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EN LA OPINIÓ N de Genaro Lozano

E N L A O P I N I Ó N D E G E N A R O Ó micronÓMICRON _______________________________________________________

“WEY, TODA LA FAMILIA ESTÁ CONTAGIADA, hasta la muchacha que nos trajimos. Creo que también ya lo pesqué. ¿Tienes pruebas, pásame unas, no?” . Esto no salió de la célebre cuenta de Instagram @whitexican. Es una frase que le escuché decir a un joven veinteañero, sin cubrebocas, a otro amigo mexicano en los lockers de la renta de equipo para esquiar en Vail. Y a lo largo de más de una semana, escuché o vi historias similares en todo el pueblo. Gente sin cubrebocas en las góndolas, bares sin ventilación atiborrados de gente, restaurantes sin terrazas que se veían llenos de familias de todo el mundo. Eso mientras Estados Unidos rompía récords de contagios diarios por la nueva variante Ó micron que se esparcía como pólvora en el país.

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Muy al inicio de la pandemia, en marzo del 2021, la ex canciller alemana Angela Merkel advirtió que el virus le daría a más del 70% de la población alemana. Y seguro erró porque tal vez el cobicho nos acabe dando a muchas personas más, y más de una vez. La nueva realidad hoy es que el Covid llegó para quedarse, como ha advertido el Dr. Fauci, famoso epidemiólogo estadounidense, pero la manera en la que las autoridades médicas y gubernamentales del mundo enfrentarán al virus cambiará. Escribo mi primera columna para Esquire del año, en el sexto día de mi segundo contagio de Covid en lo que va de la pandemia. Di positivo tras regresar de las vacaciones y luego de ver las enormes flas en laboratorios buscando una prueba. Afortunadamente, la experiencia con respecto a mi primer contagio ha sido completamente distinta.

La primera vez que me dio Covid fue en noviembre de 2020 y tuve todos los síntomas: fiebre, cuerpo cortado, dolor de cabeza, cansancio, principios de neumonía y taquicardia. Un día la oxigenación me bajó a 85 por un par de horas. Una vez superada la infección, tuve secuelas. Enfrenté una depresión de más de seis meses, tuve dos pequeñas lesiones en los pulmones y la taquicardia continuó un tiempo. Hice terapia de rehabilitación pulmonar un par de meses y me tomó casi seis volver a correr a mi ritmo y ejercitarme como siempre. En contraste, este segundo contagio he sido prácticamente asintomático. ¿La diferencia? Puede ser que mi cuerpo se supo defender mejor. Otal vez sea que tengo el esquema completo de vacunas y que me pude poner un refuerzo en Colorado, gracias a la enorme disponibilidad de vacunas en Estados Unidos. Una tercera hipótesis es que me dio la Ó micron, la supercontagiosa y, al parecer, menos agresiva variante del SARSCOV2. Un cuarto supuesto es todas las anteriores.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó los primeros casos del SARSCOV2 en 2019 y, desde entonces, 2020, 2021 y lo que va del 2022 han tenido registro del virus. La paranoia, el pánico, la saturación hospitalaria, el desconocimiento y la letalidad inicial del virus fue poco a poco cambiando por la esperanza del desarrollo de vacunas y de tratamientos y en irnos acostumbrando a la nueva normalidad. La pandemia también ha tenido su lado político, especialmente en quienes han estado a favor de la ciencia y quienes no. En México, el presidente López Obrador y su equipo de Salud fueron muy criticados por minimizar la pandemia, desde el triste célebre amuleto anticovid, el “deténte” de AMLO, hasta la ambigüedad de López Gatell por el uso del cubrebocas por dar una “falsa seguridad” . Pero México no ha sido excepcional. La politización de la pandemia se ha dado en todo el mundo. Estados Unidos vive la clara división partidista entre procubrebocas y provacunas del lado demócrata, y los anticubrebocas y antivacunas del lado republicano.

El 2022 empezó con la esperanza de que la pandemia ceda pronto. Una pandemia que a principios de enero había dejado ya casi 5.5 millones de muertes y más de 302.5 millones de contagios registrados ofcialmente. La esperanza de que los tratamientos desarrollados y las próximas vacunas ayudarán a controlar la pandemia palidece un poco ante la cada vez más realista idea de que el Covid llegó para quedarse y que seguirá golpeando más a los que menos tienen. Ojalá que la próxima vacación de cualquier persona seamos más conscientes del uso del cubrebocas y de exigir una mucho mejor respuesta a las autoridades y a la sociedad en general.

¡Feliz 2022!

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