Cerdeña_Total

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Cerde単a


TREXENTA, MARMILLA Y SARCIDANO: LA CERDEÑA DE LAS COLINAS Trexenta, Marmilla y Sarcidano, situadas en la zona centromeridional de la isla, son regiones llenas de historia, tradicionales y característicos paisajes naturales. Un sinfín de hallazgos arqueológicos dan fe de la presencia humana desde el neolítico: los yacimientos de obsidiana del monte Arci, las estatuas-menhir de Sarcidamo, los“cromlech” megalíticos de Làconi, los pueblos y santuarios nurágicos de Barùmini y Santa Vittoria di Serri no son sino los aspectos más conocidos de estas regiones, donde se conservan domus de janas,“tumbas de gigantes”, pozos sagrados y nuraghi esparcidos por todo el territorio. Los habitantes se sienten orgullosos de sus tradiciones: todavía se puede ver trabajar a los caldereros de Ìsili, las tejedoras de Mògoro y de Sàrdara y las ceramistas de Villanovaforru, o degustar los platos típicos acompañados por los espléndidos vinos de Presenta. Son precisamente los productores de estos vinos, en particular del Nuragus, los que, junto

a la Bodega Cooperativa, proponen un itinerario enogastronómico en el “tren verde”. Pero el aspecto más característico de estas zonas es el medioambiental: las zonas de monte Arci y de la Giara, por su uniformidad, se han integrado en un proyecto de salvaguarda que prevé la creación de dos parques regionales. En la Giara, una


INTRODUCCIÓN

meseta basáltica de forma trapezoidal, viven unos pocos ejemplares de una raza de caballos salvajes de pequeñas dimensiones, de larga cola y ojos almendrados, que pastan en los bosques de alcornoques y abrevan en los “paùlis”, lagos que en primavera se cubren con las flores de los ranúnculos acuáticos. El monte Arci domina el Campidano de Oristano separándolo de la alta Marmilla con su silueta “de puente en lomo de asno”, como dicen los geógrafos. De origen volcánico, supera en poco los 800 m de altitud en la cima más alta, el Trèbina Longa, y conserva testimonios de presencia humana de hace miles de años: los yacimientos de obsidiana, la brillante piedra negra, eran explotados desde principios del Neolítico por las poblaciones protosardas, que utilizaban el “oro negro” como material para la fabricación de uten-

silios y armas o como mercancía de intercambio con los habitantes de Toscana, Liguria y Córcega. Los restos de aquellos asentamientos se hallan inmersos en un ambiente natural todavía relativamente intacto, constituido por bosques de encinas y alcornoques y a veces madroños, cuyas flores y frutos en otoño ofrecen un espectáculo de color, aroma y sabor inolvidable, sin olvidar la variedad de setas del monte Arci. En los últimos años todo el territorio se ha visto favorecido por la creación de consorcios turísticos y la fundación de nuevos museos regionales, así como la implantación de empresas agrícolas y conserveras o la introducción de nuevas formas de ganadería, como la cría de avestruz y búfalo en los campos de Ortacessus, o la creación de hoteles y servicios bed& breakfast en casas privadas. Su Nuraxi en Barùmini


EN TIERRAS DE ARBORÈA

EL NURAGHE DE LOSA DI ABBASANTA El nuraghe Losa –en sardo la palabra“losa” significa “tumba”– es uno de los más importantes de la isla. Se caracteriza por su complejidad dentro de la serie de monumentos de la civilización nurágica (de casi mil años de duración, desde 1500 a

Vista exterior (arriba) e interiores (abajo) del nuraghe Losa, cerca de la localidad de Abbasanta.

fue una obra culminada en 1160 por dos maestros diferentes y esa es la causa de que, aun siendo contemporáneos, se aprecien influencias pisanas (fachada y lado sur) y el estilo del maestro de Santa Maria del Regno de Àrdara (lado norte, ábside y crucero). El interior, de una sola nave con cubierta de cimbras de madera, conserva un precioso retablo# de 1339-1344, atribuido al denominado Maestro delle Tempere Francescane, pintor que trabajó en Nápoles, por encargo del obispo de Ottana, 110

500 a.C.), es decir, constituye la manifestación más evidente de la “diversidad” que ha caracterizado a la civilización y la historia de la isla. Nuraghe es, por definición, una torre de forma cónica, de entre cuatro o cinco metros de altura (aunque a veces alcanzan los diez), construida mediante hileras de grandes piedras superpuestas una sobre otra, sin utilización de argamasa, de varios metros de base si el edificio era monotorre, es decir, estaba constituido por una torre aislada, aunque por lo general formaba una estructura con bastiones, patios, antemuros y torres menores. El término“nuraghe”deriva del término protosardo (lengua hablada antes de la conquista romana) “nur”, que al parecer significaba “montón de piedras de cantera, cavidad”, en referencia a la estructura del monumento. Castillos de jefes de tribu, palacios símbolo del poder aristocrático de un clan, fortalezas-refugio para los ancianos y la gente del poblado, tumbas-templo de los héroes de la tribu: fuera lo que fueran, los nuraghi son el testimonio de una civilización única y original. El nuraghe Losa se articula en una torre central de dos pisos y un bastión trilobulado de perfil cóncavoconvexo. Una muralla dotada de dos torres rodea tanto la fortificación como el poblado de barracas circulares o elípticas, características del período nurágico. Dentro del área se ha instalado un antiquarium donde se exponen los restos que testimonian la vida de este asentamiento desde la época nurágica hasta la época romana y la alta Edad Media.

Silvestre y por Mariano d’Arborea. En Ottana todavía se celebra un carnaval de muy antiguo origen cuyos protagonistas son los “merdùles” y “boes”, máscaras de persona y animal que luchan entre sí, y la “filonzana”, una anciana deforme que intenta hilar el hilo de la vida. Ghilarza Pueblo (290 m, 4.727 habitantes) en el altiplano de Abbasanta donde se encuentra la casa (corso Umberto, 57) en que vivió de


SANTUARIO NURÁGICO DE SANTA CRISTINA

1898 a 1908 Antonio Gramsci, en la actualidad sede del Centro documentazione e recerca “Casa Gramsci” (visita, de 10 h a 13 h y de 15.30 h a 18.30 h, cerrado martes; telf. 078554164), que conserva, expuestos como en un museo, numerosos recuerdos y una biblioteca donde se recogen sus escritos y cuantas obras se le han dedicado. En la piazza San Palmerio, situada en una sugerente atmósfera medieval, se encuentra la iglesia románica de San Palmerio. Edificada entre 1200 y 1225 con sillares alternados de traquita blanca y negra, muestra una hermosa fachada dividida por tres arcadas. Al lado se alza una poderosa torre del siglo XV, un bello ejemplo de arquitectura militar catalana, probablemente de los marqueses de Oristano en su origen, del siglo XVII, utilizada como cárcel, abandonada y posteriormente de nuevo usada como prisión en 1893. Nuraghe Losa## El conjunto del nuraghe Losa (visita, desde las 8 h hasta el atardecer, festivos incluidos; telf. 078552302; www.nuraghelosa.net), próximo a Abbasanta (315 m, 2.873 habitantes), es sin duda uno de los monumentos prehistóricos más importantes de la isla. Se observan dos fases principales en su construcción, ambas seguramente de mediados del II milenio a.C. La parta más antigua está formada por una torre de dos pisos, con cámaras centrales superpuestas (la del plano inferior tiene tres nichos), cubierta por falsa bóveda y comunicadas por una escalera helicoidal que parte del vestíbulo. Esta edificación quedó integrada después en un bastión triangular dotado de tres torres, a dos de las cuales se accedía a través de los corredores situados junto a la entrada principal, y a la tercera por una puerta trasera en el lado norte. Otras dos torres con aspilleras, unidas por poderosas cortinas, protegen la parte posterior de la edificación, mientras que frente a la entrada principal se alza otra torre con dos entradas opuestas, con funciones todavía sin esclarecer. Otra muralla exterior protegía el pueblo, que se extendía en torno al edificio. Paulilàtino Paulitàtino (280 m, 2.400 habitantes) abrió al público en 1995 el Museo archeologicoetnografico “Palazzo Atzori” (visita, de 9 h

a 13 h y de 15 h a 17.30/18.30/19.30 h según la época del año; cerrado lunes; telf. 0785 55438). La planta baja, parte del edificio antiguo del siglo XVIII, acogía el despacho del notario Giovanni Antonio Atzori, propietario de la casa, muerto en 1900, mientras que en la primera planta se situaba la vivienda. El museo expone numerosos objetos de interés etnográfico que ilustran sobre la vida y las actividades agrarias y de pastoreo de antaño. En el centro del pueblo, que conserva numerosas casas de basalto, se alza la iglesia parroquial de San Teodoro, de estilo gótico aragonés, flanqueada por un campanario con cúpula de cebolla. Santuario nurágico de Santa Cristina## Está situado a escasa distancia del poblado de “cumbessías”, junto a la iglesia de Santa Cristina, heredera de la tradición religiosa (la fiesta se celebra el primer domingo de mayo). El monumento principal es el pozo sagrado, quizá el ejemplo más admirable de arquitectura religiosa nurágica en la isla (visitas guiadas todos los días; telf. 078555438). Rodeado de un recinto con asientos, consta de un espacio circular sobresaliente, con una boca estrecha en la parte superior, a la que se accede por una amplia escalera de sillares isodomos, que estrechándose gradualmente conduce hasta el fondo. Al lado y detrás del edificio hay una larga serie de espacios de planta cuadrangular, posiblemente las galerías de un mercado, que se abren a otro espacio mayor con una cabaña circular, probablemente el lugar de reunión de los notables que acudían a la fiesta. En el templo, del siglo X a.C., se han encontrado algunos bronces fenicios, de los siglos IX y VIII a.C. A través del área de cumbessìas se puede acceder al nuraghe y al poblado perteneciente al santuario. En las inmediaciones de la torre, que conserva intacta su cámara central de falsa cúpula, tipo tholos, se puede ver una cabaña rectangular alargada, con cubierta ojival, considerada un refugio para animales y posiblemente de época romana. Se trata de una construcción muy extendida en el Paulilàtino que ha perdurado hasta los tiempos modernos. 111


LA NURRA Y EL PAESE DE VILLANOVA

Fertilia Populoso barrio (9 m) de Alghero, es una de las “ciudades nuevas” del fascismo, fundada en 1936 como pequeño centro urbano desde donde había de dirigirse el ambicioso proyecto de saneamiento “integral” (como se decía entonces) de la vecina Nurra. En un principio estuvo poblada por familias de Ferrara, a las que se añadieron, después de la segunda guerra mundial, los prófugos julianos y dálmatas procedentes de los territorios cedidos a Yugoslavia. En torno al núcleo original de casas de estilo racionalista, agrupadas en torno a la iglesia parroquial de San Marco y a la torre Littoria (ahora sede de las oficinas de la administración), se ha ido desarrollando a lo largo de la costa una línea de chalets construidos en estos últimos 170

años. Desde el paseo marítimo, dominado por el León de San Marcos, hay una hermosa vista del golfo de Alghero. Necrópolis de Anghelu Ruju# Dejando a la izquierda el puente romano de Fertilia, hay que seguir la llamada carretera de los dos mares que lleva a Porto Torres. La necrópolis (visita, en verano (abrilseptiembre) de 9 h a 19 h; el resto del año de 9 h a 16 h), actualmente muy abandonada, se encuentra en el margen izquierdo de la carretera, justo después del desvío hacia el aeropuerto de Alghero-Fertilia. Es uno de los monumentos prehistóricos de domus de janas más importantes de Cerdeña. Descubierto en 1905, consta de 36 tumbas hipogeas construidas


HACIA ALGHERO

Isla Foradada junto a la Grotta di Nettuno

siguiendo el modelo de la arquitectura de las casas: en algunos casos el vestíbulo está precedido por el dromos, y las dependencias laterales rodean a una central. Unos kilómetros más adelante, siguiendo por la “carretera de los dos mares”, a la derecha se encuentra la entrada a los viñedos Sella e Mosca (tenuta I Piani; visita de lunes a sábado, de 8.30 h a 13 h y de 16.30 h a 20 h, visita guiada, incluye la enoteca; telf. 079997700). En 1902 los hermanos Sella, junto a su cuñado, Mosca, adquirieron 540 hectáreas de terreno sin cultivar al ayuntamiento de Alghero y crearon la bodega hasta la fecha más importante de Cerdeña; producen excelentes vinos blancos, rosados y tintos licorosos que se exportan a todas partes. El edificio más antiguo de la hacienda alberga el

Museo Sella e Mosca, interesante no sólo por la documentación acerca de la finca sino también por una sección arqueológica con hallazgos de la vecina necrópolis de Anghelu Ruju. Hacia Alghero El camino a Alghero va bordeando la larga playa de San Giovanni, el espléndido “lido” que se extiende desde la ciudad hasta Fertilia. Es una de las playas más largas y anchas de la costa sarda. Tiene dunas de finísima arena donde, a pocos metros del mar, han arraigado enebros de retorcidas raíces. Entre duna y duna florecen hermosos pancracios de Iliria (“pancratium illyricum”), una especie endémica de Cerdeña y Córcega y de la Capraia. No se pueden coger, están protegidos. 171


HISTORIA

el arrendamiento de la tierra. Nace, pues, una nueva clase improductiva y absentista, se recrudece el antiguo antagonismo entre pastores y campesinos y son más las tierras usurpadas que las cercadas. La abolición del feudalismo sucede a través de la recuperación de los feudos; en la práctica, el Estado paga a los feudatarios las rentas de sus privilegios, pero carga la obligación del reembolso a los Municipios, cuya andadura comienza gravada por las deudas. La abolición de los ademprivi, es decir, del derecho de los pobres a coger leña, bellotas o setas, a criar cerdos en los bosques del estado, priva a los pastores sin rebaño y a los campesinos sin tierra de los medios esenciales para subsistir. Estas décadas (y estas leyes) dejan una semilla de violencia que germinará en el bandidaje rural de fin de siglo. Pero el año de los prodigios en Cerdeña es 1847. En octubre y noviembre, un movimiento formado por la burguesía urbana, intelectuales y comerciantes exige y obtiene la “fusión perfecta” entre Cerdeña y los Estados de Tierra Firme. Es el fin de la autonomía del Regnum Sardiniae, la renuncia a los (pocos) privilegios de origen español, el principio de una integración desigual en el resto del Estado, un proceso todavía inconcluso y en dramática discusión. La propia unificación de la Península Itálica da lugar en Cerdeña, frente a los problemas crecientes, a un replanteamiento de ese modo de pensar con que los sardos, en el fondo, se habían anticipado a los unitaristas del Risorgimento. “Fue una locura colectiva”, dirá unos años después de aquel suceso uno de los jefes de los “radiantes días” de 1847. Así, Cerdeña experimentará con casi quince años de anticipación la difícil relación norte-sur. El siglo termina con una grave crisis: se corta el flujo comercial con la Francia de la “guerra de las tarifas”, quiebran uno tras otro los bancos, se arruinan las industrias agrícolas, el bandidaje en el Nuorese se hace tan violento que Pelloux envía en 1899 una auténtica expedición militar. Resiste la ganadería (industriales del Lazio comienzan a criar en Cerdeña la “oveja romana” que ahora sólo se cría en la isla); resiste y crece la industria minera sobre todo en las regiones de Sulcis e Iglesiente, donde surge una clase obrera desesperada y combativa 230

a un tiempo (hoy, con las minas cerradas, la negra arquitectura minera es uno de los espectáculos más conmovedores de la arqueología industrial italiana). Las dos ciudades principales, de la mano de una vital burguesía comercial y profesional, construyen nuevos y elegantes barrios: en Cagliari se construye el nuevo Ayuntamiento frente al puerto, casi como una consagración del destino mediterráneo de la ciudad (1899); en Sassari el Palacio neoclásico de la Provincia en la umbertina plaza de Italia (1873-1880). La época de Giolitti (clientelismo político), en que Italia pasa de país campesino a potencia industrial, está marcada en Cerdeña por la explosión de la ganadería (hoy la isla, con una cabaña de tres millones de ovejas, posee un cuarto del patrimonio ovino nacional) y los sangrientos enfrentamientos en las minas (matanza de Buggerru, septiembre de 1904) y en las ciudades (motines por la carestía de la vida, mayo de 1906). Es también la época en que los sardos comienzan a emigrar. La Gran Guerra y el fascismo Este “apéndice incierto” de Italia entra prepotente en el imaginario nacional cuando, en noviembre de 1915, el boletín del Mando Supremo cita a “los intrépidos Sardos de la Brigada Sassari”, conquistadores de una “nutridísima posición enemiga”. También Cerdeña se estremece de orgullo. Después del Piave, el presidente Orlando dirá a la Cámara: “Cuando vi a los soldados de la Brigada Sassari sentí el impulso de arrodillarme ante ellos”. La cifra de los sardos caídos en la guerra era una de las más altas de toda Italia. La posguerra había de ser el momento en que el Estado pagara sus deudas. Nace uno de los más fuertes movimientos regionales de ex combatientes, que requiere la atención de los gobernantes y de la autonomía político-administrativa. Es la matriz no sólo de una original formación política, el Partito sardo d’Azione, sino también de un amplio movimiento reivindicativo regionalista que, incubado durante el fascismo “como el fuego bajo las cenizas” (la imagen es de uno de los más prestigiosos “capitribù” –jefes– de la Cerdeña moderna, Emilio Lussu), será sancionado constitucionalmente en 1948 con el Estatuto regional de autonomía especial.


LA GRAN GUERRA Y EL FASCISMO

El rey Víctor Manuel III pasando revista a la guardia de honor en su visita a Cerdeña.

Sin embargo, el fascismo no constituye en Cerdeña un “paréntesis”. El gobierno lleva a cabo en la isla el mayor experimento de saneamiento agrario “integral” (así nacen las “ciudades nuevas” de Mussolinia, hoy Arborèa, cerca de Oristano, y Fertilia, en el golfo de Alghero), relanza la producción minera en función de la política de autarquía (en 1938 se funda Carbonia), financia con “la legge del miliardo” (1924) un amplio programa de obras públicas y trata de combatir el más antiguo de los males de la isla, el paludismo. Según el censo “imperial” de 1936, los sardos superan el millón de habitantes y Cagliari los 100.000. Pero el mundo del campo –el vasto, inexpugnable y despoblado campo sardo– queda sustancialmente intacto. Es más, a finales de los años veinte más de cuatro quintas partes del territorio sardo no tienen aún agua, luz, alcantarillado, escuelas y, en algunos casos, ni siquiera cementerio. Y la industria minera –la más importante de la isla, auténtico recurso estratégico del país– se rendirá en pocos años a la competencia internacional. En 1962 el primer “Plan de renacimiento” lanza un imponente programa para la modernización de Cerdeña. Si bien se basa en la creación de unos cuantos polos industriales (Sassari, Porto Torres, Cagliari, Olbia, Àrbatax y, después, Oristano, Macomèr y Ottana), se asienta no

obstante en la base de una industria petroquímica expuesta a los caprichos e intrigas del mercado mundial del petróleo. En 1974 la primera crisis del Golfo mueve los cimientos del frágil imperio y da lugar a un período de fuerte recesión del que Cerdeña aún no se ha recuperado. Numerosas manifestaciones de malestar de la isla (la más clamorosa, la del bandidaje de las zonas interiores, cuya expresión es la “industria” del secuestro de personas”) se deben, en parte, a estas nuevas y difíciles condiciones de vida y trabajo. El gran giro se sitúa en 1950. En aquel año ningún sardo enfermó de paludismo. Un magnífico experimento higiénico-sanitario, llevado a cabo por técnicos italianos y financiado y dirigido por americanos, logró en menos de cuatro años la erradicación del Anopheles maculipennis, el mosquito portador de esta plaga milenaria de las costas mediterráneas. La desaparición del paludismo despoja de cualquier peligro sanitario el asentamiento en el territorio, ya sea industrial, agrícola o, por supuesto, costero. El turismo sardo es hijo, en gran medida, del “milagro” del DDT, un famoso desinfectante desde hace tiempo en el punto de mira de los ecologistas, pero los sardos todavía conservan con gratitud las “marcas” del paso del obrero-desinfectador en las jambas de las puertas de cientos de pueblos. 231


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