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LA CIUDAD COMO UN TODO

La ciudad se establece como el vehículo entre el tiempo y el sujeto, el material tangible sobre el cual el individuo se expresa. No es capturada solamente por los sentidos, sino que se interioriza e identifica con nuestro propio cuerpo y experiencia existencial; su habitante, a través de un proceso cognitivo, recoge la información necesaria aportada por los sentidos y proyecta sus propias imágenes mentales sobre la ciudad.

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Dr. Alejandro Guzmán Ramírez, Académico – Investigador Departamento de Arquitectura. División de Arquitectura, Arte y Diseño. Universidad de Gto. alejandroguzman06@gmail.com En este punto el ciudadano revierte el proceso de aprehensión para traducirlo en construcción mediante su propia poética y conciencia personal. Esto nos lleva a la preocupación de pensar la ciudad en los términos mismos de la conciencia que la percibe, es decir, encontrar la imagen de la ciudad en los lectores de la misma.

La capacidad de la ciudad de proporcionar una imagen unitaria y sintética de sí misma, que evoque sus principales elementos es fundamental. Las imágenes de síntesis de una ciudad pueden construirse extendiendo un determinado aspecto o una función convirtiendo sus componentes espaciales y sensoriales (figura, trazo, volumetría, texturas y colores) en características permanentes.

De suerte que, la experiencia perceptiva del ciudadano con su entorno comienza con la comprensión de sus estructuras básicas, dentro de límites claros que le den sentido a su experiencia cotidiana. Donde el conjunto de elementos que contribuyen a consolidar un lugar y la identidad socio-espacial de sus habitantes son:

a) El espacio presente en sus tres dimensiones y su campo perceptivo. El espacio pasa a interpretarse como el lugar vivido que responde a una formación cultural (modo de vida, costumbres e ideología); así como a una espiritual (valores y creencias).

b) La legibilidad, es la facilidad con que pueden reconocerse y organizarse las partes del ambiente urbano en una pauta coherente; que involucra la distinción de un objeto con respecto a otros y su reconocimiento como entidad separable (identidad), la imagen de ese elemento debe contener la relación espacial del objeto con el observador y otros objetos (estructura) y finalmente ese objeto debe tener y expresar un sentido práctico o emotivo para el individuo (significado)

c) La imaginabilidad, corresponde a los atributos o cualidades (forma, color, textura, etc.) que tiene un objeto particular o un conjunto determinado que le permite a cada uno de los individuos integrarse y construir con el paso del tiempo su propia memoria de un lugar.

Dentro de los discursos urbano-arquitectónicos tradicionales la identidad se atribuye en función de la homogeneidad de representación arquitectónica lograda, con base en el trazado de sus calles, de acuerdo a la disposición de sus edificios, a la singularidad de algunos de sus elementos. Cabría entender, basados en teorías sociológicas recientes, que el sentimiento de pertenencia a un colectivo, precisa de otras condiciones, además de la materialidad de las edificaciones y su tipificación urbana.

Respecto a la identidad social, se tiende a estar de acuerdo en que este concepto alude a la vinculación de los individuos a partir de una conciencia colectiva, esto es, un conjunto de presupuestos mentales compartidos por cada uno de los miembros de ese colectivo; llámese a esa conciencia, imaginario social o estructura simbólica.

La apropiación, la pertenencia y la identificación del ciudadano con su ciudad no solo sólo posibles de comprender a través de las formas espaciales, sino en su estrecha relación con las interacciones y situaciones de la vida social. En donde destaca la apropiación de formas físicas con la intención simbólica de diferenciarse de los otros. En este sentido, la pertenencia socio-territorial se expresa a través de formas de inclusión y exclusión social, representadas por los niveles de interacción entre los distintos actores sociales; trazándose ejes de identificación entre un sector urbano y otro.

De ahí que, la población urbana adopta diferentes estrategias y formas de vivir la ciudad de acuerdo con sus condiciones económicas y socioculturales, cada habitante tiene formas diferentes de pensar e imaginar la ciudad adoptando prácticas territoriales particulares.

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