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IN.Magazzine06.05.17 Nº

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3,25€

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mejores ciudades del

2017 NY, Barcelona, Berlín...

Butler Gerard

“Sé que no hay

nada sutíl en mi”




5. EL BLOG DELCARTERO Ejemplarizar 7. EL PERSONAJE Gerard Butler 17. VERLO YQUERERLO Dosis de vitalidad 22. DECOMAGNÍFICOS ¡Qué bonitos! 30. LA LISTA DE MERCEDES Queridísimos favoritos BERLÍN: Una de las 10 mejores ciudades para vivir en 2017.

32. IDEAS DE EXPERTO ¡A Sacar los colores! 38. CREADORES Westwood & Co 40. TEXTIL Cucú ¡TRAS!

BERLÍN: Una de las 10 mejores ciudades para vivir en 2017.

46. ESAS PEQUEÑAS COSAS Camarera de mi amor... 53. MUNDO DISEÑO Las librerías evolucionan hacia el futuro 60. GRANDES MAESTROS Harry Bertoia 62. EL HOTEL ES EL VIAJE Mon secret 66. AGENDA de Abril


El bloc del cartero

Ejemplarizar Tendemos a pensar que ‘ejemplarizar’ es lanzar un mensaje intimidatorio al personal arreándole en la cresta a algún díscolo. Sin embargo, lo que el verbo significa es ‘dar ejemplo’, acción que en primera instancia se logra a través del propio comportamiento, y no por la vía de corregir el ajeno cuando se considera inadecuado. Invita uno de nuestros lectores a dedicar más tiempo y más espacio a esas personas que ejemplarizan porque con sus actos nos ofrecen un referente valioso, virtuoso o simplemente inspirador. Es verdad, como dice, que ocupan más espacio aquellos que no se comportan como deben, o lo hacen de forma ruin o decepcionante. Y como referente positivo se nos suele presentar a quien tiene éxito. Ser ejemplo, sin embargo, es otra cosa. De hecho, a veces, nos lo da quien fracasa. Una imagen vale más que mil palabras, suele decirse, pero no es así según el pensador Giovanni Sartori, recientemente fallecido, para quien leer lleva a pensar, mientras que ver imágenes no lo facilita. Andamos escasos de lectores y sobreabundan los videntes, u Homo videns, contrapuesto al sapiens. Su tesis es que el hombre saturado de imágenes pierde el ejercicio de la abstracción -pensar mediante conceptos-, disminuye su racionalidad y se aleja de la cultura. ¿Quién es culto? Alguien que piensa no se conforma con lo inmediato, se libera de los emoticonos y tiene un vocabulario superior a tres mil palabras. LORENZO SILVA

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El Personaje

Gerard

Butler “HE SEGUIDO RODANDO DESPUÉS DE ATROPELLARME UN COCHE” TOM C. AVEDAÑO

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GERARD BUTLER Mide 1,88, habla a gritos y durante nuestra cita pide un chuletón. Hablamos con el rostro que encarna el lío de ser hombre hoy.

Cuánto más avanza el siglo XXI, más voces se suman a la idea de que la masculinidad no existe, que es solo un nombre empleado a lo largo de los siglos para justificar comportamientos realmente aleatorios. El actor Gerard Butler (Escocia, 1969) sí existe. Mide metro ochenta y ocho, tiene extremidades que parecen de ternera, una presencia perceptible hasta por quien se encuentra de espaldas a él y una voz, prácticamente todo gruñido, que le sale desde lo más abisal del torso. Precisamente con esa voz alcanzó la inmortalidad hace nueve años al pronunciar una de las frases más repetidas del cine moderno. En 300, la fantasía épica sobre la batalla de Termópilas, su personaje, Leónidas, arenga a las tropas bramando: “¡Esto es Esparta!”, y Butler asegura que casi una década después aún es lo que oye susurrar a la gente cuando le ven por la calle. Hace escasos minutos, sin embargo, lo que ha hecho esa voz es pedir que le suban un chuletón de ternera y una barrita de cereales a la habitación del hotel madrileño donde tiene lugar esta entrevista. El viernes 8 de abril estrena el thriller Objetivo: Londres. Pero ahora lleva un rato callado, con los 8

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ojos aguamarina clavados en el suelo, la media sonrisa de alguien que está pensando dibujada en el rostro. Estaba contando todas las fechorías que comete su personaje, Set, la deidad de la fuerza bruta y lo incontenible, en su nueva película, Dioses de Egipto (estreno en España en junio), y le ha asaltado la duda de si ha hecho de malo antes, en alguno de sus nueve años como actor en la primera línea de Hollywood.

Lo que nos define tampoco es tan estricto. Mi vida no es una única profesión, porque he tenido varias, sino un viaje en el que ha habido de todo. Y así es la existencia de cualquier hombre. Una búsqueda continua de cosas que nos suenen a verdad. “¡Eh, Alan! ¿¡¿He hecho alguna vez de malo?!?”, vocea repentinamente, sin cambiar la postura,


proyectando el grito al suelo con tanta fuerza que rebota y va directo a la habitación contigua, en la que se encuentra su asistente. “Estoy pensando…”, se oye la tenue respuesta desde la otra estancia. “Creo que no”. “El Fantasma [de El fantasma de la ópera, la adaptación del musical que protagonizó en 2004] supongo que era un poco malo”, recuenta en voz alta, con ese estilo tan despreocupado con el que habla, como de estar en una sobremesa que se ha prolongado un buen rato. “Y en Un ciudadano ejemplar [un thriller en el que interpretó a un asesino en serie en 2009] desde luego…”. Vuelve a quedarse absorto, dándole vueltas a las 19 películas que ha rodado desde que alcanzó el estrellato. Ha hecho de padre de familia asustado y protector en thrillers de acción. Ha hecho de cerdo machista y de exnovio que finge no tener el corazón roto en comedias

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carismático que culpa al mundo de su incapacidad para madurar y de marido perfecto en diversos dramas. Gerard Butler no sabe si ha encarnado a muchos malos, pero lo que es seguro es que ha encarnado a muchos hombres marcados por el hecho de ser hombres.

Cómo ser un nombre en Hollywood El negocio de representar la masculinidad en Hollywood no es tan lucrativo como puede parecer. La pantalla demanda arquetipos, y los arquetipos cambian con las modas, así que las trayectorias suelen ser cortas (en los últimos 30 años hemos pasado del enigmático exotismo de Rutger Hauer y la ciclada ingenuidad de Kurt Russell a la mirada amenazante de Ray Liotta y de ahí a la juvenil alegría de Josh Harnett). Y quienes aguantan en el tiempo pocas veces se pueden permitir cambios de registro en otros géneros (Sylvester Stallone, Sean Connery, Lee Marvin o John Wayne, por ejemplo). Butler es una rareza que está logrando ambas cosas a la vez. Su secreto fue adelantarse a la caducidad de la virilidad clásica y ser de los primeros en dotar a sus personajes de una vulnerabilidad cada vez más característica. No recuerda el momento en el que se propuso hacerlo así, pero, a decir verdad, tampoco recuerda un momento en el que le gustasen los personajes sin dobleces. Ni siquiera postrado ante la televisión en Paisley, el pueblo de 80.000 habitantes en el sur de Escocia donde forjó su vocación. “De pequeño me identificaba con los personajes más imperfectos. ‘¡Quiero ser ese Cazafantasmas y lanzar un rayo y hacer…!”, recuerda, escenificando una caída. “Me gustaban Brando y, sobre todo, Paul Newman… Ese sí que sabía hacer de héroe roto. De desastre que te encanta porque te identificas con sus imperfecciones, con su egoísmo y su estupidez”. A ojos estadounidenses, Butler derrocha atavismo de Viejo Mundo: parece a la vez 10

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el padre y el marido del público. Es mitad Brideshead y mitad Budweiser. Pero sobre todo es que, gracias a su físico imponente, puede elegir papeles en los que potenciar su fragilidad sin que su presencia pierda poderío.

“Me gusta más que haya grietas en el barniz del personaje, no sé si me entiendes, que, al menos, le preocupe algo, porque la vida es eso”, insiste. “Nadie la tiene perfecta y todos estamos buscando la forma de hacer las cosas mejor”. Bebía hasta atreverse a correr delante de los trenes. Hasta acabar las botellas y celebrarlo rompiéndolas contra su propia cabeza. Hasta amanecer con heridas en el cuerpo y sin un recuerdo en la mente. En una ocasión, se despertó en París. En otra, durante una estancia en Los Ángeles, en prisión.

P. Pero, ¿se siente cómodo con el sambenito de representante de la masculinidad? R. Que si estoy… Jajajajajajaja. ¿Sabes que soy embajador de la fragancia masculina de Hugo Boss? ¿Y has visto que llevo un rato dándote la matraca con la masculinidad? Algo cómodo tengo que sentirme con lo que finjo ser, ¿no? En julio de 2014, Hugo Boss anunció que Butler prestaría su imagen a Boss Bottled, su fragancia para hombres. De ahí salió una campaña, Man of today, que aún sigue creciendo hoy, y que cogía la filosofía del actor y la aplicaba a todos los varones del planeta: la masculinidad, proponían, es más cuestión de encanto que de músculos. “Resulta divertido analizar qué


cosas le hacen a cada uno ser masculino”, sonríe. “Lo que hay entre las virtudes y los defectos, ¿sabes? Eso es lo que nos hace lo que somos…”. Guiña un ojo. “No sé si lo que he dicho se puede llamar respuesta”.

El camino hasta aquí ha sido de todo menos recto, pero hemos llegado. Quizá esta campechanía y este rechazo a impresionar le viene de que llegó medio roto a Hollywood. En Escocia creció con su madre y sus dos hermanos, mientras su padre vivía en Canadá. Sólo le vio un par de veces antes de que muriera. Cuando se enteró del deceso, Butler estaba a punto de entrar en la facultad de Derecho de la Universidad de Glasgow. Entonces, bebió. Pasaron los cursos y siguió bebiendo. Y aún así logró quedar entre los primeros de su promoción (todavía no se lo explica), fue presidente de la Sociedad de Derecho de su universidad (esto tampoco) y consiguió un puesto en un bufete de abogados para el que se habían presentado otros 200 candidatos (esto incluso menos: tenía tal resaca la mañana de la entrevista de trabajo que llegó horas tarde, y, para cuando lo hizo, se había metido tantas ayudas en el cuerpo que no había quien le callara). Al poco, fue despedido. Pero los mejores exbebedores no son los que cuentan las batallitas más increíbles, sino los que extraen de su momento más bajo lecciones más creíbles. En el caso de Butler, fue entonces, con 25 años, humillado y con todas las oportunidades que le había dado la vida en llamas. Ahí entendió la importancia de la reinvención. “No tenemos una única vocación en esta vida. Lo que nos define tampoco es tan estricto”, razona hoy. “Un hombre tiene que ser polifacético y dinámico. Debe buscar lo que cree que es verdad, sea eso lo que sea. Todo es un viaje, ¿sabes? Y mi vida es como la de cualquiera: no

sólo se define por una única profesión, es un viaje en el que ha cabido de todo”. En medio de aquel descalabro, recordó una representación teatral de Trainspotting que había visto un poco antes en Glasgow y los sentimientos que le había despertado. Por un lado, el deseo de dedicarse a la actuación; por otro, lo complicado que sería empezar de cero a su edad. Pero, al final, el golpe que le supuso el despido no le dejó más remedio que restarle importancia a esto último. Así que al día siguiente se subió a un tren y puso rumbo a Londres. Tres años después, tenía un papel en El mañana nunca muere, la película de James Bond. Luego protagonizó un Drácula en Hollywood y, al poco, salió en televisión como Atila el Huno en una miniserie que lo consagró como mejor opción para interpretar a guerreros de época. Estaba a cinco años y un paso de 300.

Cuando los límites físicos son el punto de partida. Según pasaban los años, empezaron a acumularse las historias de cómo se desvivía físicamente en cada rodaje, cómo se jugaba literalmente la vida en los planos más complicados. En 2011, durante el rodaje de Persiguiendo Mavericks, una cinta de surferos, una ola le engulló y estuvo a punto de ahogarle. Tuvo que ser hospitalizado. Esta tendencia, no obstante, le parece una respuesta lógica a sus despreocupados años de abogado: respondía a un fortísimo sentido de la responsabilidad, de no volver a defraudar.

“Un rodaje no es como un partido: si te lesionas nadie puede sustituirte. Como actor tienes a unas 300 personas pendientes de ti”. IN. Magazzine

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pueden permitir cambios de registro en otros géneros (Sylvester Stallone, Sean Connery, Lee Marvin o John Wayne, por ejemplo). Butler es una rareza que está logrando ambas cosas a la vez. No recuerda el momento en el que se propuso hacerlo así, pero, a decir verdad, tampoco recuerda un momento en el que le gustasen los personajes sin dobleces. Ni siquiera postrado ante la televisión en Paisley, el pueblo de 80.000 habitantes en el sur de Escocia donde forjó su vocación. “De pequeño me identificaba con los personajes más imperfectos. ‘¡Quiero ser ese Cazafantasmas y lanzar un rayo y hacer…!”, recuerda, escenificando una caída. “Me gustaban Brando y, sobre todo, Paul Newman… Ese sí que sabía hacer de héroe roto. De desastre que te encanta porque te identificas con sus imperfecciones, con su egoísmo y su estupidez”.

Gerard Butler con chaqueta de esmoquin y camisa, ambos Boss, y esa cara de cuando el móvil pasa de 20% de batería a apagarse de golpe.

románticas. De agresivo comandante militar en batallas de época. De veterano que tiene que enseñar a discípulos más jóvenes en una cinta de deportes. De soltero carismático que culpa al mundo de su incapacidad para madurar y de marido perfecto en diversos dramas.

Cómo ser un nombre en Hollywood El negocio de representar la masculinidad en Hollywood no es tan lucrativo como puede parecer. La pantalla demanda arquetipos, y los arquetipos cambian con las modas, así que las trayectorias suelen ser cortas (en los últimos 30 años hemos pasado del enigmático exotismo de Rutger Hauer y la ciclada ingenuidad de Kurt Russell a la mirada amenazante de Ray Liotta y de ahí a la juvenil alegría de Josh Harnett). Y quienes aguantan en el tiempo pocas veces se 12

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Butler derrocha atavismo de Viejo Mundo. Es mitad Brideshead y mitad Budweiser. Pero sobre todo es que, gracias a su físico imponente, puede elegir papeles en los que potenciar su fragilidad sin que su presencia pierda poderío.

“Me gusta más que haya grietas en el barniz del personaje, no sé si me entiendes, que, al menos, le preocupe algo, porque la vida es eso”, insiste. “Nadie la tiene perfecta y todos estamos buscando la forma de hacer las cosas mejor”. TEXTOS: Tom C. Avedaño FOTOS: Peter Clark



NY. Vista del puente de Brooklyn desde Manhathan.


LAS10 MEJORES CIUDADES PARA VIVIR EN 2017

Las opciones son muchas y resulta complicado decantarse por una ciudad concreta como destino para nuestro prรณximo billete de solo ida.


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Vivir en el extranjero: ¿a quién no se le ha pasado alguna vez por la cabeza? Ya sea para progresar en nuestra carrera profesional o para ampliar nuestros títulos académicos, pasar una temporada en otro país es una posibilidad siempre tentadora. Las opciones son muchas y resulta complicado decantarse por una ciudad concreta como destino para nuestro próximo billete de solo ida. Para echar una mano a los indecisos, la comunidad de servicios para expatriados InterNations ha publicado su encuesta de 2016 sobre las mejores ciudades para vivir.

InterNations pidió a los encuestados valorar factores tan variopintos como sus experiencias cotidianas, sus perspectivas de carrera, su calidad de vida, la actitud general de la población, las horas de trabajo e incluso el clima. Entre estas urbes excelentes han conseguido colarse dos españolas, ¿adivinas cuáles?

Nº 1 / Singapur. Por tercer año consecutivo la ciudad de Singapur ha sido considerada como la más cara del mundo según el informe anual de «El costo de la vida en el mundo» de la Unidad de Inteligencia de «The Economist» (EIU). El estudio, que se elabora comparando los precios de las ciudades en todo tipo de productos y servicios, desde vivienda 16

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y educación a alimentación, transporte o comunicaciones, sitúa al país asiático por delante de Zúrich, Hong Kong, Ginebra, París y Londres que ocupan los primeros puestos de la lista seguidos de Nueva York, Copenhague, Seúl y Los Ángeles urbes que completan el «top ten».

Nº 2 / Barcelona. Barcelona posee una impresionante oferta cultural, contando con algunos interesantes museos como la Fundación Joan Miró o el Museo Picasso, aunque donde se aprecia realmente el arte que envuelve la ciudad es paseando por sus calles cargadas de encanto. La conocidísima Sagrada Familia o el sorprendente Parque Güell son algunas de las marcas con las que Antonio Gaudí decoró la ciudad de un modo espectacular. Pero Barcelona no es sólo arte, sino que también posee soleadas playas combinadas

con una sugerente, variada y atrevida oferta gastronómica.

Nº 3 / Berlín. El muro de Berlín, principal emblema de la ciudad, fue construido en 1961 por la RDA. El muro, con un total de 144 km, fue derrumbado en 1989. La fragmentación de Alemania en dos siempre será recordada como símbolo de la Guerra Fría. Tras la caída del muro, la ciudad entró en una gran etapa de remodelación. En Mühlenstrasse, distrito de Friedrichshain, se puede visitar más de un kilómetro de esta reliquia.

Nº 4 / Nueva York. Forma parte del imaginario de todo el planeta como la gran fábrica de sueños. Así ha sido siempre y así permanece, generación tras generación. Nueva York es la ciudad encantada, IN. Magazzine

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poblada de buscadores de suerte, transeuntes anónimos ávidos de algo intangible. Un cubo de Rubik sin resolver. Una urbe generosa con el triunfo, terrible con el fracaso. «Una jungla de cemento», en palabras de uno de los últimos himnos pop contemporáneos, donde sentirse inspirado, donde sentirse nuevo, fresco, distinto, renovado, original y hasta inédito.

Manhattan, Brooklyn, Queens, Bronx y Staten Island. Los distritos cambian, los protagonistas también. Las historias se suceden cada instante, las imágenes se multiplican

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exponencialmente. Por eso hay mil Nueva Yorks y cada uno tenemos la nuestra. Ahí está su grandeza, por eso volver a la Ciudad por excelencia sigue siendo, una y mil veces, un lujo. Una urbe generosa con el triunfo, terrible con el fracaso. «Una jungla de cemento», en palabras de uno de los últimos himnos pop contemporáneos, donde sentirse inspirado, donde sentirse nuevo, fresco, distinto, renovado, original y hasta inédito.

TEXTOS: Tom C. Avedaño FOTOS: Peter Clark


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