Xalur

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Xalur la niĂąa que pintaba estrellas armando rivera

Ilustradora

Laura CatalĂĄn



una historia para amar la naturaleza

ta a n e lu z R y de a s Gi sere a pa r


Hubo un tiempo, hace muchos siglos, que el cielo por las noches era un enorme manto negro sin estrellas. De cuando en cuando, en el fondo de aquella negrura, brillaba una luna solitaria y pĂĄlida. Fue una ĂŠpoca triste, sobre todo para la luna, porque estaba sola en la inmensidad del firmamento. En ese tiempo, todos los habitantes de esa tierra lejana eran callados. Apenas se ocultaba el sol en el horizonte las personas se recogĂ­an en sus casas para dormir temprano.


Por aquellos años de oscuridad nació una niña bella, de ojos café sereno, piernas largas, de cabello claro y sedoso, a quien le pusieron por nombre Xalur.


Xalur era muy curiosa, inquieta y alegre. Además, le gustaba pintar. También hablaba con los animales y las plantas, todos eran sus amigos. Incluso tenía amistad con las piedras. Con unos crayones pintaba en su cuaderno todo lo que miraba. La madre, a veces, la regañaba porque siempre andaba de arriba para abajo, trepando los árboles y brincando las cercas, así estropeaba la ropa. En ocasiones, le decía: —Xalur, ¡ven!, es hora de comer, lavarse los dientes e irse a la cama, deja de estar hablando con todos.


El hogar de Xalur quedaba en un claro del bosque, cerca de una charca rodeada de flores blancas.


El papá de Xalur era campesino y tenía que caminar muy lejos de su casa para trabajar la tierra y cuidar sus siembras. Pero a Xalur le encantaba vivir en aquella casita de ladrillos rojos. A pesar que no habían otros niños cerca para jugar, ella siempre estaba alegre y pintaba en un cuaderno a todos sus amigos. A Xalur le gustaba caminar por los alrededores de su hogar. En aquellos paseos por el bosque conoció al Príncipe Rana, a Piedra Antigua, a la Mariposa Viento, a Quesoratón y al Viejo Sauce. Todos vivían cerca de la charca.




Xalur tuvo más curiosidad, quería conocer a la luna y no se podía imaginar cómo eran las estrellas. Así que A cada y amiga aquella noche decidió esperarla, peroamigo se volvió a que-le fue haciendo una pintura. Cuando Piedra Antidar dormida. vio suleretrato Al día siguiente sus amigos degua la charca contaronse quepuso contenta y con voz profunda la luna había aparecido muy entrada la noche y solole el agradeció el Príncipe Rana la había visto. regalo. Quesoratón, quien vivía en una cuevita debajo de Piedra Antiquea el retrato En ese momento, el Príncipe gua, Ranaopinó empezó croar, dio era hermoso. Quesoratón un gran salto y se acercó a Xalur, le explicó quetenía la lunala voz aguda y hablaba muycontado rápido.a Piedra Antigua era muy callada. La noche anterior le había la y Quesoratón eranconomuy buenos amiluna sobre una niña muy simpática que la quería Los dos se habían encariñado cer. Entonces, la luna le dijo, gos. con un suspiro profundo, con Xalur. que esa noche saldría más temprano. Cuando Xalur pintó a Quesoratón y éste vio su retrato, daba unos chillidos agudos de contento. Quesoratón amplió su vivienda y le dijo a Xalur que quería colgar el retrato en la sala de su casa. Así que Xalur hizo una copia pequeña para él. Sauce Viejo vivía al otro lado de la charca, casi enfrente de Piedra Antigua. Era un árbol muy hermoso que siempre estaba verde. Sus hojas con el viento de otoño volaban alegres por todo el valle. Sauce Viejo había vivido muchos años, no tantos como Piedra Antigua, pero también había visto muchas cosas.


Una tarde Sauce Viejo le contó a Xalur que, en otro tiempo, cuando no existían las estaciones y las aves migratorias inventaron los rumbos, le dijo que en esa época remota los azacuanes, unas aves hermosas, trajeron el Norte. Con ellos vino la lluvia y el invierno. Después de caer agua durante muchos siglos, los colibríes convocaron al Este, donde nace el sol y con un destello de sus plumas se creó la primavera para que las flores adornaran los jardines. En un baile diario, los mirlos se llevaron la luz en sus alas, donde el Oeste inventa el otoño. Para, al final, ver a los alcaravanes desplegar sus alas hacia el Sur. Xalur se quedó impresionada con la historia que le narró su amigo Sauce Viejo. Esa noche soñó con las estaciones y las aves.



A la mañana siguiente llegó a la charca y platicó con todos. Les contó de su amiga la luna. Les hizo un dibujo de la centella luminosa que la luna le había regalado y todos opinaron que era muy bella.

Esa noche Xalur salió a buscar otra vez a la luna, al llegar a la charca vio que en el fondo del cielo negro había un punto brillante. El Príncipe Rana, contomó su croar Xalur su cuaderno, empezó a de sabio, adivinó que el dibujo de la centella luminosa nosas, mientras los amigos asombrad en el cuaderno de Xalur, se había convertido en una lo iban apareciendo más estrellas. X estrella. Xalur miraba fascinada el manto oscuro del cuaderno y más estrellas apareciero cielo y aquella chispa brillante. Unos minutos después go iluminó el cielo. Todos los amigos apareció su amiga resplandeciente y contenta. Le en silencio. dio En ese momento aparec las gracias a Xalur por aquel regalo. Lavenía niña cargado le sonrióde oscuridad. Se paró complacida. Rana se interpuso para defenderla. E

con una mirada dura. La niña de ojos brujopor le ordenó que dejara Otra de sus amigas era Mariposa Viento, quienElvivía temporadas en de pin no,alegres porque cada vez que pintaba un una rama de Sauce Viejo. Era una mariposa de colores en las papel,Cuando su sombrero una estrell alas. Además, le gustaba viajar y volaba muy alto. volvíaperdía de sus sombrero no sedistantes miraba tan ybonito co viajes, les narraba a los amigos sus aventuras, los lugares desconocidos que había visitado.


Una vez les mencionó que fue a un lugar lejano y conoció la nieve, les dijo que todo era blanco y había tanto frío que sus alas por poco se congelan. Los colores intensos de Mariposa Viento combinaban con el verde encendido de Sauce Viejo. En días de colores de Sauce Viejo y Mariposa Viento pintar sol, más los centellas lumihacíanque unen bello cuadro. dos miraban el cie-

Xalur siguió pintando en su Entre todos sus amigos el Príncipe Rana era con on, hasta que un relámpaquien podía platicar horas y horas. Su figura era s de la charca se quedaron verde, de ojos saltones. Lo conoció una tarde que ció el brujo Lambert, quien a pasear y se acercó a la charca. El Príncipe ó frentesalió a Xalur. El Príncipe croaba como deslumbrado. El brujoRana furioso los observó s profundos lo miró serena. —¡Croac, ntar estrellas en sucroac, cuader-croac…! Xalur le preguntó qué estaba na lágrima dehaciendo, la luna en el su Príncipe le contestó, —estoy enpara a la luna, para que no esté la y esosayando lo enojaba, puescantarle su tan triste. omo él quería.


Los viejos sabios aún cuentan la histor estrellas en el cielo. También, los nave ron a cruzar los océanos por las const el firmamento. Actualmente, los astró de ciencia, que las estrellas aparecieron llamada Xalur.

Xalur no conocía la luna, casi ningún habitante de esa época la había visto, porque todos se acostaban muy temprano por temor a la obscuridad. A Xalur le gustaba investigar, por lo que decidió quedarse despierta para conocer a la luna. Aquella noche esperó y esperó, bueno, tal vez no tanto. Como no tenía costumbre se durmió rápido, aunque a Xalur le pareció que habían transcurrido muchas horas.


ria de cómo una niña pintó las egantes y marineros aprendietelaciones que Xalur dibujó en ónomos explican, en sus clases n en el cielo gracias a una niña

Desde esa noche, el susurro de las estrellas mece con ternura a la luna. Con el pasar del tiempo, los estudiosos de culturas antiguas descubrieron que Xalur, en el idioma moderno, significa estrella brillante. A la mañana siguiente buscó a sus amigos del bosque. Se acercó hasta la charca y le preguntó a Sauce Viejo si había visto a la luna. Sauce Viejo, con un leve movimiento de sus ramas, asintió, le contó que desde hace muchos años la mira aparecer siempre solitaria sobre la línea del horizonte.


Al otro lado de la charca, Piedra Antigua se unió a la conversación. Con su voz profunda le dijo a Xalur que algunas noches la luna tardaba en aparecer, porque no tenía compañía y por eso no le gustaba salir temprano.


Mariposa Viento se acercó revolotenado y opinó que la luna estaba triste porque, según le había contado su padre el Gran Viento, hace muchos siglos un brujo llamado Lambert se había robado a sus amigas, las estrellas. Piedra Antigua confirmó que el brujo a través de un poderoso sortilegio, celoso de la belleza de las estrellas en el firmamento, las había eclipsado y guardado en su sombrero. Le contó a Xalur que el sombrero del brujo Lambert era puntiagudo y negro. Además, ahora tenía todas las estrellas del cielo. El sombrero combinaba con el rostro del brujo, quien tenía una nariz larga y ganchuda, unos ojos pequeños y un mentón pronunciado. —Casi nadie lo ha visto, —comentó Piedra Antigua, —dice Gran Viento que vive en una lejana montaña.



Xalur tuvo más curiosidad, quería conocer a la luna y no se podía imaginar cómo eran las estrellas. Así que aquella noche decidió esperarla, pero se volvió a quedar dormida. Al día siguiente sus amigos de la charca le contaron que la luna había aparecido muy entrada la noche y solo el Príncipe Rana la había visto. En ese momento, el Príncipe Rana empezó a croar, dio un gran salto y se acercó a Xalur, le explicó que la luna era muy callada. La noche anterior le había contado a la luna sobre una niña muy simpática que la quería conocer. Entonces, la luna le dijo, con un suspiro profundo, que esa noche saldría más temprano.


Xalur estaba muy emocionada. Esa tarde regresó temprano a su casa, ayudó con las tareas del hogar y se metió a la cama. Su mamá se sorprendió, pero no le dijo nada. Cuando sus papás se acostaron a dormir, Xalur se levantó despacio y salió sin hacer ruido. Caminó rumbo a la charca, dio vuelta por la vereda y se quedó muda de alegría.



Prendida en el cielo había una enorme luminosidad. Era como un plato redondo y grande que brillaba con una intensidad que nunca había visto. Con palabras muy emocionadas Xalur le preguntó, —¿Tú eres la luna? En ese momento, un viento fresco sopló y la luna asintió con un suspiro. Xalur no salía de su asombro, no había imaginado tanta belleza. Sin embargo, podía intuir la melancolía de la luna. Xalur se quedó callada viéndola. La luna vio a la niña y ambas en silencio se hicieron amigas. La niña comprendió la tristeza de la luna por la ausencia de sus amigas, las estrellas. Al cabo de un rato, en que las dos se contemplaron, la luna aconsejó a Xalur que regresara a casa.

Xalur sonrió y caminó de vuelta, pero se detuvo un momento y volteó a ver en el instante preciso en que la luna dejó caer una lágrima brillante, era un destello muy intenso. Xalur abrió la mano y cogió aquella centella luminosa.




A la mañana siguiente llegó a la charca y platicó con todos. Les contó de su amiga la luna. Les hizo un dibujo de la centella luminosa que la luna le había regalado y todos opinaron que era muy bella. Esa noche Xalur salió a buscar otra vez a la luna, al llegar a la charca vio que en el fondo del cielo negro había un punto brillante. El Príncipe Rana, con su croar de sabio, adivinó que el dibujo de la centella luminosa en el cuaderno de Xalur se había convertido en una estrella. Xalur miraba fascinada el manto oscuro del cielo y aquella chispa brillante. Unos minutos después apareció su amiga resplandeciente y contenta. Le dio las gracias a Xalur por aquel regalo. La niña le sonrió complacida.


Xalur tomó su cuaderno y empezó a pintar más centellas luminosas. Mientras los amigos asombrados miraban que en el cielo iban apareciendo más estrellas. Xalur siguió pintando en su cuaderno y más estrellas aparecieron, hasta que un relámpago iluminó el cielo. Todos los amigos de la charca se quedaron en silencio. En ese momento, el brujo Lambert se hizo presente, quien venía cargado de oscuridad. Se paró frente a Xalur. El Príncipe Rana se interpuso para defenderla. El brujo furioso los observó con una mirada dura. La niña de ojos profundos lo miró serena. El brujo le ordenó que dejara de pintar estrellas en su cuaderno, porque cada vez que pintaba una lágrima de la luna en su papel, su sombrero perdía una estrella y eso lo enojaba, pues su sombrero no se miraba tan bonito como él quería.



Xalur se le quedó viendo al brujo, luego tomó su cuaderno y dibujó un traje azul para Lambert. En ese momento, el traje cambió de color. El brujo se disponía a pronunciar otro sortilegio pero se detuvo. El nuevo color de su traje le gustaba. La niña pintó en el traje azul, a la altura del pecho, una estrella. El imponente brujo al ver la estrella sobre su traje, sonrió. Con un leve gesto le dio las gracias. Entonces, Lambert pronunció unas palabras mágicas y todas las estrellas de su sombrero aparecieron en el cuaderno de colorear de Xalur. En ese instante el firmamento se cubrió de millones de centellas luminosas. Lambert vio al Príncipe Rana y observó que sus zapatillas también eran azules. Entonces, sonrió y unos enormes dientes le dieron brillo a su rostro. El Príncipe Rana abrió los ojos y le devolvió la sonrisa. Mariposa Viento se posó sobre el hombro de Xalur, Quesoratón asomó su nariz por debajo de Piedra Antigua, quien tenía una serenidad anunciada por la sabiduría. Sauce Viejo movió sus ramas en tono de alegría. Todos los amigos de la charca celebraron la belleza de las estrellas en el firmamento.




Los viejos sabios aún cuentan la historia de cómo una niña pintó las estrellas en el cielo. También, los navegantes y marineros aprendieron a cruzar los océanos por las constelaciones que Xalur dibujó en el firmamento. Actualmente, los astrónomos explican, en sus clases de ciencia, que las estrellas aparecieron en el cielo gracias a una niña llamada Xalur. Desde esa noche, el susurro de las estrellas mece con ternura a la luna. Con el pasar del tiempo, los estudiosos de culturas antiguas descubrieron que Xalur, en el idioma moderno, significa estrella brillante.



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Xalur es una niña, quien pintó, con sus lápices de colores, las estrellas en el cielo que el brujo Lambert había escondido. Un cuento con personajes maravillosos de la naturaleza, que logran borrar con su sabiduría de bondad el egoísmo.


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