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Misión católica de lengua española
from Angelus n° 12 /2021
by Cathberne.ch
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NUESTRA MISIÓN Y LA SENSACIÓN DE PERTENENCIA
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UNO DE LOS GRANDES PROBLEMAS DE NUESTRA ÉPOCA ES LA SOLEDAD, QUE NO SE EXPERIMENTA ÚNICAMENTE EN EL CASO DE LAS PERSONAS MAYORES, SINO QUE TIENE MÁS ROSTROS, MÁS FORMAS, VIVIÉNDOLA DE DISTINTOS MODOS EN MUCHAS HISTORIAS.
De frente a esta realidad, mucha gente valora y comprende lo que significa ser miembro de algo, sentirse parte de un proyecto común, de un grupo humano, verse integrado en una comunidad, de ahí que nuestra «Misión española» quiera ser esa comunidad donde todos puedan experimentar esa sensación de pertenencia.
¿Ahora bien, como entender esta comunidad que quiere ser nuestra Misión? Lo hacemos a partir de la comunión y del encuentro de la diversidad de aquellos que forman parte. Diversidad, que, bien entendida y asumida, no constituye un obstáculo sino un estimulo para la Misión, ya que, si percibimos la diferencia como riqueza, eso si que es una oportunidad, porque crecemos más gracias a los contrastes, porque la diferencia nos hace pensar, buscar, replantear las cosas. Y crecemos al comprender que quien ve las cosas de distinto modo puede tener sus intuiciones y motivos…
Pero si estas diferencias las convertimos en motivo de rechazo personal, o si solo nos relacionamos con nuestros iguales, entonces terminaremos encerrados en una jaula de espejos, donde todos seremos tristes fotocopias unos de otros. En nuestra Misión que es la Iglesia, convivimos muchas personas diferentes que pensamos de manera diferente, aunque compartimos lo esencial de la fe en Jesucristo, a través de un caminar juntos que pasa por Dios, por los otros y por uno mismo.
Es esencial la pertenencia a nuestra Misión, que es afectiva, porque tiene que ver con una comunidad unida por una fe y una misma forma de amar; y efectiva, porque estamos incorporados a ella por nuestro bautismo.
Ahora bien, para poder crecer juntos y hacer de nuestra Misión una «comunidad viva» tenemos que sentirnos implicados y no ser meros espectadores pasivos. Todos estamos llamados a «remar juntos», y lo especial es que la pertenencia en la Misión, tiene que ser abierta, sino algo falla, ya que, si solo me siento vinculado a unas personas concretas, eso es, de algún modo, mas sectario que eclesial, y contradictorio con la dinámica de nuestro ser cristianos y de la propia Misión.
Padre Marcelo