Antología

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PRESENTACIÓN

Hace muchos años, entendí que ser docente es compartir pasiones, en mi caso, por la escritura, la lectura y la enseñanza creativa. La labor nunca ha sido sencilla, pues competimos con la televisión, las computadoras y las distracciones sociales. Su desarrollo está ligado al crecimiento intelectual humano, de ahí que se hagan diversas mediciones de comprensión lectora a nivel internacional, de las cuales surgen también estrategias para fomentarlas. En un mundo tan globalizado como el nuestro, es sencillo encontrar materiales de lectura; no obstante, la capacidad lectora ha decrecido, por lo tanto, el plan debe dirigirse a la creación de estrategias que motiven a docentes y estudiantes en la práctica constante de estas dos habilidades.

espacio se dio y compartimos, en igualdad de circunstancias, utilizando nuestra pasión por las letras y nuestra necesidad de expresar lo que sentíamos.

La lectura en los jóvenes hoy en día se limita a la interpretación de imágenes, mensajes breves de texto, y algunas muy cortas definiciones, lo cual no genera capacidades compresivas. Si deseamos que su rango de comprensión se amplíe, necesitamos leer con ellos y enseñarlos a entender el lenguaje escrito de forma gradual. Es decir, empezar por esa brevedad que ellos ya conocen, para posteriormente, leer textos más largos y complejos, hasta conseguir que la extensión no sea un problema.

La suma de intereses, dio como resultado la presente ANTOLOGÍA que reúne una selección de los textos producidos en el Taller de poesía y en el Taller de escritura creativa que se llevaron a cabo el presente ciclo escolar. Se hizo una selección con base en el espacio dedicado a este trabajo, pero lo producido en ambos talleres excede considerablemente esta extensión.

Hace un año, se me permitió echar a andar un Proyecto que motivara en los jóvenes y maestros la lectura y la escritura, gratamente descubrí muy pronto que el interés sí existía, y que sólo necesitaban un espacio dónde poder comunicarse a partir de las palabras. El

No puedo más que expresar mi gratitud a los maestros y estudiantes que compartieron su tiempo y creaciones conmigo. Consolidar los textos que aquí aparecen no fue fácil, la dedicación que cada uno involucró es invaluable, leeremos aquí parte, no sólo de su ser creativo, sino también parte de su ser individual. Disfrutemos con emoción lo que sus plumas no dejaron.

Belén Castro Contreras.

METAMORFOSIS

Beatriz Sánchez García (Profesora de la EPO 149 en el turno vespertino)

Ante ti, desnuda, sin secretos, como una flor esperando el polen, dar frutos y alimentarte con ellos.

Tu aliento recorre mis hojas, eriza mis nervios, pasa por el tallo, mueve mi raíz.

Susúrrame y transformaré el oxígeno que te respira en aliento tibio para otros.

De lejos, un capullo mudo, de cerca, cauce parlante.

Juntos entendemos esta lengua hecha de ti y de mí.

En ella te clamo cuando los gusanos muerden sigilosamente el calcañar. Huyen cuando llegas como guerrero en una batalla sin tregua por su tierra y la savia que es ya toda suya.

Me sustentas como un esposo, sacias mi sed con agua recién nacida, escurre por mis pétalos como sangre, como vino, como vida, como tú.

Eres mi alimento, la calma de mis noches. Ante ti, no existe muerte, Ante ti, sólo hay transformación.

PASASTE DE ESTAR CONMIGO A ESTAR SIN MI

Erandi Pérez Quiroz (Alumna de la EPO 149, grupo 3-2, turno vespertino)

En sus garras frías, nos abraza sin piedad, Conquista implacable, sin posibilidad de escapar.

La muerte, cruel compañera del destino, ´ nos arrebata a los que amamos.

En sus brazos sombríos, el alma se desvanece,

La muerte no es el fin definitivo, es el comienzo de un viaje infinito, una puerta a lo desconocido, a un mundo donde el espíritu ha florecido. Los que se marchan, son recuerdos, son estrellas.

La muerte no nos vence, nos transforma, recuerda la fragilidad de cada forma.

BÉSAME (Alumna de la EPO 149 en el turno vespertino).

Angélica Amaya Sánchez.

Solo quiero un último beso, sentir tus labios contra los míos iniciando un beso largo.

Muerde mis labios, prueba mi sangre, abrázame hasta que mis costillas se rompan, mastica mi cuello,

arranca mis ojos.

Si digo que no te amo, abre mi pecho, extrae mi corazón, guárdalo sólo para ti, que mi corazón te pertenezca para siempre y mis ojos solo te puedan ver a ti, sólo a ti.

Toma todo de mí. Te necesito.

Vuélveme loco, te extraño segundo a segundo.

Lame mis heridas, besa mis cicatrices, hazme sangrar, y, si aún lo dudas, soy todo tuyo.

EL ABUELO

Miguel Ángel Chimil Rivera (Profesor de la EPO 149 en el turno vespertino)

Removiendo en la caja de los recuerdos veo a un niño que imaginaba aviones, su mano volaba entre paredes artificiales de cartón.

Cerrando un ojo y mirando la nave entre la tierra y la mano

la nave vuela haciendo piruetas con los hilos de la imaginación.

Fueron tiempos felices donde viví aferrado a los delirios de la ilusión, también recuerdo que ya tenía ocho años y no sabía leer.

Desconocía la forma y el sonido de las letras, nunca vi leer a nadie en la familia, excepto al abuelito Juan. Cuando lo encontraba, con su mano arrugada y morena, acariciaba con ternura mis cabellos infantiles.

Preguntaba si ya estaba en la escuela, mi silencio decía que no. Campesino emigrante de la Sierra de Oaxaca, se hizo extranjero en la colonia.

La gente se extrañaba por su inmutable atuendo blanco. De llantas abandonadas, forjaba el andar de sus huaraches. Remataba en su pecho un morral arriero Y, en la cabeza, un sombrero de palma. Del morral, sacaba un pequeño libro carcomido por el tiempo.

Al abrirlo, sus hojas amarillas ocultaban un misterio.

El abuelo miraba el libro y movía suavemente sus labios. El secreto se revelaba entre susurros y palabras. Siempre leía sentado al pie de un árbol. Creo que rezaba.

Supe por él, que Villa era el Centauro del Norte, Zapata, el Centauro del Sur, que lo americanos ganaron la segunda guerra mundial. Su eterna duda, fue si los rusos habían llegado a la luna. Yo sólo lo miraba, no sabía qué decir. Rara vez estaba en casa.

Era como los vampiros, desaparecía durante el día y regresaba por las noches. Cuando lo encontraba, me llenaba de alegría su presencia.

Un día ya no regresó. Cuando lo encontraron, me pidieron que rezara por él.

Ya sé leer, fui a la escuela, sé qué es un centauro, quién fue Villa y Zapata y cómo los rusos llegaron después que los americanos a la luna, pero no sé rezar.

Prefiero recordarlo así, como te lo cuento: en la imaginación.

EL VIAJERO DEL TIEMPO

Nota aclaratoria. Los integrantes del Taller de escritura creativa, escribieron una breve narración cuyo personaje principal sería el viajero del tiempo. Nos inspiramos en el libro El viajero del tiempo de Alberto Chimal, que a su vez se inspiró en La máquina del tiempo de Herbert George Wells y el personaje con ese nombre que en la novela aparece.

Aquí las historias creadas por los integrantes del Taller:

El viajero del tiempo se descubrió mujer, una bella actriz: conquistó el amor e ilusionado siguió su destino, guardó sus vestidos, cerró su camerino, cruzó fronteras, conoció los vastos mares que acariciaban las costas lejanas, habló otro idioma y se encontró con la sonrisa radiante y pura de muchos niños que lo miraban como el gran prodigio que era.

Laura Maldonado Palacios

II

El viajero del tiempo retrocedió a una época en la cual vio de frente su error: dejar pasar la época en que pudo ser feliz.

Christian Alexis Islas Hernández.

III

El viajero del tiempo retrocede a su niñez: mira aquella silueta triste, no puede hacer nada para cambiar su pasado sin afectar el presente, lo único que hace en su nostalgia es abrazar aquella sombra que es él mismo.

Angélica Amaya Sánchez.

I

El viajero del tiempo se mira en el espejo y sólo ve a un niño triste y solitario que no juega ni ríe, que sólo llora y se deprime, lo abraza y calma su herida, al hacerlo, sin darse cuenta, lo hace estallar de amor, mientras le susurra al oído lo que siempre quiso escuchar.

Alexis Castillo Mondragón.

V

El viajero del tiempo está en todas partes, todos lo miran a él, por eso jamás dejará de ser quien cuidaba a las personas que tanto amó.

Karen Luna Bartolo.

VI

El viajero del tiempo, con su gran magia convirtió a esa niña en un hermoso arcoíris, surgido de una mañana lluviosa.

Arcelia Urbina Palomares

VII

El viajero del tiempo usó su máquina y llegó a un país donde nadie muere, felices todos al principio festejaban; sin embargo, con el tiempo, todos se aburrieron y la máquina se saturó, pues nadie ya quería existir.

Laura Maldonado Palacios (Profesora de la EPO 149 en ambos turnos).

Mi hermosa niña:

Sé que atraviesas un momento de tristeza, buscando respuestas sobre ese amor que desaparece, que ha ido cambiando sin saber muy bien por qué.

Tal vez sea la rutina ha ido minando la chispa que una vez encendió su amor, o quizás el interés por alcanzar metas juntos se desvaneció. Las diferencias que antes eran insignificantes ahora se han hecho más evidentes, y ya no hay ese afán por seguir adelante con los proyectos que alguna vez los ilusionaron.

Tal vez, mi querida niña, sea el momento de conceder una tregua, de permitirle al tiempo poner las cosas en su lugar y de rescatar lo que queda de esa valiosa experiencia. Aunque el camino que una vez recorrieron juntos ahora los separa, es importante recordar con gratitud los buenos momentos compartidos y dar gracias a Dios por haber permitido que se encontraran. Es momento, mi hermosa hija, de una despedida amistosa, en buenos términos, y así, dejar espacio para nuevos comienzos y crecimiento personal.

Desearía poder abrazarte fuerte, caminar juntas como solíamos hacerlo cuando eras pequeña. Ahora has crecido, te has vuelto una mujer inteligente, autosuficiente, y aunque me llena de orgullo verte así, también anhelo esos momentos de intimidad y conexión que solíamos compartir.

IV

Estoy aquí para acompañarte en este viaje, para celebrar tus alegrías y para secar tus lágrimas cuando el camino se vuelva difícil. Nunca olvides que siempre seré madre, amiga y cómplice cada vez que me necesites.

Te ama y extraña infinitamente.

Mamá.

UNA MUY BREVE HISTORIA DE AMOR

Christian Alexis Islas Hernández (Alumno de la EPO 149 en el turno matutino)

Está historia comenzó como cualquier encuentro con un “hola” en un 16 de enero, para preguntar con respecto a un proyecto de física, partiendo de ese día en adelante cambiamos, pasamos inadvertidos en la vida del otro a estar días enteros juntos hablando de metas y proyecciones a futuro.

La miré esperando ser visto como alguien dulce, era reservada, paciente y de buen ver, sus ojos transmitían bondad con una calidez que sólo ella era capaz de reflejar y, sobre todo, era amable, contaba con una sonrisa tan especial que alegraba los días en los cuales no era capaz de ver lo bueno y con una voz tan dulce que me hacía creer en el mundo otra vez.

Al pasar los días, la rutina era entrar a clases, el descanso, bajar y jugar básquet, regresar con ella, recibir sus palabras de aliento, pues, a pesar de no haber jugado como lo esperaba, siempre me

decía “lo hiciste bien” me daba mi suéter, sacábamos el celular y jugábamos un buen rato.

Un día, el destino nos cubrió con su capa de amargura, dijo: “son grandiosos juntos, pero no “juntos”, si saben a lo que me refiero.

Aún recuerdo el día en que le dije: “me gustas”, yo esperaba un “tú también”, pero lo único que ella dijo fue: “sé cómo soy y no te quiero lastimar”. En quinto semestre nos separaron de salón, lo volví a intentar, pero su respuesta fue la misma. Desde entonces, comencé a vivir los días en modo manual, sin dejar que el entorno me afectará y sin prestar atención a nada más.

Un día, solo, en mi cuarto, pensé por qué no tuve valor para mostrarle las cartas que con esmero le escribí, los sentimientos cursis que reprimí. No todo fue su culpa, al mirar atrás recuerdo que ella me dio la oportunidad de hacerlo y no seguir con una fachada. Ahora pienso en cómo ella logró que me aceptará, recuerdo todo lo que compartimos, la magia cuando estábamos juntos, creí que las risas perdurarían; sin embargo, mi cobardía y fachada de niño sin sentimientos hizo que ella no quisiera ser parte de mis días. Siempre la extrañaré y en mi memoria estarán los momentos que vivimos juntos. Nunca más callaré lo que siento.

A MI NIÑO

Alexis Castillo Mondragón (Alumno de la EPO 149 en el turno vespertino)

En un día tranquilo de verano, Alexis se encontraba en el parque sentado en una banca fumando, con la mirada perdida en el horizonte, una nube negra de recuerdos parecía envolverlo. De repente, una extraña sensación lo invadió, cuando reaccionó, vio

que se encontraba de nuevo en la casa en la que creció, rodeado de recuerdos y memorias de tiempos pasados.

A medida que la nostalgia lo invadía, un suave aroma a tulipanes y rosas lo rodeaba, como si el mismo jardín hubiera cobrado vida para reconfortarlo. Recordó que en su niñez él era un niño callado y reservado, temeroso de levantar la voz por miedo a las consecuencias.

Recordó con tristeza cómo había presenciado el maltrato que sufrió de todos. Sin embargo, en medio de esa oscuridad, lo observaban escribir poesía desde lejos, como si su alma encontrara refugio en las palabras.

Las lágrimas brotaron de sus ojos al darse cuenta de cuánto había fallado en proteger a quien más amaba, Mientras observaban a ese niño sentado debajo de un árbol expresando su amor y dolor en las palabras, Alexis lleno de remordimiento, se dirigió con coraje y tristeza a la habitación que solía compartir con su hermano.

En un golpe de dolor, se arrodilló junto a la cama, comenzó a hablar en voz alta, pidiendo perdón por su silencio y por su debilidad, expresó todo el dolor y culpa que llevaba dentro, rogando por una nueva oportunidad de enmendar sus errores, a lado de é, estaba el pequeño Alexis, lo abrazó y le pidió perdón mientras el pequeño solo lo veía con sus ojos de inocencia que aún tenía.

¿QUÉ ES EL AMOR?

Karen Luna Bartolo (Alumna de la EPO 149 en el turno vespertino)

Sé que existen muchos lugares donde se encuentra el amor, pero hay uno en que te hará sentir de una manera inigualable, me refiero a los encuentros casuales, esos que no planeas, aquellos que no buscas, pero que se dan justamente cuando más lo necesitas. Cuando un encuentro así sucede, las tardes grises se transforman en una maravillosa escena de color naranja, con toques rojos y, sobre todo, ese tono amarillo tropical que te hace sentir tan especial.

Un día, de pronto, notas en la mirada de esos hermosos ojos aquellos colores que todo lo transforman, de pronto esa escena multicolor te cautiva, desde ese momento eres su presa porque eres para quien sólo ese espectáculo se da, eres la indicada y así de especial te sientes.

Dentro sientes otro lugar común: las famosas mariposas en el estómago. La amabilidad, atención, dulzura, atracción y la lujuria que esto produce, te envuelve en un círculo en donde los besos inocentes te hacen sentir que estás en lo más alto, te sientes única, pues recuerdas que nadie te ha hecho sentir así. Te sientes fuerte, tanto que quieres cambiarlo todo tomada de su mano.

Los corazones ardientes se consumen por las llamas del amor. Al amor hay que sonreírle, disfrutarlo y corresponderlo, pues, aunque pensemos que es eterno, también hay que aprender a soltar, porque nada, ni el amor, es para siempre.

CARTA A MI MADRE

Lizethe Camacho Ruiz (Alumna de la EPO 149 en el turno vespertino).

Siento un vacío por dentro desde el día que se fue. Es un dolor tan grande despertar todos los días y ver que ella no está. La extraño demasiado, quisiera que ella bajar del cielo y me dijera que está bien, que no me preocupe.

Cuando pienso en ella los recuerdos me invaden, me hacen llorar, no me perdono el saber que no puede hacer nada por ella. Se fue sin despedirse, ni decirme adiós, eso me destroza por dentro. A veces siento que estoy soñando, pero cuando despierto y veo que es realidad, lloro sin poder parar. Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, sólo cuando vives esta desgracia te das cuenta del dolor tan grande que se siente. Perdí a mi madre.

La gente me ve normal, sonrío, juego, pero en el fondo estoy perdida. Saber que ella no estará más, me destroza, lo único que tengo ahora son los recuerdos donde ahora me refugio.

LAS DOS NIÑAS (Fragmento)

Arcelia Urbina Palomares (Profesora de la EPO 149 en el turno matutino).

Cuando miro atrás, veo una niña y le pregunto ¿cuáles eran tus sueños?, que a lo largo del tiempo olvidaste por asumir una gran responsabilidad. Te veías tímida con tu cabellera larga y abundante, cejas anchas, ojos color café, labios gruesos, un rostro al que le cuesta trabajo sonreír, tu complexión era delgada, en tu carácter tierna y amable, perdonabas con facilidad las fallas.

Aunque eras explosiva, después de un tiempo volvías en ti para reflexionar sobre tu conducta. Ahora sabes que tu carácter silencioso era un defecto, pero también que eso era lo aceptable en una niña. Compartías muy pocas cosas con las personas cercanas, no tenías amigos o amigas entrañables, te costaba trabajo expresar tus emociones, y, por supuesto, también controlarlas. Con forma de ser, es entendible que tuvieras conflictos contigo misma.

¿Por qué eras callada? La respuesta apunta en varias direcciones: por un lado, te decían que los amigos no existen pues un amigo es “un peso en la bolsa”. Así surgió en ti la desconfianza, que aún conserva, ante las personas. Con el tiempo, asumiste que lo ideal era estar sola con tus pensamientos y saberte valer por ti misma, sin depender de nadie. Ahora te preguntas si no depender de nadie es totalmente valido.

La exigencia hacia ti ejercida por tus padres o, mejor dicho, por la madre fue un poco intensa. Te costaba trabajo aprender y eso la desesperaba. Empezaste a leer y escribir con regaños y golpes, no entendían que todo era cuestión de atención, que te esforzabas y, sin embargo, a veces fallabas, incluso pensabas: ¿qué pasa conmigo? ¿por qué no puedo aprender bien?

En tu adolescencia, recuerdas que alguna vez un maestro de inglés te dijo: “tú tienes una facilidad para aprender, pero te falta retención, es decir, olvidas muy rápido las cosas”, y creo que tenía razón.

Desde entonces, la rigidez de tu educación familiar, te llevó a no expresar tus sueños, y, por lo tanto, callar más. ¿Qué fue de esta niña?, ¿Rescató sus sueños?, ¿Dejó el silencio atrás? Yo lo sé, las

respuestas están en mí, pues esa niña, esa pequeña de cabello largo, labios gruesos y cejas anchas, soy yo.

CARTA A LA NIÑA QUE FUI

Angélica Amaya Sánchez (Alumna de la EPO 149 en el turno vespertino).

Mi niño, Nico:

Un día te sorprenderá sabe lo difícil que se ponen las cosas. Sin embargo, tuviste compañía. Me encantaría ver cuánto llorarías de alegría al saber que descubriste quién eras. Eres un niño feliz, una niña feliz. No es una enfermedad lo que sentías. Aún quieres huir en ocasiones, aún quieres acabar con todo, pero ahora tienes quien te acompañe en tus momentos ásperos.

Cada vez que te hundías una persona especial te cuidaba. Eres un niño fuerte y valiente, no es tu culpa ser, sentir y vivir de la forma que lo haces. Viviste tantas cosas, y ahora eres feliz.

Te quiero, ya no te culpo, así que no lo hagas tú tampoco.

EL BESO

Leónidas Melgar (Alumno de la EPO 149 en el turno vespertino).

Pasaron demasiadas primaveras sin vernos. Un otoño me hizo suspirar como solía hacer.

Tú, una lluvia suave, sobre mi rostro. Yo, una llama tierna.

Un beso tibio, lento, y temeroso murió aquella tarde por ti y por mí.

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