HERMANITAS DE LA ANUNCIACION
DIRECCIÓN GENERAL
PROGRAMA: Carisma e Identidad Anunciata en el Servicio Evangélico de Animación PROCEDIMIENTO: Secretaría Circular Nº 46 Bogotá, Noviembre 7 de 2012
Proceso Código PG-PR-07 Versión 001 Emisión 10-08-09 Actualización
ADVIENTO CAMINO DE EVANGELIZACIÓN Y TRANSMISIÓN DE LA FE CRISTIANA “La Iglesia existe para Evangelizar” (Pablo VI) Queridas Hermanitas y Hermanos
“Alabados sean Jesús y María; ahora y para siempre” Nos disponemos a iniciar este tiempo de Adviento, tiempo de gracia y de esperanza gozosa, para emprender el camino de conversión que conduce a la plena comunión con Dios, acogiendo en esta Navidad al Verbo de Dios que “se hizo carne, habitó entre nosotros” (Jn 1, 14) y quiere entrar a permanecer en lo íntimo de nuestra vida, para compartir su vida con la nuestra. Es la espera de la Vida verdadera, que se ha manifestado en el Hijo de Dios hecho hombre, plenitud y cumplimiento del designio de Dios sobre la humanidad. Adviento quiere despertar en lo más hondo de nuestro corazón, el recuerdo del Dios que se hizo niño; en aquella Vida, aparecida en Belén, ha encontrado un significado nuevo y definitivo la dignidad de toda vida humana. En las semanas previas a la Navidad, vivimos esos grandes recuerdos de la humanidad, de la mano de nuestra Señora de la Anunciación, con escucha fiel al Espíritu Santo, que nos ayuda a entender mejor el misterio de Dios, su presencia en la historia y su caminar silenciosamente en la nuestra. Una primera venida del Hijo de Dios, de la cual hace grata memoria este adviento, es la del momento de la Encarnación. Una segunda venida es la que se realiza en la vida, de muchos modos, comenzando por la Eucaristía, presencia real del Señor en medio de los suyos, para continuar con los sacramentos, la palabra de la divina Escritura, los hermanos, sobre todo los pequeños y necesitados y una tercera venida, para esperar en la esperanza, es la que se realizará al final de los tiempos cuando el Señor volverá en la gloria y todo será recapitulado en Él. En este inicio del Adviento, necesitamos asumir el compromiso de nuestra santificación, para salir al encuentro de Cristo que viene continuamente a visitarnos y que resplandece en la vida de quienes le buscan con sincero corazón en su camino de santidad. Los santos son los verdaderos protagonistas de la evangelización en todas sus expresiones, los pioneros que la impulsan, con su intercesión y ejemplo de vida, que nos muestran la belleza del Evangelio y de la comunión con Cristo, e invitan a todos los creyentes, a vivir con alegría, fe, esperanza y caridad y a descubrir el "gusto" por la Palabra de Dios y los sacramentos, en particular por el Pan de vida en la Eucaristía. Nuestra querida fundadora, la Sierva de Dios, Madre María Berenice, vivió la santidad universal y nos invitaba a pedirla y cultivarla, nos dice en una de sus Libretas Espirituales: "Para lograr la santidad que el Señor nos pide, necesitamos
despojarnos del hombre viejo y revestirnos del nuevo, dejando todas cosas terrenales que afectan y frenan nuestro crecimiento espiritual, y nos alejan de las bendiciones que el Señor tiene preparadas para sus hijos. La santidad, no exige cosas extraordinarias, nos hacemos santas/os en la sencillez, la humildad y la confianza, con que vivimos lo ordinario y realizamos el apostolado, cualquiera que sea; este exige olvido total de sí, que es la entrega de la hostia, que se da en