1 minute read
El espacio que habito
Nos han enseñado que la constancia es necesaria para alcanzar las metas que nos propongamos en la vida, respaldando a su vez en trabajo, por lo cual ligamos la constancia al esfuerzo y a la fuerza de voluntad.
Como seres humanos somos una especie resiliente, nos recuperamos de desastres causados por la naturaleza y por el hombre. Pero así como las experiencias traumáticas dejan huella en nuestra historia y en la cultura, también marcan nuestra mente y emociones.
Advertisement
Gracias a los avances de la neurociencia conocemos los efectos del trauma psicológico, el maltrato y el abandono. Los estudios han revelado que se producen verdaderos cambios fisiológicos, incluyendo el aumento de las hormonas del estrés y alteraciones en el discernimiento de la información que se recibe a través de los sentidos.
Los traumas hacen que se desarrolle una alerta máxima ante las amenazas, perdiendo la espontaneidad de la vida diaria. Debido a esto constantemente se repiten los mismos problemas y cuesta aprender de la experiencia. Sin embargo, esto no es por la falta de constancia o fuerza de voluntad de la persona sino por cambios reales en el cerebro.
Los avances de la neurociencia también han abierto nuevas posibilidades para restituir sus daños. Se han desarrollado métodos y experimentos que acuden a la neuroplasticidad del cerebro para ayudar a sentirse bien en el presente y seguir adelante con su vida.