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Mandala de Negocios
¿Quieres un negocio para servir o para servirte?
Mucho se va hablando de emprender en época post pandemia como una alternativa de generación de ingresos que se asume “más segura” que tener un empleo. Pero ¿realmente los negocios están hechos para sustituir los empleos? En esta oportunidad vamos a actualizar la creencia alrededor del emprendimiento como un cajero automático de por vida.
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En un mundo de pensamiento económico, tendemos a comparar escenarios diferentes y sin relación entre sí, solamente porque el efecto comparativo del ingreso está presente. Sin embargo, se deja por fuera variables que tienen mucho más peso, especialmente a largo plazo.
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Paradigma educativo vs. Paradigma emprendedor
Por un lado, el sistema educativo, hasta la secundaria, tiene como objetivo la instrucción, que es la capacidad de poder leer, escribir y tener comprensión de ciertas bases que estimulen la racionalidad en niños y jóvenes, a la vez que les permita insertarse en las dinámicas sociales. Posteriormente tenemos el sistema académico, que se enfoca en la especialización del talento humano, dándole carácter formal e incluso legal para ejercer y aportar soluciones a la sociedad, en calidad de empleado calificado o profesional independiente.
Por otro lado, el emprendimiento tiene como objetivo la creación de empresas que aporten valor a la sociedad desde la formalidad de entidad jurídica generadora de empleos, y que desde la economía se concibe como un agente económico diferente al que implican las familias que aportan desde la instrucción o profesionalización. Un emprendedor es, entonces, una persona comprometida en crear una estructura de largo plazo para servir a su entorno, a través de la oferta de bienes y servicios.
El vicio de seducir en función de beneficios
Observando estas dos vertientes, podemos comprender que en ambos casos estamos hablando de servir desde nuestro talento o pasión, sin embargo, el sistema económico en su deseo de mostrarnos los beneficios que motivan a la acción, nos ha vendido ambos escenarios como espacios para obtener y no para ofrecer. El padre que le dice a su hijo “tu trabajo es estudiar”, la universidad que ofrece una carrera en base a la “posibilidad de empleabilidad en las mejores empresas” y el asesor de emprendimiento que logra captar al prospecto con la idea de “ser tu propio jefe” o “hacer dinero mientras duermes”, son todas formas distorsionadas de producir: vas al mercado a servirte, no a servir.
Por esta razón resulta para muchos, más que normal y hasta lógico, pasar de tener un empleo a ser dueño de su propio negocio, como si fuese una escalera basada en ganancias, lo cual sigue teniendo el mismo patrón de subsistencia dependiente que nos traemos de casa: que nos den, cada vez más, para demostrar al mundo lo exitoso y pilas que somos.
Esto es lo que lleva a la distorsión de los mecanismos del mercado, la egolatría como eje a través del cual se toman las decisiones para crear un negocio, que dista mucho de lo que puede representar un negocio que tiene un propósito de valor. Es la premisa crematística de ganancias infinitas, la que efectivamente destruye sistemáticamente el valor que se ofrece a la sociedad, y desde allí tenemos a la cabeza del negocio una persona que sólo busca servirse del sistema financiero a través, incluso, de la especulación.
Cómo crear una cultura de valor y servicio
Inicialmente, cultivar en las familias el desarrollo del talento, de eso que naturalmente los niños muestran como preferencias, para que cada vez sean mejores en eso que les encanta, y desde allí se instale el valor de dar desde lo que nos gusta y no porque convenga.
Posteriormente, la instrucción debe motivarse en función al desarrollo de la natural curiosidad del niño de explorar el mundo, y no la exigencia de unas notas que lo definan como “inteligente” en un ambiente competitivo que lo desconecta de su estado de flujo personal. Desde el deseo auténtico de saber más, este ahora joven se inclinará en especializarse en un área para tener entonces herramientas que le permitan desarrollar su talento con mayor seguridad y estructura crítica, lo cual se verá luego demostrado en el valor apasionado que entrega en su entorno: mientras más lo hace, mejor se siente y más es valorado por ello, a través de la calidad de lo que ofrece.
Finalmente, si esta persona tiene una inclinación a la creación de una estructura que le dé apoyo y contención a otros alrededor de esta actividad que, resultándole apasionante, genere un valor multiplicador en la sociedad, entonces asuma, como propósito de vida, dedicarse a ello de forma parcial o total, sabiendo que cada día en sí mismo, es una retribución espiritual en la labor que realiza, y la sociedad entera le retribuirá en función de su aporte y servicio social.
La pregunta clave para emprender
Seguramente tú te has planteado la idea de tener un negocio, o salir de tu empleo por considerarlo como algo que no te llena. La pregunta clave no gira alrededor de cómo genero más ingresos, sino ¿Cuál es el motivo existencial y elevado que te lleva a elegir tu empleo o tu negocio, y cómo sabes que esto es algo que harás, incluso cuando existan crisis económicas, pandemias o caos social?
Sólo podemos sentirnos seguros en los espacios donde hay una consciencia de servicio, donde nuestra alma se expresa con plenitud en lo cotidiano y donde podemos vernos comprometidos a largo plazo.
Fuente: http://www.revistanegocios.mx/texto-diario/mostrar/3749680/quieres-negocio-servir-servirte