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Confites Merello: 88 años de dulzura

Sus deliciosos y variados sabores, atractivos colores, la mística de la industria artesanal, una gran diversidad de textura crean diseños que parecen un verdadero arte, comercializados a través de grandes cadenas de supermercados y finas confiterías.

A lo largo de los años Limache se ha convertido en una reconocida comuna de influencia ítalo-chilena.

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Nuestra pintoresca ciudad fue testigo en la primera mitad del Siglo XX de la fuerte inmigración italiana con notable influencia en el desarrollo agrícola y comercial local. Las familias de estos extranjeros se hicieron protagonistas al fundar variados negocios que dieron prosperidad y mejor calidad de vida a la zona.

Comenzaba así la historia de una fábrica de caramelos, en la época de los años. Dos familias italianas (Minardi- Merello) inmigrantes comienzan a desarrollar productos que estaban destinados a cambiar la historia del consumo del confite.

En el año 1939, se modifica la sociedad cambiando su marca de “La Genovesa” a “Confites Merello”, incorporándose Pablo Merello Solari quien desarrolla nuevas líneas de confites y chocolates.

En una primera etapa, estos caramelos se distribuían sólo en la provincia de Valparaíso. Con el tiempo incorporaron nuevas recetas, creando su inconfundible línea de chocolates y caramelos, que conjugan armoniosamente el sofisticado gusto italiano por la calidad y comenzaron a expandirlo a todas las regiones del país.

Siempre fieles a su tradición de expertos artesanos del confite, sentaron las bases para convertirse en una gran empresa industrial, integrando perfectamente las capacidades tradicionales con los recursos de una tecnología cada vez más avanzada.

Hoy estas habilidades son más importantes que nunca, en la actualidad la fábrica continúa en manos de la familia de los fundadores, la tercera generación, renovando la fábrica, implementando nuevas tecnologías, todo para apuntar el éxito creciente de Confites Merello.

Confites Merello es el resultado de un verdadero arte familiar, el deseo de remontarse al tradicional caramelo, perfeccionándolo a lo largo de los 80 años de experiencia, más la perdurable promesa familiar, de hacer caramelos de primera calidad.

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