Huellas de la reclusión de Licúa Espinoza Nieto (Colectiva Editorial Hermanas en la Sombra)

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Huellas de la reclusiรณn Identidad y vida cotidiana de mujeres ex reclusas en el Estado de Morelos

Lucia Espinoza Nieto


Tesis para obtener el grado de Maestra en Imagen, Arte, Cultura y Sociedad

_______________________________________________________________ Presenta

Licenciada en sociología Lucia Espinoza Nieto

_______________________________________________________________

Directora de tesis

Dra. Lilián González Chevez

Asesora

Dra. Marta Caballero García

_______________________________________________________________ Universidad Autónoma del Estado de Morelos, Cuernavaca Morelos

2014

Diseño de cubierta: Lucia Espinoza Nieto


Índice Introducción

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Capítulo 1 Género, Identidad y vida cotidiana en las mujeres ex reclusas

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1.1 El género y la experiencia desde Joan Scott

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1.2 Identidad

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1.2.1 De la identidad personal a la identidad del yo

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1.3. Vida cotidiana y espacio doméstico

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Capítulo 2 Sistema penal en México y mujeres en reclusión

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2.1 El sistema penal en México y sus antecedentes

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2.2 Los centros de reclusión en el Estado de Morelos

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2.3. La reclusión femenina

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2.4. El Centro Femenil de Readaptación Social de Atlacholoaya

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2.4.1. Colectiva Hermanas en la Sombra, espacio libre al interior del CERESO de Atlacholoaya: construcción de identidades, dentro y fuera de la cárcel 59

2.5. Antes, durante y después del encierro

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Capítulo 3 Los relatos de vida y la fotografía como herramienta de investigación social 79

3.1 El relato de vida antes, durante y después del cautiverio: usos y aplicaciones. 79

3.2 La fotografía como herramienta de análisis en la investigación social 3.2.1 La intervención: la fotografía en las ciencias sociales

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Capítulo 4 El relato visual: identidad y vida cotidiana de cuatro mujeres ex –reclusas

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4.1. El caso de Rosa Salazar

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4.2. El caso de Leo Zavaleta

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4.3. El caso de Olga

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4.4. El caso de Catalina

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Conclusión

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Bibliografía

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Anexos……………………………………………………………………………………162

Serie fotográfica Huellas de la reclusión………………………………………… 146


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Introducción

Reintegrarse después del encierro, transitar por la calle, habitar el mismo espacio con la familia, abordar el transporte público, moverse de un lugar a otro en busca de empleo y adaptarse a la libertad, es parte de un análisis que de manera general se plantea en la siguiente investigación. Partimos de la pregunta: ¿Qué identidad adquieren las mujeres ex reclusas y como la reproducen en su vida cotidiana? el análisis que antecede a la respuesta de esta pregunta es el objetivo principal del siguiente trabajo que tiene que ver con el género, la identidad y la vida cotidiana de estas mujeres. La presente tesis constituye la exploración de cuatro estudios de caso: Rosa, Leo, Olga y Catalina. Cada una con un delito diferente y con un tiempo en la cárcel distinto, que varía entre los cuatro y los veintiún años de sentencia.

Partimos del supuesto de que las mujeres ex reclusas construyen su identidad a partir de su experiencia que en palabras de Joan Scott, son los hechos que transcurren en la vida de las mujeres a partir de la diferencia, y que las dota de agencia frente a la sociedad misma, el cruce entre sus conceptos de experiencia y género, nos dan la pauta para adentrarnos a lo que posteriormente explicamos desde la miscrosociología y la corriente del interaccionismo simbólico de Erving Goffman (2010), la identidad, y los aspectos que la integran para su explicación en la vida de las mujeres que salen de prisión en el sentido de la interacción social con el otro y la visión de ellas mismas frente al mundo.

Otro aspecto importante tomado en cuenta es el concepto de vida cotidiana que es abordado de la fenomenología de Alfred Shütz (1974) y el del constructivismo de Peter Berger y Thomas Lukhmann (2006), el cual retomamos y relacionamos con el concepto de espacio doméstico, como aquél que determina las prácticas de adaptación de las mujeres ex reclusas. Para ello, abordamos los planteamientos de Alicia Lindón (2000) sobre espacio- temporalidad y a Beatrice Collignon sobre el espacio doméstico, que también se vuelve importante en la vida cotidiana al ser el primer espacio vivido por las mujeres al salir de la cárcel.

Para dar una visión del contexto en el que se encuentran plateamos el capítulo dos, primero con aspectos generales de la reclusión a nivel nacional, después con información más centralizada en el Estado de Morelos, antecedentes del problema, así como las situación de las mujeres en las cárceles del país y las circunstancias concretas del Área Femenil de Readaptación Social en Atlacholoaya Morelos, así como una descripción detallada del espacio y la labor de la Colectiva Hermanas en la


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Sombra como actoras fundamentales en el empoderamiento de las prácticas sociales de varias mujeres escritoras al interior de la prisión.

Como apartado fundamental en este capítulo abordamos tres fases importantes en la vida de las mujeres ex reclusas, el antes, durante y después del aislamiento, como parte medular para el entendimiento del problema de investigación. La primera fase tiene que ver con experiencias anteriores a la cárcel, que pueden ir de la infancia a la vida adulta y a su vez cómo estas son construidas desde su situación biográfica; el durante, trata en general de su vida cotidiana en prisión y finalmente el después donde mostramos estudios que tienen que ver con esta temática, investigaciones en otros países sobre la situación de la ex reclusión, los hallazgos y posibles soluciones gestadas en políticas publicas desde América del Norte, Australia y España.

El capítulo tercero que aquí presentamos nos adentra a las cuestiones metodológicas para el análisis de nuestro objeto de estudio, las mujeres ex reclusas, que figura como cualitativo, nos permite utilizar el método de los relatos de vida desde la etnosociología, propuestos por Daniel Bertaux (2005) centrándonos en la experiencia de las mujeres antes, durante y después de prisión. Del mismo modo, utilizamos a la fotografía como herramienta de análisis para la vida cotidiana y el espacio doméstico, en el sentido de que los espacios pueden ser visibles y analizables utilizando la palabra a la par de la imagen, aquí las fotografías capturadas fueron espacios rastreados por los relatos de vida y elegidos por las ex reclusas, así como los objetos que cada una representaba en las imágenes de sus espacios cotidianos.

La relación con las cuatro mujeres que constituyen el corpus de este análisis se estableció gracias a la Colectiva Editorial Hermanas en la Sombra quienes trabajan para promover la lectura, la escritura y el arte de las mujeres en prisión, Rosa y Leo, son escritoras e integrantes del mismo, Olga y Catalina fueron contactadas por el método bola de nieve, el cual se aplica con el enlace de una mujer con otra, de ese modo se logró el contacto y la generación de lazos de confianza con todas ellas.

Por último, en el capítulo cuatro, realizamos el análisis de nuestras mujeres y su identidad, al articular los datos colectados en el trabajo de campo con los fragmentos de vida e imágenes fotográficas de sus espacios domésticos. La información obtenida en la investigación se muestra de forma dividida en el antes, durante y después de las mujeres, esto, para organizar y mostrar la información en forma detallada y con un seguimiento de la experiencia, con el fin de establecer un paralelismo entre la construcción de la identidad, la experiencia y la vida cotidiana de cada una de las mujeres aquí estudiadas. Realizamos el análisis de la vida cotidiana en el espacio doméstico de las mujeres, utilizando el método de análisis de la imagen de la


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Universidad Jaume I, de Castellón España (2004), que se centra en aspectos técnicocontextuales para estudiar a la fotografía en cuestión y el de Ronald Barthes, abordado en el capítulo tercero. Nos situamos en tres niveles de análisis, el contextual, el denotativo y el connotativo en el cual enlazamos lo rastreado en la imagen con lo planteado en la teoría y los relatos de vida.

De esta manera, los conceptos teóricos, los antecedentes, la metodología y las herramientas de investigación fueron delineando nuestra investigación, hasta dar con las huellas que en la vida de nuestras mujeres dejó la reclusión: procesos de empoderamiento, capacidad de agencia y nuevos roles sociales adquiridos en su paso por la cárcel.


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1. Género, Identidad y vida cotidiana en las mujeres ex reclusas

Si miramos la realidad de muchas mujeres en situación de ex reclusión nos podemos dar cuenta de los escasos frutos que ha tenido tanto el sistema penal, como sus métodos de reinserción social; la falta de servicios de salud, trabajo, vivienda y programas sociales de desarrollo, enfrentar la carga social de la reclusión y las desiguales oportunidades de empleo, son algunos de los problemas más recurrentes y que para ellas merma su posibilidad de bienestar al “regresar a la sociedad”.

No sólo las mujeres que salieron de la cárcel asumen esta realidad, sino que muchas otras homologan su misma situación1, lo que hace pensar en el problema como algo estructural que deja una enorme fractura en distintos ámbitos como el económico y social, donde la seguridad del vivir a diario para muchas mujeres se traduce en un sobrevivir y la seguridad que nos otorgan las autoridades judiciales se traduce en miedo de ser presa del cuestionable sistema de justicia penal, que como bien lo apunta la académica y activista Aída Hernández “(…) en México estar en la cárcel es casi un “accidente” que le puede suceder a cualquiera” (2012, p.11), del cual nadie está a salvo, a menos que se cuenten con los recursos económicos para asumir los gastos de un proceso penal que en nuestro país ya es negocio, al final corrupto, pues en la mayoría de los casos, las defensorías sólo se llevan a cabo si existen de por medio recursos para solventarlas.

Después de esto, si no se tienen los recursos para pagar un abogado, se cumple una condena en prisión, que en la mayoría de los casos es injustificada, y así pueden pasar meses o años con la incertidumbre de lo que pasa afuera, de los familiares y sobre todo los hijos que se quedaron (muchas veces) solos frente al mundo. Así las cárceles en nuestro país se van llenando de mujeres y hombres pobres, de personas que no pueden pagar su libertad, de las que no tienen noción de sus derechos humanos por no saber leer y escribir, o porque sólo comprenden su lengua indígena.

La criminalización se enfoca en los sectores más desprotegidos y se transforma en una política de criminalización de la pobreza que “convierte un problema político (resultado de la desigualdad económica e inseguridad social) en un problema de criminalidad” (Wacquant, 2010, p.180), y que el Estado por medio de el sistema judicial y penal se ocupan de “erradicar” para tener absoluto poder de aquellas y aquellos 1

En el sentido de la falta de oportunidades laborales y acceso a la educación, salud, vivienda digna y bienestar social de muchas mujeres que viven en situación de pobreza o pobreza extrema.


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“criminales”2 que lo único que buscan es sobrevivir a las carencias que emanan de la compleja distribución de los bienes materiales y económicos en nuestro país.

1.1 El género y la experiencia desde Joan Scott Muchas son las verdades de las mujeres que se encuentran viviendo en las prisiones de México, que además de ser presas de la criminalización por su condición, asumen una condena compartida, es decir, los delitos cometidos por algunas son el resultado de las relaciones de poder que se gestan con la pareja pues son efectuados o inducidos en su compañía; otras verdades como la masculinización de las cárceles en espacios hechos exclusivamente para hombres perpetua la posición del deber ser de la mujer en la sociedad, es decir, en los espacios carcelarios muchas de las labores readaptantes se asumen como propias del sexo femenino, con la elaboración de ropa, manualidades, etcétera. Otra realidad que marca a las mujeres en prisión (en comparación con los hombres) es el abandono por parte de la familia. En el Centro Femenil de Re-adaptación Social de Atlacholoaya en donde se encuentran detenidas 206 mujeres, 15 de las cuales tiene hijos menores de edad, sólo un 40% de las mujeres recibe visitas en contraste con un 70% de los hombres del área varonil (Hernández, 2013, p.11) y en otro estudio realizado en el D.F. en la Centro femenil de readaptación social en Santa Marta Acatitla, el 60% de las mujeres en prisión refirieron no haber recibido visitas durante el último mes, de modo que resulta mayor el índice de abandono a diferencia de los varones (Galván et. al., 2006, p. 69; Mejía, 2012, p. 70).

La cuestión de las mujeres en prisión, es un tema que no se puede dejar de lado en esta investigación, por lo que la abordaremos más a detalle en el segundo capítulo incluyendo algunos de los casos de estudio que presentamos, pues es una visión de lo que pretendemos mostrar como punto central y foco para el entendimiento de las mujeres que salen de prisión.

Lo que se busca en las páginas siguientes, es mostrar de que manera, se puede problematizar la cuestión de las mujeres ex reclusas desde el género, la identidad y la vida cotidiana, teniendo como hilo conductor, la relación entre ambos conceptos para el análisis de lo que pasa con ellas al salir, pues consideramos que vivir en la cárcel para algunas mujeres, es adquirir una experiencia que marca e integra una parte de su identidad al salir de prisión.

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Cuando se habla de criminales entre comillas es para referirnos a todas aquellas personas injustamente castigadas con prisión y víctimas de la criminalización de la pobreza.


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En ese sentido, el tema de las mujeres ex reclusas es indisociable del género, pues desde aquí podemos entender cómo muchas de las prácticas tanto institucionales como propias del ser mujer, engloban la forma de representar, vivir y apropiarse de la libertad (con todo lo que ello implica, es decir, desde una libre autonomía del espacio como del tiempo, en el sentido más básico de la vida cotidiana) después del encierro.

Al tratar de comprender este tema surgen interrogantes como ¿Cómo las mujeres se apropian de la libertad al salir de prisión?, ¿Existe una apropiación?, las cuales se pretenden comprender al cruzar ex reclusión con el género, es necesario partir del lenguaje, de cómo nombramos lo que vemos, y lo que oímos, por ejemplo “mujer” y su reconocimiento en la sociedad, Joan W. Scott historiadora estadounidense, problematiza esta cuestión al incluir “sujeto” en el lenguaje para definir a las mujeres, tanto en la historia como en el contexto social (Scott, 2001, p.66), para ella, incluir a las mujeres en la historia como sujetos no apela a hacer una historia del género y, al mismo tiempo, hablar de género no significa hacer una historia de las mujeres, lo que ella pretende es explicar la interrelación de la diferencia de sexos en las relaciones sociales y no tanto el antagonismo entre ellos sino su interacción social y humana.

Me preocupa la fijación exclusiva en las preguntas acerca del sujeto individual y la tendencia a reificar subjetivamente el antagonismo originado entre hombres y mujeres como la cuestión central del género. Además, aunque exista una apertura en cuanto a la forma en que el sujeto se construye, la teoría tiende a universalizar las categorías y relaciones de lo masculino y lo femenino (Scott, 1988, p.60).

Nombrar y tomar a las mujeres como sujeto es dotarlas de agencia, con elección sobre sus decisiones en sentido social, diferentes a los hombres en su parte biológica, pero con el mismo significado en la reproducción social3. Nombrar a las mujeres que están en la cárcel y las que salieron, es dotarlas en cierto sentido de la vez que fue muchas veces desde la infancia, silenciada por varios aspectos, el sistema patriarcal en la familia y con ello la sumisión, la obediencia, subordinación y dependencia.

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Michell Foucault por su parte en “Las palabras y las cosas” también problematiza el significado y el significante de lo que nombramos, realiza un detallado análisis en sentido filosófico del cómo, cuándo y quien nombra las cosas, al mismo tiempo de cuestionar el poder y quien lo ejerce en los significantes sobre el mundo que nos rodea, en este sentido podemos situar “mujer” dentro de su análisis crítico para entender quien y porque somos nombradas de esa forma, algo que tiene que ver con distintas cargas simbólicas que a lo largo del tiempo nos han erigido en una posición (en sentido de Scott), de diferencia ante los hombres y de sumisión , debilidad, delicadeza y procreación (Foucault, 1991).


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La inclusión en nuestro discurso del significado “ser mujer” y en específico ex reclusa como sujeto, puede partir de la categoría de género que propone Joan Scott, la cual se compone de dos elementos clave, el primero desde la diferencia sexual y el segundo desde el poder, los cuales se relacionan pero son distintos en la forma de como los articulamos para comprender la realidad, el primero trata de explicar cómo la diferencia sexual interviene en distintos ámbitos de las relaciones sociales, desde lo simbólico, hasta la identidad; la segunda entra cuando surgen cambios en la organización de las relaciones sociales, los cuales tienen que ver con cambios en las representaciones de poder.

Nos centraremos en el primer elemento de Scott, pues esquematiza el proceso de construcción de las relaciones de género basadas en la diferencia, y más que estudiar las representaciones del poder para las mujeres ex reclusas, (que es también un tema importante), nos ocuparemos de explicar cómo se pueden estudiar desde el género, las relaciones sociales y la diferencia.

Es primordial retomar a Scott por dos razones, la primera, porque contribuye al entendimiento del discurso en el cual se erigen no sólo aquellos seres humanos con una condición sexual distinta a la establecida por discursos hegemónicos de poder como la heteronormatividad o las relaciones sociales con base en la familia nuclear, sino a la comprensión de las prácticas sociales de aquellas mujeres que se adscriben (por medio del Estado) como mujeres transgresoras de la ley en algún momento de sus vidas, que cuando salen de prisión buscan en su cotidianidad, una forma de vivir, mujeres con capacidad de agencia frente a las estructuras sociales del contexto actual. Este entendimiento se basa en su experiencia y lo que han vivido las mujeres antes, durante y después de la cárcel.

La segunda razón es porque en Scott, podemos encontrar la base del argumento feminista sobre la categoría de género donde parten planteamientos importantes al


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tema4 y muestra con nitidez su método de análisis para explicar la condición de la diferencia sexual y la exclusión femenina que parte de su relación con lo femenino basada en jerarquías de poder erigidas por el lenguaje, al nombrar las cosas a partir de un discurso normativo, todo esto bajo la lupa de lo que opera en los procesos sociales y en la organización social.

En las discusiones de Scott sobre el género como “elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos” (Scott, 2013, p.289) identifica cuatro elementos interrelacionados entre sí para comprender la diferencia entre lo femenino y lo masculino; en las mujeres ex reclusas ocuparemos estos cuatro elementos junto con lo que Scott propone como experiencia, que incluye en su discurso a principios de los noventa para entender la relación entre feminidad e historia.

Abordaremos cómo la experiencia desde los planteamientos de Scott, intercede y se relaciona con los elementos de su categoría de género, esto con el fin de dar justificación a lo que más adelante será nuestra metodología de análisis, pues partimos

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Desde el siglo pasado, la discusión sobre el género ha tomado un papel importante en la construcción ideológica de distintas pensadoras alrededor del mundo, en las últimas décadas estas discusiones se han caracterizado por pertenecer a diferentes corrientes de pensamiento guiadas por una amplia relación con el contexto que cada teórica discute. Así, Scott como historiara, es una de las pioneras en problematizar la cuestión femenina en interrelación con el género y la diferencia entre sexos en los años ochenta, y abre el camino a diferentes discusiones sobre el tema, así como la critica a los sistemas conceptuales occidentales de cómo definir a las mujeres en la actualidad, es debido a dichas críticas como surgen las corrientes del feminismo poscolonial y posmoderno que vienen por la necesidad de explicar los nuevos contenidos a los fenómenos sociales que tienen que ver con el género, el contexto, los nuevos movimientos sociales, políticos, la economía global, la experiencia identitaria, étnica o nacional, son rasgos que también impulsaron a mirar este concepto desde otras perspectivas teorías como en el feminismo poscolonial que se centra en descolonizar la mirada sobre la identidad de género desde países como América Latina, es aquí donde surgen las discusiones de autoras cómo Marta Lamas que afirma: “el género tiene que ver con una construcción socio-cultural, pues no es lo mismo el sexo biológico que la identidad adquirida a partir del género” (2013, p.111) o como Marcela Lagarde cuando menciona que “La condición de las mujeres tiende a ser una cuestión genérica en circunstancias históricas de vida, donde existen relaciones de producción y reproducción social que tienen que ver con la clase social, el tipo de trabajo y el acceso a los bienes tanto materiales como simbólicos cómo la lengua, religión, adscripciones políticas e ideológicas, edad, preferencias sexuales, subjetividad individual, costumbres y tradiciones” (Lagarde, 1999, p.2) y Aida Hernández cuando habla de las mujeres indígenas: “Contrastando la experiencia de hombres y mujeres indígenas frente a la justicia comunitaria con la experiencia que tienen ante la justicia estatal es evidente que tanto el derecho positivo como el llamado derecho indígena reproducen y refuerzan las desigualdades de género” (Hernández, 2013, p.45 ). Podemos observar que la visión del feminismo poscolonial se ocupa de descolonizar al género mirando más hacia los contextos locales y regionales. Por otro lado en el feminismo posmoderno teóricas como Judith Butler llevan la batuta al entenderlo a partir de nuevas identidades sexuales, donde la construcción cultural de los sujetos toma sentido en la medida de sus significantes en las diversas formas de expresión de la sexualidad. El discurso de Butler se centra sobre la reflexión de: “no es posible distinguir entre sexo y género” (aseveración que contradice a Joan Scott, pues sugiere que “los sexos” y su diferencia son parte medular del género, marcando una ideología de como pensar las identidades trastocadas por el género en las relacione sociales). Se recomienda ampliamente revisar el artículo de María Luisa Tarres (2010) “A propósito de la categoría género: leer a Joan Scott” en la revista Soc. e Cult. Goiânia, v. 15, n. 2, de las páginas 383 a la 385, para saber más sobre las distintas posturas de la identidad de género.


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de los relatos de vida, la experiencia y lo contado por las mujeres ex reclusas, para comprender su actuar en la sociedad.

Consideramos que con la experiencia podemos visibilizar la situación de las mujeres, así como sentar las bases del análisis de su identidad a partir de sus significaciones individuales y colectivas en relación con la sociedad, por consiguiente la experiencia se puede entrelazar con el género para entender la realidad, y más que hacer un intento por historizar (como lo busca Scott con la experiencia para el análisis de los sectores excluidos) a las mujeres ex reclusas, lo que buscamos es visibilizarlas como constructoras de conocimiento sobre otras mujeres con su misma experiencia.

La experiencia en términos de Scott, es la explicación de lo vivido en relación directa con la reproducción, transmisión y comunicación del conocimiento dado a través del lenguaje, lo visual y lo visceral (Scott, 2001, p. 46), juega un papel muy importante en el análisis de la realidad actual, así como de la historia, ya que es el punto de partida para explicar de forma crítica al sistema ideológico que enmarca los conceptos en una sola realidad como identidades inmutables por ejemplo (mujer, hombre, indígena, migrante, reclusa, recluso, homosexual, lesbiana, heterosexual, madre, trabajadora, etcétera.) al tomar la experiencia vivida por cada una de estas voces, se tendrá una visión distinta, ya que el investigador/ra no puede encarnar lo vivido como los hacen los sujetos a los que se estudia, cada uno/a a partir de la experiencia, se inscribe en un espacio, tiempo y contexto determinado por su constitución individual o colectiva. Con la experiencia podemos marcar la pauta de las premisas que integran lo que estos conceptos significan, y en la identidad definir cómo operan, la causa y origen de los grupos llamados por Scott diferentes, al introducir la experiencia, es cómo podemos explicar la identidad y la vida cotidiana de las mujeres ex reclusas5.

Así que, en la medida de conjugar la experiencia con: los símbolos culturales (a los que las mujeres se adscriben, por ejemplo, lo no normativo para ellas y su significado, lo que para ellas representa el rol que desempeñan (madres, jefas de familia, esposas o hijas)6, su experiencia en relación con las instituciones y organizaciones sociales, como la familia, el trabajo, la economía y la política. Es 5

Considerar la experiencia de las mujeres es a lo que De Laurentis asemeja como el proceso de “asumir sujetos fijos y autónomos, considerándolos fuentes confiables de un conocimiento que viene del acceso a lo real por medio de su experiencia” (Scott, 2001, p. 53). 6

Lo normativo se refiere a lo nombrado por la ciencia y por el hombre. Entender el mundo a partir de lo no normativo es partir de nuestro propio entendimiento sin restricción de lo que pauta la moral o lo socialmente establecido.


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indispensable incluir la experiencia de lo vivido para establecer rasgos de identidad, de las reclusas, y no sólo de ellas sino también a cualquier sector de la población en condición de vulnerabilidad y en palabras de Scott aquellos que se encuentran en el marco de la diferencia, de la desigualdad y de la subalteridad.

La experiencia en conjunto con el género, pueden sentar las bases para identificar los rasgos que distinguen a las mujeres en una sociedad marcada, por la diferencia, no sólo sexual, sino de clase, económica, cultural, ideológica, de raza, etnia y física. Muchas mujeres desde antes de entrar a la cárcel tienen una experiencia de vida marcada desde la infancia por acontecimientos que tiene que ver con el deber ser mujer que influyen en sus vidas adultas, con casos de violencia familiar, abuso sexual, etcétera.

Y para caracterizar ésta cuestión, el género desde la experiencia, puede constituir la identidad de las mujeres ex reclusas a través de lo vivido antes y durante su vida en la cárcel de acuerdo al contexto social de cada una, sus prácticas sociales y culturales, es decir, los eventos anteriores en su vida (como la infancia, adolescencia y juventud) y los rasgos adquiridos al interior de la reclusión.

La identidad de las mujeres no puede ser entendida a menos que se perciba al género como un componente en interrelación con otros sistemas de identificación en su mundo social ya que la vida cotidiana de una mujer fuera de la cárcel está definida por su rol socialmente construido, para entender cómo se entrelaza, género, experiencia e identidad, es preciso situarnos en lo que es la identidad de género que puede ser mostrada con la experiencia.

La vida antes y durante prisión va insertando rasgos identitarios en las mujeres recluidas, que además de ser sancionadas jurídicamente, son señaladas moral y socialmente por el entorno que las estigmatiza, sus prácticas delictivas son doblemente señaladas, primero por su mundo social inmediato (familia), y después por su mundo social secundario (amigos, compañeros de trabajo, etc.).

1.2 Identidad Las mujeres ex reclusas tienen una identidad transversalmente construida por sus experiencias pasadas y presentes, rasgos marcados en su vida desde la infancia,


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como es el caso de muchas mujeres indígenas7 en situación de pobreza que purgan una condena en prisión, donde su dimensión étnica juega un papel muy importante en la construcción de sus identidades al salir. En este sentido, ¿Cómo el género construye la identidad de las mujeres?, en el caso de las mujeres indígenas la etnia junto con el género son factores primarios para la construcción de su identidad aún en prisión.

Hablar de identidad étnica como pieza clave en el entendimiento de las ex reclusas es lo que nos puede ayudar a comprender su realidad, pues muchas de sus prácticas sociales antes de estar en prisión, se encuentran marcadas cultural y socialmente por su origen indígena8. En este sentido, la identidad étnica hace alusión a una identidad colectiva a la que se liga la personalidad individual por medio de estereotipos sociales (Manzanares, 1999), es decir, que las mujeres aun estando en prisión asumen rasgos identitarios propios de vida anterior, que en la mayoría de los casos y cómo se presenta en esta investigación, parte de la etnia y la clase.

Una mujer al ingresar a prisión conserva rasgos identitarios que adquiere durante toda su vida, y la experiencia en encierro sólo introduce características determinadas, a la identidad de las mujeres cuando salen de prisión. En la interacción social con las demás mujeres que vivieron el confinamiento, es como van adquiriendo experiencias de vida e incluyéndolas en su identidad.

En este sentido incluimos la identidad social para entender cómo se va construyendo la forma de ver el mudo, de la mujeres al salir de prisión, así, la identidad, como concepto que tomamos del interaccionismo simbólico, es el resultado de las inferencias que en los encuentros cara a cara se realizan a partir del conocimiento de categorías sociales, a las cuales se espera pertenezca el otro; al encontrarnos con un extraño las primeras apariencias nos permiten prever en qué categoría se halla y cuáles son sus atributos (Goffman, 2010, p. 14).

Erving Goffman señala dos vertientes en la identidad social: la virtual y la real. La primera se refiere al conjunto de expectativas y estereotipos atribuidos culturalmente a los sujetos con quienes interactuamos; creamos un modelo social del individuo y en el 7

Según el censo del la CDI para el 2006 de las 214,275 persona presas, 8 mil 767 eran indígenas (4% de la población penitenciaria); de los cuales 8,334 eran hombres y 383 mujeres. Aunque el número de mujeres indígenas presas parece bajo en contraste con las mujeres no indígenas, es importante considerar que muchas mujeres no declaran su adscripción étnica por temor al racismo y la discriminación que sigue marcando los espacios de la justicia Véase al respecto (Hernández, 2012) . 8

Tal es el caso de dos de las mujeres estudiadas en esta investigación, ambas de origen indígena que junto con su experiencia (relatadas en los libros: Bajo la sombra del Guamúchil (2010), Mareas cautivas (2012) y la colección Revelación intramuros (2013)) muestran la importancia que tuvo su vida pasada, en la actual, las prácticas sociales y culturales en sus comunidades, que marcaron los rasgos de lo que son ahora, “mujeres con capacidad de agencia”.


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proceso de nuestras vivencias no son imperceptible la imagen social del individuo que creamos, ya que ésta no corresponde con la realidad sino a lo que debería ser. La segunda es aquella que el sujeto realmente posee, o sea las categorías y atributos que pueden demostrarse y le pertenecen.

En la otredad se encuentra una imputación hecha con una mirada retrospectiva, por ejemplo, una mujer cuando sale de prisión experimenta por parte del otro (de los actores sociales que se encuentran en libertad y más aun de los que no han sufrido un aislamiento social)9 una categorización anticipada de su lugar en la sociedad, donde el otro, cuando tiene contacto por primera vez con ellas, se encuentra dentro de la categoría de las personas a las que tiene acceso, por ejemplo en la relación de la mujer ex reclusa con un familiar (hijo (a), pareja, padre, madre, hermano (a), sobrino (a), etc.).

La familia de la ex reclusa se puede situar en dos ámbitos, el primero cuando los familiares comparten un mismo espacio físico como una vivienda, que en su mayoría son los hijos, la madre o la pareja; y en segundo lugar, los familiares que no comparten estos espacios físicos (los padres, hermanos, tíos, sobrinos, u otro.); en el primer ámbito la categorización anticipada (virtual) por parte del otro, no es prolongada y se tiende a discrepar a partir de la interacción social cotidiana10, por el contrario en el segundo, lo familiar tiende a desestructurarse más lentamente, pero con mayor intensidad, así podemos situar a los otros que se encuentran en su entorno social como son: vecinos y compañeros de trabajo entre otros.

La identidad social real parte de la construcción sociocultural y la situación de género debido a que la condición de las mujeres es una cuestión genérica en circunstancias donde existen relaciones sociales que tienen que ver con el grupo social al que pertenecen, el tipo de trabajo en el campo laboral, los niveles de vida y acceso a los bienes tanto materiales como simbólicos (lengua, religión, adscripciones políticas e ideológicas, edad, preferencias sexuales, subjetividad individual, costumbres y tradiciones).

1.2.1 De la identidad personal a la identidad del yo Ahora bien, una mujer cuando ingresa a la cárcel, se le es asignado un número con el cual es identificada en el lapso de su encierro, del mismo modo y ante la ley, es 9

Se sitúa al otro en relación con las mujeres de la cárcel, para los actores sociales que no han sufrido aislamiento social, las mujeres ex reclusas son los otros, son los extraños en el mundo social y a su vez estos actores sociales constituyen la otredad para ellas. 10 Aquí

entran de igual forma los otros que no son familiares pero que comparten una cotidianidad con las mujeres ex reclusas por ejemplo los amigos cercanos.


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una persona “fichada” por cometer un delito, éste hecho de inicio implica una transición en lo que Goffman llama identidad personal constituida por la combinación entre rasgos físicos, documentales (acta de nacimiento, credencial electoral, acta de matrimonio, etc.) que evidencian la unicidad de la persona, su subjetividad y la totalidad de su experiencia vivida (Goffman, 2010, p. 72).

Las mujeres ex reclusas en interacción con el mundo exterior, tienden a manejar constantemente su identidad personal, ya que se ven obligadas a saber a quién dar una información abundante sobre su experiencia de encierro y a quiénes, suprimir información de su vida anterior, debido al riesgo de ser caracterizadas socialmente con atributos no acreditados, es decir, que muchas ocultan su paso por la cárcel, por miedo a ser excluidas o por el rechazo en ámbitos como el laboral o familiar.

Del mismo modo, la identidad personal no sólo la integra el nombre de la persona sino también su constitución física o morfológica. Este tipo de identidad carece de información directa de la persona, ya que se fija sólo en aspectos exteriores del individuo y no sociales. Por ejemplo, el hecho de poder identificar a un individuo personalmente, sólo nos brinda un recurso memorístico para organizar y consolidar la información vinculada con la identidad social, proceso que puede alterar sutilmente el significado de las características sociales que atribuimos a ese individuo, es decir que la constitución física de una persona no es el referente directo de lo que es, del rol que desempeña en la sociedad, o de la visión que tenga del mundo.

La relación e incorporación conceptual de la identidad desde lo macro que es la identidad social y personal (expectativas y definiciones que los otros tienen de una persona), se relacionan con lo micro, que es donde centraremos nuestro análisis, pues consideramos, que la experiencia de las mujeres ex reclusas va íntimamente ligada a lo que Goffman conceptualiza como la identidad del yo pues es donde ellas a partir de la experiencia se identifican a sí mismas en la sociedad en un sentido mucho más interno que el de la identidad personal.

La identidad del yo permite explorar los sentimientos que la persona tiene con relación al estigma y a su manejo. En la interacción del poseedor de una identidad social estigmatizada con su identidad personal, él mismo sujeto experimenta ambivalencia respecto de su yo. Tal sensación destacada en la obra de Goffman es constitutiva del sentido común, que es conocimiento de receta11, suspensión de dudas

11

El conocimiento de receta es el conocimiento internalizado previamente en nuestra subjetividad. Por ejemplo el comer o hablar.


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y auto evidencia, que limitan las percepciones a los límites de esquemas tipificadores que preceden y coercionan.

Una mujer ex reclusa que vuelve a su vida cotidiana en libertad, incluye rasgos a su identidad del yo, rompe con lo que se considera alineación endogrupal12 en el espacio carcelario y al encontrarse en libertad entra en una alineación exogrupal13 por su condición en un entorno nuevo, donde “se adapta” pero ahora con rasgos marcados por la experiencia del encierro, en un mundo exterior inmediato que es el hogar, el espacio público y el trabajo; esto tiene relación con cuestiones meramente culturales y de su pertenencia a un espacio y un tiempo determinado.

Otra forma de ver la alineación endogrupal (dentro de) y exogrupal (fuera de), es cuando la mujer las mujeres salen de la cárcel y experimentan una transición entre el endo y exo grupo. Al ser aisladas de la sociedad se encontraban fuera del exogrupo, pero en la medida que es consciente de su situación como mujer presa y entra en interacción con las demás internas, comienza a ser parte del endogrupo (en reclusión), ya que, pertenece a un sector social con las mismas características que ella. Sin embargo, al momento de salir surge una transición entre el endogrupo adquirido dentro de la cárcel y el exogrupo que es la sociedad, desde el cual se define su posición en el espacio como mujer recluida y comienza a alinearse al exogrupo en la medida del otro.

En esta identidad del yo, es donde la mujer ex reclusa genera cambios en su forma de percibir el mundo, ya que tiene que ver con su ser mismo y con su condición social como individuo perteneciente a una sociedad. Este proceso se evidencia al momento de salir del encierro donde se introducen rasgos importantes de identificación en su identidad del yo, esto es que cuando la vida en el cautiverio genera una adopción de conductas nuevas propias de su identidad en reclusión, las reitera en el exterior y las lleva a su vida cotidiana.

1.3. Vida cotidiana y espacio doméstico Para entender la identidad es preciso el estudio de la vida cotidiana que se da a través del espacio, pues esto otorga basta información al análisis de la identidad de las mujeres ex reclusas, ya que si partimos sobre todo del espacio doméstico (el primero al 12

La alienación endogrupal es un grupo integrado por individuos ubicados en una misma posición, considerando que aquello que el individuo es, procede del lugar que ocupa dentro de la estructura social. Esto determina siempre su forma de percibirse en el mundo, por ejemplo una mujer ex reclusa que vuelve a su vida cotidiana en libertad, rompe con su identidad del yo que tenía dentro de la cárcel 13 Alineación

exogrupal tiene que ver con lo que se encuentra afuera del grupo, por ejemplo la vida en el exterior es lo que caracteriza la vida al exterior, al exogrupo.


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que la mayoría de las mujeres regresan después de salir de prisión) su presencia o la de los individuos cercanos a su socialización inmediata, lo transforman con sus prácticas tanto espaciales como sociales, el trabajar, estudiar y moverse de un lado a otro implica además un planteamiento en el espacio que depende de la forma de mirar el entorno. Este hecho resulta particularmente interesante pues se observa la injerencia entre la experiencia vivida sobre la espacialidad y sobre las relaciones sociales que se traducen en adquisición de roles marcados por la experiencia de vida para las mujeres que salen de prisión.

La vida cotidiana tiene como principales características, los significados y las construcciones sociales que la configuran, pues anteceden y conforman un conjunto de códigos y formas de ver lo que nos rodea, que en principio aprendemos y no cuestionamos, De acuerdo Alfred Schütz (1974) en la vida cotidiana se configura un aquí y un ahora donde se definen e interpretan las actitudes y acciones de los demás. Ejemplo de ello son los procesos que se dan en el mundo social que son el resultado de múltiples acciones e interpretaciones sociales.

Así, por ejemplo, la razón de ser de la vida cotidiana radica en las relaciones de los actores sociales entre sí y en cómo comprenden y construyen la realidad social. En primer momento cómo experimenta el actor el mundo donde vive y cuáles son sus motivaciones e intereses particulares (mediados socialmente); y en segundo término, en su participación constante en las interacciones sociales con sus semejantes en los entramados sociales de sentido.

Se deben considerar los rasgos particularizados en el mundo social, los cuales Schütz (1974) define como tipificaciones que definen el conocimiento que tenemos del mundo natural y social, suponen construcciones, conjuntos de abstracciones, generalizaciones, formalizaciones e idealizaciones propias del nivel respectivo de organización del pensamiento. Cualquier dato nuevo es ubicado de manera no consciente en su horizonte de significación, y en forma automática interpretada por asociación con hechos anteriores que se le parecen.

Un aspecto determinante para la construcción de tipificaciones es el lenguaje, el cual integra una serie de tipologías que nos sirven para dar sentido al mundo social. Esta relación entre el lenguaje y las tipificaciones demuestra que estas últimas existen en la sociedad, ya que las personas las adquieren y almacenan a través del proceso de la socialización y durante toda su vida a través de un tiempo y espacio específicos. Muchas de las tipologías que usamos se derivan de la sociedad y son aprobadas por ellas (Ritzer, 1993, p. 268).


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De este modo, las mujeres ex reclusas, al salir de la cárcel muestran sentidos, capacidades, habilidades, sentimientos, pasiones, ideas e ideologías internalizadas en su vida cotidiana fuera, e influidas por su vida dentro de los penales. Ahora bien, se debe observar cómo se construye la vida cotidiana o mundo de la vida desde la esfera fenomenológica, que muestra cómo el individuo se relaciona con el mundo social al que pertenece, por ejemplo, en un acercamiento al sujeto en una escala más general, ya que sus acciones se basan en la relación con sus semejantes y los objetos culturales que tienen que ver con tipificaciones y la situación biográfica de éste.

En los estudios fenomenológicos, la subjetividad es la primicia de muchos significados sustentados en nuestros pensamientos y acciones, lo que los hace reales en nuestra existencia como seres pertenecientes a un entorno social, es por eso que el centro de la vida cotidiana se encuentra definido por el aquí y el ahora del mí mismo. El aquí y el ahora constituyen la realidad de nuestro presente (Berger & Luckmann, 2006, p. 45), lo que define nuestra vida en sociedad, no hay que dejar de lado el hecho de que la cotidianidad se puede vivir en grados diferentes, ya que al abordar el aquí y el ahora, refiere al espacio y el tiempo siempre marcados por la experiencia, como dos componentes importantes dentro de la vida cotidiana. Tanto el espacio como el tiempo se vuelven caracteres de un mismo concepto de la vida cotidiana, indispensables para explicar y analizar la vida de mujeres después de salir de la cárcel.

La espacialidad resulta una clave en el desarrollo sobre otros aspectos que se basan en el actuar cotidiano, toma importancia tanto en las ciencias sociales como en la vida cotidiana cuando destaca que todos nuestros movimientos, rutinas, actividades, acciones y estilos de vida, se encuentran determinados por él y sirve para comprender el movimiento, ya que la vida cotidiana se encuentra fragmentada por los desplazamientos del espacio, que según Lindón con la temporalidad se muestra como aquella que organiza al espacio y que “existen cotidianidades donde la espacialidad empieza a construir la matriz básica de la sociedad” (2000, p. 189), en sentido práctico, el espacio está interrelacionado con las formas del consumo cultural por ejemplo.14

El espacio en la vida cotidiana se produce desde lo público y “se vive aceleradamente en términos temporales porque se gasta el tiempo en desplazamientos” (Lindón, 2000, p.190) producto del modo de vida acelerado, vivido en la grandes urbes, donde el trabajo, la escuela, el consumo, entre otras actividades, demandan el desplazamiento de distancias grandes, en poco tiempo. En este eje 14

La difusión del automóvil particular (sobre todo en las clases medias) y los grandes desplazamientos diarios en transporte público (particularmente en los sectores populares) parecen pautar los ritmos temporales de la cotidianidad, al respecto véase (Lindón, 2000, p.190).


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incide de manera muy profunda la espacialidad privada de la casa (definido como espacios cuasi fijos dado que donde las actividades que se realizan, no dependen de desplazamientos largo, es interesante observar cómo el hogar es el primer lugar donde las mujeres ex reclusas se mueven e interactúan después de salir de la cárcel.

El habitar un espacio se encuentra relacionado con la vida familiar, privada y con lo domestico. El residir incluye actividades en relación a la reproducción, íntimas, de crianza y educación de los hijos, el aseo personal y la alimentación de la familia, todos éstos son actos que se encuentran disociados con el habitar la ciudad en el espacio público, por lo que “la vivienda es en sí misma un lugar de refugio, un “contenido cerrado” que se opone al mundo externo, abierto” (Pezeu, 1992, p. 214). Así para las mujeres que salieron de la cárcel, uno de los espacios más importantes para ellas es el hogar, pues es el primer lugar al que llegan después de vivir en un espacio físico limitado15, lo construyen y lo crean a partir de su experiencia de vida.

El espacio más importante es la casa, ya que es donde se llevan las acciones de la vida cotidiana de una forma más particularizada, es un punto fijo en el espacio del cual salir y volver, cada día, es el primer lugar de interacción social y socialización, donde se adquieren valores y normas sociales, este “espacio doméstico se rige por normas sociales particulares” (Canals, 2010, p. 9 - 10) que lo hace primigenio en el desarrollo social del ser humano. Beatrice Collignon define al espacio doméstico en el mismo sentido de primigenio al argumentar que:

(El espacio doméstico es) el primer espacio de la experiencia del “seren-el-mundo” de prácticamente cualquier ser humano, la creación misma del espacio, el paso del lugar –de la celda única donde se “anula” la distancia (Retaille, 1997, p. 52) o “no es determinante” (Lussault, 2007, p. 90) - a los lugares, las celdas múltiples separadas por la distancia, por la creación de un intervalo, de un espaciamiento. En efecto, entre estos muros el niño pequeño aprende progresivamente a desprenderse de su madre y posteriormente de sus padres, para convertirse en una entidad autónoma. Esta autonomía en la construcción del individuo, implica lograr el aprendizaje de colocar el otro a distancia, literalmente implica la fabricación de espacios. (Collignon, 2012, p. 205).

15

En el espacio podemos concentrar limites, fronteras, en las que realizamos determinadas acciones; los espacios carcelarios son el mejor ejemplo de los limites espaciales, es importante hacer notar que aquí Heller no define si estos límites pueden ser construidos o impuestos, ya que por ejemplo, las cárceles son construidas para salvaguardar la seguridad de los ciudadanos, convirtiéndose en lugares de aislamiento de personas peligrosas para el bienestar social y, por el otro, son impuestos a personas tipificadas como delincuentes, donde el encierro es un castigo a las conductas no aceptadas por la ley ( Heller, 1994, p. 382).


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La relación de las mujeres en prisión con el espacio doméstico, se da cuando están en libertad, éste es el primer espacio físico fijo al que vuelven después de encontrarse en reclusión, es donde sus lazos afectivos con familiares directos, se vuelven a formar y a ser comunes a ellos en su vida cotidiana, este espacio se replantea como el lugar construido y ya no impuesto, como la cárcel, donde los valores familiares, sociales y de convivencia se encuentran marcados por la experiencia en prisión, y por ejemplo, para muchas mujeres, volver a un lugar distinto al de antes de estar presas, implica apropiarse de un nuevo espacio y adaptarse a un nuevo lugar; esto no significa que las que llegan a sus mismos lugares de origen no tengan que adaptarse sino que en su caso ya existe un conocimiento previo del lugar, donde sólo la experiencia en prisión suma algunos caracteres a su vida cotidiana.

Una cuestión importante para las mujeres en relación con el espacio doméstico es que en la modernidad, éste se encuentra fragmentado por la condición de género pues los nuevos roles que juega a mujer, su identidad de género, sus prácticas económicas, sociales y espaciales, demuestran que el espacio doméstico se ha transformado en función de su condición social de vida. Es decir, cambia la función y el significado de cada espacio de la casa, ahora la cocina, no es el lugar por excelencia de la mujer, su sitio de reproducción social, y simbólicamente afectivo por el hecho de la alimentación, la educación de los hijos.

Pilar Velázquez Lacoste afirma que el espacio doméstico en la modernidad, perfila la identidad de la mujer, en una lógica de poder, en relación a los hombres y a los miembros de la familia, es decir, el espacio doméstico se encuentra inmerso en jerarquías relacionadas con la posición hombre-mujer dentro de la sociedad democrática y con distintas prácticas sociales, de interacción y apropiación del espacio (2012, p. 69 - 70). Desde la geografía del género, “la cocina es el espacio femenino por excelencia, mientras el taller y el garaje, espacios masculinos preservados en un interior dominado por lo femenino” (Collignon, 2012, p. 206). Del mismo modo, el espacio doméstico es considerado como espacio fragmentado donde los distintos lugares de la casa son resignificados en función de las actividades, condición sexo-género, y de parentesco, que cada integrante mantiene, según Françoise Collin:

Los derechos y las costumbres de los hombres, de las mujeres y de los niños, en el seno de esta entidad, han sido determinados de forma secular por la posición del “pater familias”. En este sentido, la organización de la familia, en el espacio doméstico indebidamente asimilado como privado, responde en efecto a relaciones de poder. Y uno de los efectos de estas relaciones, poco subrayado


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hasta ahora, es que las mujeres están privadas en él de privacidad (Collin, 1994, p. 235).

Además se debe considerar que en la actualidad, las relaciones de poder en torno a las mujeres han cambiado con su incorporación al mundo laboral y las condiciones de vida monoparentales lo que exige el replanteamiento de la clásica división de espacios laborales y familiares, se deja atrás el modelo de familia basado en la división de roles de género, por uno nuevo en que el poder de los hombres se ha debilitado notablemente: el hombre ya no es el pater familias, ahora los dos, hombre y mujer o solo ésta, constituyen la fuente de ingresos (Guirao, 2009, p. 409 - 410).

El espacio doméstico en la modernidad se encuentra fragmentado por la condición de género y por el otro, los nuevos roles que juega a mujer hoy en día, han contribuido a transformar el espacio doméstico el cual cambia en función de su condición social de vida. Actualmente existe cada vez un mayor número de mujeres que se convierten en jefas de familia, albergan y protegen de los peligros a los hijos o miembros del hogar. La mujer se ha apropiado de distintos espacios de su hogar al insertarles un significado distinto a la par de sus necesidades laborales y de manutención, ahora el hogar sirve como protector y a la vez como signo de poder para las mujeres jefas de familia que se adscriben a dinámicas socio-económicas distintas a las que tenían anteriormente, si hablamos desde su experiencia cómo mujeres en la historia social.

Muchas son las verdades de las mujeres que se encuentran viviendo en las prisiones de México, además de ser presas de la criminalización por su condición, asumen una condena compartida en situaciones de desigualdad frente a los hombres, primero por las penas indiferenciadas que tiene que ver con los vacíos aún hondos en la impartición de justicia penal, después por el abandono y posteriormente las que cumplen su condena, con las limitadas o nulas posibilidades de asumir la tarea de miembro readaptado a la sociedad, cuando de por sí ya es complicado desde la estructura social, de clase, étnica y económica lidiar con las trabas institucionales y sociales, trabas como el desempleo, la falta de servicios de salud y vivienda que marcan su vida al salir de prisión.

Consideramos que el observar las prácticas de estas mujeres, desde su experiencia enfocada en el género, nos puede aclarar dudas sobre lo que pasa después de prisión, su identidad, los roles y relaciones sociales a que ellas se adscriben cuando están en libertad. El cómo se adaptan y apropian de sus espacios domésticos es clave para definir la realidad que algunas de ellas viven, pues es aquí


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donde se refleja su condición de vida y las dificultades de reinsertarse al mundo al que son devueltas.

Para poder agrupar la experiencia de las mujeres trabajaremos con fragmentos de vida realizados a cuatro mujeres del CERESO de Atlacholoaya en el Estado de Morelos, y con los manuscritos sobre la historia de vida de dos de ellas, pues cabe señalar son escritoras y pertenecen al Colectivo Hermanas en la Sombra que se encarga de formar a la mujeres en la escritura al interior de dicho CERESO. Posteriormente ocuparemos la imagen fotográfica cómo instrumento de apoyo para el análisis del espacio doméstico que estas mujeres.

No sin antes mostrar la situación de las mujeres presas en el país, así como investigaciones en otros países sobre mujeres ex reclusas, que se vuelven interesantes al momento de que identifican problemas de urgente atención a ellas. Por último veremos los casos concretos de cada una de estas mujeres, su identidad, la experiencia y las imágenes de sus espacios, para mostrar al lector de qué forma las mujeres al salir de prisión ven su vida y se identifican de las demás mujeres que en su misma situación son jefas de familia y sufren desempleo y la falta de servicios de salud o vivienda, veremos que huellas dejó la reclusión en ellas.


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2. Sistema penal en México y mujeres en reclusión

Somos aquellas que un día habitamos la tierra llamada sociedad, señoras hijas queridas madres respetadas. Pasó el tiempo, la hambruna, la marginación, una circunstancia nos convirtió en monstruos intramuros.

Amatista lee (Mujer reclusa en el CERESO de Atlacholoaya, Estado de Morelos).

En México la población penitenciaria es de 242,754 internos, de los cuales el 95% son hombres (231,113) y el 5% restante son mujeres (11,641), viven en un espacio diseñado para un máximo de 195 mil 278 entre internos e internas según estadísticas del Sistema Penitenciario Nacional en 2013. La sobrepoblación masculina y su tratamiento generalizado en las cárceles, ha generado espacios creados a partir de una visión masculina. Las cárceles son pensadas para confinar a los hombres, se deja de lado las necesidades del encierro femenino, el cual debe de ser distinto, en cuanto al espacio y a las relaciones sociales con el interior y exterior.

En los últimos años, la situación de las mujeres en la cárcel ha sido particular, pues muchas se encuentran por delitos contra la salud, son mujeres amas de casa, con educación básica y jefas de hogar. El penal femenil de Atlacholoaya es un ejemplo específico de esto, cuenta con una población total de 220 internas, en su mayoría mujeres que cometieron delitos contra la salud, es decir el 40 % del total, de igual manera el 40% son mujeres con instrucción escolar básica, 34% en unión libre y 50% en desempleo antes de ingresar al penal; mujeres abandonadas por sus parejas, amigos y familiares (Instituto de la Mujer para el Estado de Morelos, 2009). Esta es generalizado puesto que en otras partes del país estas cifras en cuanto a porcentajes por nivel de circunstancia, se igualan con las de Morelos.

Para hacer un estudio sobre las mujeres ex reclusas es primordial entender su situación desde las mujeres que se encuentran en reclusión, por lo que se vuelve fundamental, dividir su estudio en tres fases importantes, el Antes, el Durante y el


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Después, el primero tiene que ver con su vida anterior al encierro, la interacción con su lugar de origen, sus costumbres, tradiciones y con ello su construcción social desde el género, posteriormente en el Durante la vida en prisión se relaciona con la experiencia del encierro y por último el Después como la relación directa con la libertad, cómo la construye y cómo se apropia de esta al salir de prisión, en el presente capítulo se abordaran estos tres aspectos, mostrándolos como hilo conductor en la construcción del antecedente al problema de investigación.

2.1 El sistema penal en México y sus antecedentes En la sociedad mexicana, donde el control y establecimiento del orden compete principalmente al Estado, es obvia la presencia de reglas que rigen la conducta social. Como afirma Jorge Restrepo (1995), definen las áreas de lo ilícito y lo permitido, es decir, definen qué acciones van a ser conocidas como delito y cuáles no. Donde el Estado incide con la pena de prisión como respuesta al delito y el encierro como un castigo a los actos que alteran el orden dentro de la sociedad; años más tarde esa respuesta se convirtió en un problema, pues dentro de estas prisiones el interno, además de ser aislado socialmente, se fractura su vida cotidiana, su identidad, y sus relaciones sociales.

El sistema penal mexicano ha sufrido cambios estructurales que van desde la impartición de justicia a partir de penas como la muerte, hasta condenas breves con derecho a fianza y la readaptación social como premisa de funcionalidad para el confinamiento en el México moderno. En las culturas prehispánicas, los actos ilícitos que corrompían la organización social, se caracterizaban por ser castigos crueles y severos, los delitos se castigaban con la muerte o la esclavitud como venganza a éste y no había medidas preventivas16. Según Víctor Benítez:

En los pueblos mayas , las leyes penales al igual que en otros reinos y señoríos aparte de que los castigos se caracterizaban por su severidad , los caciques tenían a su cargo la función de juzgar y aplicar penas de muerte y esclavitud donde la primera se reserva para los adulterios ,homicidios , incendiarios , raptores y corruptores de doncellas, y la segunda (esclavitud) únicamente a los ladrones, dejando la cárcel en un lugar secundario para acciones delictivas poco importantes (2005, p. 17).

16

Cabe destacar en este punto que en los pueblos mayas, las leyes penales al igual que en otros reinos y señoríos aparte de que los castigos se caracterizaban por su severidad, los caciques tenían a su cargo la función de juzgar y aplicar penas de muerte y esclavitud donde la primera se reserva para los adulterios, homicidios, incendiarios, raptores y corruptores de doncellas, mientras que la esclavitud se ordenaba para los ladrones, de modo que la cárcel fue un lugar secundario para acciones delictivas poco importantes. Véase (Benítez, 2005, p. 17)


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El derecho penal en el antiguo México era poco recurrido y rudimentario, ya que se empleaban jaulas y calabozos para confinar a los prisioneros antes de juzgarlos o sacrificados, alejando toda idea de una posible readaptación social como lo indica Gustavo Malo Camacho (1979), en su obra la Historia de las prisiones en México.

A lo largo del tiempo, el castigo en México se fue transformando y con la llegada de la Corona Española a México se establecen nuevas formas de convivencia social. La nueva sociedad se estructuraba, bajo la idea de mantener un orden a partir de establecer leyes y normas en donde la violación de éstas conllevaba un castigo, de esa manera, la penalidad se vuelve una forma de reprimir los delitos, mediante la expiación de una mala conducta encaminada a obtener una reparación del daño en la sociedad (Malo, 1979, p.11). Una vez fundada la Nueva España cambia el espacio tanto territorial como social de acuerdo a las necesidades de la nueva sociedad por lo que surgen las iglesias, las plazas principales y los espacios destinados al aislamiento de individuos infractores de la ley. La primera cárcel establecida en México fue fundada con la idea de respeto a la ley y al derecho, ámbitos en los cuales la iglesia católica poseía el poder máximo de autoridad (junto con la monarquía) al establecer sus propias leyes y normas del orden social mediante una legislación eclesiástica, que se encargaba de regir los derechos de la población indígena, mestiza y española (Malo, 1979, p.13).

La legislación eclesiástica, tras mantenerse por un corto periodo en vigencia, pierde autoridad y en su lugar se crean las leyes de los reinos de las indias17, en las cuales se hace legal la reclusión de individuos transgresores de la ley que regía la organización social en la Nueva España. El fundamento social de la legalidad se modifica, pues pasa de la pena de muerte del interno que se ejercía por medio del derecho represivo, a sólo el castigo del encierro según Valeria Sánchez (2008). Así se perfila la base del régimen penitenciario, pues es declarado en la normatividad establecida para esa época, un lugar físico donde los transgresores de la ley deberían ser conducidos para pagar una condena.

En este momento predomina la crueldad aguda en las cárceles pues las prisiones eran establecimientos públicos a cargo de las autoridades del Estado donde cada recluso estaba obligado a pagar el derecho de prisión, esto es que el interno tenía que trabajar para cubrir su manutención (escenario no alejado del actual). Así el prisionero

17

Es importante señalar aquí que las leyes de los reinos de las indias, es donde por primera vez en México se menciona la privación de la libertad como pena, puesto que se componen de 10 libros divididos a su vez por leyes de las cuales 28 se encargan de los delitos y la aplicación de penas (Malo, p.49).


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no sólo era aislado de la sociedad sino que además no había oportunidad de producir ni desarrollar ningún oficio porque debía pagar un derecho de carcelaje y al mismo tiempo era responsable de mantenerse. Incluso su sustento, no sólo era responsabilidad del infractor sino también de la familia, ya que debía apoyarlo proporcionándole alimentos o dinero de lo contrario, debía subsistir gracias a la caridad (Muñoz, 2010, p. 49).

Décadas más tarde, el sistema penal acumula cambios dentro de su estructura y en 1842 la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos, consideraba un sistema penitenciario, al lugar destinado para que los delincuentes purguen sus faltas, en donde el detenido y el formalmente preso ocupaban espacios distintos y se señaló que sólo se enviaría a prisión a individuos por delitos que merecían la pena corporal. Asimismo los tipos de castigo se establecieron de acuerdo a las faltas cometidas y existía la posibilidad de obtener libertad bajo fianza (Benítez, 2005, p. 90). De este modo, para principios del siglo XIX, la prisión es la promesa de un medio idóneo de defensa contra el delito.

Después de la guerra de independencia, a principios del siglo XIX, nace una nueva nación independiente, así como una nueva idea de orden y control social, son creados tribunales de justicia, encargados de establecer orden en una sociedad donde la idea de delito18, conlleva a una de reclusión, seguida por una de reeducación para el transgresor, según Martín Barrón Cruz:

Un intento para combatir el delito, la ociosidad y los vicios dentro de las cárceles, fue la propagación de talleres dentro de las prisiones, los cuales deberían tener departamentos necesarios para incomunicados, detenidos y sentenciados, para que estos pudieran ocuparse de un oficio y a la vez producirles lo necesario para subsistir; generando así una aproximación a la idea de reivindicar la conducta de individuos que alteran el orden social (2002, p. 89).

Dentro de los cambios al sistema penal en México los que tienen que ver con la trasformación del espacio físico son muy importantes ya que dan la pauta para una nueva ejecución del castigo. Por ejemplo en 1900 con la introducción del modelo

18

Los actos clasificados como delitos, ya entrado el siglo XIX, son: alcoholismo, manía, falsificación, robo, violación, agresión, injuria, falsedad, pederastia, fuga, homicidios, seducción, sodomía, riña, conspiración, estafa, portador de moneda falsa y falta a los padres, de los cuales; los delitos más frecuentes eran riña y robo (Barrón, p. 128).


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panóptico19 en la penitenciaría de México se facilitaba el control y la vigilancia de la población interna, constituido por una torre central con mayor altura que los demás edificios, desde donde se observaban las celdas y los espacios descubiertos entre éstas; así, Lecumberri se consideraba, el centro carcelario más moderno de América Latina (Ripstein y Hernán, 1976). Sin embargo un rasgo característico del sistema penitenciario en esta época fue la desorganización debido a que el Estado comenzó a sufrir las consecuencias del movimiento revolucionario, que en ese momento se estaba gestando. Un ejemplo de ello fue que el palacio negro cambió de manos muchas veces, primero a carrancistas, luego a villistas y por último a zapatistas (Malo, 1979, p. 435).

México se encontraba en una época de cambios y en consecuencia la administración de las cárceles no tenían una norma o leyes a seguir y fue hasta la consumación de la revolución de 1910, cuando la vida nacional empieza a corregirse y se conformó un nuevo reglamento interno de las cárceles, el cual se respaldó en las leyes de la Constitución de 1917, cuando se determinó prisión preventiva al delito que mereciera pena corporal o pecuniaria.

Este reglamento se marcaba la separación entre los procesados y los sentenciados, además de declarar que toda pena mayor de dos años fuese efectiva en presidios que dependieran directamente del gobierno federal. De este modo se perfila una sociedad con respaldo en los reglamentos, las leyes y los códigos que se aplicaban a todo el pueblo, por lo tanto, a diferencia de la época del porfiriato, el Estado tiene un código penal en el que debe sustentarse (Malo, 1979, p. 156).

En 1929 se estableció el nuevo código penal del D.F. el cual abolió por primera vez, la pena de muerte en nuestro país como resultado del moderno principio de la defensa social, establecido por los organismos internacionales e incorporado por una gran cantidad de países a su legislación. Bajo este principio, el Estado justifica su intervención ante actos que se estimaban peligrosos para la sociedad, y aplicó un tratamiento de prisión a los delincuentes hasta su readaptación social. Es decir, que en la moderna concepción penal, ya no se habla de venganza ni de explotación, sino sólo de la ejecución de medidas preventivas y de tratamiento para la readaptación social, dando como resultado la creación del consejo supremo de defensa y prevención

19

El panóptico, según Foucault es un espacio cerrado, recortado y vigilado, en todos sus puntos, donde los individuos están insertos en un lugar fijo, en el que los menores movimientos se hallan controlados, todos los acontecimientos están registrados y todo trabajo ininterrumpido de escritura une el centro y la periferia, en el que el poder (los custodios) se ejerce por entero, de acuerdo con una figura jerárquica continua, en el que cada individuo está constantemente localizado, examinado y distribuido entre los vivos, los enfermos y los muertos todo esto constituye un modelo compacto del dispositivo disciplinario (Foucault, 1976, p. 122).


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social, el cual se encargaba de vigilar las medidas aplicadas a los internos, dictaminando de manera individual el tratamiento adecuado para cada sentenciado.

En la actualidad y después de distintos cambios al Código Penal federal, con la publicación del reglamento de la Secretaria de Seguridad Pública, el 6 de febrero de 2001, se creó el Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social que tiene como objetivo la organización del sistema penitenciario a partir del establecimiento de convenios de colaboración con los gobiernos de las entidades federativas, principalmente en el otorgamiento de sanciones y el tratamiento de los internos. Luego, en 2002 se publicó el nuevo reglamento, el cual continúa vigente en la actualidad y tiene como objetivo establecer la organización y funcionamiento del sistema penal en México como lo establece el Código Penal para el Distrito Federal en 2009.

El sistema penitenciario en México ha tenido cambios relevantes a lo largo del tiempo que van del encierro, hasta la utilización de las leyes penales para la óptima reinserción del individuo aislado de la sociedad a partir de educar su cuerpo, codificar su comportamiento continuamente y mantenerlo en una visibilidad sin lagunas, es decir visualizar con racionalidad su entorno a partir de la disciplina, donde la readaptación social juega un papel de suma importancia, ya que se encarga de racionalizar su mundo social. Es gracias a esta visión racional del tratamiento del interno, que ha sido modificado paulatinamente desde su génesis.

Con esta finalidad, durante el 2011, de acuerdo con el INEGI, se remitieron a los diferentes centros penitenciarios del país a cerca de 229,426 internos, de los cuales 80.28% corresponden al fuero común y el 19.72% restante pertenecen al fuero federal. De este universo, el número de mujeres representa sólo el 4.52%. Los delitos con mayor número de denuncias son: el robo o asalto en la calle o transporte público 24.2%, extorsión 23.7%, robo total o parcial de vehículos 12.1%, fraude 8.7%, amenazas verbales 8% y robo a casa habitación ocupa el 6.9% (INEGI, 2010).

Lo anterior constituye un siglo a partir del surgimiento del encierro como castigo a la infracción, en este transcurso de tiempo se ha modificado tanto en su forma institucional como en su espacio físico, en su manera de llevar las leyes y de construirse frente a la sociedad. No obstante estos cambios no han sido suficientes, las cárceles en México representan un grave problema en el sistema de justicia por la violación constante de los derechos humanos de los internos según reportes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH, 2013).


Huellas de la reclusión

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A continuación describiremos la situación de los centros de reclusión en el Estado de Morelos, presentamos cifras al respecto, con el fin de mostrar un panorama de su contexto actual, ya que los centros de reclusión femenina, son donde el objeto de estudio tiene su razón de ser en esta investigación, pues el encierro es la causa de la condición ex reclusa.

2.2 Los Centros de Reclusión en el Estado de Morelos El Estado de Morelos se consolida a mediados del siglo XIX, creado por decreto del presidente Benito Juárez el 17 de Abril de 1869 en honor al militar insurgente José María Morelos y Pavón. Conformado por 33 municipios a la fecha, Morelos es uno de los Estados más pequeños en extensión territorial con 4,958 kilómetros cuadrados, después de Tlaxcala y el D.F. (Sarmiento, 1997)

Desde la época colonial, este Estado se caracterizó por tener los primeros centros de importancia económica que dependían de los plantíos de caña de azúcar, arroz, frijol, limón, naranja y plátano, muchas familias se dedicaban a la producción agrícola favorecidos por el buen clima cálido-húmedo que aún existe en la región hasta la década de los sesenta cuando municipios del centro como Cuernavaca y Jojutla, comienzan a ser tocados por el fenómeno de la urbanización (Gutierrez, Melgar & Morayta, 2003).

En 1963 se crea Civac (Ciudad Industrial del Valle de Cuernavaca) como la gran ciudad industrial de Morelos, se construyen carreteras y nuevas vías de comunicación que permiten el libre tránsito de productos, así como el establecimiento de servicios básicos en la zona centro. En esta misma década su población aumentó debido a que en Cuernavaca el 40% de sus habitantes no eran originarios de ahí, muchos provenían del Distrito Federal, Estado de México y el extranjero (Sarmiento, 1997, p. 39).

Debido a su cercanía con el Distrito Federal, por estar alejado del caos de la ciudad y con una flora, fauna y un paisaje natural acogedor, esta ciudad llama la atención de muchas personas de clase media y alta, comienzan a construir casas de descanso en el centro y los municipios aledaños a partir de la década de los ochenta. Así, Morelos pasó de 270 mil habitantes en los años cincuenta a 1 millón en los noventa. En la actualidad el Estado de Morelos cuenta con una población de 1, 777, 227 habitantes de los cuales 918, 639 son mujeres y 858, 588 hombres; de este total podemos señalar que a diferencia de los años sesenta, el Estado pasó de contar con 40% de población no nativa, a 27% en 2010.


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Respecto a la educación en la encuesta nacional de población y vivienda, de 1, 563, 575 habitantes de 6 años y más; sólo 526, 909 cuentan con educación básica y 131,365 con educación superior, cifra que casi iguala a las 100,381 personas analfabetas que existen en Morelos (INEGI, 2010). Solo el 2% de la población cuenta con educación profesional pues existe un alto índice de rezago educativo (36.8 %), tal es el caso de municipios como Coatlan del Río con 55%, Axochiapan con 55.2%, Miacatlan con 54 % y Tetela del volcán con 56%, esto debido a que los jóvenes se insertan en el campo laboral a temprana edad y después son obligados por las arduas jornadas laborales a abandonar sus estudios (Estadísticas Básicas SEP – INEGI, 2010).

Podemos relacionar esta situación con el uso de suelo a nivel estatal, pues la mayor superficie es para uso agrícola (2,705.27 km²), después la vegetación secundaria (bosques y matorrales con 1,341.82 km²) y por último en dimensiones más pequeñas el suelo urbano (180.25 km²). Esto quiere decir que varias personas que habitan en Morelos y más aún en las periferias del Estado buscan su fuente de ingreso en la agricultura, sector al que se insertan los jóvenes en edad escolar lo que a la larga merma su permanencia en las instituciones de educación (INEGI, 2010).

La situación educativa de Morelos está ligada a la participación económica del Estado, donde los hombres tienen mayor participación (73%) que las mujeres (37%) (ver gráfico 2), conformado por la contribución de los servicios comunales, personales y sociales (27%), la industria manufacturera (18%), comercio, restaurantes, hoteles (17%), servicios financieros y seguros (11%). El sector agrícola por su parte se especializa en la producción de caña de azúcar, maíz, jitomate, cebolla blanca, ejote, durazno, aguacate y arroz. (INEGI 2010).

En el ámbito de la seguridad pública, los municipios de Cuernavaca y Yautepec, se caracterizaban por ser sitios seguros y de esparcimiento, pero sin duda en los últimos años con la expansión de la mancha urbana, el desempleo, el crimen organizado y el hacinamiento de la población, se han convirtió en ligares sacudidos por el crimen y la violencia; y con ello el incremento de la a inseguridad y el número de delitos (véase gráfico 1).


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Gráfico1 Incidencia Delictiva en el Estado de Morelos 2008 - 2012 Incidencia Delictiva en el Estado de Morelos de 2008 - 2012. 49,000

47,500

46,000 Delitos Cometidos 44,500

43,000 2008

2009

2010

2011

2012

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Censo de Población y Vivienda 2010

Como se observa en la gráfica la incidencia delictiva (que engloba los delitos del fuero federal y común20) han aumentado de 2008 a 2012, con una máxima de 48,149 delitos cometidos en 2009 y una baja en 2011 con 43, 263, pese a que en 2008 los delitos contra la salud (1,076) son más frecuentes respecto a los años consecutivos, sin embargo en 2009 el delito de robo común con 19,674 casos, es el de mayor incidencia según el Sistema Institucional de Información y Estadística (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública 2008-2012). Los delitos del fuero federal descendieron de 2, 031 en 2008 a 1,724 en 2012; en contraste, los delitos del fuero común aumentaron en 2008 de 44,073 a 46,198 en 2012, lo que muestra una alta incidencia delictiva que va en aumento cada año. Los delitos más recurrentes son los de robo común con 19,674 estupros, 5, 146 lesiones y 1, 420 homicidios (SESNSP 2008- 2012).

Este amplio panorama de la incidencia delictiva en Morelos, revela que existe un paulatino crecimiento delincuencial y con ello, una preocupación tanto de las personas que habitan en los municipios como de las autoridades, por hacer frente a este tipo de acciones que se consideran fuera de la normatividad social y legal, por lo que en respuesta el Estado implementa castigos como el encierro por medio de las cárceles.

20

Los delitos de fuero federal son los aprobados por el congreso de la unión y promulgados por el presidente de la república. Los del fuero común son los acordados por el poder legislativo de las entidades federativas y la asamblea legislativa, promulgados por los gobiernos de las mismas. Véase Millan, 2005, p. 30.


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La situación de las cárceles en Morelos merece un abordaje más extenso aquí, pues es el primer espacio físico que hace de una mujer liberada, ex reclusa de prisión. El primer sitio de confinamiento en el Estado se encontraba en el Palacio de Cortés que fue construido sobre el Palacio de Cuahunáhuac a principios del siglo XVI por orden de Hernán Cortés, este recinto fue asiento de alcaldes mayores de Cuernavaca durante la época colonial Según Valentín López (2002). En 1770 se agregó una construcción en la parte sur que se destinó a una cárcel real, hasta el 4 de febrero de 1848, sirve como cuartel de las tropas americanas cuando se apoderan de Cuernavaca. Después del conflicto armado, el palacio quedó en ruinas y es nuevamente utilizado como cárcel. Para 1907, la cárcel de mujeres, instalada en este mismo espacio, se trasladó a una casa que se encontraba en una calle de Cuernavaca conocida como el callejón de la bolsa del diablo. A principios de 1909 se le hicieron mejoras a la cárcel ubicada en palacio de Cortés y fue reinaugurada como prisión pública. En 1934 el gobernador Vicente Estrada Cajigal, la reubicó y en su lugar, en el año 1946, el gobernador Jesús Castillo López, construyó una estatua en honor a María Morelos y Pavón donde fue preso el 19 de noviembre de 1815 (López, 2002).

Según datos recientes Morelos cuenta con siete, cárceles las cuales, según la OADPRS en 2011, tenían una población total de 3, 352 internos, de los cuales 3,130 son hombres y 222 mujeres. Cabe mencionar que existe una brecha muy grande entre los delitos cometidos y el total de personas que se encuentran pugnando una condena en prisión (ver gráfico 3) se cometieron 43, 263 delitos en este año de los cuales solo 1,980 recibieron castigo y 1,372 aún están en espera de sentencia (ver Tabla 3).

Lo anterior no quiere decir que todos los delitos denunciados merezcan castigo, ni tampoco que todas las personas denunciadas sean culpables, solamente se especifica la forma en que se lleva a cabo el proceso. La seguridad pública en Morelos es alarmante, pues la delincuencia va en aumento y las personas que tienen recursos económicos para pagar un abogado y un proceso jurídico de amparo son las que están libres, en cambio las que no cuentan con el recurso para pagar su defensa, se encuentran presas.


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Tabla 1

Centros de Reclusión Penal en el Estado de Morelos Fuero Común

CERESO Y Cárcel.

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Subtotal

Procesados

Sentenciados

Fuero Federal Procesados

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

CERESO Atlacholoaya

377

0

1373

0

Cárcel Distrital Cuautla

108

11

198

Cárcel Distrital Jojutla

201

14

CERESO Femenil Atlacholoaya

0

Cárcel Distrital de Jonacatepec

Subtotal

Total

Sentenciados

Hombres

Mujeres

Hombres

Mujeres

1705

267

0

261

0

520

2278

15

332

7

1

17

1

26

358

67

7

280

2

0

10

0

12

301

30

0

71

101

0

36

0

15

51

152

56

0

40

0

96

1

0

7

0

8

104

Cárcel Puente de Ixtla

46

0

9

0

57

0

0

1

0

1

58

Cárcel Distrital Tetecala.

0

0

1

1

0

0

0

0

0

0

2

Total

788

55

1,687

94

2571

277

37

296

16

618

3,253

Fuente: Estadísticas del Sistema Penitenciario Nacional, 2013.

Según estadísticas oficiales, el número de personas en prisión, de 2011 a 2013 no ha aumentado, pues solo tiene una distancia de 99 internos de uno a otro año. En el Estado solo existen dos centros de readaptación social ubicados en Atlacholoaya, uno destinado a los hombres y otro a las mujeres; el resto de las cárceles son distritales, ubicadas en pequeños poblados de Morelos que apenas llegan a 358 internos.

2.3. La reclusión femenina Las prisiones teórica y discursivamente juegan un papel de suma importancia en la sociedad, ya que son las encargadas de privar de la libertad a personas que han cometido algún delito, aislándolas de su modo habitual de vida, privándolas de un salario digno, de la compañía de sus familiares y amigos, de su propia ropa y de otros objetos personales, donde aisladas de la sociedad por un periodo apreciable de tiempo comparten en su encierro una rutina diaria administrada formalmente.

Goffman (2009, p.20) sitúa a la prisión en una de las cinco categorías que caracterizan a instituciones totales de encierro en nuestra sociedad: la prisión, los asilos-orfanatos, las clínicas mentales, los lugares de trabajo y los monasterios. En tanto que las cárceles son creadas con el fin de proteger a la sociedad de quienes


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constituyen intencionalmente un peligro para ella y no se pretende como finalidad inmediata el bienestar de los reclusos sino su reinserción social.

Una característica importante de la cárceles es que existe una ruptura en las barreras que separan lo ordinario del ordenamiento básico en la sociedad moderna, esto se constata en las acciones como el dormir, jugar o trabajar en distintos lugares, de modo que las actividades comunes y cotidianas que se realizan en la casa, en un espacio público, en la escuela o en el trabajo, se convierten en algo inusual, pues todos los aspectos de la vida se desarrollan en el mismo lugar y bajo la misma autoridad; cada etapa de la actividad diaria de las mujeres se lleva a cabo en compañía de un gran número de reclusas a quienes se da el mismo trato según la jerarquía21 de cada penal, todas las etapas de las actividades diarias están estrictamente programas en un horario previsto, puesto que se impone mediante un sistema de normas explícitas, sumando las diversas actividades obligatorias que se integran en un solo plan concedido para el logro de los objetivos propios de la prisión. Los espacios de reclusión como condena para mujeres que infringieron la ley se comenzaron a usar en 1556 cuando se creó el hospital del Divino Salvador, el primero en albergar exclusivamente a mujeres vagabundas de la Ciudad de México, siendo así uno de los primeros espacios de reclusión femenina permitiendo que en las cárceles se tuviera una mejor organización de los internos (Villa, 1975, p. 142).

Los primeros estudios que se realizan sobre cárcel y mujeres está en los textos de Lombroso (1902) a finales del siglo XIX, anteponiendo siempre su visión sexista donde estereotipaban a estas mujeres por atentar contra el orden social, pues violaban la propia condición femenina: “para ellos, las mujeres delincuentes eran personas especialmente degeneradas y debían considerarse todavía peores que los hombres delincuentes” (Ribas, Almeda y Bodelón, 2005, p. 41).

Si bien, las primeras investigaciones formales sobre la situación de las mujeres en las cárceles se llevó a cabo por Lombroso (1902) fue hasta los ochenta que se pasó de explicar la criminalidad femenina desde la sociología de la desviación y la criminología critica (con la incursión de mujeres anglosajonas criminólogas) a explicar el binomio mujer-delito desde una perspectiva de género (introduciendo herramientas de análisis más estructuradas que parten de hechos sociales más estructurales, y que tenían que ver con el mundo de la vida de cada una). Según Natalia Ribas, Elisabet Almeda y Encarna Bodelón “es importante destacar, que la mayoría de estos trabajos se han de 21

Dentro de los penales en México existen un orden jerárquico: 1. narcotraficantes, 2. homicidas, 3. violadores y 4. Religiosos. Véase al respecto Guillen 2002.


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ubicar en el marco teórico de la criminología critica, concretamente en lo que podríamos denominar como criminología del género o criminología feminista” (2005, p. 42). Estudios pioneros de mujeres en la cárcel, muestran que estos espacios de confinamiento fueron creados a partir de una visión masculina y únicamente resolvieron los problemas privativos para ellos, como lo afirman las criminólogas Heidensohn (1985), Dahl y Snare (1978)22.

En la actualidad, el aumento y la participación de la mujer en el crimen es mayor, dado que el incremento es proporcional al crecimiento de su participación en la vida social, política y económica, “en la medida que la diferencia socio-económicaestructural entre sexos disminuye el aumento recíproco de la criminalidad femenina y la población carcelaria de mujeres, incrementa” (Ordoñez, 2006 p. 188).

Según estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2010) los tres delitos de mayor incidencia atribuidos a las mujeres son en orden descendente: los de materia de narcóticos (fuero federal), lesiones y robo (fuero común). En 2009 de acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad Pública, la población penitenciaria femenina se incrementó 200 por ciento durante los últimos 14 años, al pasar de 3 mil 792 reclusas en 1996 a 11 mil en 2009 (INEGI, 2010, SSP). La participación de las mujeres en delitos relacionados con narcóticos (posesión, venta o transportación) ha aumentado durante los últimos diez años. En su mayoría son mujeres "enganchadas" en el narcotráfico por necesidad económica, por dependencia afectiva, o por desempeñar el rol de ama de casa, cónyuge, novia o amante (Azaola, 1996, p. 183).

Según un informe presentado por el Congreso de la Unión en los últimos 5 años, se incrementó el número de mujeres que han sido privadas de su libertad en un 19.89%, en contraste con un 5% de aumento entre la población masculina, la principal razón del aumento tiene que ver con su participación en el narcomenudeo. Esta tendencia se reproduce entre la población indígena en donde un 52% de las mujeres han sido detenidas por delitos contra la salud (Censo Penitenciario de la CDI 2006 en Hernández, 2013, p.13).

En la relación mujer–delito, Marcela Lagarde argumenta que la subalteridad, la desigualdad, la discriminación y la dependencia de las mujeres, influyen en el delito cometido dada por su condición genérica pues las mujeres son víctimas de delitos cometidos contra ellas, sus intereses, o sus bienes, por hombres y por otras mujeres, incluso cuando han incurrido en el delito tienen condiciones desiguales frente al 22 Al

respecto, Véase (Ribas, Almeda & Bodelón, 2005, p.43)


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discurso legal y la impartición de justicia puesto que muchas de ellas no cuentan con solvencia económica para pagar gastos de los abogados o de juicio penal (Lagarde, 2011, p. 641 - 642).

Los delitos cometidos por una mujer a causa de la articulación entre su condición genérica, su situación específica de clase, edad y condición de vida, constituyen una característica particular pues son efectuados en compañía de su pareja romántica o de algún familiar “hombre”. Sin embargo las mujeres reciben un castigo más elevado que los hombres por el mismo delito cometido.

Es problemático observar cómo el trato es diferenciado en cuanto a la impartición de justicia ya que, si se comparan los homicidios cometidos en contra de familiares, los hombres reciben en promedio una sentencia de 18 años, mientras que las mujeres una de 24. Esto implica que las mujeres tienen una sentencia que resulta ser 25% más elevada de la que -por el mismo delito- obtienen los varones (Azaola, 1997, p. 10).

Lo anterior afirma una desigualdad entre hombres y mujeres en lo que respecta a la impartición de justicia, esto es un problema de mayor magnitud pues distintas circunstancias de vida como la pobreza, el desempleo y la desigualdad han llevado a muchas mujeres a pisar la cárcel, muchas veces sin motivo de pena y otras víctimas del cuestionable sistema de justicia penal, donde las cifras a nivel nacional van en un aumento acelerado.

El CERESO de Atlacholoaya en Morelos al ser el centro de reclusión penal con mayor número de internos/nas (2430 entre hombres y mujeres), es el más representativo en cuanto a la situación penal siendo el único de reclusión femenil23 en el Estado. El CERESO de Atlacholoaya es considerado como uno de los penales modelo del país por su moderna infraestructura y por contar con instalaciones deportivas y escolares. La capacidad del CERESO en el área femenil es de 120 personas pero en algunos años ha llegado hasta más de 205 internas. La población actual según la subdirectora de esta área era de 165 mujeres al 21 de mayo 2012 y actualmente cuenta con alrededor de 145 internas (Hernández en Ruiz, 2013, p. 105).

Un caso recurrente en el área femenil del CERESO de Atlacholoaya Morelos y que vale la pena mencionar son las cifras que, como a nivel nacional, siguen reflejando las distintas formas de vida que llevan las mujeres en comparación con los hombres, y es que para 2009 sólo un 40% de ellas recibía visitas en contraste con un 70% en el área

23 A excepción

de la cárcel Distrital de Tetecala que tiene solo una mujer presa y un total de 2 internos en 2013, esta cifra en comparación con la del CERESO Femenil de Atlacholoaya no es significativa dado que no puede ser equivalente al número de mujeres que en la actualidad viven el encierro penal en Morelos.


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varonil, esto debido a que las mujeres al encontrarse en prisión, pierden más derechos afectivos que los hombres, debido a su condición de transgresoras de la ley, son vistas como infractoras a la ordenamiento moral de la familia, en la mayoría de los casos son olvidadas por la pareja, la familia o los hijos.

Estos escenarios de desigualdad de género también son visibles en los métodos de readaptación social, en el empleo de las mujeres en actividades de acuerdo a su condición sexual. La prisión perpetua los fundamentos del deber ser mujer al encomendarles labores readaptantes como actividades de limpieza, preparación de alimentos, elaboración de adornos, ropa, costura, corte y confección, corte de cabello o bordado, actividades comunes en muchas cárceles que se adjuntan a las tareas tradicionalmente atribuidas a lo femenino donde sólo se les capacita para el hogar y la ética del espacio privado. En la prisión no se instruye con instrumentos o técnicas laborales necesarias para realizar un trabajo fuera del hogar una vez cumplida su sentencia, siendo que muchas de estas mujeres son jefas de familia y tienen a su cargo la manutención económica de los hijos (Azaola y Yacamán en Mejía, 2012, p. 69; Ribas, Almeda y Bodelón, 2005, p. 42).

Esta realidad es percibida en el CERESO de Atlacholoaya (sin contar los talleres de la Colectiva Editorial Hermanas en la Sombra, yoga o constelaciones que lo que buscan es incentivar el “ser mujer” y enfrentarse al mundo) como en las demás cárceles femeniles en el país, la brecha que existe entre el campo laboral y la reclusión es aun grande, por un lado no hay espacios donde puedan las mujeres preparase para la vida laboral y mucho menos emplearse al salir, y por otro, no existe la opción de un trabajo dignamente remunerado y justo para las que trabajan en el interior de las cárceles:

En el espacio penitenciario, un nuevo factor de explotación y colonización de [los cuerpos en cautiverio] ha tomado la forma “benigna” de una estrategia más de readaptación para los y las internas, la llamada eufemísticamente “laborterapia”, es decir el trabajo en la industria penitenciaria como una forma de “terapia ocupacional” y de capacitación laboral (Hernández, 2012, p.38).

Que sólo incentiva con los programas impulsados por el Estado la introducción de la industria en las cárceles, la explotación laboral, y con ello largas jornadas laborales, salarios mal remunerados, nulos servicios de salud y seguridad laboral (derechos laborales), con esto se estimula lo que la antropóloga Aída Hernández, llama la neoesclavitud, una nueva forma que opera desde los propios gobiernos estatales y federales ofreciendo a las dependencias privadas: No pagar renta por servicios e instalaciones o impuestos, ni seguro social; la mano de obra es barata, accesible y flexible; se asegura la puntualidad y no hay que pagar prestaciones, aguinaldos ni


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primas vacacionales; el ausentismo es nulo y los horarios flexibles. Así esta neoesclavitud opera al dejar a las y los internos como en las sociedades más antiguas, reducidos a mercancía que se compra y vende sin restricción alguna, con nulo respeto a los derechos tanto humanos, como laborales (los empresarios otorgan el pago mayoritariamente por trabajo a destajo con salarios que pueden ir de entre 15 y 20 pesos diarios por jornadas de 12 horas)24, donde su empleo en el trabajo se encuentra mediado por la iniciativa privada y el Estado que operan en conjunto, no a favor de la readaptación social o el bienestar para las y los internos, si no de intereses propios de producción y distribución mercantil en masa (Hernández, 2013, pp. 41-42).

Es visible que la industria penal más que insertar a las y los internos al campo laboral merma sus posibilidades de empleo, pues las extremas condiciones laborales que enfrentan, denigran la condición humana en las cárceles. Así por ejemplo, en el caso de las mujeres, por un lado existen los escasos programas de capacitación laboral, que a su salida no representan o cubren la demanda de empleo afuera, y por el otro, más que incluirlas en el campo laboral con prácticas como la laborterapia, el sistema penal se enfoca en los mal remunerados trabajos para las personas sólo cuando están internas, ya que es más fácil para las instituciones a su cargo, privarlas de derechos laborales. Cuando salen se ejerce un “despido voluntario” por la libertad, es decir, ya no son mercancía para el comprador, “ya no importan”, pues su existencia en libertad, rompe con las leyes laborales que se violan dentro de la cárcel.

2.4. El Centro Femenil de Readaptación Social de Atlacholoaya El CERESO Femenil de Atlacholoaya, por ser el centro de reclusión penal con mayor número de mujeres internas (220) es el más representativo en cuanto la situación penal, ya que constituye es el único de reclusión femenil25 en el Estado (Instituto de la Mujer del Estado de Morelos, 2009). Los cimientos de su historia los podemos encontrar en la parte sur del Palacio de Cortés, uno de sus edificios se destinó para la reclusión penal de 1770 a 1934. En este último año fue reubicada a un predio de la actual avenida Atlacomulco, hasta el 2000 cuando se funda como Centro de Readaptación Social en la colonia de Atlacholoaya municipio de Xochitepec.

24

En “Del Estado Multicultural al Estado Penal: Mujeres Indígenas Presas y Criminalización de la Pobreza en México” Aída Hernández realiza historias de vida, en las cuales esta realidad sale a la luz: “Durante la emergencia sanitaria del mes de abril del 2009 en México las internas de Atlacholoaya tuvieron que trabajar en horarios de hasta 12 horas en la elaboración de tapabocas, pagándoseles a destajo entre 15 y 20 pesos diarios. Información de campo”, Véase más al respecto (Hernandez, 2013, p. 42). 25

A excepción de la cárcel Distrital de Tetecala que tiene solo una mujer presa y un total de 2 internos en 2013, esta cifra en comparación con la del CERESO Femenil de Atlacholoaya no es significativa dado que no puede ser equivalente al número de mujeres que en la actualidad viven el encierro penal en Morelos.


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Foto 1.

42

Vestigios de la Penitenciaria de Morelos 1934 – 2000 26

E n l a s imágenes (foto 1) podemos observar los vestigios de la cárcel industrial y penitenciaria construida el 1 de Octubre de 1933, es inaugurada hasta el 30 de abril de 1934 siendo gobernador constitucional del Estado Vicente Estrada Cajigal, quien proyectó y construyó fue el Arq. Gonzalo Garita. La imagen de lado derecho muestra lo que fue una celda de la antigua penitenciaria de Estado de Morelos que funcionó de 1934 hasta 2000 cuando se construye en el municipio de Xochicalco, el CERESO de Atlacholoaya, como una cárcel modelo (Ruíz, 2013, p.105), pues su infraestructura que prometían una nueva forma de llevar el encierro, pues el CERESO cuenta con espacios deportivos, salones para talleres, comedor y en el área femenil una guardería para los hijos menores que viven con sus madres dentro del penal.

En la actualidad el Centro Femenil de Readaptación Social cuenta con una población total aproximada de 220 internas, 48% procesadas y 51% sentenciadas de los delitos del fuero federal. La situación de las mujeres en la cárcel de Atlacholoaya, en los últimos años ha sido particular, 75 mujeres se encuentran por delitos contra la salud; con una edad media entre 30 y 34 años, 40% sólo cuenta con educación básica, 36% vivía en unión libre antes de entrar y 50% con desempleo (Instituto de la Mujer para el Estado de Morelos, 2009), la mayoría son mujeres que vienen en contextos de marginalidad y pobreza debido a su condición de género y en muchos casos indígena.

Los delitos contra la salud son los que predominan en el femenil, llama la atención que debido a esto, pocas tienen derecho a la libertad anticipada, sin embargo muchas de ellas sí han cumplido su condena y salido de prisión, es menester observar que “en 26

Foto: Lucia Espinoza Nieto 23 de Abril de 2013.


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los últimos cinco años, se incrementó el número de mujeres que han sido privadas de su libertad 19.89%, en contraste con 5% de aumento entre la población masculina. La principal razón del aumento tiene que ver con su participación en el narcomenudeo” (2010, p.11).

Eso también es visible en cifras dependientes de la Consejería Jurídica del Estado de Morelos pues de 1991 a 2001 los ingresos de la población aumentaron de 2 por año a 37 por año (Velazquez, 2004, p. 199), esto habla de un cambio estructural tanto en la impartición de justicia cómo en el contexto social en el que viven las mujeres, donde la condición del delito es relacionado por una cuestión de género, las mujeres ya están incursionando aún más en asuntos delictivos, esto debido a su relación con la falta de oportunidades, los nuevos roles sociales adquiridos, como jefas de familia, la pobreza y el desempleo.

El área femenil a comparación de la varonil es mucho más pequeña debido a que tiene una capacidad para 120 mujeres, y el varonil para 1751 hombres (Velazquez, 2004, p. 20). Para trasladarse al CERESO27 de Atlacholoaya desde Cuernavaca Morelos se sigue un trayecto de hora y media en transporte público, pero si lo que queremos es viajar en automóvil la distancia se encuentra a cuarenta minutos; a la llegada es común encontrarse con amplias hectáreas que ocupan un fraccionamiento, a simple vista recién inaugurado, y dos kilómetros antes de atravesar el primer enrejado que resguarda los muros del penal de Atlacholoaya, otra fila de terrenos baldíos.

Cerca del acceso principal se encuentra el área femenil, una reja grande con la silueta de una mujer impresa en el metal, como en la mayoría de los penales el color gris con amarillo es el que sobresale en aquella construcción panóptica, exactamente a la entrada del penal rodeado por hierva, arboles pequeños que adornan el lugar y tres bancas de cemento, se encuentra una lista de objetos prohibidos al ingreso como visitante, frutas de diferentes especies como coco, uva, piña o naranjas, objetos como cámaras fotográficas, de video, relojes, llaves, artículos de belleza, celulares, tarjetas telefónicas, navajas o armas de fuego; ropa de color negro, amarillo o beige, la única vestimenta para las visitas es en color rojo para la blusa y azul para el pantalón.

El acceso al penal consta de cuatro secciones las cuales se dividen por áreas de registro, enrejados y pasillos largos, el primero es el que da a la salida principal, es donde el trabajo de las custodias se centra en una inspección detallada de él o de la que entra, es la primera área de registro, uno de los pases más importantes en la entrada es la identificación oficial (IFE), sin esta no es posible ingresar de visita al lugar, posteriormente las y los que entran pasan por una revisión tipo cateo por parte de las custodias. Para llegar al segundo acceso es primordial subir por unas pequeñas escaleras que llevan a un área dividida en dos, la entrada a las oficinas (El área administrativa, de trabajo social y jurídica) y la entrada a las celdas en la cual es indispensable seguir el protocolo de registro para llegar al tercer módulo donde ya se ven las internas en su vida cotidiana, un comedor, un área de convivencia con mesas largas y sillas de plástico, donde algunas se sientan a tejer, platicar o comer, cuando se pasa por este módulo, la primera persona con que se tiene contacto es la custodia encarga de la hoja de registro y 27

Lo que en los siguientes párrafos se relata es el registro del trabajo de campo realizado entre octubre de 2012 y febrero de 2013 en visitas semanales al CERESO de Atlacholoaya, junto con la Colectiva Hermanas en la Sombra.


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posteriormente con una de las internas que ofrece productos de la tienda que se encuentra al interior, desde café, dulces, refrescos o agua embotellada, hasta fruta picada o quesadillas, más adelante en el cuarto modulo, al que se llega por un angosto pasillo integrado por barrotes a la misma distancia que los muros, se pueden ver los dormitorios de las internas, espacios que albergan aproximadamente de cuatro a seis celdas con capacidad para tres o cuatro internas, cada dormitorio se encuentra aislado por una pequeña reja.

A la entrada del último modulo (una barra de cemento de un metro por cuarenta centímetros de altura que resguarda a las custodias que se encargan igual que en las otras secciones del registro), se pueden observar dos dormitorios uno de lado izquierdo y otro de lado derecho, posteriormente viene la entrada a los talleres, dos salones de medianas dimensiones donde las mujeres trabajan elaborando tapa bocas, manualidades, costura y donde asisten a talleres de escritura, elaboración de libros artesanales, etcétera, al fondo se encuentra una guardería para los hijos pequeños de las mujeres internas, más atrás está situada un cancha deportiva, donde las internas practican deporte o pasan el tiempo en el único espacio al aíre libre del CERESO.

Las mujeres que viven al interior del penal las podemos identificar por el color de la vestimenta que usan, el beige para las procesadas y el amarillo para las sentenciadas, colores que al salir de prisión se vuelven impensables en el uso cotidiano, dentro de prisión muchas mujeres adquieren y se forjan una rutina diaria de vida, trabajan, realizan actividades de recreación, estudian, escriben, cocinan, realizan ejercicio, yoga y manualidades, cada una organiza sus días de acuerdo a sus necesidades o intereses dentro del penal, muchas también se apropian del espacio, al adaptar sus celdas asemejando un hogar del donde salir y llegar de trabajar a diario. En la implementación de las rutinas es indispensable el papel que juegan los talleres que imparten personas del exterior, como asociaciones civiles, colectivos, agrupaciones religiosas o personas que se acercan al CERESO sólo por el hecho de ayudar.

Los talleres que se imparten a las mujeres en situación de reclusión son fundamentales en su vida dentro y fuera del penal, temas como la poesía, escritura, historia de vida, elaboración de libros o yoga, les han ayudado a tener una conexión consigo mismas y con las demás personas con las que habitan, ha adquirir nuevos conocimientos y habilidades que ellas mismas en algunos casos no sabían que poseían, en la experiencia de las mujeres ex reclusas, en su paso por la cárcel, los talleres fueron una herramienta primordial en la construcción de lo que es su identidad al salir y cómo menciona la socióloga Elena de Hoyos, coordinadora de la Colectiva Hermanas en la Sombra (tallerista de poesía, escritura y narrativa al interior del CERESO de Atlacholoaya, junto con Aida Hernández académica y activista, Marina Ruiz poeta y filosofa, y Leticia Alegria poeta) “En el contexto de la escritura, nos olvidamos del encierro y abrimos las rejas a la posibilidad de construir una singular visión de realidad a partir del trabajo colectivo” (De Hoyos, 2013, p. 18).

Es importante mencionar el trabajo que estas mujeres realizan en los talleres al interior de las cárceles pues en el caso de la Colectiva Hermanas en la Sombra que lleva el taller de escritura, para las mujeres que se encuentran en el interior y en el exterior ha tenido un gran significado en sus vidas y en su identidad al salir, gracias a un descubrimiento de ellas mismas, donde la mejor terapia al encierro son la letras, las palabras, la expresión y la


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comprensión, es importante hacer mención de que dos de los casos de estudio aquí mostrados son mujeres que se forjaron como escritoras dentro del penal, cuestión indispensable en su vida en libertad ya que antes de ingresar no sabían leer ni escribir, esto es primordial pues interviene en lo que buscamos analizar “la identidad en la vida cotidiana de las mujeres ex reclusas”.

2.4.1. Colectiva Hermanas en la Sombra, espacio libre al interior del CERESO de Atlacholoaya: construcción de identidades, dentro y fuera de la cárcel La Colectiva Hermanas en la Sombra nace en 2007 con el taller “Mujer escribir cambia tu vida” impartido por la socióloga Elena de Hoyos a mujeres internas en el CERESO de Atlacholoaya, con el apoyo del Instituto de Cultura y el Instituto de la Mujer para el Estado de Morelos, al interior del taller se da vida a la gaceta carcelaria Y ahora que sigue, dirigida y coordinada por Elena de Hoyos, donde participaban escritores y escritoras internos e internas en el CERESO.

Para 2008 Elena de Hoyos cómo integrante del Patronato para la Reinserción Social por el Empleo y la Industria gestiona el ingreso de Aida Hernández Castillo (De Hoyos 2013, p. 18-19) con el taller de Historias de vida. “En el taller, las participantes se dieron a la tarea de documentar y escribir la historia de otras compañeras presas indígenas y campesinas que no contaban con el privilegio de la escritura” (Hernández, 2010, p 10), las barreras culturales que existen en nuestro país se maximizan cuando vemos la cotidianidad de la personas que viven en los centros de reclusión, en el CERESO de Atlacholoaya podemos ver una gran cantidad de mujeres indígenas conviviendo con mujeres que no lo son, esta convivencia se ve fracturada muchas veces por una la condición socio cultural que hace de las mujeres indígenas presas un sector doblemente marginado, pues las cárceles se encuentran sectorizadas y jerarquizadas,

(…) las pocas mujeres rubias que se encuentra encarceladas tienen escolarización más alta que el promedio y gozan de privilegios especiales, como el tener celdas separadas del resto de la población y ser las protagonistas principales en las obras de teatro que se montan en la prisión (Hernández, 2010, p.16 ).

Con el taller de Historias de vida en el cual Aída Hernández Castillo participó como instructora junto con Elena de Hoyos, fue un trabajo tanto de agrupación, de escritura, cómo de liberación, donde el aprendizaje sobre la convivencia, el entendimiento y el trabajo conjunto entre las mujeres del penal, se vio reflejado en cada una de las historias, y experiencias relatadas por la voz de mujeres que desde la infancia no tuvieron voz, esta conjunción entre oído, palabra, hoja, lápiz y memoria


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logro frutos muy importantes para ellas y para la colectiva como espacio en construcción, uno de los primeros logros consolidados además de la revista cultural con perspectiva de género Específica, fue el libro Bajo la sombra del Guamúchil, (Editado por el CIESAS, IWGIA y Ore-media) que alberga las historias de vida de diez mujeres recluidas en el CERESO de Atlacholoaya.

En 2011 con la inclusión de la poeta y editora Marina Ruíz en la colectiva y en el taller de escritura, se comienza a trabajar con libros artesanales, toman el nombre de Colectiva Editorial de Mujeres en Prisión, “realizando diversas publicaciones artesanales como Fragmentos de mujer publicado en junio de 2011; en mayo de 2012 publicaron Mujeres habitando un sueño de libertad que es una caja con 8 plaquettes con muestras de las obras de las autoras en prisión y en noviembre de 2012 se publicó Mareas Cautivas, libro colectivo donde se narran fragmentos de historias de vida, reflexiones y poemas” de las mujeres internas y de las que ya salieron (Ruiz, 2013, p. 8), en esta edición, autoras ya consolidadas en el colectivo comentan sus experiencias como integrantes de la Colectiva Editorial de Mujeres en prisión:

Aída, Elena y Marina nos agrupan, nos organizan, nos forman un rostro y el misterio carnal de las creaciones de historias, sin duda hacen que la luz se asome sobre el caos señores, así se hace historia, así se hace poesía. (Tonella, 2012, p.101) Escribir en el colectivo se ha hecho parte de mi vida. Cada lunes desde que me levanto por la mañana, comienza el tiempo. Casi puedo saber cuándo aparecerá Elena gritando uno a uno los nombres de las mujeres que conformamos el colectivo. (Anatisma, 2012, p. 102). Con pluma y hoja en blanco, el colectivo ha sido para mí libertad para expresar lo que quiero. Con pluma y hoja en blanco puedo salir y entrar de este lugar y hasta viajar a otros países. Con pluma y hoja en blanco puedo comunicarme con mis hijos sin tener que usar tarjeta telefónica y hasta expresar lo que no me atrevo a decir de frente. Qué hermoso es saber usar la pluma y la hoja en blanco. Puedo reír, llorar mientras escribo a mis seres queridos. (Zavaleta, 2012, p.103) Es la auténtica posibilidad de plasmar ésta mi nueva vida en reclusión y la evolución que en mí ya ha ocasionado. Además la disciplina de escribir y escribir sin posponer para el “después”, motivada en todo lo que acontece a mi alrededor, sin mencionar la riqueza literaria de la retroalimentación de las vivencias cotidianas (Fénix, 2012, p.106).

Aunque yo no tengo estudio, aquí he aprendido. Aunque mis padres son indígenas, quiero desenvolverme ser abierta. La cárcel es una hermosa escuela,


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conocí a mis compañeras y llevo un bonito recuerdo de ellas y mis custodias. Deseo superar mis miedos (Salazar, 2012, p.115). Cada día de taller es una nueva historia que contar y relatar, las escritoras que se forman dentro de la cárcel junto con las talleristas han logrado unificar esfuerzos para visibilizarse como mujeres con capacidad de agencia frente al mundo y a los “otros” que las ven como transgresoras del orden patriarcal y de la familia, han aprendido a ver el encierro de otra manera, como una experiencia más en sus vidas, no un error, si no un aprendizaje, donde las mentes buenas y bien portadas sólo existen en la construcción de las normas morales de la sociedad, muchas mujeres dentro del taller y desde la escritura han aprendido a valorizarse y respetarse a sí mismas.

El trabajo que se inicia al interior del CERESO va modificando las relaciones con los familiares de las internas quienes toman otra conciencia del estado de sus familiares. También trasciende las fronteras de la historia familiar para ser parte de la historia colectiva de las mujeres (Ruiz, 2012, p.31).

El paso de las internas por la Colectiva ha sido parte fundamental en sus vidas, pues para sus integrantes la formación en la escritura a contribuido en la construcción de identidades para muchas de ellas, pues la apropiación de sus propias historias y experiencias a partir de la otra y de ellas mismas, generan lazos de comunidad dentro de la cárcel, además de valorizar sus propios cuerpos, vidas, formas de pensar y ser ante los demás, el respeto mutuo y el empoderamiento en distintos ámbitos como la familia, las relaciones de pareja y la dependencia económica.

En 2012, se suma Ágnes Alegría poeta y escritora, en 2013 publican Bitácora del destierro como parte de la Colección Revelación Intramuros: narrativa, poesía y ensayo de mujeres en prisión (cambian de ser Colectiva Editorial de Mujeres en Prisión a Colectiva Editorial Hermanas en la Sombra), el cual consta de nueve capítulos, el último es precisamente destinado a la identidad, temas como mujer, esperanza, fuerza, soy, lucha, derechos, libertad, romper el silencio, pasado, olvido y nostalgia son lo que caracteriza a estas últimas páginas que muestran como estas mujeres se apropian de ellas mismas; a continuación algunos fragmentos de este último capítulo.

Somos Somos aquellas que un día habitamos la tierra llamada sociedad, señoras, hijas queridas, madres respetadas. Pasó el tiempo, la hambruna, la marginación o una circunstancia nos convirtió en monstruos intramuros (…) (Lee, 2013, p. 47). No debe


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Una mujer no debe ser sumisa Dejada, permisiva, Egoísta, celosa, Infeliz, burlada, Olvidada, negada, ignorada, Incrédula, humillada, Conformista, ignorante, Posesiva, metiche, chismosa, Rencorosa, mal hablada (Charys, 2013, p. 150).

Dejarse llevar Mujer que tiene lo rentable, cimbra y flota ahora. Mi estructura se fortalece para ir con la corriente en estos tiempos. Mis varillas forjan pensamientos que solidifican el futuro. Ir con la corriente significa comprender el presente. Flotar es dejarme llevar por las nuevas enseñanzas de sororidad (…) (Fénix, 2013, p. 152). La escritura para todas las integrantes de la colectiva representa un escape a la incertidumbre del encierro, una fuga tanto a los pensamientos cómo a las ideas que son difíciles de mencionar con la oralidad, es interesante observar que ellas en la mayoría de los escritos siempre miran hacia afuera, hablándole al mundo exterior desde el interior, mujeres que esperan con ansia el futuro, pero mientras tanto son conscientes de su situación, la asimilan, aprenden de ella y toman posición frente a lo que más adelante les espera.

La experiencia sobre la vida de estas mujeres, desde el género y plasmada en la escritura, se vuelve pieza primordial en el estudio de su identidad pues nos muestra mucho de su realidad. Como ya se mencionó, dos de nuestros casos de estudio, (Rosa y Leo) son escritoras y parte de la colectiva, que a partir de la palabra escrita y desde la cárcel se han forjado la forma de representar su mundo en las letras, es por eso que en el análisis de su identidad se hace de suma relevancia retomar sus historias de vida, escritos, poesía y narrativa que han desarrollado en su trayectoria como escritoras, estos los abordaremos en el último capítulo que se centra en el análisis de la situación de estas mujeres y dos más, al salir de prisión.


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2.5. Antes, durante y después del encierro La vida de las mujeres ex reclusas atraviesa por tres fases importantes que tienen que ver con su identidad cuando salen de prisión, estas se dividen en tres, un antes durante y un después, la primera tiene que ver con las experiencias de su vida pasa o anterior a l encierro, las relaciones sociales, con la familia, su contexto y situación por la que llego a la cárcel; la segunda fase muestra los rasgos con su vida dentro de prisión, su proceso penal, la relación con otras internas, la vida cotidiana al interior y su relación con los que habitaban al exterior ósea, la familia; por último y un después que es todo aquello relacionado con su libertad, la familia, relaciones sociales y contexto al salir de la cárcel, estos tres rasgos son útiles para poder analizar la identidad de la ex reclusas, pues lo que se pretende mostrar es como se va integrando ésta al salir de prisión y que rasgos las van identificando en su llegada nuevamente a la sociedad.

Como lo señalamos, la fase del antes se encuentra marcada por aspectos esenciales de una socialización primaria, es decir, los primeros rasgos sociales adquiridos por una mujer en su vida, estos se desarrollan en un entorno social, con tradiciones y costumbres ya dados, en esta fase se puede tomar como punto de partida eventos de la vida pasada de estas mujeres estudiadas, pues es aquí, donde se da la construcción de su identidad ahora. No hay que olvidar que estamos hablando de que estas mujeres cuando llegan a prisión, ya tienen una identidad marcada por su contexto social, clase o etnia y con su llegada a la cárcel sólo adquieren una experiencia de vida que van adjuntando a su identidad al salir de prisión.

Existen diferencias genéricas en el delito, Marcela Lagarde (2011) lo menciona a nivel de que la mujer delinque menos que el hombre y los delitos cometidos destacan dependiendo del sexo, esto se debe al modo de vida doméstico, lo privado, sus funciones, su condición de jefas de familia, el conjunto de normas sociales que las obliga a ser femeninas “buenas y obedientes”. En contraposición, para los hombres, influye su vida pública, la relaciones de competencia, el carácter social de proveedores, la figura de fuerza frente al sexo débil, la necesidad de acumular, de poseer y de apropiación; todos los anteriores repercuten sobre las mujeres, para que éstos hayan cometido un delito, la transgresión de la norma confiere a los hombres valor genérico, éxito, prestigio y rango: virilidad (Lagarde, 2010, p. 660) dando como resultado que el grado de machismo se mide por su capacidad de transgresión hacia la norma.


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Éstas solo son aseveraciones de una pequeña realidad, y es necesario observar cómo es construido el delito en el inconsciente colectivo de los hombres y mujeres que delinquen, pues los estudios que se han revisado en esta investigación muestran que éstas frente al delito se encuentran en dos niveles conceptuales, en el de delincuentes por cometer actos ilícitos por decisión propia y la segunda por ser víctima de las circunstancias de su entorno. Con respecto a ello se puede argumentar que los estudios entorno a los actos delictivos cometidos por mujeres tienen que replantearse y actualizarse para un mejor entendimiento de la reclusión en la realidad social.

Por otro lado, la fase del antes, está siempre relacionada con la del durante la vida dentro de la cárcel y la adopción de una identidad determinada por la sistematización de su vida cotidiana en un mismo tiempo y espacio. Es importante apuntar que existen distintos aspectos que caracterizan la vida dentro de las prisiones y que están determinados por el sexo, el delito cometido, recursos económicos para satisfacer sus necesidades dentro de prisión,, lo anterior ratifica que existe una relación con una estratificación social dentro del penal.

En un primer plano, el sexo de cada recluso determina su mundo dentro de prisión. La vida de una mujer recluida es muy distinta a la de un hombre, pues cuando una mujer comete un delito y es llevada a prisión, pierde más derechos afectivos que un hombre debido a la pérdida de su rol social como madre, miembro de una familia (hermana, sobrina, tía e hija) y como esposa o compañera, pero sobre todo pierde el afecto por parte de sus hijos si la estancia en el penal es prolongada. Así lo revela una encuesta realizada a cárceles de la Ciudad de México que muestra un alto nivel de abandono entre las mujeres reclusas por parte de familiares y amigos; 60% de las mujeres en prisión quienes refirieron no haber recibido visitas durante el último mes, de modo que resulta mayor el índice de abandono a diferencia de los varones (véase Galván et. al., 2006, p. 69; Mejía, 2012, p. 70). Esta realidad no es privativa de México sino que se reitera en los países de América Latina, por lo que el abandono se vuelve una generalidad para las mujeres en prisión:

Cuando una mujer es recluida en la Cárcel Nacional de Maracaibo pierde (casi por regla) a su familia. La investigación arrojó como resultado que estas mujeres se sienten extrañas en el mundo porque ese mundo las trata como extrañas, y aunque existe un número elevado que tenían pareja (cónyuge o concubino) antes de la reclusión, durante los días de visita familiar (dos días a la semana) se pudo constatar muy poca asistencia de hombres. Éstos optan por abandonar a su pareja, una vez que es recluida en el recinto, lo que conllevará, regularmente, la desintegración de la familia (Aponte, 2002, p. 177).


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Otra forma de vivir el encierro a partir del sexo, es la posición de emplearse en actividades de acuerdo a su condición de mujer que todas tienen, según afirma Azaola y Yacamán: Estudios han demostrado que la prisión perpetua los fundamentos del deber ser mujer al encomendarles labores readaptantes como actividades de limpieza, preparación de alimentos, elaboración de adornos, de ropa, etcétera, es decir, capacitaciones y/o labores propias para su sexo (en Mejía, 2012, p. 69).

Investigadores (as) afirman que las actividades más comunes en muchas cárceles se adjuntan a las tareas que tienen que ver con el carácter que tradicionalmente se da a lo femenino como la costura, el corte y confección, el corte de cabello y el bordado, con lo anterior se hace una crítica al sistema penal y pone en entre dicho que sólo se les capacita para el hogar y la ética del espacio privado y que la prisión no se instruye con instrumentos o técnicas laborales necesarias para realizar un trabajo fuera del hogar una vez cumplida su sentencia, siendo que muchas de estas mujeres son jefas de familia y tienen a su cargo la manutención económica de los hijos (Ribas, Almeda y Bodelón, 2005, p. 42).

Otra cuestión importante es el delito, cuando lo comete una mujer, es tomado como una violación a las normas de la moral, lo cual es percibido como una carencia de honestidad y falta de respeto al núcleo familiar y a la sociedad. Por tanto, ellas no solo son transgresoras el orden social sino corruptoras de la disposición de las formas patriarcales de la familia, por lo que son culpadas y deshonradas socialmente por abandonar su papel de madres y esposas dada su condición del ser mujer en una sociedad tradicionalista (Ordóñez, 2006, p. 186).

Un tercer rasgo que determina la vida de las mujeres en prisión está determinado por los recursos económicos para satisfacer las necesidades dentro del reclusorio y su estratificación social. Ejemplo de ello son los factores económicos que tienen que ver con el estilo de vida dentro de la cárcel pues las comodidades tienen un alto valor monetario esto es que todos los objetos materiales que se encuentran dentro de las cárceles valen lo doble que fuera de ellas, todo tiene precio: desde dormir en una cama con colchón hasta emplearse en quehaceres domésticos o prostituirse; algunas mujeres por su nivel económico dentro de la cárcel, cuentan con aparatos electrodomésticos, muebles, ropa y zapatos e incluso espacios privados.

Este nivel económico está mediado por una estratificación dentro de la prisión, ésta se puede dar primero por el nivel adquisitivo y después por el lapso de tiempo en prisión. La mayoría de las mujeres que se encuentran en reclusión por un periodo largo,


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están familiarizadas con la vida en el encierro, esto lleva a que su espacio de confinamiento sea construido en base a su cotidianidad en el encarcelamiento, es decir adaptan sus espacios y se ganan el uso de suelo por la antigüedad, el proceso penal (procesada o sentenciada), el apadrinamiento o el status económico.

En un estudio realizado por Nanci Cruz, Erika Morales y Luis Ramírez a mujeres en el CEFERESO de Santa Marta Acatitla, en México Distrito Federal, destacan hallazgos en trabajo de campo que tienen que ver con la estratificación social de la división de clases sociales en la prisión, y en este sentido argumentan que:

La estratificación social se observa no sólo en el poder adquisitivo de las presas dentro de la cárcel, sino también en el arreglo, cuidado y limpieza de sus espacios; en la calidad de ropa que usan; en la ocupaciones y actividades que realizan; en los intereses que tienen; en sus niveles de educación; en el hecho de que las presas con mayor nivel pueden contratar a las de menor nivel como persona de servicio etc. (Cruz et. al., 2010, p. 75).

Cuando una mujer ingresa a la penitenciaría tiene establecida una cultura de la presentación, una forma en la cual se dirige hacia las demás personas, con un estilo de vida propio y una rutina de actividades que se dan hasta el momento de su llegada; poco a poco, se va desprendiendo de su vida cotidiana, y llega al remplazo de su cultura propia por una cultura preestablecida o ya formada, conjuntamente, si su estancia es demasiado larga, puede ocurrir una desculturación28, es decir una descodificación temporal de su vida cotidiana exterior, si es que paga su condena y sale de prisión (Goffman, 2009, p. 27- 28).

Es importante aclarar que las prisiones en los últimos años tienen el objetivo de readaptar a los internos e internalizarles la cultura civil del mundo exterior (trabajo, escuela y familia) sin embargo los resultados han sido de corto alcance , escasos y magros, ya que existe ambigüedad en su práctica y su función pues los centros preventivos y de readaptación social no escapan a la tensión entre el mundo habitual y el mundo institucional, utilizan dicha tensión como medio estratégico para el control de las reclusas, por ejemplo las internas cuando ingresan al penal son obligadas a integrarse conjuntamente a reclusas que allí habitan, forzándolas a modificar su identidad, a ser parte de un nuevo grupo social bajo una misma autoridad y vigilancia constante, aceptando estrictos métodos disciplinarios y la reglamentación de su vida cotidiana dentro del penal.

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Por otra parte para el sicólogo estadounidense Robert Sommer, la desculturación es un desentrenamiento de la vida cotidiana en un sentido psico-social. Véase al respecto (Goffman, 2009).


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Por último la fase del Después es el aspecto más relevante del proceso en la vida de una mujer que sale de prisión, pues para muchas es el “comenzar de nuevo”, la otra oportunidad que tato añoraban en el encierro, consideramos que en el después podemos dar una visión cualitativa de la realidad de estas mujeres, sin desapegarnos de nuestro objetivo central, que es el análisis de la identidad en la vida cotidiana de mujeres ex reclusas en el Estado de Morelos. Para poder aproximarnos al después es importante mostrar cómo es que se ha trabajado tanto en la academia como en los espacios de intervención comunitaria (las diferentes Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y las asociaciones civiles).

En México hay importantes aportaciones a las investigaciones enfocadas en el desarrollo anterior al encarcelamiento y a la evolución de ese proceso, muchas de ellas con el fin de incidir antes de que el problema exista, de explicar el sistema de justicia penal y la forma en cómo se puede intervenir con las mujeres que viven en reclusión. Estos estudios de suma importancia han servido para visibilizar este sector de la población. Sin embargo consideramos que siendo la ex reclusión un tema de suma relevancia hay pocos estudios en nuestro país que se ha preocupado por el desarrollo ulterior de la mujer a su salida de la cárcel, esto posiblemente por la onda brecha social que aún existe en cuanto a él trinomio mujer-justicia-cárcel, tema que sobra por investigar.

Pero sin duda, poco o nada se sabe sobre qué sucede cuando las mujeres salen y se enfrentan al mundo después de la prisión, ni qué consecuencias reserva para ellas el encierro o cuáles han sido las huellas que la reclusión les ha dejado. Con estas interrogantes a cuestas, en esta investigación reiteramos, se pretende testimoniar desde la experiencia de las mujeres, la “readaptación social” que ha sido tan discutida en la academia y en la sociedad civil. De este modo, adquiere relevancia responder a todas esas interrogantes que se han venido planteando a lo largo de la investigación, para lo cual es necesario establecer el contexto de la ex -reclusión en otras partes del mundo, con la finalidad de observar desde una visión general el tema.

Los países pioneros en donde se discute la situación de las mujeres después de la cárcel son: Estados Unidos, Canadá, Australia, Irlanda y España, por mencionar algunos. Una de las más importantes investigadoras es la australiana Eileen Baldry (2003), que durante dos décadas ha dedicado sus estudios a la criminología, la política y el trabajo social. Ha desarrollado múltiples investigaciones sobre mujeres después de la cárcel y su obra constituye un referente a nivel mundial. Esta investigadora afirma que el principal problema de las mujeres ex reclusas es la falta de una vivienda digna después de salir de prisión: “estudios internacionales han indicado que una vivienda adecuada es factor crucial de una exitosa transición de la prisión a la


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sociedad” (Baldry, et al., pag. 18), además de éstos, hay otros factores que inciden en la vida de cada mujer y la puede orillar a reincidir según la autora.

En un estudio realizado a hombres y mujeres que salieron de prisión en Victoria y Nueva Ginea Australia, Baldry demostró distintas características sobre la asociación entre falta de vivienda y el volver a prisión:

Asociaciones significativas entre volver a prisión y estar sin hogar:

• No contar con una ayuda para alojamiento.

• Los alberges que funcionan son poco útiles a las personas que estuvieron en prisión.

• Aumento en el consumo de alcohol y drogas.

• Ser mujer u hombre aborigen o isleño del Estrecho de Torres (indígenas australianos).

• Ser mujer.

• Tener una o varias deudas económicas (Baldry, 2003, p. 7)29.

Cabe señalar que una característica sobresaliente es que el hecho de ser mujer está interrelacionado con la posibilidad de reincidir en el delito y por consiguiente regresar a prisión y estar sin hogar. En este sentido Baldry (2003, p.17) afirma que en los datos arrojados por su estudio cuantitativo aplicado a 250 ex reclusas y ex reclusos, mostraron que las mujeres aborígenes tuvieron los peores resultados en la búsqueda adecuada de alojamiento y vivienda al salir de prisión debido a que un determinante resultan ser las barreras institucionales que significan el declive enorme en proceso de libertad, (mujeres que no saben leer ni escribir, que no tiene acceso a una defensoría o un abogado, etc.), Otro elemento que hace que las mujeres sean vulnerables al salir de prisión es la familia monoparental, sobre todo las mujeres jóvenes y solteras, quienes muestran un alto grado de ausencia de vivienda e integración social (Baldry, 2003, p. 18).

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Traducción propia del texto original: Baldry, E., McDonnell, D., Maplestone, P., & Peeters, M. (2003). Exprisoners and accommodation: what bearing do different forms of housing have on social reintegration? Autralia: AHURI.


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Otro principio en el que hace hincapié Baldry es la falta de información sobre el pre-lanzamiento y el apoyo en la obtención de alojamiento después de salir de prisión. Esta circunstancia, de acuerdo a las historias de vida analizadas en esta investigación y a otras investigaciones revisadas anteriormente (Baldry, E., McDonnell, D., Maplestone, P., & Peeters, M. (2003); Carlton, B., & Baldry, E. (2013); Davies, S., & Cook, S. (2000); Eaton, M. (1993); Travis, J., Solomon, A. & Waul, M. (2001); Lasovich, M. (1996)), es un hecho recurrente a nivel mundial, pues no se prepara a las mujeres para el futuro inmediato que en este caso constituye la libertad. Distintas autoras y autores abordan la problemática sobre esta situación, como un importante hecho en la vida de muchas mujeres que salen fuera, al respecto Bree Carlton y Marie Segrave (2013, p. 18), afirman que un problema recurrente en las mujeres que salen de prisión, es que son liberadas de forma inesperada, en condiciones de pobreza y abandono, regresan a su misma clase social, y cultural, en un ambiente similar al que vivían antes de ingresar al reclusorio, esto a su vez tiene como consecuencia, según estas autoras, la escasez de alojamiento seguro, si éstas no llegan con sus familias.

En un artículo publicado por Carlton y Baldry que se enfoca al estudio de mujeres ex reclusas en Australia, demuestra que “a menudo muchas mujeres no están preparadas para la liberación, muchas son liberadas con las cosas más indispensables que tenían adentro, sin apoyo económico y ningún lugar donde habitar” (2013, p. 71)30. En ese sentido la realidad que se vive en México es paralela a ésta. Por ejemplo, además de que muchas mujeres no son preparadas para ser puestas en libertad, sus condiciones tanto económicas como sociales, aunado a la falta de vivienda, de recursos económicos y empleo, les impiden pensar en una vida de libertad en el futuro inmediato.

Muchos otros estudios realizados a mujeres ex reclusas en otros países, develan el problema de la vivienda como factor primordial para su reinserción. Además de Baldry, en Estados Unidos de América, Jeremy Travis, Amy L. Solomon, & Michelle Waul (2001), realizaron un importante aporte desde el Urban Institute Justice Policy Center, al estudio sobre la vida después de prisión, así como propuestas de solución, análisis para la intervención del Estado e incidencia de la política pública en los 30

Traducción propia del texto original: Carlton, B., & Baldry, E. (2013). Therapeutic correctional spaces, transcarcelar interventions: post- release support structures and realities experiencied by women in Victoria Autralia. In C. Bree, & M. Segrave, Women Exiting Prison: Critical Essays on Gender, Post-Release Support and Survival (pp. 56-76). USA- Canadá: Routledge.


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Estados Unidos para erradicar el problema de las y los que reinciden en el delito de acuerdo con la cuestión de la vivienda afirman que:

Un desafío que a menudo pasa por alto la prisionera o prisionero que regresa a ser libre, es la cuestión de la vivienda. Una de las primeras cosas que una presa o preso debe hacer al momento de la liberación es encontrar un lugar para quedarse, esto se vuelve en un problema por varias razones. En primer lugar, las y los que regresan rara vez tienen recursos financieros o referencias personales necesarias para asegurar una vivienda y propia; aunado a la barreras del gobierno Federal para los programas de vivienda asistida y la obtención de vivienda pública. Un gran número de prisioneras y prisioneros, no llegan a sus casas con su familia, terminan sin hogar, con todos los riesgos que estos conllevan. Así las barreras iniciales para encontrar una vivienda asequible y estable son similares a las de la búsqueda de empleo (Travis, Solomon, & Waul, 2001, p. 18)31.

El caso de Canadá es muy representativo en este tema debido a que se comienzan a discutir y proponer soluciones a la problemática de las mujeres ex reclusas desde mediados de la década de los noventa, con programas de acción enfocados a lo que investigadoras e investigadores ya habían hecho visible, esto es, la tensa relación entre la falta de vivienda y la reincidencia del delito. En este sentido, Mary Lasovich (1996) afirma que un gran número de mujeres ex reclusas que al salir de prisión no tienen hogar, viven en una situación de riesgo, y sus posibilidades de volver a la cárcel aumentan significativamente. Es menester señalar que existen otros factores que pueden afectar esta posibilidad tales como la adicción a las drogas o el alcohol, la escasa educación y la ausencia de apoyo familiar.

Sin embargo, según Lasovich, para las mujeres que salen de prisión, una vivienda segura puede ser la diferencia entre vivir y morir por sobredosis de drogas y violencia (1996, p.13). Canadá no es el primer país en investigación e intervención con mujeres ex reclusas, pues ha tomado como ejemplo las viviendas comunitarias en San Diego, Boston, Nueva York en Estados Unidos y Birmingham en Inglaterra que se encargan de alojar a mujeres que salieron de prisión, con muy buenos resultados. Lo anterior está basado en que las mismas ex reclusas se han encargado de poner en marcha estas viviendas comunitarias y alberges:

31

Traducción propia del texto original: Travis, J., Solomon, A., & Wual, M. (2001). From Prison to home, the Dimensions and Consequences of Prisoner Reentry. Washington, DC: The Urban Institute, Justice Policy Center.


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Un estudio británico pionero, muestra el caso de 34 mujeres después de salir de prisión y señala que:

Con frecuencia en las organizaciones dirigidas por ex sido su sentido de pertenencia que se ha convertido en experiencia carcelaria compartida, donde la transición entre ha expresado un sentido de progreso para todas aquellas (Eaton en Lasovich, 1996, p. 10)32.

prisioneras, tanto ha el resultado de una la cárcel y la libertad que salen de prisión

Mucho se ha escrito en Canadá sobre la opciones para las mujeres ex reclusas, pero uno de los aportes más significativos son los que sustentan la propuesta de crear una conexión directa entre la ex reclusa y su comunidad. Este enfoque comunitario permite a las mujeres el uso de los servicios y programas sociales, ya que no se trata de duplicar servicios que tengan un costo extra a las instituciones penales, sino de aprovechar los recursos que ya se tienen contemplados y otorgarlos a las mujeres que salen de las cárceles.

La propuesta del enfoque comunitario es especialmente beneficiosa para las mujeres presas que han tenido históricamente dificultades para la adquisición de fondos y recursos para los servicios sociales y de tratamiento. La movilización de recursos de la comunidad proporciona a las mujeres ex reclusas un mejor acceso a los recursos de la comunidad, una mayor capacidad de involucrarse a ésta desde lo local, y la capacidad de proporcionar servicios más allá de los otorgados por el gobierno (Moffat en Lasovich, 1996, p. 11)33.

En términos generales, por lo que aquí se ha observado, las propuestas en relación con la libertad, posteriores al encarcelamiento de mujeres en Canadá, han surgido con la tendencia más amplia hacia las relaciones sociales basadas en la comunidad. Esto ha permitido que los programas que atienden a este sector sean viables y den respuestas favorables a la problemática de la reincidencia.

Ahora bien, los programas sociales que inciden en la vida de mujeres ex reclusas en España, también ha tenido una larga trayectoria, y contrariamente a los países de Australia, E.U.A., Inglaterra y Canadá, la falta de vivienda no es el principal problema 32 Traducción

propia del texto original: Lasovich, M. (1996). Release Housing Program for Women, A Supportive Housing strategy for prisoners released from the Burnaby Correctional Centre for Women to British Columbia communities. British Columbia, Canadá 33 Traducción

propia del texto original: Lasovich, M. (1996). Release Housing Program for Women, A Supportive Housing strategy for prisoners released from the Burnaby Correctional Centre for Women to British Columbia communities. British Columbia, Canadá


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que enfrentan estas mujeres, ya que su proceso de liberación es seguido por una asistencia social, donde se prepara a la mujer para salir y reinsertarse en la sociedad. En esta nación la situación de ex reclusión es vista como una pérdida de autonomía y gestión de las cosas más elementales de la vida cotidiana, en resumen, la infantilización de su vida. Al respecto Gómez (2008) afirma que:

La cárcel priva de autonomía, supone una pérdida de las costumbres de auto organización y planificación del propio tiempo, desde las cuestiones más globales hasta las más elementales del día a día (…) desde el hecho de encender y apagar las luces (que en prisión se encienden y apagan de forma centralizada), hasta la hora de levantarse o acostarse (que se regula también desde fuera), estar en la celda o salir al patio, entre otros que (…) se traduce en la pérdida de autonomía y capacidad de hacer y gestionarse las cosas más sencillas de la vida (p. 91).

En la vida de las mujeres ex reclusas existen tres períodos de adaptabilidad a la nueva vida libre, el primero, es aprender a superar la falta de autonomía para las cosas elementales de la vida, poder ejercer sus propias decisiones frente a cuestiones de carácter cotidiano (sostener un hogar económicamente o insertarse en el ámbito laboral por ejemplo), el segundo lidiar con el estigma de mujer ex reclusa:

El estigma social que pesa sobre ellas, (…) hace que las mujeres que han estado en prisión y han decidido cambiar su vida, mantengan oculto a las personas de su entorno social y laboral la existencia de esos años y su paso por prisión: comparten la tarea de “rellenar” con contenidos inventados los años que han estado internas y el miedo inicial a ser descubiertas (Gómez, 2008, p. 84).

El tercer proceso de adaptabilidad es cuando se incide en las políticas públicas y programas sociales para las mujeres en situación de semilibertad, libertad condicional y absoluta. España es uno de los países en los que se maneja dentro de las cárceles una inclusión previa a la vida en libertad, los llamados pisos tutelados, son aquellos que sirven como albergues donde pueden habitar mujeres reclusas en situación de semilibertad (aquellas que se encuentran condicionadas a tener unas horas de libertad durante el día, esto con el fin de conseguir un contrato de trabajo y emplearse), mujeres ex reclusas bajo libertad condicional (son las que han salido libres de prisión pero firman su libertad en un periodo determinado por la corte de justicia que dicta la sentencia) y por último las mujeres con libertad absoluta “que en los últimos cinco años, han vivido en prisión, como preventivas o con condena en firme por la comisión de algún delito” (Gómez, 2008, p. 3; Discovery, 2008).


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Para precisar más esta cuestión es oportuno señalar que estos procesos de adaptabilidad no pueden ser ordenados jerárquicamente, ya que el orden depende de la situación de vida de cada mujer pues, es una condición pasar por los pisos tutelados antes de que ellas sean puestas en libertad; así el primer y segundo proceso sólo representan dos circunstancias que algunas mujeres experimentan (sin caer en la totalidad) al que se tienen que enfrentar al abandonar la prisión.

Una vez abordadas distintas perspectivas sobre las mujeres ex reclusas en otros países, se hace patente la importancia de su estudio en nuestro país desde el contexto que nos atañe, pues resulta alarmante ver como los resultados de las investigaciones de Susanne Davies y Sandy Cook en el año 2000 en Australia, debelan que la mayoría de las mujeres que salieron de prisión, una vez transcurridos dos años pierden la vida ya sea por suicidio o problemas de salud (p. 3). De igual modo, en países como Canadá y Estados Unidos las cifras de reincidencia van en aumento en el caso específico de las mujeres sin hogar y drogodependientes.

Cabe señalar que al final, cada uno de los estudios aquí mostrados ha propuesto alternativas de solución a las mujeres que no cuentan con una vivienda propia después de salir de prisión, lo primordial es la intervención con ellas antes de salir, una preparación y planeación para la vida en el exterior, esto se traduce en la planificación adecuada, la administración de sus tiempos y espacios, es decir, a dónde llegar y cómo propiciar la opción de un alojamiento temporal y seguro, para ellas y sus hijos (si es el caso), esto es la identificación y organización para la vivienda, además el empleo y la reagrupación familiar inmediatamente después de la liberación “ayuda en la transición de la prisión a la comunidad (Carlton & Baldry, 2013; Travis, Solomon, & Waul, 2001; Baldry, McDonnell, Maplestone, & Peeters, 2003).

Es interesante observar que los problemas de muchas mujeres al salir de la cárcel tienen que ver con sus vidas antes y durante el encierro, pues al mirar las cifras de las mujeres en situación de cárcel en otros países como Australia, E.U.A o Canadá, es evidente que éstas no difieren con las de México. Lo anterior marca una estela que señala hacía dónde se debe mirar y qué es lo que se debe mirar. De este modo y desde la óptica comparativa resultaría precipitado desarrollarlo en este trabajo, pues se requeriría de otra labor de investigación para su análisis puesto que se habla de países con un nivel económico más estable y con panoramas socio-culturales distintos. Sin embargo, por otro lado se considera importante no dejar pasar las incógnitas que se generan en las mujeres que “delinquen” y por qué lo hacen en todo el mundo.


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El fenómeno de las mujeres indígenas, aborígenes, gitanas y extranjeras en prisión que son de los más inquietantes y que inmediatamente remite a las cuestiones de lo qué pasa en nuestras sociedades con el delito o cuáles son los factores que inciden en las infracciones que cometen las mujeres a nivel mundial, sobre todo cuando las cifras coinciden significativamente de un país a otro (Igareda, 2006; Travis, Solomon, & Waul, 2001 y a Hernández, 2010). En México, aún no se tienen datos cuantitativos que muestren la realidad de las mujeres ex reclusas, por lo que consideramos, sería importante trabajar en ello para evidenciar su situación a nivel nacional, los efectos del encierro y las posibles propuestas de intervención con este sector de la población. A continuación, mostraremos la metodología que utilizaremos en nuestra investigación, la manera en como abordaremos nuestro objeto de estudio, las mujeres ex reclusas y como agruparemos y utilizaremos la información obtenida.


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3. Los relatos de vida y la fotografía como herramienta de investigación social Las fotografías son un medio que dota de realidad a asuntos que los privilegiados o los meramente indemnes acaso quieren ignorar. (Susan Sontag, 2004)

3.1 El relato de vida antes, durante y después del cautiverio: usos y aplicaciones. Los relatos de vida son la construcción de testimonios individuales mostrados en fragmentos de acuerdo al tema estudiado, muestran la realidad de una persona en un marco interpretativo donde la experiencia humana es visible mediante narraciones de ciertos sucesos vividos, tienen como objetivo principal mostrar y sacar a la luz lo que para una persona da sentido a su vida en un momento dado, desde su punto de vista y subjetividad propias, que resultan un método de investigación que se constituye en la experiencia biográfica espacio-temporal, es decir, aquellas experiencias de vida utilizadas en fragmentos que pueden ir desde la infancia, el presente, el yo íntimo y los otros (Ruiz, 2012, p. 279).

Sostenemos que los relatos de vida pretenden interpretar distintos fenómenos sociales de ámbitos generales e históricos a través de la experiencia personal de individuos concretos. Su abordaje y utilización se justifican al momento de particularizar la realidad en la descripción minuciosa de un determinado suceso o acontecimiento vivido por el informante clave34. Retomamos a los relatos de vida porqué consideramos, nos permite detallar de la mejor manera la realidad del informante, siempre con un sentido claro de la información que se requiere analizar en la investigación, pues es fundamental poner atención a todos los testimonios recabados para no caer en una saturación de datos, pues esto trae dificultades al momento de interpretarlos en nuestro análisis.

Daniel Bertaux, propone desde la etnosociología que los relatos de vida son “el resultado de una forma peculiar de entrevista, la entrevista narrativa, en la que un investigador o investigadora (…) pide a una que le cuente toda o parte de su 34

Las informantes clave dentro de nuestra investigación, son las mujeres ex reclusas, su identidad y las acciones que conforman su singularidad al salir de prisión y al reproducirlas en sus espacios cotidianos afuera.


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experiencia vivida” (2005, p. 9). Para entender la descripción de las particularidades de un suceso estudiado, Bertaux plantea que los relatos de vida tienen como intención, ir de lo particular a lo general, desde la comparación de casos específicos como: contenido, datos reales situados de forma cronológica, indicios descriptivos y explicativos propuestos por los informantes para llegar al descubrimiento de fenómenos sociales y a su vez a la elaboración de conceptos e hipótesis a partir de los hallazgos logrados.

Los datos obtenidos en los relatos de vida facilitan la formulación de hipótesis y conceptos de análisis, no obstante en este caso se utiliza a la inversa, es decir, para comprobar la hipótesis planteada por un lado, y como resguardo de la imagen utilizada aquí como herramienta de investigación, por el otro. El relato de vida surge al momento que el sujeto cuenta al investigador (a) un episodio de su experiencia vivida, “El verbo ‘contar’ (narrar) es esencial: significa que la producción discursiva del sujeto ha adoptado una forma narrativa” (Bertaux, 2005, p. 36). La narración del relato es donde el investigador (a) interviene como espectador y a la vez como guía de lo relatado en la sucesión temporal de acontecimientos y situaciones emanadas de los informantes que constituyen la base y organización de la narración, considerada como “la línea de una vida” determinada por acontecimientos microsociales35 o sociales.

En el relato es primordial definir una continuidad de acontecimientos, de lo contrario se pierde el su hilo conductor y secuencia empírica en la investigación. Para contar una historia hay que descubrir las relaciones recíprocas de los personajes, explicar las razones por las que actúan; describir el contexto de las acciones y los actores mismos, descripciones, explicaciones y evaluaciones que sin ser formas narrativas, forman parte de cualquier narración y contribuyen a elaborar los significados.

Por otro lado, no podemos perder de vista que el relato también puede dar pauta a la ficción, sin embargo cada uno es una reconstrucción subjetiva y su pertinencia radica en la forma discursiva e interpretativa del sujeto. Para evitar la ficción y la ambigüedad en los relatos de vida, podemos sostenernos en lo que Bertaux llama “realista”, según la cual la historia de una persona posee una realidad previa a la forma en que se cuenta es tomada como postulado y sólo aceptando el postulado realista se puede hacer progresar el conocimiento de las relaciones sociales objetivas (Bertaux,

35

Un acontecimiento microsocial, es un hecho social que tiene relevancia ya sea en grupos pequeños de personas o sujetos en forma individual (cuestiones que se relacionan con la identidad del yo y la subjetividad de cada individuo). La vida cotidiana en prisión es un acontecimiento microsocial, pues engloba sucesos de un grupo social específico, las mujeres – delincuentes – presas.


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2005; Trejo, 2008). Al final es trabajo del investigador o investigadora, filtrar la información y desmenuzar cada detalle, para encontrar la realidad de nuestro objeto de estudio, esto se logra multiplicando los relatos de vida de informantes en situaciones similares y “al relacionar numerosos testimonios sobre la experiencia vivida de una misma situación social por ejemplo, se podrán superar sus singularidades para lograr, mediante una construcción progresiva, una representación sociológica de los componentes sociales (colectivos) de la situación” (Bertaux, 2005, p. 37).

El relato de vida será aplicado aquí, a mujeres que salieron del Atlacholoaya en el Estado de Morelos centrándonos en la particularidad ex reclusas, el cautiverio, su experiencia, antes, durante y después de después contrastar los postulados teóricos con la realidad empírica identidad en la vida cotidiana de estas mujeres después del encierro.

CERESO de que las hace prisión, para y rastrear la

Cabe destacar que los relatos de vida se llevarán a cabo mediante una entrevista abierta que conste de treinta y nueve preguntas relativas a la vida de las mujeres después de la cárcel, el antes y durante los mostraremos mediante el trabajo previo de escritura que en el caso de dos de nuestras mujeres, fue editado por la Colectiva Editorial Hermanas en la Sombra, y que consideramos un material de suma importancia al momento de realizar el análisis de su identidad; en cuanto a las dos mujeres restantes, aplicaremos una entrevista abierta para saber los sucesos y la experiencia de su vida antes y durante la prisión.

Muchas pueden ser las estrategias metodológicas para acercarte a tu objeto de estudio, el muestreo por bola de nieve o la observación participante por mencionar algunas, pero sin duda para la realización de esta investigación y el contacto con las mujeres, el acceso que las integrantes de la Colectiva Editorial Hermanas en la Sombra nos otorgaron, fue uno de los recursos más valiosos en nuestra investigación, pues gracias a su apoyo, se logró el contacto directo con las mujeres que salieron y con las que aún se encuentran pugnando una condena en prisión, Elena De Hoyos, Aída Hernández, Marina Ruiz y Agnes Alegría como las encargadas de la coordinación, difusión y organización de la colectiva, hicieron posible el acercamiento directo a ellas y sus experiencias de vida.

Conocí a las mujeres que integran la colectiva tanto al interior, como al exterior, y observar lo que han construido dentro de la cárcel me sigue llenando de intriga, acerca de lo qué les depara el futuro al salir, hacia donde van, por donde siguen y si lo aprendido o no en la cárcel, tanto en su vida cotidiana como en los talleres de escritura influye en su vida y de qué manera, con esto no se busca hacer una comparación entre


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las escritoras de la colectiva que se formaron dentro de la cárcel y las que no llevaron el taller, sino sólo mostrar lo que construyeron y como lo reproducen en la libertad.

Mi primer acercamiento a la colectiva fue por medio de Elena De Hoyos, socióloga, activista, artista y poeta con una larga trayectoria en las letras, la intervención de políticas públicas y asuntos de género, por medio de ella conocí el trabajo que se realiza en la colectiva, en aquel año nombrada Colectiva Editorial de Mujeres en Prisión, conocí los textos que las mujeres dentro del CERESO escriben en el libro Bajo la sombra del guamúchil, después realizando pequeños aportes con el registro de la obra que las mujeres pintaban con la técnica artística sumi-e, que posteriormente fueron imágenes que ilustrarán lo que sería la colección Revelación Intramuros, comencé a colaborar con ellas en pocas tareas de edición de imagen, conocí a Agnes, Marina y Aída, entre en varias ocasiones unto con ellas a las sesiones del taller de escritura, eso me sirvió para observar la vida de las mujeres dentro, y escucharlas en el taller, y muchas veces con sus abrazos sentirlas, me di cuenta de que lo que se hacían los cuatro muros destinados para ellas y sus instructoras, era empoderarlas desde la palabra escrita, reflejando frutos en el afuera, como en el caso de Rosa, una mujer de 58 años, la más apegada a Aída Hernández que por cierto inauguro lo que sería mi primer entrevista abierta y después una muy buena amistad, luego conocí a Leo otra escritora que se formo en la colectiva, una mujer admirablemente lúcida de su entorno social y su vida, a ella la conocí por Elena de Hoyos, que la convenció para que me llevara a su casa y me platicará sobre su experiencia, su trabajo y el libro que en aquel momento estaba escribiendo, Leo es la primera que me abrió las puertas de su casa, y la que me advirtió nombrarla en mi investigación tal y como las primeras letras de su nombre lo indican “Leo”, desde que la conocí, al saber su historia, me hizo recoradar esos cuentos donde la protagonista es una mujer valiente, un cisne como ella se nombra así misma en su obra autobiográfica Una cisne en el pantano, o una leona que haciendo alusión al diccionario canero de Gálea Tonella en Mareas Cautivas, alionarse: es avivarse, ponerse en alerta.

Una de las estrategias metodológicas utilizadas en el presente trabajo consta del muestreo por bola de nieve36, indispensable para abordar a informantes en situaciones de vida, similares a las de nuestras mujeres aquí estudiadas, hasta completar la cantidad de informantes necesarios para la obtención de datos y superar

36

La bola de nueve es una técnica para localizar a informantes pidiendo a otras personas que identifiquen a individuos o grupos con un conocimiento especial del fenómeno. El investigador pide a cada participante que sugiera otras personas con una capacidad similar de abordar los aspectos en cuestión (Iqbal, 2006, p. 54).


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singularidades o simplismos que sólo un relato de vida nos pueda otorgar. En este análisis además de la técnica bola de nieve, se utilizará a la fotografía como herramienta de análisis, esta explicada más a detalle en el apartado siguiente (Trejo, 2008, p. 79).

A la postre se analizará37 cada relato y se capturará en imágenes cada aspecto relevante, mencionado por las informantes e identificado por el investigador(a), procurando, a su vez el diálogo entre el relato, la imagen, los conceptos teóricos planteados (identidad y vida cotidiana- espacio doméstico) y la situación de vida de nuestras mujeres aquí estudiadas.

3.2 La fotografía como herramienta de análisis en la investigación social La fotografía al igual que la sociología, surgen de manera paralela en el mundo, en contextos similares y con necesidades íntimamente ligadas. La primera, con la función de representar al mundo, mientras que la segunda, de comprenderlo, analizarlo y explicarlo. En este apartado se abordará el papel de la fotografía en el análisis social, considerando su desarrollo, primero como resguardo de la memoria y después como herramienta funcional en la investigación social, para así explicar de qué manera será incluida en el rastreo de lo que le da sentido a la identidad en la cotidianidad de las mujeres ex reclusas.

La importancia de utilizar la imagen con las mujeres que salieron de prisión, radica en su empleo como representación de la experiencia vivida. Es ir más allá de un simple registro del trabajo de campo utilizando un instrumento de por más alejado a la experiencia de vida en la cárcel, la imagen y sobre todo aquellas imágenes obtenidas por medio de una fotografía que tienen la característica de representar algo ya sea social, arquitectónico, sentimental, experimental. Dentro de las cárceles las fotografías son artículos prohibidos para las internas, donde las únicas imágenes que se pueden lograr son a partir de la mente es decir de la imaginación o en su caso de la escritura.

Los tonos gris, negro, amarillo y beige, se tornan en colores predominantes del encierro en Atlacholoaya, como si la mezcla de estos fuera una nueva grama de color es decir, el color del encierro. Cuando las mujeres salen de prisión esos colores cambian, tanto en sus artículos cotidianos como en sus espacios, así, en la imagen, los 37

El ejercicio de análisis comienza por las primeras entrevistas, primero, saber escuchar es importante, no interrumpir el relato, después en el escucharlo, transcribirlo, leerlo y releerlo pues es aquí donde la información más relevante sale a la luz.


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colores son un rasgo fundamental y visible entre la vida dentro y la vida fuera de prisión, y las fotografías sobre todo de ellas mismas toman un significado distinto ya que en la cárcel le es impedido el mirar su reflejo impreso.

Ahora bien, no todo en la fotografía puede ser representado a partir del color, otra manera de representar con la imagen es a partir del espacio en concreto y la conjugación con su contexto para un análisis más detallado, primero sobre la imagen y después sobre lo acontecido en ella. Trabajos pioneros como el de Gisele Freud es un ejemplo de los primeros estudios sobre la fotografía en el análisis de lo social.

Foto 2

Título: Hambre

Autor: Werner Bischof

Fuente: (Freud, 1993; 138)

Según Freud, la fotografía expresa los deseos y las necesidades de las capas sociales dominantes pero también interpreta los acontecimientos de la vida social, tal es el caso del trabajo de Warner Bischof (Foto1) que con su serie “Hambre” muestra la situación de pobreza extrema que en los años cincuenta atraviesan varias comunidades en la India, esto como resultado del debilitamiento económico que atraviesa aquel país. La fotografía se vuelve una herramienta de interpretación visual sobre la realidad social, con Freud se da una de las primeras aproximaciones al estudio de la imagen desde la sociología, primero como objeto y después como fuente del discurso ideológico que rige a un contexto determinado, en el sentido de que tiene la facultad de delimitar el poder en la estructura social, un caso concreto son las imágenes de guerra utilizadas en algunos momentos de la historia, para controlar masas a partir de la comunicación gráfica periodística.


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Así también la fotografía se vuelve en un medio para representar al mundo. Fotógrafos y fotógrafas han incursionado en la escena a partir de los aportes que han hecho a la historia socio-visual del mundo, centrados en temas diferentes como la guerra y las minorías muestran contextos que fuera de la palabra textual, significan un vuelco en la representación de la realidad, pues a través de la lente el público espectador se centra en un tiempo y espacio, determinado por el fotógrafo primero, pero también por el testimonio de dicha realidad, que deja la imagen.

Foto 3 Autora: Diane Arbus

Fuente: http://culturacolectiva.com/dianearbus-cazadora-de-la-ambiguedad/ 2013, consultado el 01 de septiembre de 2014.

La fotógrafa estadounidense Diane Arbus también pionera de la fotografía social, con su trabajo reflejó su preocupación por la clase marginada de Nueva York en los años treinta, mendigos, prostitutas, migrantes, homosexuales (Foto 2) y enfermos mentales, son los protagonistas de sus series. Con ello llevó lo invisible, lo que muchas veces la sociedad estadounidense esconde, a lo visible. Incluso muchos otros fotógrafos notables como Cartier-Bresson, Héctor García, por mencionar algunos, persiguen la misma preocupación que Arbus: representar al mundo tal y como es (Bosworth, 1999).

Ahora bien, ya para la década de los setenta, estudios Bourdieu sociólogo francés incursiona en el análisis sobre los usos sociales de la fotografía como producto social determinado por la clase dominante, en el mismo sentido que Freud y plantea que para una clase social dada (media o alta) lo realmente fotografiable se define en función de las personas que se dejan captar a través de la práctica fotográfica y su producto, ya que determinan objetivamente el sentido que confiere un grupo al acto fotográfico como promoción existente de un objeto percibido digno de ser fijado, conservado, mostrado y admirado, definido a fin de cuentas por los que tienen el poder de dominar en la sociedad (Bourdieu, 1979, p. 4).


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Esta inquietud, que no tiene sus orígenes en Bordieu sino en Gisele Freud y se puede resumir en lo que Nicholas Mirzoeff (2011) afirma e interroga, al cuestionar, ¿Existe el derecho a mirar?, ¿Qué tenemos derecho a mirar?, ¿Podemos mirar lo que nos plazca o nuestro alcance en la mirada se encuentra condicionado por las estructuras de poder?, en el caso de las cárceles y en cualquier espacio de reclusión, cualquier derecho del ser humano puede ser fragmentado, uno de esos, precisamente es el de mirar, sobre todo cuando se trata de una imagen fotográfica o el reflejo mismo en un espejo. Pero acaso en la sociedad en general ¿No existe una regulación de lo que podemos mirar?, esto no nada más incluye a la fotografía, sino a los medios audiovisuales, televisivos, periodísticos e informáticos que al final rigen nuestra mirada, por otro lado, debido al mundo de imágenes que nos rodean no es tarea fácil centrar nuestra atención en una sola, hay que pensar en dos o tres al mismo tiempo para enfocar la mirada, un ejemplo es que al salir a la vía pública podemos encontrarnos con cientos de anuncios con un alto contenido visual, que al final direcciona nuestra mirada hacia lo que debemos comprar o adquirir en el caso de los anuncios publicitarios, es por eso que la investigación sobre la fotografía tiene que servir para contestar esas preguntas y saber dar respuesta a la representación del mundo. Lo que importa es cómo la fotografía se vuelve una herramienta de investigación importante a las ciencias sociales y cómo utilizarla, para capturar la experiencias vividas, tal es el caso de mujeres que estuvieron en prisión, donde el derecho de mirar es nulo y el color marrón el tono monocromático de su vida en prisión.

En ese sentido, hay que partir por identificar lo que las imágenes nos quieren trasmitir, y para eso podemos señalar, dos mensajes emitidos por la imagen, es decir, uno denotado, ósea, más cercano a la realidad y otro connotado, lo que se puede encontrar oculto en la imagen, lo subjetivo en la fotografía (Suárez 2008, p. 16). El análisis denotativo resulta una mirada a lo real que deja ver la fotografía en cuestión, es un vistazo a lo que puede describirse desde nuestro imaginario social real. Prueba de ello son los principales temas que aborda el fotógrafo, preocupaciones, centrales, la organización temática de la imagen o imágenes y las características fundamentales de su obra, lo denotado tiene que ver con los atributos de una fotografía a lo que Del Valle (2002, p. 9). Para analizar una fotografía hay que empezar por lo denotado que en primera instancia tiene que ver con sus atributos físicos (materiales, soporte físico, emulsión, estado de conservación, tamaño y si es digital, la resolución, el color, el soporte y la salida, ósea la impresión), sus atributos biográficos (autor, año, lugar, publicación o exhibición).

Posteriormente y de acuerdo a cuestiones más complejas en la imagen, se realiza el análisis de lo connotado, algo ni natural ni artificial sino histórico o cultural


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determinados por actitudes, gestos, expresiones, colores o efectos dotados de ciertos sentidos en función de los usos de una sociedad determinada. Aquí, entran los sus atributos temáticos (lo que la fotografía trata, lo que expresa y cómo lo hace, ya que la forma en cómo es representada trasciende en la recepción de la misma) y los atributos relacionales, es decir, la correspondencia estrecha entre dos documentos, por ejemplo un texto que pueda dar pistas para la comprensión de una fotografía (Suárez, 2008, p. 29 30; Del Valle, 2002, p. 9).

Para forjar esto, es indispensable situar siete aspectos que propone Ronald Barthes (1982) para analizar la fotografía y que al final serán importantes pues lo retomaremos para realizar nuestro análisis de las imágenes de la vida cotidiana y los espacios de las mujeres ex reclusas, estos aspectos son: trucaje, pose, objetos, fotogenia, esteticismo, sintaxis y texto. Los tres primeros en específico se producen por la connotación que a su vez emerge de la realidad (mensaje denotado). A continuación se describirá cada uno de ellos para su mejor comprensión.

Trucaje Este primer aspecto tiene que ver con lo que se muestra en una fotografía. En algunos casos es espejo de lo que el emisor desde su subjetividad, quiere mostrar al mundo, es decir, lo expresado en la imagen connotada, se filtra como mensaje denotado. La imagen pueden tener significados distintos de acuerdo a la sociedad, tiempo y contexto, es por eso que su sentido connotado puede cambiar, por lo que para no caer en este trucaje que muchas veces es intencionado por el emisor del mansaje. Por todo lo anterior es necesario tener claros los procesos de codificación de cada fotografía, (lugar, fecha, país, tema y fotógrafo) para entender el mensaje denotado que es la realidad de la imagen.

Pose En una fotografía, y en particular en los retratos, la pose es la que da pie a la lectura de los significados de connotación (por ejemplo la juventud, la espiritualidad o la belleza por mencionar algunos). En la pose se habla de una estructura doble: la connotadadenotada, por lo que es indispensable poner suma atención, ya que estos rasgos resultan el significante de la imagen en la medida de las actitudes estereotipadas que cada persona establezca en su manera de dirigirse ante el mundo o ante la cámara fotográfica. De modo que la mirada, las manos, los gestos, los brazos, los hombros, las


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piernas y los pies conforman esta característica, y varían de acuerdo a rasgos socioculturales de cada sociedad.

Objetos El sentido connotado, surge de los objetos, éstos son inductores habituales de asociaciones de ideas, es decir, si aparece una biblioteca, se pensará que la persona retratada lee mucho, o es un intelectual, o por ejemplo cuando se observa una iglesia, se remite inmediatamente a la cruz con la imagen de Cristo crucificado. Así los objetos constituyen elementos de significación, pues son discontinuos y complementos, lo cual constituye una cualidad física para un signo. Refieren a significados familiares y forman parte del lenguaje cultural. Todo objeto en una imagen posee un sentido sea intencional o no, denotado o sólo connotado.

Fotogenia La imagen embellecida es parte del mensaje connotado. Es una modificación de la realidad, lo que en la actualidad se conoce como la edición fotográfica, esto es, los contrastes, la iluminación, los niveles de saturación y la temperatura del color de dicho producto visual son cuestionados aquí para entender lo denotado de la imagen. Edgar Morín, precursor de este concepto, afirma que “Lo propio de la fotogenia es despertar lo pintoresco en las cosas que no son pintorescas” (Morín, 2001, p. 23), pero recurrir a un segundo vistazo ayuda a revelar, más que las bellezas ocultas, los secretos ignorados de la imagen. Así por ejemplo en la fotografía siempre hay un sentido más no siempre un arte.

Esteticismo Se observa en la fotografía digital con más frecuencia que en la análoga, pues con los distintos programas de edición fotográfica introducidos por la computadora (como Phoshop), hacen que el trato de la imagen se apegue más a lo que consideramos como bello o estético, y no al sentido social o histórico que debe tener la imagen. El esteticismo apela a la composición de la imagen en función del arte.

Sintaxis Constituye la unión discursiva de signos y objetos que sobresalen en una fotografía, muchas veces tipificados en una cultura dada. En otras palabras es visible en un conjunto de imágenes con el mismo tema, emisor, lugar, y hasta denotación que en su lectura articulada y progresiva permite la comprensión (De Alba, 2010 p. 51; Suárez, 2008, p. 42; Barthes, 1982, p. 23).


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Texto Este es un mensaje suplementario destinado a comentar la imagen. En la actualidad la palabra ha sido desplazada por la imagen, ya no se ilustra a la palabra como en la antigüedad, ahora la palabra sublima y racionaliza a la imagen. Siglos atrás, “la imagen era lo denotado y el texto lo connotado en función de lo que la ilustración necesitara” (Barthes, 1982, p. 23), pero ahora se efectúa una reducción del texto a la imagen. Por otro lado, cuando más próxima queda la palabra de la imagen, menos aparenta connotarla; ya que el mensaje verbal parece poner la objetividad en escena al utilizar el texto en la imagen. De tal manera que la connotación que exprese el texto puede cambiar la denotación de la imagen. Didi Huberman pone un claro ejemplo de la relación que existe entre palabra e imagen en su obra Cuando las imágenes toman posición:

Sólo con abrir la Kriegsfibel, ojear sus placas negras agujeradas con terribles imágenes, de repente uno se queda estupefacto de cada realidad documentada, en su misma crueldad y a menudo en su frialdad, éste acompañada de un poema lirico, cuatro versos cada vez venidos como de otro mundo u otro tiempo.

Se había enrojecido de sangre una playa

Que no pertenecía a ninguno de los dos.

Se vieron obligados, dicen, a matarse.

Lo creo, lo creo. Más preguntad: ¿Por quién? (2008, p. 47).

Huberman explica líneas adelante y en sentido denotado sobre una imagen donde se observa que un soldado japonés se encontraba escondido de las tropas enemigas y disparando en dirección a su oponente, aquí el autor describe la forma de entender las imágenes: tal imagen se inscribe en un espacio-tiempo descriptivo en tres niveles, primero como acontecimiento de vida ocurrido un día de 1943, segundo como ilustración de la revista para la que el fotógrafo trabaja, en donde la imagen sirve de publicidad a un hecho vivido (aunque no real) y el tercero es lo que representa el poema en la imagen, el cual se lee en conjunto y a la par con ésta, emitiéndose así un juicio sobre el hecho acontecido (Huberman, 2008, p.47).


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Espacio Todos estos elementos conforman la estructura formal para incidir y analizar una fotografía: el trucaje, la pose, los objetos, la fotogenia, el esteticismo, la sintaxis y el texto, en el mensaje denotativo y el mensaje connotativo, van a servir a la práctica indagatoria, pues esto se tiene que aplicar para poder definir un estudio serio que implique a las ciencias sociales en el campo de lo visual. Así que las fotografías analizadas bajo esta metodología, pueden emanar una vasta información al investigador, sólo haría falta proponer otro aspecto que podría ser útil en este análisis, el espacio, ya que centrando la mirada en éste, podemos encontrar singulares características que nos pueden emitir mensajes denotados de la imagen, para esto hay que tener en cuenta que no es lo mismo espacio, que lugar pues el primero solo representa un fragmento situado en el mapa geográfico de una región y el segundo, sin embargo es una construcción más compleja que se relaciona con la cotidianeidad de las personas que se encuentran en las imágenes. Los espacios son los lugares donde se llevan a cabo las acciones que reproducen socialmente al ser humano. Por ejemplo el espacio donde se labora (casa, taller, oficina, calle, etc.), el espacio donde se habita, el espacio doméstico (cocina, sala, comedor, patio, recamara o baño, que lo conforman), el espacio de ocio (fiesta, reunión, parque de diversiones, un centro comercial, etc.), espacio donde se educa (escuela, biblioteca, salón de clases, u otro.), por mencionar algunos. Al incluir el espacio como aspecto de análisis en una fotografía estamos dando paso a una nueva forma de entender la imagen, pues una parte fundamental de significado lo podemos encontrar éste, ya que determina las acciones y la reproducción social de cada individuo, al nacer, crecer y morir en determinados espacios de acción, unos más significativos que otros, como la casa, donde se centra el análisis de nuestra investigación.

En el mismo sentido que con Barthes, retomaremos algunos de los parámetros propuestos por la Universidad de Jaume I en Castellón España, para analizar la fotografía; estos parámetros se encuentran divididos en distintos niveles, que van del carácter técnico de la imagen a su relación con el contexto histórico-cultural y su nivel interpretativo. En este análisis se incluye una base de datos sobre la fotografía en cuestión, en la cual se van identificando sus niveles, contextual, morfológico, compositivo y enunciativo. Cada uno se centra en características técnicas, estéticas y contextuales de la imagen, así bien, con Barthes identificaremos los elementos connotados y denotados, y por otro lado con la propuesta de la Universidad de Jaume


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I (2004), abordaremos lo relacionado con lo técnico de la fotografía, esto para rastrear las experiencias de las mujeres en el espacio al salir de la cárcel, pues la fotografía es considerada en esta investigación como medio para explotar nuestro derecho de mirar, y como una valiosa fuente de información para el examen sociológico que aquí se plantea.

3.2.1 La intervención: la fotografía en las ciencias sociales

“(El acto de fotografiar) es una manifestación de la distancia del observador que registra y que no olvida que está registrando (…), pero supone también una proximidad familiar, atenta y sensible a detalles imperceptibles” Bourdieu (1979, p. 44).

Como vimos anteriormente, con la fotografía podemos ejercer nuestro derecho de mirar, en el sentido de saber mirar y qué mirar, pues es común por ejemplo, que dentro de las investigaciones en ciencias sociales, si se toma una generalidad cómo objeto de estudio, es fácil dejar huecos en la realidad, que surgen de los detalles o de las cosas imperceptibles. Las imágenes fotográficas que se estudian en ciencias sociales son producidas ya sea por un otro y/o por el investigador o investigadora.

En primer lugar cuando hablamos del otro nos referimos al objeto de estudio o sus involucrados; primero, con imágenes que muestran rasgos de la vida histórica (rasgos que nos dan información sobre generaciones pasadas, se analiza al fotógrafo, lo denotado y lo connotado de la imagen)38; en un segundo momento, imágenes emitidas por medios de comunicación, como revistas, periódicos, televisión e internet (aquí también se busca información relacionada con el mensaje connotado y denotado de la imagen que ponen en discusión los mensajes ocultos que puedan emerger de lo trasmitido); y en tercer momento las fotografías de campañas políticas y acciones que tengan que ver con partidos políticos y sus actores (las investigaciones en torno a

38

Un ejemplo claro es la investigación realizada fue la de Hugo Suárez publicada en 2008 la cual versa sobre el desarrollo de Bolivia a partir del análisis del archivo fotográfico de Julio Cordero (1900-1961). Véase Suárez, 2008.


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estas imágenes se dirigen a analizar los procesos e ideologías políticas relativas a las fotografías que emiten los actores sociales involucrados)39.

Las imágenes producidas por el investigador o investigadora se observan con más frecuencia en trabajos de observación etnográfica, esto es durante el registro de prácticas sociales, rituales y normas que rigen escenarios socio-culturales pues “para las y los investigadores sociales (la fotografía) representa una herramienta que apoya la descripción y análisis de una amplia gama de temas de estudio: lugares, grupos, rituales, festividades, eventos, etcétera” (De Alba, 2010, p. 58). Al utilizar las imágenes capturadas por el investigador (a), es fundamental partir de conceptos claros donde se funde nuestro análisis y dé una guía metodológica, ya que al capturar una considerable cantidad de imágenes se corre el riesgo de caer en una saturación de información y perder el sentido de la investigación.

El trabajo con la fotografía en el campo de las ciencias sociales, sobre todo en la sociología y antropología social, la representación visual del objeto de estudio, se ha vuelto indispensable en la medida que surgen nuevos fenómenos sociales, el cómo analizarlos y la forma en como los mostramos en la investigación, a continuación presentamos un recuadro con algunas investigaciones desde el campo de la Antropología y la Sociología, que se han dedicado a utilizar la fotografía como herramienta fundamental que incluye a la investigación resultados altamente significativos para el conocimiento en las ciencias sociales.

39Al

respecto Guillermina Oviedo realizó una investigación reflexiva que se desprende de la colección fotográfica del Sr. González del período de gobernación militar de Comodoro Rivadavia (1944-1955) donde se desarrollaban tareas de conservación, preservación de material fotográfico (el cual englobaba discursos políticos visuales). Véase Oviedo 2011.


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Tabla 2 Inclusión de la fotografía en la investigación social en México

Autor

Año

Título de la Disciplina Investigación

Método

Postura en relación a la fotografía en la investigación

S a r a Makowsky Muchnik

2004

M e m o r i a s Antropolo- Proporcionó a los “Las imágenes atrapan lo innombrable d e s d e l a gía jóvenes cámaras en el discurso oral, son recursos para intemperie: fotográficas y de congelar los recuerdos y sucesos Exclusión video para luego relatados en las entrevistas. Con su social y reflexionar a partir trabajo legitimó la imagen y descubrió espacio: los de la mirada de en ésta una nueva forma de analizar el chicos de la sus informantes mundo, haciendo que los jóvenes de calle en el sobre su realidad y la calle participara a los observadores c e n t r o su sentir en de su íntima realidad histórico de r e l a c i ó n a s u social” (Makowsky, 2004). la Ciudad de espacio vivido. México,

Claudia Zamorano Villareal

2004

Ayudar a la Sociología memoria. El uso de planos históricos y d e fotografías aéreas en la etnografía de la vivienda urbana

A través de la fotografía aérea y tomando como estudio de caso una familia del Distrito Federal y su vivienda. En su análisis se combinaron cinco métodos de investigación: la multi-entrevista, la observación directa, el análisis de planos históricos e interpretación de cinco fotografías aéreas tomadas entre 1950 y 1999.

Utilizó la fotografía para reflexionar sobre datos y fuentes apropiados para sentar las bases de una etnografía que trató de contrarrestar el carácter subjetivo de la memoria humana y de las realidades parciales de las monografías. Su estudio tuvo como fundamentos un hecho histórico y tenía como objetivo la reconstrucción de tal hecho histórico en función de la casa y el barrio (Zamorano, 2004, p. 47-48; De Alba, 2010, p.59).

M i g u e l Á n g e l Aguilar

2006

E s p a c i o Sociología público y p r e n s a urbana en la Ciudad de México

Utilizó las fotografías para analizar la metrópoli a partir de capturar fotografías de lugares evocados como relevantes en una encuesta con residentes de la Ciudad de México.

A partir del análisis de notas y fotografías se ubican actores, temáticas y delimitaciones territoriales consistentes. El texto y la imagen producen una ciudad cuyos referentes espaciales suelen ser difusos, hay una constante oscilación entre lo reconocible y lo anónimo: lo público permanece y desaparece con la misma intensidad (Aguilar, 2006, p. 2).

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Hugo José Suarez

2008

La fotografía Sociología como fuente de sentidos

Utilizó fotografías de archivos familiares para investigar la vida de Julio Cordero en el contexto Boliviano de la década de los cincuentas

La fotografía, para ser observada sociológicamente debe atravesar por un procedimiento particular que la convierta en un objeto analizable científicamente. En este sentido, hay que considerar que, en primer término, una fotografía es un producto cultural, por tanto responde a un agente social que la emitió y cuya visión del mundo quedó plasmada en ella más allá de la voluntad del propio autor (Suárez, 2008, p. 24).

Hugo José Suarez

2012

Ver y Creer, Sociología ensayo de sociología visual en la colonia el Ajusco

Utiliza la imagen fotográfica para mostrar las dinámicas socioreligiosas en la colonia el Ajusco

Por fotografía sociológica se entiende como aquel material recolectado visualmente pero con intención científica como parte de un proyectorico en contenido capaz de develar un sentido (Suarez, 2012, p.15)

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Cabe aclarar que estos no han sido los únicos trabajos de investigación social que parten de la fotografía como herramienta de análisis, existen otros que desde la antropología social o la etnografía se han dado a la tarea de fotografiar los eventos transcurridos en el trabajo de campo, pero sin duda las investigaciones que acabamos de mostrar son una visión de lo que en el campo de las ciencias sociales los investigadores e investigadoras han logrado hacer con la ayuda de la cámara fotográfica, que más que servir como mero instrumento de acompañamiento en el campo, sirve como herramienta para captar la realidad, siempre y cuando le demos el valor científico que requiere la imagen en la investigación, en el sentido de conjugar la teoría con la metodología en la investigación.

Ahora bien, para los objetivos de nuestro análisis, partimos de dos conceptos clave, la identidad y la vida cotidiana en el espacio doméstico, ambos planteados desde la metodología cualitativa pero abordados con métodos diferentes, primero, el método de relato de vida nos permitirá acercarnos a la experiencia de vida que las mujeres ex reclusas tuvieron, antes de ingresar a prisión (como interactuaban, configuraban y vivían el antes), durante el encierro (interactuaban, configuraban y vivían su espacio de encierro) y después, las huellas que dejó el encierro, todo esto en relación a su identidad.

Una vez capturadas las fotografiadas serán analizadas desde el método de Ronald Barthes a partir de los siete aspectos que tienen que ver con el mensaje denotado y connotado e incluyendo la espacialidad; posteriormente se abordara el nivel contextual del modelo de análisis de la Universidad de Jaume I en Castellon


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España para entender la forma en cómo las mujeres ex reclusas configuran sus espacios domésticos en la vida cotidiana. Las imágenes utilizadas en este trabajo se analizarán bajo la línea metodológica y teórica que nos otorga la disciplina sociológica para generar un diálogo entre las fotografías, la teoría social y la realidad.


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4. El relato visual: identidad y vida cotidiana de cuatro mujeres ex –reclusas Relatar es representar textual y visualmente tanto una ficción como una realidad, contar una historia, contar muchas historias, algunas veces conectadas por algo, muchas veces separadas e independientes entre sí; en el proceso de elaboración de esta investigación he descubierto que me gusta contar historias; historias reales de vida, conjugarlas con la teoría, desmenuzarlas, soltarlas, agarrarlas, dormirme con ellas, comerlas y respirarlas.

Muchos relatos pueden ser construidos desde el texto, muchos otros desde la palabra fonética y otros desde lo visual, en este capítulo lo que intentamos es construir un diálogo entre el relato textual y el relato visual de cuatro mujeres, narraciones que se construyen a partir de relatos de vida e imágenes fotográficas, esto con el fin de analizar la identidad en la vida cotidiana de las mujeres ex reclusas. El presente capítulo se centra en el estudio de cuatro fragmentos de vida de mujeres que han salido del Centro de Readaptación Social Atlacholoaya, es importante indicar que todas ellas estuvieron de acuerdo en la mención de sus nombres reales dentro del manuscrito, el cual se divide en dos apartados, el primero, abordará el análisis de la identidad y la vida cotidiana en el espacio doméstico, los fragmentos de vida e imágenes fotográficas capturadas en el trabajo de campo y utilizadas como soporte en la explicación de su espacio doméstico. En síntesis, este proceso permitirá conjugar realidad-teoría-imagen para llegar a los hallazgos plasmados en el último apartado de esta tesis.

4.1. El caso de Rosa Salazar Como preámbulo, mujer ex reclusa es una condición social de vida marcada a través del espacio (entre el encierro y la libertad) y el tiempo (entre la reclusión y la vida en libertad), lo cual implica la adquisición de una experiencia social marcada por el aislamiento, esta experiencia puede generar cambios radicales tanto en la vida social cómo en el ámbito personal, en la primera por la falta de oportunidades en el campo laboral, en el acceso a servicios de salud y bienestar social en general; y la segunda, bebido a su empoderamiento después de salir, pues hacen frente a roles sociales que no desempeñaban antes de estar en prisión, por ejemplo el rol de jefas de familia.


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En lo que Joan Scott define como experiencia de género se agrupan los primeros indicios de una identidad que, en este caso, puede definir a una mujer ex reclusa por medio de prácticas sociales vividas antes, durante y después de la cárcel, que van cambiando de acuerdo al contexto social cada una. A partir de esta afirmación se sustenta que la identidad de ellas se va formando en la conjugación de situaciones vividas desde antes del encierro hasta su vida en libertad, pues sus vidas se encuentran marcadas por la clase social, la etnia, tradiciones o costumbres. Así, las mujeres ex reclusas son las que salen de confinamiento en prisión y tienden a redefinir sus vidas desde lo económico, social, valorativo y espacial, dado que de acuerdo a lo económico, muchas de ellas cuando salen de prisión se ven obligadas a ser jefas de familia; en lo social, es decir, en su relación con su propia familia y con los otros; en el aspecto valorativo, el cual tiene que ver con la autoestima y el reconocimiento de sí mismas; y, finalmente en la esfera espacial puesto que la mayoría tiende a re-configurar sus espacios en función de lo vivido antes y durante el encierro.

A continuación veremos cómo esto es visible en las prácticas cotidianas de las mujeres antes, durante y después de prisión, en este último se incluirán las imágenes de sus espacios, para fundamentar lo mencionado en las entrevistas, haciendo hincapié en que existen espacios dentro de lo doméstico que son más relevantes que otros y que en este sentido su relevancia se da por del rol adquirido al salir de prisión, por ejemplo, las recámaras que en distintos casos muestran la apropiación que para la mayoría de su actual vida.

Ahora bien, comenzaremos con el caso de Rosa Salazar, mujer de 59 años de edad, que cubrió una pena de cuatro años, once meses en el CERESO de Atlacholoaya, por el delito de fraude, ella ingreso en 2008 a prisión y el 10 de mayo de 2010 sale libre.

Antes Rosa Salazar es una mujer de origen indígena, nacida en el municipio de Ozocotla, Estado de Morelos, donde vivió su infancia, adolescencia y parte de su juventud, se casa con un hombre mayor que ella y procrean dos hijos, ella se dedica hacer trabajos de limpieza, albañilería y a la elaboración de alimentos, Rosa se separa de su primer marido y se va a vivir a Cuernavaca, Morelos junto con sus hijos y su madre, ella es la jefa del hogar, se encarga de la manutención de la familia, trabaja lavando ropa, y en una empresa de construcción, posteriormente conoce a su segundo marido, se casan y se van a vivir a Temixco, su hijo mayor emigra a los Estados Unidos y el menor se traslada con su padre biológico a Guerrero. Rosa Salazar vive con su


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marido más de diez años, en 2008 debido a una enfermedad, él muere, ella se queda sola y a cargo de su manutención:

Yo planchaba, lavaba, hacía tamales, quesadillas y me iba a venderlas a la calle. No estaba atendida a mis hijos. Yo sabía que tenía que pagar el teléfono, luz, agua y la comida, yo misma me decía: mi pareja murió yo tengo que trabajar si quiero progresar, no para que yo tenga riqueza, pues no pago renta, si no de menos comida. Yo siempre he trabajado, nunca he estado aquí en mi casa, y ahorita es que tengo 15 días, quiero trabajar, ¡hay no!, me siento re mal, pues sí todo lo que yo tenía fue para el médico (Entrevista a Rosa Salazar 29 de junio de 2013). Las fotografías abajo mostradas ilustran la vida de Rosa antes de ingresar a prisión, de izquierda a derecha ella trabajando en la construcción, en la segunda fotografía, con su segundo marido y en la última en orden descendente, su padre, hijo mayor, esposo e hijo menor, es visible que la figura masculina para ella es fundamental y lo refleja en el orden en que posiciona las fotografías de los hombres que más significan su vida, es decir, mucho tiene que ver su experiencia de vida de los hombres de su familia.

Foto 4

Fuente: Álbum Familiar de Rosa Salazar Consultado el 20 de noviembre de 2013


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Durante

Un poco antes de la muerte del esposo de Rosa, ambos piden un préstamo por el monto de $3000, con una fecha acordada entre el prestamista y los prestatarios, que estos no pudieron cubrir, se generan intereses, la prestamista los obliga a pagar:

Mi esposo y yo fuimos a ver a la señora que le debíamos, ya mi esposo llevaba el dinero para pagarle, pero ella no lo acepto, dijo que no que ya los papeles estaban con el licenciado y a su vez levantada una demanda, entonces mi esposo le dijo que de favor recibiera el dinero y ahí quedaba la deuda, si lo recibió, después a mi marido le da parálisis cerebral, nada más duró 8 días y murió, a los dos meses, como a la persona que le debíamos dijo ante el juez que nunca había recibido dinero me mando a apresar aún recuerdo la fecha, un 17 de marzo de 2008 (Entrevista a Rosa Salazar 29 de junio de 2013). En el relato de Rosa, el durante su vida en prisión uno de los hechos que más impacto su estancia fue su arresto como cuenta a continuación:

Tenía que entregar la ropa, así que la lavé y cuando la fui a tender, vi que había un montón de coches, pero nunca me imaginé nada relacionado conmigo, termine de lavar, eran como las 10:30 de la mañana, más o menos, salgo a la calle, regreso, ya me iba a meter, cuando un hombre me dice: “oiga ¿Cómo se llama usted?”, yo conteste ¿Para qué quiere saber mi nombre?, él me contesta: Por qué quiero hablar con usted, y de nuevo me pregunta “¿cómo se llama?” y le conteste Rosita Salazar, él me dijo. “entonces usted es a la que andamos buscando”. Y ¿Para que soy buena?, él dice: está detenida ahorita vas a ver cuáles son los cargo, no me dejo cerrar la puerta de mi casa, me esposaron, me metieron a un carro y me llevaron al CERESO, lo primero que me hicieron hacer fue firmar, yo preguntaba cuál era el delito y nadie me decía nada, lo único que me respondían era: “pues ya sabe usted que hizo”. Cuando veo a la señora que nos prestó el dinero me di cuenta que por ella estaba yo en ese lugar. Me metieron al femenil, en un espacio con cuatro muros grades, me tomaron las medidas, me preguntaron por mi estado de salud y dije: diabética, yo todos los días me pongo insulina, ese día llore mucho se me subió la presión y el azúcar (Entrevista a Rosa Salazar 29 de junio de 2013). Muchas mujeres al ingresar a prisión viven hechos traumáticos que las marcan de por vida, en los arrestos es donde están más expuestas a cualquier tipo de violencia, pues la mayoría al relatar sus experiencias, en la transición entre la libertad y el


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encierro, un hecho significativo al ingresar es que el analfabetismo y la nula información de su proceso sean características predominantes, sobre todo en mujeres indígenas que sumado a eso, son monobiligües. El caso de Rosa se incluye en estos, pues cuando ingresa a la cárcel, no sabía leer y escribir y sobre todo las causas del delito que se le acusaba, integrado a esto el abandono por parte de su familia como relata, se suma a las peripecias por las que Rosa atraviesa tras su entrada a prisión:

Yo no tuve visita en los 4 años que estuve allá, nadie fue a verme, pero me sostuve gracias a la compañía de Dios y por la esperanza de conocer a mis nietos, que están en Estados Unidos, para mí eso me ayudó a no tumbarme (Entrevista a Rosa Salazar 29 de junio de 2013). En los cuatro años que Rosa estuvo en prisión, aprendió a leer y escribir, pues cursó la primaria, además de participar en diversos talleres como teatro e historias de vida, se une a la Colectiva Hermanas en la Sombra y participa en la elaboración de las publicaciones Bajo la Sombra del Guamuchil, Mareas Cautivas y en la Colección Revelación Intramuros, su paso por la colectiva fue fundamental pues fue pieza fundamental de su identidad y la forma de verse ante el mundo, distintos episodios de su vida dentro los relata en dichas publicaciones, primordiales de citar:

Somos Somos mujeres hermosas: únicas, trabajadoras, estudiosas, inteligentes. Somos madres responsables. Somos pájaros libres cantando cada instante que pasa. Somos mariposas de mil colores, al abrir nuestras alas volamos libres, no somos presas Somos hijas de Dios y de nuestra madre María, ellos nos aman mucho a todas nosotras, somos creación de él. Somos madres únicas, valerosas, amorosas. Somos presas de esta cárcel, pero nuestro corazón es libre. Muchas somos inocentes, pero los jueces no nos quieren, nos tratan mal. Por eso le pedimos a Dios justicia, él nos la dará. Él nos ama porque somos sus hijas. Padre: Gracias por todo lo que nos das, no tenemos como agradecerte. Te amamos, padre. Escucha nuestra oración, considera nuestro pensamiento, atiende el clamor de nuestra voz. ¡Oh Dios! Esperaremos. (Salazar, 2013, p.90)


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Es visible el sentido de agencia que las mujeres pueden adquirir estando en prisión, en el caso específico de Rosa, el hecho de aprender a leer y escribir, significó un gran paso en su vida, primero como herramienta de expresión y después como terapia de liberación según ella, este sentido de agencia se da al momento de adquirir nuevas aptitudes y asumir objetivos que en la vida afuera pocas veces tenían, el hecho de terminar un grado escolar y escribir en la colectiva, para Rosa fue una nueva forma de ver el mundo, de expresarlo y mostrarlo a partir de la palabra escrita, que en la experiencia significa dotar de sentido a las acciones.

Cabe mencionar, que en ése mirar se incluían rasgos de su vida anterior y actual, es como vamos viendo que más que reconfigurar su identidad, Rosa va conformando características a una identidad ya dada desde antes de ingresar a prisión, como el ser mujer de origen indígena, con un nivel básico de educación que sabe leer y escribir, una mujer que forja su capacidad de agencia desde la prisión. Otros rasgos fundamentales de la vida en prisión son las prácticas cotidianas dentro, por ejemplo:

Yo ahí aprendí a leer, estudie la primaria, la secundaria, yo ahí, me conocí a mí misma, me enseñe a valorar a los míos a ver la vida como era, a valorar a una cuchara de plástico, un vaso, porque cuando llegas no tienes nada y es bonito cuando te lo ganas, por qué te cuesta ganártelo, pero también te cuesta que te den, ósea que te acepte la gente allí adentro. Adentro dormía en una cama de piedra, con colchoneta, una celda la compartíamos con cinco y hasta seis personas, cuando eran para tres. Ya últimamente me toco con seis personas. En el CERESO, yo trabajaba en una fonda con una señora que era colombiana, ganaba veinticinco pesos diarios, hacia sopes y gorditas, también hacía servilletas bordadas y tejía, el dinero que untaba lo usaba para comprar mis artículos personales, como shampoo, jabón, pasta de dietes, etcétera. La ropa que usan las internas son de color amarrillo y beige, yo usaba el amarillo porque era sentenciada, para las procesadas era el otro (Entrevista a Rosa Salazar 29 de junio de 2013). La vida en la cárcel va delineando la experiencia de las mujeres y si bien es cierto que definen y van incluyendo rasgos a la identidad del yo, también va influyendo en la configuración de su valor como mujer en el caso de Rosa, pues la experiencia de prisión, le dejó un aspecto valorativo en cuanto a si misma, su yo se va modificando, pero no pierde su identidad, forjada antes de entrar a prisión.


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Después Los rasgos del después, es el objetivo principal de nuestra investigación y de donde parte la relación identidad-vida cotidiana- espacio doméstico, para abordar esto, incluiremos el análisis fotográfico de los espacios escogidos por Rosa y abordaremos como se relacionan estos con su identidad y su vida cotidiana al salir, estos se vuelven importantes, pues en los espacios encontramos información valiosa de las prácticas cotidianas de las mujeres cuando salen de prisión.

Después de estar en prisión por cuatro años, Rosa sale un 10 de mayo de 2012:

El primer día que salí, llegue a mi casa y pensé que mi hijo iba a estar ahí, esperándome, pero no, para mí fue una desilusión no encontrarlo ahí, fue algo que me dolió, pues pensaba que al salir estaríamos juntos de nuevo y recuperar el tiempo perdido. Encontré mi casa sola. Llegue y no dormí allí, me daba miedo, así que fui con mi comadre que vivía a unas casas de la mía, ella consolándome me decía, “no se sienta mal, a lo mejor su hijo anda con un amigo”, en ese instante lo único que pasaba por mi mente era quedarme en la cárcel, pues estar sola no me gusta y al menos allí, tenía muchas amigas, que consideraba mis hermanas o hijas, me querían mucho y yo a ellas. Al siguiente día me levante temprano y fui a mi casa para ver si mi hijo había llegado a dormir y en efecto, él llego por la madrugada cuando yo ya dormía en casa de mi comadre. Al encontrarnos de frente, él me miro y me dijo, “¿Ya saliste madre?”, yo le respondí que sí, estaba muy feliz de verlo de nuevo después de cuatro años de estar encerrada (Entrevista a Rosa Salazar 29 de junio de 2013). La transición entre un espacio físico de encierro y la libertad es un carácter significativo en la vida de las mujeres ex recusas, primero, debido a que no hay una predisposición a la libertad, ósea una preparación para la salida, por lo que no les es permitido prever las cosas más elementales como, el espacio de recepción, determinante en sus vidas presentes, pues mucho depende de éste para la reintegración de las mujeres al salir de la cárcel.

La salida marca al yo en su contacto con el espacio público y las personas que lo habitan, tomando a la alineación endogrupal y exogrupal grupal como referencia, las mujeres que salen de prisión rompen con el endogrupo al que pertenecían dentro de la cárcel y pasan de ser mujeres reclusas a ex –reclusas con la necesidad, adaptarse a su nueva forma de vida, pero en el caso de Rosa cuando tiende a reproducir su capacidad de agencia, en comparación con su vida anterior a la prisión, con fuerza y ganas de trabajar, de valorarse, de no reincidir o volver a la cárcel. Muchas mujeres ven el encierro cómo un aprendizaje de vida. Al salir consideran que tienen obstáculos pues


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se enfrentan con el desempleo, pero el rol que juega la familia en sus vidas y más aún los hijos, es un motor que las impulsa a buscar otras fuentes de empleo y sustento:

Cuando dices que saliste de la cárcel, no te dan trabajo porqué cuestionan tu vida: ¿Qué porque te metieron?, ¿Qué hiciste?, después, te piden la carta de antecedentes no penales y pues como es obvio no la tienes, pues no te aceptan, te discriminan por haber pisado ese lugar. Cuando salí a buscar trabajo me pidieron mi credencial de elector, me dijeron que estaba cancelada, que no aparecía en el sistema, no trabaje y me puse a vender mixiotes, tamales y cacahuates en la calle, de casa en casa. Hay días que vendo y días que no, tengo que caminar todo el día para poder vender algo. A veces invierto doscientos pesos y a veces trescientos pero sólo cuando me hacen pedidos especiales, con eso yo me mantengo económicamente. Toda la vida he trabajado de distintas cosas, en las construcciones grades, recogiendo cartón y vendiéndolo, haciendo comida. Pero llego el momento que mis manos ya no podían, se me empezaron a hinchar y ya no podía yo seguir trabajando como antes. Pienso que si no hubiera estado en la cárcel probablemente mi vida sería mejor, pero así cómo tuve pérdidas, también gane mucho, conocí a las muchachas del taller de escritura, a Aida, Elenita, Marina y Agnes, me conocí a mí misma, aprendí muchas cosas como a leer y escribir, amarme a mí misma, amar a mis hijos y amar a toda la gente que me rodea (Entrevista a Rosa Salazar 29 de junio de 2013). La identidad de Rosa se va conformando desde el antes, el durante, hasta el después, pues mucho tiene que ver el rol de género que desempeña desde niña, donde el sentido de pertenencia a un lugar determinado, como el lugar donde nació, la etnia, y el apego a la Figura masculina como la predominante en la organización de los roles sociales que rigen a la familia, ocupa un lugar primordial en su existencia social, pues las mujeres aun estando en prisión asumen rasgos identitarios propios de vida anterior, que parten del antes y se vuelven a reproducir en el después, pero adicionando la experiencia de la reclusión, los conocimientos y valores aprendidos, los obstáculos como el abandono y el cuestionable proceso legal, que marcaron su vida dentro de prisión.

Otro rasgo importante en la identidad de Rosa es el aspecto social, mediado por el otro, lo que generalmente para ella como ex reclusas resulta el otro puede ser el extraño, el que no vivió su misma condición de reclusión, y a su vez existe el otro cuando se enfrenta al campo laboral. Las limitaciones al encontrar empleo (como en


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todos los casos que aquí se estudian) son una barrera imputada por su condición de mujer ex reclusa, que al final toma la forma de una amenaza a su bienestar económico, de modo que muchas prefieren el empleo informal y dadas las mismas condiciones de esta clase de empleos, en ocasiones no alcanza para cubrir la totalidad de los gastos para la manutención de la familia. En este campo, es considerable el número de mujeres que al salir de prisión son estigmatizadas al momento de buscar empleo, esto debido a la etiqueta social que las tipifica como transgresoras de la ley (Goffman, 2010, p. 16).

Vida cotidiana, espacio e identidad

El siguiente análisis y los subsecuentes parten de elementos técnicos, metodológicos y teóricos sociales para entender la vida cotidiana, el espacio y configuración del mismo después de que Rosa vivió el encierro. Los elementos para el análisis comprenden dos imágenes, su análisis formal y conceptual. Las fotografías aquí mostradas se encuentran ordenadas de acuerdo a lo que ella nos relató en la entrevista, este material lo abordaremos con el modelo para analizar imágenes de la Universidad Jaume I de Castellón España, y el método de Ronald Barthes sobre el significado, el significante.

Cada rincón de mi casa me gusta, pero en especial mi patio, debajo del mango, porque a mis dos hijos y a mí ahí nos gustaba estar, salíamos y sacábamos sillas, platicábamos, pero a mí, a mí lo que más me gusta es mi patio. Cuando yo llegué a mi casa estaba todo seco, horrible, y ya ahorita gracias a Dios ya tengo hartas plantitas, con ellas me gusta platicar, luego voy y me regalan flores o ramitas y las plato y cuando veo ¡Y ya tengo muchas flores!. Ese es mi.., ¿Cómo te dijera?… mi pasatiempo, es mi sueño, es mi patio (Entrevista a Rosa Salazar 29 de junio de 2013). Foto 5 Dedico este poema Dedico este poema a las plantas

las plantas que curan

las enfermedades las hojas de guayaba la hierbabuena Dedico este poema al epazote, al manrubio, a la albahaca ,


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al té negro, a la menta, Dedico este poema a esos tés maravillosos que me alivian el estómago, no me olvido de ellos pues me han curado en la vida. Dedico este poema a la ruda también maravillosa, aunque digan que las yerbas no sirven para la gente que no cree en ellas. Dedico este poema a las plantas, soy gente de pueblo, creo en ellas, como creyeron mis abuelos. (Salazar, 2013, p. 88)

Nivel Contextual Datos generales de la fotografía

Datos técnicos de la imagen

Título

Árbol de mango

B/N / Color

Color sRGB

Autor

Lucia Espinoza Nieto

Cámara

Canon EOS digital rebel XS

Nacionalidad

México

Flash

No

Año

2014

Longitud focal

18 mm

Procedencia

Archivo personal del autor

Diafragma

F/ 5.6 ISO 200

Genero

Retrato

Exposición

1/60 seg.

Genero 2

Foto reportaje

Objetivo

18mm/55mm

Nivel denotativo Temas abordados

Mujer/ espacio

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Organización de Al centro de la imagen se encuentra Rosa junto al tronco de un árbol de cuatro metros de los elementos alto aproximadamente. Atrás de la figura central se encuentra una escalera de concreto con aspecto desgastado. Objetos

Macetas de plástico que contienen plantas en color verde, la parte trasera de una escalera plegable; a un costado, una manguera colgada a la pared, garrafones de plástico vacíos, posados sobre una superficie de madera; debajo de la escalera, un envase de coca-cola vacío y postrado a un lado del árbol.

Espacio

Se refiere al patio que ocupa una parte del patio de la casa de Rosa, con piso de concreto.

Fotogenia

Contrastes: altos e iluminación natural; niveles de saturación altos; tono cálido y, finalmente, la temperatura del color fue luz de día.

Esteticismo

La composición es perspectiva; la ubicación es centrada y estática; el espacio es abierto, un espacio exterior; la representación de plan, ley del horizonte, tomada a nivel, mientras que la mirada se dirigió la cámara.

Sintaxis

Espacio abierto/ Rosa/ árbol/ patio

Texto

No aplica

Nivel connotativo Temas abordados

Mujer/ vida cotidiana/ espacio doméstico/ después de la cárcel.

Trucaje

La fotografía muestra a una mujer de edad avanzada, parada sobre un piso de concreto, posando para la cámara, con una mirada cansada dado que se observa que entre cierra los ojos. Da la impresión de cansancio, pues con la mano izquierda se sostiene de un árbol de gran altura y frondoso.

Pose

La pose se centra en la mujer (Rosa). Sobre su mirada se puede señalar que sus ojos están entre abiertos, posiblemente deslumbrados por el sol que muestran el cansancio propio de su edad. Sobre las manos se puede destacar que, la derecha se encuentra caída, mientras que la izquierda permanece sosteniendo un árbol. Sobre sus pies se enfatiza que el derecho se apoya sobre el izquierdo.

Objetos

El objeto central evoca lo que Rosa quiere representar y llevar la mirada, se vale de su mano izquierda para apoyarse en el árbol de mango, como elemento importante en el espacio.

Espacio

El espacio aquí representado en es el patio, como el primordial e ideal que conforma el espacio doméstico de Rosa, y que a su vez, muestra el anhelo de representar lo pasado.

En la vida cotidiana podemos encontrar rasgos particularizados de la identidad y es en el espacio donde los podemos palpar y visualmente reflejar. Rosa en este espacio (cómo el predilecto de su casa, el patio y en específico el árbol de mango que pertenece a un conocimiento del mundo social que tuvo antes y aún después de estar en la cárcel como lo podemos ver en su poema dedicado a las plantas, como rasgo característico que se implanta desde sus tradiciones inculcadas en la comunidad de


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Ocotitlan donde aprendió desde la infancia, la función de las plantas en el ejercicio de la transmisión de conocimientos heredada por sus abuelos, que aún dentro de prisión y fuera sigue poniendo en práctica. De modo que estas representaciones tanto en la palabra escrita, como en la visualidad de su espacio, dan lugar a la abstracción e idealización que son propias de la organización de su identidad en la vida cotidiana, que se da a través de su situación biográfica.

El patio también resulta semejante a la libertad que le ofrecen los espacios al aire libre dentro de su hogar y el haber estado en prisión, significó para Rosa un dato nuevo en su vida cotidiana y lo ubica de manera no consciente en su horizonte de significación, de forma automática, al asociarlo con hechos de su vida pasada, en el sentido de que la tipificación del patio como el espacio ideal, es importante al momento de asociarlo con acciones del pasado, antes de entrar a la cárcel, se idealizan y se perciben como idénticos a lo vivido en el presente.

En este sentido, el espacio doméstico implica su construcción en cuanto es vivido cotidianamente, en otras palabras cuando Rosa sale de la prisión, reproduce ese espacio, el patio, a partir de lo que vivió anteriormente, cuando sus hijos lo compartían con ella. En este sentido lo vuelve significativo, pues evoca su rol de madre en la sociedad. No obstante, este espacio cambió a través del tiempo, ahora es habitado únicamente por ella puesto que está sola. Es un espacio abierto que representa la libertad, la liberación de la cárcel, pero al mismo tiempo se encuentra cerrado por muros de su hogar, que también refiere a la seguridad.

Es evidente que el espacio doméstico de Rosa cambió, ya no se encuentra inmerso en la jerarquía poder que posicionan a la mujer o al hombre en apropiación de ciertos espacios regidos por el poder nombrados como Beatrice Collignon sugiere “la cocina de mama o el sofá de papá en función de los roles sociales que asume cada integrante de la familia”, pues ella con su salida, se ha apropiado espacios que en algún momento compartio con los integrantes de su familia (hijos y esposo). Con la utilización de la fotografía pudimos observar en la toma de imágenes que la recámara es otro espacio predilecto de Rosa en su hogar, pues representa, de igual forma que la imagen ya analizada, su rol de jefa de hogar, adquirido después de salir de prisión.


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Foto 6

Nivel Contextual Datos generales de la fotografía

Datos técnicos de la imagen

Título

Recamara de Rosita

B/N / Color

Color sRGB

Autor

Lucia Espinoza Nieto

Cámara

Canon EOS digital rebel XS

Nacionalidad

México

Flash

Externo

Año

2014

Longitud focal

18 mm

Procedencia

Archivo personal del autor

Diafragma/ ISO

F/ 3.5 ISO 200

Genero

Retrato/ panorámica

Exposición

0.3 seg.

Genero 2

Foto reportaje

Objetivo

18mm/55mm

Nivel denotativo Temas abordados

Mujer/ espacio

Organización de En la fotografía se perciben tres objetos que figuran como los de mayor peso en la los elementos imagen: una silla que en su interior tiene cobijas y una almohada, una cama matrimonial, en la cual Rosa está entre acostada posando para la cámara y un mueble que figura a manera de clóset a un costado.

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Objetos

De derecha a izquierda se encuentran unas sandalias posadas en el suelo, una estructura de metal que funciona como silla, con cobijas y una almohada de respaldo, un conejo de peluche colgado en la pared seguido de un cuadro con flores pintadas. A un lado de éste, hay una hoja de papel que funge como marco de un poema manuscrito, la fotografía de un niño pequeño en la parte superior, y en la inferior, la de una niña, enseguida hay una cruz de madera que son los puntos centrales de la imagen y del espacio, acompañada por dos grandes flores de papel, en colores intensos (rojo y naranja). A un costado, la fotografía de otro niño pequeño, con una flor de papel en color azul, después una pequeña osa de peluche y al final un reloj de pared en forma de reloj de mano acompañado de dos pequeñas flores de papel azul que terminan la decoración del muro color azul y naranja. Hay una cama matrimonial con estructura de madera al centro de la imagen, al lado derecho hay una mesita con una carpeta tejida sobre la cual se encuentra la fotografía de los dos hijos de Rosa. En la parte inferior se encuentra un tapete de auto que sirve como alfombra de piso. Un closet de madera que en su interior cuelga ropa, este tiene un espejo de medio cuerpo y varios adornos encima, sobre éste una mesa de madera con un mantel de plástico y motivos de flores de noche buena, sobre ésta hay dos cajas de cartón, una servilleta de tela y dos envases de coca-cola.

Espacio

La recámara donde duerme Rosa

Fotogenia

Los contrastes son altos, la iluminación se logró a base de flash de relleno, los niveles de saturación también son altos, el tono es cálido y la temperatura del color, del mismo modo, se consolidó a partir del flash.

Esteticismo

La composición es de perspectiva, la distribución de pesos visuales fue estática, el espacio es cerrado, sin embargo el espacio es interior a partir de la ley del horizonte, la toma se hizo a nivel, la mirada se dirigió hacia la cámara a baja velocidad.

Sintaxis

Espacio cerrado/ Rosa/ recámara.

Texto

El único texto que se podría identificar en la imagen, es la hoja colgada como cuadro en la pared de Rosa que es un poema manuscrito como motivo del día de las madres, sin embargo, no se tiene identificado si es ella el destinatario, tampoco se identifica al remitente.

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Nivel connotativo Temas abordados

Mujer/ vida cotidiana/ espacio doméstico/ después de la cárcel.

Trucaje

Una mujer que se encuentra recargada en una cama matrimonial sosteniendo una pequeña muñeca de plástico.

Pose

La pose se centra en la mujer (Rosa) en una posición confortable, conoce el espacio y se acomoda de modo que ella se conjuga con lo mostrado.

Objetos

Una cama, un closet, una silla, una mesa de noche, varios muñecos de peluche, una cruz, una mesa y varias cajas de cartón.

Espacio

El espacio aquí representado es la recamara cómo el lugar más confortable de la casa, donde Rosa pasa la mayor parte del tiempo, ve televisión y duerme. Este lugar es donde tiene más fotografías de su familia, sus hijos y su esposo, que en ningún otro lugar de su hogar.

Al analizar la recamara de Rosita podemos observar que es un espacio confortable para ella. Esta representación permite explicar lo que en la vida cotidiana se conoce como el aquí y el ahora, esto supone que conforman la realidad de su presente. Al abordar el aquí se hace referencia a la recámara que antes ella compartía


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con su esposo, y que en la actualidad se apropia haciendo suyo el espacio en función de lo vivido en su presente marcado por la soledad. El ahora también destaca en la escena pues el símbolo del tiempo presente, la recámara, es el lugar donde Rosa descansa, se entretiene y se siente en un estado de bienestar. Las fotos que ella ha colocado sobre la pared con imágenes de sus hijos, su esposo (aunque no es visible pero al otro lado se encuentra un altar a su esposo) y sus nietos, evocan las personas que ya no se encuentran en su presente cotidiano. La recámara representa el presente de Rosa, a diferencia del patio que representa el pasado.

Con la imagen de este espacio se logra apreciar el rol que Rosa ha tomado después de salir de la cárcel, una mujer que vive sola y que es jefa del hogar, este último, no es nuevo pues antes de ingresar al CERESO ya vivía sola, pues unos meses antes muere su marido. Se considera que en cada uno de los lugares del espacio doméstico reflejan ese rol, pero la recámara se hace importante en el sentido de que ya no figura como un espacio de poder que recaía sobre una imagen masculina (su esposo como el encargado del sustento del hogar). Rosa, con su rol social asumido, como jefa de hogar, adquiere empoderamiento en el sentido de apropiación, pues los objetos, la ropa y mucho de lo que integra su recámara son establecidos por ella. La recámara es uno de los lugares predilectos de autorregulación diferenciada, ahí se ha gestado la visión del empoderamiento que progresivamente se ha adquirido dado que las reglas y las normas determinadas en este espacio, así como la organización del mismo, han sido impuestas por Rosa.

4.2. El caso de Leo Zavaleta A continuación presentamos el análisis de Leo Zavaleta, una mujer de cincuenta y cinco años de edad, de origen indígena, nacida en el Estado de Guerrero, ella permaneció cuatro años en prisión por el delito de secuestro, fue arrestada en 2008 y sale el 2012, presentamos su vida antes, durante y después para poder vislumbrar los aspectos de su identidad al salir de la cárcel, tenemos como premisa que la experiencia en términos de Scott, nos puede otorgar información de la identidad que las mujeres al salir reproducen.

Como vimos en las primeras páginas de este manuscrito, la experiencia es la explicación de lo vivido a través del tiempo, es decir desde la infancia hasta la edad actual de una persona; es donde se encuentra implícita la reproducción, transmisión y comunicación del conocimiento dado a partir de lo vivido (Scott, 2001, p. 46). Leo Zavaleta en la misma posición que Rosa es integrante de la Colectiva Hermanas en la Sombra, su participación en la publicación de los primeros libros fue muy importante, ya que es aquí donde comienza a plasmar la historia de su vida. Escrita a cuatro manos


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dentro del taller historias de vida, pues cuando Leo ingresó no sabía leer ni escribir, pero con ayuda de otros talleres aprendió, obtuvo la certificación primaria y secundaria de educación básica, y con la misma motivación concluyó su historia de vida (con ayuda de otra interna) incluida en el libro Bajo la Sombra del Guamuchil, presentamos ahora fragmentos de su vida desde la infancia, plasmados a dicha obra.

Antes

Leo nació en un pueblo llamado Hacienda Vieja, Guerreo, el 6 de noviembre de 1959. Es la primera de ocho hermanos, de los cuales vivieron seis, pues uno murió de cinco años y otro de cuarenta y dos, sus abuelos hablaban tlapaneco, pero ella nunca lo aprendió. Pasó su infancia entre Hacienda vieja y el pueblo de Tlacotepec, éste también en el estado de Guerrero, en donde vivía su padre. Porque sus papás estaban separados, vivió un tiempo con su madre y otro, con su padre. “Mi papá me llevó a vivir con él desde mi primer añito de edad, a partir de entonces fui muy feliz, aunque esta felicidad me duró muy poco, si hubiera podido eternizar esos años, hoy estaría con él, pero no pudo ser así, la fatalidad del destino nos separó. Aunque fueron pocos años los que viví con él, lo recuerdo muy bien, su imagen se quedó grabada en mi memoria. Quizá no tanto su rostro, pero sí muchos detalles de mi vida con él. (…) Recuerdo como me enseñó a pescar, como corría a abrazarlo cuando llegaba del trabajo. Él cubría mi carita de besos. Era su única hija, pues su mujer tenía puros hombres, por eso me tenía bien consentida. Melquíades era su esposa, pero yo le decía mamá. Un día, cuando yo tenía siete años, lo invitaron a una fiesta, se despidió de mí y de Melquíades, diciendo ‘regreso temprano.’ Nadie imaginaba lo que iba a pasar. Esa misma madrugada llegaron unos hombres a avisarle a Melquiades que mi papá nos quería ver. Mi madrastra me vistió y nos fuimos con mis hermanos. Cuando llegamos encontramos a mi papá tirado en un petate, todavía con vida. Nos dijo: ‘acérquense para darles mi bendición’. Mi abuela ya estaba ahí y nos acercó a todos para que nos despidiéramos de él. Vi cómo se fue quedando dormido, y al ver su cara con expresión tranquila, pensé: “Mi papi duerme”. Pero más tarde vi como lo ponían en una camilla para llevarlo de regreso a nuestra casita de palma. La cuadrilla donde lo mataron quedaba como a dos horas de camino de nuestra casa, íbamos con el cuerpo pero yo seguía sin entender. Hasta el otro día que lo llevaron al panteón y observé como lo bajaban a un pozo envuelto en un petate y le echaban tierra encima; me di cuenta que se había ido para siempre. Comencé a llorar. Después le pregunté a mi hermano mayor porqué le


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echaban tierra encima y él me explicó, llorando, que nuestro papá estaba muerto que le habían dado un balazo cuando venía de regreso a la casa.” Leo recuerda esta pérdida con mucha tristeza, pues dice que su padre fue un buen hombre, pues nunca le pegó o la maltrató, únicamente recuerda cosas buenas de él. Cuenta que era un hombre muy alto y delgado; de ojos claros, pelo chino y muy patilludo (Cadena, 2010, p. 53). Siempre cargaba un arma grande con la cual amenazaba a su mamá y le decía que si algo malo le pasaba a su hija, con esa arma la iba a matar, pues ellos estaban separados y le preocupaba que alguna de las parejas de su mamá le pudiera hacer algo a Leo. Sus temores estaban bien fundados, pues su padrastro la violó a la edad de cinco años, de lo cual nunca se enteró su papá, la única que se enteró fue la abuela materna, a quien Leo se acercó llorando y lastimada, pero ella le aconsejó que nunca se lo dijera a nadie, que guardara el secreto, porque su padre podría matar a su mamá como muchas veces lo había advertido. Su abuela le insistió en que se trataba sólo de un sueño, a pesar de que en su cuerpo ella podía sentir las huellas de la violación.“Yo nunca supe que alguien me había violado. Yo nomás sentí ese dolor y sentí que algo me metieron en mi vagina, por eso dije que había sido un palo, porque yo nunca supe que fue. Hasta que tuve once años de edad y otro hombre me tomó a la fuerza, entendí lo que había pasado.” -En su narración describe la manera en que su vida cambió a partir de la muerte de su padre: “Recuerdo como pasaron los días, al principio lo extrañaba mucho porque todos los días iba gente al rezo y llevaban a sus hijos. Yo me ponía a jugar con ellos. Cuando terminó el novenario me sentí cada vez más triste, su ausencia me llenaba el pecho. Un día que mi abuela me vio llorando me dijo: ‘Ves aquel lucero, ese es papá, desde allá te cuida.’ Pero no fue cierto, porque como al mes apareció mi verdadera madre y mi vida cambió por completo. Yo ya la conocía, pues en algunas ocasiones mi papá me llevaba a verla, pero yo no la quería. Por eso cuando llegó, mi corazón dio un vuelco, como si presintiera todo el sufrimiento que se avecinaba. -A los ocho años comencé a trabajar en el campo, me pagaban cuatro pesos por jornada, con los cuales compraba maíz para hacer nixtamal, para hacer tortillas y darles de comer a mis hermanos, pues mi mamá todos los días desde temprana hora se dedicaba a hacer trastes de barro para vender, pues prácticamente ella era padre y madre para nosotros, ya que desde que se separó de mi padre, sólo tuvo parejas ocasionales, pues únicamente vivían temporalmente con ella. Por esta razón todos somos medios hermanos, tenemos diferentes padres. - “En esa época también comíamos muy mal, porque mi abuela no tenía que darnos de comer. Recuerdo que ella calentaba agua, le ponía limón y sal y con una tortilla cada


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quién, nos daba de comer. Era lo único que había: agua con tortilla. Otras veces ponía a hervir un huevo y echaba el huevo duro cortado en pedacitos al agua caliente. Esa era nuestra comida. Recuerdo muy bien que era tanta el hambre, que mi hermanita más pequeña, se comía los chintetes casi vivos. A mi abuela le daban a cuidar las chivas y las vacas a cambio de eso le daban maíz, para que nos diera de comer y nosotras teníamos que ayudarle a cuidar los animales. Nos íbamos a las casas a pedir las tortillas duras, había veces que nos las daban ya enlamadas, las lavábamos y así nos las comíamos. -“En mi pueblo había caciques que controlaban la tierra y la gente pobre trabajaba para ellos. Eran hacendados que tenían mucho dinero, tierras, ganado y muchos peones. A los que agarraban las yuntas les llamaban gañanes. Los caciques tenían muchas mujeres, tomaban a las que querían. Mi mamá fue mujer de uno de esos caciques y con él tuvo tres hijos. Los niños también trabajábamos limpiando la milpa. A mí me pagaban cuatro pesos al día. Pero para que me ganara esos cuatro pesos tenía que sacar el surco como lo sacaban los hombres. Para hacer un surco trabajaba un montón hasta terminaba mareada. Si no terminaba todo el surco no me pagaban los cuatro pesos y entonces mi mamá me pegaba. -Mi mamá decía que no podíamos perder el tiempo yendo a la escuela, porque teníamos que ayudarla en la casa. - “Fue ella, mi abuela materna, la que me dio cariño, ella sí nos trataba bien. Ella nos hablaba en su idioma, entendíamos mucho, pero no lo aprendimos. Cuando mi mamá se iba a Cuernavaca a trabajar ella nos cuidaba; le ayudábamos a juntar el algodón o bolas de cacahuananche para hacer jabón o higuerilla para hacer aceite. Mi abuela estaba criando a otras tres nietas que le había dejado una hija que desapareció, una de estas niñas era Altagracia, mi prima que también está aquí en Atlacholoaya. - “Todo estaba tranquilo, pero aunque tenía como 11 años, en la casa teníamos una tiendita, mi mamá había salido de compras y a mí me había dejado a cuidar la tienda y a mis hermanos; pero también me había dicho que acarreara agua. Cuando planeaba hacerlo, llegó un hombre a la tienda a comprar unos refrescos y se quedó buen rato. Yo no sabía qué hacer porque no podía cumplir el encargo de mi mamá hasta que el hombre se fuera. Estuve esperando buen rato y hasta que llegó mi mamá, salí corriendo a acarrear el agua para que no se enojara. Cuando salí, el hombre me empezó a seguir y me llevó a la fuerza a un monte. Ahí me tuvo toda la tarde y después me llevó a su casa. Él era un hombre de veintitantos años, se llamaba Severiano, yo era todavía una niña, tan sólo tenía 11 años, todavía no me venía mi menstruación. -“Me tomó a la fuerza, con brusquedad, ni siquiera me hizo una caricia. Haga de cuenta que era un animal. Después me empezó a reclamar que ya no era virgen, me agarró de


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los hombros y me sacudió. Me dijo: ‘¿quién se acostó contigo antes?;’ yo no entendía la pregunta, no sabía de que me estaba hablando. Todavía que me había tomado a la fuerza me reclamaba que no fuera virgen. Fue hasta entonces que entendí lo que me había pasado con mi padrastro, no había sido un sueño como decía mi abuelita, sino una violación. “Después de que este hombre abusó de mí, ensilló un caballo que tenía, se subió en la bestia y a mí me llevó caminando descalza porque había perdido las chanclas cuando me robó. Me llevó a un lugar llamado Toro Muerto, en donde me tuvo secuestrada y siguió abusando de mí. Después me dejó encargada con sus primas, y se fue a traer a sus hermanas y a su mamá a un pueblo que se llamaba Paraíso, quería que su mamá hablara con la mía para avisarle que ya era su mujer. Yo lo único que quería hacer era escaparme, estaba segura de que no quería quedar con ese hombre. “Mi mamá y mi tío finalmente me encontraron. Cuando llegaron le dije a mi mamá que quería regresar con ella, porque ese hombre me había llevado a la fuerza y yo no lo quería, pero mi mamá no quiso llevarme, pues me dijo que ahora me tenía que aguantar y quedarme como mujer de mi violador, pues si no lo hacía, iba a ser el juguete de cualquier hombre. ‘Si no te quedas con él, vas a ser hasta de los perros’, me dijo. Desde su forma de pensar yo ya no tenía ningún futuro si no aceptaba casarme con el hombre que había abusado de mí, pues para ella una mujer que ya había estado con algún hombre y ya no era señorita, ya no valía nada. Yo tenía mucho coraje contra ella, porque no me había cuidado, había dejado que su amante abusara de mí y ahora quería que me quedara con este hombre que me había tomado a la fuerza. -“Empecé a sufrir el acoso de varios hombres. Las ideas que había en mi pueblo es que si ya habías estado con un hombre, ya cualquiera podía usarte y dejarte. Las mujeres que no tenían quien las defendiera y que ya habían tenido un <fracaso>, ya cualquiera las tomaba y las usaba. Eran unos chacales, unos animales, pienso yo. Un día me dejaron sola con los niños más chiquitos. Todos se había ido a trabajar y yo me quedé a hacer la comida. Estaba yo moliendo cuando llegaron unos muchachos que eran mis vecinos, así que no me asusté. El mayor se acerco a mí para saludarme, y me empezó a decir que quería que fuera su mujer, yo le dije que no que era muy chica para casarme. Él me amenazó que si no aceptaba ser su novia, que me iba a llevar a la fuerza, que le haría una seña a sus acompañantes para que le ayudaran a raptarme. Yo me asusté y le dije que estaba bien, que me aceptaba con la condición de que esperara seis meses y que durante ese tiempo no se me acercara. Se llamaba Pedro y se encargó de correr la noticia de que yo era su novia y que nadie se debía acercar a mí. -[Don Juan era un señor de 50 años que nos iba a llevar a Cuernavaca a mis hermanos y a mí, pero todo salió mal cuando al llegar al camión, él me dice que no puedo acompañar a mis hermanos, que regresará por mí en una semana, mientras tanto que


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yo me quedará en casa de sus padres] (…) “Don Juan me regresó con sus papás y yo pensé que me iban a poner a trabajar, pero don Juan se fue y me extrañó mucho que los viejitos no me dejaran hacer nada, ellos tenían sirvienta que se encargaba de todo. Pasaron tres semanas y de don Juan, ni sus luces. Yo estaba preocupada, cuando de repente apareció. Yo le reclamé que porque me había engañado, él me tomó de la mano y me sentó en la sala, ahí me contó que mi mamá me había vendido. Me dijo que no había venido porque estaba preparando el rancho donde yo iba a vivir, ‘tú ahí vas a ser patrona, vas a tener tus sirvientas para que te ayuden con la comida para los peones, yo no voy a vivir contigo porque tengo otra mujer, pero voy a ir de vez en cuando a dormir contigo.’ Yo estaba muy asustada, pero aún así me atreví a contestarle: ‘¿No se da cuenta de que soy sólo una niña y que no lo amo, usted es un señor que podría ser mi abuelo!’ No le hizo ninguna gracia mi respuesta, y me contestó: ‘¿Quién te dijo que las mujeres tienen derecho a enamorarse?, eso es para los hombres.’ Yo pensé para mis adentros: ‘viejo rabo verde.’ Sólo le hice una pregunta: ‘¿mi hermano sabe que mi madre me vendió?’ Me contestó que no, pero que le iba a dar mucho gusto cuando me viera vestida como una reina. En ese momento me dio un fajo de billetes y me dijo: ‘Toma para que te compres lo que tú quieras; regreso en la tarde por ti.’ “Cuando don Juan se fue, aventé el dinero y salí corriendo, pues cruzando la calle vivía su cuñada. Llegué con ella y le conté todo lo que pasaba. Ella coincidía conmigo de que era un viejo cochino y rabo verde y se ofreció a ayudarme. - [Regrese a Hacienda Vieja y me la pasaba escondida de Pedro cuando] una comadre de mi mamá vino a decirme que su tío quería verme. Yo lo conocía porque había vivido algún tiempo en la cuadrilla, pero había salido huyendo porque había matado a unos señores. Él venía de vez en cuando a visitar a su sobrina. Esa noche fui a verlo y él me dijo que sabía lo que me estaba pasando y que si quería, él sería la solución a todos mis problemas. Me quedé pensando: ‘bueno a éste tampoco lo quiero, pero si no me voy con él, Pedro en cualquier momento me va a secuestrar y me va a llevar por las malas.’ Yo para zafarme de él le conté todo lo que me había pasado, que ya no era señorita; pero él me dijo que no le importaba, que me quería para su mujer y si no aceptaba me amenazó con que me ‘iban a dar pueblo entre varios.’ Dar pueblo significa que te violan entre todos y te dejan desnuda tirada en el camino y queman la ropa, para que todos te vean y te avergüencen. Yo no quería que me dieran pueblo, así que tuve que aceptar y me fui con él. “Nos fuimos a otra cuadrilla que se llama Las Pilas. Éste fue el peor error de mi vida. El tipo era un psicópata y a los ocho días me dio mi primer golpiza, era un borracho, drogadicto, que me pegaba por todo. Al año de vivir con él tuvimos una niña; el muy infeliz no quería a mi bebé y cuando lloraba le tapaba la boquita. Me decía que no era


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de él. Como él se la pasaba borracho, yo tenía que ir a trabajar en el campo y dejar a mi bebé con una vecina. “Un día cuando llegué de la milpa, a mi niña le había picado un alacrán. Todavía la alcancé con vida y traté de darle pecho; pero cuando le di de comer mi niña murió en mis brazos. Tenía apenas cuatro meses de nacida. Para mi mala suerte había quedado embarazada de mi segundo bebé, pero el tipo me golpeaba con tanta brutalidad y me decía que no servía para tener hijos. Así que por los golpes mi segundo bebé nació muerto. “Ya llevaba tres años a su lado, que para mí habían sido siglos. Poco a poco se había apoderado de mi voluntad y ya no tenía fuerzas ni para contestarle cuando jugaba baraja y me apostaba a sus amigos. Me maltrataba muchísimo; me quemaba, yo era su cenicero. Tengo cicatrices en todo el cuerpo. Nunca me perdonó que no fuera señorita. Sólo me llevó para darme mala vida. Tengo una cicatrizota en la espalda y otra en el pecho que me hizo con cigarros. No me compraba ropa ni zapatos, y me puso a trabajar. Nos vinimos a vivir a Morelos y yo me metí de sirvienta en una casa. Él salía a trabajar y yo pensaba: ‘ojalá y lo mate un carro por allá, y nunca regrese”. “Como el hombre no me dejaba en paz, rápidamente me embaracé de mi tercer hijo. Otra vez fue niña. Dicen que Dios nunca se equivoca, yo lo creo, porque gracias a que fueron niñas yo pude sacar fuerzas para deja a ese tipo. Un día mi niña estaba llorando porque quería un dulce y el tipo ese le pegó en su boquita y le sacó sangre, de un salto le quité a mi bebe y le di un aventón que lo tiró al suelo, le dije que con mi niña no se iba a meter. Traté de huir con la niña y él me dio una patada que casi me saca un ojo. Fue entonces que me armé de valor para dejarlo. -“Durante algún tiempo tuve que esconderme de ese tipo. Estaba en casa de mi hermano pero vivía con miedo. Yo creo que Dios me escuchó porque lo mataron en un riña de barajas. Cuando lo mataron di gracias a Dios y ni fui a reclamar su cuerpo, ni siquiera me presenté, no quise saber nada; lo recogieron sus familiares. “Apenas tenía 17 años y ya estaba viuda. Inmediatamente empecé a vivir el acoso de los hombres. Pero ahora si conocí a una persona que me interesaba, pues habíamos crecido juntos y sabía como había sido mi vida y yo también lo veía con cariño, aunque nunca pensé que él sería mi pareja de toda la vida y el padre de mis hijas. Él era huérfano y sus familiares que lo recogieron no lo dejaban estudiar; él tenía que trabajar y cuidar a los animales. Pero era muy listo y le pedía al maestro las tareas y solito aprendió a leer. “Se llamaba Eusebio y era un año menor que yo; él tenía 15 años, y yo 16. Cuando mi madre me dijo lo que había planeado para mí, fue cuando tuvimos que huir juntos. Nos fuimos a vivir a Cuernavaca. Cuando llegamos, rentamos un cuartito en Acapantzingo.


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Cada uno traía dos cambios de ropa y una cobija. Se puso a buscar trabajo de chalán de albañilería y lo encontró en Tabachines. Luego de dos semanas me compró una parrilla de luz, después una estufa. Yo tenía una máquina de coser y hacia ropita de niñas y mandiles que los salía a vender. Un día conocí una señora que al verme embarazada me invitó a vender Tupperware. Como no sabía leer, mi esposo me tuvo que enseñar, me tenía mucha paciencia, pues me enseñó desde las vocales, a escribir los nombres y apellidos de las clientas. Las cuentas las hacíamos juntos en la noche, cuando él llegaba de trabajar en Comisión Federal de Electricidad. Para ese entonces ya tenía dos hijas con él. Después de todo lo que yo había sufrido, encontrarme con este hombre, se me hizo como que Dios me había dado un premio. Él también había sufrido mucho, se crió con sus abuelos y sus tíos. Creció sin el amor de sus padres. Nadie lo vio con amor de hijo; fue un niño maltratado; pero siquiera le enseñaron a trabajar. Cuando empezamos a vivir juntos, él me prometió que me iba a dar todo lo que yo había deseado y me lo cumplió. -“Eusebio trabajó durante 15 años de velador en la Comisión Federal de Electricidad. Cuando tenía ese trabajo empezó a estudiar la secundaria. Cuando terminó, entonces comenzó a estudiar electrónica, pero no la terminó porque también para ese tiempo nació mi tercer hij o, Oscar. Cuando éste tenía cinco años se le terminó el trabajo a mi marido y nos fuimos a trabajar los dos a una Quinta, de cuidadores. “Él siempre trataba de darme gusto. Me construyó una casa preciosa, que fue haciendo poco a poco; una casota como de ricos, con cuatro recámaras, sala, cocina, comedor y terraza. Cuando tuvimos a nuestra primera hija, me propuso matrimonio y me casé de blanco, por el civil y por la iglesia. Mi mamá no quiso venir a la boda porque seguía enojada conmigo por haberla hecho quedar mal con el cacique con el que me había vendido. Fue una fiesta sencilla. Sólo con nuestros vecinos; pero yo estaba feliz, se había hecho realidad mi sueño. Eusebio era un hombre tan lindo, diferente de esos tipos que me habían lastimado. Él me fue enseñando poco a poco a disfrutar de la sexualidad; al principio yo era muy reservada, muy quisquillosa. Todo lo que había vivido me había afectado. Pero me explicaba que era normal. Tuvo mucha paciencia y me llevó con un psicólogo para que me ayudara, y me decía: ‘Esos hombres que te lastimaron eran unos estúpidos; no te supieron valorar. Tú eres virgen por dentro, es virgen tu voz, es virgen tu corazón.’ “Éramos muy felices juntos, nunca peleábamos, ni me gritaba. Nuestra familia siguió creciendo porque cuando mi hijo tenía ocho años, murió mi hermano Tomás y dejó cuatro hijos sin registrar y yo me hice cargo de ellos, los adopté y les puse los apellidos de mis hijos. Los anoté en la escuela y traté de darles lo necesario hasta verlos crecer. Se fueron de mi lado cuando cada quien hizo su vida. Los dos más pequeños se fueron a Guerrero a visitar una hermana y allá se quedaron. Al principio los extrañaba mucho,


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pues los quería como mis hijos; ¿será porque eran hijos de mi hermano al que más quería?, porque para mí fue como un segundo padre. “Han pasado 35 años desde que me junté con Eusebio y tenemos tres hijos. Me dio y me da más de lo que me prometió. Y seguimos juntos, tanto que llegamos juntos a este lugar. Pero nunca ninguno de los dos nos imaginamos lo que el destino nos tenía preparado. “Sucedió como en todos los matrimonios: mis hijos ya estabangrandes; cada uno ya había hecho su vida. Vivíamos los dos solos, tuvimos algunos problemas y yo me fui a vivir con mi mamá. El tiempo que yo estuve ausente no fue más de dos meses. Mi marido rentó la mitad de la casa, pues era demasiado grande para él solo. Yo iba a verlo de vez en cuando, pues él me daba dinero para comprar mi medicamento, ya que yo estoy enferma de diabetes y de asma bronquial. “Y así fue que un día que me fui por mi dinero, el me pidió que le hiciera de almorzar, pues todavía estaba acostado. Yo estaba un poco débil todavía, me sentía enferma, pues tenía apenas dos días que había salido del hospital; me habían puesto suero porque me había subido el azúcar. Al abrir el refrigerador y no encontrar nada para hacer el desayuno, fui a la tienda a comprar lo que necesitaba. Al regresar, estaba preparando y tocan el timbre. Mi esposo sale a abrir y grande fue nuestra sorpresa, pues eran como unos cuarenta encapuchados, que empezaron inmediatamente a golpear a mi marido y luego a mí también. Me llevaron a mi cuarto, me sentaron en la cama y me empezaron a interrogar. De lo que me preguntaban, les contesté que no sabía nada, que en esos momentos yo no vivía ahí, que le preguntaran a mi marido para que él les dijera que yo no sabía nada. Que les preguntaran a las personas que habían rentado la casa. Nos llevaron para México al SIEDO y allí me siguieron torturando. Cuando nos sacaron de la casa, ya llevaban a otras cinco personas, cuatro hombres y tres mujeres contándome a mí y a mi marido. Nos pasaron de uno en uno y nos desnudaron. Nos ponían una bocina de teléfono y se escuchaba una voz de mujer que nos interrogaba. Nos preguntaban que quiénes eran esos hombres, que a qué se dedicaban, a lo cual yo les contestaba que no los conocía y que no sabía de lo que me estaban hablando, pues esa era la verdad. Después de esas preguntas y maltratos me puse muy mal, pues por exponerme al frío me dio un ataque de asma al estar sin ropa y sin suéter, me vino una crisis muy fuerte, llegué a pensar que me iba a morir. Ellos también se espantaron, al verme tan mal me llevaron al hospital, en el cual estuve una semana. Después de esa semana, me llevaron al arraigo y fue ahí cuando empecé a conocer a esas mujeres que habían detenido conmigo. Y también fue cuando tuve noticias de mi marido, pues no lo había visto desde el día que nos detuvieron. Yo no quería saber nada de él, no lo quería ni ver, pero él pidió permiso para que habláramos y


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me explicara cómo habían estado las cosas. Ahí fue cuando me explicó como había rentado la casa y que nunca imaginó para que la iban a usar, y que él nunca quiso hacernos daño. “Duramos un mes en el arraigo. Estamos en proceso, todavía no estamos sentenciados. No imagino cuanto tiempo vayamos a estar aquí, pero yo confío en Dios. Es nuestro único abogado, en el que confío con todo mi corazón. Pues él sabe que somos inocentes.” (Historia de Vida de Leo Zavaleta con la intervención de Carlota Cadena, publicada en el libro Bajo la Sombra del Guamúchil, 2013, pp. 51-73 ) Durante Al principio me tocó vivir con pura gente de Tijuana y en una ocasión, una muchacha vio que siempre me la pasaba llorando, se me acerco y me dijo que si sabía restar, y pues yo no sabía, entonces me regaló un librito que traía todas las letanías y el rosario, pero no sabía leer; ella me decía: mire vamos a rezar juntas y se lo aprende de memoria, aprendí a rezar. Yo nunca había leído una biblia , mucho menos no sabía leer, nunca me enseñaron a rezar, de hecho mi mamá no sabe. Ese librito que me regalaron aquel día fue el que me acompaño siempre, ese y una imagen de la virgen de Guadalupe, con eso fue con la único que llegue a Atlacholoaya. Llegue a las 10 de la noche a Atlacholoaya, primero me llevaron a certificar con el médico y como a la 1 o 2 de la mañana entramos a la celda, estaba obscura, yo tenía mucho miedo, llegue con otras 3 personas, a cada una nos separaron en celdas distintas, cuando llegue a la mía, me quede parada por el miedo, no podía seguir caminando, pero la custodia en turno me dio un empujón para que entrara, lo único que escuche de ella fue una voz enérgica que decía: ¡metete esa es tu celda!, yo le conteste que estaba muy oscuro, buscaba el contacto para prender la luz, pero lo único que sentí fueron a dos personas que se movían al fondo de la celda, aparte de que no se veía nada, hacía mucho frio, yo llevaba una cobijita que me dieron en el hospital. Cuando estuve en arraigo algunas internas me regalaron ropa, pero como en Atlacholoaya se usa beige, no tuve más remedio que tirarla. Al entrar a la celda yo estaba buscando un lugar donde acostarme, en donde tenderme una cama, pero no había donde mis manos a tientas, sólo alcabzaban a tocar piesm cabezas, cuerpos, a las compañeras le daba risa y se burlaban. Lo único que me quedo fue acostarme en el baño que era muy angostico, me hice bolita, saque mi cabeza hacia atrás, afuera del baño, de repente me agarran dos compañeras a patadas, porque las estaba molestando y despertando, me arrincone, me puse a llorar, sentía horrible,


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permanecí una semana durmiendo en el baño, las compañeras me empezaron a molestar, una de ellas me amenazó, me decía que me iba a ir como en feria, que más valía que llevará dinero, sino que mandara a pedir, sino tenía que buscarme una madrina, pero yo no sabía que era una madrina, no entendía nada. Con mis compañeras preguntaba que era una madrina y ellas me explicaban, -es cuando llegan aquí y no tienes quien te defienda entonces te buscas una madrina, esa persona te cuida-, pero ¿Por qué me va a cuidar si para eso están las custodias?, ¿Que no se supone que nos cuidan ellas?, -sí pero, las custodias no pueden estar todo el tiempo vigilando a cada una de las mujeres en sus celdas-. Las veces que me iba a visitar mi familia, no llevaban dinero, no nos dejaban tener nada allá. Yo no tenía dinero, así que a una compañera, le propuse ser su chacha con tal de que me defendiera de quien me quiera pegar, accedió, yo lavaba toda su ropa, la plancha y de paso su talacha, ósea la mía y la suya, no me importaba, porque me sentía más segura. Las custodias eran bien feas, no dejaban que estuviera en mi celda, sólo en un pasillito muy chiquito, todo el día me la pasaba bordando y tejiendo. Cuando recibía visita, mi familia me traía servilletas e hilos para bordar, lo que hacía todo el día era ser chacha y bordar, yo era alcohólica cuando entre a la cárcel, me estaba desintoxicando, sufría muchos delirios, cerraba los ojos, veía las cervezas, el alcohol y despertaba con la boca seca, llorando y temblorosa, me arrastraba porque les decía que a mí me dolían todos los huesos. En el día me la pasaba haciendo el que hacer de otras y bordando, en las noches no podía dormir porque sólo me dejaban un espacio pequeño en el piso, me hacía bolita, con mis manos cubría mi cabeza, ya que si la sacaba, las demás compañeras me molestaban. En la celda éramos siete, todas estábamos amontonadas en una celda bien chiquita, esta era el área de ingresos, ahí estuve tres meses y después me pasaron a un lugar de observación que se llama C.O.C., allí ven tu conducta, depende de cómo seas te acomodan en un determinado dormitorio. Después de estar en observación, te acomodan en una celda, cuando llegue a las celdas, me dieron la bienvenida, las compañeras, me dieron un lugar para acomodar mi ropa -nuestros roperos eran pedazos de palos de escoba-. Llegue con dos personas muy tranquilas, me pidieron que cuidara a una señora que estaba enferma, pero ella era muy grosera, me pegaba, y yo estaba muy sensible, me ponía a llorar y luego la desintoxicación. Estuve un año así, con ansiedad y desesperación de no tomar alcohol.


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Allá venden de todo, una cerveza te cuesta cincuenta pesos, pero decía al final pensaba, eso fue lo que me trajo aquí. Todas las compañeras decían que era bien tonta, que me iba a morir en la cárcel, pero yo no había hecho nada, no sé de qué me acusan, después me cayó el veinte, mi maldito alcoholismo me había traído allí, esa enfermedad se la pasaba a mi familia, pero pensar en ellos me ayudo a salir adelante, fue muy difícil para mí, sentí que me quedaba en el intento. Había noches que pensaba que me iba a morir de la ansiedad y el dolor. Era muy fácil volver a caer ahí lo consigues todo, pero tenía el valor de salir adelante, pensaba en mis hijos, soñaba otra vez en estar en libre, ver la calle. Viví ocho meses con la señora que estaba enferma y después me cambiaron de dormitorio, las compañeras me recibieron bien, pues me conocían y sabían que no era tranquila, eran buenas me lleve bien con ellas, pero cuando las directoras o comandantes ven que te llevas bien con tus compañeras de celda, te cambian de cuarto, así paso conmigo, me cambiaron con una muchacha, que me robaba el dinero, mis cosas, era un infierno vivir con ella, entonces pedí mi cambio otra vez con la señora enferma, en una ocasión que fui a traer su comida a la cocina tuve un accidente, me caí, llegue a pensar que me quedaría invalida, un hueso se me zafo, no podía mover mis piernas ni nada, entre las compañeras había una señora que era huesera, ella me curo, me sobo pues estuve más de dos meses en cama. Cuando me inscribí a los talleres me emocione mucho, porque iba aprender a leer y escribir, le rogué a la licenciada en turno para que me dejará inscribir, le decía: -mire, quiero aprender a leer, déjeme ir a los talleres, no soy peligrosa, soy obediente, no soy conflictiva, deme chance, me voy de la escuela a mi celda solamente-, y accedió, yo iba dos horas al día, así conocí a Aida, ella me invito al taller de historias de vida, me platico del libro que estaban escribiendo, se me hizo muy interesante y dije “wow” que padre, están escribiendo un libro y pues yo no sabía leer, después conocí a la señora Carlota en el taller, le comencé a contar mi historia, después con el tiempo empecé a leer y escribir porqué quería escribir mi vida personalmente; una, porque no tenía mucha confianza con las personas, la otra por qué no me abría y estaba indecisa en contar mis cosas, había muchas que no podía decir o no las quería decir por miedo a que me criticaran o me fueran a juzgar, de hecho fui criticada por mis demás compañeras, me decían que la personas se burlarían de mí y estuve a punto de echarme para atrás y me dije, ya no voy a escribir, pero fui con la psicóloga y me dijo: -no les hagas caso, eso no es malo, eso te libera de tus miedos-, porque antes yo era un apersona miedosa, no sabía lo que valía, que podía tomar mis propias decisiones, antes todo el mundo podía hacer de mi lo que quisiera y yo no decía nada, porque así me enseñaron desde niña, a todo decir que sí, aunque no me gustara; sentía que sin mi marido me iba a morir, tenía


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que depender de alguien, tal vez por eso no lo dejaba, a pesar de que me fui con mi madre. Nada más escuchaba del divorcio y sentía que me iba a morir, porque yo necesitaba depender de alguien, ahora ya no tengo miedos porque sé que valgo mucho (Entrevista a leo Zavaleta, 20 de noviembre de 2013 ). Después El día que salí fue algo muy emocionante, casi un sueño hecho realidad, yo tenía varios meses que soñaba eso, mi salida, entonces cuando me dijeron que me darían mi libertad, yo no lo podía creer, pensé es uno más de mis sueños. Me dieron la hoja de libertad a las 4 de la tarde y salí hasta las 10 de la noche, a esa hora estaba toda mi familia, mis hijos, yernos, nueras, mi mamá, mis hermanos -hasta parecía que iban a enterrarme porque todos traían flores-, les decía, voy saliendo de la cárcel, no me estoy muriendo. La verdad mi salida fue muy hermosa, me llevaron a comer pero de los nervios no quise nada de comida, ese día dormí con mi mamá, al otro fui a ver mi casa porque me decían que estaba muy mal, que se estaba cayendo, cuando llegue y la vi comencé a llorar, fue muy duro volver a ver ese lugar pues fue el último en el que estuve en libertad. Viene a ver a mi casa, no sabía que era el izquierdo y el derecho, ya me pinto mal, para empezar y para variar, si me torcí el pie, u que más te voy a decir, empecé ahí a llorar, ya adentro subimos ya te dijera algo… muy feo… muy impactante volver a donde se recibieron, a donde dejaron la otra vez des ese lugar a pesar de que estaba bien destruido, yo lo veía como que más libre. Uno de mis propósitos al salir fue hacerme cargo de mi mamá, ya no le guardo rencor por los maltratos que sufrí de su parte en el pasado, afortunadamente he logrado quererla; muchos años me la pase odiándola, y pensaba: si yo la veo muerta, ni una lagrima le voy derramar, para mí como si fuera cualquier otra persona, creía que mejor a otra persona le lloraría, la odiaba muchísimo, pero después de acercarme a Dios y todo lo que viví en la cárcel, aprendí a amarla, a perdonarla ,si ella actuó conmigo así pues sus motivos tendría. Ya hable con ella, no me da muchas explicaciones, pero bueno al menos me dice que esta arrepentida y que nunca se imaginó el daño que me hacía ,eso ahora me basta, al menos ya escuche lo que quería escuchar de ella, que me quiere y que siempre me ha querido. Más adelante, pienso vender mi casa y comprar un terreno, para no estar de arrimada con mi madre o con mis hijos, aunque sea una casita de cartón, de lámina la voy hacer, si quiera para poder vivir, mi mama no sé cuánto tiempo me vaya a durar y no me voy a quedar allí, su casa no es mi casa, estoy allí solo mientras mi mama vive, pero el día que Dios se la lleve, tengo que buscar donde me voy a ir, porqué mi esposo pues no sé cuánto tiempo más siga en la cárcel, pues tiene una sentencia de treintaicinco años.


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Aprendí muchas cosas en la cárcel, cosas que aquí afuera jamás hubiera aprendido, una de ellas fue a leer. Vi cosas malas como alcoholismo y drogadicción, pero también cosas buenas como la amistad y el cariño de mi familia, pensaba: “si voy a ocupar mi mente en algo, por lo menos que sea algo de aprovecho, algo que me pueda servir algún día, algo que tenga que contarles a mis nietos”, en la cárcel yo aprendí a escribir, y en el taller de escritura aprendí y me anime a escribir mi vida. A ese lugar [la cárcel] siempre lo visualice de dos maneras, uno la universidad más cara del mundo, aprendes muchas cosas pero porque las pagas con puras lagrimas, con mucho dolor, con mucho sufrimiento, y dos, la cárcel es lo peor, pero en un basurero no todo lo que hay es malo, siempre hay muchas cosas buenas, de ti depende si escoges lo bueno o lo malo, si quieres cambiar tu vida, es un lugar de transformación, tú decides que figura le quieres dar a tu destino a partir de ese momento. Yo nunca había visto las rejas de la cárcel por fuera, tienen la silueta de una mujer con un brazo abierto, es un figura que tiene muchos significados, de cómo entra y como sale, quizá no todas, no todas piensan así, no todas piensan igual no todas valoran, muchas dicen: “yo no le debo nada a este lugar aquí la vida me ha tratado mal”, pues si tu quieres la vida te trata mal, todo depende de cómo la quieras vivir, la cárcel es para eso, es como un lugar dónde aprendes a muchas cosas, a sensibilizarte, no es para entristecer tu corazón, a lo mejor yo no era tan sensible como lo soy ahora, en ese lugar no me endurecí, no endurecí mi corazón y me ha dado una transformación al cien, hasta mis hijos me dicen que estoy cambiada, diferente, que no soy la persona posesiva que era antes: insegura, la mama gallina que los quería tener siempre aquí sobreprotegidos, he aprendido a fijarme metas que sé que voy a cumplir, y voy a cumplir, porque tampoco me voy a fijar una meta que es imposible. ¿Qué me hace falta?, no me rompieron las manos, no me sacaron los ojos, no estoy invalida, si puedo, puedo salir adelante, que se me dificulte todo no me preocupa, tal vez al momento en el que me cierran alguna puerta lloro, porque soy sensible, soy humana y me da tristeza, pero me duele más por ellos que por mí porque yo tengo a Dios, se hacer muchas cosas y si se me cierra esa se me abre otra y quizá hasta mejor, si lloro por esas personas es porque no saben lo que hacen de verdad cerrar las puertas a una persona que lo necesita, por eso hay más delincuencia, por lo mismo que la gente dice: “viene de la cárcel”, y ni siquiera saben si eres culpable o no. “Ay, estuvo en la cárcel”. Tienen una visión muy fea de ti. Las personas que conoces en la cárcel, no todas son malas, no son como lo dicen en la televisión o en los periódicos, allí adentro algunas son culpables, pero la vida y las circunstancias las vuelve más humanas. (Entrevista a Leo Zavaleta, 20 de noviembre de 2013).


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Después de salir de la cárcel Leo vendió su casa debido a las deudas económicas que le generaron su estancia ahí, en la actualidad vive en casa de su mamá, con la que comparte su espacio doméstico. Leo afirma “El espacio que más me gusta es mi cuarto, porque lo demás no es mío es de mi mamá, a mí no me costó nada, le costó a ella.” (Leo Zavaleta, 20 de noviembre de 2013). Vida cotidiana, espacio e identidad El rol de género que Leo asume en la sociedad se encuentra marcado como pudimos observar desde su infancia, donde la mujer como característica fundamental de la tradición indígena, es situada como un objeto sin voluntad propia, es utilizada como un material de cambio, reusable a las complacencias del orden patriarcal que en las comunidades indígenas se gesta, como es evidente Leo, desde la infancia sufre una serie de abusos sexuales, donde la brecha relación con su madre es fracturada por la relación de violencia que se da con ella y con el entorno que la rodea, para poder entre lazar esto con su identidad de leo, posterior a la reclusión, abordaremos los fragmentos de su vida, durante la reclusión y posteriormente la del después.

Foto 7


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Nivel Contextual Datos generales de la fotografía

Datos técnicos de la imagen

Título

Recamara de Leo

B/N / Color

Color sRGB

Autor

Lucia Espinoza Nieto

Cámara

Canon EOS digital rebel XS

Nacionalidad

México

Flash

Externo

Año

2014

Longitud focal

18 mm

Procedencia

Archivo personal del autor

Diafragma/ ISO

F/ 3.5 ISO 200

Genero

Retrato

Exposición

0.5 seg.

Genero 2

Foto reportaje

Objetivo

18mm/55mm

Nivel denotativo Temas abordados

Mujer/ espacio

Organización de En la fotografía se encuentra una mujer sentada en la orilla de una cama viendo hacia la los elementos cámara, ella se encuentra con las dos manos apoyadas sobre sus piernas. Objetos

Una cama, un aparato para hacer ejercicio, una estufa, una silla de plástico, una cómoda, varias imágenes religiosas, unas flores, varias botellas con productos de higiene personal, un escritorio de computadora y una computadora.

Espacio

Una recámara de reducidas proporciones.

Fotogenia

El contraste es alto. La iluminación se logró por medio del flash. Los niveles de saturación son altos. El tono es cálido y la temperatura del color se consiguió por medio del flash.

Esteticismo

La composición es de perspectiva, la distribución de pesos visuales fue equilibrio estático, el espacio es cerrado en un espacio interior, la toma fue a nivel, la mirada se dirige hacia la cámara a baja velocidad y con pose.

Sintaxis

Espacio cerrado/ Leo/ recámara.

Texto

No aplica

Nivel connotativo Temas abordados

Mujer/ vida cotidiana/ espacio doméstico/ después de la cárcel.

Trucaje

Una mujer que se encuentra sentada en una cama individual, en lo que parece una habitación para dormir.

Pose

La pose se centra en la mujer, Leo, se encuentra sentada con cada mano apoyada sobre las piernas, tiene una mirada adusta.

Objetos

De derecha a izquierda se observa un aparato para hacer ejercicio, un mueble de computadora con trastes de cocina encima, una computadora de escritorio, una silla de plástico con una toalla cubriéndola, una estufa que parece que no se utiliza, una cama individual con colcha blanca de flores naranjas, una cómoda con dos imágenes religiosas, unas flores y varios envases de productos de higiene personal, los muros están pintados en color amarrillo.

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Espacio

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Se trata de la recámara donde Leo duerme, es el único lugar de la casa que habita, donde se siente buen, le gusta y se identifica, pues ahí se encuentran los objetos más valiosos para ella.

Para Leo, haber estado en prisión significó un cambio radical en su vida y en su espacio doméstico. Su cotidianidad dio un giro al momento de construir su vida en un espacio diferente al que habitaba antes. Su vida, determinada por la situación biográfica y sus experiencias inmediatas y la manera en cómo se sitúa en dicho lugar ahora, se establece en relación a su madre, quien antes de entrar a la cárcel estaba fracturada. Para Leo la cárcel significó un aprendizaje de vida lo que hoy su vida cotidiana.

En este sentido, incursiona un rasgo característico de su cotidiana y es la tipificación, como el conocimiento que tenemos del mundo natural y social, donde Leo construye ese espacio como algo a la vez familiar y a la vez ajeno, debido a que, como lo relata, no es un espacio propio, del cual se pueda apropiar. Su recámara es una construcción nueva para ella, y lo manifiesta de manera consiente en su subjetividad al enfatizar que este espacio no le pertenece, cuando subraya que sea ajeno, debido a la interpretación automática y asociativa de hechos anteriores o del pasado que sí le pertenecen, por ejemplo, la recámara de la casa que vendió al salir de prisión conforma de manera automática sucesos anteriores y los asocia con lo vivido en la actualidad, en el sentido de que mientras el espacio en el que habita no sea de su propiedad, no existirá una asimilación del mismo, pero al mismo tiempo adquiere relevancia dado que es ahí donde almacena sus cosas de valor (trastes de cocina, imágenes religiosas y una televisión).

En este mismo sentido, la casa donde habita Leo pertenece a su madre, las dos la comparten y la habitan en función de su situación actual como mujeres solas, donde la primera es quien trabaja y lleva los gastos del hogar, así como la manutención de su marido que se encuentra en reclusión. Pero, por otro lado, su madre a partir de la relación de poder que ejerce sobre de ella, es la jefa del hogar y encargada de la organización de la familia, por lo que dentro del espacio doméstico, el rol de Leo y su madre conforman la posición del “pater familias”.

De esta forma podemos ver que a diferencia con el pasado, las mujeres han tomado roles distintos en función de su condición social de vida. La figura masculina dejó de representar el rol tradicional del hombre proveedor (pater familias) y ha sido sustituido por la mujer. Este escenario se ve agudizado cuando más las familias monoparetales, donde la mujeres han adquirido nuevos roles, como en el caso de Leo,


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que su paso por la cárcel influyó para que el espacio donde hoy habita esté regido de forma opuesta al que antes acostumbraba, cuando compartía su espacio doméstico con su marido.

Otro aspecto destacable es que Leo vuelve a vivir con su madre, en otras palabras regresa al punto en el que se encontraba cuando niña, mucho antes de entrar a prisión, antes de casarse y tener hijos. Al respecto Beatrice Collignon (2012, p. 205) opina que el espacio doméstico es la primera área de la experiencia del ser-en-elmundo, donde se adquieren valores, y se juegan roles de acuerdo con lo establecido en la sociedad y fundamentalmente en dicho espacio y en las relaciones de poder entre padre, madre e hijos, lo que en consecuencia le permite al individuo la fabricación de los espacios y significarlos.

En este sentido, cuando Leo sale, esta fabricación del espacio se da a partir de lo ajeno, de un espacio extraño, porque no lo ve suyo. Por otro lado, se debe señalar que Leo no ocupa la recámara principal de la casa, las reglas y las normas son ejercidas por la madre, la autonomía se vuelve una necesidad para ella, lo cual implica un nuevo aprendizaje como cuando era niña, este aprendizaje en función de tener un espacio propio fuera de lo ajeno (Collignon, 2012, p. 206).

Esta casa no es mía, es de mi mamá, yo estoy con ella porque la estoy cuidando, ella ya está grande, está enferma, lo que quiero hacer es comprarme un terrenito, hacer unos cuartitos aunque sea de lámina e irme a vivir allá aunque sea sola (Leo, 20 de noviembre de 2014). En síntesis se infiere que el espacio que Leo actualmente habita, por los objetos que salen a relucir en la fotografía que aquí se analiza, tales como los trastes de cocina, la estufa inhabilitada o el aparato para hacer ejercicio constituyen objetos propios de diferentes espacios del hogar lo que transforma su recámara en un espacio de tránsito, o un lugar de paso, pues por lo que relató, desea establecer un hogar propio en otro sitio, es decir, fabricar un nuevo espacio doméstico, que implica la asimilación del rol de jefa del hogar.

El rol de género como un componente en interrelación con otros sistemas de identificación de Leo se explicita en función de que cuando sale de prisión cambia y toma el rol de sustento del hogar. Tal característica es un elemento que Leo adquiere como símbolo de identidad al salir de prisión, es decir, el cómo se manifiesta en el discurso, pues, al salir de prisión tuvo que prescindir de su papel como mujer dependiente económicamente de su pareja, padres o hijos para asumir el rol de jefa de familia. Cabe señalar que esta identidad se va forjando en su experiencia desde la


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infancia, vemos que el yo más que asumir una transición entre el encierro y la libertad, todas las circunstancias que han marcado esa experiencia de vida (en el sentido de Joan Scott), son el punto de partida de lo que conforma la identidad de Leo, una mujer de raíces indígenas, oprimida por el orden patriarcal, analfabeta, pero que con su paso por la prisión, ha acumulado rasgos a su existir que han transformado esta identidad e influido en su yo frente a la sociedad, pues el hecho de aprender a leer y escribir, pero sobre todo seguir escribiendo, es una manera de ir aflojando la opresión que le dejo un modo de vida que desde pequeña le fue inculcado, apegado a la sumisión y a valorarse como un objeto de uso.

4.3. El caso de Olga A continuación presentamos el caso de Olga, ella a comparación de Rosa y Leo, no pertenece a la Colectiva Hermanas en la Sombra, pero sin duda, es interesante mostrar de qué forma, ella va construyendo su vida al salir de la cárcel, como se adapta a su nuevo espacio y a una nueva familia. Olga es una mujer de 33 años es originaria de Guadalajara Jalisco, lugar donde fue arrestada por el delito de extorción y asociación delictuosa, la trasladan al CERESO de Atlacholoaya y recibe una sentencia de doce años en prisión. En la actualidad vive bajo libertad condicionada pues salió cuatro años antes de que cumpliera su sentencia, pero cada mes durante esos años restantes tiene que firmar su libertad al CERESO, ella radica en Morelos.

Antes Antes de entrar a la cárcel, yo me hacía cargo algunos gastos de mi casa, en ese entonces vivía con mis papás y mi hija, nos llevábamos bien. Si había problemas como en todos, todas las familias; cuando había discusiones era porque hacía falta dinero, por qué nadie quería trabajar, porque tomaba o me drogaba. Trabajaba de obrera en dulces Vero, recuerdo que iba diez horas al día, me gustaba mi trabajo pero no me alcanzaba para cubrir los gastos de mi casa. Yo veía como carecía mi papá y mi mamá de dinero, me sentía desesperada porque sabía que ellos no estaban bien, que no eran felices. Quería que ellos tuvieran todo, que ya no trabajaran, quería ayudarlos con lo que pudiera, eso fue lo que me llevo a cometer muchos errores, el querer ganar más dinero fue lo que me trajo a ese lugar. Antes yo era más delgada, siempre he tenido mi cabello largo, pues he cambiado. mucho porque ya tengo otra manera de pensar. Porque antes a mí se me hacía fácil decir quiero tener tanto dinero, para mis papás, iba y cometía errores. Ahora entiendo que no es tanto el dinero, si no lo que vales. Ahora sé que si no tengo para una coca la


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compro. Y si no trabajo no tengo dinero, antes con el hecho de traer 100 pesos en la bolsa me sentía mal, quería siempre más, ahora es diferente, se me ganar el dinero, porqué me di cuenta que cuando gana uno dinero mal, no le rinde, no lo disfrutas como lo deberías de disfrutarlo. Mi papá era en la única persona que confiaba, con él me sentía bien, protegida antes al igual que ahora, tenía mucho miedo de perder a mi familia, yo no le tenía miedo a nada, pero yo estaba aterrada de que a ellos les pasará algo, de que mi padre o madre murieran, por eso pienso que tal vez Dios me trajo a ese lugar. Porque mi papa murió cuando yo estaba ahí encerrada, tal vez hubiera sido peor hubiera sufrido más su perdida, si estuviera con él, aún lo recuerdo vivo. Incluso mi hermano tiene fotos de él, cuando estaba en el cajón, pero no me lo quisieron enseñar, me dijeron que lo recordara tal y como yo lo había visto. Y pues mi miedo más grande ahora, es perder a mi madre y a mi hija. Tuve a mi hija a los 21 años, soy madre soltera, ella era y es mi motivo de existir, la deje muy chiquita apenas iba a cumplir dos años (Entrevista a Olga el 28 de febrero de 2014). Durante El delito por el que me detuvieron fue extorción y asociación delictuosa, estaba formada en TELECOM telégrafos, cobrando un envió de dinero, cuando a mí junto con otro hombre que me acompañaba nos detienen. Los judiciales siempre se portaron agresivos, al principio no fueron tanto, pues sólo nos esposaron y nos subieron a la patrulla, a mí me esposaron a un tubo, al hombre que me acompañaba de otro. Nos bajaron, y nos llevaron a la procuraduría que estaba en la zona industrial de Guadalajara, Jalisco. Cuando íbamos entrando a tomar declaración se acercaron unos judiciales y nos comenzaron a decir groserías -por su culpa estoy trabajando el día de hoy, nos decían- y pues nosotros por los nervios no contestamos nada. Empezaron a investigarnos a cada quien por su lado, y fue cuando empezaron los golpes por parte de los judiciales, comenzaron a cachetearme, me jalaron los cabello, me decían que les dijera los nombres de los que estaban enredados en ese delito y pues como la verdad no sé, no les dije nada y me siguieron golpeando hasta que termino la declaración. Nos hicieron firmar y nos trasladaron a una procuraduría del centro de Guadalajara allí nos tuvieron hasta el día siguiente -a mí me metieron a un cuartito, a él lo esposaron en un sillón- me empezaron a preguntar y conforme me iban preguntando me iban golpeando, me empezaron a golpear con sus manos en mis pierna, y les repetía siempre lo mismo, pues ellos quieren que hable diga cosas que no son con tal de que lo dejen a uno de golpear. No se me hacía justo y se me venían muchos nombres a mi cabeza, pero yo no decía nada, siguieron constantemente los golpes, Incluso a mí me pusieron una bolsa en la cabeza, me decían que si no hablaba iba durar más de 60 años en la cárcel y que


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ellos se iban a encargar de que no saliera nunca, que me iban a quitar a mi hija, la iban a dar en adopción, hasta como una prostituta te tratan, eso duro 72 horas que me tuvieron hasta que nos trasladaron a Cuernavaca. Yo ingrese a la cárcel de Jojutla, Morelos un 2 de octubre de 2004, ese día fue de visita, las custodias me dicen que entre a un cuadrito, allí se llama ingresos, me dan un vestido para que me cambie y una sábana, me metieron a la celda, ese mismo día pues llegando me metí a bañar. Porque esos días que estuve en los separos no me podía baña. En cuanto me termine de bañar me llaman a rejas para ir a declarar, iba con miedo a que me golpearan, estando ahí me di cuenta de que ya no me iban a golpear, después me llevaron a tomarme huellas y fotos. Cuando llegue a ingresos estaba yo solita en una celda, me toco la cuatro, después llego una señora y la metieron conmigo. En ingresos estuve quince días después me pasaron a COC (Centro de Observación, Clasificación y Tratamiento) ahí estuve otros quince días y me pasaron al dormitorio dos, celda doce a un segundo nivel, estuve con dos señoras, así pasaron cuatro años, y después yo misma pedí que me trasladan a Atlacholoaya, después de unos meses me dan mi cambio, llegue a ingresos, estuve cuatro días y me pasaron al dormitorio uno en la celda 3, pedí mi cambio porque en Jojutla no hay talleres, no hay visita a quien venderles las cosas que haces, y yo necesitaba solventar mis gastos allá adentro, mi ropa , shampoo, jabón, todo lo que iba necesitando. Mi familia nunca vino a verme, porque está muy lejos y pues no podían es mucho gasto, una vez mi papa me dijo que iba a venir pero yo le dije que no, qué bien o mal yo estaba ahí, bien en el sentido de que no me hacía falta nada en ese momento, pero pensaba que lo único que me hacía falta era, abrazarlos, saludarlos. Pero nunca pudieron ir a verme, yo le decía a mi papa que lo que se gastarían en ir a verme se lo dieran a mi hija, yo prefería que mejor lo ocuparan en ella. Yo trabajaba haciendo el aseo de las demás, ganaba 200 pesos a la semana, a veces no me pagaban por semana, si no cada 15 días. No era mucho lo que ganaba a la semana por mucho me ganaba 200 o 250 pesos por semana. Cuando acababa mí trabajo a veces bordaba o hacia dibujos; de los cojines que ellas hacían yo les sacaba los dibujos, se los hacia más grandes y les cobraba cinco pesos. El dinero que ganaba lo utilizaba también a veces para comer entre semana, porque la comida allá estaba muy fea, había mujeres que vendían ropa, adornos, también artículos de limpieza para hacer mi trabajo, todo lo vendían allá adentro. Siempre tuve buena relación con todas las compañeras allá adentro, cuando terminaba de hacer el aseo me iba a almorzar y veces me invitaban, e alguna ocasión llegue a


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tener problemas con alguna, pero no de golpes ni nada por el estilo sólo me dejo de hablar, a veces no me pagaban y si le cobraba se enojaban, pero era mi trabajo, y sí se molestaban pero tenían que pagar lo que debían (Entrevista a Olga el 28 de febrero de 2014). Después Era día de visita cuando salí, yo estaba enferma, era el tercer día que yo me convulsionaba, estaba recostada en la cama y que escucho a varias mujeres que habían pedido su libertad anticipada junto conmigo, que las comienzan a nombrar, y enseguida escucho mi nombre y me pongo a pensar ¿Quién será?. En ese momento lo que menos pasa por tu cabeza es la libertad, porqué hay veces que se equivocan los licenciados y mandan a traer con las custodios a otra persona que no es. Voy entrando, al área de trabajo social y estaban otras tres compañeras, Carmen, Alejandra y Hortensia. Me dicen que me acerque y un licenciado me dice que ya ésta mi pre-liberación. Mi reacción fue de: “no es cierto, no lo creo”, si ya habían tardado en dar pre-liberaciones. A nosotras nos tocaron las primeras, después de tres años, y si era de no creerse, creo que hasta se me olvido que estaba enferma. Lo primero que me paso por la cabeza fue hablarle a mi mama, ella no lo creía. Las horas que espere para que me dejaran en libertad fueron las más largas de mi vida, porqué nos notificaron a las diez y ya iban a ser las cuatro de la tarde, nos dijeron que nos esperáramos que nos fueran a mandar a hablar. Las que salimos, todas estábamos contentas y a la vez tristes por dejar a nuestras amigas allí. Nos revisó el doctor, arreglamos nuestras cosas, esperamos otras horas, firmamos en muchos lados y por fin salimos. Al tiempo de que abren la reja, y nos dejan salir abren el portón, sentí que no era cierto, sentía que no me alcanzaba la respiración, sentía ahogarme con el aire que me estaba dando, me sentía contenta, no lo creía, era muy bello para ser cierto. Nadie fue por mi, ya eran la diez de la noche y decidí irme con una muchacha que salió junto conmigo, a los cinco minutos empezó a llover muy fuerte incluso se fue la luz. Muchas de mis cosas como cobijas y ropa se me quedaron allí, se las di a diferentes muchachas. Cuando sales lo que menos quieres es ponerse otra vez el beige o el amarillo. Yo salí con lo que llevaba puesto con un “pans” amarillo, con una blusa, con mis zapatos, mi ropa interior y shampoo y todo lo demás lo deje. Siempre que iba a buscar trabajo me pedían mi credencial de elector y antecedentes no penales. Para mí era difícil encontrar trabajo y empecé a trabajar en una cerámica. Pero me salí de allí porque me cambie de casa, ya que me quedaba muy lejos tenía que


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agarrar dos camiones y hacía más de dos horas de camino. Después me fui a trabajar en una fábrica de reciclado, seleccionaba papel, pero me salí porque hubo corte de personal. Después ya no encontraba trabajo, hasta que me dieron uno de seguridad privada, una amiga me ayudo a entrar allí, ella también estuvo en el CERESO. El dueño de la empresa me dijo: “mira en Morelos ya nos dieron la autorización para contratar a gente así como tú, gente que fue interna, que tuvo problemas, simplemente con que nosotros nos hagamos responsables de ustedes”. Me dio el trabajo y empecé como guardia, con el tiempo me gane el puesto de supervisora. Casi nadie ha durado mucho tiempo allí, menos las mujeres por que el horario es de veinticuatro por veinticuatro horas y hay ocasiones que tienes que doblar turno, en si ahorita tenemos puros guardias hombres yo soy la única mujer aparte de la gerente administrativa (Entrevista a Olga el 28 de febrero de 2014)..

Vida cotidiana, espacio e identidad

Lucia: ¿Qué lugar de tu casa te gusta más? Olga: ¿Qué lugar de mi casa me gusta más? Mi cuarto. Lucia:¿Por qué? Olga: ¿Por qué?... porque ahí puedo llorar, puedo gritar, puedo reírme, y en otros lugares tal vez este… existe el miedo a que se burlen de ti, que te critiquen porque lloras. Lucia: ¿Cuándo llegaste a vivir ahí cambiaste objetos de lugar? Olga: Los muebles nada más, bueno después de como cuatro meses los cambiamos de lugar. Lucia: ¿Por qué? Olga: Lo que pasa es que… ¿Cómo te puedo decir? A mí me gusta cambiarlos de lugar de vez en cuando, no me gusta tenerlos en el mismo lugar siempre. Y veces digo: ya no me gusto así, ¡Vamos a poner el closet así, la tele acá, la cama así! Lucia: ¿Te gusta tu casa? Olga: Sí porque… este vivo bien, no vivo cómodamente pero lo considero un lugar familiar, cálido. Lucia: si le tuvieras que cambiar algo a tu casa ¿Qué sería? Olga: si le tuviera que cambiar algo a mi casa ¿Qué sería?...haría más grandes los cuartos (Entrevista a Olga, 28 de febrero de 2014)


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Foto 8

Nivel Contextual

Datos generales de la fotografía

Datos técnicos de la imagen

Título

Recamara de Olga

B/N / Color

Color sRGB

Autor

Lucia Espinoza Nieto

Cámara

Canon EOS digital rebel XS

Nacionalidad

México

Flash

Externo

Año

2014

Longitud focal

18 mm

Procedencia

Archivo personal del autor

Diafragma/ ISO

F/ 3.5 ISO 100

Genero

Retrato

Exposición

1/4 seg.

Genero 2

Foto reportaje

Objetivo

18mm/55mm

Nivel denotativo

115


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Temas abordados

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Mujer/ espacio

Organización de En la fotografía se muestra una mujer al fondo de una recamara detrás de un costado de los elementos lo que parece ser una cama matrimonial. Objetos

Una cama matrimonial, una televisión, un mueble de televisión, un estéreo con sus bocinas, un ventilador, un cuadro, un perchero, unas gorras, unas botellas de perfume de hombre arriba y de mujer abajo, un aparato reproductor de DVD, una puerta de acero y una toalla.

Espacio

Una recamara de medianas proporciones.

Fotogenia

Los contrastes de la imagen son altos. La iluminación se logró por medio de un flash externo. Los niveles de saturación, de igual modo son altos, y la temperatura del color se logró a partir del flash.

Esteticismo

La composición se hizo en perspectiva, el equilibrio es estático, el espacio es cerrado puesto que pertenece a un espacio interior, bajo la ley de la mirada, el ángulo está en picada, la mirada del sujeto está en dirección a la cámara, a baja velocidad y en pose.

Sintaxis

Espacio cerrado/ Olga/ recámara.

Texto

No aplica

Nivel connotativo Temas abordados

Mujer/ vida cotidiana/ espacio doméstico/ después de la cárcel.

Trucaje

Una mujer en una habitación

Pose

La pose se centra en la mujer (Olga), que posa de pie, un poco inclinada hacia su derecha, solo deja ver su brazo izquierdo, con su larga cabellera amarrada que deja caer hacia ese mismo lado. Proyecta una mirada reservada y fija hacia la cámara.

Objetos

De izquierda a derecha se aprecia un mueble (tipo anaquel) postrado en la pared. Entre sus entrepaños hay distintas botellas de perfume vacías y otras entre llenas, en la parte superior; en la posterior hay botellas y accesorios en color rosa (tal vez de mujer). En la parte superior se encuentra un perchero con gorras y audífonos colgados. Dos cuadros se encuentran colgados en la pared, una repisa grande donde se encuentra un aparato de sonido estéreo, unas bocinas, y dos reproductores para DVD junto con varios discos de este formato, una gorra, una desodorante para hombre y una alcancía. Hay una televisión sobre un mueble, películas en DVD y un ventilador de piso.

Espacio

El espacio representado aquí, es la recamara que Olga comparte con su pareja, ella llegó a vivir a la casa de él. El espacio doméstico lo comparte con su pareja y la madre de él.

Para Olga haber estado en prisión significó un cambio radical en su vida, pues antes vivía en la ciudad de Guadalajara, luego la arrestaron y la trasladaron al Estado de Morelos donde fue sentenciada a doce años de prisión, de los cuales únicamente cumplió ocho años y fue excarcelada bajo libertad anticipada, por lo que se ve obligada a permanecer en Morelos, debido a que debe firmar mensualmente en las instalaciones del CERESO durante cuatro años más.


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Como es el caso de la mayoría de las mujeres que salen de la cárcel, no se les informa de su salida con anticipación y el caso Olga no fue la excepción, cuando ella salió, se enfrentó a la falta de vivienda, que constituye uno de los aspectos principales a tomar en cuenta después de la salida. Inmediatamente después de su egreso ella vivió en distintos lugares, con mujeres que también habían salido de la prisión y había conoció en la cárcel (una de ellas fue Rosa). Luego de un año de estar en constante cambio de vivienda, decide vivir en unión libre con su pareja, un hombre a quien conoció en el lapso de movimiento entre una casa y otra. Olga tiene un año viviendo con él y en la actualidad ha comenzado por adaptarse más no apropiarse del espacio doméstico que actualmente mora.

La vida cotidiana de Olga se organiza alrededor del "aquí" que tiene que ver con su rol social adquirido después de salir de prisión. Ella, al establecerse en un lugar fijo como hogar, adquiere el rol de esposa en el espacio doméstico, y en el "ahora" que representa el presente, ese rol es reproducido y puesto en marcha al momento de vivir el espacio, compartirlo con la pareja y contribuir económicamente en el hogar, así la vida que construye Olga es lo realissimum de su conciencia y conforma lo que en la actualidad es su cotidianidad. (Berger y Luckmann, 2006: 39).

Con la fotografía aquí presentada se evidencia la adaptación al espacio predilecto de Olga pero no una apropiación, pues los objetos situados aquí en su mayoría podrían pertenecer a su esposo. En este sentido puede ser visible que su rol como esposa y el rol de su marido como protector está presente, al ver que el espacio doméstico se encuentra organizado en función de lo que cada uno representa en el hogar, esto toma la forma de: la esposa, el esposo y la madre del esposo, por lo que constata que las relaciones de poder giran en torno a la figura masculina pese a que Olga, de igual modo trabaja y contribuye a los gastos del hogar, no es jefa del mismo, ni la responsable de establecer normas y valores en él.

Efectivamente, ella puede intervenir en decisiones significativas de la organización del espacio tales como cambiar los muebles de lugar, pero siempre respetando la imagen y el espacio que ha construido su esposo. Así el pater familias está regido por una figura masculina y en él recae la apropiación del espacio que Olga ve como favorito, al mismo tiempo que muestra el rol que ella representa y adquiere al salir de la cárcel, rol de esposa que antes desposeía.

Lucia: ¿Cuántas personas dependían de ti económicamente, antes de estar en la cárcel? Olga: una.


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Lucia: ¿Quién? Olga: mi hija (Olga, 28 de fotografía de 2014). Una determinante en la identidad de Olga al salir de prisión fue el espacio de recepción pues como lo vimos en el fragmento de vida, este se transforma cuando sale de prisión y con ello sus prácticas sociales y relaciones sociales, en este sentido retoma rasgos del yo se encuentran marcados por la apropiación del nuevo lugar que habitar, ella toma otro rol social en función de lo vivido en prisión y la experiencia que ello le dejo, Olga experimenta su capacidad de agencia al momento de insertarse en el campo laboral, hecho que no le es nuevo, pero que si contribuye a lo que ella llama “una vida mejor”, como resultado de un esfuerzo propio, el encierro más que significar, sumar o transformar su identidad, sirvió para valorar su familia, y más que adquirir rasgos de identidad que reproduce afuera, ella construye una identidad a partir de su apropiación del nuevo espacio.

4.4. El caso de Catalina Catalina es una mujer de 40 años, originaria del Estado de Morelos, es llevada a prisión, a la edad de 19 años, ósea la mitad de su vida, por el delito de homicidio, de las cuatro entrevistadas ella es la que paso más tiempo en la cárcel, 20 años, la fecha en la que ingreso fue un 26 de octubre de 1992, a continuación presentamos sus fragmentos de vida y posteriormente un análisis de su situación de ex reclusión.

Antes Antes de entrar a prisión, Catalina vivía con sus padres y dos de sus hermanos, la relación con su familia era difícil, pues su padre era alcohólico, ella trabajaba en la empresa de Pepsi-cola como obrera, de 6:00 de la mañana a 10:00 de la noche, el dinero que ganaba se lo daba a su madre para los gastos del hogar, ella dejo la escuela secundaria para insertarse en el campo laboral, posteriormente se casa con un hombre veinte años mayor que ella, llevan una relación conflictiva. por él fue el problema por el cual yo fui a dar al CERESO, y este pues, nos separamos pues a través del problema. Antes de entrar a la cárcel, me sentía muy deprimida, sentía que me rechazaban la personas, que mi familia no me apoyaba, yo misma me menos preciaba, en aquellos momentos hasta pensaba en suicidarme, intente matarme, aún traigo las marcas en el cuello, estuve a punto de morir, estuve en el hospital, los doctores decían que no entiende como yo sobreviví si estuve al borde de la muerte. Yo no era feliz no, no veía yo realmente nada bonito ni en mi vida personal, o económica, no veía nada bello, por


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ejemplo ahorita puedo ya contemplar todo lo que me rodea y veo las cosas hermosas de la vida. Antes de entrar yo era muy agresiva, había veces que me llevaba muy mal con mis papás, porque tenía un carácter muy fuerte, hay veces que me llevaba mal, porque este, tenía un carácter muy fuerte. Me acuerdo que vivíamos en una casa muy pequeñita, solo era un cuarto de dos por dos metros y la cocina, solo cabían dos camas, la de mis papás y dos hermanos pequeños, y donde yo dormía. Vivimos tiempos difíciles pues conseguir dinero para comer era muy complicado, por eso me salí de la escuela y me puse a trabajar en la fábrica, hasta que me case con el hombre que te cuento, pasaron problemas y fui a dar a la cárcel. Durante No me acuerdo de mi ingreso a la cárcel, pues fue cuando intente suicidarme, yo estaba inconsciente, internada en el hospital y me trasladaron a la cárcel que antes estaba en Atlacomulco, ahí estuve en recuperación. Me sentenciaron en 1992 con cuarenta años de prisión por homicidio calificado, metí una apelación y me bajaron a treinta. Pero por mi buen comportamiento, los beneficios y todo, se me otorgo la libertad a los veintiún años un mes, el consejo técnico considero que ya estaba apta para obtener mi libertad, poder integrarme a mi familia y por lo tanto a la sociedad. Fue muy difícil cuando me sentenciaron a cuarenta años, empecé a contar rápido con mis dedos y dije: “¡no!, cuantos años faltan”, porque a mí me dijeron: “Catalina D… C… estas sentenciada a cuarenta años de prisión por el delito de homicidio calificado, obtendrá su libertad, más o menos para el 2018”, dudando todavía, mas menos para esa fecha obtendrá su libertad, y agarrada de los barrotes del juzgado casi me desmayaba, me quede mareada, fue cuando dije: “¿Cuántos años voy a estar aquí?”, no creo salir ya de aquí, aquí me haré viejita, a lo mejor aquí me voy a morir. Me pasaron por la mente muchos años y dije: “son demasiados, no creo que yo les vaya a alcanzar ni un año porque me voy a matar”, mis pensamientos eran esos, que yo me iba a matar y no les iba a pagar la condena a la que me estaban sentenciando. Mi ingreso fue muy difícil, primero porque llegue en malas condiciones de salud y después, porque las demás compañeras se portaban muy mal conmigo se acostumbraba que las internas les pegaran a las que íbamos ingresando, luego te ponían a hacer talacha, ósea la limpieza de sus celdas, lavar o planchar su ropa, pero la verdad no me dejaba, al contrario cuando veía que ellas empezaban a actuar así yo me hacía mucho más agresiva de lo que ya era, a mí nunca me gusto dejarme de nadie. En Atlacomulco conocí a una persona y tuve a mis dos hijos, el primero, cuando cumplí veintiún años, y dos en prisión, la segunda a los seis años siguientes, cuando


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nació me trasladaron a la nueva cárcel en Atlacholoaya, era un lugar acondicionado para cierta cantidad de personas, pero siempre ha habido sobrepoblación, viven tres o cuatro por cada celda. Cuando llegue viví en una celda de una área que le llaman “cuneros” porque para ese entonces porque mi hija estaba chiquita, pasaron unos años, creció y ya no pudo estar más conmigo, se fue y me cambiaron de celda, una para más personas, una dormía abajo y otra en la cama de arriba, ahí estuve un año, por ciertos problemas con la otra persona, obtuve el cambio de dormitorio, en el cual estuve trece años, ósea hasta que salí de la cárcel. La acondicione a mi gusto, la decore, la pinte, tenía una mesita de concreto, tenía su mantel, repisas con sus carpetas, acondicioné para colgar mi ropa, tenerla ordenada, porque no me gustaba tener mi ropa sucia, la lavaba, la planchaba y la colgaba, tenía un lugar para mi despensa y trastes, me gustaba tener bien limpia mi celda, pensaba “el día que yo salga libre o me cambien de celda, me acordaré mucho de ella”, de hecho la extraño. Por lo regular vivía con dos personas más, es un poco difícil ya que las cambian constantemente, te acostumbras a vivir con alguien cuando ya esta otra persona, ya no tienes la misma privacidad, porque las celdas son para dos personas, cuando viven tres, una tiene que dormir en medio, entonces quieres pasar al baño y tienes que brincarla para poder pasar, es un poco incómodo vivir así, pero pues dentro de todo tuve buena relación con la mayoría, sobre todo con una amiga aún está allá adentro, es una señora de cincuenta años, que cuando puedo voy a visitarla. En la cárcel siempre trabajé, obtuve un permiso para vender dulces, entonces atreves de eso pude tener dinero y mandarle a mis hijos. Tengo a mi hija estudiando la prepa y mi hijo estudiando la carrera de enfermería, entonces de ahí les voy dando para sus estudios, para zapatos o lo que necesiten, siempre he apoyado a mi familia, no con cantidades grandes, pero lo poco que he tenido siempre se los he dado. Yo les decía a las autoridades: “el hecho de que este aquí no quiere decir que no tenga responsabilidades, tengo responsabilidades aun dentro de este lugar”. Constantemente tenía pensamientos de suicidio, cada día luche, pero gracias a Dios que no permitió que yo hiciera eso, me empecé a acercar a él, a ver la vida diferente, empecé a ir con los hermanos que han apoyado las cárceles, empecé a ver que la vida es muy bonita, comencé a valorar todo y a todos a través de la palabra de Dios, fue donde me hizo y me ha hecho vivir diferente se me quitaron los malos pensamientos, empecé a ver que tenía que luchar por mi familia, pues después de todo quería salir, sabía que tenía mi familia y ellos me lo demostraron, que yo contaba con cada uno de ellos, sabía que ellos me estaban esperando, veía a mis hijos pues y me decían: “mami te necesito, te extraño, quiero estar contigo, quiero que un día me lleves a la escuela, que vallas por mí, que me hagas de comer” , muchos anéelos de ellos fue lo que me


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ayudo a salir a delante, hasta el día de hoy he luchado por ellos, porque sé que me quieren mucho. En la cárcel termine la secundaría, me tarde mucho tiempo, porque a mi casi no me gusto el estudio, yo decía: “a mí no me hablen de estudio, porque soy alérgica”. Allá querían que estudiara la prepa, la universidad, porque allá se da universidad se dan licenciaturas, pero la verdad a mí no me gusto y por eso mejor vendía, para no estudiar, pero allá yo aprendí de todo, a hacer tejidos como: gorritos, carpetas, manteles, también pintaba, cuadros de óleo, manualidades con fieltro, fomy, gelatinas artísticas, corte y confección, llegue a confeccionarme trajes de sastre, todo eso lo aprendí a hacer adentro. Llegue a tener dos grandes amigas que me vieron, ellas me vieron cuando en una ocasión me puse muy enferma, pues no podía levantarme, sufría mucho de presión alta, de mis huesos, no podía caminar, me la pasaba tirada en cama, pero ellas siempre estuvieron conmigo, compartieron conmigo sus vidas, hasta el último día en que obtuvieron su libertad; con ellas llore, reí, jugué, conviví mucho, comíamos juntas, siempre juntas. Pero se fueron y yo sufrí mucho, pero después tuve llego otra gran amiga a mí vida, la quiero mucho, pero ella aún ésta allá adentro, me duele mucho el haberla dejado porque ella va para largo tiempo. Con ella también sufrí cuando salí en libertad, porque éramos confidentes nos escuchábamos siempre. Te acostumbras a estar con las personas y de un momento a otro giro tu vida, así siempre es en la cárcel, todo pasajero. Siempre recibí el apoyo de mi familia, siempre estuvieron conmigo, de hecho me mandaron hablar de trabajo social para darme mi salida y recogiera mis cosas, me agarraron de sorpresa, casi me desmayo, me pidieron que bajara todo porque lo iban a empacar, entonces comencé a sentirme ansiosa, me piden los números telefónicos de mis parientes y cuando menos me doy cuenta ya le habían hablado a mi familia para irme con ellos. Estuvieron desde el inicio hasta el final conmigo.

Después Acababa de estar con mis hijos el domingo de visita, la habíamos pasado muy bien, contentos, entonces cuando voy llegando de la visita a las tres de la tarde, me mandan a llamar de trabajo social, andaba yo viendo, me dijeron que me había ganado, andaba viendo lo de una visita íntima con mi pareja actual, por eso yo llegue pensando que la trabajadora social se refería a eso, entonces llego y le digo: “entonces me vas a dar mi visita”, se empieza a reír (de hecho esa trabajadora fue la que me dicto la libertad y me recibió hace veintiún años) y me dice: “tú ya no tienes necesidad de tu visita”, le digo, ¿Cómo? ¿Por qué o qué?, me dice: “te tengo una noticia Cata, quiero que lo tomes


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bien, serénate, quiero que prepares tus cosas, porque tu libertad está en dirección”. Yo atónita no me la creía, comencé a llorar, todos me decían que ya no llorara, comencé a pensar muchas cosas, dije: “Así como un día llegue me toca salir, sentí feo por un momento porque me había acostumbrado a estar en ese lugar y cuando me dicen que prepare mis cosas para irme de ahí”, al momento fue emocionante, porque se cumplió mi sueño de estar nuevamente con mis hijos, comencé a emocionarme pero me sentí muy mal, yo no lo creía, y la trabajador social me decía: “¿Cómo crees que te voy a mentir?; entonces me dieron hasta las seis y media de la tarde para depositar mis guardar mis cosas ya que pasan por revisión. La trabajadora social me dijo que había invitado a mi familia para estar en ese evento y pues fue demasiado difícil porque es como empezar otra vez, pasaron en mi mente muchas cosas, de cuando yo ingrese hace veintiún años; salí con nervios, me daba miedo la calle, se me hacía demasiado difícil porque te acostumbras a estar en un ambiente donde el encierro es parte de tu vida, es normal. Cuando me abrieron las puertas comencé a sentir taquicardias, se me bajo la presión, no paso ni un kilómetro trascurrido en el carro de mi prima cuando me puse a vomitar, vi todo diferente, desconocido, mi familia me iban diciendo que había en el camino, iba avanzando el carro y yo veía más y más lugares extraños, me decían aquí es zapata, acá ya es Jojutla, cuando llegue a casa de mi mama vi todo diferente también, pues era la casa donde yo me crie con mis abuelos. Una ocasión cuando caminaba por la calle me encontré a mis sobrinos y no los reconocí, me quedaba impresionada viendo todas las cosas, y decía: “qué bonita es la calle, caminaba, y el frío me pegaba en mi cara, y yo decía ¡hijoles! allá dentro no podía contemplar todo eso, allá yo no podía contemplar todo lo que hay acá fuera y pues tantas cosas bonitas que tenemos que valorar nosotros ¿verdad?, llegue y todos los negocios eran diferentes andaba como niña chiquita porque no sabía dónde comprar, no sabía dónde vendía las cosas, ya hay tiendas grandes. Hasta ahorita voy descubriendo muchas cosas, voy identificando a donde va una ruta u otra, cual debo de tomar, los primeros días no sabía y pues temblaba al salir a la calle, pensaba que me iban correteando, que me perseguían y me daba mucho miedo, no salía sola. De la cárcel siento que salí más fuerte, las situaciones que viví allá dentro me hicieron más fuerte, lo único que me importa es mi familia, estar con ellos y recuperar el tiempo perdido, ahora vivo con varios integrantes de mi familia, incluyendo a mis papas, hermanos y sobrinos, somos diez viviendo en la misma casa. Me estoy adaptando a todos ellos, pues siempre hay caracteres diferentes, mi manera de pensar es una, y la de ellos es otra, no ha sido fácil, pero este ya me voy adaptando, ya que por ejemplo con la casa de mi mama son las dos de la mañana y todavía siguen despiertos, yo he sufrido mucho, pero lo voy superando, pues en el CERESO me dormía a las ocho y


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media o nueve de la noche por muy muy tarde, y si te dormías a las diez ya era muy tarde, ya está todo muy solo no hay gente afuera. La vida es muy diferente acá afuera, por ejemplo, en los primeros días yo ya me estaba cayendo de sueño, porque hay veces en que me desvelo durmiéndome a la una de la mañana y a las cinco debo estar parada, cuando haya me dormía temprano, para levantarme temprano, fue un cambio totalmente repentino, hasta en lo más mínimo. Ahorita no trabajo solo me dedico a vender mis artesanías con eso mantengo a mis hijos, que aún siguen en la escuela. Vida cotidiana, espacio e identidad En la casa de mis abuelos sólo son dos cuartos grandes, en uno duermen mis papás con dos nietos y mi hermana la menor con su hija mayor, yo duermo en otro con mi hija, mi hijo y mi sobrino. El patio me gusta más porque ahí nos sentamos todos. De hecho no hay cocina ahí con mi mamá, sino que está en el patio el comedor, los sillones y pues ahí estamos todos. Ahí nos divertimos porque hay un árbol y mi mamá tiene sus animalitos y andan corriendo, ahí nos divertimos (Entrevista a Catalina, 04 de abril de 2014).


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Foto 9

Nivel Contextual Datos generales de la fotografía

Datos técnicos de la imagen

Título

Retrato de Catalina.

B/N / Color

Color sRGB

Autor

Lucia Espinoza Nieto

Cámara

Canon EOS digital rebel XS

Nacionalidad

México

Flash

Interno

Año

2014

Longitud focal

18 mm

Procedencia

Archivo personal del autor

Diafragma/ ISO

F/ 3.5 ISO 800

Genero

Retrato

Exposición

1/4 seg.

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Huellas de la reclusión

Genero 2

Foto reportaje

Objetivo

125

18mm/55mm

Nivel denotativo Temas abordados

Mujer/ retrato

Organización de En la fotografía aparece una mujer que mira hacia arriba. los elementos Objetos

No aplica

Espacio

El espacio es reducido y el cuerpo de la mujer ocupa la mayoría de la imagen.

Fotogenia

Los contrastes son altos, la iluminación es artificial, los niveles de saturación son altos, la temperatura del color se estableció a través del balance de blancos automático.

Esteticismo

La composición es en perspectiva, el equilibrio es estático, el espacio abierto pues forma parte de un espacio exterior, el ángulo se construye a nivel y el sujeto está en pose.

Sintaxis

Retrato/ Catalina/ cuerpo.

Texto

No aplica

Nivel connotativo Temas abordados

Mujer/ vida cotidiana/ después de la cárcel.

Trucaje

Retrato de una mujer viendo hacia arriba

Pose

La pose se centra en la mujer (Catalina), con la mirada hacia arriba, las dos manos introducidas en las bolsas de los pantalones, ella se encuentra de pie, a pesar de eso, en su rostro y cuerpo se expresa confort.

Objetos

No aplica

Espacio

El espacio representado aquí se encuentra en un lugar público, donde Catalina accede a ser fotografiada.

Catalina al igual que Leo, volvió al espacio doméstico donde se crio de niña. En la situación de Catalina lo interesante es ver que después de haber permanecido veintiún años en la cárcel, tiene que adaptarse a los más mínimos detalles de la vida exterior tales como las temporalidades de la vida cotidiana (el dormir, comer, trabajar en libertad con un horario diferente a los dictados en reclusión).

Luego de su liberación Catalina experimenta un aprendizaje prácticamente desde cero en lo que actualmente es su espacio doméstico. De los cuatro casos que en este ensayo se estudian ella fue la única que no accedió a que su espacio doméstico fuera fotografiado, esto probablemente se deba a la misma confrontación que vive con su espacialidad dado que su salida implicó un severo cambio en su vida cotidiana, en su forma de vivir y de moverse frente al mundo; como ella lo relata, ya


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estaba adaptada a vivir en reclusión, y ahora que sale, tiene que aprender a vivir fuera, y a trabajar para mantener a sus hijos y a su esposo (quien se encuentra en reclusión).

La vida cotidiana se gesta paralelamente a la construcción y comprensión de la realidad social en función de las relaciones sociales que se van creando a lo largo de la vida, de este modo Catalina experimenta el mundo de la libertad a partir de la relaciones sociales que va construyendo a su alrededor, partiendo de sus motivaciones e intereses particulares como su familia (mediados por roles sociales). En este caso Catalina, al salir de la prisión adquiere en su totalidad el rol de madre como sustento de la familia; en la vida cotidiana este rol es evidente pero poco marcado ya que ella vivió un largo periodo en reclusión, y el papel de madre40 ante sus hijos, lo ocupaban otros miembros de su familia como su padre o madre. No obstante, más que retomar su rol, lo adquiere y lo construye en su vida cotidiana diariamente.

Lindón afirma que nuestros movimientos, rutinas, actividades, acciones y estilos de vida, se encuentran determinados por el espacio en la vida cotidiana (2000, p. 190), en ese sentido Catalina expresó sentirse mejor, si las imágenes capturadas eran tomadas en la calle, en el exterior, de modo que se realizaron varias tomas, y al final ella misma seleccionó la que más le gustó, una imagen donde sale en plano medio, con la mirada hacia arriba, (no se sabe el porqué de esa posición). Aquí el espacio público, como el espacio libre, , representa por ella lo que más anhela, lo que alguna vez le fue privado y ahora se apropia.

El espacio doméstico para Catalina juega un papel importante ya que es el lugar donde se hace cargo de sus hijos tratando de ganar el tiempo perdido en la cotidianidad por ellos, pero sigue representando la figura del pater-familias pues el espacio que habitan, ella y su familia fue construido por su madre, padre, hermanos e hijos y está organizado a partir de las jerarquías de poder que han existido en su hogar desde que ella era pequeña, de modo que la figura de las personas más grandes como sus abuelos representan el papel de autoridad en el espacio doméstico de Catalina.

En cuanto a Catalina, con respecto a su identidad, se reconfiguró totalmente respecto a su antes, pues en el tiempo que estuvo en la cárcel formo una dinámica cotidiana, donde los límites del encierro fueron una forma de vida para ella, trabajaba, se aseaba, mantenía relaciones sociales con personas que vivían ahí; sale de prisión tiene que volver a resocializarse en un ambiente nuevo, ya no es la misma mujer que

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El papel de madre, aquí se relaciona en sentido directo con el espacio doméstico, al que Catalina llega después de prisión, y en este aspecto, cabe señalar que ella adquiere el rol de madre, en función de su vida en libertad.


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cuando entró, pues ya es madre, y es jefa de familia, pero sin embargo con una vida y una rutina elaborada en prisión. Si bien es cierto Catalina está pasando por un proceso de adaptación, su identidad se ve marcada siempre por el encierro, ya que la mitad de su vida ha vivido en aislamiento, sumando la edad reproductiva y la transición entre la adolescencia y la adultez, en este caso, su sentido de agencia y autonomía se da al interior de la cárcel, sale y es una restructuración constante del quehacer diario, con mucho miedo al mundo, infantilizada y extraña a la otredad, su yo se ve fracturado por la dinámica dentro- fuera, este persigue una adaptación al nuevo entorno.

La imagen, bien fundamentada en los estudios sociales, puede ser una herramienta útil de análisis, y más aún en la representación de espacios concretos como la casa, donde las personas llevan las relaciones sociales (con los integrantes de su familia: consanguíneas) más estrechas que en cualquier otro espacio como el trabajo o la escuela por ejemplo. Las fotografías en esta investigación, por un lado, permitieron abordar de fondo la representación del espacio doméstico de cada una de las mujeres aquí estudiadas. Por otro, con la cámara frente a ellas, pudimos observar cómo lo más significativo, lo ponían frente a nosotros para ser capturado como algo importante y digno de guardar en la memoria.

A través de este análisis se reveló que muchas de las mujeres ex reclusas, adquieren roles sociales distintos a los que tenían antes o durante la cárcel, Rosa, Leo y Catalina, por ejemplo son jefas de familia, madres, hijas o esposas; Rosa es responsable de su propia manutención mientras que Catalina lo es de sus hijos y de su esposo.

Si bien es cierto, las mismas conductas, la organización de los espacios y los tiempos no son los mismos que nuestras mujeres traen de adentro hacia afuera de la cárcel, si no que experimentan un empoderamiento en el sentido de hacerse cargo de decisiones en función de la familia, de las cuales no se hacían cargo antes de entrar a la cárcel, como lo son los cuatro caso que aquí se estudiaron.

Los objetos y la apropiación de ciertos espacios muestran qué lugar están ocupando ellas en la sociedad: jefa del hogar, paterfamilias, esposa o madre proveedora, éstos son los roles que en este análisis destacó gracias a los relatos de vida que cada una narró y las imágenes que en conjunto se construyeron.


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Conclusión La necesidad de indagar sobre el proceso posterior al aislamiento no responde a un orden casual sino previsto en dos sucesos a la vez fugaces, a la vez perpetuos en mi presente, el primero: Al pasar en transporte público y observar los altos muros que resguardan a varias mujeres en el CERESO de Santa Marta Acatitla y ver por unos pequeños huecos que servían de tendederos, ropa de mujer, niñas y niños pequeños, que llenaban el espacio, junto con carteles manuscritos, donde se leía un “te amo” acompañado con el nombre de la persona amada. Todas estas observaciones despertaron la enorme curiosidad por la vida de cada una de esas mujeres, comencé a preguntarme ¿Por qué ellas llegan ahí?, ¿Cómo viven?, preguntas que se fueron complejizando, en función de los trabajos, investigaciones, notas de periódico, documentales y hasta series televisivas que tocan el tema. .

En función de la pregunta incluida como eje en esta investigación: ¿Cuál es la identidad de las mujeres ex reclusas y como la reproducen en su vida cotidiana del espacio domestico?: se retomaron los planteamientos de la historiadora Joan Scott, para definir al género en las mujeres ex – reclusas desde su concepción de la experiencia y la diferencia que al final van delineando su antes, durante y después en la sociedad, a su vez esto se justifica en los métodos utilizados en esta tesis, que se va construyendo a partir del relato y las imágenes de los espacios cotidianos de las mujeres que salen de prisión, para entender su realidad, en este sentido echamos mano del interaccionismo simbólico y la fenomenología para observar la identidad del yo y posteriormente la vida cotidiana de estas mujeres.

Retomar a Erving Goffman fue fundamental para analizar la identidad de las mujeres en función del otro, de su entorno social y de ellas mismas. En ese mismo sentido con Alfred Shütz definimos las relaciones del sujeto frente al mundo, además de que tales relaciones basadas en la experiencia se anteponen a los hechos biográficos que cada sujeto experimenta en su paso por el mundo de la vida, esto es, lo que las mujeres experimentaron en su antes, durante y después de la cárcel. Posteriormente se recurrió a Berger y Lukhmann quienes, siguiendo la línea constructivista, desplegaron las pautas para entender de qué forma las mujeres tipifican su entorno de acuerdo con lo vivido en su cotidianidad.


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Por último, para hacer esa conexión que sobresalió como fundamental en la investigación, la vida cotidiana en el espacio doméstico (como el primero al que llegan las mujeres después de la reclusión), los aportes de Alicia Lindón y Beatrice Collignon, fueron significativos para entender la construcción de ese espacio en función de la cotidianidad de las cuatro mujeres aquí estudiadas.

De este modo, la metodología utilizada aquí, a partir de los relatos de vida y los fragmentos manuscritos previamente de dos de las mujeres estudiadas, sirvió para analizar la identidad y la vida cotidiana de Rosa, Leo, Olga y Catalina, ya que con ésta, se cubro el objetivo de retomar la fotografía como herramienta de investigación y aplicarla a escenarios sociales concretos como la vida cotidiana y el espacio de estas mujeres. Considero al final de esto, que la utilización de la fotografía como herramienta de investigación, puede ser un recurso importante pues fue una forma de mirar la realidad de ellas y por su parte compartírmela a partir del relato y lo representado ante la cámara fotográfica (como aquel recurso que resguarda en la memoria los hechos, acontecimientos, hechos y objetos más importantes de lo representado para ellas) esta forma de trabajo fue pieza clave en mi acercamiento con las mujeres, ya que, mantengo la postura de romper la barrera que existe entre el investigador y el investigado, y sustituirla por el trabajo conjunto para llegar a un fin.

En este orden de circunstancias, los hallazgos de investigación que podemos definir son los siguientes:

1) La fotografía como herramienta de investigación propone nuevas formas de acercarse al objeto de estudio, pues proponerla como el registro de lo encontrado o utilizarla en interacción con el objeto de estudio, puede sumar importantes hallazgos a las investigaciones de lo social, en el sentido eternizar: el trabajo de campo, la memoria del informante, el espacio y el tiempo de lo observado.

2) Un aspecto importante para la salida y que tiene que ver con la vida de las mujeres en las cárceles es la inclusión de talleres como los de escritura o pintura que ayudan a las mujeres con espacios donde repensarse a sí mismas, en función de sus experiencias, la crítica y el diálogo, esto es visible con el trabajo de la Colectiva Hermanas en la Sombra y con el estudio de caso, de dos de sus integrantes, y el sentido de agencia que ellas adquieren con su salida de prisión.

3) La identidad de las mujeres aquí estudiadas se va construyendo desde su vida anterior a la reclusión, es decir, aspectos propios de su experiencia


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ligados a rasgos culturales, de clase y étnicos, que van reproduciendo durante toda su vida, ya sea antes, durante o después de prisión.

4) Cuando hablamos de la transición entre el adentro y el afuera de las mujeres ex reclusas, en el caso concreto de Rosa, Leo y Olga, nos referimos a que la prisión genera en su identidad (ya dada desde el antes), la suma de: experiencia de vida, empoderamiento y agencia frente al mundo.

5) Con el estudio de la vida cotidiana en el espacio doméstico de las mujeres, se pudo observar cómo se reafirman los roles sociales (jefas de familia, madres, hijas o esposas) que cada una adquirió al salir de la cárcel y cómo son representados por los objetos en el espacio. En otras palabras, que la organización de su espacio predilecto, y el valor que otorgan a los objetos de uso en dicho espacio, termina por definirlas como mujeres que cambian su estilo de vida en función de la familia y se vuelven una pieza clave en la representación de los mismos.

6) Se pudo observar que los problemas más recurrentes para las mujeres que salen de prisión son aspectos que tienen que ver con: La salida precipitada en el sentido de que no hay una preparación para poner en libertad a estas mujeres, dificultades de inserción en el campo laboral al salir de prisión, escasos servicios de salud a su salida, difícil acceso a una vivienda o espacio de recepción al salir de la cárcel. En este sentido se proponen talleres de ayuda al egreso, oportunidades de empleo a salir de la cárcel, acceso a servicios de salud y espacios de recepción como alberges temporales para las mujeres que no tienen un lugar donde llegar a su salida de prisión.

7) El análisis contextual de la postura que México tiene ante la ex reclusión nos lleva a reflexionar sobre la necesidad de trascender las políticas públicas enfocadas a la vivienda, a los apoyos económicos y al bienestar de las familias de todas las mujeres que salen de prisión examinando la viabilidad de emular los modelos de otros países como Canadá, Australia y Estados Unidos.

Sin embargo, permanece la inquietud de seguir indagando sobre esta situación a nivel nacional, ya que existen datos relevantes que ofrecen más pistas de lo que académicos como sociedad civil podemos hacer frente a la readaptación social de las mujeres y de los hombres en nuestro país. Con esto se pretende afirmar que entre México y otros países existen distintos escenarios sociales, y la ex reclusión destaca


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como uno de ellos, lo que requiere mirar desde nuestro contexto, para actuar desde nuestra realidad.

Es importante dejar claro que los cuatro casos de estudio aquí mostrados, no engloban una generalidad de la situación de todas las mujeres ex reclusas del país, pero sin duda, permiten dar pistas de una realidad que puede ser explorada aún más, y en futuras investigaciones, por ejemplo, desde la metodología cuantitativa con muestras más grandes, y herramientas como la encuesta, en el sentido de colectar vasta información sobre esta realidad. Pero sin duda, es importante el acercamiento a este problema de investigación desde lo cualitativo, ya que facilita la forma de mirar dicho problema, el cual necesita un trato más directo con la intersubjetividad de las mujeres a analizar.

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Anexos Guía de entrevista para relatos de vida Buenos días mi nombre es Lucia Espinoza Nieto soy estudiante de la maestría en imagen, arte, cultura y sociedad de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, quisiera realizarle unas preguntas con respecto a su vida después de estar en el CERESO (Atlacholoaya), la información aquí recabada será utilizada con fines académicos, tiene la opción de modificar su nombre para captura de la entrevista. Posteriormente realizaremos una imagen de su hogar de acuerdo con lo platicado aquí.

Fecha:

Lugar: Edad actual:

Edad de ingreso:

Edad de Egreso:

Antes 1. ¿Cuál era su lugar de residencia antes de ingresar al penal?

2. ¿Con cuántos integrantes de su familia vivía?

3. ¿Cómo era la relación con sus familiares directos, antes de entrar al penal?

4. ¿Cuál era su ocupación antes?

5. ¿Cuántas personas dependían de usted?

6. ¿Lo que ganaba en su anterior ocupación, le alcanzaba para los gastos del hogar?

7. ¿Cuál es su nivel de estudios?

8. ¿Cuál era su situación conyugal, antes de entrar al penal?

9. ¿Cómo considera que era la relación con su pareja?

10. ¿Su pareja compartía la misma vivienda que usted?

11. ¿Usted y su pareja, compartían espacios en común, dentro de su vivienda?

12. ¿Antes de entrar al penal, se sentía bien consigo misma?


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13. ¿Se consideraba una persona feliz?

14. ¿Antes de entrar, cuál era su miedo más grande?

15. ¿Cómo considera la relación que llevaba con sus padres?

16. ¿Cuántos hijos tiene?

17. ¿Me podría describir la vivienda donde habitaba?

Durante 18. ¿Por qué causa la detuvieron?

19. ¿Dónde se encontraba, cuando fue el arresto?

20. ¿Cómo fue el ingreso al penal?

21. ¿Cómo considera que fue el trato de las custodias al ingresar al penal?

22. ¿Cómo fue la asignación de su celda?

23. ¿Con cuántas internas compartía su celda?

24. ¿Cómo considera que era su relación las demás internas?

25. ¿Su familia la acompaño mientras enfrentaba el ingreso al penal?

26. ¿Su familia la acompaño en su proceso penal?

27. ¿Algún integrante de su familia, dependía de usted, estando en prisión?

28. ¿Recibió capacitación para desempeñar algún oficio dentro del penal?

29. ¿Desempeñaba algún oficio u ocupación remunerada dentro del penal?

30. ¿Cuánto dinero recibía por el oficio que desempeñaba en prisión?

31. ¿Los gastos que implicaban vivir en prisión, eran cubiertos en su totalidad por usted?

32. ¿Recibió instrucción académica dentro del penal?

33. ¿Aparte de estos cursos, tomaba algún otro tipo de taller educativo?

34. ¿Cuál era su situación conyugal cuando ingreso al penal?

35. ¿Su pareja, la acompaño en su proceso penal?

36. ¿Mantuvo la misma pareja, durante su estancia en prisión?

37. ¿Cómo considera que era la relación con su pareja cuando estuvo en prisión?

38. ¿Al ingresar al penal, sentía culpa?


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39. ¿Cómo consideraba su autoestima?

40. ¿Dentro del penal, sostenía muchas relaciones de amistad?

41. ¿Estando en prisión, cual era tu miedo más grande?

42. ¿Cómo considera la relación que llevaba con su familia, estando en prisión?

43. ¿Tenía algún pasatiempo en prisión?

44. ¿Cómo consideraba su salud dentro del penal?

45. Me podría describir la celda donde habitaba

46. ¿Dónde recibía alimentos?

Después

47.¿Por qué delito estuvo recluida en Atlacholoaya?

48.¿En qué fecha salió del reclusorio?

49.¿Cómo fue el proceso de su salida?

50.¿Cómo la recibieron sus familiares?

51.¿Llego a la misma casa en la que vivía antes de entrar al penal?

52.¿Cuál era su estado de salud al salir?

53.¿Me podría describir cómo fue su primer día fuera de prisión?

54.Tengo entendido que por regla general, todas las presas procesadas utilizan ropa beige, y las sentenciadas amarilla. ¿Conservo los artículos y la ropa que tenía en prisión? ¿Ahora de color es su ropa?

55.¿Cuántas personas dependen de usted ahora?

56.¿Desempeña algún oficio u ocupación?

57.¿Realiza algún oficio aprendido en prisión?

58.¿Le gustaba su empleo?

59.¿En que lugar desempeña su ocupación (en su casa, negocio, fabrica, puesto ambulante, empresa, oficina, etc.)?

60.¿Lo que gana, le alcanza para los gastos del hogar?


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61.¿Tiene metas económicas para el futuro?

62.¿Cómo influye, el haber estado en prisión, cuando busco o busca trabajo?

63.¿Las personas con las que trabaja, saben que alguna vez estuvo en prisión?

64.¿Considera que si no hubiera estado en prisión, tendría un mejor empleo?

65.¿Considera que si no hubiera estado en prisión, tendría una mejor vida económica?

66.¿Se siente protegida espiritualmente?

67.¿Cuál es su situación conyugal ahora?

68.¿Mantiene la misma pareja, antes, durante y después de prisión?

69.¿Su pareja comparte la misma vivienda con usted?

70.¿Usted y su pareja, comparten espacios en común, dentro de su vivienda?

71.¿Duermen en la misma habitación?

72.¿Cómo considera su autoestima ahora?

73.¿Puede describir su persona, física y emocional, ahora?

74.¿Cuál es su miedo más grande ahora?

75.¿Cómo considera la relación que lleva con sus padres ahora?

76.¿Cómo considera la relación que lleva con sus hijos?

77.¿Cómo considera su salud ahora?

78.¿Tiene algún apodo, o la llamaban por su nombre, ahora?

79.¿Con quién vive ahora?

80.Me podría describir cómo cambio su vivienda en su lapso en prisión

81.¿En qué lugar de su casa se siente más segura?

82.¿En qué lugar de su casa le gusta estar?

83.¿Si llego a la misma casa, qué cambios hizo usted a la casa?

84.¿Le gusta su casa?


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85.Si le dieran a escoger algo que se pudiera traer de la prisión, ¿Qué sería?

Para finalizar

Vamos a pintar un cuadro entre las dos, usted acomoda los elementos del cuadro y yo los imprimo en el papel.

Ahora le pediría de favor escoger un lugar en su casa donde yo pueda capturar una imagen, este lugar es donde usted se siente mejor identificada, segura y tranquila. Yo la voy a retratar en ese espacio, así que por favor acomódese donde usted lo prefiera.

Muchas Gracias, la información aquí recabada será utilizada con fines académicos. Esta entrevista y las imágenes serán incluidas a manera de fragmentos de vida en el cuarto capítulo y en los anexos de la tesis: Huellas de la reclusión: identidad y vida cotidiana de mueres ex reclusas en el Estado de Morelos, la cual aborda el análisis de identidad y vida cotidiana en el espacio doméstico de las mujeres ex reclusas.


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Registro fotográfico 2013-2014

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Rosa Salazar sosteniendo fotografías de ella antes de entrar a la cárcel, Temixco 2013/ Técnica: Digital


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Lucia Espinoza Nieto

Huellas de la reclusión, Identidad y vida cotidiana de mujeres en prisión

Reintegrarse después del encierro, transitar por la calle, habitar el mismo espacio con la familia, abordar el transporte público, moverse de un lugar a otro en busca de empleo y adaptarse a la libertad, es parte de un análisis que de manera general se plantea en la siguiente investigación. Partimos de la pregunta: ¿Qué identidad adquieren las mujeres ex reclusas y como la reproducen en su vida cotidiana? el análisis que antecede a la respuesta de esta pregunta es el objetivo principal del siguiente trabajo que tiene que ver con el género, la identidad y la vida cotidiana de estas mujeres. La presente tesis constituye la exploración de cuatro estudios de caso: Rosa, Leo, Olga y Catalina. Cada una con un delito diferente y con un tiempo en la cárcel distinto, que varía entre los cuatro y los veintiún años de sentencia.

Partimos del supuesto de que las mujeres ex reclusas construyen su identidad a partir de su experiencia que en palabras de Joan Scott, son los hechos que transcurren en la vida de las mujeres a partir de la diferencia, y que las dota de agencia frente a la sociedad misma, el cruce entre sus conceptos de experiencia y género, nos dan la pauta para adentrarnos a lo que posteriormente explicamos desde la miscrosociología y la corriente del interaccionismo simbólico de Erving Goffman (2010), la identidad, y los aspectos que la integran para su explicación en la vida de las mujeres que salen de prisión en el sentido de la interacción social con el otro y la visión de ellas mismas frente al mundo.

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