Viena Urban

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Viena


VIENA (WIEN)★★ Capital de la República Federal Austriaca (B6; 168 m, 1.713.000 habitantes estimados en 2011), El atractivo y la fascinación que ejerce esta ciudad están indisolublemente ligados al papel que ha desempeñado, durante casi cinco siglos, como motor del imperio de los Habsburgo. La ciudad se ha extendido principalmente por la orilla oriental de un brazo del Danubio, actualmente canalizado (Donaukanal), en su confluencia con el Wien, curso de agua de régimen irregular que desciende desde las colinas del Wienerwald, cuyas frondosas laderas señalan el límite noroccidental de la metrópoli. Como escribió Adalbert Stifter en 1844, Viena “...debe ser lentamente saboreada como un exquisito pastel, a pequeños bo­ cados, hasta que tú mismo te conviertas en uno de esos bocados, cuando hayas hecho tu­ yas todas las maravillas que alberga y el en­ canto de sus alrededores”. Sin embargo, esta ciudad ha permanecido demasiado tiempo encasillada en el tópico de la capital deca­ dente y nostálgica, replegada sobre sí misma en el culto de un imperio y de su último so­ berano, desaparecidos hace noventa años. En ningún momento ha dejado de de­ sempeñar el papel de “cuna de la Mitteleu­ ropa”, adquirido cuando el imperio de los Habsburgo estaba integrado por 14 grupos lingüísticos y nacionales y herencia de la función que, desde la Edad Media, ha tenido como encrucijada de culturas en el centro de Europa. Tanto si se piensa en ella como en la “Viena roja” del período de entregue­

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rras, edificada sobre la base de las tesis de Engels, o como en el “tercer polo” de la ONU –sede también de la OPEP– de los años ochenta, más que como en un destacado ob­ servatorio occidental sobre los agitados ma­ res del postcomunismo, Viena nunca ha re­ nunciado a su propia esencia de crisol de culturas e ideas. La afortunada afirmación de Karl Kraus: “Las calles de Viena están adoquinadas con cultura. Las calles de otras ciudades son de asfalto” parece resonar en las motivaciones que llevaron a la UNESCO en 2001 a declarar el centro histórico de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad y, no puede ser entendida más que como una invitación a aproximarse a ella tomando en consideración su carácter de antigua capi­ tal de un imperio, pero también teniendo en cuenta la Viena de hoy, en la que una larga tradición cultural se encuentra con una Eu­ ropa comunitaria.


Historia

Historia, cultura y desarrollo urbanístico ❙ La época romana. En las colinas que ro­ dean la actual cuenca de Viena surgieron, ya en el Neolítico, los primeros asentamientos humanos de los que se tiene noticia. Poste­ riormente, en la Edad del Bronce y durante la época en que floreció la civilización celta de La Tène, estos asentamientos se extendie­ ron hasta el actual tercer distrito. En el siglo i los romanos construyeron un campamento militar no lejos del Danubio. Se trataba de un puesto avanzado que formaba parte de la primera línea de vigilancia de los asenta­ mientos célticos y de protección contra los pueblos germánicos y balcánicos. En el si­ glo ii el asentamiento fortificado fue trans­ formado en sede permanente de una legión, con edificios de piedra dispuestos sobre un trazado no perfectamente regular –como era habitual en el arte bélico romano–, debido a las características del terreno y a las fre­ cuentes crecidas del Danubio, cuyo curso era bastante irregular en aquellos tiempos. Este campamento fortificado estaba si­ tuado en lo que hoy día es el centro de la ciu­ dad, entre los Graben, la Concordiaplatz y la catedral de San Esteban. Así pues, el co­ razón de la capital actual tiene su origen en el campamento militar y no en el asen­ tamiento civil que, como ocurría siempre

en los alrededores de los asentamientos de las legiones, surgió junto al núcleo origina­ rio, sobre todo en las laderas de la colina comprendida entre el actual palacio del Bel­ vedere y el Rennweg. Esta población reci­ bía entonces el nombre de Vindobona; sin embargo, es prácticamente seguro que el origen del nombre de la actual capital aus­ triaca (Wien), se encuentra en el término celta con que era designada entonces. El campamento atrincherado de Vindo­ bona sirvió en numerosas ocasiones como refugio, aunque precario, contra las prime­ ras incursiones efectuadas por los bárba­ ros, mientras que los edificios del asenta­ miento civil eran sistemáticamente destrui­ dos durante aquellos repentinos ataques. Entre los restos conservados de las cons­ trucciones originales de aquella época des­ tacan los de la puerta decumana, los de la puerta izquierda y algunos pequeños tramos de la muralla. Durante todo el período en que Viena formó parte del imperio romano mantuvo inalterables estas características originales de puesto fronterizo avanzado y en ella encontró la muerte en el año 180 el emperador Marco Aurelio durante una gue­ rra contra los marcomanos. A comienzos del siglo v, los romanos se retiraron, abandonando totalmente la re­ gión a manos de los hunos y las sucesivas in­ ONU-City

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vasiones bárbaras, que arrasaron el núcleo fortificado y la antigua población civil. No­ ticias relacionadas con estos hechos se en­ cuentran ya en el período carolingio, regis­ trados en textos en los que se cita la aldea varias veces con el nombre de Wenia. Pos­ teriormente ésta quedó bajo dominio hún­ garo y, finalmente, entró a formar parte del Sacro Imperio Romano Germánico. ❙ La Edad Media. Su posterior crecimiento urbanístico se desarrolló, como en la ma­ yoría de las ciudades europeas, en dos fa­ ses distintas: en un principio se produjo un desarrollo concéntrico, en círculos cada vez mayores a medida que se ampliaba el perí­ metro de las murallas, para posteriormente pasar a una fase de crecimiento radial a lo largo de las principales vías de comunica­ ción. La reactivación de los intercambios comerciales y el desarrollo del artesanado que se produjeron en Europa entre los si­ glos xi y xii situaron a Viena en una inme­ jorable posición geoeconómica en la Eu­ ropa medieval. Ubicada en un lugar de paso, tanto de las rutas norte­sur como de las este­oeste, Viena comenzó a desarrollarse recupe­ rando su perdida fisonomía como flore­ ciente puerto fluvial e importante centro comercial. En 1142 fue por primera vez ca­ pital, cuando Enrique II Jasomirgott la eli­ gió como residencia oficial. A comienzos del siglo xiii, sus murallas delimitaban una su­ perficie bastante extensa, similar a la que tendría a mediados del siglo xix; desde en­ tonces Viena ha sido la ciudad más popu­ losa del mundo germánico, primacía que cedió a Berlín a finales del siglo xix. En el año 1221 fueron reconocidos a la ciudad sus derechos municipales, así como los de es­ cala, descarga y transbordo de mercancías. Al extinguirse la casa de los Babenberg, Viena atravesó un período de incertidumbre a causa de los enfrentamientos que se pro­ ducían entre checos y húngaros, así como de la hegemonía de Bohemia que se pro­ dujo a continuación. Sin embargo, se trató solamente de un breve intervalo de cuarenta años, al final del cual se produjo el ascenso de los Habsburgo. Durante el reinado de Rodolfo IV, en la segunda mitad del siglo xiv, Viena conoció su primera fase de cons­ trucción monumental, transformándose en uno de los núcleos impulsores del denomi­ nado gótico internacional. Un ejemplo sig­ 14

nificativo de la “vía austriaca al gótico” es la reconstrucción de la catedral de San Es­ teban, que se prolongó durante más de dos siglos. Entre los siglos xv y xvi, en tiempos de Maximiliano, se convirtió en capital del Sacro Imperio Romano Germánico y vivió una época de esplendor durante la cual, a los precedentes elementos arquitectónicos medievales, se añadieron los primeros edi­ ficios de estilo renacentista. ❙ Dos siglos de guerras. Sin embargo, Viena no fue una “ciudad intocable”, a fi­ nales del siglo xv ya había sido ocupada du­ rante algunos años por el rey húngaro Matías Corvino. Con la ascensión al trono de Carlos V en 1519, Viena perdió el título de capital imperial en favor de Madrid, para recupe­ rarlo en el momento de la abdicación del em­ perador (1556), cuando éste dividió los domi­ nios de los Habsburgo entre la casa de Aus­ tria y la de España. Durante aquel período Viena corrió graves peligros, al tiempo que la amenaza otomana, que llegaba desde el sur, se iba haciendo cada vez más acuciante. Ya en 1529 se produjo el primer asedio turco de la ciudad. Una vez rechazado el ata­ que, toda la estructura de las murallas fue re­ novada y transformada en plaza fuerte, se­ gún el modelo italiano basado en bastiones enterrados y torres de refuerzo contra los im­ pactos de la artillería, arma que alcanzó un gran desarrollo en aquella época. Sin em­ bargo, la sucesión de conflictos entre el Is­ lam y la Cristiandad no se detuvo, y los Habs­ burgo estaban comprometidos en desempe­ ñar la función de defensores de la civilización cristiana europea, según unos modelos polí­ tico­culturales de enfrentamiento entre Eu­ ropa y Asia que se remontaban en el tiempo hasta las guerras Médicas de la antigüedad. Al mismo tiempo, los Habsburgo se vie­ ron implicados, en el ámbito del mundo cris­ tiano, en varias guerras religiosas y en la de­ vastadora Guerra de los Treinta Años. Pero la amenaza más importante sería el segundo ataque turco, con el que la Sublime Puerta intentaba abrirse camino hacia el Báltico para después atacar Francia. En 1683 Viena, exhausta después de un largo y cruento ase­ dio, estaba a punto de caer en manos de los otomanos cuando fue salvada por el ejército polaco de Juan Sobieski, soberano que cono­ cía cuáles eran los verdaderos peligros, con la ayuda del príncipe Eugenio de Saboya. A par­ tir de entonces Viena vivió un largo período


Historia

de paz y, sobre todo entre los siglos xvii y xviii, conoció una intensa actividad arquitec­

tónica en la que alcanzaron su punto culmi­ nante los estilos barroco y rococó. En un principio, de la mano de maestros italianos, como Carlone, Canevale o Tenca­ lla, y posteriormente con maestros alema­ nes como Lucas von Hildebrandt, los Fis­ cher von Erlach, padre e hijo, y Prandtauer, a quienes están asociados los nombres de edificios monumentales como los palacios Schwarzenberg y Liechtenstein, el Belve­ dere, palacio vienés del príncipe Eugenio de Saboya, el palacio Kinsky y el palacio de Schönbrunn. ❙ Los períodos teresiano y josefino. Du­ rante el siglo xviii la estructura urbanística de la ciudad se articuló en tres partes dis­ tintas incluso desde el punto de vista so­ cial: la nobleza, la corte, los bancos y las actividades comerciales estaban ubicadas en el centro; los trabajadores y los artesa­ nos se amontonaron en los suburbios, mien­ tras que las posadas, los mesones y los servi­ cios se distribuyeron, sobre todo, a lo largo de las vías de salida de la ciudad. Bajo el gobierno de soberanos “ilustra­ dos”, como María Teresa o José II, la ciudad se transformó en una gran capital europea dispuesta a competir con París como centro impulsor de la vida musical. Consolidando una tradición de mecenazgo de la corte y de la aristocracia que se remontaba a Leopoldo II y que había involucrado a personajes de primer orden en el mundo de la cultura, como M.A. Cesti, G.B. Bonacini y A. Cal­ dara, exponentes de la ópera italiana, y Pie­ tro Metastasio, como poeta de corte desde 1730 a 1782, Viena se afirmó como capital europea de la música con el Wiener Klas­ sik, movimiento que constituye el máximo orgullo de la historia musical de Austria y estuvo integrado, en un primer momento, por Gluck y Salieri y, después, por Haydn, Mozart, Beethoven y Schubert. Entre los siglos xviii y xix , la ciudad fue también capital de las artes aplicadas y, en particular, de la manufactura de por­ celana. En esta última destacaron en un principio las elaboradas por Du Pasquier (de gusto barroco tardío y con una pasta característica de color gris, decorada con palmas, motivos chinos, flores indias y flo­ res alemanas), cuyo taller quebró y pasó a manos del Estado en 1744. A continuación

Viena se considera la capital de la música por la cantidad de genios que, en diversas épocas, aquí vivieron, compusieron y cosecharon éxitos y fracasos. De arriba a abajo, retratos de Haydn, Schubert y Beethoven.

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Viena

les sucedieron las porcelanas denominadas del “Laub und Baudelwerk”, un adorno en forma de lazo con los colores rojo (muy ca­ racterístico del gusto vienés), negro y oro, o bien con pintura de trazos azules o Schwar­ zlot, esmalte negro. Finalmente se impuso el estilo “Rocaille” o rococó, de formas muy ligeras y temas que representaban escenas galantes, enamorados o amorcillos y, a fi­ nales del siglo xviii, héroes de la antigüe­ dad, escenas clásicas y figuras de dioses y emperadores. ❙ Metternich y la Restauración. Después de haber sido ocupada en dos ocasiones por Napoleón, entre 1805 y 1809, Viena se con­ virtió en una prestigiosa sede diplomática in­ El casco histórico con la Jesuitenkirche

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ternacional al celebrarse en ella el congreso (1814­1815) denominado con el nombre de la ciudad, que cerró una larga época revolu­ cionaria en el viejo continente. Sin embargo, la ciudad conocería todavía nuevos y turbu­ lentos acontecimientos: el rescoldo del fuego revolucionario se mantenía encendido y en 1848 Viena fue protagonista de una clamo­ rosa insurrección, seguida de una no menos rápida represión que situó a la capital de los Habsburgo en el complejo panorama de la revolución europea. La ciudad consiguió im­ poner la dimisión de Metternich y la abdica­ ción del emperador Fernando I, que fue su­ cedido por Francisco José. Al período transcurrido entre 1815 y 1848 estuvo ligado el Biedermeier, estilo cuyo


Historia

nombre deriva de un personaje imaginario, el “honesto y anónimo” maestro de escuela suabo que quería encontrar en la decoración y en las artes en general el “sentido común” característico de la Restauración metterni­ chiana, aunque probablemente fuera más adecuado el término Vormärz (premarzo), nombre con que lo designan los historia­ dores austriacos, aludiendo a la revolución burguesa de 1848. La arquitectura Bieder­ meier vienesa tuvo en J.G. Kornhäusel, au­ tor de la sinagoga de Seitenstettengasse, su personaje más destacado. ❙ El largo reinado de Francisco José. Durante la segunda mitad del siglo xix la ciudad, que había superado los 400.000 ha­

bitantes en el año 1851, volvió a conocer un nuevo período de desarrollo, tanto arqui­ tectónico como cultural. Viena comenzó a adoptar un aspecto de metrópoli y fueron construidos numerosos edificios de estilo neogótico y neorrenacentista a lo largo del Ring, anillo de avenidas realizado entre los años 1857 y 1865 en el lugar que habían ocu­ pado las murallas de la ciudad, derribadas por entonces. Esta medida respondía a una doble exigencia de la incipiente burguesía de la capital: por una parte, la necesidad de dis­ poner de nuevas residencias, problema agra­ vado por la inmigración eslava y la judía, y por otra, la construcción de infraestructuras públicas adecuadas al nuevo clima social. En la práctica se estaba construyendo una es­

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austria: territorio y población Ubicada en el centro de Europa y limítrofe con países de cultura eslava y latina, Austria representa un importante puente de unión entre los diferentes ámbitos étnicos y culturales europeos. Por sus características puede considerarse un país fundamentalmente alpino; de hecho, más de dos tercios de su territorio se extienden por la sección oriental de los Alpes, mientras que algo menos de un tercio está constituido por un amplio sector de las llanuras bávaras –atravesadas por el Danubio y contiguas a los montes bohemios y moravos–, a las que siguen los tramos noroccidentales de la llanura panónica incluyendo –entre el curso del Morava (March) y el Mur– las depresiones de la cuenca de Viena (Marchfeld) y el lago de Neusiedl. Esta última es la zona más baja del territorio austriaco (115 m), mientras que la altura máxima se halla en los 3.797 m del Grossglockner, en los Hohe Tauern.

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El territorio austriaco se extiende sobre una superficie de 83.871 km2. Austria está comprendida entre los 49° 1’ –en la localidad de Haugschlag, en el distrito de Gmünd– y los 46° 22’ de latitud norte –en Steierische Rinka (2.429 m), en los Steiner Alpen, pertenecientes a de los montes Karawanken–, y entre los 9° 32’ –el curso del Rin, frontera con Suiza y Liechtenstein– y los 17° 9’ de longitud este de Greenwich, en la localidad de Deutsch Jahrndorf, junto a las fronteras eslovaca y húngara. Su forma es alargada; si trazáramos un eje principal imaginario tendría una inclinación este-noreste/oeste-suroeste, con una longitud de 550 km y una anchura variable, desde unos 35 a 40 km en la zona más occidental hasta unos 250 km en la más oriental. Austria limita al norte y noreste con la República Checa, al norte y noroeste con Alemania, al este con Eslovaquia y Hungría, al sur con Eslovenia e Italia, y al oeste con Suiza y Liechtenstein. La longitud de estas


TerriTorio y población

fronteras es de unos 2.640 km. En su mayor parte discurre sobre las cadenas montañosas del sistema alpino o a lo largo de los cursos de agua que descienden de ellas, como el Rin, el Inn, el Danubio y el Morava (March), y está delimitado en sus extremos oriental y occidental por los lagos Neusiedl y Constanza, respectivamente. Por lo demás, sus fronteras mantienen antiguos límites históricos. Austria está compuesta por nueve Länder o Estados federados: Burgenland (Eisenstadt), Carintia (Klagenfurt), Baja Austria (St. Pölten), Alta Austria (Linz), Salzburgo (Salzburgo), Estiria (Graz), Tirol (Innsbruck), Vorarlberg (Bregenz) y Viena (Viena). La población austriaca, según el censo de 2011 es de 8.217.280 habitantes. De ellos una parte son extranjeros además cuenta con presencia de inmigrantes, tanto de los territorios vecinos de Croacia y Eslovenia, como de países del área balcánica, Turquía y algunos países asiáticos (Filipinas). Respecto a los demás países de Europa centro-occidental, Austria presenta una tasa de urbanización no muy elevada (el 55,5 %). La quinta parte de la

población se concentra en Viena, que cuenta, como región federal, con 1.713.000 habitantes (estimación de 2011); y la décima parte de la población vive en las otras cinco grandes ciudades de Austria: Graz (226.000 habitantes), Linz (190.000 habitantes), Salzburgo (150.000 habitantes), Innsbruck (117.400 habitantes) y Klagenfurt (92.000 habitantes). El resto de la población ocupa las zonas llanas y las colinas exteriores a los Alpes o las cuencas alpinas interiores. Es muy característico el tipo de poblamiento rural, basado en la madera como material de construcción, sobre todo en las zonas alpinas. Son típicas las “blockhaus” tirolesas, con balcones cubiertos de geranios, las casas con grandes tejados de Bregenzerwald o las granjas de Carintia y las llanuras danubianas, organizadas en torno al patio interior. Ofrecen rasgos particulares las casas de Burgenland, con cubierta de paja, y Estiria, con sus amplias cocinas de doble fogón. Según los últimos datos oficiales, el 88,6 por ciento de la población austriaca es de

Montañeros en los Hohe Tauern 145


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