Trabajo políticas públicas en red

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POLÍTICAS PÚBLICAS EN RED-ENCIÓN FAMILIAR Autor: Leonardo Martín Dorony Saturno leonardodorony@hotmail.com México

El presente trabajo trata sobre la situación de una adolescente con intentos suicidas, y de las políticas públicas, en cuanto a la atención y seguimiento del caso. Se detecta el mismo en una alumna de una secundaria pública, de 13 años y la psicóloga del psicopedagógico1 de la misma institución es quien la atiende y da un seguimiento al caso. Mediante el proceso de supervisión y acompañamiento a la psicóloga, se van estableciendo las rutas de canalización e intervención. Esta adolescente, intenta suicidarse unos seis meses después de que su hermano se suicidó, mediante pastillas; y una segunda vez, otros seis meses posteriores al primer intento por ahorcamiento, salvándola su hermana menor, quien la sostuvo en la silla hasta que la descolgaron. La intervención con su madre, desenmascara el deseo de ésta y el pedido expreso de que también su hija se mate y rápido, para que no la moleste más y la deje vivir. El hermano que se suicidó, era casi dos años mayor que ella y también le había comentado a su madre que se quería morir, diciéndole ella “que esas cosas no se dicen, se hacen”. El motivo del suicidio era porque no ha podido superar un abuso sexual por parte del padrastro; sabiendo esto, su madre le dice “que lo supere”. La madre, al parecer, tiene dificultades de relaciones de pareja donde todos sus hijos son de parejas diferentes y en situación de abandono por parte de los padres biológicos, quedándose a convivir por poco tiempo con la pareja y desapareciendo prácticamente todos una vez separados. El hecho de estar extrañando a su hermano, de haber “aprendido” _como lo dijo ella_, los métodos de afrontamiento para dejar de sufrir y, por otro lado, la voz materna que avala el acto suicida, parecen llevar a esta adolescente a la convicción de realizar los actos suicidas como un intento de redención ante el pedido expreso de su madre, como forma de quitar el dolor o el sufrimiento a ésta.

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Psicóloga Ana Lilián Reyes Acosta


Tenemos que ver que la redención es un concepto muy significativo que tiene todo un sentido en la conciencia de una persona. Un sentido que garantiza un cumplimiento de deseo del otro por resarcirse de actos o pensamientos que le incomoda a nivel de la moral, de la ética, como de la misma imagen. Un deseo y una necesidad de mitigar su sufrimiento a nivel personal, íntimo, por el sí mismo, por lo que ha hecho o no puede hacer y no por ese otro, sino por la culpa personal que se desplaza hacia ese otro que en este caso es el hijo muerto, sin asumir las responsabilidad y subsumiéndose en la victimización. Quien hace un acto de redención, siendo en este caso la adolescente, es obligada, presionada por la inscripción psíquica de este introyecto, que debe salvar a su mamá del dolor y el sufrimiento por no estar viviendo como quiere vivir, generando culpa. Esta misma culpa al ser confirmada por el tipo de discurso y acciones que se establecen en la relación interpersonal entre la madre e hija, la potencia a tal grado de querer dejar de existir para permitirle al otro, a su mamá, su felicidad, asumiendo la responsabilidad del dolor del otro, culpándose por esto, viendo como única salida la redención, siendo en este caso la misma muerte como forma de que su mamá pueda vivir más tranquila sin ella y pudiendo cuidar a su hermana. Al redimir a una persona se le está permitiendo a ésta volver a afrontar su vida o su realidad de una manera diferente, dándole otra oportunidad de vivir con la menor culpa posible. La redención busca liberar a la persona de un sufrimiento emocional o mental y que puede ser muy profundo. Otras veces, la redención trata de liberar a una persona de sus pecados o bien de sus errores para permitirle que se reinserte nuevamente dentro del entramado social según los parámetros que éste tiene permitido. El aseverar este aspecto, nos permite velar una condición doble, que puede llevar a la persona a un camino ambivalente y hasta paradojal. Cuando estos aspectos se encuentran muy marcados en una persona, promueven el sacrificio hasta la misma inmolación. Esta fuerza que proviene de las instancias psíquicas, en este caso desde el superyo, provee a la persona de los referentes por donde transita su experiencia vital a través de los principios éticos y construcción de la


moralidad (Green, 2010). Es también una fuerza que alimenta los aspectos narcisísticos, constructores de los procesos de identificación secundaria y libidinización de la persona (Freud, 2006). La existencia de estos aspectos fuertemente ligados a la carencia reflexiva y crítica, de la existencia de los mecanismos hiperreductores del aparato psíquico (Kaës, 1996) más arcaicos y psicóticos, conlleva el franco riesgo de vida para estas personas, por la rigidez de su pensamiento y el posicionamiento en el instinto de muerte. Los hiperreductores son parte de las estructuras y funcionamiento del aparato psíquico grupal. Permite mantener un isomorfismo como parte de mantener la menor tensión, generando indiferenciación

y

procesos

psicóticos,

mediante

el

cual

lo

asignado

individualmente tiene una correlación bi-unívoca con los elementos del otro y del grupo de pertenencia. Por esto, es que se fomenta el hiporreductor como forma de generar tensión psíquica hacia la orientación de la diferenciación, logrando una distancia para pensarse, reflexionar y transformarse en sujeto mediante intensificar el polo homomorfo. Los procesos de individualización, de diferenciación (Berestein, 2004) y factores que apoyen a una ampliación yoica, serían los favorecedores para permitir que el instinto de vida emerja, hablando aquí de procesos por donde se libere la líbido de la persona y se encuentren espacios externos que la seduzcan, promoviendo el despliegue libidinal y por ende el abrirse a la vida y al vivir. Estas estrategias de intervención permiten hacer uso de esa misma capacidad que la persona tiene como fortaleza de la instancia superyoica que la puede llevar a la muerte, reorientándola y dirigiéndola hacia la vida, mediante mecanismos de reflexión y liberación de las inscripciones psíquicas tóxicas de muerte. Esta es una forma de fomentar el hiporreductor para favorecer estos elementos discriminativos del homomorfismo, rompiendo la cristalizada indiscriminación isomórfica (Kaes, 1996), siendo una forma de abrir el espacio psíquico a la posibilidad de nuevas transformaciones por el espacio transicional, favorecido desde el encuentro empático y la escucha activa del terapeuta y narcisisando y apuntalando a partir de las funciones fóricas. Estas funciones son las que ha de cumplir el/la terapeuta para acompañar y sostener mientras se logra los apuntalamientos necesarios para


sostener la vida por sí misma, siendo éstas las encargadas de emplazar el ser porta-voz, porta-síntoma, porta-muerte, porta-sueños y porta-ideal . Lo que permite que esta adolescente se aferre a la vida, más allá de la situación de violencia intrafamiliar en cuanto a formas de filicidio, es la intervención y acompañamiento psicológico mediante la asunción de un rol de madre suficientemente buena, logrando fortalecer y sostener a la persona, mientras se va promoviendo el desarrollo emocional y acelerando el proceso de maduración. Es por esto que la psicóloga tiene que hacer una intervención desde el proceso de asignación, diferenciación y potenciando la resiliencia, como forma de generar los apuntalamientos necesarios que le permitan a la adolescente transitar en su vida cotidiana, soportando lo negativo instaurado (Green, 1993). Este soportar, también tiene su supuesto en el desplazamiento a la terapeuta al asumir las funciones fóricas

(porta-palabra;

porta-sueño;

porta-síntoma;

Kaës,

1996),

el

cual

debidamente tiene que sostenerse a sí misma, mediante su propio proceso terapéutico, para lograr sostener a la adolescente mientras se construye un espacio psíquico de diferenciación con la madre, favoreciendo la desligadura del nacimiento para asumirse como sujeto de un grupo que le permita sostenerse, asegurando que se instale en la vida (Kaës, 2005). El centro de toda la intervención por parte de la psicóloga estuvo en estos ejes, pudiendo contener el impulso de muerte a partir de contener el intento de redención. Los aspectos por el cual se fue desarrollando la intervención trasciende este trabajo ya que los objetivos del mismo es centrarse en cómo las políticas públicas encargadas de la atención en salud mental y bienestar social intervinieron durante el proceso, siendo la psicóloga de referencia quien atiende personalmente el mismo. El autor de este trabajo, es quien supervisa y acompaña las acciones y el proceso terapéutico con la adolescente, durante la fase de crisis, buscando desde las relaciones institucionales que se derivan de la práctica clínica y social en conjunto con la representación de ASULAC en México, las facilitaciones en los procesos de comunicación e intervención institucional.


La conformación socioeconómica es bajo-medio bajo, contando con la atención de instituciones públicas como ser Hospital Regional, Centro Integral de Salud Mental (CISAME), DIF Municipal (Desarrollo Integral de la Familia) y luego la intervención del DIF Estatal por las diferentes acciones realizadas tanto por el sistema de salud, como por la psicóloga que la atiende y el supervisor del caso. Como contexto, es un Estado que ha estado en uno de los primeros índice de suicidio del país, siendo además uno de los municipios con mayor tasa de suicidio y con un alto incremento en el último año dentro del Estado (SSA, 2014). Por

otra parte, se vienen desarrollando diferentes acciones a niveles

interinstitucionales referente a la sensibilización y acciones para la atención al suicidio, desde foros, mesas redondas, días conmemorativos, centrados fundamentalmente en el ámbito institucional para los que trabajan en estas instituciones y con acciones sociales que suelen estar descoordinadas y aisladas, en muchas ocasiones. Esta situación es algo que se repite a nivel de los países latinoamericanos, hablando más de estrategias del sistema de la globalización, la desaparición del estado benefactor y las políticas económicas centradas en los beneficios de las empresas privadas de la medicina, la educación y la misma industria química como parte de la medicalización de la sociedad y las políticas personalistas institucionales frente a los discursos integrativos y esfuerzos de trabajos en red que nunca llegan a materializarse. Otro de los aspectos que debemos de tomar en cuenta, son las situaciones creadas por los medios de comunicación al promover los discursos políticos, las fotos y el show partidario, sin el seguimiento de las promesas ni el reclamo de evidencias posteriores de las diferentes políticas de prevención y acción en salud pública. Existen líneas telefónicas para la atención de las crisis suicidas, pero no siempre tienen lugares para canalizar a las mismas personas. No existe en todos los hospitales un psiquiatra y, si lo hubiera, es sólo una atención puntual y quizá una segunda consulta a los 5 u 8 meses. Asimismo, el personal de salud generalmente no tiene la preparación para atender las crisis que pueden conducir al suicidio. Empeoran aún más esta problemática, los problemas administrativos y el gran índice de conflictos institucionales, desde la cultura hasta el clima organizacional y el mismo


síndrome de burn-out de los empleados. Otras de las dificultades son los perversos sistemas de calidad mercantilazada que solo exigen números y no dan cuenta de procesos humanos, sistemas de ingenierías mecánicas y electrónica donde el proceso humano no se toma en cuenta, cayendo muchas veces los funcionarios de la salud en prácticas de cumplimiento de procesos administrativos y no en prácticas y acciones de acompañamiento al sufrimiento humano. En otros casos la ineficacia e inoperancia de ciertos protocolos de atención que distan mucho de ser útiles para acompañar una crisis suicida o simplemente no se la identifica, atendiéndose como cualquier otra situación en donde en muchos casos se les da una pastilla y se los envía a su casa a descansar por 24 a 48 horas, sin dar un seguimiento y teniendo la persona que continuar con sus actividades cotidianas, incluidas las laborales o estudiantiles. Se suele dar más días libres por una gripe, que por un intento suicida, mostrando la prioridad que se le da a las políticas de salud mental. En este país (México), que se aplica solamente el 4% al 5% del PBI para la atención de la salud, tomando dentro de este menguado porcentaje el 1% al 2% solamente para la salud mental. Se transforma en un perverso sistema de salud, sin recursos materiales (camas en hospitales, diversidad en medicamentos, etc) así como pocos y mal pagados recursos humanos profesionales y técnicos. Esto se enmarca en una política vedada del concepto de salud mental, centrándose en la salud orgánica y minimizando hasta desvalorizando la salud mental, centrándose solamente en los signos como evidencia, aumentando los mitos de la locura personal y la desatención emocional, promoviendo la acusación a la víctima que porta este flagelo. Estas situaciones que promueven formas de hacer y construyen los espacios por donde se deriva la salud en la vida cotidiana, genera diferentes actuaciones que pueden llegar a contradecir el juramento hipocrático. Acciones con falta de ética, centrado en la tramitología administrativa, deshumanizando a los consultantes y funcionarios que activan tratos y procesos cosificantes así como aislados.

Comentario [u1]: Yo no sé si es tan así. Los protocolos existen. No creo ser la única que esté capacitando en eso. También SSA tiene sus protocolos y sus guías clínicas (que son bajadas de la OMS). El problema no son los protocolos, sino los médicos y el perverso sistema de salud que te exige números (atenciones cada 10 minutos) y no te da recursos (ni camas, ni medicamentos, ni nada).


En este caso en particular, la adolescente estaba siendo atendida en el Centro Integral de Salud Mental, había entrado al hospital por el acto suicida, pero su expediente estaba vacío, ya que “se extraviaron las hojas”. También la atendió el DIF Municipal, con protocolos que distan mucho de las necesidades de las personas que presentan ideación y o conductas suicidas. No obstante, se logró que, a través del DIF Estatal, fuera atendiera por el área jurídica, para ver la posibilidad de lograr que la adolescente, ante la franca y repetitiva intención de filicidio indirecto, fuera internada en un albergue. Cada una de estas acciones, se llevaron a cabo sin resultados y de una manera aislada, sin comunicación entre los profesionales y menos, entre las instituciones que estaban haciendo la supuesta intervención. La angustia de la psicóloga del secundario fue la que pudo sostener la misma vida de la adolescente. Se tuvo que enfrentar a los propios directivos de la institución educativa que trabajaba ya que ellos decían que “no les tocaba”. Al parecer a nadie le tocaba ya que siempre se encontraba algo desde lo legal o funcional de los protocolos que permitía a cada uno lavarse las manos y pasar a la adolescente y su madre filicida, como una papa caliente. A nadie le tocaba y nadie podía hacer algo más, aislando y culpabilizando a la víctima de su estado emocional. Finalmente, es el compromiso profesional de la psicóloga, pero más, el compromiso con lo humano, lo que permite que hoy esta joven pueda seguir luchando por su vida y por su condición social de menor, adolescente, estudiante y con una madre que sigue deseando su muerte. Los vacíos legales, la burocratización y hasta la producción de negligencia de los sistemas de salud, así como los mitos que se generan, no permite una atención adecuada. El que cada institución que interviene no trabaje en red, ayuda a aumentar los procesos de fragmentación de la persona y decepción al enfrentarse a una incapacidad del Estado (Castoriadis, 2006), que aumenta el sentimiento de soledad y el de no ser escuchada ni comprendida, promoviendo una vulnerabilidad que cada vez más la va llevando a la indefensión aprendida. Esta misma indefensión promueve el rompimiento de los lazos sociales, la


parálisis de las acciones de los ciudadanos, la desesperanza y la pérdida de la ilusión, promoviendo con estas políticas el sentimiento de impotencia y frustración, impulsando a la misma depresión y a la necesidad del suicidio como la única salida al sufrimiento. Cada vez más, las políticas iatrogénicas del sistema público de salud y en especial de la salud mental, son las que están promoviendo el suicidio en complicidad con las políticas económicas y las leyes del mercado producto de la globalización. No sólo en la población hacia la que está abocada el servicio, sino también a sus propios funcionarios, médicos, enfermeras, psicólogos y administrativos, creando una alianza perversa entre la institución que se encarga de la salud y la misma muerte (Bauman, 2007). Esta situación enmarca la necesidad de analizar las condiciones que se están generando en los espacios institucionales, la creación de los órdenes por donde se construye la vida cotidiana y en estos casos, el sufrimiento. El presente trabajo tuvo la intención de abrir el debate político asistencial y el papel que jugamos los profesionales en la atención al suicidio en conjunto con las asociaciones que se están creando para enfrentar y dar una respuesta a este flagelo. ASULAC, como asociación latinoamericana estamos preocupados de estas tendencias que se van agravando a medida que también se agravan las economías y el sistema social de cada país y de cada región. Aboquémonos a dar una discusión a nivel de Latinoamérica sobre esta situación e intervengamos juntos en un solo grito por la vida, promoviendo que las condiciones de atención al suicidio, materialice las diferentes propuestas y seguimientos que desde los diferentes rincones se enfrentan y como hoy, nos juntamos a compartir llevando, nuestra lucha por la vida, el derecho de una atención adecuada y pertinente, desculpabilizando a las víctimas y denunciando al sistema social económico y político como el productor y el multiplicador del flagelo del suicidio.


Bibliografía: Bauman, Z. (2007). Miedo líquido: La sociedad contemporánea y sus temores. Barcelona: Paidos. Berenstein, I. (2004). Devenir otro con otro(s): ajenidad, presencia, interferencia. Buenos Aires: Paidos. Castoriadis, C. (2006). Una sociedad a la deriva: entrevistas y debates 19741997. Katz Barpal Editores Green, A. (1993). El trabajo de lo negativo. Buenos. Aires: Amorrortu.

Green A. (2010); ¿Por qué las pulsiones de destrucción o de muerte? Buenos Aires: Amorrortu. Freud S. (2006). Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu. Kaës R. (1996). Transmisión de la vida psíquica entre generaciones. Buenos Aires: Amorrortu. Kaës R. (2005). La palabra y el Vínculo. Buenos Aires: Amorrortu. SSA (2014). Secretaría de Salud del Estado de Guanajuato. Consejo Estatal de Salud Mental. Comisión de Prevención de Suicidio. Comparativo de tasas de suicidio por municipio; período 2012-2013 [Documento interno]. Guanajuato, México.


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