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Un jefe extraordinario

El equipo de la Vicepresidencia Jurídica de la ANDI, y toda la organización, le rinden un homenaje a Alberto Echavarría, quien durante más de 30 años laboró en la Asociación, destacándose por ser un gran profesional, compañero y amigo.

Equipo Vicepresidencia Jur Dica De La Andi

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Alberto Echavarría Saldarriaga ingresó a la ANDI en 1991 como gerente de la Seccional Antioquia, cargo en el que estuvo cuatro años. Luego, en 1996, fue nombrado Vicepresidente de Asuntos Jurídicos.

Durante todo el tiempo que estuvo vinculado a la ANDI, Alberto trabajó con empeño por el bien común de los colombianos. Defendió con lealtad, franqueza y respeto los principios y valores que inspiran a la Asociación.

Además de contar con una formación jurídica sólida, tenía una visión muy aguda en lo político, social y económico. Sus opiniones siempre eran lógicas, coherentes y fundadas, salvo en lo que al fútbol respecta. Si algo extrañamos los funcionarios de la ANDI son sus consejos y opiniones. Generoso con su tiempo, siempre estaba dispuesto a compartir sus conocimientos y experiencia con quien lo buscaba. Él decía que su oficina parecía un confesionario y que, no pocas veces, debía fungir como psicólogo.

Con un sentido del deber que era de admirar, Alberto no solo atendía cabalmente sus responsabilidades, sino que también sentía con intensidad las dificultades que ocurrían en su entorno.

Siempre alentó y orientó a los funcionarios de la Vicepresidencia Jurídica, y promovió su crecimiento profesional. Aunque exigente y en busca de la excelencia, fue cercano e inspirador. Sus entrevistas a los aspirantes a un cargo en la Vicepresidencia eran proverbiales, porque eran tan difíciles como un examen final de la universidad.

En las organizaciones internacionales del trabajo y de empleadores era tan apreciado como respetado, y ocupó cargos de gran responsabilidad. Su liderazgo fue indiscutible y dejó huella profunda en numerosos representantes de empleadores, trabajadores y gobiernos de todo el mundo. Muchos fueron los homenajes que le hicieron durante la última conferencia internacional del trabajo.

Sus múltiples ocupaciones nunca le apartaron del cuidado de Clara, su señora, ni de Simón y Ana, sus hijos.

Sus intereses y aficiones eran muy variados. En la juventud compitió en torneos de motocross. Le gustaba el campo, montar a caballo y hacer adecuaciones en la finca, algunas no muy afortunadas en honor a la verdad. En su oficina no faltaba la bandera del Deportivo Independiente Medellín, y siempre tenía a mano una camiseta y gorro para animar al equipo.

La entereza con la que afrontó la enfermedad en los últimos meses fue una muestra más de las calidades eximias de Alberto. Nos alberga una enorme nostalgia por su pronta partida, le extrañaremos siempre.

Para él, toda nuestra admiración y gratitud.

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