LA VOZ DE MI PARROQUIA “San Bartolomé apóStol” Rociana del Condado BOLETÍN INFORMATIVO BIMESTRAL D Diirreeccttoorr:: M Maannuueell B Booggaaddoo V Viillllaa M MA AR RZ ZO O // A AB BR RIIL L 22001111 A AÑ ÑO O IIIIII N Nºº 1122 “EL CANTO NUEVO DE LOS RESUCITADOS: ¡ALELUYA!” La cercanía de la primavera nos vuelve la mirada hacia una nueva celebración de la “Pascua de Resurrección”. Vivir el acontecimiento de lo “nuevo” que Cristo Jesús nos trae. Varias veces había hecho Jesús referencia a su muerte y resurrección a los tres días. Pedro había protestado ante el anuncio de la muerte. Pero hablar de “resurrección”, ¿qué es?, ¿qué entender? No entra en el ámbito de nuestra experiencia y, así, el mensaje muchas veces nos parece en cierto modo incomprensible, como algo del pasado. La Iglesia, en el día de la Pascua, trata de hacerlo comprender traduciendo este acontecimiento misterioso al lenguaje de los símbolos. Tres símbolos en la Vigilia Pascual nos va a indicar el sentido de este día: la luz, el agua y el canto nuevo, el Aleluya. Primero la LUZ. En la Vigilia Pascual, la Iglesia lee la narración de la creación, la cual comienza con la expresión <<que exista la luz>>, como profecía, que en la Resurrección se realiza del modo más sublime; lo que este texto describe como principio de todas las cosas. Dios dice de nuevo <<que exista la luz>>. El Resucitado mismo es Luz, la luz del mundo. Con la Resurrección, el día de Dios entra en la noche de la historia. Cristo es el día de Dios que ahora, avanzando, se difunde por toda la tierra. Ahora, viviendo con Él y por Él, podemos vivir en la luz. En la Vigilia Pascual, la Iglesia representa el misterio de la luz de Cristo con el signo del cirio pascual, cuya llama es, a la vez, luz y calor. El segundo símbolo es el AGUA, que aparece en la sagrada Escritura y también en la estructura interna del Sacramento del Bautismo en dos sentidos opuestos. Por un lado está el mar, que se manifiesta como el poder antagonista de la vida sobre la tierra; es el elemento de la muerte. El otro modo en que aparece el agua es como un manantial fresco, que da la vida, o también como el gran río del que proviene la vida. El tercer gran símbolo de la Vigilia Pascual es cantar el canto nuevo, el ALELUYA. Cuando un hombre experimenta una gran alegría, no puede guardársela para sí mismo. Tiene que expresarla, transmitirla. Cuando el hombre es alcanzado por la luz de la Resurrección, surge el canto como expresión de la necesidad interior: <<Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron un cántico nuevo>> (Ex. 14,31). No hay expresión más bella para cantar nuestra alegría por la Resurrección de Jesús y por nuestra propia resurrección que es el “aleluya”. Al poder cantarlo, presentimos que la piedra que nos aparta de la vida también será retirada de nuestro corazón; que las cadenas que nos estrechan caerán de nosotros; y que respiremos la amplitud y la libertad del resucitado. San Agustín llama al “aleluya” el cántico nuevo: renovados por la Resurrección cantamos el cántico nuevo, expresión de la alegría y del amor. Expresión de la nueva vida que se nos regala en la Pascua. La mano salvadora del Señor nos sujeta, y así podemos cantar ahora el canto de los salvados, el canto nuevo de los resucitados: ¡ALELUYA! Amén.
Antonio Cepeda Lepe, Párroco de Rociana del Condado