LA VOZ DE MI PARROQUIA “San Bartolomé apóStol” Rociana del Condado BOLETÍN INFORMATIVO BIMESTRAL D Diirreeccttoorr:: M Maannuueell B Booggaaddoo V Viilllaa
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VIVIR LA SEMANA SANTA Muy pronto nuestros sentidos se inundarán de estímulos externos que aflorarán por doquier. La Cuaresma arrastrará consigo una renovada primavera de esperanza que, como si fuera la primera vez, volverá a hacernos recapacitar y a bajarnos del árbol en el que a veces estamos encaramados. Ya pasó el tiempo de espera que deparaba el Adviento, y que nos había invitado a cada uno de nosotros a prepararnos para ese momento sublime de la llegada del Señor. Pero es curiosa la obcecada inclinación del ser humano, que es capaz de pasar del alborozo triunfal al menosprecio y a la indiferencia en un abrir y cerrar de ojos. De aquella majestuosa -aunque escandalosamente humilde- entrada de Jesús por las calles de Jerusalén, en tan corto espacio de tiempo se pasó a su persecución, apresamiento, enjuiciamiento, ensañamiento y ejecución. ¡Quién lo diría! Hoy, que asistimos a diario a episodios repletos de escándalos y corruptelas, aún no somos capaces ni tenemos los mecanismos adecuados para actuar con tan magna prontitud ni con tan asombrosa celeridad. ¿Cómo nos explicamos aquel juicio sumarísimo a Jesús de Nazaret, exento de las mínimas garantías procesales? ¿Dónde estaban sus supuestos abogados defensores? ¿En qué lugar anidaban la justicia, y por qué razón la compasión se había alejado del alma de los hombres? Si hacemos un corto ejercicio de recapacitación y memoria, resulta que más de dos mil años después, el ser humano adolece de las mismas sensaciones y de idénticos sentimientos. Podemos ver de qué manera las calles de nuestras ciudades se inundan cada día de nuevos “Jesús de Nazaret” que esperan ansiosos, no la llegada de sus acusadores y ejecutores; sino la de gente, como cualquiera de nosotros, que salga al encuentro y ofrezca aliento y consuelo. Muy pronto, la Semana Santa de nuestra Andalucía, verdadero escaparate plástico y pictórico, sacará a nuestras calles todas aquellas escenas de la Pasión del Señor. Artistas renombrados harán que no caigan en el olvido tantos personajes que, en uno u otro sentido, fueron partícipes del mayor acontecimiento de la historia. Y es en cada una de esas escenas donde tenemos que poner los ojos del espíritu. Porque cuando veamos a la Verónica enjugando el rostro de Jesús; cuando observemos al Cirineo o a las piadosas mujeres al pie de la Cruz, habrá que recapacitar sobre las acciones de nuestra vida cotidiana. Cuando discurran sobre sus tronos Herodes y Pilato, tendremos ocasión para reflexionar sobre la impudicia del opresor y la ignominia del cobarde. Contemplaremos grandes tronos y pasos de un Cristo sufriente y de una Madre doliente. Pero no muy lejos de ellos anidarán el sufrimiento y el dolor de quienes también son seres oprimidos. Por todo ello, puede ser esa Semana un tiempo maravilloso para tomarse en serio a Dios; para pensar en profundidad en las veces que también crucificamos a Jesucristo con nuestros rencores, con nuestras envidias, con nuestros vicios… y hasta con nuestro propio silencio. Cuando en el recodo de una esquina, una ráfaga de aire nos acerque los aromas del incienso; o cuando desde la atalaya de un balcón, una aguerrida saeta nos atrape de letra y de compás; o cuando el impulso costalero eleve al cielo una plegaria, allí estarán Jesús y María, para recordarnos que no se puede caminar con nuestros pasos torcidos; que no es posible la Resurrección si no humanizamos nuestros corazones ni reblandecemos nuestra alma… Vivir la Semana Santa es, pues, caminar con Jesucristo; es olvidarse de lo superfluo y anecdótico para centrarnos en todo aquello que nos puede acercar a Cristo resucitado. Viviendo la liturgia de los templos; rezando y embebiéndonos en el evangelio de san Juan; y contemplando con fijeza la serenidad y el mensaje de las imágenes, podremos conseguir que Dios abra los ojos hacia nosotros. Podrá ser ésta una manera de vivir en el compromiso de una nueva Semana Santa. MANUEL BOGADO VILLA