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La inteligencia emocional y la dirección

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Bibliografía

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En una institución pública donde me tocó laborar en un puesto directivo, mi jefe inmediato tenía un carácter explosivo y cambiante, de tal manera que antes de entrar a su oficina, todos sus subalternos preguntaban a su secretaria: “¿Cómo amaneció hoy el jefe? ¿Cómo está la temperatura?” De la respuesta dependía la actitud que el subalterno adoptaba al entrar a la oficina del jefe. Después, él mismo se disculpaba y decía que eso no era a diario. Las emociones, el estrés, la agresividad, el autoritarismo, la tolerancia y la tranquilidad se transmiten. Cuando el directivo es autoritario, sus subalternos también lo son con los del nivel inferior siguiente. ¿Qué necesidad tiene el directivo de vivir con la adrenalina al máximo? José Ramón Torres (2000) investigó las personalidades que desarrollan estos tipos de directivos. Al respecto, señala que los directivos con personalidad tipo “A” muestran las siguientes características:

Estilo de mando dominante y autoritario. Pensamiento concretista, lo que se manifiesta en dificultad para manifestar sus emociones. Actitud hostil, dura y competitiva. Centrados en tareas. Descuido en las relaciones interpersonales y sociales.

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Por el contrario, un líder tranquilo y ecuánime dirige con empatía a sus subordinados y el clima organizacional es agradable para ellos. Y usted, ¿cómo controla sus emociones? En este capítulo podrá identificarlas y determinar una estrategia para desarrollarlas mejor en el difícil pero bello arte y ciencia de dirigir y liderar.

Estamos acostumbrados a relacionar la inteligencia con la capacidad de raciocinio lógico con el coeficiente intelectual que determina las habilidades para las ciencias exactas, la comprensión y la capacidad de análisis reflexivo, el razonamiento espacial, la capacidad verbal y las habilidades mecánicas. Sin embargo, en el mundo empresarial se está empezando a considerar y valorar más la inteligencia emocional, que determina cómo nos manejamos nosotros mismos y con los demás.

El mundo laboral está cambiando, y ya no se puede hablar de una profesión única o de un trabajo en la misma empresa para toda la vida. Hoy en día se habla de "empleabilidad", que es, según Enrique de Mulder, presidente de Hay Group, la capacidad de una persona de aportar valor a la organización, es decir, de contribuir a la empresa en mayor medida que la compensación de ésta a aquél; y esto ya no se consigue sólo con un coeficiente intelectual alto, sino que también necesita desarrollarse el coeficiente emocional con cualidades como constancia, flexibilidad, optimismo, perseverancia, etcétera.

Daniel Goleman, gurú de la inteligencia emocional, desde la publicación de su libro en 1995 analizó y agrupó los rasgos de las empresas con mayor éxito mundial (entre las que se encontraban Lucent Technologies, British Airways y Credit Suisse) en tres categorías de empresa, en las que predominaban aptitudes técnicas, capacidades cognoscitivas y elementos asociados con la inteligencia emocional de sus directivos. En los resultados del análisis

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