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CARTAS A LA MUSA

VIVIR NO ES SOBREVIVIR

Vivir no es sobrevivir; son situaciones, niveles de consciencia y estilos de vida diametralmente opuestos; a vivir se aprende, para sobrevivir estamos natural y genéticamente programados, el detalle es que quien se limita a sobrevivir no puede ser feliz, porque supervivencia y felicidad son incompatibles.

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La supervivencia incluye estrés y una felicidad ficticia, anclada a circunstancias o personas; incluye además el anhelo de un trabajo de por vida, una especie de cadena perpetua laboral que lo celebra al conseguirlo, soñando con su libertad cuando llegue la jubilación; el consuelo habitual del fin de semana es el alcohol, en otros, las drogas de moda que anestesiando el alma hace soportable lo insoportable.

La mitad de los supervivientes jamás llegarán a jubilarse y se marcharán con las ganas de tantas cosas que amaban hacer, sin encontrar nunca el valor o las condiciones para realizarlos.

“Vivir no es sobrevivir; está claro. Hace falta, sin embargo, el valor para ser tú misma, el hierro de la voluntad, la fantasía de la creatividad”.

Los sobrevivientes suelen ser personas normales que hacen cosas normales, algunos se esfuerzan por ser buenas personas, por lo menos de la puerta para afuera. A determinada edad, según la opinión pública, buscan una persona con quien compartir su vida, la eligen en un contexto de enamoramiento garantizando su autoengaño, que lo resuelven tiempo después con un divorcio que les habilita para repetir el mismo error, dos o más veces. Algunos tienen fama de ser buenas personas, otros son exitosos y su fama les enceguece aún más, con lo que la posibilidad de darse cuenta que están viviendo una mentira disminuye.

Sobrevivir es pescar cerca de la orilla, evitando rigurosamente adentrarse a mar abierto, es reproducir lo conocido y cumplir todas las reglas, es manejarse entre miedo y el cuidado de las apariencias, es endeudarse como todos y enfermarse oportunamente, correr como corresponde para garantizar en el torrente sanguíneo la suficiente dosis de adrenalina, la idea es vivir constantemente al ataque o a la defensiva.

Cada sobreviviente dispone del descontrol emocional adecuado o la capacidad autorrepresiva suficiente para preservar el estilo de vida adoptado, una modalidad existencial donde la vida es secundaria, la felicidad imposible, la libertad encadenada por los miedos y el amor reducido a libreto conyugal, institución oficial donde se otorga permiso legal para ejercer la energía sexual sin tener el mínimo conocimiento de ella.

Vivir no es sobrevivir; está claro. Hace falta, sin embargo, el valor para ser tú misma, el hierro de la voluntad, la fantasía de la creatividad, la profundidad de la reflexión, la paciencia del agua que taladra la roca, la sensualidad de la hora vespertina, que cuando llega la oscuridad se viste de luz para hermosear la noche.

Tomado de Musa, el Retorno de la mujer sagrada

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