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Balvanera

Pláticas servidas a la mesa

Balvanera

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IG: @balvanera.mx que cada ciudad importante del mundo cuenta con uno en operación. En el medio gastronómico son espacios muy apreciados, pues se reconoce que muchos de ellos han hecho grandes aportes a la coctelería, al ser lugares en los que se fomenta la experimentación. La forma en que se accede a estos lugares, muchas veces, es por recomendación. Y algunos casos emblemáticos, como el Milk & Honey en Nueva York, ni siquiera ofrecen su dirección en su sitio web.

Balvanera es un espacio pensa do para platicar mientras los invitados cocinan juntos guiados por la experiencia de artistas dentro y fuera de la cocina con la intención de extender la conversación a la mesa mientras se come y dialoga a partir de lo cocinado. Localizado a unos pasos del Jardín Guerrero, esta casa alberga eventos como pop-ups, clases para conocer los procesos detrás de platillos tradicionales o talleres de técnicas como la elaboración de pasta, todos a cargo de algunos de los chefs más destacados de la gastronomía queretana contemporánea . Su meta es facilitar el acceso a la buena comida, invitando a amigos a una experiencia única donde la gente se sienta cómoda y bien cuidada mientras se comparten las bondades de la cocina y la mesa. Un espacio no solo para personas que cocinen como profesión, sino también para artistas que puedan hacerlo, cocinando y platicando a propósito de un tema.

Balvanera es un espacio pensado para platicar mientras los invitados cocinan juntos guiados por la experiencia de artistas.

Cuando supe de la existencia de Soul Kitchen, me di a la tarea de investigar sobre el lugar; hice una consulta rápida en Internet y pronto me aparecieron sus redes sociales y un teléfono de contacto. En Facebook e Instagram se puede consultar el calendario del mes, es decir, los días que estará disponible el servicio, el cual es «solo bajo reserva».

Me puse en contacto, vía WhatsApp, solicitando un reser- vación para dos personas; la respuesta se dio pronto, y a través de mensaje nos pusimos de acuerdo en el día y la hora: miércoles a las 8:00 p. m. Por la misma vía se me compartió la ubicación del lugar y las indicaciones generales: estacionarse en algún lugar cercano y mandar un mensaje al estar en la reja para que pudieran bajar a abrirme. En caso de cancelación, se pide que sea 48 horas antes, pues «al ser tan chico el espacio, tenemos los lugares y la comida contada para las personas que nos visitarán», se lee en el mensaje. También me compartieron el menú, el cual es relativamente pequeño: cuenta con solo dos opciones de entradas, tres opciones de ramen y una opción de postre. Todo suena apetecible al leer las descripciones.

Cuando estuve en la puerta, mandé un mensaje indicando que había llegado; en poco tiempo tuve

¿QUÉ ES EL RAMEN?

El ramen, que llegó de China a Japón en el s. XIX, es un cuenco de sopa de deos de trigo con un caldo muy aromático servido con distintos ingredientes encima. Puede ser una sopa caliente, fría, vegetariana, picante o dulce: el tare (una salsa concentrada) se disuelve con el caldo caliente al fondo del cuenco, donde se añaden los deos recién cocidos rematando con una mezcla de ingredientes y condimentos.

Como ya conocíamos el menú, mi compañera y yo pedimos «ramen de camarón cantinero».

respuesta. Nos abre una mujer, en los 30, de nombre Alina, ataviada con ropa de cocina, quien con una sonrisa amable nos da la bienvenida y nos guía por el interior del edificio hasta llegar al comedor. Es un departamento adaptado con todo lo necesario para que unas dieciocho personas puedan comer en el lugar al mismo tiempo: hay dos mesas pequeñas en las que se pueden sentar entre dos y cuatro personas, al lado hay una mesa más grande donde probablemente se pueden sentar unos ocho o diez visitantes. Junto a la pared hay una pequeña barra que, calculo, puede albergar a otros tres o cuatro comensales. En el lugar, ambientado con una luz ámbar tenue, suena música ligera de fondo, dándole una sensación acogedora.

Una joven pareja ya se encuentra en el comedor consumiendo sus alimentos, mientras platican animadamente; Alina aprovecha para preguntarles si necesitan algo más y nosotros nos acomodamos a un costado, en una de las mesas pequeñas. Frente a nosotros, en una esquina, hay una pequeña pizarra con la lista de bebidas disponibles; elegimos un par de cervezas. Como ya conocíamos el menú, mi compañera y yo pedimos «ramen de camarón cantinero», platillo hecho —de acuerdo con la descripción— con caldo de camarón, jengibre, pasta udon, nori, limón real y camarones enteros fritos en mantequilla, ajo, cebolla y especias. Alina nos advierte que los camarones son grandes, para pelar, y hace el señalamiento porque, explica, a algunas personas «no les gusta usar las manos para comer»; no es nuestro caso, y mantenemos la elección original.

Tras una breve espera llegan a nuestra mesa un par de platones cuidadosamente presentados, con sus ingredientes más visibles separados en la superficie: cebollín, granos de elote, germinados de soya y un poco de papas fritas forman un mosaico de colores que, sin duda, invitan a disfrutar de un buen bocado. Separo un par de palillos y comienzo a mezclar la pasta; la vista no desentona con el sabor y el ramen sabe tan rico como luce; busco la mirada de mi pareja y la encuentro sonriendo mientras da un gran bocado a su ramen. A ella también le ha encantado. La velada transcurre entre risas y plática casual.

El ramen sabe tan rico como luce; busco la mirada de mi pareja y la encuentro sonriendo mientras da un gran bocado a su ramen. A ella también le ha encantado.

La pandemia como

Aunque Soul Kitchen comenzó como una dark kitchen en tiempos de pandemia, Alina Alcántara, chef y creadora del concepto, prefiere pensarlo, actualmente, como un comedor privado, inspirado en el tiempo que vivió en Nueva York, donde este tipo de espacios, señala, se han convertido en algo común.

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