Fiesta de la Ascensión 14 de mayo de 2015 Domingo de la Ascensión 17 de mayo de 2015 San Marcos 16:15-20 Entonces les dijo: "Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán". Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban. Hechos 1:10-11 Los que estaban reunidos le preguntaron: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?”. El les respondió: No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”. Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: “Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto partir”.
Como en muchas otras de las grandes verdades de la fe, en el tema de la Ascensión corremos el peligro de quedar atrapados en imágenes de estampita1, e interpretaciones teológicas enredadas que no tienen mucho que ver con la Buena Noticia de Dios y su voluntad de vida plena y abundante para todos los seres humanos. Muchas imágenes de la ascensión nos muestran por un lado, a un Jesús que sube desde la tierra hacia el espacio sideral entre dorados y arreboles, y por el 1
Pequeñas tarjetas de cartulina con una imagen impresa, sea de la historia sagrada o de algún santo/a, muy difundidas en la iglesia Católica de Roma pero también en uso en otras iglesias cristianas. Generalmente tienen algún texto bíblico u oración alusiva en la parte posterior.
otro, a sus seguidores con expresión beatífica y sus manos extendidas, mirando al cielo al puro estilo de la actitud que fue censurada por los ángeles cuando les dijeron y ustedes, por qué se quedan mirando al cielo. Como si lo único que los cristianos tuviéramos que hacer en este mundo es esperar el más allá. Por desgracia son todavía muchos los que no ven que nuestro campo de trabajo no es el más allá sino el más acá. Estas imágenes responden a toda una interpretación teológica que define la vida humana como un compás de espera, como una situación de tránsito, un período entre dos eternidades. A este período de espera se dio en llamarlo un valle de lágrimas y un tiempo de prueba y purificación a través del sufrimiento. Esta teología destaca fuertemente el valor de la paciencia y la resignación. Esta teología es, con seguridad, muy conveniente a los intereses de cierta gente. Mientras los oprimidos se dediquen a orar para sufrir resignadamente la injusticia y los dolores de este mundo, no se movilizarán en un justo clamor de resistencia. Desde la concepción de un mundo que no tiene remedio y de la inutilidad de luchar contra el sistema, lo mejor que podemos hacer, según esa teología, es prepararnos para el cielo con oraciones, ayunos y buenas obras (incluida la “evangelización” desde ese tipo de teología). No podemos negar que hay momentos en que casi nos seduce la idea de escaparnos al cielo. Al mirar para arriba, al Jesús ascendido, nos entran unas ganas locas de subir con él, de huir, de abandonar las noticias diarias de la injusticia, de la guerra, de la violencia, del terrorismo (de todos los signos), de la desocupación, de la droga, de la desigualdad, de la falta de educación y salud, de la lucha diaria y de la inconsistencia de la institución iglesia en muchos aspectos. ¡Qué bueno sería irse de una vez detrás de Jesús, ascender a otro mundo y superar todos los problemas!2 Y como decíamos, mientras esperamos el momento de nuestra propia subida, nuestro momento de ir con Jesús, los cristianos nos dedicamos a una vida espiritual mal entendida, bastante teñida de individualismo, y a la “salvación de nuestra alma3”. Así nació la teología de la espera de la segunda venida en actitud resignada y “piadosa”, como una falsa lectura de la ascensión de Jesús. Esta clase de cristianismo es la que se reprocha en el libro de los Hechos de los Apóstoles: ¿Qué están haciendo ahí parados, inmóviles, mirando al cielo? El mensaje de la Ascensión de Jesús, contrariamente a la teología de la espera resignada, es una invitación a mirar hacia abajo, a volver a la ciudad, a dejar las torres y las nubes. Hay que comenzar a mirar hacia la tierra habitada por nuestros hermanos y hermanas seres humanos, hay que estar dispuestos a pisar el barro, hay que poner manos a la obra de Jesús o la maravillosa proclamación de la Buena Noticia quedará incompleta. El cristiano que quiere caminar con Jesús, pisando ya el cielo, lo encontrará si mira hacia abajo, si vuelve corriendo al lugar adonde está la gente. Ahí tenemos que buscarlo y allí con toda seguridad lo encontraremos. Así entendieron la Ascensión los primeros discípulos. Después de desaparecer Jesús bajaron del monte de la ascensión, volvieron a la ciudad, recibieron la 2
Cf. Filipenses 1:21-24. Pablo en medio de tensiones, prisión y conflictos en la misma iglesia quisiera también escaparse para estar con Cristo, sin embargo reconoce que queda trabajo por hacer y que su lugar está en el aquí y ahora. 3 Concepto heredado de Platón y no de la Sagrada Escritura.
fuerza del Espíritu Santo y se lanzaron al mundo, sin miedos, libres, entusiasmados por la tarea que tenían por delante, dispuestos a dar la vida. No se trata de algo fácil. Sumergirse en la ciudad es politizarse y esa palabra no suena grata a los oídos de muchos cristianos. Pero politizarse no es otra cosa que asumir la ciudadanía – la vida junto a otros y otras, hacerse parte del mundo de los otros hombres y mujeres, unirse a ellos, lanzarse a gritar por calles y plazas que los seres humanos podemos fallar pero que Dios no nos va a fallar y que su proyecto de ser humano y de mundo nuevo aún es realizable y que no debemos bajar los brazos. Que con Él 4 es posible hacer algo con este rompecabezas de la sociedad humana, con este verdadero caos de egoísmo, corrupción e injusticia. Pero este proyecto no tiene nada que ver con "restaurar el reino o la soberanía de Israel" ni de nadie, como esperaban los discípulos de Jesús. Por ahí no se va a ningún lado. Hay que comenzar demoliendo el sistema que hace que unos estén sobre otros, reino/soberanía (la soberbia del “destino manifiesto”) significa esto. Hacer un mundo igualitario de hermanos y no de "soberanos" es el desafío, la tarea del cristiano, el reto de la Ascensión, auténtica invitación a mirar a la tierra, descendiendo a la ciudad hasta transformarla desde abajo y desde dentro. Esto implica también y primeramente una Iglesia que entienda que es sierva, servidora y no reina. Así lo hizo Jesús que, por descender, por meterse en el mundo, bajó hasta la muerte y Dios lo resucitó, lo exaltó con él para siempre y glorificó su nombre sobre cualquier otro nombre, que es parte del mismo misterio que el que es representado por una ascensión física al cielo, lugar sobre las nubes y las estrellas, según la idea que tenían los antiguos en cuanto al lugar donde Dios habitaba. Nikita Krushchov, cuando era primer ministro de la Unión Soviética en los años ’50, dijo en un discurso que el primer cosmonauta ruso 5 surcó el espacio sin ver allí a Dios. No es extraño que no lo haya visto ya que el firmamento no es el lugar lejano donde vive Dios. Como fue dicho, los cielos de los cielos no pueden contenerlo6. No, ni las galaxias de las galaxias ni lo que está aún más allá. A Dios no hay espacio que lo contenga ni lo limite. Él está con su presencia en todas partes y, en su amor, quiere llegar a lo más profundo de cada ser humano para que su proyecto de vida plena para todos y todas sea cumplido. Allí donde este proyecto de vida es vivido y compartido se hace presente una parte de ese lugar tan indefinible, pero no por eso menos real, que llamamos cielo. Jesús vivió en este mundo, junto a la gente que lo necesitaba enseñándonos que Dios quiere estar con la gente y nosotros debemos entender que Él quiere 4
A riesgo de ser reiterativo, este “con Él” no implica que todos tengan que creer como nosotros. Tengo que decir esto y al mismo tiempo no puedo dejar de sentir en mi interior el ferviente deseo de que mis compañeros y compañeras que no creen en Dios puedan encontrar también la fuerza de la fe. 5 Fue Nikita Krushchov (primer secretario del Partido Comunista Soviético entre 1953 y 1964) quien dijo: “Gagarin estuvo en el espacio, pero no vio allí a ningún Dios”. Posteriormente hubo quienes atribuyeron esta expresión a Yuri Gagarin, el primer cosmonauta en surcar el espacio exterior en 1961, pero no hay ninguna prueba de que lo haya dicho realmente. Lo que sí se sabe con certeza es que, desde la nave Vostok I, el cosmonauta dijo: “Pobladores del mundo, salvaguardemos esta belleza, no la destruyamos”. Se afirma también, aunque no consta fehacientemente, que Gagarin fue bautizado de niño en una Iglesia Ortodoxa, y que hizo bautizar a su hija poco antes de su vuelo al espacio. También se afirma que su familia acostumbraba celebrar la Navidad y la Pascua. 6 1º Reyes 8:27
todavía que esto se realice en el aquí y ahora y no que quede solamente para la vida después de la muerte 7. Como iglesia, este es el lugar por donde debemos comenzar a mirar cuando hablamos de misión. Para terminar. Jesús ha prometido estar con nosotros siempre y esta presencia del Cristo resucitado y ascendido tiene un enorme poder. Debemos aprender a confiar en ese poder y no en nuestras propias fuerzas. Ese poder se manifiesta en la oración. La oración, si bien un poder misterioso que excede a nuestro entendimiento, no es magia. Tampoco es la búsqueda de una solución a todos los detalles menores de la vida. Aunque él sea el Padre/Madre, Supremo Bien, a quien podemos acudir en nuestras necesidades más sentidas, la verdadera oración no puede quedar limitada a las peticiones por respuestas que solucionen nuestros problemas personales. La oración de fe que puede mover montañas es un corazón puesto en Dios y en el deseo por su voluntad. Es tratar de entrar en los pensamientos del Dios de amor y hacerlos nuestros, entendiendo que Él se juega por la vida y ha prometido estar con nosotros en la lucha por la vida y la dignidad e igualdad de todos los seres humanos. No tenemos a mano todas las respuestas pero sabemos que, de alguna manera, podemos ser parte en el cumplimiento de los propósitos del Dios de la vida y la resurrección. Ese poder se manifiesta en el testimonio. Los discípulos y ahora nosotros, tenemos una buena noticia8 que no podemos callar. Tenemos que dar testimonio de un hecho y de sus consecuencias, el Crucificado ha Resucitado y es Señor del Universo. Y esta buena noticia no se puede anunciar sólo con palabras. El anuncio debe ir acompañado por señales que le den credibilidad, señales que, finalmente, serán en sí mismas Buena Noticia. La proclamación del mensaje tiene poder sobre los demonios. Es el poder capaz de liberar al pueblo y exorcizar al mundo de las ideologías y poderes demoníacos que imponen un modo de vida contrario a la igualdad y la vida plena para todos los seres humanos, es decir contrario a Dios y su voluntad. La proclamación, por el poder del Espíritu, tendrá que ser hecha en nuevas lenguas, en un nuevo lenguaje, y será para otros también, al recibirla, el poder y la libertad de hablar nuevas lenguas. Las nuevas lenguas romperán las barreras que impiden a los seres humanos comunicarse y relacionarse como hermanos y hermanas, y así harán posible, el amor, la justicia, la igualdad, la dignidad, la paz, la fraternidad. ¡Derrotemos al pensamiento único y a un idioma universal impuesto por el poder! Es hora de recuperar el poder de las lenguas como elementos de unión e igualdad en justicia y dignidad. Y porque los que anuncian el mensaje, junto a la comunidad de los seres humanos en sus luchas, tendrán en sí mismos la vida y el poder de Dios, nada les podrá causar un daño definitivo y su presencia constituirá siempre una victoria de la vida sobre la muerte.
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Sin ánimo de hacer ningún cambio en el Credo creo, sin embargo, en “la vida antes de la muerte” y no sólo en la vida después de la muerte. Esto es algo que deberíamos considerar seriamente como cristianos. No lo acepto, no me resigno, no me someto al razonamiento de los mercaderes de la muerte que pretenden naturalizar el sufrimiento, el hambre, la desnutrición… 8 Esto es lo que significa Evangelio (εὐαγγέλιον) ¡Buena Noticia! Hemos sacralizado tanto la palabra que en algunos casos parece haber perdido su frescura y poder de impacto.
No se trata de magia. Esas señales de liberación, amor y vida, son las que deben identificar a los seguidores de Jesús. Ellas son las que garantizan que el mensaje que alguien anuncia es de Dios. La prueba de que alguien habla en nombre de Jesús es la palabra que sale de un corazón verdaderamente libre, comprometido con la libertad de los seres humanos y la liberación de los pueblos; su vida deberá mostrar que sólo el amor es importante y que sólo el amor – no el poder, ni el prestigio, ni el dinero 9 – es la fuerza de la que se vale para anunciar el mensaje de Jesús. Ese poder se manifiesta en la esperanza. Por más que hagan no nos quitarán la fuerza de la esperanza. La esperanza bíblica no tiene nada que ver con una espera resignada. La esperanza es la capacidad de resistir, de seguir luchando. La esperanza es poner la confianza en el Señor y no bajar los brazos. Jesucristo es el Señor. Señor de la creación y Señor de la historia. Toda rodilla se doblará y toda lengua confesará su nombre. Los poderes del infierno y de la muerte y sus representantes de turno en este mundo tendrán que reconocer que Jesucristo es Señor. ¡Nada puede dañarnos! Ni los demonios, ni el veneno, ni las serpientes que sostienen el sistema anticristiano que gobierna ilegítimamente en el mundo. ¡Nada puede dañarnos! Todas las cosas obran para el bien de los que aman a Dios y han sido llamados conforme a su propósito. Santo, santo, santo, santo, santo, santo es nuestro Dios, Señor de toda la tierra; santo, santo es nuestro Dios. Santo, santo, santo, santo, santo, santo es nuestro Dios, Señor de toda la historia; santo, santo es nuestro Dios. Que acompaña a nuestro pueblo, que vive en nuestras luchas, del universo entero el único Señor. Benditos los que en su nombre el evangelio anuncian: la buena y gran noticia de la liberación. (Santo de la Misa Salvadoreña) Ángel F. Furlan Mayo de 2015
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Quiera Dios que como Iglesia y como iglesias seamos capaces de comprenderlo y vivirlo.