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QUÉ TANTO CUIDARNOS?

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CEREMONIA

CEREMONIA

A U T É N T I C O S G R O O M E R S

CUANDO ERA PEQUEÑO, recuerdo perfectamente acompañar a mi abuelo al que él consideraba su momento relajante de la semana: la barbería. Se trataba de un lugar elegante, con amplios ventalanes, cortinas de terciopelo granate y millones de frascos y artilugios que me hacían soñar e imaginar con ser mayor. Si cabía la posibilidad, me sentaba en una de aquellas sillas increíbles y reclinables, y me quedaba observando como él y su psicoanalista (el barbero) repasaban la actualidad del momento… incluso trataban temas más personales. Yo no entendía demasiado sobre la conversación, lo que si observaba es que mi querido abuelo estaba feliz, sonreía, entre vapores, toallas blancas inmaculadas y aromas frescos y limpios. En defnitiva, era su spa.

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Casi siempre, o al menos así lo esperaba con impaciencia, me hacían la broma de ponerme un poco de crema de afeitado en la punta de la nariz. Parecía un cumpleañero el día de su aniversario, era realmente muy divertido. También me cubrían toda la cara, excepto la nariz, con una toalla que olía a eucalipto y al acabar, me daba loción relajante. Sin duda, me creía un chico mayor. Aquellos señores con saco blanco nos hacían sentir de maravilla.

Salíamos felices, preparados para afrontar la jornada del sábado y descargados de problemas y asuntos que nos preocuparan… bueno, a mí por aquel entonces no me preocupaba casi nada. ¡Q ué felicidad!

Tras esta breve anécdota, quisiera resaltar la importancia que tiene el cuidado de la barba y, por supuesto, de la piel en general. Debo seros sincero, no soy un chico extremadamente metrosexual a la hora de utilizar millones de productos para mi cuidado personal. De hecho, me da bastante pereza. Si es cierto que me preocupo por el largo de mi barba. Odio tenerla demasiado corta (mi pareja más que yo), y también odio tenerla demasiado larga y descuidada. Me gusta un largo medio, desenfadado, con aspecto de chico malo, sin ser yo nada de eso Utilizo una afeitadora eléctrica para, cada cuatro o cinco días, repasármela. No intento defnir muy bien los extremos, ni buscar la perfección en las líneas. Me parece mucho más interesante y divertido un chico con traje impecable, pero con una barba ciertamente desaliñada. Lo mismo ocurre con mis patillas o mis cejas, las recorto, pero no las defno en exceso. Bajo mi punto de vista, un poco de imperfección es sexy. Mis productos favoritos son los de Tom Ford y Acqua di Parma.

Dicho esto, me gustaría hablaros también sobre mi punto de vista con respecto al cuidado masculino.Comentarlo o marcar algún tipo de distinción con el femenino, me parece algo anticuado. No creo que exista ninguna diferencia, ni de frecuencia de cuidado, ni de tiempo dedicado, ni de importancia del aspecto físico entre mujeres y hombres. A todos nos gusta dar nuestra mejor versión, cada uno con sus estándares, pero la mejor. Si me preguntas cuánto tiempo dedico al cuidado de mi aspecto físico diario, te diría que 15 minutos. Considero que utilizando los productos adecuados para tu tipo de piel y barba (recomendados por expertos), no deberías tener que utilizar más tiempo, ¡pero coméntale eso a mi abuelo y su psicoanalista!

Dedicarse tiempo a uno mismo es maravilloso pues quererse es el principal requisito para poder querer al resto del mundo. El aspecto físico nos da seguridad, sin ser obviamente lo más importante y, por supuesto, siendo la belleza totalmente relativa.

CARLOS HERRERO,

ESPAÑOL, 33 AÑOS, COFUNDADOR DE O2 BRAND CONSULTING (AGENCIA BOUTIQUE DE COMUNICACIÓN Y PR GLOBAL) Y CREADOR DE CONTENIDO DIGITAL. RESIDE ENTRE BARCELONA Y MADRID @CHERREROB

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