Revista el Archivo Septiembre 2011 Nº26

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Una publicación del Archivo Histórico Municipal Año XI - Nº 26 - Septiembre 2011 DISTRIBUCIÓN GRATUITA www.archivodepunta.com.ar

Asociación Española de Socorros Mutuos

Sociedad Italiana “Unione e Progresso” di Mutuo Soccorso

novedades

/

PATRIMONIO /

Benedicta Drago Pedro Alcaraz Seder HISTORIA ORAL /

PATRIMONIO



editorial

Municipalidad de Cnel. de Marina Leonardo Rosales Punta Alta Dirección de Cultura

autoridades

Ing. Néstor Hugo Starc Intendente Municipal

Fernando Quiroga DIRECTOR DE CULTURA

equipo de trabajo coordinación general Prof. Luciano Izarra

investigación y texto Lic. Gustavo Chalier entrevistas Prof. Guillermo Bertinat colaboradores Prof. Fernanda Martel Arq. Graciela Britos Prof. Romina Amarfil Lic. Sergio Soler Lorenzo Ramos diagramación y diseño D.G. Mauricio Rossello impresión Multigráfica

El Archivo en la calle. En septiembre de este año, se cumplieron diez años de la aparición de esta publicación del Archivo Histórico Municipal. Desde el 2001 la revista busca hacer conocer la historia local más allá de lo anecdótico, como una forma de reforzar nuestra identidad en tanto rosaleños. Identidad que, como todas, no es fija ni inmutable. A lo largo de los años va forjándose lentamente al compás de los cambios sociales, cambia, muta y debe anclarse firmemente en el pasado de la comunidad para sustentar un proyecto de futuro. De esta manera, la historia se transforma en una herramienta de desarrollo cultural e identitario. Precisamente esta comunidad puntaltense empezó a formarse apenas se edificaron las primeras casas en torno a la estación ferroviaria y comenzó a llenarse de italianos y españoles que echaron las bases de esta sociedad actual. Casualmente el sentido de pertenencia se fraguó al asociarse diferentes personas para mejorar aspectos de la realidad, caracteres éstos que no condecían con las aspiraciones de aquellos que vinieron de lejos a mejorar sus condiciones de vida. Durante estos meses, el asociacionismo de carácter mutual en Punta Alta ha cumplido cien años. El 30 de octubre de 1910 se constituyó la Asociación Española de Socorros Mutuos, entidad que, además de servir de encuentro social a los españoles residentes, sirvió para solucionar los problemas de atención médica de la naciente localidad. Un año más tarde, el 29 de octubre de 1911, se conformó la sociedad Italiana “Unione e Progresso di Mutuo Soccorso”, con las mismas finalidades que la española y, además, con ideales cooperativistas. Este número narra esa historia, la del mutualismo en Punta Alta, a través de sus instituciones pioneras y centenarias. Y pretende ser un homenaje a los pioneros y a su espíritu de lucha y compromiso. Espíritu que se manifiesta en el rechazo a las salidas individualistas y la íntima y firme convicción de que únicamente mancomunados podían hacer realidad las acciones concretas y efectivas. Resta, como siempre, agradecer a todos los que apoyan el proyecto de El Archivo desde hace más de una década. A los comerciantes, entidades y profesionales que publicitan en nuestras páginas y al público en general que nos acerca aportes, sugerencias y críticas, vaya nuestro profundo agradecimiento. Como los pioneros de hace un siglo, estamos también convencidos de que propuestas como la de esta revista solamente pueden sostenerse con el apoyo de toda la comunidad.

sumario Nota de Tapa | CIEN AÑOS DE MUTUALISMO EN PUNTA ALTA Entrevista | Benedicta Drago - Pedro Alcaraz Patrimonio | Asociación Española Sociedad Española Novedades

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Esta revista ha sido declarada de «Interés Legislativo» por la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires - Resolución N° D/2030/04-05, por el Honorable Concejo Deliberante de Cnel. Rosales - Decreto Nº 45/04 y de «Interés Provincial Cultural» por el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, resolución Nº 191/05.

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por Gustavo Chalier

CIEN AÑOS DE MUTUALISMO EN PUNTA ALTA hablar de mutualismo en una ciudad como punta alta es referirse también al fenómeno inmigratorio y de integración social que se apreciaba a comienzos del siglo XX. además de sus cuerpos y su fuerza de trabajo, los europeos trajeron asimismo sus ideas, su cultura y sus aspiraciones personales y colectivas. Con ellos se iniciaron los sindicatos obreros, el cooperativismo y tantos otros modos de organización social y de resistencia ante una sociedad extraña y a veces hostil. En el caso de nuestra ciudad, fueron las dos colectividades mayoritarias las que comenzaron con la creación de las primeras asociaciones mutuales: La Asociación española de socorros mutuos y la sociedad Italiana “unione e progresso” di mutuo soccorso, que recientemente festejaron su centenario. Hacia 1910, al terminar la primera década del siglo XX, Punta Alta mostraba un gran dinamismo demográfico y social. La laboriosidad y el empuje convirtieron a lo que fue un conjunto de casillas agazapadas en torno a la estación del Ferrocarril Sur en un pueblo bien poblado por cerca de 9000 habitantes. La gran mayoría de ellos eran europeos (italianos y españoles principalmente, pero con fuerte presencia de centroeuropeos), llegados a la población atraídos por el trabajo en torno a la Base Naval, los ferrocarriles o el naciente puerto comercial: inversiones que multiplicaban la riqueza y también traían esperanzas de progreso sin fin para una zona que, hasta 1890 contaba con población rural dispersa. Casas de ladrillo estilo neoclásico o italianizante, comercios activos le daban un viso de ciudad próspera que contrastaba con otras necesidades urbanas que aún no estaban cubiertas. Punta Alta era mal atendida por las autoridades municipales de Bahía Blanca, de quien dependía políticamente como localidad del partido homónimo: calles de tierra que se convertían en pantanos a la primera lluvia; precario alumbrado público, zanjas de desagües pluviales que había que saltar para cruzar las calles, falta de lugares para atención médica.

lo largo de los años, fue menester esperar casi 40 años para que el anhelo se convirtiera en realidad.

De este modo, no extraña a nadie saber que, desde prácticamente el inicio de la población puntaltense, soplaran vientos de autonomía por estos lares. Ya en 1908 se formó una comisión que comenzó a bregar por un autogobierno. Y si bien fue la primera de muchas intentonas a

El mutualismo Brevemente, puede decirse que el mutualismo abarca lo que hoy llamamos “previsión social” y, como tal, hunde sus raíces en la historia humana. Como tal, en tiempos modernos, está muy emparentado con el cooperativismo

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Con esto nos adentramos a una característica central de la población de la época: la capacidad de movilización, de autogestión y conformar asociaciones que se hicieran cargo de suplir o complementar la ausencia de respuestas del estado. Esto no era solamente una característica puntaltense. A lo largo de las últimas décadas del siglo XIX y durante las primeras del XX, todo el país se vio colmado de sociedades de socorros mutuos, clubes deportivos de barrio, bibliotecas populares, sindicatos obreros, cuarteles de bomberos voluntarios, centros culturales, asociaciones de residentes extranjeros, etc. En el caso específico de Punta Alta, 1910 marcó el inicio de la multiplicación del asociacionismo local, en torno a la cualidad organizativa de dos contingentes nacionales, los mayores en ese entonces: las colectividades española e italiana. Precisamente en Argentina el movimiento mutualista nace y cobra impulso en el seno de las asociaciones de inmigrantes.


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y algunas corrientes socialistas en boga en la época. Básicamente, se trata de asociaciones libres que, contra el abono de una cuota, prestan a sus socios servicios médicos, créditos para consumo, vivienda o estudio, etc. El moderno sistema mutual alcanza a la Argentina en la segunda mitad del siglo XIX, en momentos en que el país comenzaba a recibir masivamente amplios contingentes de Europa. Los europeos trajeron el ejemplo asociativo de sus respectivos países y aquí, por imperio de las necesidades, lo desarrollaron en diversas entidades que servían para cubrir las más variadas necesidades, como estrategia de supervivencia en el nuevo país que los recibía. Si bien estas mutuales carecían de un carácter político o de clase, lo habitual era que sus impulsores fueran adherentes a los ideales socialistas y cooperativos y que se tendiera a aunar a personas de un origen específico: italianos, españoles, franceses, etc. Una lógica cuestión de comunicación en el mismo idioma y una identidad de usos y costumbres hacían naturales estos agrupamientos étnicos. Es digna de recordar la acción del pionero de las ideas mutuales en nuestro país, el español José María Buyo. Nacido en Cádiz en 1829, en 1853 fundó la Sociedad de Socorros Mutuos de Montevideo, primera de su tipo en América. Posteriormente, junto a otros connacionales, fundó la Sociedad Española de Beneficencia en 1857, entidad pionera en la Argentina. Desde allí, el ejemplo mutualista cundió por todo el país, no sólo en las diferentes colectividades españolas sino en toda colectividad extranjera. La organización y gobierno de estas asociaciones seguían, todas, más o menos el mismo modelo. El órgano supremo de gobierno estaba conformado por una Comisión Directiva surgida del seno mismo de la sociedad, por voto libre de los socios, compuesta, por lo general, por un presidente, un vice, un secretario de actas, un tesorero y vocales. Esta Comisión se reunía periódicamente y era la encargada de la dirección y administración de la entidad. Redactaba y hacía observar el reglamento de la sociedad, nombraba a los cobradores de las cuotas societarias y resolvía todos los asuntos generales como organización de fiestas, relaciones con otras asociaciones y con la comunidad, etc.

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Los presidentes eran los jefes de estas asociaciones, consensuaban acuerdos entre las diferentes opiniones de los miembros de la Asamblea y vigilaban la marcha general de los asuntos de la sociedad, además de ser la cara visible de la entidad y representarla en celebraciones o ante autoridades. Los secretarios redactaban el acta de sesiones y llenaban obligatoriamente el libro de actas, otro de matrículas (donde se llenaban los datos de los socios), uno de correspondencia, un libro de quejas y otro de sociedades hermanas. Generalmente existía otro libro de enfermos, donde figuraba el nombre del enfermo, su número de matrícula. El secretario también tenía a su cargo el archivo y los sellos de la sociedad y autorizaba recetas y órdenes de consulta médica. En algunos casos era necesario contratar a un secretario rentado para que ayudase en la enorme labor. Las asambleas se reunían periódicamente y las de carácter extraordinario lo hacían para tratar algún asunto urgente o de gran importancia. Todo este trabajo era ad honorem, y se realizaba, generalmente, luego de la jornada laboral. Que un grupo de hombres, por más aspiraciones filantrópicas o de necesidad que tuvieren, dedicaran sus horas libres a semejante labor y que, muchas veces estuviesen sometidos a presiones o sinsabores, requiere una explicación más profunda y ésta tiene que ver con la integración de los sectores inmigrantes a la sociedad receptora. Si bien en general en la Argentina, y particularmente en el caso de la comunidad española, no hubo grandes problemas de segregación o de racismo, lo cierto es que los inmigrantes pertenecían en su inmensa mayoría a la clase trabajadora y comenzaban su carrera de ascenso social “desde abajo”. En este caso, los grupos dirigentes de estas sociedades, la mayoría comerciantes que habían logrado su condición de tales con mucho esfuerzo personal, veían en el dirigir a estas sociedades un cierto lustre social que le permitía ganar reputación. El problema sanitario en Punta Alta A los problemas de infraestructura urbana ya mencionados, Punta Alta, en los albores del siglo XX, ofrecía un panorama sanitario bastante desolador. La creciente población adolecía de una aten-


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ción médica insuficiente, que no condecía con el vertiginoso crecimiento demográfico. El Hospital de Marina (actual Hospital Naval Puerto Belgrano) fue inaugurado en julio de 1900 y absorbió gran parte de la demanda local de atención médica. Sin embargo, su mismo carácter de nosocomio naval imposibilitaba a un importante sector de la población de contar con atención sanitaria. Punta Alta crecía con el arribo de artesanos, comerciantes y proveedores de toda suerte de servicios, la mayoría sin relación directa con el establecimiento militar. Muchas veces el médico de la empresa constructora de la Base Naval, el Dr. Mario Vigo (que se trasladaba desde Bahía Blanca), atendía a los enfermos más urgentes. A partir de 1902, la municipalidad destinó a varios médicos para atender en Punta Alta, entre ellos el Dr. Sixto Laspiur. Y ante la necesidad, era el farmacéutico local, Aquilino del Álamo, quien hacía las veces de improvisado facultativo. En ese entonces, comenzó la actuación en nuestro medio del Dr. Mario Cornero. Primer director del Hospital Naval, en 1904 tuvo autorización del gobierno para actuar como médico municipal en la localidad. En una actitud desinteresada, donó sus honorarios (150 pesos) en beneficio de la construcción de la primera sala médica puntaltense. El primer médico en radicarse en nuestra ciudad fue el Dr. Ramón Ayala Torales. Recibido en Buenos Aires, de donde era nativo, en 1908 instaló su consultorio en Rivadavia 120. Sin embargo, la instalación del nuevo profesional

Dr Ramón Ayala Torales primer médico estable del pueblo

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no solucionó del todo el problema sanitario, dado que la consulta debía abonarse en forma privada por los pacientes, lo que encarecía el costo de la medicina. Los españoles trazan rumbo Ante tal estado de situación, fueron los españoles residentes en Punta Alta los primeros en pergeñar la idea de asociarse con un fin común, esto es, brindar seguridad sanitaria a quien lo necesitase. Para eso tomaron como base la Sociedad Española de Bahía Blanca, la que en 1890 inauguró su sede social, que era llamada la “Casa Hospital”, pues funcionaba también como sala de primeros auxilios. Los españoles tenían una presencia añeja en la zona. Baste recordar al vasco Francisco Torrontegui quien, en 1897, instaló en isla Cantarelli una fábrica de conservas de pescado. La colectividad española en la ciudad era, por ese entonces, la segunda comunidad extranjera en número en la ciudad, tras los italianos (En esto, la localidad se diferenciaba de lo que ocurría en el resto del país, puesto que en el período 1895-1914, un 41% de los inmigrantes provenía de España y un 36% de Italia). Desgraciadamente no existen estadísticas fiables respecto de la cantidad de españoles que existían en Punta Alta. La nómina de testigos que aparecen en las actas de defunción del Registro Civil de la Base Naval, dan cuenta de una exigua cantidad para 1901: un 6% del total y un 9% de los extranjeros. Pero conforme corrió la década y se incrementó la población, la cantidad y proporción de los españoles aumentó significativamente. La facilidad del idioma hizo que pronto los españoles ejercieran, además de trabajos y oficios manuales, la atención de comercios y labores de oficina.

Francisco Torrontegui


Extranjeros

Total

Sin datos

Argentinos

Total

Italianos

176

8

63

105

69

% de italianos

No italianos 38

Sobre total

Sobre extranjeros

39,2%

65,7 %

El primer encuentro citado ya con claros objetivos de fundación de la institución, se llevó a cabo en la primera casa de material edificada en Punta Alta: el restaurante del señor Antonio Malerva, ubicado en la esquina de Colón y Bernardo de Irigoyen. Era el 22 de octubre de 1910. Una nueva reunión, que convocó a 115 personas, para el día 30 determinó la constitución definitiva de la llamada Asociación Española de Socorros Mutuos. Se formó la Comisión Directiva, integrada por el señor Gregorio Brieva, como presidente, Juan J. Gómez, como vicepresidente y José Lamosa, como secretario. Organizada con éxito, la sociedad pronto reunió en su seno a un gran número de asociados. Como ya su nombre lo indicaba, sus propósitos eran, fundamentalmente, brindar atención sanitaria a los socios: el “socorro mutuo”, el auxilio solidario en pos de cubrir una necesidad.

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Cédula de asistencia de la Asociación Española Así, con el pago de una pequeña cuota mensual, el Dr. Ayala Torales atendía los requerimientos de los asociados y sus familias y el farmacéutico Del Álamo realizaba descuentos en los medicamentos. Más allá de su función social y de los principios mutualistas que animaron los primeros años de la Asociación Española, también ejerció una profunda impronta cultural en la sociedad puntaltense. No solamente desde el principio organizaron orfeones y romerías que mantuvieron viva la cultura musical y teatral española, sino que también edificaron el magnífico Teatro Español de nuestra ciudad. Comenzado en 1929, se inauguró formalmente en 1933. En 1940 se contribuyó a enriquecer ediliciamente la ciudad con la fachada distintiva. De estilo neocolonial, fue declarada “Patrimonio Arquitectónico” de la ciudad por Ordenanza Nº 2735 del año 2000. Estas obras se realizaron merced al esfuerzo y concurso no solamente de los socios de la entidad, sino de toda la población puntaltense, que se avino a la compra de bonos y rifas y asistió a kermeses y espectáculos organizados con fines recaudatorios. La Asociación Española de Socorros Mutuos, por lo demás, sentó un importantísimo precedente al ser la primera entidad de su tipo fundada en Punta Alta y marcó con su ejemplo un rumbo definitivo a las otras agrupaciones venideras.

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Celebración durante la construcción del Teatro Español, circa1932 Los italianos y su mutual El segundo grupo extranjero en nuclearse fueron los italianos. Ya por ese entonces, contaban con una larga presencia en la zona, aún previa a la fundación de la ciudad. Ejemplos son Francisco Zanotti, dueño de la panadería Garibaldi, de Ciudad Atlántida, en la década de 1890; o Felipe Arnaldo, que tuvo un establecimiento rural hacia la misma época en la Nueva Bahía Blanca. Los que provenían de Italia eran por lejos la primera comunidad extranjera residente y en 1901 (si nos atenemos a los testigos nombrados en las actas de defunción que están en el Registro Civil de la Base), constituían el 65% de los extranjeros y el 40% de la población total. Si bien formalmente se nuclearon recién en 1911, su espíritu asociativo está presente en los albores mismos de Punta Alta. En 1900, a raíz del asesinato del rey de Italia, Humberto I, un número de italianos –mayoritariamente trabajadores en las obras del Puerto Militardecidieron aunar esfuerzos y homenajear a su monarca. Es así que cuatrocientas personas reunidas en el Hotel Belgrano decidieron atender a la propuesta realizada por Annie East, la esposa del ingeniero Luiggi: levantar una escuela que llevara el nombre del rey desaparecido. La primera escuela de Punta Alta fue iniciativa italiana y en Italia nació su primer maestro, Giácomo Gigola. Casi un año después que los españoles, el 4


Convocatoria a la segunda asamblea constitutiva de la Soc. Italiana, 1911. “Italianos. Los italianos residentes en Punta Alta y Puerto Militar están invitados a concurrir a la reunión que tendrá lugar el sábado 7 de octubre a la hora 8 y media p.m. en el local de calle Bernardo de Irigoyen Nº 159 para tratar la fundación de una Sociedad de Socorros Mutuos. Italianos, corramos todos a la sombra de la tricolor. La Comisión Provisoria”

Italo D´Aste. Primer Presidente de la Sociedad Italiana de octubre de 1911, un grupo de italianos concurrió en Humberto I 563, con el propósito de fundar una sociedad de socorros mutuos. Luego de varias reuniones, finalmente, el 29 de octubre de 1911, la Asamblea General aprobó el reglamento y llamó a la sociedad “Unione e Progresso”. Asimismo, esa misma asamblea pasó a elegir al Consejo Directivo, integrado por Italo D’Aste como presidente, Pasquale Flamini como vice, Celso Mussini, Raffaele D’Angelo, entre otros. Muchos de los nombrados eran comerciantes o artesanos calificados que lograron constituir sus talleres con éxito relativo y se insertaban vigorosamente en el medio receptor. Según el Estatuto social redactado en febrero de 1913, los fines del cuerpo eran: “a) El Socorro Mutuo. b) La instrucción fundando y manteniendo escuelas en la que sea la base del estudio la enseñanza de la lengua italiana. c) Patrocinar moralmente en cuanto sea posible la instalación en el pueblo de Cooperativas de Consumo para ventaja de los asociados”. Al igual que en el caso de los españoles, también los italianos organizaron una mutual de ayuda a los socios necesitados de atención médica y un fondo de ayuda a los desempleados. Los puntos a) y c) son propios de una entidad mutualista, pues no solamente se requiere una mutual para la atención de los enfermos sino

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también se propende a la formación de una cooperativa de consumos. Precisamente es en este punto donde mutualismo y cooperativismo se muestran como parte de un mismo proceso solidario que involucra a las partes más débiles del conjunto social y les da renovadas esperanzas de bienestar. En este sentido, es digno de remarcar que un grupo de italianos funda, en 1919, la Società Italiana XX de Setiembre, de principios claramente cooperativos. Esta entidad fundó en 1920 una Cooperativa de Consumos, para atender las necesidades de alimentación de la parte menos favorecida de la colectividad. Al igual que en el caso de los españoles, su accionar no se limitó solamente a la ayuda mutua. Muy por el contrario, la Sociedad Italiana siempre se preocupó por los aspectos culturales y musicales de su rico acervo. En 1912 se formó una banda de música de la entidad. Y asimismo fue la primera en la ciudad en sentar las bases e inaugurar una majestuosa sala teatral en 1931. Al igual que en el caso de los españoles, la obra del “Teatro Colón” solamente fue posible por el compromiso de toda la comunidad puntaltense, encolumnada en pos de la consecución de ese espacio cultural que Punta Alta necesitaba. Luego de los pioneros Españoles e italianos fueron los pioneros del mutualismo en la ciudad. Ambas entidades perviven activas y actúan en pro de la comunidad, luego de un siglo de vida. Pero inmediatamente después de ellos, la

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Bendición de banderas de ceremonia de la Sociedad Italiana, 1920 sociedad puntaltense se organizó en un gran número de entidades. Muchas de ellas, sin ser estrictamente mutuales, atendían necesidades no cubiertas por las autoridades.

Y esto para no hablar de los clubes de fútbol (Rosario-Puerto Belgrano, en 1920 y Sporting, en 1925) o de los teatros que levantaron las agrupaciones de españoles e italianos.

Los comerciantes se unieron en defensa del puerto comercial (en ese entonces con las obras paralizadas por la I Guerra Mundial) y en pro de un programa que revitalizara la economía de la ciudad: crearon, en 1916, la Liga Comercial y de Defensa Local, antecesora de la actual UCIAPA.

Hubo muchas otras entidades, que no pervivieron, como la Cooperativa de Consumos, la Sociedad Germania (que congregaba a los alemanes residentes en la ciudad), la Sociedad Argentina o la Sociedad Pro Educación Industrial.

Un grupo de vecinos con ideales fomentistas, decidieron peticionar organizadamente y proponer a las autoridades las mejoras que tanto necesitaba la localidad: es así que se creó en 1920 la Sociedad de Fomento de Punta Alta. ¿Quién apaga el fuego o ayuda en desastres? Si no lo hace la policía, ni la Armada, lo hacen los vecinos. La Asociación Bomberos voluntarios nació en 1925. Ante el servicio eléctrico caro e ineficiente, no cabe solamente la protesta, sino que se impone la acción. La Cooperativa Eléctrica, en 1926, fue la primera de su tipo en América del Sur. Si la ciudad necesita una biblioteca pública, los mismos vecinos organizan la Asociación Juan Bautista Alberdi, en 1933.

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Hay una aparente paradoja a analizar. El espíritu mutualista, cooperativista y asociativo apareció en ese principio de siglo donde prácticamente no había puntaltenses nativos. Extranjeros o provincianos, todos los que se nuclearon en las diversas asociaciones sin embargo se sintieron parte de una comunidad. Comunidad no solamente que los acogió sino que ayudaron a formar. La defensa cerrada por los intereses comunes expresada en la voluntad asociativa, es una acción política deliberada más allá de partidismos o particularismos. Estos ejemplos de una acción que tiene cien años en la ciudad debe impulsar a los puntaltenses actuales (nativos o no), a imitar la capacidad de estos pioneros que, más allá de las dificultades, edificaron una Punta Alta digna de vivirse.


BIBLIOGRAFÍA Caviglia, Jorgelina: Inmigración ultramarina en Bahía Blanca (1880-1914), Buenos Aires, CLACSO, 1984 Chalier, Gustavo: Los Italianos y la construcción del Teatro Colón de Punta Alta, Punta Alta, Archivo Histórico Municipal, 2003. Chalier, Gustavo: Asociación Española de S.M. de Punta Alta. Sus orígenes, Punta Alta, Archivo Histórico Municipal, 2010. Devoto, Fernando: Historia de la inmigración en la Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 2009 Devoto, Fernando y Rosoli, Gianfausto: La inmigración italiana en la Argentina, Buenos Aires, Biblos, 2000

Libros de Actas de la Sociedad Española de S.M de P.Alta, 1910-1940. Libros de Actas de la Sociedad Italiana “Unione e Progresso” de S.M de P.Alta, 1911-1940. Rodino, Hugo: Estudios sobre la comunidad española en la Argentina, Buenos Aires. 1997

Frente del edificio previo a la construcción de la fachada actual, donde se observa el retiro de la línea municipal, 1939

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La señora Benedicta Drago, de nacionalidad italiana, tiene 87 años y reside en Punta Alta en la actualidad. La entrevista fue realizada por Guillermo Bertinat y tiene una duración de 60 minutos aproximadamente.

Benedicta Drago Veníamos bien, teníamos algún temporal, se movía mucho el buque. Estuvimos veinticinco días navegando. Y cuando llegó en el Golfo de Santa Catalina, fue de noche, un temporal, la antena del buque se rompió. El buque se fue de costado, el comandante pobrecito hablaba a la tripulación que no se alarmen, “está la lancha preparada, llamamos a auxilio a Montevideo”. ¡Que, no! Nosotros llorábamos, gritábamos como locas. Dice “bajo la almohada tienen salvavida, cada uno que se ponga su salvavida”. Y así fue. Qué, todo el pánico, no quise saber más nada. Cuando llegué a Buenos Aires, mi papá pobrecito nos esperaba ahí en el puerto. Nosotros vinimos con mi mamá, mis dos hermanas […] y yo, vinimos de Italia en el año 35. Mi papá era cocinero del buque Brown. Mi papá hacía muchos años que estaba acá. El estaba trabajando changas y por ahí consiguió trabajo de cocinero en la marina. Lo pusieron en el buque primero, Moreno y después lo pusieron en el Brown. Mi hermano quedó allá porque tenía que hacer el servicio militar. […] A los dos años mi padre lo mandó a llamar. Estaba sin trabajo mi hermano y entonces le dijeron de la heladería Gino en Humberto, de Gino Lazzarini y ahí trabajó un año o una temporada. […] En el buque Campana, era compañía francesaitaliana. Y nosotros vinimos en ese buque.

Mi papá le salía las lágrimas porque se enteró (del) temporal. Venía de costado el buque, a remolque lo traían. Casi se da vuelta, era un buque alto. Me arrodillé ahí y le di gracias a Dios. “Italia, ¿me viste? No me ves más.” Y nunca más, ni a una lancha me subo. […] Ese miedo no lo paso más. Le pedí a Dios que me ayudara a venir a Buenos Aires. […] Fui a la escuela 99. […] Era una casona vieja con muchas piezas. El idioma lo aprendí rápido yo. Porque tenía doce años cuando vine.

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El señor Pedro Alcaraz Seder, de nacionalidad española, tiene 78 años y reside en Punta Alta en la actualidad. La entrevista fue realizada por Guillermo Bertinat y consta de dos partes de 60 minutos aproximadamente cada una.

Pedro Alcaraz Seder Nosotros llegamos a la Argentina el 17 de agosto de 1950, el año del Libertador General San Martín. Y a Punta Alta llegamos tres días después. […] Y veníamos de España… (Valencia) no es que estuvimos mal nosotros, pero acá teníamos un proyecto mejor que allá. […] Era una época que todo el mundo se iba de España. A cualquier lado, basta que salir de España. Y nosotros como teníamos familiares acá. […] Carta pa´ allá, carta pa´ acá… y el pariente […] nos ofreció venir acá. A mí cuando vine me gustó. Eso que yo venía de una ciudad grande donde había un millón de habitantes. Fuimos a vivir a una casa en calle Irigoyen. […] […] El barco fue un infierno, porque era un barco viejo de la guerra de los norteamericanos, que transportaban tropas. Y nosotros habíamos sacado […] camarotes. […] Había de todo, venían […] muchos italianos y españoles. Como diez tipos ahí adentro. Un galpón que era como un hangar de eso, todos los hombres y otro galpón, las mujeres. […] Jugaba a la escondida allá. Unos jugaban a las cartas, otros jugaban a los dados, porque los comedores eran grandísimos. Y después que terminaban de comer que limpiaban todo, podías ir ahí a jugar a las cartas. […] La que era buena era la comida. Acostumbrado en España que no veías un litro de leche. […] Capaz que te daban un pollo para cuatro personas. Traían vino, ravioles, pan… […] Ponían discos que los conocían ellos, porque el tango no lo conocía. El barco era argentino. […] (el viaje) Duró como diecisiete días. […] Ese día, (el 17 de octubre) cuando bajamos, meta soldados por todos lados, tanques, “Uh, acá que pasa, ¿una revolución?” había un desfile grandísimo. Decíamos, “salimos de un lado… y nos metimos acá.” Pero bien, estaban los parientes ahí esperándonos. […] Mi madre la verdad, ha llorado mucho. Ella no se acostumbró nunca a esto. Aparte dejar la familia, las hermanas… y más cuando la familia se lleva bien. […] Después el trato acá más o menos. Cuando sos extranjero, siempre te miran como sapo de otro pozo.

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Patrimonio

Por Arq.Graciela Britos

Asociación Española de Socorros Mutuos Proyecto y dirección:

F. Marseillán y Cía.

Departamento arquitectura:

Ing. Civil Guillermo Martín Ing. Civil Segundo Fernández Long

Constructor:

Manuel Muradás

Fecha de inauguración:

29 de abril de 1933

Ubicación:

Bernardo de Irigoyen 139

Reseña histórica y estilística: La Asociación Española de Socorros Mutuos comenzó a funcionar en 1910. Decidida a levantar un teatro y sede social, la entidad adquirió el terreno que actualmente ocupa en 1929. En 1933 se inauguró el Teatro Español, sala con capacidad para 1000 espectadores, con moderno equipamiento El edificio, desarrollado en dos plantas, contaba con foyer, boleterías, baños, taquilla y camarines. Su interior se destaca por su estilo ecléctico, conjugando elementos neoclásicos y modernos para la época. La fachada, junto con la ampliación del hall y la sala de recepciones, se construyeron en 1940. Para la fachada se adoptó un estilo neocolonial, evidenciado por los pináculos, la heráldica, las tejas españolas, la herrería de los balcones y el arco de medio punto. Se transforma de este modo en uno de los edificios emblemáticos de nuestra ciudad y parte de nuestro patrimonio arquitectónico.

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Sociedad Italiana

“Unione e Progresso” di Mutuo Soccorso Proyecto y dirección:

Ing. Armando Gattamorta.

Constructor:

Antonio Cartolano

Fecha de inauguración:

28 de junio de 1931

Ubicación:

Rivadavia 447

Reseña histórica y estilística: La Sociedad Italiana “Unione e Progresso” di Mutuo Soccorso comenzó a funcionar en 1911 y hacia 1913 ya tenía su local en el terreno en que se sitúa en la actualidad. El Teatro Colón se inauguró en 1931 y contaba con 750 plateas, 22 palcos y 50 tertulias altas. Retrocedido de la línea municipal, el acceso se enmarcaba por un gran arco con heráldica y dos estandartes a los laterales. El proyecto original proponía una gran fachada neoimperialista, que no llegó a hacerse, con un frontis ornamentado con releves que representan la unidad italiana. En 1954, con la ampliación del foyer hasta la línea municipal y el agregado de la planta alta, se modifica la fachada. Ésta es de líneas sobrias, sin ornamentación y con un gran acceso, conforme al racionalismo imperante en la época. En 1997 se interviene el teatro y se realiza una vasta obra de puesta en valor del edificio, teniendo como prioridad el respeto por las formas, elementos ornamentales y estructurales. De este modo, se convirtió en un sitio adecuado para dar marco a las diferentes expresiones culturales de nuestra ciudad.

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Libros

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Asociación Española de Socorros Mutuos. Sus orígenes El Archivo Histórico Municipal, conjuntamente con la Asociación Española de nuestra ciudad, acaban de lanzar a la calle el libro Asociación Española de Socorros Mutuos. Sus orígenes. La publicación, desarrollada por el personal técnico del Archivo Histórico, pretende ser un homenaje al centenario de la entidad que agrupa a los ciudadanos hispánicos en nuestro suelo. Trata sobre su fundación y primeros años hasta la concreción del frente del edificio social (1940). El lector podrá, además, contar con una breve historia de la inmigración española en Punta Alta y una completa referencia al mutualismo en la Argentina y la ciudad, dado que a la Asociación Española le cabe el honor de ser la primera entidad mutualista puntaltense. También el libro puede consultarse on line en: http://issuu.com/archivohistorico/docs/master_sociedad_espa_ola-web

Los italianos y la construcción del Teatro Colón de Punta Alta Este libro, nació del trabajo de recopilación documental sobre el Teatro Colón lllevado a cabo pacientemente durante años por Angélica Cejas. Fue publicado ya hace unos años, reseña con abundante documentación la historia de la inmigración italiana en Punta Alta, como así también la estrecha vinculación de este colectividad con las artes. Esta circunstancia determinó la construcción del primer espacio especialmente concebido para espectáculos teatrales y musicales de la ciudad, el Teatro Colón. Asimismo, un anexo explica las características arquitectónicas del edificio y rescata la obra de puesta en valor del teatro llevadas a cabo por el municipio en 1997. El libro puede leerse y bajarse on line en: http:// issuu.com/archivohistorico/docs/sociedad_italiana

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Archivo Histórico Municipal

Museo Naval

Mitre 101 - (02932) 432214 archivohm@yahoo.com.ar de lunes a viernes de 7:00 a 19:00.

de lunes a viernes de 8:00 a 15:00; sábados y domingos de 15:00 a 18:00. Para consultas, llame al (02932) 487104.

Museo Histórico

Museo Histórico Infantería de Marina

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de lunes a jueves de 8:00 a 13:00 y viernes de 8:00 a 11:00. Para consultas, llame al (02932) 488325.

Museo de Ciencias Naturales

Museo Histórico del Centro de Veteranos de Guerra y Familiares de Caídos en Malvinas “VGM Sequeiros Jerez”

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