los dados de dios
los dados de dios armando rivera © armando rivera D.R.
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los dados de dios armando rivera
andrea torselli la vida se compone de acordes llenos de luz cuando tĂş los creas
armando rivera o la rebelión de las pequeñas cosas por Emilio del Carril* El arrollador impulso que ha tomado la microficción -a partir de la segunda mitad del siglo XX- ha impulsado una oleada impetuosa de seguidores, críticos, estudiosos y escritores; quienes, enardecidos por el llamado de la seducción que ejerce el género, se vuelcan hacia él. A diario nos topamos con propuestas ingeniosas en donde la sorpresa se apodera de nosotros y la elipsis o el ocultamiento, nos convierten en coautores de la pieza. La complicidad autor-lector exige de lectores más audaces que puedan ser parte del juego narrativo propuesto. Con el tiempo se detectan fórmulas, temas y técnicas que se repiten en los trabajos de los
*Poeta, narrador, ensayista puertorriqueño. los dados de dios / 9
fieles seguidores. En ocasiones, sobreviene la desilusión ante lo que nos parece un estancamiento en el género minimal. Entonces, llega a nuestras manos el libro los dados de dios y de inmediato sentimos una bocanada de esperanza. Desde las primeras páginas del texto, salta a la vista el hecho de que estamos frente a un escritor con referentes literarios amplios y una cultura exquisita. La religión, la filosofía, las teorías científicas relevantes, el tiempo, el infinito... y (D)dios generan imágenes que se suceden con rapidez y sutileza. Él, armando rivera, impone la ausencia de mayúsculas como también propone la ausencia de un dios, junto con la implosión de ciertas creencias arraigadas en la sociedad. Esta particularidad en la redacción provee la alternativa de leer el texto como una antología de microcuentos con un marcado hilo conector filosófico y existencialista, o como un 10 / armando rivera
todo que se funde en una especie de novela a ripios. El libro abre con una nota del escritor que mantiene la misma estructura que tienen los cuentos. Este pórtico sirve para darnos ciertas claves para la lectura. El autor, quien firma la nota, se compara con un elefante blanco y “un juntapalabras que ama la vida”. Las primeras oraciones del texto presentan, dentro del marco de la especulación, posibles referencias de índole personal. Pero es la línea final la que nos catapulta al ingrediente que será el distintivo principal de los cuentos: la poesía. Es que en armando tenemos a un poeta que dota su narrativa de la magistral cualidad de mutar a versos, y hacer que éstos se conviertan en fábula, en leyenda y en mito. Abre la colección el cuento que da título al libro: “los dados de dios”. En esta pequeña joya, se conjuga una transgresora trinidad de individuos: Bohr, Einstein y un conjunto genérico de divinidades quienes se enfrentan, ante la impolos dados de dios / 11
sibilidad de resolver los enigmas del universo mediante el azar. Conectado con el ya pautado tono irreverente, aparece una oveja que cuenta demonios para conciliar el sueño eterno. Desde la perspectiva de la semiología, las ovejas soñadoras evocan un símbolo que se relaciona con la maldad. Algo como ángeles puros soñando con demonios. Un guiño a uno de los cuentos peregrinos de García Márquez aparece en “ojos oscuros”, cuento en el que un sonámbulo abre el grifo del insomnio, así como los niños de Márquez encontraron la fuente de la luz en los tomacorrientes de su casa. Dentro del tema onírico, en “rebaño sin piedad” se hace una alegoría sobre la pasividad del sueño de las ovejas, con una raza humana que no lucha por sus ideales. Un atisbo de la teoría de masas se asoma junto al sicologismo y la teoría de la relatividad en esa historia. Estos ambiciosos referentes son ideales para ser macerados y lograr con ellos una 12 / armando rivera
prosa poética en la que lo mágico no recurre a manidos referentes de cuentos infantiles. En la lectura podemos encontrarnos con planteamientos sobre la fe judeo-cristiana, el prójimo y la dualidad entre el bien y el mal que existe en todos, incluso, en Dios. Son los extremos entre bien y mal los que tanto se ven en la ilógica historia de una humanidad creyente, que es víctima de los designios de dioses que han hecho del mundo un gran tablero de juego de mesa, en el que el “hombre” se convierte en ficha-peón. Inevitable, por demás, el coqueteo con Monterroso. Divertida resulta la posibilidad de un arca de Noé apolillada como justificación para una humanidad corrupta. El poder ilimitado de las deidades se impone ante la posibilidad de que el humano tenga poderes semejantes a los dioses, pero recurre la severa imposición de que siempre en el juego de la vida, el arma letal la detonan los que viven sobre las nubes. los dados de dios / 13
Rivera se burla y condena las leyes y a los licenciados, quienes ejercen en la jerarquía de la sociedad poderes parecidos a los de los dioses. Arremete la duda -siempre inclemente- en la mente del justo, del que lucha, del que sigue los inapelables designios de la fe y se ve convertido en cadáver que, aún en el proceso de descomposición, lucha. Vemos la pesadillezca idea de una democracia tan absurdamente pura, que tiene elecciones diarias. Para el autor, la vida es una constante caída en la que solo nos detenemos ante el temor de seguir cayendo. El paso de los años y el no tener control de los eventos de una sociedad rizomática que es adicta a la muerte, al pecado y al perdón, hacen que el narrador, siempre presente con su sarcasmo nefasto y delicioso, resuelva sus conflictos rompiendo su reflejo en el espejo. Sentencia con naturalidad, que, incluso, somos ese producto entre la tecla de la computadora y la nada. Ante la necesidad de afecto, nos pedimos una solicitud de amistad. 14 / armando rivera
Es como si las carencias se resolvieran dentro de las redes sociales y no desenredando los ovillos que tan diligentemente hemos tejido en la vida. Concluimos la lectura con preguntas, introspecciones de una vida tan torcidamente impuesta, que ya resulta inútil que sea recta, que tenga sentido. Y es que el escritor sabe que el destino de los dioses no sería el mismo si no existiera el concepto de pecado, que las ovejas pueden, aunque no lo hacen, hacer rebeliones, que el mundo está revestido de bipolaridades abismales que nos separan una mano de la otra, que es recurrente el mito de Sísifo o que estamos perdidos en la isla de la vida como lo estuvo Robinson Crusoe. Dentro de la gradación de denuncias de este viaje caleidoscópico de enfrentamientos históricos, reaparece su musa, su Andrea y el autor cierra el libro declarando que es en la frontera de la cotidianidad donde se encuentra el elixir los dados de dios / 15
de la resurrección. Este es un libro de pequeñas-grandes verdades que parecen rebelarse, o, al menos, mezclarse en el universo de las creencias que nos tatuamos solo para que sean inmutablemente molestosas. Se ofrece en los dados de dios una respuesta a la insidia de las deidades: el camino de la vida misma. Este libro no puede leerse por páginas, hay que bebérselo a sorbos para que cause un maravilloso estado de sopor que difícilmente lo abandonará.
a veces un elefante blanco a veces soy un enorme elefante blanco, quien busca cementerio. coincido -por nobleza- con todas la crĂticas sobre lo que soy. me condenan. resumo mi tiempo. soy un juntapalabras que ama la vida. entrego sin condiciĂłn este verso y sobrevivo por tu mirada. armando rivera
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los dados de dios cuando bohr tirĂł los dados, el universo de einstein estaba en equilibrio. sin embargo, antes que los cubos numĂŠricos tocaran el tablero de las galaxias, las divinidades desaparecieron del juego. ahora solo queda el debate de lo imposible.
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una oveja insurrecta aquella oveja contaba demonios para conciliar el sueĂąo, porque de humanos estaba asqueada. cada primavera la esquilmaban y en las noches de insomnio era un nĂşmero en la cerca de la vida. aquel cordero iniciĂł una insurrecciĂłn entre la vigilia y la frontera final para encontrar la primera aurora antes de dormirse una eternidad.
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ángel de roca al uno ser roca puede ver las estaciones pasar. con detenimiento veo cómo la primavera florece o los colibríes cuelgan del paisaje. en temporadas de alegría se puede observar a los amantes, esos que visitan los parques y se dan besos, anuncian el amor. con tranquilidad ves los días caer, comprendes cómo las horas en el reloj avanzan sin sentido. en la ansiedad del tiempo, uno espera caer al final del calendario para ser muro o polvo de roca; así puedes formar parte de una pared o habitar una casa con la alegría de los críos. los pedruscos más delicados, a veces, son adorno o fonda de chimenea. las piedras maduran con la serenidad de la paciencia. sin tener un fascinante futuro aman con la intensidad de la doctrina. allí estamos, a veces solas, a veces platicamos con el los dados de dios / 21
río en el bramido del agua que corre. las rocas más solitarias son destello de camino, duermen al filo de las carreteras. algunas son el paisaje, monumentales, les hacen foto. otras se vuelven escultura. las piedras oímos las voces y platicamos con el eco del viento. rara vez una roca puede ser filántropo, porque estamos en la esquina solitaria del tiempo. lo sé de cierto, porque allí vemos las estaciones pasar. soy un ángel de roca antes de caer.
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ojos oscuros el primer sonámbulo abrió el grifo del insomnio. se comió la noche con todo y estrellas. por eso el firmamento fue una causa sin redención y el desenlace del amanecer aquella sombra -de ojos etéreos- que necesita abrirse a la luz para conciliar el sueño.
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rebaño sin piedad bellos borregos, regresen el sueño, cumplan su misión. ¡ohh!, nobles corderos que visten piel de lobo y atacan mis fantasmas en las horas de insomnio. terribles ovejas que se llevan la noche y no me dejan dormir. yo las condeno. por eso voy a convocar a la raza de humanos para crear un sindicato e interponer un pliego de peticiones sobre el derecho al sueño y sus condiciones de trabajo. la primera cláusula será: tienen por obligación que pastar en los llanos de la tranquilidad para nuestro descanso, el cual es -a veces- eterno o efímero. mientras ustedes, animales mansos, no verán florecer nunca la noche.
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implosión de sueños charlie hebdo/ in memoriam
“la distancia infinita entre una palabra y la libertad conoce la condición del radical”, se lo dijo con la precisión de una deuda por cumplir. charlie sonrió, tomó el lápiz e hizo un esbozo. la primera línea fue el horizonte incompleto, la segunda la fe sobre la condición humana y el tercer trazo su esperanza. lo vi en silencio, luego todo estalló, incluso la palabra libertad se hizo trizas. hoy yace esparcida por los rincones del planeta, nadie la puede completar.
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los ídolos de la fe corrió descalzo sobre las dunas del desierto. el viento era un puñal. la traición estaba consumada. al terminar el camino vio que la sangre no era suficiente. observó el horizonte y comprendió que la sabiduría es aprender la distancia entre la fe y el ídolo.
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la mano de dios increpó a su prójimo, ¡quién te crees para dudar! lo vio con la calma de una tempestad en el centro. luego extendió su mano, la giró lentamente y la galaxia se empezó a borrar. le volvió a gritar, ¡tú no eres dios para lograr eso! sonrió complacido, ante la ira del sobreviviente. lo miró con agonía y luego se despidió alzando la mano, esa que crea y aniquila universos, como la de este creyente que inventa o deshace la palabra ante la inexistencia de ese dios, quien llora por su otra mano.
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una filosofía de vida “dentro de cada uno hay un cadáver, a veces se devela con precisión, pero la mayoría del tiempo está quieto y de repente aparece”, luego sonrió con ese criterio que creen tener los sabios. me le quedé viendo con sarcasmo, su reflexión me parecía inocua. sostuvo la mirada y me preguntó, “¿por qué te sonríes de esa forma socarrona?”; “porque soy la muerte”, le respondí.
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descubren un planeta habitable cuando aquellos exploradores llegaron al límite, con las fuerzas casi extintas, por fin vieron la luz. allí estaba el planeta, el mundo prometido. uno, el comandante espacial, lloró de emoción y se encomendó a dios. la travesía llena de peligros al final había sido un éxito. llegaron. al descender a la superficie, para mayor sorpresa, encontraron una tremenda civilización. la armonía de las edificaciones les recordaban el poderío clásico del florecimiento humano. por lo que el capitán abrió los brazos al cielo, se hincó y oró con fuerza. la humanidad se salvaba. pasados los segundos vitales, un tremendo rayo lo fulminó. otra deidad malhumorada lo aniquiló por la soberbia. los demás enmudecieron. los dados de dios / 29
despierta / al maestro augusto luego del sueño, con los despojos del dinosaurio que aún dormía, los primeros caníbales hicieron fiesta y los repartieron para el disfrute de la lectura.
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cien días en el arca dicen que fue por disposición celestial. sin embargo, dado el amor magnánimo del creador y teniendo en cuenta que todas las especies se debían de salvar, no era posible que les negaran el acceso al arca. pero el anciano, quien siempre estaba enrabiado, desplegó un pliego -de dudosa procedencia- donde se les prohibía la entrada a dos criaturas. aquellos seres quedaron atónitos ante la noticia, porque también eran parte de la creación. incluso, el mono interpuso un amparo, pero la negativa del viejo noé fue rotunda. los expulsó cual pecadores del edén y sin haber cometido falta. allá iban rumbo a la extinción, cuando el hijo menor del patriarca -tentando por el malles planteó un negocio a cambio de su entrada clandestina. los condenados, después de unos los dados de dios / 31
segundos, aceptaron la propuesta. pasados cien días de copiosa lluvia se supo de su existencia. sin maldad, pero ante todo por hambre, estos seres habían devorado parte de la proa. el anciano estalló en cólera y los trató de aniquilar sin piedad; no lo logró, porque -justo en ese momentola tormenta cesó. el arca todavía estaba a punto de hundirse. sin embargo, la polilla y el comején habían engordado a su placer con los sabrosos cedros de líbano y -como parte del trato- también se habían comido, pues, los documentos del nuevo orden mundial. de esa cuenta, al terminar el diluvio todo fue un caos, se cometieron los primeros crímenes, el hijo menor se coronó monarca absoluto y en el desorden el mal -otra vez- obró con ventaja creando la convulsa sociedad moderna.
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el maligno rapaz fue carroñero por necesidad e impuso su maligno deseo sobre los demás. a veces se le ve rondar por los alrededores del terror. es un bípedo brutal. nadie lo siente, hasta el instante que da su golpe certero. hoy yace en la esquina, estaba formalmente trajeado. era diestro en el disparo pero no lo vio venir y otro sicario le voló los sesos por el infinito azul del día. el verdugo, principal rapaz de los cadáveres, ronda por la muerte y la cría del malvado llora, quien augura que tendremos otro asesino por nacer.
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el ilimitado después de orar, predicar, rogar, flagelarse o -incluso- pelear con la deidad, ésta -por fin- le respondió, “te concedo una gracia, serás un ser ilimitado”, le respondió con voz de todopoderoso. él, con lágrimas en los ojos, le contestó, “entonces soy como tú”. la divinidad lo observó por unos segundos, luego sacó un arma y le disparó a quemarropa. después -entre un susurro divino y el inicio de la vida- le expresó, “tú puedes morir”.
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el general en el país de los licenciados fue general por condición, el título lo ganó después de mil batallas. al llegar al poder y sentarse en la silla de la primera magistratura, sonrió. al segundo día de su mandato, un abogado le explicó el intrincado camino de la democracia y sus leyes. los primeros meses trató de comprender, pero los licenciados le enviaban iniciativas de ley para restringir su poder. al pasar los meses de estar lidiando con los leguleyos -como él les decía en tono despectivo- el alto militar convocó a su leal guardia presidencial y en tono de secreto les ordenó asesinar a cualquier cagatintas que apareciera. sin embargo, a pesar de la eficiencia de sus esbirros y de los cientos de abogados decapilos dados de dios / 35
tados, los profesionales seguían enviando leyes y más leyes que lo acoquinaban. en consecuencia, el recio general se atrincheró en sus muros y una madrugada -después de un reparador sueño- se levantó de buen ánimo y por decreto presidencial dispuso que todo ciudadano que supiese leer y escribir, desde la publicación del acuerdo, se convertía en abogado en los confines de su patria. además, tenían prohibido presentar iniciativa de ley bajo pena de ser fusilado, como escarnio público, en el muro del cementerio por oponerse al libre ejercicio de la democracia. cúmplase.
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el primer lugar después de participar en el regimiento de los justos, perder todas las batallas y ser un mercenario nada más, aprendió de la derrota. sin embargo, como soldado de fortuna hizo lo indecible para ganar su honra. en más de una ocasión, tomó la primera posición en la línea ofensiva. además, fue voluntario siempre al inicio del combate. todo lo hizo para obtener una medalla al primer lugar, pero sus hazañas siempre fueron limitadas e inocuas, cuando obtuvo la posición entró de primero en su condición de cadáver.
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el sepulcro de dios naciste por el afán de la fe, allá donde se pinta el cielo de estrellas y la vida es un instante antes de la muerte. ordenaste, por la victoria de los justos, la gloria de tu nombre. al final del día enviaste a los batallones del poder para sostener la esperanza. cayó la tarde y al fragor de la batalla la pelea fue cruenta. te rendiste ante el sepulcro perfecto. moría tu dios y tú -el último hombre de pie- te quedaste con una duda.
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el rey monstruo le gritó, “búscate un empleo digno”. el rey monstruo se le quedó viendo con ternura. sonrió leve y con un soplo ligero encantó a la muerte, hasta que ésta desfalleció de placer. sin embargo, después del fugaz romance, la muerte se levantó iracunda, afiló la guadaña y ciento cuarenta mil cadáveres arrojaron su vida al foso por la bomba atómica. complacida por su magnificencia y empoderada lo volvió a buscar, le gritó histérica, “eres un melifluo cagatintas rebuscado”. el rey monstruo se le quedó viendo otra vez y con un bisbiseo la sedujo. ella nuevamente cayó rendida ante la lujuria del goce. estaba ebria de placer, como pudo se levantó y firmó la orden: mil bombas cayeron esa noche en el mundo, no hubo sobrevivientes. al día siguiente, con la resaca del amor, lo encontró en la esquina y se puso a llorar. el rey monstruo la vio, la abrazó con ternura y le dijo ahora sabes quién soy. los dados de dios / 39
el sicario y el poeta “qué saben de la vida los cagatintas, si no han muerto alguna vez”, lo dijo con sorna y luego agregó, “quien a hierro mata, a hierro muere”, le escupió la frase en su cara el sicario al poeta. entonces, “¿con qué palabra te quieres extinguir?", le respondió con tono suave. "ten la certeza que el acero que usaré -en el bolígrafo- servirá para redactar tu esquela precisa."
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elección perpetua cerró de golpe la constitución, luego dijo, “yo, el máximo dignatario, decreto que las elecciones sean diarias para que la democracia marche adecuadamente, en prosperidad de la patria”. después -con voz de mando- llamó al ministro de comunicación, le ordenó que hiciera la convocatoria para las votaciones. el raquítico ministro intentó musitar algo, pero la orden se impuso. minutos más tarde, con otro grito, convocó a la ministra de educación. ella -sumisa y fiel- acató la directriz que se le imponía. al gordo ministro de relaciones exteriores le dictó una resolución, éste tomó nota y desapareció. por último le cuchicheó al ministro de gobernación unas indicaciones precisas. desde ese día, bajo su designio, quedaban escritas las órdenes para que la democracia funcionara en armonía. porque no se iba a permitir más
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desórdenes ni protestas con bloqueos de carreteras. él -como gobernante- había decretado que todos los días habría elecciones, incluyendo, domingos, días de asueto y fiestas de guardar. con esa ley, todos los ciudadanos debían elegir autoridades cada mañana, antes de las diez. luego regresar a sus labores, porque no ser permetiría la haraganería en su gobierno. de esa cuenta, a los escolares se les daría educación cívica sobre el sufragio, para que -llegado el momento- estuvieran aptos para votar diariamente. a los honorables miembros de la cooperación internacional se les hospedaría en el mejor hotel de la ciudad, así ellos -cómodamente- verificarían los legítimos resultados de las votaciones. la prensa local publicaría -en la edición matutina- la foto de los triunfadores de la contienda electoral. todo esto sucedería bajo el escricto control del ministro de gobernación, quien -además- debería citar a los ministros de salud, agricultura, economía y finanzas para fusilarlos, porque -desde ese momento- eran inoperantes en la democracia participativa. sanciónese y cúmplase. 42 / armando rivera
retirada final entreabres la puerta, tienes miedo y una sombra se hace presente. te quedas quieto. pero lo debes enfrentar. sabes que te queda el último latido. “porque ante lo inevitable, la sentencia se debe asumir con dignidad”, piensas. empujas unos centímetros más la batiente, los gonces de la puerta chirrían con esa desagradable característica del óxido, te provoca escalofríos. sabes que es el sonido del terror. te horroriza, te pone la carne de gallina, el paladar de la boca se te seca y piensas únicamente en huir, pero de valiente asumes la posición. sin poder exhalar, abres los ojos tragándote la penumbra. das un paso adelante y la oscuridad te envuelve. un sudor pegajoso te invade el cuerpo y en el preciso instante de la retirada final, caes.
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el punto preciso he caído una y otra vez en el mismo sitio. como si fuera el mismo recuerdo, como si todos los días fueran el primero del año. ¿dónde estoy? sé que afuera pasa algo o será que algo sucede adentro de mí. me levanto y vuelvo a caer en el mismo lugar. es tan preciso que me aterra la sensación de volver a caer.
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la condición de mi tía eso le pasó a mi tía la primera vez que la llevamos al cementerio, justo cuando la íbamos a enterrar se despertó la señora. quien, por cierto, tenía más de 103 años. ¡vaya susto que nos dio la vieja! desde esa vez, la vida tuvo otro sentido. luego, los años se hicieron ceniza y la última vez que recuerdo sus honras fúnebres ella tenía más de 190 años y nos lo volvió a hacer. se levantó en el preciso instante que el padre bendecía el ataúd. después de ese día, ningún cura quiso darle la extremaunción o médico alguno se atrevió a certificar su muerte, menos diagnosticarle catalepsia. en consecuencia, los pocos familiares que le hemos logrado sobrevivir decidimos dejarla en esa dualidad del trance. allá ella que resuelva su condición. los dados de dios / 45
el impostor supo que lo odiaba, por esa superioridad que tenía frente a todos. le guardaba un rencor añoso, de esos que se acumulan durante toda la vida. hasta que reventó frente al espejo y no hizo más que llorar por su muerte en silencio.
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el ángel tuerto (…) todo artista es el resultado de un sufrimiento existencial / fernando morote
hubo una vez un ángel con joroba. nació torcido como una maldición, pero era bello como un resplandor. además, perdió un ojo en una riña y tenía una cicatriz oscura -desde el pómulo derecho hasta el mentón- que le marcaba el rostro. así lo condenó su dios, porque amó a una mujer. todos recuerdan que ese día -al defender el honor de la meretriz- un pirata lo dejó tuerto y mal habido, incluso, le mutiló un ala. ahora no puede volar, pero le queda su condición de ser alado. por eso vaga desorientado por los límites de la ciudad. a veces le regala a los transeúntes un verso, les revela el secreto de una pasión desnuda. porque amar es lo propio de la vida. sin embargo, la mayoría lo ignora. él sabe que la esperanza es infinita, la negación de dios un acto fundamental y nada lo puede detener. ella lo sabe, aunque él desaparezca y la mitología de la deidad sea una mentira. los dados de dios / 47
búsqueda inagotable desesperado en su búsqueda, envió todas las solicitudes de amistad al mismo nombre en el facebook. tenía la certeza, de que él aparecería en alguna parte del planeta. esperó los primeros diez segundos y un silencio aterrador se impuso. nadie respondió, menos él. acosado por sus fantasmas se desconectó, total estaba a punto de amanecer. al día siguiente repitió la operación y el resultado fue el mismo. la búsqueda fue inútil, él no surgía. al tercer día, esperanzado en la resurrección del amor, hizo la misma operación y nada. todo fue ese silencio virtual, hasta que comprendió que él era apenas un ente del electrón entre la nada y una tecla de la computadora. por eso su castigo -cual sísifo- se repetía ante lo inagotable por las cualidades de una deidad malvada, quien lo condenó por atreverse al amor fuera de las normas establecidas. él con él. 48 / armando rivera
la deidad esférica dedicado a juan villoro
comprendió, con la certeza que tiene la fe, que la divinidad es redonda. lo supo por la providencia, fue justo el día que la fama llegó al umbral del destino. él la atajó con convicción, la sujetó como quien se aferra a la vida. nada, desde la creación del tiempo, se le parecía. al principio no pudo interpretarla. pero en la medida que ese segundo se hacía eterno lo dedujo. desde su nacimiento la deidad cobró fuerza y en la trayectoria de su destino -como buena divinidad- se hizo de poderes sobrenaturales, tuvo millones de fieles. los primeros en comprenderla fueron los arqueros. ellos saben que las cosas pasan porque ese ser omnisciente lo desea o lo deja de querer, lo ordena todo. entonces, ganar o perder es el albur de la vida ante la posibilidad de un gol. no hay nada que discutir, el secreto fue revelado. la deidad es redonda y femenina, por eso el dios masculino de la humanidad llora. fue destronado por una pelota de fútbol y el papa, desde su basílica, mira el clásico del domingo. los dados de dios / 49
la redención de las ovejas nació libre, pero le gustaba el pasto seguro. por eso se agrupó al rebaño y con el paso del tiempo aceptó la rutina. una tarde de verano, cuando la hierba escaseaba, huyó a la montaña para encontrar nuevos horizontes. había perdido su sagacidad. entonces, le gritó al dios para que le devolviera su libre albedrío, nadie le respondió. luego vociferó con tanto ahínco que los lobos salieron de cacería.
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la desobediencia de dios dios en un acto de ira suprema -ante la desobediencia- quemó el paraíso. ningún ángel sobrevivió. ahora los demonios tienen una duda ante el vacío creado por la deidad. uno, el más osado -no el principal de los demonios- le fue a preguntar por tal hecho y ante la irreverencia del maligno, dios lo fulminó con una mirada y luego arrasó el infierno, ni belcebú subsistió. estaba harto, no sabía por qué, pero nada le apetecía. incluso, crear nuevas galaxias o inventar otros seres para que lo adoraran no le era suficiente. nada le quitaba esa congoja que sentía, estaba atribulado y desconocía la razón. una duda le martillaba sus sentidos divinos, por lo que se acostó a dormir, pensó que un buen descanso lo repararía todo y los dados de dios / 51
volvería a creer. en lo más profundo de la noche soñó con otro dios, quien lo creaba. se vio hecho a imagen y semejanza, estaba contento. sin embargo, a esa deidad no le gustaba su creación porque le había otorgado el libre albedrío y desobedecería. en consecuencia, decidió destruirlo. dios, en el delirio de la noche, le suplicaba que no quería morir, que no lo destruyera, que él siempre sería obediente, pero la divinidad enfurecida ante la evidente mentira, lo miraba incrédulo. así que lo condenó, después de aquella pesadilla, a no despertar jamás.
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la fe de siempre cansado de pecar se fue al rincón más oscuro del infierno, cerró la ventana con pasador, echó doble llave a la puerta y se acostó a dormir. a los días todo parecía en calma. pero el orden se había roto, la fe no obraba milagros porque no había castigos, nadie los ejecutaba. de esa cuenta, su ujier -el más servil de los demonios- le informó que tenía una llamada importante. pero él -con la certera convicción de sus actos- le gruñó que deseaba silencio y lo envió de vuelta con el mandato preciso de no ser molestado por nada ni por nadie. al principio de la segunda eternidad y ante el evidente desorden del universo, el mismo dios se presentó ante su puerta. primero llamó con mesura, pero él no le contestó. luego, a golpe de leño, somató el portón. después de unos segundos de desesperación, por fin, -desde lo más los dados de dios / 53
profundo del tiempo- como un arcano por resolver, le respondió y con un tono silente le abrió la puerta. lo vio con odio, como se miran los rivales irreconciliables. después de ese reconocimiento mutuo, éste lo intentó sobornar con algunas prebendas de confort en su mandato. él no aceptó nada, apenas musitó que se largara. regresó a su camastrón, se echó de nuevo a ver el techo de la habitación. total para él todo estaba en llamas, su caos era perfecto. las primeras horas de la negociación fueron, como en todo tratado universal, turbias y así -entre reclamos e insultos- cada cual cedió su posición. previo a los instantes finales de su tercera inmortalidad, cada uno sería el otro y de esa cuenta todo volvería al equilibrio original. total las deidades son todopoderosas y hacen lo que se les da la gana. el mundo siguió su rumbo, los fieles volvieron a adorar al dios con la fe de siempre y el pecado mantuvo su curso para los creyentes. hasta el día de hoy, nadie se enteró del pacto. 54 / armando rivera
el retiro de crusoe ayer fue un día viernes y robinson estaba parado, con el gesto adusto, al inicio de la 5ta avenida, venía desde manhattan. traía sus bártulos y las astillas de las conversaciones con viernes. estaba dispuesto a domar la nueva tierra. pero no comprendía el ruido, el brillo de la luz neón, el smog y, sobre todo, el ajetreo multitudinario de los transeúntes, quienes parecían ir hacia ninguna parte. todos iban apresurados, presos de la angustia. al final de la tarde, enfiló al horizonte, empujó sus pasos hacia el oeste, salió de la ciudad. él arrastraba la memoria mineral del tiempo, el mar del ocaso, la lluvia de las estaciones y los recuerdos de su amada. al caer la noche se acostó a dormir, soñó con su soledad y nunca despertó.
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la verdad de dios el dios mayor emitió sentencia contra la soberbia de los otros dioses y los mortales. nadie -desde ese instante- podría volver a mencionar sus virtudes, por modestas o totales que fueran; so pena de ser desintegrado por la ira de la divinidad. complacido ante la obediencia, él -un dios todopoderoso- se congratuló de su magnánima posición y acto seguido se extinguió por su altanería.
56 / armando rivera
los cuervos de la paz el sumo pontífice acarició -con desmedida ternura- la paloma de la paz, amaestrada para el ritual. luego invocó una oración a su dios. se regodeó en el canto de la esperanza de los mil niños del coro. el corazón le latía al ave blanca a todo pulmón, no comprendía lo que pasaba. el prelado, después del servicio, alzó sus brazos, los extendió al infinito y liberó la paz del mundo. al pasar una décima de segundo, un noble cuervo -que pasaba por allí- la vio presa fácil y se la comió. todos lloraron. más de alguno emitió un gélido quejido, los más se desgarraron las vestiduras. todo estaba perdido, la paz moría. pero el más rapaz de los mortales, un sacerdote vestido de negro, disertó con elocuencia y propuso que ahora los cuervos, con su hermoso plumaje oscuro y posición predadora, eran el nuevo hito de la paz mundial. el cuervo guarda nuestra esencia, por eso -desde ese día- la paz se vistió de oscuridad. los dados de dios / 57
las horas de judas todo túnel es la espera de la luz, por eso cada vez que entro al pasaje tengo la sensación del tiempo, ese que transcurre entre la distancia y el porvenir. poseo la certeza de aparecer en la “ciudad de la justicia” y encuentro al juez judas con los últimos rayos de luz, quien le insinúa al primer méndigo que narre, otra vez, la historia de la guerra. otorgo unas monedas -menos de treinta- y la vida sigue hasta la próxima estación, donde el universo se inventa para los sabios y los adictos lloran por el ayer.
58 / armando rivera
los diástoles del titiritero encontró la primera parte de aquella barbie en el abandono, la limpió con ternura y la alzó en el entrepaño alto de la cómoda. con los días descubrió las piernas del soldadito de plomo en el basurero. al pasar las lunas halló trozos de muchos cuerpos, juguetes de la derrota, que -alguna vez- gabilondo compuso para la muñeca fea. así, él caminaba por el vertedero de la vida, coleccionaba los pedazos deformes de cuerpos perdidos, los recogía como si fueran fragmentos de su propia vida. un día armó, con ternura, un cuerpo con las piezas de varios juguetes perdidos y con un toque de cariño la arregló. luego hizo otros, los imaginó felices, los soñó completos, les dio un respiro de su diástole y con sus manos grandes les colocó los hilos de la imaginación y los hizo vivir en el teatrino de frankestein para vencer la apatía del abandono. los dados de dios / 59
los dinosaurios del zodíaco cuando aquel viejo saurópodo rumiaba con calma el tiempo, en el hondo pastizal de la vida, vio -con ese acontecer sosegado que tienen las estrellas y la luz de la luna en el universo- cómo el último fulgor violento lo arrastró todo. comprendió, sin mayor importancia, que los cometas no formaban parte de los signos del zodiaco en el firmamento.
60 / armando rivera
los sueños matryoshka a sandra santana
la sensación fue certera, el reloj vomitó las 2:40 de la madrugada; desperté sudoroso con la angustia de ser observado. me froté las sienes porque un inminente dolor de cabeza empezaba su batalla. traté de realizar unas respiraciones pausadas para conseguir un fragmento de paz. la angustia volvió, sentía una presencia extraña. entonces, comprendí que estaba en un sueño dentro de una pesadilla. allí estaba mi abuelo, quien -con su paciencia de artesano- me enseñó a enroscar tornillos. le sonreí, me tocó el rostro con ternura y se alejó. apreté los ojos para que volviera, pero regresé al punto de origen. ahora era un enorme hoyo por donde se iba el tiempo. en un esfuerzo vano luché por despertar, hasta que sobresaltado grité con todas las fuerzas. caí sobre la seda de la oscuridad y comprendí que las llamadas almas -en pena o no- son nuestros recuerdos. los dados de dios / 61
obituario final para ernesto chete
leía todos los días el diario. la sección de obituarios era de su predilección. cierto morbo lo empujaba por averiguar quién había muerto, hasta que un día encontró su nombre.
62 / armando rivera
botellas de náufrago un náufrago coleccionaba botellas de mares distantes con mensajes imposibles. en la última isla del orbe, aquel solitario abrió el primer cristal. de la botella brotó -ese día de abril- una nube de golondrinas. maravillado destapó la segunda y apareció la vía láctea; en una más encontró los versos de quevedo. por último, abrió un cristal de extraña rareza y encontró una astilla de su corazón. lloró. luego se acostó a dormir por la lejanía y soñó con islas solitarias.
los dados de dios / 63
pastor de lobos “…la luna le robó al lobo su sombra para vestirse de noche el rostro…” leyenda sioux
fue nómada por convicción, por eso aprendió a ser el macho alfa de la manada. cada linaje era parte de su estirpe. los colmillos acerados, las garras salvajes y la pelambre hirsuta lo calificaban como el máximo predador. viajó al sur, estuvo en la estepa del norte, incluso, navegó allende el mar. sabía de los ciclos de la luna, porque conocía las mareas. aprendió del aullido cuando la vida era imposible, cantó al amor porque era lo fundamental para recuperar su sombra e intentar el porvenir, hasta que un día domó a la bestia, sedujo al hombre y se volvió pastor. 64 / armando rivera
puertas sin umbrales para michelle figueroa y josé benítez pérez fajardo, / solemnidades en la palabra.
me gustó el esfuerzo de abrir la siguiente puerta, no sabía qué había detrás del umbral, pero con la convicción de lo improbable corrí la visagra. luego me quedé callado, nadie -ni tú, ni nadie- podía descubrir ese mundo nuevo. callé, esperando que algo sucediera, pero nada se movió. entonces pensé, ¿qué pasa?, ¿a dónde va?, ¿quién es la persona?, ¿por qué tanto alboroto por abrir una puerta? aconteció el silencio, por lo que suspiré -como suspendido en la nada-, di un paso y me interné en los misterios del origen. al llegar al final, encontré la pregunta, ¿todo umbral es un misterio al correr el secreto de la primera puerta?, después enmudecí por la belleza del primer paso y me dormí para siempre. los dados de dios / 65
el origen de la fe el disparo fue certero, por eso la caída de la víctima fue el primer cataclismo de la vida. aquel asesino necesitó recuperar un instante previo al final para inventar a un dios simple -pero preciso- que lo consolara. “no me mires”, le gritó el cadáver que yacía frente a él. además, se le parecía tanto que no pudo llorar. porque morir antes del día justo es como llegar sin aviso a la última partida. el mortal necesitó aferrarse a una tabla de salvación, aunque no tuviera certeza del origen o no comprendiera la conclusión. “ y yo nunca te la explicaré”, le dijo -al final- el que estaba enfrente.
66 / armando rivera
siete mil millones la humanidad -como acto de honra de su nacimiento- lo declaró el ciudadano siete mil millones. todos festejaron ese instante. los presidentes y los gobernantes más influyentes del orbe hicieron homenajes en sus naciones. incluso, los dictadores más atroces publicaron un decreto celebrando el natalicio del susodicho. fue una hurra global, nunca antes se había dado una festividad como esa. los creyentes -de cualquier denominación- se congratularon con sus deidades por el evento. hubo oración y júbilo. el ciudadano siete mil millones era el hombre del hombre. aquel niño creció bajo ese designio. en consecuencia todos sus caprichos eran consentidos, ya que él era la única persona con esa cifra en su haber. con los años llegó a ser el sujeto con mayor poder en el planeta. lo que exigía era cumplido por los fieles, aunque su pedido resultase cruel los dados de dios / 67
y oprobioso. años más tarde, como sucede en las historias de amor, la humanidad declaró al individuo ocho mil millones, fue mujer. entonces, en un acto de ira y berrinche, el ciudadano siete mil millones oprimió el botón rojo y todo se acabó. no hubo más gloria para ninguna deidad.
68 / armando rivera
el instante solo tenía un instante. se vio al otro lado. suspiró. pensó en su fe. un desconocido le gritó una maldad. sonrió. observó la cadencia de un cuerpo hermoso. apretó el obturador y se hizo eterna en la primera fotografía de la humanidad.
los dados de dios / 69
un congreso de corderos la primera deliberación fue contundente, ninguna oveja sería el pasto para el sueño de un humano. por lo que convocaron a una asamblea general, es decir una huelga. entre los participantes, un noble borrego dijo que su causa era la justa y desde ese día nadie volvería a dormir. el insomnio se apoderó de la humanidad. al pasar del tiempo -como suele suceder- la resistencia empezó a claudicar y una timorata oveja los traicionó. se dejó contar y saltó la cerca de tal forma que nadie volvió a despertar. hoy se preguntan, ¿quién fue el cordero que los traicionó?
70 / armando rivera
un dios que todo lo mira, padre por la sentencia que me compartió mi hija lucía
la congoja de la deidad fue suprema, porque en un acto de subversión “el mal” le quitó la vista al todopoderoso. de hecho el maligno lo logró por un descuido de dios, quien se distrajo al estar creando nueva vida, como consecuencia que los humanos no le rendía la pleitesía que él necesitaba. sin embargo, desde ese momento, los últimos fieles creyentes no pudieron invocar la sentencia de fe, que dice, “hay un dios que todo lo mira”. la frase, en cuestión, perdió vigencia para subsanar las dolencias de la humanidad y encontrar consuelo en la divinidad. porque, de cierto sabemos, que ahora el dios vaga desorientado por la eternidad, busca consuelo en la claridad del amanecer; mientras el caos crea nuevas galaxias y expande la vida por el universo sin necesidad de la fe. los dados de dios / 71
un soñador en la esquina un hombre se para en una esquina a pedir limosna, lo ha hecho por años. la sociedad lo condenó al fracaso. pero él ama ver cómo germinan las mariposas o suspirar cuando las flores vuelan; le gusta oír al viento cuando inventa versos y platicar con las estrellas. por eso, en una época intentó ser tragafuegos en los semáforos. días más tarde se vistió de payaso, con pompón rojo y margarita en la solapa. después de su acto circense de tres minutos -donde inventa una paloma y la deja libre- se acerca a las ventanillas y los pilotos lo ignoran, solo lo ignoran. no consiguió una moneda en toda su vida, una sola. vivió en la miseria, a pesar de su esfuerzo diario por amar la belleza. después de toda su carrera artística, nunca comprendió que los soñadores son invisibles. 72 / armando rivera
una duda divina ese dios, ante la evidente destrucción del universo, decidió fumar la pipa de la paz con el maligno. él, como deidad omnipresente, no tenía claro cómo es que el señor de lo perverso lo había puesto en tal predicamento. sin embargo, con sus poderes de premonición y por la sabiduría suprema que él tenía, pensó que un poco de humo no le haría mal, sobre todo, si salvaba su creación. al pasar de las eras, como suele suceder en el universo, se volvieron a encontrar las dos fuerzas y dios, con su benevolencia, le preguntó al demonio, ¿qué era lo que él había hecho? éste sonrió complacido ante la duda de dios y guardó silencio un par de eternidades más. pero ante la insistencia de dios por conocer la verdad, le contestó, tú lo sabes mejor que yo, pero -sobre todo- pregunta a los humanos, ellos tienen las respuestas. los dados de dios / 73
ese dios una vez un chacal se soñó humano. en la alucinación de la pesadilla estiró las garras y cada pezuña era un dedo. se vio extraño, luego se hizo a imagen y semejanza del dios que le daba la voluntad de soñar.
74 / armando rivera
la inmortalidad como un acto sublime creó al personaje, le otorgó la inmortalidad. lo supo suyo y de los lectores. aquel simpático ser, cuando comprendió su condena, comenzó su venganza. por lo que intentó -de mil maneras- matar a su creador. “la inmortalidad es un castigo injustificado que ni los dioses aguantan”, le respondió con voz injuriosa. en ese preciso momento borraba las palabras que lo habían creado y el autor desaparecía para siempre, como sentencia por la soberbia de su inmortalidad.
los dados de dios / 75
una batalla cĂvica al fragor del combate -en la mĂĄs fiera de las batallas- aquel pueblo luchaba con bravura, todo estaba en juego: la libertad. hasta que el gran enemigo planteĂł una estrategia letal, hizo sonar las notas del himno nacional y los patriotas impelidos por su fervor cĂvico detuvieron la pelea para entonar el canto patrio y perder la guerra.
76 / armando rivera
los siete dados de dios tú y yo somos el error de algún dios
somos la consecuencia de lo imperfecto. el uno. el delirio, la duda y el placer de la deidad. el tres. el nunca y el ayer perdido desde las cinco dudas. así que solos -sin las posiciones de dios- somos perfectos, le expresó con ternura. luego, tomó los dados -los apretó con fuerza en su puño- la vio sereno y le dijo, si cae siete nos inventamos. ella lo observó con incertidumbre, con ese gesto propio de una diosa. tenía dudas, ¿por qué siete? él esbozó una mueca torcida por sonrisa. antes de lanzar la suerte le cuchicheó al oído, siete es la última posición perfecta de la unidad. lo indestructible. así podremos dejar de ser tú y yo, seremos la variable precisa para inventar, incluso, la unidad de cualquier dios. al final, soltó los dados y antes que tocaran el tablero, sonrió complacido. los dados de dios / 77
pedro muere /divertimento dos -sin “a”sé que todo inicio es un tiempo oscuro. por eso no me retes. no puedes volver ni lo intentes. eres un ser del desprecio, un juego sucio del tiempo. debes vivir en el silencio y dudo de tu plenitud. él no te respondió, solo lloró por su condición. fue de noche y con un cuchillo que lo degolló. tener el oficio de buitre es poseer un equilibrio de cementerio. yo -un señor verdugo- te condeno y hoy ordeno tu muerte. pedro.
78 / armando rivera
él es viento
/divertimento tres -sin “a”el silencio te rompe. por eso no me esperes ni despiertes. todo intento por volver es un desperdicio. el vil segundo lo devoró todo. no quedó ni el polvo, solo el olvido. el correo te dejó un conjunto de signos perdidos en el momento del fin. hoy los besos son de sobre y tú el espectro del dolor. yo tengo el único deseo del viento, vuelo libre por el color y el sueño del inicio es mío. pedro.
los dados de dios / 79
el insulto ante el improperio, decidiรณ organizar un nuevo mundo. lo primero que hizo fue crear tal devastaciรณn que luego nadie se acordรณ del insulto original.
80 / armando rivera
las piedras de lázaro tropezó con cada roca que se encontró ese amanecer. él tenía la convicción de los muertos, quienes tienen sus causas irredentas. dicen que fue un martes cuando despertó a la voz del maestro. levántate. pero él era ciego, en su vida se pasó viendo la paja ajena hasta que un tronco en llamas le devoró los ojos. por eso se volvió a caer y se durmió para siempre sin ver la luz. los milagros del maestro se quedaron en el olvido.
los dados de dios / 81
el futuro cuando todos lo vieron llegar bien trajeado de “ayer”, se sorprendieron. nadie lo esperaba y menos vestido de esa forma. el silencio fue absoluto. él solo murmuró, “conozco el futuro”.
82 / armando rivera
ganar la posición la jugada fue maestra, con un estoque final la muerte -como un poder absoluto- le dijo al dios de la inmortalidad, “te gano la partida, muere”. entonces, el dios -en un acto de humildad- le contestó, “tú eres inmortal y yo gano la posición sobre la eternidad”.
los dados de dios / 83
la princesa en el olvido la vi sentada en el rincón de la miseria, guardó sus pertenencias en el olvido. empezó a dialogar con el viento, narró una historia sobre aquella princesa escondida en una bruja. la llamó blanca y repetía su nombre como una letanía, “blanca, blanca, blanca…” mientras los transeúntes de la gran ciudad la ignoraban. me acerqué y le pregunté, “¿quién eres?”, me miró de soslayo, sonrió desdentada y me aseveró que era la bruja.
84 / armando rivera
el silencio de un dios un hombre le confesó a su esposa que encontró el cadáver de un dios. ante la notoriedad del hecho decidió guardarlo en la habitación del fondo. la mujer lo miró atónita y lo condenó con un insulto. pero le dio curiosidad y pidió ver al occiso. el hombre abrió la puerta final como quien abre el tiempo del origen. luego lo vieron con ternura y tiñeron de fe las horas. el muerto siguió en su condición, guardó silencio. hasta que ellos también murieron y nadie se acordó de la historia de aquel dios y los fieles que lo velaron hasta el día de hoy.
los dados de dios / 85
el fin de los días después del fiero combate -al filo del amanecerhabían miles de cadáveres tendidos en el campo de batalla. el último sobreviviente dijo, “podemos ir en paz...”
86 / armando rivera
vendedor de tormentas para andrea torselli
el otoño le canta a la memoria de las piedras. el sonido del agua es un recuerdo para la lluvia. la fuente es un arco que talla la sombra de la sed.
la primera vez que lo vi, él caminaba despacio por las calles de un suburbio, en aquella ciudad del sur. vestía de riguroso luto, con un enorme paraguas en la mano izquierda. la tarde era radiante. en un momento ese hombre se detuvo a la mitad de la vía -en medio de una multitud- y con un gesto sencillo abrió el paraguas. de inmediato cayó una tormenta. las personas apresuradas, en su agitado afán de vivir, no le prestaron atención. luego cerró su hermoso paraguas negro y la lluvia cesó. al pasar los días me topé con aquel caballero, yo salía apresurado -por la puerlos dados de dios / 87
ta giratoria- del hotel, nos vimos como extraños, como que la vida nos hubiese juntado en un lugar imposible. me ofreció su paraguas, yo decliné la posición. “tú eres el señor de las tormentas”, le afirmé. sostuvo la mirada y me lo entregó. yo lo abrí y la lluvia cayó con vehemencia. ella pasaba por allí, venía con una sombrilla en la mano. al sentir la lluvia la extendió y el sol iluminó todo. él nos miró y sonrió. así entre sombrillas y paraguas la vida nos juntó para vivir las estaciones del tiempo.
88 / armando rivera
declaración 64 cuando comprendí la vida, no quise ser bombero o astronauta. quería ser caminante. tragarme el océano con la mirada, amar el horizonte y ser agua en el desierto. los años fueron causa para aprender de los pájaros en el viento. me gusta alzar el vuelo con los peces en la mar o vivir en las raíces de un sauce antiguo. pero la frontera de lo cotidiano se hizo palabra, verbo de resurrección. soy, apenas, andante del tiempo. esfera que acumula días para un final preciso después del último vocablo. /ar
los dados de dios / 89
Contenido a veces un elefante blanco
17
los dados de dios 19 una oveja insurrecta 20 ángel de roca 21 ojos oscuros 23 rebaño sin piedad 24 implosión de sueños 25 los ídolos de la fe 26 la mano de dios 27 una filosofía de vida 28 descubren un planeta habitable 29 despierta / al maestro augusto 30 cien días en el arca 31 el maligno rapaz 33 el ilimitado 34 el general en el país de los 35 licenciados 35
los dados de dios / 91
el primer lugar el sepulcro de dios el rey monstruo el sicario y el poeta elección perpetua retirada final el punto preciso la condición de mi tía el impostor el ángel tuerto búsqueda inagotable la deidad esférica la redención de las ovejas la desobediencia de dios la fe de siempre el retiro de crusoe la verdad de dios los cuervos de la paz las horas de judas los diástoles del titiritero los dinosaurios del zodíaco los sueños matryoshka obituario final 92 / armando rivera
37 38 39 40 41 43 44 45 46 47 48 49 50 51 53 55 56 57 58 59 60 61 62
botellas de náufrago pastor de lobos puertas sin umbrales el origen de la fe siete mil millones el instante un congreso de corderos un dios que todo lo mira, padre un soñador en la esquina una duda divina ese dios la inmortalidad una batalla cívica los siete dados de dios pedro muere /divertimento dos -sin “a”- él es viento /divertimento tres -sin “a”- el insulto las piedras de lázaro el futuro ganar la posición la princesa en el olvido el silencio de un dios
63 64 65 66 67 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 78 79 79 80 81 82 83 84 85 los dados de dios / 93
el fin de los dĂas vendedor de tormentas
86 87
declaraciĂłn 64
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los dados de dios se terminó de imprimir, en el mes de octubre de 2016, en los talleres de ARMAR EDITORES, 11 Avenida 2-49 zona 15, Colonia Tecún Umán, Ciudad de Guatemala.