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Noviembre 2015
¿Qué significa para la Iglesia, concluir el sínodo dedicado a la familia?
Discurso del santo padre Francisco en la clausura de la décima quinta asamblea ordinaria del sínodo de obispos. 24 de octubre de 2015
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ientras seguía los trabajos del Sínodo, me he pregunta‑ do: ¿Qué significará para la Iglesia concluir este Sínodo dedicado a la familia? Ciertamente no significa haber concluido con todos los temas inherentes a la familia, sino que ha tratado de iluminarlos con la luz del Evangelio, de la Tradición y de la his‑ toria milenaria de la Iglesia, infundien‑ do en ellos el gozo de la esperanza sin caer en la cómoda repetición de lo que es indiscutible o ya se ha dicho. Seguramente no significa que se ha‑ yan encontrado soluciones exhausti‑ vas a todas las dificultades y dudas que desafían y amenazan a la familia, sino que se han puesto dichas dificultades y dudas a la luz de la fe, se han exami‑ nado atentamente, se han afrontado sin miedo y sin esconder la cabeza bajo tierra.
Buenas noticias para la familia católica Calle 10 Nº 2-58 Tel: 2636918 - 2611680 www.arquidiocesisdeibague.org kerygmaperiodico@gmail.com Consejo Directivo Mons. Flavio Calle Zapata Mons.Gustavo Vásquez Montoya Director P. Jairo Yate Ramirez Diseño Editorial Andrea C. Hernández S. Impresión Casa Editorial El Tiempo
Significa haber instado a todos a comprender la importancia de la ins‑ titución de la familia y del matrimonio entre un hombre y una mujer, fundado sobre la unidad y la indisolubilidad, y apreciarla como la base fundamental de la sociedad y de la vida humana. Significa haber escuchado y hecho escuchar las voces de las familias y de los pastores de la Iglesia que han veni‑ do a Roma de todas partes del mundo trayendo sobre sus hombros las cargas y las esperanzas, la riqueza y los desa‑ fíos de las familias. Significa haber dado prueba de la vivacidad de la Iglesia católica, que no tiene miedo de sacudir las conciencias anestesiadas o de ensuciarse las manos discutiendo animadamente y con fran‑ queza sobre la familia. Significa haber tratado de ver y leer la realidad o, mejor dicho, las realida‑ des de hoy con los ojos de Dios, para encender e iluminar con la llama de la fe los corazones de los hombres, en un momento histórico de desaliento y de crisis social, económica, moral y de predominio de la negatividad.
Significa haber dado testimonio a todos de que el Evangelio sigue sien‑ do para la Iglesia una fuente viva de eterna novedad, contra quien quiere «adoctrinarlo» en piedras muertas para lanzarlas contra los demás. Significa haber puesto al descubier‑ to a los corazones cerrados, que a me‑ nudo se esconden incluso dentro de las enseñanzas de la Iglesia o detrás de las buenas intenciones para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los ca‑ sos difíciles y las familias heridas. Significa haber afirmado que la Igle‑ sia es Iglesia de los pobres de espíritu y de los pecadores en busca de perdón, y no sólo de los justos y de los santos, o mejor dicho, de los justos y de los santos cuando se sienten pobres y pe‑ cadores. Significa haber intentado abrir los horizontes para superar toda herme‑ néutica conspiradora o un cierre de perspectivas para defender y difundir la libertad de los hijos de Dios, para transmitir la belleza de la novedad cristiana, a veces cubierta por la he‑
Viene deopág.16 rrumbre de un lenguaje arcaico sim‑ plemente incomprensible. En el curso de este Sínodo, las dis‑ tintas opiniones que se han expresado libremente –y por desgracia a veces con métodos no del todo benévolos– han enriquecido y animado sin duda el diálogo, ofreciendo una imagen viva de una Iglesia que no utiliza «módulos impresos», sino que toma de la fuente inagotable de su fe agua viva para re‑ frescar los corazones resecos. Y –más allá de las cuestiones dog‑ máticas claramente definidas por el Magisterio de la Iglesia– hemos visto también que lo que parece normal para un obispo de un continente, puede re‑ sultar extraño, casi como un escándalo –¡casi!– para el obispo de otro conti‑ nente; lo que se considera violación de un derecho en una sociedad, puede ser un precepto obvio e intangible en otra; lo que para algunos es libertad de conciencia, para otros puede parecer simplemente confusión. En realidad, las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general –como he dicho, las cuestiones dogmáticas bien definidas por el Magisterio de la Igle‑ sia–, todo principio general necesita ser inculturado si quiere ser observa‑ do y aplicado. El Sínodo de 1985, que celebraba el vigésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, ha‑ bló de la inculturación como «una ín‑ tima transformación de los auténticos valores culturales por su integración en el cristianismo y la radicación del cristianismo en todas las culturas hu‑ manas». La inculturación no debilita los va‑ lores verdaderos, sino que muestra su verdadera fuerza y su autenticidad, porque se adaptan sin mutarse, es más, trasforman pacíficamente y gradual‑ mente las diversas culturas. Hemos visto, también a través de la riqueza de nuestra diversidad, que el desafío que tenemos ante nosotros es siempre el mismo: anunciar el Evangelio al hom‑ bre de hoy, defendiendo a la familia de todos los ataques ideológicos e in‑ dividualistas. Y, sin caer nunca en el peligro del relativismo o de demonizar a los otros, hemos tratado de abrazar plena y valientemente la bondad y la misericordia de Dios, que sobrepasa nuestros cálculos humanos y que no quiere más que «todos los hombres se salven» (1 Tm 2,4), para introducir y vivir este Sínodo en el contexto del año extraordinario de la misericordia que la Iglesia está llamada a vivir.
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Bodas de Plata Sacerdotales Padre, Oscar Fernández Castellanos Padre, Daniel Rodríguez Moreno
“No hay que olvidar que todo sacer‑ dote es único como persona, y posee su propia manera de ser. Cada uno es único e insustituible. Dios no borra la personalidad del sacerdote, es más, la requiere completamente, deseando servirse de ella, la gracia, de hecho, edi‑ fica sobre la naturaleza, a fin de que el sacerdote pueda transmitir las verda‑ des más profundas y preciosas a través de sus características, que Dios respeta y también los demás deben respetar.” (Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros). Damos gracias a Dios por estos dos hermanos sacerdotes que a lo largo de 25 años se han distinguido por su servicio a Dios a través de la obra de la evangelización de la Iglesia, la admi‑ nistración de los sacramentos, la prác‑ tica de la caridad, el amor a los pobres, la entrega desinteresada al servicio de los demás. El Padre Oscar Fernández, nació un 22 de octubre 1962 en Santa Isa‑ bel (Tol) Sus padres: Luis Alberto Fer‑ nández y Josefina Castellanos. Realizó estudios de Básica Primaria y secun‑
daria en Santa Isabel Tolima. Univer‑ sitarios: Seminario Mayor en Ibagué. Fue ordenado sacerdote en la Iglesia Catedral Metropolitana de Ibagué. 17 noviembre 1990. Por Imposición de manos y oración consecratoria de: Monseñor, José Joaquín Flórez Her‑ nández. Es licenciado en filosofía y ciencias religiosas. Universidad católi‑ ca de Oriente. Ha ejercido su ministe‑ rio en la Parroquia en San Bernardo, parroquia en Junín san Rafael, Vicario en Santa Gertudis de Rovira, Párroco nuestra señora del Carmen en Ron‑ cesvalles, Párroco en san Sebastián en piedras. Párroco en san Juan bautista en el valle de san juan, actualmente pá‑ rroco en la parroquia Nuestra señora del rosario de Chiquinquirá en Coello (Tol). Entre sus gustos, le encanta la construcción de capillas, se distingue por la generosidad de espíritu, y la vida apostólica. Su mensaje para los jóve‑ nes, seguir a Cristo es lo mejor que le puede pasar a uno, es la mayor riqueza. Nuestro querido Padre Daniel, rea‑ lizó sus estudios de Básica Primaria, Colegio San Luis Gonzaga, Ibagué.
Básica Secundaria, Seminario San Joaquín, Ibagué. Universitarios: Uni‑ versidad San Buenaventura; Univer‑ sidad Pontificia Javeriana en Bogotá. Derecho Canónico y Derecho en Fami‑ lia, Universidad Pontifica en Bogotá. Fue ordenado Sacerdote: en la Iglesia Catedral Metropolitana de Ibagué. 17 Noviembre 1990. Por Imposición de manos y oración consecratoria de Mon‑ señor, José Joaquín Flórez Hernández Ha ejercido su ministerio presbiteral como, Vicario Parroquial, (Parroquia Inmaculada en Ibagué) Vicario Parro‑ quial (Parroquia San Juan de Ávila en Bogotá) Vicario Parroquial (Parro‑ quia Nuestra Señora de Chiquinquirá en Ibagué) Párroco (Parroquia Santo Ángeles Custodios en Ibagué) Canciller (Arquidiócesis de Ibagué) Vicario Pa‑ rroquial (Parroquia San Judas Tadeo) Capellán (Institución Nacional SENA en Ibagué) Adscrito (Parroquia Cristo Resucitado en Ibagué). Como clero ar‑ quidiocesano seguimos acompañando a Daniel con nuestras oraciones, por su salud y bienestar.
Sacerdotes de la arquidiócesis de Ibagué 1 de octubre 2015 fue delineando las ideas principales y prácticas de la espiritualidad de un sacerdote frente al sacramento de la Eucaristía. Los temas son cuatro: el misterio eucarístico, celebrar bien la eucaristía, adoración eucarística e intenciones en las misas. Hay que entender que la Eucaristía es el centro del ministerio sacerdotal, es fuente y culmen de la vida cristiana, medio y fin del quehacer sacerdotal. Razón suficiente para que cada sacerdote celebre bien la eucaristía, lo haga con decoro, con piedad, con respeto, que se ajuste a las normas litúrgicas. La adoración eucarística, es un momento especial para el encuentro con Dios, allí el sacerdote debe ser testimonio ante su comunidad, de ser un hombre de oración, de piedad, de diálogo con Jesús de Nazareth. Por último hay que mencionar las intenciones en la eucaristía: en toda celebración tenemos conciencia que celebramos para
1 de noviembre de 2015. “La santidad cristiana no consiste en ser impecables, sino en la lucha por no ceder y volver a levantarse siempre, después de cada caída. Y no deriva tanto de la fuerza de voluntad del hombre, sino más bien del esfuerzo por no obstaculizar nunca la acción de la gracia en la propia alma, y ser, más bien, sus humildes colaboradores”. San Juan Pablo II. Cf. Mateo 5,1-12 a. 8 de noviembre de 2015. “Jesucristo hace rimar en su personalidad la gentileza y la seguridad, la elocuencia y la sencillez, la gloria y el anonimato, la grandeza y los gestos humildes. Enfrenta el mundo para defender lo que Él piensa…” cf. Marcos 12,38-44. 15 de noviembre de 2015. La salvación va llegando a su plenitud no en un tiempo cronológico sino cualitativo. La vamos viviendo con mayor profundidad. Vivimos una esperanza, llena de confianza, que nos da fuerzas para el presente. Cf. Marcos 13, 24-32
JORNADA DE ESPIRITUALIDAD
En esta oportunidad nos reunimos en la parroquia la Santa Cruz en Ibagué. Un buen número de sacerdotes asistieron a esta jornada que se lleva a cabo el primer jueves de cada mes. Nuestro director el padre, Jesús Alejandro Castaño Bermúdez, nos animó para entrar en una hora de reflexión y profundización ante el santísimo sacramento el altar. El padre, José Ferney Quimbayo, expuso el Santísimo y dirigió la oración. Un buen rato de oración con espíritu misionero. Meditamos los textos bíblicos de Juan 20,21-22 “También yo os envío”. Lucas 10, 25-37 “Qué debo hacer para ganarme la vida eterna”. En la oración común, elevamos nuestras plegarias por los cinco continentes del planeta. Escuchamos al sacerdote ponente del día, padre, John Jairo Alonso Merchán, quien basado en el contenido del directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros,
Por: Pbro.Jairo Yate
gloria de Dios, en acción de gracias, por la salvación de la humanidad, por los vivos, por los difuntos. Se recomienda a los sacerdotes no hacer de la eucaristía un medio de lucro, simonía. En la arquidiócesis no está permitido celebrar misas en las casas, centros comerciales, fincas, tampoco en bodas matrimoniales en una casa. etc. Sólo se puede celebrar en el caso de un enfermo grave, que está impedido para ir al templo. Terminamos nuestra jornada compartiendo en la casa parroquial, las atenciones del padre José Ferney.
22 de noviembre de 2015. Él es Rey al modo de Dios y no al de los hombres. Entre los hombres, el rey está de lado de los grandes y poderosos del mundo. En cambio, según la mente de Dios, el Rey tiene la misión de hacer justicia al pobre y al desvalido, su oficio propio es la misericordia. Cf. Juan 18,33b-37. 29 de noviembre de 2015. “Tengan cuidado, no se dejen aturdir por el desenfreno y la embriaguez, ni por las preocupaciones diarias… permanezcan en vela, pidiendo a Dios en todo momento la Gracia.” Cf. Lucas 21, 25-28.34-36.
Preparando la espera
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Misericordia Los signos que realiza el Maes‑ tro realiza sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y su‑ frientes llevan consigo el distinti‑ vo de la misericordia.
MISERICORDIAE VULTUS El rostro de la misericordia. Bula del jubileo de la misericor‑ dia. Del santo padre Francisco, obispo de Roma, siervo de los siervos de Dios. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Pa‑ dre. El año santo se abre el 8 de diciembre del 2015. Se conclu‑ ye en la solemnidad litúrgica de Cristo Rey, el 20 de noviembre del año 2016.
¿DE QUÉ SE TRATA?
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ardenal, Joseph Ratzinger. «El Adviento y la Navidad han experimentado un in‑ cremento de su aspecto externo y festivo profano tal que en el seno de la Iglesia surge de la fe misma una aspiración a un Adviento auténtico: la insuficiencia de ese áni‑ mo festivo por sí sólo se deja sentir, y el objetivo de nuestras aspiraciones es el núcleo del acontecimiento, ese alimento del espíritu fuerte y con‑ sistente del que nos queda un reflejo en las palabras piadosas con que nos felicitamos las pascuas. ¿Cuál es ese núcleo de la vivencia del Adviento? Podemos tomar como punto de partida la palabra «Adviento»; este término no significa «espera», como podría suponerse, sino que es la tra‑ ducción de la palabra griega parusía, que significa «presencia», o mejor dicho, «llegada», es decir, presencia comenzada. En la antigüedad se usa‑ ba para designar la presencia de un rey o señor, o también del dios al que se rinde culto y que regala a sus fie‑ les el tiempo de su parusía. Es decir, que el Adviento significa la presencia comenzada de Dios mismo. Por eso nos recuerda dos cosas: primero, que la presencia de Dios en el mun‑ do ya ha comenzado, y que él ya está presente de una manera oculta; en
La luz de Cristo quiere iluminar la noche del mundo a través de la luz que somos nosotros; su presencia ya iniciada ha de seguir creciendo por medio de nosotros. segundo lugar, que esa presencia de Dios acaba de comenzar, aún no es total, sino que esta proceso de creci‑ miento y maduración. Su presencia ya ha comenzado, y somos nosotros, los creyentes, quienes, por su volun‑ tad, hemos de hacerlo presente en el mundo. Es por medio de nuestra fe, esperanza y amor como él quiere ha‑ cer brillar la luz continuamente en la noche del mundo. De modo que las luces que encendamos en las noches oscuras de este invierno serán a la vez consuelo y advertencia: certeza consoladora de que «la luz del mun‑ do» se ha encendido ya en la noche oscura de Belén y ha cambiado la noche del pecado humano en la no‑ che santa del perdón divino; por otra parte, la conciencia de que esta luz solamente puede —y solamente quie‑ re— seguir brillando si es sostenida por aquellos que, por ser cristianos, continúan a través de los tiempos la
obra de Cristo. La luz de Cristo quie‑ re iluminar la noche del mundo a través de la luz que somos nosotros; su presencia ya iniciada ha de seguir creciendo por medio de nosotros. Cuando en la noche santa suene una y otra vez el himno Hodie Christus natus est, debemos recordar que el inicio que se produjo en Belén ha de ser en nosotros inicio permanen‑ te, que aquella noche santa es nue‑ vamente un «hoy» cada vez que un hombre permite que la luz del bien haga desaparecer en él las tinieblas del egoísmo (...) el niño ‑ Dios nace allí donde se obra por inspiración del amor del Señor, donde se hace algo más que intercambiar regalos. Adviento significa presencia de Dios ya comenzada, pero también tan sólo comenzada. Esto implica que el cristiano no mira solamente a lo que ya ha sido y ya ha pasado, sino también a lo que está por venir. En medio de todas las desgracias del mundo tiene la certeza de que la si‑ miente de luz sigue creciendo oculta, hasta que un día el bien triunfará de‑ finitivamente y todo le estará some‑ tido: el día que Cristo vuelva. Sabe que la presencia de Dios, que acaba de comenzar, será un día presencia total. Y esta certeza le hace libre, le presta un apoyo definitivo (...)».
Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al herma‑ no que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado.
¿CUÁL ES LA BASE BÍBLICA? La misión que Jesús ha recibi‑ do del Padre ha sido la de re‑ velar el misterio del amor divino en plenitud. « Dios es amor » (1 Juan 4,8.16), Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su perso‑ na no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratui‑ tamente. °°° Mateo 9,36. Sus relaciones con las perso‑ nas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los sig‑ nos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y su‑ frientes llevan consigo el distinti‑ vo de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión.
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EL JUICIO FINAL
evangelio de Mateo: Entonces Cristo «vendrá en su gloria, con todos sus ángeles… Y todas las gentes se reu‑ nirán delante de él, y él separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda… Aquéllos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna» (Mateo 25,31-33.46).
Audiencia papa Francisco. Que‑ ridos hermanos y hermanas, Hoy quisiera iniciar la última catequesis sobre nuestra profesión de fe, tra‑ tando la afirmación «Creo en la vida eterna». En particular me detengo en el juicio final. ¡No tengáis miedo! Escuchemos lo que dice la Palabra de Dios. Al respecto, leemos en el
Cuando pensamos en el regreso de Cristo y en su juicio final, que ma‑ nifestará, hasta sus últimas conse‑ cuencias, el bien que cada uno habrá realizado o habrá dejado de realizar durante su vida terrena, percibimos que nos encontramos ante un miste‑ rio que nos supera, que no consegui‑ mos ni siquiera imaginar. Un miste‑ rio que casi instintivamente suscita
en nosotros una sensación de mie‑ do, y quizás también de trepidación. Pero si reflexionamos bien sobre esta realidad, esta sólo puede agrandar el corazón de un cristiano y ser un gran motivo de consuelo y confianza.
de la humanidad, de toda la humani‑ dad, y en cuanto su primicia, se diri‑ ge a Cristo, su esposo, deseando ser envuelta por su abrazo; un abrazo, el abrazo de Jesús, que es plenitud de vida y de amor.
A este propósito, el testimonio de las primeras comunidades cristia‑ nas resuena muy sugerente. Estas solían acompañar las celebraciones y las oraciones con la aclamación Maranathá, una expresión consti‑ tuida por dos palabras arameas que, según cómo sean pronunciadas, se pueden entender como una súplica: «¡Ven, Señor!», o como una certeza alimentada por la fe: «Sí, el Señor viene, el Señor está cerca». Es la ex‑ clamación con la que culmina toda la Revelación cristiana, al final de la maravillosa contemplación que se nos ofrece en el Apocalipsis de Juan (cfr Apocalipsis 22,20). En ese caso, es la Iglesia-esposa que, en nombre
Si pensamos en el juicio en esta perspectiva, todo miedo disminuye y deja espacio a la esperanza y a una profunda alegría: será precisamente el momento en el que seremos juzga‑ dos. Preparados para ser revestidos de la gloria de Cristo, como de una vestidura nupcial, y ser conducidos al banquete, imagen de la plena y de‑ finitiva comunión con Dios.
Una tradición para evangelizar La Corona de Adviento tiene su origen en una tradición pa‑ gana europea que consistía en prender velas durante el invier‑ no para representar al fuego del dios sol, para que regresara con su luz y calor durante el invierno. Los primeros misioneros aprovecharon esta tradición para evangelizar a las personas. Partían de sus costumbres para enseñarles la fe cató‑ lica. La corona está formada por una gran variedad de símbolos:
La forma circular El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin prin‑ cipio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al pró‑ jimo que nunca debe de ter‑ minar.
Las ramas verdes Verde es el color de espe‑ ranza y vida, y Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.
Las cuatro velas Nos hace pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la prime‑
ra caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una es‑ peranza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se po‑ nen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de advien‑ to al hacer la oración en fa‑ milia. Las manzanas rojas que adornan la corona representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pe‑ cado al mundo pero reci‑ bieron también la promesa del Salvador Universal. El listón rojo representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve. Los domingos de Adviento la familia o la comunidad se reúne en torno a la co‑ rona de adviento. Luego, se lee la Biblia y alguna meditación. La corona se puede llevar al templo para ser bendecida por el sacerdote.
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Una cultura desteñida Autor: Monseñor Froilán Casas Ortiz-Obispo de Neiva. Conferencia episcopal de Colombia.
Va entrando en forma acelerada en el imaginario social la cultura postmoderna, es la cultura de lo fácil, del mero sentimiento y del “sentirse bien”. Por ello las “nuevas religiones” que ofrecen lúdica y co‑ reografía pegan enormemente. Se va perdiendo lentamente la capacidad crítica y resulta el prosélito a merced de la dictadura del líder espiritual. El relativismo ha invadido todas las esferas. La gente va donde se “sien‑ ta bien”. A nivel político se cae en lo que se ha denominado -con acierto a mi juicio-, mermelada. Las ideas, los principios, no cuentan; cuentan los intereses y las “necesidades crea‑ das” del momento. Da lo mismo ser blanco, negro o amarillo; con tal de “sentirme bien”, todo es aceptable. El criterio se va al piso. La cultura “light” o cultura del bienestar prima sobre cualquier principio. La perso‑ na, como los lagartos, se mimetizan en el medio en que están y así se aco‑ modan a todos los escalafones. Aquí viene la moral relativista y, en la polí‑ tica, cualquier camiseta es buena con tal de “sentirme bien”. Como quien dice: me hago al sol que más caliente. Las alternativas de poder se acaban; sólo existen las alternativas de opor‑ tunidades. La moral pública está por los pies. Cuando se trata de elegir, se busca al que “hace obras”, no importa que robe. Se dice en el imaginario cultu‑ ral: -bueno, fulano o mengano roba, pero hace obras. De modo que la comparación no se da entre ser la‑ drón o ser honrado; la relación es ser medio honrado y medio ladrón. To‑ tal, se acepta a la persona así. Se ha‑ bla, igualmente: roba, pero no roba tanto. ¡Qué cinismo! El libro Santo nos dice: “El que es fiel en lo poco, lo es en lo mucho; el que es infiel en lo poco, lo es en lo mucho”. En otra parte el libro Sagrado para nosotros
los cristianos nos habla de la tibieza, enfermedad moral detestable: “Por‑ que ni eres frío ni caliente, estoy para vomitarte de mi boca”. De modo que dejémonos de “pendejadas” o, se es o, no se es. Seamos claros. Eso no
significa que uno sea fanático. Faná‑ tico es el que impone sus ideas con rabia y con violencia. Ni más falta‑ ba tal actitud. La firmeza y claridad no significan imposición, significa trasparencia, claridad. Los híbridos
no son fecundos. Necesitamos gente definida y a la par, respetuosa de las diferencias. Una persona que cambia como cambia el tiempo atmosférico, no es de fiar. Hoy traiciona a uno, mañana lo traicionará a usted. En po‑ lítica necesitamos partidos definidos y propositivos, abiertos al cambio y con la respuesta pronta y oportuna a las exigencias del momento. La fosi‑ lización de los partidos ha permitido la atomización y la falta de identidad de los movimientos emergentes. Na‑ die es imprescindible, permita que se oxigenen los partidos. Los partidos son indispensable para que sea ope‑ rativa una verdadera democracia. Los cristianos respetamos a quie‑ nes no creen como nosotros, pero a su vez, exigimos que respeten nues‑ tras creencias. El ser tan desteñidos ha permitido que nos ignoren o pi‑ soteen en algunos casos. El derecho que tienen los demás a no creer; exi‑ ge a su vez, el derecho que tenemos los creyentes a creer y a expresar pú‑ blicamente nuestra fe.
Encuentro Latinoamericano de los miembros de la FEDERACION BIBLICA CATOLICA Informa nuestro corresponsal, padre Isidoro García. Los días 1 al 4 de Octubre se realizó en Sao Paulo- Brasil el Encuentro Latinoamericano de los miembros de la FEDERACION BIBLICA CATOLICA de la región de América Latina. Por Colombia participaron Monseñor. Daniel Caro, Obispo de Soacha y Miembro de la Comisión Episcopal de Doctrina y Animación Bíblica
de la Conferencia Episcopal, el Padre. Jorge Bustamante Director del Departamento de Doctrina y Animación Bíblica de la Conferencia Episcopal, el Padre. Elmer Romero representante de la Diócesis de Líbano - Honda, el Padre. Isidoro García responsable de la animación bíblica de la Arquidiócesis de Ibagué, Padre. Blas Lemos de los padres vicentinos y la Hna. María Soledad
Reina HDP. El tema del encuentro fue: LA PALABRA DE DIOS FUENTE DE LA VIDA Y MISION DE LA IGLESIA -50 AÑOS DE LA DEI VERBUM. En ambiente de fraternidad se compartieron experiencias de la Animación Bíblica en nuestro continente y se plantearon propuestas para fortalecer dicha acción pastoral para los próximos años.
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Padre. Raúl Ortiz Toro. Licenciado en teología patrística e historia de la teología. Maestría en Bioética, Roma, Italia. Docente, Seminario Mayor, Arquidiócesis de Popayán, Colombia.
¿Eres Santo?
Una reflexión a propósito de la solemnidad de
“Todos los Santos” Generalmente, cuando le pregun‑ to a una persona: ¿Eres santo? Suele abrir los ojos, en señal de admiración y un poco confusa responde radical‑ mente: “No”. Se nos ha enseñado que el santo no peca, no camina por los senderos tortuosos de las liviandades humanas: desde el egoísmo hasta la sonrisa. Porque también, un santo, según el imaginario, no puede diver‑ tirse, ni siquiera sanamente, porque se le ve mal. Hay toda una ideología alrededor de la santidad que no nos ha dejado creer la verdad de que he‑ mos sido llamados a ella. El Concilio Vaticano II lo expresó con voz so‑ lemne en el numeral 40 de la Cons‑ titución Lumen Gentium (Luz de las Naciones): “Todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cris‑ tiana y a la perfección de la caridad y esta santidad suscita un nivel de vida más humano incluso en la sociedad terrena”. Escuchando al Concilio podemos decir que todos, desde el momento de nuestro bautismo, te‑ nemos un llamado a la Santidad que debemos trabajar en el diario vivir, con el hermoso objetivo de alcanzar un nivel de vida más humano. Un poco más adelante, el Conci‑ lio resume la santidad en el deber de “entregarse con toda el alma a la glo‑ ria de Dios y el servicio del prójimo”. En primer lugar: ¿Qué es la gloria de Dios? Decía san Ireneo (Adversus haereses, 4, 20, 7) que “La gloria de Dios es el hombre viviente” o sea no‑ sotros, como imagen y semejanza de Dios somos su gloria y en la medida que nos acercamos al ideal de Cristo
descubrimos la gracia que el Señor nos transmite. En términos especí‑ ficos nosotros no le “damos” gloria a Dios pues no podemos aportarle nada al Creador, pero somos su glo‑ ria en la medida en la que nos hace‑ mos “Cristiformes”, o sea: ofrecemos nuestros sufrimientos, perdonamos al que nos ofende, vivimos las bien‑ aventuranzas, etc. La segunda exi‑ gencia de la santidad es estar al ser‑ vicio del prójimo, ver en el rostro de Cristo en las personas, desde las que nos incomodan hasta las que quere‑ mos profundamente, para servirlas con amor, y como el Señor, “sanar sus heridas con el aceite del consuelo y con el vino de la esperanza” como lo refiere el Prefacio Común VIII del Misal Romano.
Finalmente, quiero terminar con las palabras de san Juan Pablo II en la Audiencia del 23 de marzo de 1983 que nos resume maravillosamente este tema: “La santidad cristiana no consiste en ser impecables, sino en la lucha por no ceder y volver a levan‑ tarse siempre, después de cada caí‑ da. Y no deriva tanto de la fuerza de voluntad del hombre, sino más bien del esfuerzo por no obstaculizar nun‑ ca la acción de la gracia en la propia alma, y ser, más bien, sus humildes colaboradores”. Qué hermosas palabras llenas de consuelo y esperanza. El Santo no es el que nunca peca sino que el que sabe aceptar sus limitaciones hu‑ manas, se pone en manos de Dios y grita, como Pedro en el mar de la tormenta: “Señor, sálvame” (Mateo
14,30) y se pone el empeño de tomar las medidas necesarias en su vida para no dejarse hundir. Esta solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre) es una invi‑ tación a vivir la Santidad que muchos han asumido en sus vidas. Decía san Agustín: “Lo que éstos y éstas pu‑ dieron, ¿Por qué yo no?” En esa Co‑ munión de los Santos se encuentran desde los santos declarados como tales por la Iglesia hasta los Santos anónimos, tantas personas con el co‑ razón de Cristo que pasaron a la eter‑ nidad manifestando al mundo la glo‑ ria de Dios y ayudando a su prójimo. Allí también cabemos nosotros, con nuestro esfuerzo por ser santos; por lo tanto, es nuestra fiesta. rotoro30@ gmail.com
La espiritualidad del sacerdote consiste principalmente en la profunda relación de amistad con Cristo, puesto que está llamado a «ir con Él» (cfr. Mc 3, 13).
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La Espiritualidad del Sacerdote Parte Iv
n este sentido, en la vida del sacerdote Jesús gozará siem‑ pre de la preeminencia sobre todo. Cada sacerdote actúa en un contexto histórico particular, con sus distintos desafíos y exigencias. Precisamente por esto, la garantía de fecundidad del ministerio radica en una profunda vida interior. Si el sacerdote no cuenta con la primacía de la gracia, no podrá responder a los desafíos de los tiempos, y cualquier plan pastoral, por muy elaborado que sea, está destinado al fracaso.
Contexto histórico actual Saber interpretar los signos de los tiempos La vida y el ministerio de los sa‑ cerdotes se desarrollan siempre en el contexto histórico, a veces lleno de nuevos problemas y de recursos inéditos, en el que le toca vivir a la Iglesia peregrina en el mundo. El sacerdocio no nace de la histo‑ ria sino de la inmutable voluntad del Señor. Sin embargo, se enfrenta con las circunstancias históricas y, aun‑ que sigue siendo siempre idéntico, se configura en cuanto a sus rasgos concretos también mediante una va‑ loración evangélica de los “signos de los tiempos”. Por lo tanto, los pres‑ bíteros tienen el deber de interpre‑ tar estos “signos” a la luz de la fe y someterlos a un discernimiento pru‑ dente. En cualquier caso, no podrán ignorarlos, sobre todo si se quiere orientar de modo eficaz e idóneo la propia vi-da, de manera que su ser‑ vicio y testimonio sean siempre más fecundos para el reino de Dios. En la fase actual de la vida de la Iglesia, en un contexto social marca‑ do por un fuerte laicismo, después
El sacerdocio no nace de la historia sino de la inmutable voluntad del Señor.
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que se ha propuesto de nuevo a todos una “medida alta” de la vida cristiana ordinaria, la de la santidad , los pres‑ bíteros están llamados a vivir con profundidad su ministerio como tes‑ tigos de esperanza y trascendencia, teniendo en consideración las exi‑ gencias más profundas, numerosas y delicadas, no sólo de orden pastoral, sino también las realidades sociales y cultura-les a las que tienen que hacer frente . Hoy, por lo tanto, están empeña‑ dos en diversos campos de aposto‑ lado, que requieren generosidad y dedicación completa, preparación intelectual y, sobre todo, una vida es‑ piritual madura y profunda, radicada en la caridad pastoral, que es el cami‑ no específico de santidad para ellos y, además, constituye un auténtico ser‑ vicio a los fieles en el ministerio pastoral. (Di‑ rectorio para el ministerio de los presbíteros. Número 45).
Fiesta Patronal en Riomanso
Padre, Luis Gabriel Ortíz. Sacerdote arquidiócesis de Ibagué, Colombia. Riomanso una población cam‑ pesina de nuestro departamento del Tolima, ubicada al sur-occi‑ dente del municipio de Rovira en la cordillera central. Está en este mes de noviembre de Fiesta Pa‑ tronal esta pequeña grey bajo el patrocinio de nuestra Señora la Virgen María bajo la advocación de la Medalla Milagrosa. Es una población netamente campesina de gente amable, cordial y trabaja‑ dora que vive del café y la ganade‑ ría. Posee una variedad de climas desde el páramo en las partes más altas hasta el clima templado, des‑ de los 1.300 hasta los 3000 metros sobre el nivel del mar; la parroquia está ubicada en una geografía de tinte montañoso, allí predominan las laderas y cañones nacen los ríos Manso, Tuamo, Chilí y mu‑
chos arroyos que la hacen una po‑ blación rica en recursos hídricos. La parroquia es erigida en el año 2000 por el excelentísimo señor obispo monseñor Juan Francisco Zarásti, es relativamente joven, la fe de sus feligreses va en crecimiento gracias al apoyo y trabajo pastoral de los diferentes sacerdo‑ tes que por allí han pasado y han dejado huella en la comuni‑ dad con su abnega‑ do esfuerzo, trabajo y entrega misionera al servicio de Dios y la Iglesia, entre ellos recordamos a: Pbro. Mario Cabezas, Axel Delves Lozano, Ale‑ jandro Castaño, Luis Fernando Barrios, Luis María Salcedo, Jhon Fitzge‑ ralt Yara, Juan Gabriel Martínez y muchos otros hermanos sacerdotes
que han apoyado y puesto un gra‑ no de arena en la evangelización. Actualmente desde el año 2014 es fortalecida por el actual párroco Luis Gabriel Ortiz. Invito a todos a orar por esta porción de nuestra Iglesia particular de Ibagué para que el Señor siga derramando en
sus habitantes y en los campos abundantes bendiciones.
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Orar por los difuntos tiene validez y sentido Autor: Cristian Camilo Cárdenas Aguirre. Teólogo, seminario mayor, Ibagué, Colombia.
La oración por los difuntos no es una novedad, ni mucho menos un in‑ vento de la Iglesia. Aproximadamente en el año 211 antes de Cristo se tienen noticias de la oración por los difuntos: “si no hubiera esperado que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo rogar por los muertos” (2 Macabeos 12, 44). Esta cita bíblica fundamenta lo que a conti‑ nuación se quiere expresar.
Encuentros vicariales
En las catatumbas de la Iglesia primitiva se en‑ cuentran inscripciones como: “Oh Señor, que estás sentado a la derecha del Padre, recibe el alma de Nectario, Alejandro y Pompeyo y proporciónales algún alivio” (Siglo II). San Juan Crisóstomo (344407) en una homilía dice: “no en vano los Apósto‑ les introdujeron la conmemoración de los difuntos en la celebración de los sagrados misterios. Sabían ellos que esas almas obtendrían de esta fiesta gran provecho y gran utilidad”. San Agustín (354-430), al ofrecer una voz de aliento a los familiares del difunto, escribe: “una lágrima se evapora, una flor se marchita, sólo la oración llega al trono de Dios”. Con estos testimonios y otros más, se ve claro que
desde el inicio de la Iglesia, ya existía la piadosa costumbre de orar por los difuntos. La Sagrada Escritura junto a la Tradición de la Iglesia nos enseña la necesidad de rogar por quie‑ nes han partido de este mundo. La carta a los He‑ breos habla que una vez que muramos, vendrá un juicio (Cf. 9,27), es a lo que la Iglesia llama el jui‑ cio particular, y según hayamos actuado (Cf. 2Cor. 5,10), iremos al cielo, purgatorio o infierno. La oración del cristiano, favorece a toda alma que se encuentra en el purgatorio, y si esta oración se ofrece por un alma que alcanzado la visión bea‑ tífica, será de provecho a aquella que más necesite de la misericordia de Dios. Ninguna oración ten‑ drá efecto para aquella persona que en este mundo haya optado por rechazar los planes de Dios y como consecuencia va al infierno, sin embargo, Dios acoge esta oración para quien más la necesite. Es claro que al cielo no puede entrar nada manchado (Cf. Ap. 21,27), por ende todos nosotros necesita‑ mos purificarnos para entrar a la nueva Jerusalén, y ejemplo latente se tiene por “Job 1,5 cuando sus hijos fueron purificados por el sacrificio de su pa‑ dre. ¿Por qué, entonces, habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos le lleven un cier‑ to consuelo? (Cf. C.E.C. n. 1032).
Sobre la Sagrada Biblia, encuentro con jóvenes lectionautas. La participación en el curso de formación Bíblica en Medellín en la casa del verbo divino padres, Jorge Bustamante y padre, Isidoro García
Dentro de la oración por los difuntos hay al‑ gunas acciones que el catecismo nos recomien‑ da y son: la limosna, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos (Cf. C.E.C n. 1032). Con respecto a las indulgencias, como Iglesia militante podemos ayudar a que muchos hermanos difuntos les sean alcanzados la miseri‑ cordia divina. El código de derecho canónico dice: “todo fiel puede lucrar para sí mismo o aplicar por los difuntos, a manera de sufragio, las indulgen‑ cias tanto parciales como plenarias” (Cf. Canon 994). Una indulgencia por un difunto es suprema‑ mente importante, pues permite que esta persona que se encuentra en la Iglesia purgante, logre su camino al cielo. Por lo tanto, no hay que seguir ideas posmo‑ dernas, que nos hacen olvidar a aquellos que “nos han precedido en el camino de la fe”; en cambio un gesto noble de agradecimiento es orar por aquel hermano que se nos adelantó y que anhela encon‑ trarse con su Creador.
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Ante un fallo inicuo
Padre, Mario García Isaza, formador, seminario mayor, Ibagué, Colombia.
La Corte Suprema de Justicia, ante la cual había sido interpuesta apelación de un fallo del tribunal de Ibagué, ha emitido el suyo, en relación con la demanda ins‑ taurada contra la Diócesis de LíbanoHonda por abusos sexuales con menor de edad, cometidos por un sacerdote. En la inicua sentencia se condena a la Diócesis, y se la obliga a pagar una gran suma de dinero como reparación a las víctimas. Las reacciones de los medios de comunicación con mayor poder y di‑ fusión, -El Espectador, El Tiempo, Semana, las cadenas de TV…-han sido una muestra más, - ¡por si hiciera falta! -, de su inocultable malquerencia para con la Iglesia Católica. Columnistas ha habido que sin el menor recato han ex‑ presado el júbilo que les provoca cual‑ quier cosa que mancille la imagen de la Iglesia o pretenda quitarle piso a su ta‑ rea pastoral. Tal, por citar uno, el caso del señor Felipe Zuleta, (el mismo que demandó a un Señor Obispo porque exponía argumentos contra la posible adopción de niños por parte de parejas homosexuales…) quien, en El Especta‑
dor, parece solazarse ante la perspecti‑ va de que ahora se venga una cascada de sentencias contra la Iglesia; de suje‑ tos como él, sería ingenuo esperar una reacción distinta; pero es que hasta intelectuales habitualmente pondera‑ dos y sesudos, como Abdón Espinosa Valderrama, parecen haber perdido la objetividad y la lucidez: en su columna de El Tiempo, considera un triunfo de la justicia lo que a todas luces es una perversa decisión de la Corte.
Del sueño a la conquista Liderazgo, voluntad y acción para cumplir sus metas
Favorecer el músculo de la voluntad humana requiere de acciones constantes que aunque parezcan pequeñas, éstas abrirán el camino hacia la conquista personal que anhelamos, y que es sin duda alguna, la más importante de todas. Antes de alimentar la voluntad con un grito de “yo soy capaz” tendremos que saber encontrar los motivos más profundos para actuar, reconocer cuáles son esas mentiras que acechan nuestra mente, merecer la abundancia de nuestro interior y dirigir nuestros esfuerzos hacia objetivos claros que sean de verdad desafiantes para nosotros. “Del Sueño a la Conquista” es una manera diferente de comprender las razones que han llevado a miles de personas a conquistar sus metas sin renunciar, revelando cómo la voluntad se puede educar y fortalecer para que usted haga uso de una de las más poderosas fuerzas que posee el ser humano para disfrutar del éxito en cualquier aspecto de su vida.
Lo sucedido nos causa profundo do‑ lor. Y cuando digo lo sucedido, me re‑ fiero tanto a los hechos innombrables del abuso cometido contra niños ino‑ centes por un miembro del clero, como a la sentencia de la corte. Una y otra cosa encierran una atroz iniquidad. Tan injustificable y aberrantee como el pecado cometido por el abusador, es la sentencia proferida por el alto tribu‑ nal. No es verdad, como los medios a que me he referido afirman, que la Iglesia, universal o particular, haya sido conni‑ vente cuando se han cometido abusos; no lo es que la Diócesis ahora injusta‑ mente condenada no haya hecho cosa alguna en favor de las víctimas. Sé, y puedo aducir pruebas, que antes que muchas otras diócesis, la de LíbanoHonda tenía un Código de protección de menores, sustentado con un De‑ creto episcopal; sé, así mismo, que de manera inmediata, al denunciarse los hechos, la misma autoridad diocesana destituyó al sacerdote, antes de cual‑ quier juicio y de manera preventiva; sé que, manifestó su deseo de colaborar incondicionalmente con la autoridad civil; sé que, antes de que se diera un veredicto condenatorio de los tribuna‑ les, el clérigo recibió la máxima pena que puede infligirse a un sacerdote: la suspensión del ministerio sacerdotal; y además, se inició, ante la Santa Sede, el trámite conducente a la expulsión del ministerio, que culminó bajo el actual Pontífice, el papa Francisco. Por otra
parte, el Señor Obispo, desde el primer momento, buscó el contacto con las víctimas y su familia, e hizo cuanto es‑ taba a su alcance para brindarles ayu‑ da; esa solicitud está documentada en acta oficial, después de una visita del padrastro de los niños abusados. Los cuales recibieron, mientras fue posi‑ ble, ayuda a través del Hogar del Niño, fundación diocesana. Todo lo que se diga en contrario es flagrante menti‑ ra. Pero los interesados en zaherir a la Iglesia no se toman el trabajo de in‑ dagar, antes de pronunciarse, sobre las acciones y medidas que los superiores eclesiásticos han tomado para preve‑ nir y para castigar cualquier delito co‑ metido por un clérigo. ¿ Será honesto ese proceder? ¿Tendrán los medios de comunicación social derecho de actuar con tan poca objetividad y de manera tan evidentemente proclive en contra de la Iglesia? Me pregunto, y con seguridad lo hacen muchísimos otros : ¿por qué se condena a la Diócesis por el delito cometido por un sacerdote ? ¡Dizque porque él es un “empleado” de la insti‑ tución! ¡Vaya solidez de argumento! El clérigo no cometió su crimen en ejer‑ cicio de su ministerio sacerdotal; las circunstancias de los hechos no fue‑ ron, en manera alguna, las que rodean el cumplimiento de dicho ministerio; fueron actos cumplidos en tiempo y lu‑ gar en que la persona no actuaba “qua‑ tenus sacerdos”, en cuanto sacerdote; actos absolutamente particulares, de un individuo, no en razón o en fun‑ ción del cargo a él encomendado por la autoridad eclesiástica; y eso no queda desvirtuado por el hecho, innegable, de que se haya prevalido de su rol y de su imagen para lograr más fácilmente su protervo propósito. Y nos preguntamos también, mu‑ chísimos: según esta “jurisprudencia” de la inefable corte, si un militar, o un maestro, o un médico, comete abuso sexual contra niños, si el hecho se da no en momentos o circunstancias en que ellos desempeñan su oficio como tales, sino, por ejemplo, en su casa, cuando no están ejerciendo su cargo, ¿será condenado a pagar el ejército, o el ministerio de educación, o el hospi‑ tal en que trabaja el profesional, ya que ellos son “empleados” de tales institu‑ ciones?... ¡Sería lo lógico…! Pero no, es que no se trata de la Iglesia… MARIO GARCÍA ISAZA C.M c.c.# 41079 Se‑ minario Arquidiocesano - Ibagué
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Oración, humildad y servicio
Monseñor Josias Levi Tello Ricaurte, un sacerdote de humildad
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iguel Ángel Castro Sar‑ miento. II de Filosofía, Seminario Mayor de Ibagué. La vocación sa‑ cerdotal se mantendrá siempre que el ministro ordenado lleve una vida de oración, humildad y servicio a Dios y a la iglesia; pues precisamente estas fueron las cualidades que ca‑ racterizaron la vida del Benemérito Padre “Tellito”, como le llamaba de cariño sus hermanos sacerdotes, las religiosas de los monasterios de nuestra arquidiócesis y los fieles que lo conocieron. Era oriundo del Guamo Tolima, nació el 18 de Octubre de 1902 en el hogar conformado por Don Ramón Teodoro Tello y la Señora Orosia Tri‑ nidad Ricaurte de Tello, tuvo cinco hermanos: Alfonso, Manuel José, Aura Rosa, Evatrina y Soledad. Hizo sus estudios de primaria en la escue‑ la oficial del Guamo y el en colegio San Pio X, y los de secundaria en el Seminario Menor. Ingresó al seminario mayor de Ibagué en 1915 siendo rector el re‑ verendo padre Francisco Lagraula CM y prefecto de disciplina el Pbro. Francisco Buitrago, recibió su sotana el 24 de Diciembre de 1922, las ór‑ denes menores el 21 de diciembre de 1924, el subdiaconado el 6 de Junio de 1925 y el diaconado el 19 de Di‑ ciembre del mismo año. Fue ordenado sacerdote por Mon‑ señor Pedro María Rodríguez Andra‑ de e 10 de Abril de 1926. Fueron sus compañeros de ordenación: Monse‑ ñor Rafael Gonzales y el reverendo padre Luis Alberto Lombo Bonilla. A partir de este año desempeñó su mi‑ nisterio sacerdotal como vicario pa‑ rroquial de Venadillo (Tol), párroco
de Alvarado, Rosario de Hon‑ da, vicario cooperador de la Catedral y de Rovi‑ ra, párroco de Vi‑ llahermosa, Do‑ lores, Herveo, Mariquita, Lí‑ bano, Natagai‑ ma y Guamo de 1953 hasta 1955 cuan‑ do fue nom‑ brado por Monseñor Arturo Du‑ que Villegas notario ecle‑ siástico. Además desempeñó los cargos de consultor diocesano, capellán de la escuela hogar don‑ de construyó la capilla de las Hermanas del buen pastor en el ba‑ rrio las Brisas en Ibagué, canciller diocesano, juez sinodal, director de
catequesis y promotor de jus‑ ticia. En 1980, fue distin‑ guido con el título de prelado de honor de su santidad Juan Pablo II. Entregó su alma a Dios el 8 de febre‑ ro de 1985. Se refería a él monse‑ ñor Marcos Lombo Bo‑ nilla el día de sus exequias al decir:”Mons. Tello era hom‑ bre de oración y de contemplación a Dios, supo llevar con paciencia las dificultades propias de la vocación, presbí‑ tero de gran intelectualidad que reci‑ bió la formación de insignes sacerdo‑ tes europeos, hijos de san Vicente de
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¿CUÁLES PARÁBOLAS? En las parábolas dedicadas a la mi‑ sericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como Padre. En ellas encon‑ tramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón…Sobre todo escuchemos la palabra de Jesús que ha señalado la misericordia como ideal de vida y como criterio de credi‑ bilidad de nuestra fe. « Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia » (Mateo 5,7) La oveja perdida, la moneda ex‑ traviada, el padre y los dos hijos. (Lucas 15,1-32). Dios es presentado lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar
colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Pa‑ labra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericor‑ dia de Dios y asumirla como propio estilo de vida.
¿Cómo alcanzar la meta de la misericordia? El Señor Jesús indica las etapas mediante la cual es posible alcanzar esta meta: « No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis
Paul que con su temple de esmerada y pulcra formación lograron ilustres sacerdotes como nuestro querido pa‑ dre Tellito… inolvidable aquella tar‑ de en que alguien le reprochaba su larga e intachable vida sacerdotal el respondió: “es que cuando uno se or‑ dena es “sacerdos in aeternum” – es sacerdote eterno”. Palabras que resumían la vida ejemplar y feliz que llevó monseñor Josías sirviendo a Dios desde el mi‑ nisterio Sacerdotal. Por último hay que destacar que fue un gran apóstol de la confesión especialmente dedi‑ cado a la dirección espiritual de las religiosas y a los más necesitados, hombre de muchas virtudes y caris‑ mas, características que lo llevaron a destacarse especialmente por su es‑ píritu de humildad y sencillez. Gra‑ cias Señor por bendecir a nuestra Arquidiócesis a lo largo de 115 años con numerosos y sabios sacerdotes portadores del Evangelio y servido‑ res de la mies. condenados; perdonad y seréis per‑ donados. Dad y se os dará: os verte‑ rán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la me‑ dida con que midiereis se os medirá a vosotros» Lucas 6, 37-38). Dice, ante todo, no juzgar y no condenar. Acerca de cuántas veces fuera nece‑ sario perdonar, Jesús responde: “No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete” (Mateo 18,22) También podemos extraer una en‑ señanza para nuestro estilo de vida cristiana, provocado por la pregunta de Pedro al Maestro °°°° Acerca de cuántas veces fuera necesario per‑ donar, Jesús responde: “No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete” (Mateo 18,22). La misericordia es y debe ser el ideal de vida y el cri‑ terio de credibilidad. “Dichosos los misericordiosos” (Mateo 5,7).
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Personajes en el Adviento
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saías vivió en una época de es‑ plendor y prosperidad. Rara vez los reinos de Judá y Samaría ha‑ bían conocido tal optimismo y su posición política les permite ambicio‑ sos sueños. Su religiosidad atribuye a Dios su fortuna política y su religión espera de él nuevos éxitos. En medio de este frágil paraíso, Isaías va a er‑ guirse valerosamente y a cumplir con su misión: mostrar a su pueblo la ruina que le espera por su negligencia.Perte‑ neciente sin duda a la aristocracia de Jerusalén, alimentado por la literatura de sus predecesores, sobre todo Amós y Oseas, Isaías prevé como ellos, inspi‑ rado por su Dios, lo que será la histo‑ ria de su país. Superando la situación presente en la que se entremezclan cobardías y compromisos, ve el castigo futuro que enderezará los caminos tor‑ tuosos.Lodts escribe de los profetas: “Creyendo quizá reclamar una vuelta atrás, exigían un salto hacia adelante. Estos reaccionarios eran, al mismo tiempo, revolucionarios”. Así las cosas, Isaías fue arrebatado por el Señor “el año de la muerte del rey Ozías”, hacia el año 740, cuando estaba en el tem‑ plo, con los labios purificados por una brasa traída por un serafín (Is 6, 113). A partir de este momento, Isaías ya no se pertenece. No porque sea un simple instrumento pasivo en las manos de Yahvé; al contrario, todo su dinamis‑ mo va a ponerse al servicio de su Dios,
convirtiéndose en su mensajero. Men‑ sajero terrible que anuncia el despo‑ jo de Israel al que sólo le quedará un pequeño soplo de vida.Los comienzos de la obra de Isaías, que originarán la leyenda del buey y del asno del pese‑ bre, marcan su pensamiento y su pa‑ pel. Yahvé lo es todo para Israel, pero Israel, más estúpido que el buey que conoce a su dueño, ignora a su Dios (Is 1, 2-3). San Juan el Bautista. Isaías está presente en Juan Bautista, como Juan Bautis‑ ta está presente en aquél al que ha preparado el camino y que dirá de él: “No ha surgi‑ do entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bau‑ tista”. San Lucas nos cuenta con deta‑ lle el anuncio del nacimiento de Juan (Lc 1, 5-25). Esta extraña entrada en escena de un ser que se convertirá en uno de los más importantes jalones de la realiza‑ ción de los planes divinos es muy del estilo del Antiguo Testamento. Todos los seres vivos debían ser destruidos por el diluvio, pero Noé v los suyos fueron salvados en el arca. Isaac nace de Sara, demasiado anciana para dar a luz. David, joven y sin técnica de com‑ bate, derriba a Goliat. Moisés, futuro guía del pueblo de Israel, es encontrado en una cesta (de‑
signada en hebreo con la misma palabra que el arca) y salvado de la muerte. De esta manera, Dios quie‑ re subrayar que Él mismo toma la iniciativa de la sal‑ vación de su pueblo. El anuncio del nacimien‑ to de Juan es solemne. Se realiza en el marco litúrgico del templo. Desde la designación del nombre del niño, “Juan”, que significa “Yahvé es fa‑ vorable”, todo es concreta preparación divina del instrumento que el Señor ha elegido. Su llegada no pasará desapercibida y muchos se gozarán en su nacimiento (Lc 1, 14); se abstendrá de vino y bebi‑ das embriagantes, será un niño consa‑ grado y, como lo prescribe el libro de los Números (6, 1), no beberá vino ni licor fermentado. Juan es ya signo de su vocación de asceta. El Espíritu habi‑ ta en él desde el seno de su madre. A su vocación de asceta se une la de guía de su pueblo (Lc 1, 17). La Virgen María, representa la es‑ peranza. La primera venida del Señor se realizó gracias a ella. Y, por ello, todas las generaciones le llamamos Bienaventurada. Hoy, que prepara‑ mos, cada año, una nueva venida, los ojos de la Iglesia se vuelven a ella, para aprender, con estremecimiento y hu‑ mildad agradecida, cómo se espera y cómo se prepara la venida del Emma‑ nuel: del Dios con nosotros. Más aún, para aprender también cómo se da al mundo el Salvador.
So‑ bre el pa‑ pel de la Virgen María en la venida del Señor, la liturgia del Adviento ofrece dos síntesis, en los prefacios II y IV de este tiempo: “...Cristo Señor nuestro, a quien todos los profetas anun‑ ciaron, la Virgen esperó con in‑ efable amor de Madre, Juan lo
proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. El mismo Se‑ ñor nos concede ahora prepararnos con alegría al Misterio de su Naci‑ miento, para encontrar‑ nos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza”. “Te alabamos, te ben‑ decimos y te glorifica‑ mos por el Misterio de la Virgen Madre. Porque, si del antiguo adversario nos vino la rui‑ na, en el seno de la Hija de Sión ha ger‑ minado aquél que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado para todo el género humano la salvación y la paz. La gracia que Eva nos arrebató nos ha sido devuelta en María. En ella, madre de todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva. Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu misericordia en Cristo nuestro Salvador. Por eso nosotros, mientras esperamos la venida de Cris‑ to, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria...” La Virgen Inmaculada fue y sigue siendo el personaje de los personajes del Adviento: de la venida del Señor. Por eso, cada día, durante el Advien‑ to, se evoca, se agradece, se canta, se glorifica y enaltece a aquella que fue la que accedió libremente a ser la madre de nuestro Salvador “el Mesías, el Se‑ ñor” (Lucas 2,11).
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que son cualidades distintas a la ciega obediencia, y nacen de la comprensión y aceptación de la norma como reguladora de la sana convivencia en la familia y en la escuela. Dicho de otra manera, cuando en el hogar o en el aula quien “manda” es la norma clara, ilustrada con afecto y fir‑ meza por los padres o los maestros; pero ajustada constantemente y, sobre todo, con la participación de los niños durante su elaboración, será evidente que cuando se tienen y se acatan normas, todos se be‑ nefician, la convivencia es más tranquila, disminuyen las tensiones, se disfruta de compartir y en consecuencia los niños se sentirán útiles, valiosos y capaces.
La Obediencia
Autor: Marina Enciso Velásquez. Administrador público, especialista en control interno, universidad militar nueva granada.
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a obediencia es la capacidad de acatar órdenes justas, reglas y nor‑ mas. Es un valor muy importante para que la sociedad alcance buenas rela‑ ciones y convivencia pacífica. El proceso de la obediencia comienza con la acción de escuchar y/o atender y finaliza con la acción de obedecer. Consecuentemente, la desobediencia es el incumplimiento de una orden jus‑ ta, proveniente de una autoridad. Antes de atribuir a una persona el calificativo de desobediente conviene hacerse es‑ tas preguntas: ¿la orden, regla o norma desobedecida es justa? ¿La persona que ostenta la autoridad se ha ganado el res‑ peto? Erróneamente se cree que la edu‑ cación de los niños consiste en desarro‑ llar obediencia incondicional, para luego descubrir que el resultado es un costo muy alto: personas sumisas, pasivas, de‑ pendientes, inseguras, poco creativas. Un trágico ejemplo del desastre que causa la obediencia ciega se evidenció en 1946, al finalizar la II Guerra Mundial. En Nuremberg, Alemania fue instaurado un tribunal para juzgar a los criminales de guerra, acusados de genocidio. Estas personas habían sido militares miem‑ bros del partido nacionalsocialista, más conocido como nazi, que había estado en el poder bajo el liderazgo de Adolfo Hitler. Habían cegado la vida de dismi‑ nuidos mentales, inválidos, homosexua‑ les y de criminales. Posteriormente, con la excusa de que sólo la raza aria podía perdurar, persiguieron al pueblo judío, a los gitanos, a los católicos y en gene‑
ral, a quienes no pertenecían a su raza. Además de confinar a sus prisioneros en campos de concentración, realizaron con algunos de ellos horrorosos experimen‑ tos científicos y en general, los trataron con suma crueldad. Durante el juicio, cada uno de los criminales se justificaba alegando que no era culpable, pues sien‑ do militar, lo único que había hecho era obedecer las órdenes de sus superiores. De otra parte, el Catecismo de la Igle‑ sia Católica nos instruye en cuanto a la necesidad de discernir cuándo es conve‑ niente o no un acto de obediencia: “2217 Mientras vive en el domicilio de sus pa‑ dres, el hijo debe obedecer a todo lo que éstos dispongan para su bien o el de la familia. “Hijos, obedeced en todo a vues‑ tros padres, porque esto es grato a Dios en el Señor” (Col 3, 20; cf Ef 6, 1). Los niños deben obedecer también las prescripcio‑ nes razonables de sus educadores y de to‑ dos aquellos a quienes sus padres los han confiado. Pero si el niño está persuadido en conciencia de que es moralmente malo obedecer esa orden, no debe seguirla.” Ahora bien, es muy cierto que la obe‑ diencia hace parte del aprendizaje y del desarrollo infantil, pero para inculcar este valor no se debe partir del deseo de formar personas obedientes, sino cen‑ trarse en formar personas responsables y de buena convivencia. Inicialmente el niño obedece para agradar al adulto, pero con una buena estimulación apren‑ de a cumplir las reglas conscientemen‑ te por gusto y no buscando aprobación. Con ese fin, se deben usar métodos de educación basados en disciplina positiva, guiando a los niños para desarrollar res‑ ponsabilidad y sentido de colaboración,
Niños, aprendamos sobre Valores La obediencia es un valor que nos lle‑ va a escuchar atentamente y a cumplir
las indicaciones de alguien que repre‑ senta una autoridad para nosotros, por ejemplo Dios, nuestros padres, abuelos, maestros, el sacerdote. Alguien que ama a sus hijos, a sus alumnos, o a su próji‑ mo, solo les dará consejos para su bien y su felicidad, Por eso, si sabes que tus mayores te aman, no dudes en hacer lo que te enseñan. La obediencia es un valor muy im‑ portante que Dios nos anima a practicar cada día, para que seamos responsa‑ bles y vivamos en armonía. Recuerda honrar a tus padres obedeciéndolos en todo. Sin embargo, si sabes que alguien que debería cuidarte, protegerte y darte buen ejemplo, te está pidiendo que ha‑ gas algo que te daña a ti o a otra persona, no tienes que obedecerle y debes buscar consejo en uno de tus mayores, en quien confíes.
2 de noviembre. Cumpleaños padre, Diego Fabián Pulido 3 de noviembre. Cumpleaños padre, John Jaime Ramírez 4 de noviembre. Cumpleaños padre, José Gilberto Galeano 5 de noviembre. Jornada de espiritualidad del clero. 8 de noviembre. Cumpleaños padre, Eduardo Arboleda 8 de noviembre. Cumpleaños padre, Sergio Walteros 11 de noviembre. Cumpleaños padre, Mario García 12 de noviembre. Cumpleaños padre, José Sigifredo Alzate 12 de noviembre. Cumpleaños padre, Giovanny Andrés Ospina 15 de noviembre. Cumpleaños padre, Luis Francisco Pico 15 de noviembre. Aniversario dedicación de la catedral, Ibagué. 16 de noviembre. Asamblea arquidiocesana de pastoral. 17 de noviembre. Bodas de plata sacerdotales, padre, Oscar Fernández Castellanos 17 de noviembre. Bodas de plata sacerdotales, padre, Daniel Rodríguez Moreno 18 de noviembre. Cumpleaños padre, Diego Fernando Rubiano 19 de noviembre. Cumpleaños padre, Ever Fredy Muñoz 22 de noviembre. Cumpleaños padre, Jesús Alejandro Castaño 22 de noviembre. Cumpleaños padre, Jhon Fitzgerald Yara 26 de noviembre. Cumpleaños, padre, Omar Sierra Castro 27 de noviembre. Encuentro animadores pastoral rural en Cajamarca 28 de noviembre. Retiro de adviento para jóvenes
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El Señor Jesús, juez clemente. ‘’Mitis iudex dominus iesus’’
El santo padre Francisco ha pre‑ sentado el “motu proprio”, sobre la reforma del proceso canónico para las causas de declaración de nulidad de matrimonio, respectivamente en el Código de Derecho Canónico. Se reforman 20 cánones: desde el 1671 hasta el 1691. Para las causas de de‑ claración de nulidad matrimonial. Dado el 15 de agosto del año 2015 y entrará en vigencia a partir del 8 de diciembre del año 2015. Se hace necesario interpretar la reforma desde los siguientes crite‑ rios: 1. Como punto de partida la cle‑ mencia y la misericordia del Señor Jesús, juez supremo. La salvación de las almas. La Iglesia es considerada como madre, maestra y juez miseri‑ cordioso. 2. Defensa de la indisolu‑ bilidad del matrimonio. 3. Sagrado derecho y deber de los pastores de la Iglesia para juzgar a sus súbitos. 4. El obispo diocesano ejercita la po‑ testad judicial personalmente o por medio de otros. Los puntos claves de la reforma son los siguientes: Primera propuesta: Una sola sentencia en favor de la nulidad es ejecutiva.– Ha parecido oportuno, antes que nada, que no sea más requerida una do‑ ble decisión conforme a favor de la nulidad del matrimonio, para que las partes sean admitidas a nuevo matrimonio canónico, sino que sea suficiente la certeza moral alcanza‑ da por el primer juez, a norma del derecho. Segunda propuesta: El juez único, bajo la responsabilidad del Obispo.– La constitución del juez único en primera instancia, siempre clérigo, se deja a la responsabilidad del Obispo, que en el ejercicio pas‑ toral de la propia potestad judicial deberá asegurar que no se permita ningún laxismo. Tercera propuesta: El mismo Obispo es juez.– En orden a que sea finalmente traducida en práctica la enseñanza del Concilio
Vaticano II en un ámbito de gran importancia, se ha establecido hacer evi‑ dente que el mismo Obis‑ po en su Iglesia, de la que es constituido pastor y cabeza, es por eso mismo juez entre los fieles que se le han confiado. Se es‑ pera por tanto que, tanto en las grandes como en las pequeñas diócesis, el Obispo mismo ofrezca un signo de la conversión de las estruc‑ turas eclesiásticas, y no deje la fun‑ ción judicial en materia matrimonial completamente delegada a los oficios de la curia. Esto valga especialmente en el proceso más breve, que es es‑ tablecido para resolver los casos de nulidad más evidente. Cuarta propuesta: El proceso más breve.– En efecto, además de hacerse más ágil el proceso matrimonial, se ha diseñado una forma de proceso más breve –en añadidura al documental actualmen‑ te vigente–, para aplicarse en los ca‑ sos en los cuales la acusada nulidad del matrimonio esté sostenida por argumentos particularmente eviden‑ tes. No se me escapa, sin embargo,
cuánto un juicio abreviado pueda poner en riesgo el principio de la indisolu‑ bilidad del matrimonio; precisamente por esto he querido que en tal pro‑ ceso sea constituido juez el mismo Obispo, que en virtud de su oficio pasto‑ ral es con Pedro el mayor garante de la unidad católica en la fe y la disciplina. Quinta propuesta: La apelación a la Sede Metropoli‑ tana.– Conviene que se restaure la apelación a la Sede del Metropolita‑ no, ya que este oficio de cabeza de la provincia eclesiástica, estable en los siglos, es un signo distintivo de la sinodalidad en la Iglesia. Sexta propuesta: La función propia de las Conferencias episcopales.– Las Conferencias episcopales, que deben ser impulsadas sobre todo por el celo apostólico de alcanzar a los fieles dispersos, adviertan fuertemente el deber de compartir la predicha con‑ versión, y respeten absolutamente el derecho de los Obispos de organizar la potestad judicial en la propia Igle‑ sia particular. El restablecimiento de
la cercanía entre el juez y los fieles, en efecto, no tendrá éxito si desde las Conferencias no se da a cada Obispo el estímulo y conjuntamente la ayuda para poner en práctica la reforma del proceso matrimonial. Junto con la proximidad del juez, cuiden las Con‑ ferencias episcopales que, en cuanto sea posible, y salvada la justa y digna retribución de los operadores de los tribunales, se asegure la gratuidad de los procesos, para que la Iglesia, mostrándose a los fieles como madre generosa, en una materia tan estre‑ chamente ligada a la salvación de las almas, manifieste el amor gratuito de Cristo, por el cual todos hemos sido salvados. Séptima propuesta: La apelación a la Sede Apostólica. – Conviene sin embargo que se man‑ tenga la apelación al Tribunal ordi‑ nario de la Sede Apostólica, es decir a la Rota Romana, respetando un an‑ tiguo principio jurídico, de modo que resulte reforzado el vínculo entre la Sede de Pedro y las Iglesias particu‑ lares, teniendo de todos modos cui‑ dado en la disciplina de tal apelación, para evitar cualquier abuso del dere‑ cho que pueda producir algún daño a la salvación de las almas. Octava propuesta: Las disposiciones para las Iglesias Orientales.– Teniendo en cuenta, finalmente, el peculiar orde‑ namiento eclesial y disciplinar de las Iglesias Orientales, he decidido pro‑ mulgar en forma separada, en esta misma fecha, las normas para refor‑ mar la disciplina de los procesos ma‑ trimoniales en el Código de Cánones de las Iglesias Orientales. Todo esto oportunamente consi‑ derado, decreto y establezco que el Libro VII del Código de Derecho Ca‑ nónico, Parte III, Título I, Capítulo I sobre las causas para la declaración de nulidad del matrimonio (cánones 1671-1691), a partir del día 8 de di‑ ciembre de 2015, sea integralmente sustituido.
¿Consagrarme a Jesús por María? la unión con Dios” y muchos santos, como por ejemplo: San Luis Maria Grignon de Monfort, Santa Teresita del niño Jesús, San Maximiliano Maria Kolbe, San Bernardo, San Josémaria Escrivá de Balaguer, San Juan Pablo ll, entre otros, han llega‑ do a descubrir este tesoro y han abrazado esta devoción.
“A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace devoto de la virgen María” (San Luis María Grignon de Monfort)
En algún momento de mi vida, por diferentes medios empecé a encontrarme con personas que abiertamente manifestaban su devoción a la Santísima Virgen María. Muchos de ellos eran jó‑ venes y eso llamaba cada vez más mi atención. Me preguntaba a veces, si esa devoción no sería dañina, puesto que podría, según mi pensamiento en ese momento, reemplazar el amor a Cristo u ocupar el lugar que debería ocupar Dios. Poco a poco esas dudas que ha‑ bían surgido se iban resolviendo. Me daba cuenta de que esos devotos de la Virgen María, eran a su vez perso‑ nas que propagaban de muchas ma‑ neras el Amor a Jesús sacramentado, personas que daban siempre el pri‑ mer lugar a Dios y repetían constan‑ temente que después de Dios no hay nadie como María. Si, después de Dios. Ésta era la respuesta definitiva, ésta, la mejor manera de empezar a entender que una verdadera devo‑ ción mariana, te lleva a un verdadero enamoramiento, a una entrega radi‑ cal a Jesús. Sentía en mi corazón entonces, la necesidad de amarla más, de buscar‑ la más, de estar más cerca de ella. Sa‑ bía que una mamá lo que quiere es que amen a su hijo, y si me tomaba de su mano, sus palabras me condu‑ cirían a ese amor… Pero ¿Cómo sen‑ tir esa cercanía? ¿Cómo saber que realmente caminaba con ella? Pregunté entonces cuál era el se‑ creto y me hablaron por primera vez de la consagración total a Jesús por Maria. Sabía que era un compromiso serio, algo que duraría no solo toda la
vida, sino eternamente, y como nadie puede resistirse ante la invitación de pertenecerle completamente a Jesús, acepté. Pero ¿qué es la consagración y cómo puedo consagrarme? La consagración es la renovación de los compromisos bautismales y el acto mediante el cual, entregamos a Jesús por manos de Maria, todo cuanto somos y tenemos. Así pues, dejamos de pertenecernos a nosotros mismos y pasamos a ser propiedad de la Inmaculada; y como todo lo suyo le pertenece a su hijo, pasamos entonces a ser completamente de Je‑ sús, nuestro fin último. Es también aprender a vivir como buenos y verdaderos católicos, de‑ jando a un lado las cadenas del peca‑ do y encadenándonos al amor. Nos hacemos esclavos por amor, esclavos de la esclava del Señor. Esta esclavitud mariana es en rea‑ lidad el hecho de alcanzar la verda‑ dera libertad de los hijos de Dios. Es, como diría San Luis Maria Grig‑ non de Monfort, convertirnos en los apóstoles de los últimos tiempos “a quienes el señor de los ejércitos dará la palabra y la fuerza necesarias, para realizar maravillas y ganar gloriosos despojos sobre sus enemigos (los enemigos de Dios)” Maria “es el camino fácil, cor‑ to, perfecto y seguro para llegar a
Para poder consagrarse, an‑ tes que cualquier cosa es nece‑ sario abrir el corazón y estar dispuestos a que la Virgen Maria llegue a “remodelar el alma”. Luego se debe iniciar un proceso, que en nuestro caso dura nueve meses, en los cuales nos hacemos como niños en gestación en el vientre espiritual de nuestra buena madre. Duran‑ te este tiempo, recorremos según el método de San Luis Maria Grignon de Monfort, un camino que se divide en cuatro etapas: Conocimiento del mundo, conocimiento de sí mismo, conocimiento de Maria y por último, conocimiento de Jesús. Es como un “despojarnos del hombre viejo” para encontrarnos finalmente con el se‑ ñor. Después de estos nueves meses viene el momento de la entrega total. El alma ya dispuesta nace de nuevo, pero no para pertenecerle al mundo como antes, sino como propiedad de Dios. Nos entregamos a Maria para que nos ponga en manos de su hijo, y también ella se dona completamente a nosotros, de manera que nuestras vidas no vuelven a ser las mismas.
“Cuanto más te consagras a Maria, tanto más te unirás a Jesucristo” San Luis Maria Grignon de Monfort
Si quieres más información acerca de la consagración total a Jesús por Maria en Ibagué, te puedes comuni‑ car al teléfono 318 873 3551. Andrea Rondón - Misionera LAM
EDGAR ORLANDO QUIROGA RICO FLORENTINO PEREZ TAVERA LUIS CARLOS ZAMBRANO JAIME CAVIEDES PEREZ ODILIA VILLANUEVA CARTAGENA CARLOS JULIO ROJAS CASTRO CRISTIAN ANDRES CANO VARGAS JESUS MARIA BONILLA GODOY JULIO CESAR JOYA PERDOMO BONIFACIA SAAVEDRA VIUDA DE RODRIGUEZ JORGE ELIAS CASTRO FIGUEROA JOSE MARIA FANDIÑO DELGADO RAQUEL PEÑA DE BUITRAGO GLORIA ZUÑIGA GOMEZ ANA RITA GARCIA OBANDO MARIA MAGDALENA RIOS DE ORREGO MARLON STEVEN DIAZ BORJA JOSE NIRAY GARZON PARGA MARIA OTILIA RAMIREZ QUINTERO EMILIO QUICENO LOPEZ LUIS EDUARDO FONTECHA FONTECHA MARIA EMIRA FLOREZ DE RAMIREZ BERNARDINA AYA MARIO JESUS VALLEJO GOMEZ ORFA NELLY ESTRADA DE GOMEZ BLANCA IRENE PULIDO DE FORERO ANA DOLORES (LOLA ) OLIVERA DE DEL RIO MARIA OFELIA MEDINA POLOCHE LEIDY BIVIANA GAMBOA GARCIA ANANIAS ROMERO MARIA YINETH ORTIZ ZAMBRANO ISMAEL MONTOYA GUTIERREZ CLARA INES GUZMAN GALINDO LISIMACO SANDOVAL ACOSTA CLARA INES NUÑEZ ESCOBAR ROSARIO MADRID MARIN MARIA BARBARA FERIA DE LOPEZ CLEMENTE SARMIENTO RINCON EDWIN ARIAS BETANCOURTH HECTOR BERMUDEZ CARVAJAL MARIA SERAFINA MENDOZA DE GUALTERO VIVIANA MARCELA BELTRAN ORJUELA MARINA SALAZAR MYRIAM GIRON DIAZ HUMBERTO PAULINO TORRES MARTINEZ JORGE ELIECER OSPINA GUZMAN MARIA HELENA HERRERA NARANJO ROSA ELISA RODRIGUEZ DE ARIAS MARIA DERLY FRANCO CAICEDO ASTRID PINTO DE ACOSTA GILDARDO VARGAS ALBA LEOPOLDINA ROJAS JIMENEZ OMAR SARMIENTO OLAYA FABIO RATIVA VALDES IRMA HERRERA VALENCIA HERNANDO BONILLA RODRIGUEZ ADELA CEDIEL DE RICO LUIS ALBERTO FORERO ANDRADE GABRIELA CALVO SANTOS JOSE RICARDO BOHORQUEZ LOZANO MARCO ANTONIO MACHADO OSPINA JESUS ANTONIO MORENO FIERRO CRISANTO VELASQUEZ GOMEZ ARQUIMEDES GARCIA SAAVEDRA GILBERTO CASTIBLANCO MACHADO EDUARDO TORRES GOMEZ LUIS ALBERTO GARIBELLO JESUS ANTONIO CARDOSO ORJUELA ODILIA ALARCON DE LIEVANO EULALIA OVIEDO MARIA LIRIA ENDO MAZABEL ESTELLA GUARIN SARA SOFIA RADA BARRAGAN ORLANDO DURAN ROSERO LILY MORALES DE MARIN OBDULIO ANTONIO MAHECHA RUIZ JAIME MONROY CARRILLO PROCESO AGUIRRE AGUIRRE PASTORA GARCIA DE CARDONA TERESA DE JESUS NOREÑA DE HERNANDEZ ALICIA CARO DE MURILLO URUEÑA GUZMAN HIJO DE ALISSON PAOLA EFIGENIA MORALES DE VIDAL MYRIAM MORALES CRISOSTOMO VALDES ORTIZ JOSE MANUEL GOMEZ RAMIREZ MARIA OLIVA GUZMAN DE LOZANO GUILLERMO OROZCO SEGURA MYRIAN ESCALANTE LOPEZ ANA SOFIA CIFUENTES DE RIVERA ISAIAS CASTRO MARIA ROSALINA MONROY DE ORTIZ ADELINA GONZALEZ LEON ANTONIO MORENO BERMUDEZ IDA MARIA VALBUENA BLANCA ISABEL GONZALEZ CLAUDIA HERODIA BRAGA AHUANARI JHON KENEDY RIVERA HURTADO EDUARDO ACERO BERMUDEZ MARTHA YATE GALEANO HERNANDO ALMARIO FIERRO PAULA ALEJANDRA RODRÍGUEZ SANCHEZ MELQUISEDEC BAYONA ZORRO MARIA TRINIDAD VALENCIA DE GONZALEZ OSCAR OVIEDO RODRIGUEZ ROSA MARIA RIOS DE MURILLO ALIPIO SANCHEZ OLIVEROS MARIA DE JESUS CASTILLO MARGARITA LAVERDE OSMA MARIED CALDERON PERDOMO SERGIO ALEJANDRO CORTES ROCHA GERARDO CUERVO ECHEVERRY DAVID STEVEN MUÑOZ OSPINA MARIA EMELINA MORENO SUSANA SANCHEZ BEDOYA FLAMINIO CASTRILLON MALTILDE GASCA ENRIQUE TAMAYO MUÑOZ MARIA LUZ POLANIA DE NARANJO GUSTAVO ZONA FRASSER MARIA BELEN MENDOZA MONTEALEGRE BLANCA MARINA DIAZ SANCHEZ SOFIA LOMBANA DE MANJARRES JACQUELINE CARDONA LOPEZ ISABEL GOMEZ YONATAN DAVID AROCA BERNAL MARIA LILIA PEÑALOZA DE MENDEZ GLADYS LORZA DE SANCHEZ ROSARIO MUÑOZ VUIDA DE MUÑOZ MARIBEL FIGUEROA CUELLAR GLORIA TORRES DE THOMAS VICTOR HUGO TRIANA TORRES JOSE ADONAI CIFUENTES BENAVIDES JUAN CASTILLA CASTILLA ROSA MARIA POMAR DE GARCIA