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Un Chile resiliente

Directora y Representante Legal

Alejandra San Miguel L.

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Alejandra San Miguel L.

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Catalina López P.

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Edición

Catalina López P.

Periodista

Catalina López P.

Cartas al Director comunicaciones@asiva.cl

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Revista Visión Empresarial de ASIVA es una publicación de la Asociación de Empresas de la V Región.

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N° 163

Enero - Agosto 2020

Asociación de Empresas de la V Región, Calle Limache 3405, Of. 46, El Salto, Viña del Mar. Fono +56 32 213 9000 www.asiva.cl

@somosasiva

Ricardo Guerra Godoy Presidente de ASIVA

El mundo enfrenta la crisis sanitaria más grande de la historia actual, arrastrando pérdidas de vidas humanas y poniendo al límite la capacidad de los sistemas de salud. La crisis también está teniendo consecuencias sociales y económicas sin precedentes debido al distanciamiento físico y al confinamiento. Esto se da en un contexto en que ya veníamos enfrentando las consecuencias de la crisis social que estalló en octubre de 2019, la que está lejos de ser resuelta y que la pandemia sólo puede profundizar.

La magnitud de la respuesta económica desplegada por los países para enfrentar la emergencia sanitaria y reactivar la economía post-crisis no tiene precedentes, superando largamente los estímulos fiscales de la crisis financiera del 2008. A los esfuerzos desplegados para reforzar los sistemas de salud, sostener el ingreso de las familias e intentar proteger el empleo, se suman políticas de estímulo e incentivos a la inversión pública y privada con el fin de impulsar la reactivación.

El modo en que se diseñen e implementen estas medidas de reactivación serán determinantes para un adecuado ritmo de recuperación e inicio de una etapa de desarrollo de nuestra economía y de nuestra sociedad, tanto en el corto como en el largo plazo. Por lo tanto, hacerlo bien constituye una inversión concreta en la creación de ese mejor futuro al que aspiramos.

Esta es la oportunidad de alcanzar una recuperación económica bajo un enfoque de desarrollo sostenible y resiliente, y para ello resulta fundamental vincular las agendas económica, social y ambiental, privilegiando la inversión en innovación, ciudades resilientes, educación inclusiva adecuada al siglo XXI, además de empleos dignos, movilidad social y estímulo a las pequeñas y medianas empresas, entre otros.

Debemos adoptar estrategias de reactivación con la mirada en el Chile sostenible que queremos construir, para las generaciones actuales y futuras.

Nuestra Región necesita del trabajo mancomunado de todos nosotros. Trabajadores, autoridades públicas y políticas, empresarios, emprendedores, estudiantes, jovenes y adultos.

¡Estamos seguros que con el trabajo serio y comprometido de todos los habitantes, saldremos de esta crisis!

Las pandemias son fenómenos con grandes repercusiones en la salud poblacional, por lo que la planificación es imprescindible para mitigar sus consecuencias. El Colegio Médico de Chile desarrolló un documento de apoyo para los dirigentes regionales, para entregar un conjunto de recomendaciones mínimas necesarias para reducir la morbilidad y mortalidad por esta pandemia en cada región, basados en la organización territorial del Estado y Sistema de Salud Chileno. Éstas deben tomarse como sugerencias para ser implementadas considerando la realidad y/o contexto local, además de las atribuciones legales otorgadas al gobierno regional por la declaración de “Estado de Catástrofe”.

El presidente del Colegio Médico de la Región de Valparaíso, el doctor Luis Ignacio de la Torre Chamy, nos cuenta cómo ha vivido nuestra Región la pandemia y cómo se espera que la siga transitando.

¿Cómo ha vivido la Región de Valparaíso el COVID-19?

La Región de Valparaíso enfrentó el COVID-19 con un ejemplo de integración de la red de salud pública, privada y de FFAA. Esto por cuanto en las etapas previas a la detección de los primeros casos de contagiados en nuestra región, se inició un trabajo arduo de reingeniería de procesos de atención de salud en los prestadores del gran Valparaíso, poniendo como eje de acción el poder aumentar las camas UCI y reducir el riesgo de contagios en la atención ambulatoria y hospitalizada. Se redujeron y suspendieron cirugías electivas, se reforzaron las prácticas de prevención de Infecciones Asociadas a la Atención de Salud (IAAS), se capacitó en el empleo de Elementos de Protección Personal (EPP), se restringió el acceso a consultas de especialidad de los pacientes y se limitó la compañía de los mismos (con el objeto de disminuir el número de personas en salas de espera). También, se introdujeron mejoras, como la entrega de medicamentos a domicilio, y se segregaron las urgencias entre áreas sintomáticas respiratorias (de alto riesgo de COVID-19) y las no respiratorias (bajo riesgo COVID-19).

Todas estas medidas nos han permitido responder de buena manera a la pandemia, pese a nuestras considerables brechas de RRHH, infraestructura y equipamiento en la red pública de salud de Región, logrando triplicar el número de camas UCI, sin haber recurrido a construcciones de hospitales de emergencia. Esta respuesta sanitaria fue acompañada de enérgicas medidas preventivas como la suspensión precoz de clases de educación preescolar, básica, media y universitaria, lo cual fue clave en frenar la curva ascendente de contagios vista al inicio de la pandemia. Comunas importantes de la región debieron ser sometidas a cuarentena lo que ocasiona dificultades serias y externalidades negativas.

Estos esfuerzos, sin embargo, no impidieron que ocupáramos el segundo lugar en contagios y fallecidos a nivel nacional; tampoco evitaron que nuestras tasas de casos activos se mantengan elevadas (último reporte epidemiológico 77/100.000 habitantes) con una disminución menor a lo esperado (para el conjunto de medidas restrictivas implementadas), (alcanzamos en el peak cerca de 300 casos por 100.000 habitantes). Pese a las estrategias implementadas, somos la región que menos test realiza por millón de habitantes y que tiene un sistema de trazabilidad y aislamiento insuficiente para las metas que permiten controlar los contagios.

En resumen, iniciamos la pandemia con limitaciones en nuestra capacidad de respuesta, que ameritaron un accionar conjunto de los actores de salud de la Región. Estas medidas transectoriales permitieron reducir el impacto negativo del COVID-19 en nuestra región, pero nuestro escenario podría haber sido mucho mejor si la red sanitaria pública hubiera tenido los recursos de infraestructura, humanos y equipos acordes con nuestra densidad poblacional.

Nuestra posición actual es mejor que la de diciembre de 2019, pero quienes han debido asumir el costo son el conjunto de pacientes postergados en sus atenciones de salud. Es importante señalar que en la Región de Valparaíso no existía ningún laboratorio que hiciera técnicas clínicas de diagnóstico molecular con PCR, y ahora hay 24, lo cual demuestra el impacto de la inversión en equipamiento. Estas inversiones serán importantes para el diagnóstico de rebrotes y la contención de esta y otras patologías infecciosas.

En un plan de reactivación regional ¿Cuál es el papel de las autoridades sanitarias?

Es importante que la mirada sanitaria sea comprendida como de integración de distintas áreas de la vida humana. En ese sentido, creo que la dicotomía planteada en el inicio de la crisis entre Economía y Salud, da cuenta de una mirada anacrónica que debe ser superada mediante el enfoque multidisciplinario y transectorial, donde distintos actores sociales puedan ayudarnos a reconstruir nuestra vida comunitaria con un enfoque donde la economía está integrada al bienestar colectivo y del medio ambiente.

En este sentido, las autoridades sanitarias deben buscar fórmulas para que la protección de la salud de los individuos y sus comunidades exista, al mismo tiempo que las actividades económicas vuelven a estar presentes. Nuevas miradas se deben considerar y sobretodo dar paso a la innovación. Esta Pandemia es una oportunidad de cambio positivo como sucede con el desarrollo acelerado de actividades educativas a distancia; ventas y reparto a domicilio del sector productivo; nuevas plataformas de servicios centradas en el individuo pero prescindiendo del contacto físico, modernización del estado en múltiples plataformas que hoy permiten acceder a ellas sin necesidad de concurrir a una aglomerada oficina (del registro civil por ejemplo).

Por otra parte, las autoridades sanitarias deberán ser activos en monitorizar el comportamiento de los contagios y tomar medidas preventivas y correctivas si se detectan brotes. De esta forma, tendremos un período progresivo de observación del impacto (costo/beneficio) de ciertas medidas, con diseño de pilotos y luego masificación de los que resulten exitosos.

¿Qué se espera a corto plazo en la Región en términos de salud?

Un retorno gradual a las actividades previas a la pandemia, pero con un sistema de Testeo, Trazabilidad y Asilamiento (TTA) robusto y eficiente. La idea de rediseñar ciertos espacios para reducir el riesgo de contagio, pero al mismo tiempo detectar oportunamente los brotes para que se contengan y no debamos asistir a situaciones complejas como las expuestas en Europa y Estados Unidos (hay que recordar que Italia, España, Francia e incluso Alemania, al enfrentar la semana siete estaban con medidas de aislamiento más intensas que las nuestras y los resultados no fueron los esperados).

¿La región está lista para regresar a la “nueva normalidad”?

Creo que este supuesto regreso, será como el retorno de Ulises a Itaca, progresivo y generando nuevos aprendizajes en cada paso. Con un trabajo conjunto de los todos los actores sociales, aplicando medidas preventivas (como el distanciamiento físico, la mascarilla y el lavado de manos) y trabajando con la ciudadanía desde un enfoque de salud comunitaria y familiar de t al forma de ir educando en el autocuidado y la detección precoz de síntomas sugerentes de COVID-19. Por supuesto que tal como lo sugiere la leyenda de Ulises, cuando arribemos a nuestro destino (la nueva normalidad) esta será, probablemente, distinta a la forma de interactuar que conocíamos previo a la Pandemia. En este sentido y siguiendo las ideas de varios expertos en resolución de crisis y conflictos me parece que podemos salir fortalecidos como Región y País si somos capaces de actuar con mayor empatía, fraternidad y justicia. Aquellos que poseen más herramientas y recursos, deberán ponerlas al servicio de la comunidad para apoyar a los desfavorecidos.

También, como país tendremos que discutir y resolver si la forma actual de financiamiento de la salud, es la mejor posible o si es factible avanzar a un sistema universal que funcione como seguro para todos los chilenos y dispongamos de seguros complementarios para quienes deseen y puedan financiarlos.

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