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José Acosta Territorios extraños Premio Nacional de Poesía “Salomé Ureña de Henríquez” 1993-1994, República Dominicana
BIBLIOTECA DIGITAL DE
AQUILES JULIÁN
Muestrario de Poesía 53
MUESTRARIO DE POESÍA 53 – TERRITORIOS EXTRAÑOS – JOSÉ ACOSTA
Biblioteca Digital
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Territorios extraños José Acosta, República Dominicana Edición digital gratuita de
Muestrario de Poesía
53
Editor: Aquiles Julián, República Dominicana. Coeditores asociados: José Acosta New York Primera edición: Enero 2010 Santo Domingo, República Dominicana Muestrario de Poesía es una colección digital gratuita que se difunde por la Internet y se dedica a promocionar la obra poética de los grandes creadores, difundiéndola y fomentando nuevos lectores para ella. Los derechos de autor de cada libro pertenecen a quienes han escrito los textos publicados o sus herederos, así como a los traductores y quienes calzan con su firma los artículos. Agradecemos la benevolencia de permitirnos reproducir estos textos para promover e interesar a un mayor número de lectores en la riqueza de la obra del autor al que homenajeamos en la edición.
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MUESTRARIO DE POESÍA 53 – TERRITORIOS EXTRAÑOS – JOSÉ ACOSTA
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Contenido Mangú de palabras en la tierra del corn flake / Aquiles Julián
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Introito
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Primera Puerta
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Esta ventana Detrás de las teclas quizás un ave Transformación Nombrar Formas del azar Este viaje Enciendo un fósforo Lo que ha entrado a la noche Buscaremos la puerta
11 12 13 14 15 16 17 18 19
Segunda Puerta
20
Y de repente Naufragio Somos reales sólo Posada La tortuga Debajo del vino La manzana El fuego El ave existe en una jaula de plumas La noche cuelga de la luna
21 22 23 24 25 26 27 28 29 30
Tercera Puerta
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Un niño para estas mariposas En la llama Esta forma lejana de ser hombre
32 33 34
MUESTRARIO DE POESÍA 53 – TERRITORIOS EXTRAÑOS – JOSÉ ACOSTA
4 Hoy tan solo hoy La niñez nos parece ahora Existe un espacio Cuando ya no eres tu espalda Más allá del retorno Inmensamente joven Pregunto De este lado La nostalgia Los dedos manchados
35 36 37 38 39 40 41 42 43 44
Última Puerta
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El relámpago Y entonces… No decir Tras mí, el espejo Ignoto no, humano Nos duele que la sola presencia Allá abajo Aunque esté completo Siempre he temido Silueta del día Al final de tus dedos En un día que nunca viviré Mis paredes infinitas Antes de abrir la puerta Quiero
46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59 60
Entrevistas José Acosta: Hondura y Emoción / Rosa Silverio Entrevista al poeta José Acosta / Fausto Leonardo Henríquez “El poeta es un analfabeto ilustrado” / Juan Manuel Parada
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José Acosta / biografía
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Con el poeta Víctor Villegas MUESTRARIO DE POESÍA 53 – TERRITORIOS EXTRAÑOS – JOSÉ ACOSTA
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Mangú de palabras en la tierra del corn flake Por Aquiles
Julián
José Acosta me honra con permitir que este modesto esfuerzo editorial digital amplifique y lleva a los lectores de Muestrario de Poesía su libro Territorios Extraños, ganador del Premio Nacional de Poesía “Salomé Ureña de Henríquez” 1993-1994, de República Dominicana. Periodista y escritor, navegante de las grises y nerviosas aguas de New York, nuestra Meca, viviendo en la presión de la cuartilla y el desarraigo, deambulando en una sociedad compartimentada, excluyente y racista, en que la soledad golpea inmisericorde y la insolidaridad es una cultura, José Acosta vive del trasiego de las palabras. Su talento se encabrita y se desata de la crónica diaria para sumergirse en los territorios extraños de la imaginación y emerger con poemas, cuentos, ensayos que le permiten escapar a un mundo gris, obtuso y aplastante. Los escritores dominicanos han ido forjando un espacio relevante en los Estados Unidos. Ya tenemos nada menos que un Premio Pulitzer. Y junto a Junot Díaz tenemos a una escritora igual de prestigiosa y reconocida: Julia Álvarez. Díaz y Álvarez asumen el inglés como su lengua principal y en ella han forjado su obra. Desarraigados prematuramente del lar nativo, la isla fue construyéndose míticamente en los relatos hiperbólicos, prodigiosos y distorsionados de familiares, amigos y conocidos. Esas experiencias, sumadas a las visitas al terruño antillano, han nutrido una materia prima que les permitió tejer historias que cautivaron al lector norteamericano, dejándolo sorprendido, pasmado. Junto a ellos, también contamos con una amplia cantidad de escritores que por diversas razones, económicas sobre todo, pero también de proyección y superación personales, cuando no de necesidad de escapar a un ambiente estrecho, sórdido y mezquino, se han radicado en los Estados Unidos y allí han continuado su obra. Autores como Norberto James, Miguel Aníbal Perdomo, Miriam Ventura, Evan Lewis, José Alejandro Peña, Médar Serrata, Aurora Arias, León Félix Batista, Orlando Alba, Tomás Modesto Galán, Franklin Gutiérrez, Jorge Piña, César Sánchez Beras, Silvio Torres Saillant, Fernando Valerio Holguín, René Rodríguez Soriano, Diógenes Abréu, Ligia Minaya, Daisy Cocco de Filippis, entre muchos otros talentosos y meritorios escritores dominicanos, radican en “los países” y han originado una literatura que, aunque calificada como “de la diáspora”, es tan dominicana y propia como cualquier otra.
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6 Uno es lo que es y partir de lo que es, escribe. Borges es intensamente argentino, igual Cortázar. Uno escribe a partir de una cultura y esa cultura se sorbió con la leche materna, inflamó nuestra carne, nos contaminó sus esplendores y horrores. Cuando leí “La fiesta del Chivo” no pude menos que entender que esa novela no pudo escribirla un dominicano. Vargas Llosa no lo es, y su novela es un episodio dominicano visto y relatado por un peruano, tal como las crónicas de la caída de Trujillo debidas a periodistas norteamericanos amplificaron medias verdades de una sociedad que ha hecho de la mentira un rito y del chivo expiatorio una tradición. Así, Julia Álvarez y Junot Díaz pueden escribir en inglés o en swahili, pero no pueden dejar de pensar y escribir como dominicanos (y por razones de mercado, es inteligente hacerlo en inglés). Algo semejante le sucedió a Juan Luis Guerra, que intentó hacer una versión aplatanada de Manhattan Transfer y se encontró en el proceso con algo inusual, inesperado y desconcertante: 4-40, nuestro sabor, nuestra cultura y nuestra tierra. Eso y no lo otro, le dio trascendencia y proyección internacional. Cuando un escritor expresa su cultura y su sangre, abre una ventana por la cual podemos asomarnos a conocer un poco de una manera de vivir, de padecer y de gozar la vida. Cada país produce un tipo de manera de escribir, unos temas queridos, una manera de convivir con las palabras… Y no importa hacia dónde se viaje ni dónde uno se radique, ese país que formó nuestros primeros años y que pobló de santos, espíritus, demonios, terrores y esperanzas nuestra infancia, emergerá una y otra vez en cualquier lengua y nos definirá y singulizará. Creo que tenemos que sentirnos enormemente orgullosos de gente como José Acosta y demás escritores dominicanos radicados en los Estados Unidos. Una imagen superficial nos presenta como pueblo de bachateros, comberos, peloteros y prostitutas; de mulas y narcotraficantes, de mano de obra ilegal y semianalfabeta, de políticos corruptos y venales, matones entorchados, de catástrofes naturales y playas soleadas. Somos todo eso…, pero somos más. También somos la tierra de Oscar de la Renta, Juan Luis Guerra, Julio Sabala, Charitín Goico, Ramón Oviedo, Michael Camilo, Zoé Saldaña, Marcos Díaz, Carlos Piantini, José Antonio Molina, de científicos y profesionales relevantes… Somos un país pequeño en extensión y en cantidad de habitantes, con una historia desventurada y triste, llena de errores propios y abusado de diversas maneras por países más poderosos y grandes, a los que también nos hemos sabido enfrentar con hidalguía y arrojo. Pero también somos un pueblo con valores sorprendentes, con una solidaridad abrumadora, con una alegría despampanante, con una idiosincrasia sólida; con baja autoestima, sí, pero con mucho de que enorgullecerse. Y parte de ese mucho son estos valiosísimos escritores radicados en los Estados Unidos y otros países, que contribuyen con su obra a demostrar que somos más que esa imagen de postalita que nos vende como un gran resort y dos o tres aldeas pintorescas con sexo barato y fácil. Gracias a José Acosta y a tantos por ser nuestros reales y verdaderos embajadores y representantes, por dignificar con su trabajo y sus vidas nuestra nacionalidad.
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José Acosta
Territorios Extraños
Premio Nacional de Poesía “Salomé Ureña de Henríquez” 1993-1994 MUESTRARIO DE POESÍA 53 – TERRITORIOS EXTRAÑOS – JOSÉ ACOSTA
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A mi madre que nunca ha amado la poesía
Blog de José Acosta: http://www.acostajose.blogspot.com Blog de los escritores de Santiago: www.escritoresdesantiago.blogspot.com
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INTROITO
VISIONES: (Habrá que encender una vela para mirar el sol)
Yo no hablaré de lo increíble que al tocarnos de repente abre ranuras en nuestra solidez humana. Simplemente me asomo con sigilo a unas aberturas extrañas en el muro que separa mi incredulidad de mi creencia. Observo al otro lado el espacio que compone “lo que no creo”, y comprendo que he aislado la parte esencial de lo que busco: miro el color arrepentido de subir a la rosa, una mujer perdida en alguna parte de su deseo, y el vino que nunca quisimos beber, desatando las palabras de un dios. Sé que somos una mezcla de mundos y que hemos cerrado siempre la puerta a lo irracional, a lo que no alcanza la altura de lo verosímil, y que, sin embargo, llena de roturas el círculo de la existencia. Pero al final de las sombras estaremos siempre nosotros, como un monumento a la dualidad de esta forma hundida en los espejos, y aquella, lejanamente cerca, que desconocemos pero al mismo tiempo admitimos. Y heme aquí, delante de estas aberturas, frente a algo extrañamente cierto; quizás frente a mí mismo, creyéndome.
El autor.
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Primera Puerta Jamás se alcanza el horizonte, salvo cerrando los ojos
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Esta Ventana
Esta ventana está abierta hacia sí misma: anillo entre dos sombras, túnel por donde regresan mis ojos a mi rincón de sangre. Esta ventana no está abierta a nada, no hay un chorro de humanidad hirviendo entre sus párpados, ni un camino rodando en su distancia ni el olor a presencia de algún pájaro. Esta ventana no está abierta a todo, no tiene un hombre hundido en su estatura no tiene una lámpara empujando las tinieblas no tiene un gato dormido en su misterio ni una voz trepando los espacios. Esta ventana está abierta hacia su ventana hacia su solitaria humanidad en la pared de un algo. Esta ventana está abierta hacia sí misma hacia la inocente realidad de su existencia.
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Detrás de las teclas quizás un ave
Quizás algo terrible pasó aquel día que lo olvidamos todo. Quizás este planeta no es la tierra que nos prometieron. Quizás morir sea la única forma de negarlo todo. Quizás el mal sea el esquicio real de lo humano; y el bien, el modo de admitir que no somos de este mundo. Quizás nunca lleguemos a encontrar lo que buscamos. Quizás no valga la pena el pensamiento.
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Transformación
He escrito la palabra profundo y ha nacido un pozo en mi papel donde cabe el mundo. Cruzo el lindero de la palabra y ya profundo es una mancha donde se pierde la mirada. Escribo agua y bebo. Sangre y lloro. Hoy todo lo escrito ha buscado su efigie su osadía de ser, su forma. Y he aquí escribo hombre y surge alguien que me besa. Escribo Dios y algo se esconde y mi papel simplemente tiembla.
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Nombrar
Nombrar es ponerle tamaño al infinito. Digo 2 y lo reduzco a 2 ignorando su universo. Disminuyo a campana la campana y olvido que en ella flotan eternos los sonidos. Digo Tierra y desaparecen los planetas. Amor, orquídea, tumba, y los sepulto en la osamenta de sus nombres. He aquí el arcano, la razón eterna de que Dios olvide la verdadera dimensión del hombre y lo reduzca a hombre.
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Formas del azar
No hubiera sido necesario que naciera la rosa para creerla. Ni que asomara su cabeza encendida por algún espacio del mundo. Aunque no hubiera llegado nunca, algo, quizás una piedra, tendría el nombre de rosa para crear el enigma de su inexistencia. Y estoy seguro que alguien pintaría su forma metafísica como algo nuevo, y así poseería la eternidad misteriosa de las cosas creadas sin haber nacido.
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Este viaje
Este viaje no tiene distancia, sólo vida. No tiene caminos, sólo huellas; y sólo se compone de sueños. Este viaje: terrible el punto de regreso cuando aún no hemos llegado y más, el punto de partida, regresando. Este viaje no es del hombre hacia el mundo sino del mundo hacia el hombre: (pozo hecho hacia el cielo, niño pariendo a su madre) este viaje tiene la verdadera esencia del Todo, sin horizontes perece donde comienza la vida y nace en el mismo instante de la muerte. Este viaje no tiene viaje sólo hombres.
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Enciendo un fósforo
Enciendo un fósforo y nace mi mano. Sobre el fondo una moneda flota o quizá la redondez luminosa del ojo de un gato. Hago ascender mi mirada arañando las tinieblas y se hace libre allá, a lo lejos, en la cima de todos los quejidos. Es que estás a mi lado y aún no lo sabía es que viajan en mí todos los pueblos y ahora, precisamente, llaman a mi puerta. Enciendo un fósforo y nace tu cuerpo tejido con la noche. Todo está tan cerca a veces, a un frágil dolor de distancia pero en verdad tememos horriblemente saberlo.
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Lo que ha entrado a la noche
La noche y toco las paredes húmedas de un grito. En su dimensión caben una ciudad desplomándose, el alado jardín que es la luciérnaga y la sangre que regresa del abrazo. Lo que termina en el grito es la piel que recorro los habitantes del patio, la desnudez horrenda de una mosca, y el pájaro que en este instante dentro de sí mismo vuela. Exploro campanas, cristales quebrándose, raíces creciendo. Rescato pared a pared la memoria del llanto el final del silencio el origen el dolor quizás de lo que realmente muere.
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Buscaremos la puerta
Buscaremos la puerta por donde entró la oscuridad. El espacio interior de los dedos lleno de mágicas llaves que abren las figuras. Tal vez sea esto una habitación o el mundo, una abertura en qué creer, frutas de luz, el temor del jardín frente a la noche. Una puerta, un grifo derramando la oscuridad a chorros.
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Segunda Puerta Quizás esta lluvia no baje del cielo sino de la memoria.
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Y de repente (Aún hay un árbol en mi niñez que siempre quise trepar)
Y de repente encontrar en mi memoria el misterio de una puerta que una vez no quise abrir. Trasponerla y descubrir del otro lado el otro destino que nunca tomé. Verme, entonces, bajo la lluvia de una ciudad desconocida ignorando el amor de este perro que silencioso sigue tras de mí. Y sentir en mi inconsciente que esta calle me conoce, y que, tras otra puerta que ahora me detiene frente a sí, pueden estar los objetos amados de otra casa mía o el espanto de hallar de nuevo la realidad del lugar donde siempre he permanecido.
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Naufragio
Con un abrazo se le rompe la superficie al hombre que se ahoga.
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Somos reales sólo
Somos reales sólo en el pensamiento de un gusano con alas de papel y patas horribles. ¿Cuándo empezamos a existir en su cerebro y a qué hora la creación nos hizo de vanos materiales cerca del humo y la piedad? El ojo del gusano de abre en el vacío y busca algo firme donde apoyar nuestra forma. Rueda entonces un rostro sobre un muro también imaginado. Cae la razón de la sonrisa y luego la sonrisa. Cae la razón de la mirada y luego la mirada; y ciegos sólo podemos ver la mano del amor los espejismos rotos del amos, y a lo lejos un alado gusano que siempre confundimos con una mariposa.
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Posada
Posada, la mariposa duerme su porción de siglo. Se extravía en su materia en el orificio que es. De pronto, un intento brusco de regreso de salir de ella hacia este día; torpes revoloteos en la nada sólo sus alas están en el presente.
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La tortuga
La tortuga es un reloj diminuto en las arenas. Morir para que sea el tiempo. Ella crece bajo un huevo marrón y una esfera cuadrada. Para que sea el tiempo respira y se abandona en el ciclo de las piedras y las patas. La tortuga, si muere, sostiene el infinito sobre su espalda eterna.
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Debajo del vino
Debajo del vino, la pequeña tortuga que soporta el infinito nos hace creer en el amor. Ella, en vez de piedra es un agujero celeste donde una lámpara inunda de olores luminosos las paredes profundas. Si tocamos sus bordes el precipicio se torna de cristal y el recipiente, del que hemos bebido, penetra más allá de los ojos derramándose en alguna grieta de nuestro dolor. Creer en el amor y en nuestras manos que apenas nos sujetan a un pedazo del tiempo.
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La manzana
La manzana es atravesada por un sueño enorme mana sangre de su materia imaginada luz de su origen flotante, y mana toda ella de sí misma. Jugoso reino. Aposento roja y partida donde beben ríos sus otras dimensiones de estar y de existir. La flecha en el vuelo no existe olvidada la mano ella aún no es a un instante de una manzana rota. Entrar y morir en la perpetua posición del cuchillo. Un pedazo rueda al fondo del cerebro y crea al otro. La manzana Es entonces y huele a eternidad.
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El fuego
El fuego sólo pudo derramarse hasta el final de una fruta. No pudo derribar el muro que nos separa de las madres ni apagar la luz de su torrente. Vino de atrás, de donde Dios nos teme.
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El ave existe en una jaula de plumas
El ave existe en una jaula de plumas. En el fondo de su muerte, allá abajo vuela haciéndose cierta en lo irreal. También tú si mueres dejas algo real en lo irreal. En algún lugar de tu vacío donde solo el pensamiento te creó, existes. A lo largo de tu muerte hay ranuras horribles por donde la vida pasa como una luz presentida. Si crees en el ave, tú serás el ave y al nacer en otro horizonte del dolor querrás volar también dentro de tu jaula de plumas.
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La noche cuelga de la luna
La noche cuelga de la luna y la tormenta arrastra vestigios de miedo hasta tu puerta. La casa es un niño mojado. Abres la sábana como un viejo portón y entras a ese espacio donde siempre crees que vas sin saber que regresas; donde sales, entrando; donde no sientes la lluvia mientras llueve.
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Tercera Puerta No dejes que tu infancia, esa infinita lealtad de los celestes, sea revocada por el destino; incluso al preso, que lóbrego se pudre en la mazmorra le asiste en secreto hasta el final.
Rainer María Rilke
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Un niño para estas mariposas
Si aún no te he creado, huella, ¡por qué guías ansiosa mi retorno! Ando mendigando un latido y procuro mis alas. Busco al sexo que acarició mi cadáver y mi silencio quiere escalar su sollozo escarpado hasta caer de bruces al baúl de todos los sonidos. Me faltó a la cita el aliento y los únicos lienzos que pintó mi luz se los llevó la noche bajo el brazo. El tropel de la existencia no me atropelló atropellándome. La era me negó el hospedaje y me abandonó cuando apenas me ataba las sandalias rotas del tiempo. Procuro mis alas y mendigo un latido para devolver la sonrisa al único ser que se ahogó con mi sombra. Huyendo de la nada traigo en mis hombros la alegría, ¡denme un latido para devolverla! Porque tras el umbral de unas rosas unos ojos me sueñan correteando brioso a las tenues mariposas.
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En la llama
En la llama hay otro planeta que sólo las mariposas conocen.
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Esta forma lejana de ser hombre
Que esta gota de agua sea mamá eternamente sola rodando por mi cuerpo. Que sea yo lo que piensa una ventana la luz inmensa de una piedra o simplemente el túnel que une a un niño a mis palabras. Quiero por fin empezar a saber lo que es un gato o un pedazo de mariposa traído por el viento.
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Hoy tan sólo soy
Hoy tan sólo soy un poco de mí. Anclado a una mariposa mi espacio sin límite vacío está de mi complejo sacrificio. Un pedazo se fue en el beso que inventó un planeta otro en el abrazo que tejió mares y allá en el sueño mis cinco rostros desatados de mis cien edades. No creo aún que exista soy un algo hoy tirado entre las aguas un pedazo de ser en los labios de los peces. Ya ves, este espacio mío me es tan grande que apenas puedo sujetarme de una rosa. Ya ves, he crecido tan poco en mi estatura que sólo soy una gota de humanidad en el espacio infinito de un hombre.
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La niñez nos parece ahora
La niñez nos parece ahora como haber llegado de un sueño. Lejana, como todo lo esperado, como si vivir siempre en sus rincones fuera una promesa ineludible. Y ya todos sus artificios, que fueron reales en nuestra visión, se desmoronan como objetos de arena. Y llegamos a descubrir que aquella casa de cartón, construida con nuestra alegría, ha perdido de repente el misterio de sus paredes y su ubicación en nuestros sueños. Que el carro de hojalata (por el que tanto peleaba mamá) se desaparece en alguna abertura del recuerdo; y que aquella ventana, donde amamos la sombra de una mujer, se ha ido cerrando, en una calle por donde ya no creemos que anduvimos.
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Existe un espacio
Existe un espacio en mí mismo un túnel de espejos y voces donde las dimensiones no se ponen de acuerdo. Vacío de donde un dios me expulsa y me obliga a existir.
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Cuando ya no eres tu espalda
Lo que fue es una escalera por donde subimos todavía. Un abismo de tiempo donde la vida se desprende y se nos va vaciando algo como de una botella sobre el aire. Lo que fue es un trayecto hondo por donde sólo retorna el pensamiento; un pozo, y en el fondo aún está una mujer, pariéndonos.
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39
Más allá del retorno
Te veo y no sé de dónde me nace este afán de inexistencia este retorno por el pasadizo del tiempo más allá de tu vientre escalar tus raíces, tu volver en los pasos del olvido por el túnel de la creación. Este regresar al origen del mundo a tu Eva y más allá a las sienes de Dios a borrar mi nombre del libro de la vida. No sé por qué te veo mamá y me dan ganas de haber nacido primero que Dios.
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Inmensamente joven
Inmensamente joven, este hombre, perdido en su juventud como dentro de una habitación cuya única puerta sólo da a la vida. Con su pasado tan pequeño aún como una naranja; y su presente inmenso, pleno, desbordante. Su presente es su cuerpo, la fortaleza de su sonrisa, los muros firmes para apoyar sus sueños. Y tiene manos este hombre para tocar su dicha y atar a la enorme atmósfera de su tiempo el amor de los que aún no han perecido: como este día, o el cuerpo roto de las palabras que todavía no le ha proferido su madre. Su futuro sin embargo es esta puerta hacia la existencia. La abre, y se mezcla con nosotros.
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Pregunto
Pregunto si tiene usted disponible algún pedazo de su cuerpo para mi fortuna. Es que no encuentro lugar para tanto ser en la extensión de mí mismo. Vaciado en mí esta agua inunda el último agujero de mi rostro. Ser tan enorme para el ser crecer más de lo debido en tan poca materia en tan poco dolor y en tan poca muerte. ¿Habrá en su sonrisa lugar para la mía? ¿Tendrá su pecho espacio para mi corazón? Hoy soy tan inmenso, que de mi propio cuerpo me derramo.
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De este lado
Quizás nacer fue equivocar el rumbo un ir al lugar donde nunca hemos querido estar abrir un espacio en el azar o un agujero inocente en la creación. Quizás nacer fue la única forma de romper nuestro pacto con la eternidad.
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La nostalgia
La nostalgia es un despojo que secretamente amamos. La puerta que da a algún lugar del pasado donde algo de nosotros se quedó y aún vive y se rehace. La hermosa muñeca de nuestra hermana mayor de la que nos enamoramos bajo la cama grande de papá. El primer ataúd que entró al centro de la casa llenando las paredes de vacíos y la muchacha que nos albergó una noche en su miedo. Porque hay un refugio en algún lugar donde somos todavía realmente nosotros ignorando lo que somos ahora.
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Los dedos manchados
Los dedos manchados de polvo de la mariposa que bate su figura y extiende el espiral de su boca hasta el pozo dulce que es mamá. La lámpara existe más allá de su luz. Alguien limpia con un trapo el sueño de mi rostro y lo tira sobre el sillón donde el viejo solía leer las alas de los insectos. Es muy de noche en la muerte que solo papá vive. Es tarde para empezar a amar el mundo.
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Última Puerta El cielo es una desaparición.
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El relámpago
El relámpago nace y no tiene tiempo de recordarse a sí mismo. Rasga el rostro del cielo, y no llega a comprender que es la única herida de la nada. ¡Quién pudiera escalar su esquelética forma de raíz para mirar por sus rendijas el escondite de Dios!
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Y entonces...
La mancha indecisa del aire pende vuela ingrávida y va cayendo..., cae y entonces es sangre. Adquiere forma tamaño color, es sangre. Riachuelo por donde el dolor se desliza y se vuelca el sudor verdadero del alma. Es sangre lo que ha creado el cuchillo con ser en su inocencia cuchillo solamente. Sangre que una vez fue en la sangre un pájaro tormenta, el empujón brutal que tiembla entre los hombres.
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No decir
No decir nada es contarlo todo. Grumo donde el silencio se explica con su multitud de llamas apagadas. Cuando el símbolo se revela ya no es símbolo y el ojo deja de existir con la mirada. He aquí el laberinto donde nadie ha nacido para poder ser, y aún siendo no será nunca.
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Tras mí, el espejo
Ese ser que me traspone no soy yo siendo yo mismo. Mis huellas colecciona y buscarme es su condena. Inexiste sin mí, yo sin él dejo de ser luz infinita. Ese ser que me traspone algún día quebrará el cristal me seguirá sin seguirme y será yo, cuando sea nadie.
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Ignoto no, humano
Un borrón tal vez es un verso buscándose. Abriendo en el olvido sus ojos muertos y extendiendo su noser a lo que será algún día. (Embriagado quito; pongo: del otro lado del vino. Tacho muerte; escribo: alma sin mí. Alegría quizás, no!, agua que me crea.) Detrás de lo borrado tiembla ansiosa de brotar, la palabra enorme la palabra viva; el misterio que llena el único vacío de lo indescifrable.
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Nos duele que la sola presencia (Lo que duele no es la soledad es el espanto de no encontrarnos solos en nosotros mismos) Nos duele que la sola presencia de los pies nos ate tanto a la tierra. Que estemos pensando en algo perdido al final de nosotros: en el dolor lejano de una uña o el temor de encontrar un vacío en el camino blando del sueño. Nos duele este no sentir sintiendo este tocarnos y de repente no dar con nosotros, esta nada horrenda habitándonos. Nos duele despertar en cualquier momento y descubrir cerrada la puerta de lo que somos.
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Allá abajo (Hoy es un buen día para morir)
Abrí una puerta extraña al final de lo pensable. Una ranura en las paredes que encierran lo vivido. Y no fue un sumergirme en la región donde el sueño nos anida porque no hubo barcas ni mariposas tangibles y ni siquiera el carruaje desnudo de una mujer amada. Fue un cruzar las barreras del recuerdo hacia el lugar donde nunca hemos sido. Fue un llegar al borde de la vida a mirar, allá abajo el enorme vacío que algún día seremos.
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Aunque esté completa
Aunque esté completa, con todas sus partes en el justo lugar de su origen, la diminuta caja de música ya jamás dejará caer sus cristales por mi oído. Algo se liberó de mi estatura y se apartó a mi sueño, primero los pasos para hallar sus huellas y luego la mirada para encontrar sus ojos. Aquel dolor distante que nunca llegó alcanza mi otro dolor ubérrimo de alas. Todos los hilos de la marioneta se han roto y en la casa ahora aparte del quejido dentro de un ataúd hay otro ataúd enormemente vacío.
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Siempre he temido
Siempre he temido que este puente se desprenda. Que de repente se precipiten de mi cuerpo la sonrisa, la mirada y el abrazo. Que vaya todo lo que me habita a parar en el vacío. Que yo sólo sea algo roto, un escombro de todo lo vivido, un artefacto disperso en la dimensión de la carne. Siempre he temido que estos cimientos cedan a tanto polvo acumulado, que esta vigas se corroan con tanto querernos; que esta calle que somos, por donde pasa a veces desnudo nuestro amor, de pronto sucumba y se desplome junto a todo lo que siempre nos olvida en la memoria.
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Silueta del día
Puedo derribar la mañana y extender infinitamente la noche con sólo cerrar esta ventana. Puedo subir por el día a tientas y caer en otras tinieblas y desvestir el espacio con sólo cerrar este artefacto de luz. Puedo incluso dejar de existir en este sueño y volver a lo profundo de ser eternamente sombra. Puedo hacerlo ahora pero hay un pájaro volando tras su cristal que lleva en su silueta el misterio de la vida.
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Al final de tus dedos
No sé en qué parte del cuchillo inventa la muerte sus rumores o si este dolor cabe en el silencio o si es tan vacío este retorno hacia la nada. Sólo sé que me has hundido en tus ojos y que al final de tus dedos está ya intangible, la noche.
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En un día que nunca viviré
Yo soy inocente de esa música de ese lirio roto sobre el aire de estos ojos cerrados para siempre. Yo no soy el que navega en este espacio no soy el que crea en este instante esta forma horrenda del silencio. Ahora abren otras cosas que a las puertas olvidan: Abren manos en las huellas del deseo y abren mi rostro en un cuerpo diferente. Yo soy inocente de este abismo de este azul erguido en el misterio yo no estoy ahora en esta rosa.
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Mis paredes infinitas
He puesto con cuidado los ladrillos del día frente a todos mis espacios. Se ha marchado la sombra ladrillo a ladrillo de mi laberinto terrestre. Sé que hay un sol como un túnel solitario detrás de éste tan caliente y una rosa, tras este otro, que flota en un perfume. Y estoy seguro que tras este ladrillo trémulo que apenas se sostiene en la columna hay un pájaro trepando el pulmón del mundo. Todo ante mí es de barro esculpido excepto aquella ventanilla distante dentada con barrotes donde la otra realidad se disuelve en un fascinante atardecer fugaz sobre todo lo terrible de la existencia. Venid a verme hombres de la tierra antes que se desplomen mis paredes infinitas.
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Antes de abrir la puerta
Antes de abrir la puerta ya sabía que los pájaros se suicidaban en la lejanía de su cárcel porque un camino de cruces en el cielo me llevó los ojos por sus rendijas. Y sabía que unos labios me esperaban mordiendo la luna y tragándose las oscuridades en su esfera; que un ataúd absorto se mordía los labios y que el sepulcro me esperaba con su boca abierta. Antes de abrir la puerta yo lo sabía todo. Pero desnudé su sombra y ahora camino como un sonámbulo detrás del sonido de una campana lejana que me dice terriblemente que estoy vivo.
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Quiero
Quiero ocupar el lugar de mi sombra abrirme paso en la niebla hasta tropezar con la orquídea. Minar el último laberinto del cristal donde las miradas se pierden y tienen que retornar a sus abismos. Quiero sencillamente cantando penetrar por los ojos absortos de dos espejos que se miran.
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José Acosta: Hondura y Emoción
Entrevistado por Rosa Silverio José Acosta es uno de los escritores dominicanos contemporáneos más destacados. Su escritura, honda y reflexiva, emocionada y misteriosa como una puerta secreta, ha cautivado a sus lectores y se ha ganado el respeto de la crítica literaria. Empezó como poeta, pero luego diversificó su escritura e incursionó en otros géneros como el cuento y la novela. Acosta nació en Santiago de los Caballeros en 1964. Escritor, agrónomo y reportero del rotativo neoyorquino El Diario/La Prensa. Ha publicado varios poemarios dentro de los que cuentan Territorios Extraños (Premio Nacional de Poesía, 1993), En el secreto llamado (Primera mención de honor Concurso “La Porte des Poétes” en Francia, 1994), Destrucciones (Premio Internacional de Poesía “Odón Betanzos Palacios” de New York, en 1998), El evangelio según la Muerte (Premio Internacional de Poesía “Nicolás Guillén” en México, 2004). Además, publicó el libro de cuentos “El efecto dominó” (Premio Nacional Universidad Central del Este) y la novela “Perdidos en Babilonia” (Premio Nacional de Novela, 2005). Pero José Acosta no sólo es un escritor muy premiado y prolífico, sino que también es un promotor de las letras de su pueblo, ya que hace un tiempo abrió el blog Escritores de Santiago desde el cual difunde junto a otros colegas, la obra de otros escritores de su ciudad natal. ROSA SILVERIO: Escribes poesía, cuento, ensayo y novela, ¿cuál de esos géneros te gusta más trabajar? JOSÉ ACOSTA: Hasta 1998, yo era sólo poeta y me sentía bien siéndolo. Pero una tarde un amigo me dijo: Pero, ¿por qué no escribes cuentos? Escribí un cuento, se lo mostró a los pocos días, a él le gustó y entonces me convertí en cuentista. Luego, como era natural, pasé a la novela, que se convirtió en la gran ladrona del poeta y cuentista que había en mí. Hoy día, me siento ser un prisionero de ese género. Cada vez que pienso en escribir, se me presenta ante mí un capítulo para engordar a la ladrona: la novela. RS: El proceso de selección de temas y de creación en cada autor es distinto, ¿cómo se da en ti? JA: Al principio es una madeja enredada; muchas historias saltan como cabras locas en mi cabeza, hasta que logro atrapar una, temblorosa aún, entre mis manos. Es el hilo de la madeja que después iré desenredando. No bien tengo la punta del hilo, que siempre resulta ser una frase, a veces confusa, como por ejemplo, ¿qué harías si te quedaras solo en el mundo?, voy y la consulto con algunos de mis amigos, los escucho y a las pocas semanas me pongo a escribir. RS: Eres un escritor de provincia, como yo, ¿eso ha significado un handicap en tu carrera literaria o acaso has sabido utilizar tus raíces pueblerinas en tu beneficio? JA: Creo que todo escritor es escritor de provincia. ¿Dónde está situada esta provincia? En la tierra de su imaginación. Sin ella, no se sería escritor. La India que nos revela Forster en su celebrada Pasaje a la India, además de ser la India verdadera, es la India de su imaginación. Uno no sabe dónde empieza una y termina la otra. ¿Que Conrad era un polaco que se comunicaba en perfecto francés pero escribía en inglés, idioma que aprendió después de los 20 años de edad? Quien lee El corazón de las tinieblas, Lord Jim, o El pirata, se dará cuenta que su 'provincia' era el mar, y más que el mar, su imaginación. RS: ¿Piensas tú como otros autores que los escritores de provincia son marginados en República Dominicana? JA: Antes habría que hacerse unas cuantas preguntas, ¿marginados de qué? ¿De la Literatura Dominicana? Y si es así, ¿quién los margina? Soy de los que creo que ningún escritor, ni nadie, tiene el poder de marginar a otro escritor, ya sea de provincia o de cualquier lado. Quien margina al escritor es su propia obra; en otras palabras, el escritor se margina a sí mismo. ¿Cómo? Muy sencillo. Por más promoción que haga un escritor de sus libros, por más que aparezcan en revistas locales o internacionales, por más que se presente en televisión, en teatros, en conferencias, si el libro no tiene calidad, el tiempo se encargará de darle el puesto que se merece: el zafacón. Pero si la tiene, por más que en una época específica se empeñen en ocultarlo, el libro se elevará y se colocará en el lugar que le corresponde. Todavía hay quien piensa que fue Max Brod quien, al no destruir los manuscritos de Kafka, como éste le pidió en vida, salvó a Kafka del anonimato. No; quien colocó a Kafka en el mapa de la literatura mundial, fueron sus libros. Si la obra de Kafka hubiera sido pobre en términos literarios, hasta el mismo Max Brod habría desaparecido de la faz de la tierra, y hoy nadie lo recordara.
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Para ilustrártelo con una anécdota, te cuento que en la Primera Feria del Libro Dominicano en Nueva York de 2006, un escritor vino de República Dominicana a presentar su primera novela. En el programa la actividad suya se asignó a un salón con capacidad para unas 30 personas, en el segundo piso de la escuela que servía de sede al evento. Cuando el escritor inspeccionó el espacio, pegó el grito en el cielo. Para evitar escándalos, se le armó un salón, junto a unas exhibiciones de artesanías, con más capacidad de público. Pero el asunto no quedó ahí; el amigo trajo consigo todo un pliego de exigencias, tipo artista de Hollywood. Pidió la bandera dominicana a sus espaldas, que antes de empezar la puesta en circulación se tocara el Himno Nacional; que al lado suyo se sentara algún dignatario, el Cónsul Dominicano en Nueva York, si era posible. En fin, después de que casi lo mandaran a la mierda, empezó el acto. Llevó a su hermano para que leyera su biografía y éste, antes de leerla, contó durante media hora anécdotas de la infancia del escritor, tan conmovedoras, que a mí casi me sacan las lágrimas. Una señora tuvo que salir del salón con un pañuelo, llorando a moco tendido. Después habló uno de esos críticos de bolsillo, creando tal expectación sobre la novela, que todos nos comíamos las uñas, ansiosos por escuchar la lectura de algún capítulo. Para coronar el acto, se levantó el autor, y, con semblante contrito, pero ufano, antes de leer fragmentos de la obra, recordó a los presentes lo bien que la crítica de España, Alemania y otros países había recibido la novela. Hizo una pausa para dejar crecer el suspenso, abrió el libro y empezó a leer. Minutos después, el aire de expectación se transformó en desencanto. ¡Con qué "prosa" más plana, árida, vacía, el amigo narraba unos acontecimientos carentes de interés, fríos, sin gracia! Por más de hora y media el autor había salvado su obra, pero su obra no pudo salvarlo a él. RS: ¿De dónde surgió la idea de abrir el blog Escritores de Santiago? ¿Acaso es una manera de reivindicar a los autores de tu ciudad? JA: Me hallaba en el Festival Internacional de Poesía de Nicaragua, cuando charlando con un amigo sobre la literatura de mis amigos de Santiago, me encontré con la dificultad de no poderle dar ejemplos de lo que hacían. Así que decidí, con la ayuda de Máximo Vega, Ramón Peralta, Puro Tejada y Pedro José Gris, crear un blog con la finalidad de, primero, dar a conocer esta literatura tan singular y fascinante, y, segundo, para no quedar mal con la gente, y poderles decir, muy bien, ¿deseas conocer nuestras cosas?, pues visítanos en este portal. RS: Eres uno de los autores dominicanos más premiados, tanto dentro como fuera del país. ¿Qué han significado esos reconocimientos en tu carrera literaria? ¿Han servido para algo más que engrosar el currículo? JS: Han servido para pagar las cervezas en reuniones de mis amigos, una excusa para charlar sobre nuestros intereses comunes. Servirán para que, cuando mis hijos crezcan, puedan decir: "Mi papá ganó tres veces el Premio Nacional de Literatura de su país", aunque ellos hayan nacido aquí, en Estados Unidos, y su lengua materna sea el inglés. Y han servido para obtener grandes satisfacciones, entre las más recientes, la inclusión de un cuento mío en la antología Las palabras pueden, de Inicef, donde aparecen más de 200 escritores de renombre internacional, como Vargas Llosa y Saramago. Y esta semana, una editorial brasileña me compró los derechos del cuento "El efecto dominó", para una antología panamericana de cuentos. RS: Cuando publicaron tu novela Perdidos en Babilonia, con la que ganaste el Premio Nacional del año 2005, no quedaste satisfecho con la edición que hizo la Editora Nacional. ¿Qué opinión te merece el trabajo que realiza este organismo, la calidad de sus ediciones y sus mecanismos de distribución? JA: Lo de Perdidos en Babilonia fue un problema de control de calidad. Soy amigo personal de León Félix Batista y me niego a creer que hubiera manos oscuras detrás de la publicación. Lo que sucedió fue lo siguiente: la noche de entrega de premios, León, muy amablemente, me entregó las galeras de la novela para que yo las revisara. Al llegar a Santiago, desde que empecé, me di cuenta de inmediato de los innumerables errores que cometieron los "correctores", errores garrafales, como quitarle el guión del diálogo a los diálogos y ponérselo a las acotaciones. Llamé de inmediato a León y le expliqué el problema. León me prometió que iba a publicar la novela tal y como yo se la mandé. Pero, cuando salió, era la versión de los errores, no la original. Yo me quejé y ahí quedó todo. Con relación a la calidad de las impresiones, me parece muy profesional; sobre la distribución no puedo hablar, porque desconozco los mecanismos que usan. No sé si sabrás que mi novela alimentó por un tiempo el cotilleo literario de la capital. Hubo un escritor que se dedicó a difamarme, vendiendo la idea disparatada de que Perdidos en Babilonia yo se la había plagiado a él. A mí me sorprendió mucho, más que el chisme, la gran imaginación del escritor de marras, porque, a la sazón, la novela era inédita, no había sido publicada, por lo que se suponía que sólo los tres miembros del jurado y yo la conocíamos. Como el disparate que dejó correr se le cayó de la mata, dejó correr otra bolita, más maravillosa todavía; dijo, según me contaron de fuente oficial (hasta el secretario de Cultura me lo dijo), que yo le había robado la idea para escribir la novela, y no sólo eso, que yo era un ladrón de ideas; que todo lo que yo he escrito, estoy escribiendo y escribiré, provienen de la fuente inagotable de ideas de ese escritor. Vaya, me dije, de verdad que admiro al tipo, ¡qué obesa vanidad! Y sabes qué es lo que más me agrada de su último fogonazo, que en literatura, eso de "robar" ideas es una gran verdad. Cada vez que un escritor sale a la calle, escucha algo que le llama la atención, o ve algo que zarandea sus instintos, está "robando" algo de alguien. Recordemos la llamada memoria vicaria. Uno de los "ladrones" de ideas más extraordinarios que ha dado la literatura universal es Shakespeare, como todo el mundo sabe. Ni qué decir de Cervantes, y hasta el mismo Unamuno: su novela Niebla destila trozos de Calderón y
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63 Descartes. Ahora bien (y aquí está lo malicioso del tipo), querer vender la idea (que muchas mentes anémicas se creyeron en la capital, sin siquiera pedir pruebas) de que todo lo que yo he hecho y estoy haciendo proviene de la fuente inagotable de ideas del señalado escritor, desborda la ficción y pasa al terreno de los cuentos de camino. Quien lea Perdidos en Babilonia se dará cuanta de que la novela no está armada con una idea, ni con diez, sino como miles de ideas, muchas de ellas (me agrada decirlo) tomadas de amigos, de desconocidos y hasta de mi padre, a quien, por haber sido oficial de las Fuerzas Armadas, le debo la atmósfera soldadesca que envuelve a uno de los personajes principales. A los que actúan bajo el dicho de "Difama que algo queda", les regalo esta frase del Quijote: "Nos ladran, Sancho, nos ladran... señal de que estamos avanzando". RS: ¿Y quién fue ese escritor que te acusó de plagio? ¿Bajo cuáles argumentos se amparaba? JA: Es uno que hoy día ocupa un puesto muy importante en la Secretaría de Cultura, que no voy a mencionar pero sé que cuando lea la entrevista se reconocerá en lo que digo. Era una persona de dos caras. Delante de mí se vendía como el gran amigo, pero por detrás era todo lo contrario. En una ocasión, incluso, siendo Pedro José Gris jurado del Premio Nacional de Poesía, y como yo le había comentado que se rumoreaba que el premio se lo iban a conceder a un libro mío, éste señor llamó a Pedro José Gris (que en ese tiempo era como su hermano, pero después lo traicionó) y le dijo que convenciera al jurado de no darle el premio a José Acosta, porque José Acosta lo había plagiado. El pobre Gris, sin pedirle pruebas, se lo creyó, y el premio se lo dieron a otra persona. Como te expliqué, como el tipo goza de mucho prestigio en el mundillo literario dominicano, su palabra es ley y él se aprovecha de eso. Difama sin aportar pruebas y la gente de tonta no las exige. RS: ¿Has leído su obra o él ha comentado contigo sus proyectos literarios como para que pueda deducir algo semejante? JA: Como éramos amigos, yo leía sus textos y él los míos, tal y como hacen dos buenos colegas del oficio (te recuerdo a Borges y Casares, guardando las distancias). A veces yo le contaba alguna anécdota, a él le gustaba para un cuento, y a mí no me importaba que él la tomara. Pero en una ocasión en que él me contó una anécdota a mí, que a mí me interesó para escribir un cuento, después de insistirle que escribiera un cuento sobre ella por unas dos semanas sin que me hiciera caso, yo tomé la anécdota y la incluí en un texto, pensando que a él no le iba a importar. Cuando se lo dije, su reacción fue explosiva, digna de un estudio psiquiátrico. Tomó la anécdota, escribió un cuento y no contento con ello, le compró el derecho de autor y lo publicó en una lista de Internet, para que quedara constancia de quién era el verdadero dueño. Yo lo tomé a risa (todavía éramos amigos) y terminé eliminando la versión mía del texto que había escrito. De ahí en adelante, pese a que tenemos más de siete años que no nos dirigimos la palabra, todo lo que escribo y sale a la luz, este tipo sale diciendo que son ideas de él, que yo soy el ladrón de sus ideas, sin aportar una sola prueba. Todavía no he encontrado a nadie que me haya demostrado que un texto mío se parece ni siquiera en una línea a un texto de este señor. RS: ¿En qué manera eso te ha afectado? JA: Para serte franco, en nada en lo absoluto. Si lo que él buscaba era que yo dejara de escribir, que abandonara mi carrera literaria, se equivocó de estrategia. Si lo cuento, si a todos los amigos que tengo le hago la advertencia de la doble cara de este señor, es con la intención de prevenirlos. Muchos de los que he prevenido contra él no me lo han creído, hasta que este señor no le ha hecho una de las suyas. Su técnica (si podría llamársele así) es ésta: se te acerca, te ofrece su amistad con gran cordialidad y hasta se atreve a hacerte grandes favores; pero cuando él ve un asomo de talento en ti, que pueda de algún modo hacerle sombra a su carrera, entonces busca la manera de darte el golpe por la espalda. RS: Actualmente vives en New York y quería preguntarte qué tan grande es para ti el peso de la nostalgia por tu pueblo y si como le pasa a algunos inmigrantes que ya tienen mucho tiempo residiendo fuera, te sientes dividido entre dos tierras. También me gustaría saber si todo eso ha influido en tu visión como autor. JA: Ahora se habla mucho de escritores de la diáspora dominicana. Particularmente, no me siento a gusto con el cartelito, por una sencilla razón: cuando llegué a Nueva York, ya era escritor, ya llevaba pantalones largos. Me considero un escritor dominicano que por razones económicas se estableció en esta urbe. Y como viajo todos los años a mi patria, no le dejo espacio a la nostalgia. Cada día, antes de empezar a trabajar, leo los periódicos dominicanos, y antes de acostarme veo el noticiero de mi país. ¿Ha influido mi condición de emigrante en mi literatura? Claro que sí. Como ser viviente, todo lo que me rodea entra en mis sentidos por ósmosis, y lógicamente tiene que aparecer en mis obras. RS: ¿Tienes planeado regresar definitivamente al país? ¿Cuándo? JA: Un día de estos, ya lo verás. Ya tengo mi casa allá y ahora pienso comprar un apartamento para instalar mi biblioteca personal. Palito a palito se teje el nido. RS: ¿Qué le recomiendas a un escritor incipiente además de que “crea en sí mismo”? JA: Que lea sin parar, en el baño, en la iglesia, en el parque, en el café y hasta en la casa de la novia. Yo viví durante cinco años en San José de las Matas, donde trabajaba hotelería en la Mansión. En la biblioteca del pueblo tenían la colección completa de los Diálogos Socráticos de Platón, unos libros inmensos que inspiraban miedo. Como me propuse leerlos, todas
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64 las tardes, al salir del trabajo, me sentaba en la pequeña biblioteca, cuyas grandes puertas de dos hojas se abrían hacia el poblado, desde la colina en que estaba situada. Cerca de un año después, cuando ya era muy conocido en el pueblo, muchas personas me contaron que sobre mí se había tejido una especie de leyenda; me llamaban el Tipo Loco que Leía unos Libros Enormes, y no pocos dudaban de que anduviera mal de la cabeza. Otro consejo: que escriban con sinceridad, que es el grado más alto de la autenticidad. Y, sobre todo, que no crean en vacas sagradas. RS: ¿Cuáles han sido tus influencias literarias y cuáles autores dominicanos son para ti indispensables? JA: De todos los escritores que he leído, he aprendido algo. La enumeración sería larga y tediosa. Pero si, estando a punto de morir, me concedieran unas horas para leer, no dudaría en bajar de mi anaquel Los Miserables de Hugo, un puñado de cuentos de Bosch, Díaz Grullón, Máximo Vega, Manuel Llibre Otero, Noé Zayas, René del Risco Bermúdez; Tiempo muerto de Stanley, unos versos de Wislawa Szymborska, la Ifigenia Cruel de Reyes y, al final, Eternidades de Ramón Peralta, Las Voces de Pedro José Gris, la obra completa de Mieses Burgos, la Invención del Día de Mármol, y Banquetes de aflicción de Cayo Claudio Espinal. RS: Perteneces a la Generación de los 90, ¿qué piensas de los demás escritores de esta época? ¿crees que realmente han hecho un aporte significativo a nuestro acervo literario? JA: Todos sabemos que una generación literaria es un grupo de escritores que, nacidos en fechas cercanas y movidos por un acontecimiento de su época, se enfrentan a los mismos problemas y reaccionan de modo semejante ante ello. ¿Qué acontecimiento realmente importante nos marcó? Esto daría para un libro de ensayos. Creo, empero, que a la generación del 90 y a la que viene por ahí, le ha tocado ver primero con asombro, para luego aceptarla y formar parte de ella, la llamada "era de la comunicación". Son los escritores de la velocidad, de la red cibernética, los invasores del ciber-espacio; con ellos desaparece el género epistolar, que tanto jugo se le sacó en siglos pasados, para dar paso a los mensajes fugaces, a esos ripios cibernéticos que llamamos correos electrónicos, que ya empiezan a deformar el idioma. ¿Cómo hemos reaccionado literariamente ante ello? Eso lo veremos después, cuando consigamos sensibilizar (o humanizar) ese alud que se nos viene encima cada día a través de la Internet, y que aceptamos y del cual formamos parte. A la inocencia perdida hay que contraponer una nueva inocencia, así sea inventada. Como hemos crecido literariamente a la par de esta corriente, hemos sabido de cuando en cuando recalar en la orilla, encender una fogata y escribir un manojo de libros que quedarán en la Literatura Dominicana y Universal. RS: Y la literatura de los jóvenes, ¿la conoces? ¿qué te parece? JA: He leído muy poco a los jóvenes. Uno que otro libro, textos sueltos, poemas y cuentos que me envían. Siento un alejamiento total del sentido filosófico, neobarroco, que caracterizó a la generación de los 80; y a ese aire de nostalgia, de melancolía, que nosotros le imprimimos a la poesía en los 90, ellos le agregan una suerte de atrevimiento, de desafío: la frente ceñuda del toro a punto de embestir. Dentro de este grupo hay que mencionar a Rubén Sánchez Féliz, Osiris Vallejo, Valentín Amaro, Augusto Bueno, Víctor Saldaña, Ramón Gil, Yaniris Espinal, Sandra Tavárez, Johanna Díaz, Altagracia Pérez, Gregorio Espinal, y muchos de los jóvenes del Taller de Narradores de Santiago, del Taller del Centro de la Cultura, y de los movimientos literarios Interiorista y Contextualista, cuyos frutos ya se están viendo. RS: ¿En cuáles proyectos estás trabajando actualmente y hasta dónde llegan tus aspiraciones literarias? JA: En noviembre terminé un poemario y una novela y ahora en enero empecé otra. ¿Mis aspiraciones literarias? Seguir cultivando la pasión de mi vida: la literatura. Un día feliz para mí es aquel en el que logro una buena cuartilla, charlo con un amigo en un café, y al llegar a casa, entre el jolgorio de los niños y la nobleza de mi mujer, tomarme una copa de vino, pensando en el porvenir sin desesperanza.
miércoles 16 de mayo de 2007
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Entrevista al Poeta Jose Acosta Por Fausto Leonardo Henríquez Nueva York, 12 de Febrero de 2004. Eran las cuatro de la tarde, en un restaurante del Bronx, a unos pasos de la Corte Suprema de Justicia, al término de degustar una comida con sabor criollo, tuvo lugar la siguiente entrevista con el poeta y escritor dominicano José Acosta.
1. EL HOMBRE
F.: José, Dinos algo del hombre que eres, algo de tu vida cotidiana.
J.A.: Soy un hombre normal, en el buen sentido de la palabra. Tengo dos niños que adoro, de cinco y tres años. A quienes apodo los “churumpunes”. Cada uno de ellos se pone un nombre. Uno es Supermán Montruo, y otro Supermán Sopa. Tengo doce años de casado con mi esposa. Una vida de pareja normal. Yo divido la vida mía en varias cosas: en mi trabajo, mis hijos, mi hogar y también la literatura.
F.: No has dicho nada de tu país, familia, padres y hermanos.
J.A.: Nací en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Tengo dos hermanas y un hermano. Él trabaja para la empresa Verizon en Santo Domingo. Una de mis hermanas es secretaria y otra es enfermera aquí en Nueva York.
2. EL PROFESIONAL
F.: Háblanos del hombre profesional.
J.A.: Soy graduado en agronomía, duré cinco años es esa profesión. Un señor, que tenía problemas cardíacos, -tenía el corazón grande- una vez me dijo: “Mira, en la vida tú no sabes de qué vas a vivir”. Poco después el señor murió. Y con el tiempo me daba cuanta de es verdad, que uno no sabe de qué va a vivir, porque después que yo me gradué duré cinco años ejerciendo la profesión, pasé a trabajar hotelería. Yo nunca lo imaginé. Ahí duré cinco años. Trabaje de gerente de recepción en un hotel de montaña La Mansión, que queda en San José de Las Matas, [Santiago, R. D.] Entonces en San José de Las Matas conseguí la residencia norteamericana y vine aquí y empecé a trabajar en una zapatería.
F.: ¿En qué año aconteció esto?
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J.A.: Era el año 1995. En la zapatería me asocié con un cubano -muy buena persona- que también estaba recién llegado y pusimos una bodega. De la bodega, entonces, compramos un video, y del video pasé a trabajar periodismo. Ya te puedes imaginar todos los saltos que yo he dado. Aquí ejerzo el periodismo, pero no sé si yo voy a vivir de eso toda la vida, porque los planes míos son ahorrar suficiente dinero para poner un negocio en mi país.
F.: ¿Cuánto tiempo llevas ejerciendo el periodismo?
J.A.: Tres años, en el Diario La Prensa.
3. EL ESCRITOR
F.: Háblanos del escritor.
J.A.: El escritor que es José Acosta, es un escritor muy meticuloso, muy exigente. Al punto de que hay muchas cosas que yo he rechazado que quizás para otras personas pueden ser buenas. Yo recuerdo que cuando escribí mi primer libro “Territorios Extraños”… Dentro de ese libro hay poemas que seleccioné de una mascota llena de poemas. Es decir, yo escribía una mascota de poemas durante equis período de tiempo, varios años, leía la mascota y quizá había un poema que me gustaba, entonces sacaba ese. Lo otro lo tiraba a una pira y lo quemaba. Así que tú puedes imaginar lo exigente que soy yo en ese sentido. Me considero una persona que, con el tiempo comprendí, quizás no era esa la mejor manera de seleccionar mis poemas. Era una manera demasiado gráfica. Pero también me dije que una persona cuando va a publicar un libro tiene que lanzar lo mejor, porque ya después que sale ese libro no es tuyo, es del mundo. Y el mundo va a verte a ti reflejado en ese libro. Lo que diga ese libro, lo que representa ese libro, es lo que se va a ver de ti. Y, gracias a Dios, ese libro [Territorios Extraños], ganó el Premio Nacional –fue mi primer libro-, entonces yo me di cuenta, al ganar el premio nacional, que había otra gente que cría que ese método que yo utilizaba también era bueno. Aunque ya no implemento ese método.
F. ¿Puedes darnos tu punto de vista sobre la creación del cuento?
J.A.: El cuento, a diferencia de la poesía, yo creo que es algo que no necesita de la inspiración del escritor. Necesita más bien de la creación del escritor, de ese poder de la imaginación que tiene el ser humano. La poesía te nace en un momento y es como un impulso que tú tienes que plasmar en una página. Un cuento no, un cuento surge como una idea que se va desarrollando. Empieza con algo. Puede nacer, incluso, hasta de una frase o de una imagen que tú veas en la televisión. Yo tengo cuentos que han nacido de una imagen que he visto en la televisión o de una frase que yo he escuchado, o de una historia que alguien ha contado. Entonces, ese tipo de cosas tú las vas adornando con palabras. La poesía, como te dije, es más bien relumbrón. El relámpago de pronto nace no se sabe dónde. Y tiene la necesidad de salir de ahí,
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67 porque si te quedas con eso estás cerrando la puerta a tu propio ser.
F.: ¿Tú te sientes poeta o cuentista?
J.A.: Yo creo que cuando nació el cuentista, se murió un poco el poeta. Es decir, antes yo recuerdo, que cuando escribía tenía unos momentos fabulosos. La poesía me llenaba. A veces me estaba bañando y tenía que salir del baño todo mojado porque tenía que escribir un poema. Ya eso no me pasa. Eso desapareció inmediatamente yo empecé a escribir narrativa. La narrativa es una cuestión que tú necesitas pensar, que tú necesitas unir pedazos dentro de tu cerebro, a armar cosas para luego tú sentarte a escribir, porque también el cuento no funciona cuando te llega la idea. Tú tienes que tener el cuento hecho antes de tú sentarte a escribir. Porque si te sientas a escribir sin tener el cuerpo hecho, lo que te va a salir son pequeñas frases deshilachadas. La poesía no, la poesía es precisamente esas frases deshilachadas, pero que tienen un sentido. Un sentido que quizá uno se lo da, no con palabras, sino en un sentido espiritual.
F.: ¿Tu experiencia en la narrativa te ha llevado más allá del cuento, por ejemplo, a escribir novela?
J.A.: Sí. Yo tengo dos novelas terminadas. Estoy en una tercera, en una tercera versión que complementa a esas dos novelas, porque hubo un personaje de una que saltó hacia la otra. Es una cosa increíble. Tengo dos novelas terminadas, completas, pero hay una tercera que mezcla a una con otra, porque, como te dije, hubo un personaje que aparecía en una novela poco definido. Yo me di cuenta de que ese personaje era uno de los personajes de la otra novela. Entonces yo me dije: yo tengo que reescribir esto, me salga bien o me salga mal. Así nació mi tercera novela, que es la reflexión definitiva de las otras dos donde ya ese personaje está bien definido y se mezcla con los otros personajes con mucha armonía.
F.: ¿Qué autores han influido en ti o te han ayudado a comprender por dónde debes caminar como escritor?
J.A.: Cuando yo escribí mi primera novela cometí un grave error, que fue que yo me propuse no escribir con poesía, es decir, eliminar todo lo que era poesía y lo que escribí fue algo muy seco, algo que no tenía gracia, algo que no tenía ese espíritu que le proporciona a un texto largo, narrativo, la poesía. En la segunda, entonces, yo me propuse ser más yo, más poeta, más dinámico. Eso me resultó mejor. Pero, qué pasa, yo recuerdo que cuando empecé a escribir poesía, escribí un par de cuentos que leí a varios de amigos míos (Ramón Peralta, Puro y esos muchachos). Y lo que hicieron fue que se rieron, porque eran unos cuentos que parecían unos chistes. Entonces yo dije: no, yo no sirvo para esto, es decir, estos cuentos como que son muy “funny” [cómicos, chistosos]. Y abandoné el cuento y me quedé tranquilo con mi poesía. Pero después, con el tiempo, leyendo a autores como Gunter Grass y Ambrose Bierce, yo me di cuenta de que hay un género de narrativa que es así, que es eso. Yo creo que espiritualmente mi dirección iba hacia ese principio de narrador, es decir, narrador con cierto humor negro, con esa picardía. Entonces, lo que hice fue que cuando descubrí estos autores que escriben así, yo dije: aquí es que yo estoy como narrador, de ahí es que yo tengo que partir. Y por eso, entonces, surgen, por ejemplo, varios personajes
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68 que están dentro de mis novelas que son eso, personajes sumamente reales –en el sentido de que son verosímiles-, pero a la vez, cuando el lector los lee se los encuentra graciosos en situaciones sumamente terribles. Entonces yo creo –no se si todavía lo he logrado, pues es una novela que aún no ha salido al público que me lo diga-, que de la manera que yo la leo para mí, yo creo que encontré para mí mi dirección en cuento a la narrativa que es el humor negro, la picardía, la picaresca de la tradición básicamente española (Cervantes, Lazarillo de Tormes) o la narrativa de La Familia de Pascual Duarte que llevó a su autor al Nobel, que es un tipo de novela sumamente dura, en el sentido propio de la palabra, porque toca temas muy duros, pero cuando la gente la lee hasta se ríe porque los personajes son sumamente graciosos.
F.: En poesía hay autores que te hayan servido de plataforma en tu trayectoria como creador.
J.A.: Mira, yo digo que todo escritor tiene varias etapas, todos, por lo menos todos los de esta generación. La primera etapa es la adolescencia al leer a Neruda, porque yo leí todo lo que era Neruda, hasta los libros póstumos. Después la segunda etapa es César Vallejo. Cuando yo descubrí a César Vallejo leer a Nerura era para mí hasta repulsivo. Es decir, leía algo de Neruda y no me gustaba porque había superado esa etapa. Entonces pasé a la etapa de César Vallejo, pero qué pasa, César Vallejo te abre a ti un abanico de posibilidades. A través de él tú puedes conocer a la vanguardia francesa, a los españoles del Siglo de Oro. César Vallejo es como una vía para que a ti te empiece a gustar ese tipo de literatura que está en otro plano. Autores dominicanos como Franklin Mieses Burgos, Manuel del Cabral, que tienen otra dimensión, entran, para mí, en la etapa de César Vallejo.
F.: ¿Qué autores de tu generación te inspiran simpatía?
J.A.: Hay un cuentista –Máximo Vega- de mi ciudad natal que, para mí es uno de los mejores, y la gente debiera leerlo, porque la literatura que él hace es una literatura que –eso es lo más difícil de lograrcuando tú terminas de leer sus textos, tú te quedas pensando. En poesía Ramón Peralta y en narrativa larga Pedro Antonio Valdez. Pedro está haciendo un trabajo que yo creo que les va a abrir muchas puertas a los narradores dominicanos.
F.: ¿Cuál es tu punto de vista sobre el Movimiento Interiorista?
J.A.: Yo creo que es uno de los movimientos más serios que hay en la República Dominicana. Es una labor alta, prácticamente religiosa la de Bruno Rosario Candelier. La última vez que yo me reuní con ellos me di cuanta que Bruno no ha perdido el tiempo, que hay un grupo realmente de poetas que para mí son lo mejor que hay ahora mismo en la literatura dominicana con un talento extraordinario. Yo no sé como él ha logrado eso. Ha aglutinado realmente a muchos nombres que son los que van a llenar las páginas de la literatura del país.
F.: En Norteamérica hay un tipo de literatura hispana o castellana. ¿Qué papel tienen los dominicanos en ella?
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J.A.: Yo creo que aquí en Nueva York van a salir grandes voces, principalmente en narrativa y en el cuento, porque hay unos muchachos que están escribiendo una clase de narrativa corta que cualquiera se sorprende. Me refiero, por ejemplo, a Osiris Vallejo y a Rubén Sánchez y otros muchachos que andan por ahí como José López. Esa gente está escribiendo unos cuentos que, cuando los críticos o la gente amante de la literatura se sienten a leerlos, se van a sorprender. Realmente son personas jóvenes que están escribiendo literatura universal.
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DOMINGO
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NOVIEM BRE
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2007
ENTREVISTA A JOSÉ ACOSTA: “El poeta es un analfabeto ilustrado”
POR JUAN MANUEL PARADA, 20/11/2007.
José Acosta, dominicano (1964), es poeta y narrador de dilatada trayectoria, galardonado por sus libros en Francia, Venezuela, USA, México y República Dominicana. Su logro más reciente es el VI Premio Internacional de Poesía "Nicolás Guillén", el cual obtuvo con su poemario El evangelio según la muerte, libro de poesía en prosa donde la luz se diluye en sombras y la vida se desdibuja en imágenes contundentes.
¿Qué te seduce tanto de la muerte? La muerte es una mujer de espaldas que, una vez te acercas, se te pierde en la oscuridad, dejándote los ojos abiertos.
Oscuridad y sombras... Veo en El Evangelio según la muerte un permanente juego con estos elementos. Yo estuve al lado de mi madre cuando moría, eso me tocó muy vivamente, y me hizo revalorar lo que había alrededor: amigos, vecino, el patio de la infancia, el camino por donde anduvimos alguna vez y que ya la maleza se traga... y el olvido. Fue una manera de aprender a ver, un modo de despertar de esta ilusión que llamamos vida. La sombra es un velo de la luz.
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Eres un hombre exitoso y sin embargo dices: Incluso al final de la carrera, al romper la cinta de la meta (…) fracasaremos, y esa es la verdad. Yo creo que el fracaso y el triunfo van de la mano, están más cerca que las dos imágenes de una misma moneda. Cuando me levanto cada mañana sé, estoy seguro, que más allá de la puerta está agazapado, como un amigo, el fracaso.
Sino es comprender, ya que según tú es inútil, la intención de este libro, entonces ¿qué buscas con él? Cuando escribo un libro no lo hago con una intención concreta: mi única intención, por llamarlo de algún modo, es sacar de mi interior algo que ya no quiere estar dentro. Liberar la fiera... o el ángel ¿quién sabe? Escribir es una descarga que nos hace más humanos, nos ayuda a mirarnos sin rencor en el espejo.
Un exorcismo... Exacto. Solo que el demonio se queda para siempre a nuestro lado: el libro.
Sin embargo has logrado muchos éxitos con ellos, premios importantes... Es cierto. Premios para el ego del escritor. El que escribe se libera y se va, y de lejos ve los colmillos babeantes del que recoge los premios.
¿Entonces crees en la teoría del poeta como médium? Es muy cierta. La poesía es un acto de sinceridad, de la más pura sinceridad. Sin esa sinceridad no hay poesía, hay frases hechas, hay técnica plana, vacía. Por eso no se escribe poesía cuando uno quiere sino cuando ella viene a uno y pide salir de quién sabe dónde.
¿Y los recursos técnicos del lenguaje? Una vez un profesor amigo puso a unos niños de tercer grado a escribir un poema. Uno de ellos escribió: "La luna es redonda y rota". Un verso bellísimo. Te aseguro que el único recurso de lenguaje que este niño tenía era su modo de ver el mundo, cómo el mundo salía de él a través de la poesía. El poeta es un analfabeto ilustrado. No quiero decir con ello que el escritor no debe conocer su herramienta de trabajo, que es la lengua.
¿Y cómo has hecho para enriquecer esa herramienta? Autodidacta, en su mayoría. Me atrevo a afirmar que todo escritor lo es. A saber: ninguna universidad te enseña a escribir un buen poema. ¿No lo crees? te pueden dar las herramientas que facilitan la tarea, pero lo otro, ese ángel que te hace ir más allá, sólo te lo da el camino... las vivencias y muchas veces tu capacidad de pensar, de
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imaginar.
¿Pero sí es importante obtener recursos técnicos? Importantísimo, sin ello, tendría serias limitaciones, pero el conocer el idioma no te hace poeta. La poesía está más allá del lenguaje. Es hundir la mano en la oscuridad y sacar una orquídea.
Hundir la mano en la oscuridad y sacar una orquídea. Tu poesía está llena de imágenes ¿alguna influencia plástica o cinematográfica? Puede ser. Me gusta el cine pero no tengo muy buen gusto. Famosas películas me aburren y algunos "clavos" me divierten. Creo que las imágenes en mi poesía llegan de manera natural. Cada poema pide su lenguaje, como cada cuento o novela perfila su técnica.
¿Y alguna influencia de otros poetas? De todos los que he leído: Huidobro, Neruda, Vallejo, Celán, Mallarme, Reyes, Mieses Burgos...
¿Te han servido de algo tus esfuerzos universitarios? Sí, me ha enriquecido mucho. Soy agrónomo graduado con honores académicos en el Instituto Superior de Agricultura de la República Dominicana, hice estudios de hotelería en Córdoba, España, en 1994, a través de la cadena hotelera Occidental Hoteles, para la cual trabajaba como gerente de recepción en ese entonces. Luego en Nueva York, donde resido actualmente, hice estudios de Literatura en SUNY, y de ahí pasé a trabajar como periodista en el Diario La Prensa de esta ciudad, el periódico hispano de mayor circulación en EEUU. Un laberinto ¿no crees?
Imprescindible para el artista... Exacto. Todo lo que he escrito viene de esas fuentes tan variopintas. Tengo una novela que se desarrolla en un hotel, y en otra unos niños salen a conocer el mar a través de territorios montañosos de mi país. Como ves, son escenarios que domino por los diversos trabajos que he ejercido.
¿A ver José, qué opinas de los premios literarios? Son buenos, pero ocultan algo de crueldad. De 600 novelas que participan en, por ejemplo, el Planeta, siempre hay 10 que merecerían ganar, y uno se pregunta, ¿qué pasa con las otras 9? Pues bien, unas tal vez encuentren mercado, pero yo sé que hay una (o muchas en ese paquete) que acaso nunca verán la luz y tal vez ésa sea la gran novela del siglo en que vivimos. Es una realidad.
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Has ganado tantos premios importantes que uno se pregunta ¿hasta dónde llegará José? Yo, como escritor, tengo dos sueños: vivir algún día de mis libros, de modo que me pueda dedicar enteramente a escribir; y crear un centro de asistencia al escritor en mi país, una especie de casa, con cafetería, habitaciones, patios floridos, donde el escritor, al entrar, pueda decir: este es mi hogar en la literatura. Un sitio donde, por ejemplo, un escritor de escasos recursos, que desee leer toda la obra de Víctor Hugo, pueda durar una semana hospedado con todas las facilidades y donde se le atienda como a un rey, sólo por tenerle amor a la literatura.
Es decir, volver a tu país y no morir en Nueva York… como dice tu poema. No quiero morir en Nueva York.
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José Acosta / biografía (Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 1964). Escritor y agrónomo, reportero del rotativo neoyorquino EL DIARIO/LA PRENSA. Con su primer libro Territorios extraños, ganó el Premio Nacional de Poesía de su país en 1993. Con su poemario En el secreto llamado, obtuvo la primera mención de honor del Concurso Internacional “La Porte des Poétes”, en París, Francia, en 1994. Ese mismo año le fue otorgado el Voto de Reconocimiento del Ayuntamiento de Santiago y el Premio al Comunicador del Año, Renglón Poesía, de la Unión de Comunicadores Católicos, en la República Dominicana. En 1998 gana la Mención de Poesía de la Bienal Latinoamericana de Literatura "José Rafael Pocaterra", en Valencia, Venezuela. Con Destrucciones obtuvo el Premio Internacional de Poesía "Odón Betanzos Palacios" de Nueva York, en 1998. En 2000, a su libro de cuentos El efecto dominó se le otorgó el Premio Nacional Universidad Central del Este. En 2001 ganó el premio único de cuentos, en el Concurso Internacional de Cuentos de Pecx, una organización colombiana de Nueva York. En 2003 ganó la Mención de Honor del Premio Internacional de Poesía Revista Hybrido, de Nueva York. En 2004, su poemario El evangelio según la Muerte obtuvo el Premio Internacional de Poesía "Nicolás Guillén", de México. Ese mismo año, otro poemario suyo quedó finalista del Premio Internacional de Poesía "Miguel de Cervantes", de Armilla, en España. En 2005, ganó los premios nacionales de novela y cuento que otorga anualmente el gobierno dominicano a través de la Secretaría de Estado de Cultura, con las obras Perdidos en Babilonia y Los derrotados huyen a París. En 2007, un cuento suyo fue incluido en una antología de ensayos, cuentos y poemas que preparó UNICEF. En 1999, el gobierno dominicano reunió su obra poética en la Colección Fin de Siglo. En el 2010 su libro Territorios extraños fue publicado en Muestrario de Poesía, colección digital.
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Muestrario de Poesía 1. La eternidad y un día y otros poemas / Roberto Sosa 2. El verbo nos ampare y otros poemas / Hugo Lindo 3. Canto de guerra de las cosas y otros poemas / Joaquín Pasos 4. Habitante del milagro y otros poemas / Eduardo Carranza 5. Propiedad del recuerdo y otros poemas / Franklin Mieses Burgos 6. Poesía vertical (selección) / Roberto Juarroz 7. Para vivir mañana y otros poemas / Washington Delgado. 8. Haikus / Matsuo Basho 9. La última tarde en esta tierra y otros poemas / Mahmud Darwish 10. Elegía sin nombre y otros poemas / Emilio Ballagas 11. Carta del exiliado y otros poemas / Ezra Pound 12. Unidos por las manos y otros poemas / Carlos Drummond de Andrade 13. Oda a nadie y otros poemas / Hans Magnus Enzersberger 14. Entender el rugido del tigre / Aimé Césaire 15. Poesía árabe / Antología de 16 poetas árabes contemporáneos 16. Voy a nombrar las cosas y otros poemas / Eliseo Diego 17. Muero de sed ante la fuente y otros poemas / Tom Raworth 18. Estoy de pie en un sueño y otros poemas / Ana Istarú 19. Señal de identidad y otros poemas / Norberto James Rawlings 20. Puedo sentirla viniendo de lejos / Derek Walcott 21. Epístola a los poetas que vendrán / Manuel Scorza 22. Antología de Spoon River / Edgar Lee Masters 23. Beso para la Mujer de Lot y otros poemas / Carlos Martínez Rivas 24. Antología esencial / Joseph Brodsky 25. El hombre al margen y otros poemas / Heberto Padilla 26. Réquiem y otros poemas / Ana Ajmátova 27. La novia mecánica y otros poemas / Jerome Rothenberg 28. La lengua de las cosas y otros poemas / José Emilio Pacheco 29. La tierra baldía y otros poemas / T.S. Eliot
30. El adivinador de hojas y otros poemas / Odysseas Elytis 31. Las ventajas de aprender y otros poemas / Kenneth Rexroth 32. Nunca de ti, ciudad y otros poemas / Czeslaw Milosz 33. El barco en llamas y otros poemas / Jaroslav Seifert 34. Uno escribe en el viento y otros poemas / Gonzalo Rojas 35. El animal que llora y otros poemas / Antonio Gamoneda 36. Los andamios del mundo y otros poemas / Ledo Ivo 37. Dominican Style y otros poemas / Alexis Gómez Rosa 38. Poesía francesa actual / Muestra de 40 autores 39. Número equivocado y otros poemas / Wislawa Szymborska 40. Desde la república de la conciencia y otros poemas / Seamus Heaney 41. La tierra giró para acercarnos y otros poemas / Eugenio Montejo 42. Secreto de familia y otros poemas / Blanca Varela 43. Tal vez no era pensar y otros poemas / Idea Vilariño 44. Bajo la alta luz inmerso y otros poemas / Mariano Brull 45. Las ocupaciones nocturnas / Jorge Enrique Adoum 46. La gruta de las palabras y otros poemas / Vladimir Holan 47. La vida nada más, la sola vida y otros poemas / Gastón Baquero 48. El futuro empezó ayer / Luis Cardoza y Aragón 49. Los errores necesarios y otros poemas / Joaquín Giannuzzi 50. Jardín de Piedra / Fernando Ruiz Granados 51. Hablar desde la inseguridad / Rafael Cadenas 52. El hombre acorralado y otros poemas / Luis Alfredo Torres 53. Territorios Extraños /José Acosta
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Colección
Muestrario de Poesía 2010
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