#81 a帽o VI mayo 2015 precio: este peri贸dico
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ilustraci贸n por daniel mart铆n - www.dmdesign.com.ar - mardaniel@gmail.com
PARADA OBLIGADA EN LA COMPRENSION DE LA REALIDAD
no se vende
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editorial
Llover sobre
mojado
P
leno Enero. Estás en la Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy, con tu trajecito de turista, cuando una niña del lugar te regala, sin saberlo, una gran escena: intenta llenar una bombucha en una canilla de la vereda. Al instante, un hombre mayor, en seco, la sentencia, calmada, pero firmemente, diciéndole: “Vamos a ponerle un tapón a la canilla, si no dejan de jugar con el agua”. Para rematar su argumento pronuncia un comentario que desliza naturalmente, como quien repite lo que ya dijo millones de veces: “¿Usted no sabe que, en otros lugares, hay gente que no tiene agua?”. La consternación turística en medio de la aridez supera la reacción de la niña, que recibe el mensaje con la indiferencia de lo frecuente. Sin poder suspender el sentido, te preguntás: ¿Siempre pensamos que es “en otros lugares” donde falta el agua? ¿Nunca nos falta a nosotros?, ¿ni siquiera en la mismísima Humahuaca? O, abandonando la orilla de la carencia, ¿nos imaginamos que en Israel, un país sin agua, todos tienen agua? ¿Tenemos presentes las enormes piscinas y fuentes de agua de Las Vegas, una ciudad instalada sobre uno de los desiertos más secos y calurosos del mundo? ¿El problema es la nena que llena su bombucha o la señora que riega las plantas? ¿Qué incidencia tienen estos dos comportamientos, en comparación con el uso de agua potable para la megaminería o con la contaminación de las napas en la provincia de Buenos Aires? ¿Hay mayor conciencia del cuidado del agua en los pequeños e individuales actos que en el planeamiento ambiental estratégico? Pensar en países con edificios, asfalto, oro, administrativos, televisores, corbatas y autos, pero sin agua potable o sin redes cloacales para todos pone el sistema de cabeza y te vuela la peluca. En otros términos: ya no tiene sentido pensar que “el que puede lo más, puede
planta más o menos
estable Por una ley que reconozca a la comunicación cultural autogestiva
maquinista juan ignacio basso
el que no se quiere bajar del tren césar maffei
chancho gustavo zanella
la que dice que el tren no tiene que poner guiño para doblar yael tejero
la que pasa por abajo del molinete giselle méndez
la que endereza las vías maría virginia compte
el que pinta grafitis en la estación daniel martin el que insiste con el carbón gustavo guevara
staff
EXIGIMOS QUE LA PRENSA GRÁFICA SEA DEMOCRÁTICA
1) Derogación del decreto 1025 que fomenta la concentración. 2) Ley de Fomento a las Revistas Culturales Independientes. 3)Ley que reconozca y proteja el trabajo de canillitas.
boletero jorge augusto cuello
jefe de estación horacio ernesto giambroni el que no vio la barrera pedro pertusi los que corren la zorra manuel fontenla franco dré
guardabarreras gabriela giambroni encargado del salón comedor luciano pablo basso la que se roba los quebrachos natalia lópez
caminantes de las vías que se detienen en esta estación
emiliano scaricaciottoli, lucas landolfo, pablo ramati, melina tobías, pablo pereyra, patricio schanek, matías chiappe, daniel i. gómez, vecinos autoconvocados de catán, lorena suárez.
gratarola boleto
el que corta las vías martín giambroni
Las notas que no entraron en el papel encontralas en nuestro sitio web y en las redes sociales. Artículos, diálogos, videos, descargas y toda nuestra historia a tu disposición para informar, comunicar y generar ideas.
la que hace sonar la bocina lorena barbosa
colgados del tren, como racimos grupo de estudios para la liberación (gel): martín forciniti, juan francisco martínez peria, mercedes palumbo, ezequiel pinacchio, soledad ramati y mariana fernández talavera
la que se pasó de estación maría belén morejón
www.revistasculturales.org
lo menos”, salvo que nos atrevamos a cuestionar qué es lo más y qué es lo menos. Esto, satíricamente, se podría graficar en la clásica vida de la diva sesentona que puede comprar una isla entera, pero no puede comerse una grande de muzza tranquila. Entonces, ¿se nos dieron vuelta las prioridades? ¿No es la satisfacción de las necesidades más primarias de los seres humanos lo que fundamenta la existencia misma de la sociedad en su conjunto y de cada uno de sus miembros? Parece que hasta el más ramplón de los contractualismos circulantes nos haría creer que una comunidad se mantiene unida para asegurar la supervivencia de sus miembros, y porque puede hacerlo. Esto, como mínimo, se podría entender como que todos tengamos agua y comida o que no tengamos ni hambre ni sed. Sin embargo, la experiencia y este número de Andén prueban que la cuestión es mucho más compleja: el agua se cuenta en gotas cuando la necesitamos y nos desespera cuando se desborda a nuestra alrededor. El agua, además, es arrastrada en la poesía, purifica los cuerpos en la religión, se aquieta en metáforas cotidianas y, como seguramente diría la niña de nuestra anécdota, te refresca y hace comunión en el carnaval… Hablamos de González Catán, del occidente boliviano, de la cuenca Matanza-Riachuelo, de la laguna de Chascomús, de los desiertos arábigos, de las grandes urbes que derrochan y consumen recursos sin planeamiento ni estrategia alguna. Hablamos de agua, sí, pero cuando hacemos eso, también hablamos del rol del Estado, de la lucha de los pueblos, del lugar del mercado, de la comunidad, de los movimientos sociales, de la dignidad y de lo que no se comercializa. Por todo eso nos dejamos empapar, inundar. Para que el mar de las dudas amaine su fuerza, para que de las norias de la incertidumbre surjan –al menos– algunas preguntas que nos rieguen la esperanza.
/Andén-Digital
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periódico andén
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c i u d a d es & a m bi en t e
el camino del exceso
el uso del agua en la Argentina y en nuestros hogares
El agua es uno de los recursos más importantes de nuestras vidas y, sin embargo, es el menos valorado; ocupa el 70% de la superficie de nuestro planeta y, de ese porcentaje, solo el 3% es agua dulce, además tenemos que considerar que estamos hablando de aguas ubicadas en polos, glaciares, ríos superficiales y subsuperficiales, arroyos y lagos en todo el mundo.
Lucas Landolfo/ ll@opener.com.ar
L
a Argentina tiene enormes reservas de agua dulce repartidas sobre su territorio, que se usan para la población urbana y para el abastecimiento agrícola de algunas zonas que se cultivan bajo riego. Es válida la aclaración de que, en nuestro país, poco menos del 10% de la superficie agrícola se encuentra bajo riego debido al alto costo que implican las bombas y las estructuras necesarias, no siempre es un problema de falta del recurso. Esta agua dulce, cuando no es aprovechada o usada apropiadamente –incluso el agua subterránea–, termina en el mar, en donde se saliniza. El objetivo de este texto es reflexionar sobre cómo cada uno de nosotros valora este preciado recurso y cómo lo utiliza. Para esto pondremos como ejemplo la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, todos nos levantamos por la mañana y lo primero que hacemos es abrir la canilla del agua para lavarnos los dientes, esa primera acción puede durar unos pocos segundos o incluso más de un minuto, ¿la canilla permanece abierta todo ese tiempo?, ¿es necesario que esté abierta todo el tiempo? Solo en ese breve tiempo son utilizados aproximadamente casi dos litros de agua, si lo multiplicamos por los casi tres millones de habitantes de la Ciudad, hay un desperdicio de entre tres y seis millones de litros de agua: es mucha agua solo en ese momento. Veamos los parámetros necesarios: la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la cantidad adecuada de agua para consumo humano (beber, cocinar, higiene personal y limpieza del hogar) es de 50 l/habitante/día; si sumamos el resto de las actividades tanto agrícolas como industriales y otros sistemas que utilizan agua dulce, la OMS calcula una cantidad mínima de 100 l/habitante/día, y si a esta cantidad le sumamos el deterioro de la red de cañerías, es decir, entre 100 l a 150 l/habitante/día, tenemos una demanda diaria aproximada de 200 l/habitante/día, actualmente el 99% de la población está conectado al servicio de abastecimiento de agua potable de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el cual tiene una demanda de 500 l/habitante/día estos datos son del informe “El Agua, fundamental para la vida” publicado por AySA en el 2007. La pregunta es ineludible, ¿cómo podemos usar tanta agua? Y la respuesta es el derroche. Se emplea agua para lavar veredas por lo menos tres veces a la semana; si uno camina a la mañana por la ciudad, es imposible no ver esta práctica, toda esta agua potable termina en el cordón de la vereda, y se estima que es el 30% del
agua potable de la ciudad. Otros consumos de agua potable son el lavado de autos, el riego de espacios verdes públicos y privados, el llenado y mantenimiento de piscinas, y nosotros, como sociedad, hacemos un mal uso del agua: al bañarnos, al lavar los platos luego de haber comido, dejamos que la canilla permanezca abierta y, a veces, con un caudal excesivo de agua. Actualmente todos tenemos un estilo de vida que depende de las unidades económicas que obtenemos por mes en nuestros empleos, luego intercambiamos estas unidades en el mercado por bienes y servicios, esta versión de la economía clásica lleva ya en funcionamiento muchos años. La economía valora cada producto de esta manera o en función de la oferta y la demanda del producto, pero no es la única manera de hacerlo, existen otras. Una de ellas –que actualmente tiene más relevancia en algunas partes del mundo– es mediante la determinación de la huella de carbono, que consiste en comprobar la cantidad de dióxido de carbono (medido en Kg de CO2 emitidos a la atmosfera para producir una unidad de producto) que se produce durante el proceso de fabricación de un bien determinado o en un servicio. Otra forma de valorar los bienes –que no tiene que ver con cuestiones económicas– es la huella hídrica, similar a la magnitud anterior, pero en este caso reflejando la cantidad de agua que se consume durante el proceso de fabricación de un bien determinado o un servicio. Para dimensionar mejor esta magnitud, tomaremos como ejemplo algunos bienes que se producen en el campo. En nuestro país, los agricultores necesitan novecientos litros de agua para producir un kilogramo de maíz; mil trescientos litros de agua para producir un kilo de trigo; tres mil litros de agua para obtener un kilo de arroz, y si pensamos en productos derivados de estos, como la carne vacuna, vemos que necesitamos quince mil litros de agua para generar un kilo de carne. Esta cantidad de agua, en el caso de la producción de los granos, es la que se necesitó para el crecimiento de la planta y para otros procesos que son necesarios para la obtención de los productos. En el caso de la producción
de carne vacuna, tenemos que tener en cuenta el agua que se destinó para producir tanto el forraje como el grano para alimentar al animal, además debemos sumarle el agua que este consume diariamente; y en el caso de que el animal esté en un corral, se debe adicionar a la cuenta el agua utilizada en el lavado del corral. Podemos comparar también la producción de la carne de pollo, que tiene una huella hídrica de cuatro mil trescientos litros de agua por kilogramo de carne, y de esta manera podemos ver que el consumo de agua para la producción de carne de pollo, comparado con la producción de carne vacuna, consume la tercera parte de agua. Estos valores se obtienen de dividir la cantidad de agua total que el sistema de producción utiliza, sobre la cantidad de carne que ese sistema produjo, es un valor entero que permite, por ejemplo, comparar la producción de carne en la Argentina con la de otro país, o incluso las de distintas zonas dentro de la Argentina. Cualquier producto puede ser comparado de esta manera, y es también interesante saber a la hora de consumir que, por ejemplo, la producción de arroz tiene una huella hídrica tres veces mayor que la del maíz, es decir, que podemos diferenciar los productos que consumimos según las huellas hídricas de su producción. Con esta aclaración, no se pretende que se deje de lado el consumo de ningún alimento, necesitamos del consumo de todos, lo que se busca es una reflexión sobre cómo nuestras decisiones de consumo impactan en el ambiente de maneras que no imaginamos. En algunas partes de Europa, los alimentos tienen, en sus envases, los datos acerca de la huella de carbono y de la huella hídrica, gracias a estos rótulos si uno lo desea, puede elegir un producto –por ejemplo entre dos latas de tomates– en el supermercado no por su precio, sino por su impacto en el ambiente. Es muy importante que nos informemos, primeramente, y luego valoremos el recurso del agua, que nos concienticemos sobre su uso responsable, ya que, para nosotros, está siempre disponible, y recordemos que aunque pueda existir agua sin vida, no puede existir vida sin agua. Es necesario rediseñar nuestros sistemas de vida y cambiar el paradigma actual, esta situación no es sustentable en el tiempo, asumamos nuestras responsabilidades ambientales para nosotros y nuestros hijos ya que ellos heredaran nuestros problemas.
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diálogo lorena suárez , responsable de la comunicación de ACUMAR
“Hay una memoria del diálogo con
Riachuelo
que hay que recuperar”
A
CUMAR (Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo) es un organismo tripartito, es decir, está compuesto por tres gobiernos: el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el de la Provincia de Buenos Aires y el de la Nación. También, es un organismo judicializado: si bien la entidad fue conformada en 2006 por decreto de Néstor Kirchner, en 2008, tomó otra impronta debido a que la Corte Suprema de Justicia trató el tema del Riachuelo y dictó un fallo ejemplar. Una de las cosas que determinó ese fallo es la creación de una autoridad de cuenca que cumpla con tres macroobjetivos: mejorar la calidad de vida de los que residen en la cuenca, recomponer el daño y prevenir futuros perjuicios. Además, en 2010 se terminó de delinear un desarrollo integral de saneamiento con once líneas de acción para el organismo, entre ellas: salud, comunicación, información pública, control industrial, calidad ambiental, etc.
Andén: ¿Cuáles son las causas principales de contaminación? Lorena Suárez: Según el diagnóstico, son varios factores. Primero tenemos los residuos sólidos urbanos, es decir, la basura. El río tiene arroyos que atraviesan zonas urbanas y muchas de ellas no tienen recolección formal de residuos. Por eso, se desarrolló un sistema que actúa sobre barreras que son arrastradas hacia un obrador que actúa como una grúa que retira del agua esos residuos, se suben a un camión y se hace la disposición final. ACUMAR retira aproximadamente quinientas toneladas de residuo sólido del espejo de agua por mes. El segundo factor son los vuelcos industriales. La actividad industrial más grande del país está en la cuenca. El primer paso fue tener un registro de todas esas industrias, que antes no existía. Tuvimos que desarrollar un padrón para saber cuántas son, cuáles son, dónde se encuentran y cuáles vuelcan fuera de los parámetros establecidos. Hay unas mil trescientas que fueron declaradas agentes contaminantes y están obligadas a desarrollar un programa de reconversión industrial que llamamos PRI. Hay un área que se ocupa del seguimiento en determinado plazo y si no lo cumplen, se las clausuran y multan. El tercer factor es el desecho cloacal. Hay muchos barrios a la vera del Riachuelo que son muy vulnerables. Son espacios que no fueron pensados para ser habita-
dos y no cuentan con agua potable ni cloacas. El residuo de esas poblaciones va a parar a la cuenca. El año pasado se adjudicó un crédito del Banco Mundial para hacer una gran obra llamada técnicamente “Colector Margen Izquierdo”, que va a atravesar desde Soldati hasta La Boca. Irá por vía subacuática hasta plantas de tratamiento; luego, se vuelcan esos residuos ya tratados al Río de la Plata. Es una obra millonaria que va a ejecutar Aysa. Esas son las tres causas y las tres acciones para revertirlas, que son procesos largos: hoy están en marcha, pero no están concluidos aún. El Proceso de Reconversión Industrial, ¿es suficiente? ¿No hay necesidad de traslado a polos industriales?
industrias, hay muchas cooperativas y empresas recuperadas. Tenemos una política de subsidios y créditos, así como de acompañamiento técnico y convenios con otros organismos, que dependen de qué tipo de producción hace esa industria para poder acompañar y brindar herramientas de reconversión. Estamos por llegar a la mitad de estas mil trescientas industrias reconvertidas y el resto está en proceso. Nosotros pensamos en etapas. Hay un área que mide la calidad del agua y así se constata que si disminuyen los vuelcos, la calidad mejora, pero queremos una cuenca que sea productiva y que el río forme parte de nuestra vida cotidiana, no solo para la contemplación. Por o t r o
lado, si relocalizamos las industrias, hay un tema cultural: no cambiaste la cultura. Entonces, donde sea que vaya, la empresa seguirá produciendo de la misma manera. Por el contrario, queremos que se quede, pero que produzca de manera limpia. Y ahí tenemos un Estado que a través de ACUMAR, monitorea, fiscaliza y así vamos todos para el mismo lado.
Es una buena pregunta, porque tiene que ver con una posición ideológica. ACUMAR y el Estado Nacional, que es el mayoritario en lo que tiene que ver con las decisiones del organismo, definieron que vamos a acompañar a las industrias en su reconversión, para que produzcan de manera limpia. Dado que son zonas densamente pobladas que atraviesan el Conurbano; además, queremos preservar la fuente de trabajo, y en otras experiencias en el mundo, las industrias se relocalizaron, pero eso no preservó la fuente de trabajo y son procesos muy costosos. Son muchas las familias que viven de esas
Sin embargo, sí hubo relocalización de sectores urbanos de gente que vivía a la orilla del río. Sí, hay un plan de relocalización de diecisiete mil familias, en distintas etapas, se están construyendo viviendas. Pero es un caso distinto porque son personas que viven en estado de vulnerabilidad. La Corte entendió, y ACUMAR lo ejecuta, que no puede haber familias viviendo a la vera del río porque es un foco de contaminación y por cuestiones de salud. Tenemos un área de salud que evalúa a la población para trabajar de manera más urgente con los que están más afectados en términos, precisamente, de salud. Hoy en
día, el Camino de Sirga es el que tiene mayor urgencia. Este era un sistema que implicaba tirar la descarga de los buques, pero está vigente una ley que dice que el Estado tiene que tener acceso a los 35 metros de costa de los ríos. Entonces, primero había que liberar los 35 metros del Camino de Sirga. Por ejemplo, recientemente, en enero, se relocalizaron ciento diez familias de la villa 26. Vivían en condiciones muy vulnerables por ser asentamientos que fueron ganándole terreno al río ante el déficit de vivienda de esta ciudad. Pero esos lugares suponen un peligro, por ejemplo, en casos de sudestada. Otro caso es el de Villa Inflamable, que tampoco fue pensada para ser habitable, porque está junto al Polo Petroquímico, con suelo afectado por el Polo, lo que no tiene que ver con el río sino con el estado del suelo. La Villa 21-24, es un antiguo basural. Ahí llegaba el tren de la basura de toda la ciudad y se la procesaba. Hoy estamos desandando ese camino y comenzando a relocalizar y dar derecho a una vivienda digna.
Los que nombrás son asentamientos de Capital Federal o cercanías. Pero hay zonas en La Matanza, por ejemplo, donde todavía la gente vive, no necesariamente a la orilla del río, pero sí de sus afluentes. Las relocalizaciones se llevan a cabo en todos los municipios, en cada uno de los cuales se estableció un relevamiento. Hay un plan de construcción de vivienda y se trabaja articuladamente con la autoridad local. La cuenca atraviesa catorce municipios. En cada uno, se establecieron prioridades. A partir de eso, el municipio pone la tierra y, con fondos de Nación a través del Fondo Nacional de Viviendas, se construyen los hogares. Hay algunos municipios que tienen un atraso mayor en ese aspecto y depende también de qué disponibilidad de tierras tiene, juegan muchas variables. Hay algunas jurisdicciones que están más atrasadas que otras. La prioridad que se estableció es el Camino de Sirga de curso principal y después vendrá una etapa para los arroyos. Se da prioridad también a las zonas inundables. Siempre que se continúe con este plan, las otras zonas serán también relocalizadas. Desde que se aprobó el Plan de Saneamiento, en 2010, llevamos cinco años de ejecución. Otra experiencia en el mundo, de procesos de saneamiento no tan complejos, como el Támesis, donde no había familias a relocalizar, han demandado entre veinte y treinta
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diálogo
La gestión de los recursos hídricos requiere de un diseño de políticas a largo plazo. Máxime cuando el área en cuestión es basta, densamente poblada y lleva siglos sin atención. Lorena Suárez, responsable de la comunicación de ACUMAR así como de varias ONGs vinculadas al Riachuelo, conversa con Andén sobre la actualidad del organismo, sus tareas y problemáticas. yael n. tejero yosovitch/
años. Estamos en la infancia de todo esto. Lo que sucede es que estas zonas venían con un atraso en términos de política de estado. Entonces parece que todo es urgente. Pero se avanza y las familias serán relocalizadas a su tiempo. En el marco de un Estado democrático, si bien las relocalizaciones son forzosas (dado que está en juego la salud), se desarrolla un proceso de consenso, mesas de trabajo, diálogos, acompañamiento, atención a casos particulares, etc.
¿Qué actores intervienen en la relocalización de las familias? Interviene la autoridad local, los municipios, pero también Desarrollo Social. Hay un trabajo social ya desarrollado, a diferencia de hace quince años. En algunos casos, hay delegados de las villas; en otros, hay mesas interministeriales, se hacen mesas de trabajo donde se invitan a todos los actores que intervienen en el territorio. ACUMAR participa desde la Dirección General de Abordaje Territorial. Hay una palabra clave en todo esto que tiene que ver con el arraigo. Tratamos de implementar que las familias se muden relativamente cerca del lugar donde viven, que los chicos puedan asistir a la misma escuela, atenderse en los mismos hospitales, etc. Mantener esos lazos sociales fuertes es un derecho y lo respetamos.
Hablabas de la reconversión industrial de los distintos tipos de empresas en función de disminuir el pasivo ambiental de esa zona. ¿Esto significa que no va a haber más vertido sobre el río? El vertido cero hoy es una utopía. Te diría que en casi ningún lugar del mundo hay vertido cero. Hay una mesa de trabajo conformada por el equipo técnico de ACUMAR que trabaja en la calidad de agua y otros organismos como OPDS[1],
APrA[2], o distintas agencias ambientales que trabajan alrededor de la cuenca. También hay un cuerpo colegiado formado por distintas ONG. Y entre todos se discuten los parámetros de vuelco y la calidad de agua a la que queremos llegar. Tenemos que tener en cuenta que venimos de la prehistoria de todo este proceso. Antes, cualquier industria se instalaba, volcaba lo que quería, cerraba un portón, y no sabías qué había del otro lado. Hoy tenemos registro de qué industrias hay y qué vuelcan. Y esos límites se
acordaron con la Corte, por lo tanto, debemos llegar a una primera etapa en que todas esas industrias vuelquen dentro de esos parámetros. Una vez logrado esto, podemos discutir la reducción de los vuelcos. Pero no podemos saber cuándo será esa etapa. Estamos en un país que viene de una crisis (la de 2001) y de niveles de desocupación muy altos. No podemos apretar a una industria a tal punto que tenga que cerrar. No le sirve a nadie. Pero no olvidemos que nosotros no nos ocupamos solo del agua. También trabajamos en la relocalización de familias; la evaluación del estado de salud y la atención de derechos básicos a través de hospitales móviles; la castración de mascotas, la vacunación, los lentes para los chicos, el Papanicolau para las mujeres, controlamos las industrias, los residuos, el ordenamiento territorial, etc. Vamos avanzando de manera sustentable en todos los terrenos a la vez articuladamente. Otro tema en relación a la calidad que es una discusión pendiente: los barros asentados en el Riachuelo. Determinados fondos tienen componentes vinculados a metales pesados que están como en suspensión. Para poder descomponerse, necesitan determinados niveles de oxígeno. Entonces, a medida que ese oxígeno empieza a aparecer en la cuenca, esos barros entran en descomposición y no terminás nunca de recomponer el agua. Cuando lo lográs, empiezan a activar los barros y se contamina de nuevo. Hay un paradigma que dice que tocar los barros es tremendo. Otra perspectiva dice que si no tocás los barros, no estás encarando el saneamiento como corresponde. ACUMAR estableció un estudio para saber efectivamente qué cantidad hay, dónde están y qué tienen, para tomar decisiones de carácter científico en función de ese diagnóstico.
Hablabas de residuos y del trabajo en conjunto con distintas agencias o empresas estatales. ¿Cómo gestionan eso en función de empresas como por ejemplo el CEAMSE, que tiene su asentamiento sobre un afluente del río? El tema de la basura excede la problemática de la cuenca. Acá no lo tenemos resuelto: ni los municipios ni la ciudad. Trabajamos en territorio que tiene problemas con la basura, que termina muchas veces en el río. No articulamos con empresas ni nos metemos con la gestión municipal, que es a quien le
corresponde ese tema. Tenemos un área de residuos que trabaja articuladamente para fortalecer la gestión en esos municipios. Esto significa que los ayudamos con campañas de separación, de concientización, con cosas puntuales como camiones. La recolección en general es compleja y deficiente. Por ejemplo, en Cañuelas, al lado de la ruta, aparecen residuos de la faena de pollos, de manera clandestina. Es un tema de residuos que se complementa con temas industriales y a la vez municipales. Es prácticamente imposible controlar que eso no suceda. Por eso insistimos con el tema de la conciencia. Desde nuestra área de residuos tratamos de evitar que la basura llegue al Río. Si llega, lo sacamos. El río hoy es un espejo de agua y está mejor, pero es un trabajo constante: un día o una semana que no limpiás y volvemos al pasado.
Escribiste para Página 12 un artículo muy interesante sobre las connotaciones asociadas a las palabras “Riachuelo” y “Matanza”. Sí, hice un relevamiento de los títulos de los principales diarios nacionales. Un estudio visual acerca de con qué palabras estaba acompañada la palabra Riachuelo: suciedad, contaminación, corrupción, mugre. Lo que eso produce en el lector es la impermeabilidad ante la posible transmisión de una noticia positiva. Parece que todo lo que te van a comunicar sobre Riachuelo es negativo, porque hace muchos años que nos dicen eso. Sin embargo, los que viven cerca del Río ven las mejoras. Aparece la falta de olor, reaparecen usos históricos del Río, que tienen que ver con imaginarios que describo en ese artículo. “Yo remaba”, “Yo pescaba”, “Yo aprendí a nadar en el Río”: emergen esos relatos. Hay una memoria del Riachuelo que hay que recuperar, que está vinculada a la identidad de ese Río, a usos relacionados con el trabajo, por ejemplo. Y también hay que actuar sobre esa cuestión simbólica, cultural y de los imaginarios, porque si la comunidad no se apropia del tema, es muy difícil cambia. Me desvela que, sin quitar importancia a la cuestión de conflictos culturales ambientales de nuestro país como Famatina o las papeleras, vos veías cientos de autos de los porteños con leyendas que repudiaban esas industrias. Yo no vi una que dijera: “Recuperemos el Riachuelo”. Y es un río que tenemos al lado. ¿Qué pasa? ¿Por qué se invisibiliza tanto ese lugar? Algo sucede con eso.
yael.tejero@gmail.com
La cuenca atraviesa gran parte del Conurbano bonaerense. Una de las problemáticas de las que los medios no hablan, son las tosqueras, estos espejos de agua que se producen cuando empresas van y se llevan grandes cantidades de tierra dejando pozos en el suelo. Y muchos arroyos que luego van a parar al Río Matanza o al Riachuelo están conectados con estas tosqueras. ¿ACUMAR tiene alguna injerencia sobre esto? Sí, hay un relevamiento de eso y está judicializado porque ese problema quedó muy ligado al exjuez que llevaba la causa del Riachuelo, el juez Armella, que hoy está siendo investigado por varios casos de corrupción. Por otro lado, una gran parte de esas tosqueras se hicieron para el desarrollo de una megaobra: la autopista Presidente Perón, que va a bordear el Conurbano. El Ministerio de Planificación está trabajando con eso. Hay otro proyecto del área de infraestructura: el de los reservorios. La idea es terminar con esas tosqueras y hacer obras para retener el agua de las inundaciones que hoy no se está reteniendo y que funcione como reservorio de agua que luego, a través de bombas, puedan volver a su curso.
¿Cuáles son las líneas de acción principales de aquí en adelante? El tema de los barros va a ser clave. El colector del margen izquierdo va a ser beneficioso para la población. En cinco años ya va a estar avanzada esa obra. Con esa obra funcionando, disminuyendo la carga orgánica que recibe el Río, con las industrias volcando en los parámetros ajustados y controlando la basura que llega al Río, y con grandes avances en relocalizaciones, en cinco años tenemos otra cuenca. Pensemos hoy en la cuestión mediática: la revista Jardín, de editorial La Nación, que cuando puede nos “pega”, sacó una nota titulada “´Paisajes emergentes” con fotos increíbles de la cuenca. Tenemos que tratar de que este plan se sostenga en el tiempo. Las grandes líneas tienen que ver con calidad, abordar el tema de los barros, continuar con las relocalizaciones, el control industrial y el inicio de la obra cloacal [1] Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible. [2] Agencia de Protección Ambiental.
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territorios
el
agua que mata
Vecinos Autoconvocados de Catán y la lucha ambiental cotidiana
Hay lugares donde la contaminación no es un artículo en el diario del domingo. Territorios extensos cuyos habitantes campean las consecuencias de vivir donde otros abandonan su basura, donde las empresas hacen sus negocios sin que les importe las consecuencias. González Catán –una de las barriadas más pobres del conurbano bonaerense– es uno de ellos. Hartos, enfermos, en duelo por las ausencias que la desidia del Estado generó, sus Vecinos Autoconvocados narran sus padecimientos, sus luchas, pero también sus esperanzas.
S
gustavo a. zanella/ locardeux@hotmail.com
e reconocen a sí mismos como un colectivo surgido de la necesidad y de la angustia. Hombres y mujeres de todas las edades, de múltiples oficios y profesiones que desde hace quince años desconfían –con razón– del agua que toman y del aire que respiran. Viven junto a uno de los focos contaminantes más abrasivos de la provincia de Buenos Aires, la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado1, un híbrido privado estatal donde se deposita la basura de gran parte de la Capital Federal y sus alrededores. Como si no fuera suficiente, tanto ellos como los vecinos de ciudades y municipios aledaños, padecen la existencia de tosqueras a cielo abierto, grandes excavaciones abandonadas de tierra que se asemejan a espejos de agua. Literalmente, trampas mortales donde se ahogan decenas de jóvenes y adultos pobres que nadan en ellas.
El Ceamse, ese viejo enemigo Los Autoconvocados son taxativos en su análisis: hay un hilo conductor entre el decreto-ley 9111 que impuso el Proceso de Reorganización Nacional en 1978 y las enfermedades mortales que padecen cientos de vecinos de la zona. Como en los años de plomo, el aire de Catán es irrespirable, pero por otros motivos. El diseño jurídico-administrativo efectuado por la dictadura permitió a la empresa montar y sostener durante más de treinta años un sistema obsoleto de disposición final de residuos que dejó de ser utilizado en otros lugares del mundo desde hace décadas. En enormes cavas de diez metros de profundidad, se arrojan residuos sin ningún tipo de tratamiento, ya sean hogareños, industriales o patogénicos. Las paredes y el piso de esos piletones están cubiertos por una membrana que, ante el peso de las montañas de basura de más de cuarenta
metros de altura, se rajan y permiten que se filtre el líquido lixiviado hacia las napas. Este jugo no solo entra en contacto con el cauce del arroyo Morales que atraviesa la zona, sino también con el agua que beben los vecinos en sus casas y escuelas. Ante la poca rentabilidad que tenía la empresa a mediados de los noventa, el gobierno de Carlos Menem les agregó cincuenta hectáreas a las veinticinco que les habían sido concedidas originalmente; setenta y cinco hectáreas de montañas constituidas por lo peor del consumo. En el 2003, por iniciativa de un docente y de un enfermero que vivían frente al CEAMSE, los vecinos comenzaron a vincular lo que la gente percibía cotidianamente con las actividades de la empre-
sa. Por ejemplo, que en verano era imposible tener las ventanas abiertas por el olor nauseabundo que ingresaba debido al desborde de los líquidos putrefactos; o que había una inusual cantidad de enfermedades y muertes en la zona. Con esas sospechas, comenzaron a reunirse y a través de relevamientos cara a cara entre vecinos empezaron a tener certezas. Fueron estas certezas las que motorizaron la presentación que en el 2004 realizaron ante el gobierno de la Provincia de Buenos Aires, a partir de la cual la Secretaria de Política Ambiental realizó una serie de análisis en domicilios y escuelas2. Los resultados fueron concluyentes: el agua de González Catán no era –ni es– química ni bacteriológicamente apta para el consumo humano. El Estado no hizo nada.
En el 2005 hicieron una presentación ante el Juzgado N.° 5 a cargo del Dr. Juan Pablo Sala –el mismo que intervino en la desaparición de Luciano Arruga–. Sala le ordenó a Gendarmería Nacional que tomara muestras del arroyo Morales y sus afluentes; así se determinó que hay cromo, mercurio y metales pesados cancerígenos. Por lo que ordenó que se proveyera de agua potable a los barrios linderos al CEAMSE. El Estado no hizo nada. Debido a las manifestaciones constantes y bloqueos a la planta, que incluyeron una brutal represión y decenas de detenciones en el 2007, la empresa decidió tratar los gases que se venteaban sin procesar y que generaban un olor insoportable. Utilizaron un sistema de quema de gases, también caduco, porque no tienen la temperatura adecuada. Ya no hay olor, pero como consecuencia se generan dioxinas y furano, dos componentes también considerados contaminantes. Un grupo de médicos comprometidos con el caso llevó adelante un relevamiento en el 2014 junto con los Vecinos Autoconvocados. Se relevaron cincuenta familias, en las que se comprobaron más de doscientas enfermedades en un solo barrio: cáncer, leucemia, enfermedades gástricas y renales sin distinción de edad ni sexo.
La belleza que mata Además de la contaminación, los vecinos de Catán y otras agrupaciones enfrentan otros peligros vinculados a la ausencia del control del Estado sobre empresas privadas. Los espejos de agua formados sobre tosqueras abandonadas se cobran decenas de vidas al año, aunque el único registro sea la crónica policial. La Dirección de Minería de la provincia de Buenos Aires registra ochenta y tres en funcionamiento. Aunque existe una blanda legislación al respecto, no se cumple en
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territorios
revistas
CULTURALES absoluto. La ordenanza 10424 obliga a las empresas extractoras a rodear el predio con alambre perimetral, iluminarlo y vigilarlo las 24 h. Ninguna cumple con estas exigencias. Ubicadas en lugares de difícil acceso, las tosqueras se transformaron en el parque de recreo de las barriadas más pobres. A simple vista parecen lagos de aguas calmas, reservas naturales. Su estructura en forma de pozo, con cambios abruptos en el declive, sobrepasa los diez metros de profundidad que marca la norma. El abandono empresarial permitió que el agua que proviene de la lluvia, de las napas freáticas y del caudal de arroyos cercanos las volvieran grandes piscinas a cielo abierto. Las muertes no son provocadas por la inexperiencia de los nadadores. El cruce de corrientes que se da en el interior de esas excavaciones produce remolinos y efectos de succión que arrastran hacia el fondo al más experimentado. Incluso las divisiones de buzos de bomberos y policía temen rastrillar en ellas3. Estas tosqueras no solo provocan muertes instantáneas, también, al carecer de vigilancia, son depósitos de basura libres de control, que acaban filtrando hacia las napas de agua de las que los habitantes beben. Aproximadamente mil hectáreas de La Matanza son ocupadas por estos emprendimientos abandonados. Los organismos del Estado intervinientes utilizan un eufemismo para referirse a ellas: pasivos ambientales. Eso es lo que se tiene en mente cuando se piensa en las consecuencias que genera, por ejemplo, la construcción de la Autopista Presidente Perón que unirá la localidad de la Plata con la zona norte de la provincia. En Gonzalez Catán se encuentra la mayor de todas ellas: la tosquera Larre, padecida por los vecinos de los barrios Las Casitas, La Salle y Las Torres (Pdo. De Merlo).
Lucha y esperanza No solo es el dolor de las muertes lo que les pesa vecinos. También es el destrato de los distintos estamentos del Estado Municipal, del Provincial y del Nacional que los ignora y, cuando se vuelven insistentes, los reprime. En los últimos diez años de gobiernos progresistas, los vecinos no tuvieron ninguna respuesta concreta sobre las distintas formas de contaminación que padecen. Las empresas acusadas se escudan en el silencio y en el Estado, que los avala y hace negocios con ellos. Sin embargo no están solos. Junto con agrupaciones de distintos municipios reclaman, militan la causa de una vida digna y libre de contaminación convocando a encuentros de concientización. Han logrado que muchas escuelas de zonas afectadas incluyeran en sus contenidos la reflexión sobre el mal que padecen. Financian sus actividades con festivales, con movidas culturales destinadas a la juventud a la que consideran el grupo más receptivo porque son ellos los que enferman. Participan en todos los foros, hablan con cualquiera que pregunte, buscan soluciones, las proponen sin dejarse captar, horizontales, democráticos. Necesitan cloacas, agua potable, políticas sanitarias focalizadas. Saben que el problema requiere soluciones urgentes. Saben que la enfermedad y la muerte les pisan los talones. Pero sospechan que hay un cambio en movimiento que no vendrá ni de las empresas ni del Estado; que solo la voluntad y la fortaleza de los propios vecinos puede generar el sustrato necesario para que el agua no sea un mal, sino lo que nunca debería tendría que haber dejado de ser: vida 1CEAMSE 2Escuelas N.° 195, N.° 127, N.° 128 3http://libresdelsur.org.ar/noticia/no-hay-controlsobre-las-tosqueras
INDEPENDIENTES
y exigimos que la prensa gráfica sea democrática tres puntos para democratizar
el mercado de venta y
comercialización de diarios
y revistas:
1) derogación del decreto 1025 que fomenta la concentración.
2) Ley de Fomento a las Revistas Culturales e Independientes. 3) Ley que reconozca y proteja el trabajo de canillitas.
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agua
elementos
El agua potable es un alimento vital, necesario para casi cualquier proceso encarado por el ser humano. Su disponibilidad signa el desarrollo, la economía, la supervivencia de una comunidad. Y, mientras que en muchos países es la diferencia entre la vida y la muerte, en otros la usamos para baldear la vereda.
correr
que puedes beber, no la dejes
E
pablo ramati /rpablojose@hotmail.com
l agua es un elemento que se utiliza en todos lados. Es un elemento insustituible para el sostenimiento y el desarrollo de la vida humana, y para el de todos los seres vivos, así como es un elemento productivo clave en innumerables industrias. En muchas de las grandes ciudades se suele encontrar a plena disposición en las canillas de las casas, trabajos y hoteles. Además de su amplia disponibilidad, el agua ocupa en nuestra sociedad un lugar de relevancia. Tanto es así que la palabra “agua” inunda nuestro vocabulario y en los usos más variados: desde un grupo de amigos cuando quieren compartir algo y precisan “poner el agua para el mate”, hasta en un eufemismo para saber si las cosas se entienden, diciendo “más claro echale agua” o, con menos suerte, cuando “hacemos agua por todos lados”. La comida y el agua son bienes valiosos, pero podemos correr el riesgo de naturalizarlos si los tenemos en abundancia. En otros términos, la disposición sin límites de un recurso genera una percepción errada sobre el valor de ese recurso en otros lugares. Es decir que la tendencia humana a considerar que todo es como uno lo vive o siente puede sesgar la visión y llevarnos a considerar que el agua que tomamos y la comida que tenemos están ahí porque sí y que su presencia es algo incuestionable. La abundancia del agua la podemos pensar intuitivamente como cantidad, como caudal, como volumen de un constante fluir. Por ejemplo, en el caso de vivir cerca de un rio
importante como el Rio de la Plata, podemos suponer que toda el agua que observamos está ahí disponible para utilizar, de la forma que necesitemos: potable, higiénica, productiva. La cantidad de agua es algo que se ve, la calidad del agua es algo que no se ve. El agua que vemos tiene gran cantidad de elementos (químicos y microbiológicos) y, según la concentración y tipos, no siempre es factible, técnica o económicamente, procesarla para su aprovechamiento útil, incluyendo el consumo humano. Es por eso que el agua, en cantidad y calidad, en muchos lugares, es una fortuna, quizás por eso algunos ritos festivos la utilicen como símbolo de identidad y esplendor. Ese preciado elemento, el agua, es imprescindible para vivir. Ese elemento vital es necesario para todas las actividades de la vida, y de manera “democrática” nos iguala a todos los humanos. Es tan importante que ocupa aproximadamente el 80% de nuestro cuerpo. Es decir que si Martin (un hombre imaginario que se ofrece como ejemplo para esta columna) pesa 100 Kg, 80 kg de ellos son de agua. Nos iguala, entonces, en un doble sentido: todos somos en parte agua y todos morimos sin agua. Pero, ¿qué tuvo que pasar para que Martin llegue a tener ese peso y una buena salud? Y, ¿qué otro tanto sirvió de contexto favorable para que llegue a estudiar, trabajar o tener una profesión? Primero tuvo que haber tenido la oportunidad de satisfacer sus necesidades básicas de nutrición,
una oportunidad igual o semejante a la de otras personas. Según varios organismos multilaterales, la reducción de las desigualdades es uno de los principales desafíos en América Latina. Sin embargo, no existe consenso sobre cómo actuar al respecto. Quizás sea complejo tratar de encontrar un sentido absoluto, pero desde los términos ambientales, igualdad de oportunidades significa nivelar desde un principio las condiciones para todos, de forma tal que las condiciones que estén más allá de la decisión personal no determinen negativamente el curso de acontecimientos de una vida. El aporte del agua en el desarrollo de la vida es básico, allí no existe opción. Tanto es así, que es considerado un alimento. En la Argentina, el agua para consumo humano, llamada generalmente agua potable, está reglamentada por el Código Alimentario Argentino, el cual estipula todos los elementos y cantidades máximas que debe tener y todos aquellos otros que no debe tener para que sea útil a sus fines vitales. El agua potable, disponible de forma fácil y rápida, genera condiciones de vida digna a través de las oportunidades mencionadas que ofrece. En el otro extremo de este panorama está la posibilidad de no tener acceso a este preciado elemento. En este sentido, las enfermedades que se transmiten por agua (conocidas como enfermedades hídricas) han generado a lo largo de muchos años problemáticas sanitarias de magnitud. Tal es el caso de la Fiebre amarilla en la ciudad de Buenos Aires,
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elementos
que en 1870 tuvo su expresión más seria con una tasa de mortalidad a razón de quinientas personas por día. Por este motivo, las ciudades deberían suministrar agua sin elementos que generen trastornos negativos en la salud de la población. Para que ello ocurra, antes de llegar a las redes debe ser sometida a lo que se conoce como “proceso de potabilización”. Allí, a grandes rasgos, el agua es tomada por bombas, procesada en un sistema físico-químico, luego filtrada para eliminar los principales elementos nocivos, para, finalmente, ser desinfectada. Con este último paso se busca asegurar la inactivación o destrucción de los agentes patógenos para el hombre y reducir así la incidencia de transmisión de enfermedades. El proceso requiere grandes cantidades de energía y de esfuerzo para lograr tener un agua de calidad, acorde a un alimento. El agua además de un alimento, es un bien que se utiliza en la sociedad para distintos fines, desde higiénicos hasta ornamentales. El agua potable, que es un alimento, es utilizada en muchas ciudades, como en Buenos Aires, no solo para la función fundamental para la que fue procesada, sino que también es utilizada para cualquier otro fin: lavar el auto, regar los parques y jardines, baldear las veredas, descargar el inodoro, decorar las fuentes de las plazas o para llenar la pileta de natación. El agua es necesaria para todos esos usos, pero no es necesario que sea agua potable. Como solución a esta situación, es posible reutilizar el agua proveniente de duchas y lavatorios y
almacenarla en una cisterna junto al agua de lluvia y rocío. El agua-no alimento puede entonces ser utilizada así para un segundo fin, el transporte de elementos, para el cual es perfectamente apta. El sistema donde se reutiliza es una alternativa al sistema convencional, y se lo denomina sistema secundario. Por ejemplo, una vivienda promedio, con cinco habitantes, tiene un consumo estimado de 250 l /habitante /día. El agua proveniente de ducha, lavatorios, lavado de ropa y agua pluvial es de 31,5 m3 /mes. El nombre dado al conjunto de estas aguas que pueden ser utilizadas en un segundo sistema, es “aguas grises”, o agua de reúso. Las aguas denominadas “aguas negras”, las provenientes de desagües de inodoros y bidés, no son reutilizadas, aunque en algunos casos pueden ser aprovechadas en riego, siguiendo ciertos recaudos especiales. En sistemas con reúso, el consumo de agua potable se reduce a un consumo humano únicamente de 6 m3 /mes, en comparación con los 37,5 m3 /mes para la vivienda supuesta de cinco habitantes, o sea un ahorro del 84%; correspondiente al reúso de aguas grises, pluviales y rocío, almacenadas en un tanque intermedio del segundo sistema antes mencionado. Como es posible apreciar, la reutilización del agua de lluvia es beneficiosa en cuanto a la disminución de agua potable consumida. A su vez, existe una ventaja adicional en los sistemas pluviales al lograr la reducción del caudal pico de escurrimiento. Esto
se consigue gracias a que parte del agua de lluvia que cae inicialmente es almacenada, evitando que llegue a las alcantarillas. El Río de la Plata tiene un caudal del 22.000 m³ /s, lo que equivale al agua dulce que requieren 475 millones de personas con consumo holgado, o sea, que si toda esa agua fuese potable, se podría abastecer al doble de la población de Brasil. Esa suerte con la que disponemos las personas que estamos cercanas a cuerpos de agua dulce hace que olvidemos el valor del agua. La riqueza del agua no radica en su potencialidad para limpiar o para enfriar. Su riqueza radica en la posibilidad de ser un alimento, vital, único e imprescindible. Las personas que conocen otras realidades, tanto de otras provincias como de otros países, probablemente han tenido la experiencia de tener que racionalizar el agua. Esa palabra “racionalizar”, que parece casi un eufemismo para referirse a no derrochar, es la forma que millones de personas tienen de cuidar ese elemento escaso. Ese elemento que, en caso de ser potable es proveedor de vida, pero que en caso de no serlo es trasmisor de enfermedades, de epidemias. La perspectiva climática actual evidencia una tendencia hacia los extremos climáticos, lo que modificará nuestra realidad más cotidiana. La conciencia de otras realidades o de nuevos escenarios no tan lejanos invita a reconocer el valor del agua potable, su verdadero valor como alimento y como generador de posibilidades. Una invitación que deja las puertas abiertas para una conciencia social nueva y más humana
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políticas
la lucha
El conflicto ambiental siempre es generador de reflexiones. El modo en que nos vinculamos con la naturaleza y las consecuencias de ese vínculo repercuten en la distribución de bienes y servicios abrevando así en otro conflicto urgente: el social. La reseña de un libro sobre el tema es la excusa de los autores para historizar la lucha de distintas comunidades y colectivos sociales que buscan el reconocimiento de una necesidad y la aplicación de un derecho.
en buenos aires
al agua
por el derecho humano
E
n nuestro planeta, el acceso al agua, recurso básico e imprescindible para la reproducción de la vida, no es un derecho garantizado para el conjunto de la población. Incluso en los centros urbanos, íconos del desarrollo industrial y de los avances tecnológicos y científicos, millones de personas carecen actualmente de agua segura y de saneamiento.
Esto ha llevado a la emergencia en diversas partes del mundo, de conflictos de diferente calibre por el acceso y consumo a dicho bien. En esta nota, basada en una investigación presentada en el libro de Cartografías del Conflicto Ambiental en Argentina publicado en el 2013 por la editorial CICCUSCLACSO [1] , nos interesa mostrar la
realidad hídrica de la zona más poblada y rica de nuestro país: el Área Metropolitana de Buenos Aires, y analizar el modo en que la elaboración e implementación de la política del agua supone tensiones por la definición del problema y la forma en que este debe ser resuelto.
A pesar de estar situados en pleno siglo XXI –la era de los clones, los drones y de la tecnología de avanzada–, actualmente existen millones de personas en todo el mundo que aún carecen de servicios básicos y esenciales como el agua potable y las cloacas. En América Latina cerca de 40 millones de personas (lo que representa al 7% de la población) carecen de agua segura para consumo humano, mientras que más de 117 millones de personas (el equivalente al 20%) no poseen instalaciones sanitarias que cumplan con las condiciones mínimas requeridas (OPAS, 2011).
En Buenos Aires, a pesar de estar situada próxima al Río de la Plata
–principal fuente de agua dulce de la región–, el acceso al recurso no se encuentra garantizado para el conjunto de la población. En lo que refiere al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) región en donde se produce más del 50% del PBI del país y donde habitan más de 12 millones de personas, el 72% de la población cuenta con el servicio de agua potable y tan solo el 51% tiene acceso a desagües cloacales. Esta situación paradojal, en realidad, no hace más que advertirnos que las principales causas de la falta de acceso al agua no son técnicas, sino sociales y polìticas.
Durante la década de los noventa, las políticas neoliberales que rigieron en el país alentaron la privatización de los servicios públicos. En Buenos Aires, la gestión privada del agua se tradujo en reiterados aumentos de la tarifa y en incumplimientos en relación a las metas de expansión que terminaron afectando principalmente a los sectores más vulnerables. Estos hechos, acompañados de la desfavorable situación financiera que atravesaba la empresa a partir de la crisis económica del 2001, derivaron en la rescisión del contrato de concesión a la empresa en el 2006 y en la creación de la empresa estatal Agua y Saneamientos Argentinos S.A. (AySA) [2] . De
ese modo, la gestión del agua retornó a manos del Estado, que se propuso como objetivo virar la lógica mercantil del servicio e incorporar la noción del Derecho Humano al Agua (DHA) dentro de la prestación. [3]
Para ello, AySA ha diseñado un Plan Director de Obras [4] destinado a
alcanzar en el largo plazo (2007-2020) la universalización del servicio al conjunto de la población que habita en el área de concesión [5] , con la preten-
sión de revertir la situación de más de 1,5 millones de personas que, al momento de haber asumido la gestión, no poseían agua potable y más de 3 millones que carecían del servicio de cloacas (AySA, 2006). El plan es financiado principalmente a través de transferencias del Tesoro Nacional y en menor medida por préstamos del Banco Mundial, lo que permite entrever que en los últimos años, la apuesta por invertir en la expansión del servicio se ha vuelto una política de Estado. Sin embargo, a ocho años de gestión estatizada del servicio, cabe preguntarse, ¿qué ha pasado en este tiempo con la implementación del Plan? y ¿En qué medida este ha logrado revertir la desigualdad en el acceso al servicio?
Los datos censales y aquellos provistos por la empresa muestran un evidente aumento de la cobertura del servicio en el área de concesión desde la implementación del Plan. Siguiendo los informes anuales de AySA, en el 2006 los valores de cobertura eran próximos al 77% de agua y 58% de cloacas, mientras que en el año 2012 las cifras ascienden al 83% y 63% respectivamente [6] . No obstante, al
analizar detenidamente la puesta en marcha de las obras, es posible advertir que en algunas zonas los problemas hídricos están lejos de haber sido resueltos por completo. Se trata en general de áreas urbanas ubicadas en terrenos bajos y contaminados, carentes de todo tipo de ordenamiento estatal en su traza y ocupadas por población de bajos recursos que no ha podido acceder a una vivienda digna. Zonas que presentan elevados índices de vulnerabilidad social, que carecen de cobertura de salud integral y de servicios sanitarios (agua, cloacas y recolección de residuos). Situación que las convierte en áreas de mayor
riesgo que otras que están dotadas de infraestructura y de servicios públicos básicos. En estas condiciones, los plazos que presupone el Plan Director no siempre se adecúan a la gravedad y urgencia que la problemática del agua reviste en áreas tan vulnerables. Más aún, incluso con el agua potable en sus redes, la población que allí reside continúa viviendo expuesta a altos niveles de riesgo sanitario producto de la contaminación de la napa freática y las aguas superficiales, así como de las crecidas de los cursos de agua cercanos o que los atraviesan.
Este escenario permite entrever la complejidad que supone la política del agua urbana en Buenos Aires, puesto que no se reduce únicamente a la expansión de la red de agua y cloacas, sino que también exige la articulación de diversas políticas (de planificación urbana, de empleo, de salud, etc.) que se anclan en un mismo territorio. Articulación que muchas veces es difícil de alcanzar debido a la primacía de una lógica sectorial y a la yuxtaposición de competencias entre los distintos organismos encargados de actuar en un mismo territorio. Asimismo, el desafío pasa por acercar los métodos y plazos de las “grandes obras” a problemas locales que requieren de una solución directa. Ante esta situación, en los últimos años han emergido diferentes organizaciones sociales locales que se movilizan por el acceso a los servicios de agua y de cloacas. Lo interesante y novedoso de estas experiencias es la forma en que estos colectivos territoriales logran construir el reclamo, y con él, una perspectiva distinta sobre el uso y el manejo del agua. Analizando el caso del Foro Hídrico de Lomas de Zamora –organización conformada en el 2000 a partir de una gran inun-
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políticas
dación que afectó el municipio–, los vecinos que lo integran comenzaron su lucha [7] demandando a las autori-
dades la construcción de cloacas y de obras hídricas para evitar las inundaciones, aunque con el tiempo el reclamo trascendió la inversión en obras para adoptar una visión más amplia sobre el manejo del agua en la región, que les ha permitido integrar las diversas problemáticas del municipio, y relacionarlas, –como el suministro de agua potable, la falta de cloacas y las inundaciones– dentro de un misma problemática hídrica que atraviesa al área metropolitana en su conjunto. Ello permite extraer un aprendizaje importante y es que los ciudadanos no deben ser concebidos como meros sujetos portadores del derecho a los servicios de agua y de cloacas, antes bien como productores de conocimiento y movilizadores sociales, capaces de intervenir en la elaboración de la política pública. En efecto, nuestro artículo muestra cómo fue construida socialmente mediante un trabajo tenaz en conjunto con otros actores (universidades, centros de investigación y otras organizaciones como Médicos del Mundo).
La experiencia del Foro es un aporte de gran importancia a la hora de pensar cómo adoptar un abordaje integral de la gestión pública del agua urbana. Y esto significa un manejo del recurso que comprenda, por un lado, la complejidad del territorio y la estructura social de la población a la que se dirige, con demandas que reclaman atención inmediata; y por otro, a las voces, visiones y propuestas de la misma población en todas sus expresiones, habilitando el diálogo entre saberes de vecinos, la comunidad académica, las organizaciones sociales, las empresas y las autoridades --gubernamentales.
[1] El libro fue coordinado por la Dra. Gabriela Merlinsky y realizado por el Grupo de Estudios Ambientales, del Área de Estudios Urbanos del Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA). Se puede acceder a su versión completa en formato digital a través del siguiente link: http://www.clacso.org.ar/librei a r latinoamericana/libro_detalle.php?id_libro=86 3&pageNum_rs_libros=1&totalRows_rs_libros =845 2] El capital accionario de AySA se encuentra conformado en un 90% por acciones del Estado y el restante 10% en manos de los trabajadores a partir del Programa de Propiedad Participada.
[3] AySA ha incorporado la noción del DHA dentro de su reglamentación, esto se observa tanto en el Decreto N.° 303/2006 que da lugar a la creación de la empresa, como así también en su marco regulatorio. Supone, según el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Organización de las Naciones Unidas, “garantizar a toda persona el derecho a disponer de agua suficiente, salubre, aceptable, accesible y asequible para el uso personal y doméstico" (Observación N.° 15, DESC)
[4] El Plan Director consiste principalmente en desarrollar infraestructura básica (plantas potabilizadoras y depuradoras de efluentes, y nuevos colectores), ampliar las instalaciones existentes y renovar o rehabilitar las redes. 5] El área de concesión de AySA comprende la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires y diecisiete partidos del conurbano bonaerense, territorio que comprende cerca del 80% del AMBA.
[6] Optamos por tomar los datos de la empresa porque, al ser anuales, permiten hacer un recorte temporal que diferencie los años de ejecución del Plan. Al contrastar estos valores con los datos de cobertura provistos por el Censo Nacional de Población y Vivienda (INDEC), es posible advertir que ambas fuentes dan cuenta de un incremento en la cobertura de ambos servicios. [7] Mediante protestas con cortes de calle, reuniones asamblearias, capacitaciones barriales hasta negociaciones en mesas de diálogo con funcionarios locales y miembros de AySA, ejerciendo así una fuerte presión social sobre las políticas de agua y saneamiento en el territorio.
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t e r r i t or i o s
cuenca de Las Encadenadas. Propuestas de Gestión
E
jorge a. cuello /cuellojorge76@gmail.com
l sistema de lagunas encadenadas, ubicado en el territorio bonaerense de la Pampa Deprimida, se encuentra en las ciudades de Chascomús y Lezama y está compuesto por siete lagunas que, unidas por arroyos y canales, desembocan en el Río Salado y, a través de éste, en el Rio de la Plata. La suma de la superficie de todas las lagunas del sistema hace un total de 11.555 hectáreas (has), y en orden de prelación, se inicia con la laguna Vitel (1465 has), continúa con la de Chascomús (3012 has), luego esta se conecta con la laguna Adela (2085 has), la cual recibe el tributo de las aguas de la laguna Del Burro (1020 has) y continua con las lagunas Chis-Chis (1470 has), Tablilla (1605 has) y Barrancas (898 has). Estas lagunas pertenecen a la cuenca hídrica del Río Salado, integrada además por varios arroyos, entre los cuales podemos citar, según su importancia: Valdés, Los Toldos, De la laguna, Del Burro, Vitel, El Corto, Los Patos, De la Espadaña, San José, El Vote, De la Avería y Casalins. Según la ley nacional de gestión de aguas (25.688), una cuenca hídrica superficial está conformada por: “La región geográfica delimitada por las divisorias de aguas que discurren hacia el mar a través de una red de cauces secundarios que convergen en un cauce principal único y las endorreicas”, y por lo tanto los arroyos, como las lagunas antes mencionadas, terminan configurando una cuenca hídrica tal como lo establece la normativa nacional.
Hacia un gestión integral de las lagunas encadenadas Hecha esta breve introducción, es necesario destacar que el dominio originario de los recursos naturales corresponde a las provincias (Artículo 124 de la Constitución Nacional) y, en el caso de las lagunas encadenadas, su gestión y control están en manos del gobierno provincial (Código de Aguas de la Provincia de Buenos Aires), pero lo cierto es que muchas de las decisiones que a diario se toman en las respectivas ciudades de Chascomús y Lezama –tanto por los respectivos gobiernos locales como por el sector privado– impactan de manera directa sobre las aguas superficiales. El vertido de efluentes cloacales e industriales, la toma y desvío de aguas superficiales, el manejo de las compuertas que regulan el caudal de las lagunas, el desarrollo de las actividades agropecuarias y pesqueras comerciales o deportivas, así como también los emprendimientos turísticos y urbanísticos que se han ido construyendo en las márgenes de estos espejos de agua se convierten en amenazas directas a los ecosistemas acuáticos, si no se regulan cada una de estas acciones llevadas a cabo por el ser humano. Si a ello le sumamos los impactos provocados por el cambio climático y la variación que este genera en el régimen de precipitaciones y en la evaporación de las aguas como consecuencia del aumento de la temperatura media global, resulta imperativo que se tomen medidas urgentes para que se constituya un comité de cuencas hídricas del sistema de las lagunas encadenas. Este comité es indispensable para lograr una gestión integral y ambientalmente sustentable en estas casi doce mil has de aguas superficiales las cuales, además de ser el principal atractivo turístico en ambas ciudades, son una fuente importante
para el desarrollo económico y social de sus sociedades. Dicho comité debería estar conformado por representantes del gobierno provincial, de los gobiernos locales de Chascomús y Lezama, de los organismos de investigación científica, como el INTECH y el INTA, de las organizaciones ambientales y de las universidades nacionales cercanas, como la de La Plata y la de San Martin, para que en forma conjunta definan las políticas necesarias para garantizar una gestión integral y sustentable de estos ecosistemas lacustres.
Funciones y facultades del Comité de Cuenca de las encadenadas Entre sus funciones, y siguiendo el ejemplo de la Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo creada por medio de la ley 26.168, este comité de cuencas de las encadenadas debería poder dictar sus reglamentos de organización interna y de operación, regular, controlar y fomentar las actividades industriales y agroganaderas, la prestación de servicios públicos y cualquier otra actividad con incidencia ambiental en la cuenca, pudiendo intervenir administrativamente en materia de prevención, saneamiento, recomposición y utilización racional de los recursos naturales. También debe tener facultades para establecer un régimen de vertidos de efluentes a cuerpos receptores de agua y emisiones gaseosas, planificar el ordenamiento ambiental del territorio afectado a la cuenca, establecer y percibir tasas por servicios prestados, llevar a cabo cualquier tipo de acto jurídico o procedimiento administrativo, gestionar y administrar, con carácter de unidad ejecutora central, los fondos necesarios para su funcionamiento. Hay que destacar que en el caso de la ACUMAR existe una prevalencia normativa en materia ambiental y que ésta debería contemplarse en el futuro Comité de Cuencas de las Encadenadas. Es decir, que: “Las facultades, poderes y competencias del Comité de cuencas en materia ambiental prevalecerán sobre cualquier otra concurrente en el ámbito de la cuenca, debiendo establecerse su articulación y armonización con las competencias locales” . Al mismo tiempo, deberían delegarse, tal como lo hace la ley 26.168, facultades para disponer medidas preventivas: “Cuando tome conocimiento en forma directa, indirecta, o por denuncia, de una situación de peligro para el ambiente o la integridad física de los habitantes en el ámbito de la cuenca”. Entre ellas, tomar intervención en procedimientos de habilitación, auditoría ambiental, evaluación de impacto ambiental y sancionatorios; intimar a comparecer con carácter urgente a todos los sujetos relacionados con los posibles daños identificados; auditar instalaciones; exigir la realización, actualización o profundización de evaluaciones de impacto ambiental y auditoría ambiental conforme la normativa aplicable; imponer regímenes de monitoreo específicos; formular apercibimientos; instar al ejercicio de competencias sancionatorias en el ámbito de la administración; ordenar el decomiso de bienes; ordenar la cesación de actividades o acciones dañosas para el ambiente o la integridad física de las personas; disponer la clausura preventiva, parcial o total, de establecimientos o instalaciones de cualquier tipo
poetas sedientos
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t e r r i t or i o s
el agua y su carencia en la poesía árabe clásica ¿Hasta qué punto el agua como bien preciado influyó a la hora de construir imágenes poéticas en la tradición árabe? Recorramos brevemente su historia y escuchemos a algunos de los poetas. daniel i. gómez /danielgomezlit@hotmail.com
C
on cierta ironía, Robert Irwin publica su célebre volumen de literatura árabe clásica con el título Night and Horses and The Desert (2000). La noche, el desierto, los caballos y sus colegas los camellos: todos ellos son elementos que perduran en la representación del Oriente, independientemente de qué países del norte de África y del sur de Asia identifiquemos bajo este rótulo. Se trate de que pensemos en Yemen, Irán, Arabia Saudita o Egipto, de cualquier manera imaginaremos infinitas caravanas de camellos, surgirá la idea de lo exótico y, por sobre todo, la gran e inevitable figura del desierto. Es al menos una representación popular, más allá de la crítica férrea que llevó a cabo hace décadas Said en su obra Orientalismo (1978) y sin considerar el acceso a todo tipo de materiales, sean estos libros, videos, canales de televisión online o radios, que poseemos hoy gracias a Internet1. El tópico del agua está íntimamente ligado al desierto y en este artículo haremos hincapié en cómo su ausencia ha producido una poética específica en la poesía clásica árabe: cientos de imágenes, analogías y metáforas están vinculadas al enorme valor que surge de la carencia del agua. La imagen del desierto es antigua, y el agua, como bien preciado, aún hoy no deja de ser un aspecto clave. Toby Craig Jones, por ejemplo, nos narra en Desert Kingdom: How Oil and Water Forged Modern Saudi Arabia (2010) el proyecto que tuvo Arabia Saudita para intentar arrastrar inmensos icebergs hasta el Mar Rojo para lidiar con la escasez de agua. Mohammad bin Faisal Al Saud, uno de los sobrinos del rey saudí, incluso llegó a promover el Iceberg Transport International con la ayuda de un explorador polar francés. Si nos dirigimos hacia los inicios de la poesía clásica, aquella de los grandes poetas, un personaje de la obra Sufrían por la luz (2001), de Tahar Ben Jolloun, "asaba el tiempo leyendo y aprendiendo de memoria"2, es forzoso comenzar por Imru´l Qays. En el poema que se conserva de él, un tipo de poesía denominada “casida”, surge una detallada descripción sobre la vida del desierto y sus accidentes. En esta descripción nos topamos con una fuerte tormenta que: "Volcó su carga de agua sobre el Gabit"3 y que presenta una mezcla de belleza y de temor por la gran fuerza de la naturaleza. Se nos describe, acto seguido, cómo el desierto celebra la bendición del agua traída por la tormenta, como también el festín que hacen de ella
los animales: "Los pajarillos de los valles, por la mañana, parecían embriagados de zumo de vino puro, rociado de pimienta". Este poema (que podemos llamar inaugural dentro de la tradición poética árabe) ya instaura el tópico del agua y si bien a lo largo de los siglos irá sufriendo transformaciones, nunca desaparecerá. Seguido de la casida de Imru´l Qays, tenemos a otro gran poeta clásico: Ántara. Llamado el Aquiles árabe por ser un joven y valeroso guerrero al mando de una tribu, también fue el autor de una casida que ha formado parte del canon poético. Lo que nos interesa es el uso de la siguiente comparación: "Ántara, gritaban, y las lanzas clavadas en el pecho de mi morcillo parecían sogas de un pozo". Esta se encuentra vinculada al imaginario del desierto: la infinidad de pozos de agua y las sogas que se utilizan para los baldes hundidos en ellos. La expresión "beber de tus labios de miel" es común aún en la poesía contemporánea occidental; en la tradición árabe, hallamos una idea igual de placentera: "¿Es que acaso recuerdas los días de nuestra adolescencia, en que cuando te mostrabas eras una luna?/ Yo abrazaba tu cintura en flor, sorbía el agua purísima de tu boca". En ocasiones se mezclan dos elementos vitales y placenteros, el agua y el vino: "Al sonreír descubría limpísimos dientes. Parecía un manantial de agua mezclada con vino. Vino cortado con agua pura del valle, cauce puro, enfriada por el aquilón". Las metáforas y expresiones que resaltan la hermosura y el valor del agua producto de su ausencia en condiciones geográficas adversas llegan a impregnar distintos géneros discursivos, haciéndose uso de licencias poéticas aun en ensayos. Ibn Dihya dice de un poema: "Es puro como el color rojizo de las túnicas y como el agua límpida y dulce de la corriente". Existe una división entre la poesía medieval situada en Medio Oriente y aquella que pertenece a AlÁndalus, territorio este último que conocemos como península ibérica. Esta división es compleja y se trata de algo más que una división geográfica. Si nos limitamos al ámbito de la poesía, encontraremos que existieron fuertes vínculos entre los dos
polos ya que muchos poetas circularon libremente a través de los distintos reinos. Lo que nos interesa es que, más allá de las variaciones aportadas por los poetas árabes en España, los recursos poéticos relacionados con el agua y las composiciones tradicionales como la casida siguieron respetándose. Ibn Jafáya de Alcira nos presenta un ejemplo clave sobre cómo retorna el tópico clásico del agua: ¡Oh andalusíes! ¡Qué felices sois! Tenéis agua, sombra, ríos y árboles. El paraíso eterno está en vuestras moradas. Si pudiera escoger, este sería el que eligiera. No creáis que habéis de ir al infierno. Después de estar en el paraíso no se puede ir al fuego.
Para terminar, podemos plantear la respuesta a una probable pregunta: ¿qué tiene que ver esto con la literatura en árabe hoy día? La respuesta: es imposible extirpar expresiones tradicionales de la poesía, como es el caso de "los dientes blancos, como perlas" o la comparación de una mujer con una gacela. El agua, como tópico y recurso preciado, se desliza en la narrativa contemporánea, pese a que esta se encuentre alejada del imaginario de desiertos, camellos, dagas y turbantes que solemos representarnos de manera general. Lejos estamos de plantear un determinismo geográfico absoluto. Lo que debe tenerse en cuenta simplemente es el producto que surge de condiciones que pusieron más atención en ciertas palabras e imágenes, todas relacionadas al agua, como atributo esencial y positivo, y la hicieron más importante que en otras tradiciones literarias 1 Durante los sucesos de la Primavera Árabe, medios como Twitter
fueron claves: muchos activistas de países árabes con un dominio
básico de inglés y francés pudieron transmitir la situación a todo el mundo de manera inmediata, más allá de trabas y periodos en los
cuales las cuentas y el acceso a Internet fueron intervenidos por el gobierno. 2 No sería una excepción: Federico García Lorca, por poner un
ejemplo más cercano, se vio interesado por la poesía clásica árabe
y produjo el poemario Diván del Tamarit. 3 Para las citas, nos servimos de traducciones españolas accesibles
para el lector. Trabajamos exclusivamente con dos: Literatura árabe, de Francesco Gabrieli, editorial Losada, 1971 y Literatura árabe, de
Juan Vernet, editorial El Acantilado, 2002.
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texturas
Y
a que hablamos de agua, no está de más recordar que, en lo que va de este siglo, ocurrieron los dos peores tsunamis de la historia humana. El primero fue el de Sumatra (Indonesia) del 26 de diciembre de 2004. Fue consecuencia de un terremoto de 9.1 en la escala de Richter, alcanzó los cincuenta metros de altura e irrumpió tierra adentro más de cinco kilómetros; ocasionó la muerte de doscientas treinta mil personas y gastos por más de 10 billones de dólares. El segundo fue el de Tōhoku (Japón) del 13 de marzo de 2011. Fue causado por un terremoto tan potente que movió el eje de la Tierra y a Japón entero tres metros en el mar; hubo más de veinte mil muertos y el desplazamiento de quinientas mil personas, además de destrozos a la central nuclear Fukushima Dai-ichi, una catástrofe con consecuencias que aún perduran. Otros datos de los tsunamis: creados por un terremoto, por una erupción volcánica, por el movimiento tectónico o incluso por la caída de un meteorito, no se trata de una única ola sino de un “tren de olas”, que a veces llegan a medir cien kilómetros. Pueden viajar a una velocidad de hasta 800km/h, pierden muy poca velocidad en su avance y el impacto que tienen en la costa no es solo destructivo por su potencia, sino también por las secuelas que deja la sal en la vegetación y en las construcciones. La palabra tsunami tiene su origen en el japonés: tsu津 (puerto, pero también desborde) y –nami 波 (ola u onda). Fue usada por primera vez por un escriba del shogun Tokugawa Ieyasu a principios del siglo XVII, aunque pocos años después la usó en español Sebastián Vizcaíno y, ya durante el siglo XIX, en inglés, Lafcadio Hearn y Eliza Ruhama Scidmore. Tampoco han faltado estudiosos que afirmaron que grandes obras de la literatura universal como la Odisea de Homero, la Metamorfosis de Ovidio, La Tempestad de Shakespeare y Robinson Crusoe de Daniel Defoe, hacen referencia a tsunamis. No resulta sorpresivo, porque como afirma Susan Sontag: “Toda catástrofe es una gran fuente de creatividad”. También es una palabra que usamos algunas veces en el español. Los préstamos importados del japonés a nuestro idioma no son muchos, pero es posible hacer una breve lista: karate, kamikaze, haiku, sake, tifón (taifu), judo, aikido, katana, yakuza, manga, sushi, biombo, samurái, zen, karaoke, jujitsu, sumo, kimono, tempura, sashimi, otaku, anime, wasabi, bukkake, sakura, futón, sudoku, origami, harakiri, bonsái, yen, tofu, ninja, kame-hame-ha. De seguro me estoy olvidando de varios. Y, claro, tsunami. Nuestros vecinos chilenos la usan bastante más que nosotros, precisamente por haber recibido el impacto de muchos en su historia (los de 1960, 2010 y 2014 fueron los más importantes). He aquí un uso común de la palabra en territorio chileno:
En Argentina prácticamente desconocemos el origen, las variaciones y los usos de la palabra tsunami. Suena lógico, porque para nosotros un tsunami es algo distante y lejano. Sabemos que es algo más catastrófico que cualquier placa de Crónica TV o de Arriba Argentinos; sabemos que pasa en países o muy bárbaros o muy civilizados, pero no sabemos mucho más. Víctima de este desconocimiento fue, por ejemplo, el periodista Pedro Dizan, quien al parecer no sabía que Bolivia, un país sin salida al mar, estaba naturalmente protegido del impacto de un tsunami. Siguiendo a la cantante mexicana Lucero (quien al parecer tampoco sabía), en un flash para el noticiero de la TV Pública, aquél dijo: “En este momento hay alerta de tsunami en el país trasandino, en Bolivia, en Perú y también en Ecuador”. Ahora bien, si existe un uso auténticamente argentino de la palabra tsunami. No sabremos bien lo de los movimientos tec-
tónicos, ni lo de puerto, ni lo de ola, pero nadie va a decirnos que la siguiente placa televisiva no es ya propia de nuestra cultura popular:
El “chan” en sí mismo merece todo un análisis semiótico, que de seguro le extirparía más de una neurona al analista. Basta con mencionar algunas de las variantes: chan común, lluvia de chanes, Lanzani de chanes, Tota de chanes, Karina Olga de chanes, Wilma de chanes, chan-cho, Katrina de chanes, Perón de chanes. El programa que canonizó su uso desde el año 2006 en adelante fue Duro de Domar (la versión conducida por Roberto Petinatto). También estuvo, y está aún, el tsunami de chanes, que es el que nos compete. Ya ha perdido el sentido originario del término; ni siquiera tiene una carga muy catastrófica que digamos. Sencillamente puede sumarse a la lista anterior, al exceso, a la desproporción, a la risa. Más valdría decir: para los argentinos, tsunami es sinónimo de exageración. Existen otras aplicaciones memorables que se hicieron en Argentina de la palabra tsunami para referirse básicamente a, bue, la mera exageración. Una la tenemos en voz del cantante Axel, quien afirmó: “La TV es como un tsunami: tenés que saber surfear la ola” (Infobae, 24 de noviembre de 2012). Desconocemos si Axel sabía qué es exactamente un tsunami, pero considerando que su velocidad promedio es de 400km/h y que jamás ningún surfista osó siquiera intentar subirse a uno, la metáfora es por lo menos desatinada. Pero ahí, otra vez: tsunami = exageración. Otro ejemplo nos llega en boca del gobernador porteño, Mauricio Macri. A propósito de las elecciones que el PRO ganó en Córdoba, afirmó que: “Se viene un tsunami amarillo, se viene el tsunami del cambio” (Clarín, 7 de septiembre de 2014). En este caso, a la exageración, se le suma lo indetenible; eso debemos concedérselo. El fenómeno lingüístico se llama hipercodificación; se da cuando se captura un código y se le agrega un sentido que antes no tenía. Claro que el periodista, músico o político conocen las reglas retóricas y estilísticas de dónde se espera el uso de la palabra tsunami, pero agrega un uso nuevo: toma las convenciones y va más allá, usa la convención semántica tradicional, pero cruza el umbral hacia una innovación radical. Los nuevos sentidos no están codificados explícitamente en ese sistema mayor que es la lengua. Son de uso común e inteligible, pero solo entre los usuarios de un determinado contexto; de allí, que quienes no son argentinos ni siquiera comprendan la frase “tsunami de chanes”. Lo que queda por preguntarse es qué otros usos del lenguaje (palabras, frases, entonaciones) están igualmente hipercodificadas. Y con qué intenciones. Lo que podemos concluir, cuanto menos, es que la hipercodificación y su metáfora, el tsunami, son tan avasallantes, tienen una intencionalidad tan demoledora, tan determinante y total, que nada más puede ser analizado, que todo queda relegado al plano de la percepción y de cómo lo absoluto e indetenible quizás se adecúa a esa realidad referida. Algunos puristas dirán que este tipo de ejemplos destruyen el lenguaje y que, en lo que al idioma respecta, los medios de comunicación y sus convocados son una catástrofe mucho peor que un tren de olas gigantes. Pero no quisiera sonar tan tsunami. También es posible preguntarse si lo que cambia es el significado de la palabra, o si no es la exageración misma lo que nos caracteriza como argentinos, de modo que somos capaces de imbuir a cualquier palabra un sentido hipercodificado. Pero tampoco quiero sumar una acepción culturalizada del término. Me basta con recordar a Heráclito, quien dijo hace más de dos milenios: “Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río”. O al monje-poeta japonés Kamo no Chōmei, que en su Hōjōki de 1212 casi que citó a aquél: “El fluir del río es incesante, pero su agua nunca es la misma”. Los usos de la palabra tsunami, y quizás de todo el lenguaje, parecerían compartir estas acuosas características.
TSU
NA MI
DE CHANES matias chiape/
m_chiappe_ippolito@hotmail.com
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cinco discos cinco
5 discos 5 / para darle unos tragos al riachuelo
Y Dios separó las aguas para ordenar el baldío. Poco importa que con ella se cargara a toda la humanidad, salvo al promiscuo Noé y a su zoológico privado. El agua estaba antes. Sola, con dios. Por eso todas las religiones tienen algún mambo con ella. Por vieja, por memoriosa, porque con la misma piedad que te riega los campos te desborda los ríos y si vivís en la orilla…, bueno, te jodés.
Pasteras, mineras, petroleras; ganaderos, fabricantes de bombas nucleares, recolectores de semen de ballena y submarinistas domingueros, todos defecan sobre el elemento que caracteriza la piedra flotante en la que vivimos. De ella sale todo, con ella se hace todo. Vital para la vida, es sobre su cauce donde se fundan ciudades y su falta impide la colonización de otros mundos. Agua es lo que el héroe debe siempre atravesar para llegar a su amada y es la líquida llanura en la que el pirata comete sus fechorías. Agua es también lo que falta en Formosa y de lo que los kirchneristas, siempre dados a la catequesis, no se dan por enterados. El agua, sangre de la tierra, está en nosotros, en el resto de los seres vivos, en las relaciones que entablamos como miembros de una modernidad tardía que, de tan reseca, nos deja sedientos de justicia. Por eso 5 discos 5 que fluyen, que se cuelan por las hendijas resecas de nuestra sensibilidad y que humectan los sentidos, los vivifican e invitan a brindar, con agua, por el futuro poco halagador que nos espera sin ella.
gustavo zanella
/ locardeux@hotmail.com
De momentos, viajes y navegantes –1982– Eduardo Gatti. Aunque es poco conocido en este lado del Aconcagua, el cantautor chileno Eduardo Gatti es uno de los poetas cantores más lúcido y melódico. Dueño de un registro semejante al del primer Luis Eduardo Aute, tiene unos cuantos discos con su grupo Los Blops y otros tantos como solista. En este, su primer registro en solitario, no hizo nada que los cantautores de la época no hayan hecho, sin embargo, su exquisita poesía lo inunda todo, mana en los acordes más pequeños. Tal vez no sea un disco para las sensibilidades actuales –más dadas a las pirotecnias que al sentido–, pero aquellos que se le animen tendrán su propio viaje por meandros y costas olvidadas. No siempre serán soleadas las paradas, pero en la lluvia también hay belleza para el que sabe mirar.
Huyendo conmigo de mí –2014– Fito & fitipaldis. Se dice con cierta razón que los discos de Fito son todos iguales, que suenan a lo mismo, que vuelven una y otra vez sobre asuntos algo trillados. Y sí, es así, pero encantadoramente, fluidamente; como una cascada que ofrece el mismo espectáculo día tras día y aun así brinda el hipnótico paisaje de la caída. Porque eso es lo que son –éste y el resto de los discos de los fitipaldis–: crónicas en primera persona de quien se sube a un barril para cruzar las cataratas. Diez canciones, poco más de 40 minutos de guitarras amables, de rock sin estridencias, para tomar como el vino que hace compañía, para entristecerse con él y prometer que no se bebe más, y mentir.
Aguas –2012– Intrépidos navegantes. ¿Quién puede negar que una ciudad portuaria como Rosario es un oasis del que brota música en cualquier esquina? Exponentes de una tradición de bandas y cantantes que los emparenta con Lito Nebbia –productor del disco–, Fito Páez y Cielo Razo, los Intrépidos Navegantes hacen recordar, por momentos, a Me darás Mil Hijos, a Pequeña Orquesta reincidentes, a Ella es tan Cargosa incluso a los Tipitos. Rock intelectual sin solemnidades ni esnobismo. Paisajes sonoros tan aptos para los que pasan de largo como para los que miran con detenimiento. Uno de esos discos que son una buena noticia cuando suenan, como la lluvia cuando tiene la gentileza de no inundar, cuando se va y lo que queda es el olor de los jazmines regados y de la tierra húmeda. Es decir, una gran banda.
ELluvia santa –2013– Chickyta Lopez. El agua es una materia noble. Posee la plasticidad necesaria para ser metáfora y alegoría de todo, ser puro símbolo, despertar mística allí donde solo hay realidad. Por eso el reggae la tiene como una de sus musas, porque pocos elementos le han dado tanta tela que cortar. Y por eso Chickyta Lopez (integrante del colectivo P.L.A.N.T.A) coquetea con eso desde una estética más electrónica que la media del género. A modo de mantra, invoca y repite, celebra y bendice a través de una voz femenina que busca empatía con lo natural. Y por momentos lo consigue, en especial cuando las canciones se desmarcan de la cadencia más tradicional hacia piezas más bailables. Un disco interesante de artistas a quienes hay que ir teniendo en cuenta.
Esencia –2011– La Bolivian. Una de las injusticias más hijas de puta de nuestros tiempos es la falta de salida al mar de nuestros hermanos bolivianos. Pocos entre los latinoamericanos tienen más vínculo con el agua que ellos. Por su falta, por lo que significa para su identidad nacional, para su misma supervivencia. Por eso cuando una banda argentina se bautiza de ese modo y reclama un vínculo con la esencial no puede hacer más que rendir tributo a ciertos orígenes. ¿A cuáles? Al foxtrot, al rocksteady, al swing guitarrero de fines de los cincuenta. Sonidos de contrabajo con cadencia punk, saxofones rabiosos en clave jazz. Mezclas y confluencias. Porque música y agua se parecen en algo: ambos son el conductor universal.
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río extraño
opinión
metal pesado argentino
E
l heavy metal, por orden genealógico, funciona en el equivalente espacio-temporal del Horror Cósmico creado por Lovecraft en sus mitos: en el mismísimo infierno. Lovecraft lo llamaba Yaldabaoth, el hijo del caos, un demiurgo (arquitecto) asociado con Samael, el arcángel del quinto cielo (en la tradición judía) que hizo de Eva una mujer infiel y, luego, un demonio. Jamás, el universo discursivo o la matriz que funda el heavy, como soporte de una serie cultural abyecta, incorrecta y antisocial (poética, en este sentido, si todo poema es una manifestación del desujetamiento del individuo amansado), puede pretenderse cercano a un elemento como el agua. En todo caso, los problemas que la religión resuelve entre el cielo y la tierra, en las letras del heavy metal argentino –el que nos importa, el objeto que estudiamos–, se reproducen bajo distintas técnicas: absurdamente (el White Metal de raigambre evangelista da fe de ello), satíricamente (gracias a Alice Cooper y al Glam de mediados de la década del ochenta), literariamente (el universo Heaven & Hell -pos Ozzy- de Sabbath, gracias a la influencia de Ronnie James Dio), entre otras. Será el fuego, la iconografía del inferís (encantador, subterráneo e infinito), el encargado de minar por dentro un deseo explícito de interrogar a Dios, el poder de Dios, la mayúscula que uso para escribirlo. Sin embargo, los mo- delos metaleros británicos y norteamericanos que han pensado el problema del agua (excluida toda apropiación religiosa que se haya hecho del heavy metal) son significativos. Insisto: tentado por el secreto de Dios y la composición del pecado, el heavy pensó el valor del fuego (y del demonio) hasta el hartazgo. Será por eso que los canales náuticos hayan servido para narrar historias del infierno, pero en la tierra. Así lo pensó Bruce Dickinson –cantante de Iron Maiden– al versionar Rime of the Ancient Mariner del poeta romántico inglés Samuel Taylor Coleridge, en el disco Powerslave de 1984. Lo curioso del relato de Coleridge y que fascinó a
emiliano scaricaciottoli/
emilianoscari@gmail.com
los Maiden fue la presencia inconmensurable del mar, insertado en el relato de un viejo marinero que nunca puede (por castigo del propio mar) dejar de contar la misma historia. Aun en la inmensidad, Zakk Wylde emerge de las aguas en el video de “In this river” (Mafia, 2005), en acto de bautismo, sin poder rescatar (universo metafórico extremo) a "Dimebag" Darrell Abbott, guitarrista de Pantera, asesinado sobre el escenario en 2004. El caso más pestilente y menos usado en el heavy metal argentino es el de Deep Purple, claro está, con “Smoke on the water”, en cuya letra se relata cómo durante un concierto de Zappa en el casino de Montreaux a un boludo se le ocurrió arrojar una bengala al techo de madera (pre-Cromañón, valga la redundancia) e inspirar a Gillan y compañía. Ricardo Iorio pensó: “Las aguas turbias suben esta vez” (Piedra Libre, 2001), invirtiendo el juego lexemático de Hugo del Carril en su versión de la novela de Varela renominalizada Las aguas bajan turbias. Curiosamente, Iorio tuvo que volver al Alto Paraná de la novela de Varela (cuyo título original es El río oscuro) en el disco Peso Argento (1997) realizado en coautoría con Flavio Cianciarulo (bajista de los Cadillacs) bajo el título “Río Paraná”. Este último caso, el de Iorio y Flavio, reincide en la utilización de las aguas turbias bautistas, del rescate monumental (como lo pensara Michel Foucault en La arqueología del saber) del interior del país, de la tradición, de eslabones perdidos entre los documentos de la historiografía. No obstante lo cual, señalamos junto a Oscar Blanco en Las letras de rock en Argentina. De la caída de la dictadura a la crisis de la democracia (1983-2001) [2014] que hay una clara obsesión en la variable nacional del heavy argentino por la inundación y las inundaciones –actualización dramática de los otrora náufragos– como signo del deterioro social y el abandono del Estado. ¿Y el demonio? Consecuencias pragmáticas del capitalismo sobre la devastación social del territorio (no del paisaje, precisamente). Asimismo, “Al río Conlara” (Venas de acero, 2008) de Tren Loco reivindica la cortesía puntana de un “San Luis prodigioso” que no es el de los Rodríguez Saa, precisamente. Sin duda, también el heavy local ha dejado pastiches mersas y vulgares emulando “November Rain” de los Guns. Walter Giardino ha utilizado el sonido acuático de hotel alojamiento (si se me permite) en la previa (sic) de “Azul y negro” (Temple, 1998). O la tan coyuntural producción reciente de Claudio O´Connor Río extraño (2010) y su tema homónimo. El propio Claudio cuenta cómo un robo en la ciudad lo llevó a refugiarse en las ‘altas’ tierras del Delta, territorio del narco-pos-popkirchnerista Sergio Massa. El tema arroja con curiosidad un sujeto de la enunciación conmovido y preocupado por la propiedad, por la “defensa” de aquello que es suyo, y traumatizado por el desgraciado evento urbano que lo llevó al exilio. No es el Tigre profundo, sino la extrañeza del video clip: el profundo es el propio O’ Connor, en su casa a las orillas del río, cagando. Intimismo y, ¿crítica social? Uno podría preguntarse, con validez, dónde a quedado para O’ Connor el “río poluído que evidencia el sistema acabado” del tema “Sepulcro Civil” en su era Hermética, o los cuerpos torturados que los milicos arrojaban al río de sangre en “Parcas Sangrientas” de V8. Con mi reflexión o sin ella, hay un río extraño entre poéticas asimétricas del heavy argentino que han tomado vías náuticas para refugiarse paranoicamente en sus senderos o para reivindicarlos frente a la propiedad horizontal de la ciudad.