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Reivindicando

la vida

RevistaBimensual-NĂşmero1-aĂąo1-Septiembre2010


Revista Reivindicando la Vida Publicación de ASULAC

2009, Vol. 1; N° 1

Contacto: Enviar sugerencias y comentarios a: La Lic. Patricia Wels, vicepresidenta del XXV Congreso Mundial IASP 2009, saluda a todos los miembros de ASULAC y solicita se envíen a su nombre los trabajos sobre postvención para que dicha área tenga la jerarquía que corresponde: revista@asulac.com.

Integrantes de la mesa directiva: Presidenta Dra. Carmen Parrilla, Puerto Rico. Vice Presidente Región Sur Dr. Humberto Correa, Brasil. Vice Presidenta Región Norte Lic. Lery Bentancurt, México. Vocales: Dra. Silvia Peláez – Uruguay Lic. Carlos Boronat - Argentina Cr. Arnoldo R. Martínez Ramírez - Nicaragua

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Índice Editorial Leonardo Martín Dorony Saturno

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Introducción Leonardo Martín Dorony Saturno

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10 Años Día Mundial ”Muchas caras, muchos lugares”, Día Mundial Dra. Silvia Peláez

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Artículos teóricos El poliedro: marco teórico de la Institución Último Recurso y remembranzas de la bienvenida dada al mundo en el XXV Congreso Mundial de IASP Silvia Peláez

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Suicidio, Cultura y Factores que Protegen Carmen Parrilla

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Estudio de la depresión y conducta suicida en nauta-iquitos Freddy Vásquez, Ysela Nicolás, Silvia Falconi, Vilma Vite

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El Suicidio: una opción ante la angustia de vivir Lery Bentancurt

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Crisis: La Presencia del Límite Carlos Boronat

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Las Relaciones Personales Nora Fontana de Villar

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Artículos Clínicos La burbuja en la estructura: Del apuntalamiento estructurante al vacío desesperanzador Leonardo Martín Dorony Saturno

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El Poder de la Palabra María Fernanda Azcoitia

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Artículos de Intervención Comunitaria e Institucional El Proyecto Fundación Rescatando Vidas Julia Woodbridge

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Epidemiologia sociocultural del suicidio: el caso de los kaiowa-guaraní de Brasil Carlos Coloma, Fabiane de Oliveira Vick

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Artículos de opinión Presentación del libro: Caminando un Nuevo Sendero Arnoldo R. Martínez Ramírez

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El suicido en adolescentes, una realidad lacerante en América Latina Rosa María Vargas Ibarra. M.F. y Tanatóloga

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EDITORIAL

2009, Vol. 1; N° 1

Saludos a tod@s l@s compañer@s. Hoy establecemos un nuevo diálogo a partir de este primer número de la revista electrónica “REIVINDICANDO LA VIDA”, la publicación oficial de ASULAC (Asociación de Suicidiología de Latinoamérica y el Caribe). Una revista que fue surgiendo a partir de las diferentes necesidades de todas las personas que transitamos el camino de la prevención del suicidio. Personas que años tras años, hasta en el anonimato, luchan codo a codo por encontrar alternativas que permitan a las personas que se quiebran en el sufrimiento cotidiano, asirse de otras posibilidades y oportunidades. Personas que acompañan a otr@s a encontrar esas otras puertas por donde pueda seguir fluyendo la vida con perspectivas a la mejora de la calidad de vida, al crecimiento personal y por ende, a la búsqueda y construcción de nuevas utopías. Nuevas opciones por donde las sociedades, los grupos y las personas individuales se conecten en un nuevo y diferente encuentro que promueva la vida en plenitud del placer y de puentes solidarios. Estas personas que día a día acompañan en el dolor, en el sufrimiento y que han estado aportando y colectivizando desde sus diferentes trincheras, propuestas, experiencias, vivencias y conocimiento. Esta revista surge a partir de las diferentes respuestas encontradas ante la ausencia de muchos que no han tenido la posibilidad del encuentro con un otro que lo acompañara en su sufrir. Así como surgió hace 10 Años ASULAC, en el primer Congreso realizado en el 2000, en Montevideo, Uruguay, donde los esfuerzos de diferentes ONGs regionales, así como de diferentes grupos de profesionales y para profesionales, se plasmaron en acción de colaboración y solidaridad, esta revista intenta ser un organizador de propuestas, de transmisión de experiencias y, centralmente, de producción de conocimiento, en lo que se refiere a la prevención, atención y rehabilitación de personas y grupos vulnerables que se encuentran con riesgo suicida. En la última asamblea de ASULAC, en el reciente XXV Congreso Mundial de la I.A.S.P. (realizado en Montevideo, Uruguay, en Octubre de 2009), como parte del dinamismo que se fue gestando desde el Congreso de Brasil en el 2007, los países latinoamericanos y del Caribe presentes alzan la voz y el grito para que Latinoamérica y el Caribe cuenten con una revista que integre su sentir, pensar y su forma de accionar, propia desde nuestras culturas, desde nuestras idiosincrasias, desde nuestras ideas que se han ido plasmando desde las diferentes formas de lucha que desde más de 500 años regaron nuestras tierras. Hoy, a partir de esta publicación, Latinoamérica y el Caribe ya tiene su trinchera, su laboratorio central por donde se dará cauce a nuevos bríos del conjunto de conocimientos creados que ya no tiene cabida en un cajón, que ya tienen la oportunidad de seguir aportando a la luz mundial toda su sabiduría. Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, México, Nicaragua, Uruguay, Paraguay, Perú, Puerto Rico y Venezuela dan la bienvenida a aquellos que se seguirán integrando. Que fluyan y se abran, pues, las venas de América Latina. Nos posicionamos desde la vida y por la vida, reconociendo las diferentes formas de enfrentar las situaciones vulnerables y las alternativas ante las diferentes historias, diferentes costumbres y diferentes culturas. Respetamos y promovemos las diferencias desde donde todos nos alimentamos, crecemos y vamos juntos construyendo poco a poco esta identidad latinoamericana, una identidad en la cual nos sintamos reconocidos en el otro, como amigo, como hermano, como persona. Estamos convencidos de que hay una ciencia que se nutre de todo lo que es Latinoamérica, de todos sus migrantes, exiliados, de su pobreza económica y de su riqueza cultural, de la riqueza de sus tierras, sus aguas, y la riqueza del conjunto de las experiencias de lucha contra la dominación y la imposición. Esta revista también expresa en acción esta diversidad y por tal motivo en los próximos números se escribirá en dos idiomas, el portugués y el español, no dejando de lado otros idiomas propios de las culturas autóctonas, por lo que dejaremos abierta la posibilidad de que alguien, de alguna comunidad con lengua diferente, pueda escribir y compartir desde este espacio.

Correspondencia a: revista@asulac.com

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Otra de las propuestas que se han estado discutiendo en estos últimos años, se refieren a los conceptos que se usan así como a los conceptos que se tienen que ir creando ante las nuevas formas que las tecnologías actuales producen y promueven. Este momento histórico se caracteriza de cambios constantes de formas muy rápidas. Un momento histórico que al decir de Virilio, el mundo se transformó en el patio de tu casa y para recorrer sus regiones sólo basta con estar sentado en tu sala viendo la televisión. Un mundo donde las certezas ya no existen o que nos las están imponiendo constantemente ante la globalización, desconociendo autoritariamente nuestra forma de ver y hacer las cosas. Los estados ya han dejado, abandonado, aquello por lo que han sido creados desde la revolución francesa. Han abandonado el resguardo del espacio público para centrarse en contribuir en el espacio privado con el fin de regular lo público en pro de éstos. De esta forma, la educación y la salud se han transformado en un lastre para el grueso de las poblaciones, intentando desde las iniciativas personales, grupales, autogestivas y ONGs ocupar estos espacios e intentar transformarlos, empoderándose de la salud y la educación popular expoliadas. Otro aspecto es el auge de la medicalización de la población, descartando el acompañamiento y trabajo personal como “caro y de pérdida de tiempo”, encerrándolo en una cortina de humo en pro de la tal calidad mercantilista del dios mercado. Los lazos afectivos que se siguen destruyendo entre las comunidades, son aprovechados por la construcción del lazo de la dependencia. Dependencia medicalizada, dependencia paternalista, dependencia económica y lo peor, dependencia identitaria, en donde el de afuera es quien dice cómo tienes que hacer, lo que tienes que desear y lo que tienes que ser, desconociendo y desechando la construcción histórica de nuestro ser. La dependencia, el vacío existencial, la soledad impuesta, la constante destrucción de las identidades y los procesos continuos de acentuación del terrorismo de estado que fomenta la vulnerabilidad, provoca la desconfianza y destrucción de ilusiones y desesperanza en el otro, promoviendo la desvalorización de nuestro ser y la pérdida continua de nuestro deseo de vivir, confundiéndose con el no deseo de vivir de esta manera. En esta época que se desarrollan este tipo de males, en un mundo complejo, que cada vez produce mayor despersonalización e individualismo, dedicándose al desarrollo tecnológico deshumanizante, en pro de la competencia económica y la explotación, se generan nuevas perturbaciones en donde la persona se siente sola para enfrentarlo. Al decir de Lipovetsky, estamos en la era del vacío, ante las nuevas valoraciones sin fronteras, relativas; se dice que la persona tiene que determinar por sí sola su futuro, promoviendo la exacerbación del individualismo. Esta corriente de personas que hoy estamos en este camino, luchamos cotidianamente contra esta tendencia, denunciando la falacia de la salvación a través de los actos individuales. Promovemos la socialización, la comunión entre todas las personas para enfrentar esta imposición de un Ser que nos aleja cada vez más del sí mismo, alienándonos y despojándonos de nuestro saber, nuestra experiencia y de nuestra capacidad. Esta revista intenta rescatar todo el esfuerzo, las acciones de los trabajos que profesionales y paraprofesionales realizan en sus comunidades, en sus trabajos, en los gremios y sindicatos, en hospitales, en grupos vulnerables y minorías sociales. Es una revista que promueve el conocimiento, desde su acontecer científico, humano y solidario por donde se desarrollan nuevos modelos de intervención y marcos explicativos, entrando en una dimensión que va más allá de los instituyente, el pensar nuevas formas de participación y acción dentro de la colectividad comunitaria. Hoy es una realidad, tu revista, nuestra revista y a multiplicar….

Ps. Leonardo Martín Dorony-Saturno Miembro de ASULAC (México)

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Introducción Bienvenid@s compañer@s. Le queremos presentar la estructura de nuestra revista “REIVINDICANDO LA VIDA”. La misma pretende colectivizar los diferentes trabajos y acciones que se realizan a nivel Latinoamericano y del Caribe. Para ordenar los disímiles ámbitos de trabajo se propone subdividirlas en Artículos Teóricos, siendo aquellos que tratan sobre epistemologías, propuestas y conceptos novedosos, que sirvan para pensar las acciones en lo clínico como en lo comunitario, social e institucional. Artículos Clínicos, aquellos que a partir de una propuesta teórica impliquen aportar técnicas y metodologías para pensar y re-pensar la clínica. Los Artículos de Intervención Comunitaria e Institucional son aquellas propuestas técnicas y metodológicas que traten sobre acciones comunitarias e institucionales. Los Artículos de Opinión, en donde el autor expone desde su ética y moral apreciaciones de juicio sobre hechos y situaciones de la vida cotidiana, discursos y acciones políticas nacionales o internacionales. Esta estructura obedece al intento de democratizar el conocimiento así como de elevar las diferentes voces de aquellos que gritan ahogándose en la indiferencia o en la exclusión por parte de estructuras que distan del respeto por la calidad de vida de alguna población en particular. Otro aspecto es colectivizar las propuestas organizativas de ASULAC, así como la inclusión de conmemoraciones internacionales y nacionales de los diferentes días que hacen a la referencia a proclamas y luchas por lo que es la prevención, atención y postvención del suicidio. Como último aspecto, se dejará un apartado final llamado Personales, en donde pueda plasmarse la opinión puntual sobre un artículo, preguntas o respuestas que los diferentes lectores puedan realizar. Esta revista, Tú Revista, se abre hoy y permanecerá en la red para diferentes consultas. Saludos Compañer@s y bienvenido tu artículo u opinión. Salud por los primeros diez años de ASULAC.

Ps. Leonardo Martín Dorony Saturno Miembro de ASULAC (México)

10 Septiembre Día Mundial de la Prevención del Suicidio Una vez más, honrando las enseñanzas de IASP celebramos en todo el mundo el Día Mundial de la Prevención del Suicidio. Éste año, con el lema “Muchas caras, muchos lugares”, la ONG Último Recurso coordinó talleres en varios puntos del Uruguay donde se trabajaron las señales de riesgo y los factores protectores. Al atardecer de dicho día los sobrevivientes de nuestros grupos encendieron velas en memoria de aquellos que tuvieron una muerte innecesaria. ¡Saludamos fraternalmente a todos aquellos que trabajan todos los días por defender la vida! Dra. Silvia Peláez Miembro de ASULAC (Uruguay) Representante IASP en Uruguay

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Artículos Teóricos El poliedro:

introducción al marco teórico de la Institución Último Recurso y remembranzas de la bienvenida dada al mundo en el XXV Congreso Mundial de I.A.S.P. Dra. Silvia Peláez ∗

Uruguay La suicidología latinoamericana, en una de sus vertientes, la uruguaya, plantea la situación de riesgo suicida como un fenómeno poliédrico, donde cada cara toma mayor superficie según la situación. Esas caras: la neurobiología, la antropología, etc. Se interrelacionan complejamente en el sentido del Pensamiento Complejo de Morin. En la región Gaúcha del norte uruguayo y del sur brasileño, el hombre se suicida cuando envejece porque pierde vitalidad y eso lo asemeja a un ser femenino, en una cultura sexista. Los valores posmodernos lo excluyen del resto del mundo y él, que usa el lazo para dominar a los animales, el lazo que es su instrumento de trabajo, al ver perdido su poder elige el ahorcamiento como modo de suicidarse. Él es el último “animal” que enlaza. Aquí al sur, de esta TIERRA, que nos pertenece a todos, los invito a intercambiar saberes diferentes que incluyan al otro, colega de otras tierras, en una hermandad de conocimiento y afecto. Ofrezco a mi patria, pequeña en geografía, pero grande de corazón, para que se sientan todos ustedes en su propio hogar y les agradezco el esfuerzo para llegar aquí. Que este encuentro sea un lugar de reflexión de qué suicidólogos queremos ser. ¿Para qué estamos aquí? Último Recurso propone que estamos para levantar la antorcha de la investigación y alumbrar a otros compartiendo con el usuario de nuestro servicio la tarea. Nuestros consultantes no serán cobayos o ratas de laboratorio, sino activos protagonistas. Recordemos al decir de Neruda que no somos como científicos más que el panadero más próximo, que no se cree Dios y que cumple su majestuosa y humilde faena de amasar el pan cada día con el sentido de una obligación comunitaria. A trabajar pues fraternalmente, recordando que sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a nuestra tarea (parafraseando a Rimbaud).

Dra. Silvia Peláez. Presidenta XXV Congreso Mundial IASP Montevideo, Octubre 2009.

ONG Último Recurso. Correspondencia: spelaez@ultimorecurso.com.uy

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Suicidio, Cultura y Factores que Protegen Carmen E. Parrilla Cruz, Ph.D ∗ Puerto Rico Hablar de cultura y suicidio no es tarea fácil. Ni siquiera para antropólogos. Sin embargo, es herramienta indispensable para la tarea de SALVAR VIDAS. A los seres humanos nos tocó vivir en la tierra. Compartimos la Pachamama con siete mil millones de personas, todas las riquezas naturales así como las complicaciones la caracterizan. Latinoamérica y el Caribe- la Patria Grande- somos todos. Eduardo Galeano ha dicho - “tenemos que conocernos para empezar a reconocernos, para saber todo lo que podemos aprender del otro. Tenemos mucho más en común de lo que creemos y estamos dispuestos a confesar”. La muerte por suicidio es la expresión más extrema de la violencia por ser la violencia autoinfligida. Esa violencia contra sí mismo que afecta a los demás. Nos quita, cada año, a más de un millón de personas. El comportamiento suicida es una conducta expresada como idea, amenaza, intento de quitarse la vida y puede llegar a la muerte por suicidio. Puede exhibirla un niño, un joven, un adulto en cualquier etapa del desarrollo humano. La acción ocurre día tras día. Aquí y allá. Es de tal magnitud que se reconoce como un problema social y un problema de salud pública de grandes proporciones. Hace más de tres décadas cuando iniciamos el peregrinaje por Latinoamérica y el Caribe, cargando la enorme preocupación de las muertes por suicidio, algunas personas decían no tener ese problema en sus campos, pueblos, ni ciudades. Más adelante, algunos años después, se pusieron de pie para decir sí tenemos suicidios. Le siguió un abrazo de aceptación y un andar juntos en la búsqueda de soluciones. Soluciones que deben partir del contexto latinoamericano y caribeño. Opciones, soluciones hechas a la medida. Con el trasfondo de la investigación científica clínica realizada en todas partes del mundo, la experiencia de otros, pero esencialmente ubicada en ese contexto único para todas y todos nosotros, Latinoamérica y el Caribe. Demás está recordarles: conocimiento hay en nuestros lares, experiencia hay en nuestras pampas, en bosques, selvas, en el altiplano, en las costas de todos nuestros Pueblos. Hace falta reconocer lo que somos y lo que hacemos para afrontar un problema trascendental como el suicidio. Usted tiene dos opciones, hasta aquí: voltea la página y no lee más ó continúa esta reflexión que promete ser interesante por no decir… útil. El comportamiento suicida se exhibe y se observa en el contexto de nuestra cultura. Es decir, se expresa y entiende de acuerdo a nuestras referencias, ideas, creencias, valores, costumbres, así como el modo de ver la vida y la muerte. Todo lo que se hace para salvar una vida tiene que estar ubicado en el contexto cultural de cada persona desesperada y desesperanzada,… en riesgo de suicidio. Desde muy temprano, los Centros de Valorização da Vida de Brasil nos enseñaron la importancia del abordaje centrado en la persona. Destacando como sus pilares el respeto, la confianza, la aceptación, la autenticidad y la tolerancia. Igual cuando deseamos lucir un traje exclusivo procuramos que la modista o el sastre lo confecciones a la medida. Así queda bien entallado y resulta ser original, único. Lo mismo ocurre en la prevención, intervención y manejo del suicidio ubicados en un entramado social y colectivo. Es obligado conocer el marco de referencia peculiar y exclusivo de la persona en crisis a riesgo de comportamiento suicida. Igual deber y compromiso es identificar la depresión, severidad de dicha depresión, la letalidad del método, consecuencias médicas del intento, incluyendo la gama de factores en el medio ambiente. ¿Qué lleva al suicidio? Una multiplicidad de eventos, circunstancias, factores entre los que se incluye la enfermedad mental, alcoholismo, desocupación, discriminación, prejuicio, escasas oportunidades para la sobrevivencia y la pérdida de identidad cultural. Incluye además, la migración forzada sobre todo de los trabajadores, las barreras del idioma y el cambio social en todas sus manifestaciones. Cultivados ∗

Fundación Puertorriqueña para la Investigación y Prevención del Suicidio. Correspondencia: xelahu@gmail.com Revista de la A s o c i a c i ó n d e S u i c i d o l o g í a d e L a t i n o a m é r i c a y e l C a r i b e Año 1; Número 1

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durante siglos de trauma, atrapados por la pobreza, explotación y opresión. Sin olvidar la ausencia o el difícil acceso a los servicios sociales y de salud pública. El estigma contra la persona que busca y recibe servicios de salud mental es otro golpe en la autoestima de quien necesita, urge y busca ayuda. Las actitudes frente al comportamiento suicida pueden tanto propiciar como impedir la ayuda, el apoyo, la atención en salud. Otro aspecto no menos importante es el conocimiento tanto como el significado que tiene el suicidio para personas que viven en áreas urbanas y en la ruralía de nuestros países. Aún, muchos otros elementos como el aislamiento social, se quedan en el tintero. Son temas para reflexiones futuras. Reiterando, la intervención con personas que exhiben comportamiento suicida tiene que partir de una óptica individual, social, cultural, económica, política y nacional. Requiere considerar detalles grandes y chicos como las diferencias entre grupos a riesgo de suicidio, los métodos prevalecientes y las actitudes culturales. Especificidades tan presentes como el dato significativo de que en casi todos los países del mundo más mujeres intentan quitarse la vida mientras más varones mueren por suicidio, así como el alza de suicidios en personas de la tercera edad tienen que ser considerados en el proceso de salvar vidas. Sin novedad en Latinoamérica y el Caribe, las estrategias nacionales y continentales han de estar enmarcadas y concebidas en la realidad de nuestro entorno. Considerando las experiencias en investigación científica, los recursos disponibles, localización física geográfica, la infraestructura disponible, la capacitación en el tema de suicidio y los recursos humanos en el área de salud pública. Las estrategias de los gobiernos para la prevención, intervención y manejo del Comportamiento Suicida tienen necesariamente que incluir la vigilancia epidemiológica del intento de suicidio y de muertes por suicidio, asunto grandemente subestimado. Un campo abierto es la coordinación de esfuerzos de investigación para la acción. Recursos para la intervención como son los instrumentos desarrollados en la Argentina, Brasil, Cuba, Puerto Rico, Uruguay, entre otros países. Facilitando así la identificación temprana de riesgo de suicidio igual que la intervención y el manejo de personas, familias y comunidades afectadas por el suicidio. Las estrategias nacionales fundamentadas en datos fidedignos, con sus objetivos claros y específicos han demostrado ser efectivos. A partir de ahí, nos corresponde la responsabilidad de garantizar disponibilidad, accesibilidad y aceptabilidad de los servicios. Con creatividad y entusiasmo. No hay tiempo para el cansancio. ¿Qué protege del suicidio? Antes que nada es importante ser tomado en serio, ser escuchado para expresar sentimientos y emociones. Recibir apoyo familiar, de pares y amigos, a la vez que se identifican redes de apoyo. Ayuda tener sentido de pertenencia y sentirse respetado. La unicidad, es decir, saberme único e irrepetible. La certeza de su concepto de vida y de su concepto de muerte. Protege de manera muy especial el acceso a los servicios sociales y de salud pública. Más que todo protege la unidad como lo expresa Mario Benedetti - “… Y en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos”. Finalmente, La Patria Grande (Latinoamérica y el Caribe) tiene el conocimiento y la experiencia e identifica similitudes y diferencias respecto al suicidio. Tiene conciencia del riesgo e identifica ese riesgo. Conoce los factores que protegen a cada persona y realiza la acción para combatir el riesgo de suicidio. La Patria Grande echa mano con persistencia de las redes sociales y labora en solidaridad. Reitera la apertura, la unidad, el apoyo, la asistencia técnica y la colaboración traducida en acción. Más de quinientos cincuenta millones de latinoamericanos y caribeños tenemos la fuerza y sobre todo como ha dicho Frei Betto, “la sabiduría de quien hace de lo necesario lo suficiente”. Invito a: Escuchar Para Comprender, Comprender Para Ayudar, Ayudar a Salvar Vidas “… Ojalá que se pueda hacer todo lo posible, y lo imposible también. Ojalá seamos capaces de hablar poco y hacer mucho” (Eduardo Galeano). Carmen E. Parrilla Cruz, Ph.D Doctora en Antropología Presidenta de ASULAC Investigadora especialista en la ONG Fundación Puertorriqueña para la Investigación y Prevención del Suicidio, San Juan de Puerto Rico Miembro de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) Miembro de la American Association of Suicidology (AAS) Miembro de la American Foundation of Suicide Research and Prevention (AFSRP)

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Estudio de la depresión y conducta suicida en nauta-iquitos Freddy Vásquez, Ysela Nicolás, Silvia Falconi, Vilma Vite∗ Perú Resumen Se trata de un estudio de corte transversal llevado a cabo en la ciudad de Nauta, cuyos pobladores provienen principalmente de la etnia kokama, en el marco de referencia de una campaña de salud integral, y por parte del equipo multidisciplinario del Programa de Prevención del Suicidio del Instituto Nacional de Salud Mental H.Delgado-H.Noguchi, que evaluó el nivel de síntomas depresivos, depresión clínica, y asociación entre los fenómenos depresión-rito de la ouija-conducta suicida, que viene reportándose entre los adolescentes de la población ,al menos en el último quinquenio. Palabras clave: kokama- conducta suicida- ouija.

Summary This was a cross-sectional essay carried-out in Nauta city, whose majority of population belongs to kokama ethnics, through a global health campaign by multidisciplinary team of Suicide Prevention Program of NIHM H.Delgado-H.Noguchi, with assessment of depressive symptoms, clinical depression, and the particular relationship between depression- ritualistic ouija- suicidal behavior, whose occurrence raised at least five years ago.

Introducción Hablar del pueblo de Nauta es mencionar un escenario en el que fue estableciéndose la etnia de los Kokamas desde 1539 y que se afirmó alrededor de 1830 con Manuel Pacaya para fundar la ciudad que ahora lleva ese nombre, y cuya etimología podría describir mejor el perfil del poblador kokama como navegador y marinero, a pesar de sufrir marginación en el siglo XIX, y su posterior reivindicación por el Padre Lucas Espinoza, que etnográficamente los denominó “los tupi del oriente peruano”, pasando por otras denominaciones de Anthony Wayne (2),Oscar Agüero (3) o Roxana Rivas(4). Sin embargo es Jaime Regan, SJ (5) quien describe muchos de los aspectos del perfil Kokama en “Hacia la tierra sin mal” (1983-1993), denotando los problemas de identidad, la cosmovisión, el producto del sincretismo tupiguaraní con el cristianismo, la fusión de sus religiones, entre otras cosas. Regan resalta que los enfoques a tomar en cuenta para mejor comprender a esta etnia se pueden resumir en aspectos ecológicos relacionados con la proximidad de la ciudad al río que causó una crecida del caudal del mismo en 2 metros en 1970, y que fue interpretado como un “diluvio” similar al universal, los aspectos económicos, que abarcan la explotación del caucho, petróleo y, la disminución de la actividad agrícola de los kokamas pauperizando sus ingresos. Según reportes de la Universidad de la Amazonía (1) se sabe que actualmente el pueblo de Nauta, a 2 horas de camino de Iquitos, contaría con cerca de 12 mil habitantes, con indicadores de que el 50 % de la población total figura con menos de 15 años de edad, y que los jóvenes entre 15 a 30 años tiende a migrar a Iquitos en busca de educación y trabajo. En general, pareciese que los pobladores de Nauta, donde predominan los kokamas , recientemente, están intentando enfrentar su problemática, en un esfuerzo por retomar su identidad, conformando federaciones entre otras acciones; pero, contemporáneamente , continúan enfrentando la postergación de la que han sido objeto muchos años, la falta de oportunidad para seguir desarrollando y en el último quinquenio una afectación de su salud

Todos pertenecientes al Programa de Prevención de Suicidio del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi. Correspondencia: freddyalber@hotmail.com Revista de la A s o c i a c i ó n d e S u i c i d o l o g í a d e L a t i n o a m é r i c a y e l C a r i b e Año 1; Número 1

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mental , fundamentalmente por estados depresivos ligados a veces a la práctica de ciertos rituales como la ouija, descrito como una práctica que alude a supuestos espíritus, que parece mitificarse, especialmente entre los adolescentes. Es precisamente este último tema que motiva el de los investigadores a estudiar los niveles de enfermedad mental, fundamentalmente los estados depresivos y la asociación con el denominado ritual.

Objetivo El objetivo del presente trabajo es el estudio de los síntomas depresivos de los pobladores de Nauta, por parte de un equipo multidisciplinario, cuyos integrantes conforman el Programa de Prevención del Suicidio del Instituto Nacional de Salud Mental H.Delgado-H.Noguchi, con la ayuda de la Comisión Episcopal de Acción Social y las organizaciones de salud de la Región de Iquitos , así como del Párroco de la Iglesia de Nauta (7) , para luego intentar una explicación entre los estados depresivos y la participación en los rituales de la ouija .

Material y métodos Mediante una campaña integral de atención de salud a la población de Nauta, llevada a cabo los días 30 y 31 de mayo 2007, se ejecutó un estudio de corte transversal aplicado a los concurrentes a dicha campaña, para lo cual se utilizó un cuestionario (MINI)(26) aplicado por el equipo multidisciplinario, siendo posteriormente evaluadas por psiquiatras y psicólogos, aplicando la sub- escala de evaluación de riesgo suicida, utilizada en los trabajos epidemiológicos del Instituto Nacional de Salud Mental H.Delgado-H.Noguchi(6). Además, se buscó detectar la sub-población de personas afectadas por el fenómeno de la depresión, conducta suicida y participación en el ritual de la ouija, logrando extraer algunos relatos ilustrativos. El procesamiento estadístico de datos se efectuó utilizando el Programa de SPSS 12.0.

Resultados La muestra estudiada durante la campaña alcanzó a 184 personas, siendo damas 115 de ellas (60,3 %) y, varones los restantes 69 (39,7 %) cuyas edades fluctuaron entre 6 a 66 años de edad, con un promedio de edad de 22,01 años; figuraron niños de edades entre 6 a 11 años de edad (8,2 %), en tanto que adolescentes (54,1 %), y pobladores adultos: (37,3 %). Se registraron como solteros 71,5 %, casados 2,6 %, convivientes 0,7 %, y no precisado 25,2 %. En cuanto al nivel de instrucción primaria se registró un 23,8%, secundaria: 43,0 %, educación universitaria: 1,3 %, e iletrados el restante 31,9 %. Se encontró síntomas depresivos en 77 de las personas estudiadas (42,0 %), con una prevalencia actual de depresión de 9,2 % en la población estudiada, y de 10,8 % entre los niños y adolescentes. Así mismo se encontró la existencia de pensamientos suicidas en las 77 personas evaluadas (42 ,0 %), y, el 2,0 % de adolescentes había intentado recientemente el suicidio. Por otro lado se encontró a 7 adolescentes (3,8 %), 6 del género femenino y 1 del género masculino, con manifestaciones de depresión, conducta suicida e involucramiento en el ritual de la ouija (16).

Acerca de algunos relatos de las pacientes entrevistadas La adolescente Y.B de 15 años de edad decide seguir el consejo de una de sus compañeras de clase que le contó que podía disponer de ropa, joyas, dinero, toda clase de comodidades, si acudía a practicar la ouija. Así es como ella concurre a la “Circular” cerca de la medianoche. Allí encontró a un sujeto que estaba acompañado de otras jovencitas, y pronto la invitaron a participar en el citado ritual. Refiere la adolescente que la hicieron beber una sustancia, que parecía sangre de un animal y que aparentemente contenía un narcótico, porque no recuerda muy bien lo sucedido con posterioridad, aunque después le dijeron que había entrado en “trance”. Describe que el personaje que actuaba como “líder” (mencionando inclusive el apellido de aquél) la indujo a tener relaciones sexuales en nombre de los espíritus que estaba invocando a la vez que le prometía todo lo que ella solicitase. La adolescente optó por no contar a nadie lo que le había sucedido, pero encontró dificultades para acudir al siguiente encuentro en la medianoche, y decidió seguir las instrucciones que había recibido del “líder” y de las otras adolescentes que estuvieron aquella

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medianoche: utilizar tranquilizantes que aquél le facilitó, a fin de adormecer a sus padres y poder escapar a la medianoche a un nuevo ritual. Y así es como acudió una vez más, relatando que el aludido líder, durante el ritual, invocaba el nombre de Satanás y solicitaba que las participantes se le entregaran “en cuerpo y alma”. A esta adolescente, además , la indujo a tomar el dinero de su padre y gastarlo en lo que a ella le pareciese, cumpliendo ella las instrucciones dadas, pero enfrentaba a la oposición de sus padres, y es así que comunica al líder que no seguiría asistiendo a los rituales, y éste le exigía eliminar a quienes se opusiesen a su asistencia, le decía que tendría que apuñalar a sus progenitores y hermanos y extraerles el corazón, llegando alguna vez la referida adolescente a coger un arma blanca cuando su madre adormitaba, pero sintió mucho miedo. Ante la negativa a seguir acudiendo al ritual el “líder” le advirtió que sus familiares irían a morir de todas formas, y que ella misma tendría que autoeliminarse ahorcándose en su propia casa. La relatora narra que estuvo más de una vez con una soga en el cuello, y en una oportunidad fue descolgada por uno de sus familiares, quedando consternados por lo sucedido. Paralelamente la adolescente se enteró que otras participantes de los rituales habían hecho lo propio o concluyeron el acto suicida por ahorcamiento en la localidad. Corría el año 2002 cuando se produjo el suicidio de 4 adolescentes por esta modalidad y al menos 6 intentaron eliminarse de igual manera. La adolescente, luego de más de 2 años de lo sucedido, señala sentirse estigmatizada por los vecinos o la comunidad, al punto de haberse aislado y no salir a la calle, ahondándose su estado depresivo, sin haber recibido tratamiento alguno. Inclusive llegó a viajar a Iquitos con el fin de buscar un mejor futuro, pero al retornar a Nauta, las personas que la conocen comentan “ allá va la chica de la ouija..” o la “ diabólica..”, situación que ha motivado su casi total aislamiento y la reaparición de la ideas suicidas, máxima al enterarse que esto sucedió con amigas cercanas recientemente, pero se animó a relatar su experiencia individual y grupalmente( 31.05.07), denotando la necesidad de ser escuchada y aconsejada así como el hecho de recibir la ayuda profesional respectiva. El relato de otras 3 chicas adolescentes no difiere mucho con respecto a la viñeta descrita, excepto por la variación de las fechas y por el cambio del “líder” del ritual, o los lugares de ocurrencia que incluyen no solamente la “circular”, sino también el Cementerio de la ciudad y el “tanque de agua”. Lo que se puede rescatar como denominador común acerca de estas adolescentes es: pertenecer a un grupo familiar en conflicto, con los padres seriamente enfrentados, o la ausencia de la figura paterna, o una madre muy drástica y maltratadora, muy pobre patrón de comunicación dentro del hogar, y en lo que respecta a su personalidad presentan rasgos inestables, volubles, sugestionables, impresionables, que las torna más proclives a los estados de “trance” o disociación. Así mismo varias de ellas se han mostrado oposicionistas, rebeldes a la autoridad de los padres o educadores, tienden a escapar de casa, no tienen una pareja estable, no cuentan con planes o proyecciones para el futuro, y una propensión a mentir, gastar dinero o escapar de casa, intentando llevar un estilo de vida fácil con búsqueda efímera del place r (13). Todo esto las convierte en altamente vulnerables a las consecuencias del ritual de la ouija, que tiene varios antecedentes de haber desencadenado fenómenos de histeria colectiva por las características de su procesamiento, o de la depresión y su peor ocurrencia que es la conducta suicida.

Discusión Los resultados apreciados permiten precisar que los niveles de síntomas depresivos en la población de Nauta, alcanzan porcentajes mayores que los de la población de Lima Metropolitana, los de la sierra o de otros departamentos de la selva: 42 % versus 19 %-25 %(8). Igualmente , la prevalencia actual de depresión en la población general de Nauta , y la que afecta a los niños y adolescentes(10,8 %), es superior a aquella encontrada en las poblaciones citadas , que alcanzan un promedio de 6,0 % y 8,6 % respectivamente. Del mismo modo, el porcentaje de población con pensamientos suicidas en la muestra estudiada en Nauta (42 %) supera a aquel encontrado en el resto del país (promedio de 30 %) por las mismas fuentes. El porcentaje de 2 % de intentos suicidas entre niños y adolescentes de Nauta se aproxima a aquel encontrado en otras poblaciones de la Selva peruana y a la referida en poblaciones fronterizas (9) (10), pero difiere del encontrado en estudios de seguimiento del Programa de Prevención del Suicidio, acotando que ellos se llevaron a cabo evaluando a población infantil que acude por esta situación a la emergencia del INSM.HDHN (15). Por otro lado el porcentaje de adolescentes involucrados en la tríada: depresión-conducta suicida-ouija, casi 4 % en el estudio, parece no reflejar la realidad, considerando lo que se escucha verbalizar por parte

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de los pobladores o de los relatos que hace la autoridad judicial de la zona, que ha dejado entrever que podría tratarse de un fenómeno asociado con traficantes de humanos o algo similar (12), pero que, en todo caso, se configura como un factor de riesgo para la conducta autoeliminatoria en esta región.

Conclusiones En general se puede concluir que los indicadores de salud mental, fundamentalmente en lo que respecta a la depresión, son poco alentadores en la población de Nauta. Así mismo , se aprecia que la tríada: depresión-conducta suicida-ritual de la ouija es una característica más de esta población, no tan numerosa en la muestra, pero concentrada en un espacio relativamente estrecho, con la connotación de estigma o de mito, que podría definirse como la ocurrencia de fenómenos de “posesión” o “trance”, mejor reconocidos en la psicopatología como fenómenos disociativos ( 13) y que suelen producirse en las adolescentes que participan en dichas prácticas, que puede ser considerado como un factor de riesgo para la conducta autoeliminatoria vistos los relatos, dejando entrever la relación del culto a la muerte o la inducción al suicidio de las participantes o al homicidio de aquellas por parte de los “líderes”, que habrían canalizado negativamente las frustraciones, los resentimientos y desesperanzas de las adolescentes del pueblo de Nauta, que buscaron un escape en esta práctica ritualística entretejida con tunchis, demonios y ofrendas sexuales, que incluso ha llevado a la intervención de chamanes o “médicos” que, sin duda, brindan psicoterapia además de administrar sus secretos brebajes, siendo que esto no sucede como tal en las metrópolis del país porque se diluye y no trasciende de manera similar. Y el hecho de haberse producido suicidios consumados en los últimos 5 años (11), que ha afectado a un perfil típico de adolescentes femeninas y que han requerido la notoria intervención del Juzgado y la Fiscalía (12)(25) ha acrecentado el perfil mítico de esta ocurrencia, creando un clima de oscurantismo, temor y zozobra entre la población (14), que ha encontrado en la Iglesia Católica y fundamentalmente en el párroco de aquella, un elemento de trascendental apoyo emocional y espiritual, que es considerado como un factor protector de la conducta suicida en varios estudios (20), y que refuerza acaso la visión del sincretismo entre la religión tupi y el Cristianismo de la población de Nauta (5). Por otro lado, se debe resaltar que el fenómeno de la conducta suicida, tanto desde el pensamiento como hasta la consumación de aquella, en poblaciones selváticas afecta principalmente al género femenino, como se reporta en otros estudios en comunidades aborígenes de la selva, como por ejemplo en el estudio de Michael Brown entre los awajun del Alto Mayo del Perú, demostrando que el suicidio afecta a las mujeres más que a los hombres, y particularmente a las mujeres adolescentes y jóvenes (21) (23); o aquel otro estudio efectuado entre las tribus aguarunas en las zona fronterizas de Jaèn, sin la interposición del fenómeno de la ouija (19); o lo señalado aún en estudios a nivel nacional con respecto a la predominancia de suicidios en el género femenino en menores de 18 años de edad (24). También se debe tener en cuenta lo descrito por Regina Erthal al referirse a que el suicidio es atribuido a la brujería de un chamán que envía a uno de sus espíritus maléficos tchatchacuna a abrazar o enloquecer a los púberes, conduciéndolos a emborracharse y a perder la conciencia, explicando los suicidios en cadena entre muchachos cercanos (22).

Recomendaciones Las recomendaciones que se desprenden de este estudio se resumen de la siguiente manera: -Concentrar esfuerzos para atender el problema de la salud mental de la población de Nauta, en especial el de la depresión infanto-adolescente. -Interesar a las autoridades locales y departamentales a fin de conseguir recursos que permitan manejar este problema integralmente. -Continuar el trabajo de tratamiento y seguimiento individual o grupal por profesionales de la salud mental de los cuadros depresivos diagnosticados, con énfasis en aquellos que hayan presentado conductas suicidas.

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-Capacitar a los educadores y a los padres de familia a fin de la identificación temprana de los adolescentes en riesgo, o que hayan reportado su participación en el ritual de la ouija. -Reforzar el rol protector de la Iglesia y sus componentes como instrumento de soporte y apoyo emocional, espiritual y espacio de recreación, con el apoyo solidario de las instituciones como CEAS o las del Ministerio de Salud (17) (18) - Realizar propuestas a las autoridades pertinentes a fin de que se gestione la creación o acceso a centros educativos técnicos o superiores que amplíen el horizonte y proyecciones futuras de los adolescentes que egresen de los colegios. - Desmitologizar el ritual de la ouija y su asociación con la conducta suicida, quebrándolo como una de las taras que arrastra la población kokama o mestiza de Nauta abriendo espacios de diálogo en los colegios o a nivel de escuela para padres o brindando mayores espacios de esparcimiento y desarrollo de actividades artísticas, entre otras, para los adolescentes en riesgo.

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24.- Vásquez Freddy, 2006, Analysis of completed suicide in Peru during 2004. Actas españolas de Psiquiatría, 34, Número Extraordinario 1 PO2. P157, pp. 118, Madrid, España. 25.- Vasquez F. et al, (2007). Most frequent method of suicide in Peruvian children and adolescents, The International Journal of Psychopharmacology, Suppl 1, 2008, P-05.106-234 (journals.cambridge.org/pnp) 26.- MINI Neuropsychiatric International Review, Versión española 5.5,0 Sheehan D et al, Ferrando L, Bobes J, et al, DSM IV , 1999. Agradecimientos especiales al equipo de CEAS: Lic. Martha Laveriano, Ketty Herrera, Eduardo Bornstein, Padre Jaime Regan, así como al reverendo Padre Miguel Ángel Cadenas, y a Carmen Arévalo, como a todos aquellos que han permitido la ejecución de este trabajo.

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El suicidio: una opción ante la angustia de vivir. Diálogo con el psicoanálisis freudiano Lic. Lery M. Bentancurt Pérez∗ México “'Intenten, si pueden, detener a un hombre que viaja con su suicidio en el ojal', decía Rigaut_ quien se dio digna muerte a sí mismo,…, como protesta por tanta estupidez y en la plenitud de una pasión, pues no deseaba diluirse oscuramente con el paso de los años”. Enrique Vila-Mata

Nota introductoria Desde el origen de la cultura, el ser humano ha buscado explicarse su existencia. Preguntas en relación a la vida, la muerte o el principio y fin de las cosas, siguen siendo un denominador común de la cultura y la ciencia, como uno de sus productos. En este sentido, lo que hoy nos convoca tiene que ver con estos tres grandes temas. ¿Por qué algunos sujetos deciden acabar con sus vidas? ¿Qué los mueve hace eso? ¿Es posible encontrar una única respuesta? Sobreentendiendo que eso no es posible, el presente ensayo se circunscribe a la teoría freudiana del psicoanálisis, con sus grandes posibilidades y limitaciones para explicar lo humano. Este trabajo parte de casos concretos, de mi propia clínica, una experiencia de once años atendiendo sujetos que viven sin querer vivir, donde el espacio terapéutico les representa, tal vez, el único lugar donde pueden sacar a jugar a sus fantasmas, sin esconderse, ni esconderlos; donde el dolor y la angustia pueden contenerse en las paredes del consultorio, como el agua en el cuenco… En este trabajo busco respuestas para explicarme el sinsentido de la vida de algunos sujetos. Ese intento de suicidio que recurrentemente vuelve a trozar la línea de la vida de un sujeto, como mojones en el camino, como eras en su historia. Sujetos que no duermen; que no sueñan con otra cosa que no sea su propia muerte; que sufren, que lloran; sujetos hartos de esta vida a la que, dicen en algunos casos, nunca le han hallado sentido.

Desarrollo La Representación de la Muerte y el Dolor Psíquico Freud dijo que el ser humano no podía imaginar la propia muerte, porque la muerte propia no tiene representación. Esta afirmación parte de la certeza de que nadie de nosotros ha muerto antes, entonces, nadie ha tenido esa “experiencia” que genere una huella mnémica que, posteriormente pueda convertirse en una “representación”. Sin embargo, la muerte es un tema que suele despertar angustia a los vivos. Una angustia que no queda claro dónde se sustenta, debido que no es angustia de algo conocido. En este sentido, dice Freud que, en definitiva, toda angustia es angustia de castración. De esta manera, la angustia ante la muerte, es también, una angustia de castración porque lo que está en juego, sin duda, es pérdida de algo muy importante: la propia vida. Quizá no tengamos representación de nuestra propia muerte, pero sí podemos tener notica de los efectos que la muerte de otro sujeto, produce en nosotros. “La representación de la muerte es tardía y se la admite sólo con vacilaciones; aún para nosotros sigue siendo vacía de contenido y no la podemos consumar” (Freud, 2007 [1913], pág. 80). “…nuestro inconsciente…no conoce absolutamente nada negativo (…) ninguna negación (…) _los opuestos coinciden en su interior_, y por consiguiente, tampoco conoce la muerte propia, a la que sólo podemos darle un contenido negativo” (Freud, 2007 [1915], págs. 297-298). Tal vez cabría recordar que este tipo aseveraciones de Freud, fueron hechas antes de que teorizara sobre la pulsión de muerte, lo cual, sin duda, significará un punto de inflexión en ∗

Asociación Mexicana de Suicidología. Correspondencia: lerybentancurt@hotmail.com Revista de la A s o c i a c i ó n d e S u i c i d o l o g í a d e L a t i n o a m é r i c a y e l C a r i b e Año 1; Número 1

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toda la teoría freudiana. Sin embargo, en relación a la angustia de muerte, en definitiva, Freud parece siempre vincularla a la angustia de castración. No se le pude culpar totalmente por ello, si pensamos que el psicoanálisis freudiano nació desde y para la neurosis. Otros autores, que no serán analizados en este ensayo, le han aportado mucho más a este tema. Pero entonces, si la angustia de muerte no es otra cosa que angustia de castración: ¿qué es lo que no se tiene? ¿Será acaso el amor del otro? En El Malestar en la Cultura (2006 [1930], pág. 134), Freud dice que la libido fue rechazada por el objeto y entonces el sujeto odió al objeto; pero luego, por la conciencia de culpa, este odio fue regresado al yo, quien deberá ahora ser castigado por haber odiado. Me sigo preguntando: ¿Cuál es este objeto que no “se dejó amar”? ¿La madre? ¿La cultura? ¿Quién es ese objeto? ¿Quién es ese sujeto para ese objeto? Pienso en lo que, probablemente en otro contexto conceptual, dijo Schopenhauer (2) que la premisa generalísima y primordial de la representación es la de “ser-objeto-para-un sujeto”. La realidad existe en tanto existe un sujeto que la nombra, que le asigna un significante, que la introduce en el lenguaje y la registra en la memoria. Pero el sujeto puede desmentir eso. Por supuesto que la realidad seguirá existiendo, para los demás, que también han podido nombrarla. Pero, esta desmentida, sólo puede hacerse en el lenguaje, no en el registro de la memoria; es decir, no es posible borrarla del inconsciente. Cuando hablamos de sujetos suicidas, cuyas vidas no pueden sostener un sentido perdurable para ellos en el tiempo, no hablamos muy seguido de angustia ante la muerte, sino de deseo de ella. Sin embargo, sí podemos hablar de un dolor psíquico insoportable e insostenible por la existencia de un sujeto que no quiere ser tal. El dolor psíquico y su representación, durante un tiempo, constituyeron una preocupación para Freud. El paso de libido narcisista a libido objetal es lo que, para Freud, permite equiparar el dolor físico al psíquico, ante el sentimiento de pérdida del objeto. De esta manera, se eleva notablemente la investidura de la representación-objeto. “El enorme displacer que produce la magnitud de la investidura, es lo que le da “el carácter específico de dolor […], en lugar de exteriorizarse en la forma de reacción de la angustia”. Pero Freud termina equiparando el dolor psíquico con el que sucede en el duelo, lo cual es necesario seguir pensando. Es en este sentido que dice que “la angustia nace como reacción frente al peligro de pérdida del objeto” (2006 [1926], pág. 15-160). Pero hay que recordar que a lo largo de la obra de Freud se pueden encontrar varias teorías sobre la angustia, sin que ninguna sea sustituida completamente por la otra. Si utilizamos esta teoría y le incluimos someramente con un punto de vista kleiniano, podría decirse que el sujeto no puede experimentar la reparación, se queda enquistado en la fantasía de haber destruido al objeto y de esta manera, identificado masivamente con el objeto persecutorio. “El dolor es, por tanto, la genuina reacción frente a la pérdida del objeto; la angustia lo es frente al peligro que esa pérdida conlleva, y en el ulterior desplazamiento, el peligro de la pérdida misma del objeto” (Freud, 2006 [1926], pág. 159). ¿A dónde podrá llevar una cadena asociativa que se ha roto, entonces? ¿A quién quiere dar muerte el sujeto? No al individuo de la horda, sino al sujeto real de la clínica de nuestros días. El sujeto que sufre, porque no hay nada en este mundo que pueda ser amado por él. ¿Quién o qué fue tan poderoso como para haber dejado ese “agujero”? ¿Quién ha cortado el lazo que unía al sujeto y su sociedad, al sujeto y su vida, al sujeto y su cultura? ¿Quién ha sido capaz de semejante castración del alma?

Freud, el Suicidio y Schopenhauer “…lo esencial en la vida es el dolor, por lo que el suicidio es un acto inútil e insensato […] pues nos presenta la imagen de la contradicción más patente de la voluntad de vivir consigo misma. […] no solamente son los representantes individuales de una misma idea los que se despedazan unos a otros, sino que el individuo mismo se declara la guerra a sí mismo, llegando la codicia con la que apetece la vida y la impetuosidad con que se arroja a apartar todos los obstáculos, es decir, el dolor, hasta hacerle que se destruya a sí mismo…” […] la voluntad individual, en un acto propio, prefiere suprimir el cuerpo,…, a dejarse quebrantar por el dolor. Precisamente porque el suicida no puede dejar de querer, cesa de vivir… Pero como el dolor al cual se sustrae así, era lo que podía conducirle, como mortificación de la voluntad, a la negación de sí mismo y a la salvación, el suicida se conduce como un enfermo que se negase a acabar una operación ya empezada y que podría curarle radicalmente prefiriendo seguir enfermo. […] cree poder suprimir de un golpe el fenómeno

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exterior y su esencia, y toma entonces la resolución de librarse para siempre de la vida y sus miserias”. (Schopenhauer, 1987 [1818], pág. 306).

Muchas veces se ha dicho que Freud tuvo una deuda intelectual muy grande con Schopenhauer e, increpado por esto, en alguna ocasión Freud se defendió diciendo “…todo ya se dijo alguna vez, y muchos dijeron cosas semejantes antes que Schopenhauer…” (Freud, 2006 [1933], pág. 99). Lo interesante tal vez no sería saber hasta dónde Freud está en deuda con Schopenhauer, sino hacer una genealogía y diferenciación del uso de los conceptos utilizados por el padre del psicoanálisis. Mientras Schopenhauer pareciera molestarse con los suicidas, Freud buscaba entenderlos y explicar lo que les sucedía, sin molestarse necesariamente con ellos y su deseo de darse muerte. El suicidio busca alcanzar un alivio ante el dolor psíquico, reducir la tensión en el aparato psíquico, luego de un largo periplo de intentos fallidos. Esta tendencia a reducir la tensión, denominada por Freud primeramente como Principio de Constancia, fue también llamada Principio de Nirvana (Freud, 2006 [1920], pág. 54). Por su parte, y aunque en otro sentido, Schopenhauer también habla de un Principio de Nirvana, a través de la autonegación del yo mediante una vida ascética. Por eso propone una huida del mundo, pero no está de acuerdo con el suicidio porque considera que el suicida no renuncia a la vida misma, sino a lo que le ha tocado vivir, como veíamos anteriormente. Con respecto a la melancolía, Schopenhauer dice que “cuando… un criatura se ve condenada a no realizar sus esperanzas, quebrantándose su voluntad, ésta acaba por ver con indiferencia todas las demás cosas, y el carácter se vuelve dulce, triste, resignado y noble. Si la aflicción no tiene una causa determinada y recae sobre el conjunto de la vida, nos invade una especie de retraimiento, una desaparición gradual de la voluntad que llega a minar, sorda y profundamente, sin manifestación, el cuerpo. El hombre siente que sus ligaduras se van desatando unas tras otras y presiente la muerte que se le acerca, disolviendo a la vez su cuerpo y su voluntad; de ahí el secreto placer que acompaña a esa tristeza…” (Schopenhauer, 1987 [1818], pág. 304). Esta cita resulta muy descriptiva para hacer referencia al tipo de conducta suicida que se trata en este trabajo. Es probable que la lectura de Schopenhauer pudiera haber inspirado a Freud en su escrito de Duelo y Melancolía, donde se pueden encontrar grandes similitudes conceptuales. También es probable que Freud estuviera queriendo comprobar en el terreno de la ciencia, lo que Schopenhauer y otros habrían dicho ya, pero en el terreno de la filosofía. “El suicida, lejos de negar la voluntad de vivir, la afirma enérgicamente. El suicida ama la vida; la único que le pasa es que no acepta las condiciones en que se le ofrece…” (Schopenhauer, 1987 [1818], pág. 305). Así, por ejemplo, esto de las “ligaduras que se van desatando”, ¿no suena acaso muy similar a las “desinvestiduras objetales” del melancólico? Y ese supuesto “placer que acompaña a la tristeza”, ¿no se parece también al replegamiento narcisista del melancólico? Por otro lado también, a veces pareciera equiparable, en algún sentido, el concepto de “pulsión de vida” en Freud, con el de “voluntad” en Schopenhauer, pero profundizar en ello sería tema de otro ensayo. En sus palabras: “Hemos arribado al puerto de la filosofía de Schopenhauer, para quien la muerte es el 'genuino resultado' y, en esa medida, el fin de la vida, mientras que la pulsión sexual es la encarnación de la voluntad de vivir” (Freud, 2006 [1920], págs. 48-9). En esta frase pareciera leerse que Freud va tras la pista psicológica de lo que en el terreno de la filosofía Schopenhauer ya había teorizado.

¿Suicidio como fin a la melancolía? “En la neurastenia, la excitación se escapa como por un agujero,…, mientras que en la melancolía, el agujero está en lo psíquico”. (Freud, 2006 [1895], pág. 246).

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El tipo de conducta suicida a la que me estoy refiriendo pudiera tener que ver, al menos en algunos aspectos, a la melancolía de la que hablaba Freud. Es por eso que un primer acercamiento al tema, debería comenzar por revisar Duelo y Melancolía (Freud, 2007 [1917]). Quizá este agujero haga referencia al que deja la pérdida del objeto. Falla en el narcisismo primario que impediría al sujeto encadenarse al deseo del otro. Ese deseo aparecería como ausente. Es entonces que, quizás, el sujeto sentiría la imperiosa necesidad de regresionarse hasta la fantasía de su propia procreación, en busca de, al menos, un deseo. Morir y volver a nacer, parecería ser la única forma para aliviar ese dolor psíquico. Resalto la palabra “aliviar”, porque estuve tentada de poner “evitar”; sin embargo, merece un detenimiento esta duda. Muchas veces se hace referencia al suicida, como un sujeto que “evita” las inclemencias de la vida, que “se sale por la puerta falsa”, como un cobarde que no aguantó lo que otros sí pudieron. Sin embargo, la realidad dista bastante de ello: cuando ellos hablan de su dolor, hablan de una constante búsqueda de “alivio”, no de una huída. A pesar de que ambas voces (buscar alivio y huir) pueden ser “activas”, la función psíquica parece no ser la misma. Mientras una actitud busca permanecer en un lugar, la otra busca alejarse. Desde mi experiencia clínica, he podido corroborar que los sujetos no buscan salir corriendo, sino dejar de sufrir; no buscan dejar la vida, sino “esta” vida, porque creen que una mejor vida es posible. Aunque suene paradójico, es posible que el suicida sí quiera la vida, como dice Schopenhauer. Pero, volvamos al dolor psíquico. Parece que la pulsión de muerte y la pulsión de vida trabajan de manera conjunta para dar muerte y vida a un sujeto que no ha podido aprehender su existencia. Ideal del yo (conciencia moral) y Yo Ideal (omnipotencia; inmortalidad), se conjugan para dar solución (alivio) al conflicto psíquico: el yo se toma por objeto y, en esa regresión masiva, hacia él dirige su deseo de dar muerte, de culpabilizar por el vacío de su existencia. Pero la pulsión de vida encuentra allí también su expresión en la fantasía de alivio de la tensión: finalmente el viejo principio de constancia, prevalece. Así, el placer de la pulsión, se pospone hasta después de la muerte porque, en definitiva, el aparato psíquico va en busca de ese placer. Error cognitivo que pareciera colocar al inconsciente en otra “dimensión”, donde el tiempo y la materia parecieran no tener importancia para él: ¿no es esta, acaso la “dimensión” del inconsciente? Las fantasías omnipotentes del sujeto parecen colocarlo en un “más allá” de la existencia material, tal vez, en el orden de la cultura: ¿acaso eso podría permitir la realización del deseo de ser parte, de ser alguien para un Otro? El deseo narcisista triunfa, finalmente, aún sobre la misma muerte. Dice Freud que en la melancolía “el objeto tal vez no está realmente muerto, pero se perdió como objeto de amor” (2007 [1917], pág. 243). Si se perdió el objeto, significa que una vez lo poseyó, pero ¿cuándo? ¿Cuál es ese objeto? En la melancolía, el sujeto no tiene noticia de lo que ha perdido. La fantasía parece haberse quedado sin objeto (contenido de representación) y la regresión lleva al sujeto hacia la vivencia de displacer. Pero, ¿cuál? ¿La del nacimiento? En la melancolía, el yo se ha hecho “pobre y vacío” (Freud, 2007 [1917], pág. 243); vacío que, en definitiva, señala la falta que dejó en el cuerpo la ausencia del deseo del otro. El otro no aparecería como sujeto castrado, tachado diría Lacan, que no deja ver su falta, en definitiva, su deseo. Como si nada en el sujeto pudiera satisfacer el deseo del otro. Nada en este mundo podrá jamás subsanar esa falta. El suicidio, dar muerte a ese yo vacío, huérfano de deseo del otro, es lo que aparece como única opción para inscribirse en el otro: su falta real tal vez haga surgir el deseo en el otro. Muerte preñada de esperanzas… Por otro lado, dice Freud que un yo tan estéril, vacío, sólo puede merecer repulsión y castigo (2007 [1917], pág. 244). La pulsión de muerte parece encontrar así en el Ideal del yo, un aliado para dar muerte a tan despreciable objeto. Inmolación del yo promovida, en definitiva, por la pulsión, expresada en la omnipotencia del Ideal del Yo. Freud le llama “delirio de insignificancia”, pero también dice que el “melancólico capta la realidad con más claridad que otros, no melancólicos” (2007 [1917], pág. 244). Capta, sin duda, lo más perverso del contrato social, y capta el rompimiento de un contrato narcisista que le permita existir para alguien.

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Revista Reivindicando la Vida Publicación de ASULAC En contrapartida, al despreciarse a sí mismo, satisface sus impulsos hostiles hacia otro primordial. Desprecia así, la descendencia de sus padres. Sólo así parece inscribir la falta en el otro: su muerte adquiere el orden de la desmentida. Lo mismo, para la sociedad toda: su coproexistencia desmiente la perfección de una sociedad que nada quiere saber de la falta. Es así que, matarse a sí mismo es, en cierta medida, cumplir el deseo de matar al otro. La sociedad ha sido vista como una porquería, pero el sujeto necesita desmentir eso: no hacerlo implicaría perder toda esperanza.

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Yoko Ono's Ex It (2008)

El suicida no ha perdido, en definitiva, la esperanza: la esperanza está en la muerte como un alivio. Ahora bien, Freud dice que sí hubo una elección de objeto, pero que “por obra de una afrenta real o de un desengaño de parte de la persona amada, sobrevino un sacudimiento de ese vínculo de objeto”. Es así que la investidura regresa al Yo, ante la imposibilidad de asirse a otro objeto, logrando que el yo se identifique con el objeto resignado. Surge en mí la pregunta, sin respuesta, del ¿por qué? ¿Por qué un sujeto puede dirigir la investidura hacia otro objeto y, otro sujeto, no puede? ¿Por qué un bebé se sume en el autismo, o aun la muerte, y otro no, aunque ambos hayan tenido una madre deprimida o sufrido de hospitalismo? “La sombra del objeto cayó sobre el yo” (Freud, 2007 [1917], pág. 246) y ahora ese yo adquiere carácter de objeto para el Superyó. Me pregunto ahora ¿qué papel juega el analista para ese sujeto, sino el de ser testigo impotente de una constante tortura psíquica? ¿Qué transferencia es posible? ¿De quién es el deseo de cura que pone en marcha el análisis? ¿Deseo de desmentir esa omnipotencia? Otra vez el otro que, ante sus ojos, pretende negar la castración. Peligroso juego donde la muerte del paciente no será más que una desmentida de la omnipotencia del analista. Pero, por otro lado, ese deseo del analista es también la única posibilidad de la cura, porque es también deseo que denota una falta. Omnipotencia y falta: he ahí los dos filos del deseo. Suicidio, única manera que el sujeto parece encontrar para desmentir la castración de su ser; única manera de quitarle el falo al otro y poseerlo para sí; empoderamiento extremo de un sujeto que, con su muerte, logra una castración masiva del otro, expansiva, aplastante, devastadora. Pasaje al acto que busca retener la angustia en el otro, la culpa. Volvamos a la pérdida del objeto. Freud nota una contradicción: ¿cómo es que el sujeto se desase (de desasir) tan fácilmente de un objeto de amor aparentemente tan importante? Encuentra la respuesta en un señalamiento de Otto Rank: la elección de objeto se realizó desde una base narcisista, por lo tanto, la investidura regresa fácilmente al yo. Al identificarse el yo con el objeto, permitiría que continuase el vínculo de amor con ese objeto, dice Freud. Ahora bien, resulta difícil seguir los planteamientos de Freud cuando se piensa en un sujeto que busca darse muerte. No parecer resultar claro dónde está la identificación con el objeto amado (porque estamos hablando del Yo y no del Ideal del Yo); aunque sí, con el objeto odiado. Él mismo lo había dicho unas páginas antes: “el sujeto habla tan mal de sí mismo, que no puede darse cuenta que, básicamente, está describiendo a una persona cercana de su familia”. Para explicar esto, Freud nos recuerda que la

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identificación es un mecanismo anterior a la elección de objeto, que corresponde a la fase oral, canibalística: el sujeto quisiera tragarse al objeto. La pregunta sería, ¿para destruirlo o para poseerlo, controlarlo? ¿Lo moviliza el amor o el odio? Ambos, podría decir Klein. “La pérdida del objeto de amor es una ocasión privilegiada para que campee y salga a la luz la ambivalencia de los vínculos de amor”. “Si el amor por objeto… se refugia en la identificación, el odio se ensaña con ese objeto sustitutivo insultándolo, denigrándolo, haciéndolo sufrir y ganando en este sufrimiento una satisfacción sádica” (2007 [1917], págs. 248-9). Eso implica una vuelta hacia la persona propia del sadismo y el odio que debería recaer sobre un objeto. Con el suicidio del sujeto, el objeto se presenta como más poderoso que el Yo, dice Freud, pero tal vez pueda pensarse que es al revés: ante la inminencia del triunfo del objeto, el yo decide darse muerte, tal vez en dos sentidos: desde la identificación con el objeto, como una forma de darle muerte al objeto; o desde la satisfacción sádica, como una forma de lastimar al objeto y despertar en él el mecanismo de la culpa, asegurándose así, perpetuar su existencia en la memoria del otro. A veces pareciera que la necesidad de trascendencia del ser humano, se lograr imponer sobre todas las demás.

Los Caminos de la Pulsión de Muerte “[…] no halla quizá la energía psíquica para matarse quien, en primer lugar, no mata a la vez un objeto con el que se ha identificado, ni quien, en segundo lugar, no vuelve hacia sí mismo un deseo de muerte que iba dirigido a otra persona” (Freud, 2007 [1915])

Cuando Freud postula la existencia de una pulsión de muerte dice que la expresión de ésta, se enlaza con la satisfacción de la pulsión de autoconservación. Aunque considere a esta última fundamentalmente ligada a necesidades biológicas (hambre y sed, principalmente), es posible que también pueda considerarse parte de este impulso de “mantenerse a salvo” que tiene el sujeto, por llamarle de alguna manera. Dice Freud que la pulsión de agresión busca encontrar una salida hacia afuera, como una manera de evitar la autoagresión. “Una agresión impedida puede implicar grave daño; las cosas se presentan, de hecho, como si debiéramos destruir a otras personas o cosas para no destruirnos a nosotros mismos, para ponernos a salvo de la tendencia a la autodestrucción” (2006 [1933], pág. 98). Pero la pulsión de muerte tiene otras funciones importantes. Al parecer, ayudaría a conformar al superyó, a consecuencia de renunciar a agredir a los padres, para conservar su amor. Esta agresión se interiorizaría y sería asumida ahora por el superyó naciente que formará así una conciencia moral. Nuestra condición de mamíferos inacabados al nacer “eleva la significatividad de los peligros del mundo exterior e incrementa enormemente el valor del único objeto que puede protegernos de estos peligros y sustituir la vida intrauterina perdida” (Freud, 2006 [1926], pág. 145). Tendríamos que preguntarnos, entonces, si este sentimiento es el que, por vía de la regresión extrema, siente el sujeto que busca el suicidio a como dé lugar. La excesiva conciencia moral, castigadora, “hinchada” de pulsión de muerte, que no ha podido descargarse en el mundo exterior, podría ser la responsable de llevar al sujeto hasta su aniquilamiento. ¡Como si la muerte fuera el único camino posible para acceder a la vida misma! Cabría preguntarse si en la melancolía, o incluso en casos no tan graves de lo que llamamos depresión, la gran insatisfacción ante la vida no fuera el producto de una regresión hasta aquella etapa de total indefensión humana. Pero el origen de la melancolía no podría estar únicamente allí, porque no existe ser humano que no haya tenido durante la lactancia aunque sea una sola vivencia de insatisfacción. El detonante habría que buscarlo, entonces, en una etapa posterior del desarrollo psíquico. La pregunta sigue siendo ¿en dónde? Entre aquellas primeras etapas de la vida y la existencia actual del melancólico, parecería existir una brecha de motivos para la producción de angustia: en aquel entonces, la señal de angustia se liga con la pulsión de autoconservación, anticipando la pérdida del objeto. En cambio, para el melancólico, el objeto parece haberse perdido, y perdida está también la esperanza de recuperarlo. Toda investidura ha regresado al punto de partida y parece, entonces, no existir más objeto culpable, al cual reclamarle, que no sea el mismo yo. El superyó será, entonces, implacable.

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El detonante de la melancolía que hace llevar, tal vez, a la regresión “extrema”, podría ser una angustia más indeterminada, como ser, la angustia moral o social. El superyó parece temer una “separaciónexclusión de la horda” (Freud, 2006 [1926], pág. 132). “Si pierde el amor del otro, de quien depende, queda también desprotegido frente a diversas clases de peligros y sobre todo frente al peligro de que este ser hiperpotente le muestre su superioridad en la forma del castigo […] en ese grado la conciencia de culpa, no es sino angustia frente a la pérdida del amor, angustia 'social” (2006 [1930], pág. 120). Sin embargo, más adelante, Freud va a decir que la “conciencia de culpa” es anterior a la formación del superyó y, por tanto, anterior a la “conciencia moral” (2006 [1930], pág. 132). Resulta enigmático, entonces, cómo estalla la angustia ante este peligro sentido, pero la “solución” que encuentra el aparato psíquico es la “auto-exclusión”. Un análisis más detallado de lo que sucede social y familiarmente, luego de consumado el suicidio, nos harán notar que no existe fórmula más potente para ser incluido, que la violencia de haberse dado muerte. Inclusión que se inscribe ahora en la conciencia moral de los deudos, inyectando una culpa capaz, incluso, de necesitar un nuevo suicidio para su expiación. Esta forma de “inclusión” que busca el sujeto, parece ser el resultado de un gran sentimiento de omnipotencia que no puede provenir de otro lugar que no sea el Yo Ideal. “Pero aun donde [la pulsión de muerte] emerge sin propósito sexual, incluso en la más ciega furia destructiva, es imposible desconocer que su satisfacción se enlaza con un goce narcisista extraordinariamente elevado, en la medida en que enseña al yo el cumplimiento de sus antiguos deseos omnipotentes” (Freud, 2006 [1930], pág. 117).

Suicidio y desmentida “… la importancia endopsíquica de esta sustitución ha sido tan tremenda que se reflejó en un mito religioso particular. La doctrina de la recompensa en el más allá…” (Freud, 2005 [1911], pág. 228) “…queríamos saber cómo es posible que llegue a superarse la pulsión de vivir, de intensidad tan extraordinaria; si sólo puede acontecer con auxilio de la libido desengañada, o bien existe una renuncia del yo a su afirmación por motivo estrictamente yoicos” “Mientras más un ser humano sujete su agresión, tanto más aumentará la inclinación de su ideal a agredir a su yo […] Es como un descentramiento (desplazamiento), una vuelta (revolución) hacia el yo propio. (Freud, 2006 [1923], pág. 55). Ello se debe, sin duda, a que la conciencia moral misma es una formación reactiva frente a lo malo sentido en el ello. Lo que ahora gobierna al superyó es como un cultivo puro de la pulsión de muerte, que a menudo logra efectivamente empujar al yo a la muerte… (Ídem, pág. 54)

La desmentida es un concepto que Freud desarrolló vinculado a la perversión y que básicamente hacía referencia a la negación perversa de la castración. De esta manera, el perverso se anoticia de la castración (sabe que “existe”, “la ve”), pero prefiere hacer de cuenta que no existe. En este trabajo, se pretende desligar ese concepto de la perversión y ligarlo a un fenómeno social que pueda ayudarnos a comprender la conducta suicida de los sujetos mencionados con anterioridad. La desmentida parece estar al servicio del principio de placer, en tanto el sujeto nada quiere saber de la “realidad”. Ahora bien, esto parece ser claro en el sueño, en los procesos alucinatorios (Freud, 2005 [1911]) y aun, en la histeria (Freud, 2007 [1895]), pero cabría preguntarse si también puede ser llamado así el proceso inverso. Es decir, ante una “realidad” que aparece medianamente “placentera” para la mayoría de los sujetos, el suicida podría oficiar como un “desmentidor social”; llevando a cabo una especie de proceso de desmentida de la denegación que significa vivir sumidos en el sueño de la supuesta satisfacción real. Algo que nos expresa más o menos así: “dense cuenta que la existencia no es otra cosa que una coproexistencia, una vida que da asco ser vivida, una promesa de felicidad que no estoy dispuesto a continuar creyendo, una reverenda mentira”. Es decir, el sujeto no suicida, deniega el

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lado oscuro, perverso, putrefacto de nuestra sociedad; pero el suicida, desmiente eso. No sólo se trata de que no puede hacer el primer mecanismo de denegación que hacen todos los demás: todos sabemos que esta sociedad está plagada de corrupción, injusticia, impunidad, etc., pero preferimos hacer de cuenta que eso no existe o que son excepciones. El suicida no sólo no puede hacer eso, sino que, además, elige desmentir esa denegación, y hacerlo públicamente, porque su muerte habla y se imprime en la mente de sus deudos y de toda una sociedad que ha desarrollado un sistema de contabilización de las muertes. La subordinación del principio de placer al principio de realidad, no implica abandonar el principio de placer, sino justamente lo contrario. “Se abandona un placer momentáneo, pero inseguro en sus consecuencias, sólo para ganar por el nuevo camino un placer seguro, que vendrá después” (Freud, 2005 [1911], pág. 228). Pero ese es justamente lo que se quiere desmentir; como si se tratase de una desmentida de la promesa del principio de realidad. Como si en este mundo, el suicida sabe que nunca encontrará la satisfacción. Es así que, comúnmente, encontramos esta creencia (explícita o implícita) del suicida, en un “más allá”; tenga o no tenga el sujeto una religión. La fantasía de sentir un alivio, de sentir paz, de asistir a una venganza, siempre está presente. El suicida, al ser un sujeto que planea y ejecuta su propia muerte (de manera activa), puede y quiere buscarle “un sentido” a su muerte. Seguramente Freud ubicaría este tipo de comportamiento en la psicosis (melancolía), porque para él, implicaría una denegación de la realidad (y no un intento de huida, vía represión, como sucedería en la neurosis). Ahora bien, tomando un camino distinto, podríamos llegar a otra conclusión. También dice Freud (2006 [1924], pág. 195) que las fantasías del neurótico son la fuente de las neoformaciones del deseo, de las cuales se sirve a través de la regresión a una prehistoria real, donde sí hubo satisfacción. Por este camino, entonces, el suicida no estaría regresionándose a una etapa donde la angustia de desvalimiento lo desbordara, sino todo lo contrario. Ese deseo de paz, estaría en el deseo de volver a aquella etapa de suma satisfacción, ante una realidad que se le aparece, ahora sí, desbordantemente insatisfactoria. Ése pareciera ser su “más allá”. Podríamos pensar, tal vez correctamente, que el sujeto ha sufrido una herida narcisista, pero esa herida, esa pérdida, no necesariamente puede ligarse con la castración, ni necesariamente estamos siempre en el terreno de la neurosis. Con respecto a la realidad reconstruida en la psicosis, dice Freud que el nuevo mundo del sujeto psicótico “se edifica en el sentido de las mociones de deseo del ello, y el motivo de esa ruptura con el mundo exterior fue una grave frustración {denegación} de un deseo por parte de la realidad, una frustración que pareció insoportable. […] el deliro se presenta como un parche colocado en el lugar donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el mundo exterior” (Freud, 2006 [1924], pág. 157). No obstante lo anterior, tampoco tenemos derecho a pensar que, en la melancolía, nos encontramos en el genuino campo de la psicosis. En determinado momento, Freud va a separar la melancolía de las psicosis y a denominarla “psiconeurosis (o neurosis) narcisista” (Freud, 2006 [1924], pág. 158), ya que se trataría de un conflicto entre el yo y el superyó, en vez de un conflicto entre el yo y el mundo exterior (como en la psicosis). La diferencia puede parece “de grado”, si uno piensa que gran parte de la formación del superyó, dependió del contacto del yo con el mundo exterior. En sus palabras, “[el superyó], conservó caracteres esenciales de las personas introyectadas; su poder, su severidad, su inclinación a la vigilancia, el castigo. […] Pero esas mismas personas… pertenecen, además, el mundo exterior real” (Freud, 2006 [1924], pág. 173). Sin embargo, a esa relación también obedece el desarrollo de todo el psiquismo, desde que el sujeto nace. Es así que “el yo reacciona con sentimientos de culpa (angustia de la conciencia moral) ante la precepción de que no está a la altura de los reclamos que le dirige su ideal, su superyó. […] es fácilmente concebible que la severidad resulte acrecentada por la desmezcla de pulsiones que acompaña a esa introducción en el yo” (Freud, 2006 [1924], págs. 172-173). En el capítulo IV de El Yo y el Ello, Freud comienza a hablar del “sentimiento inconsciente de culpa” y cae en la cuenta de que tal vez es la conducta del Ideal del Yo la que, en definitiva, definiría la gravedad de la neurosis (Freud, 2006 [1923], págs. 50-51). Este “sentimiento inconsciente de culpa” significaría una fuerte resistencia a la cura, dificultando el análisis, dejando al analista sin posibilidades de hacer

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nada de manera directa. Sin embargo, un camino posible para el analista, podría ser que, indirectamente, se llegue a develar que ese sentimiento inconsciente de culpa ha surgido a partir de la resignación y posterior identificación con un antiguo objeto amado. En una extensa cita de pie de página, podemos leer lo siguiente: Una particular chance de influir sobre él se tiene cuando ese sentimiento icc de culpa es prestado, vale decir, el resultado de la identificación con otra persona que antaño fue objeto de una investidura erótica. Esa asunción del sentimiento de culpa es a menudo el único resto, difícil de reconocer, del vínculo amoroso resignado. Es inequívoca la semejanza que esto presenta con el proceso de la melancolía. Si se logra descubrir tras el sentimiento icc de culpa esa antigua investidura de objeto, la tarea terapéutica suele solucionarse brillantemente; de lo contrario, el desenlace de la terapia en modo alguno es seguro. Depende primariamente de la intensidad del sentimiento de culpa… Quizá también dependa de que la persona del analista se preste a que el enfermo la ponga en el lugar de su ideal del yo, lo que trae consigo la tentación de desempeñar frente al enfermo el papel de profeta, salvador de almas, redentor. Puesto que las reglas del análisis desechan de manera terminante semejante uso de la personalidad médica, es honesto admitir que aquí tropezamos con una nueva barrera para el efecto del análisis, que no está destinada a imposibilitar las reacciones patológicas, sino a procurar al yo del enfermo la libertad de decidir en un sentido o en otro (Freud, 2006 [1923], pág. 51 n2). En este pasaje, Freud (2006 [1923], pág. 52) busca diferenciar el mecanismo de la culpa de la neurosis obsesiva y la melancolía. En este sentido, dice que “En la neurosis obsesiva se trataba de mociones repelentes que permanecían fuera del yo; en la melancolía, en cambio, el objeto, a quien se dirige la cólera del superyó, ha sido acogido en el yo por identificación”. Resulta también muy interesante la conclusión metapsicológica a la que llega en la página siguiente, a saber, que el superyó, como parte diferenciada del yo, conformado de “lo oído” (entre otras cosas), permanece accesible a la conciencia a través de las representaciones-palabra. Sin embargo, la investidura de esas representaciones no puede provenir de otro lugar que no sea de las pulsiones del ello, en este caso, de la pulsión de muerte (como si se hubiera apodera de todo el sadismo disponible en el individuo). Entonces, podríamos decir que la pulsión de muerte encontraría una vía de expresión a través de las mociones de auto castigo de un superyó que ha devenido muy imperativo con el yo, pero porque es imperativo con el objeto que, en este caso, se encuentra en el yo, por identificación. Un superyó de estas características parece no pertenecer al campo de la psicosis.

Conclusión El presente ensayo comenzó buscando comprender qué mecanismos psíquicos se ponen en juego en el sujeto suicida que nos ayuden a entender cómo es que el ser humano llega a cometer semejantes conductas de manera reiterada. Es, sin duda obvio, que no resulta fácil ponerle punto final al tema. Se acepta comúnmente que el suicida no hace otra cosa que dirigir hacia sí mismo, una agresión que hubiera querido dirigir hacia otro. Sin embargo, si nos acercamos a Pulsiones y Destinos de Pulsión (Freud, 2007 [1915]), podemos pensar que, si se tratara de un trastorno hacia lo contrario, sería un proceso, por un lado, de cambio de meta de la pulsión, de la actividad a la pasividad, como en el sadismo masoquismo: un impulso sádico se vuelve masoquista. Pero también sería lícito hablar de un cambio de “contenido” (¿investidura?), que permitiría trocar el amor en odio. Si habláramos de una vuelta hacia la persona propia, estaríamos hablando de un cambio de objeto, pero la meta permanecería intacta (pág. 122). ¿Qué es, entonces, lo que le sucede al melancólico y que lo mueve compulsivamente al suicidio? ¿Siempre estuvo inundado de pulsión de muerte, pero ahora existe un cambio de meta? ¿O es un cambio de objeto? ¿O es una excesiva desmezcla de pulsiones que deja rienda suelta a la pulsión de muerte? Sea cual fuera la pregunta, sin duda pone el dedo sobre el renglón de la metapsicología. Freud no deja las cosas muy claras, pero, si pretendemos seguir la línea de pensamiento desarrollado en

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Duelo y Melancolía (Freud, 2007 [1917]), tendríamos que pensar que hay un cambio de objeto (“la sombra del objeto cayó sobre el yo”), pero no habría un cambio de meta. Tampoco habría un cambio en el contenido (pulsión), porque la pulsión responsable siempre habría sido la de muerte. Sin embargo, también podría ser posible pensar el proceso en dos tiempos: si en la melancolía tenemos un vínculo amoroso resignado, tendríamos que presuponer entonces, un cambio en el contenido (el amor, se convierte en odio). Con esto, estaríamos ubicando un primer momento del mecanismo de trastorno hacia lo contrario. En un segundo momento, ese odio, se vuelca sobre el yo (identificado con el objeto), consolidando así, la vuelta hacia la persona propia. Considero finalmente que la conducta suicida en general no puede pensarse desde el angosto traje de las estructuras, sino que deberá pensarse en el caso por caso y trascendiendo un pensamiento de conflicto intrapsíquico, que incluya el orden de lo social y, por supuesto, la representación psíquica del mismo. Así, pensar el suicidio como el producto de un acontecer intrapsíquico, puede ser un cohorte; pero pensarlo desde su significado social, desde la desmentida de una falsa realidad feliz, puede ser otro; y ambos podrían tener algo de cierto.

Bibliografía Freud, S. (2006 [1933]). 32ª Conferencia (Segunda; octava reimpresión ed., Vol. XXII). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2007 [1915]). De guerra y muerte. Temas de actualidad (Segunda; duodécima reimpresión ed., Vol. XIV). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2007 [1917]). Duelo y Melancolía (Segunda; duodécima reimpresión ed., Vol. XIV). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2006 [1930]). El malestar en la cultura (Segunda; novena reimpresión ed., Vol. XXI). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2006 [1924]). El problema económico del masoquismo (Segunda; décima reimpresión ed., Vol. XIX). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2006 [1923]). El yo y el ello (Segunda; décima reimpresión ed., Vol. XIX). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2007 [1895]). Estudios sobre la histeria (Segunda; décima reimpresión ed., Vol. II). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2005 [1911]). Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico (Segunda; décima reimpresión ed., Vol. XII). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2006 [1926]). Inhibición, síntoma y angustia (Segunda; novena reimpresión ed., Vol. XX). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2006 [1923]). La organización genital infantil (Segunda; décima reimpresión ed., Vol. XIX). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2006 [1924]). La pérdida de la realidad en la neurosis y en la psicosis (Segunda; décima reimpresión ed., Vol. XIX). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2006 [1895]). Manuscrito G (Segunda; novena reimpresión ed., Vol. I). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2006 [1920]). Más allá del principio de placer (Vol. XXVIII). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2006 [1924]). Neurosis y Psicosis (Segunda; décima reimpresión ed., Vol. XIX). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2007 [1915]). Pulsiones y destinos de pulsión (Segunda; duodécima reimpresión ed.). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2007 [1913]). Tótem y tabú (Segunda; novena reimpresión ed., Vol. XIII). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Freud, S. (2006 [1910]). Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci (Segunda; séptima reimpresión ed., Vol. IX). (J. L. Etcheverry, Trad.) Buenos Aires: Amorrortu. Schopenhauer, A. (1987 [1818]). El mundo como voluntad y representación. México: Porrúa.

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Crisis: La Presencia del Límite

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Lic. Carlos Boronat∗ Argentina

Para situar a la crisis en el lugar desde donde quiero destacarla y en su relación inevitable con el límite, voy simplemente y a grandes rasgos, a recordar los momentos de lo que llamo "Proceso Suicida", es decir los momentos que constituyen un proceso que conforma una línea de sucesión que puede culminar en un acto suicida. Este Proceso comienza con cualquier hecho cotidiano, que se transforme en un Problema en la medida que presenta dificultades para su realización. Si la dificultad persiste, es posible que se convierta luego en uno o varios Conflictos. Estos, no resueltos continúan en su dificultad y, si se ensamblan de determinada manera, pueden dar lugar a una Crisis. Como salida urgente se producen Fantasías Negativas y luego Fantasías de Huida. La situación crítica si no es superada, se generaliza y permite la irrupción de Fantasías de Muerte como traducción inesperada del alejamiento imaginado. Luego de muchas deliberaciones según la personalidad, historia y circunstancias actuales, éstas se confabulan en la persona hasta provocar, como desesperada solución, un Intento suicida. Finalmente, después de uno varios intentos se actúa el Suicidio propiamente dicho. Esto significa, en un apretado intento de ubicarnos en el momento previo al acto suicida, el del pedido de ayuda, que en un lapso mayor o menor entre una situación cotidiana y el suicidio, si éste sucedió, antes seguramente se dieron los pasos que previamente mencionamos. Pero es en la crisis el tiempo en que el suicida comienza a entregar su vida, es entonces cuando comienza a interrumpirse abruptamente el proceso creador de su personalidad que comenzó alguna vez. Hay quienes prefieren presentar a las crisis como un desequilibrio que comienza a suceder entre los equilibrios de nuestros cambios permanentes. A mi juicio es más adecuado presentarla como una caída, como un cambio abrupto, pues entonces se comienza a buscar, durante la caída misma, un nuevo estado que nos estabilice y detenga ese vértigo en descenso. Las crisis, por definición, son intensas, totalizadoras, nos embargan casi absolutamente. El Yo que es el que la sufre, está completamente tomado por ella y confundido con el mismo objeto de su dolor. El sujeto se ha convertido en el problema mismo y piensa que destruyéndolo se liberará de él. Así vive la dolorosa liberación un suicida, con el deseo de lograr la aniquilación de su yo sufriente, sin advertir que se trata de él mismo. La crisis siempre abarca todo lo que está puesto en juego y en la acción suicida la vida misma está cuestionada por insoportable. Creo que la imagen que alguien describió, debe ser bastante cercana al momento crítico de un suicida en los pasos previos al intento cuando asimiló la crisis a una delgada línea donde, de un lado está el infierno y del otro también está el infierno. La vida camina por esa filosa y sutil línea desde la cual ha comenzado el descenso y desde donde percibe y siente lo que hay en ambos lados. No se trata aquí de una simple oportunidad. Si bien lo es también, no consiste sólo en la ocasión para cambiar, seleccionar, reordenar, dar un nuevo sentido a la vida, que ya es muchísimo. Es más todavía, esto a menudo sucede por causas de situaciones graves e inesperadas que nos permiten optar por ese cambio y dar un viraje a nuestra existencia, a nuestros vínculos a nuestra conexión con el mundo que de esta manera previa, no ha dado buenos resultados. No, la crisis del suicida consiste en decidir no cómo sigue su vida de ahora en más, sino si realmente quiere seguir viviendo. En este momento, frente al suicida no hay opción, los ruidos se acallan y los argumentos se terminan definitivamente. Nos enfrentamos entonces, con otro concepto de crisis, decisión, según su etimología griega. La importancia tanto de una crisis común como de una patológica, con lo cual afirmo que no siempre lo es en el caso del suicidio, es que esa decisión total es a partir de la falta de consistencias, contenciones afectivas, apoyos seguros, es decir, de la carencia de algo fijo.

Centro de Asistencia al Suicida. Correspondencia: cboronat@arnet.com.ar

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Todo es insuficiente y débil, tanto que es casi imposible para el suicida, durante la crisis suicida, pensar en las modificaciones necesarias o mínimas para que la situación sea otra sin que deje él de ser. En esa situación de confusión, el menor movimiento o cambio puede arrastrarlo a la caída. El suicidio no es lo buscado, una vez más lo sostengo, sino que lo que se busca es terminar con la situación dolorosa y no sentir lo que siente. Es matar la conciencia que es la que sabe esto, sin darse cuenta que la conciencia es uno mismo. Pero ahora, lo que siente dolido es el sí mismo, lo que sabe su conciencia que le duele es su propia vida. Tan identificado con el problema, con la situación desesperada está que no ve otra posibilidad que "sacarse a sí mismo" (de la vida) para no sentir más. En esta situación es casi imposible que él mismo pueda encontrar, (como quien está hundiéndose en la arena movediza), "algo fijo", para poder prenderse fuerte y salir. Debe ser rescatado. Sus conductas, expresiones y pedidos nos dan cuenta de su crisis, es necesario entonces actuar desde afuera. Convertirse en el punto fijo en el cual pueda el "sentir", captar casi en su cuerpo, vivencialmente, la cercanía de alguien. La presencia como tal, es siempre fuerte, significativa e irrumpe en el otro haciéndole llegar profundamente la esperanza del encuentro, el fin de la soledad. Luego de que decida vivir, veremos cómo ayudarle. Qué paradójico, en estos casos, primero, hay que ofrecer la ayuda, después se verá en qué consiste. Porque la encontraremos juntos y, para encontrarnos juntos, es necesario que alguno se acerque. Y no se acerca lo suficiente uno a otro sólo con el pensamiento o la intención, sino con todo lo que uno es. Esto es lo más cercano que tenemos todos, lo que somos. Esto es lo que nos hace común: el dolor, la angustia o la esperanza. El resto, nuestras diferencias, complementos, experiencias o saberes son importantes luego, son las diferencias personales con las que encontraremos la orientación para la resolución de la crisis. Antes de todo este accionar, es necesaria la llamada a escuchar nuevamente, como quien debe abrir los ojos a la luz, luego de permanecer mucho tiempo en tinieblas. Esa llamada deberá ser desde nuestra interioridad más profunda de persona riesgosamente expuesta en nuestra presencia total. Hay que correr el riesgo de que el otro, de quien estamos sintiendo su dolor y por nuestra propia decisión, se escape y nos deje su sufrimiento casi para que lo guardemos cuando él no esté. O en cambio que también él, desde adentro, profundamente escondido donde se encuentra, comience a escuchar y a ofrecernos un gesto de respuesta a la ayuda ofrecida. Es imprescindible correr el riego de que se pierda para lograr que siga permaneciendo. Como el amor, la vida exige riego, Frankl dice metafóricamente, es “como una paloma en la palma de la mano, que si queremos apresarla, se vuela”, nuestro riesgo de permitirle volar, le asegura la confianza de quedarse. Cuantas veces la ansiedad de querer aferrar a alguien ha provocado su salto al vacío. Así antes que nada es necesaria nuestra presencia paciente, calma y esperanzada en que habrá oportunidad. El suicida está en el delgado filo del puente a la vida, cualquier movimiento brusco, grosero o apresurado, puede producir el desequilibrio. Ese delgado filo se llama límite. Las crisis y el límite se llaman mutuamente. Quien está en situación de crisis está en situación límite. Y, cuando esta crisis es por la vida misma, es la vida misma la que hay que resolver. El límite aquí, es casi absoluto. El escape está casi bloqueado y la rendija por la que percibe la salida debe ser aprovechada al máximo. Sigamos jugando con las palabras y es mi intención explícita hacerlo así, pues esta descripción no puede ser técnica, como no es nada de lo humano a riesgo de que sea incompleto. Pues más allá de todos los requerimientos técnicos, tanto del terapeuta como del voluntario y de la adecuación de los servicios en los que se dé la tarea, mucho más importante y como fundamento primero para que ésta se realice con éxito, importa más que nada la disposición personal como verdadero punto de partida en los momentos críticos. El terapeuta, o quien reciba a la persona en crisis, debe hacer el esfuerzo suficiente para que en ella se detenga su proceso crítico, exprese los afectos y emociones que le despierta el problema y su decisión de matarse, y al mismo tiempo ayudar a la simbolización para que pueda orientarla de una manera instrumental a la situación que originó su pedido de ayuda. Sea quien fuese que realice esta contención siempre es una tarea asistencial. Probablemente haya una relación directa entre la convicción del que asiste, en su capacidad de ayuda y en la certeza de que podrá ponerse por debajo del que la reclame (esto es "soportarlo", pues él no lo puede hacer por sí mismo), y el éxito que juntos obtendrán. Y si no es así, si no está convencido, si le asusta la presencia cercana de la muerte, entonces no posee las mínimas condiciones para que, por sobre esto, la técnica y

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la capacitación completen el resto. Más que capacitarse uno para esta tarea, debe hacerse uno, convertirse en asistente del suicida. Esa salida que mencionamos, es única, pero nadie sabe dónde está, hay que provocarla, crearla con los recursos que aparezcan. Inventarla con la imaginación de un artífice hasta que se vaya dibujando esa ocasión para el rescate en una mirada, en una palabra, en un suspiro que a veces escuchamos a la distancia. Entonces, si esto sucede, allí se comunicaron el pedido y el ofrecimiento. Si no fuese así, acompañaremos ese delgado camino, si es posible. Y si él no puede, lo cargaremos en nuestra paciencia, lo soportaremos con nuestras ganas y le haremos sentir, fuertemente la intimidad de nuestro deseo de que él viva. También allí está nuestro límite, donde el suyo no se abre a nuestra intención. El significado de límite es: "sendero entre dos campos"; linde, borde, término. Y la crisis nos presenta estos dos campos limítrofes: el del suicida que huye hacia adentro de su soledad y el nuestro, que nos impiden superar aquello que por definición es imposible. Los límites no se superan nunca pues son justamente la frontera hasta donde somos y podemos, el borde de nuestras posibilidades y el término de nuestras capacidades. Pero sí se pueden trascender esos límites, con nuestra intención, con nuestro llamado fuerte hasta alcanzar el lugar donde el suicida se refugie. Podremos acercarnos desde lejos con nuestro deseo de que siga viviendo, pero es necesario que él escuche y responda. Los límites propios, ajenos y de nuestras posibilidades en la vida nos ponen frente a nuestras imperfecciones y el que no las acepte se extralimita; y el que no se adecue a sus términos, corre el riesgo a exterminarse. Los límites nos separan y nos acercan. Para cada uno en su lugar y dentro de cada terreno todo es posible, de un modo personal e inagotable. Las crisis nos ponen en una situación inevitable de la necesidad del otro, es la conmoción que necesitamos para llegar a la frontera donde siempre, siempre comienza un nuevo campo. Nadie sabe ni decide cómo reaccionará ante una crisis, ya sea vital o accidental. La respuesta tiene que ver con el tipo de personalidad, la experiencia, acumulada y su actitud ante el mundo, a lo que se agregarán situaciones inconscientes que incidirán en los momentos de resolución. Todo esto conforma los recursos potenciales del suicida a la hora de su crisis y del encuentro con quien lo ayude. La vulnerabilidad, la fortaleza ante la adversidad, las habilidades y creatividad para enfrentarse al sentimiento de soledad frente a la tragedia que parece inevitable, son un producto personal de una relación continua y previa de la persona con su mundo. La flexibilidad de la persona, es decir su índice de salud, así como su decisión para pedir ayuda constituyen uno de los recursos más valiosos a la hora del salvataje. Recordemos que no es tan definitivo el hecho que causa el trauma o las circunstancias que llevan a una crisis, sino la persona en quien estos se den. Es siempre ella la que, en interjuego con los sucesos que sean, configuran que el resultado sea fatal, lamentable o renovador de sentido y fortalecedor. No está de más recordar algunas orientaciones siempre válidas en casos de atención crítica: ser conscientes de que la persona está en un momento de alta sensibilidad y sugestionabilidad, por lo tanto la intervención debe ser bien regulada y orientada dado el poder con que se cuenta en ese momento. Que minimizar la situación a menudo enoja y precipita una decisión Que a menudo la orientación de la asistencia debe tener en cuentan las capacidades que hay que reforzar. Es necesario reforzar la autoestima. Es importante estimular la autoconfianza. Mostrar el problema, explorar situaciones previas, las habilidades de resolución, planeamiento de estrategias posteriores, etc., etc. Pero además y por sobre todas estas indicaciones, el asistente tiene en sí mismos, los recursos imprescindibles que deberá emplear en el momento indicado: la naturalidad de ser persona le permite que pueda recurrir al conocimiento de sus propios procesos para ayudarle a comprender y a reaccionar mejor ante la solicitud del otro. Nuestra mayor tranquilidad y confianza reside en que sus recursos serán descubiertos y ayudados con los nuestros, que su sufrimiento sólo puede comprenderse a partir de lo sufrido por cada uno de nosotros y que a mayor experiencia en resolver nuestras propias crisis anteriores, mejor podremos ayudar y orientar en el momento crítico ajeno.

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Al final, una parte de la vida del que ha sufrido una crisis suicida está destrozada, el que lo asista representa la esperanza de que quizá en un rincón del mundo exista un lugar seguro. Es necesario entonces reforzar la esperanza más allá del que lo ayuda y restituir una nueva posibilidad en el necesitado. Sin promesas, pero con confianza ya no en la ayuda sino en sí mismo, pues él ha ganado la batalla. La ayuda fue posible solamente porque en el que la pidió estuvieron presentes las condiciones para recibirlas. Entonces, la vida nuevamente continuará en la vida.

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Las Relaciones Personales

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Lic. Nora Fontana de Villar∗ Argentina

Quiero referirme al tema de las relaciones personales tomándolo desde la perspectiva del encuentro, porque creo que su hondura justifica el término. El otro, el “tú” concreto con quien me relaciono es irreductible a la condición de cosa; la nota fundamental de su realidad personal es la “presencia”; presencia que me revela lo que yo soy plenamente. Quiero tomar el relato de una fábula muy conocida: “La Bella y la Bestia”. Se cuenta en ella que un animal tosco y repugnante logra modificarse, después de las pruebas a las que se somete un ser humano por amor a esa Bestia. Ella logra liberarlo de esa forma de fiera y se revela como un hombre de extraordinaria belleza. Esto es, ni más ni menos, lo que nos sucede cuando en el encuentro con el otro, nos encontramos a nosotros mismos. Al encontrarnos frente a nosotros con una “presencia”, se nos revela lo que “propiamente somos”. Frente a un “tú”, se me revela lo que soy en realidad y metafóricamente me reveló a una belleza que antes no poseía. En esto consiste el “encuentro”: me permite el reconocimiento y la revelación de la “presencia”, me permite la transición de la figura de la Bestia a la Bella. Dicho encuentro no es una relación meramente “especular”, donde puedo verme como soy, sino que es una relación de “hondura”, donde lo que soy en mi más insondable realidad; se me revela por una presencia que constituye un misterio, ante el cual sólo cabe la aceptación o el rechazo. Merced a esto mismo, definimos el encuentro como: “la simultaneidad de dos presencias; de dos “tú” que, estando uno con otro en un compromiso mutuo construyen la intimidad en la cual cualquier tercero es sentido como intruso. Sin embargo, no es a partir de una falsa seguridad que llego al encuentro, sino a riesgo de “sacrificarme” por un “tú”, frente al cual me desnudo y abandono en la totalidad de lo que soy. Y sólo gracias a esto es que me transformo en el retrato de la Bella, de lo que yo desconocía de mí y accedo al conocimiento de lo que soy en realidad. Esta vulnerabilidad es la base de toda relación humana, porque el hombre es naturalmente social; es una exigencia de su ser que no puede decir, que como toda exigencia existencial viene de lo más profundo de su ser y exige una respuesta correlativa, que supone un compromiso cabal. En síntesis: el requisito fundamental del encuentro consiste en la “presencia” que, a su vez, reclama la integridad y la solidez personal que dé origen al “testimonio”: sólo quien está presente (La Bella) es quien da testimonio, siendo que la presencia no es algo que se tiene, sino que se es. Pensemos en todas las posibilidades que tiene este encuentro. Cuando recibimos una llamada telefónica pidiendo ayuda de un posible suicida. Aquí es donde debemos desplegar con él, un verdadero “encuentro”. Es lo único que puede salvar al otro; mi presencia como un “tú”, mi testimonio como persona única; este es mi valor.

La identidad: Conformación de un “esqueleto psicológico” Según lo dicho, en la medida en que el hombre, desde su nacimiento pueda encontrarse con “presencias”, podrá conformarse como “persona creyente”. En la medida en que tenga 'encuentros' con

Centro de Asistencia al Suicida. Correspondencia: nvillar@fibertel.com.ar Revista de la A s o c i a c i ó n d e S u i c i d o l o g í a d e L a t i n o a m é r i c a y e l C a r i b e Año 1; Número 1

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personas que den testimonio, podrá confiar en los otros y entregarse. Sólo gracias a una presencia concreta que me convoca, puedo responder y aprender consecuentemente a ser 'presencia'. Así, todos estos encuentros van fortaleciendo en el hombre su identidad más profunda: la de ser un sujeto abierto a lo otro. Y, gracias a esto, se autorrealiza en esa apertura; y en esta disponibilidad crece, madura y aprende a ser fuente de convocación. Como bien dijimos, todo esto supone el encuentro desde su nacimiento con una 'presencia'. Sin embargo, si este mundo se va conformando con 'ausencias', 'indisponibilidades', 'desapegos', serán vedadas las posibilidades de “creer en…”, “contar con…”. Es decir, si no hay 'presencia', hay 'ausencia' y, por tanto, no hay convocación real y el hombre no responde personalmente. Sólo en la medida en que el llamado sea real y personal, sólo en esa medida puede responder real y personalmente. Y sobre esa base, entregarse, donarse… Pero, si no hay encuentros, si no hay presencias, el hombre no puede confiar, teme entregarse, teme perder su vida en esa entrega. Y, por ende, serán obstáculos para configurar su identidad. Ahora bien, ¿cuál es el principio de justificación por el cual afirmamos que este mundo de creencias, con presencias y no con ausencias, va configurando nuestra identidad? Creemos que este mundo de creencias es el “esqueleto psicológico” del hombre, es lo que lo sostiene psicológicamente, lo mantiene erguido y le permite a su personalidad caminar y desarrollarse en la existencia. Así como el esqueleto óseo es el eje de nuestro cuerpo, es lo que nos mantiene erectos, firmes; así también, nuestro esqueleto psicológico es el que nos 'yergue' frente al mundo. Y, ¿qué es este 'esqueleto psicológico', sino el mundo de creencias? Si, como dijimos, el hombre es un ser social, éste no es un dato más ni una cualidad más del hombre, ni siquiera, expresión de su indigencia; sino que, por el contrario, es una realidad esencial y fundante, no puede menos que tener un papel tan importante en el desarrollo de la persona. Es decir, al ser una realidad fundante, la apetencia de un hombre hacia otro lo va conformando, le va dando una forma determinada, creando en él un “andamiaje” sobre la base del cual se estructurarán otras realidades originales. Dicho “andamiaje” es el 'esqueleto psicológico', la posibilidad desarrollada o truncada que tiene el hombre de creer, entregarse o abandonarse a otros. Muchos autores coinciden en que la identidad comienza a partir de un 'otro', que nos va reconociendo desde pequeños. Algunos hablan de “confianza básica”, otros de “identificación con el deseo de la madre”… Todos coinciden con la presencia de un otro concreto y personal que me reconoce en lo que soy, y gracias a esta presencia es que llego a decir: “yo soy…”. Si, como dijimos en el punto anterior, sólo me conozco a mí mismo y me revelo en lo que soy, gracias a una presencia; también esto corresponderá y en qué medida, para los primeros años de vida. Gracias a la madre, el chico conoce el mundo, conoce a los otros y por sobre todas las cosas, empieza a conocerse a sí mismo: su cuerpo, sus sensaciones, sus límites, sus posibilidades… La madre permite que el niño se reconozca porque es ella quien lo conoce, lo ama, lo cuida… Frente a la presencia de la madre, el chico es convocado a dar una respuesta. Y así aprende también él, a estar presente. De este mismo modo, ante un llamado telefónico, mi presencia re-significa el pedido de ayuda del otro. Y, si bien no sostenemos un planteo determinista, sí consideramos que: si el mundo de creencias se conforma a partir de la actitud básica del “creer en …”, y la primera relación del ser humano es una relación de dependencia y receptividad por la cual espera todo de otra persona, de acuerdo con estas primeras vinculaciones también será el propio 'esqueleto psicológico'. El mismo, si bien termina de formarse cabalmente en la niñez y adolescencia, es susceptible de sufrir modificaciones ulteriores: ser fortalecido o debilitado, ser completado y amputado.

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Fortaleza y debilidad Si el 'esqueleto psicológico' de una persona es 'fuerte' porque fue alimentado con presencias concretas que favorecieron el encuentro, le será posible al hombre autoafirmarse y enfrentarse a la realidad y construcción de su vida. Si por el contrario, hay 'debilidad' en este mundo de creencias, no podrá creer; entonces, su esqueleto se verá diezmado y consecuentemente le costará caminar, luchar y crecer. A partir de esto podemos destacar las notas fundamentales de la fortaleza o de la debilidad yoica. Como notas fundamentales de la fortaleza, rescatamos la solidez del esqueleto psicológico: posibilidades de erguirse y vivir en el mundo de las creencias y los abandonos, de efectuar así la autodonación. Supone la vivencia del riesgo, pero al mismo tiempo la certeza de creer en un tú personal, de esperar de él y amarlo. Como dice Gebsattel, estas tres actitudes fundamentales: creer (fe), esperar (esperanza) y querer (caridad), son los pilares de la fortaleza psicológica, por medio de los cuales podrá enfrentarse a la vida y cumplir en ella su misión. Sólo quien cree en … puede esperar algo y amarlo. Por el contrario, en la medida en que el sistema de creencias haya fallado, es decir, en la medida en que se haya conformado a partir de 'ausencias', el yo no podrá estructurarse en forma firme y sólida; y por lo tanto, sufrirá frente a la presencia de quien lo convoque al abandono; encerrándose en sí mismo vivirá de “ilusiones” y no de realidades, ya que se niega consecuentemente a la verdad de sí mismo. No estará disponible a la vida, sino que sus vivencias acontecerán, como dice Nuttin, en la actitud defensiva propia de la mezquindad del yo, opuesta a la entrega generosa de quien dona su vida. Esta donación no constituye un empobrecimiento, sino, un enriquecimiento logrado a partir del contacto con el no-yo. El yo débil, experimenta el contacto como amenazador para su identidad, teme la relación debido a la falla en su mundo de creencias, viendo la actitud de confianza y abandono como obstáculos para su integridad.

La desinteriorización del hombre La ampliación vital de nuestro horizonte es un hecho actual; la vida humana ha ganado en amplitud. Puede dilatarse por ámbitos inmensos. Lo que ha visto el hombre moderno desde afuera parece como un ensanchamiento del espacio vital; mirado desde el hombre significa un cúmulo acrecentado de posibilidades vivenciales, una ampliación ilimitada de su horizonte vital; se despierta en él la conciencia de vivir en un mundo más amplio. Sin embargo, lleva oculto el peligro de una pérdida, de una creciente y progresiva “desinteriorización”. Entendemos por “interioridad” el centro íntimo de la persona, aquel que ya no sufre una ulterior diferenciación. Todas las vivencias de esta interioridad son vivencias en “profundidad” y no en extensión. Por ello es que el hombre empieza a vivir “extensivamente” el ensanchamiento del horizonte vital y no en “profundidad”. El enriquecimiento del hombre moderno imprime a su vida un ritmo apresurado, y éste es causa de que no pueda acoger el mundo en su interioridad, que no pueda vivirlo en lo más profundo de su intimidad. A partir de la premisa racionalista de dominar el mundo y ponerlo a disposición del hombre, no se le permite acoger nada en su interioridad. El mundo mediatizado es un mundo superficial, vacío de interioridad, un mundo perdido. Y por esto es que el hombre se siente inseguro y confundido; por un lado, obtiene más técnicas y saberes y, por otro, pierde su interioridad. La cual compensa con fenómenos racionales. Uno de los principios fundamentales del racionalismo es enfrentarse al mundo a través de la sola razón calculadora y reguladora, eliminando el sentimiento. Otras reacciones compensatorias de los desarreglos racionalistas son: la inclinación y disposición hacia lo oculto, lo primitivo, como una búsqueda de la idea divina. Así es como las burdas mistificaciones del ocultismo han venido a convertirse en refugio de sus necesidades religiosas y grosero sustituto de la religión.

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Otro fenómeno compensatorio es la necesidad constante de nuevas sensaciones y la búsqueda de satisfacción encontrada en lo horrible y lo espeluznante (gusto actual por las películas de terror).Esta búsqueda de nuevas sensaciones responde a la desespiritualización y a la excesiva mecanización del hombre en la vida racional. Precisamente es una característica del hombre moderno que no vuelva a sí mismo por medio del recogimiento, sino que decide aliviarse en la distracción. En la medida en que crezca la necesidad de distracción, mengua la capacidad de recogimiento. Creo que podemos encontrar en todo este planteo que antecede la causa de muchos intentos de suicidio, que se dan por el vacío interior y la soledad que hoy siente el hombre. Creo, en conclusión, que el proyecto iluminista del hombre autónomo consiguió actualmente la negación de toda dependencia y toda vulnerabilidad referida a un otro, y negó en consecuencia toda trascendencia del hombre. Esto, sin duda, conduce a una gran desesperación pues, en este planteo, es el hombre en su misma soledad quien debe enfrentarse a su existencia. Él mismo es quien debe aprender a subsistir, cuidarse y sobrevivir, sin depender de nadie. Esta autonomía absoluta hace que el mundo de creencias se constituya en “ausencias” constantes con miedos a toda dependencia y debilidad, con rechazo a todo abandono porque cada uno es responsable de “salvar” su propia vida y no cabe lugar para el “encuentro”. Estas ausencias constituyen “yo débiles y mezquinos”, que paralizados por el miedo de ser invadidos y suprimidos en su individualidad, se encierran negándose a toda trascendencia hacia un “tú” concreto, real, verdadero que funda y da sentido a la existencia.

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Artículos Clínicos La Burbuja en la Estructura. Del apuntalamiento estructurante al vacío desesperanzador Ps. Leonardo Martín Dorony Saturno∗ México El presente trabajo es una propuesta teórico-clínica que pretende analizar las posibles causas de la conducta suicida, surgida a partir del análisis teórico de casos clínicos con diferentes patologías como ser; adicciones, trastornos alimentarios, crisis depresivas y depresiones recurrentes, trastornos de la personalidad, brotes psicóticos, así también con personas que presentan ideación y conductas suicidas. Es una mirada desde conceptos psicoanalíticos y lo vincular, tomados tanto desde la trasmisión psíquica entre generaciones, como desde la construcción narcisística, relaciones objetales, mirada materna, apuntalamientos, hiporreductores e hiperreductores y las dimensiones de la subjetividad, en especial la transubjetividad. Se basa en la teorización de la existencia de un vacío que queda a partir de la conformación de la estructura de personalidad, debilitándola. A partir de la experiencia clínica, las diferentes frustraciones que se fueron acumulando ante fracasos en los tratamientos, debido en muchos casos por el uso de técnicas inapropiadas como también aquellas inherentes del propio consultante, ya sea por su misma enfermedad o estructura; me ha llevado a ir haciendo investigaciones in situ, ajustando las técnicas a las cualidades intrínsecas de los consultantes. El esforzarme a abrirme a “escuchar eso no oíble”, me ha permitido darle lugar a lo impensado, a permitir que “lo ajeno” tenga presencia, manejando mis propias angustias sobre el no saber y compartiéndolas con el mismo consultante, como forma de ir construyendo esos espacios que permite que aquello ajeno, se haga vecindad y le hagamos un espacio psíquico para lograr la necesaria simbolización. Lo que hay que tener en cuenta, son las construcciones singulares de la subjetividad, por el cual el terapeuta tiene que insistir en cómo construye su propia subjetividad, como también el mismo consultante construye también sus significados, cómo los tramita y qué aspectos de éstos se contradicen desde los diferentes lenguajes; tanto desde lo topográfico, hasta el cómo funciona su dinámica. Con los aspectos de la economía psíquica, el buscar la tensión máxima soportable por el consultante, es una de las claves para abrir la puerta de la simbolización, haciendo presentar al deseo ante la realidad y la necesidad ante lo moral. Esta técnica, promueve que el “yo” vaya mediando con las diferentes instancias del superyó con las exigencias de la realidad exterior y el ello. En este sentido, el atender a los aspectos del lenguaje verbal y corporal, así como a los equívocos, nos permite “la escucha” de elementos bloqueados y no simbolizables. El profundizar en lo real, lo imaginario y lo simbólico, así como atender a lo metonímico, nos permite comprender las desviaciones que el consultante se hace para evadir “un algo” que no sabe y muchas veces, no tiene un representante. Desde mi postura teórica, afirmo que siempre va a haber algo imposible de simbolizar, a lo sumo llegamos a sentir esa presencia, que angustia, confunde, pero no podemos saber qué es o cómo es; nos conformamos con sólo saber el cómo se siente, para identificarla y responder de la manera más sana, adaptándonos críticamente a la realidad. Esto esboza la necesidad de aceptar una falta que es parte inherente del ser humano y que por lo tanto, siempre estará presente de algún modo. Desde esta introducción, podemos mencionar que el trabajo clínico se presenta desde diferentes dimensiones, que al tomar una no descartamos las otras, en donde el caos, las multiplicidades y los infinitos discursos están presentes, coloreando este rompecabezas multidimensional. La intervención desde alguna dimensión en particular, hace luz a las estipulaciones inconscientes donde los pactos, ∗

ASULAC. Correspondencia: leonardodorony@hotmail.com Revista de la A s o c i a c i ó n d e S u i c i d o l o g í a d e L a t i n o a m é r i c a y e l C a r i b e Año 1; Número 1

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acuerdos y contratos se hacen presentes, interaccionando con los posicionamientos edípicos. En los espacios intersticiales de estas dimensiones, pueden aparecer los fantasmas y criptas como parte del material psíquico transmitido por generaciones anteriores, ya sean traumas o secretos no simbolizados, esbozos quizás dilucidables en algún aspecto, siendo guías de los bloqueos que presenta el discurso, topes en donde el hilo conductor del deseo se desvía o se estrella hacia múltiples objetos secundarios, llegando en muchos casos a la misma desilusión y desesperanza. Este tipo de intervención desemboca en dos polos que muchas veces se alternan, por el cual el consultante coloca al analista en el lugar del malvado, sentirlo como que lo ataca, rudo, desconsiderado, insultante; o desde el otro polo como algo placentero, con mucha satisfacción, a tal grado que excita al consultante y en éste aflora todo el poder de su seducción, generando una visible modificación en lo transferencial. En dichas presentaciones, adviene lo característico de las diferentes dimensiones: lo edípico, lo objetal y la construcción narcisística, con lo que representa el mismo contrato narcisístico, base donde se asienta lo contradictorio entre lo que uno desea para sí o aquello por lo que uno desea para el resto. Podemos observar desde las dimensiones de la subjetividad, cómo los apuntalamientos se suceden para sostener precisamente estos contratos, donde muchos no son simbolizables. Una dimensión observable es la transubjetiva, siendo la que sostiene los aspectos socio-histórico-culturales, los aspectos de la espiritualidad, la religión y con éstas, las construcciones de los principios y posturas éticas que hacen la construcción narcisista. Hay que tener en cuenta que lo histórico-social es una base productiva que constituye al sujeto. Hoy en día, podemos observar una limitante que son las faltas de utopías, quedando la necesidad de referentes en el abismo del mercado y sus infinitas ofertas de consumo inmediatista, situación que promueve debilitamientos yoicos, baja autoestima y heridas narcisísticas. El transitar por el consumo de diferentes objetos nos permite caminar como en zancos sobre el hielo, asirnos de objeto en objeto, hasta que alguno de éstos no tiene el suficiente asidero y caemos en el abismo. La falta de utopías hace a una de las producciones más fantasmagóricas de lo que es la falta de apuntalamientos, despedazando el ideal y sumando otra experiencia frustrante, que en ocasiones son devastadoras. No podemos decir qué déficit en particular hay, sino que se presenta un evento caótico, múltiple y fragmentario, que dependiendo de la capacidad de sublimación, va a conducir esa fuerza, esa energía, hacia objetos concretizantes, si no, será depositado en el mismo cuerpo. El yo es algo que deviene, en un estado de construcción permanente, estimulado por el deseo, los ideales y la misma angustia que entre estos hace emanar. La importancia de la construcción yoica está en la base de la construcción narcisística como defensa de la separación arcaica del cuerpo infantil con el cuerpo de la madre, creando representaciones simbólicas para manejar los estímulos, organizando y depurando las infinitas excitaciones. Esta es una de las funciones maternas provisionales que se tiene que ir dejando de cumplir. Si por la causa de la propia angustia materna no llegara a cumplir dicha función, generará una fragilidad en la organización psíquica; si es apresurado se instala la omnipotencia simbiótica y en plazos muy largos sobreviene la desesperación. La falta crónica de investiduras amorosas parentales, promueve una falta de amor propio, un dolor por sí mismo, donde la supervivencia no está asegurada, generando somatizaciones masivas, diferentes tipos de actuaciones o la instauración de la misma depresión, como producto de las fallas en la simbolización y la falta de construcción de objetos transicionales. El espacio transicional permite la entrada en la vida social y cultural y, cuando éste falla, no habrá condiciones para las formaciones de compromiso donde predominan la diferencia y la creación. El espacio transicional se produce donde advino la separación de un modo soportable para el niño, creando un espacio virtual que transforma los elementos del exterior y del interior. El contar con el funcionamiento óptimo de este espacio, permite la creación de capacidad de aislarse de la presencia materna, creando “la capacidad de estar solo” y no buscar objetos de anclajes que dificultan cada vez más los procesos de individuación y por tanto de subjetivación. Estos anclajes producen vacíos o excesos, llegando en muchos casos a anular el pensamiento autónomo y creando un deseo de inmovilidad. Muchos de los depresivos se defienden ante el supuesto de una respuesta frustrante que les pueda generar una herida narcisista que no puedan cerrar, mostrando cómo su “yo” es alimentado por los otros, siendo el otro quien toma el papel decisivo, tanto si está o porque no está. Por otra parte, la existencia de vínculos estables o sustituibles, pueden compensar una fragilidad del sentimiento de autoestima como también volcarse hacia lo contrario y defenderse contra el peligro de “devaluación del

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yo”, tomando distancia con el objeto como forma de negar todo atisbo de dependencia, llegando hasta la negación de su propio deseo, renunciando de esta manera a la satisfacción pulsional, premiándose en la abstinencia, como orgullo narcisista. El concepto de hiperreductor permite establecer la capacidad del sujeto en defenderse de lo ajeno, permitiendo rigidizar su estructura psíquica como forma de defensa ante un supuesto ataque que pude devastar su integridad ante la angustia desatada de lo diferente que no le hace espacio psíquico para generar otra representación de la relación con el mundo. Este “orgullo” se sustenta en este hiperreductor en conjunto con la denegación, como forma de desaparecer lo que le incomoda o le causa conflicto. Desde el terapeuta, el manejar los niveles de la tensión psíquica del consultante, está la habilidad para incluir el hiporreductor como forma de romper los esquemas de repetición típicos en el depresivo y en otras actuaciones como parte de los pensamientos y rasgos obsesivos. Para dicho manejo, es imprescindible ir conociendo los diferentes apuntalamientos desde donde el sujeto se construye. Esto permite ver los distintos soportes desde donde se sostiene la estructura presente, apareciendo las fragilidades o vulnerabilidades en aquellos puntos desde donde el sujeto se apuntala rígidamente, frente a los otros apuntalamientos flexibles. Tomando la metáfora de la construcción, el llenar una estructura con cemento para crear una viga, éste aunque es del mismo material, durante el llenado puede haber ciertos espacios que queden con aire suficiente como para generar una resistencia en donde el material con cemento no penetre; solidificándose en una textura no homogénea y creando defectos estructurales de construcción que, ante ciertos movimientos del terreno o sísmicos, dependiendo del grado, se resquebrajará o hasta se derrumbará. Va a depender de los apuntalamientos que se le hagan para evitar sucumbir. De la misma manera, metafóricamente, planteo la “burbuja en la estructura” de la personalidad. En donde dependiendo de su conformación, su resistencia y apuntalamientos, el sujeto irá desarrollando su estilo de relación con el mundo y su manejo afectivo ante las demandas, faltas o excesos de la misma vida cotidiana. Esta burbuja se instala en un espacio, creando un vacío que opone resistencia, creando “un espacio de la nada” que no puede ser llenado por más que se intente. Sólo el tipo de apuntalamiento y el lugar desde donde se sostenga éste, da la posibilidad de que la estructura se erija con más confianza, con mayor resistencia a partir de esos mismos apuntalamientos. Estos apuntalamientos son parte de la creación del narcisismo secundario, rompiendo necesariamente con muchos aspectos del contrato narcisista parental para dar lugar al advenimiento de la nueva identidad del sujeto, a través de los diferentes apuntalamientos nuevos que se generaron, constituyendo de esta forma al narcisismo secundario. A medida que se trabaja este rompimiento con aspectos del narcisismo primario, siendo aquellos que obtura la re-construcción del sujeto, hay que acompañar en la creación de los nuevos apuntalamientos, pero ya en los lugares necesarios, en los espacios desde donde sostenga y no sea una carga más que debilite. El trabajo desde esta perspectiva, ha facilitado los procesos de independización de los consultantes, desatando de sus fantasmas y creando su propia existencia, a partir de comenzar aceptando sus propios deseos y conquistando la manera de satisfacerlos; acrecentando el ideal y fortaleciendo las instancias yoicas; separándose de esa madre desde lo infantil y dándole la bienvenida a la madre desde lo adulto; aceptando las diferencias y pudiendo también crear y asumir la presencia del padre, constitutivos de las diferentes instancias psíquicas. La burbuja, me permite diagramar estrategias terapéuticas que consoliden al yo del consultante, generando intervenciones concretas hacia las diferentes dimensiones de lo psíquico con la clara intención de apuntalar y desapuntalar, en tiempos procesuales, de lo sincrónico y diacrónico, dentro de la multiplicidad de expresiones que se dan en el presente que condensa pasado, presente y futuro.

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Bibliografía Anzieu, D. (1981) El grupo y el inconsciente. Lo imaginario grupal. (Le Groupe et l'Inconscient; Trad. Sofía Vidarrazaga) Editorial Biblioteca Nueva, Madrid. Berenstein, I. (2004) Devenir otro con otro(s) Ajenidad, presencia, interferencia. Editorial Paidós, Buenos Aires. Eiguer, A.; Carel, A; André-Fustier, F.; Aubertel, F.; Ciccone, A.; Kaës, R. (1998): Lo Generacional; Amorrortu; Buenos Aires. Foucault, M. (1977). Historia de la sexualidad. La Voluntad de Saber. Siglo XXI. México. Tomo I (1987). Historia de la sexualidad. La inquietud de sí. Ibid. Green, A. (1986): Narcisismo de vida, narcisismo de muerte, Amorrortu, Bs.As. Hornstein, L. (2003): Intersubjetividad y clínica, Paidós, Buenos Aires. KAËS, R. (1993) El grupo y el sujeto del grupo. Amorrortu Editores, Buenos Aires. KAËS, R. (1996). Sufrimiento y psicopatología de los vínculos institucionales. Ed. Paidós, Bs. Aires, 1998 Maldvasky, D. (1996), Linajes Abúlicos. Procesos tóxicos y traumáticos en estructuras vinculares. Paidós, Buenos Aires.

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El Poder de la Palabra. La palabra como lugar de encuentro para la ayuda a otros y el sentido de la vida Lic. María Fernanda Azcoitia∗ Argentina He dado muchas vueltas alrededor de los temas que a medida que camino la vida y la profesión han ido construyendo mi esencia, o mejor dicho, ahora puedo darme cuenta que mi esencia se expresa y despliega en estos temas, observando y compartiendo temáticas como: - La ayuda a otros, la tarea voluntaria y desinteresada - El dolor y el sufrimiento de las personas, la pérdida del rumbo cuando ese dolor ahoga - El vacío del sin sentido - La palabra, los gestos que en un encuentro personal ayudan a encontrar salidas - El sentido de la plenitud cuando justamente el alma encuentra en el acompañar a otros el sentido de su propia vida - La paradoja de encontrar el sentido propio en orientar, consolar o contener el sin sentido del otro. Fuera de la palabra escrita, la palabra encierra un valor insospechado. El trabajo en el CAS consiste en prevenir y asistir personas en situación de crisis, justamente con la palabra. Frente a las distintas situaciones, el que atiende la llamada tiene sólo un camino o herramienta para hacer disuadir al otro de su intento, calmar su angustia: la palabra. La palabra en el teléfono en armónica conjunción con la escucha, lo es todo, tiene necesariamente que ser todo!!! Es la mirada, es la mano, es el abrazo… Ustedes dirán que la palabra no lo es todo, están los gestos, el abrazo, la caricia, la mirada comprensiva, el simplemente acompañar en silencio, etc. Es verdad… pero esta reflexión se trata en todo caso de aquellas ocasiones donde no hay otra alternativa que la palabra hablada. Tomo el decir de una persona con una dificultad visual grave, la metáfora resulta iluminadora para ejemplificar lo que implica la atención telefónica, donde “no vemos”, físicamente, al otro: “La vista no me permitía ver, anticipar, prepararme, me sorprendían las cosas… opté por el sonido … y la palabra.” Me volví sutil, atenta a los detalles, imposible olvidar un tono de voz, una palabra acariciadora. Desprovista de la atención de lo macro, me concentré en lo mínimo, y la vida se comprendió desde allí. Me afirmé en el mundo de la conjunción delicada y misteriosa de las pequeñeces que percibía y captaba a través de lo que escuchaba. En ese interjuego fui descubriendo la grandeza de los detalles, la riqueza concentrada en lo más pequeño. Hoy lo nombro densidad, aquello que en poca sustancia aparente guarda enorme peso específico, “lo simple preñado de eterno”.

Centro de Asistencia al Suicida de Buenos Aires. Correspondencia a: ferazcoitia@yahoo.com.ar

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Es esta capacidad, que es también necesidad, de cercanía. Sólo estando cerca puedo, y me atrevería a decir comprender ciertos recovecos de lo humano que suelen pasar inadvertidos y son accesibles a la mirada de lupa (al oído y escucha paradójicamente sutil y aumentado diría yo). Arriesgándonos a la proximidad, la verdad profunda del otro se nos hace “visible”. Benditas sean las lupas, los oídos aumentados, que nos invitan a hacernos próximos, a estrecharnos, a concentrar nuestra escucha, a descubrir la densidad de lo íntimo, por desafiarnos a lo “invisible” Bendita sea la mirada afectiva, emocional y espiritual que nos permite captar las palabras y usar las palabras. Este escrito es un homenaje, a todas las personas que trabajan guiando, orientando, consolando, acompañando, a otros con la palabra como instrumento. Mucho di vueltas alrededor de dos temas que conforman mi vida personal y mi quehacer profesional, por un lado el servicio a otros y por otro el sentido de la vida. Y finalmente creo que, para nosotros, el nexo está justamente en el uso de la palabra. Hay muchos modos de poner en juego la vocación de servir a los demás… hay también muchos modos de encontrar el sentido. Es en la trascendencia hacia los demás, y desde una mirada espiritual enriquecedora, en que veo que se expresa claramente en los voluntarios de instituciones que hacen de la palabra una vocación. Y ahora la pregunta es, ¿cómo hallar nuestro sentido? Frankl nos presenta 3 grandes acercamientos: 1- A través de los valores experienciales (vivenciar algo a alguien que valoramos, arte, maravillas naturales, pero el ejemplo más importante es el de experimentar el valor de otra persona a través del amor) A través de nuestro amor podemos inducir a quien amamos a desarrollar un sentido y así lograr nuestro propio sentido. 2- A través de los valores creativos. “Llevar a cabo un acto” como dice Frankl proveerse a sí mismo con sentido al llevar a cabo los propios proyectos, o mejor dicho comprometerse con el proyecto de su propia vida. 3- Valores actitudinales: incluyen virtudes como la compasión, valentía. El ejemplo más conocido de Frankl es a través del sufrimiento: se soporta con dignidad. Pero por sobre todo está el suprasentido que no depende de otros, ni de nuestros proyectos o de la dignidad. En clara referencia a Dios y al sentido espiritual de la vida. Para Víctor Frankl aquellos que tienen un por qué y un para qué vivir pese a la adversidad, resistirán: - Quienes tienen esperanzas y proyectos - Que sienten una necesidad inconclusa - Que tienen una gran fe Es el creador de la logoterapia. Logos significa estudio, palabra, espíritu, significado, sentido. Si bien él toma esta última acepción, lo cierto es que logos significa sentido y significa palabra … así tan estrechamente unidas en su significado de origen. Él en contraste con Freud (la pulsión de placer como motivación humana) y con Adler (la voluntad de poder). El se inclinó por la voluntad de sentido. Sin excluir las otras en la dimensión humana, hay una mirada aquí más trascendente.

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En la psicología tradicional nos centramos en la psicodinámica, la búsqueda de las personas para reducir su monto de tensión. Además de esto hay que centrarse en la noodinámica (noos significa mente o espíritu): la tensión necesaria para la salud al menos cuando tiene que ver con el sentido: a las personas les gusta sentir la tensión que envuelve el esfuerzo de una meta valiosa a conseguir. He preguntado a los voluntarios qué encuentran en la tarea, qué los atrajo en un principio y qué hace que permanezcan. El encuentro con el otro y la certeza de sentirse útiles. Y más allá de que la frase parezca trillada y hasta cursi, en un mundo signado por la crisis, las epidemias, los virus, las campañas electorales despiadadas, los intereses particulares y sectoriales, uno tiene el privilegio de escuchar de parte de los voluntarios el “vine para dar, y recibo siempre más de lo que doy” y en ese dar y recibir la persona encuentra su propio sentido. Decía la mujer de Erich Fromm “salvar a una persona es salvar al mundo”, trabajando con enfermos psiquiátricos graves descubrió que es ese contacto personal, íntimo, cercano, sostenido a lo largo del tiempo aquello que verdaderamente “sana”. El valor de la palabra. Recuerdo el ejemplo de un profesor tiempo atrás, cuando saludaba cada día a un enfermo catatónico internado en un hospital psiquiátrico, en aparente estado de desconexión, inmóvil, con la mirada perdida, “incapaz” de dar una mínima señal de respuesta. Ese mismo enfermo al tiempo y habiendo salido de tal estado extremo lo primero que hizo fue decirle al profesor: “gracias por cada “buen día” que me dijo, eran las únicas palabras que alguien me dirigía en todo el día”. Y otro ejemplo reciente del teléfono: un voluntario atiende a un adolescente desde hacía 9 meses en situación de calle, viviendo en una plaza, escapando de una realidad de maltrato y orfandad paterna. Más allá de los consejos concretos acerca de dónde buscar ayuda y posibles salidas, hablaron, de sus sentimientos, de sus razones, de sus sueños… y al cerrar el chico le dijo “cómo me hubiese gustado hablar y tener un papá como vos”. La palabra por sobre todo es modo de expresión, posibilidad de objetivar, de poner afuera aquello que estamos sintiendo… y cuando el dolor ahoga, la confusión nubla la claridad de lo que sentimos y pensamos, es que la posibilidad del diálogo con alguien que escucha, que como quien enhebra con sutileza las perlas de un collar, va haciendo las preguntas y nos guía hasta encontrar aquello que nos pasa y podemos ponerlo en palabras, y nombrarlo de algún modo… y juntos mirarlo, y darle vueltas, y buscar alternativas desde esa luz que aparece a partir de poner nombre, de poner en palabras lo que nos pasa. El don de la palabra y el sentido profundo de la vida, encontrado en el servicio y ayuda a otros, es el encontrar justamente el punto de encuentro donde la palabra escuchada, es interpretada, entendida y comprendida, y esto permite que gracias a esa palabra expresada se encuentre el consuelo, la orientación, el consejo, el ánimo.

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Artículos de Intervención Comunitaria e Institucional El Proyecto que la Fundación Rescatando Vidas está llevando a cabo en Costa Rica para la Prevención del Suicidio en jóvenes y niños en las Instituciones Educativas Julia Woodbridge∗ Costa Rica El proyecto busca crear un espacio para que los alumnos puedan compartir y trabajar con los profesionales a cargo, el taller de la Fundación Rescatando Vidas “Estoy contigo”.

Justificación La Fundación Rescatando Vidas les presenta el taller “Estoy contigo” para formación y capacitación de jóvenes, que le permita a la institución contar con alumnos sensibles, responsables y con mucha empatía a sus compañeros para discernir las necesidades y conductas de riesgo de otros compañeros; así como aprender a buscar redes de apoyo en la misma institución. Los jóvenes que van a ser beneficiados con este programa, serán capaces al finalizar el programa, no sólo de establecer un vínculo importante con las figuras de autoridad si no también de construir las herramientas necesarias que les posibilite un futuro en donde prevalezcan valores para ayudar a sus compañeros, aprender inteligencia emocional y manejar sus propias emociones, a su vez les permita integrarse a una sociedad, de una forma sana, cada vez más competitiva y demandante. Enfocamos la Inteligencia Emocional (I.E.) en los adolescentes combinando el concepto de identificación de temperamentos individuales y sus dinámicas de interacción. Esto es un proyecto único en el mercado. La Fundación tiene años de trabajar no enfocándose en las conductas de nuestros niños y adolescentes, sino poniendo énfasis en sus creencias y potencializando los factores protectores; abriendo espacios y creando el ambiente necesario para fomentar en ellos un encuentro consigo mismo, a través del entrenamiento y conocimiento de sus habilidades emocionales para que logren el desafío de un mundo de nuevas tecnologías, de apertura comercial y multiculturalidad. En la actualidad se hace cada vez más evidente la necesidad de incorporar en nuestro sistema escolar y en nuestras universidades el desarrollo en el proceso educativo de habilidades y competencias emocionales para diferenciarlos de una simple instrucción. Los jóvenes podrán comprender 3 cosas: 1.-La inteligencia emocional es más importante que todo lo aprendido en el colegio y en la universidad

Fundación Rescatando Vidas. Correspondencia a: juliawoodbridge@yahoo.es

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2-.La economía no necesita genios con un elevadísimo coeficiente intelectual sino sencillamente personas con I.E. 3.- La convivencia de las personas en la familia y en la sociedad puede mejorar sustancialmente a partir del desarrollo de la I.E., que incluso podría evitar; divorcios, actos violentos, drogas, SUICIDIO y otras conductas autodestructivas. Nuestros talleres son una combinación vivencial de información e interacción, de tal forma que los participantes apliquen en su aprendizaje, experiencias significativas.

“Lo que hagamos a favor de nuestra niñez y adolescencia, no es un gasto, es una inversión”.

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Epidemiología sociocultural del Suicidio: El caso de los Kaiowá-Guaraní de Brasil Parte I Carlos Coloma M.D., Ph.D.∗, Fabiane de Oliveira Vick, Psic.∗ ∗ Brasil Resumen En esta primera parte son presentados los datos epidemiológicos respecto a la mortalidad, y mortalidad por suicidio entre los indígenas Kaiowá-Guaraní que viven en Mato Grosso do Sul (Brasil) del periodo entre los años 2000 a 2009. Esta población es la única etnia del Estado en la cual son identificadas altas tasas de suicidio, particularmente entre los jóvenes de ambos sexos. Esta representa anualmente alrededor del 10% del total de la mortalidad de la población. Este fenómeno se manifiesta en todos los grupos de edad, con un caso desde los 9 años, y con tasas que llegaron a 200 (por 100.000) en el sexo femenino entre los 10 a 14 años, mas se destaca que el periodo de vida con mayor incidencia es entre los 15 a 19 años. Este estudio fue realizado en el contexto del desarrollo del Subsistema de Salud Indígena dentro del Sistema Único de Salud del Brasil. Los objetivos buscan una respuesta sociocultural específica a este problema para la prevención, postvención y reducción de daños. Palabras clave: suicidio, Kaiowá-Guaraní y Ñandéva, DSEI Mato Grosso do Sul, jóvenes, indígenas.

Introducción El desafío para trabajar con la salud mental indígena representa un esfuerzo para situarnos en sociedades donde existen maneras particulares de simbolizar, representar, expresar y pasar a la acción. Esto que conocemos como cultura nos debe resituar sobre cuánto conocemos sobre la psicología que permea todos estos procesos de estas sociedades. El desafío metodológico es procurar las vías de acceso para entender estos conocimientos que nos permitan, de manera más objetiva, comunicarnos e interactuar con los sujetos y la colectividad. Cuando estamos frente a lo que observamos como “problema” es fundamental adoptar una posición más profunda en la comprensión social, para entender si esto es reconocido como tal por las personas y la sociedad y cómo ellas reaccionan frente a estos. Esto significa que nuestra lectura debe ser mediada por un conjunto de metodologías oriundas de diversas teorías ya que generalmente nuestra formación e s muchas veces fragmentaria, pues está dividida en áreas de conocimiento y esencialmente basada en un camino racional (predominantemente inductivo deductivo) que muchas veces no tienen una epistemología homóloga con otras etnias. En la historia reciente los antropólogos y los profesionales que trabajan en el campo de la psicología fueron los que trataron una aproximación a distintos paradigmas de pensamiento diferentes a la tradición occidental. En el trabajo de Massé (1995) se destaca que basados en los modelos etnológicos clásicos, ciertos antropólogos, psicólogos e psiquiatras, en los años 30, estudiaron la influencia ejercida por la cultura y la organización social sobre la personalidad en diversas sociedades.

Consultor en salud indígena. Gerente del Área Técnica Salud Mental, Proyecto VIGISUS BIRD/Fundação Nacional de Saúde, Brasília, Brasil. Correspondencia a: carlos.coloma@funasa.gov.br ∗∗ Responsable de Salud Mental del Distrito Sanitario Especial Indígena, Mato Grosso do Sul. Correspondencia a:

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En la historia antigua, Hecateo de Mileto, cinco siglos antes de Cristo, ya había escrito dos volúmenes sobre el interés y especulación sobre los otros pueblos ajenos a los miembros del grupo, diferentes de su origen. El presente documento trata sobre el problema del suicidio en una etnia indígena que habita en la región sur del Estado de Mato Grosso do Sul (Brasil): los Kaiowá-Guaraní y Ñandéva. Esta es una de las tres etnias que presentan las tasas más elevadas de suicidio, las otras están situadas en la región amazónica: los Ticuna, en el Alto Río Solimões, y Tukano en el Alto Río Negro. El objetivo del trabajo fue la identificación de la dimensión del problema, los modelos explicativos de la causalidad expresada por esta cultura, las respuestas de esta sociedad y fundamentalmente la búsqueda de una metodología y actividades que permitan la prevención, la intervención y las postvención. O sea además de la búsqueda inicial del conocimiento, la orientación fue determinada por la intervención en un contexto más amplio: la respuesta a los problemas de salud dentro del contexto de la construcción de un Subsistema de Salud Indígena, a como parte del Sistema Único de Salud del Ministerio de Salud Pública del Estado brasileño. Este Subsistema comenzó a ser desarrollado en 1999, como una extensión de cobertura para la población que no tenía acceso a los cuidados universales de salud, entre ellos los 565.982 indígenas que viven en 4.696 aldeas situadas en 615 tierras indígenas (12% del territorio nacional) y que pertenecen a 210 etnias que hablan 180 lenguas . Para el funcionamiento del Subsistema fue establecido un modelo organizacional de servicios conocido como Distrito Sanitario Especial Indígena (DSEI). Los DSEI son territorios geográficos y culturales que rebasan los límites de aproximadamente 444 municipios de 24 estados brasileños. Cada uno de los 34 DSEI esta subdividido en unidades administrativas, llamados Polos Base (total 344), que en su mayoría están situados en una sede Municipal, y funcionan como apoyo para los Equipes Multidisciplinarios de Salud Indígena (EMSI) contando con 13.926 profesionales para prestar asistencia en las aldeas bajo su área de cobertura, articulando las acciones con los Agentes Indígenas de Salud (AIS) que residen en ellas, prestan atención en salud, acompañan, supervisan y envían los casos de mayor complejidad a la red de atención del SUS. La problemática de Salud Mental en las poblaciones indígenas fue tratada desde 1999 durante a creación y desarrollo de los DSEI. En el Departamento de Salud Indígena/FUNASA fueron priorizados los problemas de abuso de consumo de alcohol y otras drogas, y el suicidio, para esto fue diseñado un protocolo para realizar la vigilancia epidemiológica, para poder identificar los casos y buscar soluciones locales en el contexto de la atención primaria o básica de salud. Desde 2007 fueron realizados esfuerzos para la contratación de recursos humanos en los DSEI para asumir la responsabilidad del desarrollo de la salud mental. Teniendo en cuenta la falta de investigadores profesionales, fue necesario establecer un plano de trabajo centrado en la educación continuada de los profesionales de los DSEI. Para tal fin fueron producidos documentos, fueron realizadas reuniones nacionales con el objetivo de incorporar el área de salud mental en los Planos Distritales, para definir una planificación específica con objetivos, estrategias, metodologías y resultados, en un documento titulado Plano de Acción de Salud Mental Indígena. En este mismo año, y como producto de un trabajo conjunto con la Coordinación Nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud, fue publicada una medida oficial que establece los principios generales para la Política de Atención Integral de la Salud Mental de las Poblaciones Indígenas creando un Comité Gestor Interinstitucional. Hasta el presente fue constatado que la población indígena presenta serios problemas en salud mental, estos se expresan en problemas como la continuidad de un antiguo, pero creciente, proceso de alcoholización, altas tasas de suicidio en etnias específicas y un nuevo proceso de consumo de otras drogas especialmente entre los jóvenes. En la actualidad 8 DSEI (de 34) implementan planos de acción para la totalidad de las etnias de su área geográfica de cobertura, en otros 9 existe una cobertura parcial, debido al trabajo intensivo con las

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etnias que presentan mayores problemas, y 3 DSEI iniciaron su trabajo durante 2009. En términos generales fueron entrenados alrededor de 1.100 profesionales de los EMSI que atienden cerca de 156.000 indígenas.

Antecedentes La cuestión del suicidio entre las poblaciones indígenas Este tema fue tratado en diversas publicaciones donde se muestra que las tasas de suicidio entre los indígenas son más elevadas en comparación con la población no indígena. En el periodo de 1990 a 1999 en los Inuit de Groenlandia, fue estimado entre los hombres de 15 a 24 años, una tasa de suicidio entre 450 a 500 y de 100 a 150 entre las mujeres de la misma edad (Bjerregaard, P. y Lynge, I., 2006) mientras que en la población de Dinamarca estas tasas están próximas al 20. En Australia la tasa nacional de suicidio era de 17,9 durante 1999, y en las jurisdicciones de Western Australia, Northern Territory y South Australia, las tasas de suicidio variaban entre 9,4 y 26,3 comparadas con 13,3 de la población no indígena que residía en las mismas regiones (Steenkamp & Harrison, 2001). Los suicidios indígenas están concentrados en los grupos de edades jóvenes con una relación masculina/femenina de 6 ,7:1. (Hunter, E. y Milroy, H., 2006). En el ártico canadiense, en la actualidad las tasas son diferentes de las encontradas hace 40 años. Abbey, Hood, Young and Malcolmson (1993) reportaran tasas de 59,5 a 74,3 en algunas comunidades, comparadas con alrededor de 13,5 encontradas en la población canadiense. Chandler, M. J. & Lalonde, C., (1998) reportaron que según los registros forenses existía una tasa de 45,2 entre los “nativos’, y entre los jóvenes de 15 a 24 años la tasa de suicidio indígena era de 108,4 mientras que para la población no indígena de este mismo grupo era de 24,5. En 1995, la Real Comisión sobre pueblos aborígenes, estimó que las tasas entre los pueblos indígenas eran tres veces superiores a las encontradas en la población general. Las tasas de suicidio en Nueva Zelandia muestran también las diferencias entre la población Maorí y la población total del país. Según Beautrais, A. y Fergusson, D. M. (2006) en el año 2002, los suicidios de los jóvenes Maorí eran de 43,7 en los hombres y de 18,8 en las mujeres, mientras que para la población no indígena era de 18 y 9,1 respectivamente. En los Estados Unidos de América, durante 2002 a 2006 las tasas más altas de suicidios fueron de los indígenas con una tasa de 16,5 y de 15,02 entre los blancos no hispánicos en la población mayor de 10 años. Entre los 10 a 24 años, los indígenas de sexo masculino presentan la tasa 27,72 y las mujeres 8,50. (CDC, 2009). En la población indígena el suicidio entre los jóvenes es la segunda causa de muerte entre los 15 y 24 años (EchoHawk, M., 2006). Cabe destacar que el fenómeno del suicidio se presenta con una amplia heterogeneidad en la misma etnia y en sus comunidades o aldeas.

Los Kaoiwá-Guaraní y Ñandéva La atención de la salud de la población Kaoiwá Guaraní y Ñandéva está bajo la responsabilidad del DSEI Mato Grosso do Sul. Este DSEI presta atención a la segunda mayor población indígena del país: son 67.574 indígenas pertenecientes a 8 etnias, que habitan en 74 aldeas y son asistidos por 33 Equipes Multidisciplinares de Salud a partir de 15 Polos Base. En julio 2010 la Atención Básica en Salud Mental presentaba una cobertura de 44.856 indígenas, con la asistencia de un equipo compuesto de 6 Psicólogos y 4 Asistentes Sociales para apoyo de los EMSI y para la ejecución de actividades específicas en salud/enfermedad mental.

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De manera resumida Mura (2007) relata que en el momento de la conquista europea los Guaraní ocupaban vastos territorios, incluyendo el sur su y parte del sudeste y centro-oeste brasileño, el oriente paraguayo y el nordeste argentino ,con una población estimada en más de 2.000.000 de personas (Melià 1986, Noelli 1993, citados por Mura 2007). El único espacio territorial Guaraní de considerables dimensiones que no había sido directamente alcanzado por la colonización era la región sur del actual Estado de Mato Grosso del Sul y parte significativa del contiguo Paraguay Oriental, permitiendo así que los indios “libres” y aquellos fugitivos de las actividades coloniales permaneciesen así hasta la segunda mitad del siglo XIX. Después de la Guerra de la Triple Alianza, za, la redefinición de la frontera entre Brasil y Paraguay llevó a la colonización progresiva de los territorios ocupados por los Kaiowa y Ñandéva. (Thomaz de Almeida 1991; Mura e Thomaz de Almeida 2002; Thomaz de Almeida & Mura 2004; Brand 1997, 2001; Mura 2006; Barbosa da Silva 2007). El gobierno federal, a través del Servicio de Protección a los Indios (SPI), instituyó, entre 1915 y 1928, ocho reservas destinadas a los Guaraní, con el doble objetivo de evitar la explotación por parte de colonos y hierbateros, y liberar espacios para la colonización (Lima 1995, citado por Mura). Esta acción del Estado brasileño, o, llevada a cabo por muchas décadas, dé no paso de una tentativa incompleta de fijar a todos los indios en reservas. La mayoría de los grupos macro-familiares guaraní de la región se mantuvo aislado ado en los bosques que existían en su territorio, poblando a lo largo de los ríos, a partir de los cuales establecían relaciones con familias residentes en las reservas de las proximidades. A partir de los años de 1960 y más intensamente, en los años de 1970, fueron implantadas haciendas desalojando ando la población indígena de sus su lugares tradicionales, ocasionando un aumento de la densidad poblacional en las reservas del SPI. Familias pertenecientes de unidades políticas diferentes y hasta enemigas, fueron obligadas a convivir en espacios reducidos. El territorio rritorio tradicional de 3,5 millones mil de hectáreas fue reducido a la actualidad actu para 42.462 hectáreas. Los guaranís continúan manteniendo mant la vida social a través de la familia extensa, que puede ser considerada como la base de su organización social, política, material y religiosa.

Mapa de las tierras ras de ocupación de la población Kaiowá-Guaraní y Ñanédva, en el Estado de Mato Grosso do Sul. Su

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Contrariamente al consumo de alcohol, los estudios sobre el suicidio entre los Guaraní fueron realizados a partir del final de la década de 1980. Es necesario destacar que no todos los guaranís cometen suicidio. En los Mbya y los Ñandéva que no viven en Brasil y en el Paraguay Oriental, no se observa este fenómeno. Parece que la alta tasa de suicidio registrada en las últimas décadas es debida a las alteraciones de la vida social. Mas, Melià (1994 y 1995), observó que existen registros del fenómeno en los siglos XVI y XVII, que denotaría que no se trata de algo nuevo, aunque nunca fueron registrados tantos casos de suicidio con la incidencia reciente, lo que hace pensar que existe un conjunto de nuevos factores presentes en la situación de vida actual.

Estrategias y métodos Desde el año 2000 fue iniciada la experiencia y la búsqueda del conocimiento sobre las características y dimensión de los problemas específicos en la cultura indígena mediante la investigación – acción. Una preocupación fundamental fue el establecimiento de un sistema de información local que permitiese tener información oportuna y que permitiese un control de calidad. Para el caso de la identificación de los datos de suicidio hubo que superar numerosas dificultades: los registros parciales se producían cuando estos eventos eran comunicados a la policía, no existe la práctica forense de realizar obligatoriamente la autopsia, las economías indígenas de subsistencia no deja demasiado margen para los costos funerarios, al no existir un sistema de salud específico para los indígenas el subregistro de información era muy elevado (nacimientos y óbitos) así como el de los registros de diagnóstico médico. Para esto fue formulado e implementado un sistema de información específico, cuya base es un módulo demográfico. Los registros de mortalidad y sus causas fueron realizados a partir que el DSEI (en 2001) inició el pago a las familias de los gastos funerarios. De otra parte fue intensificada la formación de los profesionales de la importancia de la información y la calidad de los datos. En todos los casos de suicidio, los agentes de salud de la comunidad comunican el caso a los equipos médicos, y recopilan información sobre la víctima individual y su familia, también recopila datos sobre las circunstancias inmediatas que rodean el suicidio. Los equipos médicos de la FUNASA determinan si una muerte fue por suicidio en el momento de la inspección y levantamiento del cadáver. Los indígenas, en general, evitan tocar el cuerpo ya que el suicidio es considerado como una muerte no natural, lo que genera el temor sobre el peligro potencial de contagio. Dado que el método de suicidio, en la gran mayoría de los casos, es por ahorcamiento, estamos seguros de que la identificación de los casos fue completa. Fue definido que los registros cotidianos de mortalidad deben identificar por lo menos dos diagnósticos de causa de muerte, utilizando las categorías de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE10). Los siguientes tres criterios fueron elegidos para la definición de caso de suicidio:

1. La causa de muerte no se debió a una enfermedad, 2. La muerte es el resultado de la violencia auto infligida, 3. La persona que cometió el acto de violencia autodirigida tenía la intención de morir. La intencionalidad de suicidio fue asumida usando una o una combinación de los elementos siguientes se presentaba: 1. Circunstancias en las que el cuerpo fue encontrado, 2. La existencia de una nota de suicidio o otro tipo de comunicación de intencionalidad, y 3. Entrevistas con informantes clave.

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Para el análisis de estadística descriptiva, fueron elaboradas tablas de acuerdo con las variables de análisis. El programa Statística (de Statsoft™) fue utilizado para realizar los cálculos y gráficos. Desde el año 2002 fue iniciada la investigación cualitativa con el objetivo de conocer el sistema de significados indígena del proceso de alcoholización y del fenómeno del suicidio. De manera paralela fue realizada la promoción de la salud mental en las instituciones, particularmente con los gestores para el establecimiento de corresponsabilidades, tanto institucionales como de la población indígena .Para el fortalecimiento de las capacidades para intervenir en los problemas, fueron promovidas discusiones sobre salud mental y de la organización para la acción con líderes políticos (caciques) y espirituales (curanderos). En 2007 el DSEI determinó la contratación de recursos humanos (psicólogos) para la institucionalización de la salud mental formulando un Plan de Acción en Salud Mental Indígena, donde se especifican los objetivos, estrategias y métodos de promoción de la salud integral, integrada y diferenciada: prevención, intervención y postvención, y reducción de daños. Este Plan está orientado al desarrollo de la salud mental en la atención básica y no se considera como un Programa, ya que las acciones de cobertura son realizadas por la totalidad del personal que trabaja en las aldeas, donde en cada consulta o intervención son integrados los aspectos referentes a la salud mental. Para la implementación del Plan fueron tomados en cuenta ciertos requisitos y definiciones; entre otros aspectos se destaca: En relación a la investigación: Desde la perspectiva de comprensión de los problemas, diseñar un programa de “salud mental para los pueblos indígenas” exige una contribución de diferentes disciplinas, como la antropología, epidemiología, salud pública, y etnopsiquiatría (entre otras), tratando de comprender las dimensiones culturales y sociales del contexto y de los problemas, teniendo en cuenta las interpretaciones dadas por la propia población: A medida que la población identifica y explica, y es capaz de actuar sobre "el problema”. ¿Cuáles son los elementos y mecanismos que explican las diferentes expresiones de la "enfermedad"? En las interpretaciones indígenas, con base en cosmológicas específicas, ¿cómo vinculan los estados del “alma” o “espíritu” en relación con la vulnerabilidad frente a los problemas colectivos? Antes de llevar a cabo intervenciones externas, es esencial para comprender los principios y las prácticas endógenas de la prevención e intervención, de sus posibles limitaciones, y los resultados, la identificación de apoyo externo necesario para mejorar las condiciones sociales culturales de las iniciativas. En relación a la Epidemiologia sociocultural: Los datos cuantitativos deben analizarse teniendo en cuenta la información cualitativa, para poder identificar las características y los factores causales del problema así como las diferencias entre las perspectivas de las interpretaciones del conocimiento indígena y occidental. La búsqueda de un vínculo entre la interpretación de datos biológicos, psicológicos, sociales, económicos y culturales del proceso salud - enfermedad, establece el campo de la epidemiología sociocultural como un espacio de convergencia entre la epidemiología y las ciencias sociales. La afinidad conceptual entre ellas en relación a la salud se encuentra en la concentración de los mismos elementos en la persona, el espacio y el tiempo (Dunn y Janes, 1986). En la publicación de Raymond Massé (1995) se subraya que la contribución de la antropología conocida como "interpretativa" (Geertz, 1973) que trata de aprehender los conocimientos implícitos sobre los cuales los actores se sustentan para actuar y legitimar sus acciones. El trabajo Good y del Del Vechio Good (1980) enfatizan que la experiencia de la enfermedad es vivida a través de una red de significados que los individuos y la sociedad atribuyen a los síntomas, las circunstancias y a los componentes del contexto social e histórico del episodio de enfermedad. En este sentido la enfermedad no se puede reducir únicamente a la realidad biofísica, es también un discurso profundo de significados.

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Las contribuciones de las ciencias sociales, particularmente de la antropología, no se limitan a recuperar los factores socioculturales en la génesis y reproducción de la enfermedad. Ellas contribuyen a sustentar la epidemiología sociocultural que debe ser más que un conjunto de métodos de análisis de la distribución y de la etiología de la enfermedad, debe ser una forma diferente de pensar e investigar temas de salud. En relación a los modelos explicativos dos problemas de cada cultura indígena: Los modelos de la medicina responden a los sistemas culturales, ya que se trata de un sistema de significados fijos en los patrones de las interacciones personales y las instituciones sociales (Kleinman, 1978). Este autor desarrolló un modelo conceptual para estudiar los elementos cognitivos y los problemas de comunicación que surgen en la prestación de los servicios de salud, llamado “Modelo Explicativo” que está constituido por nociones elaboradas sobre la base de episodios de enfermedad en relación con el tratamiento utilizado por aquellos que están involucrados en el proceso clínico, en cuyo caso se hace una distinción entre el modelo explicativo del paciente y el terapeuta, ya que cada uno parte de premisas epistemológicas diferentes que tienen conocimientos, normas y valores específicos. Este modelo se centra en la explicación de un episodio de enfermedad de las causas (etiología), el momento y las modalidades de manifestación de los síntomas, la fisiopatología, la progresión de la enfermedad y su tratamiento (Kleinman, 1980). No se trata de la enfermedad como realidad biofísica, sino que es considerada como experiencia personal y de reacción social frente a los problemas físicos y psicológicos.

Resultados Para situar la mortalidad por suicidio fue analizada la estructura de la mortalidad en el DSEI. Para esto fueron identificados los casos por mortalidad debidos, por una parte, a enfermedades en general y por otra la mortalidad por violencia.

Tabla 1. Mortalidad absoluta y relativa por años, debida a suicidio, otras violencias y otras causas de muerte en el DSEI Mato Grosso do Sul

Años 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 Total 20002009

Total otras 1

causas 421 430 353 394 453 393 389 346 334 387 3.900

% 84,88 81,44 77,07 80,74 83,73 80,37 81,04 76,72 69,58 78,34

Total suicidios 45 41 55 53 42 50 40 40 60 42 468

% 9,07 7,77 12,01 10,86 7,76 10,22 8,33 8,87 12,50 8,50

Total violencias 30 57 51 41 46 46 51 65 86 65 538

% 6,05 10,80 11,14 8,40 8,50 9,41 10,63 14,41 17,71 13,16

Total de mortalidad anual 496 528 459 488 541 489 480 451 480 494 4.903

La tasa bruta de mortalidad de la población indígena, en el año 2000, cuando fueron iniciadas las actividades de atención básica para las poblaciones indígenas, era el doble de la mortalidad presentada en la población general del mismo estado, y un 40% superior a la del Brasil. Esta tasa fue disminuyendo, en el año 2006 y en la misma comparación las tasas del estado y del país no presentaron una variación significativa. La estimación para el año 2009 fue de 7,49‰.

1

Este total incluye nacidos muertos, menores de 1 año (M.I.), y otras enfermedades en la población mayor de 1 año. Revista de la A s o c i a c i ó n d e S u i c i d o l o g í a d e L a t i n o a m é r i c a y e l C a r i b e Año 1; Número 1

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Tabla 2. Tasa de mortalidad bruta (por mil) en la población indígena, Estado y total Brasil Año 2000 2006 2009

DSEI Mato Grosso do Sul 10,20 7,77 7,49

Estado de Mato Grosso do Sul 5,30 5,60 No disponible

Brasil 6,40 6,00 No disponible

Como en la mortalidad general fue observado que la mortalidad infantil y los nacidos muertos presentaban un porcentaje importante, fueron cuantificadas (tal como se observa en el gráfico siguiente), así como fueron dimensionadas por separado las muertes por suicidio y otras violencias. Estas últimas (especialmente las muertes por homicidio) tuvieron un aumento importante desde el año 2006.

Gráfico 1. Estructura de la mortalidad, en porcentaje, en la población indígena del DSEI, Mato Grosso do Sul

En el caso de mortalidad por suicidio fueron cuantificados 466 casos desde el año 2.000. Según los datos de otros países de suicidio en poblaciones indígenas, en nuestro caso observamos el mismo fenómeno, el 71,9% de los casos se encuentra en la población masculina entre 15 y 29 años. En las mujeres es observado un suicidio más precoz, el 57,9% de los casos se encuentra entre los 10 a 19 años.

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Tabla 3: Número de suicidios por sexo y grupos de edad, por año en el DSEI, Mato Grosso do Sul, 2000 a 2009 Población Masculina Años <10 10-14 15-19 20 - 29 30 > Total

<10

Población Femenina 10- 15- 20 - 30 Total 14 19 29 > 2 7 3 1 15

Total de suicidios 43

2000

0

0

6

13

4

28

0

2001

0

1

7

9

7

24

1

4

6

4

1

16

41

2002

0

5

11

15

3

34

0

0

0

3

1

20

55

2003

0

7

16

12

1

36

0

6

7

2

2

17

53

2004

0

3

10

12

7

32

0

6

3

0

1

10

42

2005

0

3

11

13

6

33

0

8

6

2

1

17

50

2006

1

2

15

7

4

29

0

6

0

3

2

11

40

2007

0

3

10

14

5

32

0

4

3

1

0

8

40

2008

0

4

15

20

10

49

0

1

3

2

4

9

60

2009

0

3

12

5

7

27

0

6

2

1

6

15

42

Total

1

31

113

120

54

324

1

43

37

21

19

138

466

En el año 2000: Edad desconocida= 5 hombres y 2 mujeres, edad y sexo desconocidos= 1

El suicidio muestra tasas elevadas, con mayor incidencia en los años 2002/2003 y 2008.

Tabla 4. Tasas de mortalidad por suicidio por sexo y por año, DSEI Mato Grosso do Sul, 2000 a 2009 Años

Total

Masc.

Fem.

2000

88,45

115,12

61,74

2001

80,34

93,76

62,91

2002

103,31

127,38

75,34

2003

95,92

119,48

61,07

2004

73,01

110,89

34,88

2005

83,92

110,22

57,35

2006

64,73

93,33

35,81

2007

62,79

99,86

25,27

2008

91,00

147,76

27,46

2009

63,72

81,44

45,79

En relación a lo estimado en otros países, las tasas son más elevadas que la población no indígena. En el caso de las tasas obtenidas sobre la cobertura del DSEI Mato Grosso do Sul, que es para 8 etnias, es necesario destacar que excepto 1 caso, los otros 465 suicidios se encuentran en la etnia Kaiowá-Guaraní y Nhandéva. Teniendo en cuenta la población de esta etnia, las tasas son presentadas en la tabla siguiente.

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Tabla 5. Tasas de mortalidad por suicidio por sexo y por año, en la población KaiowáGuaraní y Nhandéva de Mato Grosso do Sul, 2000 a 2009 Años

Total

Masc.

Fem.

2000

157,84

208,33

108,67

2001

129,40

153,18

99,49

2002

165,15

206,16

118,96

2003

152,28

195,07

96,54

2004

114,91

176,62

54,25

2005

131,26

174,34

88,70

2006

100,46

146,46

54,95

2007

96,92

155,91

38,56

2008

141,16

231,86

42,11

2009

94,22

121,64

67,02

Para el análisis realizado entre 2000 a 2005 fue demostrado que en esta población las tasas eran 19 veces superiores a las encontradas a la mortalidad por suicidio en la población total del Brasil y 10 veces más elevadas que las tasas encontradas ene l estado de Mato Grosso do Sul. (Coloma et. al. 2007). En el Brasil se encuentran tasas por suicidio que presentan una heterogeneidad regional, en 2006 los estados notificaban tasas que variaban entre 2,4 y 10,5 con una media nacional de 4,6.

Grafico 2. Tasas de suicidio y amplitud de edad de los casos en la población KaiowáGuaraní y Nhandéva de Mato Grosso do Sul, 2000 a 2009

La tendencia de las tasas tiende a disminuir; más aún se encuentra una amplia variabilidad en la edad de los casos donde se observa una diferencia de la edad según el sexo.

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En el sexo masculino la edad mínima de los casos fue de 9 años y la máxima de 78 (C.I. 95% Std. Dev.= 10,52), la concentración de casos de 50% está situada entre 17 y 27 años. En el sexo femenino la edad mínima fue de 11 años y la máxima de 68, (C.I. 95% Std. Dev.= 12,09), la concentración de casos de 50% está situada entre 13 y 22 años.

Grafico 3. Distribución en percentiles según edad por sexo de los casos de suicidio

Las tasas de suicidio presentan una variación anual como se observa en el gráfico siguiente. Entre el año 2000, la tasa para ambos sexos de 157,84 presentó una tendencia a disminuir hasta el año 2009 para 94,22. Las tasas estimadas según sexo y edad, muestran las diferencias de la tasa total de suicidio.

Gráfico 4. Tasas de mortalidad por suicidio por sexo y pore anñ loa, población KaiowáGuaraní y Nhandéva de Mato Grosso do Sul, 2000 a 2009

En relación a la proporción de sexo, las tasas masculinas presentan una variación entre los años analizados variando entre 60,98% y 83,05% y las tasas femeninas variaron entre 39,02% y 16,95%, lo que representa que en algunos años un elevado exceso de muertes femeninas, comparando con las proporciones de sexo encontradas en el Brasil en el año 2006, 79% masculino y 21% femenino.

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A pesar del aumento de casos femeninos en el año 2009, la tendencia logarítmica tiende a disminuir (de 120 para 50) más que la tasa masculina (de 200 para 173). Los datos en relación al suicidio por sexo y grupos etarios, son los siguientes:

Tabla 6: Tasas de suicidios por sexo y grupos de edad, po, er na ñeol DSEI Mato Grosso do Sul, 2000 a 200 9 Población Masculina

Población Femenina

Años 10-14

15-19 20 - 29

30 y más

10-14

15-19 20 - 29 30 y más

2000

0,00

196,79 267,88

62,10

50,21

223,64 59,89

16,53

2001

31,36 266,57 211,37

112,09

121,03 205,62 98,81

17,07

2002 144,38 421,78 339,67

45,32

2003 195,15 596,13 260,87 2004

0,00

0,00

69,91

16,09

10,63

162,21 236,33 43,91

29,41

79,70 355,11 253,91

95,16

156,29

0,00

14,53

2005

77,92 360,77 267,88

77,46

200,85 191,69 39,93

13,80

2006

49,06 470,37 140,06

49,19

144,51

0,00

57,71

26,23

2007

70,59 288,77 278,00

58,09

91,81

84,96

18,68

0,00

2008

89,61 418,18 383,88

110,53

22,26

81,10

35,96

47,18

2009

67,08 338,41 98,76

74,64

132,83

54,99

18,37

68,45

98,52

Las tasas más elevadas son encontradas en los grupos de edad de 15 a 19 años (C.I. 95% Std. Dev.= 112,93) y de 20 a 29 años (C.I. 95% Std. Dev.= 84,30 en el sexo masculino, y la población femenina en los grupos de edad de 10 a 14 años (C.I. 95% Std. Dev.= 65,51) y de 15 a 19 años (C.I. 95% Std. Dev.=90,01). También se observa que en el sexo masculino fueron encontrados casos con una edad máxima de 78 años. Para la edad de 30 y más años fue observada una media de edad de 44 años (C.I. 95% Std. Dev.=28,73). 2

En el gráfico siguiente fueron representadas las tasas de suicidios totales mostrando la distribución del fenómeno donde se observa la incidencia de los casos según su variación por periodos y grupos de edad.

2

Se puede demostrar que las curvas de cualquier complejidad puede ser descrito por una secuencia de segmentos definidos como polinomios .En la práctica, la mayoría de las curvas de la vida real se puede aproximar de forma fiable por una secuencia de polinomios de tercer orden (cúbico). El procedimiento spline resuelve ecuaciones cúbicas por cada punto en un intervalo regular (para más información en la interpolación cúbica, véase De Boor, 1978; Johnson y Ries, 1982; Dahlquest y Björck, 1976; y Gerald y Wheatley, 1989). Revista de la A s o c i a c i ó n d e S u i c i d o l o g í a d e L a t i n o a m é r i c a y e l C a r i b e Año 1; Número 1

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Gráfico 5: Tasas de suicidios por grupos de edad por año, en el DSEI Mato Grosso do Sul, 2000 a 2009.

Cuando son descritas las tasas específicas entre los indígenas Kaiowá-Guaraní y Nhandéva, pueden ser observadas las tasas totales y las diferencias entre ambos sexos en los gráficos siguientes.

Gráfico 6: Tasas de suicidios por grupos de edad por año, en la población KaiowáGuaraní y Nhandéva de Mato Grosso do Sul, 2000 a 2009

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Como se ha mencionado anteriormente, se observan especialmente los momentos epidémicos de 2003 (596,13), 2006 (470,37) y del 2008 (418,18), así como los momentos de elevación de las tasas en la población de más de 30 años.

Tabla 7: Tasas de suicidios por sexo y grupos de edad, por año en la población Kaiowá-Guaraní y Nhandéva de Mato Grosso do Sul, 2000 a 2009 Población Masculina 20 - 29

Población Femenina

Años 10-14

15-19

30 y más

10-14

2000

0,00

426,14 580,62

146,46

108,75 443,32 140,45

37,34

2001 50,81

453,66 352,80

213,80

185,19 340,91 162,87

30,41

2002 235,07 718,48 565,40

85,66

0,00

15-19 20 - 29 30 y más

0,00

114,46

29,21

2003 310,97 1024,33 430,11

20,37

248,14 381,06 71,33

54,70

2004 124,84 604,96 420,02

177,84

238,95 156,82

0,00

26,02

2005 120,87 598,15 443,53

144,54

307,34 297,03 65,19

24,80

2006 74,60

762,20 234,82

91,178

218,90

94,82

46,78

2007 104,02 470,15 464,34

106,74

138,22 129,03 30,41

0,00

2008 131,54 666,37 642,05

182,51

33,01

124,07 57,70

83,58

2009 93,28

133,79

185,01

79,65

119,09

499,38 156,05

0,00

27,56

La discriminación de los datos por edad y sexo nos permite observar más claramente la dimensión y los grupos de mayor riesgo. En el sexo masculino la tasa más elevada encontrada fue entre 15 y 19 años (en 2003 fue de 1 .024, 33) y en el sexo femenino de 10 a 14 años (en 2005 fue de 307,34). En el Brasil (en 2006) se observó que las mujeres entre 10 y 19 años presentaban una proporción mayor de suicidios que en el sexo masculino.

Gráfico 7: Tasas de suicidio masculino por grupos de edad por año, en la población Kaiowá-Guaraní y Nhandéva de Mato Grosso do Sul, 2000 a 2009

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Gráfico 8: Tasas de suicidios femenino por grupos de edad, por año en la población Kaiowá-Guaraní y Nhandéva de Mato Grosso do Sul, 2000 a 2009

Discusión El desarrollo de actividades en salud mental con poblaciones indígenas y en especial el trabajo específico sobre el suicidio requiere un esfuerzo multisectorial para la búsqueda de soluciones a los problemas. Si entendemos al suicidio como un fenómeno complexo y multicausal, cuando tratamos este problema entre las poblaciones indígenas son colocados algunos problemas en relación a: su dimensión, a la interpretación de sus características y finalmente cómo se podría diseñar un modelo de prevención, intervención y postvención para sociedades diferentes de la conocida como cultura “occidental”. Las categorías conocidas como niño, adolescente, joven y particularmente lo que la psicología nos enseña sobre ellos, requieren ser retomadas en el caso de las sociedades indígenas para entender cómo los paradigmas de base de esas culturas caracterizan y definen su papel en el contexto de la organización de normas y valores diferentes. No disponemos de un tratado sobre el “qué hacer”, “cómo prevenir” y “cómo resolver” los problemas que encontramos en salud mental indígena. Sin duda el largo camino de la construcción del conocimiento occidental nos orienta para la búsqueda de respuestas desde diversos campos y métodos de la ciencia actual. En este sentido tenemos que tratar de superar nuestras limitaciones del conocimiento sobre psicología, personalidad y especialmente del proceso de gestión y expresión de la emociones entre diferentes culturas. Para entender el suicidio partimos de hipótesis que esencialmente están situadas en el dominio de lo social y de lo cultural. Mas lo difícil está en la demostración de ellas sin conocer el peso específico que cada variable tiene en el conjunto del fenómeno. En este sentido buscamos trabajar con datos empíricos y proponer avances con una progresiva definición y redefinición de categorías de análisis.

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Numerosos trabajos ya presentaron algunas respuestas al porqué los jóvenes indígenas tienen las mayores tasas de suicidio, mas estas todavía tienen un carácter muy amplio que no permite su generalización, y aún más, limita las respuestas especificas que cada caso y el conjunto requieren. Sin duda que los cambios socioculturales provocados, la mayoría de las veces de manera intempestivas, de una sociedad sobre la otra, provocan crisis que desarticulan la capacidad de resistencia, de defensas, de adaptación, y otros que no permiten o colocan en alto riesgo las perspectivas de vida en bienestar. En nuestro trabajo partimos con los métodos de la epidemiologia clásica para ir incorporando las valiosas contribuciones de las ciencias sociales: con la epidemiologia sociocultural y la antropología médica podemos aproximarnos al fenómeno del suicidio, para progresivamente refinar nuestros métodos de intervención. Pero el problema no es sólo de una contribución externa; en principio pensamos que la solución deber estar contenida y promovida en la propia sociedad que vive estos problemas. Las evidencias iniciales encontradas entre los Kaiowá-Guaraní y Nhandéva, muestran la dimensión del problema con unas de las tasas más elevadas de las ya descritas entre las poblaciones indígenas. El fenómeno de suicidio se manifiesta en todas las edades, pero particularmente entre los jóvenes y muy significativamente entre las mujeres a partir de los 10 años, si comparamos con otras sociedades. Podemos inicialmente concluir que en esta sociedad toda la población está en riesgo, y esto es reafirmado por los relatos de numerosos sobrevivientes (aún no cuantificados) que ya experimentaron diversas tentativas de suicidio. La epidemiologia descriptiva muestra que existen periodos de mayor incidencia, en esta sociedad por lo menos aparecen cada trienio. En términos de espacialidad todas las aldeas tuvieron episodios de suicidio en el periodo analizado, mas la concentración de ellos fue en localidades cercanas a dos concentraciones urbanas. Si bien la tendencia de las tasas tiende a disminuir, las condiciones de vida general continúan a deteriorarse (disponibilidad de tierras, trabajo, y otros aspectos de la cultura material) lo que no permite una explicación linear sobre esta tendencia. Según Brand (1997), el problema principal sería debido a la desestructuración progresiva de las familias extensas, por cuenta del proceso que denomina de “confinamiento”, que impediría a los guaranís de dislocarse por su amplio territorio histórico, siendo obligados por el Estado a permanecer en minúsculas reservas. El análisis del conocimiento tradicional de la cultura sobre el mundo Guaraní, la concepción de vida y muerte, las explicaciones y rituales en torno al suicidio, será el contenido de la segunda da parte de esta comunicación.

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Brand, A. “O Impacto da Perda da Terra Sobre a Tradição Kaiowá-Guaraní: Os difíceis Caminhos da Palavra”. Tese de Doutorado apresentada ao Curso de Pós –Graduação em História da Pontifícia Universidade Católica – PUC/R S. Porto Alegre. 1997. Centers for Disease Control and Prevention. Web-based Injury Statistics Query and Reporting System (WISQARS). Fatal Injury Reports. Atlanta, GA: National Center for Injury Prevention and Control. Coloma, C., Hoffman, J.S., Gawryszewski,V.P., Bennett M.D. , Crosby, A .E., “Suicide Trends and Characteristics Among Persons in the Guaraní Kaiowá and Ñandéva Communities, Mato Grosso do Sul, Brazil, 2000 –2005”. Morbidity and Mortality Weekly Report, Centers for Disease Control and Prevention (CDC), U.S. Department of Health and Human Services, Atlanta, January 12, 2007 / Vol. 56 / No. 1. Chandler, M. J. & Lalonde, C. “Cultural Continuity as a Hedge Against Suicide in Canada’s First Nations” Transcultural Psychiatry, 35(2) 191 -219. Dunn F. y Janes, C. “Introduction: Medical Anthropology and Epidemiology”:3-15, en C. Janes et al. (Eds.) Anthropology and Epidemiology: Interdisciplinary Approaches to the Study of Health and Diseases. Dordrecht: D. Reidel Publishing Co., 1986. EchoHawk, M. “Suicide Prevention Efforts in One Area of Indian Health Service, USA” Archives of Suicide Research, 10:169 –176, 2006. Taylor & Francis Group. Geertz C. “The Interpretations of Cultures” New York, Basic Books. 1973. Good BAJA e DelVechio Good M. J. “The Meaning of the Symptoms: A Cultural Hermeneutic Model for Clinical Practice” in L. Eisenberg e A. Kleinman “The relevance of Social Science for Medicine” Dordrecht, D Reidel, p.165 -196. Hunter, E. y Milroy, H . “Aboriginal and Torres Strait Islander Suicide in Context”. Archives of Suicide Research, 10:141 –157, 2006. Routledge, Taylor & Francis Group. Kleinman, A. “Concepts and a model for the comparison of medical system as cultural system”, Social Sciences & Medicine, Vol.12: 85 – 93, 1978. -------------- “Patients and healers in the context of culture”. Berkley, CA: University of California Press, 1980. Leenaars, A. “Suicide Among Indigenous Peoples: Introduction and Call to Action”. Archives of Suicide Research, 10:103 –115, 2006. Routledge, Taylor & Francis Group. Lima, A. C. de S. “Um grande cerco de paz: poder tutelar e indianidade no Brasil”. Petrópolis: Vozes. 1995 Masse R. Culture et santé publique, Montréal, Gaetan Morin Editeur. 1995. Melià, B. “El Guaraní conquistado y reducido: Ensayos de etnohistoria”. Biblioteca. 1986. Mura, F. “À procura do “bom viver”: território, tradição de conhecimento e ecologia doméstica entre os Kaiowá. Tesis de doctorado, Programa de Pós-Graduação em Antropologia Social do Museu Nacional / UFRJ, 2006. Mura, F. “Projeto de pesquisa-ação participativa em vistas de estratégias de intervenção frente ao fenômeno do suicídio entre os Guaranís de Mato Grosso do Sul”. Produto 1. Projeto 914 BRA 2012 – Fortalecimento das Ações em Saúde Indígena UNESCO/FUNASA. 2007 Mura, F. & Thomaz de Almeida, R. F. “Relatório Antropológico de Revisão de Limites da T.I. Porto Lindo (Jakarey)”. Mímeo, FUNAI, Brasília, 2002.

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Noelli, F. S. . “Sem tekoha não há tekó. Em busca de um modelo etnoarqueológico da aldeia e da subsistência Guarani e sua aplicação a uma área de domínio no delta do Rio Jacuí – RS”. Disertación presentada como requisito para el Maestrado en Historia Ibero-Americana da PUC/RS. Porto Alegre, 1993. Sharon D Hillman, Sven R Kilburn, Andria Green & Stephen R Zubrick “Youth Suicide in Western Australia Involving Cannabis and Other Drugs. A literature review and research report” Published by Western Australian Drug Abuse Strategy Office, December 2000. Steenkamp, M. & Harrison, J. “Suicide and hospitalized self-harm in Australia”. Canberra: Australian institute of Health and Welfare. 2001. Thomaz de Almeida, R. F. “O projeto Kaiowa-Ñandeva: uma experiência de etnodesenvolvimento junto aos Guaraní-Kaiowa e Guaraní-Ñandéva contemporâneos do Mato Grosso do Sul” Desertassem de Maestrado apresentada ao PPGAS/Museu Nacional / UFRJ. Rio de Janeiro. 1991. Thomaz de Almeida, R. F. e Mura F. “Historia y territorio entre los Guaraní de Mato Grosso do Sul, Brasil”. En Revista de Indias. Janeiro -Abril. 2004.

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Artículos de Opinión Presentación del libro Caminando un Nuevo Sendero. Una vida, dos momentos Arnoldo R. Martínez Ramírez∗

Nicaragua En las últimas frases de mi libro asevero lo siguiente: “Considero que apenas inicio mi nuevo sendero. Lo trascendente no es lo que falta por caminar. Lo esencial es haber iniciado un nuevo sendero, así como sentirme bien conforme voy caminando”. Después de una larga e intensa faena, había logrado descubrir el poder imperecedero del amor. Lo fundamental era entender que el amor poseía una capacidad transformadora, capaz de realizar los sueños, eliminar los resentimientos, desaparecer los dolores, limpiar las penas y amarguras, encontrar la paz y la tranquilidad del alma, e incursionar en el mundo de la serenidad y la mansedumbre. También caminé el tramo entre la naturaleza del control y la apreciación, tan diametralmente opuestos. El primero, me privó de la libertad y comprensión del funcionamiento de las realidades. Pretendiendo controlar las cosas, perdí su dominio, y sufrí desgaste físico y emocional. Mi práctica obsesiva de controlar era destructiva, tanto, que me había acercado a merodear con la muerte, al grado que intenté quitarme la vida. En el otro extremo, transitar hacia la apreciación, dejar que las cosas tomaran su propio curso, me acercó a descubrir a plenitud la belleza de la vida, a disfrutarla y entregarme al universo sin engendrar juicios de quién, cómo, cuándo y dónde. Desde mi juventud, he sido un amante de la paz, pues estoy convencido que es el mejor medio para contrarrestar arbitrariedades e injusticias, pero, entonces, había algo dentro de mí que me decía: ¡La paz es una utopía, el mundo opera de otra forma! En 1979, la Revolución Sandinista en Nicaragua, usó la lucha fratricida como el único medio para deponer a la dictadura de esa época, sucedió lo ya conocido, la violencia generó más violencia. He buscado tanto la paz que, cuando mis hijos eran niños, en la casa estaban vedadas las armas de juguete. Hoy, sigo siendo un amante de la expresión pacífica, sin embargo, mi gran pregunta es: ¿por qué en 2002, seleccioné un camino violento para “resolver” mi estado de depresión? Creo haber encontrado algunas respuestas, es probable: que estuviese empecinado, confundido o desequilibrado; que fuese una forma de expresar mi protesta ante las injusticias del sistema social, económico y político, ante la insensibilidad de los grupos sociales y sus estamentos; engendrando una profunda frustración e impotencia, factores determinantes para atentar contra mí propia vida. Cuando decidí escribir Caminando un Nuevo Sendero habían transcurrido dos momentos relevantes: mi nacimiento, en 1946, y mi intento de suicidarme, en 2002. A pesar que tenía 56 años, hoy he logrado comprender que entonces mi vida apenas se iniciaba, esto es que tenía todas las posibilidades de experimentarla con intensidad, capitalizando todo lo aprendido. Entiendo que el primer momento tuvo la sensación de soplos plácidos, contagiados de alegría, en cambio, el segundo se cubrió de puntos de referencia, con oportunidades y obstáculos propios del diario quehacer, y soplos estrepitosos. Con frecuencia me he preguntado: ¿Por qué a mí? La repuesta es simple, y a su vez tan compleja. Vinculado a lo espiritual, estaba cerca de Dios y era un practicante del catolicismo. Con relación a lo sentimental, tenía una esposa especialmente bondadosa y con un corazón siempre dispuesto a amar, seis hijos excelentes, una madre amorosa, dos hermanos queridos, familiares y amigos que me apreciaban. En lo material, trabajaba para una organización sólida, con buen salario y beneficios. ∗

Contador Público Autorizado y Maestría en Administración Pública. Correspondencia a:

arnoldormartinezr@hotmail.com

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La vida me había ofrecido buenas oportunidades y las había capitalizado. Sin embargo, en la senda de mi existencia ya había tropezado con la temprana muerte de mi padre, mi poliomielitis, la muerte de mi abuelo materno (probable suicidio), el terremoto de Managua de 1972, el divorcio con mi primera esposa, la diáspora de los nicaragüenses de los años 80, mi desencanto con la Revolución Sandinista de 1979, la pena en mi trabajo de tratar con gobiernos corruptos e ineptos, insensibles a las miserias de sus pueblos. Mi primera depresión aconteció a mis 30 años. Entonces, recibí atención de un psiquiatra, quien me prescribió antidepresivos, ansiolíticos, pastillas para dormir y psicoterapias, tratamientos a los que asocié con un mayor acercamiento a Dios, en quien encontré la paz que me acompañó durante los 26 años siguientes, período en el que prescindí de las psicoterapias y los medicamentos. Por supuesto que tuve dificultades y sinsabores, sin embargo, los supe sortear. Después, viviendo y trabajando en Washington, D.C., me quedaban sólo 6 años para mi retiro. Mis hábitos laborales se caracterizaban por largas jornadas, dedicación absoluta, perfeccionismo, ética, disciplina, etc. Mi trabajo, que había sido una agradable vivencia, hacía mucho tiempo que se había transformado en un conjunto de tribulaciones y obsesiones enfermizas, afectando la atención a mi familia, pero, afortunadamente, la madurez y compresión de mi esposa, evitaron que se agudizara la crisis en el hogar. Mi comportamiento era completamente disfuncional. En el 2001, tuve una nueva asignación de trabajo, la que me presentaba un nuevo mundo de oportunidades. El país de destino había padecido dos terremotos devastadores. El dolor y las miserias humanas eran patéticas e inconmensurable la explotación a su gente. Todo esto me afectó en demasía, recordándome a mi Nicaragua querida. Al poco tiempo de mi llegada comenzaron los síntomas, similares a los otrora padecidos: falta de sueño y deseos de comer, irritabilidad, poco interés en socializar, melancólico, inseguro, desinteresado por las cosas, desconfiado, miedoso, etc. Los tres psiquiatras y psicólogos que consulté me modificaron cuatro veces los tratamientos médicos, siendo tan insignificantes los resultados que, al final, me dieron una licencia por incapacidad. Fui trasladado a Washington, D.C., pero continuaba mi depresión severa y desórdenes de ansiedad. En julio de 2002, se agudizó mi crisis, desembocando en un intento de suicidio en mis oficinas el 18 de ese mes. Tratando de salvarme la vida, y para descartar que no hubiese ningún órgano atrofiado, me hicieron una cirugía exploratoria, y durante tres semanas me tuvieron hospitalizado. Sin embargo, en vez de resolver mis problemas intentando quitarme la vida, la vergüenza y el sentimiento de culpabilidad se incorporaron al borrascoso mar de sentimientos negativos que me consumían. Cuando presenté Caminando un nuevo sendero, en febrero de 2008, habían transcurrido casi seis años de mi intento de quitarme la vida. Al dirigirme al auditorio compartí algo que ahora deseo hacerlo en este artículo: “Para todos en la casa, este es un día sumamente especial. Se trata de un acontecimiento de regocijo en el que todos celebramos con alegría y con júbilo el suceso de elevar una alabanza a la Vida, un homenaje al Amor y una honra a la Amistad”. Y era así, porque la Vida, el Amor y la Amistad, se habían convertido en el contenido de mi plan de transformación; porque había estado tan lejos y tan cerca de ellas, porque había trabajado con ahínco por ellas, y porque estuve a punto de perderlas. Había aprendido a apreciar cada detalle de la naturaleza, y a ver las cosas desde un ángulo diferente. Estaba habilitado con una nueva Vida, con un gran Amor y con una Amistad solidaria. Con estos alimentos del alma naciente, incursioné en mi recuperación. Aseguro que la clave para lograr mi transformación fue mi profunda fe en Dios, mi abnegada esposa, el amor de mis hijos, el apoyo de mis familiares y amigos, los fármacos y la asistencia profesional de mis dos psiquiatras, a quienes aprecio profundamente. La tarea fue dura, llena de complejidades, sufrimientos y dolores. Al inicio sentía que iba cuesta arriba, con una carga mayor a la que podía soportar. Muchas veces lloré en el consultorio de mis psiquiatras, y pensé que nunca me recuperaría. Mi situación se complicó aún más, con asuntos de memoria y concentración, al grado que unas pruebas indicaron que tenía Alzheimer, lo que luego fue desestimado. Acudía a mis citas dos veces por semana, y consumía gran cantidad de medicinas.

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Poco a poco, ocurrió la transformación. Un año después de intentar suicidarme, comencé a practicar natación, a leer y escuchar música, a socializar, a salir de la casa, a tomar cursos en la universidad. En agosto de 2003, con la orientación de mis doctoras, el apoyo de mi esposa y nuestros dos hijos, acompañé a su boda a una de mis hijas del primer matrimonio, evento impensable de lograr apenas unos pocos meses atrás. El amor a mi hija había superado la confusión de mis miedos. En 2005, retorné a Nicaragua con varios proyectos: escribir el libro, trabajar con la comunidad, escribir artículos de opinión sobre asuntos sociales y económicos. Afortunadamente, las condiciones me han permitido continuar creciendo y aprendiendo. El libro fue publicado en 2008: trabajo con personas que padecen depresión, bipolares y esquizofrenias y cada semana visito un centro penitenciario de mujeres. A finales de 2008, comencé a escribir y a publicar artículos de opinión en un diario de mi país. En septiembre pasado, me inicié en un programa semanal de Radio Católica de Nicaragua, en el que la audiencia interviene con sus llamadas, en búsqueda de ayuda a sus problemas afectivos, una vez identificada la persona, procedo para atender sus requerimientos y su posterior seguimiento. A la luz de mi contacto con IASP (2008), mi esposa y yo, nos plantemos un proyecto que está en estado embrionario: se trata de emular, en Nicaragua, una organización similar a la de Último Recurso, de Uruguay. En la actualidad, durante mis oraciones, le doy gracias a Dios por todo lo que he recibido, y adicionalmente, invoco por el amor, la paz, la alegría y el sosiego, que sólo Él sabe dar.

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El Suicidio en Adolescentes: una realidad lacerante en América Latina Rosa María Vargas Ibarra∗ México Recién se dieron a conocer oficialmente las últimas estadísticas anuales sobre suicidio en mi país, México. Con preocupación observo que la tendencia ascendente de este fenómeno que se ha venido registrando en la última década no cambió, continúa la tendencia, la tasa de suicidios es de 4.39 por 3 cada 100 mil personas para el año de 2008 .Todavía más, cuando paso a revisar los factores socio demográficos se topa uno con la denuncia de una realidad que a nadie nos gusta enfrentar: se repite el hecho de que el grupo de edad con mayor incidencia de suicidios es el que va de los 15 a los 24 años de edad. Si ampliamos el horizonte de esta realidad a América Latina, el 67% de los países presenta una 4 situación similar: adolescentes y jóvenes que por propia mano terminan con su vida . Nuestra América Latina caracterizada no pocos años atrás por su alto grado de cohesión familiar, el núcleo donde todos y cada uno de sus miembros encontraban apoyo, pertenencia, sentido, ejemplos de fortaleza y coraje para abordar las diversas situaciones que se van presentando en el transcurso de la vida, ahora se está desmembrando con todo lo que ello implica. Obviamente ante tal crisis, quienes más afectados resultan son los miembros más vulnerables, es decir, los adolescentes y jóvenes quienes van iniciando la apertura a una esfera social que les está presentando desafíos para los cuales, claramente no están preparados, denotando una importante carencia de recursos de diversa índole llámense afectivos, emocionales, de carácter, etc., que les impide abordar las diferentes situaciones de su entorno de una manera clara y sobre todo objetiva, precipitándose entonces hacia la única solución de sus problemas que ellos consideran factible: el suicidio. Ante esta realidad, es urgente que las familias de nuestra América Latina, reabran los canales de comunicación entre sus miembros, que las personas responsables, sean padres o tutores, prodiguen por un lado el tiempo necesario para primeramente conocer a sus hijos y poder formarlos. Basta de una formación permisiva que raya en el extremo del libertinaje, y que ha propiciado conductas destructivas en nuestros adolescentes y jóvenes. La libertad de ninguna manera es sinónimo de libertinaje, se trata de darles una formación solida, basada en principios y valores que les permitan conocerse y conocer lo valioso que es el ser humano, la dignidad que se detenta por el solo hecho de ser persona humana, valores que les permitan respetarse y valorarse a sí mismos y por tanto respetar y valorar a sus semejantes. Es urgente que les digamos a nuestros adolescentes y jóvenes que los queremos, es urgente que les hagamos sentir que son lo más valioso para sus padres, que ellos están por encima de cualquier otro interés, llámese trabajo, amistades, distracciones, etc. Sólo en esa formación de principios, valores y amor, los adolescentes y jóvenes tendrán los recursos necesarios para no sólo abordar, sino para superar y aún crecer con las diversas situaciones problemáticas a las que se enfrenten; sólo así podrán evitar caer en la desesperanza, en la baja autoestima, en la depresión, en la frustración y que por ende ante hechos tales como: el abandono del novio (a), el no cumplir con los estereotipos de belleza que marcan las modas actuales, etc., optan por privarse de la vida. Pienso que la mejor forma de terminar con el suicidio en los adolescentes y jóvenes es prevenirlo, la prevención primordial basada en el amor, principios y valores. Cuidemos lo más precioso que nos puede dar la vida: un hijo.

M.F. y tanatóloga. Correspondencia a: miachufiz@gmail.com Con base a la información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Estadística de Suicidios de los Sestados Unidos Mexicanos. 2008. Proyecciones de la Población, México 2005-2050, CONAPO. 4 Con base a la información de la OMS: Country reports and charts available suicide rates by age groups (10-year age intervals) and by gender in the most recent year available. Revista de la A s o c i a c i ó n d e S u i c i d o l o g í a d e L a t i n o a m é r i c a y e l C a r i b e Año 1; Número 1 3

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