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El poder del Espíritu Santo en la vida de los creyentes
El Espíritu Santo es una presencia divina en la vida de todo creyente que nos otorga poder y guía para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. Su presencia nos ayuda a crecer en la fe, a entender las Escrituras y a vivir una vida de amor y servicio a los demás.
Debemos entender que es el abogado, el consolador, la presencia divina que Jesús nos deja al momento de su ascensión, es el culmen de su amor incondicional, no nos deja solos, al contrario, nos deja un guía, El Espíritu Santo.
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Es el nacimiento de la Iglesia, una nueva era, una nueva oportunidad para caminar como en aquellos tiempos en que Israel era el pueblo elegido de Dios, pero con la diferencia que somos un pueblo redimido por la sangre del cordero, que nos convierte en hijos adoptivos del Dios creador, con todos los beneficios que trae consigo este hermoso título.
Jesús abre las puertas del cielo para colmarnos de gracias y nos facilita un instructor que nos ayudará a sacarle el máximo a cada uno de eso dones, mostrándonos que la pista de aprendizaje no solo está en la iglesia, sino que también está presente en las periferias, en el hermano necesitado de un abrazo, de una palabra de consuelo, de un plato de comida; en otras palabras, aprendemos a donarnos en el servicio del prójimo.
Tal servicio deja de manifiesto la Hora del Espíritu Santo, que determina su verdadera intención, la cual es que todos los que nos acogemos a Jesús seamos Santos, seamos uno, como Él y el Padre son uno, una simple perfección: Implantando así la semilla de la santidad en un mundo imperfecto, lleno de vicios y perdiciones que manchan el corazón de muchas almas.
Esta semilla de santidad es un sinónimo de felicidad, característica de la presencia del Espíritu de Dios, pues el Papa Francisco dice en su homilía “No puede haber cristianos tristes” por lo tanto la alegría debe ser nuestra carta de presentación ante aquellos que no conocen el evangelio o se sienten defraudados por la debilidad humana.
La presencia del Espíritu Santo en la Iglesia representa una riqueza divina, donde sale a relucir todos los carismas que embellecen los mismos, se nota en el ímpetu de los jóvenes, en la estabilidad de los adultos y en la experiencia de los mayores que todo unido se convierte en un festival de talentos donado al corazón de la Iglesia que permanece unida.
Para nosotros los creyentes lo tomamos como un impulso para salir de nuestra zona de confort y volver nuestra alma misionera, disponer nuestro corazón a la voluntad del padre, sin miedo a la persecución, a la crítica, incluso a la misma muerte y poder decir como San Pablo “Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte en el Señor”.
Espíritu Santo Fuente de Luz, ilumínanos.