecera del templo) y torres cilíndricas a los lados.
c.900-1000 – Arte Otoniano El Imperio germánico de los Otones tuvo su breve existencia en la segunda mitad del siglo X. Para entonces ya se había iniciado la reforma cluniacense que, promovida por la poderosa orden benedictina, imponía nuevas formas constructivas anunciadoras del románico. A pesar de ello, el arte alemán de los Otones, partiendo de los modelos carolingios, logró cierto esplendor con iglesias de grandes dimensiones que son una buena muestra del carácter de esta dinastía. Quizá la mayor aportación de la arquitectura otónica fue su tendencia a sistematizar las construcciones a partir de la utilización de módulos base, que condicionan muchas de las dimensiones y proporciones de la obra. Las construcciones más destacadas fueron las iglesias de planta basilical y su evolución condujo a dar personalidad propia al futuro románico alemán, que se caracterizó, entre otras cosas, por sus grandes dimensiones. De entre estas iglesias destaca la de San Miguel de Hildesheim, cuya organización supone todo un sistema articulado de proporciones a partir del módulo del crucero (el cuadrado resultante del cruce de la nave central con la del crucero). Por otro lado, esta iglesia de fuerte carácter sajón, utilizó como soportes columnas y pilares dispuestos en razón de dos columnas entre cada dos pilares, y a los pies del templo, dispuso un atrio semicircular que recuerda el modelo de San Gall. c.1000-1200 – Arte Románico El estilo románico surgió en el siglo XI y se desarrolló a lo largo del XII, mientras ya nacía el gótico. Tras la aparición de varios estilos, que poco a poco le fueron preparando el camino, el románico consiguió ser el primer estilo capaz de imponerse en todo el ámbito europeo. Su rápida difusión y consolidación fue posible gracias a una serie de circunstancias que confluyeron entre los siglos X y XI. El arte románico fue casi exclusivamente religioso y su aparición se produjo cuando la Iglesia medieval alcanzaba su momento de mayor prestigio y poder. A comienzos del siglo XI, la orden benedictina se estaba imponiendo en todo el Occidente europeo a través de su reforma cluniacense. El carácter piadoso y purificador de la reforma de Cluny, había venido impulsando desde el siglo X la costumbre de realizar peregrinaciones a lugares santos; con ello difundía y engrandecía la propia orden benedictina, pero también ponía en contacto mundos que, hasta entonces, habían estado aislados, haciendo posible el trasiego de ideas y de formas artísticas. Conscientes los benedictinos de que la uniformidad ideológica iba unida a cierta uniformidad de formas, pronto entendieron que extender su nueva concepción religiosa suponía también hacer que las iglesias y conventos siguieran modelos constructivos semejantes. El siglo XI, por otro lado, fue un periodo de expansión en muchos aspectos. La población europea crecía a un ritmo más fuerte que en los siglos anteriores, se roturaban nuevas tierras de cultivo y las primeras y tímidas mejoras técnicas de la agricultura permitían ya cosechas mayores y cierta división del trabajo. Paralelamente, y desde finales del siglo X, los conflictos de los señores feudales habían llevado a éstos a la costumbre de construirse castillos que les permitieran una mejor defensa en sus constantes disputas territoriales. De ese modo, aparecieron cuadrillas de obreros especializados en la construcción que pudieron prestar su experiencia y mano de obra a la creciente actividad constructiva de la Iglesia. 6
El engrandecimiento de la Iglesia, a través de la orden benedictina, fue la causa necesaria para poner en marcha el nacimiento del nuevo estilo; la reforma cluniacense sintetizó las formas de ese estilo; los caminos de peregrinación fueron el vehículo de transmisión y de difusión de las nuevas formas y técnicas constructivas; las cuadrillas de canteros y albañiles pusieron la mano de obra; y la creciente feligresía, cuyo fervor despertaban los clérigos, fue el destinatario. En la aparición del nuevo estilo pesaron también otros condicionantes, como la necesidad de templos más grandes, sobre todo en las rutas de peregrinación, que pudieran acoger las grandes cantidades de fieles que, en determinadas épocas del año (fiestas, conmemoraciones, etc.), se reunían en torno a un santuario. Los frecuentes incendios de las iglesias, construidas con techumbres de madera e iluminadas con teas y candiles, fueron también motivo de que se buscaran nuevas soluciones constructivas que eliminaran ese peligro, imponiéndose así las bóvedas realizadas en piedra, una de las características de la arquitectura románica. Todas estas circunstancias hicieron del siglo XI el momento idóneo para que en Europa surgiera un estilo artístico de características internacionales que daba muestra del proceso de consolidación que la Iglesia había sufrido desde que Gregorio Magno soñara con hacer del Papado de Roma el centro de la cristiandad. Debe señalarse, en este aspecto, que el proceso de desgaste que sufrió el poder político, completamente fragmentado, durante la etapa feudal, vino a redundar en beneficio de la Iglesia, que pronto apareció como la única institución bien organizada y jerarquizada, capaz de imponer, al menos en el terreno artístico, criterios unificadores. Conviene señalar, por último, que ni el papa, ni los benedictinos, ni los monjes de Cluny actuaron según un plan preconcebido de antemano. La Iglesia simplemente fue el aglutinante de una serie de fuerzas y de cambios que, desde finales del siglo X, se estaban poniendo de manifiesto. En este sentido, debe entenderse que el románico surgió tras un largo periodo de gestación y puede decirse que casi simultáneamente en varios puntos de Europa. Los benedictinos simplemente sintetizaron esas características de procedencia diversa y difundieron unos modelos que, con variantes regionales, alcanzaron a toda la Europa occidental. En el caso de la arquitectura románica, esta es casi exclusivamente religiosa. Con similares criterios constructivos se levantaron también castillos e incluso viviendas, pero estas obras distan mucho de alcanzar la belleza y complejidad técnica de los edificios religiosos. Desde el punto de vista formal, el románico apareció como el resultado de unir diversas influencias, que van desde el antiguo arte romano hasta el bizantino, sin olvidar las aportaciones de las distintas tentativas del arte medieval temprano. Finalmente, la pintura románica guarda un enorme paralelismo con la escultura. Existe en la pintura la misma intención didáctica, y de su función decorativa da buena muestra el hecho de que los interiores de las iglesias se cubrían con pinturas murales. La arquitectura románica, de gruesos muros y pocos vanos, ofreció a la pintura grandes superficies dispuestas para plasmar sobre ellas unos programas iconográficos fuertemente influidos por el arte bizantino (mosaicos). Esa influencia marcó también las formas, de modo que los Cristos en majestad ( Pantocrátor) sentados y enmarcados por la almendra mística o mandorla, según el modelo bizantino, se extendieron por todo el área románica. Esta influencia bizantina fue patente en otros muchos aspectos y es fácil encontrar la huella de los iconos en muchas pinturas románicas. Técnicamente, la pintura mural solía realizarse al fresco y desde el punto de vista formal se caracteriza por varios rasgos:
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Predominio del dibujo. Un trazo grueso contornea las siluetas y separa cada superficie cromática de las figuras. Colores planos. Sin mezclas, a lo sumo con dos tonalidades. Carencia de profundidad y de luz. No hay volumen (figuras planas) ni sombras. Composiciones simples a partir de figuras aisladas y generalmente situadas de frente. Tendencia a la simetría y a la rigidez.
En su conjunto estas pinturas murales, alejadas de todo aspecto narrativo, sorprenden por la fuerza de los rostros y por la monumentalidad de las figuras (sobre todo de Cristo) que parecen imponerse desde lo alto de los ábsides sobre fieles a los que contemplan con sus miradas fijas. La pintura románica también se realizó sobre tabla (preparada para el fresco o directamente) pero no para ser utilizada como cuadros, sino que estas obras se destinaban a los frentes de los altares o sobre ellos a modo de retablos. Sus características son semejantes a las de la pintura mural y sólo difieren en el tamaño, ya que son de menores proporciones. c. 1200-1400 – Arte Gótico Los grandes cambios que se produjeron a lo largo de la Baja Edad Media dieron lugar a la aparición de un nuevo estilo artístico, el gótico. Cronológicamente, el gótico se desarrolló entre los siglos XII y XV y fue en la arquitectura donde se manifestó más definidamente, siendo la catedral la obra gótica por excelencia. El nuevo estilo nace en la segunda mitad del siglo XII, en una zona muy concreta: el norte de Francia, en torno a París. Desde allí se difunde muy rápidamente por toda Europa, con una notable influencia francesa, aunque cada país aportará al estilo su propia personalidad. El gótico es un arte urbano y burgués. Urbano porque los monasterios románicos estaban en lugares retirados y las recientes ciudades necesitaban sus propios templos, y burgués porque fueron los habitantes de esos burgos, los que sufragaron con dinero y con trabajo la construcción de las nuevas iglesias. Hay, además, en las grandes catedrales una enorme influencia del pensamiento y de la filosofía de la Baja Edad Media. La racionalidad del templo gótico, en el que cada elemento cumple una función y apenas queda lugar para lo decorativo (en el gótico es ornamental la propia estructura), tiene mucho que ver con el método escolástico, fundamentalmente guiado por la razón y la reflexión. La Escolástica buscaba a Dios por medio de la razón y la razón fue lo que permitió elevar la catedral gótica en busca de Dios. El templo gótico, como símbolo divino, iluminó su interior, del mismo modo que el Todopoderoso ilumina las almas de sus fieles. Debe aceptarse la idea de que la arquitectura gótica es la evolución lógica de la arquitectura románica. Esa evolución supone unos cambios profundos que hacen del gótico una de las épocas más brillantes de la arquitectura europea. La arquitectura gótica se fundamenta en una serie de descubrimientos técnicos, que permitieron la aparición de una nueva estética. Esos descubrimientos fueron: el arco apuntado, la bóveda de crucería y el arbotante. Las nuevas soluciones técnicas, y los deseos de construir edificios cada vez más altos dieron a la arquitectura gótica esa inconfundible personalidad, caracterizada por la verticalidad, ligereza y luminosidad. Los nuevos sistemas de construcción prácticamente permitieron prescindir de los muros de piedra, que fueron sustituidos por las vidrieras. Las nuevas catedrales son así luminosas y sus interiores se enriquecen con el juego que los vidrios multicolores crean al ser atravesados por la luz solar. En la 8
arquitectura gótica de carácter religioso pueden señalarse cuatro periodos que, básicamente, coinciden con los cuatro siglos en los que se desarrolla este estilo. Siglo XII. Protogótico. Es el periodo de nacimiento del estilo. En él, ya aparecen todos los elementos fundamentales de carácter estructural (arcos apuntados, bóvedas de crucería y arbotantes). Las construcciones más destacadas de este periodo son todas francesas como: la Abadía de Saint Denis, al norte de París (la primera catedral gótica) y Notre Dame de París. Siglo XIII. Clásico. Es el periodo en el que se consolida el estilo. En él no hay grandes innovaciones, sino que se desarrollan las anteriores, ganando las construcciones en altura y enriqueciéndose con algún elemento decorativo. Esta etapa tiene como principales obras las más grandes catedrales de Francia: Chartres, Reims (con grandes vidrieras) y Amiens (la más alta, con una bóveda a 42 m del suelo). Siglo XIV. Manierismo. Este periodo coincide con la difusión del estilo por toda Europa y también se le denominó periodo Internacional. Las características fundamentales de esta etapa son: el uso de arcos muy apuntados (arcos lancetados) y la más abundante decoración de bóvedas y tracerías. Durante este periodo se construyen la Catedral de Gerona y la Iglesia de Santa María del Mar de Barcelona. Siglo XV. Flamígero. Esta última etapa se caracteriza por un notable aumento de los elementos ornamentales. El uso de formas sinuosas se impone como motivo decorativo en las tracerías y aparece un nuevo tipo de arco, el conopial, de trazo sinuoso. Son buenos ejemplos de este periodo la Capilla del King's College de la Universidad de Cambridge y la Capilla del Condestable de la Catedral de Burgos.
The Hours of Jeanne d'Évreux, ca. 1324–1328. Jean Pucelle (French, active in Paris, ca. 1320–34). Made in Paris. Grisaille and tempera on vellum
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