San Mateo 25 : 14- 30 (Propio 28 Ciclo A)

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PROGRAMA DE INCIDENCIA SOBRE DEUDA ILEGÍTIMA Y JUSTICIA ECOLÓGICA FEDERACIÓN LUTERANA MUNDIAL Compartiendo la Palabra que es Buena Noticia para los Oprimidos por un Sistema Ilegítimo (IV)

San Mateo 25:14-30 El Reino de los Cielos es también como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor. Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. 'Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado'. 'Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor' .Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: 'Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado'. 'Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor'. Llegó luego el que había recibido un solo talento. 'Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!'. Pero el señor le respondió: 'Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes'. La conocemos tradicionalmente como “Parábola de los Talentos”. Talento era una cantidad de dinero, por lo tanto al leer cualquiera de las biblias que añaden títulos a los pasajes de la Escritura, éste nos anticipa que la historia contada tendrá algo que ver con dinero. El título ciertamente no nos ayuda mucho para entender de qué se trata. Al leerla encontraremos algo que seguramente dejará a algunos/as un poco (o bastante) desconcertados/as. La historia contada es la de gente negociando dentro de un modelo capitalista. La historia tiene que ver nada menos que con negociar para lograr acumulación de capital. Más aún, el relato tiene que ver no sólo con ganancia sino con una ganancia exorbitante: ¡duplicar el capital! Realmente para todos/as los/as que trabajamos en temas de justicia


económica y financiera este texto, a primera vista, podría hacernos bastante ruido. Antes de seguir preocupándonos por el sesgo capitalista de la historia es importante que recordemos qué es una parábola. Una parábola es básicamente una comparación que trata de explicar una verdad espiritual a través de un ejemplo de la vida cotidiana desarrollado generalmente en un relato que llama la atención de los oyentes. En una parábola nos encontraremos con una historia o imagen que llama la atención por ser generalmente conocida por todos/as. Encontraremos también el mensaje que se quiere enseñar y encontraremos un punto de contacto que establece la relación entre la historia y la enseñanza. A diferencia de las alegorías en las que hay varios puntos de contacto entre historia y enseñanzas, en las parábolas hay un solo punto de contacto. Dicho de otra manera, no todo lo que se cuenta en la parábola puede ser interpretado como una relación con verdades que se quieran enseñar. Muchas de las parábolas fueron dirigidas como una respuesta de Jesús a sus adversarios, escondida en el lenguaje pero sin embargo evidente. Pintan cuadros con colores fuertes (hasta exagerados), muchas veces tomados de historias de la vida real, con el propósito de producir un impacto en el que la oye cuando comprende la relación entre el punto central de la historia y lo que en realidad se le quiere decir. Las historias completas de las parábolas, en sí mismas, no son un ejemplo moral o una declaración doctrinaria. Por otro lado y esto es importante, en la historia el patrón no alaba la eficiencia o la competitividad de sus empleados sino la fidelidad en hacer aquello que se les había encargado. Es una historia de administradores y su responsabilidad frente a la confianza de su patrón y la libertad que reciben para hacer la tarea encomendada. Les dio a cada uno de ellos, según su capacidad, una cantidad de dinero muy grande aún para el que recibió menos (la equivalencia aproximada de un talento se puede calcular por lo que ganaría un obrero en 16 años de trabajo) y les pidió que trabajen haciendo negocios. La historia nos enfrenta con el uso que cada uno de ellos hizo de la libertad que le fue dada. Uno de ellos no quiso correr ningún riesgo. Como tenía un concepto negativo de su patrón, un hombre duro que no toleraba pérdidas ni errores, enterró el talento para devolverlo intacto. En la redacción de San Mateo se tiende a alegorizar la parábola. Frente a la realidad de que la venida del Señor no estaba tan próxima como la comunidad de Mateo había pensado, se nos da una versión un poco alegorizada, en que cada detalle parecería corresponder al tiempo que transcurre entre el presente y la consumación del Reino en la venida de Cristo. Las historias que Jesús cuenta, tal cual fueron dichas, tienen el objeto de enfrentara los oidores con ellos mismos y sus actitudes. Son historias que intentan sacudir (es necesario insistir en que no son ejemplos morales, ni


intentan hacer formulaciones teológicas). Luego la iglesia, desde su teología, las interpreta y al hacerlo, muchas veces las “domestica”. Comencemos pensando en el tema de la libertad para luego, en ese contexto, tratar de acercarnos al centro de la enseñanza de la parábola pensando en los oídos que la oyeron y cómo la oyeron. Pensando también en nuestros propios oídos y cómo la oímos. “El que tiene oídos para oír…” Cuando se nos da libertad para tomar decisiones se nos da, con ella, una cuota de algo muy importante que está siempre ligado a la libertad: responsabilidad. Por supuesto, esto significa riesgos. Ser libre y por ende responsable, implica riesgos. Hay quienes quieren que siempre les digan qué hacer, instrucciones hasta el último detalle, si es posible por escrito, por si las cosas salen mal. Hay en muchos y muchas los que el psicólogo Erich Fromm llamaría “el miedo a la libertad”. Los cristianos somos libres. Dios no nos ha llamado a la esclavitud de la ley sino a la libertad, la libertad del amor, del compromiso, de la entrega. No tenemos instrucciones precisas, exactas, predeterminadas para cada circunstancia de la vida. Dios nos ha dado su Palabra para iluminar el camino a Cristo, no como un libro de leyes. El Evangelio es buena noticia para ser proclamada, no es una reglamentación que reemplaza la antigua. No hay instrucciones para cada caso específico que tenemos que enfrentar. Hay, por otra lado instrucciones, como algunas de San Pablo en sus cartas, que tienen valor para determinado momento histórico y determinada comunidad pero no pueden ser aplicadas literalmente en todo momento. Esta es una parábola del Reino, es decir una comparación que intenta mostrar cómo es el Reino de Dios – “el Reino de Dios se parece a...” Tratemos de ponernos en el lugar de quienes la oyeron (no en el de la comunidad a la que fue dirigido el texto de Mateo sino en los que oyeron lo que Joachin Jeremías llamaría la “ípsima” verba Jesu”). ¿Cuál es el personaje que más se destaca? ¿Sobre quién está el énfasis de la historia? Sin duda, el centro de la atención es el empleado que enterró el talento. Si esto es así la pregunta que surge es: ¿a quienes se dirige la parábola? Casi seguro que a los escribas y fariseos y su manejo de la ley y la verdad de Dios. Se dirige a los dirigentes religiosos de ese entonces (y de ahora). Su actitud era preservar la ley para devolverla tal cual les había sido dada. El énfasis estaba en la letra (en la piedra) de la ley y no en el ser humano por quien y a favor de quien la ley había sido dada. Su idea era “construir un cerco alrededor de la ley” (de nuestra doctrina, de nuestras tradiciones, de nuestras instituciones) para que nada cambie. Así eran capaces de diezmar, la menta, el comino y el eneldo y olvidar la justicia y la misericordia. Una paralización de la verdad religiosa y una sospecha, un miedo y hasta odio hacia todo lo nuevo. Todo lo nuevo es peligroso, subversivo. Y ahí está Jesús que se junta con los pecadores y pecadoras. Ahí está Jesús quebrantando el sábado para ayudar a la gente. Ahí está Jesús tocando a los leprosos. Ahí está Jesús poniendo en riesgo todo el sistema tan laboriosamente construido. Ahí está Jesús diciendo a todo el mundo que Dios no tiene una mente cerrada y que no le agrada que tengamos una mente cerrada.


En el centro está el tema de la propiedad de la verdad religiosa. Los dirigentes se consideraban dueños de la Ley. Al igual que ellos hay muchos hoy que se consideran dueños del Evangelio, poseedores de la verdad, propietarios e intérpretes de la Palabra de Dios. ¿Dueños o servidores? No podemos ser otra cosa que vehículos, instrumentos, siervos. No podemos apropiarnos de nada (absolutamente de nada) porque no somos los dueños/as y lo que se espera de nosotros/as como servidores y servidoras es que seamos fieles en hacer la voluntad de Dios en la construcción de su reino, fieles en producir frutos de justicia y solidaridad en un mundo injusto y egoísta. Pero esto implica riesgos. Es necesaria una buena dosis de audacia. No hay lugar para quedarnos tranquilos salvando nuestra propia alma. Sólo el que produce fruto descubre la alegría del Reino. ¿Cuál fue el peor error del siervo inútil? Su idea equivocada de Dios y de su voluntad. Jesús estuvo constantemente tratando de hacernos entender que “así es Dios” (y así… no es). Dios es un Dios que ama, que es arriesgado en su amor, que se sale del libreto, que vuelve locos a quienes quieren atarlo. Hay una interpretación literalista de la Escritura cuyo fin es atar a Dios. Atar a Dios a la letra, más allá del espíritu de esa letra. Un Dios que tiene que estar atado a lo que está escrito en un libro, un Dios domesticado y dominado por el literalismo y el legalismo. Este Dios no tiene nada que ver con el Dios que se juega por el ser humano y se juega hasta la misma muerte. La clase de cristianos que quiere Dios es la de los que están dispuestos a comprometerse con el prójimo con todos los riesgos que esto significa. La clase de iglesia que Dios quiere es una que hace la opción de por los vulnerables de este mundo haciéndose ella misma vulnerable. Que se arriesga a luchar contra un sistema de opresión financiera (como el de la deuda ilegítima) y destrucción de la naturaleza. Una iglesia que asume el riesgo de equivocarse por sentarse junto con aquellos y aquellas que el mundo considera que no valen. Cristianos y cristianas que asumen el riesgo de ser mal interpretados al juntarse con “publicanos y pecadores”. Hay en este Evangelio un desafío a la iglesia a asumir con valentía lo que algunos llaman “ministerios de frontera”, a aceptar que su ministerio es un ministerio desde la periferia. Pensar nuestro luteranismo desde un enfoque como el que el Profesor Vitor Westhelle llamó en una reciente, brillante, exposición en Buenos Aires “Lutero de Periferia a Periferia: 500 Años desde Sajonia a América Latina”. Un valiente servidor de la Palabra, el Pastor Orlov enfrentó mucha oposición aún en su misma iglesia cuando comenzó su ministerio junto a los que viven con VIH-SIDA. Aún cuando su ministerio ya era conocido mundialmente no faltaban quienes resistían la contundencia de su mensaje, así fue que alguien le pregunto más de una vez cuántos se habían convertido a través de este ministerio. Lisandro respondía, hasta ahora hubo una sola gran conversión: Yo mismo. Dios nos ayude a convertirnos.


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