Maternidad en primera persona

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Boletín No. 36

Mayo de 2017

BOLETÍN DE LA ASOCIACIÓN MEXICANA DE TERAPIA FAMILIAR, A.C. Relatos y reflexiones sobre la equidad de género en la crianza de una hija adolescente | Desde la trinchera de la maternidad | Estudio de Casos | Próximos Eventos

EDITORIAL En esta ocasión y como referencia del pasado día de las madres, recurrimos a dos compañeras terapeutas familiares, quienes nos comparten sus reflexiones entorno a su vivencia de ser mujeres, madres, terapeutas familiares y estudiosas del género y el feminismo, cada una de esas dimensiones en su día a día, en su práctica profesional y sobre todo, en su vida personal; en el convencimiento de que hay diversas formas de ejercer la maternidad, estas reflexiones nos están invitando a considerar que las ideologías normativas y totalitarias que construyen un tipo de mujer y un tipo de maternidad han sido rotas para dar paso a las opciones que ellas, las mujeres que son madres, materializan de acuerdo a sus contextos y sus elecciones, parafraseando lo mencionado por Celia Amorós, sin cuestionar las decisiones individuales de una mujer, si no, comprender las razones que les llevan a tomarlas.

Hugo Gómez Hernández Editor
 amtfboletin@gmail.com

RELATOS Y REFLEXIONES SOBRE LA EQUIDAD DE GÉNERO EN LA CRIANZA DE UNA HIJA ADOLESCENTE Rosa María Calvo Armendariz

Me embaracé a los 17 años de edad, mi hija nació 10 días antes de que cumpliera 18 años de edad. El progenitor de mi hija era mi vecino, fue mi primera relación duradera e importante, de 2 años. Oculté mi embarazo a mis padres, hermanos y la mayoría de mis amigos durante 6 meses. Cuando mi mamá descubrió que estaba embarazada al abrir la cortina de la regadera para ver cómo me había quedado el cabello que me pintó, él se alejó. No colaboró con los gastos del embarazo, nacimiento, y en los casi 18 años de vida de mi hija Lili. A los dos años de que se alejó y que también yo no lo acepté cerca las pocas veces que me buscó, se casó por el régimen civil y religioso, y tiene tres hijos. Lili lo conoció cuando tenía 6 años de edad, porque una terapeuta educadora sexual me asesoró cómo manejar la situación con mi hija, quien a esa edad me dijo que quería conocerlo. Así que lo busqué y le expresé <<Lili te quiere conocer, te pido que sea en un lugar público y yo estaré presente>> y cuando se conocieron precisé frente a mi hija <<Puedes verla en lugares públicos y estando yo presente. Y puedes llamarle por teléfono>>. Después se vieron dos veces más porque lo busqué debido a que Lili quiso verlo. Las dos veces que se vieron él le dijo que no la podía ver seguido porque vivía en provincia, a los pocos meses lo vi y descubrí la mentira, así que de manera firme le dije <<no vuelvas a mentirle a mi hija. Si no deseas verla no lo hagas pero no le mientas jamás>>. Y efectivamente no se volvieron a ver, no la buscó, no contestó llamadas, no respondió a un recado y carta que le dejé con su mamá. Poco tiempo después su esposa me habló por teléfono porque pensaba que teníamos una relación, le contesté que teníamos una 1


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hija pero que no teníamos una relación, que yo no lo tenía en un buen concepto como hombre y pareja. Sin embargo, después de la llamada de su esposa fue como si se lo hubiera tragado la tierra, no volví a saber de él.

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Terminé la preparatoria con permiso de asistir los últimos tres meses embarazada, solo ausentarme una semana, y presentar los exámenes finales. Inicié la Licenciatura en Psicología en la UNAM FES Iztacala cuando mi hija tenía 6 meses, la terminé cuando tenía 4 años y medio, y me titulé cuando tenía 6 años. Inicie la Maestría en Psicología en la Residencia en Terapia Familiar en la UNAM FES Iztacala cuando mi hija tenía 10 años, la terminé cuando tenía 12 años, y me titulé cuando tenía 16 años. Durante éstos 18 años he tenido tres o cuatro trabajos al ser única proveedora. He laborado como terapeuta, docente, psicopedagoga, y encargada de recursos humanos. Hasta que Lili cumplió 10 años vivimos con mis padres, y desde hace 8 años vivimos en nuestro propio espacio, en un departamento que rento. Los años que viví con mis papás recibí su apoyo en la crianza y cuidados de Lili, lo que me permitió estudiar; aunque también durante todos esos años mi hija presenció frecuentes y fuertes peleas, mi mamá era muy exigente conmigo y no me daba credibilidad como mamá. Desde que vivimos en nuestro propio espacio fue mejorando la relación significativamente entre mis padres y yo. Y desde que vivimos en <<nuestra casita>> se consolidó mi figura materna, se fortaleció la relación entre Lili y yo, pero Lili ha vivido el estrés y mal humor que me invaden cuando tengo exceso de trabajo; y la tristeza de intentos fallidos de relaciones de pareja donde predominaron relaciones no recíprocas, no equitativas e infidelidades. Hemos avanzado tanto y ha sido difícil. Fue un logro vivir en <<nuestra casita>> y mejorar la relación con <<los abuelos>>. Cuando tengo exceso de trabajo Lili me invita a tomar breves descansos para que salgamos a caminar o cenemos juntas; y disfrutemos el fin de semana realizando actividades creativas. Hubo una relación que fue crucial en mi vida, porque decidí que debía transformarme en mis relaciones amorosas, alejarme de las relaciones nocivas. Así que asistí a terapia, masajes y temazcales por un año. No me involucré en ninguna relación. Y 2


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actualmente tengo novio, cada quien vive en su casa, llevamos 10 meses; y aunque tenemos nuestros retos que resolver y hay aspectos personales que debo continuar modificando, es una <<relación diferente>> y de mayor <<conciencia>>. No sé si llegaremos a vivir juntos o no, y cuánto tiempo compartiremos el camino, pero he aprendido con pareja o sin pareja a disfrutar estar conmigo misma, mi hija, mi familia y amistades. Todos estos años me he enfocado a ser un modelo para Lili de estudio, disciplina, perseverancia, conciencia y mejora. He conversado al respecto con ella y ambas estamos de acuerdo con nuestros lados fuertes, las crisis que hemos pasado y cómo las resolvimos, y los retos que aún tenemos. Me he orientado a que mi hija tenga hábitos de estudio, alimentación, aseo personal, limpieza y administración del hogar, educación sexual, autoestima y relaciones nutritivas de noviazgo. ¿Cómo lograrlo?, pasando tiempo juntas, conversando, riendo, carcajeándonos, abrazándonos, diciéndonos <<te amo>>, viendo películas convencionales y no convencionales, patinando juntas, conociendo lugares, compartiendo la música que nos gusta; apoyándola en su gusto por tocar la guitarra eléctrica, y dibujar. Alguna vez, cuando Lili cursaba secundaria, asistimos a terapia familiar porque comenzamos a tener muchas peleas y nos estábamos distanciando, y nos ayudó demasiado, fue una buena decisión. Y desde todas éstas vivencias que comparto he avanzado hacia relaciones equitativas, y he sido modelo para Lili de lo que no se hace y se hace para construir una relación equitativa. Y le he dicho varias veces <<a pesar de que estamos buscando la equidad de género, habrá momentos en que tengamos choques entre el discurso tradicional machista y posmoderno de equidad, solo tomémonos tiempo para reflexionar, tomar conciencia, elegir y resolver”. Por supuesto que a veces Lili es sacudida por el pensamiento machista patriarcal al ver como las chicas lindas y de buen cuerpo son las más populares, o el miedo a que termine una relación de noviazgo por <<su culpa>>. Pero conversamos y avanzamos. También hablamos del feminicidio, relaciones sexuales protegidas, relaciones amorosas equitativas y nutritivas, temas políticos, libros y muchas pero muchas <<babosadas>> para reír mucho. Mi hija cumplirá éste mes 18 años, y a los 10 días yo cumpliré 36 años. Fue admitida en la UNAM y la UAM, así que antes de Julio elegirá dónde estudiará. Estoy muy orgullosa de ella. Hemos tenido momentos muy difíciles y los hemos superado, y también hemos vivido momentos hermosos. Así que mujeres e hijas, cualquiera que sea tu historia, no desistas, avanza hacia relaciones amorosas y cercanas madre e hija, y hacia la equidad de género. Rosa Maria Calvo Armendariz es psicóloga egresada de la FES Iztacala, UNAM, donde también obtuvo el grado de Maestra en Terapia Familiar, brinda acompañamiento terapéutico individual, de pareja y familiar, es profesora de asignatura en la licenciatura en Psicología en la Modalidad en Línea y a Distancia SUAyED, FES Iztacala.

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DESDE LA TRINCHERA DE LA MATERNIDAD Leticia Muñoz Arreola

La maternidad es un aspecto en mi vida que a pesar del paso del tiempo y de las experiencias no termina de definirse, es ese aspecto con el cual constantemente hay que dialogar, replantear y poner en tela de juicio, ese que parece que se consolida y siempre le falta un poquito más, aunque al escribir esto no se si es la maternidad en si o mi obsesión la que me lleva a su constante escrutinio. Considero pertinente contextualizar un poco sobre los orígenes de mi relación con la maternidad pues desde mi propia historia nunca ha sido tradicional, debo mencionar que soy producto de varias maternidades que decidieron realizar labores de amor y cuidado hacia mí; sin estar obligadas por la biología. Cada una de esas mujeres me enseñó la diversidad que existe en la demostración de afectos a través de formas muy peculiares de ser madre, aunque debo reconocer que todas ellas compartían la visión de la maternidad como un fin de vida, digno de sacrificio, central en sus vidas e indicador de éxito de su femineidad. Por otro lado crecí rodeada de otras voces que aunque tenían matices tradicionales de igual forma eran desafiantes y provocadores a reinventar mi identidad femenina. Esas voces me alentaban a pensarme capaz, inteligente, confiada, a dudar, cuestionar, soñar, a pensarme como la única capaz de elegir mis “como” y mis “dónde”; de igual manera su discurso transmitía la elección como un eje transversal e ineludible de la maternidad. En fin crecí con el privilegio de educarme dentro del ámbito público ajena a las labores del hogar y con la constante de decidir, pues a pesar de lo opuesto de las voces que me rodeaban, la disputa quedó en ellos; y cada parte decidió transmitirme lo mejor de sus posturas. Aunque creo que se permearon más de lo que aún logro distinguir, pues a “temprana edad nació en mí el deseo de experimentar el ser madre”, lo pongo entre comillas para aclarar que no hablo de ese elemento denominado instinto maternal, sino de esa fantasía social de lo que implica la maternidad; sin embargo los estudios se me atravesaron y se pospuso ese proyecto hasta años más tarde. Cabe mencionar que cumplí los “requisitos socialmente aceptados para ser madre” tuve un largo noviazgo, un matrimonio tanto civil como religioso e inmediatamente me embarace. Debo reconocer que los requisitos fueron más un medio de satisfacer a mis seres queridos que un deseo como tal. Durante el periodo de gestación me acurruque en mi lado más tradicional deje todas mis actividades académicas y laborales para centrarme en el proceso de transformación que mi cuerpo y mente sufrían. Dedique el tiempo para leer, dormir, ver películas, nadar y elegir cada detalle que para darle la bienvenida a Diego, fue un tiempo que fui muy privilegiada de poder tomar, pues me ayudó a generar reflexiones que me daban seguridad sobre como sería mi versión de madre. Los 9 meses volaron y cuando menos me di cuenta estaba a punto de parir, escuchando discursos de enfermeras que criticaban mi intolerancia al dolor y que impedían que mi pareja estuviera presente en ese momento tan doloroso pero a la vez excitante para mí. Después de 9 horas de labor de parto, finalmente Diego nació y con él vino abajo todo 4


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lo reflexionado que tanta seguridad me daba, pues en esa versión faltaba incluir la visión de Diego y a su corta edad era difícil de obtener. Desde su nacimiento, miles de voces surgieron para decirme como debería de cuidar, educar y tratar a Diego, cada voz colocaba en mí expectativas duras, pesadas e inflexibles todas bajo la bandera de “ser una buena madre”. Las voces iban desde no dejar de cargar a Diego para evitar su llanto, hasta las duras críticas por mi deseo de regresar al ámbito laboral. La presión finalmente se acumuló y terminé explotando, estaba agotada de tratar de cumplir expectativas y ser una buena madre, por lo que mandé tod@s las voces al limbo y más allá. Entendí que la relación y el cuidado de Diego tendría que construirse en base a las necesidades y posibilidades de ambos. Elegir ser madre desde esa postura, no fue fácil, pues aunque yo lo tenía claro y explicaba a Diego, el mundo a su alrededor le pedía que su mamá se comportara de otra forma, que fuera más grande, más formal, menos hippie, dedicada en cuerpo y alma a él, menos amante de los libros, más dispuesta a seguir consejos y menos dedicada a sí misma; pues la mayoría de las madres de sus amig@s eran así, incluso sus propias abuelas y tías. Diego aprendió desde muy pequeño que su mamá adoraba su profesión, que siempre estaba buscando que aprender, que tenía el mismo derecho que él a descansar, tener amigos, soñar, divertirse y decir no; desde pequeño supo que el hogar es un espacio que es responsabilidad de tod@s l@s que le habitan por lo que había que contribuir a su cuidado, aprendió que así como su mamá invertía tiempo en sus actividades recreativas, en ocasiones era necesario que él acompañara a mamá a sus diplomados, clases o actividades laborales finalmente creo que la idea más fuerte con las que Diego ha tenido lidiar que para su mamá él no es su mundo; aunque si una parte muy importante. Creo que poder construir el lugar desde donde deseaba ejercer mi maternidad es un privilegio, y entiendo que a veces la situaciones de la vida ponen en la balanza de elección otras cosas; sin embargo en mí caso mi clase social, mi nivel educativo, mi red afectiva me ha permitido acceder tanto a oportunidades laborales como de cuidado que me han concedido seguir la línea que he trazado. No puedo decir que la forma en que he sido madre es la mejor, o la única en que debería hacerse, entiendo que Diego no es un indicador necesariamente de mi maternaje, pues tiene al igual que yo, la posibilidad de elegir que toma de lo que hay a su alrededor y de todos los que le compartimos nuestra visión del mundo. Lo que si creo es que la forma en que me he vivido como mamá me ha permitido mantenerme viva como mujer, desarrollarme profesional y laboralmente, lejana a la culpa, me ha permitido ser honesta con Diego y disfrutarlo en cada una de sus etapas. En los momentos decisivos mi idea antes que elegir entre ser mamá de Diego y algo más, ha sido buscar los ¿cómo? ambas elecciones pueden ser posibles. Aún no soy del todo sorda a las expectativas y criticas que hay a mi alrededor pero he aprendido a no perder en esas voces el rumbo, creo que nunca he tenido una idea de hijo para esculpir sobre Diego, he ido conociéndolo en el proceso y aprendido a valorar lo que miro y no en él, poco a poco me hago a la idea de que el mayor acto de amor hacia él, no es mi sacrificio, sino el sacrificio de lo que se espera que seamos, para generar una mirada donde desde nuestras particularidades ambos quepamos.

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Finalmente, una idea central en mi vida profesional ha sido la de incidir en mi contexto ya sea desde la terapia, la academia, el activismo o el feminismo en estos procesos he trabajado con otras mujeres en cuyas charlas he obtenido aprendizajes y reflexiones que han contribuido a pensarme y repensarme como mamá y mujer. Después de escribir estas líneas entiendo que mi maternidad es como un vitral conformado por cachitos de vidrio de variados colores los cuales he ido eligiendo, porque al final la maternidad no implica solo elegir ser madre sino también la libertad de crear el como serlo. Leticia Muñoz Arreola es maestra en terapia familiar sistémica egresada de la Facultad de Psicología. Psicoterapeuta feminista y conductora del programa de radio “Gafas Violetas” que se trasmite todos los martes por internet a través de la liga: https://www.facebook.com/gafasvioleta/

PRÓXIMOS EVENTOS • Instituto de Terapia Familiar Cencalli Diplomado en Terapia Familiar, modalidad en línea. Inicio: 19 de junio de 2017. Informes e inscripciones : 55640363 / 55642109 http://www.cencalli.edu.mx

• Instituto Crisol de Terapia Familiar (Sede Cuernavaca y Sede CDMX) Especialización en Docencia y Supervisión. Inicio: Agosto de 2017 Informes e inscripciones: 55988647 / https://www.institutocrisol.org

• Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia Maestría en Terapia Familiar. Inicio: 17 de agosto de 2017 (turno vespertino) y 18 de agoto (turno matutino). Informes e inscripciones: 56590504 / 55545611 http://www.ilef.com.mx

• Instituto Personas Diplomado en Familia y Pareja. Inicio: 8 de junio de 2016 Informes e inscripciones: 56115520 / 56150173 http://www.institutopersonas.org

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