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Tenemos un punto en común

Por Juan Contreras N. Presidente Comisión Innovación

Te has preguntado alguna vez, ¿cómo puedes hacer la diferencia? Seguramente, en más de una oportunidad se te pasó por la cabeza que tú, un ciudadano común, puede hacer la diferencia en este mundo. O quizás en el país. O quizás en tu ciudad. Sin duda, no lo puedes hacer solo, sino que requieres de otras personas como tú, que compartan intereses y objetivos comunes, es decir, ciudadanos comunes que poseen algo en común, que de alguna forma estén agrupados en una comunidad, en una ciudad o en un ecosistema, y que estén dispuestos a colaborar.

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Convengamos que un ecosistema es una unidad compuesta de organismos interdependientes que comparten un hábitat en común, por lo que cualquiera de esos organismos, al ser interdependientes, pueden impactar a su hábitat, a su entorno, y eventualmente al ecosistema completo, ya sea para bien o para mal. Si consideramos a la Región de Valparaíso como un ecosistema, los organismos que lo componen podrían ser cualquier persona, comunidad, empresa u organización existente en la región. En este sentido, podemos ver claras interdependencias entre emprendedores, comunidades, empresas, gobierno y universidades a través del trabajo y el intercambio de valor, sin embargo, cuando esas interdependencias no son colaborativas y tienden hacia una competitividad en extremo, se producen impactos negativos y depredaciones en varios de los “organismos” del ecosistema, lo cual hace que el ecosistema termine degradado y se vuelva no sostenible desde un punto de vista económico, ecológico y social.

Al revisar los indicadores de nuestra región, podemos ver que estamos pasando por momentos críticos, tanto en términos sanitarios, laborales y económicos, lo que refleja un ecosistema impactado y no sostenible, por lo que cabe preguntarse ¿Podríamos haber hecho algo? ¿Si hubiésemos construido un ecosistema sostenible y colaborativo, hubiéramos enfrentado de mejor forma la actual crisis? Si bien la pandemia ha afectado al mundo entero, desde mi punto de vista, la respuesta es sí, ya que un ecosistema sostenible y colaborativo basa su funcionamiento en la confianza, la empatía y la mesura, lo que genera una red de creación de valor entre los organismos que son interdependientes en el ecosistema, generando círculos virtuosos de innovación que no esperan a que las cosas pasen, sino que se adelantan a los impactos de los factores externos.

Desde la Comisión de Innovación de ASIVA, creemos que se requiere que varios organismos del ecosistema actúen y marquen la diferencia, de modo que nuestra región se transforme en un ecosistema sostenible y colaborativo, capaz de resistir futuros embates, impactando a su vez al desarrollo social y el crecimiento económico. Esto implica una transformación en la forma de pensar de los líderes de emprendimientos, comunidades, empresas, gobierno y universidades, la cual debe apuntar hacia crear espacios comunes de generación de confianzas que lleven a la colaboración, a la innovación y a la generación de capacidades interdependientes. Por ello, como Comisión de Innovación nos hemos trazado un plan estratégico con el objetivo justamente de crear dichos espacios para que germine la innovación y la colaboración en 3 niveles principales: el encuentro entre las empresas que componen la Comisión, entre las empresas socias de ASIVA, y entre ASIVA y el Ecosistema de Innovación de Valparaíso.

Cualquier persona, comunidad o empresa, puede hacer la diferencia si encuentra objetivos comunes que vayan en beneficio del ecosistema. Finalmente, lo común pasa a ser algo extraordinario que es capaz de juntarnos a colaborar para hacer la diferencia, algo que es sumamente necesario en estos días.

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