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LEVIATHAN. Dirige: Andrey Zvyagintsev Actúan: Aleksey Serebreyakov, Vladimir Vdovichenkov y Roman Madyanov
José ArrietA
Dicen que componer una canción alegre es algo sencillo: sólo hay que abrir los ojos y apreciar la naturaleza. Realizar una obra de arte basada en el pesimismo implica retos más complejos. La narrativa de Leviathan (Rusia, 2014), del cineasta ruso Andrey Zvyagintsev y candidata al Óscar a Mejor Película Extranjera, se ciñe en el segundo patrón, dejando claro que la corrupción y el abuso de poder no son exclusivos del tercer mundo.
Pesimismo que sacude Kolya (Aleksey Serebreyakov) es un mecánico que vive en una idílica casita junto al Mar de Barents con su mujer, Lilya (Elena Lyadova), y su hijo adolescente, fruto de una relación anterior, Roman (Sergey Pokhodaev). Sus problemas comienzan cuando Vadim (Roman Madyanov), el corrupto alcalde de este pequeño pueblo ruso desea quitarle su morada. Así, Kolya recurre a su viejo amigo Dmitry (Vladimir Vdovichenkov), un abogado de Moscú, quien logra poner contra las cuerdas a Vadim mediante
una serie de documentos que lo ligan a actividades ilícitas, mismas que dinamitarían sus aspiraciones políticas. Los paisajes gélidos de esta zona de Rusia sirven como escenario de la codicia de los hombres, de la corrupción del jerarca local de la Iglesia Ortodoxa, de un sistema tan viciado como amenazador, ya prefigurado en la imaginación del filósofo inglés Thomas Hobbes bajo el nombre de Leviatán. Con una narración calmada en el principio, pero que se torna rápida a partir de la segunda hora, Zvyagintsev
retrata de la forma más pesimista posible la actualidad rusa haciendo guiños a preocupaciones de otros cineastas de la región, como Andrey Tarkovsky, quien pensaba que los problemas de las sociedades modernas se debían a su distanciamiento de Dios. En esta terrible fábula cabe todo: la traición entre amigos, los pequeños y grandes hurtos, el abuso de poder y, desde luego, el comentario político en un peculiar tiro al blanco sobre retratos de próceres rusos, incluyendo a figuras como Lenin o Stalin.