HARRY HOETINK: EL PUEBLO DOMINICANO, 1850-1900

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H. HOETINK

El P ueblo D0111 i 11 icano: 1850-1900 APUNTES PARA SU SOCIOlOGIA HISTORICA

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Dominicano 1850-1900, del conocido antropólogo social holandés doctor Harry Hoetink, la Universidad Católica Madre y Maestra siente una profunda satisfacción al dar a conocer a los dominicanos el estudio más completo que se haya realizado dentro o fuera del país sobre la vida y las instituciones sociales dominicanas en la segunda mitad del siglo pasado. Durante más de seis años, el doctor Hoetink ha venido trabajando cuidadosamente con los materiales obterridos en los archivos y bibliotecas dominicanos y los ha publicado paulatinamente en Caribbean Studies, revista del Instituto de Estudios del Caribe de la Universidad de Puerto Rico. El impacto 'ejercido por esos artículos sobre antropólogos, sociólogos, historiadores y políticos que los leyeron, exigió la publicación de los mismos en un volumen que diera a conocer .entre los estudiosos de nuestro país este penetrante análisis sobre la evolución de las instituciones agrarias, familiares, económicas y políticas, además de los medios de comunicación y de los patrones culturales de una sociedad tradicional expuesta durante varios años al contacto con otras sociedades más avanzadas. En este libro, pues, se destacan claramente las raíces del cambio que sufre la sociedad dominicana en nuestros días y, sobre todo, se muestra con objetividad científica la verdadera complejidad social del Pueblo Dominicano durante su primer medio siglo de vida independiente, una complejidad cuyo descubrimiento por nuestros intelectuales va a significar un enorme paso de avance en la aplicación de los modernos métodos de las Ciencias Sociales al estudio de nuestra más íntima realidad nacional. La Universidad Católica Madre y Maestra considera este estudio un verdadero modelo para la investigación científica de nuestra sociedad y, como tal, no vacila en ponerlo a la disposición de todos los dominicanos interesados en nuestro pasado más reciente como un medio de comprender mejor este presente en que hoy nos debatimos.


A

mi suegro y su nieto

Ya ves, Compadre Mon, esta es la tierra que despertaste. Todavia pierdo mรกs lo que vivo que lo que recuerdo. (Manuel del Cabral, Compadre Mon)


EL PUEBLO DOMINICANO: 1850-1900


ESTE LIBRO HA SIDO PUBLICADO POR LA UNIVERSIDAD CATOLlCA MADRE y MAESTRA EN COLABORACION CON EL INSTITUTO DE ESTUDIOS DEL CARIBE DE LA UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO

TODOS LOS DERECHOS QUEDAN RESERVADOS POR EL AUTOR


H. HOETINK

El Pueblo Domiuk.ano: 1850-1900 Apuntes para su S oc iolog' テ考\ H i s t.テウr i ca Traducciテウn del manuscrito holandテゥs por Ligia Espinal de Hoetink.

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COLECCJON "ESTUDIOS" Director Héctor Incháustegui Cabral

Lniversidad Católica Madre y Maestra Santiago, República Dominicana, agosto del 1971


PREFACIO En el año 1963, cuando inicié las investigaciones que condujeron al presente estudio, la UNESCO publicó una obra sobre los aspectos sociales del desarrollo económico en América Latina. En ella fue publicada una lista, preparada por expertos, de investigaciones urgentemente necesarias; en esta lista se dio prioridad a los 'estudios históricos a nivel nacional del desarrollo político, social y económico de los países latinoamericanos, que se presten para comparación y síntesis'. * Comencé mis investigaciones con la intención de describir sólamente la dictadura criolla de Ulises Heureaux en sus aspectos sociológicos. Pero pronto cambié este plan: los primeros sesenta años en la historia de la República Dominicana presentan tantos cambios interesantes en todos los sectores sociales, que decidí tratar de señalar la relación entre los múltiples cambios por medio de una descripción integral de la realidad social. Comenzando con una exposición de los cambios en la estructura agraria y la demográfica, compilé por vía de la organización económica, política y educacional suficiente material para poder hacer un análisis provisorio de la estratificación social. completando el trabajo con una descripción de la 'super-estructura' cultural y de la vida familiar. Sólo falta un análisis formal de la política exterior del país, aunque varias facetas de ella son mencionadas en otro contexto. "t» Vries, E .Y Medina Ecbevarria, }. (eds.), Social aspects of economic development in Latín America, 1, Paris, UNESCÓ, 1963,395.

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El surgimiento del ingenio azucarero moderno que ocurre en este período. y los cambios que esto conllevó -como en el campo interno, el traslado del centro de gravitación económica del país al Sur, y en el campo externo, el cambio de la dependencia económica de Europa a los Estados Unidos-. aparecen inevitablemente como un l.eitmoti». en todos los capítulos. Sería, sin embargo, demostrar un determinismo irresponsable, vincular de manera causal todos los cambios descritos en la estructura cultural y social con esta transformación económica. De hecho, al preguntarse el por qué del momento y de la forma del surgimiento de la gran industria azucarera, no podrá darse tampoco una respuesta de tipo exclusivamente económico. Mi primera intención fue de acompañar la descripción de los cambios sociales. con un análisis teórico, en que estudiaría detalladamente las rejaciones arriba indicadas. en tre los cambios económicos y socio-culturales. En un análisis de este tipo. podría también prestarse atención a la comparación de muchos aspectos de la evolución dominicana con los de otros países latinoamericanos. En el período descrito. la República Dominicana y Haití eran los únicos estados soberanos del archipiélago Caribe. de modo que en el estudio de sus problemas, especialmente el militar. el político y el económico. habría que hacer comparaciones con los países independien tes del con tinen te suramericano más que con Cuba o Puerto Rico . No cabe duda de que una comparación así. aplicada por ejemplo al terreno de los empréstitos gubernamentales con los intereses de los acreedores locales opuestos a los de los financieros extranjeros . o aplicada a las complicaciones monetarias. o a la organización militar y política. podrían resultar en numerosos paralelos ilustrativos. Podría también resultar de semejante comparación que determinados aspectos del desarrollo tecnológico e incluso cultural e ideológico aparecieron al! tos en la República Dominicana que en algunas sociedades continentales menos fácilmente acequibles. Podría decirse tal vez. que las mismas ventajas de posición geográfica que determinaron la importancia del país en el período de la Conquista. no se habían convertido en desventajas en períodos más recientes. Por otra parte. ciertos aspectos. como la estructura agraria o el problema 10


de las relaciones raciales en el período bajo investigación, se prestan más para una comparación con los países del Caribe de habla hispana, aunque también aquí la diferencia de sistema político sigue siendo un factor que afecta la nitidez de la comparación. Aunque espero publicar un análisis teórico y comparativo como el arriba esbozado en una pronta oportunidad, me pareció correcto no tardar más en poner el material recopilado a disposición de los que se interesan en los aspectos sociológicos de la historia de la República Dominicana. Digo los aspectos sociológicos, porque mi selección del material a publicar no fue motivada por el interés en las peculiaridades excepcionales de determinadas personas o situaciones. sino precisamente en aquellos aspectos que se prestan para comprender las estructuras y los procesos culturales o sociales. Y aunque esta obra, como ya expuse antes, no pretende ser en absoluto un análisis teórico. creo sin embargo haber utilizado un número suficiente de conceptos sociológicos para hacer posible una posterior comparación. generalización y abstracción. Gracias a la ayuda de Ligia Espinal de Hoetink quien también tradujo el manuscrito holandés al castellano este libro ha podido ser provisto de numerosas notas y de una bibliografía. Nos parecio útil, y correcto, llamar de esta manera la atención del lector a las fuentes y libros. que gracias al esfuerzo de sus depositarios o autores han contribuído a la terminación de este estudio. De los primeros quisiera mencionar aquí al Lic. Vetilia Alfau Duran. y al DI. J.J. Juliá del Archivo General de la Nación, que me ayudaron en mi trabajo de archivo con servicial competencia. Entre los autores quisiera nombrar al Lic. Emilio Rodríguez Dcmorizi, cuya excepcional labor de recopilación ha hecho fácilmente acequible tanto importante material histórico; además me mostró siempre la mayor complacencia. Estoy también muy agradecido por el interés y el estímulo de parte de jóvenes colegas y amigos como Mario Bonetti, Franklin J. Franco y F rank Marino Hernández R. Finalmente me complace expresar aquí mi agradecimiento al Instituto de Estudios del Caribe de la Universidad de Puerto Rico, y a su entonces director DI. Thomas G. Mathews, que hicieron posible mi investiga11


ción de archivo en el 1963 y el 1964; los primeros seis capítulos aparecieron, además, en la revis.ta "Caribbean S~u­ dies' de este Instituto y estoy agradecido por el permiso de reproducirlos, con ligeras alteraciones, aquí. Espero que este libro sea útil en tres aspectos. En primer lugar, que sirva como base y punto de partida de investigaciones sociológicas que se ocupen de la realidad actual: porque no es posible hacer un estudio contemporáneo responsable, sin tomar en cuenta la realidad social y cultural del pasado reciente. En segundo lugar espero que despierte el interés por la sociología histórica. En tercer lugar espero que este estudio sirva de contrapeso a algunas publicaciones recientes, tanto de extranjeros como de dominicanos, que causan la impresión de que la historia de la República Dominicana sería "indigna", o que compararía desfavorablemente en muchos aspectos, con la historia de otros países latinoamericanos, o incluso que el país hubiera adolecido siempre de singular pobreza cultural. Me parece, por el contrario, que la época estudiada se caracteriza por un notable número de figuras y de logros de considerable nivel político o cultural, que resaltan aún más, al tomarse en cuenta la escasa población y las circunstancias .a menudo turbulentas. ~s de esperarse que la prometedora joven generación de prach.cantes de las ciencias históricas y sociales. sigan estudlando:la fascinante realidad presente y pasada de su p.a IS con alu neo. sin patriotismo exagerado, pero sobre todo SIl1 ~lenosprecio inju~t.ificado. De este modo su labor podrá servir en la elaboración de 'modelos' sociológicos para el futu~o. q~e necesariamente tendrán que tomar en consideración el patrimonio cultural y estructural del pueblo dominicano.

H. Hoetink.

Santo Domingo 1963-) ',1m /2

Amsterdam

San Juan


I. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA AGRARIA

1. lnt roslurcion: /-11 situucion aurarut hasta 111;-:;

En l R44, al terminar la ocupacion haitiana, en la República Dominicana se pod ía clasificar la propiedad de terrenos de la manera siguiente: "a) Terrenos que habían pertenecido a los gobiernos anteriores a la proclamación de la Independencia; b) las extensas áreas de tierras en las cuales se hablan fundado los hatos; e) tierras en las que se habían fomentado los ingenios y las estancias, y otras porciones de pequeñas áreas ocupadas por particulares. En los primeros se elaboraba el azúcar de producción colonial y constituían uno de los más importan tes renglones de la economía de la Colonia. Sin embargo, éstos no debieron comprender grandes extensiones, por cuanto si algunos de ellos fueron considerados de alguna importancia, en cuanto a su producción, ésta debió ser relativamente limitada; d) las tierras a cargo de las comunidades o instituciones religiosas que al correr de los tiempos y después de proclamada la Independencia de la República fueron consideradas como bienes del dominio del Estado( 1). Empero... la Iglesia Católica siguió teniendo la administración de algunos de sus 1 Con esto se confirmó una medida del gobierno haitiano. Sin embargo. después de 1844 se le permitió a la Iglesia adquirir nuevas propiedades (H.)

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bienes, aun cuando carecía de la personalidad jurídica que más tarde le fue reconocida; e) las que formaban los ejidos y las cuales fueron asignadas por el Gobierno colonial a los cabildos municipales de algunas poblaciones con motivo de sus fundaciones y que más tarde las siguieron poseyendo los Ayuntamientos, considerados como bienes comunales, y f) las gravadas con títulos, censos, tributos, capellanías, vinculaciones, ctc., y las cuales fueron extinguidas mediante la Ley dictada por la Cámara del Tribunado de la República el día 30 de mayo de 1845"(2) De los terrenos que eran propiedad privada, los más importantes eran los hatos, tanto durante la época colonial como durante los decenios subsiguientes: la cría de ganado se convirtió, al decaer la minería al principio de la época colonial, en el medio de vida más importante. En el curso del siglo XVII aumentó el número de criadores de ganado. Esto se debió a que los habitantes de los puertos norteños Puerto Plata, Monte Cristi, Bayajá y La Yaguana, cuyas ciudades habían sido destruídas por Ordenanza Real de 1607 por dedicarse al comercio ilegal con extranjeros, fundaron nuevas poblaciones, entre ellas Monte Plata y Bayaguana, en las praderas del este de la isla. En el siglo XVIII, la ganadería tomó gran impulso cuando la parte francesa de la isla, que entonces se hallaba en el apogeo de su desarrollo económico, le adjudicó a su vecino oriental el papel de suministrador de carnes. La parte costera del sur, sobre todo el área alrededor de Azua, siguió dedicándose a la producción de azúcar basada en métodos tradicionales, pero e! norte, el este y los valles de! oeste del país se dedicaron a la ganadería. Esta división se mantuvo /(T"0SSO modo en las tres décadas siguientes al 1844. La ausencia casi total de medios de transporte y carreteras obligó a la población rural a llevar una existencia casi autárquica, que no dejaba lugar a la producción para un mercado nacional, ni mucho menos internacional, a menos que el área de producción estuviera muy cerca de los puertos naturales, como en el caso del azúcar azuano, o a menos que el producto mismo se prestara al transporte 2 Alburquerque, Alcitnades; Títulos de los Terrenos Comuneros de la República Dominicana, Impresora Dominicana. Ciudad Trujilto, D.N., 1961, 14, 15.

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irregular y rudo por los ríos. como era el caso de las maderas de la Linea Noroeste al sur de Monte Cristi y alrededor de Barahona(3). Finalmente. donde los productos agrícolas eran de suficiente valor y apropiados para e. transporte ligero, como el tabaco y el cacao, se podía resolver el problema del transporte. aunque en forma primitiva, con el uso de animales de carga. En cambio, el ganado se transportaba a sí mismo. Además de las ventajas de transporte y venta que conducían a la ganadería, también era de importancia el factor limitan te de la extrema escasez de población, que obligaba a actividades agrícolas que exigían poco personal. Así el hatero se convirtió. ya en los comienzos del período colonial, en una figura clave en la sociedad agraria. "En estas vastas porciones de tierras con sus correspondientes limitaciones naturales. el dueño del hato, prominente por su posición económica en la región, erigía. en lo que denominaba el asiento, su fundo o casa solariega y demás instalaciones donde albergaba su familia y servidumbre 'oO' corrales, trapiches para producción de azúcares y rnelao, así como sus conucos para el cultivo de frutos menores, los necesarios para la subsistencia de su familia y servidores. En el hato se crearon los elementos económicos primordiales y necesarios para la adquisición del dominio sobre la tierra ocupada. Esos elementos de la crianza de ganado y los cultivos agrícolas, constituyeron las vinculaciones materiales en la perspectiva jurídica del nacimiento de los nuevos derechos patrimoniales en la organización institucional de la familia ..."( 4) Pues hay que tener en cuenta que para recibir el Amparo Real de la Corona Española. que reconocía los derechos de una persona a su tierra. había que llenar el requisito de que hubiera construcciones en el terreno o de que éste estuviera cultivado o poblado de ganado. Es indudable que poblar el terreno de ganado era la manera más fácil de obtener los derechos de posesión. que 3 Aunque también se cortaba la madera en pedazos que eran transportados ca/! mulos. 4 Alburquerque, op. cit., 17.

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generalmente se convertían en derechos de propiedad en el curso de una larga ocupación. La escasez poblacional y, por consiguiente, el poco valor de la tierra, la ausencia de empleados calificados para mensurar las tierras y, finalmente, la dificultad de dividir un hato entre los herederos, de tal modo que cada uno recibiera su parte de los prados, bosques, arroyos, palmares y conucos que, en conjunto, hacían posible la explotación del hato; todos estos factores son generalmente mencionados para explicar la institución de los terrenos comuneross que existía, según indica Del Monte y Tejada, ya en el siglo XVll(5). En lugar de proceder a la división del hato, cada heredero recibía valores, llamados acciones o pesos y también acciones de pesos, que fijaban la parte correspondiente de la herencia sin partir y en que se utilizaba como unidad de valor una unidad monetaria (el peso) y no una medida de superficie. Esta última circunstancia me hace sugerir, aunque con la mayor reserva, una ex plicación más del origen de los terrenos comuneros: por cuanto existía la primogenitura, el heredero mayor recibía el hato sin dividir; pero como en la economía primitiva y autárquica del hato los medios pecuniarios eran generalmente insuficientes para pagar a los otros herederos su legítima porción, éstos recibían valores expresados en unidades monetarias. De todos modos, es seguro que en el curso de las generaciones la posesión de estas acciones no quedó limitada al círculo de descendientes del hatero original. las acciones fueron negociadas entre personas ajenas de manera que el terreno del hato original podía ser considerado como propiedad de una asociación cooperativa sin directiva ni número conocido de miembros. Cooperativa, puesto que se consideraba que los comuneros eran libres de apacentar su eanado en todo el hato y de labrar cualquier terreno sin ~llltivar dentro del hato: la acción o el peso no daba 5 uet Monte y Tejada, Antonio. Historia de Santo Domingo, tomo IlI, 19; véase A Iburquerque, op. cit., 19; véase además sobre terrenos comuneros: Abad, J.R.. La República Dominicana, Reseña general geogrdfico-estadtstíca, Santo Domingo, 1888; Ru iz Tejada, Lic. M.R .. Estudio sobre la propiedad inmobiliaria en la República Dominicana, Ciudad Trujillo, 1952.

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derecho a la posesión de ningún terreno concreto (6). A mediados del siglo XVIII ya había más de 50 hatos en el este, cuyos terrenos se habían convertido en sitios comuneros. En el sur los hatos de Peñón, Hato Viejo (en la Común Barahona) y Cristóbal (en la actual Común Duvergé) para mencionar sólo algunos, se habían convertido en sitios comuneros en 1756 (7). Mientras en el área del Cibao, que era más poblada y que se dedicaba más a la labranza, se iba haciendo más frecuente la partición de terrenos por medio de mensura y división, en la vasta parte este del país, la institución de los terrenos comuneros siguió ocasionando serios problemas y abusos, hasta en nuestro siglo. El poco valor de la tierra y la dificultad de oposición colectiva por parte de los comuneros, le facilitaban a terceras personas --que no poseían acciones~ la usurpación de terrenos sin cultivar. En el séptimo decenio del siglo pasado Hazard observó la "costumbre curiosa, convertida en ley", que negaba al comprador de una acción todo derecho sobre la caoba que hubiera en el terreno. Para asegurar el título sobre la acción que había comprado el comprador sí debía dedicarse al cultivo, en ese tiempo, pues si abandonaba su casa y terreno por un año o más, "toda otra persona" tenía derecho a ocupar el terreno(8). Los ejiaos o terrenos de un Ayuntamiento, eran considerados de Jacto como posesión común de los habitantes, o eran arrendados a ellos por una suma nominal. Con frecuencia este arrendarrfiento pasaba inadvertidamente a ser posesión(9), si los terrenos no eran dados como 6 A lb urqu er qu e, op. cit., 28. 7 Idem, 29. 8 Haz ard, Samuel, Santo Domingo, Past and Present, With, a Glance at Hay ti, London, 1873, 483; véase también: Academia Dominicana de la Historia, Vol. IX, Informe de la Comisión de Investigación de los E.U.A. en Santo Domingo en 1871, Prefacio y Notas de E. Rodriguez Ire m o ri zi, Editora Montalvo, Cdad. Trujillo, R.D., 1960 (traducción de: Report of the Commission of Inquiry to Santo Domingo etc., Washington, Government Printing Office, 1871), se llamará en lo siguiente: Informe, 583. 9 Haz ard, op, cit. 484.

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"donaciones o regalos"(10). Así en 187 L con una sola excepción, "toda la tierra que está dentro de los límites de la común de Baní (es) propiedad de la común y la cul tivan sus miembros. Se alquila por pequeñas sumas (de cinco a diez dólares) a los que desean tomar posesión de ella para fines de cultivo o para levantar construcciones en ella"( 11). En San Cristóbal, en ese mismo año "se sostiene que las tierras pertenecen a la común y no pueden venderse. El administrador público entrega a cada residente la tierra que desee cultivar"( 12). En 1871 se estimaba que el total de los terrenos propiedad I1d Estado, correspondía entre 1/4 y 1/3 parte del territorio nacional(13); la vaguedad de estas cifras se debe al hecho de que los archivos públicos desaparecían repetidamente a causa de las guerras y revoluciones. Sí es seguro que durante la ocupación haitiana (1822-1844) la propiedad del Estado aumentó considerablemente por la confiscación de numerosas propiedades privadas y eclesiásticas. Un indicio de que entre 1845 y 1871 la propiedad de la había crecido nuevamente a proporciones considerables, es que en este último año el cura de La Vega estima que su parroquia posee $100,000 en tierras(14); para comparación se puede señalar que una plantación en el Cibao de más de 1,000 acres "de tierra limpia, apta para el cultivo de caña, café, cacao, algodón y frutas", incluso construcciones, podía comprarse por $5,000 (15). En cuanto al tamaño de los terrenos- privados. los escasos datos indican que los más grandes terratenientes se haJlaban sobre todo en dos áreas, las praderas orientales y el área al oeste de Azua. En 1871 don Domingo de la Rocha era considerado como el mayor latifundista del país. Residía en la capital y se creía que poseía una sexta parte del extremo Iglesia

10 Informe, 548. 11 Idem, 230. 12 Id em , 258. 131dem.347. 14 Idem; 559. 15 Haz;1rd .. op. cit., 320.

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este de la isla en la provincia del Seybo. También la familia del entonces presidente Báez era considerada en este año como de las más ricas propietarias en la región alrededor de Azua. "Fuera de estos dos distritos hay muy pocos terratenientes. Con mil acres algunos, y hasta diez mil en unos cuantos casos. El resto se reparte entre pequeños propietarios"( 16). Es, pues, evidente que, después-de los hatos orientales que exigían poco trabajo, los terrenos de mayor tamaño eran las _plantaciones tradicionales de azúcar en el sur. Alrededor de Baní se contaban unos 100 trapiches, alrededor de Azua los estimados variaban entre 100 Y 200( 17). Con estos trapiches de madera se podía "moler la caña blanca, colar bien el guarapo o jugo, cocerlo y darle punto en grandes calderas de cobre estañado o de hierro, clarificándolo o 'decantándolo' con hojas de guayabo o con claras de huevo" para hacer melado para dulces; así también se hacían el azúcar y las raspaduras de consumo doméstico(l8). Alrededor de Azua había por lo menos 20 lineas de azúcar, entre ellas la del señor Marchcna, "de unos 600 acres, casi totalmente sembrada de caña, y llegamos a la conclusión de que nunca habíamos visto en ninguna parte hacienda o plantación en tan admirable estado. No había maleza próxima a sus cercas. ni yerbas malas en las avenidas abiertas en tre sus campos"( 19). Una plantación bien cuidada era, pues, una gran excepción, lo cual se puede explicar por la escasez de trabajadores y la inestabilidad política. y además por la circunstancia de que la técnica agrícola imperante hacía que pocas veces se encontrara una empresa agrícola fijada en un solo terreno. Pues aún en la fértil Vega Real. el hecho de 16 Informe, 469, 486. 171dem, 585, 586. . 18 G ó m e z A tt'a u, Luis Emilio, Ayer, ~ el Santo Domingo de hace 50 años, Poi Hnos, Editores, CIUdad twuuo, 1944, 83. 19 Informe, 256.

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que nueve décimas partes de la región estaban sin cultivar hacía posible una 'shifting agriculture : "en vez de tomarse el trabajo de arar y abonar la tierra ..., los nativos prefieren a desmontar tierras para hacer otras plantaciones nuevas"(20), donde cultivaban su tabaco y cacao para la venta y su azúcar, arroz y plátanos para consumo propio. Para proveerse de carne, soltaban cerdos marcados en los terrenos sin cultivar. En esta época el arado era virtualmente desconocido en todo el país. En Santiago el primer arado fue importado en 1898 por Juan Antonio de Lora, ministro en el gobierno de Ulises Heureaux. Tuvo poca y lenta aceptación el uso de este artefacto: don Eliseo Espaillat ofreció arados a plazos a los agricultores cibaeños "y éstos, en vista de que tales aparatos, según ellos, conspiraban contra su sistema rutinario, a última hora los arrumbaron, y como no les era de utilidad para los fines de pago tal obligación la relegaron al olvído'{Zl ). Hay que observar que, naturalmente, el terreno montañoso es menos apropiado para arar; aquí la azada y el machete siguieron siendo los instrumentos preferidos. Resumiendo el panorama esbozado hasta aquí de la agricultura en el séptimo decenio del siglo pasado, podemos decir que en el país sub-poblado (la población era estimada en 1871 entre 150.000 y 207.000) (22), una superabundancia de tierras de labranza condujo a la continuación de situaciones caóticas con respecto a la propiedad de terreno. La infra-estructura deficiente, la inestabilidad política y la escasez de trabajadores llevaron a la predominación de empresas ganaderas, que exigían poco personal, en el este y el oeste, ya una "shitting agriculture" en el Cibao, donde, sin embargo, se producía tarnbíén para la exportación. Sólo en la parte costera del sur existía ~I 20 Idem. 197

21 Bueno, Arturo, Santiago, QUIen te vió y quien te ve, Impresora Comercial, C. por A., Santiago de los Caballeros, 1961, 135. ::12 Informe, 75. 362.

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cultivo tradicional de caña con otros fines que el del consumo propio. La explotación primitiva de maderas finas era de importancia sobre todo alrededor de Barahona y Monte Cristi; también se producía miel y cera en pequeñas cantidades. Sólo propiedades de entre 1.000 y 10.000 acres eran consideradas verdaderos latifundios; el número de latifundistas privados era considerado pequeño; arrendaban sus terrenos o practicaban agricultura extensiva. Los principales terratenientes eran el Estado y la Iglesia.

En comparación con la más floreciente época del período colonial, en que una estructura pseudo feudal estable fue, si no alcanzada, por lo menos perseguida con bastante éxito, había tenido lugar una regresión a formas más difusas y confusas de propiedad de terrenos, a técnicas agrarias relativamente más primitivas, y, por lo tanto, a una menor importancia de la posesión de tierras como criterio de estratificación social(23). Esta regresión, que en sus aspectos sociales podía ser llamada 'democratización' o 'nivelación', fue causada por la decadencia económica y demográfica que resultó de las numerosas guerras y turbulencias internas. Cabe también recordar que el ocupador haitiano había procedido a una enorme confiscación de bienes, no sólo eclesiásticos, sino también privados, y que este aumento de la propiedad del Estado no había sido deshecho por los gobiernos del Santo Domingo independiente.

23 "Este viejo negro, con su mujer y dos hijos adultos viv¡'a en un campo de más de 200 acres (cerca de la capital); la única construcción de alguna importancia en este terreno fué una de estas sencillas casas de palma del paú con dos habitaciones. El criaba algún ganado)' cultivaba al~na caña, café y unos pocos frutos, sin mucha energta, y sin ningun sistema en su trabajo. Al preguntarle porque, con tanta tierra y tantos medios aparentemente acomodados, él no tenia una verdadera casa y un jardin, y mejorara su finca, él nos contó la misma historia, oida tantas veces, de revoluciones y ataques. y reclutamientos forzados".

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2. Los cambios. En esta situación de caos jurídico, que sólo era tolerada por la casi insignificancia de la propiedad de terrenos, se efectuó un cambio a fines de los años setenta del siglo pasado, cuando se puso en marcha la producción azucarera en gran escala. "De algún tiempo acá, sobre todo después que estalló la guerra de Cuba, es que la agricultura ha comenzado a tener vida, con el establecimiento de fincas de caña en gran escala, en que se han invertido grandes capitales extranjeros importados por la inmigración cubana. y otros nacionales también de consideración que han cambiado por completo la faz del país, en el que abundan hoy las empresas agrícolas de todo género, siendo ya respetable la exportación que se hace por sus puertos, no sólo de azúcar en bruto y centrifugado, sino también de' tabaco, café, cacao y otros frutos''(24). Entre 1875 Y 1882 se fundaron treinta 'haciendas de caña'. Cuatro de ellas eran 'centrales', que recibían la caña exclusivamente de colonos contratados, a saber 'San Luis' en Pajarito, fundado en 1881 por los hermanos Cambiaso, con terrenos cultivados de 2,400 tareas y 4,600 tareas por cultivar, dividido entre 10 colonos; la central San Isidro' en Pajarito, propiedad de Hatton y Hernández, fundada también en 1881, con 4,290 tareas cultivadas y con 12 colonos; la central "La Duquesa' fundada en 1882, de A. Bass y F. van Krosigh en la Isabela (común de San Carlos), de 6,000 tareas ("en instalación, sus aparatos serán de triple efecto, y un ferrocarril, ya principiado, conducirá la máquina y los productos de los colonos al batey") y la central 'Ocoa' de 1. Heredia y Cía., en Palmar de Ocoa (común de Baní), fundada en 1882, con 3,000 tareas y 15 colonos. Tres ingenios eran 'mixtos': el ingenio 'Constancia' 24 Meril'¡o. padre Fernando Arturo de. Elementos de Geograf'ia Ftsica, Potitica e Histórica de la República Dominicana precedidos de las Nociones Generales de Geografia, tercera edición: aumentada y corregida, Santo Domingo, Imprenta de Garete Hnos., 1898, 104.

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de Heredia y Ureña en Pajarito, fundado en 1878, que trabajaba con 4 colonos y con terrenos propios, en total 2,200 tareas: luego el ingenio 'Porvenir' de Santiago Mellor en San Pedro de Macorís, fundado en 1879, trabajando con 21 colonos y 1,200 tareas de terreno propio y el ingenio 'La Fe', de J. E. Hatton y Cía., en San Carlos, que trabajaba con 2,750 tareas y 7 colonos, quienes poseían en conjunto 2,250 tareas. El ingenio 'Esperanza', de Joaquín Manuel Delgado, fundado en San Carlos en 1875, era ya de gran extensión: 5,000 tareas y equipado con una "máquina horizontal de 16 pulgs. diámetro, 2 trenes jamaiquinos, 6 centrífugas de Laffertey" De estos treinta ingenios sólo 3 se hallaban en el norte: 2 en el Distrito de Samaná v I en el Distrito de Puerto Plata: estos tres fueron de íos primeros en fundarse (en 1877 y 1878) Y eran de pequeñas dimensiones (1,200, 1,200 Y 600 tareas respectivamente). Todas las otras plantaciones se encontraban en el sur, al oeste de la Capital: 1 en Azua, 3 en Baní y 2 en San Cristóbal; alrededor de la Capital: 6 en San Carlos, 5 en Pajarito, 2 en Sabana Grande de Santo Domingo y el resto al este de la Capital, entre ellos 2 en San Pedro de Macorís. Los dos ingenios más pequeños ocupaban 250 tareas cada uno, los dos mayores 6,000 tareas cada uno; el tamaño promedio era de alrededor de 2,000 tareas. La producción azucarera promedio era de entre 10 y 12 quintales por tarea, aunque en terrenos buenos se alcanzaban a veces 20· quin tales(25). Entre los propietarios había personas con apellidos que no eran de origen español: apellidos italianos como Vicini; apellidos aparentemente alemanes como Bass, Von Krosigh, Smidt y Hachtmann y apellidos anglosajones como el de 25 Una tarea es más o menos 629 m2. Todos estos datos del Ministerio de Fomento, Estadistica Agricola e Industrial. Cuadro de las haciendas de azúcar establecidas en la República desde el año 1875 hasta abril del 1882, Actas del Congreso Nacional, 1882, No. 205, Archivo General de la Nación (será llamado en lo siguiente AGN).

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WilIiam Read(26), Fowle, Carolo Carroll, Hatton y Stokes. Entre los pioneros cubanos mencionamos a Salvador Ros(s), quien por sus grandes méritos recibió en junio de 1893 una medalla de oro de la ciudad de San Pedro de Macorís. En esa ocasión Ross dijo que en la República Dominicana no sólo había logrado reconquistar su fortuna, sino que "la he aumentado considerablemente"(27). Poco tiempo antes había demostrado su riqueza pagando, junto con su compatriota Juan Amechazurra, $200 por un palco en el teatro municipal(28). En ocasión de sus bodas en 1896 con 'la distinguida dama' Orfelina Bazán, Rafael R. Deligne compuso un poema conmemorativo: ¡Oh! la azucena floreciente en mayo abrió su cáliz rico de hermosura del espléndido sol a el almo rayo del aura matinal a la dulzura(29). Ya en 1882 podía observarse cierta concentración de la propiedad de plantaciones: los señores Hachtmann,Peralta y Hatton poseían cada uno (parte de) dos plantaciones. Vicini, que iba a hacer gran fortuna en los años siguientes y cuyos intereses financieros iban a estar muy vinculados con el régimen de Ulises Heureaux, era mencionado en 1878 sólo como copropietario de un ingenio.pero en 1887 obtuvo permiso para importar con exención de derechos 'pichpen' para 4 nuevas plantaciones(30), mientras en 1893 también es mencionado como propietario del ingenio 'Angelina' en San Pedro de Macorís(31), y en el año siguiente recibe una concesión para fundar el ingenio 'Central Azuano', concesión que es renovada en 1897, cuando también recibe permiso para abrir en la común de Azua los pozos 26 R ca d era procedente de Bastan y llegó al paú en 1846, ver Informe, 483. 27 Listtn Diario (será llamado en lo siguiente: Listtn ), 22 de junio de 1893. 28 Listtn, 27 de abril de 1893. 29 Listtn, 9 de marzo de i 896. 30 Libreta de las Resoluciones de Hacienda dictadas por el Poder Ejecutivo, llamada también: Libreta de Hacienda y Comercio, 25 de junio, 1887, No. 81. AGN. 31 Listtn, 1 de dic. 1893.

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artesianos necesarios para irrigar los campos de caña(32). La fundación de nuevos ingenios continuó, pues, en la década del 1880 y 1890, siendo la región alrededor de San Pedro de Macorís y más hacia el este, donde más se expandió la superficie plantada. Los norteamericanos comenzaron a interesarse en la región de La Romana. En carta del 23 de febrero de 1888, el presidente Heureaux confirma a Joaquín M. Delgado en Santo Domingo, "que es usted apoderado del señor H. Newcomb para agenciar el negocio de la compra de terrenos en La Romana, y solicitar del Gobierno la renovación de la concesión que le otorgara al señor Newcomb y compañeros que perimió (sic) por falta de cumplimiento de los concesionarios... que estoy dispuesto a vender al señor H Newcomb las veinte y cinco caballerías de terrenos en La Romana, que conforme a la promesa de venta que yo le hiciera, se estipularon en $10,000- oro americano-"(33); pero todavía en 1897 esta región era utilizada principalmente para el cultivo del guineo por La Romana Fruit Company(34), y no, como actualmenre, para el de la caña. De las tres fincas de azúcar más importantes de San Pedro de Macorís en 1889, a saber "El Porvenir", 'Cristóbal Colón' y 'Puerto Rico', las dos últimas habían sido fundadas después del 1882. El ingenio 'Puerto Ricó', pertenecía al puertorriqueño J. Serralles y empleaba 600 trabajadores en 1893; colindando con su ingenio Serrallés tenía también una plantación de café (35). En este último año el ingenio "Santa Fé" utilizaba un tren para llevar' y traer a los trabajadores de la ciudad, y Salvador Ross instaló 32 Actas del Congreso Nacional, 3D de julio de J 1i97, AQN.. 33 Copiador Cartas Presidente Heureaux J 888-1889. AGN. 34 La República Dominicana en la Exposición Internacionalde Bruselas, M e m o r ia Descriptiva y catálogo de la Sección Dominicana publicada por la Junta Central Organizadora del Concurso de la Exposición de Bruselas, Santo Domingo, Imprenta 'Cuna de América', J. R. Roques, 1897. será llamada en lo siguiente: Exposición. 35 Listtn, 1 de dic. de 1893.

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una línea telefónica entre su ingenio y su alrriacén en la ciudad; Ross ya tenía un coche Pulrnan (36). También W. L. Bass del ingenio 'Consuelo' en San Pedro de Macorís pensaba instalar una línea telefónica entre la central y las casas de sus colonos. Las ideas progresistas de Bass también se manifestaban en su política de repartición de beneficios: como decía el periódico, hacía colonos de sus trabajadores, dándoles por cada 200 libras de azúcar que producían, 75 libras como prima (37). En 1897 la mecanización del transporte de azúcar estaba ya muy avanzada: seis ingenios en la provincia de Santo Domingo tenían en ese año 110 kilómetros de líneas ferroviarias (el ingenio Santa Fe sólo tenís 30 km. y 4 locomotoras para transportar su producto directamente al muelle Ozama); 5 ingenios en el distrito de San Pedro de Macorís tenían un total de 108 kms. y 3 ingenios en la provincia de Azua tenían un total de 72 km. También la Cía. Frutera de San Lorenzo (Samaná Bay Fruit Cy) y la Cía. Frutera de La Romana, que cultivaban guineos, tenían líneas ferroviarias en ese año o estaban construyéndolas(38). También la elaboración moderna de los productos de residuo había recibido atención: en 1885 se otorgó una patente a Robert Graham para un "aparato, por el cual se hace instantáneamente combustible el bagazo de la caña de azúcar"(39). En los dos últimos decenios del siglo XIX aumentó no sólo la producción de azúcar, sino también la de cacao y café: entre 1888 y 1897 la producción de azúcar fue duo plicada, pero la de cacao y café fue cuatrodoblada, aunque el azúcar mantuvo su lugar dominante en las estadísticas de exportación(40). En esa época el cacao y el café eran preferidos al tabaco, el artículo tradicional de exportación del Cibao, cuyo comercio estaba por completo en manos de alemanes; los precios en el mercado de Hamburgo estaban sujetos a fuertes fluctuaciones y los tabacos dominicanos, cultivados 36 Listin, 1 de dic. de 1893. 37 Listtn, 15 de junio de 1893. 38 Exposición, 176, 39 Actas del Congreso Nacional, Sección de Fomento, 1885, AGN. 40 Exposición, 184 y siguientes.

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con poco esmero, resultaron inferiores a los brasileños. Aunque en 1879 Luperón atribuía la enorme baja de producción (de unos 100,000 quintales a 35,000) principalmente a las copiosas lluvias de ese año( 41), en 1882 Heureaux indicaba otras causas: " ... le diré que el tabaco dominicano hubiera conservado su fama y supeditado al brasilero y colombiano si los cultivadores del Cibao hubiesen sido más celosos de su porvenir. No hay que echarles toda la culpa: ellos han sufrido directamente las consecuencias de las frecuentes guerras y han sido víctimas del desaliento"(42). Pero los ánimos no decaían por completo con respecto al cultivo del tabaco. Así, el gobierno estuvo de acuerdo en 1889 con un plan de Baron de Farensbach(43) en que éste se comprometía a fundar 'fincas o granjas modelos' en cuatro o más lugares, a experimentar con nuevas semillas de tabaco y a dar instrucción sobre estos experimentos. Farensbach recibiría 75 centavos por cada quintal exportado: cuando el precio subiera a 15 pesos por quintal, gracias a las actividades de Farensbach, el gobierno levantaría un derecho adicional que sería entregado a Farensbach. En las consideraciones que llevaron a la aprobación del proyecto, dos cosas llaman la atención: primero, que el Estado consideraba que en realidad era el gobierno mismo quien debía ejecutar este plan(44) y que sólo lo entregaba a Farensbach por falta de dinero; segundo, que había factores, aparte de los puramente económicos, que motivaban el apoyo al cultivo del tabaco, pues éste "crea 41 L ~p~r?n, General Gregorio, Notas Autobiográficas )Apuntes Histáricos, segunda edicion, ordenada por el Gobierno Dominicano con motivo del primer centenario del natalicio del Prócer 1839-1939 (se llamará en lo siguiente: Luperán), Editorial el Diario, Santiago, R.D.. 1989, 111, 44 (de la edición original el vol. J fue publicado en 1895, los volúmenes 11 y 111 en 1896 en Ponce Puerto Rico). . . ' 42 Copiador Cartas Presidente Heureaux, carta del 29 de JulIO a r.M. Glas, Santiago, 1882, A GN. 43 Este llegó al pais en 1888 como director de la Caja de Recaudación,

44 Bajo el gobierno provisional de Luperón se habta instalado "comisiones agricoias en las provincias y centros pri'!cipa!es, compuestos de- dominicanos, cubanos y puertornquenos, aprovechándose Moca, sobre todo" (Luperón, 111, 44).

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verdaderos ciudadanos libres por sus costumbres y educación, porque cada cosechero es propietario '/ aun sus empleados subalternos conservan el principio de ciudadano en el género de ocupación que tienen en la elaboración de dicho fruto" (45), una meditación que seguramente habrá sido inspirada en parte por las consecuencias sociales del establecimiento de las empresas azucareras modernas, de que trataremos más adelante. Estos esfuerzos no. parecen haber tenido mucho éxito, y en 1893 el Gobernador de' Santo Domingo hace un llamamiento a su provincia para seguir el ejemplo de los agricultores del Cibao, que cansados de las "ingratitudes y veleidades del tabaco, fruto traidor", se dedicaron al cultivo de cacao y café (46). En noviembre de ese año el vicepresidente Figuereo firma un decreto por el cual todo el que siembre cacao o café en los diez años siguientes recibirá $50 por cada 2,000 matas en producción; los que ya tienen 2,000 matas son declarados "exentos de todo servicio militar ordinario"(47). También del extremo occidental del país, de Enriquillo, llegan en ese tiempo noticias de cultivo de café: desde 1889, cuando bajaron los precios de maderas en el mercado europeo, los señores Mota, que habían creado una fuente de trabajo en la región de Barahona con su comercio de madera, habían pasado a cultivar café en terrenos cercanos; Mota ya poseía más de 150,000 matas; otros cuatro agricultores tenían más de 60,000 matas cada uno; además, había muchos pequeños propietarios(48). También de parte extranjera había interés para invertir en otros productos agrícolas además de la caña: en 1888 se otorgó permiso a los señores Montandon, Descombes y e ía., "fundadores de una colonia de inmigrantes extranjeros... en Sabana de la Mar", para importar con excención de derechos materiales de construcción v 45 Actas del Congreso Nacional 1888-1889, Comisión de ~~~~nto, corresp, con F., 23 ae febrero y 27 de mayo de 1889, 46 Listtn, 21 de oct. de 1893; entre 1879 y 1882 se hablan fundado, sobre todo en el Distr. de Samand, pero también alrededor de Santo Domingo y S'fn Pedro de Macoris, en total 10 fincas de cacao, que comprendtan entre ellas 265.000 matas (Min. de Fomento, Estad. Agric, e Industrial, A GN, op, cit.}, 47 Listin. 6 de nov. de 1893. 48 Listin, carta abierta, 15 de nov. de 1893.

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artefactos "para una tinca rústica de cacao, café y otros frutos, nombrada 'La Evolución' "(49), Y tres años antes se había firmado un contrato en Nueva York con A. Boytel y Cía., "vía depósito de $5,000 en el consulado dominicano" en esa ciudad, en que se daba "franquicias y facilidades para establecer fincas de frutas, como banano, coco, naranja, limones, por sí mismos o por contratos con colonos a quienes avanzaran fondos, semillas i útiles de agricultura" Como en ese año el azúcar estaba cotizado a bajo precio en el mercado, se consideró muy provechoso el cultivo "de las frutas, de que tan ventajoso comercio se hace hoy con los Estados Unidos"(50). Finalmente, se puede observar que también los políticos supieron sacar ventaja del florecimiento de la agricultura. Alrededor de 1880 "Luperón liquidó su casa de comercio y se entregó por completo a la agricultura -sembró 3,000 tareas de azúcar y fomentó una hacienda de cacao, café y frutos menores, y de crías de ganaderías y de aves"(51)-, mientras Ulises Heureaux tenía en 1896 "conucos de café" en Las Yaguas y Baní, y en ese año 'cedió' terrenos en Puerto Plata a la Cía. Agrícola de Puerto Plata, que era dirigida por sus amigos y prestamistas Batlle y Coceo, y que se dedicaba al cultivo del guineo(52). 3. Los efectos

Ya es tiempo de ocuparnos de los efectos causados en la estructura agraria prevaleciente en el país, por el surgimiento de plantaciones modernas, especialmente de azúcar, o sea, la introducción de empresas con uso intensivo de capital, organizadas racionalmente, que periódicamente empleaban a un gran número de trabajadores y que estaban orientadas hacia el comercio en el mercado extranjero. El sistema de los "terrenos comuneros" que, como hemos visto, se había mantenido sobre todo en el este de la República no pudo seguir en pie cuando el auge del 40 Actas del Congreso Nacional, 1888. 13 de marzo, AGN. 50 Actas del Congreso Nacional, Sección de Fomento, 1885.20 de febrero, AGN. 51 I.uoeron, tu, 121. 52 Listin, 21 de mavn de 1896.

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azúcar causó un rápido aumento del valor de la tierra; los títulos de estas tierras eran falsificados en gran escala: "La indolencia de los copropietarios en el ejercicio de los derechos de sus antepasados sobre la tierra... propició... las sorpresivas y extensas ocupaciones realizadas por personas que nunca habían figurado como copropietarios de esas tierras, amparándose por títulos falsos, mediante los cuales se usurparon grandes áreas de tierras que comprenden en la actualidad extensos potreros y plantaciones de caña de azúcar en la región oriental del país"(53). "La progresión de títulos falsos en los sitios comuneros se operaba en razón directa con la mayor importancia aue les daban las aplicaciones del capital al desarrollo agrícola, muy especialmente en el cultivo de caña de azúcar"(54). En ese período los agrimensores públicos eran figuras clave en el proceso de reconocimiento formal de los derechos de propiedad, pues ellos tenían la autoridad "de juzgar la validez y la suficiencia de los títulos que fueran presentados por sus requerientes", como lo expresaba la Ley de Agrimensores de 1882, en imitación a la de 1848. Según esta ley del 1882 podían ser agrimensores "los alumnos del Instituto Profesional que hubieran sido aprobados en el examen del segundo año de Matemáticas". Frecuentemente los agrimensores recibían buenos terrenos en pago de su trabajo. Aunque en 1882 se introdujo el sistema de medidas decimales de superficie, el problema jurídico de los terrenos comuneros se mantuvo hasta 1911, cuando se hizo obligatoria la partición de estas tierras, pero con tantas posibilidades de escape que aún en 1947 se hizo necesaria una nueva legislación(55). Y fue en 1912 cuando también se hizo obligatorio el registro de propiedad privada. Ya anteriormente, a saber, en 1867, 1875 y 1882, se había ordenado la creación de un catastro nacional, pero exclusivamente para las propiedades del Estado (56). Por eso en 1889 todavía podía observarse que el campesino tenía dos enemigos: "los terrenos comuneros y 53 Alburquerquc, op, cit. 32. 54 Idem, 36. ss taem. 39 y siguientes. 56 Idem. 12i:

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la crianza libre en todas las zonas agrícolas"(57). Donde, como en San Pedro de Macorís, el crecimiento poblacional dentro de los límites municipales había sido muy rápido, los ejidos que los habitantes habían cultivado antes según sus necesidades, fueron entregados en propiedad privada; en 1893 todos estaban llenos de construcciones(58). El que la adjudicación arbitraria de terrenos, que a veces era formalizada en apariencia por falsificación de títulos, beneficiara especialmente al empresario extranjero; el que, en suma, toda la industra azucarera fuera apoyada principalmente por capital que no era dorrumcano, todo esto causó pronto un sentimiento de irritación. Ya en 1884 Pedro F. Bonó decía en una carta a Luperón: " ... he hecho ver, ciencia a la vista, las malas doctrinas reinantes en el Cibao y la demolición de su propiedad y su agricultura. He hecho ver la transformación del este; la traslación a título casi gratuito de su propiedad a manos de nuevos ocupantes encu biertos bajo el disfraz del Progreso. Progreso sería, puesto que se trata de progreso de los dominicanos, si los viejos labriegos de la común de Santo Domingo ... fueran en parte los amos de fincas y centrales: si ya ilustrados y ricos como hacendados, en compañía de los que nos han dado el inapreciable favor de venir a nosotros, trayéndonos su dinero, sus conocimientos, sus personas, su trabajo, mandaran directamente sus productos a Nueva York. Pero en lugar de 'eso, aunque pobres y rudos, eran propietarios, y hoy, más pobres y em bru tecidos, han venido a parar en proletarios. ¿Qué Progreso acusa eso? "(59). En ese mismo año también E. M. de Hostos analizaba profundamente la situación agraria dominicana: "Ibamos, en apariencia, viento en popa", escribe; "calculando en treinta y cinco el número de todos los ingenios de caña fomentados en toda la República; en 175 las caballerías de tierra consagradas al cultivo de la caña y locación de fábricas y máquinas; en 5,500 el número de jornaleros nacionales, en 500 el de extranjeros y en 200 el de maquinistas, maestros de azúcar y otros auxiliares técnicos 57 Listín. 8 de iunio 1899. 58 Listin, 27 de abril de 1893. 59 Luperóll, IIl, 149; en esta misma carta, Bonó rehusa postularse como candidato para las siguientes elecciones presidenciales.

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que la fabricación en grande escala del azúcar ha hecho indispensable; tomando como valor medio de cada maquinaria... en cada ingenio, un capital de $40,000; considerando invertido en cada uno de ellos otro capital de $10,000 en los medios de transporte y acarreo; computando en $5,500 diarios los salarios de todos los obreros, en sus varias categorías; calculando en $25,000 anuales la renta de la propiedad territorial de esos centros de producción; en $30,000 el interés del capital aplicado a la maquinaria; en $2,400,000 la producción anual de azúcares; en $183,750 los derechos fiscales de exportación, la República debía al fomento de ingenios de azúcar: lo. El aumento de su capital social, en $21,088,750. 20. La valoración económica de terrenos que sólo tenían un valor natural y la regulación de la propiedad territorial, que era completamente indefinida. 30. El mejoramiento directo de sus medios de trabajo y el mejoramiento accesorio del trabajador. 40. La adquisición de los procedimientos modernos de producción. 50. El súbito carobio de la pequeña a la grande industria. 60. El subsidiario del comercio casi exclusivamente nacional al casi exclusivamente internacional. ...Como secuela necesaria ·del rápido aumento de producción y de consumo aumentó el comercio de exportación y prosperó artificialmente el de especulación. De lo primero ha sido resultado favorable el progresivo crecimiento de las rentas del Estado, que casi han triplicado; y de lo segundo es síntoma desfavorable el malsano desarrollo del lujo pueril y jactancioso" (60). Después de observar así los efectos inmediatos del auge de la industria azucarera, Hostos dirige su atención a lo que podrían llamarse efectos estructurales. Señala el decaimiento de la ganadería en el este y de la producción tradicional del azúcar en el sur: "Los hatos se han casi extinguido en demasiado avarientas exportaciones en masa; 60 Esta y las siguientes citas de: Ho sto s, E. M. de, Falsa Alarma. Crisis Agrtcoia, en: El Eco de la Opinión. Santo Domingo, 'lov. de 1884, inctuido en: E. Rodríguez De m orizi, Hostos en Santo Domingo, Vol. l. Imp. J.R. García Sucs; Ciudad Trujillo, República Dominicana, 1939, 159-176. ~2.


Jos trapiches que hormigueaban en los campos del Sud, han ido desapareciendo rápidamente y el trabajador de todas estas comarcas ha ido abandonando su producción en cofta escala por convertirse en agente de la producción de grande escala. Ese es un mal." Antes "se vivía pobremente, pero de propio fondo: el país vivía casi en absoluto de lo que producía el país. Poco trabajo le bastaba para el cultivo de los frutos menores y la crianza de $US ganados, y los mercados nacionales ofrecían copiosa fuente de consumos a la demanda pública. Contento de su pobreza, el país consumía lo que producía y nada más. Pero vinieron los ingenios, vino con ellos la oferta de trabajo y demanda de braceros, se hizo bracero el antiguo cultivador de breves predios, se abandonó el conuco, se descuidó la crianza de aves de corral, las pequeñas industrias agrícolas, la economía rural, cuanto por tradición o por instinto había servido para alimentar el consumo general, tanto hizo plaza al afán de ganar en p~cos días el salario que sólo en semanas..., y aún meses de trabajo se ganaba antes, y porparadógico que .parezca, el país era más pobre cuando más rico se hacía el Estado. Todos hemos palpado aquí las consecuencia diarias de esa anomalía: todos hemos estado muriéndonos de hambre ... de aquellos frutos espontáneos de las tierras tropicales, que a cada paso se han ido haciendo más raros y por lo mismo más costosos, y de aquellos artículos de primera necesidad queIse han ido haciendo menos accesibles a medida que parecía más fácil la adquisición del numerario". Después de señalar que la crisis de la industria azucarera en el año en que escribe Hostos es atribuible en parte a "19 que .. definen los franceses saison morte" empeora~a por la dependencia de los hacendados de los comerciantes y banqueros de Nueva York, tanto con respecto a las ventas como al suministro de capital, el sociólogo puertorriqueño pasa a un ataque frontal contra la industria .azuc~re:a: "Esa industria que, por eso, desde el punto de VIsta histórico, es abominable, se cimentó en la esclavitud. Esclavo el trabajador -el africano-e, era esclavo el trabajo ... ; esclava también la propiedad que, en vasta proporción sola al privilegiado era accesible, era también barata la base principal de producción, la tierra. Baratos los dos agentes

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fundamentales de la industria, tocaba al tercer agente, el capital, la fácil tarea de monopolizar los beneficios." Sin embargo, la abolición .de la esclavitud y de la trata de esclavos hizo imposible "seguir monopolizando la distribución de la riqueza que la fabricación de azúcar producía", y así surgieron "los mal llamados Centrales", donde, por lo menos en teoría, se llenaban los requisitos de la división de' trabajo y donde se limitaba el derecho del capital (como factor de producción) a las ganancias, en favor de los factores trabajo y tierra: pues los propietarios de las centrales deben ocuparse solamente de la elaboración de la caña, deben ser industriales y no más: el cultivo de la caña debe estar en otras manos. El origen de la crisis estructural está, dice Hostos, en que los mdustriales azucareros siguieron, como en la época de la esclavitud, afirmando el monopolio no sólo sobre el capital, sino también sobre tierras y trabajo; el margen de ganancias que reciben gracias a este monopolio es exorbitante: aun con los bajos precios del mercado de 1884, Hostos estima este margen en un 16 por 100. La crisis se origina, pues, "en el pedir capital a un interés mayor que el a que tiene derecho, y se busca antieconómicamente una ganancia superior a la que es lícito esperar". y más adelante afirma nuevamente: "Nada importa al país que el capital aumente, porque no aumenta el bien de todos." Hostos ve como remedio, por una parte, eI e stablecimiento de un Banco Agrícola para los azucareros, por otra parte, la fundación de colonias agrícolas que, ocupadas preferiblemente por inmigrantes, se ocupen del cultivo de varios productos y, entre ellos, de caña; el productor de azúcar debe dejar' al cultivador de caña la libertad de diversificar su agricultura. Es interesante la opinión de Hostos de que el cultivo de caña es inferior al de remolachas; pues la remolacha es producida en tierras "de una potencia mecánica que no conocen las Antillas";' también este hecho demuestra la necesidad de diversificar la agricultura, por lo menos, si no se quiere ver con resignación la ruina de muchos ingenios, como había ocurrido en Puerto Rico y Cuba. Hostos termina su filípica contra el monopolio y la monocultura diciendo: " ...mientras no encontremos el modo de que 34


coexistan grandes y pequeñas propiedades, grandes y pequeños capitales, grandes y pequeñas industrias.. estaremos en crisis permanente". Las sabias amonestaciones de Hostos no surtieron efecto. Así continuaron en los años posteriores las quejas sobre la escasez de fru tos menores. Después de indicar en su reseña anual de 1898 la necesidad de mejorar la calidad 'def azúcar, el café y el cacao por medio del establecimiento de fincas modelo o de una inspección agrícola provincial cüy'o inspector debería "aconsejar, hasta ejerciendo coacción, las mejoras que aconseja la ciencia", el Gobernador de la provincia de Santo Domingo señala que es necesario fomentar el cultivo de "frutos menores i de diario consumo cuya falta se nota tan sensiblemente en perjuicio de todas las clases, no permitiendose que ningún estanciero o agricultor de frutos menores i con familia salga a trabajar fuera sin dejar sus conucos en buenas condiciones i de un tamaño proporcionado a su familia"(61). En ese mismo año el Gobernador de Santiago aboga por la rebaja de las tarifas de transporte de frutos menores, algunos de los cuales se encontraban en abundancia en su provincia, mientras había escasez de ellos a poca distancia. Sin embargo, la producción de ciertos artículos de consumo local, como arroz, papas y cebollas era insuficiente también en Santiago(62). La escasez de trabajadores y, por consiguiente, los jornales relativamente altos que pagaban las grandes empresas agrícolas (durante la zafra de 1893 se pagaban dos a tres pesos por tarea en San Pedro de Macorís), ocasionaron una migración interna de carácter en parte 61 Memoria aet Gobernador Civil y Militar de la provincia de Santo Domingo al Ministro de lo Interior y Policia, 8 de febo de 1898, AGN No. 115. 62 Por otra parte, el Gobernador se muestra satisfecho de los efectos del Ferrocarril Central Dominicano entre Santiago y Puerto Plata, que haina sido inaugurado el 16 de agosto de 1897, esta "gigantesca y atrevida obra del general Heureaux", que aumenta el interés en la agricultura. La cosecha de tabaco es mayor que la del año anterior y también se exporta café en mayores cantidades, "si se tiene en cuenta gue hace una deéada tal vez, que no se exportaba ninguno"; tambien avanza la técnica de selección: "ya se introducen máquinas separadoras"; tam bién las 'maderas de estimación' pueden ser transportadas fácilmente ahora a la costa. (Memoria del Gobernador Civil y Militar de la provincia de Santiago al Ministro de lo Interior y Policta, enero 1898, A GN).

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permanente y en parte temporero, que explica la escasez de los frutos vegetales tradicionales; algunos abandonaban definitivamente sus conucos, otros ganaban lo suficiente durante la zafra para no tener que trabajar mucho después en su propio terreno. Esta movilidad geográfica causaba intranquilidad. El Gobernador de Samaná se quejaba en 1898 de que la fuerza policial de la "gran finca de guineos de la 'Sarnaná Bay Fruit Company', en Sabana de la Mar", era insuficiente "para contener las desgracias que a diario se suceden allí, donde vienen a refugiarse, so pretexto de obtener trabajo, los malhechores de todos los puntos de la República"(63). Pero no todo el mundo estaba convencido del atractivo de esta Compañía como patrono: un tal Marius escribía el 11 de junio de 1893 un remitido en el Listín, donde decía: "Los peones, hijos del país, son tratados como animales que no se estiman en nada. En vez de pagárseles semanal o quincenalmente, se les retiene arbitrariamente el fruto de su trabajo un mes y más, y como estos infelices autómatas necesitan obligatoriamente algunos avances para su alimentación, la Compañía les da a cuenta una especie de papel moneda que no garantiza al público, para que se vean obligados a gastar en la bodega que dicha Compañía tiene establecida y donde son sacrificados de la manera más incalificable y más cruel". Por primera vez se menciona aquí el notorio sistema de vales que iba a extenderse también a la región azucarera, X que iba a ser descrito más tarde, en todos sus aspectos negativos, en la novela Over, de Ramón Marrero Aristy(64). En el último decenio del siglo XIX se oían cada vez con mayor fuerza las protestas contra la vagancia y corrupción; esto se debía a la antes mencionada mayor participación de la población rural en la economía monetaria, en que sumas de dinero subjetivamente grandes eran entregadas periódicamente a personas que antes habían podido cubrir su gama de necesidades casi totalmente con los productos 63 Memoria del Gobernador Civil y Militar de Samaná al Ministro de lo Interior y Policía, 7 de enero de 1898, AGN. 64 Colección Pensamiento Dominicano, Libreria Dominicana, Santo Domingo, 1963.

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de su propia tierra, y también por el desarraigo que resultaba del aumento de movilidad geográfica. El Vicepresidente Figuereo confiesa en 1893, cuando está de tránsito en San José de Ocoa, ser "enemigo acérrimo y cordial de la vagancia, fuente de tantos males" y da "órdenes... para que dentro de seis meses todo el que hoy se encuentre en los campos sin ocupación conocida, tenga ya su labranza en perfecto estado de cultivo"(65) La mayor circulación de dinero entre la población rural causó unenom1e aumento del número de pequeños comerciantes y tenderos en el campo, y diversas autoridades atribuían la 'vagancia' y 'corrupción' del pueblo directamente a estos pequeños empresarios. Vale la pena mencionar, a este respecto, los siguientes párrafos de una petición del Ayuntamiento de Cotuy al Congreso Nacional en 1897: "El espíritu de corrupción que invade estas comarcas principalmente en nuestros campos; la tendencia a la vagancia que se desarrolla de un modo lamentable entre los campesinos, que ora entregados a la orgía, ora al juego y a las bebidas alcohólicas, no viven ya para el trabajo ni para nada edificante y útil, sino para el libertinaje, sumergiéndose cada vez en un estado de atrofia y desmoralización, cuyos terribles y fatales resultados no tardarán en hacerse sentir si no se pone remedio a tiempo, han hecho que este Ayuntamiento, -inspirado en su deseo por el bien y el orden público, dirija.... a ese Soberano Cuerpo las presentes líneas para pedirle: "Que consideramos los males ... anotados, cuya mayor causa estriba en los establecimientos de comercio en los campos, porque allí es donde se reúnen padres e hijos de familia para entregarse a la libre satisfacción de vicios, sin que las autoridades rurales puedan impedirlo, se promulgue un decreto que prohiba dichos establecimientos en los campos, a excepción de las llamadas bodegas en las fincas y de las cantinas en las galleras, pudiendo estas últimas solamente vender los días y noches que les estén preceptuados para sus bailes y el juego de gallos. Este Ayuntamiento cree que de este modo se da un paso muy acertado en favor de la moralización pública "(66). 65 L istin, 25 de sep. de 1893. 66 Actas del Congreso Nacional, 1897, No. 42, fecha 22 de mayo, AGN.

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Tres días antes, y tal vez de común acuerdo, el Ayuntamiento de Salcedo había propuesto al Congreso la prohibición de establecimientos comerciales en el campo, so pena de $25. (67). La admirable preocupación por el bienestar espiritual del campesino que parece manifestarse en estas peticiones, no debe ser vista sin un poco de escepticismo. También estaban en juego intereses materiales de los comerciantes urbanos que estaban bien representados en los Ayuntamientos. Pues sucedía lo siguiente: antes de la llegada de la industria azucarera, las extensas zonas rurales que rodeaban un pequeño centro urbano, dependían para su suministro de los comerciantes residentes en el pueblo. Por cuanto los habitantes del campo no compraban sus artículos directamente a estos comerciantes, los pocos propietarios de bodegas rurales compraban, sin embargo, sus mercancías en el pueblo cercano. Luego el surgimiento de la 'bodega centra!' de la industria azucarera perjudicaba al comerciante de pueblo de dos maneras. Por una parte el jornalero era atado a la bodega central por el sistema de vales, y por otra parte la bodega obtuvo como clientes a los vendedores ambulantes y tenderos rurales, cuyo número aumentaba rápidamente. El comerciante de pueblo, cuyo capital era frecuentemente limitado, no podía competir ni en precios ni en surtido con las grandes bodegas que traían sus mercancías directamente del extranjero. Como la bodega central extendió su radio de acción comercial a la región circundante, vendiendo tanto al por mayor como al detalle, el comerciante y tendero de pueblo se vio privado de una porción potencialmente importante de la creciente economía monetaria(68). Naturalmente que fa respuesta a este reto a los comerciantes hubiera sido que ellos mismos, modernizando sus costumbres comerciales, reduciendo su margen de ganancias, cooperando mas estrechamente, imitando (o haciendo imitar) en parte las actividades de los vendedores ambulantes y de los pequeños tenderos rurales, hubieran hecho competencia directa a estos últimos. Pero su dignidad no les permitía tomar ese camino: trataron solamente .de 67 Actas del Congreso Nacional, 1897,19 de mayo, AGN. 68 Ver también Gómez Alfau, Luis Emilio. op. cit., 42,44.

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destruir con medidas legales una competencia que consideraban injusta. Pensaban poder promover una acción legal, no sólo porque como comerciantes establecidos eran conocidos por lo general como favorecedores del régimen imperante, sino también, y sobre todo; porque los vendedores y empresarios ambulantes a quienes estaba dirigida su ira pertenecían, en su mayor parte, al más reciente grupo de inmigrantes del país: los árabes. En petición al Congreso Nacional, de fecha 9 de junio de 1896, diecisiete comerciantes de San Pedro de Macorís callan sobre la corrupción del pueblo y exponen las verdaderas objeciones de manera directa: "Nuestros campos están llenos de casas de comercio... No hay agricultor que no sea comerciante, todo lo cual nos perjudica notablemente, y este perjuicio se aumenta en máximo grado con una invasión de árabes en pueblo y campo, de puerta en puerta, que, dadas sus operaciones comerciales, han abarcado todo el negocio y nos. han ido arrollando hasta convertirse nuestro comercio en un cementerio desolado y triste. Sus depósitos son de mayor importancia ya que nuestras casas, y dados sus ínfimos gastos, pues altamente conocida es su manera de vivir, omitiendo todo gasto que no sea el estrictamente necesario a la inmunda y mísera subsistencia a que se someten, es imposible luchar con ellos. La importancia de nuestros comercios requiere gastos y atenciones de que ellos están exentos, y si tratáramos de competir sus precios, nuestros interese", sufrirían -, El porvenir comercial de Macorís está en manos de los árabes y creemos que los árabes no han hecho jamás la felicidad de ningún país, ni han sido los que .han contribuído a la importancia que hoy tiene Macorís, Creemos también que un pueblo no puede ni debe cifrar sus esperanzas de desarrollo e importancia en esa clase de comerciantes; y que nuestro civilizado e ilustre Gobierno no debe mirar con indiferencia el perjuicio que nos irrogan... y que frustrará por completo el comercio de Macorís con menoscabo a los intereses del Estado; creemos tiene (este perjuicio) alguna causa que nuestro ilustre Gobierno puede investigar y combatir, demostrando con ello su concienzudo y erbio régimen. "Os suplicamos, pues, Ilustres Congresistas, que a los establecimientos de los campos e Ingenios, se les conceda el

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derecho de vender provisiones para el sostenimiento de sus trabajadores, excluyéndoles del derecho de expender tejidos; y con respecto a los árabes o comerciantes ambulantes, privarles la introducción de mercancías o aplicarles una contribución fuerte que les impida la baratez de ellas"(69). Es sabido que la guerra de competencia no la perdieron los árabes y no pocos de los comerciantes establecidos garantizaron, en una generación posterior, su éxito comercial, confiando la felicidad de una hija a un adinerado miembro del grupo que antes había sido considerado incapaz de hacer 'la felicidad de ningún país'. Abarcando los cambios aquí señalados en la estructura agraria de la República Dominicana en los tres últimos decenios del siglo pasado, se puede afirmar que: 1) Se efectuó una transición de una agricultura y ganadería esencialmente autárquica (con la excepción marcada del cultivo de tabaco en el Cibao y de la exportación de maderas y ganado), a una industria azucarera que, con uso intensivo de capital, producía para el mercado mundial, mientras también aumentó considerablemente la exportación de cacao, café y guineos, cultivados en parte en modernas y grandes empresas agrícolas. 2) En el sistema de tierras comuneras, que se había establecido por una regresión del patrón tradicional pseudo feudal de propiedad de tierras, y la consiguiente posibilidad de negociar las 'acciones', surgió una crisis como resultado del alza en el valor de la tierra; de esta crisis emergió, pero no antes de nuestro siglo, y a costa de falsificación y fraude, un patrón claramente definido de propiedad privada. 3) Desaparecieron totalmente las formas tradicionales de producción azucarera y parcialmente las empresas ganaderas que empleaban poco personal, mientras que el cultivo de frutos y vegetales tradicionales disminuyó notablemente. 4) Las nuevas grandes empresas agrícolas fueron fundadas primero por particulares, en su mayoría extranjeros (sobre todo cubanos), y en una fase posterior 69 Actas del Congreso Nacional, 1896, No. 24, A GN.

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también por compañías norteamericanas. 5) Aumentó la movilidad de la población rural, que obtuvo mayor participación en la economía monetaria, de la cual se beneficiaron sólo en parte los comerciantes urbanos ya establecidos, pues la bodega central, que por medio del sistema de vales (introducido probablemente por las compañías norteamericanas) ataba a los propios trabajadores, también obtuvo como clientes a los comerciantes ambulantes árabes; esto resultó en una reducción del radio de acción comercial de los centros urbanos.. Huelga decir que los cambios aquí señalados en la naturaleza e intensidad de la producción agrícola afectaron todos los sectores de la vida social. En el próximo capítulo prestaremos atención al crecimiento y a la composición poblacional, y al desarrollo urbano en este período.

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n. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA

DEMOGRAFICA

y EN LA DISTRIBUCION GEOGRAFICA

DE LA POBLACION

1. La población Nacional

Los escasos datos sobre el número de habitantes en el curso del siglo XIX deben ser utilizados, por supuesto, con la mayor cau tela. Pero por lo menos son verosímiles las tendencias generales que ellos reflejan. En 1789, Moreau de Saint-Méry estimaba la población de la parte española de la Hispaniola en 125.000 almas: (1) según un censo del 1819, en aquel año sólo había 63.000 (2). La rebelión haitiana y sus consecuencias para Santo Domingo (entre otras cosas, la ocupación. bajo Louverture de finales del 1800 hasta 1802); quizás también la ocupación francesa bajo Ferrand y ciertamente el período subsiguiente de 'la España boba' (1808-1821) son factores que en conjunto hacen probable un saldo en favor de la emigración para el período 1789-1819. La siguiente información censual que conozco data de 1863; en ese año un 'tribunal eclesiástico' estimaba la población católica en 207.700. Esta cifra fue rechazada como demasiado alta por la Comisión Norteamericana de Investigación por razones convincentes; la Comisión misma 1 Moreau de Saint-Mery, M.L.E., Descriptions de la Partie Espagnole de l'lsle Sain t . Dom ingu e, (Philadelphia, 1799) 2 Exposición, 98.

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fijó en 1871 el numero de habitantes en 150.000 (3). En 1887 fue realizado un nuevo censo por la curia. En el tiempo transcurrido se evldencíaba un gran crecimiento: la población fue fijada ahora en 382.312 almas. Abad estimaba en 1888 la población en 415.000 a 416.000 habitantes (4). Este crecimiento lo confirmaba un estimado de 486.000 habitantes en el año 1897 (5); en 1898, Meriño calculó el total de la población en 458.500 (6). El fuerte aumento poblacional durante las últimas décadas del siglo XIX que se pone en evidencia en estas cifras, es corroborado por los datos sobre los cambios en la distribución geográfica de la población, como demostraremos más adelante. También los cambios en la estructura agraria que, señalarnos en el capítulo anterior hacen verosímil un rápido aumento a partir de los años setenta. Una parte del aumento poblacional debe ser atribuída a la inmigración, Por eso pasaremos ahora a tratar brevemente y por separado a algunos de los principales grupos de inmigrantes del siglo pasado. No nos limitaremos a prestar atención a los datos numéricos, sino que también presentaremos materiales que podrán facilitar nuestro análisis posterior de los cambios estructurales y culturales en el período que nos ocupa. 2. Inmigración a. Los metodistas norteamericanos

Dos años después del inicio de la dominación haitiana (1822-1844) el Presidente Boyer comenzó de manera sistemátiea a atraer a libertos norteamericanos al país; para ese fin fue enviado a Nueva York el agente Jonathan Granville; tenía autorización para ofrecerles a quienes quisieran emigrar a la isla de Haití una travesía gratis, 4 Abad. J.R.. OD. cit. 5 ExposicióTl 98. 6 Meriño, op. cit. La población de 585.000 que resultó del censo de 1908 presta verosimilitud a tas cifras de los años noventa. Ver. ademds: Amiama, MI. A., La Población de Santo Domingo, eh'o, órgano de la Academia Dominicana de la Historia; No. 115, 1959.

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mantenimiento por cuatro meses y 36 acres de terreno por cada 12 trabajadores. Los estimados del número de personas que aceptaron las proposiciones de Granville varían entre los 6.000 y los 13.000; sí es seguro que un importante número de ellos procedía de un medio urbano; fue especialmente la ciudad de Philadelphia uno de los lugares de origen más numerosamente representado. También es seguro que, tanto por este motivo como por las dificultades de adaptación; causadas por el clima y la 'cultura del nuevo país,': una parte de ellos regresó muy pronto, y otra parte, estimada en un tercio del número original, falleció en poco tiempo. Sin embargo, en 1870 todavía podían encontrarse en diversos lugares del país pequeños grupos .de estos inmigrantes o de sus descendientes. Los núcleos más importantes se hallaban entonces en la capital;' en Santiago, Puerto Plata y en Samaná. En este último lugar vivían entonces unos 500 600, algunos de los cuales. habían progresado hasta convertirse en agricultores relativamente prósperos; para su organización religiosa recibían ayuda de la Iglesia Metodista Wesleyana, de Inglaterra; habían organizado su propio sistema escolar en inglés, que comparaba muy favorablemente con el 'sistema nacional dominicano; en resumen, habían llegado formar un núcleo poblacional extranjero debidamente organizado, que, con la cohesión que le daban su religión y su idioma, se consideraba superior a los dominicanos y trataba de evitar la asimilación. En ese mismo año las colonias Metodistas de Santo Domingo y Puerto Plata se habían 'dominicanizado' ya en gran medida en lo que respecta a idioma y a la selección de cónyuges, aunque todavía tenían sus propias iglesias Metodistas(7) y asociaciones de ayuda mutua y, en Puerto Plata, su propia escuela. Para los inmigrantes residentes en . Samaná este proceso de asimilación sólo vino a sentirse ó

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7 Todavta en 1893 existia en la capital una congregacton metodista; en ese año se hizo una recolecta bajo la dirección del pastor Gooding para la compra de un local; en ocasión de esta acción se hicieron referencias a los inmigrantes de 1824; entre los apellidos de los organizadores de esta recolecta hay algunos ;Phipp, Hamilton} que también se encuentran en Samaná (Ltstin, 28 nov. 1893).

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claramente en los últimos años del siglo; el nombramiento hecho por el presidente Heureaux de un hijo de colonistas, el general Anderson, como gobernador de la provincia de Samaná, simbolizó el reconocimiento del grupo de inmigrantes dentro del conjunto nacional. Heureaux, que había nacido en Puerto Plata y que conocía, por lo tanto, bien a los Metodistas norteamericanos (8), siempre sintió por ellos una simpatía que tal vez estaba también fundada en consideraciones raciales. Una de sus hijas trabajó por mucho tiempo como maestra en Samaná. A pesar de la creciente asimilación, el conocimiento del idioma inglés está aún hoy muy generalizado en Samaná. El origen samanense de muchos miembros del personal de la marina dominicana puede guardar relación con esto. No disponemos de datos sobre la composición ocupacional de estos inmigrantes norteamericanos; se sabe, sin embargo, que el presidente Boyer quería atraer principalmente a artesanos capacitados y a agricultores. Si es evidente que el nivel educacional de este grupo debe haber sido relativamente alto, y en aquellos lugares donde se encontraron un número suficiente para poder fundar sus propias escuelas, supieron mantener ese nivel. Este factor educacional, así como la ética laboral 'protestante' de este grupo, que se mantuvo vigente por medio de su religión, la sobriedad de su estilo de vida que también les imponía su religión (bailar, beber y fumar estaba prohibido), todo esto hubiera favorecido sus posibilidades de ascenso social y de ocupar aquellas posiciones abiertas en la estructura socioeconómica en desarrollo que requerían tales normas de conducta culturalmente determinadas, si estas posibilidades no hubieran sido obstruídas por aislamiento geográfico y social, por una parte (y esto es especialmente cierto para la colonia en Samaná), y por otra parte, por la circunstancia 8 Heureaux fue en Puerto Plata a la escuela 'inglesa' de Mr. Thauller, Como observa Rufino Martinez: "Institutores ingleses (oo.) fueron los únicos que tuvo Puerto Plata en la Primera República. Aquel/os maestros, respetuosos y severos, como buenos sajones (oo.) formaban en el niño un concepto elevado del deber, lo cual era de no poco valor en un medio donde la vida desordenada aceptaba la necesidad de atropellarlo y violarlo todo para triunfar". [Marttnez, Rufino, Hombres Dominicanos: Deschamps, Heureaux, Luperón, primer tomo, Imprenta Montalvo, Ciud, Trujillo, 1936, 7~), _

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de que, según a fínales del siglo se fue cristalizando y estabilizando en cierta medida el sector no gubernamen tal de la estructura económica, la movilidad ascendente era obstaculizada más que antes por rasgos negroides demasiado notables (9). Uno de los emigrantes metodistas que tuvo éxitos excepcionales fue ciertamente Elijah R. Gross, que, habiendo servido bajo Boyer como coronel y después como director de Correos, fue nombrado juez por el presidente Santana, función que todavía ejercía en 1871 (ID). Ya hemos mencionado la carrera política del general Anderson, Tanto en las profesiones relativas a la educación como en las relativas al cuido de enfermos, sorprendía el gran número de (descendien tes de) inmigrantes protestantes. La primera enfermera profesional fue Mrs. Margaret Mearse, de Puerto Plata, esposa dé un pastor protestante a finales del siglo. En los años ochenta se encontraban pocas capitaleñ as entre las enfermeras, hallándose más puertoplateñas y samanenses, así como inmigrantes de Curazao, Santo Tomás y las Islas Turcas(ll) en esta profesión, que, dicho sea de paso, no gozaba gran prestigio social en el ambien te cultural dominicano. b, Los judios sefariHe.~ de Curazao

Fue sólo después del traslado de la Real Audiencia a Cuba, en 1799, como consecuencia del tratado de Basilea (1795), que Santo Domingo se convirtió en un lugar más atractivo para el establecimiento de inmigrantes judíos, de lo que había sido durante la dominación española. No sorprende, pues, que en el primer cuarto del siglo XIX algunos judíos se habían establecido en la parte oriental de la Hispaniola. La lápida considerada como la más antigua de lo que fué la parte judía del cementerio de la Avenida de la 9 Para datos más detallados sobre la colonización de Samaná ver: Hoetink, H., "Al'rfericans in Samaná", Caribbean Studies, 11, 1, 3-22 Y la literatura allt mencionada. 10 Informe, op, cit., 521 Y sigo 11 Historia de la Medicina en Santo Domingo. Trabajos de estudiantes universitarios bajo la dirección del Dr. H. Pie ter (ms. A.C.N. no. 496).

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Independencia en la capital dice: "Jacob Pardo, natif de Amsterdam, Agé 46 ans, Décédé 6 Dec. 1826. Avec regret de sa famille et amis" (12). Alrededor de 1830, es decir, también en el período de la dominación haitiana, la casa comercial Rothschild, de Santo Tomás, estableció una filial en Santo Domingo bajo el nombre comercial Rothschild& Cohen. Pero es principalmente en los años cuarenta, y sobre todo después de la Independencia en 1844, que se hace claramente notable la presencia de judíos sefardíes procedentes, casi sin excepción, de Curazao. Apellidos como Pardo, Maduro, Naar, Crasto, Senior, Namías, de Marchena, de León, Curiel, (Cohen) Henríquez pertenecen todos a familias que, habiendo huido de la Inquisición en España o Portugal, llegaron a Holanda por vía de otros países -Francia, Turquía- y de allí partieron a las posesiones holandesas del hemisferio occidental -Pernambuco, Nueva Amsterdam, Surinam, Curazao. De allí -y especialmente Curazao- se produjo muy pronto la emigración a las colonias no espaftolas del Caribe, como Jamaica y Santo Tomás. Los primeros sefardíes curazoleños que partieron a Santo Domingo no permanecieron todos allí. Fundaron sus casas comerciales generalmente como representantes de importantes firmas curazoleñas, pero ellos mismos partieron con frecuencia después de algunos años. Así el curazoleño López Penha, quien permaneció alrededor de 1845 por sólo unos años en el país; fueron algunos de sus hijos quienes se establecieron allí definitivamente.Según Ucko, fue, por una parte, la inestabilidad política, y por otra parte, la organización religiosa insuficiente lo que causó el regreso a Curazao de muchos de los inmigrantes más viejos. De parte de las autoridades gozaron, también en los primeros años, de toda protección. De interés por múltiples razones es, en este respecto, una carta oficial del Presidente Santana del

12 Hasta 1915 el cementerio juaio de Santo Domingo dependia de la corona inglesa; el súbdito y vice-cónsul inglés Abraham León habla hecho este arreglo; su hermano menor Benjamin León actuó hasta ese año como encargado del cementerio; él era entonces uno de los pocos que practicaba la religión judia. En 1915 el cementerio fue donado al Ayuntamiento de Santo Domingo, de acuerdo con el cónsul británico. La mayor parte de estos datos provienen de: Ucko, Enrique, La Rusión de los Sefardies con los Dominicanos. C. Trujillo, Impr. La Opinión, 1944, 34 p. Sólo poseo una copia a máquina de este articulo.

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16 de septiembre de 1846, motivada por una queja contra algunos comerciantes judíos en La Vega, de la cual citamos lo siguiente: "El Consejo de Secretarios de Estado reunido (...) bajo la Presidencia del Presidente de la República, tomó conocimiento de una petición dirigida al Presidente 'por el Jefe Superior Político de La Vega, cuyo objeto es exigir que el Gobierno tome una medida contra algunos Judíos que hacen comercio en aquella población; en consecuencia, después de un maduro examen se decidió dirigir a los peticionarios la siguiente respuesta, por vía del Jefe Superior Político: "Señor Jefe Superior Político: Queda en mi poder una petición, que con fecha 9 del corriente me ha sido dirigida por usted y por algunas otras au toridades y habitantes de esa Provincia, cuyo contenido no ha podido menos de sorprenderme y pone al Gobierno en la necesidad de hablar un lenguaje que quisiera siempre evitar, pero del que no puede prescindir al calcular todos los males que pueden seguirse de que en tiempo no se corten de raíz las causas que los producen. En primer lugar, usted, como primera autoridad de esa Provincia, deberá abstenerse de firmar peticiones de toda clase. El mismo principio debe aplicarse aún más a los jefes militares. Sería bien merecido cuando se les sometiese a un consejo militar para que aprendiesen a no mezclarse en intrigas, cuyo objeto no comprenden, pero que es muy conocido del Gobierno como voy a demostrárselo. Se dice en la petición que cuatro o cinco judíos hacen considerables perjuicios al pueblo porque compran las onzas de oro y los fru tos del país a precios exhorbitantes, etc. Estas solas palabras indican claramente que no es el pueblo quien se queja, pues no hay agricultor alguno a quien le ocurriera quejarse de que un judío le dé cien pesos por un quintal de tabaco, que un dominicano sólo le pagaría en cincuenta, de modo que, lejos de redundar eso en perjuicio del pueblo, es, al contrario, un beneficio notorio que irá en aumento a medida que crezca el número de compradores y le quiten a tres o cuatro monopolistas bien conocidos el triste privilegio de enriquecerse a costa de los infelices labradores, a quienes sacrifican. Esos monopolistas son los autores de otros muchos que aparecen firmados en ella, porque no

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descubren la mano oculta que los impulsa, pero cuando reflexionen sobre sus verdaderos intereses se convencerán de que han sido engañados para servir de instrumento a pasiones tan mezquinas como indecorosas...: cuando algún extranjero activo y laborioso viene a nuestro suelo y hace en un día lo que los naturales no hacen en un mes, por no. moverse, lejos de perseguirlos como quisieran los ocultos autores de la petición, debe el Gobierno, y todos los dominicanos interesados en el bien del país, protegerlo y animarlo a fin de que los nuestros tomen ejemplo, y aprendan que la riqueza es hija del trabajo y de la economía... : querer en el siglo XIX, y en medio de una República libre, perseguir a un individuo pacífico e impedirle que compre tabaco bajo el pretexto de su religión, es un escandaloso abuso de la doctrina de Jesucristo... Otra debería ser la conducta de esos dominicanos. si en vez de escuchar el grito de las pasiones, oyesen la val. de 1<1 justicia y de la gratitud. Esos cuatro judíos que allá persiguen, y otros que aquí residen, han sido los primeros en aprontar sus fondos para subvenir a los gastos de la guerra, en los m ismos mamen tos en que algunos Dominicanos no sólo nada hacían, ni prestaban, sino que desanimaban con su malejemplo a los buenospatriotas gue se manifestaban resueltos a defender la libertad de la República ... En esta capital... hay más judíos que en ningún otro punto de la Isla. y lejos de haberse experimentado hasta ahora la menor dificultad, ellos van a la Iglesia, asisten a todas nuestras ceremonias y aun con tribuyen con sus limosnas al mantenimiento del culto... y la Iglesia, fiel depositaria de la fe cristiana. consagra la décima quinta oración del Viernes Santo a pedir a Dios la conversión de los judíos. conversión que no puede lograrse con persecusiones ni con arbitrariedades, sino por medio de la dulzura y de la persuasión ... (Cual) documento será impreso y circulado a diligencias del Señor Secretario de Estado en los Despachos del Interior y Policía para prevenir los males consecuentes a esa clase de negocios y que el público sepa cuál es la conducta del Gobierno en el desempeño de sus sagradas obligaciones. Dado en el Palacio Nacional de Santo Domingo, Capital de la República, a los diez y seis días del mes de septiembre de mil

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ochocientos cuarenta y seis, año tercero de la Patria (13). Como veremos depués en mayor detalle. la actitud oficial fijada en este temprano documento en relación a la inmigración en general, siempre fue confirmada por gobiernos posteriores. En lo que respecta a la inmigración sefardí en particular, este documento toca dos puntos sobresalientes. Está en primer lugar el apoyo financiero quc los judíos dieron a 'la guerra' (contra Haití). apoyo que debía ser apreciado, desde luego, por los patriotas. También en los decenios posteriores los comerciantes judíos, establecidos principalmente en Curazao, pero también en Santo Tomás, participaron en el financiam iento de empresas po l ít ico-militares, incluso y especialmente en los movimientos revolucionarios internos. Esto sucedía. sin duda, por consejo y mediación de sus representantes en Santo Domingo. Así la firma curazoleña J. A.Jesurun e Hijo prestó en 1857 SI 00.000 al gobierno de en ronces, alquilándole también la goleta Amelía por unos 10.000 pesos (lA). En 1866 el presidente Cabral autorizó a Jacobo Percira a gestionar un préstamo europeo hasta una suma de 400.000 libras esterlinas; el contrato de préstamo que él firmó en el '67' con los banqueros parisinos Em. Erlanger no fue" aprobado, sin embargo, por el Congreso Nacional. Simultáneamente, Sigmund Rothschild tenía un poder del gobierno dominicano. En 1868 Báez aceptaba nuevamente el cargo presidencial; su revolución había triunfado en parte gracias a la ayuda económica de J. A. Jesurun de Curazao, cuya cuenta de S37,145.80 fue reconocida como deuda nacional el 30 de abril de ese año. El director de esa firma, Abraham Jesurun, fue durante varios períodos cónsul de la República en Curazao, y fue nombrado general como recompensa por sus méritos. En 1868 Báez encargó a Jesurun, junto COn el encargado de negocios en Francia, coronel Adolphe Mendes, de gestionar un préstamo en Europa, después de fracasar las gestiones en ese sentido que había emprendido Jesurun en los Estados Unidos. El resultado de los contactos que hicieron en Europa fue el 13 Ucko, op. cit., el orginal se encuentra en el A.C.N. l a lnforme, op, cit.. 92.

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tristemente célebre empréstido Hartmont (a pesar de que Mendes había hecho advertencias en contra del inglés Hartmont). El contrato fue firmado en 1869, siendo representada la República por el Ministro de Hacienda, Ricardo Curiel, también portador de un apellido curazoleño-sefardí. Sin internarnos aquí en la onerosa historia financiera del país, nos limitamos a señalar que en los años ochenta fue nuevamente un inmigrante sefardí, Eugenio Generoso de Marchena, quien actuó como el principal experto financiero del Gobierno. Fue él quien, apoyado sin duda por sus relaciones curazoleñas y holandesas, firmó en 1888 en Amsterdam el primer contrato con los banqueros holandeses Westendorp & Co., que regulaba las deudas a los poseedores de oblígacíones-Harmont, pero que a la vez creaba a partir del 10. de noviembre de ese año la Caja General de Recaudación de Aduanas (la Regie), la cual, ocupada por agentes de Westendorp, controlaría los ingresos de los deréchos de importación y exportación durante los treinta años que serían el plazo del préstamo de 770.000 libras esterlinas firmado con Westendorp (15). Aunque no es nuestra intención atribuirle a los inmigrantes sefardíes y a sus familiares residentes en el extranjero una posición monopolista en cuanto a la política financiera de la República durante el período que nos ocupa, podemos, sin embargo, presumir con bastante certeza que por lo menos en ciertos 'períodos, ellos ocu paron las posiciones claves (16). Volvamos al documento de Santana. Un segundo punto que llama nuestra atención es el dato de que los sefardí:s eran. evidentemente, visitantes regulares de la Iglesia Católica. En relación con esto es oportuno señalar que en tiempo sorprendentemente corto, a saber dos o a lo sumo tres generaciones, los judíos curazoleños se asimilaron a la sociedad dominicana. Ya que no era conocido que haya habido coacción a ese efecto, -es necesario buscar otra 15 Ver para mds detalles: Herrera, César A., De Hartmont a Trujillo, Impresora Dominicana, C. Trujillo, 1953, 13·57. Al cabo de cierto tiempo De Marchena cayó en desgracia y fue fusilado por orden del Presidente Heureaux. 1 tí Ver vara otras posiciones claves del grupo judío p. 25.

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explicación para ese fenómeno que era sorprendente en ese grupo y en esa época. Ucko I señala que el grupo fue demasiado pequeño o demasiado disperso para poder mantener una vida religiosa organizada, incluyendo la educación; aunque se celebraban las fiestas religiosas tradicionales, 'la vida religiosa era pálida y poco duradera'. También menciona, el surgimiento de las ideas judías' liberales (que causaron un cisma en Curazao) (17), como. uno de los factores que fomentaron la indiferencia religiosa; mientras que por otra parte sus necesidades espirituales eran satisfechas en creciente medida por la Masonería, muy difundida en Santo Domingo: "volvieron a encontrar el Mesianismo así como la Cábala, con sus especulaciones misteriosas, en la idea panhumana y el misticismo de la Masonería". Es interesante mencionar aquí que en el mismo año en que el Presidente Santana firmaba el documento antes mencionado para la protección de, entre otros, el sefardí Naar, residente en La Vega, los nombres de ambos de ellos aparecían en un protocolo de una logia masónica (18). Un tercer factor que explica, según Ucko, la rápida asimilación de los judíos, es la necesidad que sentían muchos de ellos de introducir 'sangre nueva' en su grupo, que se caracterizaba frecuentemente por la endogamia, sentimiento que habrá sido influenciado por 'la belleza atractiva de la raza criolla'. Sí hu bo protestas de parte de la vieja generación judía contra estos matrimonios mixtos, que por eso eran a veces celebrados tanto por ritos judfos como católicos; pero con el correr del tiempo la parte católica de la familia resultaba generalmente dominante. Empero nunca se vio en las familias a que nos referimos ninguna tendencia a guardar en secreto su ascendencia parcialmente judía. Por una parte, su posición económica ya les daba una seguridad social, y por otra parte -y esto es' probablemente más importante- la 'ascendencia hebreá comprueba claramente su origen blanco y el criollo dominicano le atribuye gran importancia al componente 17 Véase Hoetink, H., Het Patroon van de oude Curafaose Samenleving. De Wit, Aruba, Tiel, 2da. ed., 1966, 42-43. 18. trataremos más extensamente la importancia de la Masonerta. AqUl' sólo mencionaremos que un descendiente de sefardt'es hizo un estudio sobre ella: López Penha, H.H., La Masoneria en Santo Domingo, C. Trujillo, 1956.

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blanco de su linaje'. Uno que otro descendiente de los inmigrantes sefardíes llevó a la literatura dominicana el tema de la asimilación; debemos mencionar el drama en verso: La hija del hebreo (1883), de Federico Henríquez y Carvajal. que describe el matrimonio de un judío y una cristiana, y el capítulo 12, titulado "Los paisanos qe Jesús", en la novela La senda de la revelación (1936), de Haim H. López-Penha (quien, al igual que muchos de su grupo -·incluyendo a los sefardíes en Curazao-·, había recibido su educación principalmente en Alemania en que el autor presenta un diálogo entre una campesina alemana y una protestante, nieta de una abuela judía, elaborado en la tradición de Lessing. La creciente asimilación de los sefardíes fue acompañada por una disminución de sus actividades comerciales, y es tentador ver en esto una conexión causal. En las primeras décadas de su permanencia 'los hebreos empezaron a prosperar rápidamente, y ocuparon, más o menos, el mismo lugar que hoy día (1944) retienen las casas de los españoles que se han establecido en la República Dominicana ya hace años, quiere decir que eran dueños de grandes casas comerciales de por mayor y al detalle. (oo.) Sin ern bargo. su prosperidad comercial iba decayendo desde el principio del siglo XX', así dice Ucko. Según los judíos fueron siendo absorbidos el' la' capa social más alta de la época. fueron perdiendo su ethos económico, adoptando la mentalidad económica de aquéllos, que preferían invertir sus riquezas en casas y terrenos. y que elegían para sus hijos varones la preparación académica tradicional de médico o abogado en preferencia de una carrera comercial: en la medida en que más posiciones gubernamentales de importancia fueron ocupadas por ellosi 19) fue relegándose a segundo plano su interés comercial particular. Sin embargo hay que señalar aquí que algunos inmigrantes judíos abandonaron el país en los últimos años del siglo pasado a causa de la crisis económica imperante, prefiriendo. evidentemente, la oportunidad de actividades lucrativas en otra parte a la inseguridad económica de su 19 Francisco Henri'quez y Carvajal llegó a ser Presidente; otro nieto de sefardies Monseñor Armando Lamarche y Marchena fue gobernador ectesidtico.

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calidad de miembro de una burguesía criolla (20).Aunque en sentido cuantitativo la inmigración sefardí haya sido poco importante (Ucko estima que el número de familias judías, por lo menos en los años cuarenta, no pasaba de veinte), esperamos que los párrafos anteriores hayan convencido al lector de la importancia que en sentido económico, político y social le puede ser atribuída. c. Los canarios o isleños

La inmigración de las Islas Canarias tuvo lugar, por supuesto, ya en el período colonial. Al final del siglo XVII San Carlos fue fundado por isleños. Muy pronto cayó en decadencia este pueblo situado al oeste de la capital, pero a mediados del siglo XVIII le fue' infundida vida nuevamente por inmigran tes canarios "laboriosos y honrados'. Ya a finales del siglo XIX San Carlos había pasado a formar parte del complejo urbano de Santo Domingo, aunque había conservado su identidad propia; geográficamente por quedar fuera de las murallas; jurídicamente por tener su propia Jefatura Comunal, Ayuntamiento. Alcaldía y Oficina Civil, y socialmente por disponer de sus propias escuelas y de su propia iglesia 'de sólida mampostería'. En 1898 allí vivían 10.000 personas (21); casi todos los habitantes vivían en bohíos; sólo había dos casas de piedra. San Carlos era también llamado el barrio Mamey: su f'esta típica era la de la Virgen de la Candelaria, en febrero, cuando se decoraba el barrio con matas de mamey y las muchachas se vestían de color naranja. Todavía a fines del siglo pasado sólo vivía una familia de negros en San Carlos, que eran llamados 'los Caravallos'; 'les decían los isleños prietos. porque eran honrados, trabajadores y buenos'(22). Esto último indica que la población se distinguía en ese entonces por ser predominantemente de descendencia canaria (23); sin embargo no parece probable que pueda 20 Ver además p. 26. 21 .Heril/o, op. cit., 116-111 22 Gonzdlez Rodrtguez ; M.A. "Apuntes y recuerdos de San Carlos". CUo. enero-l'I}arzo 1956, núm. 106, 93·95. 23 No sólo vivlÍm isleños en San Carlos; por ejemplo. el famoso inmigrante puertorriqueño E. M. Hostos vivió algún tiempo all i.

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hablarse en ese tiempo de endogamia dentro del grupo; no pocas de las familias distinguidas de la época descendían en parte de isleños, aunque habían abandonado San Carlos como lugar de residencia. Se impone, por lb tanto, la imagen de un barrio, sorprendentemente homogéneo en sentido étnico y cultural, donde permanecieron juntos aquellos isleños que no habían logrado mejorar su posición económica en .:1 curso de algunas generaciones. A pesar de la favorable opinión expresada generalmente en cuanto a los sancarleños, en lo que respecta a su diligencia y honradez, la mayoría de sus habitantes -hasta el presente- siguieron formando parte de la categoría del pequeño empleado o tendero, artesano o pequeño comerciante. Un estudio detallado podría indicar si en efecto la movilidad ascendente conducía al abandono del barrio. En ese mismo período fueron realizadas también otras colonizaciones por grupos canarios: la ciudad de Samaná, que había sido abandonada, fue repoblada con canarios en 1756 por las autoridades españolas, que temían la expansión francesa; en ese mismo año Sabana de la Mar, situada en la costa sur de la Bahía de Samaná, fue fundada por isleños, a quienes 'se les dió plantaciones y ganado para establecer una colonia. Los esfuerzos en este sentido fueron tan flojos, que el pueblo quedó durmiendo, hasta que durante la Revolución haitiana, un número de refugiados franceses, buscando su seguridad, se establecieron allf, creando algunas haciendas de caña' (24). En ese mismo período de política española progresista, ejecutada activamente en Santo Domingo por el gobernador Rubio y Peñaranda, también fueron repoblados Monte Cristi y Puerto Plata con familias canarias. También Baní, en el sur del país, fundada en 1764 "por españoles, por canarios y hateros dominicanos de la región", tuvo tal predominancia de isleños que podía ser llamada 'la Canaria dominicana, manteniendo un más limpio linaje español, hasta el punto de que hasta hace pocos años apenas había allí gente de color', o, en las palabras de Hostos, 'un verdadero paréntesis etnológico'. Hasta el día de hoy los banilejos tienen la reputación de ser hábiles comerciantes; además. la ciudad ha producido un número importante de 24 Hazard, S., Santo Domingo, Past and Present, with a Glance at Hay ti, London, 1873, p. 204.

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intelectuales y políticos (25).En los años ochenta del siglo XIX, y a iniciativa del gobierno dominicano, tuvo lugar una nueva inmigración de grupos canarios: 'El seis de octubre (1884) firmó este Despacho (Sección de Fomento), con intervención del Cdo. Min. de Hacienda, un contrato con el Señor Andres SosviJIa i Gonzales para traer de las Islas Canarias, en el próximo mes de marzo, el mayor número de familias o individuos destinados a las labores agrícolas, por la cantidad de veinte pesos fuertes cada persona de diez años cumplidos hasta sesenta, i diez pesos, de uno hasta diez, bajo contrato cuyas bases se estipularon en pliego aparte é impreso que contenía las ventajas prometidas por el Gobierno i por los hacendados. ( ...) Con cargos a gastos extraordinarios se hizo por la Hacienda Pública el pago de 1.500 pesos destinados al avance a cada inmigrado, según los términos de la cláusula 3a de las bases convenidas'. El Gobierno se ocuparía de procurar alojamiento provisional para los inmigrantes (26). En marzo de 1885 Hostos publicó un artículo donde reportaba: ' ...Se acaba de asegurar que ya ha salido de Islas Canarias para la República el primer contingente de inmigración', expresando luego su preocupación por la forma en que el Gobierno pensaba recibirlos y abogando en favor de, entre otras cosas, la creación de una Oficina de Inmigración que hiciera posible una planificación más adecuada de la inmigración ('un plan realmente nacional'); señala nuevamente la importancia de las colonias agrícolas y se refiere a las favorables experiencias de Argentina y Chile (27). Finalmente hallamos una referencia a la inmigración de este grupo canario, del Presidente BiJlini en su Mensaje al Congreso Nacional, al deponer el mando en este mismo año, comunicando que la llegada ha transcurrido bien, que así ha comenzado 'una corriente de inmigración laboriosa en el país' y. que se le ha regalado terreno a los inmigrantes, que 25 Rodrtguez Demorizi, E. (Ed.}, Bani y la Novela de Billini, Editora del Caribe, Santo Domingo, 1964, 5, 6. 26 Actas del Congreso Nacional, Sección de Fomento 20 de febrero de 1885, A.C.N. ' 27 Hostos, E.M., Centro de Inmigración y Colonias Agrícolas, en: Hostos en Santo Domingo, 1, op, cit. 177 y

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ya han comenzado a cultivarlo (28); probablemente estos eran terrenos aledaños a las plantaciones de azúcar o si no los inmigrantes fueron contratados como colonos por algún central, d. l.os peninsu lares

No es posible tratar aquí los casos de inmigración individual; que yo sepa, la elección de la República como lugar de residencia por peninsulares tuvo lugar en escala considerable sobre todo en la fase final de la Guerra de Restauración (1865). Pues muchos soldados españoles permanecieron entonces en el país, mientras que muchos de los inmigrantes particulares que habían llegado al país en el período de la anexión se quedaron en él después del restablecimiento de la independencia. Al principio éstos sufrieron persecuciones -a saber, en Santiago y La Vega- e incluso habían sido expulsados de aquella ciudad, suerte que habían corrido también ciertos dominicanos acusados de colaborar con el enemigo ('españolismo'). En 1865, cuando Gregario Luperón era gobernador de la provincia de Santiago y representante del Gobierno de Cibao, le permitió a estos dominicanos, 'españoles y catalanes' regresar a Santiago; aunque la multitud dominicana no quiso aceptar a los dominicanos españolizantes, Luperón logró que los peninsulares ya no tuvieran que temer ninguna agresión. Esa actitud liberal de Luperón provenía de la utilidad para el Cibao que él veía en los comerciantes entre ellos: ' ...traían dinero y crédito, y podían dar movimiento, progreso y vida a la provincia' (29). En los años siguientes un número de inmigrantes españoles acumuló grandes riquezas. Ya en 1871 era señalado el hecho de que 'algunos de los comerciantes más prósperos de Santiago pertenecen a un país que causó la destrucción de esa ciudad hace sólo seis años' {3D). Y Luperón escribe sobre esta creciente importancia económica y política: 'Paso a paso fueron los 28 Cf Luperán, Notas Autobiográficas y Apuntes Históricos, JI, 178.

29 Luperón, op. cit., p. 286. 30 Informe, op. cit., 286.'

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catalanes y los españoles adueñándose de la influencia comercial y política del Cibao, lo que ocasionó trascendentales consecuencias para muchos de ellos, que se arruinaron, mezclados en una política que ningún resultado favorable podía darles, porque las circunstancias que acababan de pasar les aconsejaban el mayor comedimiento y la mayor cordura' (31). En la ciudad azucarera San Pedro de Macorís, que estaba en pleno crecimiento, también había en los años noventa una importante colonia comercial española. De los inmigrantes catalanes que llegaron a gozar de mucha consideración mencionamos aquí a Cosme Battle en Puerto Plata, que llegó a ser uno de los prestamistas importantes del Presidente Heureaux; él compartía esta posición, como analizaremos después más extensamente, con varios otros, .de los cuales mencionaremos aquí al inmigrante italiano Vicini, de Santo Domingo, y el inmigrante cubano José A. Puente, de Sánchez. e. Los cubanos y puertorriqueños

Cuando el puertorriqueño Hostos, cuya larga permanencia en la República Dominicana iba a ser de tan excepcional importancia para la vida intelectual y especialmente para la educación, llegó al país el 30 de mayo de 1875 por la ciudad portuaria septentrional de Puerto Plata, allí existía un barrio habitado casi exclusivamente por cubanos, que era llamado 'Cuba libre' (32). También vivían en la ciudad numerosos puertorriqueños. Los dos grupos de inmigrantes, 'de acuerdo con dominicanos amantes de la libertad, trabsjaban resueltamente en pro de la independencia de Cuba, alzada en armas, y de la proyectada insurreción de Puerto Rico' (33). Así encontró Hostos allí a su compatriota 'el noble y primer ciudadano de Puerto Rico' -'él siempre desterrado doctor (Ramón E.) Betances' a quien él señala como maestro, guía y amigo de 31 Luperon, op. cit., 1,.358. 32 Hostos en Santo Domingo, op. cit., 1, 9; en otra parte Hostos asegura que la' inmigración cubana en Puerto Plata significó un aumento de capital de '2 millones de pesos fuertes' (idem, 89 j. 331dem, 11, XI.

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Luperón(34) y quien habría de prestar varios servicios a gobiernos dominicanos posteriores desde su residencia en París. A principios de 1874 se había fundado en Puerto Plata la sociedad cubana La [urenil, dirigida a "todos los que simpatizaran con la causa de Cuba," y la sociedad La Antillano (35). Además estaba radicada en la ciudad la Dolegacion Revolucionaria Cubana. 'Miles de cubanos se entregaban al trabajo, en la ciudad o en los campos vecinos, a la vez que conspiraban contra España'. Varios miembros ele las más importantes familias de exilados -como Silva, Agramonte, Arredondo, García Benítez, Fernández, Céspedes-, entablaron lazos familiares con dominicanos. Las actividades políticas de estos inmigrantes, estimuladas aún más por el liderazgo de Hostos -quien fundó también varias revistas: Las dos Antillas, Las tres Antillas, tos Antillanos, donde proclamaba sus ideas de independencia y confederación antillanas- condujeron a presiones de parte de las autoridades españoles sobre el Presidente, General Ignacio María González. Este -obligado en parte por un tratado de amistad que acababa de ser firmado con España en 1874- prohibió la aparición de algunas de estas revistas y ordenó a algunos cubanos abandonar Puerto Plata. La opinión del periódico capitaleño La Idea, de que 'la inmigración cubana y puertorriqueña (es) mucho más ventajosa que el canje de un tratado entre España y Santo Domingo' no podía ser compartida por el amenazado Presidente. Esto apresuró su caída: Hostos, junto con otros immigrantes, apoyó la sociedad patriótica Uga de la Paz que, bajo liderazgo de Luperón, hacía oposición a González, y redactó diversos documentos que aparecieron con la firma de Luperón. Incluso fue acusado Hostos por la Cace ta Oficial de 'tornar las armas' junto con el cubano Pedro Recio y de 'encabezar como jefes los cuerpos armados de cubanos, que han fundado últimamente en Puerto Plata, sin legítima autorización'. La rebelión contra González -tan claramente provocada y apoyada por los inmigrantes- tuvo 34 Idem, 1,310. 3~ Estos .da,tos y los siguientes de "Hostos en Santo Domingo",

op, CIt. 1I. XI-XIX, ver para los ideales de potitica internacional de Hosros, B~tances y Luperon: Mathews, T., The Project for a Confederation o[ the Greater Antilles, Caribbean Historical Review, [lI-IV, dec, 1954, 70-107.

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éxito en 1876. recibió el nombre de 'Evolución' y llevó el alivio a los extranjeros que quedaban en Puerto Plata. Pero varios de ellos parecen no haber esperado el desenlace: según Luperón, la mayoría había partido a Venezuela, Haití y Jamaica (36). También Bostas habla de una "dispersión" de los inmigrantes. Pero muy pronto vino una segunda ola: "una inmigración de capitales que, huyendo de la ruina que los amenazó un momento en Cuba y Puerto Rico, fueron a aprovechar la ventaja que les ofrecían la concesión gratuita de terrenos y la excelencia de éstos' (37). En el capítulo anterior ya señalé la importancia de esta inmigración especialmente para el establecimiento de las empresas azucareras modernas. En las discusiones que originaron en torno a esta transformación agrícola espectacular, no sólo se debatían las ventajas y desventajas del surgimiento de las plantaciones modernas, sino también si éste era debido principalmente a una coincidencia histórica -a saber, la repentina y 'obligada' inmigración cubana-, o a la muy liberal política de concesiones y franquicias. Pedro F. Bonó -el interesante sociólogo amateur de San Francisco de Macorís- sustentaba la primera opinión. El hablaba de 'privilegiornan ia': 'Que vienen capitalistas extranjeros y establecen cuatro o seis haciendas de caña de azúcar sobre terrenos feraces casi a precios de regalía y a orillas del mar o de ríos navegables -bravo-, que los amos se ven rodeados de una población que antes eran los dueños del terreno y ahora son los braceros, que esta misma población además de haberse convertido en siervos, defienden y custodian estas fincas con el Remington, y a sus propias costas, y que muchos no quieren que los productos sacados no paguen siquiera el Remington con que el peón defiende la finca y que aquí paren y se detengan los bravos, bravo. (. ..) Mientras más veo proteger la caña de Santo Domingo, más pobre veo el negro de Sabana Grande y Monte Adentro, y si sigue ello, no está lejos el día en que todos los pequeños propietarios que hasta hoy han sido ciudadanos vendrán a ser peones o, por mejor decir, siervos, y Santo Domingo, una pequeña Cuba, o Puerto Rico, o 36 Luperon, op. cit., l I, 294. 37 Host~s en Santo Domingo, op. cit., 1, 267.

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Luisiana" (38). Este ex-abrupto sarcástico, publicado en 1880 en El Porvenir, provocó muchos comentarios y violentas reacciones, a lo que escribía Bonó en 1882: "( ...) vistas fríamente las cosas y aunque choque y mortifique a nuestra vanidad y amor propio, la causa primogénita, única, del reciente desenvolvimiento de la industria sacarina en Santo Domingo no es debida a las franquicias y monopolios que, tan liberal corno onerosamente hace años para llamar al país capitales extranjeros y hasta para no llamarles, se otorgan; este desenvolvimiento se debe a la emigración cubana, como Cuba debió a la emigración francesa del occidente de nuestra isla a fines del siglo pasado, el fundamento de su trabajo agrícola (...); basta apuntar que, sin esa causa primera, fundamental, a pesar de las franquicias de Carlos III y las nuestras, ni una ni otra isla habrían tenido el factor indispensable de todo comienzo de industria seria, es decir: un personal Científico, práctico, acaudalado, relacionado; obrando en un medio conocido, virgen, dócil y apropiado" (39). A esto contestaba El Eco de la Opinión, no sin presentar datos: "Si es verdad que un cubano fue quien fomentó la primera finca de caña en Santo Domingo, no lo es menos que otros de distinta nacionalidad, y entre ellos muchos dominicanos, como Abréu, Saviñón, Heredia, Sánchez y Bona, siguieron en la misma línea, viniendo después capitalistas americanos, alemanes y franceses, como Mellar, Hatton, Bass y Krosigk, Stokes, Contreras, Hartman, etc. No se puede decir que estos últimos han venido por las mismas causas que los primeros inmigrantes, por la guerra de Cuba, sino que han sido halagados por las franquicias concedidas al trabajo agrícola; franquicias que no existen ni en Cubá ni en los demás países de donde salieron ellos para emplear sus capitales aquí"(40). También en años posteriores siguieron llegando inmigrantes cubanos al país; no siempre se trataba de 38 Roddguez Demorizi, E., {ed.}, Papeles de Pedro f. Bonó, Editora del Caribe, Santo Domingo, 1964, 251 Y stg., sera llamadc en adelante: Boná. 39 Idem, 253. 40 Idem, 256. Ver para la participación puertorriqueña en plantaciones de azúcar y café, capítulo anterior.

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capitalistas (41). Así llegó a Santo Domingo el 27 de marzo de 1896 un grupo de 295 cubanos, de los cuales 107 eran jefes de familia. Representaban las siguientes ocupaciones: en agrícola: ca. 40; sastres: 5; comerciantes: 6; hacendados: 1; músicos: 1; talabarteros: 1; hojalateros: 2; carpinteros: 11; periodistas: 1; barberos 2; ingenieros mecánicos: 2; marineros: 1; alfareros: 1; herreros: 1; panaderos: 3 (42). En Puerto Plata había en 1897 nuevamente una colonia cubana de tamaño considerable (43). Casi se sobreentiende que, por cuanto la inmigración de los puertorriqueños y cubanos adquirió un carácter permanente, su asimilación al medio dominicano se produjo en muy corto tiempo.

I

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huitianos

No cabe duda de que en este período de superioridad (o por lo menos igualdad) de fuerza haitiana en el campo político y económico, de largos años de luchas internas en Santo Domingo y de poca vigilancia en la frontera se produjo una inmigración incontrolada desde Haití. Pero no he podido hallar muchos datos al respecto. Sólo se menciona en 1871 como una de las pruebas del 'carácter pacífico' del pueblo dominicano el hecho de que 'a pesar de b aversión nacional que se siente por Haití, hay en este momento muchos centenares de haitianos que viven tranquilamente y se dedican a sus actividades en territorio dominicano' (44). Y en 1884 Bonó escribía sobre la región 41 También entre los inmigrantes de las islas hermanas que llegaron más tarde al paú hubo quienes gestionaron por la independencia de Cuba y Puerto Rico: el 23 de junio de 1880 El Porvenir publicaba una carta mencionando su "bandolerismo" y aconsejando al gobierno cerrar los puertos a todo cubano y puertorriqueño "que no sea generalmente conocido". En su revista 'El Mensajero', Federico Henriquez y Carvajal se opuso violentamente a esta idea. (F. Henriquez y Carvajal: El Mensajero 1886.1889, tomo!l, Instituto de Historia, La Habana, 1 964, p.144 será llamado en adelante Mensajero). 42 Listtn, 1 abri/1896. 43 Hcstos en Santo Domingo, op. cit., 11, 273. 44 Informe, op. cit., 286.

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fronteriza del Sur, 'expuesta a una invasión perenne y progresiva de población extranjera (haitiana), que hace desfallecer cada día más el elemento dominicano, el cual, desarmado y exhausto, desaparecerá por completo de esa región' (45). El surgimiento de la industria azucarera intensificó, sin duda, la inmigración de trabajadores haitianos. Esto provocó una reacción de la importante autoridad espiritual y educacional Francisco X. Billini, director del Colegio San Luis Gonzaga, quien dedicó en su periódico La Crónica del 18 de abril de 1885, un fuerte editorial en contra de la llegada de aún más haitianos, en que se preguntaba si esta inmigración no podía ser prohibida fundándose en las mismas razones con que se prohibía la inmigración asiática en los Estados Unidos (46).

g. Los inmigrantes de las islas británicas,

holandesas y danesas del Caribe

Además de los haitianos, también llegaron para la industria azucarera del país obreros procedentes de las islas británicas del Caribe. Su número parece haber sido lo suficientemente grande para originar un término criollo como designación de su grupo: coco los (47). Son nuevamente las discusiones en la prensa sobre si su presencia era deseable, que llaman nuestra atención hacia ellos a finales del siglo. Así apareció en el periódico El Distrito del 26 de diciembre de 1898 un artículo emocional que abogaba por la prohibición de la inmigración de 'cocolos', Sugerencia que fue rechazada con indignación por 45 Bono, op, cit. 280. 46 La Crónica -Religión, Ciencias, Artes y Literatura, redactor y editor Francisco X. Billini: (Será llamada en adelante: "La Crónica"). 47 Esta palabra está todavía en boga y se aplica también a los descendientes de los colonistas de Samaná. Por otra parte, ya en 1871, se encontraba en Puerto Plata "un gran número de negros de las islas británicas Nassau, Santo Tomás, Jamaica, etc., la mayor parte de ellos hablando bien el inglés. [Hazard; op, cit., 181). 48 Listtn, 2 enero 1899.


el periódico de mucho mayor influencia l.istin Diario (48). Varios de estos inmigrantes de las islas británicas parecen haberse dedicado a las actividades de cobrador, probablemente entre los grupos sociales más bajos, en especial. La palabra 'inglés' ha conservado en la República la connotación de cobrador y aparece aún hoy como tal en diversas expresiones. Ya antes mencionamos la presencia de inmigrantes de las Islas Turcas entre las enfermeras de los hospitales dominicanos. Era especialmente con Puerto Plata que estas islitas mantenían un contacto frecuente; eran, junto a Santo Tomás, Curazao y Haití también importante como puerto de refugio para los exilados dominicanos. De las Antillas Holandesas no sólo se produjo la emigración sefardí que ya tratamos aparte, sino también una emigración de artesanos que en su mayoría eran gente de color. Así, a fines del siglo pasado existía el barrio capitaleño 'de segunda clase La Estancia, situado entre la calle Emiliano Tejera y Santa Bárbara, que era habitado pri acipalmente por curazoleños, 'honrados obreros, carpinteros, ebanistas, o de banco o de rivera, ventorrilleros, comerciantes en barajitas recibidas por veleros que llegaban dos o tres veces cada mes de la vecina Curazao' (49). Algunos de los inmigrantes curazoleños llegaron a su nueva patria por mediación, sin duda, de sus relaciones con los sefardíes: así el arubano Saludiano. Fanduiz, quien trabajaba en la casa comercial de Marchena, de donde partió a los Estados Unidos con el dinero que había economizado para estudiar medicina (50). También emigraron miembros de importantes familias blancas protestantes de Curazao a Santo Domingo a finales del siglo pasado: apellidos como Boom, Joubert, Schotborgh, -Evertsz son una indicación de ellos. Matrimonios celebrados en Curazao por señoritas dominicanas de buenas familias se producían con regularidad; esto guardaba relación con la función 49 Gómez Alfau, op. cit., 124. 50 Historía de la Medicina, op, cit. Tal vez sea bueno observar aqut' que el portar un apellido tipicamente sefardí como Curiel o Maduro no siempre significa que la persona en cuestión fuera a la República Dominicana como inmigrante [udio: en Curazao esos apellidos también se encuentran entre el resto de la población generalmente como consecuencia del reconocimiento de hijos naturales.

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internacional que ejercía el internado católico para señoritas en Curazao, 'Welgelegen' (en Habaai) durante la segunda mitad del siglo pasado. Finalmente se produjo inmigración desde Santo Tomás, sobre todo a Puerto Plata; según Martínez, apellidos como Ashton, Mathieu, Palin, Barbel, indicarían una procedencia de las Islas Vírgenes (51).

h. Los 'árabes'

En el capítulo anterior ya nos detuvimos extensamente para estudiar la importancia del grupo de inmigrantes árabes en la vida comercial, según ésta se desarrollo como consecuencia de la transformación agraria. Prestamos atención a las protestas que provocó el comercio ambulante de los árabes de parte de los comerciantes urbanos ya establecidos, que vieron reducido su radio de acción comercial tanto por las bodegas de las grandes industrias agrícolas, como por los vendedores ambulantes árabes (quienes muchas veces compraban sus mercancías en las bodegas). Estas protestas no condujeron a las medidas gubernamentales deseadas; por el contrario, también estos inmigrantes pudieron contar con la protección oficial, por lo menos con la más alta; el que en este sentido jugara también un papel el temor por repercusiones internacionales, resulta evidente en una carta que el Presidente Heureaux dirigió en 1899 al Procurador Fiscal del centro azucarero San Pedro de Macorís, de la que citamos los siguientes pasajes: 'La sentencia que ha dictado ese Tribunal contra los árabes Señores J. Abraham e hijo, es notoriamente injsuta, porque estos Señores no han perseguido a nadie ni han sido causa de daños. (...) En caso de haber sentencia, debía haber sido dictada contra el Ministro de Guerra, quien fue quien persiguió e hizo prender los carreteros. Procure por todos los medios que 51 Martinez, Rutina, Del Puerto Plata de Ayer, Editora del Caribe, Santo Domingo, 1963, 40.

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estén a su alcance, que no tengamos reclamaciones internacionales por asuntos de interés personal' (52). Cuando las quejas por la situación económica desfavorable llevaron a un escritor de la ciudad oriental El Seybo a desahogarse en el Listín Diario con los siguientes versos: Sólo nos queda una vía Para podernos salvar y es a menudo comprar Billetes de lotería. Lo demás es tontería Pues aquí el bello tocón No se consigue jamás y el Seybo para atrás, Marcha como el camarón, la redacción del periódico señaló que no eran sólo los altos precios, sino en especial la 'tienda nueva' (bodega) y el grupo de "pacotilleros ambulantes" los que paralizaban el comercio local (53). Pero los árabes no siempre se dedicaban al comercio honesto; así el Listín del 9 de marzo de ese año observa que 'acaba de ser reducida a prisión una mujer, turca o árabe (no importa), que andaba cambiando una onza de oro falso y de ello sacando partido con las personas a quienes proponía el cambio por plata.' Algunos inmigrantes árabes solicitaron y obtuvieron la nacionalidad dominicana: 'Joseph George, Nejib Joseph, Fehd, Trad, Abib, súbditos del Imperio de Turquía, son ciudadanos dominicanos desde el 17,' anunciaba el periódico en noviembre de 1893. Sin embargo, seis años después todavía quedaban quienes consideraran su permanencia en el país como temporal: en un remitido en el periódico el árabe Miguel Pérez de San Pedro de Macorís se despedía' de Jorge Domingo, quien 'parte para nuestra amada Siria... y al pisar feliz la tierra de nuestros mayores no olvide a los que aquí quedamos esperando volver a ella' (54). Según Bueno, los primeros árabes llegaron a Santiago en 1897: Abraham Sahdalá y su sobrino Avelino, ataviados con vestimentas 52 Copiador de Cartas del Presidente Heureaux, 1898·1899. A.G.N.; carta 18 de enero 1899 a Lorenzo Sánchez, 53 Listtn, 25 de noviembre 1896. 54 Listtn, 14 de julio 1899.

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turcas; después de ellos siguieron m~y pronto miembros de las familias Haché, Helú, Nazar, Tallaj, Jorge, Haddad, Sued, Khoury, Sahad, Ohai, Fadul, Bojos, ] acobo, Ramia, Zouain Gobaira, Lama, Ega, Dumit, Tomás, Abinader, El ías, Girala, Diepp, Yunén, Bojos, Apud, Sen, Sartú, Budajir, Abisadá, Feris y Hagdala; '... todos estos señores, forjadores del trabajo, unidos entre sí, comenzaron a establecerse en pequeñas escalas.... La mayor parte de ellos, con quincallas en el Mercado (plaza), pero a base de economía y tiempo, empezaron a establecerse en gran escala' (55). La venta a crédito (pagando los sábados) incluso a clientes de modestos medios económicos, parece haber sido una de las razones de su éxito. Una vez alcanzada la prosperidad, 'la colonia árabe, muy distinta a la de los chinos, ha contribuído grandemente al ornato de la ciudad de Santiago': la iluminación eléctrica de la catedral, la capiila del cementerio municipal fueron regalos árabes. El grupo árabe ha mantenido hasta hoy su doble lealtad; los lazos emocionales con el país de origen son fuertes, a lo CUJl ha contribuído la inmigración posterior de parientes; diversos clubes fomentan la conciencia de una identidad propia; pero. a pesar de eso la segunda y tercera generación de inmigrantes no ha escapado a una fuerte asimilación, y una visita al desconocido país de origen produce muchas veces cierta desilusión; aunque todavía hoy se celebran muchos matrimonios con miembros del propio grupo, decididamente ya no puede hablarse de endogamia. La joven generación de las familias inmigrantes más prósperas ha perdido el ethos económico de sus padres (que sí se encuentra todavía en la Avenida Mella de la capital) y ha buscado una carrera en las profesiones intelectuales y semi-intelectuales, que han llevado a algunos de ellos en los últimos treinta años a importantes posiciones gubernamentales: lo que Bueno observa en Santiago vale igualmente para la capital: entre los descendientes de pacotilleros árabes hay 'abogados, ingenieros, médicos, dentistas, farmacéuticos, contables, periodistas', quienes, habiendo crecido en medio de un ambiente casi señorial, sienten irritación cuando visitan Beyrou th, por el obvio 55 Ver Bueno, op. cit.• 160 Y sig., para los datos mencionados aqui,

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interés y habilidad compatriotas.

pecuniarios

de

sus

antiguos

j. Los italianos

En 1875 Hostos observa que "la inmigración no lejana de algunos centenares de familias italianas es un hecho próximo" (56). Carezco de más datos al respecto de la inmigración de este grupo. Pero en esta relación podemos citar a Bueno, quien sin dificultad menciona una treintena de familias que se habrían establecido en Santiago antes del 1875. Señala lo rápidamente que se ha asimilado ese grupo; corno 'casi todos han casado con damas santiaguesas'; como por su actividad comercial, agrícola, industrial, educacional y periodística, este grupo ha contribu ído al crecimiento cultural y económico de la ciudad, y cómo esta rápida absorción en el medio criollo ha evitado que alguna vez existiera en la ciudad un 'club de recreo' propio (57).

k. Los chinos

Según Bueno, en Santiago había en 1898 sólo dos chinos: el fuerte aumento de su número parece haber tenido lugar después. Al principio se dedicaron a explotar lavanderías, luego al negocio de restaurantes, en el cual ocupan hoy en la República un lugar principal. Bueno describe al grupo como extraordinariamente cohesivo y opina después: 'el chino es sumamente trabajador, honrado, cauteloso, inteligente y previsor. En comida no tiene límite; en cambio, no aporta nada para el ornato de la ciudad donde vive; no es festivo; no asiste a los teatros, a las galleras ni a las iglesias, parques, conciertos, bailes, hipódromos, juegos de pelota, reuniones políticas, conferencias, entierros ni procesiones; no celebra 56' Hostos en Santo Domingo, op. cit., JI, 5. 57 Bueno, op. cit., 139, 140. Sin 'embargo, en 1899 se habla todavlÍl (o nuevamente) de una 'colonia italiana' en Santiago. Listtn, 2 de marzo 1899).

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matrimonios ni bautizos y todo aquello que expansiona el espíritu, para ellos es letra muerta' (58).

l. Otros

En lo anterior me he limitado a tratar la inmigración que tuvo un carácter colectivo. De diversos otros países tuvo lugar inmigración individual; así el comercio del tabaco y la navegación con Alemania atrajeron al país a un número de alemanes; también la industria azucarera atrajo a empresarios alemanes (59), así como algunos norteamericanos. Las concesiones para la instalación de, entre otras cosas, el telégrafo, condujeron al establecimiento de varios franceses; también a finales del siglo se establecieron técnicos belgas (Bogaert) y escoceses (Reid) en el país, enviados por compañías que se dedicaban a construir ferrocarriles. También de países suramericanos se produjo inmigración individual. Aunque en sentido cuantitativo fuera poco importante, la inmigración de estos individuos preparados y muchas veces acaudalados tuvo una influencia que todavía puede observarse en ciertas regiones o sectores económicos. m. Las actitudes hacia la inmigración; el plan de inmigración de judíos rusos.

Hemos visto cómo determinadas objeciones fueron expresadas al principio en cartas de protesta o remitidos contra los judíos sefardíes, los árabes, los haitianos y los 'cocolos': los argumentos tenían connotaciones económicas y raciales, respectivamente. A veces también los propios ínmigrantes provocaban reacciones antagonistas, como cuando Enrique Vélez, un español naturalizado como dominicano, proclamó públicamente que sin los extranjeros la República sería un país primitivo, lo cual produjo una f

581dem,189,190. 59 En 1899 se hablaba en San Pedro de Macoris de una 'colonia alemana '. [Listin 21 julio 1899 J.

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acalorada discusión en el Listín del verano de 1896. El flujo de extranjeros causó también sentimientos vagos de malestar que tenían que ver con la temida desaparición del ambiente conocido y de confianza. Así escribía un periódico de Santiago en 1888: " ...nos encontramos invadidos de un sinnúmero de individuos cuya procedencia y conducta nadie conoce, y sin embargo, nuestra ciudad ha depositado en ellos su confianza y el derecho para invitar de casa en casa las principales familias de esta ciudad" (60). Tanto de la protección que daba el gobierno a los grupos inmigrantes criticados, como de las iniciativas tomadas por el gobierno para fomentar la inmigración, puede deducirse la ideología que motivaba la actitud oficial: el desarrollo y progreso económico del país son estimulados por la atracción de inmigrantes con preparación, preferiblemente acaudalados, preferiblemente de Europa. Luperón decía ya en 1875 que era de opinión que la República necesitaba por sobre todo inmigrantes, que debían ser atraídos por la concesión, por el mayor número posible de derechos, libertades y privilegios (61). Una vez en el gobierno (1879-1880) nombró embajadores en Washington, Francia, Alemania, Holanda y Bélgica, encargándoles, entre otras cosas, fomentar la inmigración (62). También se le daba privilegios políticos a los extranjeros. Así Heureaux señalaba en una carta a Hostos gue la Constitución 'considera hijos de la República a los Antillanos, tan luego manifiesten que quieren hacer uso de ese derecho' (63); en 1892 se decidió que todos los extranjeros serían elegibles para los puestos de concejales de municipios (64). En efecto,. Heureaux compartía completamente las opiniones de Luperón sobre la utilidad de la inmigración; en una carta a éste, que entonces (1882) se hallaba de viaje en Europa, escribe con entusiasmo: 'y así como usted mismo lo prueba con los hechos de su misión, la Europa nos juzga (JU E! Eco del Pueblo, 11 agosto 1888. 61 La Paz, 8 septiembre 1875. 62 Lu perán, op. cit., lIJ, 56. 63 Copiador cartas del Presidente Heureaux, 21 junio 1882, 4.G.N. fi4 El Eco del Pueblo, 20 febo 189'j,.

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ya bien, el pensamiento industrial nos coloca en el número de los países explotables por empresas de fomento y en el interior del país crecen éstas de un modo admirablemente rápido y vienen hacia nosotros espontáneamente capitales y empresarios'. En esta misma carta reconoce la necesidad de nombrar cónsules en Europa (65). Ese mismo día Heureaux escribía a un amigo en Puerto Plata sobre un plan para atraer inmigrantes puertorriqueños: 'Es ciertamente muy útil para Santo Domingo la introducción de jornaleros de la vecina isla porque son entendidos en el cultivo de la caña y demás producciones de esta zona'; aconsejaba, sin embargo, encargar a la Junta de Agricultura financiar este plan con medios privados; el gobierno no tenía dinero; en otros países 'el Gobierno promueve y paga la inmigración, ante todo porque tiene con qué y después porque se reembolsa con los grandes impuestos; pero aquí donde hasta el impuesto de timbre, cosa usada ya hasta en los bárbaros, produjo una alharaca terrible' (66). A fines de ese mes, el Presidente vuelve a, escribir contento de que 'el consumo aumenta diariamente en razón de que la inmigración afluye a esta ciudad (capital) de todas partes' (67). En agosto de ese mismo año repite a Luperón que 'la inmigración espontánea que llega por todos los vapores, está haciendo mucho bien, porque la mayor parte se compone de capitalistas y hombres laboriosos' (68); seis años después felicita al cónsul en NuevaYork por el empeño que éste 'se toma porque capitalistas de ésa vengan a ayudamos a levantar el país desarrollando la riqueza pública'(69) para después agradecer al primer subdirector (europeo) de la Caja General de Recaudación por 'su carta e,n que expone sus ideas respecto a la conveniencia de hacer afluir a estas playas la inmigración europea' (70). Once años despues el Presidente todavía se ocupa activamente de la inmigración: 65 Copiador cartas del Presidente Heureaux, 28 junio 1882, A.G.N.

66 Idem, carta al señor general don Luis R. Marión, Puertc Plata. (Una "Ley de es~ampil/as" fue rechazada por la C;0nvenciól Nacional durante el gobierno de Luperon..Luperón. op. CIt., 111, 57). 671dem. carta S.s. Marsan.Uao Haitíen. 681dem, 5 de agosto 1882. 69 Idern; carta al señor don Leoncto Julia. 24 octubre 1888. 701dem, carta al señor H, Gamby, noviembre 1888.

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en carta a Abraham C. León, cónsul dominicano en Hamburgo hace referencia a un plan del ministro alemán Michaelis (?) de inmigración de alemanes 'que yo me manifesté propicio indicándole el puerto de las Calderas, donde podría fomentarse una ciudad y traer inmigración agrícola alemana. pero 110 ha vuelto a decirme de eso...' (71). El gran interés de las autoridades por la inmigración no· significaba, empero, que siempre se ocuparan activamente de la distribución y establecimiento de los recién llegados. Por ejemplo, los jornaleros de los centrales procedentes del resto del área del Caribe eran recibidos por Juntas Directivas de Inmigración privadas, compuestas de los principales hacendados o propietarios de centrales de determinada región. Las colonias agrícolas por las cuales había ahogado Hostos con tanto fervor, y que deberían ser fundadas y estimuladas por el gobierno no pasaron de ser un sueño idealista, tal como lo previó el propio autor: 'el país está todavía más que para las explotaciones que, dinero en mano, se imponen con todo el peso de la plata o del oro' (72). En la 'ideología de desarrollo' imperante, el factor de inmigración jugaba un papel importante; de las palabras de Heureaux que hemos citado podría guardarse la errónea impresión de que eran exclusivamente los factores capital y trabajo como tal, los que más se apreciaban en este contexto. Había, sin embargo, un tercer factor que sale a la luz marcadamente en los escritos de esa época. a saber, el del buen ejemplo que los inmigrantes debían darle al resto de la población, especialmente en lo que respecta a su cth os de trabajo. Este era precisamente uno de los argumentos en favor de las colonias agrarias de Hosios: debían servir 'para ejemplo económico, doméstico y cívico, de la población circundante' (73); y también Luperón quería que 'esos hombres' criollos aprendieran de los inmigrantes; 'ocúpense' - así escribía en 1882- 'en llamar sin cesar a todos los inmigrantes y tratar dé darles la mayor acogida que se pueda... ; en enseñar el trabajo a esos hombres desgraciados e ignorantes, dispuestos a todas las revueltas, que viven 71 Idem, 12 enero, 1899. 72 Hostos en Santo Domingo. op, cit.. J, 95 (1882): 73 Jdem, 91.

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apegados al Estado y son sus parásitos, porque el trabajo es lo único que hace rico y la riqueza es la que da la independencia' (74). Un cuarto argumento en favor de la inmigración fue presentado por Bonó; éste era de opinión que, para la construcción de grandes obras, como el ferrocarril en el Cibao, hubiera sido lo correcto atraer a obreros extranjeros (que luego hubieran podido quedarse en el país) para que no se hubiera provocado una desorganización entre la población dominicana; la migración interna, causada por estas obras, sólo había dado resultados destructivos: los dominicanos abandonaron su labor agrícola, jugaban sus salarios, y regresaban 'desnudos y enfermos' a su mujer e hijos (75). Como vimos, tanto Hostos como Bonó tenían graves objeciones contra la explotación capitalista de la industria azucarera en detrimento de la población propia (' ¿qué Progreso acusa eso? '); Hostos añadía a esto una objeción socio-psicológica que en efecto es indispensable para comprender las actitudes sociales de los empresarios inmigrantes: su doble lealtad: ' ...los propietarios del suelo no tienen con la sociedad dominicana más vínculo que el del suelo. Son capitalistas extranjeros, que a lo sumo, se interesan por aquellos agentes del progreso que van relacionados con los intereses materiales, pero que no tienen ninguno de los incentivos sociales que reclaman en todos los grupos de la sociedad una reconstrucción'( 76) y esto último podía aplicarse tanto a los comerciantes inmigrados como a los dueños de plantaciones. Sin embargo, se consideraban mayores las ventajas de la inmigración que sus desventajas. En este contexto quisiera llamar la atención a un interesante plan, que no llegó a realizarse, de inmigración de judíos rusos en 1882 (77). Luperón, que se había enterado durante su misión diplomática en Europa de los pogromos en Rusia Y de las condiciones de los refugiados rusos, dirigió a principios de 74 Cit. en: Idem, 86. 75 Bonó, p. 279. En este artículo publicado en 1884 en El Eco del Pueblo, Bonó señala que "en Colombia, con su af'in el canal de Panamá" si eran bienvenidos los trabajadores extranjeros. 76 Hostos en Santo Domingo, op. cit.. 1, 267. 77 Cf. wtscnnttzer, Mark, T'he Historical Hackground of the lmmigration of Jewish Refugees in Santo Domingo, ms., fecha no discernible, copia en posesión del autor.

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ese año una carta al comité central de la .1l/ialu·(· lsraélite 1 'nuersello en París, en que recomendaba su país como lugar de inmigración. Esa carta fue reproducida en varios periódicos judíos, incluyendo el semanario judío de Pctersburgo, 1 osh kod, Se hicieron arreglos para financiar la travesía; los barones Edmond y Gustave de Rothschild se interesaron en el proyecto. El puertorriqueño Betanccs, entonces secretario de la legación dominicana en París, preparó una significativa lista de personalidades judías que podrían informar a la A lliance sobre el país: Barón E. de Alrneda, embajador dominicano en París; A. Pay , embajador en los Países Bajos; Léonce Bloch, cónsul general en Francia; J acobo Pereira, comerciante y cónsul general en Santo Tomás; Charles Coén, cónsul en Haití; Charles y E. Pereira, comerciantes en París; Jacobo de Lemas, comerciante en Santo Domingo; D. Coen, comerciante en Santo Domingo; 'los hermanos' Maduro y M. Sibaver, comerciantes en Puerto Plata. Doscientas familias en Europa se manifestaron dispuestas a arriesgar la travesía; un grupo de sesenta personas recién llegadas a Nueva York desde Rusia solicitó y recibió de Luperón la información de que, para obtener terrenos existían tres vías: 1) cultivo de terrenos del Estado garantizaría ipso Jacto el título del terreno; 2) podían arrendarse (lease) por tiempo ilimitado terrenos comuneros; 3) podían comprarse terrenos de particulares. En esta carta Luperón subrayaba nuevamente la garantía de libertad de religión. Siguieron completándose los planes para recibir y ayudar a los inmigrantes judíos; una comisión de hacendados dominicanos. hizo un estudio del proyecto. Según parece fue la muerte de Charles Netter (uno de los dirigentes de la Alliance) el 2 de octubre de 1882 en Jaffa, que evitó la realización del plan: el cambio de presidencia en Santo Domingo (el Padre Meriño fue sucedido en 1882 por Heureaux) no había disminuído el entusiasmo de parte de las autoridades dominicanas.

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n. Aportes culturales inculentales de los inmigrantes En nuestra. discusión sobre los diversos grupos de inmigrantes ya señalamos parcialmente cuáles lugares ellos ocuparon en la estructura socio-económica y en cuál dirección se hizo sentir su influencia cultural. Podré dedicar mayor atención a esto en los capítulos que tratarán cambios en la estructura económica y la estratificación social de la sociedad en su totalidad. Del mismo modo, figuras de inmigrantes como Hostos sólo podrán ponerse en relieve en un análisis de los cambios en la vida espiritual y en el sistema educacional. Me limitaré aquí a dar algunos ejemplos curiosos en que se pone en evidencia la influencia de los inmigrantes en terrenos específicos y limitados. Hostos asegura que los cubanos en Puerto Plata introdujeron la costumbre de los paseos pú blicos, que antes, tal vez por 'el miedo a la crítica lugareña' eran desconocidos en el país (78). Bueno es de opinión que el acordeón, que se ha convertido en elemento tan indispensable en la música popular dominicana, fue importado en 1881 por el italiano Vitorio Steffani: ' ...ya para el año de 1890 se comenzó a sentir los primeros chispazos del típico merengue' (79). El compositor y '-onocedor del folklore Julio Alberto Hcrnández cree, sin embargo, que el instrumento era conocido ya antes, y que había sido introducido por compradores de tabaco alemanes (80). En la cocina dominicana ha sido integrado el kip!J('r (una albóndiga árabe) con nombre y todo (8\).

3.

OtTOS

datos cuunritativos delllOwáficos

En 1888 Abad estimaba el número de extranjeros en 25.000. Esto era un seis por ciento de la población de 416.000 almas (82). En 1906 el número de defunciones en 78 Hostos en Santo Domingo, op. cit.. I, 269. 79 Bueno, op, cit. (datos históricos, apéndice). 80 Información personal. 151 Las numerosas influencias culturales haitianas no puedes atribuirse (exclusivamente) a la inmigración; en otro contexti espero tratar sobre este tema. 82 Abad, op. cit.

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el primer semestre era de 2.852, de los cuales 138 eran ex tranjeros o sea, algo menos que un cinco por ciento (83), Esta última cifra corrobora el anterior estimado de Abad por cuanto un excedente de emigración era probable en los primeros años después de la caída del régimen de Heureaux: noticias sobre la partida de muchos cubanos, y de algunos judíos curazoleños y árabes, ya eran mencionados durante los meses antes de su muerte (1899) cuando una seria crisis económica reinaba en el país (84). El caos político de los años posteriores puede haber intensificado esta tendencia. Dcscharnps da los siguientes datos sobre Santiago en 1906(85):

Domln,

Españ.

ltallan.

Arabu

Chinos

U. S. A.

Cubano

Hall.

--- - - - - - - - - - - - - - -1 64 23 4.775 31 60 113 2 varones ... . 33 28 13 31 80 20 hembras ... . 5.624 -

Esto significa para la población masculina un porcentaje de extranjeros de más de 7 por ciento; para la población total casi un 4.5 por ciento. Abad fijaba ia natalidad en 30 por 1000 Y la mortalidad en 13.8 por 1000, de lo cual resulta un crecimiento natural de 16.2 por 1000. Naturalmente, nacían más varones que hembras (en el primer semestre de 1906 en una relación de 107.5 : 100), sin embargo, era considerable el exceden/e femenino que se notaba ea el país en la segunda mitad del siglo XIX. En la común de Baní donde vivían en 1871 5.000 personas, había en ese año tres veces más mujeres que hombres (86). La misma proporción era indicada en la común de San Cristóbal (87). Abad señala en 1888 con 83 Deschamps, Enrique, La República Dominicana, Directorio y GUia General, l. Santiago, s.f.

84 Listin, 1 9 enero 1899. 85 Descnamps, op, cit., tt, 269 Y sigo 86 Informe,229. 87 Idem, 223. En la Vega Real, sin embargo, no se notó en ese año ninguna desproporción (198).

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énfasis la desproporción nacional entre los sexos (que seguramente debe haber guardado relación con el casi-permanente estado bélico) y menciona además como características demográficas: 'el crecido número de solteros, particularmente en los habitantes del campo, aunque a gran número de estos sólo les falta el acto civil i religioso para completar el matrimonio'; el 'considerable número de viudos i viudas i exceso notorio de éstas sobre aquéllos'; una 'longevidad suficiente con notable proporción de individuos de ambos sexos que llegan y pasan de cien años de edad' (88). Algunas de estas características se manifiestan claramente en los datos del censo de Santiago de 1899 (89): Varones Hembras

Total

4.298 5.100

9.398

Solteros Casados Viudos Divorciados Niños

6.358 1.065 248 7 1.720

9.398

Sobre los matrimonios no rituales en el Cibao la comisión norteamericana escribió en 1871 que 'el rito matrimonial es generalmente muy respetado, salvo, tal vez, entre las clases más bajas, las cuales declaran que no pueden pagar lo que pide el cura para celebrar debidamente el matrimonio, suma que, según expresan, varía entre ocho y dieciséis dólares' (90); en Azua se celebraron en el período 1863-1871 118 matrimonios, mientras que no menos de 2.580 niños fueron bautizados (91). En el primer semestre de 1906 la porción de nacimientos ilegítimos en la provincia de Santiago comparaba favorablemente con la de la Provincia de Santo Domingo y con la del país (92). 88 Abad, op. cit.

89 Listtn, 16 febrero 1899. 90 Informe, 285. 91 Idem, 235.

92 Deschamps, op. cit., l.

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Sto. Domingo

Nacimientos legítimos . . ilegítimos .

1

Total ..

... ...

..

...

... ... ... .. ,

'" ...

864 1.226

'"

2.090

I

Santiago

I

País

787 730

3.952 5.615

1.517

9.567

De estas cifras resulta que en este período el porcentaje de nacimientos ilegítimos sobre el total, era para Santo Domingo y para el país igual, a saber 58.6 por ciento, mientras que para San tiago era 48.1 por ciento. Huelga decir que los datos mencionados, por su escasez y por su posible margen de inexactitud, no pueden servir sino como indicación.

l. /'0 distribucion geográfica de La P" blacioti

a. En ge/!eral

De las más de 60 comunes que Meriño menciona en el país en 1898, trece habían sido fundadas en el período de 'la conquista. En los siglos XVII y XVIII se añadió en total otra docena de poblaciones. Todas las otras fueron fundadas en el siglo XIX. De las poblaciones de los siglos XV y XVI (como Santo Domingo, Azua, San Juan de la Maguana, Bánica, Boyá, Seybo, Hato Mayor, La Vega, Cotuy, Bonao, Santiago, Puerto Plata, Monte Cristi(93) las dos últimas fueron evacuadas en 1606 por orden de las autoridades coloniales y fue en los años cincuenta del siglo XVIII cuando fueron reconstruidas. Los habitantes evacuados en 1606 de la zona costera norteña fundaron poco después Monte Plata en el 93 Todos los datos mencionados aquí y los cátcutos estdn basados en Meriño, op. cit. Hemos mantenido la división'"en provincias y distritos de 1898.

79


Río Congo y Bayaguana, ambas en la Provincia de Santo Domingo. Otras ciudades fundadas en aquel temprano período cambiaron de lugar en el curso de su existencia o después de graves catástrofes (Santo Domingo, La Vega). En el comienzo del siglo XVII fue fundada también la común Neiva en el Distrito de Barahona. De fines de ese siglo data San Carlos, que pronto cayó en decadencia, para ser repoblada por isleños a mediados del siglo XVIII, al igual que Samaná y Sabana de la Mar. En 1719 surgió San Lorenzo de los Minas, fundada por refugiados haitianos a cinco kilómetros de la capital en la orilla oriental del Ozama; el nombre evoca reminiscencias de la ciudad fortaleza de Africa Occidental (San Jorge) del Mina, nombre con el cual se denominaba a ciertos grupos de negros en el Caribe. Además surgieron en el siglo XVIII Baní (1764), San Francisco de Macorís (1774, que creció alrededor de una 'ermita dedicada a Nuestra Señora Santa Ana'), Las Matas de Farfán (1780, que se originó como 'un oratorio o capilla eh la margen oriental del río Macasía '), San José de los Llanos y Dajabón. La fundación o reconstrucción de una decena de poblaciones en la segunda mitad del siglo XVIII ilustra claramente el revivir de la colonia durante la llamada 'Restauración del Gobierno Colonial'. Pasando ahora al siglo XIX, vemos que es durante la dominación haitiana (1822-1844) cuando surgen dos nuevas poblaciones: Altamira, en el Distrito de Puerto Plata que fue declarada puerto cantonal en 1843; (no fue sino en 1889 que fue ascendida a común); ya antes, en los años veinte, San Cristóbal había llegado a ser una población de algún tamaño; esto fue consecuencia, sobre todo, de la abolición de la esclavitud en 1822, cuando los ingenios de Nigua fueron abandonados y una parte de la población libertada se estableció alrededor de la ermita del antiguo ingenio San Cristóbal. En el período 1844-1861 surgieron tres poblaciones: Yamasá, Jarabacoa y San José de Ocoa: esta última fue fundada en 1844, y poblada por refugiados de la región fronteriza con Haití. Los esfuerzos hechos en este período para hacer florecer a La Romana fallaron dos veces 'por falta de movimiento mercantil". Durante el período español (1861-1865) sólo se menciona la fundación de La Victoria del Ozarna; en la turbulenta década

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subsiguiente sólo el pueblo Blanco es ascendido a puerto cantonal, después de haber servido en la guerra de Restauración como 'foco al comercio de contrabando que se hacía con las Islas Turcas', y Guayubín en el distrito de Monte Cristi, es ascendido a común. Entre 1875 y 1880 surgen dos poblaciones en el Cibao (Tamboril. y Esperanza) y una (Duvergé) en el suroeste. En los años ochenta y noventa se acelera el ritmo de fundación de poblaciones de manera espectacular: del total de 38 poblaciones fundadas en el siglo XIX o ascendidas a puerto cantonal o común, 25 lo son en las últimas dos décadas. De una docena de estas poblaciones es posible señalar claramente los factores que fomentaron su crecimiento: el cultivo del azúcar (San Pedro de Macorís, Montegrande, Mendoza, La Isabela, Haína, Sábana Grande, Villa Duarte); la producción de guineos (La Romana); la construcción de ferrocarriles (Bajabónico, Pimentel, Villa Rivas y Sánchez). Diez de las 25 nuevas poblaciones estaban situadas en la región sureña de las plantaciones modernas; seis en el Cibao; tres en el centro de la costa norteña; dos en la Línea Noroeste; dos en la provincia oriental El Seibo; una era terminal del ferrocarril y puerto en la Bahía de Samaná; y una estaba en el suroeste. Dos conclusiones podemos sacar de estos datos: l. el gran número de nuevas poblaciones en el último cuarto del siglo corrobora nuestros datos sobre el crecimiento poblacional en este período; 2. el surgimiento y crecimiento de nuevas poblaciones era, si no en sentido absoluto, por lo menos en sentido relativo, mucho más impresionante en el Sur que en el Cibao. La supremacía del Cibao es disputada por el Sur en este período; la lucha entre el 'tabaco' y el 'azúcar' estalla; aquí sólo nos interesa el frente demográfico. Veamos el desarrollo poblacional de las capitales de las dos regiones: Santiago y Santo Domingo.

b, Santiago y Santo Domingo. En 1871 Santiago tenía unos 8.000 habitantes; sus calles rectas 'en general formaban ángulos rectos' ; las casas en el centro eran de níedra, en los suburbios de madera

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frecuentemente techadas de palma. Situada en el centro de la región tabacalera, servía como lugar de almacenamiento de este producto, que era transportado de aquí a Puerto Plata con mulos o caballos. Muchos de los comerciantes eran agentes de las firmas comerciales, en su mayoría alemanas, establecidas en Puerto Plata (94). Según un censo, la ciudad tenía en 1889, 5.669 habitantes; tenía entonces 32 cal1es y 1.130casas (95). En 1890, sin embargo, volvía a estimarse el número de habitantes en 8.000 (96). En 1899 el número de habitantes había aumentado, según un censo, a 9.398 (97). En 1906, finalmente, había 10.897 santiagueros. La ciudad tenía entonces '2 bibliotecas públicas, 3 imprentas, 8 periódicos, 2 fotógrafos, 15 sastres, 16 costureras y modas, 7 abogados, 1 ingeniero, 7 médicos, 3 notarios públicos, 3 dentistas, 3 farmacéuticos, 5 maestros músicos, 42 músicos, 4 oficiales en talleres de mecánica, 2 maestros en esto, 215 cigarreras, 608 aplanchadoras, 389 lavanderas, 230 cocineras, 233 criadas, 68 criados, 704 costureras, 13 dementes, 2 ciegos, 15 pordioseros, 1 librería, 8 farmacias, 2 hoteles, 61 tiendas mixtas de detal1e, 87 pulperías o detalle de provisiones, 247 comerciantes, 108 dependientes de comercio' (98). La población de Santo Dominto en 1871 era estimada en 6.000 (99). Hazard, que visitó la ciudad en ese año la llamó "un lugar viejo y extraño" donde "ninguna mano del progreso" era visible; el plano de la ciudad era a grandes rasgos todavía igual al de los días de la conquista, con muchos de los antiguos monumentos todavía existentes dentro de las mural1as de la ciudad -que tenía una circunferencia de unas 4.500 yardas-; en el centro había muchas casas sólidas de mampostería, bajas pero anchas, con grandes puertas dobles de acceso, mientras que en los suburbios más pobres las casas eran de madera o de barro, y 94 Hazard; op. cit., 324·325. En 1871 Puerto Plata sólo tenia dos o tres mil habitantes (idem, 180). 95 "El Eco del Pueblo", 24 julio 1889. 96 Idem, 17 septiembre 1890. 97 Ltsttn, 16 febrero 1899. 98 Descbamps, JI, 269. l/y informe, 74.

$2


techadas de paja o de palma. En la ciudad la actividad comercial parecía ser reducida: la exportación de alguna caoba, colorantes, maderas fmas, y algunos cueros del Este, no lograban dar vida al movimiento portuario. Sólo había una tienda bien surtida. "En realidad, es dudable si la ciudad de Santo Domingo, bajo cualquier circunstancia, se convertirá jamás en un gran centro comercial... Aún su posición como capital será debatida, creo, por la ciudad del interior, Santiago, la cual, localizada en el centro de la isla, en medio de una región agrícola de la más alta calidad, con comunicaciones 'por vía acuática a todas partes, tendrá, ayudada por el ferrocarril, el poder decisivo de la isla, convirtiéndose en una segunda Chicagc" (lOO). En 1893 la población había aumentado a 14.072. La ciudad tenía entonces: "calles, de Norte a Sur: 15; de Este a Oeste: 19; cuarteles municipales: 6; Iglesias Católicas: 14; Protestantes: 1; Edificios Públicos: 33; casas altas: 293; bajas: 2.354; Establecimientos de Enseñanza Públicos: 20; particulares: 17; Bibliotecas Públicas: 4; Librerías: 4; Periódicos Nacionales: 12; Talleres de pintura, fotografía, escultural, fundición, herrería y maquinarias: 6; Abogados: 20; Notarios Públicos: 5; Ingenieros, agrimensores y maestros de obras: 12; Médicos: 18; Boticas: 10; Dentistas: 4; Asilos de Beneficencia: 3; Manicomio: 1; Sociedades Literarias: 3; Filantrópicas: 10; de recreo: 6; filarmónica: 1; religiosas: 6; coches de alquiler:" 23; particulares: 24; carretas: 135; vagones: 11; Fábricas comerciales: 20; Parques: 3; Plazas y Plazoletas: 8; Cementerios: 2; Alumbrado público (faroles): 356; Hoteles, cafés, restaurantes: 11; Clubs: 2" (101). En 1898 Meriño fijaba la población en 20.000 (l02).Para el año 1906 no dispongo de dato poblacional; sí sabemos que determinadas profesiones estaban mejor representadas entonces que en 1893: ahora había 47 abogados, 20 médicos, 5 notarios, 6 dentistas, 8 ingenieros, 4 librerías, 2 hoteles y 4 fotógrafos (l 03). (Sin embargo, uno no debe imaginarse la ciudad en este período 100 Hazard; op. cit., 212 Y sigo 1·01 Listtn, 16 febrero 1893, basado en: Censo. de Población y Otros Datos Estadtsticos de la Ciudad de Santo Domingo, por el Ayuntamiento; original no disponible: 102 Meriño, op. cit., 109. 103 Deschamps, op. cit., JI, 115.

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como muy moderna: cada quien podía criar cerdos y chivos en su casa; sólo había una carreta municipal para recoger basura; había particulares que se ocupaban de recoger la basura por pago. Los pobres dejaban sus desperdicios en los patios; alrededor de la ciudad había grandes basureros con nombres como Galindo y Mis Amores que en tiempo de sequía producían nubes polvorientas que cubrían la ciudad, de modo que algunos particulares vendían agua para mantener mojada la ciudad. Pero cuando había fuertes aguaceros la pavimentación irregular y el mal drenaje causaban a veces graves inundaciones -así sucedió que un niño se ahogó en la Calle 19 de Marzo durante las lluvias de mayo) (104). De estos datos podemos deducir que durante una gran parte de los años setenta y ochenta, Santiago y Santo Domingo eran, en cuanto al número de habitantes, de importancia casi igual, prebablegiente con superioridad numérica de la primera ciudad, que también tenía una más pronunciada función como centro comercial. A finales de los años ochenta, sin embargo, el crecimiento de la capital fue mucho más espectacular que el de Santiago, lo cual resultó en una población dos veces mayor a final de los años noventa. Si recordamos además, que en ese mismo período la común de San Pedro de Macoris creció, gracias al azúcar, de una pequeña aldea a una ciudad de unos 8.000 habitantes, la explosión demográfica y urbana del Sur frente al Cibao queda claramente ilustrada.

c. La ciudad que quedó atrás

Es notable que, exceptuando a las tres ciudades que acabamos de mencionar, el aumento poblacional se manisfetara más en la fundación de nuevas poblaciones que en el crecimiento de los núcleos urbanos ya existentes. La causa de esto debe buscarse en el hecho de que las nuevas concentraciones poblacionales, por estar orientadas 104 Gómez Atfau, op. cit.• 116. 55.

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economicamente hacia las granees empresas agrícolas recién establecidas o a las vías de comunicación que conectaban con ellas, estaban sujetas al factor determinante de la posición geográfica: en este sentido las ciudades más viejas estaban en una posición marginal o aún completamente inadecuada (105). Además, debemos recordar que el auge económico y agrario se limitó a algunas regiones. Un ejemplo típico de estancamiento de una ciudad en este período, lo constituye la muy antigua ciudad La Vega, a pesar de su situación en el fértil Cibao. En 1871 hizo con su (demasiado) grande catedral, sus avenidas de acceso sembradas de grama, sus calles que se cruzaban en ángulos rectos, sus casas de madera bien construidas, a Hazard una verdadera impresión 'urbana' (106). Su población era entonces 3.000 (107). Casi treinta años después (cuando contaba '21 calles paralelas' y '73 manzanas') todavía no tenía más de 3.406 habitantes(l 08). Había quienes atribuyeran este estancamiento a un 'castigo' aplicado por el gobierno de Heureaux a la ciudad.por el papel que esta jugó en la revolución de 1886 bajo liderazgo de un miembro de la distinguida familia de Moya (l 09); pero contra esta idea de la 'ciudad vencida' puede aducirse el hecho de que bajo el régimen de Heureaux fue La Vega escogida como punto de partida del ferrocarril a Sánchez. Más probable parece, como explicación del estancamiento de La Vega, el hecho de que en el Cibao, la función de Santiago como centro regional no necesitaba ser duplicada; mientras que en la región circundante de La Vega, el papel de centro regional de menor escala le correspondió más bien a Moca, la cual, situada entre La Vega y Santiago, podía abastecerse más fácilmente de esta última. Así 'la mano del Progreso' dístribuía autónomamente sus dádivas de manera aparentemente caprichosa; pero 'el gobierno superior' también podía, por la vía igualmente caprichosa de las relaciones y amistades políticas, y con los medios pecuniarios crecientes, ayudar a alguna población pobre a 105 Ver también arttculo anterior de esta serie, p. 19-20. 106 Hazard, op. cit., 306 Y sigo 107 Informe, 282. 108 Listtn, 8 junio 1899; el censq data de 1898. 109 Hostos en Santo Domingo, op, cit.sI, 291.

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hacerse de un techo de zinc para la iglesia, de uniformes para la banda de música, o de una cerca mejor para el cementerio. d. La aldea

Para evocar finalmente la imagen de la típica 'aldea', 'el lugarejo quisqueyano' de este período, podemos dirigirnos con Hostos al límite occidental del Cibao donde está situada Jarabacoa: "No es una aldea como el hogar campestre y pastoril de los aldeanos europeos ni el little township del agricultor yankee, ni el burgo medio rural y medio urbano que dió origen a los municipios, ni el sórdido villorio que trastorna la visión y el corazón en los caminos carreteros de alguna comarca de Francia, España e Inglaterra, ni es el lugarejo en la acepción que tiene en las naciones viejas, sino el 'lugarejo' en un sentido especial, como disminución graciosa de 'lugar'. En las colinas está la propiedad comunal; el lugarejo mismo 'es una plaza todo él'; 'en un ángulo de la plaza hay (...) una iglesia de mala muerte' ... El resto de la plaza, una pradera; cerrado por los cuatro. costados la pradera, cuatro líneas de casas. Algo como cuatro calles no completamente cerradas por viviendas sino más bien indicadas por una que otra vivienda en la misma línea, continúan y por no largo trecho prolongan las calles que comienzan en la plaza. La casa del cura en el ángulo frontero a la iglesia; la del sacristán en la esquina frontera a la del cura; una tienda de todo, mercería y víveres, licores y quincalla, en el ángulo estratégico en donde coincide la línea del talveg y la del caserío que se amontona en dirección a la confluencia de dos ríos; la comandancia de armas, que es un simple rancho comparada con la casa. de la tienda, que es la mejor del lugarejo y es efectivamente una buena casa de madera; otras dos o tres habitaciones un poco menos mal fachadas que los pobres bohíos del contorno, eso es todo el lugarejo. Población, tal vez no seiscientas almas; caserío, quizás no el conjunto de cien casas, mediaguas y ranchos ... ; la B6


civilización, tal como ella se difunde de los países cultos a los incultos y de las ciudades a los lugarejos, estaba allí, como dondequiera, sólidamente representada por media docena de egoístas que prosperaban a expensas del medio millar de lugareños y a costa de los conuqueros o chocarreros del contorno". y por esta última observación de Hostos la Jarabacoa de los años noventa toma un cierto valor simbólico para el país en general, que con sus "paseos como no los tienen París ni Nueva York; aguas como no las tienen las Altai ni los Himalayas ni los Andes; cielo, como el del 'Turei' ," se vio sometido a una tan fuerte influencia de los 'países cultos' (110).

110 Hostos en Santo Domingo, op. cit., l. 300 Y sigo

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III. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA DE LAS COMUNICACIONES

l. Los 'antiguos' medios de comunicación

"Nuestros caminos en buena definición, no son caminos: los vecinales son veredas; los de sabanas, carriles del ganado; y los denominados reales, son pasajes innominados que ni Rey ni Roque han puesto un dedo", exclamaba Pedro F. Bonó en 1881 y su queja seguirá siendo justificada por muchos años más. "Todo dominicano viejo, que se ve obligado a hacer un viaje," así continuaba, "pasa la víspera tan agitada como la que precede a un combate. Desde que se pone en camino empieza a preguntar a todos los que encuentra: ¿El Yuna da paso? ¿Cómo está el Corozal, El Piñal, El Egida, La Luisa? ¿Hay canoa en el Ozama, barca en La Isabela? Si le responden: todo está seco, los ríos están bajos, respira entonces a pulmones llenos, y aprieta el paso, no sea cosa que si tarda, un chubasco todo lo desarregle" (1). Los intentos de mejorar los caminos eran dejados a cargo de la iniciativa privada; estos esfuerzos fueron numerosos y, generalmente, infructuosos. Ya en 1846 una 1 honD. op. cit.• 206.

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Sociedad de Fomento trató de mejorar y acortar la importante conexión entre Santiago y Puerto Plata y durante varias décadas más, se sucedieron diversos proyectos a este fin; en 1879 Luperón dio un privilegio a los señores W. Lithgow y Cía. para la construcción de un camino entre esas ciudades, el cual tuvo por lo menos algún éxito: pues ocho años después Heureaux escribe al Gral. Federico Lithgow: " ...se ha celebrado mucho en Santiago y aquí (la capital) también la feliz ocurrencia de Wash(ington Lithgow) en llevar a Santiago una carreta cargada desde Puerto Plata -veremos lo que sale de ese experimento ..."(2). También en otras partes del país (La Vega, Monte Cristi, Samaná) hubo personas emprendedoras (Presbítero de Moya, Alfredo Deetjen, José MI. Glas) que trataron de mejorar la condición de los caminos; su éxito, empero, fue a lo sumo temporal; sólo Gregorio Ríva logró en nuestro período darle a los productos del Cibao una nueva salida a la Bahía de Sarnaná por medio de la construcción de caminos y por la navegación del Yuna; la población Almacén que había sido fundada por él, fue llamada después Villa Riva (3). Pero en sentido general puede constatarse que en la segunda mitad del siglo XIX la red de caminos fue objeto de pocas mejoras o ampliaciones: aún en 1887 el Gobernador de la Provincia de Espaillat, situada en el corazón del importante Cibao, observa que las vías de comunicación "dejan mucho que desear en esta provincia, como sucede en todo el resto de la República" (4). Exagerando un poco puede decirse que se usaban los mismos caminos que utilizaron los colonizadores. Atravesar los ríos podía conllevar peligro de muerte; no pocas veces se redactaban testamentos antes del comienzo de algún viaje. Viajar de la capital al Cibao o a Higüey tomaba 3 o 4 días (5); no sorprende que escasearan los contactos personales incluso entre las figuras dirigentes importantes: a veces pasaban cuatro años en que Luperón y Meriño no se 2 Luperon, op. cit., lIT, 114; Cartas Pres. Heureaux, 14 seto 87. . 3 Hostos en Sto. Dgo., op, cit., 1, 113·114; Bono, op. cit., 207 Y stg, 4 Informe Gobernación Civil i Militar de la Provincia de Espaiilat, 5 de febrero de 1887, Actas del Congreso, 1887, No. 5. AGN. 5 Gómez Alfau, op. cit., 91.'

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veían (6): El transporte por tierra se realizaba a lomo de caballo o de mulo en este país pequeño pero difícilmente transitable. En la guerra- de la Restauración, por ejemplo, todo el abastecimiento del ejército en todos los cantones se realizó desde Santiago a lomo de mulos y caballos (7). Los recueros que se ocupaban de este tipo de transporte, formaban un grupo profesional aparte, con capacidades especiales y con una moral de grupo que gozaba de mucha fama: "son un grupo rudo en su comportamiento y de muchos de ellos se dice que son muy recios; pero todos llevando una vida frugal y dura, y sin excepción, honrados y de confianza. Comerciantes en Puerto Plata me dijeron, que es normal llamar a cualquier de estos hombres, pasando por la calle, dándole un paquete de dinero, diciéndole 'déle esto a Fulano en Santiago'. 'Escríbame la dirección le sueie contestar, y todo el dinero se entregaría sin falta al destinatario" (8). El "folklore' en tomo al recuero hallaba su expresión en escritos y versos, y en refranes de sabor Cibaeño: No impoita que faite aigo pa yegai a tu detino: la recua sale, y la caiga se arreglan en ei camino. Así se realizó también el transporte del piano de cola alemán que don Guillermo Knipping hizo llevar de Puerto Plata a Santiago a fines del siglo, pero en este caso "fue preciso traerlo a hombros-'(v). De hecho, también dentro de las ciudades las mudanzas se realizaban hasta en los años setenta mayormente a loma. de burro: "no había sino alguna que otra carreta, tirada por mulos, acaso de uso 6 Luperán, op. ctt., lIJ, 287. 7 Véase Rodrtguez Demorizi, [ed.], Enciclopedia dominicana üet caballo, edad. Trujillo, 1955. Fueron las requisiciones de caballos durante las múltiples turbulencias internas, las que hicieron disminuir en gran manera el ánimo que existió al principio para criar cabattos de calidad. 8 Hazard, op, cit., 383. 9 El primer piano de cola, también alemán, hab ia sido Importado en Santiago por el 1876, por Juan Antonio de Lora, por. vla de la bahfa de Samand y La Vega 'tirado por bueyes'. (Bueno Arturo, op. cit., datos históricos).

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particufar, y de dos ruedas," escribe Gómez Alfau sobre la capital (10). Junto a los recueros O arrieros existía también el grupo de los 'prácticos' que actuaban de guía para los viajeros. Un periodista emprendedor contó el. sábado 6 de septiembre 1890, desde las 5 a.m, - 10 a.m. el número de personas y bestias de carga que entró en Santiago. De manera pintoresca estos datos ilustran la función regional de esta ciudad: del "

lado

..

de La Vega: 1,000 personas con .. ,P. Plata 417 .. .. Gurabo 750 .. Otra Banda, Borbones, Rincón, Largo, etc. 839

896 422

.

animales

700 238

Las bestias cargaban "artículos de consumo diario, y tabaco, yaguas, tablas de pino y palmas, cordelería," etc (11). En la capital una buena parte del abastecimiento local se realizaba por vía acuática: uno de los mercados más grandes era "el de la playa del Ozama, abastecido por los campesinos que vivían a orillas de los ríos Ozama e Isabela y empleaban canoas indígenas para el transporte. Se compraba allí el carbón, guandules, caimitos, cajuiles, guayabas, tamarindo, yuca, batatas, caimoní, totumas, jinas, berenjenas, zapotes, mameyes, tablas de palma, etc"(12). Era de importancia el buen cuido de los animales de cabalgadura y de carga. Cuando el Presidente Heureaux, haciendo los preparativos para un viaje, escribe: alJefe Coinunal de Guayubín: " ...Junto con mi E(stado) M(ayor) despacho a esa al Coronel José Eugenio Núñez con mi caballo y mula de silla. Le ruego procure que no me le haga falta la yerba de corte en el patio donde me los acomode," envía para más seguridad, las mismas instrucciones a dos personas más del lugar (13). El buen caballo era, naturalmente, un regalo favorito: así Heureaux envió en 1888 un caballo a Firesias Simón Sam, Ministro de Guerra y Marina en Puerto Príncipe(14) y algunos meses antes de su TIJ Op, cit., 8"'7. 11 El Eco del Pueblo, 17 seto 1890. 12 Gómez Alfau, op. cit., 116 Y sigo 13 Cartas Preso Heureaux, 9 de oct. 1893, AGN. 14 Id em , 30 de abril 1888.

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muerte, escribe a Tancréde Auguste, Ministro de lo Interior y Policía de Haití: "Buscándole un recuerdo que ofrecerle con motivo del nuevo año, he preferido enviarle el único de mis caballos de batalla que me queda. Es una bestia de buena sangre andaluza, sobre la cual he alcanzado algunas victorias. Aún le quedan bríos para otras, y deseo que si desgraciadamente hubiera ocasión, sea Ud. quien las obtenga "(15). El transporte de personas, tanto dentro, como fuera del país, sufría también de obstáculos de naturaleza administrativa: cada viajero debía proveerse de UIl pasaporte que era controlado en el camino; el gobernador de la provincia de Azua, por ejemplo, comunicaba que en 1895 su provincia había emitido el siguiente número de pasaportes: "en

Azua San Juan Las Matas San J osé de Ocoa Cercado Bánica

Total

892 1272 1173 689 344 152

4522 pasaportes." 16

A los medios de transporte 'antiguos' pertenecía también, naturalmente, el barco de vela, usado tanto para transporte comercial como militar y tanto para contactos nacionales como internacionales. Con los centros comerciales Sto. Tomás y Curazao que fueron tan importantes en el primer medio siglo de la existencia de la república independiente, el contacto era mantenido por goletas, buques de vela de poco tonelaje, que también se ocupaban del transporte de los numerosos exiliados políticos. .15/dem, 20 de enero 1899. 16 Informe anual Gob. Civil i Militar, prov, de Azua, enero 20, 1896, AGN.

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2. El regionalismo

Mientras dominaron los medios de comunicación. antiguos que hemos descrito, era de esperarse que las regiones socio-geográficas en que, por razones naturales, podía dividirse el país, se caracterizaran por una gran' medida de libertad de facto frente al gobierno central; esto valía en el campo económico, cultural y político. Cada una de estas regiones, como el Cibao, el Sur, la Línea Noroeste, el Este, podía además dividirse en sub-regiones para las cuales valía, mutatis mutandis, lo mismo. Cuando chocaba la lealtad hacia la patria chica con la de la nación, no era infrecuente que saliera airosa la primera. La formación de imágenes colectivas y la creación de estereotipos sobre los habitantes de la propia región y los de las otras, eran el ingenioso acompañamiento psicológico de este regionalismo: los banilejos eran hábiles comerciantes, los azuanos tenían una bonita letra, y así más. Cuando Hostos escribió en la Revista Científica del 5 de julio 1884 un alabador artículo sobre "La provincia de Santiago de los Caballeros como ejemplo de adhesión", era inevitable que se produjeran reacciones violentas. En el artículo Hostos enumeraba los hechos heroicos militares y políticos de esa región: "En las luchas civiles, la provincia que más fuertemente ha combatido la tiranía, la que con más frecuencia ha batallado contra el despotismo, la primera siempre en alzarse en nombre de los principios, ha sido Santiago de los Caballeros." En el siguiente número de la revista apareció una fuerte crítica de un autor, tras cuyo pseudónimo Jesús del Christo se escondía tal vez el Padre Meriño: su artículo se titulaba: "El Sur como ejemplo de amor a la independencia" y no sólo subrayaba las virtudes y los hechos militares del Sur ("cada palmo de terreno es una Termópila y cada hombre tiene el espíritu de un espartano,") sino que también mencionaba algunos reproches característicos y frecuentemente oídos, a la región alabada por Hostos, observando que en el Sur "jamás se ha enarbolado con frecuencia el estandarte revolucionario por ambición. No tiene el Sur la fama de revoltoso. Ni tampoco allí el espíritu de egoísmo

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comarcano ha cegado hasta el punto de sacrificarlo todo por odio a los hombres y a la preponderancia de otras provincias"(17). En estos reproches se reflejaba la realidad política de una jerarquia de regiones, en que siempre había dominado el Cibao, aunque no sin protestas, resentimientos y predominancia temporal de las otras regiones. Hemos visto cómo la dominancia del Cibao frente al Sur comenzó, por razones económicas y demográficas, a perder su carácter indiscutible en las últimas décadas del siglo XIX; por eso la fecha de la discusión entre Hostos y Del Christo es muy interesante; también los argumentos de Hostos abogando por un patriotismo como inclusivismo y no como exclusivismo en una parte posterior de este debate corren paralelos, aunque preceden, a una creciente noción de unidad nacional, que había sido hecha posible por las mejoras en el sistema de comunicaciones. Tampoco será casualidad el que precisamente en estos años recibiera aceptación general e! Himno Nacional de Prud'homme y Reyes. Por el momento, sin embargo, era realmente el Cibao la región donde se iniciaban la mayoría de las revoluciones y donde se hacían y rompían gobiernos. Puertoplateños como Luperón y Heureaux demostraban ambos, aunque de manera diferente, su preferencia por la parte norteña del país. Durante el Gobierno Provisional del primero Puerto Plata fue declarada capital interina y asiento de! Gobierno, hasta que se eligiera un gobierno definitivo (18), y al presentar durante su gobierno un plan para dragar el río del Sur Ozama, a cuya margen se halla la capital, declaraba, casi a manera de excusa, que .el interés del Gobierno "por ~I progreso y adelanto material no se limita a las mejoras locales de esta provincia del Cibao"(1 9). Heureaux, manipulando dieciocho años después una estructura de poder político y económico sumamente diferente, difícilmente podía permitirse tales expresiones y actuaciones públicas; sus sentimientos personales, empero, no eran menos fuertes: "Ud. sabe que yo soy de Puerto Plata, que es el único rinconcito donde quiero tener derecho 17 Hostos en Sto. Dgo .• op, cit. 1, 117-128. 18 Luperán, op, cit., IU, 70. 191dem, 96.

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a ser algo personalmente ," escribe a un ministro (20). Las consecuencias desfavorables de las malas comunicaciones, tanto para el campo político como el judicial fueron señaladas claramente por Bonó en 1881. Todas las barreras que existen en las comunicaciones entre, especialmente, "los dos más fuertes grupos de la República," Santiago y Santo Domingo, así escribe, "son causa de que el respeto y consideración al Gobierno sea más bien nominal o sentimental ... Cada uno de estos segmentos obra por cuenta propia indefinidamente," y por lo tanto siempre amenazan "perturbaciones violentas que sólo en la superficie se pacifican, pues presuponen dominaciones alternativas del Cibao o del Ozama. Estas treguas, pues otro nom bre no deben dárseles, mantienen un descontento latente en la parte moral y materialmente, que es el primer elemento que a su devoción encuentran los ambiciosos y perturbadores." Y en io que respecta a la justicia: "La Corte de Justicia, tribunal supremo de apelación y casación, de seguro no registra en sus anales de treinta y seis años, ocho causas del Cibao por' crímenes contra las personas; porque ... no ha podido exigir con todo rigor a un testigo de Guayubín o Sabaneta, el esfuerzo sobrehumano de hacer a su costa las ciento y pico de leguas por la malhadada trocha, a declarar en plenario lo que sepa sobre tales o cuales robos u homicidios." El Gobierno, "unas veces parodiando a los romanos con sus Procónsules en las remotas provincias conquistadas, o a los reyes de Oriente con sus Bajalatos, cuando (oo.) se crearon Delegaciones del Ejecutivo," no ha logrado curar el mal con estos remedios momentáneos; por el contrario, éstos "ponen más lejos a la capital de sus provincias, la dejan más aislada, más débil, y hasta impotente para ejercer su mandato"(2I). 3. Los nuevos medios de comunicación interna

A una dictadura fuerte y prolongada como la de Heureaux le fue posible mantener por algún tiempo bajo la 20 Copiaaor Cartas Preso Heureaux. 15 dic. 1898 a ,Sr: Gral. Don Teófilo Cordero Bidó, Min: de Fomento y Obras Publicas en Comisión, Santiago AGN. 21 Bonó, op, cit., 215-216.

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superficie las "perturbaciones violentas' en el campo político y militar, pero era excesivamente optimista quien pensara que las fuerzas .desintegradoras del regionalismo habían sido vencidas para siempre, como el autor de 'un remitido al Listin del 6 de enero de 1893, que era de opinión que había sido relegada al pasado definido la situación en que "cada ciudad, cada pueblo y común eran una pequeña república" y "todo era confusión y desasosiego." En períodos posteriores estas fuerzas iban a manifestarse de nuevo con insólita violencia y esto no era sorprendente, no solamente porque las lealtades colectivas toman mucho tiempo en desaparecer, sino también porque las innovaciones en la estructura de las comunicaciones que vamos a describir ahora, a pesar de su importancia y consecuencia para determinados grupos y sectores de la vida social, lograron sí disminuir el aislamiento de las regiones, pero no suprimirlo. Para una gran parte de la población los antiguos medios de comunicación siguieron siendo los principales, si no los únicos. Lo nuevo vino a quedar alIado de, o mejor dicho, sobrepuesto a lo antiguo; dos 'mundos' comenzaron a coexistir; y las innovaciones técnicas del 'mundo moderno' podían tanto ser puestas al servicio de un mayor control central y de una más rápida movilización de los: recursos y sentimientos nacionales, como al servicio de lealtades particularistas, que el 'mundo antiguo' rodeaba de tantos afectos duraderos. a. Ferrocarriles

Planes y concesiones· para la construcción de ferrocarriles existieron desde muy temprano, pero la realización muy parcial de estos proyectos se hizo esperar hasta los años ochenta.

97


PLANES Y CONCESIONES PARA FERROCARRILES A 110 del plan o inicio de

I

,

Iniciativa de

Trayecto

construcción

1866 22

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186722

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I Empréstito ,

Westendorp & CO.,

Amsterdarn,

E.E.U.U.

tntorme, op. cit., 100-10l. Luperón, op. cír., IlI. 70, Y slg.; además Informe 269. 24 Actas del Congreso, eecctón de Fomento, 20 de teb. 1885, AGN. 25 Herrera. op. cte., 58. 26 27

I

E.E.U.U.

I

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: Explotación minas

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Rep. Dom.

I

,

1894 26

inauguración parcial o total

A 110 de

I Neyba

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YUna-¡Fred. H. Fischer ! Península de I Sama~á. . 1870 22 ..,..... San Cristóbal - RIOShumacher y " Ozama Angenard 1870 22 ., Río Ozama-AzuaJulián Orangerard I Las Caobas I 1879-80 23 Neyba-Barahona IOob. Prov. Luperón' 1879-80 23 Santiago-Samaná IGob, Prov. Luperón'

1882-84 24 ... :'Ferrocarril Bara; hona' 1890 25 ••••••• .!P. Plata-Santiago

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E.E.U.U.

1Dnvís Hatch

Cristóbal - RíO' Félix Montecatini

Ozama

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1897 (Ferrocarril Central Domlnlcano)

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1::900.000 Emisión 1897 bOnOS¡1909 (Ferrocarril, 1::500.000 Central Dominicano) Empréstito Baird f80.000

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De los doce proyectos recogidos en la lista, sólo dos (ambos en el Norte) condujeron en el propio siglo XIX, a cierto resultado exitoso (28). En los dos estaban interesadas firmas europeas. El primero, el ferrocarril Sánchez-La Vega, con sus ramificaciones (unos 130 kms.) fue explotado por la 'Compañía Escocesa' privada; el segundo, de Puerto Plata a Santiago (68 kms.) estaba en manos de la compañía estatal "Ferrocarril Central Dominicano". Su construcción fue financiada por transacciones con la casa bancaria holandesa Westendorp, la cual en 1897 entregó sus intereses y los de su representante C. J. den Tex Bondt , a la San Domingo lmprovemcnt Company de Nueva York. Una compañía filial de esta última, la San Domingo Railway Company, estuvo interesada en 1897 en el financiamiento del trayecto Santiago-Moca, que se vino a terminar en 1909 y que, al igual que la línea Moca-Salcedo, que fue completada en 1918, era explotada por la compañía estatal., Así se refleja en la historia de la construcción del ferrocarril la muy importante transición de una supremacía europea de intereses comerciales y financieros a una predominancia norteamericana; esta transición comenzó a efectuarse precisamente en los años 90y la trataremos en detalle en el próximo capítulo. Bonó observaba los ferrocarriles y las inversiones extranjeras que conllevaban con su usual escepticismo: "No teniendo el capital, debe venir del extranjero, y siendo extranjero, sólo podrá moverlo a venir una buena y segura prima, que el país pagará actualmente por un bien combinado' arbitraje de -alta banca, exteriormente bien aterciopelado para que su gravedad específica sea menos sensible a las aduanas. El resto necesitando seguridades efectivas para capital e intereses, simples y compuestos, con el factor importante de nuestras discordias, no podrá inscribirse sólo sobre nuestro fundo autonómico, única prenda de bastante valor que podría disminuir las progresiones de dicho factor," escribía ya en 1881 (29); en 1895 constata cómo el ferrocarril ha causado perjuicios a "las industrias criollas de transporte"(30). Hostos, que en 28 Los ferrocarriles privados de las nuevas industrias azucareras, va fueron tratados en el primer cap itulo, 29 Bonó, dp. cit.. 210.

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1887 Y como invitado del ingeniero escocés MacGregor, realizó el viaje de Sánchez a La Vega, aún antes de la inauguración oficial de esta línea, se expresaba en términos más poéticos: "Y qué extraña, y qué insinuante, y qué enternecedora aparición la del dragón del progreso por en medio de la selva salvaje que siglos enteros no han podido sacar de su inercia." Pero naturalmente, tenía sus objeciones: "Los trenes de carga ... reciben pasajeros; y los .trenes de pasajeros ... tienen por objeto principal la carga"(3I); sentía gran admiración por los logros de la ingeniería; había sido un trabajo de grandes proporciones: en 1885 la Sección de Fomento comunicaba que en él habían trabajado 900 "hombres del país "(32). Menos admiración, y con razón, tenía Hostos por la selección como punto de partida del ferrocarril, de Las Cañitas, cuyo nombre había sido cambiado en Sánchez. Este lugar, situado en la margen suroeste de la Bahía de Samaná, era, por hallarse en terreno pantanoso y por el peligro de .derrumbamientos, mucho menos apropiado que Santa Capuza, propiedad del gran animador del proyecto, Gregario Riva; un capricho del Director General de la Compañía, un escocés, determinó el futuro de Sánchez. Este pueblo fangoso quedó dividido en una sección cercada con las casas de la Compañía, y el resto, donde ya en el '87 unos 2000 pioneros estaban probando su suerte; la cuarta parte de ellos eran dominicanos, otra cuarta parte europeos, y la mitad inmigrantes de las Islas Vírgenes, Las Turcas y Curazao (33). El trayecto Santiago-Puerto Plata, aunque más corto, fue aún más difícil de construir por el carácter montañoso del terreno; en 1896 los trabajadores se declararon en huelga cuando se les exigió trabajar una hora más por el mismo salario (34). La inauguración del ferrocarril fue celebrada en el '97 en Santiago con grandes festivales; en esa ocasión el Presidente Heureaux observó que aquí coincidían dos eventos: "el acercamiento de dos provincias 3i Hostos en Sto. Dgo., op. cit., I, 228 Y sigo 32 Actas del Congreso Nacional, Sección de Fomento, 20 de febo 1885, AGN. 33 Hostos en Sto. Dgo., op, cit. I, 235 Y sigo 34 Listin, 11 de marzO 1896.

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hermanas y la abertura de una brecha nueva en el horizonte pala la República." Ya en su Memoria de enero de 1898 el Gobernador de Santiago constataba que, gracias al ferrocarril, "muchos individuos residentes en la ciudad adquieren terrenos en los campos para dedicarse al cultivo de éste o del otro fruto;" ahora que se podía viajar a Puerto Plata en 4 o 5 horas había aumentado en mucho el valor de la tierra (35).

b. Teléurajo

Durante los llamados 'seis años' del Presidente Báez (1868-1874), el gobierno fue pródigo en otorgar concesiones. como ya lo demuestran los proyectos para ferrocarriles. En ese período del aventurero-concesionario, fue otorgado- en 1870 - a un tal Levi Guilamo el derecho "para construir las líneas telegráficas necesarias en la República "(36). Nada resultó de esto. En 1884 el Congreso Nacional aprobó una concesión similar al Conde Tadeo de Okza, quien la traspasó a la compañía francesa Société des Télégraphes Sous-marins. En el mismo año se iniciaron los trabajos y ya había en Santiago una oficina del 'Cable francés' bajo dirección de un francés (37). Al año siguiente funcionaban en Puerto Plata y Santo Domingo escuelas de 'telegrafía práctica '(38). Pero la red tardó en extenderse: Monte Cristi vino a ser incorporado en 1890 -y sólo gracias a la subvención de $5QO anuales de la importante casa, comercial del lugar J. 1. Jiménez- San Pedro de Macorís en 1895. Azua vino después (39), y Samaná fue liberada de su aislamiento en 1898 por la conexión con Sánchez, en que el pueblo 'espontáneamente' ayudó a montarlos postes (40). Cuando el Ministro de Correos y Telégrafos escribía el

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Memoria, op. cit. 36 Informe, op, cit., 100. 37 Bueno, op. cit., daros históricos. 38 Actas del Congreso, Sección de Fomento, op. cit. 39 Copiador de Oficios Ministerio de Correo y Telégrafos. 1893. y años sig., A GN. 40 Memoria Gobernador, enero 7, 1898, AGN.


12 de mayo de 1893 a Isidro Mendel, Agente Fiscal de la República en París, solicitándole tratar algunas quejas con la compañía principal en Francia, las objeciones de carácter material -la lenta extensión de las redes, las tarifas excesivamente altas (20 centavos por palabra) que debían ser reducidas a la mitad- no eran las más importantes, aunque más tarde él mismo escribió a la Sociedad que el mayor anhelo del Gobierno "es ver a la Rep. toda cruzada por la red telegráfica, símbolo del progreso y motor de riquezas." Sus más graves quejas eran debidas a la intervención política de la compañía francesa: "la violación del sigilo de la correspondencia oficial, perpetrado por varios empleados del Telégrafo, sobre todo por el Sr. León Escudier (el director), durante los últimos acontecimientos interiores e internacionales, mientras que, por otra parte, ha venido haciendo concesiones o servicios a particulares enemigos de la actual situación. En estos mismos días, contra las prescripciones de su Reglamento y violando las establecidas por la Ley, ha arrojado la Compañía a las calles (oo.) los originales de los telegramas oficiales y particulares, de donde han sido recogidos por los agentes de la policía y remitidos a este Ministerio, acompañados del proceso verbal, cuya copia adjunto"(41). En ese mismo tiempo, el Listin se vio envuelto en un conflicto con la compañía de telégrafos, pues el señor Escudier rehusaba los telegramas que mandaba Arturo J. Pellerano Alfau, director del Lis/in, en su calidad de 'corresponsal telegráfico' del periódico La Prensa de Santiago (42). Estos telegramas trataban de un conflicto entre el Presidente Heureaux y el Banco Nacional de Santo Domingo, una institución filial del Crédit Mobilier de París; este conflicto era uno de los "acontecimientos interiores e internacionales" a que aludía el Ministro en su carta de queja a París y que después trataremos más extensamente. Aquí es interesante señalar que la intervención del director del telégrafo no sólo se habrá fundado en sentimientos de solidaridad con un banco igualmente 41 Copiador Min. Correo)' Telégrafos. op. cit.• AGN. 42 Listtn, 23 [eb., 29 abril 1893.

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francés: también había lazos personales entre las dos instituciones: el Conde de Okza que ya ha sido mencionado como interesado en la concesión telegráfica francesa, era muy amigo de Eugenio Generoso de Marchena, cuyo mediador había sido en 1888 en las transacciones que llevaron a la firma del empréstito Westendorp; Marchena, a su vez, hizo las diligencias para la concesión, tratada por el Congreso Nacional en 1889, para la fundación, por el Crcdit Mobilier, de un Banco Nacional; después fue nombrado Inspector General de ese banco en Santo Domingo. Así, pues, cuando en 1893 Marchena (en parte por motivos políticos) mandó embargar la cuenta privada de Heureaux con ese Banco -cosa que fue el motivo directo, aunque no la causa fundamental del conflicto- la parcialización del 'Cable Francés' podía ser prevista, aunque no fuera, por eso, menos indebida.

Tal vez este conficto contribuyó en parte a la decisión de fundar una 'Estación Telegráfica Nacional' independiente y con entrenamiento propio. El que sus aprendices en Baní y Azua rehusaran en 1897 distribuir los telegramas, deberá ser explicado por el prestigio que los nuevos técnicos se atribuían; M. de J. Troncoso, miembro de una familia en ascendencia, era en ese mismo año Jefe de la Estación Telegráfica de Santo Domingo (43). Por otra parte, la importancia de las conexiones telegráficas fueron muy bien comprendidas también por los enemigos internos del régimen Heureaux: en 1899 se señalaban varios casos de "avería intencional" en que "grupos de hombres armados les habían amenazado (a los técnicos) de muerte si persistían en querer poner la línea en buen estado"(44). La utilidad del telégrafo para el juego político no puede ilustrarse mejor que refiriendo al 'Código Telegráfico' que· Heureaux compuso --según se dice, en colaboración con un periodista puertorriqueño (45). En sucesivas secciones de política, de guerra, correos,'y teLégrafos, órdenes de libertad .Y confinamientos, administración,. 43 Debe haber sido el mismo que fue presidente durante el régimen de Trujillo de 1940-42. También Trujillo trabajó como telegrafista (1907-1910). 44 Copiador Ministerio Correos, op. cit., A GN. 45 También gobiernos posteriores hicieron uso de una edición adaptada del Código: datos tomados de: Código Telerráfico, uso oficial y privado del Gobierno, Imprenta de 'El Liberal, 1900, s. l.

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embarcos J desembarcos y vigilancia de la costa, aduanas J puertos, nombramientos, remociones, renuncias, licencias. elecciones, arribos .Y salidas, evasiones, asuntos judiciQles, enfermedad, muerte .Y restablecimiento, incendios, bagajes, escándalos, desórdenes, el presidente en viaje al vicepresidente, etc., se definían todos los puntos importantes de gobierno, en preguntas y respuestas, y luego eran indicados con ingeniosas palabras claves. También eran indicados de la misma manera, los nombres de personas políticas y localidades importantes. Como 'diccionario' político y militar este código es de gran interés; volveremos a tratar de él después. Bástenos mencionar aquí, a manera de ilustración, algunas palabras clave que subrayan la importancia política del telégrafo: Hadena - Impida sin violencia el uso del telégrafo a los particulares, no permitiéndolo sino a personas de confianza. Hado - Vigile el telégrafo y vea a ver quiénes son los que telegrafían a ... Hager - Está interrumpido el alambre entre .oo y ... ? Hojalon - Si el alambre está interrumpido entre oo. y ... envíe la correspondencia por expreso de confianza. Que éste tenga cuidado procurando desechar los lugares donde puedan sorprenderlo. Halis - Haga usted vigilar el telégrafo para que no nos corten el alambre. Necesitamos a todo trance esa vía de comunicación. c. Teléfono

Ya en 1886 se realizó una conversación telefónica en la capital: el 7 de enero "a las 5 p.m. el Rector del Colegio San Luis Gonzaga saludaba al Sr. Nasson, administrador del Electric Company desde su Colegio por medio del teléfono. ¡Bien por el Progreso! "(46). Abad hablaba ya en 1888 de una 'red telefónica' en la capital. En San Cristóbal "el farmacéutico Luis Ruveno pidió autorización al Ayuntamiento el 4 de julio 1891 para instalar un teléfono de su casa a la casa morada del Dr. F. Gonzales en la Calle Republicana "(47). Ya anteriormente vimos que en 1893 46 La Crónica enero 12, 1886. 47 Rodriguez'bemorizi, E. (Ed.), San Cristóbal de Antaño (C. Trujillo: Edit. Montalvo, 1946), 147.

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fueron instaladas .líneas privadas en las plantaciones de azúcar de San Pedro de Macorís. Sin embargo, no hubo un rápido progreso: aún en 1898 se hablaba de "algunos hilos telefónicos en la Capital y otros puntos." (48). En Santiago el gobierno instaló en 1897 la primera línea entre la Fortaleza San Luis y la Gobernación; fue en 1°10 cuando comenzó a funcionar una red telefónica urbana, como empresa privada (49). d. Correos

Con excepción de los nuevos trayectos del ferrocarril, la distribución de cartas y paquetes siguió en manos de recueros o dragones, quienes caminando descalzos a veces, o montados otras, seguían sus rutas fijas. Por un salario moderado (el dragón que en '9SlIevaba una vez por semana el correo de Cotuy a San Francisco de Macorís, recibía 3,20 pesos mexicanos por mes), corrían grandes riesgos profesionales: repetidamente se perpetraban atentados a sus vidas. Un corresponsal del Listín en San Cristóbal describía en '93 cómo un joven. cartero se perdió: "un grupo le grita: •¿quién va? ' y el joven contestó con serenidad: 'un hombre'. Le replicaron los cuatro: 'Pero no será hombre como nosotros.' 'Tan hombre como los que vienen'. 'Pues vamos a verlo'." El dragón fue muerto, el correo" quedó intacto (50). No sorprende, pues, que los Ayuntamientos pidieran con frecuencia 'algunos remingtons' para protección de los carteros (51). Mucha correspondencia siguió siendo distribuída por amigos de confianza o por mensajeros particulares. Sin embargo, en las últimas décadas del siglo el gobierno central parece haber prestado mayor atención a la organización postal: en 1889 existía la función de Administrador de Correos, en 1893 la de Ministro de Correos y Telégrafos, en l899la de Empresario del Transporte de Correspondencia. Es difícil averiguar hasta qué punto se realizaron mejoras prácticas; sólo dispongo del dato de que en 1898 el transporte del correo 48 Meriño, op. cit., 183. 49 Bueno, op, cit., datos históricos. 50 Listtn, enero 6, 1893. 51 Copiador Ministerio de Correos y Telégrafos, 1893. A GN.

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entre Monte Cristi y Dajabón se llevaba a cabo en coche (52); pero Hostos nos asegura que el ministro J. M. (Paino) Pichardo dio en los años noventa "a la Administración de Correos no ya sólo una mayor regularidad de operaciones, sino también (un) carácter ... de austeridad tranquila"(53). e. Puentes, puertos, planes de canalización

En Santiago se construyeron puentes en 1882 y 1887 sobre el arroyo de Nibajes y el de Curabito respectivamente, ambos con capital nacional. En la capital el 'Puente Heureaux' sobre el Ozama fue construido por un norteamericano; en 1898 el gobierno se hizo cargo de este puente y el financiamiento de esa transacción le causó preocupaciones a Heureaux: " ...el gobierno americano casi en forma de ultimátum me exigió por medio de su Ministro en Puerto Príncipe el pago inmediato de una cantidad que habíamos convenido en que se la pagase a plazos, por sentencia arbitral sobre el puente del Ozama, que era propiedad de un ciudadano americano ...; no me quedó más dilema que escoger entre una coerción brutal al país o el pago inmediatamente exigido."(54). El importante Río Haina, cercano a la capital, tuvo que carecer de puente hasta 1912; la barca que se utilizaba para cruzarlo era desde 1892 propiedad conjunta de San Carlos y San Cristóbal; para estas comunes el producto del peaje era lo suficientemente importante para que éstas se disputaran durante muchos años la propiedad exclusiva (55). El puerto del Ozama también fue objeto de planes especulativos para mejorarlo en esos años: en 1885 un inglés, Creen bank, recibió una concesión para ese fin; por una epidemia de cólera en Francia, donde se había pedido el material de dragar, las obras avanzaban con tanta lentitud que fue nombrada una comisión de inspección (56); en 1893 52' Memoria Gobernador Civil i Militar del Dist., Maritimo de Montecristi, 19 de Enero 98, Actas del Congreso, No. 5, AGN. 5j Hostos en Sto. Dgo., op. cit., Vol. ll, 48. 54 Copiador cartas Preso Heureaux, dic. 15, 98, a J. Mendel, Paris. En una carta del 29 dic. '98 a Alej. wos~ y Gil, Cónsu~,Y Encargado de Negocios en Nueva York, habla, Sin embargo de el tercer plazo que falta". AGN. Aún años después. de su muerte hubo dificultades a este respecto. 55 E. Rodriguez Demorizi, San Cristóbal, op, cit., 148. 56 Actas del Congreso, Sección de Fomento, 1885, AGN.

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la explotación del puerto estaba en manos de una compañía particular 'Muelles y enramada del Ozama, soco anón.,' cuyo presidente era J .B. Vicini y que en ese año pagó un dividendo neto de 45 por ciento sobre el Balance Producido neto de 1892 (57). En 18971a concesión del muelle aparece en manos de Juan Antonio Read. En 1885 se hace mención de un contrato entre el Gobierno y la casa J. 1. Jiménez de Monte Cristi en que esa firma se compromete a canalizar el Yaque por una distancia de 3 millas, para mejorar la exportación (de maderas) de esa región. El Gobierno traspasó a Jiménez, a manera de pago, ellO por ciento de los derechos de aduana durante 10 años (58). Jiménez se comprometía también a mejorar el puerto. En 1899 cuando Jiménez, ahora enemigo del gobierno y después de una fracasada invasión, se asila en París, resulta que, por lo menos en opinión del Gobierno, las concesiones no tuvieron ningún resultado: "Lejos de desarrollar, con las pingües ganancias que le han producido, los elementos de riqueza del Distrito, se trasladó a Europa, las despilfarró y ahora viene a solicitar del desorden y del desconcierto público, como hiciera en Haití, las riquezas que no supo conservar," así escribe el Listín ellO de mayo 1899. (En noviembre de ese año se juramentó Jiménez como Presidente).

f. Innovaciones en el transporte urbano; electricidad; acueducto Mientras que en los años setenta 'apenas podían hallarse carretas en la capital, vimos ya que en 1893 Santo Domingo disponía de 23 coches de alquiler, 24 coches particulares y 135 carretas (59). En Santiago 'el primer vehículo' fue importado en 1879; las primeras carretas aparecieron en 1881, el primer coche en 1890, el primer quitrín fue construído en 1894 por el doctor don Eusebio Pons (60).En 1897 la capital poseía un tranvía de tracción 57 Listt'n, abril S, 1893.

58 Actas del Congreso, Sección de Fomento, 1885, AGN. 59 Véase el capitulo anterior. 60 Bueno, op. cit., datos históricos.

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animal, con un trayecto de unos 3 kms., "la mitad en las calles y el resto en las afueras;" también Monte Cristi tenía uno, que iba del muelle a la ciudad (61). En Santiago y la capital las primeras bicicletas hicieron su aparición en 1896; en la capital había quejas en ese año por el ruido de los "fo tu sos " (f o tutos? ); no obstante se organizó en noviembre la primera carrera de bicicletas (62). El tránsito urbano fue fomentado también por la instalación del alumbrado eléctrico en los años noventa: en 1893 el Ayuntamiento de la capital pedía permiso al Congreso para emitir un empréstito para ese fin (63). El Lo de septiembre dc 1896 la Secretaría de Hacienda y Comercio decidió entregar a la Gobernación de la Provincia de Santo Domingo "la suma de 221 pesos mejicanos mensuales a razón de siete pesos 36 2/3 diarios, para atender a los gastos del alumbrado eléctrico de la ciudadela, Hospital Militar, Gobernación, Policía, cuarteles, etc." (64). El entonces recién fundado 'Club Unión' recibió exención para importar "4 lámparas para luz eléctrica" al año siguiente (65). Materiales para la construcción de un acueducto para San Carlos y la capital que contribuiría a hacer más transitables las calles. llegaron al país en el '93; en el '98, sin embargo, todavía no habían sido terminadoslos trabajos. 1" Vapores dominicanos

Además de los buques de vela. comenzaban a introducirse los vapores. En 1882 el comerciante Vicini ya tenía su propio vapor (66). Entonces ya existía también el vapor 'Presidente', el precursor del cañonero de vapor del mismo nombre que fue comprado en 1889 y que, junto con el 'Independencia' y el 'Restauración' fue construído en 61 ¡j vu: sicion, op. cit., 175. 62 Listtn, 11 marzo y 6 /lOV. 1896. 63 Listtn, junio 9. 1893. 64 Lib~o Secretada de Hacienda y Comercio, No. 110, A GN. 65 Idem, abril 9. 66 Cartas Heureaux, febo 2, 1882 a Marchena, Azua, AGN.

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Inglaterra a cuenta del gobierno; estos vapores servían tam bién para transporte de funcionarios o personas relacionadas con el gobierno. En 1893 el Congreso Nacional aprobó la construcción de otro buque de vapor para la Marina de Guerra que se llamaría '16 de agosto', por una suma de 45.000 libras esterlinas (67). En 1899 había aún otro 'vapor nacional' llamado "Altagracia'. En ese año se hace tamb~én me.n.ci.ón de una oficina meteorológica en Santo Domingo, dirigida por los E.E.U.U. (68). 4. La ampliación de la comunicación externa

Los contactos de la República Dominicana con el extranjero fueron intensificados e institucionalizados de varias maneras en las últimas dos décadas del siglo XIX. El país se incorporó en 1880 a la Unión Postal (69). Anteriormente vimos, cómo durante el gobierno provisional de Luperón ('79-'80) fueron nombrados embajadores en Washington, París, La Haya y Berlín. También se e stablecieron contactos diplomáticos con el resto de América Latina en 1880: "No es de lamentarse que hasta ahora y contando ya 36 años de vida independiente, nosotros no hayamos solicitado celebrar tratados de amistad, comercio y alianza con las repúblicas hermanas de' nuestra propia raza? ... Con tal objeto, el señor Santiago Ponce de León recibió instrucciones ... para (preparar) un tratado de alianza con el noble pueblo venezolano; y ha sido nombrado Cónsul General de la República en Caracas, el señor Doctor Arístides Rojas "(70). Los gobiernos posteriores ampliaron considerablemente el número de representantes diplomáticos y consulares. La mayoría de los embajadores en Europa no eran dominicanos, sino miembros (frecuentemente de la nobleza) de círculos financieros europeos que tenían conexiones con el país por 67 Cartas Preso Heureaux, oct. 22 '87, al Sr. J. Wanamaker, Philadelphia. 68 List in. enero 2, 1899.

69 L uperón, op. cit., 1IJ, 701dem, 79.

ss. 109


una permanencia en él o por intereses comerciales: el Barón Emanuel de Almeida, en París (71), José de Escorisza, en Madrid; John W. Reich, en Hamburg; Barón de Farensbach, en el Vaticano; todos ellos pertenecían a ese grupo. El Pre siden te Heureaux mantenía también una extensa correspondencia con personas de esos círculos, que no desempeñaban ninguna función oficial para la República, como la 'Baronesa de Wilson' en Nueva York, y que probablemente pertenecían a la red de informantes extranjeros que él había organizado y que funcionaba con bastante eficacia. También eran importantes para el nombre del país las relaciones que mantenía el Presidente con algunos órganos de prensa en el extranjero, tanto en los E.E.U.U. como en Francia: al director de Le Nouveau Monde en París le escribía el 13 de dic. 1892: " ...estimando en lo que valen las gestiones de su pluma en aquel Centro, puede V. contar con que tendrá siempre en mí un protector decidido de su periódico"(72). El contacto con esta creciente red de diplomáticos, agentes y relaciones de prensa pudo realizarse con más rapidez después de la instalación de los cables telegráficos submarinos que comunicaban al país vía Haití y Cuba, y Curazao-Venezuela con el resto del mundo. y que habían sido instalados por la Societé de Telégraphes Sous-marins, Hostos hacía mención de esto en 1888. (73). En cuanto al contacto por vía marítima con el extranjero, al principio predominó la navegación con buques de vela a los centros comerciales cercanos, como Curazao y Sto. Tomás, pero luego vinieron los buques de vapor a establecer un contacto directo con puertos más 7J "El Barón de Almeida... llegó a adquirir tal autoridad, que muchas veces regañó al gobierno por tomar decisiones relativas a. nombramientos diplomáticos en Europa sin haberle consultado", (Herrera, C. A., op, cit., 47; cf, Herrera, C.A., Cuadros HlstorlCOS Dominicanos, Cdad. Truj, 1949). 72 Cartas preso Heureaux, AGN. En '93 se le enviaban 100 francos al director de esa revista "para trabajos para el Gobierno Dominicano" (Libreta Resoluciones Hacienda, 14 dic. 1893, AGN). 73 Hostos en Sto. Dgo., op, cit., l, 250.

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lejanos. El 'vapor alemán' de Hamburgo ocupaba un lugar importante, dada la importancia de esa ciudad para el comercio de tabaco dominicano. Durante el gobierno de Báez se había otorgado una valiosa concesión el 7 de octubre de 1868 a R. M. Funkhouser de Nueva York, para establecer un servicio entre esa ciudad, Nueva Orléans y la República, y según la cual el 5 por ciento de los derechos de importación y exportación de las mercancías transportadas por esa vía le tocaría al concesionario (74). Poco después esta concesión vino a quedar en manos de la firma Spofford, Tileston y Cía. de Nueva York (75) cuyo buque, "un viejo vapor de madera llamado Tybee, (hacía) viaje redondo cada 30 días a un andar de 6 y 7 millas marinas por hora" (76); probablemente la línea 'Clyde ' fue la sucesora de ese Tybee; las favorables condiciones de la concesión prácticamente imposibilitaban la competencia; en marzo del '93 el Listín constataba que la conexión con Nueva York era monopolizada por esa línea; ésta también se hacía cargo de mucho transporte interno. En 1897 se escribían de la manera siguiente las conexiones con el extranjero con buques de vapor: Cía. norteamericana de vapores Ger. W. Clyde: procede de Nueva York, escalas en Islas Turcas y Cabo Haitiano, toca en M. Cristi, P. Plata, Samaná, Sánchez, San Pedro de Macorís, Santo Domingo y Azua. Hacen un viaje cada 20 días; Cía. española de sobrinos de Herrera: desde Habana a P. Rico y Santo Tomás, haciendo escala el 17 y 27 de cada mes en Puerto Plata; Cía. General Trasatlántica Francesa: Puerto Plata y Santo Domingo dos veces por mes, S. Pedro de Macorís una vez por mes; Cía. de vapores alemanes de Hamburgo: Santo Domingo, Puerto Plata, Monte Cristi, Samaná, Sánchez; 74 Informe, 01'. cit., 100. 75 Esta firma estuvo activa con su buque combatiendo revolución de Luperán contra Báez a bordo del "Telégrafo" en el '69; la misma firma ofreció pasaje gratis a cada agente norteamericano que fomentara la anexión de la República a los EE. VV. (Sumner weues, La Vifía de Naboth, trad. por M.A. Moore (Santiago: Edit. El Diario, 1939),1, 345, 352). 76 Gómez Alfau, op. cit., 91.

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Cía. italiana La Veloce de Génova: Santo Domingo una vez por mes (77).

El surgimiento del buque de vapor significó un gran retroceso en la función de Santo Tomás y Curazao como centros regionales de abastecimiento para el mercado dominicano, y como centros de compra de productos dominicanos: las rutas comerciales de la República, en vez de terminar en el lugar de enlace regional, cambiaron y se hicieron más largas terminando en la misma Europa y América del Norte (78). Ensayos como el del comerciante curazoleño León para mantener un contacto por buque de vapor entre su isla y Santo Domingo(79) indicaban poca comprensión por los cam bias que se estaban efectuando en el patrón de las comunicaciones. El que los vapores hicieran escala en tantos pequeños puertos dominicanos guardaba relación, por supuesto, con el tonelaje, aún reducido, de esos nuevos medios de transporte; la transición de buque de vela a buque de vapor como tal todavía no conllevó en el siglo pasado a un decaimiento de determinados puertos; ese fenómeno se produjo en un período posterior, cuando el comercio exterior se concentró en sólo algunos puertos. Vemos que los cambios' tecnológicos (vapores, telégrafo) disminuyeron la dependencia del país de los centros comerciales del Caribe, pero que fueron causas politico-económ ieas las que en los años noventa hicieron predominar la comunicación con los E.E.U.U. sobre la conexión con Europa. En el próximo capítulo trataré de analizar los cambios en la estructura de las relaciones de poder económico. Aquí concluiré constatando que, aparte de las implicaciones económicas, financieras y políticas, que no siempre fueron sentidas ni comprendidas, la actitud casi general frente a las innovaciones técnicas como tales fue de admiración optimista; con aprobación el Eco del Pueblo copiaba elIde marzo de 1888 una cita de Gerardo: "El vapor, el telégrafo, el fonógrafo y la luz eléctrica, ... he ahí 77 Exposictán, op. cit., 169. 78 ct. (;ómez Alfau, op. cit., 141. 79 Listúi, 1 o mayo 1893.

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las sublimes creaciones que han venido a inmortalizar el gran siglo XIX, el siglo de los maravillosos adelantos en todas las esferas del saber humano."

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IV. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA DEL PODER ECONOMICO 1. El surgimiento de los nuevos productos La mayor parte de los ingresos del estado consistió siempre de los derechos de importación y exportación. Con la cautela que exige la poca credibilidad de las cifras, podría deducirse de la Tabla 1, por lo menos una duplicación de esos ingresos en las últimas 3 décadas del siglo. Esta tabla también pone en evidencia que en 1884 el azúcar, Como

TABLA

1

DERECHOS ADUANALES y TOTAL DE INGRESOS DEL ESTADO ($

oro) -.-

Derechos importación 1861 1869 1870 1884' 1888 1895 1896

....................................... ....................................... ....................................... ....................................... ....................................... ....................................... .......................................

355,044.40 507,138.59 601.393.64

I

1,195.531.11 1,210.456.00 ~

---

- ..

Ingresos totales

i Derechos II I exportación I II 56,503.89 77,708.46

I

478,768,43 700,028.27 728,605.59

71,419.20 183,750.00 280.645.93 287.608.00

i I I

i

I

1,382,703.00 1,551,155.00

~

a. Sólo azúcar. Fuente:

1861-1870: 1884 : 1888 : 1895-1896:

Informe, 011. elt., 359 Y sigo Hostos en Sto. Domingo, 011. cit., 1, 160. Mensafero, 011. ett., 149. Exposición, 011. elt., 179 Y slg.

115


nuevo producto de exportación, producía al Estado más de 2 l ¡l"'cc,,~ más ingresos que en 1870 todos los productos de exportación combinados. El surgimiento de la industria azucarera se reflejaba en la creciente actividad económica de los puertos sureños, como lo ilustra la Tabla 11. TABLA

II

DERECHOS ADUANALES POR PUERTO ($ oro)

_--.

.

s'mt~

I

Puerto PlGta

1869 .•••.••••••••••... 179.363.00 396.865.00

1895

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, S.

1

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ped~" Mo~te .1 - Azua

deM. ------,-Domingo

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415.996.00 290.322.oo

1896 ......••••••...•.. 505,048.00 368,687.00;244,684.00,221.298.00199.182.00 28,560.00 28,695.00 _.. __, . " __._. .. '._ .... _.. 1__ ._.,... t ._._ _ _ ~

Fuente:

Bara.·

, ? I 1,552.00 . i 1,908.OC ._ ..__ .

1869 : Informe, al'. eit., 359 Y sigo 1895-1896: Exposición. al'. cit., 179 Y sigo

Como puede verse, los ingresos de Puerto Plata se reducen aún en sentido absoluto, cosa que puede explicarse por la competencia del nuevo puerto cibaeño de Sánchez; en el Sur. sin embargo, el puerto de Santo Domingo demuestra no perjudicarse por el nuevo puerto de San Pedro de Macorís. La tendencia es evidente: los ingresos combinados en 1896 de los dos mayores puertos sureños, Sto. Domingo y San Pedro de Macorís, se relacionan a los dos puertos norteños, Sánchez y Puerto Plata 7:6, mientras que en 1869 los ingresos portuarios de Sto. Domingo eran menos de la mitad Que los de Puerto Plata. El que, por otra parte, no sólo la exportación de azúcar, sino también la de café y cacao aumentaran considerablemente, se evidencia en las siguientes cifras de la Tabla III: .

116


TABLA III

PRODUCTOS EXPORTADOS (Quintales) -_._--_.. _ - , Tabaco Azúcar

1

1888 1897

···················1·.

Fuente:

Cacao

en rama: 175,636

406,147 800,000

Café

9,730 36,000

?

2,552 9,000

1888: Mensajero, op. ctt., 149. 1897: Exposición, op. eit., 179 y slg.

Por último la Tabla IV da una impresión de la distribución de los productos de exportación entre los diversos puertos en el año 1891: TABLA IV

ORDEN DE LOS PUERTOS POR DERECHOS DE EXPORTACION POR PRODUCTO, 1891 G Total 1 A~úcdr: ;4bCl~r ~ac(l~-! -C4f~ -T--~bey ,:,: -!~::; ¡MieJe8; ~:c~~ i ----;----,--1--,--1--1--'--' 1

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Puerto Plata

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Fuente: Basado en El Eco del Pueblo, 4 de junio 1891.

Trataremos de analizar de manera sistemática algunas de las principales repercusiones de los cambios indicados más arriba por medio de cifras, en la relación de los poderes económicos.

117


2. Tabaco frente a cacao, café y azúcar

a) La influencia de los nuevos productos en la relación oroduc t or-e omerc iante

Mucho antes de que el sociólogo cubano Fernando Ortiz escribiera su famoso Contrapunto cubano del tabaco y el azúcar (1), ya Pedro F. Bonó, retirado en su pequeña ciudad provincial dominicana, reflexionaba sobre las implicaciones sociológicas y económicas de los dos productos que, en el Cibao, se disputaban la primacía, tabaco y cacao, llegando a expresar de manera notablemente Orticiana que "el cacao es oligarca y que el tabaco es demócrata" (2). El tabaco es demócrata, puesto que sin otro capital que un pedazo de terreno, sin máquinas, sin personal, cualquier pobre labrador puede mantener a su familia cultivando tabaco, por el cual puede fácilmente obtener créditos, ya que el producto sólo necesita seis meses para ser cosechado; durante el resto del año se mantiene con la producción de frutos menores "i quien que siembra cacao o café ve sus granos a los seis meses, y quien que esté desnudo podrá esperar años? " Qué fácil es obtener el crédito: "Habido el avance en Santhomas, Inglaterra, Alemania u otra parte, cada comerciante al pormenor, por sí o por corredores y sucursales, se establece cerca de los agricultores... Da dinero, lencería, quincallería u otros valores al labrador, mediante un agio consentido... Es difícil enumerar las ventajas de estos avances, la soltura que dan a los trabajos de todo género y el desahogo en que mantienen a la población en general". Y sin formalidades: " ...no hay títulos hipotecarios ni quirografarios, todo se reduce a cuentas corrientes al descubierto, muy mal llevadas por el comerciante que ni siquiera doble ni copia da al agricultor." Esto tiene sus desventajas, sobre todo para el productor: "Hace por lo común rmy subido el interés de los valores 1 Jesús Montero, La Habana, 1940. 2 Boná, op. cit., 363.

Il8


avanzados, hace muy temerario al agricultor y lo inclina a gastos locos que al fin son su ruina y la del pequeño comercio. Las dictaduras militares que con raras intermitencias han sido las dueñas del país, han introducido un remedio digno de su sistema y es: que sobre el simple dicho del comerciante, el labrador es reconocido deudor de cualquier suma y si no la paga, va a la cárcel sin otra averiguación." A pesar de estas objeciones, que podrían ser resueltas por una ley de sellos y un Banco de préstamos, Bonó ve en el tabaco "el verdadero Padre de la Patria... El es la base de nuestra infantil democracia por el equilibrio en que mantiene a las fortunas de los individuos y de ahí viene siendo el obstáculo más serio de las oligarquías posibles; fue y es el más firme apoyo de nuestra autonomía y él es por fin quien mantiene en gran parte el comercio interior de la República por cambios que realiza con las industrias que promueve y necesita" (3), como la manufactura de tejidos de guano, la industria textil, la de andullos, la de transporte. Compárese a esto tales productos como el café y el cacao, para los cuales se necesita mucho capital, que exigen varios años de cultivo y que ofrecen trabajo a pocos sectores de la población: "el cultivo, cosecha y venta del cacao es exclusivo. El estanciero nuestro y tres o cuatro peones más, ocupados en la recolección, desgrane, fermento y asoleo bastan al cacao, mientras que en el tabaco son todos los trabajadores en acción, todos ganando, todos produciendo y consumiendo víveres nacionales y por tanto vivificando la sociedad"(4). Dehaberestado de moda esa palabra en su época, Bonó no hubiera dudado en llamar al azúcar "imperialista", esta "colosal agricultura" que se ha apoderado "sin otra preparación que el' expreso monopolio del capital moneda" de los terrenos comuneros de las Provincias del Este, "con destrucción del medio donde podía moverse una población de costumbres nómadas y ambulantes, hijas de la profesión pastora y del trabajo secular de los cortes de caoba. Esta población que es el feudo, o mejor dicho, la Nación misma (...) se ve (...) empujada hacia la barbarie, y de tal modo inhabilitada para ayudar con fruto al capital 3 [bid, 197 Y sigo Véase también el primer capitulo. 4 [Jonó, op. cit., 363.

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que la explota, que al fin no podrá ejercer sus deberes de ciudadanía, ni cumplir con los de padre de familia, y cayendo en el pauperismo, exigirá del resto de la Nación servicios imposibles, o del extranjero protección y amparo", así escribía en 1883. La proletarización total de los trabajadores del azúcar sólo podría ser detenida al "hacerlos si no socios, a lo menos participantes en cierto grado de los proventos que recauden," pero Bonó no consideraba probable una solución semejante, pues "pide una abnegación que no tiene este capital"( 5). El trayecto del azúcar hacia el mercado era mucho más corto que el del tabaco: el productor de azúcar en la República era él mismo exportador y a veces hasta vendedor del producto en el mercado de Nueva York; mientras que el tabaco iba "del agricultor al corredor, del corredor al pequeño comerciante, de éste al exportador, de éste al comisionista, quien lo vende al fabricante." Las ventajas que llevaba el azúcar en este sentido eran .evidentes, también para Bonó: el productor conocía mejor su mercado y tenía interés personal en la buena calidad de su producto; los muchos rodeos que tenía que hacer el tabaco daban oportunidad para fraude y especulación (6). La solución propuesta por Bonó: el nombramiento de inspectores gubernamentales, no hubiera logrado eliminar a los intermediarios especuladores: el carácter 'democrático' de la producción de tabaco, tan alabado por Bonó, albergaba peligros que podía evadir el azúcar 'imperialista'. En última instancia, la estructura del mercado interno de cada producto la determinaban las exigencias de capital y de trabajo de cada uno: el tabaco 'barato' hacía posible una red de pequeños y medianos intermediarios locales (así como permitía la aparente independencia de los pequeños productores); el cacao y el café ya demandaban mayores créditos, y ofrecían oportunidades a exportadores, menor en número, pero más capitalista. El azúcar, finalmente, exigía para su elaboración tales sumas, que sólo el mercado extranjero podía suministrar el crédito necesario. Así, pues, aunque es cierto que en la escala tabaco-cacao-café-azúcar el primer producto estaba en efecto rodeado por una mayor 5 I bid., 28U y sigo 6 iua, 380.

120


red de relaciones en el mercado interno que el último, no debemos olvidar que en los cuatro casos se trataba de productos de exportación, cuyo valor y crédito eran finalmente determinados en el extranjero; en ese sentido también el pequeño cultivador de tabaco del Cibao era objeto y a veces víctima del comercio "imperialista"; pero también es cierto que él con su terreno propio y libre de tiempo muerto, no era presa de la 'proletarización ' que amenazaba al trabajador del azúcar en el Sur.

b) Cambios en la relación económica entre empresarios

.Y Gobierno La estructura interna del comercio de tabaco fue descrita en 1871 de manera corta y clara: "Después de Puerto Plata, Santiago de los Caballeros es la ciudad más importante de Santo Domingo. Es una ciudad de comerciantes que gobiernan a los comerciantes inferiores del interior y que a su vez son gobernados por los comerciantes extranjeros de Puerto Plata y Santomás"(7). De dos maneras contribuía el comerciante al financiamiento de los gastos gubernamentales: de manera indirecta, por cuanto los derechos aduaneros de importación y exportación formaban la más importante fuente de ingresos estatales; e indirectamente, porque muchos comerciantes fungían como prestamistas del Gobierno, a cambio de lo cual se le otorgaban frecuentemente exoneraciones de los derechos de importación o exportación. No pocas veces se estipulaba también mediante cdntrato, que una parte fija de los derechos de aduana de un puerto determinado servirían de amortización. Aunque los prestamistas individuales siempre siguieron prestando sus servicios, tuvo acogida, al mismo tiempo, una institución colectiva de prestamistas, las llamadas Juntas o Compañías de Crédito, organizadas en cada puerto por los comerciantes locales; no pocas veces estas Juntas se hacían cargo del pago de los gastos fijos del Estado en su territorio, a cambio de (una parte de) los 7 Informe, "283.

121


derechos de aduana. En la capital la primera Junta de Crédito fue formada en tiempos del Presidente Báez por este mismo; en 18791a deuda del Gobierno a esta Junta ya alcanzaba el 'medio millón', según Luperón(8). El propio Gobierno de Luperón estimuló también la creación de estas juntas. Sobre la de Puerto Plata (institución lucrativa en que él también participó activamente) escribió: "Como no era posible cubrir un presupuesto de egresos sin tener una base sólida y constante de ingresos, tuvo el Gobierno que promover la instalación de la Compañía de Crédito, que facilitase recursos para atender con puntualidad a los gastos ordinarios y extraordinarios de cada provincia. En efecto, con fecha 1.0 de febrero (1880) celebró el Ministro de Hacienda un contrato con varios individuos de esta ciudad (P. Plata), en cuya virtud se comprometieron ellos a formar una Cía. de Crédito que suministre la suma de $16,000 mensuales a razón .de $4,000 cada semana, cobrando una prima de 10 por ciento sobre las cantidades anticipadas, y recibiendo el producto de todos los proventos de esta Aduana ... La inversión de estos $16,000 se efectúa en el orden siguiente:

Presupuesto de gastos ordinarios de la prov. de Santiago " "', tt" n n "l..a Vega .. Pto. Plata Para extraordinarios Total

$3,469.70 $2,667.80 $7,643.25 $2,219.25 $16,000.00

Si consideramos que en esos años los ingresos portuarios de Puerto Plata todavía alcanzaban probablemente cerca de $300,000, el atractivo de un contrato semejante para los comerciantes salta a la vista. En 1880 se determinó que la Compañía en Santo Domingo cubriría los gastos gubernamentales en las provincias Santo Domingo, Azua y el Seybo. También en Samaná el 8 Luperán, op. cit., /ll, 34.

122


Gobierno de Luperón hizo un contrato con una Compañ ía de Crédito, que debía pagar $60 diarios (9):Heureaux tundo en 1887 una nueva compañía en esa misma ciudad, consistiendo esta vez de "varios comerciantes de Puerto Plata, representados por el Señor Cosme Battle," que además de un préstamo de $170,000 también pagaría diariamente $174.60 "para atender a los gastos de Samans y Sánchez"( 1O).En el mismo año el principal comercian te (en maderas) de Monte Cristi se constituyó a sí mismo en una Junta de Crédito: " ...aprobar el contrato en fh. 1 de abril ppdo. celebrado entre el ciudadano Admor. de Monte Cristi en representación del Gobierno y los señores 1. I. Jiménez y Cía. constituidos en Junta de Préstamos para facilitar éste al Gobierno la suma de siete mil pesos, por una sola vez y la de siete mil trescientos veintinueve pesos, 93 centavos, durante cuatro meses a contar de la fha. del contrato. También suministrará dicha Compañía la suma de cien pesos mensuales que se destinen a gastos de escritorio de la misma Junta." El interés era de 3 por ciento mensual (11). Era de esperarse que mientras fuera tan lucrativo para los comerciantes el hacer préstamos al Gobierno éstos se opondrían a los esfuerzos de buscar fuentes de crédito en otra parte, a menos que ellos pudieran de alguna manera sacarle ventajas a esas manipulaciones internacionales o poner a salvo sus intereses de manera satisfactoria. Cuando en 1883 Luperón había acordado en nombre del Gobierno un préstamo de 12 millones de francos, así como el establecimiento de un Banco Nacional, con Eug. Pereira, presidente de la Cie. Transatlántique, "después de ser aprobado y sancionado este contrato, se aplazó indefinidamente, dadas las aviesas versiones de los que formaban la Cía. de Préstamos de la capital, oponiéndose a toda institución de crédito al Estado, como no fuese de elIos"(I2). Ya el 5 de mayo del 82, Heureaux había puesto énfasis en la necesidad de un banco semejante: "Puedo asegurarle que si no se establece el Banco no me 9 [bid., m, 79 y sigo /0 Libreta de Hacienda y Comercio, AGN, No. 81, 3 de junio, /887. . . l l ldem, 22 de junio, /2 Luperon; op. cit., 111, 122 Y sigo

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atrevo a hacerme cargo de la Presidencia, estamos sumamente mal de recursos, esta compañía (de Crédito, de la Capital) está sumamente alcanzada, se le deberá al terminar el período presidencial $100,000 y en P. Plata se deberá por lo menos $50,000, total $150,000. Si se instala el Banco nos queda libre nuestro camino y es afectarle al Banco el 70 por ciento de nuestras entradas (de aduana) en garantía de las sumas que anticipa y rescindir los contratos con las Compañías, dejándoles el 30 por ciento, para que amorticen la deuda pendiente"(l3). También en los años siguientes Heureaux siguió siendo, sinceramente o no, de la opinión de que un saneamiento de las finanzas sólo sería posible liquidando la deuda interna a las Juntas de Crédito, y esto por medio de un empréstito extranjero. Luperón, sin embargo, había abandonado este punto de vista en 1887, cinco años después de sus diligentes actividades en París: el empréstito que ahora iba a ser firmado, sin su cooperación, (con Westendorp, Amsterdam) le pareció menos atractivo, no obstante los argumentos que Heureaux le añadía: " ...yo deseo aclarar nuestra situación financiera, aliviar el crédito interior del país y asegurar el crédito; el país debe interiormente 700,000 y paga de intereses 443,000; hágame el favor de decirme si el país puede continuar pagando esos intereses sin riesgos de arruinar a sus acreedores. Hay, pues, que buscar un empréstito que le permita al Gobierno liquidar su deuda interior y salvar los capitales comprometidos y a la Hacienda pública de los enormes intereses que paga"(l4). El empréstito Westendorp, como fmalmente fue firmado en 1888 tenía muchas características fundamentales en común con las transacciones que los Gobiernos siempre habían realizado con los comerciantes locales; un control de la aduana que sería ejecutado por una 'Caja General de Recaudación de Aduanas' (La Régie) dirigida por delegados de los banqueros, debía asegurar que las anuidades de 55,654 libras esterlinas fueran producidas durante treinta años. Al momento de firmarse el contrato esta anuidad representaba menos del 24 por ciento de los 13 Cartas Preso Heureaux, 1882, A GN, al Sr. Gral. G. Luperon, Paris. 14 Cartas Preso Heureaux, 1887-1888, AGN, 14 de Sept. 1887 al Sr. Gral. Luperón, Paris.

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derechos de aduana. El interés del empréstito de 770,000 libras esterlinas era de 6 por ciento anual y podía por lo tanto ser considerado -aún con una emisión a 75 por ciento- como muy bajo en comparación con los intereses usureros de las Compañías de Crédito locales y de los financiadores individuales. El 'hecho de que el Gobierno Neerlandés fuera señalado como árbitro en caso de conflicto y de que ahora fueran extranjeros los que tuvieran el control de la aduana heriría sin duda los sinceros sentimientos nacionalistas de algunos. Pero es difícil escapar a la impresión de que, entre los muchos que protestaban -entre los que se hallaban varios comerciantesinmigrantes cuyos sentimientos nacionalistas estaban, por no decir más, poco desarrollados- había también quienes tuvieran el poderoso motivo del temor por el perjuicio a su lucrativa posición de acreedores. También los historiadores dominicanos posteriores, frecuentemente ligados a este grupo de comerciantes, apenas notaron la hipocresía de las protestas, ya que también conocían el desenvolvimiento posterior de la 'Régie' que llevó a que los norteamericanos se hicieran cargo de ella. Para los comentadores del 1888 ese desenvolvimiento estaba, naturalmente, oculto; la obstinacióin con que alguien como Federico Henríquez y Carvajal, ligado estrechamente con los comerciantes sefardíes de la capital, abogaba en pro de deudas internas y contra deudas externas (15),así como su alegato en favor de la abolición de los derechos de exportación delazúcar(16), parecen explicables sólo en parte por sus sentimientos patrióticos. El temor por los intereses de las Compañías de Crédito (17), cuyos créditos fueron pagados en parte en 'efectivo, en parte en Bonos Westendorp yen parte en bonos de una nueva 'Deuda Consolidada sin interés' jugó un importante papel, así como debe haber determinado también la opinión de Luperón (18). Así Heureaux logró quebrar el poder de las Compañías de Crédito, a cambio de compromisos externos. Esto no significaba en absoluto que también se hubiera eliminado el sistema de contraer deudas con comerciantes individuales. 15 Mensajero, 100 Y sigo 16 Idem, 53. . 17 Ídem, 156 y sig., 177 y sigo 18 Luperón, op, cjt., Ill, 289 Y sigo

125


Por el contrario: cada vez es más evidente en los años ochenta y noventa un número de prestamistas privados que viene a colocarse en primer plano. Tal vez Heureaux pensaba que, manipulando a los financiadores individuales los unos contra los otros, se vería menos expuesto a presión que en el caso de las Compañías. Frente a éstas sólo había dispuesto de un medio de presión, que era el argumento de los propios intereses <le las Compañías: "Si (la Compañía de Préstamos de P. Plata) se resiste a hacernos los avances necesarios, no nos será posible garantizarle el capital que tiene en manos del Gobierno, para ello contamos con la paz, esta se sostiene con dinero, no pudiendo ellos facilitarnos ese poderoso agente, todo corre riesgo, paz, Gobierno y Capital," y " ...que es necesario extinguir los rumores de conspiración .. para que los que prestan sus dineros al Gobierno tengan confianza y así conseguirse recursos para atender a ellos mismos"(I9). Así había quedado él, como Presidente-deudor, enfrentado con estas poderosas colectividades; lo que no impedía que el Presidente, como persona privada participara -al igual que Luperónen algunas ganancias de las Compañías, como fue el caso en su ciudad nativa de P. Plata; así se quejaba en 1887 al gran comerciante Cosme Battle; " ...como yo debo tener participación en las proratas debe 'tocarme algo del 6 por ciento (interés de un empréstito de $310,000), pero Don José (Ginebra) únicamente ha convenido y hecho (por condescendencia) que yo aperciba el apartado que propiamente me corresponde del 40 por ciento de los derechos de Exportación desde elide noviembre del '86 al 30 de setiembre del presente año"(20). Las ganancias obtenidas de estas y semejantes transacciones, al igual que la liquidación de las asociaciones colectivas de prestamistas, pusieron a Heureaux, en los afias noventa, 'en condiciones de actuar él mismo como prestamista al Estado, en cooperación con otros financieros individuales: así fue aprobado en 1896 un contrato de préstamo "con el Gral. U. Heureaux Ylos Sres. Santiago Michelena y los Sucres. de C. Battle por cien mil pesos 19 Cartas rres. Heureaux, A GN, 15 de julio 1882 a Boscowitz; p. Plata, y 23 de julio 1887 a Seg.Irnbert, P. Plata..

20 Cartas Pres, Heureaux, AGN. 26 de octubre 1887.

126


mejicanos, cuya suma ingresará en la Oficina Central para cubrir el déficit de enero y las erogaciones de febrero corriente"(21). Y en el mes siguiente Heureaux .y Santiago Michelena prestaron nuevamente 140,000 pesos mejicanos al Estado, recibiendo ellos inmediatamente 16,000 "por descuento ycomisión de la referida suma"(22). Si observamos con más detalle la procedencia y las actividades económicas de los principales financieros locales del Estado en las últimas dos décadas y media del siglo pasado, no causa sorpresa hallarlos al principio en la región tradicional del tabaco, sobre todo y en especial en la ciudad portuaria Puerto Plata. Nombres como Cosme Battle, Tomás Coceo, Ginebra aparecen en primer plano. La firma del primero, un inmigrante catalán, mantuvo su función de acreedor durante toda la duración del régimen Heureaux; estuvo activa en la iunción de una Compañía de Créditos en Samaná (23); como ya vimos, y ya se había establecido en 1888 -al igual que Coceo- en el nuevo Puerto de Sánchez, de modo que puede suponerse que se benefició del surgimiento del cacao y el café como productos de ex portación. La relación de Heureaux con la firma Battle era tal, que el Presidente creía poder disponer libremente -aunque no sin protestas- de la cuenta bancaria de la firma; ' ...siento mucho que esos giritos de poca monta que a cargo de V. he expedido lo hayan puesto en tan grandes apuros para pagarlos, pero creo que ni aquellos, ni este último de $600 en favor de Bilín Martínes lo harán quebrar, este es el último, último y último y va porque no he podido evitarlo, estaba de antemano comprometido a ello porque no quieren giros sino sobre Cosme, qué hacer? " así escribía en octubre de 1887 (24). Muchos meses después continuaba: 'En cuanto a las repetidas órdenes que me da V. 2i Libreta Hacienda y Comercio, No. 110, A GN 19 de febrero

189~

,

221dem, 5 de marzo 1896. 23 Sobre un empréstito de esta Cia., Heureaux escribia a Cosme Batlle & Co., el 10 de marzo 1888: "Les doy las gracias reservándome el derecho de quejarme por lo elevado del tipo de la prima que me cargarán Uds... y abrigo la esperanza de que en otra negociación serán un poco más liberales con SU affmo. amigo ", fr:artas Preso Heureaux, AGN). 24 Cartas Preso Heurer ux, hGN, 26 octubre, }(J87.

127,


prohibiéndome girar a cargo suyo le diré... no giraré más, se lo repito. Pero Raffin me ha puesto el cuchillo al cuello y de aquí que yo acudiera a mi ángel de salvación que es V' (25). Ya en 1888 una parte de las ganancias de Battle le correspondía a Heureaux: 'espero que ... me serán enviados por el vapor 'Clyde' los 8,437.50 balance a mi favor según contrato' (26). En 1891 Cosme Battle se había hecho cargo casi por completo del papel que antes había jugado la Compañía de Préstamo en el Cibao: ' ...a suministrar mensualmente, ppr cuenta del Gobierno, a los Administradores de Hacienda de Puerto Plata, Santiago, Monte Cristi, La Vega,Espaillat y Samaná, el importe de los presupuestos de dichas Provincias y Distritos, a contar del mes de enero corr., obligándose el Gobierno a entregar al Sr. Battle todos los pagarés y liquidaciones, que por concepto del 65 por ciento sobre los derechos de importación y exportación, etc., se hayan causado desde el primero del corriente, y que se causen en lo sucesivo" (27). También con la firma maderera de Monte Cristi, J. 1. Jiménez, ya largo tiempo establecida, Heureaux hacía transacciones monetarias, antes de que sus relaciones se enfriaran por desavenencias; el Presidente admitía la evasión de derechos aduanales: "he arreglado con D. Juan Isidro Jiménez la manera cómo debe hacer la introducción de las mercancías de que me habló" (28). Pero junto a estos comerciantes "tradicionales' comenzaron a surgir, también en el Cibao, varios nuevos comerciantes-inmigrantes como prestamistas, como el cubano José A. Puente que se había establecido en Sánchez, y que seguramente se dedicaba al comercio de cacao y café. Todavía en 1899 hacía negocios con el Presidente, quien en ese año dió instrucciones al Inspector de Aduanas de Sánchez de hacer una reducción ue 25 % sobre "todo, lo que importen los Sres. José A. Puente y Comp. y García Sánchez" (29). 25 Idem, 30 de junio, 1888, 26 Idem , 16 de febrero, 1888, 27 Libreta Resol. Hacienda No. 101, AGN, 26 de diciembre; 1891. 28 Cartas Preso Heureaux, AGN, 25 de julio, 1887 a M. A. Pichardo, M. Cristi. 29 Id em , 10 de enero, 1899.

128


Sin embargo.y totalmente de acuerdo con los cambios económicos que se efectuaron en el país, vemos aparecer lentamente como nuevos e importantes prestamistas, a los individuos relacionados con la producción azucarera en el Sur. Este cambio, que se dibuja claramente sobre todo en los años noventa, no sólo significó un traslado del foco económico del Cibao hacia el Sur, significó además que comenzaron a actuar como acreedores los productores en vez de los comerciantes, y que se hizo aún más evidente que antes, el carácter inmigrante del zrupo de financ ieros, Uno de los más importantes representantes de ese grupo era sin duda el italiano J. B. Vicini. Aunque ya en el comienzo de los años ochenta hacía importantes negocios en el país -poseía entonces por lo menos un barco propio y en el '82 tenía una oficina en Nueva York (30), su surgimiento como gran productor azucarero y financiero coincide con el régimen de Heureaux, a quien ya en el '82 prestó importantes sumas de dinero (31). En 1893 las relaciones 'entre ellos eran tan íntimas, que Vicini actuaba como representante de Heureaux: "Con motivo de haber firmado Ud. a mi nombre el contrato que a la letra copio: -Entre los firmantes Sr. Charles W. Wells, en nombre y representación de la Santo Domingo lmprovement Company de New York de que es Vice-Presidente y el Sr. J. 13. Vicini como apoderado del General Ulises Heureaux, dueño de la acreencia que se mencionará más adelante, se ha convenido en lo siguiente: 1.0 La compañía se compromete a pagar al Sr. J. B. Vicini la suma de ciento cincuenta mil pesos plata corriente, de la manera siguiente: Desde el mes de mayo próximo la suma de dos mil ($2,000) mensuales por la Caja de Recaudación cada fin de mes durante dos años consecutivos, y al terminar los dos años pagará la Compañía el balance que quede a deber de los $150,000 en efectivos plata corriente en un solo pago ... Me complazco al dar a Ud. las más expresivas gracias por haberme representado en esa ocasión rogándole continuar representándome para percibir las sumas a que se refiere el 30 Cartas Pres. Heureaux, AGN, 2 de agosto 1881, a Sres. Wanamaker & Brown. Phitadetphia. 31 Idem, 12 de julio 1882, a Hip. Billini, New York; ver también nuestro primer capftulo. 32 Idem , 28 de enero 1893, al señor Don J. B. Vicini, Ciudad.

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contrato de que se trata"( 32). En el mismo afio Vicini pagó más de la mitad de los 'gastos de guerra', una suma de casí S38.000 oro, que el Presidente había tenido que hacer. El resto fue pagado por la Santo Domingo lmprovcrncnt Cy.(33). En los afias subsiguientes, Vicini siguió prestando grandes sumas al Estado, generalmente con una comisión de 5 por cíentoy ' con 2 por ciento de interés mensual. En febrero 1897, la suma que le adeudaba el Gobierno era de $394,872.53 (34). En 1898 Heureaux participaba en un empréstito al Gobierno, participación que "figura en nombre de Don Juan B. Vicini", en el momento del asesinato de Heureaux, Vicini era con $400,000 en mucho el mayor acreedor criollo del Presidente (35). En ese mismo afio, 1899, los derechos de exportación de casi toda la cosecha azucarera le fueron entregados a Vicini: " ... e1 Gobierno ha celebrado un acuerdo con el señor J. B. Vicini al efecto de que le sea entregado al dicho señor Vicini o a sus agentes el producido de los derechos de exportación de todos los azúcares que se embarquen por el puerto de Macorís o por cualquier otro de la jurisdicción de. ese Distrito, con excepción del producido de los derechos de los azúcares que se cm barquen procedentes del Ingenio 'Porvenir' del señor Santiago W. Mellar hasta la suma de 540.000 oro y el producido de los derechos de los azúcares que embarquen los señores W. Biederrnann hasta la suma de 529.0000ro"(36). Vicini también se ocupaba de asuntos monetarios: en 1892 presentó una cuenta "por concepto de la acuñación de la moneda "(37), yen el '97 también estuvo relacionado con la acuñación de moneda de plata; después de la muerte del dictador creyó tener que excusar sus gestos pintando su relación con el Presidente como poco amistosa; él había, así escribía el 28 de noviembre del '99 en el List tn, advertido 33 Libr, Hacienda y Comercio, No. 101. AGN, 8 de junio 1893. 341dem, No. 11 IJ. 35 Resumen General del Activo y Pasivo de la Sucesión Hellreaux.. hecho por -: Not~rio Miguel Joaqu in Alfau a rcquertmtento de la Comision Judicial designada para la formación del In~entario. (Santo Domingo: l mpr. de Garcta hers., 1900). (Se llamara: Sucesián Heureaux}, 36 Cartas Pre s; Heureaux, 1898·1899, 11 de enero 1899 a Ant. Brea, S. Pedro de Macor/s. 37 Actas del Congreso Nacional, ACN, Min: Hacienda y Com al Preso Congreso, 29 abril 1892. .

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con frecuencia a Heureaux contra su política monetaria, por eso quizás que el Presidente le odiara tanto, "habiendo recibido más que pruebas de la hostilidad que como J efe de Estado hacía a mis intereses". De tales 'pruebas', sin embargo, no hay constancia en los archivos. Además de Vicini actuaron corno prestamistas del Presidente algunos productores de azúcar como Thorrnann, Bíedcrmann y Cía., ElIers Friedheirn y Cía. y Santiago W. Mellar, todos de San Pedro de Macorís(38). La muerte de 'este último en 1898. fue muy inoportuna para Heureaux, como escribió en una carta a Isidore Mendcl, Ministro plenipotenciario y Agente Fiscal en París: "Había contado con Don Santiago Mellar, hacendado de Macorís, el avance de una suma considerable sobre los derechos de su cosecha. de este año, suma que intentaba mandar a Ud. Mas fue tan poca fortuna, que el día 8 del actual, Don Santiago murió repentinamente, sin dejar apoderado" (39). En los últimos años del gobierno de Heureaux se convierte también en prestamista importante Bartola Bancalari, comerciante italiano, establecido primero en Samaná con su socio Gisbert, y cuyos intereses crecieron también en otras partes del país. Para liquidar sus deudas. el Presidente tenía a veces que contraer otras con un competidor: "Ruego a Ud.", escribía Heureaux a J. de Lemas en la capital, "que se sirva entregar a Dn. Bartola Bancalari doce mil pesos m/n con cargo a mi cuenta"(40), o sino desatender los intereses de acreedores viejos: " ...tan pronto como acabe de cancelar el asunto de Griessen, me haga un apartado mensual de $2,500 en moneda corriente sobre la importación y 12,500 oro sobre la exportación, .sumas que entregará mediante recibo a los Sres. Gisbert y Bancalari, de Samaná. Todo ello debe de ser con la reserva y precaución necesaria para que Puente y Battle no susciten dificultades ni se crean motivos de quejas" (41), así escribía Heureaux al Administrador de aduanas de Sánchez. Entre los acreedores criollos con quienes Heureaux, en el momento de su muerte, tenía deudas de más de 38 Libr. Hacienda y Comercio, 110, A GN, 1 de julio 1896. 39 Cartas Preso Heureaux, A GN, 15 de diciembre 1898. 40ldem, 30 de diciembre 1898. 41 Idern, 12 de enero 189~.

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$100000 se contaban además de Vicini, Barcalari y Cosme

Battl~, ta~bién Perrelló y Petit en Monte Cristi, y Pou y

Rodríguez y Cía. en la capital; entre los acreedores por sumas menores hallamos nombres como Eug. Abreu, J; A. Lluberes, J. de Lemos, T. Pastoriza, E. Mayer, A. T. Ricart, Manuel A. Rodríguez (42). En las últimas dos décadas del siglo habían surgido algunas industrias en que también el Presidente tenía intereses financieros. Así en 1885 le fueron concedidas franquicias a M. E. Grullón y R. R. Boscwits para la producción 'en gran escala' de fideos y pastas (43).En.el '98 existía una 'refinería de petróleo' en La Romana, para la cual un tal Enrique Dumois había obtenido la concesión y para cuya protección se había prohibido toda importación de 'gas' o petróleo refinado "que no tenga una fuerza de 150 grados arriba" (44), en el '99 esta refinería aparece en manos del comerciante capitaleño Lluberes. El financiero holandés Den Tex Bondt recibió en el '98 permiso para instalar una fábrica de hielo (45). El escocés A. D. Baird, llegado al país para la construcción de un ferrocarril; aparece en el '98 como gerente de la Samaná Bay Fruit Cy, (y al año siguiente es descubierto, en esa capacidad, como contrabandista) (46). En 1899 el General Heureaux tenía intereses en las siguientes industrias y empresas: por 1/3 parte en Empresa Muelle y Enramada, Santo Domingo, de la que Bancalari era administrador y Vicini uno de los mayores accionistas; por 1/3 parte en la Fábrica de Fideos de Pou, Rodríguez y Cía ~ por 1/3 parte en la goleta holandesa 'Leonor' de J. M;. Leyba (curazoleño sefardí y cónsul de Holanda) y J. Willems; 133 acciones en el Banco Nacional de Santo Domingo, a nombre y en manos de C. W. Wells, Nueva York. por $66,666.66 en la New Jersey Sán Domingo Brewer Cy.; también en la Sociedad Mercantil Hamburgo, alemana (directores Viñamata y Huttlinger); en el muelle de Puerto Plata y en la Fábrica de Jabón de Puerto Plata; en la 42 Sucesión Heureaux. 43 Actas del Congreso, Sección de Fomento, 10 de febrero 1.885. 44 I dem , 9 de !Wlyo 1898. 45 Ltsttn, 17 de abril 1899. 46 Listin, 13 de enero 1899.

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Empresa 'Yaque' (J. I. Jiménez) en Monte Cristi; con 62 1/2 acciones en "la Samaná Bay Fruit Cy. (las acciones estaban 'en poder de E. Demorizi'); en la firma García, Sánchez & Co., en Sánchez; en el Muelle de Azua (director John Hardy, EE. UU); en la 'West Indian Public Works' del italiano L. Cambiaso y en el Ferrocarril de San Francisco de Macorís; además el General recibía una bonificación de 5 cts. oro americano sobre cada quintal de azúcar exportado por la Central Azuano de J. B. Vicini y una suma igual por quintal de la Central Quisqueya de Juan F. de Castro en San Pedro de Macorís. Del señor W. P. Clyde en Nueva York, director de la importante línea naviera, recibía anualmente una suma de $5,000 oro americano; P. A. Lluberes negó el que Heureaux poseyera 1/3 de las acciones en las plantaciones de guineo y en la refinería de petróleo en La Romana, y Salvador Ross negó una participación del Presidente en el Muelle de San Pedro de Macorís (47). De todos estos datos se deduce en que medida el Pre sidente estaba interesado personalmente en las actividades de los empresarios; también es evidente que no había división clara entre los grupos de productores de azúcar y los comerciantes de café, cacao y tabaco por una parte y los otros comerciantes, los financieros y constructores de pequeñas industrias y obras portuarias por otra parte. El .dinero ganado con el cultivo y comercio de los productos de exportación era invertido gustosamente en parte en la fabricación de productos de consumo y en el financiamiento privado de obras de infraestructura, ya que ambas inversiones prometían y rendían grandes ganancias en períodos de estabilidad política; mientras que por otra parte las sumas ganadas con especulaciones financieras, con construcciones y. transacciones comerciales eran invertidas gustosamente en la compra de empresas agrícolas y bienes raíces, como también era el caso de Heureaux. De esta manera tuvo lugar en esos años el surgimiento de un grupo acaudalado y unido de comerciantes, productores y financieros, el cual consistía, si se toman los apellidos como guía, en parte de 'antiguas' familias dominicanas (Abreu, Ricart, Rodríguez, Grullón, etc.), 47 Sucesión Heureaux.

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quienes por lo demás sólo habían llegado a la prosperidad e.sos años, pero que en su mayoría estaba compuesto de inrrugrantes, de procedencia cubana, curazoleña y europea. Con este grupo se inició una burguesía dominicana en sentido sociológico, como espero demostrar con más detalle en un capítulo posterior. No obstante lo antedicho, no debe subestimarse la ambigüedad en la relación entre Heureaux y 'los comerciantes'. El Presidente, siempre armado de la 'suspicacia' indispensable para las actuaciones políticas, reconoció en todo momento a sus 'amigos por dinero' como tales; más bien la relación era una basada en un sistema de canje con sanciones implícitas:el Gobierno necesitaba de los comerciantes como prestamistas, a éstos les convenía la estabilidad política; el Presidente podía utilizar su aparato de sanción arbitrariamente para crearle dificultades a los reacios; el comercio podía, por medio de presión económica poner al Presidente en apuros; era, en pocas palabras, una alianza inestable que sólo se mantenía mientras las ventajas mutuas fueran consideradas mayores que la desconfianza mutua. Una cartita escrita de prisa con lápiz por la señora Dubocq al Canónigo Nouel, revela el temor que podía apoderarse de las clases acomodadas: "Don Carlos, por Dios, Hágase el favor de ocuparse de ese negocio. A la salida de misa me dijo Salvador que Lilís (Heureaux) quiere una suma pero que no da garantía, dígame si eso es verdad. Que le dijo Gregario Billini. Mañana es que debo sacar ese dinero de la casa de Pou y yo lo tengo en cabeza; el 27 debo irme y cómo me hago. Ud. es la única persona en quien tengo confianza y franqueza, dígame qué hago. Contésteme o venga acá si es posible" (48). Pero también había muchos homenajes para el Presidente de parte de los prestamistas: en 1893 podía admirarse en la sala de exhibición Le Figaro en París, la butaca que Cosme Battle había encargado como regalo para Heureaux (49); en 1896 la casa Tiffany's en Nueva York, le hizo una espada de honor que le iba a ser ofrecida por el Congreso Nacional (50); y todavía en 1899 "El Sr. José A. ~n

48 Epistolario de Nouel, I, D 58 s. f., A GN. 49 Listin, 20 de noviembre 1893. 50 Idem, 6 de octubre 1896.

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Puente (cubano), en su propio nombre y en el del Gral. Heureaux, regaló al Ayuntamiento saliente de Sánchez, la suma de 2,671.50 y pico de pesos de oro que éste le debía a la casa comercial José A. Puente y Cía., de aquella Villa, a fin de que ningún compromiso encontrara el entrante"( 51). Pero en ese mismo año de crisis económica, según Rufino Martfnez, "dos buenos amigos suyos capitalistas, uno de la capital y otro de Puerto Plata, cuando vieron que la insolvencia del Gobierno era un mal incurable, suspendieron el crédito y empezaron a exigir el pago de intereses acumulados." Heureaux por su parte soñaba en éste, el último año de su vida, con una complicada intriga con que llevaría a la justicia a todos los que tanto se habían enriquecido bajo su régimen y que comenzaban a amenazarlo (52); de manera sutil dejó tal vez que este sueño ejerciera influencia, cuando le escribió a los italianos Bernardini y Marietti en Puerto Plata: "A mi vez les deseo dicha, salud, prosperidad, para que el país también recoja parte de los beneficios creados y gozados por Uds" (53).Su asesinato en julio de ese año puso término abrupto a ese sueño; cuando su Vice-Presidente Figuereo se vio obligado a renunciar ya en agosto, también culpó a los prestamistas: " ...un gobierno exhausto de dinero, cercado de acreedores que de súbito asumían una actitud intransigente para con el desdichado país que ellos habían, en su mayor parte, contribuído a cargar de deudas frente a un pueblo casi hambriento"(54).

e) El comerciante .v la comunidad Al nivel de los organismos menores del Gobierno -Gobernación, Ayuntamiento-, las relaciones económicas con los comerciantes eran un reflejo en menor escala de las del Gobierno central. Los municipios prósperos podían 51 Idem, 19 de enero 1899. 52 Martinez; R., op. cit.. 135. 53 Cartas Pres. Heureaux, AGN, 18 de enero 1899. Listin, 31 de agosto 1899.

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permitirse hacer contratos con bases iguales a los del Presidente: así Isaac D. de Marchena se comprometió en 1885 con San Pedro de Macorís para construir una iglesia católica, recibiendo en cambio, entre otras cosas, 5 centavos por cada quintal de azúcar exportado por la común (55). Además las ciudades más grandes se beneficiaban de los obsequios y las iniciativas de los comerciantes, destinadas a embellecer o mejorar la 'patria chica'. La creación de parques, la construcción de cercas para los cementerios, la construcción de iglesias, la creación de un cuerpo de bomberos voluntarios, eran con frecuencia el resultado de tales actividades. El patrón que se repite siempre, de fijar ingresos específicos futuros para financiar proyectos concretos. lo hallamos también aquí: a veces el producido de determinadas empresas agrícolas era legado para un fin benéfico; así también debió el Hospital San Rafael en Santiago su existencia al conocido comerciante José Manuel Glas, "por haberle éste cedido el usufructo de los dos barcos que le pertenecían" (56).Cuando durante las fiestas de la Virgen de la Candelaria en San Carlos, "el arrogante barrio del Pendón venció al legendario barrio del Mamey," este último recibió dinero de E. Hatton, administrador del vecino ingenio La Fe. Los habitantes del primero cantaron entonces El mendigo mameyero alegrar sus fiestas quiso ya mister Hatton, sumiso, le fue a pedir su dinero, etc.(S?) Las comunes más pequeñas y pobres dependían, naturalmente, de la generosidad del Gobierno central. Frente a esta filantropía incidental de los comerciantes estaba su afán de lucro que mitigaban pocos sentimientos: una pequeña baja en el valor del peso mejicano que estaba en uso, fue motivo para que los comerciantes en Azua aumentaran sus precios inmediatamente con un 50 por ciento, y un aumento de salarios de 50 por ciento para algunos grupos de empleados llevó en 1899 en la capital a 55 Actas Congreso, 17 de marzo 1889. 56 Bueno, op, cit., datos históricos. 57 Gonzdiez Rodnguez, M. A., op, cit.

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una alza de precios de 200 por ciento (58). Sin embargo. esta ansia de lucro no iba acompañada de una contabilidad rigurosa, de técnicas de cobro eficientes, en pocas palabras, de precisión y puntualidad económicas. El código dictado por la cultura en el tráfico comercial apenas permitía tales cosas; los riesgos que esto conllevaba explican quizás justamente, junto con los peligros de inestabilidad política y la poca lealtad de los inmigrantes hacia país y pueblo, los grandes márgenes de ganancias que ellos se adjudicaban. De todos modos siguió siendo común cobrarle a un cliente respetable una cuenta de algunos pesos de la manera siguien te: " ...Esta exigencia no -la motiva sino la -falta de recursos pecuniarios, así, pues, espero me dispensará S.S. toda vez que se persuada que ningún otro móvil me ha impulsado a llamarle la atención sobre tan pequeña suma, que debería haber aguardado a que S.S. la hubiera satisfecho cuando se lo permitieran las circunstancias o fuese de su gusto. Como juzgo que este paso no alterará el -amistoso afecto que nos profesamos, ruego a S.S. que continúe como hasta aquí dispensando sus favores a su affmo. amigo y servidor.:." aunque después de una larga espera podía escribirse con menos rodeos: "Creo que ya U. haya estudiado la manera como pagarme, como U. me mandó a decir la última vez, porque ya va un año que U. me debe esa cuenta y debe considerar que yo no puedeo fiar por tanto tiempo"(59). Por otra parte los compradores gastaban con facilidad cualquier suma pequeña que quedara después de la compra ('el pico'): "Si lo comprado les cuesta 97 centavos: ¿Y de qué le doy el pico? Démelo de lo que quiera;" en el campo, un pelo del bigote servía a veces de fianza de préstamos, sin que se fijara nada más por escrito (60). 58 Listtn, 10 de julio 1893, 4 de abril de 1899. 59 Epistolario Nouel, A GN, u. M, 16, 17 de Antonio Masjurzi a e Nouel, 29 de agosto 1887 y 6 de abril 1888. 60 Jimenez, R. Emilio, Á( Amor def Bohio, Tomo 1, Santo Domingo, 1927. Edit, Montalvo, 201, 235. En una décima escrita en supuesto italiano, que dedicó el cantor popular Juan Antonio Alix en 1891 a la colonia italiana de Santiago, dtce: "Como tuti santiagueri A di colone apreciata Pur le vende dtmaciata A lo gente sin dinero. " (J. A. Alix. Décimas, selección y prólogo deJoaquin Balaguer ler. tomo, Libr. Dominicana, Ciudad Trujillo, 1961, 59).

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Fue un inmigrante sefardí quien osó hacerle frente a estas costumbres: el 15 de julio de 1893, Eugenio de Marchena colocó el siguiente 'aviso importante' en el Listín: "Como quiera que parece entrar en las costumbres el desconocer toda deuda que no esté apoyada en un documento, y como es otra costumbre funesta que el que toma créditos en las casas de comercio no otorga nunca pagarés; participo a mi numerosa clientela que a partir del 1.0 de setiembre, o me deben pagar todos los que me adeudan, o tendrán que firmar un pagaré cual sea la suma, pues no deseo dejar en la miseria a los míos por no tomar esa necesaria precaución." También fue un inmigrante quien introdujo métodos de propaganda más agresivos: el Sr. Ostertag, que vendía Crema de Malta, adornó un coche con cajas de ese producto, cosa que fue comentada favorablemente en el periódico. Y en 1893 finalmente, la entrega de una suma de 10,000 pesos mejicanos por un seguro de vida en 'El Sol de Canadá' fue una novedad aclamada por el Listín (61). Pero no parece que estas innovaciones fueran consideradas por el momento como otra cosa que curiosidades.

d) El sistema económico y administrativo del Gobierno

Volvamos ahora a las actividades y actuaciones económicas del Gobierno. Como ya se ha puesto en evidencia por muchos de los datos mencionados anteriormente, la separación entre los medios privados del Presidente y las finanzas estatales, era vaga, flúida y con frecuencia inexistente. En una carta a su entonces prestamista y agente en San Tomás, Jacobo Pereyra, Heureaux salta con facilidad del plural (Gobierno) al singular (privado): " ...Estamos, mejor dicho, estoy un poco estrecho de dinero y se gasta mucho en estos días de elecciones ... podría yo conseguir un empréstito particular... por $10.000, pagadero en seis meses y bajo mi responsabilidad? "(62) Pero también se utilizaba esa 61 Listtn, 1 l de febrero, 25 de mayo 1893. 62 Cartas Preso Heureaux, AGN, 24 de mayo 1882.

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posibilidad en sentido contrario: en el '87 comunica a otro financiero extranjero, John Wanamaker, de Philadelphia, que una deuda personal "ha sido incorporada en la cuenta del Gobierno" (63). Un préstamo hecho por el mismo Wanamaker más tarde en ese año, y que debía ser amortizado por los derechos de exportación de San Pedro de Macorís y Azua, es considerado sin embargo "un negocio más bien de amigo a amigo que de Gobierno" (64). También en ese mismo año se declara personalmente como garante por las deudas que los comerciantes dominicanos tienen contraídas con la casa Brondsted en San Tomás (65). Sin embargo, cuando Heureaux comienza a actuar a mediados de los años noventa como acreedor del Estado, sí se crea en los contratos una división entre la persona pública y la privada. No obstante, también en esos años sigue existiendo, aunque en otro sentido, la indefinida separación económica de esas esferas, lo que no puede ser ilustrado de mejor manera que con una anotación en la Libreta de Hacienda y Comercio del 12 de noviembre 1896, según la cual Heureaux había tomado prestada durante su viaje por el Cibao una suma de 307,271.87 pesos de los Sucs. Cosme Battle "para atender a erogaciones del Servicio Público y otros gastos personales". La Comisión encargada de hacer la descripción del inventario después de la muerte de Heureaux habló de: " ...la predisposición natural en muchos ánimos a considerar que cuanto poseía el general lIeureaux debía pertenecer a la Nación, suponiendo erradamente que no existía perfecta separación entre los dos patrimonios, por la aparente confusión de las dos calidades, privada y pública' que concurrían en el finado" (66). Pero la Comisión se equivocaba en la idea implícita de que una tal "aparente confusión" sólo podía hallarse en el "finado", y que una "perfecta separación" había existido realmente y era la regla. Esto no era cierto: la identificación del Presidente con el Estado y el país, no sólo en sentido 63 Idem, 26 de febrero 1887. 64 Idem, 13 de septiembre 1887 al Sr. Gral. Miguel A. Pichardo, Ylinistro de Guerra. 65 Idem, 23 de julio 1887 a DII. Cosme Battle, Puerto Plata. 66 Sucesión Heureaux.

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económico, sino también político, ya había existido antes y seguiría existiendo después del régimen de Heureaux: era consecuencia de lo que Max Weber llama una "estructura de autoridad patrimonial," que analizaremos a su debido tiempo. Interesante es anotar aquí como Heureaux, buscando tal vez inconscientemente un contrapunto contra esa identificación, gustaba de hacer comentarios en que llevaba la separación entre la persona y la función hasta lo ridículo; muchas anécdotas lo atestiguan. Ya en 1882, poco antes de su primera presidencia, se ejercitaba en esto: en una carta al Presidente Meriño escribía sobre sí mismo: "Situación de Lilís, este infeliz se encuentra enteramente arruinado, obligado a aparentar lo que verdaderamente no es, debe por lo menos $2,500..., pues este pobre amigo para ayudarnos ha tenido que hacer grandes sacrificios, tanto en el Gobierno como en las Compañías de Préstamos" (67). Entretanto sigue siendo un hecho el que Heureaux financiara personalmente desde 1897 los presupuestos de diversas comunes como el Seybo, Azua, Barahona; y huelga decir que, en 1899, cuando el país fue plagado por graves sequías y una crisis económica y cuando se temía, y con razón, por la existencia del régimen, la falta de separación entre las esferas económicas, privada y pública se convirtió en una necesidad vital de los funcionarios políticos: Heureaux repartió entonces $6,000 oro a algunos comerciantes para comprar en los EE.UU. artículos de primera necesidad para venderlos con un máximo de 10 por ciento de ganancia; ofreció en venta 1,000 becerros para estabilizar el precio de la carne; incluso regaló arroz a los comerciantes para que lo vendieran a 15 cts.; también el gobernador de Santo Domingo, Pichardo, sacrificó ganado de su propio hato para combatir Ia escasez, asr como uno que otro comerciante amigo (Manuel Coceo en Puerto Plata) se decidió a establecer una "tienda popular" (68).Pero aquí se trata claramente de medidas desesperadas, que por otra parte ilustran en qué medida las figuras dirigentes de un sistema político semejante, temían la caída del mismo, y cómo estaban dispuestos a evitarla, poniendo en juego su 67 Cartas Heureaux, 15 de febrero 188:1. 68 Sucesión Heureaux, 39'7 )' sig.: l.istin, 15 de mayo, 29 de 'marzo, 4 de abril, 5 de abril 1899.

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capital privado; ya que sus propias vidas podían estar en juego, no cabía pensar en una división entre las esferas privada y oficial. Cabe en el sistema patrimonial el que, también en los niveles inferiores, ocurriera con frecuencia una mezcla de los dineros privados y públicos. El Presidente esperaba que, de ser necesario, el empleado responsable costeara los gastos público s de su propio pecunio ; la promesa de reem bolso en el momento oportuno debía ser considerada como suficiente garantía: "He tomado nota", escribe Heureaux al Administrador de Hacienda en Azua, "respecto de lo que me dice acerca de los $1,950 que le enviara la Contaduría y me extraña que esa suma sólo la destinara Ud. a los extraordinarios de la Provincia, pudiendo atender a todos los ya habidos con su crédito personal en la seguridad de que como lo he hecho otras veces atendería preferentemente a cubrir sus créditos" (69). También formaba parte del 'código económico' de la estructura patrimonial, el que ciertos puestos gubernamentales produjeran bonificaciones a favor de los recursos privados de los empleados; en el raro caso de que el empleado sacrificara este derecho, esto aparecía en el periódico: "El Sr. Tesorero Municipal de Santiago ha renunciado generosamente en favor de la común el 4 por ciento que le corresponde sobre el último empréstito municipal. Que asciende a $600 mejicanos" (70). La idea de corrupción, cuya definición se basa usualmente en la separación entre los medios públicos y privados, es difícilmente utilizable en una estructura semejante. Aún cuando' esa separación fuera la norma ideal que tuviera el individuo, siempre había también la inseguridad sobre la duración de su empleo, para instarlo a sacar provecho del mismo. Cuando el héroe de uno de los cuentos de José Ramón López, escritos en el período que tratamos, es nombrado Interventor de Aduanas, dice: "Mi madre, mi santa madre, tan honrada toda la vida, se enteró también de mi nombramiento y vino a felicitarme. -Aprovéchate, hijo -exclamó con la voz velada por el 69 Cartas Heureaux, A GN, 14 de marzo 1893 a Sr. Don Daniel Di Ortiz, 70 Listin, 11 de junio, 1896.

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llanto. -Aprovéchate. Dios presenta muy pocas ocasiones en la vida. -Mamá, no tema Ud. El sueldo ... - ¡Qué sueldo, muchacho! El sueldo es nada en comparación ...- Ah no. Ni un centavo más ni un centavo menos. -Hijo, -replicó mi madre con dolorosa angustia. -Hijo, que vas a volver a los días sin pan y a las noches sin luz; Piensa en el porvenir, piensa en tus hijos ..."(71). Finalmente es difícil utilizar la definición "normal" de corrupción, porque desde antaño era tradicional el que el Gobierno hiciera obsequios en dinero o en bienes, periódicos o no, a individuos, sin que estos tuvieran que hacer ninguna retribución material. A veces se ponían en relieve, para justificar estos obsequios, los servicios prestados al Estado en el pasado, pero por lo menos con igual frecuencia se trataba de individuos que debían ser inducidos, por medio de obsequios, a desistir de tomar partido en contra del Gobierno. En un país donde el número de funciones gubernamentales era limitado, el Gobierno -o el Presidente- actuaba así como organismo de filantropía calculada, que naturalmente siempre estaba mezclado con fines políticos. Como se ve en una carta de Heureaux a Luperón, este último había tratado de formalizar en cierto modo el sistema de obsequios, llamándolos 'asignaciones': ", ..No me atrevo a 'contestar sus conceptos respecto al sistema de Gobierno que dice U. he implantado, yo creí que U. sabía que antes de mi advenimiento a la cosa pública, el país estaba dominado por la corrupción, y si no me engaño, fue el virus que gangrenó las masas para derribar al Gobierno de Don Ulises (Espaillat), y como el país ha seguido bajo el imperio de esas mismas costumbres, tuvo U. en el Gobierno Provisional que inventar el expediente de asignaciones para repartir de un modo más equitativo las sumas que en dádivas y alhago se repartían; siguiendo ese orden de cosas, se ha relajado al extremo que todos quieren vivir del Estado, y U. cuando ha estado mandando ha repartido sumas considerables en el mismo concepto, pero como U. no ha tenido la necesidad de asumir materialmente la responsabilidad de estos actos que U. condena, me culpa 71 Lopes, J. Roo "Moralidad social", en: Rodriguez Demorizi, E., Cuentos de potúica criolla, Librería Dominicana, Sto. Domingo, 1963, 78.

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y me acusa sin reflexionar un momento que la República ha sido hecha girones por otros y que yo he venido a gobernar encontrándola en el Caos" (72). Por otra parte, a veces no bastaban estos obsequios para mantener tranquila a alguna persona: "mi compadre Manuel María Almonte , que con motivo de un asunto de $500 con Ginebra, se ha dejado sentir inclinado a la fila de los descontentos por dinero; esto no es extraño, aquí, allá y por todas partes se siente el malestar que produce en el ánimo de nuestros amigos el que el Gobierno o yo no podamos satisfacer sus aspiraciones de 'dinero a pesar del sueldo o asignación de que gozan ..."(73). No existía en el siglo pasado la costumbre de pagar regularmente los sueldos gubernamentales. En su lugar se firmaban con frecuencia 'hojas de sueldo' que eran utilizadas como medio de pago con cotización variable. Debe haber sido también la inseguridad de la situación financiera la que hizo que los empleados más altos y los miembros del parlamento demandaran con frecuencia un pago diario (74). En 1893 el gabinete recibía diariamente pagos que variaban de S17.06 2/3 para el Vice-Presidente de la República y su secretario, ~ $10.33 1.'3 para el Ministro de Relaciones Exteriores.í Zfi) Del año 1889 tenemos disponibles las cifras del presupuesto. El total de gastos de $1,408,543 se dividía entre los Departamentos de la manera siguiente: Hacienda y Comercio: 39 por ciento: Guerra y Marina: 31 por ciento; Interior y Policía: 14 por ciento; Justicia: 6.5 por ciento; Fomento: 5.5 por ciento; Instrucción Pública: 3 por ciento; Relaciones Exteriores:' 0.5 por ciento (76). Pero la administración pública siguió siendo extremadamente defectuosa y errátil. Fue sólo en 1896 cuando se decidió tomar nota de una manera organizada, de las informaciones 72 Cartas Heureaux, A GN, 14 de septiembre 1887, al Sr. Gral. G. L uperán, Part's. 731dem, 13 de septiembre 1887, al Sr. Gral. Segundo lrnbert, Puerto Plata. 74 Actas Congreso, MIn. de Hacienda y Comercio, al Preso Congreso, 7 de mayo 1888. 75 Libreta Resoluciones Hacienda, dictadas por el Poder Ejec. No. 101, 27 de septiembre 1893. 76 Abad, op. cit., citado en: Mensajero, op. cit., 269.

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más esenciales: " ...Por cuanto es de notoria necesidad la formación de un cuadro estadístico que corresponde al movimiento aduanero de la República con el fin de preparar de ese modo y dar base a la reforma de las leyes arancelarias y otros trabajos de interés general y de singular importancia que tiene en miras el Poder Ejecutivo, para la futura organización del país, resuelve: encomendar a los señores Hipólito Billini y Federico Henríquez y Carvajal la colección de todos los datos estadísticos de las operaciones aduaneras en general, correspondientes a los años 1895 y 1896; remunerar a los citados señores con una suma mensual de S200 m.n. cada uno, hasta la terminación de dicho trabajo"(77). También se exhortaba a la in SIal ación de balanzas en los principales centros mercaderos. También en 1896 fue aprobada una nueva Ley de Hacienda, con el fin de "implantar un sistema de orden interior, con relación a la contabilidad." Como 'primer fruto' se mencionaba con orgullo que "se han rendido todas las cuentas fiscales de la República que el Min. de Hacienda ha podido presentar al Congreso Nacional, ya examinadas y aprobadas por el Honorable Tribunal de Cuentas"(78). e ) 1';/ sistema monetario

En su Reseña General Geográfico-Estad¡'stica, José Ramón Abad constataba en 1888 que "el cálculo y la especulación han traído a los mercados de la República una masa de moneda inferior a la que antes existía" y señalaba que Santo Domingo se había convertido en "el receptáculo de todos los cuños de desecho" (79). Federico Henríquez y Carvajal escribía en 1886 en su 'Mensajero' que la 'cuestión monetaria' causaba dificultades al país desde 1883; en aparente respuesta a alusiones ya publicadas continuaba: "No son los comerciantes hebreos quienes exclusivamente han especulado con la introducción del sol (peruano) y fracciones de los pesos de 80 centavos sur y 77 Libreta Rae. y Comercio, No.Ll O, AGN, 12 de noviembre 1896. 78 Exposición. op. cit.• 179. 79 Cit. en Mensajero, op. cit.• 272-273.

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centroamericanos," a lo que añadía inmediatamente, que la introducción de estos dineros era perfectamente legal, puesto que el dinero es sólo una mercancía. Además era de opinión que el cambio de toda la moneda extranjera en 'moneda nacional', lo cual conllevaría una pérdida de 15 a 20 por ciento, pondría a los exportadores azucareros en grandes dificultades. El cambio efectuado en los años anteriores de la moneda norteamericana al peso, sobre todo al mejicano, había perjudicado principalmente a los obreros: "Eduardo gana desde el año 1873, en que la plata norteamericana servía de norma, S50, pero desde el año 1879 los recibe en plata mejicana. Ha venido perdiendo, pues, la diferencia producida por el agio" (80). Heureaux pensaba en 1887 que "la introducción que se haga de monedas extranjeras, no es de temerse por las lucias y agujereadas, que puede decirse han desaparecido de las Antillas vecinas y que no pueden por su naturaleza ser objeto de una grande especulación; a lo que se debe temer es a la importación de las pesetas granadinas, prucianas y chilenas; pues ya eso se presta a fuertes especulaciones. La introducción está prohibida y penada, y por este lado es difícil que se haga, pero es ncccsario.; fijarse mucho en los vapores que vengan de Colón, pues allá hay plétora de aquella moneda" (81). En ese mismo año el puertorriqueño Ramón E. Betances le presentaba a Heureaux desde París un proyecto que "tiene por objeto la introducción de una moneda nacional en esta República," a lo que el Presidente contestó cortés pero cautelosamente: "de pronto no me ocurre sino una observación"; así escribía,"yes que antes de hacer un contrato para la acuñación de moneda debe darse la ley fijando tipos, valores, etc., calculándola sobre las de Francia, Suiza, Bélgica e Italia y aún de Venezuela, para tener franca la entrada en la Unión Latina (Monetaria)" (82). Pero ya en 1888 se dictó una ley de acuñación de moneda dominicana en que se señalaba al Banco Nacional, 80 Mensajero, 42 y sigo 81 Cartas Preso Heureaux, AGN, 6 de octubre 1887 a Dn. José M. Glas, Santiago. 82 Id em , 24 de octubre 1887 al Dr. Dn. R. E. Betances, 6 bis. Rue Chateaundun, Paris.

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recien creado por el Crédit Mobilier, como banco de emisión de los 'dominicanos' que valdrían 25 por ciento menos que su prototipo, el franco, lo que "producía relativa alarma en ciertos gremios y alguna dezazón en la generalidad de los centros productores del país" (83). En noviembre del mismo año el Congreso Nacional decretaba que cada 100 unidades que se le debieran a la Hacienda pública debían ser pagadas de la manera siguiente: "80 en pesos mejicanos, al tipo de 100 cts. cada uno, o en pesos chilenos y peruanos al tipo de 90 cts. cada uno, o en billetes 'Banco Nacional de S.D.' a la par, de los que circulan en virtud de Resolución P.E. 21 de diciembre 1881; 10 en moneda de plata corriente; lOen moneda nacional de níkel" (84). En 1892 y 1897 tuvieron lugar nuevas emisiones de moneda de plata, en que estaba relacionado, como ya vimos, J. B. Vicini. A la emisión del 1892 se habrá referido la crítica de Luperón cuando hablaba de "monedas de plata y de níkel de mala ley, que no se cotizan a ningún tipo en los mercados extranjeros, acuñadas en Bruselas sin ningún contrato oficial" (85).También se hicieron nuevas emisiones de papel moneda en los años noventa, en las que estaba envuelta la Santo Domingo Improvement Cy. La creciente crisis en la situación monetaria dominicana puede reducirse, a mi manera de ver, a las siguientes causas: 1.0 la observación correcta de Abad, de que por la introducción de 'dinero malo' extranjero, y en perfecto acuerdo con la Ley de Gresham, había salido de circulación el 'dinero bueno'; 2.0 y estrechamente ligado con lo anterior: el ansia especulativa monetaria de algunos comerciantes; 3.0 la creciente devaluación internacional de la plata en esos años; 4.0 la política gubernamental inadecuada, que fomentaba la inflación con nuevas emisiones y empréstitos y que minaba, cada-vez más fuertemente, la confianza en la moneda. En 1893 (el año de la gran crisis norteamericana) se dictó un decreto, según el cual debía pagarse por cada peso de plata extranjero importado un impuesto de 20 centavos; la importación de un peso en fracciones estaba gravada con 83 Mensajero, op. cit., 273. 84 El Eco del Pueblo, 24 de noviembre 1888. 85 Luperán, op. cit., IJI, 323.

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30 cts. En el considerando del decreto se señalaba "que la depreciación de la moneda de plata extranjera produce notables perjuicios a los intereses de la Nación y a los de los particulares," y que el Gobierno debía hacer todo "para poner los intereses públicos al abrigo de especulaciones ruinosas." Sin embargo el decreto no entraría en vigor sino IO días después de su promulgación y, además, se dictaron inmediatamente resoluciones exonerando a varios comerciantes de las medidas (86). En 1896 se permitió nuevamente la importación libre de pesos mejicanos por la gran escasez de ellos (87).Por ley del 17 de marzo 1897 se fijó nuevamente cuáles monedas eran consideradas 'moneda corriente': moneda níkel; moneda tipo francos de la Rep.; moneda de bronce de la Rep.;moneda acuñada (emisión) y billetes Banco Nacional, garantizados por el Gobierno, en que la relación moneda corriente-oro americano era fijada en 2: 1, Y la relación moneda corriente-plata mejicana para "compromisos entre particulares" en 1: 1 (88), pero este tipo de resoluciones ya no pudieron surtir efecto. Ya al año siguiente hubo que recurrir a una medida de emergencia: "a partir del 1.0 de diciembre de 1898 los derechos de exportación se cobrarán en oro del cuño de los Estados Unidos y a falta de éste en giros librados por los exportadores sobre plazas extranjeras.., De las cien unidades de los derechos de exportación se agregará un veinte por ciento .que se entregará al Banco Nacional de Santo Domingo o a sus agentes para la amortización de los billetes emitidos por el mismo Banco"(89), pero ya no podía evitarse la catástrofe. En el comienzo de 1899, Heureaux viajó a las principales ciudades para llegar a un acuerdo con los comerciantes sobre nuevos tipos de cotización: la relación moneda corriente-oro americano fue fijada ahora en 3: 1. En su Mensaje de este año, el Presidente anunció la 86 Llbreta de Hacienda, No. 101, AGN, 4 de julio 1893. 87 El cantor popular Juan Antonio Alix escribió (m 1897 una décima "Manifestación de la Moneda Mejicana", que comenzaba as¡': "Señores, ya voy de ruta. Para otra tierra lejana, Queda hoy con la, batuta, La plata Dominicana". [Alix, op.cit., 122). 88 Listin. 17 de octubre 18'96; 24 de agosto 1899. 89 Cartas Heureaux, A GN, 10de enero 1899 al Gral. T. Cordero y Bidó, Santiago.

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Importación de monedas de oro, y la cancelación del papel moneda nacional (llamada por el pueblo "papeletas de Lilís") (90). También señaló algunas de las causas de la crisis: "No había, pues, razón alguna para el pánico renaciente desde la última emisión de billetes hecha por el Banco, y hay que atribuirla a la insuficiencia de las nociones económicas de la generalidad del país, que ve peligros en una emisión limitada a cifra inferior a las necesidades diarias de la población (la emisión era de $1,600,000). Esta prescindencia de los buenos principios económicos pone la fortuna pública a merced del primer agiotista que aspira a alzar el cambio. Con hacer una oferta superior a la cotización del día, establece nuevo tipo, cunde la alarma y de un momento a otro todos los comerciantes se preparan (oo.) señalando a sus artículos precios mayores. Y mientras eso sucede, el tipo de los jornales (oo.) permanece casi inalterable, haciendo angustiosa la situación del obrero y del artesano." El intento de invasión de J. I. J iménez en junio de 1898, que en sí no era importante, así continuó el Presidente, había tenido repercusiones en el extranjero, lo cual espantaba el capital necesario para nuevas operaciones financieras. "Estas dificultades en el Mercado exterior, recrudecidas por las consecuencias económicas y financieras de la guerra que sostuvieron los EE.UU. y España, principalmente en aguas y territorios vecinos a los nuestros, se reflejaron con una transcendencia peligrosa en el Mercado interior, y tomando pie en el nuevo sistema I'tlonetario implantando en el país, y más aún en la reciente emisión de billetes del Banco Nacional, causaron un pánico infundado en el público y empeoraron de todas maneras la .situación económica"(91). En abril fue nombrada una Comisión Nacional que se encargaría del trueque e incineración de los billetes depreciados del Banco Nacional; esta operación sería posible por un empréstito del inglés F.H. Morris (92). 90 Marrero Arist y (La República Dominicana, Edit, del Caribe, Ciudad Trujillo, 1958, Vol. ll, 263) habla incluso de una huelga de comerciantes que no quedan aceptar las "papeletas de Litis" de la emisión 1897, y de numerosos pequeños comerciantes que por el. mismo motivo habrian sido asesinados por orden de Heureaux, 91 t.isun, 1 de marzo 1899. 92 Herrera, op. cit., 89.

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Durante su viaje en el Cibao, el Presidente prometió en el mismo mes, que en julio los billetes serían cambiados por oro con una cotización de 4 al, lo cual podía ser considerado atractivo para los comerciantes que se habían aprovechado de cotizaciones de II a I y más. Entretanto escaseaba el menudo -las motas-: tanto en la capital como en Puerto Plata se emitieron billetes de menudo. Los precios llegaron a altitudes absurdas: en Azua, un par de zapatos costaba 522, una libra de arroz 50 cts. Una grave sequía azotó simultáneamente varias partes del país acrecentando la escasez y la carestía de los artículos de primera necesidad. En julio, Heureaux partió para el Cibao, donde fueron incinerados miles de billetes, lo que causó una baja en el precio del oro y un alza en el valor de las 'papeletas de Lilís'. En Moca debían cambiarse 100,000 billetes por (vales de) oro. El 26 de julio, Heureaux fue asesinado en esa ciudad (93). Ya el I de agosto, un grupo anónimo de comerciantes proponía fijar el cambio en 3 al, a lo que con razón protestó Federico Henríquez y Carvajal, quien al momento de la muerte de Heureaux era Presidente del Ayuntamiento de la Capital, por las altas ganancias que ellos harían (94). Durante el Gobierno Provisional de Horacio Vásquez, que se instaló el4 de septiembre de 1899, las 'papeletas de Lilís' fueron sacadas de la circulación por medio de remates mensuales con una cotización de 5 a J (95).

f) Cambios en las relaciones económicas con el exterior De acuerdo- con el patrón de comunicaciones. como lo describimos en el capítulo anterior, los centros financieros extranjeros se hallaban durante las primeras cuatro décadas de existencia de la República, dentro del área del Caribe. a 93 Listt'n, 13 de abril; 22 de marzo; 21 de julio; 26 de julio: 28 de julio 1899. 94 Listin, 1 de agosto; 3 de agosto 1899. 95 Marrero Aristy R .. op.cit. 269. Véase además: Banco Central de la República Dominicana, Legislación Moneraria y Bancaria de la República Dominicana, Ciudad Trujillo, 1955, pp. 5·51.

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saber en Curazao y San Tomás; en las dos islas fueron principalmente banqueros sefardíes, como respectivamente J. A. Jesurún e Hijo y Jacobo Pereyra, quienes facilitaron los empréstitos. De los dos grandes empréstitos que hizo la República antes del 1890 fuera del área del Caribe, el empréstito Hartmont de 1869 fue resultado de contactos que había realizado Jesurún, en conjunto con el financiero francés Adolphe Mende, en Europa, mientras que el empréstito- Westendorp de 1888 fue preparado por el inmigrante curazoleño-sefardf Eugenio G. de Marchena. De los papeles de Heureaux puede verse cómo éste, aún muy entrados los años ochenta, mantiene su contacto con la firma Pereyra como acreedor privado y agente Además y después comienzan a actuar como sus prestamistas privados en el extranjero principalmente los señores Wanamaker & Brown, de Philadelphia, y Federico Hohlt, en Hannover; este último tenía intereses comerciales en la República. Sin embargo puede decirse en términos generales, que la influencia financiera europea en el país, que se mantuvo hasta los años noventa, se basaba en una red de relaciones que los sefardíes del Caribe mantenían en Europa. No causa por lo tanto sorpresa que este grupo orientado hacia Europa se resistiera a la creciente penetración norteamericana, lo que finalmente le costó la vida a Marchena.

El surgimiento del predominio financiero norteamericano, aún cuando fuera quizás inevitable a la luz de la nueva industria azucarera con su orientación hacia Nueva York, fue acelerado por la debacle de la firma bancaria Westendorp de Amsterdam. Después del empréstito de 770,000 libras esterlinas en 1888, esta firma había prestado en 1890 otras 900,000 libras esterlinas para la construcción de la línea ferroviaria Puerto Plata-Santiago. "El clima moral en que se desenvolvían sus negocios con el Gobierno dominicano sería la causa principal para que los empleados de La Régie, encenagados en el manejo de tantas operaciones fraudulentas, aCUY0 amparo se iban enriqueciendo ellos mismos, descuidaran calculadamente sus tareas en cuanto al envío de dinero a la casa de Amsterdam, siéndole imposible a Westendorp conocer las 150


liquidaciones correctas de los servicios de los empréstitos"(96), De los empréstitos, tanto Heureaux como Marchena se habían apropiado sumas considerables. El 31 de julio 1889, el primero escribía al segundo: " ...pero como a pesar de cuanto pueda haberse dicho respecto a la distribución del producido del empréstito, lo ú.iico que a mi me ha tocado de él son esas 5,000 libras esterlinas que Ud. me ha destinado; les tengo ya un amor como usted no puede figurarse (...) Yo no tengo que ver con nadie sino con Ud., y es Ud. el que me responde a esas libritas. Además le advierto que yo no quiero me las mande sobre cuentas del Gobierno ni de Westendorp ni de nadie, sino en efectivo, bajo conocimiento directo a mí." En ese mes, el mismo Marchena pidió por segunda vez en poco tiempo una suma de 1,000 libras esterlinas, lo que causó la indignación del Ministro Gautier. Heureaux sin embargo, escribió: "En cuanto a mí, Ud. sabe que yo nunca he regateado el estipendio necesario para los servicios que me hacen mis amigos, pero es extraño que un hombre . tan riguroso como Ud. en materia de números y contabilidad, porque inmediatamente no se aclara un asunto que para los que no lo conocían necesitaban explicaciones, sobre todo cuando los documentos comprobantes que faltaban en la cuenta que Ud. envió a Don Manuel (Gautier) no se habían en tregado ..."(97) Vimos antes cómo dando exoneraciones de los derechos aduaneros Heureaux estorbaba, por no decir más, la administración de la Caja de Recaudación. El director de la 'Régíe', miembro de una destacada familia de Amsterdarn, Cornelis Jan Den Tex Bondt fue sin duda uno de los principales culpables de la quiebra de la firma que él re pre sen ta b a. A u nque al principio tuvo algunas desavenencias con e1 Presidente, después se convirtió en su cómplice en numerosas combinaciones financieras, incluso hasta el punto de que en 1891 se celebró un acuerdo entre Den Tex y el Gobierno, según el cual, el35 por ciento de los derechos de aduana le correspondían a Westendorp y el 96 Marrero Aristy, op, cit., 229. 97 Copiador cartas Heureaux con Gobernadores y Jefes Militares, A GN, Y Cap. Cartas Heureaux, A GN, 28 de julio J 889.

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resto al Gobierno. Aunque sí se había observado en el contrato de 1888 que la anualidad a pagar equivaldría a no más del 30 por ciento de los derechos de aduana de la Nación, la fraudulenta administración de las aduanas había hecho que ese porcentaje hubiera aumentado entretanto considerablemente. Al negar Westendorp en Amsterdam la autoridad jurídica de Den Tex para firmar un acuerdo semejante, ya a la firma no le quedaba más remedio que comunicar a los tenedores de sus bonos que había sido cometido fraude, lo cual condujo a la quiebra de la casa Westendorp. La firma de Amsterdam traspasó entonces sus contratos a un consorcio norteamericano dirigido por Smith W. Weed, la San Domingo Improvement Company, que también se hizo cargo del contrato celebrado entre Den Tex y el Gobierno para la construcción del ferrocarril P. Plata-Santiago (98). Por decisión del 31 de agosto de 1892, el Gobierno dominicano decidió no reconocer este traspaso, que habría de entrar en vigor elide septiembre y del cual el Gobierno había sido ignorante (99). "El 35 por ciento de las entradas aduaneras... serán entregadas al Cónsul o Cónsules de S. M. el Rey de Holanda o a las personas que ellos designen, quienes guardarán dicho depósito hasta que otra cosa se resuelva en contrario"(lOO). Sin embargo, el 12 de enero de 1893, los señores Pedro

J. Garrido, Genaro Pérez, Augusto Franco Bidó y Manuel de J. Galván, fueron invitados por el Presidente como "representación más escogida entre los jurisconsultos del País" a dar su opinión sobre el traspaso, ya que dentro de poco, una Comisión delegada del consorcio norteamericano, llegaría a la capital. Los jurisconsultos hicieron recomendaciones favorables y rápidas; ya el 24 de enero recibieron unas palabras de agradecimiento de Heureaux, 98 Marrero Aristy, op. cit.. 229 Y sigo 99 Según Luperón, sin embargo, Heureaux no sólo estaba al corriente del traspaso, sino que lo habta provocado para facilitar así el arrendamiento de Samaná. Wanamaker, entonces Ministro de Correos de los EE. UU. y viejo amigo de Heureaux, habría estado envuelto en esto {Luperon, op. cit., IH, 295; ver también: Marrero Aristy, op. cit., 232. lOO Libreta Resoluciones Hacienda, No.IOI, AGN.

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además de 4,000 pesos que había costado su recomendación (101). Nuevos contratos celebrados con la Improvement sirvieron para calmar acreedores criollos como Vicini, Battle, de Lemos, Abreu y Lluberes. Con sus compañías filiales, la 'San Domingo Railway Cy.' y la 'San Domingo Finance Cy.', la 1niprouement norteamericana dominó desde 1893 la mayor parte de la vida financiera dominicana (1 02); hay que apuntar que un gran número de europeos en Bélgica, Francia, Gran Bretaña y Holanda siguieron siendo tenedores de bonos de la deuda externa dominicana consolidada. Una importante institución financiera en el país siguió siendo, por el momento, europea: el 'Banco Nacional' que, como vimos antes, funcionaba con capital francés y del cual De Marchena había sido nombrado Inspector General. En vez de encargar la creación de éste banco al 'Crédit Mobilier', Heureaux le habría dado la preferencia aWestendorp (103), pero finalmente había complacido a De Marchena, que ya había hecho los preparativos para el establecimiento del Banco. La oposición de De Marchena y sus relaciones europeas a la usurpación del poder financiero por la Improvement culminó aún en 1892 con la candidatura a la Presidencia de De Marchena, que simultáneamente dio a conocer un proyecto para el cual había logrado interés europeo y que defendería la penetración norteamericana: un consorcio de ingleses, franceses, alemanes, holandeses, belgas y españoles saldaría las deudas de la República (sin duda por medio del control de las aduanas), una reserva de 5 millones de pesos scría mantenida en el Banco Nacional de Francia; el sistema monetario sería incorporado al patrón de oro; la Bahía de Samaná (utilizada como cebo por muchos presidentes, entre ellos Heureaux, en sus 101 Cartas Heureaux, A GN. 102 Den Tex Bondt entró al servicio de la Irnprovement, La búsqueda en archivos holandeses no produjo nuevos documentos. Sus descendientes residentes e'¡ los Estados Unidos poseen sólo un "Obsequio a la señora C. J. den Tex Bondt " de abril 1898 con las firmas, entre otros. de Heureaux, la familia José A. Puente, Francisco Gregario Billini y Statkowski (carta N. J. den Tex al autor). 103 Cartas Heureaux, A GN, 28 de julio 1889, a E. G. de Marchena, Paris.

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operaciones de política y crédito con extranjeros) sería arrendada al consorcio (104). Pero Heureaux no permitió que De Marchena ganara las elecciones. Este respondió haciendo que el Banco Nacional suspendiera el crédito a Heureaux y a su Gobierno, bloqueando además las cuentas de Heureaux. Este traspasó entonces sus fondos a su acreedor De Lemos y ganó un proceso que había iniciado el Banco contra él. La negativa del Banco de permitir a Heureaux acceso a sus fondos condujo a la célebre escena en que las autoridades forzaron la entrada al Banco, cosa que a su vez produjo una visita de la Marina francesa; ésta se repitió en 1895, esta vez basándose además en el encarcelamiento ilegal, respectivamente asesinato, de dos ciudadanos franceses. Esta última presencia de la flota francesa fue observada por tres navíos de guerra norteamericanos a manera de defensa del Gobierno dominicano y de la doctrina Monroe, de modo que el conflicto terminó con una indemnización financiera por la Improvement. En este mismo año se traspasó la concesión del Banco Nacional a la lmprovement. Ya en 1893, De Marchena había sido apresado durante un intento de huida; en diciembre de ese año fue fusilado. Heureaux escribió en diciembre de 1893 en un informe a lsidore Mendel, agente fiscal en París: "Don Ceneroso: Este amigo desembarcó en este puerto el 27 de octubre, acto continuo se entregó a sus trabajos de candidatura electoral, pretendiendo hacer elegir en todo el país y en el térmíno de tres días que faltaba para la reunión de las Asambleas prirnarias, los electores que debieran elegirlo Presidente de la República. Perdió la elección primaria. (Esto) anuló las pretensiones de Marchena, que creyendo muy fuerte la oposición y muy valiosas las combinaciones que traía de Europa, echó a un lado toda previsión y miramiento y se llamó dueño del país, a tal punto que los periódicos de Europa lo llamaron el salvador 'de los finos dominicanos"; escribiendo del conflicto con el Banco Nacional, terminaba: "Veremos cómo salimos de este asunto, del cual es único causante Don Generoso 104 Cf. Marrero Aristy, op. cit., 236.

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Marchena, por mucho sabpr"( l 05). También Luperón expresó una opinión desfavorable respecto a De Marchena: "Existe en la República Dominicana el error de creer que cualquier hombre que sepa algo de números es economista, así como casi siempre nombran los gobiernos, no sabemos por qué fatalidad, Ministro de Hacienda a quien ha hecho mal sus propios negocios dirigiendo luego naturalmente peor los del Estado. Heureaux se tomaba gran empeño por dar una alta reputación de honradez y de capacidad a Marchena, pero los resultados probaron lo contrario,"(106) pero resulta difícil probar que De Marchena fuera más inepto o menos honrado que otros ministros. La ironía quiso que en el último año de su vida y de su Gobierno, Heureaux hiciera todo lo posible por librarse del poder de la Improvement y que tratara de celebrar con un consorcio europeo un contrato como el que había pretendido De Marchena en 1892. Vía su agente fiscal Isidore Mendel en París (antiguo Presidente de la Cámara de Comercio y Presidente del Banco Comercial en Santo Domingo, con quien Heureaux celebró préstamos ya en 1887)(107), se había puesto en contacto con el financiero Cerónimo Becker en Bruselas (l08). Cuando repetidas operaciones financieras con intereses exorbitantes de la Improvement sólo parecían empeorar ·la crisis económica y financiera -la Improvement no cumplía en absoluto con los pagos que resultaban de la Ley de Conversión de 1897~ se llegó finalmente a una entrevista entre Heureaux y el Vicepresidente de la Improvement, Charles W. Wells en Nassau. El 14 de enero 1899 Heureaux escribió a Mendel: "Mi entrevista con el Sr. Wellsen Nassau... yo fui principalmente a obtener la seguridad ya que la Improvement no cumple todos sus compromisos ni dentro ni fuera de la República, de que ella se prestaría a apartarse siempre que yo encontrase quien me ayudara a regularizar la situación económica, liquidando a la lmprovement sus derechos. El tuvo que convenir en ello, y 105 Cartas Heureau x, A GN, 13 de diciembre 1892. 106 Luperán, op. cit., Il!, 146. 107 Libreta Hacienda, AGN, No. 81, 18 de abril 1887. 108 Cuya hermana vivia en Santo Do mingo,

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por eso he podido confirmar al Señor Becker la autorización para seguir gestionando"(l09). A su ministro Teófilo Cordero y Bidó , Heureaux escribió tres días después: " ...las negociaciones que celebra el Gobierno para desarrollar su plan económico están ya muy adelantadas y sólo penden de ratificación del Gobierno. ( ...) Para más extensa información le transcribo copia de la traducción de carta que con fecha 18 de diciembre último recibí del Sr. Gerónimo Becker": "que por diligencias mías un grupo de fmancistas se ha constituído que ( ...) ha aceptado de lleno su principio (del Proyecto) aunque enmendándolo con las reservas siguientes: 1.0 Liquidación completa de la situación financiera dominicana; 2.0 Arrendamiento completo de las aduanas, es decir, rescate de las referidas aduanas de la 'New York Improvement Co. of New York' y de cualquier particular que actualmente pueda tener en ellas un derecho por concepto cualquiera; 3.0 Concesión del Banco Nacional en las condiciones que se examinarán ulteriormente de común acuerdo. Sobre las bases mencionadas arriba, el grupo que he logrado constituir está dispuesto a suministrar las sumas necesarias para el buen funcionamiento de sus operaciones. Le envío estas líneas después de haber visto en París a Me Mendel. Le he presentado al Sr. Lagge, quien ha tomado especial empeño en la constitución del Sindicato Financiero, del cual le acabo de exponer las miras. Mr. Mendel nos ha recibido muy bien, y en vista de las noticias y datos que le hemos suministrado, nos ha prometido su más activa ayuda". Le confirmé la autorización que pedía, y el 14 del corriente recibí del Sr. Wells el siguiente telegrama referente no sólo al buen éxito de las gestiones encomendadas al Sr. Becker, sino también a las que aquél sigue personalmente, para operaciones económicas de gran utilidad a la República, con .el Banco Halifax, uno de los más ricos de Londres: "Me refiero a su arreglo o contrato con Becker: todo ha sido convenido y firmado ad referéndu m, pendiente de la aprobación de Usted. La primera entrega se hará en julio, contra entrega por el Banco Na cional. Todavía continúa pendiente el arreglo con 'el Banco Halifax". Todas las probabilidades son, pues, no 109 Cartas H eureaux, A GN ..

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solamente de que recojamos a mediados del año la totalidad' de los billetes, entrando en lugar de ellos en la circulación oro acuñado, sino que también toda nuestra deuda exterior sufrirá una modificación favorable, que nos permitiría atender con desahogo al servicio público. Adelanto estas noticias, que la incertidumbre respecto al rumbo económico que seguiremos cese por completo" (110). Vana esperanza, esta última, como sabemos. El asesinato de Heureaux hizo nposible un retorno a la dominación financiera europea.. suponiendo que esto hubiera sido factible. La conveniencia de una influencia menos cercana y menos monolítica que la de los Estados Unidos debe haber sido comprendida también por Heureaux en los últimos meses de su vida. Al momento de su muerte los acreedores privados extranjeros más importantes de Heureaux eran J. Sola y Cía. de Nueva York, Fed. Hohlt de Hannover, 1. Mendel de París. De este último se rumoreaba que tenía guardados para Heureaux bonos por valor de $500,000 y que debía, por lo tanto, esa suma a los herederos. Algo semejante se decía del Sr. Wells, "y hay suficien tes noticias para poder afirmar que la Empresa del Ferrocarril Central, el Banco Nacional de Sto. Domingo, la Caja General de Recaudación y la San Domingo Finance Cy. de New York, deben cuenta a la Sucesión Heureaux de valores y acciones," pero las oficinas locales rehusaron dar informaciones. Con derecho podía constatarse que "la tendencia a ocultar y retener bienes de la Sucesión Heureaux se manifiesta por todas partes y en diversas formas." (Aún los apoderados de la comisión del Inventario, Enrique Henriquez y Casimiro N. de Moya habían retirado más de $10,000 oro "para una operación convenida con el Estado," "de cuya operación aún no han dado cuen ta dichos apoderados") (111). Con los acreedores criollos y ex tranjeros del Gobierno de Heureaux se llegó finalmente a acuerdos. En 1904, navíos de guerra alemanes, franceses. italianos y holandeses llegaron a las costas dominicanas para enfatizar las demandas de sus ciudadanos. A instancias del Ministro Hay, de los EE.UU., el Gobierno dominicano pidió entonces al 110 Cartas lfeureaux, 17 de enero 1899. 111 Sucesión lfeureaux, op. cit.

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norteamericano encargarse de la tarea de la recaudación de las rentas aduaneras, para así llegar a un acuerde satisfactorio con los diversos acreedores. Así se convirtió en un hecho definitivo la dominación politico-financiera de los EE.UU. para los siguientes cuarenta años. La ironía quiso que fuera el comerciante nacido en Puerto Rico y considerado ciudadano norteamericano Santiago Michelena, que había hecho una gran parte de su fortuna durante el régimen de Heureaux, el primer encargado de la recaudación de las rentas aduaneras (112). En los años noventa comenzó un período no sólo de influencia financiera, sino también de creciente influencia comercial norteamericana. En 1891 se celebró un acuerdo comercial con los EE.UU., según el cual, productos dominicanos como azúcar, café, pieles, podían ser importados en los EE.UU. libres de impuestos, a cambio de la importación libre de entre otros carnes, harina y máquinas. Las protestas de los partners comerciales europeos, especialmente de Alemania, no surtieron efecto. En 1899 el Listin se quejaba por la calidad de los numerosos artículos importados; hablaba de una "pésima alimentación de este pueblo. Las provisiones yankees están causando una tumba para cada consumidor. La mantequilla, la manteca, el bacalao, el queso, el jamón, todo lo que se importa de los EE.UU. es una amenaza para la salud"(I 13). En 1897 el valor de las importaciones se dividía en la manera siguiente entre los partners comerciales: TABLA V

VALOR DE IMPORTACtoNES POR PAíS, 1897

(en %)

Fuente: ExposIción, 01', cit., 1M.

112 Herrera, op. cit.. 124 Y sig, Véase también: Antonio de la Rosa, Las Finanzas de Santo Domingo y el Control Americano, Santo. Domingo, Editora Nacional, 1969 (originalmente publicado en Paris, 1915). 113 Listin, 5 de enero 1899.

*

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Lo que Heureaux escribía en 1893 a su amigo Mendel. que "el teatro de las relaciones financieras viene a ser más bien los EE.UU. de América que Europa"(l14), podía ser extendido al teatro de las relaciones comerciales. Sólo la exportaciónde productos como tabaco, cacao y maderas se mantuvo en este período orientada principalmente hacia Europa. No sorprende por lo tanto que cuando, después de la muerte de Heureaux, la República recibió mucha atención en la prensa norteamericana, el Daily In ter Orean titulaba un artículo: "Santo Domingo gobernado por ciudadanos americanos", mientras que el Neu: York llerald se contaba entre los periódicos que abogaban por una intervención militar en el país (115).

114 Cartas Heureaux, AGN, 11 de febrero 1893. 115 Listtn, 30 de septiembre, 11 de noviembre ]899.

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V. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA DE LOS APARATOS DE SANCION

l. El ejücitu.

Cuando en 1844 la República Dominicana se declaró independiente de Haití, este último país trató durante un número de años de afirmar por medio de las armas la "indivisilidad" de la isla. Esta amenaza permanente de un enemigo superior, ciertamente en sentido numérico. obligó al presidente-caudillo Pedro Santana a crear una estricta organización castrense. En noviembre de 1844 decretó que todo dominicano debía prestar servicio militar haciendo la salvedad de que 'están exentos de componer parte de las tropas de línea: 10. los casados con hijos. pero que no hayan abandonado sus familias. 20. Los hijos únicos de viudas pobres y padres ancianos. pero que hagan por ellos. 30. Los menores de quince años y mayores de cuarenta. 40. Los comerciantes 'en grueso (I). Algunos meses después fue organizada junto con las instancias judiciales militares. también una 'alta policía'. debiendo ambas velar. entre otras cosas, contra el espionaje y traición al enemigo. contra 'todo escándalo hecho a la moral pública', contra todo estorbo de actos religiosos y contra 'todo ataque injurioso de palabra o por escrito contra los actos del Gobierno o empleados públicos en el ejercicio de sus funciones'( 2). 1 Rodrtguez Demorizi, E., Guerra Dominico-Haitiana. Documentos para su estudio; Academia Militar Batalla de las Carreras, Aviación Militar Dominicana, vol. /1, Impres. Dominicana, Cdad. Trujillo 1957, 134 (será llamado en adelante: Guerra Dome-Haitiana}, 2ldem, 144.

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En julio de 1845 se extendió aún más el servicio militar obligatorio: 'Desde la edad de quince años hasta cuarenta y cinco, todos los dominicanos, mientras dure la guerra actual están llamados a hacer parte en los cuerpos de línea sin apelación: aquellos que se presenten voluntariamente, el Gobierno sabrá distinguirlos ( ... ). Se exceptúan solamente los empleados públicos, los inválidos y los mayores de sesenta años, estos últimos sólo debían prestar servicio de viuilancia en casos de urzcncia ~ En las ;.;uardias CI'ri~(JS que fueron creadas en ese mismo tiempo debían prestar servicio los hombres entre cuarenta y seis y sesenta años, así como los extranjeros que residieran en el país por más de tres meses. Los coroneles y tenientes coroneles de la guardia serían nombrados por el Gobierno siguiendo las sugerencias de los Jefes Políticos de cada comú n: los oficiales de la guardia llevarían el mismo uniforme que los del ejército nacional permanente (3). Ya en el '46 se vio que la movilización permanente de las guardias llevaría a un desmembramiento de la vida económica, y se prestó nuevamente más atención a la formación de un ejército profesional y permanenter 4). Además el rigor del servicio militar tenía que provocar el que grandes números trataran de eludino , como ya se deduce de las recompensas prometidas a los. que se presentaran voluntariamente: Santana prometió incluir sus norn bres en un registro que se llamaría 'Recapitulación de los más distinguidos patriotas'(S). Hasta qué punto se realizaron todos estos directivos es difícil de averiguar: también en los años siguientes continúan las quejas sobre la falta de suficiente reglamentación: pero es seguro que en ese período de batallas regulares con el ejército hatiano , en que luchaban a arn bos lados a veces cientos y no pocas veces miles de hombres, el ejército dominicano alcanzó un grado razonable de eficiencia. El ejército regular contaba de 8 a 10 mil hombres: de éstos, dos regimientos se hallaban en la capital, cada uno con unos mil hombres, más una brigada de artillería con quinientos hombres, trescientos 'obreros de 3 l dem, 168 y sigo 4 Idem, 200. 51tlern, 134.

Tri?


artilleros' y doscientos hom bres de caballería. -'En un momento de invasión inesperada, el Gobierno (...) podía enviar inmediatamente uno o dos regimientos a forzar las fronteras del Sur sin dejar la capital desguarnecida'; nunca era necesario el envío de tropas de auxilio al Cibao que estaba más poblado(6). Al anexarse el país a España en 1861 el ejército fue reorganizado, como es natural, según el modelo español. La 'Guerra de Restauración' que comenzó dos años después para terminar en 1865 con el restablecimiento de la independencia, no pudo por lo tanto ser (por lo menos al principio) una guerra convencional, sino una euerrillu de pequeños grupos contra el ejército colonial español. en que había sido incorporado el antiguo ejército regular de la República. 'Con ingentes esfuerzos y mientras se pudiera empezar la gran guerra, quiso Luperón emprender (J¡¡ guerrilla), que tanto confunde a los gobiernos. Consistía ésta en grupos de patriotas dispersos entre los bosques y malos desfiladeros, para hostigar con ventaja a los enemigos. sin dejarse alcanzar jamás. De esta manera, los campesinos se convirtieron en soldados. ejerciendo su táctica especial. que tantas incomodidades suele causar al enemigo'; sus armamentos eran malos: 'unos con lanzas. algunos con fusiles antiguos; varios con trabucos de todas épocas. otros con pistolas de todas clases. los más con su machete y no pocos con garrotes'(7). La partida de los españoles significó la súbita ausencia de un ejército organizado, además de la pérdida de casi todo el material bélico(8). La falta de estabilidad y continuidad política en los siguientes quince años, tuvo como resultado el que muchos esfuerzos bien intencionados para una reorganización militar se limitaran al papel. Alrededor de 1870 sólo había unos cinco batallones más o menos regulares con un total de menos de 2.000 hombres(9). Luperón menciona con orgullo que como Ministro de Guerra en el Gobierno Espaillat él se ocupó en 1877 de la organización de batallones regulares y de la {;Informe, 339. 7 Luperán, op. cit., 1, 120, 133. 81nfomie, 340. 9ldem.

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guardia civil que había caído en decadencia, hasta lograr que la fuerza activa contara con 1,200 hombres (10). En 1880, durante su propio Gobierno Provisional. introdujo nuevamente algunas medidas: así se creó un servicio militar de 3 años para los hombres de 18 años de edad, y se decretó el establecimiento de escuelas y academias permanentes en los cuarteles (11). Todo esto no significa que en el período 1865·1880 la actividad militar ocupara un papel subalterno en la vida social. Todo lo contrario. Pero mientras en el período 1844·1861, cuando el país era amenazado y atacado por un enemigo externo, el aparato militar bajo dirección del Presidente caudillo Santana tenía las características de una oruunizurion nacional. con una. jerarquía dominada desde arriba, que logró subordinar a la autoridad central y a la idea nacional las lealtades de pequeños grupos que seguramente se manifestaron, lo que ocurió en el período después de 1865 (y hasta en el régimen de Heureaux) fue una reestructuración pasiva. que le dio al sector militar las características de mercado en sentido sociológico; el ejército se disgregó en pequeños grupos que, haciéndose competencia. ofrecían sus servicios en el mercado político. El fenómeno curioso del 'generar criollo se puso entonces más que nunca en relieve. Ya en la lucha contra los hatianos y los españoles se habían prodigado altos rangos a los que se habían distinguido militarmente, pero en los 15 a 20 años siguien tes se produjo una enorme inflación del cuerpo de 'oficiales'. Como observaba Gautier fríamente en 1870: 'El continuo estado de guerra que ha afligido a este país por muchos años ha causado la creación de un número excesivo de oficiales que no pertenecen a ningún cuerpo específico, pero que prestan servicios a la cabeza de nuestra milicia en casos extraordinarios. No pudiendo la República darles ninguna otra recompensa, les ha concedido sus grados o rangos'( 12). El carácter de 'mercado' de la organización militar fue observado claramente por la Comisión norteamericana de 10 Luperán, op, cit., l/, 292. 11 Informe, 340. 12 Informe, 340.

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Investigación en ese mismo año: '(Los hombres ambiciosos de alcanzar supremacía en la República) han recibido títulos militares otorgados por los jefes de diversos gobiernos o revoluciones, dependiendo el grado de cada uno principalmente del número de partidarios que pudiera traerle al líder cuya causa había abrazado. En la anarquía producida por esta suerte, cada vecindad ha mostrado una tendencia a agruparse alrededor de sus hombres más osados. o capaces. La unión que así empezó en la guerra, continúa en la paz, y como las instituciones políticas son débiles, frecuentemente esa unión se vuelve más fuerte que la ley o los hábitos políticos. De aquí que surge una clase (desocupada e intranquila) cuya importancia depende de la conmoción, pronta a aumentar cualesquiera desórdenes que se puedan presentar'. También por esto era posible que 'ciertos capitalistas (de islas vecinas) hacen inversiones en revolucionarios prominentes como si se tratara de un asunto de negocio ( ...) con la certeza de correr grandes riesgos, pero con la posibilidad de obtener grandes ganancias'( 13). Si ya en 1865 era normal que un carpintero y un

albañil que trabajaban para Luperón tuvieran ambos el rango de coronel (14), y si en ese mismo año ya había 45 generales inscritos en el Ministerio de Guerra, al final de los años setenta había según Luperón más de 1,000 despachos de nombramiento de general, expedidos principalmente por los presidentes González y Cesáreo, 'que con menguada proclividad quisieron conquistarse partidarios'; algunos no tenían experiencia militar: la mayoría carecía de 'espíritu de orden, y sin ninguna disciplina, vivían y querían seguir viviendo sin trabajar a costa de la Hacienda Pública'( 15). El número de generales mencionado por Luperón no parece increíble si se recuerda que sólo en San Cristóbal había en 1881. 23 generales que firmaron un documento político( 16). Mucho menos aceptable es la acusación de Luperón de que el Presidente Heureaux fuera el primero

102.

13ldem, 63-64. 14 Luperán, op. cit., 1, 374. 15 1dem, IJI, 35. 16 Rodrtguez Demorizi, E., San Cristó~l de Antaño, op, cit.,

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en el 1887- en sobornar generales enemigos (17); tal ocurrencia era inherente al carácter de 'mercado', y apenas podía llamarse corrupción. Ya en el 1882 Heureaux se quejaba de que los generales le causaban muchos gastos: '...respecto de mis apuros, supóngase cómo estaré, todos los generales, jefes &c. se presentan dizque a ponerse de acuerdo para las elecciones y al despedirlos hay que darles el macuto ...'(I8) - En las elecciones de 1892 el control de Heureaux sobre el país ya era tan fuerte, que osaba escribirle al Gobernador de Barahona: ' ...me anunciaba Ud. que el Gral. Alejo Ruiz pensaba pasar a esta Capital, le estimaré que aconseje tanto a este amigo como a otros que quieran venir aquí, que aplacen sus viajes para otra oportunidad, pues en la actualidad, dada mi escasez de recursos, no podré atenderles en nada que de mí soliciten, ni aún siquiera facilitarles para los gastos de viaje' (I9); lo cual no significa que él no cultivara, en general, sus relaciones con esos amigos; los militares inválidos recibían a veces pagos temporales (oficiales 30, soldados 20 cts. al día); Heureaux pagaba ataúdes, regalaba sombreros de panamá, dinero, 'dos millares de pinos cepillados', clavos, champaña y licor, exención de derechos de importación, a generales amigos, todo esto a cuenta, las más de las veces, de sus comerciantes amigos (I9), para no mencionar aquí otro tipo de favores, en transacciones de bienes raíces, en asuntos judicales y en la adjudicación de empleos a estos individuos. Numerosos eran también los generales que recibían una pensión (alrededor de 30 pesos al mes), una indemnización, un 'pago de haberes' o una 'asignación'. Por su parte el Presidente con taba con su apoyo en caso de crisis; su correspondencia personal con ellos, que se realizaba al rnargen de las autoridades oficiales, estaba destinada a aumentar su lealtad; en 1887 escribió a cuatro 17 Luperán, op. cit.. 1Il. 234. 18 Cartas Preso Heureau x, A.C.N., 6 de junio 1882, a Gral. Andrés P. Peres, Samand, 19 Idern, 24 de dic. 1892, a Gral, A. Matos; Libreta de Hacienda, A.C.N., 16 y 21'j. de marzo 1887, 13 de febo 1896, Cartas Preso Heureaux, A.C.N., 6 de febo y 8 de marzo 1893,16 de dic., 30 y 31 de dic. 1898, 10 de enero de 1899.

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generales en Moca: 'como en esta vida todo es casual es de mi deber preveer las casualidades que puedan venir a favorecer los planes ocultos que amigos y contrarios hayan puesto en juego ( ...) y a ello me preparo y le aconsejo a Uds. prepararse con mucha prudencia y sigilo a fin de que estos preparativos no 'denuncien de indiscretos a sus ejecutores y alteren la normalidad política de Moca ( ...) manténganse firme, y aceiten las carabinas con suavidad'. 1 Unos años después le escribía a un general amigo en Puerto Plata: "le recomiendo permanecer alerta, dormir poco y aguzar el olfato' ()O). La imagen de estos generales, como nos la describe la literatura que data de este período o que trata de él, es la de campesinos belicosos, poco educados, que en su ambiente rural eran reconocidos o temidos como líderes naturales. pero que, aun cuando la fortuna política los colocaba en puestos altos y de influencia, no alcanzaban fácilmente, en el medio urbano, la aceptación social de los comerciantes y del grupo intelectual con ellos relacionados*. José Martí que visitó el país en 1895 nos da una simpática descripción de un general, con 'panamá ancho, flus de dril, quitasol con puño de hierro i buen trigueño, de bigote y patillas guajiras', que reconocía: ' ...1'0 de aita política no sé mucho, pero a mí acá en mi sentimiento me parece sabé que política e como un debé de dinidá. ( ...) Poique yo, o todo, o nada'(21). Según Vigil Díaz había 'dos arquetipos bélicos: el general de fuego que se sacrificaba por su causa política y el general buscavida, prevenido, granuja, fanfarrón, chaquetero, sin valor personal ni colectivo, pero ricamente equipado para la traición y el utilitarismo, con un instinto de conservación perfecto ya que nunca se le veía pelear en la vanguardia'(22). 2V Cartas Preso Heureaux, A. C.N., 31 de octu, 1887; 11 de febo 189~

.

21 Marti, José, Apuntes de un viaje, pub/o de ~a Secretarza de Educación, Div. de Cultura, La Habana, 1938, 60 Y stg. 22 Diaz, Vigil,

uu» y Ateiandrito, Edit, Mon talvo, Cdad.

Trujill o,

1956,47.

* Pero también habta entre los 'genera/es' terratenientes más educados.

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El general criollo', escribe R. Emilio Jíménez en su excelente Al Amor del Bohio , fue siempre un tipo niuy poseído de su fama, por lo común ladino, temático, ignorante. arbitrario y enamorado. por añadidura. Le fiaban en todas partes aunque no pagara, por admiración u por miedo había que tenerlo contento en espera de merecerle favores (...) La mujer del general era muy respetada, y aún sus queridas, como medida de prudencia en unos y de compañerismo en otros. Su debilidad eran los botones dorados en el saco dominguero de elegante paño azul (...). Por lo común era gallero, fumador de buen tabaco criollo encargado especialmente para él, cafetero, mujeriego y amigo de los tragos ( ...). Cuando en oposición a sus órdenes le argüían en términos jurídicos, respondía de ordinario: "Lo mando yo", y se retorcía gravemente el bigote, asiento de su respeto varonil'(23). La superstición tan generalizada entre la población, se extendía también a los generales. Así se decía que el Gral. Pablo Mamá no podía ser alcanzado por ninguna bala, estaba 'compuesto'; el propio Heureaux, que según la creencia popular sólo podía ser herido por balas de plata, siempre le enviaba al supersticioso General Eulalia Malojo munición especial'. Si así eran los generales, ¿cómo eran los soldados? . Los campesinos que tenían que suministrar la mayor parte de la soldadesca y que muchas veces se abstenían de cultivar más de lo altamente necesario por temor al ejército o a las 'bandas revolucionarias', tenían desde la creación de la República un terror pánico por el 'reclutamiento' que se llevaba de sus casas a los muchachos de quince años y más. De hecho el sistema de reclutamiento consistía 'en destacar. grupos de soldados con órdenes de apresar a todo joven que encontraran a su paso y conducirlo a la Fortaleza'. Los casados estaban exentos, cosa que aumentó a veces el número de contratos matrimoniales; un compadrazgo con el jefe militar local podía. a veces también llevar alivio, pero para la mayoría de los campesinos el reclutamiento era una 'contribución de sangre, que (...) se cobra a culatazos en cacerias de hombres por los bosques', lo cual era, según

e..)

23 Jiménez ; op. cit.• l. 247 Y sigo

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Hostos, el motivo de que los buenos terrenos laborales cerca de los pueblos estuvieran deshabitados, y que los habitantes construyeran sus bohíos dispersos por las regiones impenetrables( 24). La juventud privilegiada de los pueblos tenía más oportunidad de escapar al servicio: podían obtener una carta de excención del Gobernador, o ser incorporados al cuerpo de bomberos, pero el campesino a veces llegaba, a cambio de un tal favor excepcional. a ceder 'a una grosera autoridad rural la mano de una Iinda muchacha'. Tales arbitrariedades eran frecuentes y en la memoria colectiva es recordado el general que después de una victoria no quería empleos ni prebendas 'con tentándose con pedir que únicamente le tuvieran 'consideraciones', es decir, libertad de llevarse mujeres, de meter en la cárcel, y de matar en su cerca los animales ajenos que encontrara (25). No sorprende que Luperón describía 'los escasos batallones' de los afias setenta como 'compuestos en su mayor parte de criminales (oo.), enemigos de la sociedad, de la propiedad y de las leyes, se robaban los fusiles y los pertrechos para venderlos a cualquier precio, así como vendían su calzado y sus vestidos para llenar las exigencias de sus vicios. Faltos de sus sueldos, sin disciplina y sin honor militar, eran incorregibles' (26), y así lo seguirían siendo por bastante tiempo. Todavía se estaba muy lejos del ideal de Luperón: un ejército pequeño, con entrenamiento especial que diera a los soldados 'porte grave, con cierto carácter levantado y orgullo de los grandes hombres y de los capitanes célebres', para que guardaran durante el resto de sus vidas 'los hábitos de orden de valor y de abnegación, la templanza en los quebrantos, la costumbre de la moderación, la razón y la firmeza en todas las cosas graves'(27). Puede uno imaginarse lo que significaba la entrada de bandas revolucionarias victoriosas en un pueblo: 'millares de campesinos sucios, descalzos, desarrapados y mal 24 Castro, V,'ctor M, de. Cosas de LiI1 s, Imp. "Cuna de .4 mérica', Sto. Domingo 1919; Informe, 252 y sig.; Jiménez, op. cit., I, 195 Y sig.; Hostos ell Sto. Dgo, op, cit., I, 285 Y sigo 25 Jiménez, op. cit. 197 v sig., 251. 26 Luperon, op. cit.. JII, 34. 27 Idem, 404.

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olientes, arma al hombro, vociferando aguardentosos vivas y mueras, ( ...) las ruinosas venganzas y represalias' y naturalmente también 'la zafra de los comerciantes que despachaban órdenes por cuenta del Jefe ( ...) el nombramiento de los Ministros y el majareteo criollo, vaciándose en la ciudad los politicastros de provincia. que habían ayudado -vcon dinero, servicio, o armas'(28). Sólo la palabra 'millares' parece exagerada en esta cita: las 'gloriosas batallas' eran en su mayoría asunto de no más de 4 a 500 hom bres de cada bando y no pocas veces de sólo algunas decenas(29), que naturalmente eran muy ensalzadas en los órganos políticos*. Durante la importante revolución de De Moya en 1886 en que partes del Cibao se opusieron a la elección de Heureaux, el número de muertos y heridos alcanzó a lo sumo 600(30). En esa guerra civil reinó 'la moralidad más completa'; los dos bandos compraron el ganado y los pertrechos en vez de cogérselos, como era la costumbre y 'se mataban los combatientes en los combates y se respetaban fuera de la pelea'. Este código de conducta y esta cortesía no eran desusuales; cuando durante la Guerra de Restauración el odiado brigadier español Buceta se refugió en la Casa de Don Juan Chávez, 'por respeto y consideración a este honrado labrador y a su apreciable familia, (los patriotas) suspendieron el fuego'(Sf ). Pero así como, en situaciones de control psicológico y social, se perseguía el ideal de cortesía y caballerosidad, así había fijas en la cultura características de crueldad que se manifestaban en otras ocasiones. Así había, según la indignada 'Manifestación popular' del 4 de agosto 1865, el General Pimentel, 'olvidándose de que vive en medio de una sociedad cristiana, con sol y buen día (...) puesto a pregón en las calles de Santiago la cabeza del General Polanco. Este es el mayor de los insultos que puede hacerse a un pueblo en 28 Gómez Alfau, op. cit., 120 Y sigo 29 Hostos, op. cit., 1, 285; Hazard, op, cit., 367. 30 Luperón, op. cit., 1, IIl, 236. 31 1dem, 1IJ, 225; 1, 127 * El 'gran ejército' del Gral. Guillermo en 1865 consistia de 400 hombres; la capital se entregó a Guillermo y como era analfabeto, un inmigrante francés escribió para él la declaración de entrega de la ciudad (Informe, 542).

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la plenitud del siglo diez y nueve *. Así también Luperón, en un gesto de crueldad inspirado tal vez en su lectura de los clásicos, había fusilado a un oficial mensajero por 'sonsacador' porque éste le había llevado la deshonrosa propuesta de entrar a servicio español(32). Un tal patrón de crueldad en personas de alto y bajo rango, dentro y fuera del aparato militar, siguió siendo característico para la sociedad, también en los años posteriores. 'El soldado que no bebe ~o no sabe enamorarv-- qué se puede esperar de él- si lo mandan avanzar', cantaba el pueblo, pero 'el ciego ardor guerrero' se manifestaba también en una conducta cruel y agresiva, 'en fiestas acabadas a tiros, armadas ex profeso para adquirir renombre entre las faldas, o en las casas de juego tras una 'coca' provocativa, o una gruesa insolente'(33). En la imaginación popular surgió posteriormente lo que los antropólogos llaman una 'figura de concentración', llamado 'Concho Primo' en que todas las virtudes y los vicios del semi-militar de la segunda mitad del siglo diez y nueve, 'del tiempo', pues, 'de Concho Primo', llegaron a convergir. El poeta contemporáneo Manuel- del Cabral se ha inspirado con su "Compadre Mon" en esta tradición popular-vPrecisamente la deficiencia en esos añus del ejército como organización nacional y aparte, unida a la multiplicidad de acciones bélicas, causó el que el total de la sociedad se 'militarizara' hasta cierto punto: así como era difícil trazar el límite entre ejército y ciudadanía COI/lO instituciones así era difícil hacerlo entre militar y ciudadano como personas. El ciudadano tenía equipo y pretensiones militares; el militar tenía comportamiento de ciudadano-comerciante al poner en venta sus habilidades. Elementos de la 'cultura' militar se generalizaron por toda la sociedad; aún hoy no ha desaparecido el saludo militar entre ciudadanos, que antes era probablemente más COmún: 32 idem, 1, 345, 22!. 33 Marti, op, cit., 4S;"Jiménez, op, cit., 24,? * En 1931 la cabeza del Gral. Desiderio Arias fue ofrecida en Mao a Trujillo, quien se mostró disgustado y ordenó unirla nuevamente al cuerpo (Crasweller, R. D.,. Trujil/o, New York, 1966, 94).

"Editorial Losada, S.A., Buenos Aires, 4a. edición, 1957

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¡ l lo l a , jefe ~ teniente' '(34).

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Vimos que en las últimas dos décadas del siglo todavía había numerosos 'generales' con quienes Heureaux mantenía contactos frecuentes. Pero era de esperarse que Heureaux aún siendo él mismo en muchos sentidos en cuanto a descendencia, experiencia y actuación, el prototipo del general criollo tratara durante su largo régimen de despojar al aparato militar de sus características de 'mercado', de fomentar su profesionalización y de garantizar la lealtad de los militares hacia el Estado-y por lo tanto hacia él , también en sentido organizacional. Seguramen te al principio de su régimen sólo podía contar en parte con esa leal tad, cuando los soldados procedían de su propia región: 'Si Ud. puede traerme en el vapor 30 ó 40 militares' así le escribía en 1882 al Gobernador de Puerto Plata, 'tráigamelos; aquí sólo me quedan 22 soldados y los 4 oficiales-todos se han desertado cuando se despachó la última guarnición de Santiago. Ud. comprenderá que necesito tener siempre de nuestra gente, pues de estos de aquí no debemos fiarnos'(35). Muchas dificultades le causaban las irregularidades en la distribución de las raciones diarias a los militares; en el 1887 éstas sumaban $1 para generales, 80 cts. para capitanes, 70 para tenientes, 60 para alféreces, 30 para sargentos y 20 cts. para soldados(36). En el 1889 Heureaux escribía al Administrador de Hacienda de Monte Cristi: 'Con el fin de evitar el abuso de compra y venta de raciones que trae consigo la desorganización al servicio militar, Ud. dispondrá que a cada militar se le entregue su salario personalmente o que a presencia de Ud. lo haga cada Jefe de batallón a sus respectivos subordinados'(3 7). Un tal General Yimi [Jimmy'l ) Clark había sido atraído el ano anterior para organizar de manera experta el 'ramo militar'; 'le he recomendado estirpar por completo la ven ta de raciones y el fatal sistema de algunos oficiales 34 Jimene z, op. cit., 248. 35 Cartas Preso Heureaux, A.C.N., 25 de marzo 1882, al Sr. Gral., F. Lithgow. 36 Libreta de Hacienda, No. 81, A. C.N. 12 de marzo 1887. 37 Cartas Preso Heureaux, A.C.N., 24 de abril 1889.

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subalternos de hacer desertar los militares para tener ellos ocasión de apercibir la ración en provecho propio, también le he encargado mantener en el mejor estado de decencia y disciplina a los oficiales y soldados del cuerpo regular presupuestado'(38). Y aunque el Presidente del Congreso Nacional le dijo al Presidente en su Mell.Wlje en el '89: 'En cuanto a la organización del Ejército, vos lo habeis dicho: ¡todo está por hacerse! ' y 'La ley de conscripción votada en esta legislactura puede ser un auxilio poderoso para emprender esa organización, si otras circunstancias de actualidad ( ...) no impidieran acometer de momento esa ardua empresa'(Sv), en los años siguientes hubo seguramente algún mejoramiento organízacíonal, En esto Heureaux se ocupaba del más mínimo detalle: vigilaba la compra de armamentos y escribía personalmente una carta de queja al suministrador de los mismos en Lieja; daba órdenes de tomar las medidas de un alférez para su uniforme; antes de realizar un viaje a una región apartada del país, mantenía correspondencia sobre el equipo de los soldados que debían acompañarle, solicitando que le comunicaran por telégrafo si no había suficientes zapatos: en pocas palabras, estaba alerta y daba consejos prácticos: "Téngarne especial cuidado con la tropa de Sarnaná'; así escribía el 27 de enero de 1899 al Comandante de Armas de Puerto Plata, 'enseñándoles a conservar limpia la ropa y a usar y lustrar el calzado. También es necesario adiestrarlos en los ejercicios militares con todo el tesón necesario, ya que en Samaná se ha relajado la disciplina que antes había (oo.). Cajas no hay pero Ud. puede obtenerlas allá aplicando a los vasos viejos que debe de haber, parches de cuero crudo de chivo'(40). La naturaleza de los conflictos internos implicaba que las operaciones militares más frecuentes conservaran su carácter de plI'rrilla: las órdenes en clave del Cód~() Telegráfico se referían principalmente a 'pequeñas guerrillas volantes', 'emboscadas hábilmente combinadas', etc. Unidas 38 Idem, 18 de Vice-Pres..• P. Plata.

mayo 1888 al Gral.

Segundo Imbert,

39 Actas Congr. Nacional, A.C.N., 27de junio 1889. 40 Cartas Preso Heureaux, A.C.N., 18 de-enero 1893 a Srs. A. Bertrand & Fils, Liége; 17 de dic. 1898; la de enero 1899; 27 de enero 1899.

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a estas ordenes había consejos tácticos para no hacer complicados planes de ataque pues 'con tropa que no está perfectamente organizada, nunca dan resultado las combinaciones complicadas' y consejos psicológicos como este: 'No emplee usted en ninguna operación formal la fuerza de ...; como fue derrotada hace poco, debe estar desmoralizada, prepararle un pequeño triunfo fácil'. También se prestaba atención al entrenamiento teórico: en 1895 se habían impreso 500 ejemplares de U! 'Reglamento para la instrucción táctica de la Artillarfa de Montaña' (41). En ese mismo año José Martí observaba uno de los más conocidos batallones organizados bajo Heureaux en Santiago: 'Los soldados, de dril azul y kepis, pasan relucientes, para la misa del templo nuevo, con la bandera de seda del Batallón del Yaque. Son negros los soldados, y los oficiales: mestizos o negros'(42). Este batallón, formado en 1887 después de la revolución de Moya consistía en unos 800 hombres, que el pueblo llamaba 'perros de presa'. 'El General Lilís (Heureaux), cuando tenía la oportunidad de visitar a dicho Cuerpo, como saludo les decía: "¿Cómo están mis hijos?" A lo que ellos, muy contentos, le respondían con el mayor cariño: "Muy bien, querido papá". El General Lilís no dejaba de ponerles a cada uno en sus manos una moneda de un 'c1avao'. Muchos soldados eran conocidos en la región por sus apodos: Francisco el Conejo, Pedro la Gata, Colá el Tuerto, y el comandante Victoriano el Prieto( 43). En 1896 existía en la capital un Hospital Militar(44). En comparación con las décadas anteriores era ciertamente correcto decir del ejército en 1899 que gracias a 'los mayores recursos' estaba bien organizado, instruido, armado y acomodado y suficientemente pagado(45).. Parecía ser que en los años noventa 'los conatos 41 Libreta de Hacienda N 30 de Juma . . 1895. En el . t' . ' no . 93 , A . G.., 1899 eXIS la un semanario para I 'é . 11 [Listi'n, 17 de abril 991. e et rctto amado El Pacificador 42 Marn'; op. cit., 40.

43 Bueno, op. cit., 384 y sigo 4.4 Libreta de Hacienda, no. 110, A. G.N., 29 de mayo 1896. 45 Exposición, 138.

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revolucionarios morían en su cuna y los tantísimos generales fueron pasando de moda '(46) Y que el título honorífico 'Pacificador de la Patria' (con todas sus connotaciones, también las negativas) había sido otorgado a Heureaux justamente. Hay que recordar, sin embargo, que la organización castrense creada por Heureaux alcanzó un grado insuficiente de profesionalización y que, en cuanto a lealtad, estaba demasiado atada a su persona para poder sobrevivir la caída de su régimen unipersonal. Su muerte significó el resurgimiento del carácter 'mcrcadero" de la cosa militar.

2. La marina.

Los procesos de organización, desorganización y reorganización de la Marina eran, como puede esperarse, paralelos a los del ejército. Bajo Santana se fomentó arduamente la creación de lo que era llamado con orgullo la flota dominicana. En 1847 ésta consistía en l fragata con 20 cañones, 2 bergantines cada uno con 5 cañones y 7 goletas, de las cuales 3 habían sido incautadas de particulares por el gobierno(4 7). Como 'fundador de la Marina Nacional' y comandante de la misma en esos años se menciona al genovés J. B. Cambiase. De los alrededores de 80 'próceres de la Marina Dominicana' que menciona Rodríguez Demorizi, había de hecho varias personas dirigentes (Barbara, Corso, Dernorizi, Maggiolo) de descendencia italiana, así como también era grande la influencia curazoleña (Evertz, Glas, Jansen , Naar, Van Rheen)(48). En 1852 se inició la instrucción de Náutica en los Colegios Nacionales. De esta Marina que había probado su importancia también para el transporte de municiones, pertrechos y tropas para el ejército, no quedaba después 46 Martinez, op. cit., 125. 47 Guerra Dom.-Haitiana, op. cit., 200. 48 Rodriguez Demorizi, E., La Marina de Guerra Dominicana 1844-1861, A cad. Mil. Batalla de las Carreras, A viación Militar Dom., Vol. ¡JI, eau. Monta/va, Cdad. Trujillo, 1958, 177 Y sigo

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de la Guerra de Restauración nada: 'se desarmaron y vendieron nuestros barcos'(dv). En 1877 'aunque no existía ningún buque de guerra', Luperón 'ordenó ( ...) el reclutamiento de brigadas de marina con su escuela práctica'(Sü). Después de otros esfuerzos que tuvieron poco éxito* se fundó en 1894 una Academia de Náutica que cornenzi con 20 alumnos bajo dirección del oficial español Luis Martínez Viñalet. Entre los directores posteriores se hallaba en los años 90 el curazoleño Gerardo Jansen , que también era Catedrático de Matemáticas en el Instituto Profesional y ocupó otros puestos importantes en el campo de la educación(51 ). En 1893 se creó una Subsecretaría especial para Guerra y Marina(52). En 1889 ya se había comprado el primer buque grande de marina el 'Presidente'; en 1894 llegó el crucero 'Independencia' construído en Glasgow y provisto de luz eléctrica. 176 pies de largo 'en corte de yacht'; el vapor de guerra 'Restauración' finalmente, llegó a la capital en 1896 también procedente de Inglaterra; 'desplazaba 1.000 toneladas, y tenía 3 cañones por banda, I en proa y 2 ametralladoras en popa'( 53). Así, pues, durante el regimen de Heureaux se constituyó mejor que antes la marina en cuanto a material y disciplina; aquí también el Presidente mantenía sin embargo un ojo vigilante sobre cada detalle. En 1893 le señaló al comandante de una operación marítima que siempre debía haber junto a las piezas de babor y estribor y junto a las ,,IQ informe, op. cit., 340. 50 Luperon, op. cit., 1[, 292. 51 La Marina de Guerra, op. cit., 262; la notable influencia curaz oleña en la marina dominicana siguió sintiéndose hasta en el presente siglo; un curazoleño De Wint fue hasta hace poco UIlO de los principales oficiales de marina, 52 Listtn, 13 de marzo 1893. 53 El Eco del Pueblo, 12 de enero 1889; La Marina de Guerra, op, ci t., 273 y sig.

* Una excepción debe hacerse en cuanto a la Academia de Náutica fundada en 1875, que bajo dirección del puertorriqueño Romdn Baldorioty de Castro realizó exitosas labores durante algún tiempo, (Penson, C.N" Reseña historico-critica de la poesia en Santo Domingo, S.D., 1892, 25).

; 76


ametralladoras del 'Presidente' 'la cantidad de proyectiles de guerra necesarios para un caso de urgencia. Todos en sus correspondientes cajas, cuidando que la lluvia no deteriore dichas municiones'(54). El orgullo de la nueva marina, el 'Restauración' se perdió en 1899 poco después de la muerte de Heureaux , cuando un práctico en connivencia con los revolucionarios lo dejó hundirse cerca de San Pedro de Macorís. Así como el ejército se había 'desmembrado' después de la muerte del dictador, la misma suerte le cupo a la Marina, cuyos otros barcos se perdieron por mal mantenimiento y cuya organización cayó en decadencia (55).

8. Ll ardo n público.

'¡';l que dirige el movimiento rci.olucionario desde el ex traniero es... Vea a rer qué clase de conducta obsenan su familia, umieos .Y parciales: v así podemos saber cuáles son sus proyectos. Encargue una persona habilidosa. de esas 'l'!" no se meten en política .Y 'l'!" son políticos dI' los pies a la cabeza, para que se acerque a uno de los sospechados v hubilidosamcn te auoriuiie lo que huv'. '¡';s nece sarto desarrollar ahora política de atraccion v de be nerolencia. Las circunstancias son eminentemente delu-adosv cualquier medida de [uerz a puede producir una gruuisima alteracion del orden. Esfuércese, pues, en a traer .Y calmar por el mamen to a los disidentes halagándoles .Y amansándoles de modo de (.\anar tiempo a todo trance, pero es de advertir que l.'sl. no debe obrar de modo que nuestros contrarios lleguen a creer que se les temecv que así aceleremos lo que tratamos de evitar'. 'Por informes confidenciales he sabido que... está disgustado. Conriane que ed. lo vl'a .Y que procure contentar/e. Es amigo que no debemos perder'. 'La gravedad de las circunstancias me obliga a decir a ~4 Este comandante era el Gral. M. A. Anderson, Gobernador de Samaná y perteneciente al grupo de Metodistas norteamericanos inmigrantes: Cartas Preso Heureaux, A. G.N, 1 J de marzo 1893, 55 Cf. Marrero Aristy, op. cit., 268. 330

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Ud. que ya es tiempo de dar por terminada la polítiéa de atracción y de contemplaciones. Pase Ud. por las armas a quienquiera que intente alterar el orden o inducir a que otro lo altere; y finalmente, a cualquiera que preste recursos de cualquier género a nuestros contrarios para alterar la paz". 'Es necesario que Ud. capture a... es preferible cogerlo muerto porque ese individuo es una amenaza constante para la sociedad'(56): Estas órdenes del Código Telegráfico del gobierno revelan con cuánta profundidad psicológica y también con cu án ta dureza el régimen Heureaux persiguió el mantenimiento del orden público con todo lo que éste implicaba en cuanto a espionaje, traición, castigo y recompensa. Como en tantos otros sectores de la vida pública, tampoco aquí Heureaux era un deu ex machina; todas estas actividades habían sido realizadas desde el comienzo de la República a veces con pasión y a la vez por necesidad, por todos los gobiernos subsiguientes; sólo es así que Heureaux logró perfeccionar el sistema de seguridad, y por lo menos en parte, de codificarlo e institucionalizarlo; a esto se debe en parte la larga duración de su régimen, así como esta larga duración fomentó la codificación e institucionalización. Pero siempre todos los hilos de la organización convergían en él; él era el único que podía supervisar la totalidad de las actividades y se ocupaba de todo. Instruía al gobernador F. Lithgow de Puerto Plata cómo interrogar a un conspirador: 'Si dice que no ha estado en contacto con ninguno, es cómplice'; reprende a las autoridades de Moca porque no fusilaron de inmediato un 'enemigo de la situación': 'qué gente tan inútiles esos Mocanos ( ...), mejor oportunidad no se presentará nunca'; intimida a un general amigo: 'he sabido que Ud. vive la vida del concubinato, que tiene de querida a una niñita de 15 años, qué atrocidad, un hombre tan viejo y tan cargado (oo.) Esto me lo ha dicho el Padre Pichardo ...'; tranquilizaba a su agente Pereyra en Sto. Tomás sobre las actividades de los exilados en Curazao: 'pues tengo un agente entre los mismos enemigos, de primera, y no es cosa fácil de descubrir'; da 'consejos' a sus ministros: 'Ponga empeño en no arrestar gente políticamente insignificante porque de ello 56 Código Telegráfico, op. cit.

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resultan pocas conveniencias y se aumenta el cuidado que hay que desplegar reprimiendo y vigilando ( ...) Esfuércese en tratar de conseguir la captura de los prófugos, empleando en todo ello, más malicia, la astucia y actividad, que la misma fuerza ( ...) Las rondas fuertes se mueven con trabajo y con mucho ruido y casi nunca alcanzan su objeto. Las emboscadas y pequeños destacamientos dan más resultado. En política y cuando se altera el orden, casi siempre es necesario cau terizar y después derramar bálsamo en la llaga, es decir, impotentizar a los más culpables y tratar de regenerar a los demás'(57).

Héureaux provocaba intrigas entre los gobernadores y los Comandantes de Armas y rodeaba a ambos de informantes leales y según se dice, solía, disfrazado de soldado, irse de viaje para ver si sus órdenes se cumplían concienzudamente(58); aunque no podemos creer todo lo que dice el prejuiciado Sumner Wellessobre Heureaux, y aunque debemos ver su información de que 'mantenía en cada pueblo una querida en cuya casa se hospedaba' y de quien recibía informaciones locales, más bien como una hipérbola poética, no nos parecen ser combatibles sus datos sobre la extensa red interna y externa de agentes que comprendía las principales islas del Caribe y se extendía a Nueva York, Londres, Berlín y París(59). De una organización verdaderamente perfecta no podía hablarse, ni siquiera en los últimos años del régimen, dados los muchos obstáculos objetivos, tampoco en lo que se refiere a los servicios formales de orden público -además del espionaje-En 1898 leemos de la Provincia de Santo Domingo: 'La Policía de Gobierno de esta capital (Orden Público y Serenos)llena cumplidamente su cometido, si bien se hace sentir la falta de Reglamentos Orgánicos y de servicios que 57 Cartas Preso Heureaux. A. G.N., 25 de marzo 1882, 14 de abril 1882, 23 de junio 1882 y 8 de mayo 1893a Sr. Gral. Pedro A. Lluberes, Ministro de lo Interior y Poiicia, Bani, 58 Martinez, op, cit..• 125. 59 Sumner wettes, op. cit., 1, 488.

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cimenten y faciliten su importante acción, asignando deberes y responsabilidades. La Policía Municipal ( ...) es ventajosamente auxiliada por sus jefes de cuartel y veinticinco celadores. Es de lamentar la carencia de policía que se siente en muchas de las Comunes. Hay algunas en que no hay ninguno y otras de importancia en que tan sólo hay un guardia'. Había también en la Provincia una Policía rural, con sus Generales-Inspectores, Inspectores, Alcaldes Pedáneos y Auxiliares, de los que había respectivamente 9, 74, 233 Y 96; había finalmente una Milicia Nacional y un Cuerpo de Bomberos, estos últimos también careciendo de la necesaria reglamentación (60). Este es el lugar para señalar cuánto valor se le atribuía a la apariencia externa de los portadores de autoridad y a sus servicios, claramente como medio para fomentar la distancia, admiración y respeto. Ya Luperón se enorgullec ía de haber encargado en 1880 'instrumental de la casa Lefebre, de París' para las bandas de música de las principales comunes, así como 'uniformes a la europea' para todos los Cuerpos Militares'(61). También en los años posteriores sigue poniéndose énfasis en música y colorido. Cada común que se respetaba ponía en lugar predominante en su lista de peticiones al Gobierno Superior una banda musical para así amenizar las populares retretas en la plaza o el parque. Los batallones y los cuerpos de bomberos (el de Santiago consistía en 1898 en 180 voluntarios) tenían su propia banda, a veces con directores traídos del extranjero. En cuanto a los uniformes, Heureaux se llevaba la palma con s u a tavío de mariscal francés, sus muchas condecoraciones y su Espada de Honor; pero también los uniformes de gala de sus ministros, confeccionados por un sastre de Madrid, con sus botones encargados en Francia y sus bastones de concha*, ayudaban a subrayar visualmente la importancia de la Autoridad. órJ Informe Gobernador Civil y Militar al Ministro de lo Interior y Polida, 8 de febo 1898, Actas del Congreso, A. G.N. 61 Luperon, op, cit., 1l1, 39.

" Luperón deina comprar estos arttculos en el 1882 pero no se daba prisa; Heureaux le escribió: "Mándeme por Dios mis encargo!" no es posible que en seis meses no fabriquen en Francia seis espadas y algunos botones'. Cartas Heureaux, 12 de mayo 1882, A. G.N.

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4. La justicia.

La organización formal de la justicia estuvo ya muy temprano bien reglamentada. Una Suprema Corte en la capital con un presidente, cuatro jueces y un procurador general nombrados por el Senado por cinco años, de una terna de candidatos presentada por el Colegio electoral; en la provincia o distrito un tribunal de primera instancia con un juez y procurador fiscal designados por el poder ejecutivo; finalmente, en cada común un Alcalde designado por el poder ejecutivo, que ejecutaba las funciones de juez de paz; he aquí el esquema como era válido a grandes rasgos durante el período que tratamos(62). Sin embargo la calidad de la justicia fue siempre amenazada por dos factores. Por una parte estaba la deficiente instrucción judicial que existió largo tiempo en el país. Hasta que en 1880 se crearon, en el recién fundado lnstitu to Profesional, cátedras en diversos ramos del derecho, que fueron ocupadas por figuras como Hostos y Nouel, el entrenamiento de juristas había sido asunto de clases particulares que eran seguidas por un examen ante la Suprema Corte. Sobre todo Carlos Nouel se había distinguido durante muchos años como profesor privado(63), pero huelga decir que en esta forma sólo pocos habían podido recibir un entrenamiento suficiente y que sólo en los años ochenta pudo mejorar la calidad y la cantidad de los juristas dominicanos, entrenados 'en el derecho francés que ha seguido existiendo en el país desde la dominación francesa. El otro peligro para la justicia 'independiente' la intervención de terceras personas->, que había sido observable desde la creación de la República, ciertamente no disminuyó en esos mismos años ochenta, es decir, jurante el régimen de Heureaux, aunque se trató generalmente de mantener el decoro. Luperón, primero 6Ilnforme, op. cit., 57. 63 Cf. Joubert, E.c., Cosas que fueron, Imp. J.R. viuda Carda, Sucs., Cdad. Trujillo, 1936, 73 Y sigo

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protector, luego enemigo de Heureaux, nunca tuvo dificultad, como político sin responsabilidad directa, de confrontar al Presidente con los ideales del estado moderno. En los primeros años de su régimen Heureaux todavía se ocupaba de contestarle, aunque no sin lamentarse: 'Ud. tendrá la bondad de perdonarme el que no use la forma ordinaria de responder a su carta punto por punto ni a sus autorizados consejos, que yo estimo tanto, ni a las ilustradas reflexiones que respeto, ni a sus solicitudes a que contraigo mi atención', escribía todavía a Luperón en 1888, 'No es mi ánimo discutir, pues llevaría la peor parte en razón de que hay reflexiones que como las de Ud. relativas a la justicia se abren paso por sí solas, en el terreno de la teoría, pero cuando se va a la práctica hay que tropezar a cada instante con los inconvenientes que son tan fecundos en este desventurado país (...); la justicia en nuestra tierra, no obstante el empeño que se toman los hombres de buena voluntad en que sea una verdad no es sino un mito'. Heureaux señalaba en este sentido el trabajo que había costado el 'que el Tribunal de Santiago conociera de la causa de los Espaillat', miembros de una importante familia de esa ciudad que fueron sospechados en el '87 de cometer un atentado contra el Gobernador Miguel A. Pichardo(64). Efectivamente, el proceso-Espaillat había sido un asunto delicado para Heureaux; le había pedido al propio gobernador que abandonara la ciudad temporalmente, y luego escrito a Juan Tomás Mejías, Ministro de Justicia: 'Hágame el favor de convencer a los Señores Jueces de Santiago de que la paz de la localidad (...) depende de cómo se conduzcan ellos en este asunto, pues si no condenan a los Espaillats a fin de tener motivo legal para extraerles de aquella ciudad, la guerra será infalible ( ...) Ya yo tengo calada a la Corte (Suprema) y como ellos son conservadores me han prometido confirmar por conveniencia política el fallo del Tribunal de Santiago, ayer los tuve en casa, Don Pedro Garrido se ha portado bien. Espero que tanto el Padre Meriño como el amigo Glas, le serán útil allí, sin olvidar que tanto el uno como el otro a pesar de que están interesados por la paz, no pesa sobre ellos la responsabilidad 64 Cartas Preso Heureau x, A.C.N., 5 de.briI1888.

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de sostenerla y quizás piensan más bien con el corazón que con la cabeza'. Para más seguridad se dirigió -en carta aparte al comerciante Glas: 'Quiera Dios que los Jueces del Tribunal se inspiren en lo que convenga! Ellos más o menos deben saber que por conveniencia a la paz de esa Provincia, conviene aplicar aquello de la Escritura: "Si tu brazo derecho te ofende, córtalo y échalo fuera de tí'\65). Tres veces hallamos en esta corta carta una modalidad de la palabra clave en política y sociedad conveniencia, cuya penetración en la justicia era inevitable. La prudencia con que el Presidente actuaba frente a los más altos colegios de justicia se evidencia claramente del hecho de que el crítico Luperón todavía era de opinión en los años noventa que 'no hay justicia fuera de la Suprema Corte (y algunos tribunales de Primera Instancia)' (66). 'Pero en los organismos judiciales de más bajo nivel Heureaux intervenía frecuentemente (usualmente vía el Gobernador) en favor del hermano de un general amigo, de un Juez de Instrucción amigo que era culpable de maltrato, etc.; a veces por su intervención se ponía en libertad a un prisionero y se le daba en seguida un empleo; también intervenía cuando le parecía demasiado fuerte un castigo o una 'patente'* para un amigo pobre: 'Leandro Espino, amigo mío, que ~~:ne un tarantín en esos campos, con un solo valor de $30.-, allí le cobran $100.- de patente --cómo. es esto, pues yo desearía servirle a este amigo y tendré que ayudarle a pagar', y 'El Señor Rafael Martí me ha manifestado que ha sido preso a causa de cinco vacas paridas que debía entregar al Sr. Saldaña. Si esa es la única razón que ha tenido Ud., le estimaré que devuelva su libertad al Sr. Martí, pues ese no es motivo suficiente para imponerle tal pena'(67). Como se ve en la sección 'Asuntos Judiciales' del Código Telegráfico todas estas intervenciones debían realizarse con mucho tacto 'de modo que ni se note su intervención, ni los jueces se sientan lastimados', y se 65ldem, 12 de oct.• 24 de oct., 31 de oct. 1887. 66 Luperon, op, cit., IIJ, 303. 67 Cartas Preso Heureaux, A.C.N., 20 de mayo 1882, abril 1888, 29 dic. 1892, 7 febo 1893,20 enero 1899,11 enero 1899,23 enero 1899. * En vigor de una ley del 1889 se exigian 'patentes' para poder dedicarse a una profesión o industria.

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tenía en cuenta la posibilidad de resultados negativos de una intervención. En la designación 'de jueces la influencia del Poder Ejecutivo tampoco era ilimitada; a su leal colaborador Gral. Pedro Pepín, gobernador de Santiago (descrito por Sumner Welles, no sin prejuicios, como 'un negro analfabeto, feroz y cruel en todas sus empresas')(68), Heureaux le escribía el 6 de febrero 1893: 'Tú tienes gran culpa en el .nombrarniento de Polanco. El Colegio Electoral envió sus ternas y allí debías estar bien representado para que en ellas no figure aquel que a tu juicio no debía convenir.( ...) Contra mi querer fue' nombrado Luis Pichardo, Presidente del Tribunal de Moca, contra mi querer se nombró el personal del (Tribunal) de Azua, compuesto en su totalidad por enemigos míos'. A veces surgían curiosos tribunales 'autónomos': ' ... al pie del Santo Cerro, en la Provincia de la Vega existe un Tribunal de sangre en la casa del Alcalde José Taveras, donde tiene cepos y cárceles para poner presos hombres y mujeres. Dícese que los presuntos reos son llevados a aquella Inquisición de nuevo cuño y ante la dicha autoridad y un secretario que le asista, se dan torturas a las víctimas y otros tantos tormentos, hasta que aquellas confiesen lo que el tribunal de sangre desea; tribunal que lo f01111an otros compañeros del Alcalde dicho'(69). Pero también los organismos judiciales oficiales conocían ráfagas de crueldad: en 1893, en un San Pedro de Macorís en plena actividad azucarera y con muchos inmigrantes-aventureros, había aumentado mucho el número de asesinatos; ' ...ni los Alcaldes Pedáneos se atreven a remitir los testigos presenciales del crimen ( ... ) ni éstos se atreven a declarar por temor de que el culpable vuelva a la libertad y sacie su venganza sobre ellos como varias veces ha acontecido'. Por ese motivo, y por la inminente 'gran zafra' se reunieron autoridades judiciales y gubernativas y decidieron fusilar sin más a los sospechosos. La Suprema Corte, sin embargo, desaprobó esta propuesta e••• a fin de borrar el estigma ( ...) que le hacía perder a la República ( ...) su rango de civilidad, para colocarla en el número de esos 6S Sumner Welles, o p. cit., JI, 13. 69 El Eco del Pueblo, 24 de julio 1889.

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pueblos desgraciados que vegetan en la barbarie y son regidos por la fuerza'. En los años siguientes siguió en aumento la criminalidad en esta región: en 1899 el Congreso Nacional prohibió la importación de revólveres en ese Distrito y, se exigió de los comerciantes en licores un impuesto de $300(70). Más arriba mencioné la intervención de terceras per.HJnas en las actividades del poder judicial. Pues sería incorrecto enfocar exclusivamente la influencia de parte del poder ejecutivo. Ya sólo la estructura 'patronal' de la sociedad implicaba el que también otras personas y grupos estuvieran constantemente activos interviniendo a favor de sus protegidos; en lo que se refiere a las agrupaciones 'apolíticas' debemos pensar en primer lugar en la Iglesia y la Masonería; en cuanto a esta última Deschamps observa que muchas veces lograba 'devolver al hogar al prisionero'u obtener 'perdón para el condenado'(Z l ). En 1897 las autoridades judiciales de la provincia de Santiago conocieron 18 causas civiles, 2 causas comerciales, 11 causas criminales y 58 causas correccionales(72). Como es de esperarse, sólo una pequeña parte de los crímenes llegaba a presentarse ante la justicia; la organización policial estaba lejos de bastar para investigar todos los crímenes cometidos en el campo; además los campesinos no querían cooperar: 'oo. como testigos (oo.) hablan demasiado pero niegan haber visto 10 que vieron y oído lo que oyeron (oO.) Vieron la víctima en el suelo, mas no la vieron caer (oo.); el que mora en el campo debe estar bien con todos. De ahí lo cariñosos que son '(73)* Había muchos robos: 'así como casi todos van al gobierno para robar, así casi todos 10s habitantes de campo y suburbios van al conuco ajeno o al patio vecino a hurtar. De donde ni la ratería, ni el abijeato parecen delitos (...)',' 70 Listtn, 1 de nov. 1893, 16 de febo 1899. 71 Descnam ps, o p. ctt., 1 9 7.

72 Informe Gob. Civil y Militar, enero 1898, op. cit., A. C.N. 73 Jiménez, op. cit., 1, 68. .. En disputas civiles los campesinos frecuentemente buscaban justicia ante el 'consejo rural', una 'autoridad moral' reconocida por ellos mismos en su región, a quien presentaban sus asuntos de herencia, etc., Jiménez, op. cit., 1, 277 Y sigo

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escribía Hostos, observando que en estos delitos económicos pocas veces se recurría a la agresión armada. El arma, en manos de tantos, se usaba sin embargo frecuentemente .en todo lo que pareciera un ataque a la dignidad propia: 'una palabra, un gesto, una mirada ( ...) un alarde de valor, una envidia incubada ...', de modo que debía tenerse mucho cuidado en las relaciones sociales con 'la ignorancia armada' (74). Federico García Godoy, gobernador de la provincia de La Vega en 1890, no buscaba en primer lugar la explicación de esta agresividad en la ignorancia; hablaba de 'la tendencia funesta, (particularmente en estos pueblos de origen ibérico), a resolver por medio de las armas cuestiones que sólo pueden y deben dilucidarse en la escena pacífica y serena del dcrecho'(7 5) Ysu énfasis en la herencia cultural se pone de relieve cuando vemos cuánta agresión, también entre los miembros de la élite urbana, tenía la muerte como consecuencia. Así adquiere valor casi simbólico la noticia en el periódico de que en la sociedad La Esperanza de la Patria los jóvenes Soriano y Deetjen 'con ocasión de un disgusto' se habían ido a las arruas, resultando muerto el primero, como también el hecho de que el segundo fuera absuelto(76). Tratemos de recapitular algunas conclusiones en los cambios observados en los aparatos de sanción. En lo que respecta al ejército, la marina y la policía, es notable la fluctuación en el grado de su organización. Lo que Santana creó en el per'íodo 1844-1860 se perdió durante la Guerra de Restauración, siguió ausente durante los veinte años subsiguientes y sólo Heureaux en el período 1880-1900 pudo reorganizado con más medios y por lo tanto de manera más imponente, aunque no pudo evitar su posterior decadencia. El que los largos regímenes de fuertes caudillos signifiquen generalmente una eficiente organización militar, es cosa conocida. Pero es útil observar que este aparato militar es en igual medida el 'resultado' como la 'causa' de su largo régimen. 74 Hostos en Sto. Dgo., 1, ap. cit., 287 Y sigo 75 Mensaje Gob, Prov. La Ve¡¡a a Ciuds. Diputados. Actas del Congreso, No. 99; 1890, A. C.N. 76 El Eco del Pueblo, Santiago, 26 de mayo 1888.

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Para los aparatos militar y policial, tanto como para la justicia puede decirse que en las últimas décadas del siglo XIX estaba aumentando su profesionalización y la consolidación de sus estructuras en que se ponían menos de relieve las características de 'mercado'. Como la lealtad ante el 'estado' era idéntica en la estructura patrimonial a la lealtad ante el caudillo, no causa sorpresa el que la desaparición de este último causara grandes daños a la organización creada. Esto vale sobre todo para el aparato militar, que todavía estaba tan íntimamente ligado al sector político de la sociedad, que el resurgimiento de agrupaciones políticas activas tenían que causar un inmediato desmembramiento de la armada según las delimitaciones políticas, resultando en un renacimiento del carácter 'mercadero', Para la justicia la caída del caudillo fue menos fatal, porque sus símbolos de lealtad estaban más bien unidos a un conjunto formal de reglas jurídicas sacrosantas, que los propios juristas podían adaptar poco a poco a la cambiante situación. Aunque la profesionalización de los juristas no fuera realmente completa, la separación formal entre poder judicial y ejecutivo, más el respeto por la 'alta' y difícil actividad judicial, en comparación con la actividad armada de que casi todos se ocupaban, hicieron más estable la organización judicial que la militar *. Eso también valía durante el régimen de Heureaux. Pero era sólo una diferencia de grado: siempre las características estructurales y culturales típicas de la sociedad en conjunto -patronaje, personalismo- siguieron corroyendo los ideales perseguidos de 'objetividad' y eficiencia en las actividades militares, policiales y jurídicas. Cabe preguntarse si, en comparación con las sociedades norteamericana y europea de entonces, esta corrosión era extraordinariamente notable.

" Además rl todo régimen la posibilidad de reVuelta del poder iuatciat es reducida, de modo que aquila flexibilidad es asunto de 'conveniencia '.

un


VI. CAMBIOS EN LAS IDEAS Y ESTRUCTURAS POLlTICAS

l. El debate sobre lo ideal y lo realizable.

'Pueblos de nuestro origen (latinoamericano) hay que nan hecho revoluciones costosas, luctuosas y retrógradas, con el exclusivo objeto de ponerse a la altura del gobierno híbrido de Inglaterra, y en copia de la República parlamentaria de los franceses', escribía Hostos en 1900 cuando, después de la muerte de Heureaux, se discutía uno de los numerosos proyectos de constitución. Las sugerencias positivas de Hostos (un consejo presidencial, autonomía comunal y provincial) delataban tal vez su mentalidad poco práctica, pero su rechazo de 'las tradiciones constitucionales de procedencia europea que han concluido por amojamar a nuestras sociedades' se fundamentaban en un lúcido análisis de la realidad y las dos cosas, su sugerencia para nuevos experimentos políticos y su rechazo de modelos importados y admirados, se basaban implícitamente en la idea de que la cultura y estructura propias de la sociedad, demandaban instituciones politicas propias (1).

Hostos era lo suficientemente idealista para pensar que estas instituciones propias podrían ser creadas por una élite científica autóctona; después de su surgimiento, éstas 1 Hostos en Sto. Dgo.• /1, 57 Y sigo

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mantendrían las libertades humanas y políticas en forma no menor, pero sólo diferente, de lo que era el caso de la Europa Occidental. Bonó, el sociólogo criollo, menos cosmopolita que Hostos, pero tal vez por eso con una noción más realista de lo factible, abandonaba todo idealismo y creía en un determinismo social-histórico: el período colonial había sido 'rotundamente despótico'; la dominación haitiana lo había sido también en forma moderna: la dictadura militar; la primera República (1844-1860) sólo pudo combatir a Haití 'al condensar la misma dictadura', mientras que la Restauración 'desquició todas las jerarquías tradicionales, las intermedias, e hizo ingresar en la dirección del país elementos nuevos que han suscitado la anarquía en la esfera superior de la sociedad'; así, dice Bonó, la sociedad dominicana estaba organizada para el despotismo; les acontecimientos posteriores han acabado de pulir dicha forma y 'tendremos, mal que nos pese, rebeliones y más rebeliones; dictaduras y más dictaduras; porque, además de Ser el remedio universal a que han apelado pueblos y Gobiernos en las horas supremas de su existencia, los nuestros no se prestan para otro'. Lo que falta es 'unidad, homogeneidad en el impulso social'. Lo único que puede' impedir que 'las dictaduras no ahoguen a los dictadores, y la, anarquía no destruya a la República' es 'transacción' entre' pueblos y gobiernos, entre clases y partidos(2). Luperón, quien más que los dos anteriores, era un hombre de acción política, pero a la vez uno, que no quiso cam biar su posición protegida en Puerto Plata por los riesgos de una presidencia en la capital, y que prefirió escoger como director de un movimiento político las fichas que debían gobernar el país en su nombre, demostraba en sus escritos y discursos una ambigüedad pronosticable; por una parte gustaba de posar como altruista e idealista, que ya cubierto de gloria como héroe de la Restauración, quería empujar rápidamente a su país hasta el nivel político de la Europa Occidental.* Por otra parte se muestra un hombre que conocía cabalmente las limitaciones de su propio 2 Bo 11Ó, op. cit., 228. * 'CIl pro de la dernocracia. como ell EE. UU., Suiza, Dinamarca, Holanda y Bélgica (C]. pp. 11-15, Luperon, op. cit. 11),

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medio. Al rechazar en 1876 la candidatura a la presidencia, escribía: ' ...y como sería necesario o emplear el machete, o manejar la intriga, y de cualquiera de esos modos dejaría yo de ser digno de la presidencia, antes de llegar sin dignidad a ella, me quedo con ten to con mi dignidad en casa'. Y cuando Espaillat, el farmacéutico santiaguero orientado hacia Europa, que fue elegido Presidente en ese año, había sido depuesto al poco tiempo, Luperón observó con escepticismo: 'Espaillat no era buen Presidente, porque era leal, honrado y moral, y no era despilfarrador ni traidor. Esta es una verdad dura y severa, pero es verdad'. A la vez, sin embargo, acusaba al presidente González de que según éste, 'nuestra Constitución encierrra dos Constituciones en una: la una ( ...) con la libertad escrita, y la otra con la tiranía inédita'(S). Casi veinte años después, cuando ya había perdido toda su influencia sobre su protegido original Heureaux, y viviendo en exilio en Santo Tomás, restaba naturalmente poco de su idealismo: la América Latina consistía, según él, de 'repúblicas sin republicanos, peor gobernados que en tiempos de los virreinatos, sin fijarse en la acción progresiva de los principios democráticos modernos'(4). Así las ideas políticas oscilaban entre realismo e idealismo, entre lo que parece posible aquí y lo que era admirado en otra parte. El uso, a veces simultáneo, de dos marcos de referencia, el criollo y el extranjero-moderno, llevaba aún a los más liberales entre los políticos a una forma de esquizofrenia política. El derecho de revolución era reconocido en todo momento, incluso cuando se trataba de gobiernos electos. El político 'liberal' Deschamps expresaba la opinión general cuando escribía (sin referirse a ningún asunto de actualidad): 'La revolución es un derecho ( ...). Los congresos y los gobiernos no son, pues, sino emanaciones del pueblo, yen tal concepto, cuando los co ngr e so s y los gobiernos no están atentos a las inspiraciones de la universalidad de los ciudadanos', éstos tienen el derecho de revolución(5). Esta idea de soberanía 3 Luperán, op, cit., Il 280 Y sig., 328, 275. 4/dem, /Il, 330. 5 La República, periódico independiente, Deschamps, Santiago, 2/ de febo /885.

Director Eug.

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popular total, que naturalmente podría hacer caer a los gobiernos vía los portavoces dirigentes, la hallamos claramente en las proclamaciones de rechazo de presidentes (con frecuencia llamadas Manifestación popular): en la declaración contra Pimentel del 4 de agosto de 1865 se decía: " ...desde este momento desconocemos la autoridad del General Pedro Antonio Pimentel, como perjudicial a los in tereses de la nación, y en el ejercicio de nuestra soberania investimos de plenas facultades al benemérito General José María Cabral, para que inmediatamente, como "Protector de la República" tome el mando supremo'(6). De manera similar 'varios ciudadanos' solicitaban regularmente a uno u otro compatriota hacerse cargo de la presidencia. Algunas veces se les pedía incluso, convertirse en dictadodvitalicio) - como a Luperón en el 1866 y el 1879-, término que obviamente carecía de connotaciones negativas, en con traste con el término tiranía, aunque generalmen te no se ponía en claro en qué consistía la diferencia objetiva entre las dos formas de gobierno. 'Las necesidades de la guerra (de Restauración) y sus peligros habían impuesto la dictadura de los gobiernos que se sucedieron durante su curso, escribía Luperon, pero jamás la tiranía, que en ninguna circunstancia se puede justificar'(7).

2. Los partidos politicos:

En los decenios siguientes a la segunda independencia de España (1865), hay con tinuamen te evidencia de la existencia de dos grandes 'partidos', que eran llamados los azules y los rojos; el primero de los cuales era también conocido como Partido Nacional o Liberal. Estos partidos se basaban en origen, hasta cierto punto, en los dos grandes caudillos de la primera República, Santana y Báez. Los rojos eran baecistas que actuaban también después de 1865 -y algunas veces con éxito··· en pro de un retomo al poder de Buenaventura Báez; los azules eran los antiguos 6 Luperon, op. cit., l. 348 (bastardillas m{as. H . .'-I.). 7 Idem, 1.341.

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seguidores de Santana, que había fallecido entretanto, aumentados con un grupo de líderes político-militares del Cibao, surgidos durante la guerra de Restauración, como Luperón, y además, por lo menos al principio, de seguidores del general sureño José María Cabral; ya desde muy temprano, Gregario Luperón se manifestó como el líder de este grupo: en 1868 se proclamó Jefe del partídotS), y su autoridad se mantuvo intacta hasta los años ochenta aunque hubo tentativas de quebrar su influencia: cuando en 1873, hacia finales de los 'seis años' de Báez, surgió cierto descontento dentro de las filas rojas, éstas obtuvieron apoyo de miembros prominentes del partido azul, que se mostraron dispuestos a romper sus lazos con Luperón. Este grupo de descontentos rojos y azules apoyó la -exitosarevolución del gobernador de Puerto Plata, González, y fue llamado en el lenguaje popular el partido verde. Muy pronto, sin embargo, la oposición a la presidencia de González condujo de nuevo a un reconocimiento del liderazgo de Luperón y, en 1876, a la caída de González; luego la mayor parte de los verdes se dividió de nuevo en tre rojos y azules. Después del corto gobierno de Espaillat , la presidencia recayó brevemente en manos de Conzálcz , quien se vio obligado en el mismo año a entregársela a Báez. el dirigente de los rojos; en 1878 éste tuvo que escapar a Puerto Rico a raíz de una revolución, el líder en el Sur de esta revolución, general Guillermo, se proclamó jefe de un Gobierno provisional en la capital; simultáneamente González. que se había congraciado con Luperón , dirigía un Gobierno provisional en Santiago; con ayuda de Luperón González ganó las elecciones, pero su negativa de nombrar como gobernador de Puerto Plata a Ulises Heureaux , hombre de confianza de Luperón , condujo a una revolución que. dirigida nuevamente por Luperón, produjo en 1878 un Gobierno provisional en Puerto Plata. en que ocupaban cargos importantes los protegidos de luperón: Heurcaux , Fed. Lithgow, Alfr. Deetjen ; sin embargo, también el general Guillermo, oriundo del Este del país, se había levantado en armas contra González, tomando posesión de Santo Domingo; en 1879 fue proclamado, después de elecciones. Presidente Constitucional. Guillermo había sido, 8 Swnmer lI'elles, op. cit., 331.

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igual que su padre, un leal general de Báez y podía ser considerado como rojo; era de procedencia social sumamente humilde y debe haberse sentido amenazado por el general Manuel Cáceres, cibaeñ o de más educación. que era considerado en su región como el sucesor de Báez. Cáccres fue asesinado durante el Gobierno de Guillermo; fue sólo una de las atrocidades de su régimen", De nuevo el 'soldado de la democracia'. Luperón, proclamó una revolución, que con ayuda de Heureaux condujo a la fuga de Guillermo a Puerto Rico y al establecimiento en 1879 de un Gobierno provisional bajo Luperón en Puerto Plata, con Hcurcaux como delegado en la capital. Al rechazar Pedro F. Bonó la candidatura a la presidencia que le había propuesto Lupcrón, éste eligió al Padre Fernando Arturo Mcriño , prelado de gran influencia y considerado como azul, que gobernó de 1880-1882 y que fue seguido por Ileureaux ( 1882-1884) con el vegano Casimiro N. de Moya como Vice-Presidente. Este era el 290. Gobierno del país desde el 1844. Hasta aqu esta seca enumeracion que sirve para constatar que después del 1874 el partido rojo no pudo disponer de líderes de importancia nacional, aunque siguieron ex isticndo, al nivel local, rojos importan tes como Manuel Ma. Cauticr, en la capital, y Generoso Marchena, en Azua; que Luperón parecía tener la influencia decisiva en el nombramiento de candidatos presidenciales 'azules' Espaillat, Meriño, Heureaux - y que también podía determinar el destino de presidentes menos leales Conz álcz , GuiJlenno-; y que en estos años estaba aumentando la importancia de Heureaux -como ministro. como Delegado del Gobierno>, hasta culminar con una presidencia en 1882. Las lealtades regionales continuaron siendo elemento de importancia en la elección de presidentes. Ya en los años sesen tao la supremacía política del Cibao había creado temores en el Sur de Que la caoital í

* Algunos ven en ese asesinato la mano de Heureaux; Heureaux fué asesinado en 1899 por Ramón Cdceres , hijo de Manuel; (cf.

Troncoso Sdnchez; P., Ramón Cdceres, Edit. Stella, Sto. Dgo., 1964, que considera esta suposición inmotivada).

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tuera trasladada a Santiago(9); y en el 1882 Lupcrón fue advertido por Bonó de que hace cuatro años que el Cibao domina rotundamente y Santo Domingo no está tan acostumbrado a semejante dominación declarada. para que lo soporte pacíficamente por más tiempo', agregando luego la interesante idea de que eran justamente los nuevos ingenios azucareros que habían surgido. los que le dificultaban al Sur más que antes. levantarse en armas (10). Pero esta creciente importancia económica del Sur hacía más necesario que antes a los cibaeños el 'transigir' con el Sur; en esta conexión, Bonó hablaba también de la necesidad de transacciones con los verdes y rojos, cosa que parece abogar por la tesis de que en el sistema de partidos. las divisiones geográficas tenían cierta importancia. por lo menos en el sentido de que. aunque los dos grandes partidos los rojos y los azules- tenían seguidores en todas partes del país, los líderes azules proced ían principalmente del Cibao y eran dirigidos en la persona de Luperón, desde Puerto Plata. La necesidad de 'transacciones' enfatizada por Bonó. fue vista también claramente por el puertoplateño lIeureaux. En la medida en que éste iba obteniendo cierta independencia de movimiento como hombre fuerte, aumentó su tendencia a escoger colaboradores de diversas tendencias políticas y procedencias geográficas, y ricocorsa. cosa que condujo al final de los años ochenta. como veremos. a un rompimiento con Luperón. Por eso es tentador ver la pérdida de poder político de Luperón en esos años y el surgimiento y larga duración del régimen lIeureaux, que halló sus bases financieras cada vez más evidentes en el Sur, no como un accidente histórico. o sólo como prueba de deslealtad, o como choque entre personalidades, sino en relación con los cambios eeonómicos que se realizaron en ese período de la República. Por cuanto cabe analizarlos, los partidos políticos no conocían ninguna organización formal. ni directivas. ni registro de miembros. ni reuniones formales, ni estatutos, Las decisiones eran tomadas por el caudillo del partido. generalmente después de consultar con los 'pro-horn brcs y Informe, op, cit., 542. 10 ['/IIÓ, op. cit.. 461.

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regionales, entre ellos comerciantes, generales e intelectuales. Veamos brevemente a manera de ilustración cual fue el proceso de toma de decisión cuando se solicitó a que se Pedro F. Bonó nuevamente-ahora en 1884 presentara como candidato a las elecciones presidenciales (invitación que por lo demás, fue rechazada de nuevo por él). Salvo una sola excepción --una carta del intelectual M. A. Cestero, de la capital, toda la correspondencia recibida por Bonó en relación con este asunto procedía del Norte del país. En octubre de 1883 el sacerdote de habla francesa, J. F. Cristinacce, le escribía desde Puerto Plata: 'estoy autorizado de parte del general Luperón, su amigo y mío, decirle que en las próximas elecciones Ud. es su candidato y el candidato de todos sus amigos ...': en noviembre, Luperón insistió que Bonó tomara una decisión; 'de todos los pueblos de la República, los ciudadanos más importantes me piden que señale el Candidato que debe ser Presidente'; más tarde, en ese mes, Luperón volvía a escribirle, señalando las 'ambiciones bastardas' y 'pretensiones peligrosas' de otros, e instigaba a Bonó a ponerse en actividad; 'vaya Ud. a Santiago, publique su programa', pidiéndole sin embargo dejar intacta en su 'sistema gubernativo' la vice-presidencia. 'pues este puesto lo necesitamos para colocar a uno de los candidatos más serios después de Ud.'. Luego de otra carta del Padre Cristínacce, Bonó recibió en enero 1884 una carta muy confidencial de un miembro de su familia, el importante comerciante J. M. Glas, de Santiago, en que éste le comunicaba que Luperón, en una reunión de 25 individuos, había abogado por la candidatura de Bonó. En esta reunión, el general Heureaux había señalado que el caudillo de la Línea Noroeste, general Benito Monción, había declarado que 'ya la voluntad de Luperón se había hecho varias veces, que ahora le tocaba a él y que él quería a todo trance se nombrara el (general) Segundo Imbert', de Puerto Plata. El propio Glas había propuesto en esa reunión que todos los candidatos del partido azul debían reunirse en Santo Domingo, para junto con 'los pensadores más sensatos e ilustrados de allí' y para evitar conflictos, señalar una figura de compromiso cuyo nombramiento, antes de ser publicado, debía ser propuesto 'a los pensadores más connotados de la República'. El presidente Heureaux había dicho en privado 'que no estaba 196


por ninguno de los pretendientes, ni por candidatos enteramente civiles'. Esta preferencia de Heureaux por un presidente militar fortificó sin duda la decisión de Bonó de rechazar la candidatura. Al mes siguiente, Luperón escribía de nuevo que 'su candidatura ha sido bien acogida por los hombres de alguna importancia de todos los pueblos de la República, a quienes he escrito proponiéndola y aceptada de lleno por la opinión pública, casi general', y al día siguiente escribía: 'Ud. no conoce las maniobras de los ambiciosos que siempre son perniciosos. Ud. no está aguerrido con sus luchas, déjemelas a mí y respondo del triunfo'. Al día subsiguiente, el Padre Cristinacce trataba de despejar el evidente temor de Bonó por la oposición de Heureaux: 'El pequeño entourage de Lilís pesa poco en la balanza'. EI17 de febrero, Bonó -recibíó una carta de J. M. Glas en que éste le comunicaba que iba a retirarse de la escena, ahora que no había certeza de la candidatura de Bonó. El 18, Bonó recibió una carta de W. Quesada en Puerto Plata, opositor de Luperón, quien señalaba que este mismo siempre había tenido la prudencia de rechazar la presidencia. Después,de una tardía carta animadora del Dr. rió y Betances de Samaná, el Padre Cristanacce describía brevemente en abril la situación que había surgido después de la negativade. Bonó: Luperón parecía ahora apoyar la candidatura de Imbert, de Puerto Plata, en contra de la de Moya (de La Vega) y Billini (de la capital)(II). Es, pues, claro, que la torna de decisiones dentro del partido estaba reservada a pocas personas; a un candidato como Bonó se confiaba gustosamente la elaboración de un programa -pero el caudillo vigilaba la ocupación de ciertos puestos claves que en realidad siempre eran ocupados por el mismo pequeño grupo de pro-hombres. Por lo demás, fue en este año 1884 en que el partido azul se presentó por primera vez con más de una candidatura, cosa que ya indica el debilitamiento del poder de Luperón. El conflicto dentro del partido entre el tradicionalmente poderoso Norte y el surgiente Sur-Este fue marcado aún más claramente cuando Imbert y Moya combinaron sus candidaturas oponiéndose a Billini, quien estaba secundado por WOSS){ 11 Bonó. op. cit.• 472 Y sig."

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Gil, procedente del Este; esta última combinación llegó al poder. Diversos historiadores, entre ellos Sumner Welles (12), ven en esta desintegración del partido azul única y exclusivamente la mano de Heureaux, quien la habría provocado por medio de manipulaciones hábiles. Esto me parece demasiado honra para el astuto general, aunque es cierto que él eligió en pro de Billini-Woss y Gil. después de haber visto que Luperón apoyaba la candidatura contraria. Sin ernbargoval tomar esta decisión, Heureaux se hallaba en la excelente compañía del influyente Padre Meriño, él mismo procedente del Sur, y no sorprende que Luperón viera en Meriño un mayor culpable que en Heureaux: ' ...el Partido que luchó contra España en defensa de la independencia de la Patria, llamado Partido Nacional .Liberal, sólo reconocía por jefe a Luperón, desde 1863 hasta las elecciones de BilIini en 1884, en las que el respetable Doctor Meriño, saliéndose de la disciplina de la agrupación que le había llevado al poder supremo de la República y más tarde al Arzobispado, presentó a BiIlini por candidato, y junto con Heureaux lo hizo triunfar, prescindiendo completamente de todo acuerdo con el jefe del partido'( 13). En 1886 se presentaron nuevamente dos candidaturas azules; Heureaux-lrnbert y Moya-Billini; esta ve: Luperón se dio cuenta de que tenía que apoyar al candidato de mayores posibilidades. Cuando, después de salir Heureaux ganador, Moya se levantó en armas, el primero supo quebrar definitivamente su grupo de seguidores, iniciando así formalmente su dictadura, que antes había ejercido tras bastidores. El período presidencial fue prolongado a cuatro años en 1888 y se sustituyó el sistema de elecciones directas por uno de Colegios Electorales que eran más fáciles de manipular. Lis elecciones de 1888 llevaron por primera vez a Luperón, en un desesperado intento de mantener su influencia. a presentarse como candidato presidencial; por primera vez también se formalizó la lucha de poderes entre él y Heurcaux , cuando éste se presentó también como 12 summer \Ve/les, op. cit... 430)' sigo 13 Luperon, op. cit., 182 Y sig.En abril 1884 hab ia rumores de que Meriño apoyaba a Billini a cambio del arzobispado (La República, 30 de abril 1884).

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candidato, y ganó. Poco después Luperón abandonó el país, para combatir como opositor de Heureaux su régimen desde Sto. Tomás. Al final de su vida, en 1896, fue visitado pOI Heureaux, quien le hizo regresar a Puerto Plata, donde su entierro fue organizado por el dictador con gran pompa oficial. Aunque ya en el primer gobierno de Heureaux (I882-1884) algunos 'rojos' prominentes como Wenccslao Figuereo y Generoso de Marchéna habían sido incluídos(l4 l, cosa que debió haber sucedido con el visto bueno de Luperón, éste vio sobre todo en la composición del gabinete Billini las señales de una creciente penetración de estos 'rojos de fama': 'Mientras les decían a los azules que eran azules, procuraban colocar bien a todos los rojos y hacer desprestigiar y perseguir a muchos verdaderos azules. Así se vio al señor Gautier, jefe de un grupo rojo, instruir a Marchena para que trabajare en la división de Heurcaux y Luperóri'. Luperón hablaba, por eso. amargamente de 'un plan desconocido ( ...) en beneficio de una oligarquía funesta' (15 l. Así, la colaboración de Heureaux con rojos prominentes cuyo líder Báez había fallecido al comienzo de los años ochenta- y con los restantes del partido verde, entre ellos el ex-presidente González mismo, formaba un contrapeso contra la estructura de poder tradicional del partido azul. De hecho, también los antiguos colaboradores importantes de Luperón en Puerto Plata y Santiago vieron -sobre todo después del fracaso de la revolución de Moya en 1887, una de las pocas revoluciones fracasadas del Cibao-, que su futuro político estaba con Heureaux: ' ...Ia mayor parte de los horn bres principales que dirigían la revolución (de Moya) en la provincia de Santiago (... ), cuando se reunieron en casa de don J osé Manuel Glas, en un banquete que este señor dio al general Heureaux, se deshicieron en elogios para Heureaux, declarando a éste que, dada su popularidad, no debía seguir dependiendo de los consejos y de los dictámenes de Luperón, aconsejándole que obrara por sí solo y ofreciéndole su apoyo, el señor Glas a la cabeza'; a 14 Summer Welles, opto cit., 421, 15 Luperán, op. cit., 421. .

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lo que agregaba Luperón: 'Pero no hay por qué extrañarse de este suceso; de iguales inconsecuencias está plagada la historia dominicana'(l6). Es difícil contestar la pregunta de si entre rojos y azules hubo alguna vez diferencias claras en programas o ideologías. El que sólo los rojos fueran 'anexionistas', como se aseguraba a veces, es difícil de comprobar; el que los azules representaran espíritus más liberales es hasta cierto punto plausible, pues el Cibao, donde como hemos visto este partido estaba fuertemente representado, contaba entre su élite política un número de hombres que por su educación estaban muy orientados hacia Europa. También debe señalarse la influencia del cosmopolita Hostos y de Betances en este grupo, Luperón incluso. En la práctica política, sin embargo, estas ideas elevadas tenían poca oportunidad de realización; la rápida caída del progresista Espaillat fue sintomática de la situación e hizo que durante mucho tiempo varios intelectuales de ideas similares -entre ellos Bonó- se resistieran a lanzarse a las luchas políticas. Los 'doctores' dependían de los 'generales' y el intelectual orientado hacia Europa tenía que darse cuenta del material humano disponible, de la estructura y cultura propias de su país. 'Si me hubieran elegido presidente', así suspiraba Bonó, '¿cuáles habrían sido mis ministros de Estado, mis jefes comunales, mis gobernadores y mi Congreso? Los mismos hombres de antaño y de hoy. ¿Y cuando yo hubiera podido mejorar esta máquina enmohecida y fuera de servicio, habría podido hacer comprender a las gentes que se consideran sabias y que dirigen esta sociedad que ellos no son más que ignorantes y corrompidos? (...) (La República Dominicana) no tiene las condiciones necesarias para ser autónoma bajo el estandarte democrático puro'(I7). FueLuperón quien trajo de uno de sus viajes europeos. el término 'socialismo'; en su autobiografía lo usa una vez en sentido positivo al señalar que la República, 'tal como la hicieron sus fundadores, es despótica y opresora, la nación, tal como la ha hecho la Providencia, es socialista, a tal 1 ó Luperon, ibid., 225. 17'Bon6, op. cit., 517 Y sigo

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ex tremo que cincuenta años de suplicios no han bastado para destruir la igualdad social'(18). Pero usa el término en sentido negativo, refiriéndose a un grupo de puertoplateños, dirigidos por su antiguo amigo Juan V. Flores, que criticaban la Compañía de Créditos (en que Luperón tenía intereses), llamándoles 'comunistas, socialistas y anarquistas'(l9); yen sentido igualmente negativo escribía en 1885 a su amigo Valverde: ' ... Hoy los socialistas y los visionarios pululan en toda la República, predicando en sus hojas doctrinas desmoralizadoras y la guerra social'. El periodista 'liberal' E. Deschamps consideró esta expresión lo suficientemente curiosa para publicarla en su periódico La República: confesaba que primero había tenido que buscar en un diccionario la palabra socialismo, pero, naturalmente, Luperón acababa de regresar de Europa ... En Santo Domingo estos nuevos términos no tenían sentido, escribía Deschamps, aquí sólo había dos partidos: los tiranos y los demócratas(20). Y verdaderamente los partidos en este período no eran sino conglomerados difusos, comunidades de intereses, generalmente con un solo líder a la cabeza, y debajo de éste una jeararquía de líderes poco cristalizada; agrupaciones en que principalmente se unían los intereses regionales; sólo se celebraban elecciones después de revoluciones exitosas para dar cierta legalidad al nuevo status quo para resolver competencias internas dentro del 'partido' de manera 'honesta'. ]:] otro partido no participaba en las elecciones y nunca estaba representado en el parlamento. 'Democrática' era la agrupacción política a que uno pertenecía, 'tiránica' la otra. No sorprende, pues, que uno pudiera cambiar continuamente de partido; 'tal azul de hoy, por ejemplo, a quien quiten el empleo o pensión ( ...) mañana será rojo'(21). Una familia perteneciente a un partido gustaba de tener 'por cálculo' un pariente en el otro que pudiera servir de 'garante': 'No se apuren, señores, que yo soy el garante de ustedes'(22). Bonó era de opinión que la variabilidad de las 18 Luperán, op. cit., lI, 405. 19 Idem, lIJ, 176. 20 La República, 17 de enero 1885. 21 Bonó, op, cit., 275. 22 Jirnénez, op. cit., J, 249.

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simpatías políticas estaba influenciada ;Jor la oposición ciudad-campo: el habitante del campo 'casi siempre' preferiría a un partido distinto del que apoyaran las gentes de la ciudad, como consecuencia de la explotación a que estaba sometido el campo por la ciud,ad(23), pero su tesis es difícil de comprobar. En general, 'las masas' seguían (como le explicaba J. M. Glas a Bonó) las indicaciones políticas que les daban los líderes locales, sus líderes locales, sus hombres de confíanza'(Za). También los gobernadores influenciaban abiertamente la opinión pública; el 15 de junio de 1892 apareció un anuncio en 1';1 Eco de/Pueblo, d·irigido 'al Pueblo' por los gobernadores norteños, en que comunicaban que se reunirían junto con 'muchos hombres de importancia e ilustración' para ponerse de acuerdo sobre un candidato presidencial: ' ...hasta (oo.) ese momento, mantengáis reservado vuestro parecer y detengáis vuestro trabajo'. En cuestiones políticas, sin em bargo, la masa popular no era apática, siempre tenía intererés en los sucesos político-militares; recibía informaciones al respecto por medio de cantantes y poetas populares como Juan Antonio Alix, que daban comentario en sus décimas sobre asuntos de actualidad(25); en sus opiniones los campesinos eran cautelosos: 'En política hablan mucho, pero todo lo dicen con rodeos, conocedores de que una opinión imprudente puede traerles disgustos', dice Jiménez(26). A mí me parece que esta cautela no estaba limitada a los campesinos; era parte de un complejo de actitudes que comprendía al pueblo entero frente a la política y se originaba en la inestabilidad interna. Volveré sobre este tema más adelante. La política que precisamente por su variabilidad, influenciaba tan profundamente la vida social, difícilmente podía ser mantenida fuera de las actividades de las múltiples asociaciones, sobre todo porque la organización de partidos era tan sumamente difusa. Una asociación podía, como la Liga de la Paz, evolucionar de club cultural a grupo de presión 23 Boná, op. cit., 289. 24 Idem, 492. 25 Cf. Rodrt'gue z Demorizi, E., El Cancionero de Litis, op. cit., Y Juan Antonio Alix, Décimas, op. cit. 26 Jiménez, op. cit., 1, 68.

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política (la presidencia de Espaillat fue Iomcntada por este grupo), pero también podía, como la Socicdad NI'fJlilJ/i(,(II/11 perder su función principal política y tratar de limitarse a las actividades culturales: la constelación política continuamente cambiante hacía frecuentes estos cambios de función. sin evitar, sin embargo. que la existencia de estas asociaciones fuera efúnera. Al igual que su organización. eljirumciamicnlo de la cosa política no estaba atado a reglas definitivas. Los capitalistas criollos o extranjeros. personas o Gobiernos de quienes se podía esperar que sacaran provecho de un movimiento político, eran todos financiadores potenciales. Si fue una 'combinación europea' la que hizo posible en el 1844 la independencia del país( 27), poca duda debe existir sobre la importancia que los comerciantes de tabaco alemanes y sus representantes dominicanos atribulan al éxito de la Guerra de Restauración y al fracaso de los planes de Báez de anexión a los Estados Unidos(28). Así en 1870, un grupo de comerciantes extranjeros en Puerto Plata ayudó a los generales Luperón y Cabral con $8,000 en su lucha contra B:íel.(29); en Santo Tomás se fundó para el mismo fin un Comité Revolucionario con dinero de comerciantes de la Isla; en Curazao, el financiero Luis Oduber, ofreció dinero a Luperón 'bajo la garantfa del Presidente (Venezolano) Guzmán Blanco'; también el presidente Nissage, de Hait í, temía la anexión americana y dio facilidades por las cuales le fue en (regado después del éxito, la suma de $290,000(30). 'Una invasión del general Guillermo desde Puerto Rico en 1881, fue financiada por la Casa Gallart, de Ponce y estimulada por las autoridades españolas, que consideraban Indeseable la presencia del general cubano Antonio Maceo en el país(31). Para su campaña electoral, Heureaux apeló en I HH2 al presidente haitiano Salomón: 'Yo deploro que las circunstancias obliguen al Gobierno a molestar con tanta frecuencia a V.E. y a su Gobierno, pero me consuela la esperanza de que quizás no muy dilatadamente esté el 27 Bonó, op. cit., 235. 28 Para esto último, cf. Informe, op, cit. 283 y sigo 29 Sumner Welles, 367. JO Lu perán, op. cit., 11, I07, 189. j J Damirón, R., Cronicones de Antaño, Im pr. Dom., Cdad. 'I'rulll/o, J 949, 127 Y sigo

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próximo Gobierno en aptitud de corresponder a V. E. si V. E. se viese en el caso de utilizar los servicios del Gobierno dominicano, pues es casi segura la instalación de un Banco Nacional en esta Capital que nos permitirá regularizar nuestro sistema financiero" (32). Hasta qué punto 'gobierno' y 'partido' eran uno, se deduce de la carta que Heurcaux escribía un mes después a Luperón en que exhortaba a éste, que estaba en ese momento en París, a hacer todo lo posible para realizar la fundación de un Banco Nacional: 'El Partido se hundirá si no consigue una base sólida que le permita regularizar su sistema financiero'(33). En un anterior capítulo ya señalé el carácter de 'mercado' de la organización militar, y los intereses financieros criollos y ex tranjeros que apoyaban a determinados generales en sus intentos de revolución, incluso instigándoles a ello. Una cosa similar puede decirse del sistema de partidos y su funcionamiento, ya que en realidad era imposible trazar las delimitaciones entre conflictos militares y políticos internos: puesto que el triunfo político generalmente era precedido de una revolución exitosa, las bandas militares formaban parte de facciones políticas: el carácter de mercado de la estructura militar era el reflejo de una constelación política similar: y así como durante un régimen fuerte y prolongado como el de Heureaux se hicieron grandes esfuerzos para hacer de la cosa militar una verdadera 'organización' del Estado, también podía considerarse la elevación del 'partido oficial' a órgano gubernamental, y la eliminación o absorción de las facciones de oposición, como parte de un esfuerzo de quitarle a las actividades políticas su carácter mercantil. La diferencia entre azules y rojos perdió importancia política ya en las últimas décadas del siglo pasado: más bien se era lilisista u opositor a éste. Cuando, después de la muerte de Heureaux, surgieron nuevos caudillos J iménez, Vázquez- que dirigían sus propias facciones políticas, la continuidad con el sistema de partidos del siglo XIX pareció completamente quebrada: el person alism.o crea, según este razonamiento, siempre nuevas agrupaciones: ¿qué otra cosa podía esperarse de caudillos surgidos, ambos, de la lucha 32 Cartas Preso Heureaux, AGN., 5 de abril lR82. 33 Idem, 5 de mayo i 882.

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política contra Heureaux y cuyos partidos no mostraban diferencias ideológicas claras, sino el propósito de saldar cuentas, de romper con el pasado político reciente? Sin embargo, la realidad era más complicada: como el anti-lilisismo se había concentrado principalmente alrededor de la persona de J.1. Jiménez -su riqueza inicial, sus contactos comerciales y políticos en Europa, su intento de invasión en 1898, ayudaron su reputación-, era pronosticable que el número restante de lilisistas se sintiera más atraído hacia Horacio Vázquez, sobre todo después del fracaso d~ un intento de Alejandro Woss y Gil en 1903 de restablecer un verdadero gobierno 'lílisísta' (34). Es tentador, pero peligroso, postular una conexión histórica entre el lilisismo y el trujillismo. Efectivamente, fue Ulises Heureaux, hijo, quien publicó en 1933 el primer gran elogio a Rafael Trujillo, en que señalaba las similaridades entre éste y su padre: 'uno y otro nacieron en modesta cuna (...), abrazaron ambos con fe robusta y enérgica voluntad la carrera de las armas (...), hijos de su propio esfuerzo, de su carácter y de su constancia (...), ¡Trujillo Presidente! ¡No puede ser! vociferaban algunos. Sin embargo debía ser. ¡Ese negro Presidente otra vez! ¡Imposible! , escribían los amigos de Heureaux. Y ese negro cuyo talento era superior al de muchos blancos que lo vejaban, volvió al Poder. En ambos casos triunfó el talento accionado por la espada y la espada mantenida por el talento. En estos pueblos (oo.), como dijo Bolívar, 'serviles en las cadenas y altaneros en los tumultos', y que es preciso gobernar con mano fuerte y dura para con los intransigentes (oo.), se necesitan hombres de esa contextura (oo.). Trujillo ponía en práctica el método de Heureaux: ir y no mandar (oo.). Podemos decir que Rafael Leonidas Trujillo Molina es a justo título el continuador bizarro y gallardo de la política que, para el bienestar del pueblo y engrandecimiento de la República, iniciara Ulises Heureaux en el 1882...'(35) Ya muy temprano en el régimen de 34 q; Monclús, Miguel Angel, El Caudillismo en la Rep. Dominicana, la. ed., Edit. El Caribe, Sto. Dgo., 1962, 144 Y sig. 35 Ulises Heureaux hijo, Rafael Leonidas Trujillo Malina, 'Cromos', Sto. Domingo, 1933, 2, 4, 5. El autor mencionaba una diferencia entre los dos caudillos: Trujillo era mejor administrador (14). Sin embargo, Truiüto no parece haber apreciado la comparacián;

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Trujillo, Puerto Plata le había ofrecido la Espada de Honor que antes había recibido el 'Pacificador de la Patria' y también muy pronto la imaginación popular creó historias que tenían como tema un encuentro entre el legendario Heureaux y el niño Trujillo.

3. El caudillo político.

El caudillismo o personalismo es un fenómeno producido por la cultura y estructura totales de un conglomerado social y que se manifiesta por lo tanto en todos los sectores e instituciones sociales. Como tal, espero poder analizarlo más tarde en sus características generales. Aquí sólo quiero prestar atención a su faceta más conocida, es decir, la políttca, y enfatizar algunas características de naturaleza cultural y psicológica. El caudillo es siempre héroe y podría hablarse de una ideología de heroísmo en que se apoya el cauuillismo como fenómeno social. 'Dios', escribe Luperón, 'con su sabiduría infinita ha formado a los héroes, para que la memoria de ellos sirva a los oprimidos de enseñanza de triunfo contra sus opresores'(36). El héroe buscaba su inspiración en la antiguedad clásica. Luperón fue uno de los muchos que -en la casa de su protector-o conoció las, obras de Plutarco 'que depuraron sus sentimientos y engendraron en él el amor a la verdad, a la libertad, a la justicia y a la gloria nacional' (37). De hecho, se gustaba de comparar la historia reciente del país con la de la antigua Grecia y Roma: 'La cobardía y la bajeza de Roma decadente, se reproducen frecuentemente en la República Dominicana'; como es natural, la historia clásica era interpretada en términos de heroísmo; el individuo era más poderoso que cualquier determinante socio-económico: 'Las mismas cualidades que determinan el carácter de los go bernantes, determinan tam hién el carácter dp, las naciones. En cuanto a las instituciones, por buenas que sean en 36 Luperon, op. cit.• 1.101. 37 Ldem.

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sí mismas, no son suficientes (...) para mantener el carácter nacional a gran altura. Son los ciudadanos, tomados individualmente, y el espíritu de que están dominados, los que determinan la situación moral y la estabilidad de las naciones'(38). Luperón se atribuía a sí mismo las cualidades ideales del héroe: 'Jamás hombre alguno ha tenido más poder sobre sí mismo, más firmeza en su voluntad, ni más decisión en sus propósitos', y del caudillo Santana escribía con admiración que 'era austero, probo, sincero y apasionado por el orden hasta ser inexorable'(39). Estos ideales de firmeza de carácter y autodisciplina sólo podían ser alcanzados en parte por educación; para hacerlos realidad era también necesario el sufrimiento: así los logros de Luperón eran vistos como el resultado 'de los esfuerzos, de los trabajos y de los sufrimientos de este hombre' y las cualidades de Espaillat eran atribuídas en parte al 'destierro, las persecuciones, la cárcel, la filosofía y el estudio '(40). Estas cualidades heroicas de orden y disciplina que podían llevar a hechos gloriosos en la vida política militar, estaban en agudo contraste con las características de la masa popular, desprovista de 'espíritu de orden ni de economía(41). La distancia entre el héroe y esta masa, el uulgo tenía desde luego que ser grande; aunque el héroe procedía no pocas veces del mismo vulgo, tenía necesariamente que mantenerse por encima de éste: 'Con frecuencia se les llama populares (a los héroes de la Restauración). Desgraciado de aquel a quien el vulgo ama, y a quien el vulgo ensalza, porque el amor del vulgo es ~I camino del patíbulo. Nos engañamos mucho cuando hablamos del amor popular, porque el vulgo no ama. ¡No puede amar quien no tiene firmeza; y donde no haya conciencia no hay amor! (...) Los más inminentes riesgos de los héroes, son sus victorias. ¡Mientras más se distinguen y se elevan, más difícil encuentran dentro del vulgo su rodaje, porque su heroísmo los hace culminantes, les da otro molde con el cual no caben más en el pueblo, y la admiración y la envidia hacen su desdicha! ¡Como no 381dem, 103, 53. 39ldem. 88, 242. 40 Idem, 88 y /l, 355. 4i Idem. 1, 117.

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caben más en el conjunto, el destino con trazas de siniestras antipatías, les prepara en la sombra desastroso fin! '(42). Ya que en este concepto los líderes -no importa cuán heterogéneo su origen social- se sabían tan claramente distintos al pueblo, no sorprende la idea de que ese 'pueblo' no debía disponer de ninguna influencia real en asuntos políticos. Refiriéndose a las delicadas relaciones con Haití, Heureaux formulaba muy claramente este concepto en carta al comerciante santiaguero Glas: '( ...) Los pensamientos políticos que tenga el Gobierno para mantener la armonía internacional, o para salvar los derechos de la Nación en cualquir hora de conflicto, no pueden abandonarse al' vulgo que no sabe medir las distancias que existen entre arrojar palabras al viento, bien o mal hilvanadas, en los cafés, las tertulias o la plaza pública, y obrar y resolver con las responsabilidades del deber y de la conciencia como Gobierno respetuoso'{cS). Para el héroe, también en su papel de líder político, la mayor ambición era cubrirse de gloria: 'La presidencia, mi querido general, no me halaga', escribía Heureaux en 1882 a Luperón, 'pues ella no puede darme más que un títiulo, mientras que ambiciono algo más: necesito nombre y gloria, y en pos de ellas van coristanternente mis aspiraciones. (44). Como la definición de heroísmo era tan subjetiva peroa la vez tan esencial, se imponía la necesidad política de distinguir con nitidez los héroes falsos y los reales; no todos los que actuaban para obtener en las luchas político-militares 'nombre y gloria' podían ser considerados iguales. Como escribía Luperón: 'Desgraciadamente los dominicanos son por lo general apasionados hasta la festinación, luchando siempre entre los extremos de la volubilidad y de las ambiciones, que en ninguna parte del mundo han improvisado tantos héroes. Allí consigue la ambición lo que con trabajo en otras partes alcanza el genio. Es de aquí que nace sin duda la desgracia de los dominicanos. Sin fundamento, IÚ juicio, ni cordura, ni 42 Luperon, op, cit., Il, 18. 43 Cartas Pres. Heureaux, AGN., 30 de sept. 1887. 44 Idem. 3 de marzo 1882.

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experiencia, se lanzan los hijos de la República Dominicana, como ráfagas de viento en pos de audaces aventuras, que causan siempre su propia ruina, como si nada les interesara el porvenir' (45). También el caudillo que había ascendido a grandes alturas seguía refiriéndose, con no poca satisfacción, a sus sufrimientos, y en una cultura impregnada del catolicismo ibérico que no teme la intimidad con la santidad, es fácil llegar a compararse, incluso a identificarse, con santos, apóstoles, aún con Cristo: quejándose de falta de dinero, Heureaux escribía en 1888 a Cosme Battle: ·... hay días que deseo morir pero Dios no quiere hacerse cargo de mí: los que quieren adueñarse de esa prerrogativa no me convienen y por lo mismo, tengo que caminar con la cruz hasta el Calvario'; y al año siguiente pidiéndole a un ministro reconsiderar su renuncia. escribía: •...nadie mejor que yo puede pedirle sacrificios a otros, cuando yo soy el más sacrificado en todo. i Le estimaré vuelva a ocupar su poltrona y nos ayude a llevar la cruz un ratito más, que quién sabe hasta cuándo la tendré a cuestas! Y en otra parte escribía: 'Por aquí las cosas van bien y yo continúo haciendo el papel de Cristo'(có). También el narcisismo que tiene raíces igualmente profundas en esta cultura lo hallamos en forma evidente en el caudillo. A cada momento se alaban las propias excelencias sin ningún recato. Ya vimos cuáles cualidades personales Luperón hallaba en sí mismo sin un momento de duda. También Heureaux gustaba mencionar su propia generosidad, magnanimidad y benevolencia, como también 'la fuerza de mi previsión y cálculo' y 'mi modo de ser': este último debía servir de inspiración a otros (47). Es fácil de trazar la relación entre este énfasis narcisista en el propio altruismo y otras cualidades excelentes, y la estructura patrón-cliente imperante: el reclutamiento de clientes por medio del alabo de las propias buenas cualidades le estaba permitido al patrono (potencial) en esta 45 L uperón, op, cit., 1, JI 8. 46 Cartas Pres. Heureau x, A.C.N.• 8 de mayo 1888 a Juan F. Mejta: 16 de febo 1887 a doña Ceferina C. de Chaves. 47 Entre otros El Eco del Pueblo, abril 1889r carta a Luperán, 5 de abril 1888; a Pedro Pe pfn, 6 de febo 1893.

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cultura. También aquellos que todavía pertenecían a un campo político enemigo debían ser animados a cambiar de color político por la comprensión y magnanimidad del caudillo: 'no hay vencedores ni vencidos', es hasta hoy expresión obligada de todo líder político después de una exitosa toma de poder. Heureaux expresaba bien la relación entre, narcisismo y patronaje cuando escribía sobre sí mismo: '...obedeciendo siempre a un impulso de génerosa simpatía que me hace ser solícito con los hombres que han sido escogidos por error o por desgracia'(48). Quizás es posible indicar aquí también una relación entre el narcisismo y la legitimidad del caudillo político. Esta legitimidad tenía, ciertamente en el turbulento período que estamos analizando, raíces institucionales muy débiles. Con pronunciamientos, revoluciones, elecciones e instalaciones debatidos desde el comienzo, el caudillo gobernante sólo tenía una débil sanción formal de su liderazgo. El rápido cambio de partido y la duración generalmente corta de los períodos presidenciales eliminaban también el factor de la permanencia o tradición-en-sentido-estricto como factores legitimizantes. Por eso existía una tendencia marcada a atribuir la legitimidad de la autoridad política a la Providencia o -en realidad lo mismo~ a la Historia, dándoles por lo tanto un papel de seleccionador, de instrumento de selección autónomo. Además el caudillo veía a la Historiacomo conciencia colectiva, en realidad como opinión de la posteridad, que le pediría cuenta de sus actuaciones: así Luperón rechazaba una proposición de revolución contra González, 'porque no me justifico ante el país ni ante la historia"(49). La conciencia de ser el escogido de la historia -del Destino- acentuaba 'el narcisismo del líder y causaba también cambios objetivos en sus actuaciones, ya que el líder nacional ocupaba la posición cumbre en la estructura patrón-cliente de la sociedad. 'He considerado siempre', escribía Heureaux en 1892, 'que la misión particular que me esté reservada por el destino, debía formar contraste con la impaciente soberbia de mis adversarios y es 48 Cartas Preso Heureau x, A. G.N., 14 de febo 1887 a D. José MI. Glas.

49 Luperon. op, cit., 1I, 238.

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obedeciendo a esa especial consideración como he podido hacerme superior a ello, en la templanza de mi carácter'(50). El cuido, finalmente, por la apariencia de la persona y del vestido, que parece como expresión fácilmente observable del narcisismo en todas las capas sociales, caracterizaba también al caudillo que, como Heureaux, se pelaba cada tres días y que ponía 'el mayor esmero' en el cuido de su ropa(51); el énfasis en los uniformes vistosos de los portadores de autoridad tenía además una función social, que era aumentar la distancia hacia el pueblo y por lo tanto el respeto al Gobierno: 'El gobierno', era en realidad sólo un hombre que, como es natural, se llamaba a sí mismo 'gobierno': 'como gobierno quiero conservar mi autoridad'(52), y que también era considerado como tal por sus ministros; pues estos últimos tomaban sus decisiones 'por orden del Gobierno' o 'previa consulta del Gobierno', indicando con este término al Presidente (53); esta idea cabía perfectamente en la estructura de autoridad patrimonial, en que los funcionarios oficiales formabari parte del equipo de servidores personales del gobernante. Así como, según vimos en otras parte, la división entre las finanzas privadas y gubernamentales era vaga o inexistente, así apena cabía en una estr u ctu r» similar una división entre el poder personal del caudillo y el poder del Gobierno; el caudillo era el propio Estado: como ya decía Francisco Sánchez en una proclamación del 1861 contra Santana 'en alta voz aun sin jactancia' de sí mismo: 'yo soy la bandera nacional'(54); a la vez el Estado-era propiedad del caudillo :'Mañana', escribía Heureaux en 1893 'me veré con el Presidente Hyppolite (de Haití) en la Bahía de Manzanillo en mis aguas'(55). Esta identificación: 50 Cartas Preso Heureaux, A.G. N., 9 dic. 1892 a José M. Glas, Paris.

51 Martines, R., op, cit., 154. 52 Cartas Preso Heureaux, A. C.N., 4 de mayo 1888 a Juan A. de Lora 53 P. ej. en Copiador de Oficios Ministerio de Correo y Telégrafos, A.G.N. 1897·98. 54 Luperán, op. cit., 1,56. 55 Carta Heureaux a la Sta. Gertrudis Calderin, Port au Prince, reproducida en:C/io enero/febo 1940.

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persona-función-estado condujo en un hombre como Heureaux a dichos de 'contrapunto' semi irónicos, ya hace tiempo incorporados al folklore sobre Heureaux, en que precisamente enfatizaba ad absurdum la división entre persona y función, también en el campo político, repartiendo favores como 'Heureaux ' a condición de que 'el Presidente' no se enterara(56), pero estos no eran más que intentos humorísticos de 'jugar' un doble papel. Así en el tope de la estructura de poder político los hilos de patrimonialismo, de patronaje y de caudillismo heroico convergían, los dos primeros formando la red estructural, el último un complejo de actitudes y valores determinados por la cultura, mientras que los tres factores se apoyaban mutuamente. En los títulos honoríficos de los caudillos -en sí una adulación de los clientes al patrón- estaban comprendidas las virtudes atribuídas a ellos, que representaban simultáneamente sus obligaciones implícitas frente al país y al pueblo -Su clientela-: Libertador de la Patria (Santana), Gran Ciudadano (Báez), Protector de la República (Cabral), Pacificador de la Patra (Heureaux), y -en nuestro siglo- Padre de la Patria Nueva y Benefactor de la Patria (Trujillo). La adulación del caudillo ya establecido cabe dentro de este sistema; es necesario halagar al protector para recibir sus favores. Durante el régimen de Heureaux podía observarse esta adulación en todos los niveles, de parte de los intelectuales que en sus discursos, poemas y cartas abiertas alababan al líder, diciéndose incluso de su vice-presidente Figuereo: 'Se dice que la cabeza de un gran hombre es una especie de Olimpo de donde salen las ideas grandiosas (...); en Figuereo se ve confirmado'(57); de parte de los comerciantes que hacían obsequios a Heureaux o que ponían su imagen en sus productos(58); de parte del pueblo, que llevaba su retrato en las fiestas patronales(59); se escribieron libros alabadores sobre Heureaux(60) y calles, puentes, parques y un Distrito fueron nombrados en su 56 Marttnez; R., op, cit., 192. 57 Listin, 6 de enero 1893. 58 Idem, 4 de enero 1896. 59 Id em , 12 de julio 1893. 60Idem. 11 de enero 1896,20 de mayo 1899.

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honor. Esto no quiere decir que todo punto de vista favorable a Heureaux se basara exclusivamente en adulación calculadora; había intelectuales importantes como F.I\. Dclmonte, F.C. Billini, César N. Penson, A. Pellcrano Castro entre otros, que supieron expresar sus deseos de una renovación del mandato de Heureaux en términos racionales: 'Si ( ...) volviéramos de nuevo a entrar en luchas eleccionarias que todavía, en nuestra escuela política, no significan otra cosa que el prólogo de las guerras civiles, habríamos deshecho ( ...) y sin adelantar un paso en el sistema democrático que perseguimos, todo el bien que en pro del progreso nacional ha cosechado el país en estos últimos años. Así, la continuación del general Heureaux en la Presidencia de la República se impone, no por la fuerza, sino por la razón ( ...)(61). Pero predominaba la adulación y era excepcional quien osara o considerara necesario expresar por escrito su desaprobación, como en un verso en el periódico de Deschamps, l.a República, en 1884, que comenzaba así:(62).

A UN ADULADOR ¡Alza gusano vil! ¡No desgradado Te arrastres a los pies de ningún hombre Por más que al orbe su grandeza asombre Por más que sea temido y respetado! Etc. Por otra parte, el caudillismo era tan general como hecho cultural, que también aquellos que eran enemigos declarados de Heureaux y que decían aborrecer toda dictadura, expresaban su admiración por su caudillo de la manera acostumbrada: así José María Nouel, exiliado en Curazao, escribía a su padre con gran admiración por su 'íntimo amigo', el general colombiano Avelino Rosas, 61 Idern. 5 de oct. 1896. 62 La República. 21 de junio 1884.

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-'todo un hombte'(63), y así Luperón podía seguir escribiendo con respeto sobre 'el ilustre venezolano Guzmán Blanco' (64). La muerte de Heureaux no pudo significar por eso el fin de un sistema político en que patronaje, caudillismo y patrimonialismo eran fundamentales; sólo cambiaron algunos nombres, disminuyó temporalmente el grado de organización y estabilidad política y -en parte como consecuencia de esto- aumentó temporalmente el margen de libertad de prensa y asamblea. Como sesenta y cinco años más tarde, a la muerte de Trujillo, después de la muerte de Heureaux se movilizaron turbas que destruyeron sus retratos y que cambiaron los nombres de las calles nombradas en su honor, en '26 de julio', la fecha de su asesinato; también se atacaron casas de particulares, entre otras la de la familia Fiallo, provocando una carta abierta de protesta del poeta Fabio Fiallo. Muchos trataron de negar que hubieran colaborado sinceramente con el régimen, pero como señalaba Leopoldo Montolío, era casi imposible pensar en venganzas 'porque todos, con raras excepciones, hemos contribuído a los excesos que llevaron a la República al grado en que ahora la vemos'. Se oponía también al halago personalista: 'No queremos seguir oyendo eso de "Viva Fulano" (...); con respecto a las naciones tales o cuales hombres no valen nada'; todo depende de sus principios(65). Pero en lo que se refiere a esto último era una voz clamante en el desierto: ya el 15 de septiembre, J. 1. Jiménez era saludado así: Salve, [Ilustre Regenerador de la patria! '(66). ¿Debe censurarse la rápida transición de lealtad del caudillo muerto a uno nuevo con toda la hipocresía que esto implica, como cosa inmoral? Me parece que el sistema ofrece pocas alternativas fuera de: le roi est mort, vive le roi. Al desaparecer el protector, la clientela se ve obligada a buscar uno nuevo que pueda ofrecer 'garantías' y 'protección' a cambio de 'fidelidad' y 'servicios' mientras ocupe el poder. Pero el carácter abrupto de la transición y 63 Espistotario Nouel, A.C.N.,

tt,

N. 28.

64 Luperón, op. cit., lI, 22. 65 Listtn, 1 de sept., 3 de agosto 1899. 66 Idem , remitido del obro, Eliseo E. Echevarria.

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el afecto, a veces genuino, por el desaparecido, crean una ambigüedad inicial, que fue esbozada con claridad y valor por Rafael J. Castillo en una 'carta sin cubierta': '( ...) Tú bien sabes que yo no era más que un amigo leal de aquel Gobierno y que le serví con fidelidad comp lo haré mañana con cualquier otro que me dé garantías y me dispense la protección que se merecen mis conocidos servicios al país (...) Yo sigo creyendo que en todo lo guiaba (a Heureaux) el amor al orden y a la paz, y lejos de censurarlo después de muerto, como han hecho tantos que en vida lo admiraban y aplaudían, lo defiendo donde puedo hacerlo sin que me oigan los libertadores. Si él levantara la cabeza y viera cómo lo niegan tantos de sus amigos, qué fusilá les daba. Lástima que no resucite. Del susto se morían más de cuatro'(67,).

1,. La 'dictadura criolla' de lleureaux

En el pensamiento político de Heureaux, como típico dictador criollo, apenas cabían principios ideológicos. Ya muy temprano en su carrera política, determinó su actitud frente a los 'liberales': '... se necesita ser liberal para con los que respetan el derecho y la libertad y se necesita ser fuerte para resistir al ímpetu de los volcanes que brotan del corazón de los liberales por conveniencia'(68). Y sobre la democracia escribía en ese año 1882 con igual sentido de relatividad, trayendo a la memoria el 'acatar pero no cumplir' de las autoridades coloniales españolas: 'yo he rendido mis homenajes al principio republicano democrático; lo respeto aunque no lo uso en ciertos y determinados casos' (69). Su antipatía por las teorías políticas lo exlicaba claramente en una carta del 27 de junio de 1882 a su amigo y Ministro de Guerra, Miguel A. Pichardo: 'Todas las teorías ()7 Listtn, 13 de sept. 1899. 68 Cartas Preso Heureaux, A.C.N.. 24 de marzo 1882 a D. Isatas Franco. Santiago. 69 Idem, 10 de abril 1882, a Don l. Franco, Santiago.

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suenan bien al oído y cuando éstas se invocan para decantar principios, para proclamar libertad, para decretar orden, y en fin, para asegurar la independencia nacional, son siempre aplaudidas, pero al hacer práctica la definición de cualquiera de estos problemas, casi siempre se presentan inconvenientes que el mandatario no ha previsto y que contrarían su voluntad y sus deseos; sin embargo, no faltan algunos bienaventurados pobres de espíritu que tratan de gozar el reino de los cielos. Y digo esto, porque sería Santo Domingo la tierra privilegiada de Dios, si en la edad que tiene siendo Nación libre e independiente y prescindiendo del tiempo y de los hombres, pudieran realizarse tantas halagüeñas promesas. De mi parte aseguro que el día que se realicen esos milagros me acusaré ante el altar de la Patria de haber sido uno de sus peores hijos, y bendeciré al mismo tiempo por todos los siglos al regenerador de un pueblo cuyas aspiraciones son mayores que sus facultades'. Esta peroración contra el hombre teórico idealista estaba dirigida realmente contra Luperón: ya antes Heureaux le había reprochado su falta de realismo, que atribuía en parte a los largos viajes que Luperón hacía en Europa, ese 'mundo civilizado y poderoso que Ud. recorre'; 'Si usted estuviera aquí sobre el potro, vería a cada paso la inercia, la terquedad. la hostilidad, la resistencia de amigos y no amigos ( ...), en fin, un cúmulo tal de obstáculos que para removerlos sería preciso prescindir de toda ley y en su lugar establecer un ejército y una guillotina. Y ni así obtendríamos un resultado completo, porque aunque anuláramos la hostilidad, quedaría la inercia y ésta es en política más perniciosa que aquélla'(70). En 1888, cuando el rompimiento con Luperón era ya casi total, le describía a un amigo un segundo motivo del idealismo de aquél: 'El Gral. (Luperón) no (...) quiere comprender que nuestras situaciones no son idénticas, puesto que yo asumo las responsabilidades morales y materiales del Gobierno, siendo el blanco de los tiros de los intransigentes de todos los círculos de mis adversarios personales y de los conspiradores impertinentes y desagradecidos. mientras que a el que hoy se encuentra más

70 I dem . 28 de junio 1882, al Sr. Gral. Gregario Luperon, Paris.

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apartado de la cosa pública sólo le buscan cuando desean que él los apadrine y los garantice con el arriere-pensée de disgustarle conmigo (...) Ud. lo conoce y sabe que para él no hay más ley ni procedimientos que el que dicte su corazón, y no, no puede ser así, la escritura nos enseña que Caín mató a su hermano Abel, ¿por qué? ¡Por envidia! Y Abel estaba reputado por bueno'(71). Así, pues, no cabía ni ideología ni sentimentalismo en la política de Heureaux: '..•en cuanto a la política yo no tengo amores; sigo un derrotero para llegar a la consecución de mi fm, aconsejado por mi carácter y la dignidad que debe servirme en todo caso hasta de base para la oración fúnebre que se debe pronunciar sobre mi cadáver, si las circunstancias 10 permiten. Esta es la pauta que me he trazado; ni hago política de afecciones, ni de partidos. Cogeré a los hombres donde los encuentre y los apreciaré y los consideraré conforme a la conducta que observen para conmigo'(72). Esta línea de conducta tenía dos aspectos en lo que se refiere a la selección de colaboradores: por una parte era completamente oportunista y 'racional', juzgando a cada quien por sus habilidades y aptitudes, por otra parte, el elemento particúlarista, la lealtad al caudillo era, en última instancia, decisivo. Los dos aspectos eran enfatizados por Heureaux en su correspondencia; deseaba la 'unificación de todos', 'afianzar la paz y acomodar a los hombres racionalmente en los puestos que sean compatibles con sus aptitudes'; decía repetidamente; 'pues ante todo soy oportunista' y constataba que 'la habilidad política consiste en muchas cosas distintas, pero en ellas hay puntos que no deben dejar de apercibirse, tales como la atracción, el disimulo, la prudencia, la persistencia, sin dejar de ser bajo ningún caso oportunista (...); en el país en que vivimos, el día que le sepan encontrar al hombre la vuelta, lo enderezan, y entonces viene uno a ser nulidad como todos los que han sido puestos a prueba', y: 'no olvide Ud. el disimulo que conviene al trato de nuestros adversarios, es necesario tener la sonrisa en los labios para excitarlos al beso de Judas'; y: 'en la confianza está el peligro', 'la hora de 71 Idem, 13 de marzo 1888, al Gral. Seg. Irn bert, Vice-Pres., Puerto Plata. . 72 Idem, 22 de [unio 1888 al Gral. MI. J. Jiménez, P. Plata.

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bonanza es la hora de prepararse a conservar'. El oportunismo político también era alabado en público, como en un editorial del 1888: 'La poi ítica de oportunismo establecida ( ...) ha sido fecunda en resultados'(73). No sorprende que un hombre que hablaba tan gustosamente sobre su 'frío y maduro cálculo' y que quería grabar sus ejecutorias 'de lealtad y de eficacia' hallara en Maquiavelo una lectura preferida (preferencia. por otra parte, que compartía con muchos colegas políticos latino-americanos de entonces y de hoy): 'El deseo de adquirir infu nde en los corazones las mismas pasiones que el deseo de gobernar, estas palabras dichas por Maquiavelo' y 'aguarde el porvenir, este es incierto, como dice Maquiavelo: también la máxima de Talleyrand de que las palabras han sido dadas para encubrir los pensamientos era citada frecuentemente por Heureaux(74). Pero sus propios bon m ots tenían poco que envidiarles en fuerza evocadora: 'Sabes muy bien que yo soy como la jaiba, me rasco por dentro pero nadie sabe la hora en que lo hago" y 'Ud. sabe que soy corno el mono, en agarrando no suelto'; su desconfianza de 'estos dominicanos' la expresaba así: ' ... yo temo mucho que me saquen el jugo y luego me arrojen al fuego como bagazo'(75). En sus recomendaciones sobre el nombramiento de colaboradores, jugaba un papel su juicio psicológico, muy refinado, que parecía dar una curiosa dialéctica a la racionalidad de sus decisiones: 'Liriano nos conviene, porque sus mismos defectos lo obligan, no sólo a ser leal, sino a vivir constantemente alerta', escribía del general Francisco A. Rodríguez (alias Liriano) en Dajabón, y una tendencia más general al pensamiento dialéctico puede deducirse de su observación en una carta a su amigo de confianza Pedro Pep ín, gobernador de Santiago, que 'en política cada cosa engendra su contraria'(76). También Luperón, durante su gobierno provisional, había nombrado 73 I d e m . 22 de febo 1887 al Sr. U. Bido, Santiago; 29 de mayo 1882; 25 de marzo 1882; 30 de dic. 1898; El Eco. del Pueblo, 20 de marzo 1888. 74 1dem. 20 de junio, 2 de agosto, 8 de agosto 1882. 75 Id em . 8 de agosto 1882,30 de abril 1888,3 de agosto 1882. 76 Ldem, 4 de enero 1889, 6 de febo 1893.

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personas cuyas cualidades objetivas eran tan pocas como las de Liriano; aunque hay que recordar que Luperón escribió las siguientes calificaciones de Federico Lithgow muchos años después del nombramiento de éste -y amargado por lo que consideraba su traición-: 'oo. Lithgow, sin disciplina, insubordinado, desordenado ( ), arbitrario y violento atropellador de la sociedad ( ), duro y grosero; (.oo) no hay tirano más cruel y calamitoso que este aventurero . Luperón, que no sabía donde emplearlo, para evitar que hiciera daño a los demás, le nombró Ministro de Relaciones Exteriores' (77). Heureaux veía la actividad política como una artesanía, el aparato político como un artefacto de trabajo, la estructura política como un total delicado pero estático, como un altar que no debe ser sacudido para que no se caigan los santos, o como un 'monumento nacional mal construído por cierto', o como un tejido en que era necesario 'enderezar (oo.) ciertos alambritos que trastornan el concierto orgánico de las cosas', o incluso, en casos extraordinarios, 'hilar un poco fino'(78). Es obvio que necesidad de 'eficacia' inherente a este concepto artesanal y estático de la política chocaba no pocas veces con la exigencia de 'lealtad', ya que ésta sólo podía ser demandada si el dictador se mostraba 'consecuente con sus amigos'; el 'amiguismo' estaba unido irrevocablemente a la 'lealtad' y perjudicaba con frecuencia el 'frío y maduro cálculo': 'aunque yo soy hombre que juzgo la política asunto de cálculo, no es posible que deje de tener un corazón para amar a aquellos que con su espada me sostienen y me ayudan a realizar el bien de la generalidad', escribía en 1888, y formulaba la ambigüedad entre cálculo y corazón con más claridad en ese mismo año al escribir sobre soluciones a problemas 'que sean racionales y provechosas a mis amigos y al país'(79). Cuando Washington Lithgow, de Puerto Plata, se inquietaba dudando si podría obtener del Congreso la concesión para la construcción de una carretera, Heureaux le escribía: 'No te alarmes -tú sabes que soy tu amigo y el Gobierno lo es también--, así, pues, descansa en nosotros así como

e..),

77 Luperón. op. cit., 111, 66 Y sigo 78 Cartas Preso Heureaux, A.C.N., 24 de oct.1887, 28 dic. 1892. 791dem. 4 de mayo, 18 de abril 1888.

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descansamos en tí , pues estamos llamados a ayudamos los unos a los otros', y a Federico Lithgow, que ~por motivos políticos- había dicho no tener la capacidad para ocupar un cargo ministerial, le escribía: 'Ud. me dice que no es apto para desempeñar un Ministerio. ¿Acaso he venido yo de Francia? Todos somos criados juntos y en nuestro país servimos hasta para remedio'. A su vez Heureaux decía estar convencido de que sus 'verdaderos amigos' ~que distinguía muy bien de sus amigos por dinero o por conlJeniencia~ 'no se comprometen ni con Jesucristo (80). Finalmente debe señalarse que en el siglo pasado el preámbulo a un nombramiento oficial comenzaba con las palabras: 'Por aptitud y otras circunstancias'. Aunque los pensadores dominicanos de este período hablaban con frecuencia de los latinoamericanos como categoría cultural, no era frecuente que los políticos se refirieran concretamente a otras sociedades o situaciones ibero-americanas. Sólo cuando Heureaux abogaba en 1887 por la necesidad de cam bias en el sistema electoral y en la duración del período presidencial, llegó a escribir que 'la necesidad de estas reformas las sentimos nosotros aquí como las han sentido en todas aquellas Repúblicas de Sud América que tenían el mismo período y el mismo sístema'(Sl ). El exilado Pepe Nouel, en Curazao, consideraba que los regímenes como el de Heureaux estaban inspirados por el dictador venezolano Guzmán Blanco: ' ...parece que los imitadores de este hombre abundan en las repúblicas americanas', aunque 'lo que se ha visto (...) en Sto. Domingo, no ha ocurrido en ningún otro país. Ni en Honduras y Costa Rica que se encuentran en idénticas condiciones políticas, en cuanto a guerras civiles, asesinatos y robos'. 'En política estamos más atrasados que los haitianos; a lo menos a éstos les sobra lo que nos falta a nosotros: patriotismo'(82). Los lentos y defectuosos contactos con la mayoría de los países Suramericanos en ese período permitían poca información 80 Iaem. 7 de junio 1882, 21 de junio 1882,23 deabril1888. 81 1dem. 4 de junio 1887, al Sr. Don T'elésforo Objio, Azua. 82 Epistolario Nouel, A.C.N., u, N. 19, 7 dic. 1892 y u, N. 24, 8 marzo 1893.

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concreta. Aquí es importante señalar que en la segunda mitad del siglo pasado, el status de república era considerado todavía lo suficientemente curioso para darle a los países del hemisferio occidental cierta solidaridad frente a la Europa predominantemente monárquica: en 1893, el Listín observaba enfáticamente que 'en el mundo' había 27 repúblicas y 28 monarquías(83). El papel del parlamento en la dictadura criolla estaba de acuerdo con el carácter no-ideológico, anesanal del sistema político; la delicada estructura de poder establecida no debía ser perturbada por oposición violenta. En las palabras del Presidente del Congreso Nacional al comenzar un nuevo año parlamentario: '(El Congreso Nacional) mantendrá el equilibrio armonioso indispensable en el mecanismo gubernativo, (...) en su seno no encontraréis ni hostilidad, ni prejuicios, ni sistemática oposición, mal que le cuadre a los instigadores de mala fe y a los instigadores inconscientes que, unos por comprenderlo demasiado, y otros por no comprenderlo, pretenden desvirtuar la dignidad del mandato y romper el equilibrio y la armonía de que debe resultar la mayor suma de bien general(84). La libertad que podían permitirse los miembros 'leales' del parlamento en su crítica pulida sobre determinadas actuaciones del Gobierno es, por lo tanto, sorprendente. Pero también el Presidente tenía interés en una relación armoniosa con estos seguidores distinguidos.con frecuencia intelectuales. Quejas sobre presión y fraude eleccionario perpetrados con ayuda de militares, fueron sacadas a la luz con gran énfasis por algunos diputados y fueron estudiadas con mucha comprensión según las reglas del juego, aunque desde luego el resultado podía pronosticarse de antemano(85). La actitud del Presidente frente al Parlamento, era comparable a su actitud frente al poder judicial: tenía plena conciencia de su poder personal, sin hacer enfáticas demostraciones de 83 Listin, 16 de mayo 1893. 84 Actas del Congreso Nacional, Mensaje al Pres, U. Heureaux, 22 de abril 1889. 85 Idem. 1892, N. 168. En lo que se referian a la capital, estas quejas fueron rechazadas por J. B. Vicini, presidente del Ayuntamiento. También se efectuaba venta de votos (cf. La República, 2 de junio 1883).

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este poder en público. La presión informal era más eficaz y no atacaba las fachadas. En lo que respecta al gobierno civil en los niveles más bajos, las comunes más pequeñas (es decir, la gran mayoría) eran un ejemplo de carencia de poder, sobre todo del económico, cosa que provocaba en Hostos, con sus grandes expectaciones del municipio autónomo, muchas litaruas, aunque quizás esa misma carencia de poder fuera la causa de que 'la intervención del Ejecutivo en las elecciones municipales es mucho menos coactiva y efectiva que en las restantes'(Só). En 1898, el gobernador de la provincia de Santo Domingo, escribía: 'Es de lamentarse que (los municipios) todavía no se hayan penetrado todos ellos de los deberes que entraña el cargo que desempeñan. Unos y otros esperan para moverse el impulso del superior y que todo se les facilite, y esto en asuntos que interesan a sus mismas comunes'(87). El año anterior se había explicado para un público extranjero, en lenguaje elaborado, que sin embargo nos parece moderno, el . problema del poder político central: 'La República Dominicana se encuentra en la misma situación en que están otros muchos países nuevos, escasos de población y sobrados de territorio, en los cuales es preciso que el poder central se sustituya en muchas ocasiones, a la acción local, justamente para preparar los elementos que, más tarde, habrán de constituir la vida municipal. El propósito es que el derecho público se halle en armonía con el derecho democrático, y que sin sacrificar este últim?, como lo hacían las antiguas sociedades, se avance hacia el momento en que la autonomía política del Estado se asiente, plenamente, sobre la base sólida e imperecedera de la autonomía económica y administrativa de sus municipios' (88).' Así, hace tres cuartos de siglo el; status de 'nación joven' y 'subdesarrollada' ya era invocador de manera no poco convincente para justificar la estructural política. Termino estas notas sobre el régimen de Heureaux como ejemplo de una dictadura criolla, con algunos datos sobre su muerte, en parte porque son poco conocidos, en parte 86 Hostos, op. cit., 1,276 (1892). 87 Actas del Congreso Nacional, N. 115, 8 de febo 1898. 88 Exposición, op. cit., 147.

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porque no carecen de relevancia sociológica. Ya muy temprano en su gobierno habla de sí mismo como 'un hombre blindado', que 'a la altura en que me encuentro', sólo podía darse a sí mismo las 'garantías' con respecto a la seguridad de su persona; de hecho, nunca 'podemos apartarnos de la suspicacia en una tierra en que la verdadera lealtad es escasa en la mayoría de los políticos'(89). En el año de crisis 1893, acabándose de frustrar cruelmente el intento de Marchena de llegar a la presidencia, con el ministro González exiliado en Puerto Rico, con políticos como Luperón, Casimiro de Moya y el joven pariente de éste por lazos matrimoniales, Horacio Vázquez, en exilio activo, el padre de Heureaux se intranquilizó; el hijo contestó: 'Mi querido papá, no se apure acerca de la conducta que vienen observando muchos vecinos, pues yo no me duermo yestoy preparado para cualquier eventualidad'(90). A finales de I X9X, despues de la sensación de la tentativa de invasión de J. 1. Jiménez, y con la deterioran te situación económica y monetaria ya señalando un desenlace dramático, surge, durante un viaje de Heureaux a Jacmel, Haití, un rumor de su muerte; su amigo Washington Lithgow le insta a tomar precauciones, pero él responde: 'Sería demasiado trabajo el estarse cuidando excesivamente, y no me alcanzaría el tiempo para mis asuntos (... ) Además, he visto que tanto o más resultado da la ofensiva que la defensiva, y he preferido por esto la primera. Dios dispone las cosas, y cuando sentencia, caen Carnot, Cánovas, la Emperatriz de Austria y tantos otros grandes, esmeradamente cuidados y atendidos. Mientras él necesita de la vida de un hombre, ni una lluvia de dinamita podría destruirlo'. El mismo día reprochaba a Don Jacobo de Lara, Administrador de Hacienda en Moca (y pariente del joven Ramón de Lara, uno de los conspiradores en el asesinato de Heureaux] por pagar raciones estraordinarias; debía --'para conservar el orden' -- detener esta práctica inmediatamente. También el mismo día escribe tranquilizando al Comandante de Armas 89 Cartas Pres. Heureaux, A.C.N., 22 de junio a MI. J. Jiménez, 9 de mayo 1888 a S. Imbert, Puerto Plata. 90 Idem: 26 de enero 1893, a Don R. D'assas Heureaux, P. Plata.

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de Puerto Plata que le advertía contra conspiradores en Cabo Haitiano: 'Gobiernos fuertes como el mío no se tumban con amenazas de conspiradores'(91). Las 'publicaciones subversivas' de J. 1. Jiménez en la prensa extranjera tampoco le preocupaban, así le escribía al alemán Federico Hohlt el 14 de enero de 1899; la homogeneidad y eficacia de su régimen nunca habían sido mayores. A su pariente J. 1. Marsán, en Cabo Haitiano, le pedía no poner crédito en los rumores de su muerte. El que un amigo (haitiano) se hubiera entristecido mucho al oir una noticia de su muerte, no le sorprendía; no había éste tenido motivo de resentimiento y no podía hacer otra cosa 'que dolerse de Ja desaparición de uno que hasta aquí ha probado siempre que es buen hombre'(92). El hombre que había escrito once años antes: 'Sea quien fuese el Presidente, gobernaré'(93), fue asesinado el 26 de julio de 1899.* Tres días después, en la gran tradición del heroismo clásico, un ciclón azotó la capital, y el 31 falleció en París el venezolano Guzmán Blanco. El cadáver de Heureaux, llevado de Moca por el gobernador de Santiago, Pepín, fue enterrado en la catedral de Santiago en un ataúd de metal que un tal Don Jacinto Ramírez había mandado fabricar para sí mismo. El cuerpo, herido por seis balas, no había podido ser embalsamado para llevarlo a Puerto Plata. En la comitiva de entierro participaron además del clero, también la Logia 'Nuevo Mundo'. Hubo coronas, entre otras del ministro Teófilo Cordero y Bídó, con las palabras: 'Tu dolorosa muerte eterniza el inmenso y tierno afecto con que te amé', y del Ayuntamiento de Santiago: 'a su hijo adoptivo'. Hubo telegramas al Vice-Presidente de Porfirio' Díaz, McKinley y también de la San Domingo Improvement Cy: 'Profundísima simpatía estamos dispuestos a ayudar y sostener usted y bienestar país'. Al momento de su muerte, 91 Actas Congreso, 24 dic. 1898; Cartas Pres. Heureaux, A.C.N., 29 dic. 1898. 92 Cartas Preso Heureaux, A. C.N., 18 enero 1899. 931dem. 30 de junio 1888 a Cral. Juan A. de Lora, Santiago. '" Dato curioso: Miembros de aos familias (De la Maza y Cdceres} estuvieron envueltos tanto en el asesinato de Heureaux como en el de Trujillo,

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así escribía el periódico, Heureaux había salido de la casa de Jacobo de Lara para dar una limosna a un mendigo. El 31 de julio apareció un Manifiesto juicioso del Vice-Presidente Figuereo: " ...Cuanto hay en el país, mucho o poco, es edificación gloriosa de algunos días de tregua, sustraídos al vértigo de nuestras contiendas fratricidas. No fue, por tanto, posible llevar a colmo estas necesarias y honrosas, improvisaciones de la grandeza nacional, de que diversas líneas ferroviarias, y muchas otras redes telegráficas y la creación de una escuadra y la organización, equipo y conservación de los ejércitos de mar y de tierra, y el mejoramiento, por último, de todos los servicios públicos, son testimonio patente; no fue posible, no pudo serlo; también era preciso y había de ser indispensable consumir, en aquella improvisada grandeza de la Nación, el crédito del Estado, que al fin se ha empobrecido al embate de accidentes superiores a toda previsión, como todo cuanto procede de la fatalidad que, por ser una fuerza invisible, a nadie le es dado contener'(94). Numerosas son las historias apócrifas en relación con la muerte de Heureaux, apuntada quizás de la manera más evocadora por Rufino Martínez. Pero también los hechos reales supieron inspirar la imaginación popular: ¿No había firmado Heureaux un contrato con el escultor barcelonés Pedro Carbonell para hacer un sepulcro 'con su estatua ecuestre de mayor tamaño que el natural' y no se hallaba el escultor 'dirigiendo los trabajos de la obra sepulcral cuando ocurrió la muerte de su mandante") (95).

5. El vocabulario político.

Tanto 1" ausencia de motivación ideológica clara, como la rápida sucesión de la mayoría de los regímenes en el siglo XIX, crearon un sentimiento general de incertidumbre e inestabilidad, que se reflejaba en las palabras claves del vocabulario político de entonces. Ahí tenemos la palabra <)4 Listin, 26,31 de julio 1899, 7 de agosto 1899. 95 Sucesión Heureaux, op. cit.

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situación, que indicaba tanto al Gobierno como al período de gobierno y que reflejaba el carácter fluído de las alianzas y formaciones. Se era amigo o enemigo de la situación, se formaba una situación, se hablaba de los primeros días de una situación. El término reaccionario no tenía connotación ideológica. Cabía en la interpretación neutral, mecánica de la actividad política el que todo el que actuara en contra de la situación imperante, el gobierno, perteneciera a la reacción. Ya vimos que palabras como oportunismo, conveniencia, suspicacia, disimulo. mallcia, no tenían connotaciones negativas, por el contrario, eran consideradas cualidades y actitudes inevitables y por lo tanto apreciables en la conducta política, que también debía caracterizarse siempre por cálculo, frialdad, prudencia, eficacia, transigencio; racionalidad y mucho tino. En la palabra político como adjetivo convergían todos estos términos ... 'Un hombre muy político', indica (aún hoy) a alguien que sabe moverse hábil y exitosamente entre muchos grupos a veces antagónicos. El hecho de que tal persona no tenga que ser necesariamente 'político profesional' refuerza la idea de que se trate aquí de cualidades que eran consideradas necesarias y deseables en todo el pueblo. Cada quien tenía que mantenerse a flote en las turbulencias políticas, tenía que hacerse amigo con los nuevos protectores -no importa en cuál nivel- cuando los viejos habían perdido su poder, y debía buscarse nuevos clientes si los viejos lo habían abandonado; siempre se buscaba garantes y se deseaba ser uno de los recomendados del protector. En esas circunstancias, todo el mundo era político; así como el pueblo estaba militarizado, así estaba politizado y las cualidades aquí mencionadas eran parte de la psicología nacional y todavía lo son. Por eso no es correcto atribuirle solamente al campesino cautela política, y creer que sólo ellos "todo lo dicen por rodeos"; esto era válido para todo el mundo en mayor o menor medida y el hecho de que estas cualidades fueran observadas también en el humilde campesino, prueba hasta qué punto este grupo de la población estaba envuelto en los acontecimientos políticos cambiantes. Huelga decir que la terminología en torno a las revoluciones era extensa. Igual que huracanes, recibían con

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frecuencia nombres* y como estas tormentas tropicales, tenían una ruta clara, limitada, pero difícilmente pronosticable: el valiente partidario 'salio para La revolución' (así como los conformistas' votaban por La plaza)'. No sorprende que la meteorología influenciara el vocabulario político: en una situación política amenazante se hablaba de 'vientos de fronda'. Los encarcelamientos políticos se llamaban cabalongas (96). Noticias alarmantes sobre una revolución eran llamadas bom bas los que las lanzaban bomberos, y el Gobierno lanzaba en su contra, para tranquilizar los ánimos, bombas oficiales (97). Muchas veces las bombas eran inventadas por los exilados, que vivían esperando mejores tiempos; una esperanza que fue formulada por uno de ellos de la manera siguiente: 'Aquí tengo mi capital politic o cuyos intereses recogeré algún día para satisfacción mía y 'honra tuya' (98). Una observación que ilustra la interesante combinación en la cosa política de, por una parte, claras características de 'mercado' y por otra parte de énfasis en el honor y la dignidad personales.

* P. ej. 'La suava', 96 Damiron, Rafael, op. cit., 46. 97 Jiménez, op. cit., 1, 164. 98 Espistolario Nouel, A.C.N., /l, N. 28, Curazao, a Carlos Nouel, Sto.Dgo., 24 oct. 1893.

José M. Noucl,

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VII. CAMBIOS EN LOS ORGANOS DE TRANSMISIONCULTURAL.

La Enseñanza.

Con ayuda del material recopilado hasta ahora, nos ocuparemos en el siguiente capítulo de. la estructura y movilidad sociales. Pero antes es preciso hacerse una idea del desarrollo de aquellas instituciones (con excepción de la familia), que se ocupan de difundir el conocimiento. Al principio de los años setenta las instituciones educacionales de la República sólo podían ser calificadas como muy poco avanzadas. Aunque ya en tiempos del primer régimen de Buenaventura Báez (l849-1853) sé habían fundado además de escuelas primarias, dos 'colegios centrales', uno en Santiago y otro en Santo Domingo (llamado Colegio de San Buenaventura) y aunque ya en 1848 se había fundado un seminario que debía mantenerse con el alquiler de algunas casas del Estado y el producido de un ingenio, estas instituciones no gozaron de una vida ininterrumpida; y las sumas, a veces imponentes, que el parlamento votaba en favor de escuelas superiores y primarias en diversas comunes, generalmente no eran pagadas. En realidad, los gastos de la instrucción pública primaria tenían que ser sufragados por los propios • En otro contexto (capítulo 11) ya señalamos las 'escuelas inglesas', como las que existlÍln por ejemplo en Puerto Plata y Santiago, dirigidas por inmigrantes protestantes, Y en las cuales un número de políticos imnortantes recibieron su primera insQUcción.

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ayuntamientos pobres; en 1871 había 21 de tales escuelas en el país que costaban un total de 58.686; hay que apuntar que una común rica como Moca pagaba 5600 por su escuela para varones, mientras que San Cristóbal no podía pagar más que $72 (1). No obstante el hecho de que el gobierno raramente pagaba sus contribuciones a la enseñanza, es de interés ver como planeaba el Estado ya antes de 1861, Y sin cambiar su concepto en el transcurso de los años- la distribución de esas contribuciones: más de $13.000 para la enseñanza superior, en contraste con casi $4000 para la enseñanza primaria; y más de S7.500 para la capital en comparación con unos $9.500 para el resto del país. Pedro F. Bonó, que fue Ministro de Justicia e Instrucción Pública en 1867, fulminaba violentamente contra semejante distribución prejuiciada de los dineros del Estado que sólo empeoraba "esa lepra de ignorancia que tan terrible es'. Pero sus exhortaciones a una política de subsidio más equitativa no tuvieron resultado por el momento. En .ese año él estimaba el número de alumnos en las escuelas primarias públicas en 720 y el de las escuelas particulares en 600. 'De los que saben leer y escribir' así escribía, "deduzcanse: lro. Los hombres que por su edad son presumidos haber aprendido antes de la independencia; 20. los extranjeros; 3ro.los hijos de la ciudad de Santo Domingo, residentes en aquella común; 4to.los jóvenes que han aprendido en Europa u otro lugar del extranjero;5to. los hijos de los naturales de la Ciudad de Santo Domingo, o hijos de extranjeros, a quienes sus padres (oo.) han enseñado ellos mismos; y véase lo que resta'(2). Bonó fundó también' en 1867 en el Seminario Conciliar que entonces funcionaba de nuevo y que daba instrucción gratis, cátedras en Derecho y Medicina; la última debía ser ocupada por el Dr. Betances, pero las vicisitudes políticas tampoco permitieron una larga vida a esta iniciativa. Más exitoso y estable fue ya en esos años el colegio particular San Luis Gonzaga de la capital, que era dirigido por el presbítero F. X. Billini; en 1867 este colegio daba instrucción gratis a dos muchachos de cada una de las provincias, 'con preferencia', según lo interpretaba el 1) Informe, 347y sigo 2) Bonó, 145 y sigo

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ministro, 'a hijos de simples soldados muertos en la guerra de independencia'(3). Veremos primero los cambios cuantitativos en el. sistema de instrucción analizando los datos de algunas comunes: en San Cristóbal había en 1871 úna escuela (particular) de varones con 29 alumnos que pagaban cada uno 1 peso mensual al maestro; de los 15.000 habitantes unos 400 sabían leer y escribir. En 1882 la misma común tenía 3 escuelas particulares de varones y 2 de niñas, con un total de 224 alumnos, además de 6 escuelas públicas con un total de 286 alumnos, un número sorprendente que el admirado Hostos atribuía al sentido cívico de un número de personas (Pina, Cordero, Reynoso, Pérez) (4). En Baní había en 1871 2 escuelas (públicas), con 75 alumnos. El porcentaje de analfabetos en la común se estimaba en 80 por ciento; en 1882 había una escuela más (5). En Azua había en 1871 una escuela particular y una pública; en 1882 296 alumnos asistían a la escuela, lo que indica un número de escuelas de aproximadamente 5; el porcentaje de analfabetos era de un 80 por ciento (6). Más clara aún es la impresión de progreso nacional si comparamos el máximo de 1500 alumnos de 1867 con los 6.535 (3.861 varones y 2.674 hembras) que recibían en 1883 instrucción elemental de primer y segundo grado, en un total de 101 escuelas para varones y 74 para hembras. Entre 1883 y 1897 a éstas escuelas se sumó un número estimado de 50 (7). También el padre Meriño escribía en 1898 satisfecho que 'de algunos años acá (...) se hallan propagado las escuelas primarias de ambos sexos por todo el país' (8). Pero cabe preguntarse si el aumento de las instituciones de instrucción primaria fue también mayor que el crecimiento de la población total en esos años. En 1867 (3)ldem, 153,151. (4) Informe, 225. Rodriguez Demorizi, San Cristóbal de Antaño, op, cit.; Hostos; 1, 78. (5) Informe, 230; Hostós t. 78. (6) Informe, 236; Hostos 1, 78. (7) Exposición, 154. (8) Meriño, op; cit., 103.

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había 30 niños escolares por cada 3000 habitantes, en 1883 habían unos 30 por 2075 habitantes, en 1897la proporción permanece igual(~). Si estos estimados son correctos, hay que concluir que en los 3 últimos decenios del siglo pasado hubo primero un aumento relativo considerable en el número de escolares, pero que este ritmo de crecimiento no pudo mantenerse después, debido en parte al notable crecimiento poblacional. También es interesante ver si el incremento del número de escuelas primarias favorecía a determinadas provincias o ciudades. Santiago, que en 1867 tenía 3 escuelas, y en 1871 8, tenía en 189832. Sin embargo, el número de habitantes de esta ciudad, como vimos anteriormente, no había crecido en estos años en mucho más de un 15 por ciento. Con 1450 escolares (782 varones, 628 hembras) en una población total de unos 9,400, es decir, 30 por 210, la situación de esta ciudad era 10 veces más favorable que la del país en general. También el porcentaje de analfabetos, 30 por ciento, comparaba favorablemente con el del país (10). Santo Domingo tenía en 1867.6 escuelas primarias, en 1871 8, en 1893 37 'establecimientos de enseñanza' el mayor número de ellas, naturalmente, eran escuelas primarias; en 1898 la ciudad tenía 1046 escolares, es decir 30 por 600 habitantes; aunque la proporción no era tan favorable como la de Santiago -el crecimiento de la capital había sido mucho más espectacular- su situación era 3 veces más favorable que la del país (1 1). , A poca distancia de la capital la situación era miserable: es verdaderamente desconsoladora la estadística escolar' escribía el gobernador de la provincia de Santo Dominuo e;' 1898. 'Hay comunes cornp Llamasá, Guerra y Palenq~e e~ que no hay una sola escuela, porque el Ayuntamiento no tiene ingresos para atender a ello'. (9) Basado en cifras de poblacion -ver capitulo /l- y en los datos arriba mencionados, supo menda por escuela un número de 30 alumnos. (lO) Bonó, 147; Informe, 358; oos. Civil y Mil. Prov. Santiago, Informe al Min. de lo Interior y Policia, enero, 1898, Actas Congr. Nac., ACN No. 5; Listtn, febo 16, 1899. (11) Bonó, 147; Informe, 348; Listin 16 fe!>•. 1893; Informe Gob. Prov. Sto. Dgo. al Min. de lo Interior y Polic ia, febo 8, 1898, Actas del Congreso, A GN, No. 115.

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Se impone la conclusión de que eran las comunes mayore s que habían disfrutado del aumento de prosperidad, las que aprovechaban de manera desproporcionada el incremento total del número de escuelas primarias. En lo que respecta a la accesibilidad de I~ instrucció~ primaria, ~a oposición entre el campo y la ciudad se hizo mas evidente en estos años: como se desprende de su política de subsidios el gobierno central ya siempre había tenido la intención de favorecer a las ciudades, pero no había podido realizar estos planes por la e.scasez de dinero en los primeros 35 años después de 1844; sm embargo, al aumentar la prosperidad y al ser las ciudades las que principalmente se beneficiaron de ella, la política gubernamental se hizo de manera casi automática. De las escuelitas particulares, de las cuales cada barrio de la capital tenía una o más, con unos 25 a 30 alumnos, algunas se limitaban a enseñar la lectura, la ortografía y la aritmética; otras enseñaban también 'aritmética, geografía, gramática, fisiología, historia universal y patria, y las buenas maneras en el 'Manual de Urbanidad y Buenas Costumbres' por Carreña'. Los castigos corporales imperaban: 'por la menor falta de disciplina o por no saber la lección de memoria: el látigo, la palmeta, la puesta de pie largas horas sobre el banco, las corbatas de yagua en exhibición durante la clase y, a veces en la puerta de entrada al plantel. Cuentan que algunos maestros crueles, solían hincar al delincuente sobre un guayo (rallar. Las horas de escuela eran de 8--12 y 2-5( 12), pero en 1898 varias escuelas tenían un total de casi 180 días de asueto(13). En el curso de los años se elevaron protestas contra los severos castigos corporales, porque en la nueva Ley General de Instrucción Pública de 1895 se amenazaba a quien aplicara estos castigos, con un despido inmediato. En la misma ley se hacían obligatorias para las 'escuelas primarias completas', además de las materias usuales, también nociones generales de agricultura, nociones generales de higiene, moral cristiana, urbanidad y deberes sociales (14). Pero en 1899 el gobernador de Santo Domingo tuvo (12) Gómez Alfau, op. cit., 15 Y sigo (13) Listi'n, enero 13, 1899. '14) Actas Congreso No. 12,23, abril 24, 1895, AGN.

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nuevamente que recomendar que se dieran 'clases de agricultura' en las escuelas; en el mismo año (quizás por haberse eliminado formalmente los castigoscorporales), las escuelas publicaban los nombres de los alumnos de buena y mala conducta (15). Las tendencias de entonces de modernizar la enseñanza -que veremos después con más detalle~ no sólo se oponían al método tradicional de instrucción (con su énfasis en la memorización colectiva) sino también al curriculum tradicional. t:.l escéptico -y realístico- Bonó no aceptaba el modernismo educativo en su totalidad, y hoy su crítica nos parece en ciertos aspectos moderna. Después de criticar -en 1884- a las cabeceras de Provincia o Distrito, que sólo piden y exigen universidades, 'antes que sus niños sepan el silabario y sus adolescentes gramática castellana', y después de señalar que eran los agricultores y ganaderos los 'que casi por completo pagan las escuelas', mientras que ellos mismos 'carecen en general de escuelas primarias gratuitas', habla de la comprensible oposición que provocan los conceptos pedagógicos modernos, por lo cual ha surgido en realidad una situación de anarquía 'que al fin y al cabo neutraliza y hacen negativos los esfuerzos de lo viejo y de lo nuevo'. Luego continúa: 'Por su forma y fondo, la instrucción pública hasta ahora no ha producido verdaderos trabajadores, sólo pretendientes cada día más numerosos a los empleos públicos;jóvenes sin carrera, sin disciplina para todo trabajo largo concienzudo, habilitados imperfectamente para las carreras científicas y únicamente buenos para entrar a una oficina a aumentar el presupuesto, o para ponerse detrás de un mostrador de mercería a despachar géneros, con gran desesperación de las mujeres a quienes quitan su oficio'. De hecho, la instrucción de las niñas tampoco había mejorado, según Bonó: 'Se han abandonado completamente en las clases inferiores las tradiciones nacionales de costura llana, de camisas, de medias, catecismo cristiano y oficios caseros, sustituyéndolas en gran parte con los encajes, la oratoria, la tapicería. Aspiraciones tan mal entendidas de padres pobres, de todo nuestro proletariado, no debe protegerlas el Gobierno ni alentarlas la opinión (....); por el momento no van a mandar a sus hijas a las Cámaras Legislativas, ni como (15) Lim;'. 8 de junio 1899.

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damas de Corte gótica a las de Flandes, ni como maestras a la manufactura de los Gobelinos ( .... ) podrán estas pobres encajeras y tapiceras sin dote, sin ajuar, ser las esposas felices de los covachuelistas que las esperan, con sueldos infinitesimales, arbitrarios y fugaces? '( 16). Se ve pues, que era posible emitir una crítica justa de las tendencias 'modernizadoras' --ya veces mal entendidas-porque enajenaban al alumno de escuela primaria de su medio (no obstante las 'nociones de agricultura') y porque no respondían a sus necesidades futuras y directas. Por otra parte sin embargo la modernización como fue abogada y parcialmente realizada por Hostos produjo importantes impulsos en la vida espiritual de la República. Para estudiarlas, debemos ahora abandonar la enseñanza primaria. Cuando en 1879 durante el gobierno provisional de Luperón se decretó la legislación que creaba las Escuelas Normales --redactada por Hostos en Puerto Plata-, ya funcionaban en la capital algunas escuelas particulares a nivel secundario y superior; había el ya mencionado Colegio Seminario Conciliar 'Santo Tomás de Aquino' dirigido por el Padre Meriño; el Colegio 'San Luis Gonzaga' (1866), de Francisco X Billini, 'El Liceo del Ozama' del poeta José J. Pérez, una escuela de niñas 'El Dominicano' (1867) de María N. Billini; la Academia de Náutica (1875) de Román Baldorioty de Castro; en Santiago existía ya -desde 1872el 'Colegio de la Paz' de Manuel de Js. de Peña y Reynoso. La prolongada permanencia de Hostos en Santo Domingo tuvo repercusiones tanto cuantitativas como cualitativas en la enseñanza nacional. Además de la Escuela Normal de la capital, de la cual él mismo era director, se fundaron institutos similares -aunque a veces por corto tiempo-- en La Vega, Santiago y Puerto Plata. En Azua y Santo Domingo se fundaron escuelas preparatorias; en 1881 fue fundado el Instituto de Señoritas por Salomé Ureña de Henríquez, que se ocupaba del entrenamiento de maestras. Un año antes, y tal vez como reacción a las actividades de Hostos, se restableció después de una prolongada interrupción, la educación universitaria en el Instituto (16) lJonó, 291 y sigo

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Profesional ---desde l882~- bajo la dirección de Meriño. En este Instituto Hostos colaboraba como profesor de Derecho Público y de Economía Política.* La influencia cualitativa de Hostos en la enseñanza dominicana fue el énfasis en el positivismo de Comte, como era interpretado por tos Krausistas españoles, maestros de Hostos. Evolucionismo opuesto a la Creación, razonamiento opuesto a revelación, experimento opuesto a dogma, racionalismo opuesto a retórica tradicional, he ahí algunos tópicos que debían inevitablemente llevar a Hostos y a sus seguidores a un conflicto con los círculos conservadores de la inteligencia de la época.** En su periódico La Crónica el director del Colegio San Luis Gonzaga, BiIlini, atacó primero severamente 'la ciencia que se aparta de Dios, proscribiendo a Dios de las escuelas' y atribuía a ello el aumento de la criminalidad desde 1881; era de opinión que los hostosianos 'no tenían la libertad ni de profesar públicamente la irreligión o el ateismo, porque se hiere el orden perfecto de la sociedad, que es el orden moral, sobre el cual se funda su modo de ser". La escuela de Billini no había producido entre 1866 a 1884 grandes números de graduados: '5 sacerdotes, 5 maestros de enseñanza primaria y secundaria, con títulos, y otros jóvenes en la carrera del comercio'. Además del latín, griego, español, inglés y francés, su Colegio enseñaba historia universal, geografía, cosmografía, física, química, aritmética, teneduría de libros, geometría, música y caligrafía, pero el énfasis parecía recaer en materias como 'historia sagrada, filosofía-ética ('Razones contra el utilitarismo'), teología y de retórica: oratoria, exordio, proposición, confirmación, argumentos; división de la oratoria: oratoria forense, judicial deliberativa, oratoria

*. En. 1887 Hostos publicó sus Lecciones de Derecho Constltl:'clOrIfll. en ~888 su Moral Social. Su obra póstuma Tratado de Sociologta publicada en 1904 ha tenido múltiptes ediciones (la última en 1941 en Buenos Aires). ** ~ no sólo la de la época: en 1918 y de nuevo en 1956 la prensa hIZO encuestas sobre la influencia hostosiana en el país, y las ...eacc~ones -.favorable~ o desfavorables- revelan no pocas veces interes emocional. (La Influencia de Hostos en la cultura dominicana (Respuestas a la encuesta de El Caribe) Edit.. del Caribe.e . Truiillo 1956). ,.

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política, parlamentaria, sagrada' (17). Es de admirar la virtud de persuasión de Hostos y de sus argumentos y la flexibilidad de Billini, puesto que después de algún tiempo, éste último retiró sus acusaciones de 'escuela sin Dios' de la Escuela Normal (alrededor de 1885) y además introdujo en su propio colegio un programa con puntos hostosianos. Un opositor ideológico más perseverante, más poderoso y por lo tanto más peligroso lo hallaron los hostosianos en el Arzobispo Meriño *, que no dejaba pasar ocasión en los años 80 de fulminar contra el 'racionalismo materialista (que es el positivismo y el liberalismo)'; en sus ataques reunía en un denominador común de 'liberales' a los 'librepensadores, anticatólicos, renegados, indiferentes, ateos', equiparando el materialismo al sensualismo, y por ende a la concupiscencia( 18); las buenas relaciones que este prelado mantuvo con Heureaux, seguramente habrán precipitado la partida de Hostos en 1888. El 26 de diciembre de 1888 Heureaux escribió a su ministro Gautier: 'Celebro como es debido la salida del Doctor Hostos del país. De allí me han telegrafiado algunos amigos proponiéndome sustituirlo al Sr. Don Fed. Henríquez, dizque para que abandone el periodismo y con él la oposición que nos viene haciendo en su periódico. Habiéndonos ayudado Dios a salir de Hostos no deseo entrar en Don Federico ni en ningún otro que no sea buen cristiano'. Hostos regresó al país después de la muerte de Heureaux en 1900 para morir allí en 1903 ** . Un rudo golpe a su obra fue atestado en 1895 cuando en la Ley General de Instrucción Pública se estipuló que la 'divergencia de métodos entre la Normal y las Escuelas Superiores' debía desaparecer. La misma ley creó en Santo Domingo y Santiago Colegios Centrales, cuyo personal fijo (1"7) La Cránica, 28 de oct., 1885, 27 de nov. 1884, junio 1884.

(18) Fdo, Arturo de Meriño, Obras Edit. La Nación Cdad , . , . Si" embargo es notable que el mismo Hostosrecomendara a lI!eriño en 1882 para ta Rectoría del Instituto Profesional, y que este último, durante su presidencia (1880-1882) apoyara la difusián de las Escuelas Normales. ** Pero en 1896, disgustado por ta oposición clerical en,.Chile, 'vtctima (aquel paú) del espíritu de imitación' estaba dispuesto a regresar a Santo Domingo, a pesar de ta presencia de Heureaux. (Hostos en Sto. Dgo., III, op. cit., 261 Y sig.], Trujillo 1960, 127, 134.

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consistiría de un Director ($100 p. mensuales), un secretario-profesor ($37.50) y un conserje ($7.50), con una suma de $4.00 mensuales para gastos de material; el estipendio mensual sería de 10 pesos oro por cada hora de clase. Las nuevas Escuelas Normales que debían ser establecidas una en cada capital de provincia, pagarían $50. a su director y a sus ayudantes cada uno $15. Además se establecieron Juntas Provinciales de Enseñanza(l9). Esta con tra-reforma no significó que las ideas que Hostos defendiera con gallardía, desaparecieran con él del país, así corno tampoco habían entrado en el país exclusivamente por su vía. El positivismo del siglo 19 así como el materialismo y el racionalismo en sus diversas formas ya existían en el país desde hacía largo tiempo, y es posible señalar por lo menos una de sus manifestaciones, el anticlericalismo escéptico. Estas ideas siguieron ejerciendo su influencia por medio de la Masonería, a la cual tambiénpertenecía Hostos; contra esta influencia ni siquiera la oposición de Meriño pudo a veces surtir efecto, como queda demostrado en su vana oposición a la Ley de Divorcio del 2 de junio de 1897, dictada por Heureaux con ayuda del diputado Leonte Vásquez(20). Si las ideas científicas de Hostos no hubieran creado cierto elitismo, algo parecido al de los 'científicos' mejicanos en el período de Porfirio Díaz , hubiera bastado la noción de ser discípulo del venerado maestro y de ser, junto con él, blanco de la crítica, para fomentar una cohesión entre los 'normalistas' que les daba prácticamente las características de una secta. Así había la tertulia en el parque Colón, 'integrada por elementos químicamente normalistas, enemigos de Lilís'(21); J ohn Pieters, albañil curazoleño y cantor popular, criticaba en el periódico el supuesto snobismo de este grupo: Si porque eres normalista te firmas Bartolomé, yo, manejando mi plana me firmo John Pietersmé(22); (19) Actas del Congreso, 24 abrl11895, A.C.N. (20) Meriño, obras, op, cit., 294 Y sigo (21) Vigil Diaz, op, cit•• 53. (22) Listtn, 19 de mayo 18y3.

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pero la más clara evidencia de las características del normalismo como movimiento 'social' es sin duda el personalismo alrededor de Hostos, quien con derecho ---aunque tal vez a su pesar puede ser llamado el caudillo del grupo. Dificilmente puede hallarse en este período una prueba más interesante de que el caudillismo no se limitaba al sector puramente político. 'Muchos le llamaban padre; a muchos él llamaba hijos'. Especialmente en sus últimos años dominicanos, y por motivo de su proyecto para una ley general de enseñanza pública (190 1), tuvieron lugar violentos debates; entre los opositores se destacó el Pbro. Rafael C. Castellanos, alumno de Meriño, que a su vez era atacado en 'El Norrnalismo', órgano de prensa de los hostosianos. La querella no se limitó a encuentros verbales: el 'fervoroso normalista Pelegr ín L. Castillo' fue en esos días 'agredido por uno de los obsecados sectarios de la minoría oposicionista'. El slogan de Hostos: 'Civilización o Muerte' adquirió así un significado especial, que él apenas puede haber deseado, pero que hacían inevitables los 'excesos de la defensa' de sus amigos leales que lo habían elevado a caudillo en esta 'primera gran contienda del pensamiento'. El que la muerte del Maestro coincidiera con una 'perturbación atmosférica' cabía en el marco heróico en que se había colocado a este caudillo de la educación (23). El crecimiento y mejoramiento de la instrucción en el propiu país no impidieron que se siguiera considerando deseable la enseñanza en el extranjero. Para las niñas se pensaba de inmediato en el cercano Curazao, donde las hermanas Franciscanas de Roosendaal dirigían desde 1853 el pensionado Welgelegen en Habaai, al que asistían numerosas jovencitas de 'buena familia' de las repúblicas cercanas. El Presidente Heureaux que visitó varias veces Curazao -poseía allí algunas casas- había regalado una lámpara a la escuela, yen los años 90 mantuvo un contacto regular con la superiora Josefina Ricart, que era dominicana. No sólo una hija de Heureaux, Dilia, estudió allí; también escribía numerosas recomendaciones para amigos (General Manuel Jiménez, Ernolio Mayer, Carlos (23) Bostas en Sto. Dgo., op, cit., I1,LXVII, LXVIII y sigtvot.L, XXXI.

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Nouel) cuyas hijas iban a Curazao, para regresar después a su país, y a veces con un esposo. Para los jóvenes, Europa seguía siendo el área de estudios preferida. En la generación anterior ya había habido varios jóvenes, especialmente del Cibao, que habían disfrutado de una educación en algún país europeo, . Benigno F. de Rojas había estudiado en Inglaterra, Pablo Pujols en España, para nom brar solo dos pero a partir de los años 80 el número de estudiantes en el extranjero crece paulatinamente, aprovechando no pocas veces becas u otros favores presidenciales. Así en 1887 Francisco Henríquez y Carvajal tuvo la oportunidad de estudiar en Paris a cuenta del gobierno dominicano, actuando como mentor del hijo de Heureaux y el del ministro Gautier(24). Los otros hijos de Hcurcaux fueron enviados a Alemania y España para estudiar el uno ingeniería mecánica, el otro para ingresar en la Escuela de Guardias Marinos; al no poder hallarse en Hannover un buen maestro español, el primer joven fue trasladado también a España. Heureaux lamentó este cambio "porque prefiero la educación alemana a toda otra' (,:J 5). Esta opinión seguramente no era excepcional, si se toma en cuenta la germanofilia de la América Latina. El número de hijos de familia pobres e iletradas, que por medio de becas --presidenciales lograba recibir una instrucción intermedia y académica es difícil de determinar con exactitud pero no debe ser subestimado. Varias de las escuelas particulares del país eran ayudadas por el gobierno con dádivas o con exenciones de derecho de aduana, con el fin específico de ofrecer en cambio enseñanza a niños de familias con limitados recursos económicos(26l. Constantemente se encuentran en las Actas del Congreso peticiones como aquella en que el General de Brigada Montero pide para su hijo José Eulogio el dinero para hacerlo ingresar en el Colegio de Ingenieros de Segovia, para más tarde poder hacerse útil en la construcción de ( 241 Cartas,Pres. Heureaux, julio 20 1887 al Sr. Baron Emanuel de Almeda, Paris, (25) Ldem, 14 dic. 1898, enero 14, 1899. a Sr. F. Hohlt,

Hann over,

(26) E. Rodrtguez D~'?l0rizi, Salo,,!é l.!.reña y el 1nstitu~o de Señoritas, Impresora Dominicana, edad. tvuuuo 1960, 133 Y stg,

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fortificaciones. Otra petición -excepcional en cuanto al tipo de estudio~~ es la de Manuel María del Orbe que quería enviar a su hijo de 9 años a un conservatorio europeo". Entre 1888 y 1900 el Juro Médico que había sido establecido para ese fin, entregó a 52 personas certificados para ejercer la medicina. De ellos 29 habían recibido su entrenamiento en el extranjero: 6 en Paris, 7 en Madrid, 6 en La Habana, 2 en Edinburgo, 1 en Dublin (los 3 últimos llegaron al país para la construcción del ferrocarril Samaná--Santiago con la Compañía Escocesa, y permanecieron en él), y uno en Barcelona, Nápoles, Maracaibo, New York, Philadelphia, Connecticu t y Maine, respectivamente. Los 23 médicos con entrenamiento local hab ían estudiado en parte en el Instituto Profesional, otros tenían instrucción anterior y dudosa, y títulos como 'Profesor práctico de tercera clase'. Veamos con detenimiento algunos casos de evidente movilidad entre los médicos de ese período. Estaba 1. F. Alfonseca, procedente de San Cristóbal, que viviendo con una tía en la capital y trabajando primero como zapatero, obtuvo una beca del Presidente Conzález. Partió para Paris, pero tuvo que regresar después de la caída de Gonzáles; una nueva beca, de Vicini, le dió la oportunidad de terminar sus estudios. El caso de Salustino Fanduíz, pobre inmigrante aru bano, que trabajando en la Casa Marchena guardó el dinero para costear sus estudios en los Estados Unidos. José F. Carda, un hijo del general Hermógenes Carcía (cuyo hermano se enriqueció como comerciante en Sánchez) recibió una beca de Heureaux , Finalmente Rufíno Otilio Melendez, hijo natural de Francisca Urraca Vidal, que lavaba ropas y tenía ventorrillo. Recibió ayuda económica del médico de Heureaux, Dr. Felipe Urraca, aparentemente un pariente, de cuyos hijos también 3 se graduaron de médico. La ayuda de protectores 'políticos o comerciales, o bien la de familiares acomodados fue la que permitió a por lo menos 10 por ciento de los graduados en el período que '" E'I hijo Gabriel se hizo excelente violinista. El padre habla construido propio piano en 3 años, 'el piano de Moca' que describe Hostos con admiraci6n (Hostos en Sto. Dgo., 239).

w

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tratamos (por cuanto se conocen completar sus estudiost J'Z).

sus

biografías) a

En un capítulo anterior ya anotamos las mejoras en el entrenamiento de abogados al reabrirse el Instituto Profesional: anteriormente su educación se realizaba principalmente en privado, y la Suprema Corte les entregaba los diplomas. Sin duda debe haber habido en este grupo, una movilidad similar a la de los médicos. Según vimos, el mejoramiento de la enseñanza de derecho no resultó en un perfeccionamiento de la justicia en todo el país; así tampoco era de esperarse un efecto positivo en la situación de salud pública al aumentar el número de médicos y mejorar su entrenamiento; los m e di cos siguieron concentrándose en las ciudades crecientes* y la población rural, así como la población urbana pobre tuvo que seguir recurriendo a los remedios populares, a los numerosos curanderos y algunos practicantes. Estos últimos no osaban demandar un honorario a los empleados públicos, pues eran vulnerables al no poseer un certificado del Juro Médico(28). En los años noventa Santiago tenía un hospital fundado por el comerciante Glas; Santo Dominjo tenía en 1898 un Hospital Militar, además de San Lázaro, 'hospital de elefanciacos', un manicomio, y varias casas de beneficencia y asilos, los cuales puede suponerse que se ocupaban de manera primitiva de atenciones médicas. En ese mismo año el Instituto Profesional consistía de tres facultades: Derecho, Medicina y Matemáticas, y además ofrecía clases de Filosofía y Farmacia. Lo que faltabatotalmente aquí y en otras partes de! país era interés en el aspecto técnico y de laboratorio del entrenamiento. Algunos ejemplos curiosos pueden ilustrar esta falla así como la ignorancia que ésta tenía como consecuencia. El Institu to Profesional tenía "un microscopio", 'pero se decía (27;· Datos de: Historia de la Medicina en Santo Domingo, op. cit. (28) Véase por ejemplo carta Pres. Heureaux 20 dic. 1892 a A. Soto, Las Matas de Farfán, sobre actividades médicas del Sr. Linares. * En 1893 la capital tenia 18 médicos, 4 dentistas y 10 farmacéuticos; Santiago tenia en 1899 respectivamente 7,3 y 3. Santiago tenia entonces 7 abogados, Santo Domingo en 1893, 20.

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que estaba descompuesto, y sólo se utilizó mientras estuvo en esta capital un profesor alemán, de apellido Weber, que enseñó a manejarlo'. No sorprende tampoco el que un estudiante avanzado de medicina tratara seriamente de probar la teoría de la generación espontánea criando 'animalitos en un frasco de agua más o menos limpia, tapado con corcho'(29). También hubo el 'invento' de un perpetuum mobile basado en unas latitas llenas de líquido, que realizó Don Juan B. Rodríguez de J ánico ; entre 1885 y 1888 este señor reclamó y obtuvo la atención de altos funcionarios: 'Es muy cierto', escribía Heureaux al comerciante santiaguero Glas en 1888, 'que Don Juan B. Rodríguez de Jánico me escribió y que me mandó una especie de Tratado sobre el movimiento perpetuo que yo leí con mucho interés y hasta lo dí a leer a personas de competencia para formar criterios respecto de sus proyectos, tuvo buena acogida y se respetó por muy competente en física y matemáticas al amigo Rodríguez'. El 24 de agosto del mismo año Rodríguez hizo nuevamente propaganda a su invento en El Eco del Progreso: 'Juan Bautista Rodríguez y Torres: Exposición sometida a la consideración, justicia, honra y dignidad de los Altos Poderes del Estado y Cuerpo de Representativos o Consulares de las demás Naciones'. Su artefacto estaba legalizado por el Cura, el Jefe Comunal y otros líderes de su pueblo Jánico(30). Mejores pruebas de modernismo científico podían hallarse en esos años en las largas polémicas que ocupaban a la prensa corriente sobre la teoría de evolución de Darwin, sobre las causas de la tuberculosis y especialmente sobre la higiene, tema de moda, sobre el cual se publicaban largos artículos tomados de periódicos europeos. Volviendo por un momento a la instrucción, debemos señalar las instituciones fundadas especialmente para artesanos y generalmente por iniciativa de estos mismos. La Asociación de Artesanos 'La Alianza Cibaeña' fundada en 1884 por iniciativa de Eugenio Deschamps y otros tenía cuatro años después 3 escuelas; en este año el presidente (2'J) Emilio C. Joubert: Cosas que fueron, op. cit., 79-80. (30) Cartas Preso Heureaux, 21 Marzo 1888, El Eco del Pueblo, 24 de agosto 1888.

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Heureaux fue nombrado miembro de honor de la asociación. También en la capital había clases nocturnas de artesanos *, que al igual que las otras instituciones educativas, recibían un subsidio del gobierno(31).

!. l,a Prensay las A sociacioncs

Era una costumbre antigua el que también los órganos de prensa recibieran subsidios; ésta había sido fijada por Luperón en 1879 en un decreto(32), que prometía a cada periódico la suma de 40 pesos por mes. En años posteriores la suma varió, pero el principio fue mantenido. Naturalmente era recomendable la prudencia política a los directores de periódicos, pero aún bajo el régimen de Heureaux el director de 'El Teléfono' que había escrito sobre la 'incompetencia, malicia o sugestión particular de los Jueces de Derecho' fue declarado inocente por un tribunal(33 ). El subsidio a la prensa apenas puede ser considerado como causa del notable número de periódicos que aparecía en las ciudades principales **. El periódico capitaleño Listin Diario tenía en 1893 una circulación de 1000 ejemplares; en ese año en la capital salían un total de 12 periódicos. En Santiago, cuyo primer periódico, El Día había aparecido desde 1891, fueron fundados entre 1852 Y 1900 un total de 16 periódicos de noticias, de los cuales 12 (3J) Ver Libreta Resoluciones Hacienda J6 marzo J887 gastos alumbrado del prof, J.J. Cortés. ' , (32) Luperán; op. cit. JJJ, 37. (33) Listin, 13 mayo 1896. * Una de ellas, la Escuela Nocturna para la Clase Obrera fue fundada por Hostos en 1888. ~* .Sin embargo. Joubert c,onfiesa que un periádico como El República del cual el era co-director, solo podta existir gracias al apoyo del gobierno. Alaba el régimen de Heureaux, que nunca exigúi un articulo laudatorio para el Gobierno [Joubert op. cit. 116). ' ,

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aparecieron en el último cuarto de siglo(34). A pesar de que no todos disfrutaban de una larga vida, su número es testimonio de un irreprimible anhelo de comunicación. Generalmente se trataba de la actividad de una sola persona, y el publicista también trabajaba en el aparato educativo o gubernamental. El nombre de la publicación (La Reforma, La voz del Cibao, El Dominicano, La Paz, f;l Derecho, La Redención) con frecuencia indicaba una buena parte de su ideología o programa. En este recuento no incluimos los numerosos periodiquillos de sensacionalismo y escándalo que con nombres como 'Cójanlo' y 'La Bomba" diseminaban chismes locales y emprendían violentos ataques personales. Igualmente notable es el número de asociaciones que caracterizaba la vida social e intelectual. En 1893 la capital, con una población total de 14,000 almas tenía 3 asociaciones literarias, 10 filantrópicas. 6 recreativas, 6 religiosas y 1 musical.(35) También en Santiago era grande el número de asociaciones con nombres como La Caridad. Amantes de la Luz, Amigos del Adelanto, etc.;el club social exclusivo 'Club Santiago' fue fundado a principios de 1895, unos años después que el Club Unióp·de la capital que tenía fines paralelos. Un pueblo como San Cristóbal tenía en 1885 las sociedades 'La Aurora del Pueblo' para 'el ensanche y engrandecimiento de la común'; 'La Esperanza de la Juventud', para 'recreación y diversiones lícitas'; 'Independencia', para 'velar por el adelanto de la instrucción pública', y una Compañia de aficionados al Teatro, que organizaba representaciones desde 1885 (36). Hostos, cuyos muchos viajes le permitían ver el fenómeno dominicano en el contexto latinoamericano, también se sorprendía por la multitud de asociaciones privadas: 'cómo han podido nacer, crecer y mantenerse esas asociaciones en un medio social tan débil y un medio

c...)

(34) Bueno, op. cit., apéndice. Pero L. Carda Lluberes en su Critica Histórica (Ed, Montalvo}, Santo Domingo, 1964), criticando un folleto de M.A. Amiama 'El periodismo en la República Dominicana', menciona para los años noventa solamente, 40· periódicos en la capital, una docena en Santiago, 4 en La Vega, 6 en Moca, 7 en San Pedro de Macoris, que Amiama no menciona en su folleto! (35) Listin, l tr feb, 1893. (36) E. Rodrtguez Demorizi, San Cristóbal de Antaño, op. cit.,

2'.

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político tan violento'; 'aquel pobre país ( ...) tiene un espíritu de asociación que ha sobrevivido a todas las coacciones'. ~specialmente alaba a los 'Amigos del País' (Fundada como instrumento político contra los planes anexionistas del presidente Báez, limitándose después a fines culturales) que 'celebra reuniones públicas en que los socios leen o discurren ante el concurso de personas de ambos sexos'; la 'Prensa Asociada' con lecturas y discursos y música; y 'La Sociedad Republicana', cuyos fines eran primero políticos, pero que después fue dueña del teatro de la capital(37). Era también notable el número de 'clubs de damas'. Hay que observar que el 'espíritu de asociación' no le era extraño al propio Hostos; durante su período dominicano fundó 2 asociaciones, y fue hecho miembro o miembro honorífico de 11. Junto a estas sociedades formalmente organizadas existían las tertulias, clubes de conversación, que se reunían informal pero frecuentemente en un sitio fijo para discutir asuntos de actualidad: en la capital había en los años noventa la tertulia del platero José Lamercí, del barbero Lechuga, la de la Farmacia Central, de don José Mieses, presidida por el Doctor Alfonseca 'de París', la del Papá Juan (donde se reunía la colonia siria), la del Petit Riché (donde después se congregaban los horacístas), la del Malú, frente a la estatua de Colón, donde se reunían 'en cordialidad familiar y tropical, aristócratas y demócratas, ministros y gobernados a jugar tablero y tomar café'(38). Muchas de las asociaciones provinciales eran en realidad tertulias, que se reunían una o varias veces al año y organizaban actos públicos. 3. La Masoner{a.

La masonería ocupaba en la vida social un lugar prominente. Introducida en Santo Domingo bajo el general francés Ferrand en 1803, activa en los períodos (37)

Hostos,

t., 277 Y sigo

(38) Vigil Diaz, op. cit., 53.

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subsiguien tes español y haitiano, llegó en el 1858 a fundar una logia independiente, la Gran Logia Simbólica de la República Dominicana; el Supremo Consejo del Grado 33, que recibió en 1866 la dirección de las logias dominicanas, reconoce desde 1890 la autonomía de la Gran Logia Simbólica. Entre 1858 Y 1900 fueron fundadas en todo el país una veintena de Logias(39). De todos los presidentes de la República en el siglo 19 sólo se sabe con certeza del Padre Meriño que no era masón, de algunos se sabe que fueron masones por la tradición oral; la gran mayoría, entre ellos Santana, Báez, González, Espaillat, Luperón , Billini y Heureaux fueron masones, el primero y los últimos dos lo fueron en un alto grado. El número de políticos, poetas, educadores -entre ellos Hostos-- periodistas y comerciantes que eran miembros de una logia es tan abrumadoramente grande, su posición en la vida social del período tan prominente, que puede decirse sin exagerar que la masonería reunía los círculos dirigentes de la República en una red altamente efectiva. Esto no impedía que hubiera antagonismos políticos o de otra índole entre los masones, pero el llamado a un 'hermano' o 'frercito' -scomo prefería llamar Heureaux a sus compañeros masones-e, tenía sin duda un efecto poco menor que el que estába basado en parentesco sanguíneo o ritual. Hostos enfatiza que no eran sólo los 'círculos dirigentes' los que se encontraban en las logias: 'miembros de esa institución ricos y pobres, desvalidos de siempre o poderosos de un día, altos y bajos, jóvenes y viejos (.. hacen de las logias un centro de reunión tanto m frecuente cuanto que ('0') muchos son profesores en l: escuelas nocturnas y gratuitas que todos los centre masónicos tienen, y casi todos intervienen en si, administración, sostenimiento y vigilancia' (40). Además de esta obra educativa, estaba la caritativa: en 1878 el Gran Oriente fundó dos Juntas de Socorro que cubrían entre ellas todo el país y que debían prestar ayuda no sólo a 'familias de los hermanos incapacitados para el trabajo por motivos de edad, enfermedad o accidente', sino también (39} Estos datos y los siguientes de: H.H. Lopez-Penha, op. cito (40) Hostos en Sto-.Domingo, l, 2760

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donde los hermanos 'por causas ajenas a su voluntad se encuentran en el extranjero', clara referencia a los múltiples exilados políticos(41). Las logias también fundaron o ayudaron a mantener hospitales, asilos y cementerios. No causa asombro que las logias masónicas recibieran ayuda del gobierno, por ejemplo con exoneración de derechos (42)*. El mundo ideológico de Bostas y sus compañeros, como ya señalamos, no quedaba muy separado del de la masonería de la época, y esto es confirmado una vez más por el hecho de que el alemán Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832) es considerado uno de los principales filósofos del movimiento masónico(43). Este filósofo, por vía de sus adeptos españoles, los krausistas, tuvo la mayor influencia sobre la formación científica de Bostas. Las ideas de Krause so bre la tarea de la Masonería como cuidadora de la moral, junto al Estado como mantenedor del orden y a la Iglesia como reguladora de la religión, la hallamos reflejada en las actividades de Bostas; hay que aclarar que en la vida pública él entregaba la tarea que Krause adjudicaba a la Masonería, a la élite que él quería crear por medio de su sistema educativo. También parece estar de acuerdo con las ideas de los krausistas el que Bostas -- aunque no titubeaba en juzgar al protestantismo como 'más adelantado en la evolución religiosa que el catolicismo'(44) -demostrara en sus opiniones y actuaciones públicas tolerancia al catolicismo y a la religión en general, deseando no obstante que algún día la religión llegara a ser compatible con la razón(45). ~.se mismo ti~o de .tolerancia, fortificado tal vez por lo reducido ~el medio ~oclal y -durante largos períodos- por la ausencia en el bajo clero dominicano de tendencias de aislamient.o social fanático, pueden explicar el hecho de que en el pe~lOdo que analizamos existieran entre el clero y la masonena muchos lazos personales y aún organizacionales. Solamente durante la Anexión española (1861-1865) la masonería había sido proscrita por monseñor Bienvenido (41) Lopez-Penha, op, cit., 77· 78. (42) Libreta Hacienda, A. C.N., 21 de junio 1887. (43) Lopez-Penha, op; cit., 108. (44) Hostos; Moral Social, Sto. Dgo., Carda Hnos., 1888, 153. (45) I dem, 148.

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Monsón; 'y desde el púlpito, en pastorales escritas y en el lecho de los moribundos, sin atender a las circunstancias del país, donde hacía más de medio siglo que imperaba la masonería, como la libertad de cultos, se anatemizaban despiadadamente, en lo cual naturalmente se enajenaron muchas voluntades entre aquellos mismos que habían hecho la anexión'. De hecho, en esos años también debió 'el clero dominicano, inf1uente en los pueblos, y poderoso en los campos( ...) someterse a nueva disciplina que contrariaba sus hábitos y menoscababa su preponderancia, haciéndose pronto enemigo de la anexión e impopularizando a los arbitrarios opresores' (46). Cuando después de la Restauración tanto el clero como la masonería recobraron sus antiguas libertades, pudo continuar la tradición de cooperación. En la capital fue costumbre durante largos años que sólo los masones cargaran la imagen de San Juan Evangelista en la procesión del Viernes San to, y en Santiago hasta 1886 Y la desaparición de esa costumbre refleja tal vez la creciente influencia de Meriño , recién ascendido a Arzobispo· 'concurrían los masones a los actos de los Jueves y Viernes Santos en traje de rigurosa etiqueta para hacerle guardia a Jesús Sacramentado'. 'Los masones del primer a tercer grado cargaban a su patrono San Juan Evangelista, los del 40. al 330. (grado) acompañaban al Santo Sepulcro, y llevar las cintas que pendían del mismo era privilegio del grado 33'. Bajo esas circunstancias no puede haber habido conflicto generacional cuando en el siglo veinte dos masones de alto grado (Nouel y Beras) vieron a sus hijos convertirse en arzobispos. En este siglo y el pasado sucedía el que iglesias católicas fueran construidas con ay~~~ de regalos masónicos; también sucedía el que el edificio de la Respetable Logia Nuevo Mundo No.S en Santiago pudiera ser terminado gracias a un préstamo de 5,000 pesos del Presbítero Manuel Zenón Rodríguez. En el (46) Luperón, op. cit., I, 82 Y sigo

* Los contactos masónicos no se limitaban a las fronteras nacionales: la Logia Restauración No. 11, de Puerto Plata mantenia "n las postrimerias del siglo correspondencia con 78 logias extranjeras (Enr, Deschamps, op, cit., 195). 249


siglo 19 había por lo menos una docena de frailes, presbíteros y curas que eran a la vez masones(47).

4. Las Organizaciones Religiosas

El contacto del clero con las autoridades políticas era también frecuente y no pocas veces simbiótico. El Padre Meriño, el prelado de más alto rango y una de las figuras prominentes del partido azul, estuvo tanto antes como después de su presidencia (1880-1882) en estrecho contacto con el gobierno. Especialmente en los años ochenta trabajó al unísono con Heureaux. En el inquieto año 1887 el presidente le agradecía su cooperación tanto en palabras corno en efectivo: 'Gracias por sus muy buenos informes, yo (estoy seguro) que U. hará cuanto humanamente esté a su alcance para trabajar en favor de la paz y de la concordia entre sus hijos políticos y espirituales. Sé que U. alcanza mucho y tiene demasiada penetración para saber sondear los abismos que formen los conspiradores (...). En cuanto a los $200 que en virtud de plantilla le están señalados al Señor Arzobispo, no han sido rebajados (...) y ruégole a Dios estemos siempre en aptitud de cumplir tan sagrada obligación'(48). Y el 15 de septiembre de ese mismo año: 'Deseo más que ningún otro que su visita produzca grandes beneficios como lo espero, así en lo religioso, como en lo social, como en lo político, y puede U. estar cierto que yo y mi Gobierno no desperdiciaremos ocasión de prestar a U. ayuda eficaz para sacar a salvo los principios del pueblo dominicano. Confío en la bondad de Dios que me habrá de permitir aguardar en paz su regreso, para la celebración del jubileo Sacerdotal del Santo Padre, y no dudo que siempre sacará U. algo del Gobierno, pues éste, cuando se trata de U. y de la Iglesia tiene empeño en ser complaciente y cumplido'. En el mismo año Heureaux rogaba a Meriño que no (47) Lopez-Penha; op, cit., 171 y sigo (48) Cartas Pres. Heureaux, AGN, 18 febo 1887.

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entregara la rectoría del Instituto Profesional diendo oblicuamente al hostosianismo cuya influencia iba en aumento: '...la necesidad de que siendo U. el Jefe de la Iglesia ( ...) se halle al frente del primer establecimiento docente de la República, en donde la lucha se hace indispensable para evitar con la luz de la verdad en la mano, el triunfo de los errores que aspiran a ser verdades nada menos que dejando a la moral ya la conciencia la libertad irracional de la bestia que corre desbocada por las pampas. No Señor Rector, U. no puede, no debe abandonar el sillón'( 49). El año siguiente -el año de la partida de HostosHeureaux publicó un 'Mensaje sobre enseñanza de moral cristiana en los planteles de educación'. Comentando sobre este escrito a un amigo, Heureaux indicó claramente cuáles funciones adjudicaba a la religión: '(no permito) que la religión recaiga: ella en parte es el freno de las pasiones'(SO). Por su parte Meriño siempre estuvo convencido de que 'El orden es el primer elemento de la sociedad: es su base y firme apoyo. Sin él, la unión de los asociados es imposible; porque él es el verdadero sostén de la fuerza moral de las instituciones y el regulador del movimiento social en el uso o ejercicio del derecho común o individual'(Sl). A pesar de que Meriño y Heureaux estaban básicamente de acuerdo sobre el fin y la tarea del Estado y la Iglesia, tuvieron diferencias de opiniones sobre determinados asuntos, que ambos generalmente consideraban como pertenecientes a sus jurisdicciones. Ya en 1888 Heureaux se quejaba a Luperón de que 'del mismo Padre, a quien yo respeto y considero, y cuya elevación a la Mitra tomé tan a pecho, (tengo ya) quejas que a otro que no fuera de mi carácter le habrían hecho desangrar el corazón'(S2). Y violento fue el tono de Meriño cuando en 1897 atacó severamente -yen vano- la ley que hacía posible el divorcio; ya antes la hemos mencionado. En sus protestas (4Y) Idem, oct. 24, 1887. (50) Idem, Mayo 9, 1889, a Manuel Ma. Castillo, San Feo. de Macorts.

(51) Meriño, Obras, op. cit., 21. (52) Cartas Preso Heureaux con Gobernadores y Jefes Militares, abril 5, 1888.

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contra este 'signo de decadencia de las sanas costumbres' incluso dejaba oír una amenaza: 'Y Nos particularmente, que siempre hemos bendecido a Dios porque durante el ejercicio de Nuestro ministerio episcopal, hemos visto reinar la más inalterable armonía entre el poder eclesiástico que desempeñamos y el poder civil, prevemos con fundado temor la alteración de tan suaves, gratas y beneficiosas relaciones, obligados como estamos al cumplimiento de muy sagrados e impretermitables deberes obedeciendo antes a Dios que á los hombres'(53). Pero Meriño tuvo que continuar su oposición a lo que consideraba ideas anti-religiosas incluso después de la muerte de Heureaux -y entonces con mayor urgencia-, como en diciembre de 1899 cuando fue propuesta la ley de separación del Estado y la Iglesia; todo ello indica el carácter casi inevitable de las tendencias secularizadoras de la época que reflejaban los sucesos en Europa, y especialmente en Francia. La pregunta retórica que se hacía Meriño en su carta pastoral: 'Yen efecto, en un pueblo católico por su origen, educación, práctica constante é inalterable tradición, es concebible separar al cristiano del ciudadano? '(54) era contestada en nombre de la población rural -que también en estos' asuntos era conservadora- por el cantor popular Juan Antonio Alix: 'Que siga la religión Del que fué crucificado, Siendo siempre del Estado Y también de la Nación. La general opinión Del pueblo dominicano, Y de todo ciudadano De criterio y de valer Dice que así debe ser, Porque el pueblo es soberano'(55).

(53) Meriño, Obras, op. cit., 295·96. (54) Idem, 311. (55) J.A. Alix, op, cit.•• 142 ~52


A nivel provincial, se encontraba la misma cooperación entre dirigentes espirituales y seculares que era usual al nivel nacional. Varios curas servían -siguiendo las huellas de Meriño- como informantes de Heureaux (Padres Luichín en Guayubín, Antonelli en Dajabón, y varios más). Sobre la visita de uno de los gobernadores de Heureaux a J ánico, el cura del lugar escribía el siguiente reportaje al Vicario-general: 'Las fiestas (patronales) están quedando como yo y Ud. deseamos. El general Pepín comió hoy aquí, yo hice que las Señoras del pueblo le hicieran una manifestación para que ellas la firmaran, y una niña en una bandeja trajera la petición. Por fin conseguimos nuestro objeto, ha regalado un Santo Cristo. Ahora a Ud. le toca activar la cosa. Ud. hablará con él. Le recomiendo que lo haga como si fuera la cosa suya'. Y efectivamente el Vicario encargaba poco después a Larrier, en Alwy, Francia un 'Chríste en terre, avec tous les accesoires, inscriptions, clous, etc.'(56). La obra pastoral en el campo se realizaba prácticamente sin control superior. Sólo de vez en cuando visitaba algún alto prelado como Meriño una región apartada, y entonces se mantenía ocupado con sus múltiples deberes: 'Las confirmaciones abundan y con ellas, como es muy natural, los calores y los sudores'(57). 'Si (la iglesia en La Victoria) es un rancho viejo, ésta (de Sabana Grande) es una choza ·desmantelada. Los de aquí piensan reedificado, mejor dicho, hacerla nueva, pero hay algo como apatía o descuido. (Monseñor Meriño) ha hablado algo 'del 'matrimonio, del bien que causa a las sociedades, de su moralidad y ventaja. Habló del amancebamiento ó concubinato, del mal que acarrea a la sociedad, de su inmoralidad y desconveniencia. Algunos han venido ya a hablar para casarse (nótese algunos amancebados). Monseñor les 'proporciona dispensaciones de proclamos parentescos y todo lo que sea necesario. Monseñor es visto y atendido. Vos sabeis que su palabra magnetiza, vos lo sabeis: ella romperá también esa maldita cadena del concubinato, tan común en nuestros pueblos, tan (56) Bpistotario Nouel, A.G.N., op, cit., 11, Q6. (57J Id; carta de Padre Otero Notasco, de- viaje con Meriño, 1887,1/, N, 4.

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perjudicial en nuestras familias, tan deshonrosa en nuestras sociedades'(58). Los mismos curas a veces no podían resistir la fácil tentación del concubinato. Heureaux a veces utilizaba la posibilidad de chantaje moral que ofrecía este tipo de relaciones. Así le escribía el 29 de julio de 1882 al respetu oso Reverendo y publicista Don Gabriel Moreno del Christo en El Seibo: (...) Tengo además que comunicarle que aquí en el círculo de la Iglesia se le hacen a U. algunos cargos de lujuria poco honroso para su personalidad ( ) que esto ha subido los escalones del Palacio Arzobispal ( ); aquí los cargos: lo. que allí hay un hombre ladrón y de mala conducta, y que U. vive constantemente visitando esa casa por estar enamorando la hija de ese malhechor -se llama Nepomuceno Peralta. 20. Que la señora Catalina Zorrilla se ha visto obligada a trasladar su hija a otra casa por la persecución tenaz de Ud. Todas estas cosas, mi querido amigo, me hacen pensar mucho en U., máxime cuando soy muy celoso de su buen nombre y reputación, sírvase guardar silencio de esta carta, sea U. prudente y juicioso, mientras tanto escríbame y dígame que es eso'(59). El Padre Quezada, en Jánico, parece haber tenido dificultades similares. En la misma carta en que pide permiso al Canónigo (y masónico! ) Nouel para realizar gratis los matrimonios de amancebados en su parroquia, se refiere a 'lo de Juana Núñez, le juro por las cenizas de mi madre que es incierto. Además, mande U. aquí a preguntar si conocen a alguna Rosa Peliton, y si saben que aquí está alguna por mi cuenta. Déme luz sobre lo que le vaya preguntar, yo en esa materia soy un ignorante (...) Teniendo esa joven 23 años de edad, que ella quería? Acaso es menor de edad? ' Aunque ya tenía listo su caballo para huir a Haití, su asunto parece haber sido calmado con dinero. El cura continuó lamentándose después: 'Ahora cómo Santamaría se quedó en su puesto? Y Moscoso, y Santeliseo? Créame que yo soy el más fatal, pues solo a mí me pasan tales cosas'(60). (ss) l dem, del Pbro. Otero Nolasco, Mayo 25, 1886, 1I, Z 4.

(59) Cartas Pres; Heureaux, A.C.N. 29 de julio 1882.

(60) Epist. Nouel. l/, Q, 2,20.

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La ausencia de supervision e intercambio social fomentaba igualmente otras debilidades; así en el San Pedro de Macorís de 1874, aún un pueblo pequeño, el cura fue acusado de 'emplear medios violentos como son los foetazos que aplica y el miedo que infunde a los pecadores a los cuales obliga a confesarse o a casarse sin haberse preparado como lo manda la Iglesia '(61) Y en 1896 el padre Eliseo Bomia provocó un escándalo en Baní: había colocado un espejito en el altar para poder espiar a los feligreses. Cuando un tal Alfredo Martínez no se arrodilló en el momento preciso, Bomia envió un clérigo para obligarle a hincarse de rodillas. Esta disputa llegó incluso a interesar al Presidente, y terminó fmalmente con un proceso del padre contra el Listín, que acusaba al cura de conducta inmoral. El periódico ganó en el tribunal de primera instancia, más tarde el pleito fue resuelto fuera de la corte (62). Disponemos de la contabilidad de un cura del pueblo de Mao, posiblemente referente a un mes del año 1893: Bautismos 45 Matrimonios 2 (1 de caridad) Por una dispensa de una proclama Entierro de primera clase Responso a un cadáver en la Iglesia Enviado por el Padre Honorio

56.25 9.00 5.00 16.00 2.00 14.00 102.25

Deducidos Al campanero según orden Al idem por el entierro Al sacrisstán por id. A los monigotes por id. Al sacristán y a Lolo por el responso Al id. por incienso

10.00 1.00 1.00 0.75 0.75 1.00 (63)

(61) L. Carda Ltuberes.op. cit.• 177. (62) Listtn, 30 de abril 1896. (63) Epist. Nouel; 1, 1, 4.

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La situación económica de los curas rurales era poco favorable. Es cierto que recibían algunos ingresos por servicios religiosos, y gracias a antiguas costumbres, como aquella en que en nombre de San Isidro, patrono de la agricultura, recibían una parte de la cosecha, pero una parte considerable tenían que entregarla al Superior Cura. Esto provocaba a veces reacciones de amargura, en que se lamentaba de la 'carrera' sacerdotal: e ••• que hacen como diez o más días que reposa en mi poder un oficio del Vicario General en el que me dice que inmediatamente debo pasar a Santo Domingo a recibir órdenes del Superior Cura, y, por falta de dinero con que emprender el viaje, pues no gano un centavo no he podido ir al llamamiento que se me hace. Por tanto, yo espero que, indulgente Ud. .orno siempre con quien nunca podrá recompensarle los múltiples favores que tan espontáneamente ha sabido dispensarme, vea de la manera como me manda algunas misas con las cuales pueda yo llevar a cabo mi viaje. Tal vez serán las últimas misas que aplicaré pues estoy dispuesto a renunciar esta carrera, que sólo ha brindado negros engaños, antes que soportar las injusticias del déspota (Vicario General Tejera) ( ...) pues siempre he creído, como dice el libro santo, que no solo de pan vive el hombre. Si ese hombre energúmeno continúa en la Vicaria, no dudo que muy pronto haya un cisma en nuestra Iglesia' (64). Al igual que la medicina contaba con practicantes no autorizados que deben ser distinguidos de los curanderos populares primitivos, así también la iglesia tenía sus representantes no autorizados que sin embargo mantenían la iglesia oficial como modelo, y que no deben confundirse con las brujas y otros practicantes de magia. Así a veces surgían, en varias épocas y lugares en el país ermitas que no tenían autorización eclesiástica, y a las que los fieles llevaban dinero y donde se adoraban determinados santos(65). La asistencia a la iglesia y la devoción ritual eran predominantemente asunto de las mujeres. En la antigua iglesia de la capital Regina Angelorum recibieron la (64) Idem, I,E,6, mayo 3, 1893 de Padre Eliseo Echevarrta, La Vega, at Canónigo Nouel, (651 Cv. Listin, abril 3,1899, sobre ermita en Moca, con imagen de San Isidro.

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comunión durante el mes de junio de 1884, 1154 señoras y 16 hombres (66). Pero donde coincidían religión y vida social fuera de la iglesia, entoices la participación -también la masculina- era práctica,..ente general y se reafirmaba a la vez el estrecho lazo con el gobierno. Esto se manifestaba especialmente en la Semana Santa o Semana Mayor que era costeada según la tradición por el Gobierno, que generalmente -y también según tradición- tomaba prestada la suma necesaria a algún comerciante importante. En la capital -para tomarla por ejemplo- se realizaba en esta semana una procesión diaria: el domingo la de Jesús en Jerusalén, después la de Jesús en el Huerto. El Lunes Santo: oficios religiosos a Jesús en la Columna, bajo el patrocinio de su hermandad, capitaneada por la prestigiosa familia Guerrero, dueña de la Imagen. 'Desde el Miércoles Santo a las diez de la mañana, quedaba la iglesia al toque de queda, hasta más o menos la misma hora del Sábado de Gloria, un gran recogimiento se observaba en la ciudad, nadie alzaba la voz, no se oía por ninguna parte quien se atreviera a cantar ni a tocar ningún instrumento'. La policía se ocupaba de mantener el silencio. No se permitía la entrada a la ciudad de ningún caballo o vehículo. Los pocos animales que transitaban por las calles tenían las patas atadas con trapos. Estaban cerrados las oficinas públicas y los cafés. 'Los rituales toques de los templos eran hechos con el instrumento llamado matraca. Los tambores militares eran destemplados. Las banderas, incluso las de los consulados, ondeaban a media asta'. Terminados los actos religiosos en la catedral, salía una compañía de soldados a recorrer las calles 'tocando alegres marchas y fusilando, de paso, a los Judas colgados de casa a casa'. 'Cada parroquia tenía sus sociedades o hermandades, presididas por una persona piadosa que llamaban El Comisario y se encargaba de recolectar anualmente (...) los recursos ( ...) para las fiestas patronales así como redactar el programa de las mismas, que eran impresos y circulaban con anticipación habiéndose repartido los nueve días de misas, (66) Además participaron, por obligación, 120 niños del Colegio San Luis Gonzaga. (La Crónica, julio 1884).

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salves, alboradas, horas cantadas, etc., entre los devotos más adinerados. También circulaban décimas y seguidillas impresas que (oo.) iban encendiendo el entusiasmo popular. En esos días la iglesia en fiesta no descansaba, pues tenían celebración de muchas misas, salves, horas cantadas, reparto de limosnas, concesiones de indulgencia, confesión y comunión, cumplimiento de promesas, votos, bautizos, matrimonios, sermones, etc. Exteriormente era adornada la iglesia, así como el barrio, con banderas, (oo.) cordeles de papel picado en todos los colores, simulando flecos y cadenas. Algunas casas lucían adornos especiales, hechos con guáyiga o con palma de coco. Si la procesión era sorprendida por la noche a causa de los muchos motetes, los vecinos sacaban a puertas y ventanas sus lámparas y briseras' . Estas fiestas patronales de los barrios duraban nueve días; ocho de ellos eran organizados por los devotos, y el noveno por la iglesia. Cada barrio trataba de sobrepasar al otro en sus festividades y en cada fiesta de barrio participaba la ciudad entera: 'eran estos días de completo holgorio y francachela, comilonas y bebentinas (oo.) Pasada la media noche, menudeaban los sancochos y locrios, conjeccíonados con las gallinas o pavos Que mozos de buen humor se robaban en otros barrios (oo.)'. Había una orquesta callejera con guitarra, güiro y pandero que tocaba por la tarde danzas y carabinés para bailar (después de que todo el mundo había asistido por la mañana a la Misa Solemne). En las casas elegantes había piano, violín, a Veces arpa, y se tocaban valses y danzones y danzas como L. Tentación y Tus ojos. Aveces se organizaban corridas de toros en calles cercadas para ese efecto, con un Jurado y Madrinas -a los animales les ataban a veces cohetes en los rabos. Finalmente había también un pequeño cañón que era llevado de barrio a barrio, manejado por algunos artilleros, 'casi siempre capitaneado por un morenito apodado Chago'. No sorprende qúe los enfermos graves fueran' conducidos durante los días de fiesta a lugares más tranquilos. El barrio de San Carlos tenía la fiesta de La Candelaria en febrero, San José la suya en abril; en julio Nuestra Señora del Carmen en el barrio de ese nombre, en octubre el barrio de San Miguel tenía la suya, en noviembre el de Santa Bárbara.

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Además estaban las fiestas de Año Nuevo, Reyes Magos, Nuestra Señora de Belén, y la Altagracia (patrona del país) en enero; día de la independencia y carnaval en febrero; Semana Santa en abril; las 'ruidosas fiestas de cruz' de mayo, cuando se adornaban con flores y guirnaldas las cruces que eran colocadas permanentemente en plazas, calles y cruces de caminos; Corpus Christi en junio, cuando se tiraban muchos cohetes y triquitraques; en agosto la fiesta de la Restauración, en noviembre San Andrés el día 30; en esa ocasión las damas y caballeros elegantes se tiraban cáscaras de huevo llenas de perfume; la gente de pueblo las llenaba de agua de tuna o anilina; la fiesta era llamada antes carnavales de agua y terminaba -como la mayoría de las fiestas- con peleas a pedradas; en 1897 el Presidente Heureaux, acompañado de un ministro, navegó en un bote cito por el Ozama para alcanzar a algunos capitaleños distinguidos que habían querido escapar en un bote a la fiesta, y mojarlos y alumbrarlos con luces de colores. En noviembre había también la novena de finados, con una 'procesión de los huesos' nocturna; en diciembre finalmente había la Noche Buena. Y todavía no hemos mencionado todas las fiestas; así había en junio la fiesta de San Juan y San Pedro con sus fogatas y borricadas en que jinetes montados en mulas saltaban por encima de fogatas(67).

La influencia de tan numerosas fiestas en la economía, incluso en la mentalidad económica fue sometida por Bonó a un juicio crítico: 'Los dominicanos guardan la tres cuartas partes del año, comprendiendo en ella: los domingos, los días de ambos preceptos, los preceptos de mira, los de patronos generales y particulares, los tres días de las cuatro solemnidades pascuales, los de los santos abogados de los gremios de las enfermedades de los ojos, garganta, muelas, partos, terremotos, cosas perdidas, etc., imprimiendo en su abstención, no la idea religiosa, santa y pura de la oración, buenas obras o recogimiento, pero atribuyendo al acto del trabajo útil y honesto, castigos próximos y eventuales por haberse hecho en el día que creen de guardar. De manera (67) Citas y datos de: Luis Emilio Gómez Alfau, op. cit., 94 y sig.,

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que esta creencia quita al trabajo su santidad y le imprime un carácter pecaminoso, siendo corrida la opinión entre los obreros y labradores, de quien trabaja en uno de esos días feriados por su idolatría, incurre en lesiones traumáticas o en resultados negativos en el mismo trabajo' (68). En marzo de 1899 Leonte Vásquez presentó al Congreso un proyecto de ley para reducir el número de días festivos; fue él quien también había auspiciado dos años antes la ley de divorcio. Al defender su proyecto hacía hincapié en el hecho de que muchos obreros estaban dispuestos a trabajar en esos días pero que no les era permitido, y que así se veían obligados a quedarse sin ingresos(69). Así los sectores político, social y económico de la sociedad estaban sometidos a la profunda influencia de la iglesia como organización social por una parte, y por otra parte y sin duda igualmente importante, a la totalidad de convicciones y creencias que eran consideradas por el pueblo o por partes de él como recomendables por ser testimonio de fe católica; el silencio de la iglesia a este respecto, era interpretado, y parece que correctamente, como aprobación. A la prensa local no llegaban muchas noticias sobre las actividades del pequeño grupo de protestantes, en su mayoría descendientes de los metodistas norteam;ric~os llegados al país en los años 20; sus mas hablan SIdo reforzadas recientemente por los inmigrantes re las Islas Británicas y de las Islas Vírgenes que se habían establecido en los ingenios azucareros; en la capital habían abandonado la lengua inglesa por la castellana: en junio de 1893 Josiah Robertson dictó una conferencia en la iglesiaprotestante de la capital: 'La educación considerada con respecto al desarrollo y engrandecimiento del hombre', tema característico para este grupo que ponía tanto énfasis en el estudio. En el mismo año leemos sobre planes para un nuevo local en la capital. Los apellidos de los dirigentes -Hamilton, Phipp- indican continuidad a partir de su (68) Bonó, op, cit., 161. (69) Listin, 22 de marzo 1899. Ignoro ai fue aprobada 14ley.

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establecimiento en el país setenta años antes(70). Fue en los años veinte y treinta del siglo veinte cuando se organizaron nacionalmente las comunidades protestantes dispersas, reemplazando sus antiguos lazos con los Metodistas británicos con una cooperación con las organizaciones evangélicas norteamericanas: el mismo patrón del surgiente predominio norteamericano y declinación de Europa 'fUe encontramos en el terreno económico (71).

5. Las artes La vida literaria alcanzó en la segunda mitad del siglo diecinueve notables cumbres. La cantidad de producción literaria ya había sido grande durante el siglo entero, aunque la emigración de una parte importante de la élite durante el período haitiano produjo cierto revés; en las biografías de los literatos dominicanos -casi todos participantes en la política, como todo el mundo~, aparecen cada vez exilios que subrayan la notable intensidad de los contactos intelectuales con Cuba, Puerto Rico, Venezuela y el resto de América Latina. Pero en sentido cualitativo es la segunda mitad del siglo la que puede ser llamada excepcional tanto por la calidad de las obras como por la precocidad cronológica de las mismas dentro de los respectivos géneros. Estaba Pedro F. Bonó, t<ln talentoso en múltiples facetas, que publicó en 1856 su 'novela de costumbres' El Montero en París, fecha temprana para esta obra 'realista'(72). E s t á t a m b i é n Enriquillo(l879), novela histórica de Manuel de ls. Galván que trata de los comienzos de la sociedad colonial y del papel del cacique indio rebelde Enriquillo. Hace poco fue incluida por la UNESCO en su serie de obras representativas de la literatura (70) Listtn, ,11 junio; 28 nov. 1893. (71) Véase H. Hoetink 'Americans' in Samand, op. cit. (72) Véase prefacio de E. Rodríguez Demorizi, en: Pedr.o F. Boná, El Montero, Col. Pensamiento Dominicano, Julio D. POStigo e hijos,_Santo Domingo, 1968.

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mundial, y ha sido traducida al inglés por Roben Graves y al francés por Marcene Auclair(73). Y finalmente están José Joaquín Pérez y Salomé Ureña de Henrfquez, canonizada la última por el español Menéndezy Pelayo como la primera gran poetisa del país. No escribimos una historia de la literatura y nos abstenemos de mencionar los nombres de las docenas de otros que contribuyeron en este período al indudable florecimiento de las letras dominícanas. En 10 que se refiere a las dimensiones sociales y políticas de su producción, quisiéramos limitarnos a señalar cuatro tendencias evidentes: interés en el pasado indio, interés en las costumbres y lenguaje del propio pueblo, solidaridad emocional con los pueblos vecinos aún coloniales de Cuba y Puerto Rico y una fe, expresada poéticamente, en el Progreso, en la posibilidad de mejorar la sociedad futura. La búsqueda literaria de las rarees de la identidad nacional propia halló su paralelo no sólo en la obra lograda del pintor y escultor Abelardo Rodríguez Urdaneta, sino también' en la imponente obra de los historiadores de ese período. Después que Antonio del Monte y Tejada, en exilio cubano, escribiera en 1853 su Historia de Santo Domingo (que fue publicada en 1883 por la Sociedad 'Amigos del País'), obra que describía solamente la época colonial, vino José Gabriel García, 'el padre de la historia nacional' con su Historia (1900) en que describía la historia contemporánea hasta 1876. Esta obra, en conjunto con la de Luperón : Notm Autobiográficas y Apuntes históricos (1896) ha determinado en gran parte los juicios y prejuicios de la inteligencia dominicana en relación con el proceso histórico de liberación nacional y de los fenómenos que 10 acompañaron, tanto en 10 referente a los actores q,ue en él aparecen, como al carácter de la interpretación histórica; ésta es -de acuerdo con el pensamiento social vigente- de carácter 'aristocrático' y heróico. Retomando por un momento a la poesía debemos señalar cuán tenue era a veces la demarcación entre poesía (73) Joaqul'n &zaguer, Historia de la literatura dominicana, 2da. ed., Edit. Librer(a Dominicana, Cdad. Trujillo.! 1958. Ver también para lo, datos siguientes: Max Henriquez Urena, Pano~_ histórico de la literatura dominicana, do, tomos. CoL Pensamiento Dominicano, LibrerÍil Dominicana, Sto. Domingo, 1965.

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de 'élite' y la 'popular' en un país donde cada quien hacía, en ocasiones, versos: en la obra de Rodríguez Demorizi 'Poesía Popular Dominicana'(74) aparecen los nombres de varios poetas 'oficiales'. Varios de los versos de José Joaquín Pérez fueron puestos en música en su época, y 'eran cantados por el pueblo'(75). Un típico poeta popular como Juan Antonio Alix (1883 -1917) fue colocado después en la fila de los grandes poetas nacionales. Alix, que comentaba en sus décimas temas de actualidad política y social, informando así a los estratos inferiores de manera amena, 'publicaba sus composiciones en hojas sueltas que circulaban profusamente por toda la República. Esos volan tes, tan solicitados, era el dinero que Alix llevaba al mercado de su pueblo en busca del alimento cotidiano. Entre las placeras y los campesinos de Santiago, él era un ídolo. Ningún regalo mejor podía llevar el campesino de retomo a su bohío, que una 'décima de Juan Antonio' y no pasaba una semana sin que la celebrada poesía fuese conocida y recitada en toda la comarca'(76). A su vez, los poetas 'elegantes' escribían con frecuencia poemas de ocasión, como Fabio Fiallo, alabando la belleza de una cantante de una de las compañías de zarzuelas españolas que en esa época comenzaban a visitar el país con alguna frecuencia, al igual que otros artistas extranjeros e incluso circos (77). En los años noventa se encuentran en los. periódicos numerosas críticas literarias, generalmente referentes a la literatura francesa, y la muerte de Verlaine prCNOCÓ en alguien del pequeño pueblo de Sánchez una larga exposición contra el 'decadenüsmo'(Zx). Fiallo tuvo ya desde muy temprano contactos con Rubén Darío, pero eran principalmente los literatos europeos los que seguían atrayendo el interés de los dominicanos. J. J. Pérez tradujo a ThomasMoore, César Nicolás Penson traducía del italiano y Manuel Rodríguez Objío, para mencionar sólo estos tres, tradujo obras de Víctor Rugo. (74) Vol. J, Edit. 'La Nación', edad. TrujOlo, 1938. (75) Max Henriquez Ureña; op. cit., J, 182(76) E. Rodn'guez Demorizi; Poesia popular, op. cit., 259. (77) Listín, 2 agoato 1893. (78) Listín, 9 mano 1896.

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Mientras que en 1871 no existía en el Cibao tienda de libros ni biblioteca(79), en 1899 había solamente en Santiago 2 bibliotecas públicas, 3 imprentas y 1 librería, y en 1893 en la capital 4 bibliotecas públicas y 4 librerías; también estaba establecido allí un agente de la librería y editorial curazoleña Agustín Bethencourt e hijos, que publicaba para toda el área circundante de habla hispana libros y música, y que importaba obras europeas. También eran importados libros (europeos) de los Estados Unidos, como se ve en una orden escrita en francés de Bonó al Courrier des Etats Unis en Nueva York, en que encarga, entre otras, obras de Moliere, Rousseau, Diderot, Pascal, Lafontaine y ediciones francesas de Goethe, Shakespeare y Swift(80). También se _podía obtener en el país literatura extranjera. La tienda de libros y música de Abraham Curiel y Pereira (dos judíos sefarditas) anunciaba en el Listín del 22 de enero 1893 tener en existencia obras de Balzac, Dumas pére, Espronceda, Flammarion, Benjamín Franklin, Víctor Hugo, Lamartine, Edgar Alan Poe y Schiller. El Presidente Heureaux tenía siempre sobre su escritorio dos libros: El Principe, de Maquiavelo, y Amalia novela histórica de Mármol 'donde se pinta la época de Rosas en la Argentina'(81), pero también encargaba a Curazao otros libros y música, con frecuencia para sus familiares, y suministraba a las bibliotecas extranjeras que los solicitaran libros sobre la República. Ulises Heureaux hijo (1876-1938) educado en París, escribió algunas novelas de orientación francesa y dramas de teatro, que establecieron su reputación como poeta; no compartió el interés de su padre por la guerra y la política. En este caso, pues, quedaron repartidas entre las dos generaciones estos dos tipos de vocación, cosa excepcional, puesto que lo común era que los generales fueran poetas y viceversa La predilección de los literatos por la palabra más que por la idea, por la forma más que por el contenido, por el 'bien decir' más que por el 'qué decir', tan manifiesta en el tipo de cultura aristocrática que nos ocupa, era criticada (79) Informe, op. cit., 563. (80) Bonó, op. cit., 606. (81) Vigil Diaz, op, cit., 86.

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con mucha cautela. Un director de operetas que pasó por el país hablaba de 'los vicios coloniales: política menuda, malos versos y peores discursos' (82), y volvemos a citar a Bonó, que dedicó a este tema las siguientes palabras: 'En mi país (...) se ha dado más extensión a la letra que al espíritu; la forma lo abarca todo, se persigue el ideal de bien decir, se castiga el estilo, se le magnifica, se le rinde un culto excesivo en materias de suyo vacías de sentido, en detalles de trivialidades y fantasmagorías infantiles. Hay editoriales de periódicos, hay discursos cuyas frases y períodos semejan al Júpiter Olímpico en medio de rayos y truenos, y que exprimidos no sueltan una gota de juicio'. Hallaba una explicación funcional para la abundancia de poetas: "Si la instrucción pública (...) nada verdaderamente útil ha producido, la iniciativa individual, (...) encontrando los caminos de pública utilidad totalmente obstruídos, se na deslizado en el solo sendero expedito en que podía el genial talento de un pueblo tropical desarrollarse. La literatura, la poesía sobre todo, es una ocupación predilecta (de nuestra juventud); pero ay! debería ser el complemento de nuestra general cultura (...), mientras que hoy sólo aparece en nuestro conjunto, como el aborto de una planta marchita que no ha podido crecer, robustecer y madurar'. Pero Bonó no quería detener el alud de poemas, porque un gran poeta bastaría tal vez 'para presentar con decencia y con grandeza a las generaciones futuras nuestra ignota y hasta ahora desdichada Nación'(83).

6. La imagen de Europa y de los Estados Unidos en los grupos dirigentes

El 19 de diciembre de 1896 el periodista Eulogia Horta publicó en el Listín una 'fotografía mental' de sí mismo que nos parece ilustrativo para las preferencias de sus contemporáneos educados. (82) Listin, febo 10, 1896.. (83) Bonó, op, ctt., 287, 291-293.

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Objeto favorito Autore,~

de prosa favoritos

la mujer Voltaire, Renan, Gautier, Paul Bourget

Poetas favoritos

Musset, Byron, Lamartine, Henry de Reignier, Julián del Casal

Músicos favoritos Pintores

Chopin, Schubert, Bellini Da Vinci; Burne Iones, Conrado Kiessel

¿¿Qué libros le gusta leer a ratos Libro favorito (fuera de la religión) Aspiración Ocupación favorita Personaje histórico favorito Personaje ficticio favorito Dónde desearía vivir ¿En qué época? ¿ Qué calidad más admirable tiene el hombre ¿ Qué calidad más admirable tiene la mujer ¿Qué detesta Ud. más en ambos? ¿ Quién desearía ser ¿Cuál es su pesadilla (béte noir) Su distinción caracteristica Su placer favorito Su atoisa?

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El 'Catecismo Budista' de Sumangala. diccionario la mejor cultura leer Bolívar Hamlet Paris actual Valor Belleza Hipocresía Marco Aurelio la arranguera impaciencia conversar cOn una mujer inteligente Nitus in adversum: luchar contra la adversidad


Es grande la tentación de tomar este autorretrato como tema de una exposición social-psicológica, pero nos limitamos aquí a señalar hasta qué punto la predilección cultural por Europa, especialmente por Francia resultó ser impermeable a los conflictos que caracterizaron en ese período las relaciones de Francia y de sus representantes con la República, incluso con el periódico en que estaba empleado el periodista. En efecto, la dominancia económica europea no condujo en la América Latina del siglo pasado a una antipatía de la cultura europea, así como tampoco la subsiguiente penetración norteamericana produjo un cambio de curso completo en la preferencia cultural de los latinoamericanos. El viaje por Europa era entonces como ahora, en lo que puede llamarse la tradición humanística-aristocrática, la coronación de la enseñanza y podía ser utilizado como argumento al explicar una preferencia política, como se ve en el Manifiesto de 'varios ciudadanos' de Monte Cristi que apoyaron en 1888 la candidatura presidencial de Luperón: 'Porque el General Luperón ha visitado, más de una vez las civilizadas comarcas del Viejo Mundo; ha palpado el asombroso progreso que en todo sentido seopera en aquellas avanzadas regiones; y es muy natural suponer, que quien ama a su patria, como el General ama la suya, trate. ya en el Poder, siquiera de copiar en ella algo de lo que ha visto y palpado en naciones avanzadas en civilización, como Francia, Inglaterra, Alemania, y demás estados de la culta Europa'(84).El propio Luperón,que conocía también los Estados Unidos -los motines irlandeses coincidieron con su estada en Nueva York- y cuyo hermano había peleado en la Guerra Civil norteamericana con los soldados del Norte, no escondía tampoco su admiración por Europa. Era de opinión que la América Latina y Francia formaban una 'verdadera comunidad de aspiraciones, analogía de razas, en identidad de sentimientos políticos'; respetaba el 'orden y método de los pueblos europeos' (aunque al mismo tiempo, observaba en Aix-les-Bains que 'príncipes y potentados del mundo' iban allí 'a gastar tantos miles de pesos en unas aguas. que quizh no son mejores que las de Bánica'). A medida que fue oscureciéndose su estrella política, y al ir (84) LupeJ'Ón, op. eu; UI, 258, yag.

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Heureaux afirmándose en el poder, cosa que Luperón atribuía al beneplácito de los Estados Unidos, sus críticas a ese país se hicieron más amargas y lamentaba la decadencia de la importancia de Europa en la política latinoamericana: 'Por desgracia', escribía en 1893, 'la situación de Europa con la paz armada, siempre en perspectiva de guerra, se ha olvidado de los asuntos de América, casi acostumbrándose a dejar al gobierno norteamericano a hacer los embrollos que quiera contra las demás repúblicas latinoamericanas, amenazando absorber a las unas y arruinar a las otras, lo que sucederá si éstas no se acuerdan convenientemente en una convención de mutua seguridad, para oponerse formalmente a la tendencia de la República de las estrellas, amenazándola con retirarse todos de los negocios comerciales que hacen con ella, cortando sus relaciones diplomáticas. Ella es la que con sus filibusteros, su plata y sus intrigas mantiene la tiranía de Heureaux, como mantuvo la de Balmaceda en Chile. España, Francia, Inglaterra, Holanda y Dinamarca, por la conservación y seguridad de sus colonias americanas, estarían del lado de las repúblicas 'latinas. Méjico recuperaría parte de su territorio, y Haití, Colombia, Chile y Venezuela obligarían a los EE.UU. a devolverles las sumas que les han arrancado con improcedentes reclamaciones'(85). La imagen del yanqui especulador vulgar era confirmada no pocas veces por la realidad. Cuando en 1888 el cónsul Mr. Astwood osó proponer que se exhibieran los restos de Colón al público norteamericano, por dinero, Manuel de Js, Galván escribió una carta a Luperón expresando el temor de que 'e! zapato cuadrado y de triple suela del yankee especulador' ya tendría más demanda que 'el elástico coturno griego'(86). El Presidente Heureaux no conocía ni Europa ni Norte América, y aunque también compartía las preferencias existentes ('siempre he vivido desconfiado de los yankees', escribía ya en l882X87), tampoco en esta materia fallaba su característica ironía y (liS) Luperon, op. cit., lIJ, 54, 240-42,327 Y sil(. (86J Idem, 269-70. (87) Cartas Pres. Heureaux, A.G.N., febo 16,1882 a De Pereyra, S. Thomas:

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escepticismo: "No dudo que su corta estadía en Europa le permita en lo adelante ser un obrero perfeccionado (en la política)' escribía a un amigo político que sin duda debe haberse sentido molesto por la palabra 'corta' (88). Heureaux elegía la vida 'tranquila' de Santo Domingo mejor que la europea que (también) tenía sus vicisitudes políticas: "En esta tierra de promisión se vive más al paso que en el gran mundo volcánico: aquí viene Gambetta y pierde el ojo bueno, Van Moltke y se pierde, el primero por ser demasiado nervioso y el segundo por ser muy sajón' (89) y prefería comparar a sus enemigos con 'los bandidos de la Calabria' en vez de hacer referencia, como era lo común, a situaciones en Africa o Turquía. Pero la regla general era que se sintiera admiración por el Viejo Mundo, casi como monolítico cultural, una admiración con la cual no podía comparar el sentimiento de respeto hacia algunos estadistas y pensadores norteamericanos individuales que era expresado casi por obligación. Sin embargo había quienes, como el poeta José Joaquín Pérez, veían a Europa como un sol poniente y a Norteamérica como el 'nuevo gladiador': 'Y Europa, la vetusta madre estéril, que el vigor de otra savia necesita, sin más fé en sus conquistas, caerá débil, ante este nuevo gladiador vencida'. Pero tal vez era precisamente el surgiente sentimiento de decadencia dentro de la propia Europa del fin de siglo,que parecía tan opuesto a la supremacía cultural y técnica hasta entonces indisputada, una peculiaridad enigmática, a la cual era sensible la inteligencia romántica dominicana y que sólo sirvió para aumentar el complejo poder de atracción que sobre ella ejercía el Viejo Mundo.

(88) Idem, febo 10, 1882, a RodiJlfo O. Limardo Puerto Plata. (89) Cartas Pres; Heureaux, 5de~o 1882, al Bit.- General O

Luperán, Paris.

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VIII. CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA SOCIAL 1. La estratificación social y económica

La imagen que se tiene en una sociedad de la estratificación social de la misma, es determinada en parte por factores culturales. En la sociedad donde exista gran diversidad de ideologías, habrá simultáneamente un gran número de tales imágenes, cuya influencia no será necesariamente similar, puesto que su importancia social depende de la posición ocupada en la estratificación social por los profesadores de cada imágen.En una sociedad como la dominicana del siglo 19, donde las ideologías políticas eran profesadas, si acaso, de manera apenas consciente, la imágen de la estratificación social era bastante homogénea, influída principalmente por -o formando parte de- la herencia cultural hispana o mediterránea, que talvez pueda resumirse mejor -también en su concepto de la sociedadcon el término 'aristocrática'; así pudieramos llamarla para distinguirla, en una esquemática división en dos, de la irnágen 'democrática' de la sociedad. (1). Característico de la irnágen social 'aristocrática' es el énfasis en la distancia social entre los grupos, así como la rigidez de los límites entre los grupos sociales y en la inmovilidad del total social, mientras que en una cultura 'democrática' se proclama la fluidez de la estratificación social, se consideran grandes las oportunidades de ascenso (1) C. Mannheim; Karl, Ensayos de Sociología de la Cultura,

Madrid, Aguilar, 1957.

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social, y reducidas las distancias, entre las clases. En el concepto social 'democrática' ,existe también la tendencia de subestimar la importancia social-económica de los grupos en los extremos de la escala social y de considerar -en la conocida división social en tres estratos- a la clase media como la más importante, la más numerosa, incluso la más pura en sentido moral. Por el contrario la visión 'aristocrática' prefiere dividir la sociedad en dos grupos: arriba la clase pensante, la gente bien, la gente culta, abajo el vulgo, la clase baja, los infelices. Observando con detenimiento la clase superior es a veces posible dividirla también en dos -en Santo Domingo la división conocida entre los de primera y los de segunda- pero siempre con la premisa que la línea divisoria verdaderamente rígida es la que delimita los dos grupos anteriores. El idioma subraya la división en dos creando pares de sinónimos para aludir con el uno al grupo alto, con el otro al grupo bajo: niño-muchacho, angelito-muertico, bien nacido-mal nacido, dar a luz-parir, etc. Esta predilección cultural por la eliminación drástica de categorías intermedias, de rutas intermedias, de compromisos, se encuentra también fuera del terreno estrictamente social. Valga señalar la preferencia por los 'dilemas' en el uso criollo del lenguaje, que Ramón Emilio Jiménez ilustra con numerosos ejemplosí Z). El lenguaje también refleja el ~fasis en la distancia: medir la distancia, guardar la distancia, los de arriba, los de abajo, esta órden viene de arriba. El idioma mismo muestra una gran distancia entre el lenguaje solemne o sacro, y el cotidiano o profano. El primero no se limita a ocasiones religiosas o de otra índole social de carácter 'oficial', sino que se utiliza también en ocasiones importantes en el círculo familiar; tampoco son sólo los 'cultos' los que dominan el idioma ceremonial sino que 'cada quien (incluso los analfabetos)' pueden decir unas palabras en semejante situación extraordinaria, usando 'vocablos, expresiones y giros que nadie osaría emplear en el habla corriente'; un (2) Jimenez, op. cit., Il, 107 Y sigo

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repertorio así es llamado en algunas regiones de América Latina un dominguero(3). Como ya señalamos en un capítulo anterior, el énfasis en la distancia determinado por la cultura, eSTa estrechamente ligado a las tendencias formalistas y narcisistas, y en la sociedad del siglo 19 estas tres características aparecían en todas las capas sociales. La distancia social entre los esposos y entre éstos y los hijos era -por lo menos de nombremuy grande y también -y precisamente- el niño de las regiones rurales pobres del país debía arrodillarse en el camino si se encontraba con su padrino, y pedirle la dejaría de bendición, mientras que este último nunca quitarse el sombrero al encontrarse con su compadre o comadre. La 'singular cortesanía campesina' que describe Jiménez era parte del aspecto formalista, enfatizador de la distancia, 'aristocrático' de la cultura popular dominicana. Es evidente que la imagen 'aristocrática' de la estratificación social que hemos descrito, está fundada tanto en una totalidad de ideales culturales profundamente arraigados y resistentes al cambio como en una realidad social -o abstracción de ella- que quizás debiera localizarse en el medioevo español. Lo que nos interesa aquí es cómo una imágen de estratificación tal, pudo mantenerse en un período como el de la segunda mitad del siglo 19, cuando en la República Dominicana pudo hablarse de una notable movilidad social y de una estratificación que se expandía y se complicaba. En lo que se refiere a la movilidad político-militar, ya hablamos de la ideología heróica, que justificaba el status de héroe también -y especialmente- en las personas procedentes del vulgo. Eran las cualidades de 'oportunismo' militar y político, y de saber aprovechar la oportunidad de cubrirse de gloria, las que, junto con una historia personal de sufrimiento y el correspondiente autocontrol, podían colocar a una persona en una posición dirigente. Esta prima a quien supiera aprovechar 'la oportunidad', encerraba un reconocimiento de la vicisitud, del carácter de lotería, del capricho del Destino como determinante de importancia en (3) Briceño Guerrero, J.M. América Latina en el Munao .Editorial Arte, Caracas, 1966, 179.

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la carrera de un individuo. Como la fortuna de los sectores dedicados a la industria y al comercio estaba ligada de modo tan estrecho con el aparato político-militar -recordarán el carácter 'mercadero' de éste último- no era sorprendente que aquí también se viera frecuentemente la movilidad individual como el resultado de una relación personal con Fortuna, más que como recompensa por sentido de economía, laboriosidad u otras virtudes 'puritanas', cuyo secreto parecían guardar hasta entonces los círculos de los inmigrantes recientes. Por eso -y no sin razón- en este tipo de sociedad era más bien la ideología heroística, que enfatizaba el destino, que una ideología de tipo calvinista -darwinista, más una fé en la variedad de la fortuna, que en la regularidad de la recompensa social, lo que legitimaba la movilidad. Y como lo que se legitimaba era cada vez UI) individuo, y no un grupo de individuos en circunstancias similares y con iguales 'oportunidades' o incluso 'derechos' de recompensa, la creciente movilidad podía ser reconciliada con la rígida imagen de estratificación que imponía la cultura 'aristocrática'. Hay que agregar que, como dice Bonó en otro contexto, 'la revelación es lo único que nos debe guiar, nuestro esfuerzo analítico no ha llegado aún al grado (suficiente)' (4), una observación que encaja a perfección en lo que dice Manheim en relación con la preferencia de la cultura aristocrática por el pensamiento morfológico al analítico, y el significado de la revelación como fuente de la verdad más que la argumentación racional *. Este modelo de pensamiento opera -también como consecuencia de la distancia social real o imaginada- en términos de complejos sociales, sin prestar mucha atención al proceso o al análisis y puede ilustrarse bien con un pasaje, con las comparaciones clásicas de rigor, de un Manifiesto de 1888 en que 'varios ciudadanos' de Monte Cristi hablan idealizando de un período anterior en la historia de la República, 'cuando ser Jefe de Estado era algo así como un semi-Dios, y la capital de la República con sus sonatas, sus vistosos uniformes y sus elevadas cúpulas, era, sobre todo para nosotros los pobres cibaefíos, una especie de Roma de (4) Bonó, op. cit... 391. * Mqnheim, Karl, op. cit.

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Papas y de Césares'(5); una quimera sobre la jerarquízacíón política ideal, que halla sus paralelos en las quimeras sobre la estratificación social, imágenes clásico-aristocráticas a la que sólo escaparon unos pensadores de orientación empírico-científica como Bonó y Hostos, o líderes de orientación escéptico-política como Heureaux. No cabe duda de que las convulsiones políticas y sociales que comenzaron por el 1790 en la parte francesa ce la Española y que, en lo que respecta a Santo Domingo, alcanzaron su clímax temporal con la invasión de Toussaint Louverture en 1800, tuvieron profundas consecuencias para la estratificación social. Comenzó una considerable emigración de miembros de los estratos sociales más altos, con sus capitales. La política económica activa de Ferrand entre 1804 y 1810 puede haber producido una momentánea recuperación económica, pero el período de 'la España boba' fue nuevamente de depresión económica, y se ha dicho que 'la pobreza general era tal Que. ya aEenasexistían clasesdistintas;la capacidad adquisitivadel hacendado y del mulato libre estaban a la par'(6); hay que anotar al márgen de este dato que a veces es precisamente la nivelación económica la que hace más rígidas las líneas divisorias sociales. Sobre los efectos de la dominación haitiana (1822-1844) las opiniones están más divididas. La opinión clásica es la expresada por los Trinitarios en la Manifestación de enero 16, 1844: Boyer 'obligó a que emigrasen las principales y más ricas familias, y con ellas, el talento, las riquezas, el comercio y la agricultura: alejó de su consejo y de los principales empleos a los hombres que hubieran podido representar los derechos de sus conciudadanos; redujo a muchas familias a la indigencia, quitándoles sus propiedades para reunirlas a los dominios de la República, y donarlas a los individuos de la parte occidental, o vendérselas. a muy ínfímos precios. Asoló los campos, destruyó la agricultura y el comercio, despojó las (5 J Luperán; op. cit¿ u. 258 y Bíg. (6) 8umner Welles, op. cit., 1, 58.

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iglesias de sus riquezas, atropelló y ajó con vilipendio a los ministros de la religión, les quitó sus rentas y derechos -Más tarde, dictó una ley para que entrasen en el Estado los bienes de los ausentes, cuyos hermanos y parientes aun existen sumergidos en la miseria.... prohibió la comunidad de los terrenos comuneros (...) para aprovecharlos en favor de su Estado, acabando la crianza de animales y empobreciendo multitud de padres de farnilia(7)'. La opinión de Hostos, aunque también severa, trata de ver también la parte favorable: 'la oleada africana barrió bienhechoramente con la esclavitud, con los privilegios de casta y con los de orígen, y mantuvo de tal modo en suspensión los elementos caucásicos que pudieron resistirla (...), que el imperio durante veintidós años de los haitianos sobre los dominicanos, se puede mejor considerar como un hecho social que como un suceso político. Mucho daño hizo a la sociedad civil ese predominio, porque era predominio de los bárbaros, durante el cual padecieron hondo malla constitución de la familia y de la propiedad, el .progreso de las ideas y el curso de la civilización; pero a la sociedad política hizo el inestimable beneficio de democratizarla y de igualarla hasta el punto de borrar de la idea y de las costumbres la noción de autoridad privilegiada y la diferencia de castas. Así gracias a eso, pudo, cuando sonó la hora de expulsar a los haitianos, constituirse un Gobierno de iguales, para blancos, negros y mestizos, sin que los blancos disputaran a los mestizos o a los negros su elevación política y social, y sin que los mestizos y los negros se descontentaran de obedecer como jefe a hombres blancos'(8). En nuestros días Juan Bosch ha defendido una opinión que se encuentra de lleno con la teoría 'democratizante' de Hostos: como el régimen de Boyer era latifundista, 'en la parte dominicana se reforzó el antiguo grupo colonialista de los grandes tterratenientes'. Fueron éstos precisamente, apoyados por miembros del clero dominicano los que desearon la independencia del país, después de la deposición de Boyer en 1843 por sus opositores más (7) Luperán; op, cit.• 1, 37 Y sigo

(8) Hostos, op. cit.. l, 265·266.

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liberales (9). El hecho de que bajo Boyer se introdujera un Código Rural que restablecía de hecho un sistema de trabajo forzado, parece apoyar la teoría de Bosch Por otra parte no puede caber duda de que la partida de personas y capital en esta época debe haber causado suficientes daños a la estructura económica, como para que ésta no pudiera recuperarse a corto plazo. Por eso parece exagerada la opinión de Bosch de que 'durante el gobierno haitiano el país se había recuperado de su miseria anterior'(lO). Parece también probable que el período haitiano provocara importantes cambios sociales, posiblemente similares a los que señala Hostos, pero es necesario hacer más investigaciones sobre este tema. Después que en la Primera República (1844-1861) la estructura social había alcanzado un comienzo de estabilidad-en un período de poco menos que estancamiento económico, pero en el cual la amenaza de Haití producía cierto grado de solidaridad-, la Anexión y la Guerra de Restauración después (1863-1865) causaron nuevos movimientos sociales que tanto Hostos como Bonó consideraban graves. Según el primero la anexión a España llegó en un 'momento social que (...) hubiera favorecido la formación de una sociedad modesta y oscura, pero fuerte y viva, y que (...) interrumpió con la anexión el desarrollo normal, y con la guerra provocó la mescolanza de los peores con los mejores elementos sociales, determinando el prevalecimiento de los peores'(Ll ). Y Bonó señalaba que el caudillaje tuvo sus primeras oportunidades de proliferación con la Restauración, 'cuando las clases in termedias (...) existentes (durante la Primera República), perdida toda su riqueza con los incendios y desvastaciones de la guerra, y desacreditada por la Anexión a que casi toda ella concurrió, en plena derrota política hasta hoy (1895) no han podido recobrar su puesto antiguo de clase ponderadora, con títulos respetables para dirigir y contener'(l2). Aunque

(9) BOSCh, Juan, Trujitto: causas de una tirania sin ejemplo Caraca~, librerta 'Las Novedades', 1959, 75; véase también: Franc(1); Franklin, J. Los Negros, los mulatos y la nación dominicana ms; pgs. 101 Y sie. ' • (1 QJ Bosch, lbid, 76. (11) Hostos, op, cit... l. 266. (12} Boná, op, cit.• 391.

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estas observaciones parecen referirse solo al sistema político, su eventual validez se extiende también fuera de los límites de aquél: como vimos anteriormente, las vicisitudes políticas, militares y económicas estaban estrechamente ligadas, y el éxito en uno de estos sectores significaba una victoria para los compañeros en los otros dos, y asimismo una derrota para los competidores en el sistema de 'mercado' que predominaba en los tres sectores. En estos tres sectores sociales, el político y el militar estaban ligados de tal manera, que aún para fines analíticos tiene poco sentido tratar de diferenciar cuidadosamente entre ellos. La guerra de Restauración, llevada a cabo por parte dominicana sin ejército organizado y presentando más bien el carácter de una guerrilla popular, dió efectivamente a un considerable número de personas de los estratos sociales inferiores, la oportunidad de ascender rápidamente la escala político-militar; después de la victoria pudieron ellos como Héroe de la Restauración ~y a veces la segunda generación también~ reclamar una distinción nacional, con los correspondientes derechos a recompensa material. Figuras como Heureaux, Luperón y Guillermo ~cuya influencia fué de corta duración~ procedían de grupos sociales marginales; cosa que no había sido el caso ~o por lo menos no en tal medida~ con los caudillos anteriores Santana y Baez. Aquellos lograron, una vez ganado su prestigio y demostradas sus dotes de líderes, mantener su influencia en el país en los siguientes decenios, manipulando ~por lo menos al principio~ la preponderancia moral que les daba su condición de Restaurador frente a los líderes de los grupos sociales más altos, quienes -~según la observación de Bonó- estaban comprometidos como españolizan tes. En un sistema social como el dominicano, donde el individuo mantiene lazos tan numerosos y tan estrechos con su familia, ~por lo menos hasta el grado de primos segundos>, iuego con sus parientes rituales ~compadres y ahijadoscuyo número aumenta según crece la importancia político-social del individuo, además con sus vecinos y en cierta medida con todos los que pertenecen a su patria chica y finalmente a veces también con sus 'frersitos' en la masonería- en tal sistema social, las vidas de muchos son influenciadas si uno de ellos logra el ascenso político-militar 278


de que tratamos aquí. Favores materiales incidentales para mantener o mejorar su posición les son dados periódicamente y casi como una obligación por el ascendido. Este último ocupará el mayor número posible de posiciones de confianza con viejos amigos y parientes cuya lealtad personal a él- requisito primordial en este sistema político- está comprobada. Atará a su persona a sus antiguas relaciones otorgándoles asignaciones y pensiones del erario público, y dando a sus hijos 'recomendaciones' para el comercio o becas para hacerse de una profesión. A su vez, ellos, cuya situación ha sido mejorada por la influencia del protector, pueden favorecer dentro de su extensa red de relaciones sociales a numerosos individuos -cosa que es esperada de ellos. De esta manera 'el cortejo de los hombres que en la República Dominicana han salido de la clase pobre y laboriosa y se han distinguido en varias sendas de la vida', grupo descrito por Luperón y al cual él se consideraba pertenecer(13), pudo, cada uno de ellos, influenciar de modo determinante la posición social y económica de un número de personas; el número total de estos favorecidos era sin duda lo suficientemente grande para poderse considerar como un fenómeno social. Sin embargo esta movilidad político-social tuvo pocas consecuencias a largo plazo mientras alternaron rápidamente regímenes políticos y revolucionarios, como fue el caso en los años setenta. Los ascensos eran rápidos, pero el período de favorecimiento era mínimo y en su caída el protector político-social arrastraba con la mayoría de sus clientes. No en vano hablaba Hostos de las 'repentinas ascensiones sociales y políticas que los trances de la revolución favorecen'. Es interesante señalar que él consideraba esta abrupta movilidad como una de las causas de lo que él llamaba 'una especie de secreto respeto de sí mismo que en todos (los dominicanos) impone, y a veces exige la consideración para todos'(14). Fué sólo en los años ochenta y específicamente en el régimen de Heureaux que el sistema de favores pudo entrar a funcionar para beneficio permanente de un mayor (J 3) Luperon; op. cit:.. l. 88. (14) Bostas, op, cit., 1,275.

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número de clientes políticos. La causa principal de este hecho es la larga duración del régimen. Quienes, durante este período, lograron mantenerse en una posición políticamente favorable, tuvieron la oportunidad de consolidar la posición económica mejorada gracias a la protección política y dar a sus hijos una educación o una carrera que, junto con los medios económicos que heredarían, los haría aceptables como partner matrimonial dentro de aquellos estratos de la sociedad que ellos habían considerado antes como 'más altos'. Otros factores que hicieron más permanentes las ventajas sociales y económicas de los favorecidos políticos durante el régimen de Heureaux fueron: lo el crecimiento y mejor organización del aparato gubernamental, incluso el ejército y 20 . el crecimiento económico del país durante las dos últimas décadas del siglo, que creó espacio para la ocupación de nuevos puestos en numerosos sectores de la sociedad, mientras que al mismo tiempo la ampliación y mejoramiento del sistema educacional pudo proveer a un mayor número de personas con las capacidades exigidas para las nuevas posiciones. Pero con este último factor, abandonamos el tipo de movilidad inherente a este sistema político-social y entramos a discutir el tipo de movilidad inherente a los cambios económicos del período histórico que tratamos: el tipo de movilidad estructural. El surgimiento de los ingenios modernos, la producción aumentada y modernizada de café y cacao, el aumento del número de pequeñas industrias, de oficios y profesiones, la instalación y mantenimiento del telégrafo, teléfono, red de electricidad y vías ferroviarias, la construcción o mejoramiento de puertos y carreteras, el aumento del número de planteles de educación y del aparato gubernamental en su totalidad cada uno de estos factores -cualquiera que haya sido su influencia mutuasignificó la creación de oportunidades de trabajo a diversos niveles, que antes bien no habían existido solo en forma rudimentaria. Así los cambios importantes en la estructura económica en este período, tuvieron como consecuencia que se hiciera más compleja la estratificación social: la parte media de la escala social se hizo, podemos suponer, cuantitativamente más ancha, el número de escaños en ella aumentó; en las partes superior e inferior de la escala aparecieron nuevos escaños. Así surgió por la creación de la ó

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ó


industria agrícola moderna y capitalista un proletariado a sueldo, que, aunque de orígen y cultura rural, prácticamente no conocía la tenencia de tierras y que estaba incorporado por completo en la creciente economía de dinero; además estaban los trabajadores de la caña, que con el tiempo muerto regresaban a sus conucos en otras regiones del país, creando así el fenómeno de la migración de temporada. La creciente demanda de obreros agrícolas fué llenada en parte por los propios dominicanos, unos despojados de sus pequeños terrenos al extenderse los ingenios azucareros en el Sur y obligados a trabajar por un salario, otros procedentes de otras partes del país, y atraídos por la perspectiva de un salario relativamente alto en la época de zafra. Por lo demás fueron los inmigrantes de otras regiones del Caribe, especialmente de las pequeñas islas británicas - ¡cocolos! - los que aumentaron el número de trabajadores. -Al otro extremo de la escala socio-económica surgió, por las mismas razones, un grupo compuesto en parte por dominicanos, en parte por inmigrantes, de dueños de grandes empresas agrícolas, comerciantes y financieros de los nuevos productos, importadores de materiales utilizados en las obras de infraestructura, fundadores de fábricas pequeñas o medianas de cerveza, refrescos, hielo, jabón, etc.; este grupo resultó mucho más numeroso que el grupo comparable que había existido anteriormente -y que, como los comerciantes de tabaco y fabricantes de ron, habían vivido principalmente en el Cibao- y pudo trasladar el núcleo económico del país al Sur, especialmente a la capital. En lo que respecta a la parte intermedia de la escala social, hay que recordar a los colonos y al personal técnico de las centrales, a los nuevos oficios técnicos como telegrafistas y electricistas, a los nuevos grupos de comerciantes principiantes en las ciudades y el campo, al aumento del personal docente, al crecimiento del sector terciario de la economía en general. Una ciudad como Santiago tuvo en 1878 su primera platería, en 1880 su primera cigarrería, dos años después sus primeros billares y cafés-restaurants, también en 1886 su primer hojalatero el primer comercio de maderas en 1897 y al año siguiente 281


se importó cemento por primera vez (l S), todas innovaciones económicas que aumentaban la lista de oficios. Ya vimos antes como los numerosos grupos de inmigrantes contribuyeron a llenar las lagunas creadas en la estructura económica. Los descendientes urbanos de los metodistas norteamericanos se ocuparon en la enseñanza, después también en la marina, otros eran artesan~s, ~us hijas y hermanas no pocas veces enf~rmeras; los Jud~?s sefarditas principalmente en el comercio urbano, también contribuyendo a la vida intelectual y cada vez más envuelto en la ocupación de cargos públicos; los canarios, de inmigración más reciente, en parte colonos o agricultores autónomos, en parte en las ciudades como artesanos y pequeños comerciantes; los peninsulares también activos como comerciantes urbanos pero sufriendo pronto la fuerte competencia de los árabes; los cubanos recordados principalmente por su papel de pioneros en la industria azucarera, pero suministrando también muchos artesanos; los puertorriqueños con una contribución similar, pero asociados sobre todo con la obra educativa de Hostos y Baldorioty de Castro y la diplomática de Betances; los haitianos junto con los inmigrantes de las islas británicas, como obreros en los grandes ingenios y penetrando como eonuqueros en la parte Occidental del país; curazolei'íos sobre todo como pequei'íos comerciantes y artesanos en la capital y contribuyendo, al igual que los italianos, a la organización de la marina; y fmalmente un reducido número de técnicos y médicos europeos, que habían llegado al país en los años ochenta para la construcción del ferrocarril y se quedaron en él. Es un hecho sabido que la gran mayoría de estos inmigrantes eran hombres, factor que contribuyó a que se mezclaran en sentido social y cultural con la población dominicana; de los grupos aquí mencionados fué sólo el de los árabes el que, por 10 menos en la primera generación, es decir hasta principios del siglo veinte, practicó de manera evidente la endogamia, tal vez por necesidad. Sin embargo sería errado suponer que los inmigrantes (1S1 Bueno, op. ett.•• dato. hln6r1CO&

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ocuparon todos los nuevos puestos de la economía en expansión, o que el mejoramiento económico de los dominicanos sólo podía efectuarse casándose con un inmigrante! No sólo por el tipo de movilidad político-social señalada antes, pudieron muchos favorecidos por el régimen aprovechar el creciente número de po siciones remunerativas, sino que además muchos dominicanos encontraron por iniciativa propia una posición social y económica más apreciable, en este período expansivo. Entre los primeros grandes productores de azúcar, café y cacao había ciertamente dominicanos. La mayor demanda de médicos, abogados y personal docente provocada por el rápido crecimiento demográfico y la prosperidad creciente de algunos grupos, fue llenada en su mayor parte por dominicanos. Ya vimos antes que el sistema de ayuda oficial y privada dió a muchos la oportunidad de ascender la escala social en corto tiempo. El curioso libro. del 'memorioso' Francisco Veloz, donde recoge minuciosamente datos sobre los habitantes del barrio capitaleño 'La Misericordia' entre los años 1894 y 1916, da aún más ejemplos de tales ascensos sociales, poniendo también de relieve la importancia que la clase media baja de la población urbana, le otorgaba a la educación y a las profesiones. El caso del zapatero Pichardo, que él menciona, y que llegó a ser Procurador General de la República, aunque en sí es excepcional, ilustra el hecho de que en la época que tratamos, el potencial de movilidad de tipo tanto político-social como de tipo estructural hicieron posibles importantes ascensos. Encaja también esta imágen el hecho de que tres de los maestros de Veloz en la 'Escuela primaria de varones' de su barrio, se hicieron después médico, uno abogado, uno notario público y uno agrimensor. Una pintoresca ocasión de estimular el amor por la educación, la presentaba la institución de 'lector' en las tabaquerías, descrita detalladamente para Cuba por Fernando Ortiz, pero que tampoco faltaba en Santo I)omingo. Los tabaqueros pagaban juntos este lector que los entretenía leyéndoles durante su monótono trabajo y moderando las discusiones que frecuentemente ocasionaba la lectura; Veloz menciona un 'lector' que era maestro y anota que 'algunos' de los tabaqueros de la tabaquería por 283


él descrita se hicieron después maestros de escuela (16). En este contexto hay que hacer mención nuevamente de las escuelas nocturnas, algunas de las cuales eran financiadas por la masonería y de las clases organizadas por los gremios de artesanos. Sin embargo, la demanda de artesanos bien entrenados fué llenada de manera insuficiente por los propios dominicanos. Bonó lo atribuía al pasado colonial español y a la esclavitud que hicieron que el trabajo manual gozara de poco prestigio: 'un empleado pobre, un tendero mediano, o especulador de frutos menores' no querrá poner su hijo a un oficio; y las iniciativas anteriores de parte del gobierno para enseñarles a los soldados en las Maestranzas militares un oficio, habían naufragado. Por eso la caoba dominicana fué trabajada por mucho tiempo en el exterior -Santo Tomás, Curazao- por falta de ebanistas nativos (17). Por lo tanto deben haber sido extranjeros -vcubanos, españoles, curazoleños- los que en nuestro período habrán formado la mayoría de los buenos artesanos. Los fenómenos de movilidad social señalados hasta ahora no aparecían de igual manera en todo el país. Los cambios más evidentes tuvieron lugar por una parte en la nueva área azucarera donde surgió un nuevo tipo de sociedad agraria 'capitalista' y por otra parte, en las ciudades más grandes donde estaba establecido el creciente número de adinerados y los sectores económicos que prestaban servicios especialmente a aquél grupo. Hay que recordar que la expansión de la educación benefició principalmente a las ciudades en ese período. En grandes partes del país sólo ocurrieron pequeños cambios, débiles vibraciones derivadas de los dramáticos acontecimientos económicos en los nuevos núcleos económicos. En el Cibao la creciente importancia del cultivo de cacao y café provocó un aumento poblacional. Una común como San Francisco de Macorís, que en 1849 r16) Francisco Veloz M., La misericordia y sus contornos, Edit. Arte y Ctne, Santo Domingo, 1967, 180, 33, 152. Ver para una historia general de las calles y barrios: Luis E. Aleman Santo Domingo, Ciudad Trujillo, Edit, El Diario, Santiago, 1943. ' (1,7) Boná, op, ~i!., 283 Y sigo E~ 1893 un amolauor de ti/eras an'fnC;lQba sus servtctos: se quedaria poco tiemtio en la capital. {Listtn, 17 agosto 1893).


sólo tenía 8000 almas, tenía en 1881 30.000. Entre ellos había muchos migrantes de la parte occidental del país que huían de las invasiones haitianas ocurridas, entre I ~44 Y 1856 Y además agricultores procedentes de los campos de Santiago y Moca, que habían abandonado sus campos después de la Restauración 'y la revolución social que implicó la destrucción de tantas riquezas y jerarquías en dicha ciudad (Santiago) y su común', huyendo de la 'endémica anarquía' ensoberbecida en estos campos. La consecuencia de esta migración fué que desapareciera la ganadería que ocupaba tantos terrenos en los alrededores de San Francisco. Algunos de los ganaderos tradicionales imitaron a los recién llegados y se dedicaron al cultivo de los nuevos productos, otros vendieron sus tierras y partieron para el interior que estaba menos densamente poblado, para continuar allí sus actividades pastoriles. Así los hatos tradicionalmente dedicados a la ganadería tanto en el Cibao como en el Sur, fueron entregados a la agricultura y convertidos en estancias y se fundaron nuevos ranchos en las tierras de montes y serranías, o sea en las regiones hasta entonces menos pobladas. La agricultura en marcha expulsó a la ganadería con su uso extensivo de terreno, a regiones económica y géográfícamente marginales y la frontera entre las dos actividades comenzó un prolongado movimiento de expansión. El surgimiento de la agricultura moderna provocó tam bién en el Cibao la partida de .pequeños agricultores que vendieron sus terrenos por precios que parecían altos, o que a veces fueron despojados de sus tierras de manera grosera: fueron a unirse al proletariado rural de temporada, que 'anda errante de minas a fincas; de fincas a ferrocarriles; de ciénegas a cortes de campeche; ha olvidado su bohío, su fundo, sus conucos'( 18). Una parte de ese grupo habrá partido a las ciudades donde fundaron sus propios barrios, construidos en la tradición rural primitiva: la capital parecía a fines del siglo, vista desde el mar, una ranchería: 'no se divisa más que el hacinamiento de bohíos destartalados que ocupa todo el lado meridional de la ciudad'; escondían de la vista los (18) Boná, op. cit., 263, 342, 223.

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monumentos coloniales y el centro de la ciudad(19). Pero no sólo en la ciudad despertaron los deseos de mayores comodidades materiales: 'Antes... necesitaba el esclavo o mayoral de los ranchos sólo dos pocilgas: una para encerrar los cerdos; otra para vivienda; un conuco de dos a cuatro tareas para plátanos y demás recados del sancocho, dos mudas de coleta, un machete, un cuchillo con su eslabón y tabaco para mascar o fumar (...) Hoy (1881) no es así, la civilización se le ha ido infiltrando poco a poco con el contacto inmediato de los agricultores que a esos sitios han emigrado, con los viajes (...) que las guerras les obligaba a hacer en las ciudades y comarcas agrícolas, y con la comunicación contínua y directa en que estas mismas guerras lo ha mantenido con hombres de luces(20). Así finalmente hasta los monteros, personificación del'cowboy' soldadesco y rudo de los viejos hatos ganaderos, 'semidesnudo, machete en mano', que habían constituído el núcleo de las guerrillas tradicionales (como los mambises rebeldes de 1863), llegaron a conocer y a sentir el atractivo del mayor confort que otros poseían(2l). Pero esto no significó que ni entonces, ni ahora, las aspiraciones crecientes fueran saciadas, o que condujeran de algún otro modo a resultados sociales. En realidad, en grandes áreas del país, predominó la antigua estructura social y económica con la correspondiente estratificación social, mientras que en otras comenzó el acomodamiento, a veces trabajoso, de nuevas categorías sociales en la escala de valores sociales que, como consecuencia, comenzó a cambiar. Todo intento de describir la estructura social que precedió inmediatamente a los cambios agrarios y económicos de los años ochenta, no puede ser, por falta de datos, otra cosa que un esquema. Parece ser cierto que cada región -la Línea Noroeste *, el Sur, el Cibao, etc.- tenía su propio modelo de estratificación, y que era dificil (19) Hostos, op. cit., l, 297. (20) Bonó. op, cit., 22./. (21) Ver E. Rodrtguez Demorizi, Prefacio a P. F. Bonó, El Montero, op. cit., para descripción del montero del siglo diecinueve. ,. Para datos interesantes acerca de las diferenses Jases 'culturales' en la Ltnea Noroeste, y sus influencias en el paisaje, véase: Gustavo A. Antonint; Processes and patterns of landscape change in the Linea Noroeste, Dominican Republic. 1968 (mimeo.],

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concebir una jerarquía. social de tipo nacional -aparte de la formal y política-o Dependiendo de las características económicas y geográficas de cada región podría mencionarse en línea ascendiente los más pobres, los que carecían de tierras, que estaban dispuestos a 'trabajar por la comida' o 'vivir arrimado', dispuestos a trabajar un año por un producto de valor, como un revólver(22), luego los peones y monteros de los hatos, los rancheros y conuqueros, los mayordomos en las empresas más grandes y finalmente, los propietarios de las mismas, los hateros, que con frecuencia vivían en las poblaciones vecinas e invertían su dinero en casas. En el Cibao los cultivadores de tabaco cuyas empresas eran de tamaño intermedio, formaban una clase media rural que prácticamente no existía en otra parte del país. En los pueblos mismos, los obreros no especializados, la servidumbre masculina, las lavanderas y planchadoras, además cocineras, costureras; luego una categoría de pequeños artesanos y pulperos, algunos de los cuales trataban de aumentar sus ingresos actuando como músicos; empleados en las tiendas un poco más grandes, empleados del gobierno y en las pocas oficinas de abogados y notarios, personal docente y finalmente los comerciantes más importantes y los profesionales; estos dos últimos grupos también solían poseer tierras. El dinero era escaso, el contacto social fuera del propio pueblo o región era íqfrecuente, la vida familiar tendía económicamente a la autarquía y socialmente a la intimidad del propio barrio y del' propio y extenso grupo de parientes. Las relaciones sociales con los subalternos tenían un carácter muy paternalista. Las escasas posibilidades de obtener prestigio social por. medio del consumo enfático de bienes comerciales, puede haber contribuído a hacer más rígidas aquellas líneas divisorias entre los grupos sociales, que no eran de índole económica. Mencionamos aquí por ejemplo el tiempo que una familia había residido en una región o un pueblo, la medida en que este hecho la identificaba con la región donde vivía, y por lo tanto el 'abolengo' que tenía esta familia y que era reconocido por la memoria colectiva regional, a veces incluso nacional, un reconocimiento que, por su escasez, era de mayor importancia social, puesto que (22) E. Rodrlguez Demorizt, en Boná, op, cit., 31.

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la movida historia de la República había hecho desaparecer muchas de las 'viejas' - familias. 'En la República Dominicana', escribía Luperón, 'hay numerosas familias que tienen bien adquirido el indispensable privilegio de ser siempre notables, por una continuidad de interesantes servicios, que las elevan y señalan como meritorias a la consideración general, cada vez que la necesidad pública apela a sus principales personajes'. Menciona en este contexto a la familia Moya de La Vega, 'una de las más antiguas y memorables de la Provincia de La Vega Real. Su orígen se pierde con los primitivos fundadores de La Vega'(23). Cabe preguntarse si en los años setenta del siglo 19 habían más de unas cuantas de estas 'familias notables' que pudieran probar su descendencia de familias de la época colonial. Parece más probable suponer que aquellos entre los relativamente adinerados, que en el período subsiguiente de inmigraciones confusas, pudieran señalar sus lazos familiares con el país a partir de la Primera República, ya tenían buena oportunidad de ser envidiados y alabados por su abolengo, más aún si entre sus miembros se encontraban quienes hubieran participado en la lucha contra Haití o contra España. AL quedar establecido el prestigio del apellido sobre esta base, la fortuna económica podía .hacerlo más imponente, pero -por lo menos durante algunas generaciones los reveses económicos no podían empañarlo. También fuera de los pueblos más grandes, algunos apellidos regionales alcanzaron así bastante prestigio, que les aseguraban a los que lo llevaban 'ciertas consideraciones en cualquier sector del territorio nacional'. como Bencosme de Moca, Goico del Seybo.Monrrobel de Luperón, Minyetty y Custerios de Ocoa, Cid de El Copey , Camilo de Salcedo (24). Parece, sin embargo, errado, atribuir a este tipo de colectividad social en el período que tratamos, el caracter de una casta social con toda la impenetrabilidad y exclusividad social que implica este término. Más bien sorprende en las últimas décadas del siglo hallar una tendencia opuesta: la gran porosidad de los viejos núcleos (23) Luperón, op. cit., I, 165. (24) Meita-Ricart, Marcia Antonio, Las clases sociales en Santo Domingo, Edito. Libreria Dominicana, edad. Trujillo, 1953, 37.

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de familias 'respetables' frente a los inmigrantes recientes, especialmente los de Europa y de la región circundante de habla española, que tuvieron muy pocas dificultades en poder casarse con miembros de esas familias. Las ramas más pobres de estas familias llegaron quizás a la conclusión de que la estructura económica cambiante iba a dar cada vez más importancia a la posesión de dinero, y que el prestigio de sólo un apellido, iba a disminuir cada vez más. Los miembros de las 'antiguas' familias que poseían tierras, vieron, al aumentar el valor de éstas, que el factor económico afianzaba su posición social, convirtiéndolos de pronto en candidatos matrimoniales deseables para los acaudalados comerciantes-inmigrantes y sus hijos. Sin duda jugaba un papel, por parte de las familias antiguas, el deseo de 'mejorar la raza' por enlaces con extranjeros, de preferencia europeos. Así, basándose en mutuo beneficio tuvieron lugar transacciones matrimoniales -prestigio local por una parte y nueva fortuna y rasgos físicos europeos por la otra-, de las que se vieron excluídos por lo pronto sólo los árabes y los chinos entre los recién llegados. La capa alta social que comenzó a formarse de esta unión de viejos Dones y nuevos Señores, se distinguía de dos modos de las élites anteriores. En primer lugar, las mejores técnicas en el sistema de comunicación nacional -carreteras, teléfono, telégrafo, etc.- tuvieron como consecuencia que las barreras entre las diversas estratificaciones regionales sufrieran un proceso de erosión, por lo cual pudo comenzar a formarse por primera vez desde la' independencia una burguesía nacional in statu nascendi. En segundo lugar el crecimiento numérico de este grupo fue tal, que lo colocó en posición de poder actuar más que antes como instrumento activo de presión y control social. El crecimiento numérico tuvo también como consecuencia una mayor oferta de 'intelectuales dirigentes' -antesestrechamente ligados con las escasas familias 'antiguas'haciéndose este grupo lo suficientemente grande para ocupar los más altos escaños administrativos de la burocracia gubernamental y tratar a la vez de monopolizarla. Así vemos a finales del siglo operarse un proceso que puede ser denominado la consolidación de la burguesía nacional. No es casualidad que fuera precisamente en esos años que se establecieran en la capital y en Santiago

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los clubes sociales más exclusivos. Esta fue más bien el resultado final de aquel proceso, que llevó en la última

década del siglo 19 y en la primera del siglo 20 a un aislamiento de tipo de 'casta' de quienes se consideraban -muchos de ellos desde hacía poco tiempo-, 'de primera'. En sentido político esto significó que la nueva burguesía, formada durante la dictadura de Heureaux y en parte gracias a ella, sintió la necesidad de hacer valer su influencia en el ejercicio del poder, cosa que condujo -por lo menos indirectamente- a la caída del régimen. Desde entonces ha resultado mucho más improbable hasta hoy que una persona del origen social de un Heureaux o un Guillermo obtenga la presidencia *. En sentido social la creciente influencia nacional y exclusividad del grupo alto significó naturalmente una más clara conciencia de su posición social en aquellos, que, colocados directamente debajo de los primeros en la escala social no pudieron ascender el último escaño, o, si acaso, con mucha dificultad: los de segunda, un 'grupo medio' que -como vimos antes- debe haber crecido mucho en ese período. Sin embargo, esta clase media era, en cuanto a su composición, muy heterogénea; comprendía artesanos y pequeños comerciantes y tenderos; maestros y aún aquellos abogados cuyo reducido éxito económico o cuyas facciones demasiado oscuras hacían difíciles su ascenso social; además aquellos miembros de los grupos de inmigrantes blancos cuya fortuna económica no había bastado hasta entonces para hacerlos aceptables a los grupos más altos; cuando su número era lo suficientemente grande, como los isleños en la capital, siguieron viviendo en barrios propios. Ya sólo el carácter heterogéneo del grupc medio impedía que existiera un estilo de vida, una ética económica o una solidaridad social, que los incluyera a todos. En relación con la solidaridad social, hay que apuntar que las oportunidades de mayor ascenso eran también tan variadas para los diversos grupos de este conglomerado, que no pudo formarse la conciencia de un destino social común; además, el sistema patrón-eliente conllevaba el que uno tratara de mejorar su suerte por Aunque Trujillo no pertenecía a la burguesía nacional, procedía de una familia que, dentro del sistema local de un pueblo. pequeño como San Cristóbal, gozaba de respeto social.

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medio de lazos individuales con uno o más protectores, más bien que por la acción social de sus compañeros de clase. Todavía en 1953, Mejía Ricart señalaba que los miembros de este sector 'buscan medios propios, que los aislen de los que son sus semejantes y están en la misma etapa de transición o de aspiraciones, en cuanto traten de elevarse del plano social en que viven (....) guardándole un profundo agradecimiento y una buena amistad al que desde una clase superior le trata en plan de igualdad'(25). Aunque en el período que tratamos no existiera -o apenas- un resentimiento socialmente relevante en ese sector, esto no significaba que no se hicieran comentarios, con frecuencia burlones, sobre los cambios que ocurrían. Del Presidente Heureaux se han conservado muchas anéctodas, donde trata con escepticismo los 'honorables', 'todo lo que se dice grande en este país', colocándoles en su justo lugar. En sus nombramientos se guiaba por consideraciones que eran en sí neutrales con relación al 'abolengo' de los candidatos, y que ante todo debían garantizar la lealtad a su persona. En este sector de sus actividades podía por lo tanto contar con la gratitud de muchas personas de los estratos medios y bajos, como puede verse en un editorial de El Eco del Pueblo en 1891, que comentaba esos nombramientos: '(Antes) se buscaba al individuo por su categoría (rancia por cierto en estos tiempos), porque pertenecía a tál o cuál círculo, porque era Don Fulano o Don Zutano, jugando así con la cosa pública como si se tratara de esclavos. Hoy por' fortuna las cosas han cambiado, el esclavo se convirtió en Señor'(Zé), Es en esta época que aparece con frecuencia el término 'tutumpote' que alude a los neos poderosos(27), y que ha sido popularizado en nuestra época por Juan Bosch. Así también la palabra culebrón (ambicioso social); contra éstos últimos se protegía la persona que daba una fiesta, oxigiendo de antemano una lista de los invitados(28). Ast vemos que a fínes del siglo, cuando las censecuencias de los dramáticos cambios en el terreno econ6mico y demográfico comenzaron a cristalizarse social(25) MejJlI Ricart, op, oit., 45, 47.

(26) 15 de marzo, AGN. (27) Damirán; op, cn., 103. (28) Gómez AlflMl, op. cit., 123.

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mente, las líneas de demarcación entre las categorías sociales se hicieron más profundas; la burguesía comenzó a cerrarse frente a la capa alta de la clase media; en los estratos bajos tuvo lugar un proceso similar, quedando reservada la palabra Señá o Señó para 'la gente del pueblo que se distinguía por su respetabilidad', elevándolos de lo que se llamaba 'el montón anónimo'(29). La expansión de las ciudades habrá subrayado también geográficamente la línea de demarcación entre los grupos, al construirse nuevos barrios para los ricos y al añadirse las 'rancherías' de los inmigrantes rurales. No sorprende que el exclusivismo social de la clase alta provocara tendencias similares en la clase baja: 'La gente de color tenía también sus centros sociales y en sus reglamentos campeaban las limitaciones. Una de estas sociedades que mayor prestigio alcanzó fue (...) 'La Perla Negra' en la calle 19 de Marzo' de la capital (30). Es bueno señalar que también este tipo de fenómeno se limitó principalmente a las ciudades más grandes. En un pueblecito como Azua, donde los cambios no habían causado tantas conmociones, los límites sociales siguieron siendo los de antes, y los que querían mejorar su suerte económica tuvieron que recurrir a la migración a otras regiones del país: pocos eran los empleos disponibles en el pueblo mismo para las jóvenes generaciones, incluso los de 'clase alta': 'estos jóvenes se casan así, para poder vivir, pues saben que la familia de la mujer mantiene a ambos; (...) aquí, el que no es comerciante, no tiene ni para cigarrillos, porque ni hay empleos, ni casa de comercio que los empleen'(31 ). En lo antedicho hemos prestado atención sobre todo al crecimiento, en términos absolutos, de la clase alta y media de la sociedad, porque las consecuencias sociales directas de este crecimiento parecen las más evidentes. Sin embargo no hay que perder de vista que el crecimiento numérico relativo de estos sectores debe haber sido mucho menor que el de los estratos económicos más bajos. La triplicación de la población en el último cuarto del siglo debe ser explicada no tanto por el crecimiento natural propio, sino sobre todo (29) Idem, 124. (30) [bid, 124. (31) Epistolario Nouel, carta del Padre Pedro Suazo, 7 abril

189!J, A.G.N.

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por la inmigración ele obreros (ce ingenios), especialmente del área del Caribe circundante. Por cada comerciante árabe, técnico europeo, empresario azucarero cubano. deben haber entrado en el país decenas de peones, que se han mezclado, en el curso de algunas decenas de años, con sus compañeros dominicanos. Tanto la diversidad de orígen de la clase social más baja, como sus papeles en los tan diversos subsistemas económicas, contribuyeron a contrarrestar, por lo menos en los años ochenta y noventa, el desarrollo de cualquier conciencia de clase efectiva a nivel nacional. Una parte de ellos participaba, además, en la estructura patrón-cliente, o se distinguía por la posesión de pequeños terrenos, del proletariado rural de los ingenios que carecía de tierras. Pero es indudable que el número de los más pobres creció en este período de manera desproporcionada en comparación con los sectores medio y más alto; que la distancia entre los más ricos y los más pobres se hizo considerablemente mayor y que las regiones rurales quedaron muy atrás de las dos ciudades más grandes, en lo que respecta a la expansión de la enseñanza y otros canales de movilidad. Sólo el ejército y la policía, como institutos de mejoramiento de posición del joven campesino, mantuvieron su atractivo. La nueva burguesía otorgaba poco prestigio a las fuerzas castrenses, incluso a los más altos rangos. A medida que fue desarrollándose un proceso de burocratización de los aparatos de sanción, en parte en un período posterior, se fue exigiendo una mejor preparación de la oficialidad, cosa ventajosa para los que procedían de la clase media de los pueblos; sin embargo, en períodos más recientes, los entrenamientos internos cancelaron, por lo menos en parte, esta ventaja. Como quiera que sea, la inmensa mayoría de los campesinos siguió ucupándose, naturalmente, de la agricultura; el acceso de muchos de ellos a la creciente economía de dinero no sólo dió a los árabes ambulantes nuevos negocios, sino que creó más adictos al juego y al licor, provocando comentarios preocupados sobre los vicios rurales. Pero fue naturalmente en las ciudades más grandes donde pudo observarse el mayor distanciamiento entre ricos y pobres. En Santo Domingo aumentó en los años noventa 01 número de pordioseros, sobre todo niños. El Li8tin organizó una campaña para resolver este problema y para 293


evitar que niños vendieran billetes de lotería(32). Se organizaron instituciones caritativas: Francisco Billini fundó su Casa de Beneficencia y su Asilo de Huérfanos, además había una 'Societé de Bienfaisance'. La prostitución en la capital adquirió en los años noventa tales formas, que las autoridades recurrieron a la inscripción obligatoria(33). Muchas de estas prostitutas procedían de las islas vecinas, con cuyos nombres se denominaban los barrios en que ellas vivían: 'mujeres alegres, jóvenes, blancas, cultas y bonitas, que venían de Puerto Rico y Cuba. Algunas de estas muchachas habían recibido esmerada educación, hablaban más de un idioma, tenían amena conversación, y tocaban a maravilla el piano' escribe admirado Gómez Alfau(34) pero entre ellas hubo algunas que se tiraron al mar en estado de embriaguez, provocando así comentarios de prensa sobre este tipo de intentos de suicidio(35). De hecho, las noticias de prensa de los años noventa, revelan que la frecuencia de suicidios aumentaba de manera inquietante también" en otras capas sociales. Ya en 1890 El Porvenir de Puerto Plata dedicó un editorial a este fenómeno, atribuyéndolo a la perversión ~ral, malos ejemplos, aumento del vicio, mala educación doméstica y el desprecio de la religión. Y tres años después La prensa de Santiago constataba que el suicidio podía ser, era cierto, un hecho heróíco en algunos casos, 'pero la mayor parte de las veces escausado por un exceso de enajenación'. En el último medio año del siglo" tres suicidios en la capital llamaron la atención de les 'círculos altos'; uno de ellos por motivos desconocidos, uno por alcoholismo, otro por honor(36). En realidad los intentos de suicidio eran no pocas veces consecuencia de desengaños amorosos, como aquél en que en marzo de 1893 una señorita Ramírez, de 20 años, 'hija de un honrado artesano de nacionalidad española, y una señora pobre y humilde pero honrada' se dió muerte con un revólver; otros suicidios femeninos fueron realizados con esta arma de (32) Listtn, enero 19,1899. (33) Ltsttn, 29 abril 1893. (34) op, cit., li6. (35) Listtn, sept. 18, 1893; generalmente las mujeres eran rescatadas a tiempo. (36) Ltsttn; dtc.1893.

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fuego, pero además había intentos de pegarse fuego. Los hombres siempre usaban arma de fuego y sólo un tal Tomás Domínguez de Mao que falló al intentar suicidarse, por celos, con un revólver, finalmente tomó un collins y se cortó la cabeza(37). Con más cautela actuó el joven Joaquín Joubert (a) Blanco; en Samaná: 'después de arreglar sus asuntos, vestirse de negro, dar comida a un infeliz, 25 centavos a un anciano limosnero, estudiar su lección de música, ensayar una marcha fúnebre, quitarse los zapatos y encerrarse en su habitación, se quitó la vida disparándose un tiro de revólver'(38). Si es correcta la deducción que la atención de los órganos de prensa indica un creciente número de suicidios, la explicación más sencilla seda relacionar este fenómeno con los rápidos cambios económicos y sociales, y la llegada de nuevos habitantes; muchos deben haber sufrido una ruptura con un pasado que les era familiar y con un ambiente social tradicional y deben haber interpretado esta experiencia psiquicamente en términos de una mayor soledad e incertidumbre, una anomía cuya solución más certera parecía proveerla el tiro de revólver *.. Porque, aunque las publicaciones a invitaciones oficiales señalaran las categorías sociales todavía de manera tradicional, dirigiéndose a las 'señoritas' y las 'respetables matronas', a 'la Juventud', al 'Pueblo' y las 'Asociaciones'(39), el conflicto entre la imágen de estratificación culturalmente determinada como estática, y el dinamismo de los recientes cambios, -no importa la forma en que fuera expresado o sentido- tuvo que producir consecuencias psíquicas. Y estos cambios sólo podían corroborar por el momento el correcto análisis de Bonó: 'no tiene la sociedad dominicana esa cohesión indispensable de toda agrupación humana que quiere ser defmitivamente independiente, dueña absoluta de' su destino. El fondo de nuestro carácter nacional lo constituye el particularismo, el individualismo'(40) y no es (37) Listtn, 16 de mayo 1893. (38) Listtn, 5 de abril 1.893 (39) El Eco del Pueblo, 24 de julio 1889 (40) Boná, op, cit. 393• .. Es evidente en los datos presentados -yen la public.i~<! que; rt'ciblÍm- que no hay base para atribuir el aumento de suicidios en tos años noventa a factores políticos.

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dificil comprender que en el período que tratamos este individualismo facilmente podía convertirse en aislamiento psíquico, cuando la movilidad geográfica y/o social aflojaran los lazos con el medio familiar más de lo que la sociedad y por lo tanto el individuo, consideraban normal.

2.- Las relaciones raciales; la actitud hacia -Haití.

El 22 de mayo de 1893 María Nansí de Puerto Plata celebró su centésimo cumpleaños. Siendo una niña de nueve años había sido robada por un negrero en Africa y llevada a Santo Domingo(41). A fines del siglo 18 todavía se importaban esclavos con regularidad y había en la capital un 'comisario de la negociación de los negros'; en el período de la España Boba tuvieron probablemente lugar los últimos transportes. Al día siguiente de su entrada en Santo Domingo el 28 de enero de 1801 Toussaint Louverture había proclamado la abolición de la esclavitud -para introducir después un sistema de trabajo obligatorio- pero durante el régimen de Ferrand fue reestablecida la esclavitud, al igual que la trata de esclavos, definiendo a los prisioneros (de guerra) haitianos como esclavos, y destinándolos en parte a la exportación. En el primer año del gobierno de Boyer, 1822, la esclavitud fue abolida por segunda vez, ya definitivamente. La esclavitud, como sistema jurídico-económico, dependía, en lo relacionado con el carácter de las relaciones entre amo y esclavo, en gran medida de las relaciones de producción. Los grandes ingenios produciendo para un mercado mundial tenían un trato de esclavos grosso modo más severamente regimentado y más cruel, que las empresas ganaderas pastoriles. Por otra parte la suerte de los esclavos del campo era con generalidad más triste que la de los esclavos artesanos, mientras que los esclavos caseros recibían el mejor trato. En estrecha relación con estos hechos está el factor de las relaciones numéricas: una atemorizante masa de esclavos frente a un pequeño grupo (41) Listfn, 22 mayo 1893.

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de amos provocaba con frecuencia un régimen terrorista de parte de estos últimos. En la época colonial dominicana hay indicios de que en los primeros años de florecimiento económico por los ingenios y las minas, el trato de los esclavos era cruel: ya en 1522 ocurrió la primera revuelta de negros. Pero según fue convirtiéndose la colonia en los siglos siguientes más y más en un territorio ganadero, las relaciones con los esclavos se hicieron más benignas y paternalistas, exceptuando tal vez a los esclavos azucareros, como aquellos al Oeste de la capital (Los Ingenios) donde en el curso del tiempo ocurrieron algunas revueltas, la última a fines del siglo 18. Para los esclavos no era difícil huir, ya que el país estaba despoblado y la naturaleza era agreste, y al igual que en Surinam y Jamaica los cimarrones lograron formar comunidades semi-autónomas como aquella de Maniel de Ocoa 'donde hacían vida libre, cuatro pueblos•..,'pasando de mil personas en totalidad'; esa comunidad fue exterminada en 1655. La independencia de un grupo de cimarrones rebeldes en las sierras de Baoruco fue reconocida en el siglo 18 tanto por las autoridades francesas como por las españolas. Hasta en nuestros días una tenaz tradición asegura que esta área está poblada por seres monstruosos llamados 'bienbienes' . Por otra parte, las mismas autoridades coloniales formaban a veces comunidades negras, como la que fue llamada en el siglo 17 San Lorenzo de los Negros Minas (Los Minas), en la margen izquierda del río Ozama al norte de la capital y donde fueron establecidos los esclavos que huían de la parte francesa. El régimen de esclavitud más severo de Haití, provocó especialmente en el siglo 18 intentos de fuga a la parte española de la isla, donde ya sólo por la escasez de hombres, las autoridades no estaban muy dispuestas a extraditar a los fugitivos, no obstante el hecho que los acuerdos oficiales obligaba a ello (estos acuerdos estipulaban también que el extraditado no podría ser castigado con la pena de muerte)(42). En 1794, sobre una población total de 103.000, el (42) Para estos datos y los siguientes: Carlos Larrazabal Blanco: Los negros y /a esclavitud en Santo Domingo, Julio D. Postigo e hijos, Santo Domingo, 1967. Ver también: Franco, op. cit.

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número de esclavos era estimado en 30.000 y el de libertos en 38.000. Los hatos eran encomendados con frecuencia a esclavos o antiguos esclavos, quienes, al igual que el otro personal de los hatos, iban armados libremente con cuchillos y machetes. En 1784 se propuso prohibir que los esclavos compraran su libertad 'sin el consentimiento de sus sefiores', por lo que se deduce que este fenómeno ocurría. En ese período había 93 días festivos al afio, en que los esclavos no necesitaban trabajar. En un 'proyecto de código' de ese mismo afio se propone que las escuelas no sean abiertas a los negros y mulatos primerizos (de primera generación), cosa que aparentemente sucedía antes. Se lamentaba el que 'la población blanca no tiene ocupación útil por estar los oficios mecánicos y el comercio de detalles en manos de negros y pardos libres'; se sugería además: 'Los negros libres y esclavos que andan por los campos y roban las haciendas, llamados vividores, deben agruparse en poblaciones, reconcentrándose en Los Minas, singularmente los negros de Montegrande que se ocupan en la reventa de víveres que pasan a la capital'; 'Los que cultivan algodón durante veinte años, o sus descendientes, que tengan la jerarquía de blancos'. Muchos esclavoseran utilizados como jornaleros en las fábricas de cigarros (túbanos) o en otros trabajos no agrícolas, 'en los cuales trabajos debieran emplearse personas blancas o de color medio'. La imagen que evocan estos datos es de una forma muy benigna de esclavitud, que ya no podrían cambiar las protestas arriba citadas de fines del siglo 18, y también una posición de los libertos muy llevadera para la época, puesto que ellos -por cuanto pertenecían a los mulatos más claros- ya habían comenzado a penetrar en el sacerdocio y en el profesorado desde la época colonial, cosa que provocó las correspondientes protestas de parte de las autoridades metropolitanas. Ya en el siglo.17 existía además una milicia de negros y mulatos. El estrecho contacto personal entre el amo y sus esclavos de número relativamente reducido, la labor de la iglesia,y el papel de transmisor cultural que jugó el grupo intermedio de raza mixta, son tres factores que contribuyeron a la fuerte asimilación de la cultura colonial española; pero ya sólo la importación de nuevos esclavos hasta comienzos del siglo 19 tuvo como consecuencia que características culturales claramente africanas

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permanecieran en vigor hasta nuestros días. En 1784 se propuso prohibir 'los actos que celebran los negros en las casas cuando muere algun pariente (•..); entonces oran y cantan en sus idiomas en loor del difunto, mezclado todo con ritos propios; celebran bailes que llaman 'bancos'... 'Todavía en 1844 Santana escribía sobre 'los africanos' de su ejército, refiriéndose a los soldados de Monte Grande, muchos de ellos efectivamente procedentes del Con$0(43). Las cofradías religiosas fueron, por lo menos desee el siglo 16, un vehículo de asimilación cultural y religiosa de la población negra. Al principio estuvieron organizadas según tribu africana o región de procedencia: la Cofradía de San Cosme y San Damián consistía de negros ararás, la de Santa Maria Magdalena de negros zapes, la de Nuestra Señora de La Candelaria de negros biafras y mandingas. Pero el tiempo borró lentamente las diferencias de tribu y la suplantó con la solidaridad de los miembros de las cofradías. En 1613 tam bién algunos blancos destacados pertenecían a la cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria. Hasta en el siglo 19 existió en la capital la cofradía de San Juan Bautista cuyos reglamentos habían sido aprobados por el Papa Paulo III en 1602: 'La cofradía es de morenos criollos; su asiento es la Iglesia Catedral y (...) la cuota de entrada es de cuatro reales y de dos reales para los mulatos. Los oficiales son dos mayordomos, dos diputados caberos y un tesorero, hombre libre. El dia de San Juan es de fiesta: se dicen misas con sus vísperas que aplican a los cofrades vivos y muertos .... ; la iglesia se 'cuelga' y se ·'enrama' ese día a la vez que se ponen luminarias y 'dos pipas'. El día de Corpus se verifica la procesión de San Juan Bautista ( ...) Celebración de misas el día de Todos lo Santos. Petición de limosnas dos meses antes de San Juan Bautista; obras de misericordia para los cofrades enfermos ( ...). Las madres de los cofrades pueden ingresar en la cofradía "aunque sea Quien fuere que no hay desprecio de ellas" (...). En caso de muerte la cofradía aporta la mitad del entierro (44). El día de San Juan había además de los servicios religiosos, bailes y juegos de toro. Aún después de desaparecida la cofradía, (43) É. Rodrtguez Demorizi, Guerra Dominico-Haitiana op. cit., 125. (44) Larrazabal, op, cito, 137, 195.

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en la segunda mitad del siglo 19, en ese día llegaban a la capital desde las afueras 'conjuntos de negros en procesión, acompañando la marcha con cantos y al ritmo de tambores' para asistir a la iglesia. La fiesta de San Juan era celebrada naturalmente por toda la población cristiana; pero es curioso anotar que los grupos más europeos la celebraba como una 'fiesta de fuego', saltando o cabalgando altravés del fuego, mientras que las capas más bajas la celebraban como una 'fiesta de agua' como todavía en Baní, donde se bañan en el río y sumergen la imagen del santo; después bailan la 'sarandunga' con cuyo nombre se alude también a la fiesta misma (45). La dominación haitiana de 22 años, así como la numerosa inmigración posterior de obreros haitianos y de otras áreas del Caribe habrán contribuido a mantener vivas costumbres populares originarias de Afríca. Determinados elementos del culto haitiano del vudú -la creencia en 'luas' como Baron Samedi, Metre Sili, (Maitresse Erzulie. identificada en Santo Domingo con Santa Rosa de Lima), Balagrí, Balenóo, etc." penetraron en el pals y permanecieron en él no obstante los esfuerzos de algunos gobiernos de exterminar estas creencias. La palabra dominicana papoboco, que ha adquirido el significado de persona o aparición influente, es derivada del término haitiano que indica al sacerdote-brujo(46). Los entierros de niños (baquíní), las veladas para adultos muertos o agonizantes, son mucho más universales. en sus características y no pueden ser atribuidas exclusivamente a influencia haitiana o africana*. También en el habla penetró la influencia haitiana Francisco Orteo escribió en el Listín del 1 de agosto de (45) [bid, 195; ver también: Julio Alberto Hernández, Música tradicioruü dominicana, Julio D. Postigo, C. por A., Editores, Sto Dgo., 1969, 19 Y siguientes. (46) Larrazabat, op, cit., 190. * Las complicadas rutas por que se transmiten algunas [orinas culturales se hace evidente en el ejemplo del carabin é, bailo' introducido en el pais aparentemente por los inmigrantes canarios, pero aprendido en 1805 durante el sitio de la capital por las tropas haitianas, que ejecutaban el baile con la carabina al hombro, y ,h ah" el nombre. Hasta las voces de mando del bastonero siguieron haciéndose después en francés haitiano. (Julio Alberto Hernándcr, op, cit., 31 V sig.},

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1899 un artículo sobre las muchas palabras francesas que se habían introducido en el español, especialmente en las regiones costaneras del sur (azúcar! ) y en Samaná (donde todavía hoy se habla un patois, resultado de la intensa influencia francesa en los siglos ~7 y 18). Daba ejemplos: sefolé (souflé), briché (sable de soldados), gató (gateau), roti, canotié (marinero), ragú (ragout), peti-puá, ratape (sombrero al tres de los militares), fricassé, rob de cham (robe de chambre), collier, bullón (sopa de pescado), madama, marshé ( mercado). Aunque sin duda existieron y existen más elementos culturales de influencia haitiano-africana, de lo que quieren admitir muchos autores hispanófilos, por otra parte es notable el que en un país con un grupo poblacional negro tan numeroso, el folklore en sentido estricto sea predominantemente español. Edna Garrido de Boggs halló, al recoger unos 400 cantos populares, juegos, anécdotas, versos, adivinanzas, dichos y cuentos sólo algunos africanismos en el vocabulario, y sólo 3 canciones que tratan del negro; la región fronteriza con Haití era la excepción de esta aparente continuidad de la tradición española. Andrade llega a conclusiones similares (47). Aunque la proximidad de Haití'y la penetración de sus habitantes, en guerra y en paz, fue por una parte una fuente permanente de influencia cultural, por otra parte el temor por el país vecino, el sentirse amenazado por una cultura y una nación consideradas inferiores, fueron aparentemente un fuerte freno sicológico de cualquier tendencia de asimilación ilimitada. Son pocos los dominicanos que, como hemos visto, no hayan considerado el período de la dominación haitiana como una página negra en la historia de un pueblo qu: hubiera querido ser blanco. Pero también cabe preguntarse si esta cultivación de una experiencia colectiva traumática, no ha servido a la vez como válvula de escape para suavizar la situación racial interna de la República. Puesto que, desde 1822-1844 los rasgos negroides de miembros de (47) E. Garrido de Boggs; Folklore infantil de Santo Dom,inlf,o, Madrid, 1955, pp, 24,25; ser. Andrade, Folklor.e. de la Repupllca Dominicana, edad. Trujillo, 1948, p,44; también E. J!.pdrtguez Demorizi, Refranero Dominicano, Roma, 1950, Introducclon.

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familias 'respetables' podían ser explicados como consecuencia de crueldades bárbaras de los conquistadores haitianos. Simultáneamente -como ya observaba Hostos la dominación haitiana tuvo un efecto cohesivo en las relaciones entre los diversos grupos raciales dominicanos: también los grupos mas negros eran dominicanos; en \;1 lucha contra Haití la identidad cultural fue de mayor importancia _que la racial, aunque -como lo expresa el dicho 'El que sea prieto, que hable claro' - era siempre mús necesario para el dominicano negro demostrar su identidad cultural, que para los otros grupos sociales. La actitud hacia Haiti y las relaciones políticas COIí aquel país, siguieron durante todo el siglo 19 marcadas pOI el temor del poderío numérico, mezclado con cierto desprecio de su (supuesta) inferioridad cultural, es decir. una ambigüedad de sentimientos que mejor pod í:¡ permanecer oculta -vpor lo menos al nivel político-o. COl110 observaba Heureaux --él mismo insultado por sus enemigos como 'mañé' por su descendencia en parte haitiana 'Cuando se trata de una nación vecina con quienes se estuvo largo tiempo en guerra disputándole la autonomía, cuyos habitantes dudan de nuestro afecto, de un vecino que aspira a la posesión de lo que en derecho nos pertenece; que cree que aún están vivos en los corazones dominicanos los rencores que pudieran trasmitimos nuestros antecesores pOI los hechos de los suyos; que rara vez ve en nuestra prensa, como sea oficialmente, una simple señal de cordialidad, I que por todo eso i mucho más tiene motivos para vivir receloso, las relaciones diplomáticas con tal nación vienen :¡ ser por su naturaleza en extremo delicadas' (48). Un conflicto fronterizo de larga duración fué otra di' las características de las relaciones entre los dos países, aSI como la preocupación haitiana por las influencias extranjeras en su país vecino. Estos temores llegaron a Sil clímax cuando en 1893 la San Domingo Improvement Cy se hizo cargo de las reclamaciones de Den Tex Bondt y circularon rumores de que se establecerían bases (48) Carta al Sr. Don José M. Glas, Santiago, 30 sept. 188/. A.G.N.

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norteamericanas en Samaná (49). Frecuentemente el gobierno haitiano prestaba ayuda financiera -como ya vimos en un capítulo anterior- para las campañas eleccionarias dominicanas; también era común el que el gobierno de uno de los dos países se confabulara con revolucionarios del país vecino. Heureaux, por su parte, visitaba Haití de incógnito 'a apadrinar unos niños' en aquel país donde tenía muchos parientes (50). La misma ambigüedad hacia Haití que demostraba el país en el terreno político se hallaba al nivel intelectual en un escritor como Bonó. Veía la raza de color como la portadora de la civilización haitiana, pero temía el predominio numérico de los negros que de vez en cuando lograban apoderarse del poder para llevar a cabo una 'política ultranegra' como 'raza exclusivista', cosa que debía conducir inevitablemente a la agresión violenta; pero también escribió una vez como su opinión que el error de Boyer había estado en querer anexar a Santo Domingo a Ilaití en vez de fundar 'la unión de los dos pueblos sobre una base más (oo.) provechosa, por ejemplo la confederación. Si hubiese sido así, nosotros estaríamos más tranquilos, más felices, más civilizados. Los elementos diversos de los dos pueblos (...) habrían concurrido a mantener el equilibrio de las razas negra y blanca. En la actualidad no es posible soñar en una cosa imposible e impractícable, y es preciso que cada uno de nuestra parte busque soluciones nuevas para resolver nuestros problemas domésticos que por el momento me parecen insolubles' (5 1). La inmensa mayoría de los dominicanos, desde hacía ~uc~o tie!Up,o .ya no eran ni blancos ni negros, sino en ternunos biológicos mulatos, formas mixtas de las dos razas. La 'mulatización' que describe Pedro Andrés Pérez Cabral, no sin desdén, en su libro 'La Comunidad mulata' (52) había ava~ado muc~o, efec~i~amente, ya desde muy temprano. El consul frances en Haití, Rav baud, describió por el 1845 la (49) Véase Carta Heureaux al Sr. B. G. Gost Konst, París. 13 marzo 1893, A.G.N. (50) Carta a Doña Hortencia García, Restauración, 29 dic. 1898. (51) Bon6, op, cit., 344, 610. (52) Grdfica Americana C.A., Caracas, Venezuela, 1967.

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situación social y racial de Santo Domingo a fines del siglo 18 en los siguientes términos, tratando de explicar las diferencias con el Haití revolucionario: 'La doble capa de sangre libre que la raza conquistadora y el último núcleo de la raza indígena mezclaban con la sangre africana se distinguía tan poco desde la segunda generación, -la tez broncínea del español, la tez cobriza del indio y la tez bistre del mulato tendían tanto a confundirse bajo la influencia de una higiene y un clima comunes>, que los observadores interesados, si los hubiera habido, se hubieran visto a menudo en la dificultad de descubrir en los rostros el secreto de una genealogía perdida en las sabanas y los bosques. Este trabajo de fusión, que no retardaban, ni la inmigración europea, desde el punto de vista moral, ni la inmigración africana desde el punto de vista fisiológico, se resumía en el momento de la revolución en las cifras siguientes: 25.000 blancos de raza española pura; 15.000 africanos que, por su diseminación, no eran presa de ninguna propaganda de insurrección, y que, por otro lado, se sentían demasiado orgullosos de la superioridad social que el contacto diario con los amos les departía sobre los esclavos de la parte francesa como para consentir imitar a éstos, a quienes llamaban orgullosamente 'los negros'; finalmente, 73.000 mestizos que decían ser blancos y que como no daban lugar a ningún reparo injurioso alrededor de ellos, habían terminado por considerarse como tales. El elemento disociador de la colonia francesa (los mulatos) se había convertido así en el elemento conservador de la colonia española. La vanidad, que allí había cavado un abismo de odios entre las tres clases, había operado aquí su cohesión'(53). En el proyecto para un Código de 1784 se estipulaba que 'los mulatos o pardos constituyen el pueblo de la isla española; las clases intermedias son el equilibrio entre negros y blancos y no se mezclan jamás con los negros, a los cuales odian' (54). (53) Gustavo d'Alaux (pseudónimo) L'Empereur Soulouque el son empire, Paris, 1856, traducido e incoryor~do por E. Rodr!'KU.ez Demorizi en: Documentos para la Historia de la Repúbtica Dominicana, IIJ, Irnpr, Dominicana, edad. Trujillo, 1959, 359-36U. (54) Larrazabal Blanco, op, cit., 122.

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Las líneas de demarcación entre blanco y mulato y entre mulato y negro no estaban, ni espín rígidamente trazadas; más bien se trata de una extensa y fluida serie de matices y características raciales que hace imposible en la práctica cualquier división social estricta entre las tres categorías principales. La definición social de "blanco" -lo que he llamado en otra parte la imágne somática normativa (55)- era y es lo suficientemente amplia para incluir también a los mulatos claros y para hacerlos aceptables como partner matrimonial. En este sentido la observación de D' Alaux que los mulatos son considerados blansos es una descripción, exagerada sí, de la situación, pero que refleja bien la esencia sociológica -es decir la ausencia de una barrera rígida entre los dos grupos. Y en lo que respecta a los negros nativos- diferenciándolos así de los procedentes de la región del Caribe circundante- gustosamente se les describía como menos puros racialmente, y por lo tanto mas atractivos estéticamente; en pocas palabras, como que están en camino a la mulatización. Se concentran en la región sur, este y en el área fronteriza occidental del país -debido respectivamente a la economía de los ingenios y a la proximidad de Haití- más que en el Cibao. De lo antedicho no debe sacarse la conclusión de que el factor racial no tuviera importancia social en el siglo 19. Aunque las relaciones raciales eran más benignas y paternalistas que en la mayoría de las otras sociedades del Caribe -y ciertamente más que en las áreas no-ibéricas- el ideal social y estético seguía siendo el ser blanco, puesto que así lo definía la sociedad, y el prejuicio social contra el negro era y es más bien uno de repulsión estética. Aunque en la época colonial española el poder burocrático y político estuvo en manos de una élite blanca, las vicisitudes durante la primera mitad del siglo 19, así como la emigración de muchas familias blancas había cambiado esta situación. La Guerra de Restauración contra España produjo un nuevo cataclismo social puesto que los blancos que quedaban en el país o que habían regresado a él, estaban comprometidos como colaboradores con (55) H. Hoetink, The two varianrs in Caribbean roce relations Oxford University Press; London, 1967. '

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Esp añ a, mientras que al mismo tiempo la guerra y sus consecuencias llevaron a numerosos hombres de color y negros a posiciones de gran poder, aunque con frecuencia de corta duración. La crecien te influencia social y política de los hombres de color en este período, sumada a su conciencia de predominio numérico les hizo proclamar, con más claridad que antes, que su grupo era el 'verdadero' pueblo. Luperón incluso señalaba un eslabón de apariencia científica entre los hombres de color y los indios: los mulatos, 'por la ley de los climas, (tienden) a volver a la raza primitiva de la isla' (56). La candidatura de Luperón para la presidencia de 1887 fue acogida por Bonó en los siguientes términos: ' ...es bueno que el gobierno ... se ponga a pensar con seriedad en los destinos que la Providencia reserva a los negros y mulatos en la América. Estos destinos desde ahora son manifiestos, dado el número actual de esta raza; y la isla de Santo Domingo creo está llamada a ser el nucleo, el modelo del engrandecimiento y personalidad de ella en este hemisferio. Y quién mejor que Ud. podrá empezar a poner las primeras piedras, a sentar las bases de esta grandeza? Quién.mejor que Ud., puede conocer cuán necesaria es la raza blanca para conseguirlo, pero al mismo tiempo conocer la superioridad de las combinaciones de esta raza tan superior; y quien, mejor que Ud., podrá fundir, amalgamar y formar un todo homogéneo de la sabiduría y de la ignorancia de una y otra familia para que, modelo de tolerancia y de contención, 120 damos ... colocarnos en una posición envidiable (en el Universo? '(57). Este abogato en favor de la cooperación y del amalgamamiento de las razas bajo dirección de los hombres de color y los blancos (la superioridad de los últimos era admitida de antemano) siguió siendo un tema favorito de los círculos intelectuales a los que pertenecía Bonó. Frente al 'exclusivismo negro' de Haití gustaba de señalar a su propio país, que fomentaba 'la expansión de todas las razas en su suelo' y que por eso debía ser el núcleo de una 'poderosa confederación' antillana, por la cual luchaban también Hostos y Betances (58). (56) Luperán, op, cit., 1,27.

(57) Idem, llI, 25Q (58) Boná, op. ctt... 392.

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Pero varios de estos pensadores liberales no se abstuvieron en sus filípicas posteriores contra Heureaux -que entonces resultó demasiado negro para ser considerado mulato-de utilizar un buen número de insultos racistas. Eugenio Deschamps lo llamaba un mono, Betances o bservaba que este 'indigno farsante'... 'odia a los extranjeros porque son blancos y a los negros porque él lo es'. Juan María Jiménez hablaba de su 'cara de antropoide' e incluso Hostos hablaba en términos velados de 'ese ennegrecedor del quisqueyanismo'(59). En 1886 Heureaux escribía a Luperón -que entonces aún lo apoyaba- que los partidarios de Casimiro de Moya 'echan mano hasta de embustes ridículos, de infamias abominables. Se me rotula la casa: 'Abajo el negro! ',se echa 'abajo el mañé' ... (60). En las muchas anécdotas sobre Heureaux, que hasta hoy forman parte del folklore político dominicano, este factor racial forma un elemento importante. La posición ambigua de Heureaux cuando había subido al poder es confirmada en estas anécdotas: a veces parece conformarse a los prejuicios existentes -no decían que a veces dormía de noche al aire libre para ponerse blanco? -, a veces se venga de sus difamadores 'respetables'. En la política exterior, especialmente en los numerosos proyectos para hacer del país un protectorado de una potencia extranjera o para anexarlo, la suerte previsible de la parte de color de la población era siempre tema de discusión, con el fin evidente de influenciar la opinión política del gran público. Cuando en los años noventa corrieron rumores de que Heureaux tenía contactos secretos con. los Estados Unidos para arrendar la Bahía de Samaná, Luperón trató de movilizar la opinión pública declarando que '(el plan de los Estados Unidos) es adueñarse de toda la isla... para llevar a ella los cuatro millones de manumimosos(sic! ) africanos que tienen .. Los yankees (extenninarían nuestra) raza porque no es la suya. Es a ese pueblo norteamericano, enemigo de la raza india, de la raza amarilla, de la raza mestiza, de la raza africana, sobre todo de la raza latina, a quien el traidor General Heureaux trata de vender y entregar la República 159) Luperán; op, cit., l/l, 370. 385; Hostos, op, cit., H, 203. (60) Iaem, ur, -202.

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Dominicana'(6l). En otro contexto Luperón acusaba a Heureaux de ser demasiado pasivo con respecto a la infiltración de haitianos en territorio dominicano, acusación que probablemente no estaba libre de acentos raciales, aunque Luperón admitía que el Presidente Cabral -que no era negro- también había demostrado laxitud en otra época. Es interesante 10 que señala Sumner Welles en cuanto a los anuncios que Heureaux publicó en la prensa norteamericana para fomentar la inmigración de 'personas de la raza de color' en Santo Domingo, siguiendo así las huellas de la política de Boyer que había traído a Samaná a los metodistas. La respuesta a uno de esos anuncios enviada por un hombre de Texas al cónsul americano, es patética: este señor vendía retratos de Toussaint Louverture en San Marcos, Texas y se preguntaba si en Santo Domingo habría un buen mercado para este artículo. En su postdata decía: 'El proyecto de Ley 'Separate Coach'* ha sido aprobado y estoy ansioso por salir de Texas'(62); pero la campaña publicitaria de Heureaux no parece haber tenido mucho éxito. El considerable número de inmigrantes blancos que entró en el país a partir de los años setenta fortaleció el poder económico y político de los blancos comparado con el de los hombres de color, de modo que Hostos podía constatar por el 1890 que 'la porción blanca (...) en la población actual de la República Dominicana lucha por reivindicar sus antiguos fueros y primacías'(63). En esos años aumentaron las manifestaciones externas de prejuicio racial (llamado con frecuencia 'preocupación', y tema de un artículo en el Eco del Pueblo en 1891). Especialmente los cubanos tenían la reputación de ser antí-negros, como 10 ilustra la célebre anécdota donde Heureaux pregunta a un cubano cuántas materias se necesitan en Cuba para el bachillerato y cuando se entera del número pregunta: 'Y Ud. no cree que a mí me exigirían dos materias más, por lo (61) Luperán, op. cit., lIJ, 328, 329. (62) Sumner Welles, op, cit., J, 444.(63) Hostos, op, cit., 185.

* Segregación del 308

transporte público.


menos? '(64). También es explícita la décima del cantor popular Alix, que data de 1883: Todo aquel que es blanco fino Jamás se fija en blancura y el que no es de sangre pura Por ser blanco pierde el tino. Si hay baile en algún CASINO Alguno siempre se queja, Pues a la blanca siempre aconseja Que no baile con negrillo. Teniendo, aunque es amarillo, "El negro tras de la oreja".

El que se crea preocupado que se largue allá a La Habana Que en tierra dominicana No le da buen resultado y el bizcochuelo lustrado Aunque sea con miel de abeja, No dé motivo de queja Que todo esto es tontería, Pues está a la moda hoy día "El negro tras de la oreja"(65). En las dos décadas finales del siglo, según fue cristalizándose la estratificación social, como ya vimos, especialmente en lo que se refiere a la recién formada burguesía, las oportunidades de ascenso social máximo para las personas evidentemente negras tuvieron que reducirse; el factor racial se convirtió, igual que en períodos anteriores de estabilidad política, en un determinante importante del status social; aunque sin duda el hecho de que el presidente fuera un negro podía considerarse una circunstancia mitigante. Pero en el futuro resultaría imposible que ascendiera al poder un presidente tan negro como Ilcureaux. (!i4) Martinez, op. cit.• 185.

(65) Alix, op, cit., 28 y si".

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Hasta el día de hoy el ejército ha seguido siendo uno de los principales canales de movilidad, pero el cambio' del aparato militar efectuado bajo Heureaux, de una estructura 'merendera' a una 'organizacional' conllevó probablemente un mayor énfasis del factor racial en la selección, La burocratización incipiente del aparato militar requería un cuadro de oficiales mejor educados, por lo que un número relativamente mayor de hombres de color que de negros pudo ascender a los puestos más altos. Además, el sector militar, una vez organizado deberá tender a utilizar los mismos criterios de promoción social que usa la sociedad como total. Por otra parte, la carrera militar no iba a gozar en mucho tiempo del prestigio social que tenían las profesiones tradicionales de la burguesía, de manera que el número de blancos en el aparato militar s¡guiósiendo relativamente reducido. Cuando José Martí inspeccionó en. 1895 uno de los batallones de Heureaux, observó que entre los oficiales había mestizos y negros, entre los. soldados sólo negros(66). También es probable que el crecimiento numérico de la recién formada burguesía nacional y su creciente conciencia de su posición social, aumentaran la importancia social del factor racial, aunque sólo fuera para manipular más efectivamente los mecanismos de control social. El crecimiento de las ciudades, finalmente, habrá provocado en los años ochenta y noventa una segregación más pronunciada, especialmente entre los negros y los otros grupos, por la construcción de nuevos suburbios., más homogéneos en sentido económico -y por. lo tanto racial- que los viejos centros urbanos. Pero siempre hubo excepciones: en San Carlos, barrio de isleños canarios, vivía a fines de siglo una familia de negros: 'les decían los isleños prietos, porque eran honrados, trabajadores y buenos'(ó Z). Ya vimos que en los años noventa los clubes exclusivos de la clase social alta hallaron su reflejo en clubes como 'La Perla Negra' de la gente de color. También en el decir (66) Martí op, cit..• 40. Huelga decir que después de la muerte de Heureaux el, carácter . :mercadero' del aparato müitar, a)í como del aparato poi/neo. votviá a predominar por mucho tiempo. (67) Gonzdlez Rodrigues. op. cit.

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popular el color negro encontró sus defensores, a manera de contrapunto y consuelo: Si el negro te causa espanto No le muestre tu nobleza de negro viten la iglesia ei Jueves y ei Vieines Santo de negro ponen ei manto en aquei sagrado atai(etc.) así cantaban en el cibao (68). Parece justificada la conclusión de que los cambios antes descritos en la estructura social y económica en el último cuarto del siglo 19, crearon una situación en que el factor racial adquirió más importancia en la vida social, que la que hahía tenido en las tres primeras décadas después de 1844 (exceptuando la anexión española): Si ves a la mesa un blanco ya un negro en su compañía, ó el blanco le debe al negro, o es del negro la comida. Según fue cobrando conciencia de su importancia la burguesía nacional, y fue comportándose de manera más exclusiva, la observación (contemporánea) de Mejía Ricart adquirió más validez de la que siempre había tenido: '...los dominicanos tienen un complejo étnico. ( ...) Al no abundar la raza pura, sino una mezcla entre diversos matices: blanco, casi blanco, mulato y negro, hace que constantemente se vayan anotando las diferencias en cuanto a la tez, calidad del pelo y orígenes más o menos claros, Tal importancia que se le da a este elemento de la personalidad produce en consecuencia, una aspiración de los que no tienen el color blanco, por adquirirlo; de quienes casi lo poseen, por -nejorarlo; y los que forman los pequeños grupos de raza ilanca ancestral, el de conservar ese don '(69); un fenómeno iropío de toda sociedad multiracial, donde un grupo racial s dominante y sus rasgos físicos son considerados (óH) Jimenez, op, cit., 1, 95. (69) Mejúi Ricart, op. cit., 27,28.

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deseables, pero la medida en que esto conduce a un 'complejo étnico' depende de la exclusividad que el grupo dominante se adjudique. Y aunque esta exclusividad fuera en la República Dominicana, lo repetimos, grosso modo de una calidad distinta y más benigna que la de las sociedades del Caribe no-ibérico, es no obstante un hecho notable su relativo endurecimiento a finales del siglo. Uno retiene la impresión (sin hacer un estudio profundo) de que varios de los historiadores que produjo la nueva burguesía en nuestro siglo, han demostrado una mayor preocupación racial que sus colegas del siglo 19, aunque aquéllos tampoco estaban libres de ella y aunque también en el siglo pasado se alababa libremente el beneficio de inmigración europea 'para mejorar la raza'. Si esta impresión es correcta sería un resultado lógico y sicológico de la posición de seguridad en que se hallaba la burguesía sobre todo en las primeras décadas del siglo veinte. Sólo en los años sesenta es cuando surge una nueva generación de historiadores que someten a un nuevo análisis los juicios aprendidos y que tal vez descubren cierto parentesco intelectual con algunos de sus predecesores del siglo 19 que sufrían todavía de algunas sanas dudas e inquietudes.

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XI.LA VIDA FAMILIAR Y COTIDIANA

El período de embarazo estaba rodeado de tabús supersticiosos y no era infrecuente que la mujer lo pasara recogida en su casa. En el campo a veces se llamaba al hijo natural 'hijo del mundo' y al hijo legítimo 'hijo de bendición'. El cordón umbilical del recién nacido era guardado cuidadosamente y le era entregado a los siete años por su madre 'para rasgarlo y adquirir por ese medio la virtud secreta que le "abre todos los caminos". Los lrimeros nueve días después del parto la madre -de todas as clases sociales- se encerraba herméticamente, evitando los contactos con el mundo exterior -y con el sereno-; Incluso se tapaba los oídos con algodón. Antes del nacimiento ya habían sido escogidos los padrinos de bautismo 'entre las personas más queridas y acomodadas del lugar, pues rara vez los escogen pobres para que no recaiga tul obligación en individuos que "no tienen en qué caeise muclto". Después de la ceremonia del bautismo el niño era presentado por sus padrinos a los padres, que habían permanecido en casa, con las palabras: 'Comadre, aquí tiene Uló su niño, uté me lo entregó moro, yo se lo entriego crttlano. Lo que le encaigo e que le enseñe ei catechimo'. Luego el padrino del campo le regalaba a su ahijado una novilla o marrana. 'Desde entonces los compadres se drNcubrirán al saludarse, no reñirán jamás, y el ahijado 1l'lIdrá que arrodillarse más tarde ante aquellos que lo hicieron cristiano, y dirá "Sión padrino" o "Sión madrina" (",)'. y asimismo pedirá la bendición también a todo mayor

I

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respetado (1). También en la ciudad los lazos del compadrazgo eran fuertes: 'los padrinos eran segundos padres del ahijado y tenían deberes y derechos para con ellos pudiendo corregirlos y castigarlos. En caso de muerte del padre los padrinos cuidaban de la salud corporal y espiritual del ahijado'. A veces incluso se llegaba a adoptar el niño. Ningún conflicto debía manchar la relación sacramental entre un ahijado y sus padrinos: Si tienes algún tormento tú no te apures por nada Entre madrina y ahijada no puede haber sentimiento(2). El lazo especial que unía al padrino y a la madre conllevaba un riesgo de interés erótico, pero 'entre un compadre y una comadre no cabía ningún sentimiento carnal y en caso de que siendo ambos libres, naciera algún interés, no se establecían relaciones amorosas mientras la Iglesia no pronunciara (...) las dispensaciones necesarias'(3). Los hombres de influencia y prestigio como Heureaux tenían centenares de ahijados y estaban unidos por los lazos de compadrazgo con familias de todas las capas sociales. Pero hay que concluir, como lo hace Jiménez, que en el campo y en algunas aldeas los deberes del padrino de bau tismo durante toda la vida de su ahijado eran mayores que en la ciudad. Ya vimos antes que más o menos el cincuenta por cien. to de los nacimientos era ilegítimo. Esto debe atribuirse en su mayor parte al reducido número de matrimonios entre los grupos pobres de la población, pero por otra parte se debía también al instituto muy difundido del concubinato, situación en que vivía el hombre -tanto el de los grupos altos como el de los bajos- antes de su matrimonio y después de él, para no mencionar las relaciones extramaritales menos perdurables. En 1891 murió en San Pedro de Macorís un marinero-carpintero, dejando 42 hijos de dos matrimonios 'y algunos malos pasos' como decía el (l) Jimenez, op, cit.. J, 20, J 2 Y sigo

(2) Alix, Juan Antonio, Décimas inéditas. impr. 'Moreno', Santo Domingo, J 966, J 64. (3) Gómez Alfau, op. cit., 133.

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periódico(4). Luperón tenía 2 hijos legítimos y 6 naturales; el número de hijos naturales de Heureaux no sería menor. Un simple inmigrante curazoleño en Neyba tenía una esposa legítima con 7 hijos además de 2 concubinas con las cuales tenía 3 hijos.(5) La mortalidad infantil era grande y la muerte de un niño pequeño, un angelito, no debía causar gran pesar. El cadáver del niño era vestido de angel 'con sus alas en actitud de volar'. En las ciudades se contrataba para tales entierros de niños una orquesta que acompañaba la ruta al cementerio con 'alegres piezas, danzas y valses'(6). En el campo la vela del angelito era una grata fiesta, 'y concurría noche por noche el vecindario a las llamadas velaciones, en las que se bailaba, se cantaba, se jugaba y consumía mucho aguardiente. Para estos casos, el infeliz niño era preparado de la manera más criminal y grosera, de modo que resistiera sin entrar en putrefacción los nueve días de la fiesta. Esta preparación a la manera de embalsamamiento era practicada por personas ya duchas en el sistema, a fuerza de sal molida y jugo de limón agrio. Algunos llegaron a abrir el vientre y llenarlo con trapos empapados en estas substancias, y hasta se vieron casos en que los prácticos preparadores de estos sacrilegios, habían introducido por el recto un palo con afilada punta, llevándolo a través del vientre y del pescuezo hasta la cabeza para colocar al pequeño cadáver, derecho como un muñeco, en el altar, lleno de flores y velas. ( ...) En el batey de la hacienda 'La Angelina' ( ...) daban a la madre, ignorante o desnaturalizada, el mandado siguiente: "Señá Juana, dice su comadre Munda, que le preste el muertico por esta noche"(7). A principios de septiembre de 1896 fue celebrado en Puerto Plata un baquiné así, y como la fiesta estaba prohibida por la ley 'sobre todo en días laborables', el Alcalde se dirigió hacia allí acompañado por dos militares. Fué abaleado por los festejantes(8). Los niños que lograban sobrevivir los peligrosos primeros años de la vida crecían en su medio rural o urbano (4) Listin, 28 junio 1893. (5) Idem, 10 julio 1899. (6) Gómez Alfau, o p, cit., 114. (7) Ibídem, 61 y sigo (8) Listtn, 5 sept. 1896.

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y alcanzaban la madurez. Antes de aprender el alfabeto ya sabían persignarse bajo la vigilancia severa de los adultos, pero buscaban, como toda la juventud, rutas de escape de una disciplina que consideraban excesiva. En la ciudad organizaban peleas a pedradas entre los barrios: Migueletes con tra Barbareños, Reginistas contra Carmelitas y Misericordes(9) y a veces molestaban en la iglesia, gritando e interrumpiendo con pitos el transcurso de la misa en Regina Angelorum (10). El recogimiento de la Semana Santa que era muy difícil de sobrellevar por los niños, demandaba una compensación al domingo siguiente cuando los muchachos de Santiago se dirigían en grupos al mercado para robar allí frutas en un ritual más o menos aceptado, bajo los gritos de ¡Aleluya! (11). Las distracciones de las muchachas se limitaban a la casa, y muchos de sus juegos habrán consistido naturalmente de la imitación infantil de la vida de los adultos. Sólo excepcionalmente llegaban tales juegos a convertirse. en noticias de prensa, como cuando unas ricas niñas (sefarditas) organizaron un lujoso bautizo para su gata que recibió los nombres de Dominicana Aurora, y luego fué casada con un gato en una ceremonia espléndida (12). Los jóvenes ricos montaban a veces caballos árabes, importados de Puerto Rico, en sus paseos domingueros, 'bien trajeados de dril blanco, cubierta la cabeza con fino sombrero de Panamá, calzado reluciente de charol, los pies en el bruñido estribo de cobre, revólver al cinto, fusta en manos'. El estricto control social hacía imposible el contacto libre entre los jóvenes de ambos sexos y para los grupos más altos urbanos parecía haber sólo dos sitios donde podía encontrarse la juventud: la iglesia, donde se intercambiaban miradas enamoradas y cartitas entregadas furtivamente, y el periódico, donde los jóvenes se enviaban versos, adivinanzas (charadas) y piropos: así B. vió en marzo de 1899 llegar al 'ideal de mis esperanzas' en el barco de Curazao, 'que tiene los ojos negros, que son tan bellos y seductores, pero que por la moda exigente vela con lente, que aunque (9) Gómez Alfau, op, cit., 50. (lO) l.isttn, 7 enero j 893. (11) Jirn enez , op, cit., 1,297, (12) Listin, 13 julio 1893.

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transparente no tiene la diafanidad de su lúcida mirada'(13). Con frecuencia el joven enamorado no podía hacer al principio más que pararse en la esquina de la casa de su adorada esperando ansiosamente: hacer esquina. La carta de amor romántica era una obra de arte cuidadosamente elaborada, y todavía en el año de su muerte Heureaux se mostraba un maestro en este arte cuando le escribía a la joven OIga Clan, en Jacmel, Haití: ...mientras el hombre no se aleja demasiado del meridiano de la vida, no puede ver hijas en las señoritas bellas y simpáticas que tiene la fortuna de conocer. Un dios más exigente y más apasionado que el que preside los amores paternales, un dios que ni ve ni piensa, es el que enciende su antorcha en el fuego de las miradas que se cruzan entre un caballero y una joven, si ésta es hermosa como el alba de los J ías primaverales'( 14). En cuanto un joven visitaba con frecuencia una casa donde había hijas de edad casadera, la opinión pública, siempre alerta, se convertía en factor de importancia, como lo reconocía J. E. Julia en una carta al hermano de su elegida: 'En vista de los muchos y diversos comentarios que forma el público de mis frecuentes visitas a su casa, y atendiendo a la justa reconvención que Ud. acaba de hacerme, le suplico que sirva permitir que continúe visitando su apreciable familia no tan solo como amigo de ella, sino también como pretendiente de su hermana Virginia a quien amo con toda sinceridad y buena fé. De antemano le aseguro que hasta hoy sólo me unen a ella lazos de verdadera amistad' (15). Una vez aceptado el noviazgo por los miembros de las Jos familias y hecho público el enamoramiento, el joven visitaba todas las noches la casa de su novia, 'formándose lo que llamaban altar, o sea el sentarse aparte los novios en la sala, instalados en las mecedoras más cómodas'(16). Salir juntos no le era permitido a los prometidos: siempre había de acompañarlos una chaperona. Tanto en la ciudad como en el campo la novia se recogía en su casa desde el (13) Ibidem, 29 marzo 1899. (14) Cartas Heureaux: A.C.N.. 23 enero 1899. (/5) Epistolario Nouel, A.C.N., t. J.N. t t, Oct. 1, 1893. (16) Gómez Alfau, op, ctt., ¿Y.

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momento de anunciar el cura la fecha de la boda, hasta el noveno día después de la misma. Naturalmente en el campo el ritual del noviazgo estaba menos sujeto al contacto por escrito que el de la burguesía urbana, aunque no por eso fueran menores las formalidades en el comportamiento de los futuros esposos. Ramón Emilio Jiménez ha descrito los amores en el campo de manera simpatiquísima y enternecedora, desde la primera frase galante: "Daría mi cabailo de silla poi veite to lo día", por via de la serenata: Ere chiquita y bonita ere como yo te quiero, que parece campanita de la mano de un platero, hasta la construcción del bohío y su amueblamiento con 'sillas serranas', una cama de caoba, la mesa de comer, 'y una tinaja sobre un tronco de tres ganchos invertidos, encima del cual se destacan muchos bangaños y coquitos' y la siembra del conuco. Los padrinos de bautismo eran avisados a tiempo de la fecha de la boda*, y a su padre ell joven ya había pedido de antemano permiso para 'amarraise ei revoive " y comprar un caballo y una silla, porque Ei que quiera sei un hombre necesita poseei buen caballo, su revoive, una silla y su mujei'(l7). Podía muy fácilmente transcurrir todo un año entre el momento de establecerse relaciones amorosas y el del matrimonio, incluso entre los campesinos. La ruta hacia el altar no siempre era transitada tan felizmente. Oposición de los padres, especialmente el padre de la muchacha, conducían, incluso entre los grupos urbanos más altos, al rapto. El 18 de septiembre de 1896 el Listin comunicaba: 'Anoche a las ocho y media fué extraída de su hogar, por un joven con quien llevaba relaciones, una señorita menor de edad, que pertenece a una * y se buscaban nuevos padrinos de matrimonio. (17) Jimenez, op. cit., l, 5 Y sigo 318


de las principales familias de la capital. En ruta a San Cristóbal la policía supo detener a los enamorados. El rapto conocía sus matices refinados: "Cuando mediaban ciertas consideraciones o el novio sentía verdadero amor y respeto por la muchacha, el rapto tenía efecto acompañando al novio uno de sus amigos íntimos de reconocida solvencia social y la joven era depositada en casa de una amiga de .reconocida seriedad, mientras se practicaban las diligencias paralabodaalaquenoasistíala familia de la novia'(IS). El artículo 355 del Código Penal no consideraba el rapto como delito, si era seguido por el matrimonio; quienquiera que 'extrajese de la casa paterna a una joven menor de diez y seis años con promesa de matrimonio y no celebrare este en el término de un mes después de requerido por sus padres, incurrirá a la pena de uno a dos años de prisión '(19). A veces el rapto parecía ser castigado de manera sobrenatural: 'El día 24 de enero, el joven Isidro López, natural y vecino de la sección del Cachan (cerca de Barahona) (oo.) sustrajo de su casa paterna a una niña, y al siguiente día el referido López fue al lugar llamado 'Caballero' a ver unos bueyes que allí tenía, y. dizque del monte le hablaron dichos bueyes, llamándole por su nombre. Fue tan grande 'la impresión que le causó ( ...) que se volvió para su casa, y cuando llegó a ésta se privó, y luego cuando volvió a juicio contó lo acontecido, pero quedó tan gravemente afectado uue murió al día sizuiente'(Zü). Pero ni juez ni buey podían detener la seducción de muchachos jóvenes, mucho menos cuando los poderosos del país eran quienes daban el ejemplo: cuando Heureaux aparentemente había seducido a la hija de un amigo, otro hombre había tenido enseguida 'la osadía de hacer uso de mi nombre como pretexto para seducir a su amada', la misma muchacha. Heureaux, al negar la acusación, no pudo dejar de señalar que el otro pretendiente no 'tiene cualidad para ser mi rival ni mi protegido en ese camino (oo.) Le repito mi consejo a Ud. y a Hormesinda', así le escribía al pudre, 'deje Ud. a ese Señor Caballero en paz y a ella que (18) Cómez Alfau, op, cit., 28. (19) Actas Congreso Nacional, A, C.N., jurisprudencia, 23 enero IHH5. (20) Listin, 4 febrero 1893. 210


sufra las consecuencias de su niñez y que se resigne a vivir bajo el techo paternal, haciendo abandono de la pretención de reparación etc., por parte del autor de su desgracia (...)'(21). Resignación, la palabra que era la contraseña de la mujer como partner sexual, aunque fuera de mala gana. No obstan te, algunos padres lograban obtener algune indemnización, como lo lamentaba Juan Antonio Alix en una décima con el título explícito: 'A un ricacho que le quitaron doscientos y tantos pesos porque su hijo deshonró una niña, alegando éste que él la encontró deshonrada', y que comienza así: Al que le sienten dinero Le arman tamaño proceso y le muerden por un cuero* Dos cientos y tantos pesos(22). Una vez convertido en esposo y padre, el hombre vigilaba a su esposa y a sus hijas celosamente. Si alguna vez sorprendía a su esposa en el delito de adulterio, la muerte del amante era ejecutada sin dilación y era aceptada socialmente como una venganza, aunque muchas veces se perdonaba a la mujer. José Martí conoció en Guayubín un general que, cuando tuvo que huir de su pueblo, dejó a su esposa bajo el cuidado de un compadre: 'la mujer se dió al compadre, volvió él, supo, y de un tiro de carabina, a la puerta de su propia casa, le cerró los ojos al amigo infiel, "y a tí adiós! no te mato, porque eres mujer"(23). Incluso el rumor de adulterio de la esposa tenía que llevar a acciones públicas como se ve en el siguiente remitido al periódico cuyo fin era satisfacer la opinión pública y salvar el honor de los dos esposos: 'Señora: Una calumnia infame que contra Ud. levantó un sirviente infame, los arrebatos de celos injustificados, me han dejado arrastrar por la ira y sin darme cuenta de mis hechos, 'he ultrajado a Usted y hasta le he levantado la mano (...). Mi deber de caballero y de hombre honrado es confesar mi falta. Hoy estoy (21) Cartas Pres, Heureaux, A.G.N., 22 febrero 1887. (22/ Altx, Décimas inéditas, op, cit., 34. ,. Prostituta. (23) Marti, op. cit., 31.

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convencido que es Usted tan pura como siempre lo ha sido.( ...) alguna disculpa en las personas de honor que me conocen (...) y mi desgraciado carácter que no sabe dominarse y que en cuestiones de honor me puede arrastrar hasta el crimen. (...) A pesar de mi proceder injusto crea Usted señora que siempre la he amado. Su esposo, José Ma. Rodríguez. La autorizo a Ud. para que haga de esta carta el uso que más le convenga'(24). El hombre y sus hijos, por el contrario, eran libres en sus exploraciones sexuales antes del matrimonio y afuera de él, mientras no fueran atacadas demasiado las prioridades sociales de la esposa legítima: incluso había familias en que era aceptado el hijo natural del esposo o de un hijo para criarlo junto con los hijos legítimos. Heureaux tenía diversas queridas a quienes solía escribir en el tono de un esposo preocupado: '... de ninguna manera deseo que te sigas dedicando a esos cultivos de arroz y maíz que te obligan a coger mucho sol y a tener muchas fatigas. Creo que para mediados del mes de enero próximo, podré ir a pasar algunos días contigo. Para entonces te llevaré yo mismo tu aguinaldo'(25). Dió a sus hijos naturales una buena educación y varios de ellos llevaron después su apellido con orgullo. No todos los buenos hijos naturales eran tan afortunados y el orgullo o los celos de la esposa legítima podían ser inmisericordes: 'María E. Franco de Burgos (...) tiene a bien manifestar a un grupo de hijos sin apellidos, puesto que han nacido del concubinato, que en lo adelante deben firmar el nombre de su madre la Señora Julia Saldaña, y no hacer uso más del apellido Burgos, que sólo y legítimamente pertenece a los del matrimonio. Si esto no basta, nos veremos obligados a que hagan uso de su apellido por la Ley'(26). Había sin duda jóvenes del pueblo y de la clase media baja a quienes podía aplicarse la 'contestación de una señorita a un hombre casado' que aparece en una de las décimas de Alix:

(24/ Listtn, 4 abri/1893. (25) Cartas Pres. Heureaux, A.C.N., 30 dic. 1898, Sra. Doña Juana Ogander, San Juan. (26) Listtn, 6 febrero 1896.

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Si de mí está enamorado Váyase desengañando, No quiero a hombre casado Porque nada voy buscando(27), pero también había muchas que'iban buscando' la posibilidad de asociación con un hombre de las clases sociales más altas, el prestigio que esto les daba en su propio medio y el mejoramiento económico que podía conllevar al concubinato. A. Plaza escribió sobre ellas en el Listín del 14 de febrero de 1896 el siguiente poema:

Enseñanza superior Muchachas sin camisas ni tomines Concepciones de honrada figonera Que no saben mover una tijera Ni remendar siquiera calcejnes. Tus armadas de lazos y botines Pretenden sacudir su pobre esfera Aprendiendo posturas de bolera Ya cantar una ópera y maitines. Luego que esas chiquillas relamidas Se convierten'en hembras pretenciosas Prima-donas con puff marisabídas

y nieguen a sus madres haraposas Para los ricos sobrarán queridas Para los pobres faltarán esposas. Había también, además de estos concubinatos que con frecuencia eran permanentes, las relaciones más incidentales con prostitutas, quienes lograban a veces hacer que un hombre abandonara su familia, tema que Alix también comenta en tono de lamento en una de sus décir (28). (27) Alix, Décimas inéditas, op, cit. 47. (28) Alix. op. cit., 127•

.~22


No sorprende que una demanda tan grande al machismo y a la potencia, produjera un intenso comercio en supuestos afrodisíacos y llevaran a anuncios de un producto (norteamericano) dirigido a los "hambres débiles", que comenzaba así: "Parece que el Creador ha ordenado que después de la sangre el fluido vital seminal sea la sustancia más preciosa en el cuerpo del hombre" (29). No sorprende tampoco que la mujer de los grupos más altos cuyas libertades estaban tan limitadas, mientras debía tolerar las de su esposo, adoptara una actitud que denotara sus sufrimientos pacientemente llevados, conducta que fomentaban también las repercusiones de la época Romántica: "la tristeza era un signo de distinción en una dama y las conversaciones predilectas del sexo femenino eran aquellas donde salían a relucir episodios tristes que espantaban la alegría de los hogares" (30). De hecho, una mujer de 40 años era vieja, situación que no podía remediar el polvo hecho de cascarilla, cáscaras de huevo finamente majadas. Así como la juventud tenía sus rutas de escape de la disciplina paterna, así la mujer las tenía de la disciplina matrimonial: "El Carnaval es la época de expansionarse las mujeres pues es la única época que, bajo el disfraz, se les permite dar saltos, brincos, carreras, y gritar en alegre algarabía, prescindiendo del recogimiento rutinario y habitual de todo el año" (31). Pero ya en 1893 había algunas damas emprendedoras que habían buscado en Güibia consuelo y distracción en los baños de mar, aunque quejándose de la presencia de pescadores curiosos (32). También los hombres se bañaban, desnudos, en la costa de la capital, Una bahía muy concurrida tenía dos islotes cercanos a los que nadaban los mejores atletas; estos islotes llevaban los significativos nombres de "Curazao" y "San Tomás". Las damas pudieron disfrutar en 1893 de la novela de Ernile Zola "Le Débacle" que aparecía en serie en el periódico, identificándose tal vez con la heroína, y guardan. do el "modesto silencio" que "hace honor a la mujer", lema (29) Listtn, enero, 1899. (30) Gómez Alfau, op, cit., 41. (31) Listin, 17 de febrero 1896. (32) Listtn, 13 enero, 1893.

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de Sofocles que la revista del Padre Billini gustaba de publicar (33). La distancia -ese concepto clave en este tipo de sociedad- era enfatizada en la familia paternalista de manera formal: "al levantarse, al llegar de la escuela, de la calle, al toque de Angelus y antes de acostarse, estaba el niño obligado a besar la mano de sus padres. El besa-mano se efectuaba de obra o de palabra y cuando por distracción, el niño no cumplía con este precepto, era castigado". También frente a sus hijos varones -aún si estaban casados- el padre mantenía en la casa su autoridad. Daba permiso para la primera afeitada, no podían fumar ni beber en casa sin su autorización previa. Pero es significativo que el peor castigo para el niño pequeño era el vestirlo de hembra. Y las hijas que a veces estaban condenadas a una vida tan enclaustrada por su parte, sin recibir jamás permiso de asistir a algún baile u otra reunión, daban a sus padres apodos como Herodes, Caifás, y Nerón, y desarrollaban el "disimulo y la hipocresía" como características indispensables (34). Esta disciplina que difícilmente podía distinguirse de celos masculinos hace más explicable la costumbre del rapto. El respeto a la autoridad del adulto no estaba limitado a ningún grupo social. Ya vimos cómo las normas de conducta formalistas caracterizaban en el campo las relaciones entre padre e hijo y entre éste y su padrino. Y también en las familias menos acomodadas de la ciudad la autoridad paterna era indisputable. Era sólo después del ritual del primer pantalón largo -a los 15 ó 16 años de edad- que se le daba al hijo el derecho de irse a su catre después de las 9 de la noche y de pararse en el marco de la puerta a mirar los bailes. La autoridad paterna era delegada con facilidad: -"los padres daban todos los poderes, desde pelas hasta los mayores castigos, a los maestros donde se iba a aprender cualquier oficio" (35), y las viudas o mujeres cuyos esposos estaban ausentes por largo tiempo, enviaban (33) La Crónica, 20 noviembre 1886. (34) Gámez Alfau, op, cit... 46 Y sigo (35) Veloz, op. cit., 241.

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a sus hijos a ser castigados por el "fustigador de los chicos traviesos", que no faltaba en ningún vecindario (36). Aunque como ya vimos, las mujeres parecían sentir un deleite masoquista en exponer en sus conversaciones su "sufrimiento" y aunque su libertad sexual y movimiento eran efectivamente mínimas, al compararlas con las de su esposo, no por eso debe sacarse la conclusión de que su influencia, incluso poder, dentro de su casa era paralelamente reducido. Las múltiples ausencias del esposo, hacían de la mujer, sobre todo de la mayor, una figura central y no pocas veces dominante, incluso matriarcal, que velaba por los intereses de sus hijos, y a quien se debía con frecuencia que las posesiones de la familia no se perdieran en los juegos y deudas de bebidas del esposo. En tiempos de revolución era ella quien iba a pedir clemencia al general o al Presidente para salvar al esposo o al hijo de la prisión o del fusilamiento inminente. En época de adversidad económica podía suministrar ingresos adicionales necesarios preparando comidas o dulces o cosiendo, y enviando sus productos a sus clientes con una sirvienta. Y hay que recordar que en la última década del siglo se graduaron, como vimos anteriormente, las primeras maestras y que la vida cultural era influenciada en gran medida por una poetisa. Así como la influencia social -e incluso políticade las "matronas" urbanas era considerable, también en el campo podían encontrarse a veces mujeres de fama regional, como Ceferina Chaves, que mantenía una intensa correspondencia política con Heureaux y de cuya figura de la Línea. Noroeste, José Martí nos ha dejado una descripción: "De Ceferina Chaves habla todo el mundo en la comarca: soya es la casa más graciosa, de batey ancho y jardín y caserón a la trasera, donde en fina sillería recibe a los viajeros (...) y les da a beber, por mano de su hija, el vino dulce: ella compra a buen precio lo que la comarca da, y vende con ventaja, y tiene a los hijos en colegios finos, a que vengan luego a vivir como ella, en la salud del campo, en la casa que señorea, con sus lujos y hospitalidad, la pálida región; de Ceferina por todo el contorno, es la fama y el poder. Nos paramos a una cerca, y viene de lejos de su (36) Jimenez, op. cit.. 1I. 65.

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conuco, por entre sus hombres que le cogen el tabaco. A la cerca se acoda (...) y habla con soltura y como si el campo libre fuera salón, y ella la dueña natural de él. El marido se enseña poco, o anda en quehaceres suyos: Ceferina, que, monta con guantes y prendas cuando va de pueblo es quien, de ama propia, y a brío de voluntad, ha puesto a criar la tierra ociosa (oo.) Casará la hija con letrado*; pero no abandonará el trabajo productivo, ni el orgullo de él. El sillón, junto al pilón. En la sala porcelana, y al conuco por las mañanas. "Al pobre, algo se ha de dejar, y el dividivi de mis tierras, que los pobres se lo lleven". Su conversación, de natural autoridad, fluye y chispea. (oo.) La madre (Ceferina) está diciendo: "Es preciso ver si sembramos hombres buenos" (37). Ya antes Martí había visto con admiración a Nené, la "madraza del pueblo de Pena, la madre de veinte o más crianzas", que había trabajado todo el día en el conuco "jalando el machete". Pero la relación más característica entre hombre y mujer -de todas las clases sociales- le fue pintada a Martí por el "general" Corona de Monte Cristi: "Trece hijos tengo, pero no de la misma mujer: porque eso sí tengo yo, que cuando miro asina, y veo que vaya tener que etai en un lugai más de un mé o dó, enseguía me buco mi mejó comodidá", y luego a la despedida, "ella ve que no tiene remedio, y la dejo con su casita y con aigunos cuaitos: porqúe a mi mujei legítima poi nada de ete mundo le deberé faitai". A el1a vuelve siempre: el1a le guardó la hacienda cuando su destierro, le pagó las deudas, le ayudó en todos sus trabajos y "Que el1a tiene mi mesma dinidá, y si yo tengo que echáme a la mala vida a pasai trabajo, yo sé que mis hijitos quedan detrás muy bien guardaos, y que esa mujé no me tiene a mal que yo me condúca como un hombre" (38). El sentimiento familiar estaba fuertemente desarrol1ado, y sobre todo aquellos que se encontraban en una posición económica inferior hallaban una satisfacción social en mencionar con orgullo en su conversación su (37) Martz; op. cit., 50: (38)

tua.. 60 Y sigo

* Eugenio Deschamps.

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relación real o imaginada con personas de mayor rango. En su capítulo 'El inquiridor de linajes' Jiménez habla incluso de una 'manía del parentesco'. Dada la notable movilidad política y social en determinados períodos podía suceder fácilmente que una persona de circunstancias económicas humildes pudiera decir: 'Esto ocurrió cuando mi tío fue Diputado', o 'cuando mi abuelo era Ministro', o se podía señalar con orgullo alguna pariente que había sido 'novia' de alguna persona destacada. Si no se podía mencionar el parentesco con personas de importancia, podían tam bién sacarse a relucir lazos que denotaran un trato de confianza: la vieja sirvienta podía decir: 'Ese lo vi yo nacer y lo crié", o 'yo fuí su criada de bautizo', o alguien podía decir 'Cuando tu padre fue perseguido como político, el mío le sirvió de garante' (39). De esta manera por vía del extenso sistema de parentesco o compadrazgo, o por medio de relaciones más vagas y a veces imaginadas, un individuo podía identificarse con la suerte y los intereses de personas más destacadas y participar en su prestigio social, aunque fuera en grado mínimo. También este fenómeno contrarrestaba la creación de fuertes resentimientos de clase. El término 'familia' era y es utilizado gustosamente para enfatizar la solidaridad que debiera existir entre miembros de grupos que no están basados en parentesco: 'la familia dominicana', 'la familia universitaria', etc, También la intensidad de una íntima amistad es e presa da en términos de parentesco: 'El amigo Fulano y yo -':lmos como hermanos'; el uso de estos términos famili: es le da al término 'hermano', corriente en círculos eclesiásticos y masónicos una connotación afectiva, de Que carece en sociedades donde la estructura familiar es menos desarrollada. Por otra parte el número de 'amigos' que suelen atribuirse las personas, conduce a una inflación de los lazos afectivos con los que se les denota. 'Es curioso observar como en materia de amistad ésta tiene sus variantes y límites, por ejemplo, las hay de Cafés, parques, giras, iglesias, y teatros; en apuros, como ciclones, tormentas, terremotos y en todo aquello que para fines de cuidarse "la pelleja", sornes iguales; pero cuar:do se trata de visitar centros sociales, aquí se para el coche. Como el tipo de la clase rica tiene derecho (39) Jimenez, op, cit., l. 286 Y sigo

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de estar en todas partes, es por lo que gusta de tener amigos o amistades de todo calibre, y, si son bohemios, mejor todavía' (40). Efectivamente, el contacto social directo en pie de (casi) igualdad, dentro de actividades y áreas delimitadas socialmente, como la gallera, la tertulia, el café, la fiesta. de barrio, entre personas de diferentes estatus social, era mucho más frecuente e intenso que en sociedades con un mayor grado de urbanización, donde los criterios de prestigio social se basan más en el bienestar económico obtenido por medio de laboriosidad, que en un abolengo de todos conocidos. El prestigio social de un hombre de buen apellido no sufría si era visto en compañía de un inferior social bajo determinadas circunstancias, tratándole como a un 'amigo'. La vieja ciudad, con su casi total ausencia de barrios económicamente segregados, daba un carácter 'democrático' a la vida social -Tuera de los recién creados clubes sociales exclusivos-;así se garantizaba la 'dignidad' de cada quien, repito, dentro de los límites de actividades determinadas- no obstante su medio humilde (que por otra parte estaba supuesto a poder mejorar rápidamente por fortunas políticas o de otra índole): 'al amigo y al caballo, no lo apures', así se decía. El contacto social íntimo con los inferiores sociales era fomentado más aún en la esfera doméstica por la institución del 'criado', en que se tomaba en casa desde pequeño al hijo o hija de algún pariente pobre o de algún compadre, o también de alguna persona con quien se mantenían lazos patron-cliente. La posición de estos niños dentro de la familia podía variar de un sirviente o sirvienta explotado y gratis, hasta la de hijo adoptivo y en la mayoría de los casos habrá oscilado entre los dos extremos, recibiendo los padres de crianza servicio, compañía y afecto y el 'criado' alimento, recibiendo con frecuencia instrucción y entrenamiento en formas de conducirse y comportamiento que le hubieran faltado en su casa paterna. Pero no siempre era satisfactoria la relación y a veces un padre de crianza tenía que hacer pública la fuga de un 'criado': 'Federico Camacho, de edad de 12 años, color trigueño, se ha fugado de la casa del señor Cecilia Martínez' (41). (40) Bueno, op. cit.• 446 Y sigo

(41) Listtn, 9 marzo 1896.

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o

y finalmente la familia recibía regularmente visitas cartas de personas pertenecientes al círculo de sus clientes -grupo considerable para los más acomodados- que les solicitaban toda clase de favores: 'Señor, en virtud a la buena amistad que yo le profeso a Ud. paso a molestar su atención suplicándole me haga el favor si le fuere posible de prestarme tres pesos que necesito para principiar a trabajar mi zapatería; pues hace días que me encuentro en esta capital y no he podido dar principios a mi trabajo por falta de recursos. Sin embargo, como U<1. debe necesitar pantuflas y su familia, puedo corresponderle los $3.- en obras como Ud. lo aprecie así. También sabrá Ud. que como músico si me necesitare para alguna función en la iglesia, puede mandarme como guste. Sin más, soy su humilde y SSQSM, Rafael Cáceres', y: 'el 27 de este voy a San Cristóbal a pasarme un mes, que me manda el médico para que me dé los baños, y mi posición es mala para ese viaje, pero como es la sangre la que tengo descompuesta ..... : (42). Pero siempre había que distinguir bien a los dientes 'reconocidos' de los 'vividores' o 'pulgones', individuos parásitos que reclamaban la atención de las personas influyentes tratando de vivir de su dinero o de sus favores. Sería totalmente incorrecto concluir que la vida cotidiana social era idílica, haciendo hincapié en los aspectos 'democráticos' de ella. Había también mucho recelo y veneno, explotados por los periódicos de los vecindarios que los vecinos leían en gran detalle. Veloz incluso llega a hablar de la 'poca sociabilidad': en un barrio capitaleño como La Misericordia 'se vivía entre desconfianzas y rencores, ocasionados por los egoismos producidos principalmente por los 'correos', que en tales aislamientos, se crecían de autoridad y a veces decían la verdad y la mentira. (los correos eran gentes, que llevaban y traían. Habían familias obligadas a agradecer semejantes servicios, que a veces fueron provocadores de disgustos imperdonables)' (44). Los 'chismes' de las 'malas lenguas' oodían provocar catástrofes en los pequeños poblados con (42) Epistolario Nouel, A.C.N., 12 mayo, 12 julio 1887 (1, A

14). (44) Veloz, op, cit., 71.

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sus familias celosas de su orgullo y dignidad y podían conducir a prolongadas querellas en el seno de la familia, o entre una familia y otra. De hecho, se retiene la impresión de que latan decantada 'armonía' (con cuyo nombre o uno similar se adornaban muchas asociaciones) ya sea dentro del ambiente de la familia, del barrio, o del aparato político, tenía más bien la función de reprimir un potencial de tensiones siempre presente, que de reflejar una real armonía 'natural' de tipo pastoral. Pero la vida también tenía sus compensaciones alegres. Podía irse de caza de paloma, jugar al.dominó, ajedrez, a las damas o al billar. O jugar naipes: tresillo, poker, baccarat, siete y media, nalilla, como lo hacían los grupos sociales altos, siendo usual los juegos por dinero pero no -como entre algunos grupos medios urbanos- como profesión (45). Muchas loterías extranjeras y una nacional saciaban en parte las ansias de juego, rodeadas de muchas supersticiones: con luna nueva ganan los números bajos y viceversa. Se hacían apuestas en las galleras, que en los años noventa aumentaron en número y en el público que atraían de todas las clases sociales (46); muchos presiden tes y ministros 'aristócratas' eran conocidos por su pasión por la gallera, como por ejemplo Jimenez, padre, y Manuel María Gautier; a veces las galleras eran el escenario de serias peleas, como en 1899 cuando en San Francisco de Macorís cayeron 2 muertos y 9 heridos. (47). Los hombres más tranquilos (y las mujeres) podían frecuentar las 'veladas Iírico-literarias' que eran organizadas con frecuencia.:o leer el sumario de política extranjera que publicaba el Listtn desde abril de 1893 ('Cosmorámico'), o sino la página literaria semanal, que comenzó a publicar el periódico en 1896. En 1893 también se habían terminado de fermentar los primeros 3200 galones de cerveza de la fábrica capitaleña, y se comenzaron a fumar los primeros cigarrillos*, aunque esto sólo se hacía en la casa, porque en el 'Club Juventud' una persona que había llegado con un (45) Deschamps, op, cit., I, 283 Y sigo

(46) Listtn, 5 abrilI 89l), (47) Ibidem, 2 marzo 1899.

* El ci~arro. naturalmente, era nativo y lo fumaban en la clase baja también las mujeres, incluso las muchachas Jóvenes. 330


cigarrillo en la mano había sido devuelto dc la sala de bailes sin contemplaciones (48). Los circos y zarzuelas -como ya vimos en otro contexto- comenzaron a visitar el país, aunque a veces había que esperar cuatro meses antes de que llegara la anunciada Compañía de Zarzuelas desde Cuba. Pero el placer de ver una pieza como' El reloj de Lucerna' habrá compensado la larga espera (49). Los relojes públicos propios provocaban una reacción ambigua: la gente estaba orgullosa de tenerlos (Alix ala ba ba a Heureaux en una décima, por este obsequio a Santiago en 1885) (50), pero el ritmo de la sociedad hacía superfluo el conocimiento de la hora exacta: en la capital el reloj público de la catedral a veces tenía 45 minutos de adelanto (51). Los campesinos deducían la hora midiendo su sombra o por el abrirse de determinadas flores. Y finálmente estaban la música y el baile como diversiones universales. En los años sesenta y setenta el arpa había sido instrumento predilecto en algunas casas de ricos, después llegaron pianos, de Francia y Alemania. Los bailes elegantes eran valses, schottis, mazurkas, polkas, lanceros y cuadrillas, pero la danza por sí sola llenaba con frecuencia las tres cuartas partes del programa. Heureaux envió en 1899 la danza Germania y el vals Maine a un sobrino en Puerto Príncipe que se los había solicitado. Sólo las 'clases inferiores' bailaban, además de la yuca, sararnbo, guarapo., zapateo y fandango, el merengue en sus 'bachatas' o fiestas de barrios; al principio eran tocados sólo por cuatro, guitarra, violín, bombardino y los instrumentos de percusión criollos como maracas, palitos, güira, etc. En los años noventa el acordeón se convirtió en el principal instrumento melódico en los conjuntos típicos, agregándosele en el segundo cuarto del siglo veinte el saxofón: ya para entonces el merengue había sido aceptado socialmente: en La Vega fue bailado por primera vez en 1922 en el Casino Central, en Puerto Plata lo había sido poco tiempo antes, en el Club de Comercio (52). En la letra de los merengues se comenta ban, además de los temas obvios como el ame!' y el paisaje, también con frecuencia la (48) Listtn, 23 mayo 1893, enero 1896. (49) Listtn, 26 enero 1893. (50) Alix, Décimas inéditas, 157. (51) Listtn, 2 enero 1899. (52) Hernández, op. cit. 53 y sigo

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política. Los bailes duraban generalmente de lOa 2 ó 3 de la madrugada. Si alguna pelea tenía un desenlace fatal, el cadáver era sacado y se seguía la fiesta ... 'al extremo de mujeres a las cuales el rápido y voluptuoso tongo neo del baile permite apenas enjugar las lágrimas que así, bailando y todo, les arranca la muerte del amigo que acaban de sacar de allí, tal vez su pareja del momento anterior' (53). 'Armar la fiesta' era un fenómeno muy común, porque aún cuando era el gobierno el que organizaba los bailes en la Gobernación, el periódico se sentía obligado el comentar que 'El orden que ha reinado en el festival, (...) habla muy alto en favor de la cultura y adelanto de nuestro país (54). Pero así como el hombre de la ciudad tenía sus diversiones refinadas, el campesino tenía las suyas: hay que recordar la mediatuna, la disputa entre cantantes de décimas de fama regional que trataban de sobrepasar el uno al otro en el canto y en la improvisación de los versos, todo en medio de un público crítico que era quien señalaba al -ganador (55). La labor de las juntas o convites, que ayudaban en común a algún vecino a preparar su terreno para la siembra, era facilitado por los cantos de trabajo, que existían también para otro tipo de trabajo. Incluso los juramentos, que el campesino veía con gran respeto eran a veces vertidos en forma poética como este de una mujer enamorada: Poi ese sol que está alumbrando por ese dió que me está viendo que como tú me siga amando te seguiré siempre queriendo (56). A la preparación de la comida se le dedicaba muche tiempo y gusto, sobre todo en ocasiones festivas en e campo. La cocina urbana estaba bien equipada: 'calderos ollas de barro cocido, anafes, hornillas, librillos de barre vidriado en diferentes tamaños, una gran rueda de guayacár para picar y macerar la carne, el calderito de cobre estañade (53) Deschamps, op. cit., 278 Y sigo (54) Listin, 17 agosto. 1893. (55) Jimenez, op. cit., 92 y sigo (56) [bid, 64 .

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por dentro de forma cilíndrica en la parte superior y esférica en la inferior o base, con su molinillo para batir el chocolate, las bateitas de madera blanca (. ..). En un rincón, el ventrudo tinajón para el agua. y el pilón de pesada mano para pilar el arroz, moler el café, etc.'. (Siempre había también a mano un mazo-de varillas de toco para matar los mosquitos) (57). En el campo la comida diaria era sobria: por la mañana se tomaba café, gengibre, o infusiones de hojas de naranja o de guanábanas, endulzadas de azúcar, melado o miel de abejas. Se trabajaba en el campo hasta las 3 ó 4 de la tarde, y después se hacía la comida caliente: vegetales sancochados, y una vez a la semana, carne (SR). José Martí comió en casa del general GÓl11ez arroz blanco, y pollo con yerén, un tubérculo del tamaño de un huevo de gallina, además boniato y auyarna, un tipo de calabaza (59). En la ciudad el desayuno de los más adinerados era más extenso: arepas, mondongo, pan, queso, frituras de maíz, etc. 'a costo de centavos'; después de la siesta había una merienda con galletas, queso, té, café (60). Los banquetes de estado, celebrados por Heureaux en ocasión de visitas de extranjeros (y los menciono para señalar el otro extremo de la tradición culinaria) eran muy refinados, a veces con 12 platos ('Poisson sauce tartare, filets maitre d'hotel, asperges a l'huile ...') y 7 vinos, (Haut Sauterne, Th, Roederer frappé. champagne ... ) (61). Pero hasta en las inmediaciones de la capital había 'mucha gente del campo que, en los meses de lluvia, que son los de espera, tienen que alimentarse de una 'especie silvestre de la yuca, llamada guáyiga, para no morir de hambre (.... tal es la falta de trabajo asiduo, tal la indolencia, tal la falta de estímulos)' (62). La burguesía se dejó cautivar en estos años -ya lo vimos antes- por la manía europea de la higiene. El periódico daba consejos sobre la manera de controlar la pureza de la leche, en algunas escuelas se enseñaba higiene como materia, y en I.r7) Gómez Alfau, op. cit. 33 y sigo (58) Ibid, 66. (59 Marti, op. cit., 34. (60) Gómez Alfau, op. cit.. 70 y sigo

(61) Listtn, 27 marzo 1893. (62) Hostos, op. cit., J, 286.

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1892 el Ayuntamiento de la capital solicitó al Congreso 'prohibir terminantemente' los enterramientos en las iglesias; esta costumbre, no obstante la suma de 300 pesos con que estaba gravada desde 1883, parecía imposible de exterminar, debido al prestigio que conllevaba; pero 'las emanaciones malsanas que la falta de ventilación (... ) hacen tan peligrosas por la aglomeración de gente, que se reúnen bajo sus bóvedas' hicieron finalmente indispensable una intervención drástica de las autoridades (63). Entre las cIases bajas del pueblo y en el campo el interés por la higiene era mínimo. Los campesinos se bañaban poco y aprovechaban a veces las consecuencias naturales de la ausencia de higiene: 'las secreciones orgánicas producen hedores de una transcendencia inaguantable, sobre todo bajo las axilas, en donde se cría y esencializa el grajo. Cuando el grajo es fuerte, cría en el vello de las axilas una especie de polvi1lo, a manera de pequeños hongos, adherido fuertemente al vello. El hedor que despide un grajo es cosa insoportable, mareante, nauseabundo y contagioso. Las avispas y abejas se amansan con ese olor; por eso antes de manipular estos insectos, el que tiene bajo el brazo el arsenal de tan asfixiante pestilencia, se frota fuertemente allí la palma de la mano para saturarlo con el hedor del polvillo'. El grajo también se utilizaba para hacer que un perro se acostumbrara a su nuevo. amo; un pedazo de pan frotado bajo la axila hacía que el animal olvidara el olor de su ant iguo dueño (64). Pero teniendo o no teniendo nuevos conceptos de higiene corporal, las enfermedades contagiosas siguieron reclamando un alto número de víctimas. He aquí una selección de noticias de prensa de un año: febrero 1893, Guayubín: 'la enfermedad conocida con el nombre de Coquelenche, hace muchos estragos en los niños de todo ese Distrito'; marzo 1893: 'En Mao, la tosferina se propaga entre los niños y causa muchas muertes'; julio 1893: entre el Seybo e Higüey hay una mujer joven que padece lepra, tendida en el camino pidiendo limosna; septiembre 1893: varios casos de tifo en la capital. También el tétano y la viruela ocurrían regularmente; en 1881-1882 había habido (63) Actas Congreso, A. C.N.. 12 mayo 1892. (64) Cómez Alfau, op, cit., 64 y sigo

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una verdadera epidemia en Puerto Plata, Santiago y la Capital; no había suficiente vacuna; la gente utilizaba ácido fénico y alcanfor. Heureaux advertía a su ministro De Marchena (cuya esposa sufría la temida enfermedad) que no hiciera el caso demasiado público: 'Conviene hacer la menor alarma posible respecto de las viruelas, pues como Ud. comprenderá. es siempre desfavorable la impresión que causa en el extranjero' (65). También era común la tuberculosis: en un anuncio una mujer agradecía al doctor Francisco Carvajal por lo que ella consideraba la curación de su hijo: ya había perdido cinco hijos por la 'tisis' (66). Meriño ennumeraba las enfermedades más comunes así: 'Enfermedades endémicas: fiebres intermitentes. tisis pulmonar, desarreglos del tubo digestivo, tétano. En el calor julio-octubre: fiebres tifoideas, aunque éstas a quienes invaden por lo regular es a los europeos que abusan del clima' (67). No sólo en el caso de las viruelas" sino también en otras epidemias, la gente creía en la protección del alcanfor (igual que los médicos) llevándolo en un saquito que colgaban alrededor del cuello. Muchas enfermedades que hoy apenas son fatales, conducían entonces inevitablemente a la muerte, como la apendicitis. que a veces era llamada 'cólico miserere'. Era muy común oir decir: 'Fulano, murió de un dolor' (68). El día de año nuevo de 1893 el Dr. Henriquez y Carvajal hizo la primera ovariotomía en el país: la paciente murió. Entre este médico y su colega Xigues, se desarrolló en ese año una disputa médica poco elevada que fué llevada públicamente por medio del periódico. De hecho, el creciente número de médicos que en todas las ciudades más grandes se disputaban los favores de los más adinerados, creaba una fuerte competencia interna, y tal vez por ese motivo muchos médicos eran a la vez agentes de medicinas importadas, como la Emulsión Scott, que anunciaba continuamente en el periódico Henríquez y Carvajal, o (6$) Cartas Preso Heureauz, 14 marzo 1882, (66) Listt'n, 3 enero 1893. (67) Meriño, op. cit., 86.87. (68) Gómez Alfau, op, cit., 53 Y sigo

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'bálsamos específicos para heridas y tumores' que otro médico anunciaba (69). Las numerosas heridas de balazos y puñaladas resultado de las querellas políticas y de otra índole, dieron una oportunidad a algunas damas adineradas oe dedicarse a una actividad filantrópica: la preparación de vendas de las tiras de géneros blancos. En el campo se tapaban las heridas de balazos con puñados de tierra, y se usaba -igual que en las ciudades- la orina para friegas y a veces para ingerirla como medicina; la orina tenía que ser de un niño pequeño o de una mujer embarazada o de un anciano; o sino de una persona que tuviera determinado oficio: zapatero, herrero (70). Aquí entramos en el amplio terreno de la medicina popular; entre éste y la medicina 'oficial' los límites eran en realidad vagos, así como las categorías de los practicantes de ambos tipos de medicina. A su vez los límites entre la medicina y la magia también eran vagos, pues es obvio que las muchas enfermedades que amenazaban a la gente, así como los peligros de otra índole, -política, amorosa- la ponían fácilmente en contacto con los que prometían ayudarles con medios sobrenaturales. Regularmente se veían en el periódico noticias, como la de 'la Bruja Damiana' que vivía en Mao adentro y que pedía 25 centavos por sus consultas, o sobre la prisión de un haitiano como Pedro David en San Cristóbal, conocido como 'bocó' practicante. de la religión vodún ('jodú'), y acusado de infanticidio (71). Si la enfermedad era muy grave, en las ciudades se detenía el tráfico en la calle donde vivía el paciente y se colocaban sogas en cada esquina. El velorio, la vela en espera de la muerte, lo pasaban la familia y los amigos (y las inevitables 'aves nocturnas') tomando café, comiendo queso y fumando cigarros. Después del fallecimiento las mujeres estaban supuestas a llorar a gritos y a veces histéricamente, cosa que a veces provocaba 'ataques' ('aquí se necesitan fuerzas de hombre'), y se trataba de revivir a la desmayada con sales, u oliendo plumas de gallina quemadas. A veces era necesaria una sangría, efectuada por el médico. Si el llanto había sido insuficiente se oía decir con menosprecio: (69) Listtn, 2,3 enero 1893, julio 1896. (70) Gómez Alfau, op. cit.• 6·1 y sigo (71) Listin, la mayo, 24 abril, 1893.

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'Aquí no hubo más que lagrimitas'. Como no había hielo (antes del establecimiento de la primera fábrica de hielo, este producto era traído sólo incidentalmente en goleta por especuladores) el cadáver era conservado colocándole el: el vientre cataplasmas de jugo de limón o de naranja. El tiempo de luto para las viudas, madres, padres e hijos variaba de 5 a 10 años, para hermanos y hermanas y tíos, 2 a 3. Durante el luto las mujeres no usaban aretes, o forraban los aretes con tela negra para que no se les cerraran los agujeros en las orejas (72). La burguesía asistía al entierro vestida de etiqueta negra, costumbre que protestaba el Listín en 1893, por la carestía de esta ropa, y porque era difícil de conseguir. Se preguntaba el periódico cuándo, igual que en Caracas, podría irse a un entierro con ropa corriente (73). Los pobres eran transportados en el mismo ataúd: 'Había un rústico y anti-higiénico ataud, provisto de andas, pintado de negro al que el pueblo le dió por nombre 'El Negrito' y se trasladaban en él, hasta la sepultura, a aquellos desheredados de la fortuna que, en la más absoluta pobreza, morían en los hospitales, o en algún mísero barrio'

(74). En el campo Jimenez distinguía, (también) en los velorios, tres clases de público: 'los que comparten con fidelidad el pesar de los dolientes', los 'veloriómanos, que van a comer y a contar cuentos' y 'los enamorados oportunistas'. Las parientes femeninas del fallecido se retiraban en alguna habitación durante el velorio, así como durante la 'vela', 9 días después del fallecimiento. Durante estos nueve días los vecinos se ocupaban del trabajo y llegaban a la prima noche y por la noche en grupos, para acompañar a los deudos. El día del entierro se consideraba, igual que en la ciudad, que el profuso llanto de las mujeres era una obligación social, para 'dernotrai sentimiento'. Si alguien había enterrado su dinero o prendas -costumbre muy generalizada por la ausencia de bancos y por las frecuentes revoluciones- y si esta persona moría, la creencia popular era que su alma no podría entrar en el cielo hasta que alguien no encontrara su tesoro. El que lo (72) Gomez Alfau, op, cit., 110 y sigo (73) Listin, 20 mayo 1893. (74) Gómez A Ifau, op. cit... 115.

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encon (faba mandaba a decir una misa por el muerto; así uno ganaba el paraíso, otro una fortuna. Además de la 'vela' a los nueve días después de la muerte y en el primer día de la muerte (velas de muertos), también había 'velas de ofrecimientos' o 'de canto', por 'alcanzar una gracia del Cielo solicitada con vehemencia'. En la casa se improvisaba un altar con un mantel blanco sobre una mesa, un crucifijo encima, franqueado por dos velas grandes. Durante algunas horas se oraba, después se comenzaba a contar cuentos y adivinanzas y a cantar, y, .en algunas regiones del país, a bailar, a veces hasta la madrugada (7 S). Así la fuerza vital surgía no obstante la muerte, el amor nacía en medio de los enlutados, el baile se imponía después de la devoción, y el arquetipo dominicano del buscador de fortuna hallaba una justificación moral al adjudicarse bienes ajenos. Este capítulo no pretende dar una descripción extensa de una cultura popular sumamente rica, de las muy variadas tradiciones urbanas y pueblerinas a fines del siglo 19: para eso hay que leer los libros aquí citados. La 'vida cotidiana' sólo pudo ser esbozada aquí a grandes rasgos, ilustrada aquí y allá con ejemplos que espero fueran interesantes, y con algunas peculiaridades que quizás sean poco conocidas. Contrariamente a lo que hice en los capítulos anteriores, aquí no he hablado de 'cambios'. Tal vez el material disponible fuera insuficiente para hacernos concluir que hubo importantes cambios en la vida familiar y cotidiana en la segunda mitad del siglo 19. Puede ser también ~y esto me parece más probable- que los cambios que sean un poco notables sólo podrían encontrarse analizando un período más largo. Las mayores y más intensas influencias extranjeras que ha tenido el país en el siglo 20 --hay que pensar en el período de la intervención norteamericana (1916-1924), pero también en el impacto de radio y televisión, del avión y del cine- y, en términos internos, la comunicación cada vez mejor entre ciudades y campos que ha acortado la distancia entre ellos, y que ha traído a muchos campesinos a la ciudad; todas estas influencias han tenido sin duda consecuencias: el carácter (75) Jiménez, op, cit., 1, 23 Y sig., 152 Y sig.. 158 Y sigo

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autoritario de la figura paterna ha cambiado, los raptos ya no son normales, el fuerte lazo entre los compadres en el campo se ha aflojado y ya el ahijado no está obligado a arrodillarse, para mencionar aquí sólo algunos ejemplos. Resumiendo, y utilizando los términos de Mannheim, podría decirse que la cultura dominicana ha perdido algo de su característico énfasis en la distancia social, que se ha hecho menos 'aristocrática' (apuntando que en esta terminología también los campesinos eran, 'aristocráticos' en su cultura). Al preguntarse si estos cambios deben ser aplaudidos, hay que reflexionar que un juicio de esa índole está fuera del terreno científico. Pero sí parece justificado señalar, que no debe sobreestimarse el campo que abarcan estos cambios: para la generación que ha vivido y que ha sufrido este proceso de transformación, los cambios parecen cataclismos; pero el que observa desde alguna distancia no ve en el paisaje cambios drásticos y el analizador nota que la composición de la tierra también ha permanecido casi igual. Los cambios económicos, agrarios, demográficos, políticos ideológicos, tecnológicos han sido efectivamente notables en los últimos cien años. ¿Pero han cambiado intrínsicamente las actitudes esenciales dentro de la familia. la actitud entre protector y cliente, entre amigo o enemigo político, la actitud hacia la poesía y las ciencias naturales, hacia el sacerdote y la mujer, hacia la madre y la hija') Si así fuera habría que suponer que la forma en que el individuo percibe su ambiente y que determina por eso el 'tipo de personalidad básico' o-término todavía más peligroso-- el 'carácter de un pueblo', tendría un ritmo de cambio paralelo al de los cambios -vdcterminados principalmente por causas externas- en la estructura económica, tecnológica y demográfica. Al leer una descripción que data de hace ochenta años, de la vida económica, el lector contemporáneo se sentirá trasladado instantáneamente al pasado, pero esta sensación será mucho menor cuando lea: 'El dominicano es hospitalario, honrado y afable (oo.), siendo activo y laborioso cuando le place. Ama con ardor la música y las fiestas (oo.); tan hidalgo como valiente; tan disimulado como suspicaz; tan despejado como astuto; tan osado como benévolo. Arrojado y terrible en: el combate, es humanitario y compasivo en la victoria (oo.) Resulta resistente en el trabajo, pero sin espíritu de

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orden ni de economía ( ...) Ama la poesía ( ...), le impulsa a amar lo bello (.oo)' El dominicano es profundamente religioso sin que jamás (.oo) pierda de vista a Dios, a quien juzga asistiéndole en sus miserias y alegrías Desgraciadamente, los dominicanos son por lo general apasionados hasta la festinación, luchando siempre entre los extremos de la volubilidad y de las ambiciones (oo.) (7ó) Una descripción que data de 75 años, como la anterior, del dominicano en su relación síquica con el ambiente social puede hoy en día provocar -como otrora-- discusiones. pero no puede ser desechada por anticuada, o porque pueda decirse a priori que sea inaplicable a la actualidad. No debe concluirse de lo antedicho, que para mí queda así contestada la pregunta crucial de las ciencias sociales sobre la primacía de cultura (o superestructura) frente a la estructura. Pero el material recopilado sí indica que esta pregunta no tiene respuestas fáciles. Cada institución social tiene su propia cultura y estructura, y .el impacto que tiene una institución determinada sobre el resto de la realidad social, depende de muchos factores. Pudiéramos comparar las instituciones sociales con árboles cuyas raíces alcanzan profundidades diversas y cuyo follaje abarca áreas de diversos tamaños. Parece haber algunos, como la institución patrón-cliente (complementada por el sistema de santos patronos de la Iglesia Católica), como la institución de la familia extensiva y la del compadrazgo, y la institución que puede resumirse con los términos personalismo o caudillismo, que han influenciado la sociedad por tanto tiempo y tan profundamente, que las innovaciones sociales recientes han sido moldeadas o transformadas según el ejemplo de esas viejas y probadas formas y actitudes. . 0Ja~á, que el material .re~og!do en este libro inspire a una discusión sobre esta hipótesis y otras similares basad' . . . as d en la rea lid 1 3 empt rica.

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34í


INDICE

Prefacio

9

Cambios en la estructura agraria 1. Introducción: la situación agraria hasta 1875; 2. Los cambios 3. Los efectos.

13 II

Cambios en la estructura demografica y en la distribución geografica de la población. 1. La población nacional; 2. Inmigración: a. Los metodistas norteamericanos, b. Los judíos sefardíes de Curazao, c. Los canarios o isleños, d. Los peninsulares, e. Los cubanos y puertorriqueños, f. Los haitianos, g. Los inmigrantes de las islas británicas;· holandesas y danesas del Caribe, h. Los 'árabes', j: Los italianos, k. Los chinos, i. Otros, m. Las actitudes hacia la inmigración; el plan de inmigración de judíos rusos, n. Aportes culturales incidentales de los inmigrantes 3. Otros datos cuantitativos demográficos 4. La distribución geográfica de la población: a. En general, b. Santiago y Santo Domingo, c. La ciudad que quedó atrás, d. La aldea.

III

43

Cambios en la estructura de las comunicaciones. 1. Los 'antiguos' medios de comunicación 2. El regionalismo 3. Los nuevos medios de comunicación interna: a. Ferrocarriles, b. Telégrafo, c. Teléfono, d. Correos, e. Puentes, Puertos, planes de canalización, f. Innovaciones en el transporte urbano; electricidad; acueducto, g. Vapores dominicanos 4. La ampliación de la comunicación externa.

89

.349


IV

Cambios en la estructura del poder económico. 1. El surgimiento de los nuevos productos 2. Tabaco fren te a cacao, café y azúcar: a. La in f1uencia de los nuevos productos en la rel ación productor-comerciante, b. Cambios en la relación entre empresarios y Gobierno, c. El comerciante y la comunidad, d. El sistema económico y administrativo del Gobierno, e. El sistema monetario, f. Cambios en las relaciones económicas con el exterior.

V

Cambios en la estructura de los aparatos de sanción. 1. El ejército' 2. La marina 3. El órden público. 4. La justicia.

VI

115

161

Cambios en las ideas y estructuras politicas. 1. El debate sobre lo ideal y lo realizable 2. Los partidos politicos 3. El caudillismo politico 4. I;-a 'dictadura criolla' de Heureaux S. El vocabulario politico.

189

VII Cambios en los órganos de trasmisión cultural. 1. La enseñanza. 2. La prensa y las aSOCIaCIOnes

3. La masonería 4.

Las organizaciones religiosas

S. Las artes 6. La imágen de Europa y de los Estados

Unidos en los grupos dirigentes.

350

229


VIII Cambios en la estructura social. 1. La estratificación social y economica 2. Las relaciones raciales: la actitud hacia Haití.

IX

271

La vida familiar y cotidiana.

313 Bibliografía 341

.351


E

L DR. H. HOETINK es holandés, . casado con dominicana. Actualmente desempeña las funciones de director del Instituto de Estudios del Caribe de la Universidad de Puerto Rico. Ha sido director del Centro de Estudios y Documentación Latinoamericanos de la Universidad de Amsterdam. Desde hace unos quince años reside en el Caribe (Curazao, Santo Domingo, Puerto Rico). Entre sus estudios publicados hay un libro sobre la historia social de Curazao, y otro sobre las relaciones raciales en el Caribe: Caribbean Race Relations (Oxford University Press, Nueva York, 1971). Su próximo libro, a publicarse por Harper & Row, Nueva York, es un estudio comJ?arativo de la esclavitud y las relaciones raciales en América. El Dr. Hoetink ha publicado, además, artículos para revistas y libros, en Alemania, Brasil, España, Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda. El Pueblo Dominicano es un esfuerzo encaminado a describir los cambios sociales, políticos, económicos y culturales operados en la segunda mitad del siglo 19, tan importante en la historia de nuestro país. El libro se basa no sólo en la literatura histórica existente, sino también en materiales de archivos dominicanos. Contiene, por lo tanto, muchos datos e interpretaciones nuevos, hechos que no dejarán de llamar la atención de los h ist oriadores y sociológos dominicanos. Algunos capítulos del presente libro fueron publicados en la revista Caribbean Studies del Instituto de Estudios del Caribe. Fueron favorablemente comentados en la Revista ¡AHORA!, de Santo Domingo, y galardonado con el premio 1970 de la Conference on Latin American History, Hispanic Foundation de los Estados Unidos.


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