Considerar a Dios como dador de todo lo bueno resulta fácil y evidente. La Biblia está llena de las promesas de bendición que Dios asegura que dará a los hombres. Pero cuando viene la desgracia; ¿nos resultan útiles las explicaciones que se manejan en el mundo cristiano? ¿son aquellas que nosotros manejamos para aliviar a las almas o a nuestros propios corazones rotos?