EXPERIENCIA PERSONAL EN EL JARDÍN DE NIÑOS Mi estancia en el jardín de niños Ana María Yrma Maldonado Pinedo en la semana del 20 de nov.- 2 de dic. Del 2016 fue muy amena esta vez. La ocasión anterior debido a causas de fuerza mayor, no pude asistir a la semana de observación todos los días, así que no fue muy significativa como la de mis compañeras, para ser sincera esa vez me sentí sin práctica de observación por el hecho de que solo fui dos días, mi relación con los niños no se manifestó de la manera en que esperaba. A decir verdad me sentía un poco decepcionada porque no había tenido esa experiencia pasada. Esta vez regresé con un poco de miedo ya que no había entrelazado de manera sólida mi relación con la maestra, me sentía un poco apenada al pensar que podía molestarle mi presencia pero no fue así, ella en todo momento se portó muy amable, intentaba explicarme los problemas que se le presentaban en clase y cosas que surgían en ella, siempre tenía para mí algunos comentarios sobre los niños, los que mejor a prendían y realizaban casi solos las cosas con solo mencionarles una vez las instrucciones y los niños que no se no ponían casi atención o eran muy distraídos. Para la maestra titular es su primer año frente a grupo y a pesar de que no es su perfil el ser educadora, es psicóloga y está especializada en la educación, se podía notar que conocía a cada uno de los niños quienes eran más hábiles y quienes tenían problemas para aprender, conocía de igual manera a cada uno de los padres de los niños y establecía buena comunicación con ellos, eso me llamó la atención y se me hizo un aspecto importante por resaltar como educadora. Mi relación con los niños fue muy bonito, ya que a pesar de que no tuve una relación muy estrecha con ellos la vez anterior, la mayoría se acordaba de mí y me saludaron muy emocionados, a lo largo de la semana se fue reforzando nuestra relación, aunque no con todos los niños, pues había unos que casi no hablaban, eran muy serios incluso con la maestra titular. Algunas veces traté de platicar con esos niños pero no les nacía entablar una conversación, pues eran demasiado serios. Lo que sentí más bonito fue al final de la semana, el viernes, cuando la maestra les dijo a los niños que me despediría y que ya no podría acompañarlos en las clases pues debía ir a mi escuela, ellos fueron muy cariñosos, recibí abrazos y algunas flores pequeñas que ellos habían cortado en el jardín, me dijeron que me extrañarían y que no querían que me fueran, incluso me pidieron que fuera otra vez porque me darían regalos y que me regalarían sus juguetes. Me gusta mucho la inocencia de los niños y la manera en que pueden llenar de alegría tus días, con simples acciones o comentarios ellos se encargan de pintar una sonrisa en tu rostro. Sé que la jornada de observación es apenas una probadita de la carrera y no se compara para nada con la practica mucho menos con la verdadera tarea de ser educadora, la cual no es solo cuidar y apapachar a los niños, se requiere de mucha dedicación, responsabilidad y existe mucho trabajo de por medio pues debes conocer cada una de las habilidades y problemáticas del niño, conocer cómo se desarrolla cada uno de los pequeños a lo largo de cada campo formativo, adaptar las actividades de acuerdo a sus necesidades y su desarrollo, trabajar extra con los niños que lo necesitan, planeaciones y evaluaciones, entre muchos aspectos más por englobar. Reafirmé mi gusto y mis expectativas por ser educadora, aunque se presentan infinidad retos y problemáticas sigo con la idea de esforzarme por ello. Me sentí bien, me sentí a gusto y feliz de estar en el jardín de niños, sobre todo por ser en ese jardín donde yo
estuve cuando era pequeĂąa, que al regresar tuve algunos recuerdos muy significativos que tuve anteriormente.