El mundo feliz de la cigarras ciclistas

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el mundo feliz de las cigarras ciclistas ™armando rivera © armando rivera © para la presente edición Indeleble editores, 2020 11 Avenida 2-49 zona 15 Colonia Tecún Umán, 01015 Guatemala, Guatemala, C. A. correo electrónico: indeleble.editores@gmail.com imagen de portada armando rivera I.S.B.N.: 978-9929-557-52-9

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rubén, lucía y tristán

seres extraordinarios en el arte



prefacio injustificado “el mundo feliz de las cigarras ciclistas” es la paradoja sobre la fábula de esopo, quien en su narración: “la hormiga y la cigarra” condenó a todas las personas que hacen arte. convirtió a los creadores en esos parias del sistema metódico de la hormiga. bicho acumulador que, además, se beneficia del arte de la cigarra. pero la burla es pertinaz, porque a esopo se le recuerda como escritor no como campesino. paradojas de la historia. por eso, el contenido de los microrrelatos está cargado de ironía. además, tienen la reversión de los mitos clásicos. el sarcasmo es la lanza de punta que rompe la estabilidad de los mundos ordenados del sistema hormiguístico. crea en cada microrrelato una duda sobre la otra posición. los textos están sigarmando rivera / 7


nados de irreverencias contra el dios, los dioses, los príncipes, las ranas, nuestro frankeinstein o pinocho, entre otras historias. la pregunta que subyace es ¿quién de ustedes -perfectos acumuladores/consumidores- está en la otra posición? ar

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ángel en la autopista viene un ángel desnudo caminando en medio de la autopista, el tránsito es denso, de ritmo lento. algunos automovilistas lo evaden, otros lo ignoran y alguien le grita una obscenidad. no pide nada, solo vaga desorientado. trae las alas mojadas y los sueños son fragmentos, astillas del pasado. el diluvio de la tarde lo arrastró hasta el borde de la ciudad. no puede volar, las plumas del ala izquierda, sucias por la contaminación, anuncian el precipicio del futuro, una clepsidra, gota de caída eterna, decide el tiempo y en el ala derecha trae la nostalgia por ella. nadie lo reconoce. mención honorífica en el concurso “tu ciudad en 100 palabras”, municipalidad de guatemala. 2011

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abanderado de la fe elocuente por principio. siempre vestía de corbata oscura y camisa blanca. la vieja biblia en la mano y el gesto en la otra. llevaba años de sostener la posición en la plaza. una trinchera para la fe, se repetía. en días de euforia gritaba que los infiernos arderían en la tierra. los demás, siempre anunciaban las maldades del porvenir. el terror es la respuesta, se decía. entre merolicos, adictos y putas su prédica se vestía de fe. la iglesia, con estructura colonial, era el paisaje urbano para combatir la decadencia de la humanidad. no pedía nada, pero en la esquina de su imaginario atrio hay un canasto para la esperanza del día. al final alguien, cualquiera, le daba las monedas. al terminar la jornada, con el ocaso sobre el hombro, volvía a la higuera con las treinta monedas conseguidas y se ahorcaba en nombre del perdón. al amanecer la respuesta volvía a ser pregunta.

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el signo amparado en el viento, volví sobre el silencio. el tiempo es el horizonte por caer o las dudas en la almohada. sin ánimo dejo rodar una lágrima. cristal que rompe el futuro. callado en la esquina, frente al espejo del mal, comprendo la marca. esbozo apenas un gesto torcido por la imagen. maldita corporeidad, tengo el signo en la frente. un estigma que me arrastra hasta el delirio o al siguiente tragante. al final, la duda no se resuelve. no hay culpables, a veces tenemos preguntas sin sentido. intento navegar por los acantilados y soy caída en precipicio, ala que se rompe. desnudo busco otros ocasos. furioso me bebo todos los crepúsculos. derrotado, desde el inicio, acarició la mancha sobre mi frente. un símbolo por llevar. entonces, comprendo que soy un estepario. dejo como testamento unas letras, un legado para la humanidad. ¿tendrá sentido? luego me acuesto a dormir y sueño con dios. me inventa, lo creo, me escupe. mutilado en el umbral vuelvo a caer. soy caín, el bastardo de la fe.

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la última palabra el sabio, desde una poltrona, pronunció la última palabra de la humanidad. luego cerró el diccionario. después el silencio fue denso. se durmió y soñó con ciudades en medio de precipicios, océanos al borde del infinito, desiertos llenos de elefantes y planetas deshabitados en la mesa de noche. escuchó el destello de hiroshima y a la masa de inconformes coreando la consigna por la causa. oyó el llanto de un niño, el crujido de la cruz y los vidrios rotos del futuro. soñó sonido, arrulló el silencio y en el duermevela comprendió cuál era la última palabra de la humanidad.

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un acorde para joaquín el viento es el amanecer, se dijo. es un diálogo entre la piedra y el río o el ruido de una flor cuando germina. también es una tarde que se incendia en el anochecer o el rugido del mar cuando se despide. es la tristeza de una roca cuando es deidad y eco para la esperanza. además, oyó un grano de polvo en medio de la ventisca. es la hoz que sega el trigo o la explosión atómica del cero. sonrió ante la idea. es, entonces, la precipitación del reloj en el calendario, un golpe puntual de la segundera cuando talla un paisaje. el sonido es el trazo en el poniente. cerró los ojos e imaginó el canto del sol. después soñó la alegría de una cigarra cuando amarra la primavera a sus élitros. así el compositor tomó su guitarra y desde su ceguera comprendió aranjuez.

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los abismos diáfanos en los acantilados del amanecer miro el borde, se anuncia la inmensidad. consciente del vacío, balanceo mi cuerpo con ritmo. aspiro con profundidad, los pulmones se llenan del espacio. en ese instante, sueño con los ángeles desterrados de la fuente o los mendigos del kilómetro cero, esos seres vacuos, anulados por el calendario. imagino los horizontes, creo en lo oscuro y en el delirio. allí está el precipicio. los ojos se tragan el infinito, no sé qué decisión tomar. todo abismo se resuelve en la caída. ¿qué debo hacer en el día primero? aspiro otra vez, exhalo con ánimo y brinco de la cama. asumo un día de otoño y la continuidad de la vida.

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alado en montecarlo “…el lugar donde has sido feliz no debieras volver…” joaquín sabina

vomitó con fuerza a la orilla de la cama, un asco. el exceso de licor contamina. la mujer a su lado lo tocó, desnuda y voluptuosa lo acariciaba. era una rubia de diseño. hubo sexo de concupiscencia toda la noche. ella, ebria por el placer que él le provocó, no se percató de la suciedad. satisfecha, durmió hasta entrada la luz del día. entre dientes le dijo, “haces el amor como un ángel”. él sonrió. volvieron de la fiesta al alba. la noche se envuelve de misterios por descubrir, los demonios de la avaricia se anuncian en lo oscuro. él se volvió un adicto a las emociones fuertes. el casino era su antro preferido. ella convocaba el placer, el gozo de la carne. su nombre, gabriel, era quien intentaba descifrar los misterios del azar, comprender por qué los hombres pierden el sentido en las apuestas. tenía una misión. todos tenemos algo de mesías, nos sentimos redentores de la humanidad, salvadores de almas para la causa del señor, pensaba. llegó a la ciudad del alcohol, el juego y el sexo de la lujuria. todo eso forma parte de la armando rivera / 15


caída de la humanidad, meditaba. gabriel comprendía el bien y el mal, había probado del árbol del conocimiento. por eso sabía qué hacer. así cada noche entró al garito, el lugar de la perdición, allí están los mortales a salvar. pero se quedó obsesionado con el juego, el albur de la apuesta. el azar es inexplicable al igual que los designios de dios son inescrutables. entonces, se inquietó por la alucinación del misterio matemático del destino. durante meses volvió sobre las apuestas y la fe le proveía los recursos. comprender lo imposible de un aleatorio lo fascinaba. así el elegido se sentía más cerca de dios, él es inexplicable. a veces se concentraba en la esfera blanca de la ruleta, el círculo como un infinito de posibilidades, allí los números son la secuencia fortuita del movimiento. sin mucho esfuerzo ganó la primera vez. empezó a jugar obsesivamente, siempre ganaba. el éxtasis de la victoria lo empalagó. la rubia se pegó como talismán. las noches se hicieron de placer. las monedas fluían. él la compró con un diamante. ella lo indujo hasta los límites de lo humano. una noche le dio a probar el polvo blanco, el enviado inhaló con furia, vio el infinito y allí no estaba dios. amaneció en el balcón oyendo el rumor suave de la bahía y el intenso azul del mediterráneo que se clavaba en la pupilas. las embarcaciones colocadas en la bahía son una belleza de postal. la ciudad tiene el glamour de la ri16 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


queza. por la fe se logrará, se repetía. en el siguiente invierno, las seis posiciones de una combinación múltiple lo hicieron caer, los dados. la mesa con su paño verde lo envolvía. jugó con maestría. ese golpe de tiro suave lo cautivó. con certera precisión lanzaba los dados y el siete se presentaba. dios lo acompañaba en su misión. cobró fama, notoriedad. todos lo admiraban, el elegido se sentía pleno. cada noche fue al juego con la certeza de la victoria. la fe no es del extra mundo se dijo, con un rictus de maldad en las comisuras, queda a un tiro suave de los dados. empoderado, perdió el sentido de su misión. pero, sin lugar a dudas, las opciones de la baraja lo hipnotizaban. quince estrategias en una relación múltiple con cuatro actitudes hasta perderse en las maneras de los jugadores. por esos días rondó cerca de la mesa de los maestros del póker. los apostadores comprenden la noche. al tercer día en la secuencia de los siete meses, sin más los abordó. ellos sonrieron complacidos. noche tras noche, a la sombra de la luz neón, perdió. los dueños de las cartas dejaban limpios a los oponentes. aquel día de sino oscuro, se confesó. gabriel, fue abandonado a su suerte por dios, sin crédito ni dinero. el futuro era otra vez un azar, había perdido la fe y nada era seguro. así que abrió el abrigo grueso que lo cubría. desplegó las alas y en el borde de la corrupción las apostó. el tahúr complacido se alegró, armando rivera / 17


el pícaro conocedor de la victoria aceptó. él ángel enseñó su juego, dos pares. el humano sonrió torcido, mostró una escalera imperial. el alado elegido se embriagó hasta el delirio. luego, de tajo se las cortaron. amaneció tirado en un rincón. ella también lo abandonó. deambuló por días. limosneó un par de mendrugos para el hambre y soñó con el viento para sus alas. degradado en su condición, cayó en la basura. comprendió la miseria humana. aquella mañana, después de negociar con el buitre, se lo comió. le cortó las alas, se las puso y regresó al paraíso.

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vaivén entonces comprendo la culpa, expuso el ángel, cuando nombras a dios para pedir un deseo. así los ilusos, los derrotados, los bastardos, los de ayer, los de mañana y los de estas letras -todos- imploran por la avaricia ante la sentencia del delirio. ellos, los raptores de la fe, esos gusanos que creen que su dios está hecho a su imagen y semejanza son el puñal en el ojo. vomito por la fe del pordiosero. ante el chacal me quito el sombrero, comulgo con la bestia y duermo con el hombre. pido el deseo de siempre, las puertas se abren.

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de clases sociales en la estructura celestial se me condenó a ser el arcángel de la destrucción, ¿tendré absolución?

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el mercado mundial una vez un hombre, quien no era hijo de un dios ni se llamaba abel, hizo tan productiva la tierra que el mercado mundial quebrรณ.

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los corderos ordenados los blancos corderos se arriman al estrado, esperan la sentencia del chacal. la bestia furiosa abre las fauces, los colmillos lucen impecables, acerados. ellos, en silencio, comen la angustia del día. el paso por los montes del olvido los dejó mudos. a lo lejos recuerdan la historia que alguna vez les contaron, “en un lejano país existió hace muchos años una oveja negra.” la cual pasaron por las armas ante el temor de la bestia de garras afiladas. desde ese día pastan en la hierba de la sumisión, son convictos ante el anhelo eterno de libertad. al final oyen el veredicto, luego callan.

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de políticos su oficio era mentir. así que con argucias atrapó a la belleza. luego de faltar a la verdad durante mucho tiempo, ésta se empezó a marchitar. entonces, comprendió que sería inasible. por lo que se condenó a la soledad. con los años llegó a ser presidente de un país imposible. entre las normas previsoras de su gobierno, prohibió el arte. nada ni nadie podía volver a mencionar la palabra. con los siglos las estaciones se hicieron nudo y todo quedó suspendido. una tarde de otoño, un niño vestido de arco iris se presentó frente al déspota y le dijo que él era el destino. el timador sonrió despectivo y le disparó a quemarropa.

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el conspirador guardaba los secretos en el cofre de la verdad. tenía la edad de la gloria en el regimiento de los justos. las viejas batallas y el principio ilustre de la fe humana lo hizo tomar su acción. asesinó sin ningún sentimiento de culpa, traicionó desde la comodidad de un mandato y mutiló la vida al caer la noche. ningún amor fue posible. siempre durmió con judas, hasta que una madrugada lo ahorcó. al levantarse -después del tercer díatodo estaba en orden. así que volvió a guardar los secretos en el cofre de la verdad.

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un dios del sur ayer a las cinco de la tarde y no en una época lejana, como sucede en las películas de hollywood, un dios del sur creó la luz para hacerse notar. en su afán de protagonismo y poder en contra de las otras divinidades derribó lo límites de las potestades sobrenaturales que cada una tiene. enfurecido el gran dios del norte alzó su guadaña, lo decapitó y así nació la noche.

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tahúr por convicción aprendió de las apuestas, apenas comprendió los números. la fórmula le resultó simple. él era uno, lo demás se daba por añadidura: dos, tres o las otras variables indeterminadas. así desplumó a todos sus amigos del barrio en los juegos de azar. nunca perdió. luego, estudió cálculo matemático. pero dedujo la constante ganadora al comprar una computadora. además, hizo fusión de su ser con el algoritmo virtual. de esa cuenta, sus compañeros de universidad lo llegaron a odiar. él sabía de la trampa porque conocía la diferencia y siempre la aplicó. también decidió invertir sus conocimientos en el sistema financiero. ganador absoluto con la especulación. hizo quebrar bancos y países. amasó una fortuna impresionante. triunfador excelso. con los años se convirtió en un notorio tahúr. por lo que frecuentó las vegas y fue asiduo de montecarlo. por su fama y fortuna una noche lo invitaron a la mesa principal de los ganadores perpetuos. las figuras especiales, ¿se recuerdan de ellos? el diablo, por ejemplo; pero en esa ocasión estaba dios. las reglas para participar eran muy estrictas; se hacía la apuestas con una serie de códigos y filtros de seguridad que protegían a los gana26 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


dores perpetuos. así que él, con una ambición desmedida y observado las reglas, decidió -para hacerlo interesante- jugarse el alma con toda su fortuna para ganar el paraíso. perdió, como era predecible, porque a dios nadie le gana. al intentar cobrarle se dieron cuenta que era inasible. luego, los matones del triunfador lo fueron a buscar para dispararle a quemarropa. sin embargo, no lo hallaron. el vencedor gritó histérico, ¿quién eres? soy un invento del electrón en la casa del facebook, le respondió directo e intangible. luego sonrió complacido, entre irónico y sarcástico agregó, quiero el cielo, te gané. dios, otra vez sereno; alargó el brazo y desenchufó la corriente. así fue el silencio del origen.

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el tiempo estoy en la esquina del tiempo. el lugar donde no hay calendarios ni estaciones, lleguĂŠ.

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el caminante obsesionado por encontrar el final, nunca comprendiรณ el principio.

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la forma perfecta aprendiĂł a vivir en lo oculto, por eso conoce la luz y la forma. pero transita por los recovecos de las piedras a la orilla de los rĂ­os. en primavera reconoce el destello de una semilla cuando se hace planta. en las tardes se desliza suave por el borde de los caminos. a veces, para entretenerse, devora el paisaje. en los dĂ­as de invierno se cuela en las casas, duerme frente a la chimenea. ama a las mujeres que esperan, ve a los hombres sentados en el bar y oye a los ancianos que alucinan por su niĂąez. siempre ha estado allĂ­ y nadie la ve, vive en nosotros, se llama soledad.

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para hablar al viento no se expresó en lenguaje de los dioses, ni siquiera humano. solo habló. ella no lo comprendió por estar viendo al norte. sus palabras se las llevó el viento. los siglos pasaron, la memoria se hizo polvo, pero los sonidos que él emitió nunca se borraron, dicen los sabios que es el idioma del amor, la poesía. hoy nadie lo recuerda, pero la historia se cuenta de generación en generación y más de algún osado amante intenta repetir las palabras de aquel hombre para amar a una mujer.

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un beso un príncipe moderno emitió -a la usanza de sus antepasados- un decreto real, “todas las brujas del reino han de ser presas antes del alba”. y aquella noche se dio la cacería de hechiceras más eficaz en la historia de la humanidad. los perversos gendarmes atraparon -una a una- a todas las encantadoras. allí en los carromatos, las adivinas eran sometidas a mil injurias y ningún sortilegio de ellas rompía el decreto real. al amanecer, los calabozos de palacio estaban llenos de mujeres. las más ancianas vociferaban en un tono gangoso, terrible, lleno de odio. las jóvenes aprendices de maga, seductoras, coqueteaban con los guardias. pero todas, en su interior, conjuraban un encantamiento perverso contra el príncipe. sin embargo ningún maleficio funcionaba contra el elegido. al fondo, una de las viejas maléficas se quedó en silencio, tenía el cabello alborotado, una joroba, la nariz torcida, le faltaba un ojo y los dientes estaban negros, cariados. en ese instante, rodeado de seguridad, trajeado con armani, oliendo a paco rabanne for men, con un rolex en la muñeca izquierda, apareció el príncipe y bajó al sótano del castillo. entró a la celda y despidió a los guardaespal32 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


das. la vio, ella le devolvió la mirada con rencor y comprendió al infante. no le afligía la boda real. él desposaría a la princesa más bella del reino. no eran las obligaciones de príncipe. la malvada escupió y un fétido olor impregnó el ambiente. todas las brujas cuchichearon en ese momento. él se acercó a la malvada y le dio un beso en la boca. así el príncipe se hizo rana y de dos saltos cayó en el foso de los cocodrilos. las brujas fueron quemadas en la plaza pública, como escarnio por la desaparición del heredero. la lealtad de las maléficas se puso a prueba, ni las llamas de la hoguera o las noticias amarillistas de los diarios las amedrentó, ninguna habló. el más furioso de los perseguidores fue el banquero de montecarlo. el príncipe dado al juego y la bebida se había sobregirado en su tarjeta de crédito; por el vicio había empeñado parte del castillo y las tierras del reino estaban dadas como garantía en un pagaré. ante la furia del rey, el primogénito prefirió croar con pasión en las noches de luna antes que asumir la responsabilidad. por eso el beso fue perfecto, total era noble.

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en el mar del tiempo parado frente a la inmensidad, dispongo de unas ánforas antiguas. los mensajes son letras del ocaso. los cristales, con sus colores, entran en el espacio de un corcho para navegar en el océano del tiempo. cada día un mar. cada noche la esperanza para flotar en los sueños. una vez un intrépido poeta se detuvo frente al muro de la vida. entusiasta envió mensajes en los recipientes. astuto envasó una rosa, un libro y la vía láctea. agotado, se sentó a ver el horizonte. la nada. luego adivinó que tenía el último cristal, entonces enfrascó una astilla de su corazón y se durmió.

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la trinidad por la traición del padre ayer amaneció judas a mi lado. eterno agradecido de la traición. éramos dos en el puñal y el gallo el tercero. formamos una santa trinidad. ¡vaya triángulo! pero nos santificamos en el engaño. él, muy noble, me arropó. la madrugada traía el tercer canto y nos negamos todos. al amanecer, vomité mi humanidad. me vestí con la deslealtad y abracé a dios.

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un plan improvisado “tenemos un plan improvisado”, le dijo el lugarteniente al comandante. éste sonrió y le contra argumentó -en tono de hastío- “si es improvisado deja de ser un plan, será apenas una acción evasiva ante una posición de riesgo”, y le ordenó, “tú asumes la responsabilidad” luego lo envió a la acción. el muchacho, con la angustia propia de un novato, se acercó al objetivo. su corazón latía aceleradamente, la boca se le secó, el miedo lo invadió de pies a cabeza. en fin, estaba al asecho y cual presa -sin más preámbulo- beso a labio ardiente a la mujer que tenía enfrente por orden superior. después se enamoró.

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el invisible nació pobre, pero llegó a ser el hombre más importante de su época. todos hablaban de él, era famoso. los diarios cubrían sus hazañas. sin embargo, por la avaricia traicionó sus principios. defraudó a millones y se enriqueció de mala manera, robó la fe que le profesaban. cuando sus seguidores se enteraron, le reclamaron. luego intentaron lincharlo, que pagara su engaño. él alegó inocencia, después demencia, por último pidió unos segundos, se subió al escenario y como era su costumbre desapareció.

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tĂŠrminos sosegados la negociaciĂłn fue concluyente. el compareciente tenĂ­a un tiro entre ceja y ceja.

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un deseo concluyente dios le concediรณ un deseo. la nombrรณ admirarte general, pero ella era mujer, enfurecida por el cargo lo usรณ para ahogar al mundo.

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cien minutos en la eternidad abrió el reloj, colgado con esa leontina que le regaló el anciano, miró la hora. eran cien minutos, ¿quién lo diría? allí estaba el tiempo. una vez tuvo un reloj de arena, esos que guardan el polvo del desierto para medir las horas. por algunas razón, pensó en dios y los cuarenta días de abstinencia. sonrió. nunca tuvo sed, total era el hijo de otro dios. así lo vio de lejos, él estaba en una esquina, ella en el olvido. ese día hicieron recuento de la ciudad, los años del pasado, evocaron los besos en el portal de aquella casa en el centro histórico. suspiró. ellos y los amores perdidos. ellos eran la duda en el tiempo. hasta donde recuerdo, tenían un calendario oculto, el que duraría tal vez cien días o cien años. además, le escribió cien palabras de amor. sin embargo, ese año, la ciudad seguía en ruinas. nadie regresó del pasado, no hubo mesías. entonces, comprendió el misterio de la estación, ella no volvería. eran cien minutos de espera. obstinado concluyó que la siguiente inmortalidad sería para amar. ¿quién lo diría? yo no hice la apuesta. apenas lo vi cuando abrió el reloj y eran cien minutos de la siguiente eternidad. aún te espero. 40 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


una vez un príncipe hubo una vez un príncipe, quien vivía en un hermoso castillo rodeado de jardines impecables y un maravilloso bosque. tenía un rey dedicado, una reina amorosa, una inmensa corte con nobles y duques. además, cinco posibles princesas para desposar. todo era perfecto, hasta que el heredero descubrió que le gustaban los caballeros andantes.

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bella durmiente al final al despertar vio que era hermosa, con esa insolencia que tienen los dioses cuando crean la vida. por lo que marcó su destino como bruja. en acto de venganza hechizó a cuando hombre quiso y embrujó a las mujeres más hermosas para sentirse poderosa. ella era única. nadie se oponía a sus propósitos. supo del amor cuando comprendió que había traicionado al último príncipe. sin embargo, mantuvo su posición, pero su belleza trazó el otoño. con los años le preguntó al espejo sobre el porvenir. el silencio fue evidente, porque el cristal no le contesta a nadie. es uno, al final, quien descubre la respuesta. así que lloró. en la soledad de una tarde, en el precipicio de la vejez, lo vio llegar. lo besó con desesperación. luego cayó en un sueño profundo del cual nunca despertó.

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un concilio de dioses hace algunos años hubo un concilio de dioses -a la orilla del mar- para evaluar su máxima creación: los humanos. el señor de los cristianos abrió la asamblea, expuso que él, siendo el dios verdadero, le correspondía tal privilegio. molestos los demás participantes, emitieron sus sentencias. deliberaron durante días, luego años y por último un par de eternidades sobre la legitimidad de tal afirmación. en un acto de ira, se hicieron maldades. poseidón intentó ahogar a chac, mahoma -el favorito- interpuso condena de alá contra gugumatz y así sucesivamente, unos contra otros. cansados los inmortales se condenaron a perpetuidad. mientras tanto, en la función de las tres con surround y high definition, los humanos se divertían de los alegatos y la violencia de sus dioses en una de sus más geniales creaciones, el cine.

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libertad aquel tipo compró la cadena más grande que encontró. en una esquina discutían el viejo dinosaurio de monterroso, batman y el presidente. habrá que encontrar el tiempo preciso en que sucedió, enunció el primero. batman, la sombra, sonrió despectiva y dijo, la libertad es un ser de lo oscuro. por último, el presidente promulgó un decreto para que todo quedara en orden. yo vi a los tres por el visillo, cerré la puerta de este cuento con la cadena que él otro compró para que la libertad no se escapara.

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botellas al mar en islas solitarias hay náufragos que lanzan botellas al mar con la esperanza del encuentro. en barcos a la deriva, hay piratas que depositan su fe en las ánforas que tiran a la mitad del océano para encontrar la ruta del retorno. hubo una vez un hombre de apellido crusoe que el mal aliento de poseidón lo envío al fin del mundo, allí aprendió del silencio. años más tarde depositó su esperanza en una botella que las corrientes marinas se llevaron al sur. hay islotes donde los pelícanos tejen las travesías de los cristales. tenemos la rosa de los vientos y el amparo del destino para encontrar la ruta. además, poseemos los botellones del tiempo que caen al borde del infinito. una vez un perdido poeta atesoró la vía láctea en una vasija de cristal, la dio en ofrenda al dios de la tempestad para comprender el amor. hay locos amantes que se beben el mar con la mirada, luego lo lloran en el amanecer de las despedidas. tenemos corsarios que roban la pasión y lo vierten en las sombras de un piélago de caída suave. algunos navegantes embotellan el deseo en el ocaso. hay noches de silenarmando rivera / 45


cio y mares que crecen en la esquina del barrio. comulgamos con el canto de las sirenas y la rabia de los recuerdos que transitan en las lรกgrimas del tiempo. tenemos al dios del mar, quien atesora todas las botellas de la esperanza, nuestra fe.

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de voluntades llegó con tres heridas, la de la vida, la del amor, la de la muerte miguel hernández

aquel tirano compró tres voluntades. la del tiempo, la de la muerte y la de judas. con esta simetría se sintió inmortal. todo estaba en su lugar. mutiló, mató e incluso perdonó. nadie volvió a protestar. decretó el silencio. era el mundo perfecto. luego de varias décadas se sintió seguro. ni la muerte ni la traición lo podían tocar, él tenía el tiempo a su favor. entonces, se acostó a dormir. en el sueño vio al tiempo bailando con la muerte y judas tocaba el saxofón. al despertar, algo atribulado por aquella pesadilla, el amor rondaba quedito en su almohada. se frotó los ojos y vio que ella estaba a su lado. nada ni nadie puede contra el designio el destino le sonrió, pero le dijo, tu condena es la soledad, por ordenar el silencio. le arrancó el último suspiro y se lo regaló a la muerte, al tiempo y a judas.

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el Ăşltimo juez emitiĂł sentencia, luego todo se destruyĂł.

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mariposa tenía trazo en el viento. apenas era un dibujo en el papel, una secuencia de colores. así la mariposa buscó su libertad en uno de tus sueños. aquella mañana éramos los dos quienes la empujábamos para crear sus alas. el cartón traía un sobrio dibujo de una falena, nocturna esperanza del vuelo. en el sueño, recuerdas, salimos al horizonte para recaudar ocasos y amaneceres para que sus alas encontraran el destino. luego despertaste y vimos volar a la mariposa desde nuestra habitación.

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del odio al traidor…

hay personas crueles, malvadas, maledicentes, venidas de todos los tiempos, traidoras y tú. por eso tienes mi odio eterno. con esa condición he de destruirte hasta que no quede nada de ti. así, algún día cualquiera, un cosmonauta venido de mil planetas encontrará -en los escombros de la escoria- un fragmento de tu cráneo. lo estudiará, con morbosa curiosidad, y -al final- comprenderá que la maldad existía en el género humano por personas como tú. luego se despedirá para continuar su viaje intergaláctico y tú no serás más que este recuerdo en mi condena perpetua.

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la convicción el último banquero de wall street -por la pérdida-tenía la certeza del suicidio. así como el ayatolá o la visión de aquel viejo dictador, quienes arrasaron con la humanidad, tenían la convicción por la causa.

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el rockstar el grito cayó sonoro, la multitud se estremeció. todo era un estruendo. los acordes de la guitarra sonaban al unísono con el ritmo de la batería. dio un brinco, su cabellera se arremolinó, arqueó la espalda y cayó de forma lenta hasta quedar de rodillas. mientras sus dedos recorrían el puente de la fender. el público gritaba histérico por el espectáculo. una mujer le lanzó su sostén. él cantaba con frenesí, entonaba a todo pulmón la melodía. todo el mundo coreaba. sudaba copiosamente, tenía más de dos horas de estar al frente. una fuerza sobre humana lo estimulaba al ritmo. él era la leyenda más grande del rock. él era uno de los mejores. él se encontraba en el mejor trance cuando oyó un grito de su madre, quien le ordenó apagar el televisor y dejar de gritar como loco.

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los locos de la zona cero …y estoy aquí en el rincón oculto de lo prohibido… francisco barrios

llegó vacío, solo. la calle está desierta. el frío del amanecer, ese que se deposita en la acera, le golpeó las entrañas. tenía hambre. en ese momento, atrapó un recuerdo para sobrellevar el viento helado del alba. alguna vez fue un niño en los brazos de su madre. tirita, los dientes castañean. aprieta los puños. los gestos del rostro se cincelan. una lágrima cae al borde. tiene sed. la borrachera de anoche lo trae al hilo. se abandona al muro tiempo. una pared desteñida y el olor a orines son parte de su hogar. un perro olfatea la muerte en la esquina y él es el primer loco de la zona cero. ¿te acuerdas?

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el dictador solo, sentado en su poltrona -después de cien años en el poder- el dictador rumiaba sus ideas. tenía a la oposición casi aniquilada. luego expresó en voz alta, con don de mando. ¡habrá que fusilar al contendiente! gritó. ¡preparen, apunten, fuego!, y el tirano cayó. él fue el último adversario a quien eliminar.

54 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


la sentencia no puedo poner la computadora en off y pretender que la vida no sucedió. sentado frente al horizonte -aquella noche- las palabras parecían banales. una actitud vacua los consumía, ella expresó su delirio. aunque éramos dos la presencia de un tercero se hacía evidente. intentaron dialogar para explicar la nada. argumentos fútiles, conversaciones carentes de sentido, palabras tiradas al aire. la madrugada estuvo plagada de silencios. dormidos -ambos- siguieron en sus monólogos, cada uno con su propio alegato. de cuando en cuando ella le abrazaba, lo intentaba tocar, pero él seguía ausente. en lo profundo de la negrura decidieron abandonarse al calor de los cuerpos. un ritmo lento de toqueteos los fue envolviendo. se durmieron. él cerró los ojos y cayó en el infinito de la soledad. ella soñó un pegaso. cada segundo del tiempo era un ala. miles de plumas los hacían flotar. sentían el acero del viento cortar sus vientres. un cuchillo que mutila el tiempo. ella se anudó al huracán de la noche. volaba flotaba. llegó hasta el borde, en el límite se sintió caer. eolo se portó como un canalla, porque empujó su reloj como un soplido de luz al amanecer, impostergable. así soñó armando rivera / 55


como el otro la amaba. entonces, blandió la espada del tiempo. ella lamió la humedad del viento. ella era un ser besando el ocaso, un ciclón sin fuerza. así la noche trajo su sentencia. amanecieron desnudos, nadie preguntó por ellos y la vida fue ese recurso en off de un monitor.

56 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


un decreto sobre el arte aquel viejo déspota tenía enfrente a un músico, un bailarín, un pintor y un poeta. los miraba con el ceño fruncido, pensativo. la comisura desdentada del autócrata era impredecible. con un leve movimiento de cabeza ordenó que se acercaran, los deseaba estudiar con atención. los artistas obedecieron a la orden del ujier, porque, aparte de tenerle miedo al opresor, no entendían sus señas. el silencio era hermético como la muerte. el tirano se entretuvo en los detalles. imaginó el sonido del músico, el movimiento del bailarín, el color del pintor y la palabra del poeta. los pensó en su gabinete de gobierno. ellos serían sus ministros. un rictus se anunció en su gesto. la ciudad sería un espacio diferente, estaría llena de sonido, movimiento, color y palabra. la sociedad lo reverenciaría, lo idolatraría y sus más acérrimos críticos no tendrían argumentos para atacarlo. la prensa local e internacional sería benévola con su figura de poder. no tendría que inventar crónicas sociales de la realidad nacional. él sería único, se quedó quieto por un momento con un silencio de mortaja. luego gritó a todo pulmón. los fusilan antes del amanecer, después le dijo al ordenanza, quiero que le armando rivera / 57


digas al periodista oficial que redacte una loa para mi persona que tenga los elementos del arte y la publican a la par de la nota roja de los fusilados. sonriรณ despectivo.

58 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


el emperador fue emperador, además, déspota. vivió en roma. su palabra fue la verdad revelada de la antigüedad. a una orden suya, los legionarios destruían una ciudad. acumuló todo lo humano y creó varias divinidades. al final de sus días era el hombre más rico del mundo. luego de contar todo el oro que arrebató con saña, comprendió que algo le faltaba. murió en silencio sin poder averiguarlo.

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la victoria al final de la batalla los cadรกveres anunciaban la victoria.

60 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


el anhelo de una sílfide escuálida por convicción, ella era la representación de las sílfides. mujeres anoréxicas. pero, antes de morir, reveló su anhelo. soy la modelo ideal para que pedro botero pinte.

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adversarios esenciales se imaginaban con odio. eran opuestos, enemigos. pero siempre pensaban el uno en el otro. por separado se comunicaban. a veces él dejaba una pista, el otro la interpretaba. no hay crimen perfecto, decía. lo seguía, lo olfateaba, como perro de cacería al asecho. el otro siempre se fugaba en el último instante. al final del día, en las noticias de las seis se hablaba de ellos y siempre miraban la televisión, eran inseparables en el círculo de los adversarios esenciales.

62 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


eterna recogió de la sombra el viento. se vistió de ternura como blindaje impenetrable, así las llamas que devoraron a las fatuas hienas no le hicieron daño. su coraje le dio el ánimo para construir un amanecer y colgarlo en el lazo del día. se bebió el horizonte para pintar el paisaje con alegría y regalar el primer destello de una primavera ante la fecal actitud de aquellas bestias que se regodeaban en la miseria de su limosna. sonrió, tendió la mano, abrazó lo eterno y se hizo inmortal en el olvido.

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los dinosaurios de dios los dinosaurios del edén -con su calma de saurópodosrumian lentamente el tiempo. miran, sin poner atención, la belleza del paraíso. con su actitud sosegada cuestionan la idea de dios, mientras pastan en silencio. los dinosaurios del edén son criaturas apacibles y sueñan con un humano para comprender la creación de dios.

64 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


un diluvio posmoderno aquella noche llovió tanto que noé tuvo que mostrar su partida de nacimiento ante el arcángel y los representantes celestiales del tratamiento de aguas, autoridades competentes, para poder quedarse con los dinosaurios del edén, las gárgolas de notre dame y los seres mitológicos del bosque. así entre elfos, duendes, hadas y demás personajes comenzó el trato, pero incluso dio cabida a seres como bambi, el lobo feroz de caperucita o tribilín y los acomodó en una sección especial del arca. quedaron un poco apretados, porque eran más de los que imaginó. sin embargo, con esta acción, realizó su labor de hombre justo. los hizo entrar de noche para que no fuesen vistos por los animales que oficialmente se debían de salvar y también para evitar la ira de dios. cien días más tarde -al terminar el diluvio- los negoció por la puerta trasera con los hombres de ciencia y algunos escritores, quienes los hicieron imperecederos.

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los negocios de noé luego de los cien días de lluvia, noé comprendió el tema. no es la salvación el negoció, es el agua. al estar otra vez asentados en los montes ararat hizo descender a los animales y no les dio recibo de viaje ni visa de desembarco. los dejó desperdigados y regresó apresurado a su camarote. allí planeó la estrategia, primero encausar los ríos, luego las represas, después surgió, como negocio colateral, la electricidad. mil años más tarde todo estaba en orden, hasta que un día se volvió a mojar. entonces, dedujo que le faltaba algo. un negocio central y puso a trabajar a su equipo de creativos. al final, uno le dijo, “nos hace falta una fábrica de paraguas, así cada invierno o diluvio, según sea el caso, se puede enviar a los emisarios del negocio para cerrar el círculo del la lluvia.”

66 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


los prados fantásticos del señor de la vieja negociación con noé, un escritor se apropió de todos los animales fantásticos que el patriarca había escondido en el arca. algunos dicen que fue un trato justo, pero a la mañana siguiente del diluvio, el anciano tenía un puñal en la espalda. desorientados los animales de la causa de dios, salieron y se desperdigaron por los prados verdes. sin embargo, ante la misteriosa muerte del escogido para salvar a la humanidad, el señor envió a sus fiscales, quienes -como buenos burócratas- no encontraron ninguna evidencia en la escena del crimen. el caso se perdió entre cientos de legajos y el juez de la corte celestial -bajo presión del poder- lo dejó en fase sumarial. los siglos se hicieron eras glaciales y el tiempo transcurrió con calma, todo estaba ordenado bajo los designios de dios. en la tranqui lidad de un verano, un descendiente -de aquel escritor original- halló en un cofre antiguo el contrato de compraventa de los animales de ficción. lo leyó con atención, por derecho le quedaban. además, entre otros papeles amarillentos del baúl, encontró un par de notas periodísticas del crimen. no comprendió la escena, pero su ancestro era acusado -de forma veladaarmando rivera / 67


de asesinar a noé. al final, no le importó mucho esta historia, terminó de abrir el cofre y sacó, en contubernio con sus compinches, uno a uno los animales fabulosos y los compiló en la “antología de la literatura fantástica.” ahora éstos -sin orden- viven por los prados verdes del señor y de cuando en cuando devoran una bestia.

68 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


los duendes modernos el primer libro que apareció, en mi mesa de noche, tenía las hojas gastadas, amarillas por el tiempo. lo leí con pasión. el autor narraba historias breves de animales. me dormí con los sueños de las ovejas fusiladas, el cuello de la jirafa y la disposición del león ante su reinado. al despertar todo parecía en su lugar. volteé, vi de reojo sobre mi mesa de noche y aquel documento no estaba. pasé el día con la pesadumbre de la pérdida. al llegar otra vez la hora de dormir, acomodé mi cabeza en la almohada, estaba a punto de cerrar los ojos cuando vi otro libro, ahora de pasta dura. encendí la tenue luz de la lámpara, lo leí. en sus páginas encontré la historia del gran hermano. lloré por la miseria humana y me conmoví hasta el alba. luego dormité una horas. cuando la claridad se hizo por tercera vez, el texto había desparecido. al llegar el ocaso del siguiente día, otro libro apareció. lo leí con pasión. amaneció y supe -desde ese día- que los libros son los duendes modernos que llegan hasta mi mesa de noche para compartir conmigo la sabiduría de la palabra y dejan su encanto dentro mi. armando rivera / 69


un rapsoda sabía del amor porque comulgó con la traición. conocía del silencio porque vivió en new york. todo era posible, él era un rapsoda. desesperado por sus múltiples universos decidió inventar su muerte para descansar. así que una mañana escribió el epitafio de su vida como un poema, “descanse en paz, para la eternidad el poeta”, luego se echó a dormir. feliz de su conclusión, pensó que todo había terminado, hasta que el siguiente lector lo inventó.

70 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


de los nacimientos nací un día, lo marcaron martes. no era del signo único. en las estrellas no se leyó algo trascendental. tampoco apareció un cometa en la bóveda del infinito, el mar no escupió más peces esa madrugada. el reloj siguió su marcha inexorable. cayó un segundo y el primer grito de vida. los anacianos del tiempo lo vieron venir sin ninguna preocupación. no se proponía mi vida como un elegido. apenas soy un hombre que transita por la palabra.

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cien años de sentencia tenía cien años cuando la bruja salió al jardín. comprobó que los hechizos todavía funcionaban. allí, en la esquina, estaba la princesa con su cabello rubio. más allá blanca nieves. en la otra esquina una de las heredera dormía plácida. todas ellas, las sílfides hermosas, estaban en orden. quietas, estatuas de sal sin redención. sonrió, con ese gesto torcido de su mentón pronunciado. levantó su vara negra y convocó a los duendes del placer. en un instante estos perversos arremolinaron el viento y todo continuó su marcha. allí estaban los príncipes y sus historias de traición. ella se paró de espaldas en el umbral de la cabaña, emitió un grito de lujuria por el poder del sexo y volvió adentro para dormir otros cien años.

72 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


el creyente le dijo en tono irónico, “al reino de los cielos se entra por las fauces de los gusanos”. el creyente apretó la mandíbula en actitud de reproche, pero se quedó callado. con una mirada hostil, el advenedizo tuvo la intención de proferir amenaza contra el fervoroso, cuando de súbito le cayó un piano de cola en la cabeza. el practicante de la fe lo miró con cierto dejo de compasión y le preguntó, casi al viento, “¿cómo deseas ser sazonado para entrar al cielo?” y sonrió.

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actos humanos le habló en tono serio a su hijo, le explicó de la caridad, de hacer un voto de fe por la humanidad. lanzó una moneda al aire -con cierto desprecio- mientras el semáforo daba luz verde. apuntó su carro al oeste y colocó en la radio una cinta de rap. el mendigo, traga fuegos, alucinado por la promesa del dinero corrió al centro de la calle, de súbito el camión giró pesado y lo arrolló. es un acto humano dar limosna y sonrió con ternura, el crío lo miraba desde atrás.

74 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


los fusilados ordenó su fusilamiento, no lo sabía, cómo podría saberlo que él volvería de la muerte.

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pinceles perfectos encontró la noche. luego hizo un trazo de claridad sobre el lienzo oscuro. ese día amaneció desnuda la belleza, era luz en forma de tiempo. comprendió el paisaje, se hizo horizonte marino. amó con intensidad los colores. imaginó un cuadro con esa caída de sol de tono dócil, lo adornó con nubes que empujaban el infinito hacia las estrellas. cada color era preciso como la vida. la hermosura de sus pinturas era sublime, como la idea de dios en la niñez. todo era perfecto, cada pincel tenía un tono. siempre dejaba en el lienzo las emociones fundamentales. él era un ciego que esbozaba las formas y los colores con palabras.

76 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


un traje a la medida se vistió de frío. el traje anterior no le quedó, ser príncipe siempre fue molesto por el protocolo de palacio. así que volvió al charco. muchas lunas pasaron y hubo de mudar de piel. por lo que en un tiempo fue argonauta, filósofo, banquero, contrabandista de whisky, embajador, músico, criminal, uruguayo exiliado, poeta y vendedor de ruta. pero siempre el ropaje le quedaba mal y se volvía a cubrir de viento. un día -los monstruos del decoro- lo obligaron, otra vez, a calzar prenda y con la paciencia del caso, luego de varios milenios, encontró el traje perfecto, se vistió de frankenstein.

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la lotería del caos para mi hija lucía, la noche es un misterio sin final…

el valiente lanzó la última carta. sabía de los versos de caín. la oscurana se hizo cielo. el tahúr tenía la apuesta acostumbrada. en el repertorio apareció el diablo, alguien lo cantó. todos suspiraron. el tiempo es un aleatorio, los contendientes lo saben y nadie los convence. hoy no es ayer y mañana es un imposible. así la noche siguió su curso, las estrellas adornaron el infinito. vestido de rojo y con tridente el diablo convocó a la muerte, ellos eran dos, el universo estaba completo. la guadaña de la señora cercenó la nostalgia. los instantes entre canto y exclamación se hicieron eternos, alguien gritó lotería, el valiente observó su juego, le faltaba un corazón. todos celebraron. él dejó el último diástole y comprendió que la teoría del caos es la soledad.

78 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


saber del silencio… en el principio, antes de la creación, todo era silencio. allí estaba dios, solo, con su posible obra a cuestas. todo en orden. luego creó, en un acto de magnanimidad suprema, el cielo, el mar, los animales y el hombre. también la mujer y el primer engendro del mal. él, sin querer esto último, lo había establecido. o, por lo menos, eso alegó milenios más tarde. además, pocos se atrevieron a contradecirlo y aquellos que lo hicieron fueron la excusa perfecta para la inquisición. así, el dios de la bondad, encontró su equilibrio con la maldad. todo era perfecto, hasta que un día a un escritor se le ocurrió la idea de explicar que dios no existía. entonces, la maldad obró con ventaja, pero al descubrir que todo era una mentira, se quedó sola como una amante abandonada y todo volvió a la calma del silencio, como en el principio.

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el club del manicomio allí está el señor bonaparte, cabizbajo, meditabundo. la batallas son su delirio. a la par está jesucristo, el negado, el proscrito sostiene su humanidad en el roble de una cruz. atrás los más grandes déspotas de la humanidad, sonríen. un pastor lo vende, cual judas, tiene un show de la fe en la televisión. en el fondo, el primer homínido se esconde por vergüenza y ante el deseo de eva se autocomplace en la precisión de la locura. ellos, los otros y ustedes se sienten perfectos, todos tienen una viga en el ojo de lo prohibido. pero cada uno es un dios. así la sala está llena de personalidades. casi en el silencio y olvidado cristobal grita su nobleza. por cierto, mahoma, el grande, le dice al primer idiota que la vida es la gloria en el señor. entonces, el cromañón irónico le dice, hoy amanece y ella no está.

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tres eras cristianas a la memoria de los sobrevivientes de las dos erres. masacre perpetrada por el ejército nacional de guatemala. 6,060 años después

lo condenaron. alegó inocencia. el soldado recibió las órdenes, asesinó y cada cuerpo cayó al vacío, uno tras otro. al final entró al recito, la cárcel. allí lo vio nacer por vez primera en la celda de enfrente, dicen que era el hijo de un dios. en la estreches de la prisión se durmió, lo soñó en medio de una guerra y al filo del combate apareció por segunda vez. no le puso nombre. sentado en la bartolina contigua, comiendo sin preocupación, con garrote en mano, lo vio. era el pitecántropos, tenía dos eras de penitencia, le reventó -aquel día- el cráneo a su compañero de travesía. lo vio sin malicia y ambos sonrieron. en la comunión del tiempo estaba la condena, tres eras más tarde -en la historia de la humanidadestaban sentados los muertos a la orilla de la eternidad.

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el insurrecto se metió de insurgente, nunca creyó en la causa pero amaba la violencia. además, la paga era buena. le gustaban las pistolas, los fusiles y el olor de la pólvora. por eso asesinó, torturó y demás canalladas en nombre de la democracia y el progreso. sus compañeros le temían y sus adversarios lo odiaban. un día caminó por la montaña en busca de la libertad y la encontró en el momento que su corazón fue destrozado por una bala enemiga en nombre de la paz.

82 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


del infierno “¡vete al infierno!”, gritó con odio. lo miré sereno, con la certeza de quien creó el universo. “allí estás”, respondí, con tono amable.

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te fuiste “ya” al escritor más arrogante que conozco

condenó al escritor por el mal uso del idioma. el otro se defendió. argumentó sobre su estilo, el ritmo y demás banalidades. tu mediocridad no tiene límites, lo condenó. calla le gritó. malediciente le sonrió. “ya” te dije que desaparezcas. “ya” me cansé de ti. “ya te dije que está demás”. es mi estilo, intentó disentir. luego, con una rabia espuria inventó un arma y le disparó a quemarropa. de un “ya” desapareció para siempre. ninguno de los dos sonrió. solo quedó un “ya” que los envío al olvido. “ya” te fuiste “ya”, “ya” se alcanzó a oír, “ya”.

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el pensador vio la piedra, allí estaba, se sentó a contemplarla. de niño jugó a subirla, era una montaña que escalar para llegar a la cima. ver el infinito. con los años se fue acomodando a la roca. niño y roca eran la continuidad del tiempo. una vez, siendo adulto, le habló. la piedra en su forma más simple le devolvió el gesto, lo acompañó. al llegar a la encrucijada del camino, las dudas se hicieron causa para la vida y una vez parado en la puerta del infierno, la pregunta fue cruzar o no el umbral de lo desconocido. cada propuesta del hombre era un trazo en la piedra. cincel y memoria. así -golpe a golpe- el niño se fue tallando en piedra hasta que la duda fue la razón del ser. un día, antes de morir, la piedra concluyó su trabajo, aquel niño era un poeta llamado dante, que se hizo piedra para pensar el tiempo.

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trashumante dicen que partió un día, salió al alba rumbo al horizonte. viajó, palmo a palmo, por el sendero hasta las distancias más extrañas. cuentan que junto al poeta bai juyi cargaron una piedra de la muralla china y vieron el amanecer. además, narran las historias que una tarde junto al escritor muhammad bayram al tunsi frente a la pirámide giza se bebieron el ocaso. otros días se vestía con la simplicidad del polvo y el camino. “las lejanías son ese rumbo por seguir”, era una de sus frases favoritas. me contó que un jueves vio llover en parís y habló con vallejo. una primavera llegó hasta el río hoang-ho y con lao tsé cuestionaron la filosofía de tao. años más tarde caminó, un día de otoño, por new york al lado de garcía lorca y lloraron por la nostalgia. se le recuerda como un trashumante. alguien lo vio junto al poeta netzahualcóyotl cuando los señores llegaron del mar. una vez fue perseguido por vagar junto a unos gitanos, relatan que habían robado el vino de un castillo. era un nómada. sin embargo, de todas las naciones que conoció, de los mares que navegó, de los desiertos que anduvo, siempre fue la patria de la niñez a la única que volvió. otros narran que estuvo viendo perpetuamente el horizonte y viajó hasta donde sus sueños llegaron. 86 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


el caballero de la habana salió de tarde. tenía un traje oscuro por la horas de mugre que llevaba en uso. luego de unos días, lo encontré dormitando sobre los filos del malecón. la brisa del ocaso era perfecta para descansar. en verano amanecía en los bordes de la catedral. a veces, por las noches, llegaba hasta la bodeguita del medio y rogaba por trago, en su misericordia de alcohólico hemingway le compartió algunos whiskies. un atardecer, con un crepúsculo impresionante, donde el sol era devorado por el horizonte, me habló quedito, para contarme un secreto. al final me dejó su autógrafo en una carterita de fósforos que decía, fidel. entonces, comprendí la ciudad de la habana.

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pigmalión llegó a los veinte años y pensó en la estatua. nunca fue ella, pero la deseaba. entre la piedra y el tiempo construyó un puente. años más tarde esculpió un calendario para ambos. trazo a trazo, día a día, con el cincel en la mano hizo su obra. el recuerdo es necesariamente parte del olvido, se dijo. un día ella amaneció desnuda, pero completa. así que se bebió una constelación y comprendió que la gota de rocío tarda una noche para ser cristal en la memoria. ella se levantó, lo vio perfecto. en ese instante lo amó para la siguiente eternidad. él era el indicado. los días fueron causa para el deseo. una noche al filo de la locura lo abrazó y lo besó, pero no pudieron hacer el amor. ella era polvo en el tiempo, él un suspiro animal. así que se suicidó por la imposibilidad. hoy es una escultura en el centro del parque que vaga en los sentimientos de los fisgones y ella llora cada amanecer.

88 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


galatea luego de llorar tres inviernos, dos eras mรกs tarde galatea se recogiรณ el pelo y saliรณ a vagar por las estrellas. por la tristeza se hizo luna en neptuno y decidiรณ brillar en nuestros recuerdos.

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el sicario el tiro fue certero, de muerte. luego huyó. con los meses la historia se hizo confusa en su memoria. una mañana, al filo del olvido, lo vio. sorprendido, tartamudeó, ¿pensé que habías muerto? éste sonrió y le contestó, “no, pero tú sí”.

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de predadores y humanos “el hombre es un lobo para el hombre…” thomas hobbes

el pelambre hirsuto del chacal dejó ver su actitud de cacería. en la esquina estaba la presa atrapada entre unos troncos y el pasado. nada ni nadie la podía salvar. su muerte era inminente, acaso tenía unos segundos antes del zarpazo final. todo lo que hizo en su existencia lo llevó a ese preciso segundo. se creó, otra vez, esa unidad indisoluble entre víctima y cazador. a cada sacrificado le corresponde un victimario. con los siglos esta unidad se perfeccionó, incluso se inventaron presas de diseño por lo que hubo que delinear predadores en el laboratorio. una inmensa galería, en el museo dela violencia, contenía la historia del terror. desde los antiguos cantos entre lobos y corderos hasta los feroces carniceros cibernéticos. con la respiración agitada, la víctima imaginaba un escape. la bestia -desde su ferocidad- olía el miedo, la adrenalina del sacrificado lo complacía. se regodeaba en la maldad. las pupilas dilatadas, el sudor frío y la lengua pegada al paladar fue el instante preciso del miedo, cuando el acerado momento concluyó. el verdugo miró de reojo, el último humaarmando rivera / 91


no quedรณ a la vera del camino, su propia ambiciรณn lo llevรณ hasta la extinciรณn por haber creado al predador mรกs perfecto en la historia de la humanidad, el hombre.

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pastor de dioses los arrió al campo, con don de mando, pero en calma. él era un antiguo ovejero, ahora pastaba a las divinidades en la hierba de la sabiduría. conocía de la mansedumbre, por eso comprendía la rebeldía. algunos inmortales eran complicados y contradictorios. otras deidades eran simples, dejaban pasar las eternidades, esperaban la adoración y no discutían mucho. sin embargo, todas y cada una tenía una verdad expuesta y varias quimeras ocultas. los omnipresentes conocían de la traición y la devoción de los mortales, total eran dioses. en épocas de crisis, cuando alguno protestaba o se insurreccionaba, el ovejero lo amenazaba con su perdición: el hombre.

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la sed de neptuno era un dios arrogante, con su aliento era capaz de hacer las mareas, con el puño trazar los acantilados o vestir la costa con hermosas playas. él era un dios mayor. ni zeus -el inigualable- osaba contradecir su posición. mortales y divinidades le rendían tributo. en días de enojo -por la desobediencia - creaba tifones y huracanes. todo quedaba anegado. destruido. así todos le temían. en la inmensa soledad del océano, él era el dueño absoluto. una tarde de junio, en una isla lejana, la encontró. aunque parezca increíble, se enamoró. ella tenía el candor propio de la vida. simple mujer. primero la amenazó, luego le rogó, por último suplicó. ella lo miraba extraña. un día le pidió una prueba de amor. debes surcar el monte más alto de aquella comarca, así sabré si me amas. neptuno obsesionado accedió. luego de escalar varios días llegó a la cumbre. al ver el infinito desde la montaña, comprendió la vida de otra forma, pero se murió de sed.

94 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


un sindicato de dioses todo está en movimiento, le dijo en tono conspirativo coyolxauhqui -diosa azteca- al dios griego hades. un ruido ensordecedor es el ritmo de la vida, les respondió tánatos. es así como xibalba, mors, osiris, hela y otras deidades de las sombras, emitieron sentencia y decretaron que, “la muerte como la vida es un acto de creación”. por ende, ellos debían tener los mismos derechos que los dioses de la vida. los creadores de la muerte estaban agotados por el maltrato, ocupar los lugares fétidos y estar siempre escondidos. entonces, se pusieron en huelga, formaron un sindicato e hicieron su pliego de peticiones. cada uno lo presentó a su contraparte. ¡oh, sorpresa! sin embargo, la humanidad seguían muriendo sin la intervención de los dioses de la muerte. éstos, furiosos, interpusieron amparo y ofrecieron tomar medidas de hecho más drásticas, ante la arbitrariedad de las acciones de la vida. por lo que hubo de crearse una corte adoc para oír a las partes. así los más notables humanos conformaron el tribunal. luego de oír a los implicados, deliberaron durante un breve tiempo. les explicaron a las deidades de la muerte que no tenía muy claro cómo era que realizaarmando rivera / 95


ban las defunciones, porque con los aĂąos, ellos -quienes los habĂ­an creado- perdieron las instrucciones.

96 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


del castigo a la eternidad nunca entendió a las deidades y menos adoró a los dioses, por eso su condena fue ser mortal. luego de varias eternidades él seguía allí, incluso, después que varios dioses mayores yacían muertos. al final, él era el hombre en comunión con la mujer, quienes creaban la vida o a los altaneros dioses.

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la pasión de caperucita la niña de rojo tenía una idea oculta. una pasión de libertad. pero su madre siempre la perseguía por toda la casa dándoles órdenes de mujer madura y sabia. “debes ser una niña hacendosa”. aquella tarde la envió al bosque a buscar arándanos para el pastel de la abuela. como suele suceder en los cuentos infantiles, un hada maravillosa se le apreció y le preguntó ¿cuál sería su deseo? luego de meditarlo brevemente, expuso su idea oculta. así el hada, el lobo y la casa en el bosque desaparecieron para siempre. todo perdió color, su pasión se hizo nube. ahora vaga por el centro de manhattan buscando a la abuela y no hay lobo que la devore, es libre.

98 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


cupido el asesor era bello como un ángel recién nacido. su obligación, en el misterio de la vida, era encadenar el amor. en los primeros días practicó con las cosas inanimadas. una piedra con una flor, así inventó el paisaje; o el viento y las hojas de secas así hizo el otoño. perfecto. cuando adquirió cierta destreza sobre su hermoso espectáculo natural, intentó con los animales. al ver la realeza del león y la gracia de los peces, lanzó un dardo y creó el león marino. se aplaudió en la soledad de una tarde, estaba orgulloso de su trabajo. con las habilidades en su máxima capacidad, abordó a los humanos. lanzó una flecha a un hombre contra una mujer, el amor duró hasta el instante siguiente con el desengaño de la vida citadina, tres días más tarde se alejaban mutuamente. se preocupó, pero no perdió la fe. entonces, arrojó una saeta, una mujer joven contra un anciano. su amor duró dos días, luego vino la demanda de divorcio. ella le ganó la fortuna al viejo y se escapó con un marinero contrabandista. cupido no comprendió en que se había equivocado. pensó que el amor se podía dar entre un hombre joven con una mujer mayor. el deseo duró un día, hasta que él la abandonó y se llevó sus joyas. desarmando rivera / 99


esperado por su fracaso, intentó renunciar, no lo dejaron. su cargo era vitalicio. al madurar comprendió su profesión. con los años, encontró trabajo en un consorcio de abogados asesorando divorcios. gana una fortuna, se realizó, es feliz y por fin comprendió el amor.

100 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


génesis robótica lo despertaron una tarde, tenía en la mano un computador, en la otra le habían incrustado un ratón óptico. sus ojos tenían la vista estroboscópica, todo lo miraba en secuencia milimétrica. un pulmón respiraba nitrógeno y el otro, viento fresco de la tarde. parte del tórax la hicieron de fibra de vidrio y piel sintética. la mitad del corazón era de titanio, la otra latía al unísono con el primer diástole. su cerebro era una versión de windows modificada que en alguna parte guardaba las emociones, pero no tenía recuerdos. al comprender la vida le narraron la historia de pinocho y frankestein. además, vio las películas robocop y el hombre bicentenario, lloró por ellos, por todos. luego desconectó la corriente alterna y se durmió para siempre.

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los secretos de mi cuerpo tenía el corazón de un artista, los ojos soñadores de su madre. dicen que heredó el mentón de su padre. poseía un cerebro privilegiado como el de su abuelo paterno, quien fue el inventor de grandes máquinas. la convicción sobre la vida la recibió de su abuela materna, una mujer que sobrevivió varias guerras. las destrezas manuales las sacó un tío carpintero, llamado jesús. ostentaba el oído musical por un familiar lejano. su estatura era impresionante, nadie logró deducir de donde adquirió esa parte de la genética. en fin, él poseía la combinación perfecta de elementos que por separados eran inigualables. pero a la hora de formar el conjunto algo no encajaba, se llamaba frankestein.

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el titiritero se soñó bosque. abrió los ojos y descubrió que era una posibilidad. una parte de su ser se había quedado en la chimenea. otro tanto se hizo puerta de iglesia o la melena de campana que repica anunciando las horas. desde el rincón miraba las formas a través de la ventana. el cielo, un viejo árbol de abeto y el invierno que pintaba de blanco la calle. todo era nuevo, pero siempre había estado allí. por las noches el viento se hacía nube en los sueños del anciano. el titiritero tallaba con pasión la piezas que daban forma a su anhelo. sus manos se inspiraban en la gubia y -poco a poco- el conjunto de piezas cobró fuerza. allí estaba, sentado en el rincón. oía el crepitar del fuego de la cocina. luego se durmió. se soñó otra vez bosque, melena de campana, rama, pero solo era pinocho, quien imaginaba el árbol que lo vio nacer para amar la vida.

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sueños de un fauno soñó el color con que pintó las estaciones. azul para el viento y nostalgia para el otoño. vio germinar la vida. una tarde armó la lluvia, la simiente y las cosechas. así comprendió la existencia. luego divagó con el polen en la madrugada y la ventisca de invierno al final del día. maravillado, observó como ella nacía. él era un fauno, quien estaba condenado por los dioses a la soledad y crear la resurrección. pero se enamoró de ella, quien no volvió, luego se apagó la vida.

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recorrido del amor terminó de escribir la emoción en el papel, con trazos simples le anunció su amor. cerró con ternura el sobre. colocó el sello postal y envió la misiva. el destino era uno, el trayecto incierto. la amante esperó, vio al mar durante muchas lunas y lloró en algunas noches de tormenta. luego envejeció. nunca tuvo respuesta. el amor se perdió en el océano del abandono. hoy, él está enfrente al ordenador todos los días, el cursor brinca impaciente, hay certeza, pero ella no aparece porque no volvió del olvido.

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un alfabeto en el infinito se le quedó viendo a los ojos, con esa intención de buscar el infinito en su mirada. luego caminó la distancia del amanecer, se bebió unos ocasos que lo tallaron en la vejez y redactó todas las letras para ella. incluso inventó un alfabeto que tenía gotas de rocío, pétalos de rosas, polvo de estrellas o luz de velas. nadie pudo comprender aquel lenguaje, pero aquellos que lo vieron admiraron su belleza. él le dio la clave de los nuevos signos porque la amaba. le compartió los astros que viajan en una candela o las palabras sencillas que descifran los misterios de la vida. también los soles y mareas que extienden en el borde de la cama al alba. ella se puso a ver otros horizontes. en la noche más oscura descubrió que la sombra del pasado jugaba con los hilos del porvenir. así el brillo de las constelaciones, los pétalos del tiempo y los mares del rocío se hicieron nube. en ese instante él supo del dolor y en silencio murió. ahora ella viaja en el alfabeto que él inventó buscando el infinito en la mirada.

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la cola del diablo dos hombres caminan por la inmensa estepa. procuran alimento. llevan días en el trayecto. al oscurecer de una larga jornada, miran el horizonte en silencio. de repente, al fondo, un destello luminoso retumba. un latigazo brillante parte el cielo y ruge el miedo. uno grita aterrado. otro medita ante ese hallazgo sorprendente. luego, callan. el hambre es causa para la muerte. recorren la distancia y cada noche otro resplandor anuncia el camino. entre señas y sonidos guturales uno le expresa que se parece a la cola de un animal, felino que gruñe en el cielo. una tarde llegan donde la primera “cola” ha caído. uno se postra ante el fuego que ha dejado ésta. susurra palabras de miedo. el otro observa con atención el espacio. en ese momento, un predador dientes de sable los acecha. brinca sobre ellos para devorarlos. se defienden, uno lo atraviesa con su lanza. derrotan el hambre, se comen al animal. vuelven al clan, cuentan la historia de un retumbo brillante que partió el cielo, como la cola de un animal maligno cuando ataca. pasan los siglos, algunos milenios, un hombre grita desde el púlpito que esta tempestad trae “la cola de diablo”, le dice a los fieles que hay que posarmando rivera / 107


trarse, pedir perdón para ser salvos, tener miedo del cielo que lanza rayos, como cola de animal enfurecido. otro sonríe ante la tormenta, se refugia en su casa y escribe la historia de dos hombres en la travesía de la humanidad en un relato que titula “relámpago perpetuo”. donde uno inventa la religión y el otro ha embotelladlo la “cola del diablo” en un bombillo fluorescente de tungsteno y es dueño de la electricidad.

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cien espejos en el reloj ellos… the curious case of benjamin button scott fitzgeral viaje a la semilla alejo carpentier aquel anciano se postró frente a la muerte, le guiñó un ojo, la retó. “yo gano”, le dijo. la muerte con su insolencia no le contestó. luego vio los detalles de su vida. entre los recuerdos, los amores perdidos, las causas políticas, el mundo material de opulencia y cómo llegó a ser el magnate que es, en donde nadie ni nada se opone a sus designios. todo pasó frente a sus ojos. se encontraba en la sala familiar, allí estaban algunos de sus tesoros. vio aquel viejo reloj de pared. herencia de su abuelo, quien era descendiente de los inmigrantes originales. el bello artefacto fue traído de tierras lejanas, su maquinaria era de una precisión incuestionable. su péndulo siempre ha marcado el ritmo de la vida, el segundero es implacable, cae a la derecha y no hay vuelta atrás. “¡maldito el tiempo!”, dijo entre dientes. se recostó en el sofá unos minutos, se durmió. al desperarmando rivera / 109


tar vio la imagen del reloj a través de un espejo que decoraba la pared de enfrente. el tiempo es in inverso, la segundera cae a la izquierda. el tiempo retrocede, pensó. se levantó, acercó el espejo al reloj. observó la imagen del tiempo. se creyó mejor, esos segundos sintió rejuvenecer. yo gano, se repitió. luego ordenó, gritó a la servidumbre, quiero cien espejos. con la simetría perfecta los fue colocando frente al reloj, cada segundo era una victoria. luego de unos instantes se sintió viril. al rato se fue a dormir con el sabor de la victoria en la boca. “mañana es un gran día”, se dijo y planeó otras maldades. en el entresueño se vio joven, atlético. la madrugada siguió su curso a la luz. su cuerpo se tallaba perfecto. en el borde del alba despertó. era apenas un joven. antes que el gallo cantara por tercera vez era escasamente un crío. al oír el último quiquiriquí llegó el momento de no nacer, después se durmió para siempre.

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el filósofo tenía una cabellera alborotada. en su gesto se anunciaba la causa noble por la humanidad. su voz de orador era impresionante. creía en el bien. cada frase que pronunciaba era una verdad para sus seguidores. su verbo era una clave para la libertad. todos, sin falta, coreaban sus consignas. con su palabra motivó a millones. alguien asegura que lo vio participar en la insurrección de mayo. pero un día se quedó en silencio. todos esperaron una respuesta, una señal. sin embargo, aquel filósofo de la libertad se quedó preso de una idea.

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de dioses donde había agua ordenó un desierto. la claridad la hizo noche. además, calzó al mendigo, al ciego le devolvió la vista y a la multitud le dio pan. a dios le puso un pompón rojo y enojado, ante la desobediencia, vistió a tarzán de secretaria. con una orden suya todo era posible y era apenas un productor de cine independiente.

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el texto de la verdad aquel documento contenía el secreto más codiciadode la historia humana. era, según el bibliotecario, el escrito más antiguo de la civilización. unos dicen que en sus hojas estaba la fórmula de la juventud eterna. otros estudiosos afirmaban que contenía el método de los alquimistas para hacer oro cualquier metal. alguien indicó que en sus páginas se dibujaban los mapas de todos los tesoros escondidos. incluso, en épocas recientes, un erudito espacial expuso que estaban trazadas las rutas estelares para ir más allá de la galaxia. sin embargo, nadie conocía a ciencia cierta su contenido, pero todos codiciaban poseerlo. cuentan las leyendas que por el referido texto hubo muerte y traición. el misterio de la obra se volvió un mito porque, según narran las crónicas, estuvo almacenado en la biblioteca de alejandría. fue uno de los pocos textos que se salvó de ser devorado por el fuego. aquella noche del insaciable incendio, según contó un cronista ciego, una princesa de la corte había envenenado al califa porque ella creía que éste escondía en sus aposentos el manuscrito. ella ambicionaba conocer la verdad. sin embargo, murió quemada al no salir del recito buscando armando rivera / 113


el documento. nadie supo del paradero del pliego. hasta que siglos más tarde, un contrabandista de sal, de origen humilde y analfabeto lo encontró en una gruta. como hábil comerciante lo vendió a unos monjes. luego, con las centurias, el referido documento estuvo oculto en las bóvedas de la biblioteca del monasterio vivarium. los frailes, quienes tienen un voto de pobreza, jamás indagaron sobre el contenido. quinientos años más tarde llegó el original a la sede del vaticano, donde estuvo oculto y nadie, por orden papal, abrió el manuscrito. sin embargo, fue robado al final de la ii guerra mundial por un contrabandista polaco, descendiente de judíos, un tipo ruin y miserable. quien aparte de ambicionar el oro, no pudo descifrar el código del criptex donde se almacenaba la sabiduría del texto. después de la guerra se encontró el documento, por error. lo ubicaron en un campo de concentración debajo de una galera. en ese momento, una comisión federal de los aliados lo traslado hasta la biblioteca de washington. se almacenó en una sección de documentos por clasificar. al final de la década de los años sesenta fue sustraído -de manera ilícita- por un coleccionista, quien también se llevó el original del código fibonacci. sin embargo, fue detectado por la alarmas y en la persecución tiró los documentos al río potomac. dicen que apareció al otro lado del mar. lo encontró por ca114 / el mundo feliz de las cigarras ciclistas


sualidad un asceta del desierto, un hombre alto, moreno, delgado y guapo, quien tenía vínculos con un lugar sagrado. hubo de caminar cien días por las arenas hasta que lo entregó a unos ermitaños, quienes lo depositaron en la biblioteca de los libros prohibidos. como comprenderán -por el cauce de los hechos y con los siglos acaecidos- la importancia de este documento se acrecentó hasta ser el escrito con más misterios en la cultura global. una tarde de primavera, un aprendiz se enteró de su existencia, indagó y por mera casualidad encontró el lugar donde lo tenían almacenado. llegó hasta un hermoso recito, ubicado en las montañas áridas del centro. esa mañana apareció el muchacho desesperado, quería conocer la luz de la razón, le pidió al antiguo archivero que deseaba ver aquel legajo, para comprender la verdad, develar el secreto. se imaginaba que allí estaba la fórmula de los alquimistas o el mapa de la minas del rey salomón. conjeturaba cualquier cosa, el mozalbete quería conocer la verdad y, por sobre todo, quería ser rico, tener poder. el viejo lo vio con sabiduría. le expresó su temor, “hasta la fecha nadie ha podido descifrar el misterio”, le dijo. la insolencia del imberbe se hizo rabia. a gritos le pidió el texto. con la calma de la edad, el anticuario se internó por una serie de laberintos. al pasar del tiempo, volvió. “no se recuerda cuántas estaciones caben en un día”, le dijo. el muarmando rivera / 115


chacho ansioso le arrebató el manuscrito, lo abrió para indagar sobre su contenido y vio que las hojas estaban en blanco. le gritó al anciano. éste lo vio directo a los ojos, “ese es el texto de la verdad”, ahora el secreto es tuyo.

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aristócrata indiscutible estás allí, víctima del tiempo. tu destello de claridad es apenas un segundo. tú, mejor que nadie, sabes cuántos infinitos caben en ese instante. hoy eres sombra en la noche más oscura. trazo negro en el pliego de caída. nada ni nadie detendrá tu vuelo, menos el día que inventase a dios para jugar a la niñez. estás allí, tallando las palabras imposibles. sé que conoces de los destinos ignotos, lugares inimaginables que tú creabas cada amanecer. eres el aristócrata indiscutible, eres la muerte.

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fabula final la cigarra le gritĂł a esopo, ÂĄve y condena a la hormiga!, yo harĂŠ arte en todas las estaciones y serĂŠ eterno.

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Contenido ángel en la autopista 9 abanderado de la fe 10 el signo 11 la última palabra 12 un acorde para joaquín 13 los abismos diáfanos 14 alado en montecarlo 15 vaivén 19 de clases sociales 20 el mercado mundial 21 los corderos ordenados 22 de políticos 23 el conspirador 24 un dios del sur 25 tahúr por convicción 26 el tiempo 28 el caminante 29 la forma perfecta 30 para hablar al viento 31 un beso 32 en el mar del tiempo 34 la trinidad 35 un plan improvisado 36 el invisible 37 términos sosegados 38 un deseo concluyente 39 cien minutos en la eternidad 40 una vez un príncipe 41 bella durmiente al final 42 un concilio de dioses 43


libertad 44 botellas al mar 45 de voluntades 47 el último juez 48 mariposa 49 del odio 50 la convicción 51 el rockstar 52 los locos de la zona cero 53 el dictador 54 la sentencia 55 un decreto sobre el arte 57 el emperador 59 la victoria 60 el anhelo de una sílfide 61 adversarios esenciales 62 eterna 63 los dinosaurios de dios 64 un diluvio posmoderno 65 los negocios de noé 66 los prados fantásticos del señor 67 los duendes modernos 69 un rapsoda 70 de los nacimientos 71 cien años de sentencia 72 el creyente 73 actos humanos 74 los fusilados 75 pinceles perfectos 76 un traje a la medida 77 la lotería del caos 78 saber del silencio… 79


el club del manicomio 80 tres eras cristianas 81 el insurrecto 82 del infierno 83 te fuiste “ya” 84 el pensador 85 trashumante 86 el caballero de la habana 87 pigmalión 88 galatea 89 el sicario 90 de predadores y humanos 91 pastor de dioses 93 la sed de neptuno 94 un sindicato de dioses 95 del castigo a la eternidad 97 la pasión de caperucita 98 cupido el asesor 99 génesis robótica 101 los secretos de mi cuerpo 102 el titiritero 103 sueños de un fauno 104 recorrido del amor 105 un alfabeto en el infinito 106 la cola del diablo 107 cien espejos en el reloj 109 el filósofo 111 de dioses 112 el texto de la verdad 113 aristócrata indiscutible 117 fabula final 118


el mundo feliz de las cigarras ciclistas, diseĂąo editorial, en el mes de enero de 2020.



armando rivera (guatemala, 1964). estudió historia en la universidad de san carlos de guatemala. tiene publicados los libros de microrrelatos: “utopía tras el farallón”, “comerciales para mi muerte” y “los dados de dios”.


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